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Captura de Pantalla 2023-09-19 A La(s) 5.37.36 P.M.
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1) asentir – C: aceptar; admitir lo que otro ha afirmado o propuesto. “…el Director, que era
un Grillo muy viejo y muy sabio, asintió varias veces con la cabeza…”
2) eclético – B: que escoge lo mejor; perteneciente a la escuela filosófica que procura tomar
lo mejor de otros sistemas. “…en el populoso mercado se paseaba todas las mañanas un
filósofo eclético…”
3) precario – B: poco estable o durable; escaso. “Esa noche, acostado boca arriba sobre la
precaria estera de palma que le servía de lecho…”
4) conciliador – A: contemporizador, que trata de acomodarse al gusto y a la opinión de los
demás. “Pensando en las frescas sábanas y en lo que le esperaba en ellas respondió
conciliador: “Sí” ”.
5) hender – A: cortar, rajar. “…sacudió la melena majestuosamente como era su costumbre y
hendió el aire con sus garras enormes…”
6) consumación – A: acabamiento total; final. “Julia seguiría siendo Julia hasta la
consumación de los siglos”.
7) abrumado – C: agobiado. “…abrumada por el pesado fardo de los deberes domésticos…”.
8) enjugar – B: secar; limpiar el sudor, las lágrimas o la sangre. “Enjugándose el sudor él
limpia hora tras hora su colección de relojes de oro…”
9) usurpar – B: quitar a uno lo que es suyo. “Una vez asegurado de que nadie se atrevería a
usurpar sus derechos, dirigió sus pasos hacia la bibliotecaria”.
10) cohibido – B: reprimido; tímido y amedrentado. “…y se reiría ahora desconcertado de
veras, y pasaría aún otro rato cohibido”.
11) azaroso – C: imprevisto; que depende del azar. “Solamente un descuido o un azaroso
desperfecto colocaría a alguno en desventaja…”
12) ávidamente – A: con ansia. “…sus niños, que ahora tragan helados ávidamente”.
13) delectación – C: complacencia. “…volver a su departamento y con delectación morosa
ponerse a acarrear sus instrumentos…”
14) ufanamente – A: con satisfacción. “Ufanamente, casi con orgullo, Leopoldo efectuó por
enésima vez su triunfal entrada a la biblioteca”.
15) azorado – C: asustado, sobresaltado. “Mi esposa y mi hijo me contemplan con enormes
ojos azorados”.
16) libación – B: acción de beber vino. “…la ceremoniosa libación de varias copas en memoria
del poeta…”
17) falaz – C: engañoso, mentiroso. “Darán a los padres la falaz e inútil sensación de ser los
depositarios de un saber que no es sino el repetido testimonio de la ignorancia o la
ingenuidad humanas”.
18) expectación – A: espera curiosa o tensa de algo que interesa. “…ante la expectación
general de sus parientes y compañeros de armas…”
19) sofisma – B: argumento falso. “¿A cuántos sofismas acudes para ocultar que eres un
cobarde?”
20) abominable – B: repugnante. “…llenando toda la habitación de un repugnante olor a vino
devuelto”.
U n vocabulario rico nos da la oportunidad de expresar nuestras ideas con precisión, claridad y
propiedad. La riqueza de vocabulario es señal inequívoca de cultura.
En el caudal de palabras que usted posee, ¿están incluidas todas las que a continuación aparecen?
Si hay alguna que no conozca, vea las respuestas en la página siguiente.
1) lastre – D: peso, formado casi siempre por bultos de arena, que se coloca en una
embarcación para regular el peso; en sentido figurado, impedimento. Del germánico last:
peso.
2) libación – B: degustación: acción de beber a pequeños sorbos un vino o licor. Derivado del
verbo latino libare: probar, catar.
3) chasquear – C: producir un ruido seco con el látigo, los dedos, los labios, o al romper o
rajar algo. Voz onomatopéyica (de ¡chas!).
4) sino – C: destino, hado, suerte. Proviene del latín signum, en el sentido de “constelación
predestinante de la vida humana”.
5) ojiva – B: figura de arco, formada por dos arcos de círculo iguales que se cortan en uno de
sus extremos y volviendo a la concavidad el uno al otro.
6) incontinencia – C: en medicina, falta de control de las secciones orgánicas. Del latín in,
como negación, y continentia: dominio de si mismo.
7) requiebro – D: piropo, lisonja que se hace a una mujer alabando sus atractivos. Del
antiguo requebrar: hablar con quiebros de voz.
8) encono – A: rencor, mala voluntad. Del verbo latino inquinare: manchar; corromper.
9) inmanente – A: que está dentro; que es inherente a un ser. Del latín inmanere:
permanecer dentro de.
10) carcamal – C: persona decrépita y achacosa. Derivado de carcamán, término con que se
designa un buque grande, malo y pesado.
11) prescripción – A: orden, precepto; mandamiento. Del latín praescribere: indicar
previamente.
12) síndrome – B: conjunto de síntomas característicos de una enfermedad; concurrencia de
fenómenos que caracterizan una situación determinada. Del griego sydrome: reunión.
13) reacio – D: indócil, renuente. Derivado de reacción: acción que se opone a otra.
14) escarnio – B: burla extraordinariamente afrentosa. Procede del germánico skernian: mofa.
15) obsequioso – D: complaciente, afable; amigo de hacer reglaos. Derivado del latín
obsequium: complacencia.
16) sabana – A: llanura, particularmente si es dilatada y sin vegetación arbórea. Es voz caribe
precedente del taíno de Haití.
17) guedeja – A: rizo, mechón; cabellera. Proviene del latín viticula: zarcillo de la vid rizo.
18) prensil – C: que puede asir algo. Del latín prensare: asir con fuerza.
19) obnubilar – B: oscurecer, nublar; se dice en especial de la inteligencia o de las facultades
mentales en general. Del latín obnubilare: cubrir con una nube.
20) cardar – D: preparar para el hilado; peinar y limpiar con la carda una materia textil antes
de hilarla.
L a lengua española es tan rica que una persona culta no utiliza, en sus conversaciones
cotidianas, más del uno porciento de su caudal. Ampliar el vocabulario personal es
enriquecerse intelectualmente. ¿Sabe usted lo que significan las palabras que aparecen aquí? Si
tiene dudas, consulte las respuestas de la página siguiente.
1) efluvio – A: emanación; emisión de partículas muy sutiles. Del latín effluvium: acto de
manar.
2) dilucidar – D: aclarar, explicar un asunto Del latín dilucere: ser claro.
3) estera – C: especie de tapete para cubrir el suelo, tejido de esparto, palma, tule o juncos.
Del latín storea: estera de juncos o de cuerdas.
4) talante – A: disposición personal; ánimo para hacer alguna cosa. Derivado de talento, en el
sentido de “dotes naturales que deben aprovecharse”.
5) sórdido – C: sucio; indecente; mezquino. Del latín sordidus: sucio.
6) estertor – C: respiración anhelosa, ronca o a manera de silbido, como la que suelen
presentar los moribundos. Del latín stertere: roncar.
7) farfullar – B: hablar atropelladamente. Voz onomatopéyica que con el sonido farf, imita
una pronunciación confusa o entrecortada.
8) quevedos – C: cierto tipo de anteojos, de forma circular y sin patillas, que se sujetan por
medio de una pinza que llevan en su armadura. Del apellido del escritor Francisco de
Quevedo, quien los usaba así.
9) tocón – B: parte del tronco de un árbol, que queda unida a la raíz cuando lo cortan por el
pie. Del céltico thuk: base del tronco de un árbol cortado.
10) solazarse – A: tomar placer; sentirse consolado o aliviado. Derivado del latín solacium:
consuelo, alivio.
11) sima – B: profundidad; cavidad grande y muy profunda en la tierra. Del vascuence sima:
sumidero.
12) parco – B: moderado, sobrio, en la comida o en la bebida. Del latín parcus: moderado.
13) apabullar – D: aplastar dejar a uno confuso y turbado. Del leonés apagullar, cruce de
apalear y magullar.
14) tejemaneje – A: enredos poco claros para conseguir algo, especialmente cuando implican
cierta malicia. Compuesto de tejer y manejar.
15) cornisa – B: voladizo; moldura que sobresale de una pared, pedestal o edificio y los
corona. Del griego korónis: remate.
16) ristra – D: cuerda; trenza de tallos de ajos y cebollas; en sentido figurado, conjunto de
cosas colocadas unas tras otras. Del latín restis: cuerda.
17) batiburrillo – B: mezcla incongruente; confusión de cosas que no tienen que ver unas con
otras. Derivado de batir, en el sentido de revolver.
18) prebenda – B: privilegio; en sentido figurado, empleo lucrativo y poco trabajoso. Del latín
praebenda: lo que se da de los fondos públicos a un particular.
19) bruñir – C: sacar brillo, acicalar. Del germánico brun: moreno o brillante.
20) fárfara – B: telilla que tienen los huevos de las aves por la parte interior de la cáscara. Del
árabe hálhal: tejido sutil.
E l ser humano es una animal racional. Su racionalidad se reconoce en el uso de la palabra:
muchos animales producen sonidos, pero sólo el hombre puede llenarlos de sentido. Somos
animales hablantes. Cuanto mejor conozca el valor de las palabras, tanto más humanos podremos
considerarnos. ¿Sabe usted lo que significan las palabras que aparecen aquí? Vea las respuestas en
la página siguiente.
1) rancio – B: viejo, pasado; anticuado “El tocino está rancio”. “Tienes unas costumbres
bastante rancias”.
2) digresión – C: divagación, alejamiento del asunto principal que se trata. Del latín digressio:
alejamiento. “Su carta está plagada de digresiones”.
3) acróstico – A: composición poética; poema que oculta una palabra o frase en las letras
iniciales finales. Del griego ákros: extremo, y stíjios: verso.
4) pira – C: hoguera en que se quemaban los cadáveres o las víctimas para el sacrificio. Del
griego pyr: fuego. “Levantaron una pira enorme para cremar al héroe”.
5) enfrascarse – B: concentrarse en algo. “Se enfrascó en la lectura del libro”.
6) crispado – A: contraído, tenso. “Jaime llegó con el rostro crispado por la ira”.
7) jaca – A: caballo de poca alzada; yegua. Derivado de Hackney, pueblo inglés donde estaba
un famoso mercado de caballos.
8) azuzar – D: incitar a un animal para que ataque o embista. De ¡sus!
9) patraña – A: mentira enredosa. “Su vida es una patraña”.
10) trepidar – C: temblar; vibrar con fuerza. Derivado del latín trepidare: temblar. “Hasta los
muebles trepidan”.
11) piltrafa – B: andrajo; trozo de carne flaca, que casi no tiene más que pellejo; cosa muy
deteriorada. “Las cortinas están hechas una piltrafa”.
12) aparatoso – C: impresionante, llamativo; exagerado. “Suele acompañar sus discursos con
ademanes aparatosos”.
13) vestíbulo – C: en los hoteles y otros edificios, sala o espacio próximo a la entrada. Del latín
vestibulum: entrada.
14) abolengo – B: ascendencia, sobre todo si es ilustre. Derivado de abuelo.
15) inveterado – C: arraigado; de mucho tiempo atrás. “La costumbre de trasnochar es
inveterada en mí”.
16) pandemia – B: epidemia muy extendida. “El sida se ha convertido en una pandemia”.
17) inapelable – D: que no puede discutirse. “La decisión del jurado será inapelable”.
18) libar – D: beber; probar un licor; chupar los insectos el néctar de las flores. Del latín libare:
probar.
19) parabién – A: felicitación; expresión con la que se desea que un acontecimiento
importante sea “para bien”.
20) elusivo – D: que evita o elude algo. “Se pasó la entrevista dando respuestas elusivas”.
H ay palabras “transparentes” cuyo significado, aunque no se conozca con precisión, es fácil de
adivinar, y hay también palabras “opacas” que, a primera vista, no nos dicen nada. Aquí hay
muestras de unas y otras. ¿Cuáles conoce usted? Haga la prueba y después consulte la página
siguiente.
1) contusión – A: daño pro golpe que recibe alguna parte del cuerpo, sin que se produzca
ninguna herida exterior.
2) metralla – D: munición menuda con que se cargan bombas y explosivos; conjunto de
pedazos menudos de hierro; piezas sueltas de metal que se esparcen al producirse una
explosión.
3) osado – B: audaz, atrevido, que no teme a enfrentarse a lo desconocido o que se supone
riesgoso. “La fortuna favorece a los osados”.
4) mácula – B: mancha, suciedad; cosa que deslustra, que ensucia el buen nombre o la buena
fama de alguien. “Es un hombre intachable, sin mácula”.
5) cicerón – A: orador; hombre muy elocuente, como el famoso Marco Tulio Cicerón (106-43
a.C.), modelo de oradores.
6) donaire – D: gracia, discreción, especialmente en lo que se dice; soltura y agilidad del
cuerpo. “¡Camina con tanto donaire!”
7) ovíparo – C: se dice de los animales que nacen de huevo y, a su vez, ponen huevos para
que de ellos nazcan sus hijos.
8) armería – A: tienda donde venden armas, o lugar donde se guardan y exhiben.
9) coacción – B: obligación forzada: fuerza o violencia que se ejerce sobre alguien para que
diga o ejecute algo. “Lo hecho o dicho bajo coacción no tiene validez legal”.
10) tirria – D: antipatía, odio, enojo que se tiene contra algo o alguien. Palabra que imita el
sonido rechinante que producen los dientes. “No lo puede ver: le tiene tirria”.
11) contumaz – C: porfiado; que se empeña tenazmente en sostener un error. “No quiere
entender, es un bebedor contumaz”.
12) bandazo – B: cambio brusco; vaivén violento de una embarcación; movimiento semejante
de alguien o algo. “Iba dando bandazos por la calle, como si estuviera borracho”.
13) rupícola – A: que vive, se cría o desarrolla en las rocas. Compuesto del latín rupes: roca,
peñasco, e incola: habitante, residente.
14) boquituerto – D: de boca torcida; se dice de la persona cuya boca se inclina más hacia un
lado que hacia otro.
15) trabuco – C: escopeta corta y de mayor calibre, generalmente con boca acampanada, que
se usó mucho en el siglo XIX.
16) pingüe – A: abundante, copioso; gordo, grasoso. Del latín pinguis: bien cebado, rico. “Con
ese negocio obtuvo pingües ganancias”.
17) gesta – B: conjunto de hazañas o hechos dignos de admiración y perpetua memoria. “Los
cantares de gesta se componían para ser escuchados, más que para ser leídos”.
18) tarascada – A: mordedura, sobre todo la que lanza un perro, repentina y ferozmente,
contra alguien.
A lgunas palabras, aunque poco usuales en la conversación cotidiana, abundan en el lenguaje
escrito, y para comprender y disfrutar plenamente la lectura hay que conocer su significado
preciso. ¿Conoce usted el de las que aquí presentamos? Las respuestas, en la página siguiente.
La palabra chocolate nombra una deliciosa y reconfortante bebida y también una rica golosina. Su
origen es evidentemente americano y seguramente mexicano, pero su etimología no está del todo
clara. Dejando a un lado los galimatías de algunos lexicógrafos despistados, hay dos opciones
serias al respecto: un que supone un origen maya, y otra, tal ve más confiable, según la cual
procede del náhuatl chocóatl, compuesto de chócoc: agrio, ácido; amargo, y átl: agua o bebida
(literalmente “agua o bebida agria, ácida o amarga”), que dio chocolate y también cocoa. Además,
hay la versión según la cual la palabra proviene del náhuatl chocócatl o chocoxtícatl, compuesto de
chocóxtic: café amarillento, y átl: agua.
La palabra flamenco tiene en español tres significados distintos, y cada uno de ellos difiere de los
demás precisamente porque tiene un origen completamente diferente. Así, flamenco puede
significar “natural de Flandes”, si procede del neerlandés flaming; o cierta ave palmípeda
(Phoenicopterus roseus) de coloración intensamente roja en la cabeza espalda y cola, parte
superior de las alas, pies y parte superior del pico”, si procede del provenzal flamenc: rojo como
una llama (literalmente “llmeante”), del latín flamma: llama; o, por último, “lo relativo a lo andaluz
que tiende a hacerse agitanado (como el canto o el baile)”, cuando procede del árabe egipcio
fellah mencu, literalmente “campesino huido”, que se refiere a los moriscos que se refugiaron en
las montañas de Andalucía.
Para muchos filólogos, lingüistas, críticos y tratadistas, cuento es, simplemente, “la reacción o
enumeración de sucesos”, porque, según ellos la palabra procede del verbo contar y éste del latín
computare: calcular, sumar, acumular; enumerar. Pero, en realidad, la palabra cuento procede del
latín commentum, que significa “invención ingeniosa”, “ficción”, “imaginación”, y también,
“falsedad, mentira”, como cuando se dice: “no me vengas con cuentos” o “esos cuentos”.
Commentum es un sustantivo neutro que procede del adjetivo commentus: inventado, fingido,
imaginado; participio pasivo o de pasado del verbo comminisci: inventar, fingir, imaginar. El cuento
es, pues, una ficción, una invención de la mente de su autor, una anécdota imaginada. La simple
relación o enumeración de sucesos será un “relato”, una “crónica”, un “testimonio” o hasta un
“acta”, pero no un verdadero cuento.
Al hablar de Iberia se entiende comúnmente “el territorio de la península más occidental del
Mediterráneo”, precisamente la Península Ibérica, donde actualmente se asientan España y
Portugal. Pero Iberia es también –y parce ser que mucho antes– el nombre de un país situado en
la región caucásica, al cual corresponde la moderna Georgia y de donde, según algunos, proceden
los vascos, que, por eso, se han confundido en ocasiones con los iberos, los cuales, para cientos de
tratadistas, proceden más bien de los bereberes (habitantes de Berbería), que forman parte de la
raza más antigua y más numerosa que habita el norte de África.
En ciertos medios se usa mucho ahora la palabra gandaya en el sentido de “persona sinvergüenza,
tramposa, aprovechada” e incluso “delincuente”, y hasta se ha formado el verbo agandayar, con
el significado de “aprovecharse abusivamente de algo”, “usurpar” o simplemente, “robar”.
Curiosamente, aunque parezca muy de hoy, gandaya es un viejo término: se usa en el español
desde el siglo XVII, en el sentido de “vida holgazana” o aplicado a persona, de “pícaro” o
“tunante”; procede del catalán gandalla, vocablo usado en esa lengua desde el siglo XIV, con el
significado original de “redecilla para el cabello”, y después, de “bandolero”, “gente del hampa”
porque los maleantes y vagabundos de los siglos XVI y XVII llevaban el cabello recogido con estas
redecillas, precisamente como ahora lo hacen los miembros de algunos grupos marginados.
El verbo reborujar (revolver, confundir), en todas sus formas y derivaciones, es muy usual, popular
y hasta vulgar en ciertas regiones de habla española (en algunas de ellas se vuelve “rebrujar”); en
otras, en cambio, es completamente desconocido. Es curioso notar que, aunque parezca extraño,
reborujar tiene la misma raíz que el vocablo culto involucrar, pues uno y tro proceden del latín
volvere: volver, rodar, dar vueltas, voltear, y así in-volucrar es en-volver y re-borujar es re-volver.
Hay quien piensa que adolecente es aquel que está enfermo, que padece de algo, que pasa por un
momento difícil, o, peor aún a quien le falta algo. Y en realidad adolecente significa, simplemente,
“el que está creciendo” (literalmente “creciente”). En efecto, la palabra adolecente procede del
latín adolescens, que es el participio activo o de presente del verbo adolescere, que significa
“crecer”, “ir en aumento”. Y precisamente, el participio pasivo o de pasado de este mismo verbo
es adultus, de donde nuestro adulto, que significa “crecido”, “el que ya terminó de crecer”. Por
otra parte, pero sin relación con lo anterior, existe en español el verbo adolecer, procedente del
latín dolescere, intensificativo de dolere (doler), que significa “apesadumbrarse”, “afligirse”, y éste
sí tiene el sentido de “caer enfermo” o “padecer”.
Codo es “la parte posterior y prominente de la articulación del brazo con el antebrazo”, y el
término procede del latín cubitus. Pero en algunos lugares, codo, aparte del significado apuntado,
tiene también el de “avaro”, “mezquino”, “ambicioso”; ¿a qué se deberá esto? Pues,
sencillamente, a que en este aso la palabra se deriva de cupidus: codicioso, ávido, ansioso que
ambiciona con ardor.
La palabra latente procede del latín latens, que significa “oculto”, “escondido”, “misterioso”; del
verbo latere: estar oculto; como cuando se dice “peligro latente”, “enfermedad latente”. Latiente,
en cambio, quiere decir “que late”; del verbo latir, que significa “dar latidos”, y también “ladrar”,
que procede del latín glattire: ladrar como los perros pequeños; así, se dice “su corazón aún
estaba latiente”, o “una jauría de perros latientes”.
Gringo es la denominación –con cierto matiz despectivo y tal vez xenófobo– que se da en algunos
países de lengua española al extranjero, especialmente al de la lengua inglesa. Esta palabra, usada
ya desde el siglo XVII, es una alteración de griego para significar “un lenguaje incomprensible” se
aplicó primero a cualquier idioma extraño y luego al que lo hablaba; así, se decía: “eso para mí es
gringo”, después: “ése habla en gringo”, y, por último: “ése es gringo”.
Hay personas que crees que inconcuso es lo mismo que inconcluso, sólo que mal pronunciado.
Estas dos palabras, a pesar de su semejanza, no tienen que ver entre sí. Inconcluso significa “no
terminado”, “no concluido”, y está formado por la partícula negativa in y el adjetivo concluso,
forma irregular del participio concluido, que procede del latín conclusus: cerrado. Inconcuso, en
cambio, quiere decir “sin discusión”, “sin contradicción”, “sin duda”, y procede del latín
inconcussus: firme, inquebrantable, inalterable; de in negativo, y concussus: sacudido conmovido,
agitado.
Un socarrón es una persona burlona que, disimuladamente y más bien para sí, se ríe de los demás,
o que, astutamente, con medias palabras y sin comprometerse mucho, habla mal de otros. La
paalabra (que parece estar emparentada con chocarrero y con chusco) procede del verbo socarrar:
quemar superficialmente, sollamar (por donde también se dice que emparienta con churruscar y
churrasco); este verbo viene de una raíz prerromana, sukarra: llamas de fuego; de su: fuego, y
karra: llama. El socarrón es, pues, “el que se hace el gracioso, pero quema”.
Por chusma se entiende actualmente el “conjunto de muchedumbre de gente baja y soez”, y esto
proviende de que, en el siglo XVI, se denominaba así al “conjunto de galeotes (gente levantisca y,
ciertamente, la más baja de la escala social) que servían, por castigo de sus delitos, en las galeras
reales”. La palabra viene del genovés ciusma: los galeotes, “la canalla”; procedentes del latín
vulgar clusma, contracción del griego kéleusma: compás marcado por el jefe de los remeros
(literalmente, “la voz de mando”); de kéleusis: orden mandato.
Ruco llaman ahora –entre cariñosa y despectivamente- los jóvenes a los ancianos y especialmente
a sus padres o abuelos (es decir, “a la otra generación”). Parecería ésta una palabra nueva,
recientemente inventada, y más bien jergal o germanesca; pero no: ruco es palabra de antiguo uso
y parece ser una contracción de rucado: arrugado, procedente del latín rugatus; de ruga: arruga
(propiamente de la cara), y también, por extensión y en sentido figurado, “semblante severo”,
“severidad”.