Está en la página 1de 25

La antropología en México

Panorama histórico
5. Las disciplinas antropológicas
y la mexicanística extranjera

Carlos García Mora/Ma. de la Luz


del Valle Berrocal/coordinadores

Colección Biblioteca del INAH


Instituto Nacional de Antropología e Historia @
o
la antropología en México
Panorama histórico
La antropología en México

5. Las discipHnas antropológicas


y fila mexicanistica extranjera

Coordinador general
Carlos Garda Mora

Coordinadora del volumen


María de la Luz del Valle Berrocal

Vt1.RIOS AUTORES

Colección Biblioteca del iNAH


Instituto l\Jacional de Antropología e Historia @
o
LA ETNOHISTORIA

E desde
L TÉRMINO ETNOHISTORIA empezó a usarse en México
principios de la década de 1950, en especial para
designar estudios sobre historia antigua y etnográfica de Mé-
xico.
Como resultado del surgimiento de la antropología mexica-
na y del desarrollo de los estudios históricos en varias institu-
ciones nacionales, en décadas anteriores ya se habían llevado
a cabo investigaciones ahora consideradas como etnohistóri-
cas; entonces, el término todavía no se acuñaba y el enfoque,
las materias de estudio y los planteamientos teóricos estaban
implícitos en ellas. Empero, ya se contaba con antecedentes
de mayor antigüedad en este campo de la investigación, repre-
sentados por los numerosos trabajos de los precursores del si-
glo XIX, con los que se sentarían las bases para el desarrollo
del nacionalismo y del indigenismo en el presente siglo, así
como con diversos estudios sobre el México prehispánico y
colonial, antecedentes directos de los estudios etnohistóricos.
Entre ellos, se pueden mencionar los siguientes: José Feman-
do Ramírez (1804-1871), bibliófilo y coleccionista de docu-
mentos y códices; en varios de sus trabajos propuso el manejo
alternativo de estas fuentes, su comparación y confrontación,
lineamientos que siguió en sus trabajos sobre fuentes picto-
gráficas. Entre otros, pueden mencionarse sus estudios sobre
el Mapa de Sigüenza, el Códice Boturíni, el Códice Ram írez,
Los anales antiguos de México y sus contornos, el Códice Te-
lleriano-Remensis y los Anales de Cuautitlan. En varios de
estos escritos plantea nuevos enfoques que destierran anti-
guos prejuicios religiosos y proponen interpretaciones más
objetivas. También realizó investigaciones bibliográficas sobre
las obras de Motolinía, Durán, Sahagún, y de múltiples mate-
riales documentales posteriormente publicados y utilizados
por otros estudiosos.

111
Manuel Orozco y Berra (1810-1881}, continúa una línea
de investigación paralela a la de Ramírez, manifiesta en sus
obras más importantes: La historia antigua y de la conquista
de México y La historia de la dominación española en Méxi-
co; logra importantes avances al aplicar juicios críticos y esta-
blecer relaciones entre hechos, personajes y sus circunstancias.
Da importancia al estudio y aplicación de datos de documen-
tos de archivo y su relación con fuentes escritas indígenas y
mestizas como las de Alva Ixtlilxochitl, Muñoz Camargo y Al-
varado Tezozomoc y las consecuentes referencias a las fuen-
tes pictográficas.
Joaquín García Icazbalceta (1825-1894), autor de interés
fundamental por su labor de recopilación, organización y pu-
blicación de fuentes primarias escritas como: la Colección
de documentos para la historia de América, así como por
aquellas que se consideran sus obras más importantes: la Bi-
bliografía Mexicana del siglo XVI, y la Colección de documen-
tos para la historia de México; pero además escribió estudios
historiográficos sobre temas diversos, como la biografía de
fray Juan de Zumárraga.
Alfredo Chavero (1841-1906), heredero intelectual de los
historiadores de principios del siglo XIX. Su obra constituye
un enlace con los investigadores de finales del siglo, ya que
le fue posible emplear materiales bibliográficos y documenta-
les organizados, y algunos editados con anterioridad, en la
elaboración de sus estudios, en especial los de temáticas sobre
el México prehispánico. Participó con el grupo de autores que
realizaron la primera edición de México a través de los siglos,
donde publicó el artículo sobre historia antigua de México
que ilustró con numerosas láminas o fragmentos de códices.
Francisco del Paso y Troncoso (1842-1916), ha sido consi-
derado como la figura más trascendental de los precursores
para los estudios etnohistóricos. Se enfocó la localización, re-
producción y publicación de fuentes primarias en el país y
durante su estancia de veinte años en Europa. Varios de estos
materiales fueron base de estudios y prólogos que el propio
autor escribió, como el famoso estudio preliminar del Códice
Borbónico. Una empresa de particular importancia, fue el res-
cate, estudio y publicación del conjunto de manuscritos de
Sahagún, dispersos en bibliotecas de Madrid y de Florencia,
desconocidos hasta entonces.
Eduard Seler (1849-1922), cuya obra monumental ha sido
caracterizada como etnohistórica. Sin embargo, aportó datos
y numerosos estudios en el campo de la arqueología, la lin-

112
gü.ística, la historia antigua y la etnografía. En el terreno de la
etnohistoria, sus escritos se han agrupado en cuatro catego-
rias: 1. traducciones y comentarios de textos indígenas; 2. in-
terpretaciones y estudios de códices del centro de México; 3.
investigaciones sobre la glífica del área maya; 4. estudios so-
bre la etnografía e historia de la cultura con base en fuentf:;ls
documentales ( etnohistóricas} .. Entre sus aportaciones más
d.estacadas están sus estudios analíticos del Códicé Borgia. el
del Códice Dresden y el de la glífica maya.
Nicolás León (1859-1929), quien, si bien su desarrollo
máximo se dio en la antropología física, realizó estudios
lingüísticos, etnológicos e históricos como antecedente a una
antropología integral. Todas estas actividades se concretaron
con la publicación y edición de crónicas religiosas referentes a
la provincia de Michoacán y a la atención que prestó al estu-
dio de algunos códices.
Manuel Gamio (1893-1960), desarrolló una visión global e
integradora en sus estudios, enriquecida con el trabajo inter-
disciplinario de la biología, arqueología, lingüística, etnogra-
fía, historia y sociología aplicadas a la población en estudio.
Alfonso Caso (1896-1970), famoso por sus hallazgos ar-
queológicos, dio un gran impulso a la investigación de la epi-
grafía prehispánica, que aplicaría al estudio de los códices
mixtecos como el Selden, el Bodley y el Mapa de Teozacoal-
co, aunada a un método comparativo que le dio por resultado
el esclarecimiento del significado de la forma y contenido de
estos documentos, lo que le permitió establecer constantes en
la lectura e interpretación de las pictografías en general.
Luis Chávez Orozco (1901-1966), cuyo aporte más desta-
cado fue la publicación de la colección de 31 volúmenes so-
bre Documentos para la historia económica de México,
formada por trabajos de temas variados. Todos son producto
de su propia investigación y, en su mayoría, hacen referencia
a las instituciones que surgieron sobre todo al finalizar el pe-
riodo colonial y durante el siglo XIX
Silvio Zavala (1909), cuya obra de gran trascendencia se
orienta al conocimiento de las instituciones coloniales, sobre
todo aquellas referentes al trabajo indígena, al servicio perso-
nal y a la encomienda; el lapso que abarcan sus estudios va
del siglo XVI al XVII. Ha publicado documentos de carácter
administrativo y legal, así como estractos de documentos e
índices del acervo documental del Archivo General de la Na-
ción (AGN).
Miguel Othón de Mendizábal (1890-1945), participante ac-

113
tivo en la fundación de instituciones dedicadas a la enseñanza
de la antropología, como la Escuela Nacional de Antropolo-
gía e Historia (ENAH ). Su obra no es muy extensa, pero sí de
gran profundidad e importancia y sus temas son variados. La
mayoría de sus escritos son resultado de un proyecto bien or-
ganizado y estructurado; todos ellos tienen como base una
vasta recopilación de información de fuentes . En su trabajo
sobre la "Distribución geográfica de los grupos indígenas de
México'', destaca el amplio análisis de fuentes documentales,
haciendo hincapié en la influencia histórica de las salinas en la
distribución geográfica de los grupos indígenas durante las
épocas prehispánica y colonial. Sobresalen además, sus traba-
jos concernientes a los aspectos económicos de la sociedad
prehispánica y colonial.
Como antecedentes más cercanos tenemos las investigacio-
nes sobre los indios norteamericanos llevadas a cabo por an-
tropólogos estadounidenses, quienes manifestaron la im-
portancia del manejo de métodos históricos, incurriendo en
el trabajo del etnólogo.
Esta tendencia cobró importancia a raíz de la aprobación
de la Ley de Reclamaciones de 1948 que, en los Estados Uni-
dos otorgó a los indios el derecho a reclamar al gobierno el
pago de indemnizaciones por las tierras de que habían sido
despojados por los colonizadores.
Al ejercerse esta ley, fue necesario que varios etnólogos in-
vestigaran en documentos de archivo y con base en testimonios
diversos, los datos precisos sobre los territorios ocupados ori-
ginalmente por los distintos grupos étnicos y acerca de los
terrenos que, en diversas circunstancias, fueron cedidos legal-
mente por las autoridades.
Así que la tendencia a considerar necesario el estudio de
las sociedades del pasado en su estructura y dinámica de cam-
bio, fue cobrando importancia y produciendo investigaciones
con el enfoque designado como etnohistoria.
Desde un principio, concurrieron diversas opiniones en la
definición de etnohistoria, según las distintas corrientes de
la antropología, con puntos de vista disímiles, aun cuando
coincidentes en algunos aspectos fundamentales.
La antropología cultural estadounidense tendió a conside-
rar como etnohistóricos, a aquellos estudios históricos, con
enfoque antropológico, sobre las épocas prehispánica y colo-
nial, estimando que ésta era la mejor opción para abundar en
explicaciones histórico-culturales ( Fenton 1952: 28 ).
Se han dado otras definiciones que, con algunas variantes,

114
consideran como punto central el de los materiales documen-
tales como base de la materia de trabajo y se dice que el etno-
historiador es etnógrafo de archivo (Spores 1973:5), o, como
consideran algunos antropólogos, es la antropología relacio-
nada con los documentos escritos.
Una opinión diversa y más afinada, la expone el etnólogo
Hubert Deschamps, de la escuela francesa: "Desde que la his-
toria se ocupa de toda la civilización, se encuentra con la
etnología, sus categorías y sus aproximaciones, se vuelve
una etnología del pasado, una etnohistoria ... " (Deschamps
1968: 1934). Y para el caso especial de los pueblos americanos
se dice que la etnohistoria intenta reconstruir la vida de los
pueblos aborígenes antes y después del contacto con los euro-
peos, a través de las fuentes documentales, orales y arqueoló-
gicas, aplicando el marco conceptual y el enfoque de la antro-
pología social y cultural. Es la contribución de la etnología a
la historia y de la historia a la etnología (Deschamps 1968:
1439).
En sus reflexiones acerca de la antropología, la historia y la
etnohistoria, William Sturtevant ha propuesto que las grandes
unidades del estudio del hombre y su cultura, como evolu-
ción cultural, cambio cultural y teorías respectivas, pudieron
inicialmente basarse en la etnografía de campo, tipología de
gran escala y arqueología general y es obvio que sus pruebas,
refinamiento y elaboración requieran del uso de todas las evi-
dencias disponibles, incluyendo los detalles de secuencias es-
pecíficas proporcionadas por los materíales documentales
(Sturtevant 1966:9).
Otros autores manifiestan opiniones más amplias al consi-
derar que la etnohistoria maneja la cultura total, espacial y
temporalmente, como una entidad de desarrollo, limitada só-
lo por la duración de la entidad étnica y por la disponibilidad
de la información. Y en particular, Fernand Braudel conside-
ra que la historia es una dimensión de la ciencia social que
converge necesariamente, sin oponerse a las ciencias sociales
(Braudel 1976:1).
Por su parte, Jean Poirer ha afirmado que la etnología y
la historia son dos términos para un solo problema, el de
aportar a la reconstrucción histórica integral los recursos dis-
ponibles en una y otra ciencias, para llegar a un mismo fin, el
de la historia estructural. Y opina el mismo autor, que la et-
nología y la historia llegaron a converger en un punto donde
tienen cabida todas las sociedades, alfabetas o no. Esto se de-
bió a la irrupción de sociedades no occidentales en el campo

115
de la historia occidental, así como a la ampliación de la inter-
pretación etnológica a las sociedades contemporáneas de
Europa. La etnología se mostró como una nueva técnica de re-
construcción del pasado y la historia abordó la explicación
del hombre más allá del accidente histórico. Y al devenir la
etnología en diacrónica y la historia en cultural, ambas disci-
plinas rebasaron sus viejos límites y se confundieron sus cam-
pos de acción (Rodríguez Lazcano 1974:3,5).
Además de las aportaciones de investigadores estadouni-
denses y franceses, han enriquecido este campo, en diversos
sentidos, las reflexiones de autores españoles y sudamerica-
nos. Entre los primeros, se habla de un método que les per-
mite trabajar como antropólogos dentro de los periodos
históricos en los cuales la fuente de información principal la
constituyen los documentos escritos. Su desarrollo se da con
base en los postulados de la antropología y su campo "no tiene
más límites en cuanto a problemas, grupos humanos, épocas
o áreas que los límites que impongan la documentación y la
propia ciencia antropológica... " (Jiménez 1975:97). Asimis-
mo abundan afirmando que la "documentación que hace po-
sible a la etnohistoria, que permite al antropólogo trabajar
con sociedades históricas, es aquélla que surgió espontánea-
mente de la interacción social ... que era parte del sistema de
comunicación entre los miembros e instituciones de la socie-
dad" (Ibidem: 99). Para ello, el etnohistoriador ha debido te-
ner acceso a una información abundante, repetida, minuciosa,
diversa, del tipo de la que el etnólogo encuentra en el campo;
posteriormente, habrá de intentar convertir la información
documental en información etnográfica.
Entre los estudiosos de la antropología sudamericana, se le
ha dado importancia al incremento de las publicaciones de
fuentes indígenas y coloniales, que han puesto al alcance
de historiadores y antropólogos las obras de los primeros
cronistas y los textos indígenas, antes consideradas como
fuentes poco accesibles. Esto además de la abundante docu-
mentación de archivos que permitía tratar diversos temas en
comparación con los datos etnográficos de pueblos de diver-
sas latitudes (Pease 197 4).
La influencia de la antropología cultural estadounidense y
la concurrencia en el país de investigadores provenientes de
otras corrientes de la antropología y de la historia, entre ellos
los funcionalistas Jules Henry, Sol Tax y el doctor Paul Kir-
chhoff, exponente del enfoque teórico marxista, se reflejaron
en las obras de antropólogos e historiadores mexicanos que

116
irían sentando las bases de los estudios de etnografía antigua
y moderna y de historia del México prehispánico, para el de-
sarrollo posterior de la etnohistoria.
De esta concun-encia de ideologías, fomentada por la vi-
sión integral de la antropología mexicana, se realizaron inves-
tigaciones hoy clásicas en este campo; entre otras, las de
Arturo Monzón sobre el calpulli, como institución socioeco-
nómica vinculada a su contexto histórico; la de Bárbara Dahl-
gren acerca de la Mixteca, que es un estudio int~gral de
carácter etnohistórico, basado en un análisis exhaustivo de
fuentes históricas y su conformación etnográfica. Se tiene la
de Pedro Carrasco sobre los otomíes, con base en testimonios
arqueológicos y etnográficos aunados al análisis de documen-
tos de archivo, de fuentes primarias escritas y pictóricas apli-
cadas al estudio etnohistórico del grupo. La de Acosta
Saignes sobre los pochteca, que analiza un grupo social a tra-
vés del desarrollo histórico de los mexicas, fundamentándose
en testimonios documentales. Por otra parte, están las múlti-
ples investigaciones sobre diversos campos de la antropología
que realizara Robert Barlow, quien diera a conocer invalua-
bles fuentes primarias, publicando algunas de ellas precedidas
de importantes estudios analíticos.
De igual trascendencia resultó la actividad paralela de his-
toriadores de la Universidad Nacional, en especial en estydios
prehispánicos y de historia colonial encabezados por Angel
María Garibay; entre los autores pueden mencionarse Miguel
León Portilla, Alfredo López Austin, Víctor Castillo y Carlos
Martínez Marín, teniendo este último también una destacada
actuación entre los alumnos iniciadores de la etnohistoría en
la ENAH. Asimismo, en la Universidad Nacional se llevó a
cabo, con otro enfoque, la destacada obra del maestro Ed-
mundo O'Gorman y un grupo importante de colaboradores,
quienes prepararon los trabajos historiográficos de obras co-
mo las de Motolinía, fray Bartolomé de Las Casas, Fernando
de Alva Ixtlilxóchitl, todas ellas fuentes primarias básicas pa-
ra la etnohistoria.
En la misma época se dejó sentir la gran influencia de la
obra trascendental del maestro José Miranda. El enfoque ori-
ginal del análisis de las instituciones que propuso, provenía de
los antecedentes de su formación jurídica en la España repu-
blicana, y constituyó un aporte al incorporarlo al campo de la
etnohistoria. El manejo profundo de documentación de archi-
vo que llevó a cabo, en sustentación al estudio de problemáti-

117
cas de la sociedad indígena colonial, abrió perspectivas inago-
tables a los estudios etnohistóricos posteriores.
Es de considerarse tamjJién la importancia de las obras con-
temporáneas de varios extranjeros que trabajaron en México,
entre los que destacan:
Charles Gibson, quien estudia las instituciones que se gene-
ran en la época colonial, utilizando fuentes primarias y am-
plia documentación de archivo, a través de un enfoque
cultm:alista.
Woodrow Borah, dedicado al estudio del periodo colonial a
través de investigaciones de carácter económico y de demo-
grafía, en relación con la comunidad indígena y las disposi-
ciones del Estado español.
George Kubler realiza un amplio estudio sobre la arquitec-
tura religiosa en el siglo XVI, explicando el contexto social en
tomo a ella.
Charles Dibble y Arthur Anderson, quienes han profundiza-
do en los estudios de fuente en nahuatl, la investigación sobre
sistemas de escritura de tradición indígena y el análisis histó-
rico de fuentes como el Códice Xolotl y el Códice en Cruz.
En 1955 se inició la institucionalización de la etnohistoria
dentro de la especialidad de etnología en la ENAH por inicia-
tiva del maestro Wigberto Jiménez Moreno (1909-1986), pro-
fesor de gran erudición que contaba con un amplio conoci-
miento de las fuentes primarias correspondientes al siglo XVL
Maestro de varias generaciones, transmitió sus conocimientos
a través de sus interesantes cátedras y de su sugestiva obra
que, en algunos casos, resolvió problemas, pero que, sobre to-
do, señaló cuestiones medulares de la etnohistoria mesoameri-
cana a partir del Posclásico y otras referentes a la historia
colonial temprana. Su visión de conjunto del mundo indígena
le permitió dilucidar entre otros problemas, el origen de los
tolt~ca~, ep sutrabp.jo ,sc;>b;re Tula~JJn campo importante por
él .cubietj;o fue. el estudio Q,e lps códices ,en st,L r:;on~exto histó,,
ricq; µn ej'emplo de ~Uo es 's~ trqpajo ,s'9bre; e~.f&<;lip~ ~~ j(~n-;',
huitlan. Como parte importante de su métogp 0 ~.stab.ªn 1.9~ ,
recorridos de ,área llevados'ª cabo, con el fip de flicilitari lp.in-
temret~ción de, las fuentes. Aderiiis,el¡1cq~,~~Ó,ji#,ltg c'.<i>P·JJ.P
gn.¡.pp .de, alumnos becatjps deJa TJi;ü:vers~dad y c~n;el apqyq.
de~ rr;.JAH,,. \os primeros ,progr~u;nasr4e e~tµdio de ~a .espE)c\ali. ·
d¡¡,d.c}eetpohistoria en la EJNA.l¡l. P;µa1960s,e f<¡>r1pµlóup.Pf'.()-;
grama. prop~o d.e la especialidaci.qe etnon,i~ti:>,r;ia; Perq. t~~a:yí.a
supeqitlida a h:i. de et:p,plogfa, , . , . •. , . ; > , ..
Sin embargo, durante esta década influyeron otros factores

118
en el creciente desarrollo de la etnohistoria en nuestro país.
Por una parte, el interés cada vez mayor de investigadores y
centros de estudio, por la publicación y difusión de fuentes
primarias escritas y pictográficas; por otra, se mostró con
mayor fuerza la tendencia al estudio y análisis de las institu-
ciones en los proyectos de etnohistoria y, con ello, también
un renovado interés por el manejo de los documentos de ar-
chivo como testimonios básicos.
A principios de la década de 1970, se creó el Centro de In-
vestigaciones Superiores (CISINAH), nominalmente pertene-
ciente al IN AH, aunque en realidad independiente de éste,
jurídica, administrativa y académicamente. Se buscaba for-
mar un grupo de investigadores de alto nivel, con la idea de
integrarlos posteriormente a diferentes instituciones naciona-
les. Los trabajos que ahí se llevaron a cabo tendieron, en par-
te, a desarrollar ideas ya planteadas por Paul Kirchhoff, Pedro
Armillas, Ángel Palerm y William Sanders, derivadas de pro-
posiciones del materialismo histórico aplicadas a la proble-
mática del México prehispánico y colonial, considerando
fundamental el aprovechamiento de las fuentes primarias in-
dígenas y españolas y de los documentos de archivo, en la
investigación y en los estudios de caso no tratados en las
fuentes tradicionales.
Otro acontecimiento importante para el desarrollo de la et-
nohistoria mexicana, se dio en la ENAH con la organización,
en forma independiente, de la especialidad de etnohistoria,
hasta entonces supeditada a la de etnología. La restructura-
ción de los programas de estudio en cuanto a bloques de ma-
terias teóricas, informativas e instrumentales, se llevó a cabo
considerando los postulados de la etnología, de la historia, y
los derivados ya propios de la etnohistoria.
El promotor de esta iniciativa fue el maestro Carlos Martí-
nez Marín, con experiencia en la investigación y la docencia
en la UNAM y en la ENAH y con obra destacada en etnohisto-
ria. En los planteamientos desarrollados en 1972, en su ar-
tículo "Etnohistoria: un intento de explicación", discurso
que presehtara,para suc:aceptación como.miembro de núméro
en la Acádemia Mexicana dela Historia, el maestro.'anali;zó las
definicic:mes pl;'opuestas hasta esa fecha por investigaddres ex-
tranjeros, e hízo una relación de los antecedentes de la' !1>':rácti-
ca> de fa .. etnohistoria eh México, además de proponer una
definición propia. Los planteamientos y categorfüs e:llipUestos
en este ao'rtículo, tuvieron influencia en la especialidad de et-
nohistoria de la EN AH y pór varias generaciones de GJ.lumnos.

119
Martínez Marín afirma que: "la etnohistoria puede ser de-
finida como la explicación diacrónica y sincrónica de la cul-
tura del hombre y de las sociedades, tratando de comprender
mejor su estructura y desarrollo histórico" (Martínez Marín
1976:14). Agrega que esta definición:

pretende ser una premisa para la explicación de la natµ-


raleza de los procesos culturales operados en la& &;oeieda-
des o grupos sujetos de estudio a través del tiempo, con
apoyo en un momento de partida, presente o cercano
que se analiza hacia atrás o viceversa, mediante dos aná-
lisis ineludibles, el cultural y el histórico en forma con-
junta, ni yuxtapuestos, ni concebidos sólo proximos, ni
acercados mecánicamente, sino en conjunción orgánica,
dinámica, en liga inextricable, manejando simultánea-
mente las dos dimensiones temporales a través de las
cuales se advierten los procesos cambiantes observables,
clasificables, inteligibles, dependiendo el análisis de las
facilidades de las evidencias y de la metodología adecua-
da (Martínez Marín:14).

Más adelante, se refiere a las finalidades de esta especiali-


dad:

La etnohistoria tiene por objeto la reconstrucción hístó-


rico cultural de los grupos indígenas autóctonos inde-
pendientes, de los grupos indígenas sometidos al poder
colonial, de grupos con cultura tradicional y de grupos
modernos marginales y de sus relaciones con los demás
grupos con los que conviven. Con ella se estudian unida-
des como las formas de contacto cultural y los procesos
de cambio o dinámica socio-cultural, o la reconstrucción
monográfica sobre temas como localización, migración
y asentamiento; adaptación al medio; demografía; polí-
tica de población, mestizaje y rebeliones; ciclo económi-
co con sistemas de tenencia de la tierra, modo de
producción en los que cuentan sistemas agrícolas, siste-
mas de regadío, productos, comercio, guerra y tributos
y sus implicaciones en el sistema general y sus repercu-
siones y efectos en el cambio; organización social en
donde clanes, linajes y sistemas de parentesco cobran es-
pecial atención; sistemas políticos y de dominio; con-
quistas y contacto; formas de dependencia y explotación
en los grupos bajo dominio colonial; religión y formas

120
de culto; creaciones y experiencias intelectuales; siste·
mas de comunicación; instituciones socioculturales; ex-
presiones populares y tradicionales; papeles determinan-
tes de hechos o de individuos en la sociedad y muchos
más (Martínez Marín: 15 ).

En cuanto a la problemática de la etnohistoria, el maestro


Martínez Marin considera que, al derivarse de la naturaleza y
pluralidad de las sociedades, en especial están vinculadas las
analfabetas y anárquicas en las que se practica la tradición
oral; también las sociedades que preservan su pasado y trans-
miten su acervo cultural mediante crónicas orales; asimismo
aquellas sociedades con escritura, sujetas a la observación y
descripción de extranjeros. Todos los casos dependen del gra-
do cualitativo y cuantitativo de las evidencias históricas y an-
tropológicas disponibles, así como del espacio temporal
seleccionado para la investigación y de la orientación teórica
conforme a la que se haya desarrollado el proyecto de investi-
gación (pp. 15-6).
Como un aporte personal, el mismo autor afirma que la
metodología de la etnohistoria no es exactamente la misma
que la de la historia, ya que precisa de otras categorías y de
diferentes instrumentos. Considera que la concurrencia de los
métodos históricos y antropológicos manejada por la etnohis-
toria, adquiere una significación distinta al constituirse como
una sola unidad (p. 16 }.
Por otra parte, le confiere importancia al procedimiento a
seguir en la investigación etnohistórica y establece que las
fuentes escritas deben de trabajarse con todo el rigor del
método histórico, pero a los materiales deberá aplicarse la
"óptica etnográfica" que permita la identificación de rasgos
culturales, con el objeto de realizar el inventario cultural del
grupo o del tema estudiado. Además, es indispensable el tra-
bajo de campo donde se realizará la encuesta libre o formal,
con lo que se hará un registro y su posterior elaboración. De
preferencia se hará una comparación de rasgos, si es posible
con otras culturas relacionadas (p. 18).
Señala que las evidencias que maneja la etnohistoria son las
documentales producidas por la sociedad en estudio; los re-
gistros y crónicas de extranjeros esritas con el propósito ex-
preso de dar a conocer aspectos y acontecimientos observados,
y todos los documentos producidos por el ejercicio del poder,
la administración pública, la Iglesia, el comercio y múltiples
intereses particulares. La información etnográfica que no está

121
registrada en los documentos, constituye otra línea de eviden-
cias importantes, como las historias populares, tradiciones
orales, los testimonios directos de informantes, registros mu-
sicales y, en general, todo elemento del patrimonio cultural
intangible.
Señala también Martínez Marín la importancia de otras evi-
dencias requeridas para la investigación etnohistórica, como
son las arqueológicas, las lingüísticas, las biológicas, que, en
la medida de lo posible, deberán incorporarse a los materiales
en estudio.
Según afirma el autor, "la etnohistoria que surgió modesta-
mente de la etnología diacrónica, de los estudios sobre el
proceso de cambio de la antropología social, de la historia an-
tigua y de la historia indígena colonial, se hace ahora en la
mayoría de las áreas del mundo en donde hay sociedades sub-
desarrolladas, donde existen remanentes de grupos con cultu-
ra tradicional y aun en las sociedades complejas" (p. 12).
Y termina su exposición considerando que "hacían falta
a nuestra historia cultural estudios más comprensivos de nues-
tra sociedad global. La etnohistoria con las premisas, la meto-
dología y el amplio campo que cubre, está resolviendo más
satisfactoriamente, bastantes de los problemas de nuestro rico
pasado" (p. 23).
La influencia del ensayo de Martínez Marín aunada a la ex-
posición de sus ideas en diversas cátedras se reflejó, en cierta
medida, en la orientación que se dio a los planes de estudio
de la especialidad de etnohistoria en la ENAH en esos años.
Actualmente se han formulado renovados planes de estudio
de licenciatura y maestría, considerando que la etnohistoria
debe ser el estudio del pasado y del presente de los pueblos
indígenas que sufrieron o sufren una dominación colonial,
recurriendo a las teorías, los conocimientos y los métodos de
la antropología, de la arqueología y de la historia. Y se esti-
ma que la etnohistoria en México tiene como objetivo pri-
mordial el estudio del pasado y del presente de los grupos
inP,i,g~µ~,as~ntad<;>s en el.terriAoriq,micional,
Un grupo de alumnos d:e Ma.rtín,ez Marfo 7internsados en
prnf\tndi;?¡ir ¡;¡9pre, el .·tema;• expusieron en el Tercer Encuen-
tr.q de HistPriada;res de Frovineia un esbozo· de,finit$)rio,de Ja
etI.lohjstqri¡k,,"considex;ln,dola una disciplina antropológica/
que.tiene.pprobjeto.investigar la dinámica.delas estruétu:ims .•
soc~ales, · aplicap.do métoqos y téc;nicllS histérnicos y .cwtropo- ·
lqgic::os,, en u:n,jntento de llegar a la. recol).strucción diacr@rtica ..
y sincl'.9nic.a de las sociedades" (,Monjarás·<Ruiz· 197'7:3ki);
apuntando también la naturaleza interdisciplinaria que pro-
pone la etnohistoria, inherente a sus propios objetivos.
Un tercer suceso de la misma década que vendría a estimu-
lar el desarrollo de la etnohistoria en México, fue la creación
del Departamento de Etnohistoria. En respuesta a una anti-
gua iniciativa del profesor Wigberto Jiménez Moreno, en el
año de 1977 la Dirección del INAH encomendó a la maestra
Barbro Dahlgren la organización del nuevo departamento.
Con el propósito de elaborar proyectos en esta línea de inves-
tigación, interesados en diferentes áreas del país, dándose
atención a aspectos etnohistóricos de las sociedades prehispá-
nicas y de preferencia a la problemática dada a partir del
momento del contacto entre la sociedad indígena y las socie-
dades occidentales en el siglo XVI, y su desarrollo hasta el
siglo XVIII, por ser temática y temporalidad que no se cubrían
en otros departamentos de investigación del INAH.
A partir de los inicios de la década de 1970 y a todo lo lar-
go de la misma, se definieron con mayor precisión las caracte-
rísticas de la etnohistoria; se rompió entonces con los límites
rígidos en los que se encontraba, ampliando así su campo de
estudio y su temporalidad. Empero, en la actualidad aún
existe la tendencia a identificar a la etnohistoria con los estu-
dios sobre la época prehispánica y los primeros años de la
Colonia. La utilización de nuevos materiales, en particular los
documentos de archivo como complemento y en confronta-
ción con las fuentes tradicionales, ha dado nuevas perspecti-
vas a los estudios etnohistóricos, a lo que habría que agregar
la creciente importancia de los estudios locales y regionales
basados en fuentes y material de archivo regionales.
Actualmente también se realiza investigación etnohistórica
en otras instituciones; entre las más destacadas pueden men-
cionarse el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores
en Antropología Social (antes CISINAH); el Departamento de
Investigaciones Históricas y el de Investigaciones Antropolq-
gicas,d.e .la. UNAM; el Archivo General deJaNación,J.a,UnLver-
sida<l füeroamericana, •. El Colegio de Mé:iüc.o, El Co!.egio de
Michoacán, y algunas universidades .de los estªdos; así como
varios centros regionales dependientes del INAH .
.La. inwsstigación. i:nst~]ucionalizada ha producido un núme-
ro consi9erable d~ obras, con,.temáticqs ctiversaey. y con enfo-
q 14ei;¡ . distµltos, cou{prme a .las .particul¡;u¡~s; concepciones. de
la etno.historj.a qu~ hemos s~ñalado,
Se han. publica.Qo, sol:>re todo, títulos .a~.ei-ca cte. qspectos
socioeconómicos, religiosos, sobre institucioI1e.s prehisp;ínicas

123
y coloniales, estudios de documentos pictográficos y de cró-
nicas de fuentes primarias y materiales de archivos nacionales
y extranjeros, entre los que se encuentran:
La nobleza mexica de Jesús Monjarás-Ruiz, estudio que
trata de explicar la estructura del Estado mexica a través del
desarrollo de la nobleza.
Los trabajos de Teresa Rojas sobre el problema hidráulico
en el periodo Colonial temprano, tratando de definir su origen
prehispánico y el papel que jugó en la organización social
del trabajo. Asimismo se encuentran sus investigaciones en
tomo a la tecnología agrícola en la época prehispánica.
Las investigaciones sobre el tributo prehispánico, de Luz
Ma. Mohar, que han tenido como objeto: la comparación de-
tallada de dos fuentes, el Códice Mendocino y la Matrícula
de Tributos, el mostrar la expansión de los mexicas, el apro-
visionamiento de bienes llegados del exterior de Tenochtitlan,
así como la búsqueda del sistema de escritura existente en
ambas fuentes.
La investigación de Emma Pérez-Rocha sobre las particula-
ridades de la propiedad de la tierra y el desarrollo del cacicaz-
go en la Villa de Tacuba en el periodo Colonial, basada
fundamentalmente en una amplia consulta de materiales de
archivo.
En Pillis y macehuales, Mercedes Olivera aborda el análi-
sis de las formaciones sociales específicas que se dieron en
Tecali entre los siglos XII y XVI, a través del estudio de la
base estructural de su población y de la superestructura ideo-
lógica.
Por su parte, Hildeberto Martínez elaboró, a partir de un
profundo manejo de fuentes primarias y documentos de ar-
chivo, el estudio Tepeaca en el siglo XVI, en el que analiza la
institución del tlahtocayo, considerado como núcleo de la es-
tructura social y de la organización económica y política de
este señorío.
Las investigaciones de Pedro Carrasco y Johanna Broda
sobre estratificación y economía prehispánica, en una bús-
queda continua de la estructura socioeconómica del Estado
mexica.
El estudio de Brigitte Bohem de Lameiras, que aborda la
formación del Estado en el México prehispánico, mediante el
aprovechamiento agrohidráulico y las manifestaciones urba-
nas de los toltecas, chichimecas y mexicas. Su trabajo se basa
en evidencias arqueológicas y etnohistóricas así como en
recorridos de campo.
124
El Códice Kingsborough. Análisis etnohistórico de una
fuente pictográfica del siglo XVI, de Perla Valle, modelo de
investigación en el cual se conjugan armónicamente el análisis
del códice con fuentes primarias, materiales de archivo y re-
corridos de campo, para obtener el conocimiento de la forma-
ción socioeconómica del señorío de Tepetlaoztoc, así como
la lectura del códice.
La sólida investigación sobre la formación y el desarrollo
histórico del señorío prehispánico de Cuauhtinchan entre los
siglos XII y el XVI, de Luis Reyes García.
Lo dicho, indudablemente apuntaría a una irrebatible con-
solidación de la etnohistoria. Sin embargo, la diversidad temá-
tica y la inclusión de técnicas y métodos provenientes de
muchas otras disciplinas, señalan una dispersión que teórica
y metodológicamente nos sigue llevando a imprecisiones. No
obstante, en la actualidad creemos que es válida nuestra pro-
posición definitoria de la etnohistoria, como una rama de la
etnología que tiene por objeto investigar la dinámica de las
estructuras sociales -en su sentido más amplio-, en un inten-
to de llegar a su reconstrucción diacrónica y sincrónica recu-
rriendo, para ello, a categorías, métodos y técnicas de la
historia y la antropología y utilizando planteamientos de esta
última.
En forma paralela, en los escritos de investigadores extran-
jeros, como sería el caso de Jiménez Núñez, James Axtell,
Bruce Trigger, Harvey y Prem, entre otros, está presente la
inquietud por ampliar y reforzar los aspectos teóricos y me-
todológicos de la etnohistoria, con el manejo de problemáti-
cas actuales más acordes con la realidad, en una búsqueda
permanente de nuevos derroteros.
Además, en los últimos años ha aparecido una serie de tra-
bajos del mismo carácter, como la miscelánea publicada por
la EN AH; o bien los Cuadernos de Trabajo del Departamento
de Etnohistoria, con varios artículos, en su mayoría produc-
to de la experiencia de trabajo de sus propios investigadores
que, a través de diversos enfoques, plantean nuevas propo-
siciones.
Por otra parte se han realizado congresos y coloquios, esta-
bleciendo foros para la discusión y comunicación de proble-
máticas etnohistóricas, entre los especialistas de la etnohistoria
y las disciplinas afines a ella.
Los resultados obtenidos señalan la conveniencia de impul-
sar y promover aún más las investigaciones etnohistóricas,
fortaleciendo básicamente su enfoque interdisciplinario, el

125
cual, en buena medida, recupera una práctica perdida y señala
el camino a seguir en los estudios antropológicos.

Jesús Monjarás-Ruiz
Emma Pérez-Rocha
Perla Valle
Departamento de Etnohistoria. del INAH

Bibliografía

AXTELL, James
1979, "Ethnohistory: an Historian's Viewpoint", Eth-
nohistory, voL 26, no. 1, pp. 1-13.
BOEHM DE LAMEIRAS, Brigitte
1986, Formación del Estado en el México Prehispánico,
Zamora, Michoacán, El Colegio de Michoacán.
BRAUDEL, Fernand
1976, El Mediterráneo y el mundo del Mediterráneo en
la época de Felipe n, México, FCE, 2 vols.
CARRASCO, Pedro, Johanna BRODA et al.
1976, Estratificación social en la Mesoamérica prehispá··
nica, México, SEP/INAH.
CARRASCO, Pedro y Johanna BRODA (eds.)
1978, Economía política e ideología en el México pre-
hispánico, México, Editorial Nueva Imagen.
COHN, Bernard S.
1968, "Ethnohistory", lnternational Encyclopedia of
the Social Sciences, ed. Davis L. Sills, The MacMilla.n
Company Free Press, pp. 440-8.
DAHLGREN, Barbara, Emma PÉREZ-ROCHA, Lourdes
SUÁREZ y Perla VALLE
1982, El Corazón de Copil. El Recinto Sagrado y el
Templo Mayor de México-Tenochtitlan en fuentes del si-
glo XVI, México, INAH.
DESCHAMPS, Hubert
1968, "L'Ethnohistoire", Histoire et Ethnologie, Eth-
nologie Générale, Brujas, Encyclopédie de la Pléiade,
Ediciones Gallimard, pp. 1433-44.
126
FENTON, William N.
1952, "The Training of Historical Ethnologist in Ameri-
ca'', American Anthropologist, Washington, no. 54, pp.
328-39.
HARVEY, H. R. y Hanns J. PREM
1984, Explorations in Ethnohistory. lndians of Central
Mexico in the Sixteenth Century, Albuquerque, Univer-
sity of New Mexico Press.
JIMÉNEZ NÚÑEZ, Alfredo
1975, Sobre el concepto de etnohistoria'', Primera Reu-
nión de Antropólogos Españoles, Sevilla, Universidad de
Sevilla.
MARTÍNEZ, Hildeberto
1984, Tepeaca en el siglo XVI, México, CIESAS.
MARTÍNEZ MARÍN, Carlos
1976, "Etnohistoria, un intento de explicación", Apun-
tes de Etnohistoria, México, Cuaderno de Trabajo de la
especialidad de etnohistoria de la ENAH, año 1, no. l.
MOHAR BETANCOURT, Luz Ma.
1987, El tributo mexica en el siglo XVI: análisis de dos
fuentes pictográficas, México, CIESAS.
MONJARÁS- Rmz, Jesús, Emma p ÉREZ- ROCHA, Perla VALLE
y Ma. Teresa DÍAZ C.
1978, "Panorama general de la etnohistoria y su posi-
ble aplicación en la historia regional", Apuntes de Etno-
historia, México, ENAH, no. 2.
MONJARÁS-Rmz, Jesús
1980, La nobleza mexica: surgimiento y consolidación,
México, Edicol.
MONJARÁS-RUIZ, Jesús (coord.)
1985, Memorias del Primer Congreso de Investigación,
México, .INAH, Cuadernos de Trabajo del Departamento
de Etnohistoria, no. l.
OLIVERA, Mercedes
1978, Phillis y macehuales. Las formaciones sociales y
los modos de producción de Tecali del siglo XII al XVI,
México, CISINAH.
PEASE, Franklin G. Y.
1974, "Etnohistoria andina: un estado de la cuestión'',
127
México, mecanoescritos de la ponencia presentada a la
Mesa Redonda sobre Etnohistoria en el Primer Encuen-
tro de Historiadores Latinoamericanos, Ciudad Universi-
taria.
PÉREZ-RoCHA, Emma
1982, La tierra y el hombre en la Villa de Tacuba duran-
te la época colonial, México, IN AH.
PÉREZ-R.oCHA, Emma (recop.)
1986, Apuntes de etnohistoria, México, INAH, Cuader-
nos de Trabajo del Departamento de Etnohistoria, no. 2.
PÉREZ ZEVALLOS, Juan Manuel y ,José Antonio PÉREZ-GO-
LLÁN ( comps.)
1987, La etnohistoria en Mesoamérica y los Andes, Mé-
xico, INAH.
REYES, Luis
1977, Cuauhtinchan del siglo XII al XVL Formación so-
cial y desarrollo histórico de un señorío prehispánico,
ed. Franz Steiner, Weisbaden, Alemania.

RODRÍGUEZ LAZCANO, Catalina


197 4, "La historia estructural según Jean Poirier", Bole-
tín de la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Uni-
versidad de Yucatán, Mérida, año 1, no. 5, pp. 2-6.
ROJAS, Teresa, Rafael A. STRAUSS K. y José LAMEIRAS
197 4, Nuevas noticias sobre las obras hidráulicas prehis-
pánicas y coloniales en el Valle de México, México, SEP/
INAH.

SPORES, Ronald M.
1973, "Special Problems in Methodology. A Research in
Mexican Ethnohistory", Research in Mexícan History,
comp. y ed. Richard E. Greenleaf, Lincoln, University
of Nebraska Press. Topics, Methodology, Sources and
Practical Guide to field Research.
STURTEV ANT, William c.
1966, "Anthropology, History, and Ethnohistory", Eth-
nohistory, Amherst, Nueva York, no. 13, pp. 1-51.
'fRIGG ER, Bruce G.
1982, "Ethnohístory: Problems and Prospects", Ethno-
history, vol. 29, no. 1, pp. 1-19.
128
VANSINA, Jan
1968, La tradición oral, Barcelona, Editorial Labor.
VALLE PÉREZ, Perla
1986, El Códice Kingsborough. Análisis etnohistórico de
una f'uente pictográfica del siglo XVI, tesis, México,
ENAH, 2 anexos.

129

También podría gustarte