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Había una vez en un lejano jardín, un día en el que el sol brillaba más fuerte que
nunca. Los rayos dorados caían sobre todo el lugar, convirtiendo cada rincón en
un mundo lleno de luz y calor. Los niños del jardín, curiosos y llenos de energía,
se preguntaban qué hacer para disfrutar de ese día tan especial.
Después, organizaron una gran fiesta de agua. Con baldes, mangueras y pistolas
de agua, los niños se refrescaron mientras el sol observaba con una gran sonrisa
en el cielo. Rieron, saltaron y se mojaron como si fueran peces pequeños en un
océano de diversión.
La maestra Margarita les contó a los niños sobre la importancia de cuidarse del
calor. Les enseñó a beber mucha agua, a usar protector solar y a descansar un
poquito bajo la sombra de los árboles.
Al final del día, cuando el sol comenzaba a bajar y el calor disminuía, los niños
se sentaron en círculo para contar historias de verano. Hablaron sobre sus
aventuras y cómo el calor no fue un obstáculo, ¡sino una oportunidad para
divertirse de maneras nuevas y emocionantes!
Así terminó "El Día en que el Sol Sonrió". Los niños del jardín aprendieron que,
incluso en los días más calurosos, el sol puede convertirse en su mejor amigo si
saben cómo disfrutarlo con alegría y cuidado.
Y así, con corazones llenos de risas y mentes llenas de recuerdos, los niños se
despidieron del sol hasta la próxima aventura en el jardín.