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Existía una vez una joven, la cual había conocido a un galán caballero
dispuesto a cortejarla. Este chico le sacaba sonrisas, enojos, lágrimas, y
risas... La joven cayó total y completamente enamorada del galán, el cual
había robado el corazón de la chica de a pedazos y los había puesto en un
frasco para su colección de corazones. Y una vez robado, y despedazado
aquel bello corazón... El caballero se alejó, y la dejó sola, sin un corazón, sin
los fragmentos del mismo... Las risas acabaron, las sonrisas cesaron, y solo
angustia, nostalgia y lágrimas quedaron en la pobre muchacha... Pero lo que
no sabían ninguno de los dos, era que otro joven estaba robando cada pieza
del corazón de la chica, escabulléndose en la habitación llena de corazones
rotos y sacando de a poco las piezas de ese bello corazón. Pero no para
ponerlo en otro frasco, si no para que los fragmentos volvieran a estar juntos.
"Es tuyo, quizá yo lo haya reparado, pero este corazón, y sus sentimientos
albergados ahí son tuyos. No dejes que nadie más vuelva a robarlo, y
destrozarlo de tal modo".