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Caperucita y los Polvos Rojos

Cuento

Integrantes:
Kiryliuk Alejandro
Saavedra Kevin
Henríquez Neyen
Bareiro Juan
Mansilla Hernán
Salinas Ramiro
Curso:
6to A
IDET
Profesor:
Walter Raúl René Román
Había una vez en un pueblito muy muy muy lejano, una niñita que le gusta siempre
usar una capucha roja, es que la muy sucia no quería ni lavarse los calzones. Su nombre
era Caperucita coja, es que imagínense ustedes, si ni los calzones se lavaba hasta el culo
le molestaba. De ahí su nombre, ya que, al caminar la raja se irritaba y un bastón usaba.
Justo un día al azar su madre la despertó, tenia sueño pesado, no sé si tan pesado
como su olor, pero pesado era. Su madre le dijo, -vamos hija a levantarse, tenés que
llevarle los medicamentos a la abuela que la pobre no se encuentra bien-. Caperucita
sabía que su mamá no le interesaba la abuela, y que solo quería la herencia, entonces le
dijo -pero deja de hacerte mamá, si no más querés que cuando palme la vieja crota, te
deje todo-
La mamá le respondió enojada -¡Anda y hacete la buenita con tu abuela, pendeja
de mierda y haber cuando te pegas un baño que tenés un olor a culo tremendo- Agarro
una canasta, que contaba con un par de flores curativas, medicamentos y, y algo muy
extraño que le pareció a Caperucita, por eso le preguntó -che vieja ¿que son esos polvos
blancos?- La mamá le dijo -¿Y que va a ser pendeja? Harina y talco para la abuela. Dale
anda saliendo y no te olvidés tu bastón-Caperucita sin darle importancia dijo en voz baja
mientras salía -Pero que vieja hincha pelota –
Al cabo de un rato, la mama cuando Caperucita ya se fue, va y atrás de su armario
saca una bolsita con polvo blanco, muy parecido a los que en la canasta se encontraban.
Hace una línea en la mesa y lo esnifa. Luego de casi ahogarse y con una cara de
confusión en su rostro, dice -LA PUTA MADRE ME EQUIVOQUÉ DE BOLSA, ESTE ES
EL TALCO-.
Ya un rato iba caminando, iba lento, estaba coja y la casa de la abuela no quedaba
tan cerca que digamos, la pobre y amargada Caperucita puteaba con cada paso que
daba. Hasta que recordó, recordó que se olvidó dónde quedaba la casa de su abuela. Se
golpeó la cabeza, tenía el pelo duro, y dio un suspiro, como si pidiera ayuda a algo o a
alguien. De un segundo a otro, un enano se apareció frente a ella, dejando un rastro de
humo entre blanco y dorado. –(Tos, tos) Ohh pobre niña, sentí tu suspiro, que te ocurre?-
Caperucita sorprendida le pregunta- ¿Me he visto tan triste con ese suspiro, que te he
invocado?- El enano confundido le dijo- No, es que te apesta la boca y lo sentí desde muy
lejos. Da igual, que te ocurre?, porqué estás con esa cara?- Caperucita Le respondió – Es
que desde hace mucho que estoy caminando pero no me acuerdo donde queda la casa
de mi abuela, será que puede ayudarme?- El enano con una sonrisa pícara le dijo- ¿Es
que no sabes quién soy? Soy Rumpelstinki, el enano pajero, DIGO pajeador, puedo
convertir la paja en oro. Mi magia es enorme, y no solo mi magia jeje- y continúo diciendo-
Obvio que te voy a ayudar, pero no te va a salir gratis, me vas a entregar eso (apuntando
hacia abajo)- Caperucita sorprendida le dijo- ¿LA COLA?- El enano le dijo rápidamente –
NO, NO, NO, la bolsa con el polvo blanco, ahí en tu canasta- Caperucita sin dudarlo se lo
entregó.
El enano, refregándose un dedo por la nariz y tirándose la bolsa por la cara de
forma ansiosa, le dijo- Buen trato niña, cuando necesites mi ayuda solo si dice la palabra
mágica: MERCA. Dicho esto para llegar a la casa de tu abuela tenes que ir paya, doblar
paca, a la izquierda, después derecho, paya devuelta y ya llegas.- Dando un chasquido
rápidamente, desapareció en un instante dejando un humo blanco y dorado.
Caperucita sin entender nada, solo siguió adelante y probó suerte. Pero al cabo de
un rato, recordó que su madre siempre le dejaba una notita con la dirección de su abuela,
será porque Caperucita lo que no tenía de mente, lo tenía de sucia.
Cuando encontró la notita, un lobo con pelaje tirando a verde, se fijó muy bien en
la dirección, la notita decía “Calle: Siempre Trola 123”. Y como tanto hambre tenía, vio en
Caperucita una gran comida. El lobo verde, decidió ir a la casa antes de que Caperucita
llegara, y tan difícil no sería, ya que Caperucita coja estaba.
Caperucita, no sabía dónde quedaba la dirección esa y dijo al aire gritando
enojada- ¿Dónde poronga queda esta calle ahora?- Dando un salto de susto y sorpresa
de atrás de un arbusto una bella jóven apareció- ¿Poronga? ¿Dónde, dónde??-
Caperucita le respondió -Y vos quien SOS? Me asustaste mamita- Bostezando la joven le
respondió -Yo soy La traba Durmiente, iba a comprarme un baggio, ví este arbustito y me
eche una siestita- Caperucita le dijo – Ahhh mira vos, che y me podés ayudar vos? Sos de
acá?- La traba Durmiente casi durmiendose de vuelta le respondió con un bostezo- Si, va
creo, yo me duermo en todos lados, digamos que si soy de acá, por? Estás perdida?-
Caperucita le respondió – Si de hecho si, estoy buscando está calle mira (le mostró la
notita)- La traba Durmiente se había dormido.
-Che, che, che! Eu!- le dijo Caperucita media enojada. La traba se despertó
rápidamente -Uh que paso, quien SOS?- Uh otra loca más dijo para si, Caperucita –
sabes dónde queda esta calle o no?-
La traba vio la notita, pensó- Amm, esa calle, siempre trola.. amm (se desplomó) –
Caperucita al verla dormida dijo fuertemente – Pero que pija bldo, otra vez se durmió esta
o este no sé- dicho esto, le pegó una cachetada. Despertándose rápidamente, la traba
dijo: Pija? Dónde, dónde?- Caperucita le dijo- No nada de pija sabes dónde queda la calle
o no? Pendeja- La traba le dijo- Sisi, creo que sí, mira queda paya, después doblas paca,
y otra vez paya-
Caperucita ya sin paciencia, le dijo- Pero otra tucumana de mierda, loco, No hay
alguien normal por acá?- Mientras decía eso, a lo lejos vio a un chico apuesto, como un
príncipe. Y se dirigió a él.
Caperucita estaba un poco sonrojada, y nerviosa, ya que el príncipe era muy
apuesto. -Bu- bue- buenas tarde señor príncipe- le dijo Caperucita nerviosa, mientras le
hacía una linda reverencia con su falda. El príncipe carismático le dice con una sonrisa-
Ay hola pequeñita, como estás hoy?- A Caperucita parecía que le habían disparado, ya
que no había salido un tono tan varonil del príncipe, más bien fue un poco más
afeminado.
-¿Cómo has dicho?- le preguntó Caperucita sobresaltada. -Que como te sientes
hoy, pequeña?- le respondió el hombre con un tono aún más afeminado- Caperucita con
una cara incrédula comenzó a reírse a carcajadas. -Hay lo único que me faltaba hoy,
encontrarse un león y que sea mariposón, la puta madre JAJAJAJ- El príncipe sin
entender nada le dijo -en que te puedo ayudar pequeña?- Caperucita secándose las
lágrimas de la risa, le preguntó -¿Sabes dónde queda la calle Siempre Trola 123?-
-Claro que lo sé, justo tengo que ir para esa calle, me dijeron que hay una princesa
que necesita mi ayuda, dice que siempre se está durmiendo, y debo de quitarle la
maldición con un beso, y espero que sea con lengüita..- decía el príncipe mientras se
humedecía los labios con la lengua. -No habrás querido decir príncipe? JAJAJA,
disculpame nada nada. Entonces podés llevarme para allá?- El príncipe con cara lujuriosa
pensando en el beso con la princesa, y un tono más mariquita que antes le dijo- Obvio
que si, sin problemas vamos, que un beso tengo que dar- .
Mientras Caperucita y el príncipe se dirigían a la casa de la abuelita, el lobo hacía
tiempo ya había llegado. Ya lo había planeado todo, se disfrazaría de Caperucita y se
comería a la abuela. Solo que no sabía muy bien como, y no tenía mucho tiempo, porque
en cualquier momento, la niña podría llegar.
Al ver la ropa colgada de la abuela, lo único rojo que tenia era un gran calzón, sin
pensarlo dos veces se lo puso en la cabeza y tocó la puerta de la abuela.
A su vez la abuela, le dijo -quien es?- -soy yo, Caperucita, abuelita- respondió el
lobo, poniendo la voz mas aguda que pudo. -Caperucita, nena, pasa mi amor- le
respondió la vieja.
El lobo pasó por la puerta, pero un olor y un humo que le saco todo el aire salió
cuando abrió la puerta. El lobo al parecer tuvo mucha suerte, a la abuela al parecer,
estaba fumando una flor extraña. -No sabes cómo me pone está flor, te hace volar, me la
recetó el médico del pueblo. Querés probar hija mía? te saca todos los males esto– le dijo
la abuela, que ni se percató de lo drogada que estaba, que su nieta no era su nieta, sino
el lobo con un calzon rojo en la cabeza.
Al lobo le dio curiosidad, y como la curiosidad mató al lobo, quiso probar,
olvidándose de Caperucita y olvidándose del terrible hambre que sentía. -Obvio abuelita
pasa pa’ ca’- le dijo el lobo, y rápidamente empezó a fumar.
Luego de unos minutos fumando, a la abuela le dieron ganas de tomar unos
mates. Cuando la abuela se levanta de la cama, se pudo ver qué nació con una genética
muy favorable para sus atributos, y el lobo drogado le dice -Abuelita, abuelita, pero que
buen durazno tienes- y la abuela le dice -es para cagar mejor-. Dicho esto fue a poner la
hornalla, justo después de abrir el gas. Alguien toca la puerta. -Abuelita, abuelita soy
Caperucita, tu nieta – dijeron atrás de la puerta. El lobo rápidamente se escondió bajo la
cama.
La abuela al estar súper drogada, los invitó a pasar, y como no vio al lobo pensó
que su nieta había salido afuera, -pasa Caperucita, ¿Porqué te fuiste afuera?- le dijo la
abuela. Caperucita abrió la puerta y pasó con el Príncipe que la acompañaba. Al oler todo
el humo y ver qué la abuela tenía muchos polvos blancos en su cama, y enojada le gritó, -
abuela que poronga es esto? Es merca? –
De la nada a través de la puerta aparece la traba Durmiente diciendo- Poronga?
Dónde, donde?- y al mismo tiempo El enano apareció al ser llamado por la palabra
mágica, y exclamó -¿Quién ha llamado a Rumpelstinki?- El príncipe interrumpiendo al
enano, se acercó rápidamente a la traba durmiente y le dijo -Eres tu la princesa que tiene
aquella maldición, oh bella dama ábrete a mi, y dale un beso a esta príncipe azul- Se le
acercó y la princesa se acercó aún más, tanto se acercó que el príncipe sintió algo duro
en ella. Y este le dijo- Venís con sorpresa, ¡ME GUTA’!- Y justo cuando estuvieron por
besarse, al ver a tantos personas aparecer al mismo tiempo el Lobo, estaba nervioso y no
sabía que hacer, y dijo -Bueno a fumarse un porro- Agarró un cigarro armado que estaba
debajo de la cama de la abuela, y lo prendió. Todos en la casa habían explotado, porque
la vieja tarada la llave de gas había dejado.
FIN.

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