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NODRIZA.
Ahí tenéis, hijos míos, revuelta está ya
vuestra madre, pues su alma el dolor trastornó.
Cuanto antes a casa corred y allí entrad, 100
no os pongáis cerca de ella, que no os pueda ver,
no acercaos y mucho cuidado tened
con el fiero talante y atroz natural
de su mente cruel.
¡Vamos, pues, en seguida aquí dentro pasad!

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MEDEA.
Aunque dice que no, su idea es permitirlo.
(Arrojándose a los pies de Egeo)
Te ruego, pues, por esa barbilla y abrazando
tus rodillas te imploro suplicante: piedad ten de mí, compadécete de esta
desventurada
y no dejes que vaya solitaria al destierro,
mas en tu ciudad y casa como habitante acéptame.
Ojalá tu deseo de hijos cumplido sea
por los dioses y mueras tras dichosa vejez. 715
Ni sabes con qué hallazgo de tropezar acabas.
A tu esterilidad pondré fin consiguiendo
que engendres descendencia: tales filtros conozco.

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MEDEA
Nada de eso; persuaden a los dioses los dones,
según dicen, y el oro vale más que la labia. 965
De ella es hoy el destino, la divinidad la hace
joven y reina; el alma, no sólo oro, daría
yo por lograr a cambio que a mis hijos no expulsen.
Pues bien, niños, entrad en esa rica casa
y rogad, suplicad a la reciente esposa 970
de vuestro padre y dueña mía que no os destierren
y dadle el atavío; pues importa ante todo
que en propia mano el don la princesa reciba.
Id al punto; ojalá traigáis la buena nueva.
de que está hecho lo que proyecta vuestra madre. 975

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