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Laura Chuquimarca Espinosa

Departamento de Arte, Arquitectura y Diseño, Pontificia Universidad Javeriana de Cali

Teología I

Lic. Luis Ernesto Flórez Suárez

1 de Marzo de 2024
En el trascurso de mi formación tanto personal como profesional primero debo encontrar

cuál es el nivel del peso que conlleva la palabra formación como primer reto, es decir, estar

dispuesta a nutrir mi ser desde una mirada social más que académica, inherentemente a la carrera

de la cual he decidido enfocarme. Para todos aprender conlleva despegar nuestra individualidad y

entender al otro, desde sus ideas hasta cómo llega a ellas, de saber escuchar las diferencias para

que estas trasciendan y se conviertan por medio de todos en oportunidades para perpetuar el

cambio en nuestra sociedad actual. Por medio de los otros es que entendemos y aceptamos

nuestras virtudes, reconociéndolas no solo como cualidades para nutrirnos inmanentemente, sino

para nutrir a los que nos rodean, y por estas brindar un buen servicio a nuestra comunidad,

alcanzando así una inmanencia mitigada “está dotada de una esencial inmanencia se desprende

del análisis psicológico y existencial de la misma existencia humana” (Mankeliunas, p.69).

La cual nos llama a conectarnos con una realidad social en la amplitud de lo que esta se

refiera, Colombia reconocida como el territorio donde habito, donde converge la diversidad en

todo su esplendor, está envuelto lastimosamente por un sinfín de conflictos, temas como la

desigualdad, la violencia, por mencionar algunos, nos han orillado a vivir creyendo que estos

forman parte de nuestra identidad, “el enorme peso que la cultura tiene en la configuración y

ejercicio de la inteligencia humana” (Lorda, 1998, p.170).

si bien entendiendo que hasta ahora nuestra formación no ha sido excluyente de nuestros

respectivos contextos es correcto afirmar que una gran mayoría decide casi involuntariamente

ignorar lo que acontece por fuera de estos espacios, a manera de que no penetren en nuestra

realidad; solemos pensar en las problemáticas que acechan a nuestra sociedad como sucesos

apartados de nosotros y, sin embargo, basta con preguntarle al otro para saber que siempre

estuvieron, están y estarán a la vuelta de la esquina, entender lo que pasa en nuestro barrio,
ciudad y país es una responsabilidad que tiene que nacer de cada uno para con nuestra

comunidad.

Nuestro país se ha encontrado atravesado durante décadas por una cultura permeada por

esta indiferencia, conocemos las adversidades por las que estamos transitando, pero escogemos

pasarlas por alto en nuestro beneficio, es sino hasta que nos toque vivirlo en carne propia que

estaremos dispuestos a ponernos en el zapato del otro.

De manera que el tercer reto se representa, en estar dispuestos a perpetuar ese cambio y

creer en él, “ofrecer una respuesta desde la fe a la realidad que nos toca vivir” ( Velez, 2008,

p.37) alejándonos totalmente de la indiferencia, un cambio para el cual no solo yo

individualmente debo estar involucrada, por el contrario, es un acto que requiere la mayor

cantidad de participantes. Una comunidad que conoce sus virtudes individuales sabe cómo

trascender al otro y en el caso de Colombia o de cualquier país, dentro de un contexto que nos

proporciona una identidad tanto positiva como negativa. Solo nos queda el accionar para llegar a

la unión de todos los involucrados, y conseguir trasformar esa identidad en algo que nos

represente como actores de la prosperidad en la casa común; poniendo en práctica los

conocimientos recogidos en nuestro paso por un entorno educativo y cultural, buscado siempre el

bien común el cual es el único acto que lograra brindarnos una realización personal, no sirve de

nada saberlo todo si no hay alguien quien pueda acceder a los medios y esté dispuesto a aprender

de nuestros saberes.

Como se ha mencionado con anterioridad, es una invitación a ser conscientes de los

beneficios que ofrece la institución educativa con enfoque jesuita, encargada de formarnos desde

el amor de Dios por sobre todas las cosas y que nos incentivan aprender del, de igual forma
como un lugar que es en primer acercamiento a nuestra autonomía, nos presenta como individuos

independientes que deben aprender a valerse por sí mismos y nos ayuda de forma gradual a

conocer las problemáticas del mundo exterior en las que podemos intervenir.

Referencias

Lorda, J. L. (1998). ¿Qué es el hombre? (Una vez más) Aproximación teológica a la


antropología. SCRIPTA THEOLOGICA, 30(1), 165-200. Recuperado de
https://dadun.unav.edu/handle/10171/13310
Mankeliunas, M. (1961). Inmanencia y trascendencia en la persona humana. Rev. colomb.

psicol., 6(1), 65-74. Recuperado de

https://revistas.unal.edu.co/index.php/psicologia/article/view/32600/32603

Vélez Caro, O. C. (2008a). EL MÉTODO TEOLÓGICO: Fundamentos, especializaciones,

enfoques. (1st ed.). https://repository.javeriana.edu.co/handle/10554/38674

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