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Literatura Bibliotecas y Derechos de Autor en El Siglo de Oro 1600 1700 9783954870868 Compress
Literatura Bibliotecas y Derechos de Autor en El Siglo de Oro 1600 1700 9783954870868 Compress
Consejo asesor:
Patrizia Botta
(Università La Sapienza, Roma)
José María Díez Borque
(Universidad Complutense, Madrid)
Ruth Fine
(The Hebrew University of Jerusalem)
Edward Friedmann
(Vanderbilt University, Nashville)
Aurelio González
(El Colegio de México)
Joan Oleza
(Universidad de Valencia)
Felipe Pedraza
(Universidad de Castilla-La Mancha, Ciudad Real)
Antonio Sánchez Jiménez
(Université de Neuchâtel)
Juan Luis Suárez
(The University of Western Ontario, London, Canada)
Edwin Williamson
(University of Oxford)
LITERATURA, BIBLIOTECAS
Y DERECHOS DE AUTOR
EN EL SIGLO DE ORO (1600-1700)
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN Y EXPLICACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
1. INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
2. EL AUTOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
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INTRODUCCIÓN Y EXPLICACIÓN
INTRODUCCIÓN Y EXPLICACIÓN 9
PARTE I
LITERATURA EN BIBLIOTECAS
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1. INTRODUCCIÓN
más de varias mesas redondas. Deben verse también otros libros como Bloom,
1995; Pozuelo-Aradra, 2000; Enrique, 2003; López Bueno, 2005, 2008, 2010; Rey-
zábal, 2012 y la bibliografía recogida en ellos.Además, diversos artículos, en que no
entro: Montaner, Blanco, Fowler, Navajas, Pérez Lasheras, Romero, Ruiz Pérez,
Ínsula (600), etc.
2
Varios de los estudios citados en la nota siguiente, al tratar de las bibliotecas,
se ocupan, también, de la lectura y su variada problemática. Como queda dicho, no
entro aquí en estas cuestiones, pero no quiero dejar de citar, en mera nómina, a
varios investigadores que han hecho aportaciones en este campo, y a cuyos estu-
dios puede acudir el lector interesado. Sumaré a los citados después: Baranda,
Bödeker, Capello, Carvallo, Castillo, Cayuela, Cerdá, Courcelles-Val Julián, Darn-
ton, Frenk, Geal, Goulemot, Herpel, Ife, Jauralde, Le Flem, López, Manguel, Peña,
Petrucci, Prieto, Salavert, Sanz Hermida, Simón,Texton... Por otra parte, de gran
interés son algunos colectivos como Livre et lecture; De l´alphabétisation y los núme-
ros monográficos de Bulletin Hispanique: La culture des Elites Espagnoles; Les livres des
espagnols; Lisants et lecteurs.
3
No puedo entrar aquí en la rica y extensa bibliografía sobre bibliotecas, por-
que desborda los límites y alcance de este estudio, pero quiero recordar, aunque sea
en mera nómina, los trabajos, en distintos aspectos, de varios investigadores, que se
suman a otros que citaré. Desde los de amplio alcance, cuestiones generales, histo-
ria, función, tipología, organización, escritura-lectura, etc., de Amado, Baratín,
Bouza, Cátedra, Chartier, Escolar, Geal, Hernández González, Huarte, Lopez,
López Vidriero, Martínez Pereira, Millares, Solís…, a los de bibliotecas particulares:
Dadson (varias), Entrambasaguas (Ramírez de Prado), Freitas (Marqués de Niza),
Prieto (palacio de Pastrana)…; Barbier, Bouza, Chartier… (realeza, príncipe).
Habría que sumar estudios sobre bibliotecas del clero de varios estudiosos: Burgos,
Hevia,Vaquerizo; de mujeres: Cátedra, Guillaume-Alonso…; distintas áreas geo-
gráficas y ciudades: García Cárcel (Cataluña); Prieto (Madrid); Rojo (Valladolid);
Sanz (Sevilla);Weruaga (Salamanca); etc. No he podido ver Le biblioteche private.
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4
Varios estudios inciden en estas cuestiones: Díez Borque, 2007a; 2007b;
2008a; 2008b; 2009a; 2009b; 2009c; 2010a; 2010b; 2010c; 2011a; 2011b; 2011c.Ver *.
5
Ver n. anterior.
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1650), según los datos que dan Chevalier, Laspéras, Dadson, Prieto,
Bouza, Manso6… Son miles de libros en el conjunto, pues, aunque en
una gran mayoría el número de libros sea reducido, hay bibliotecas
excepcionales con importantes fondos, como la del conde de Gondo-
mar y la del rey Felipe IV (35; 55)7, y destacadas, como las de San Juan
de Ribera (18); el regidor Peralta (27); Monegro (31); el inquisidor
Salazar (53); el escritor Caro (63); y otras estimables: las del arzobispo
Hernando (22); el arcediano Castilla (26); el guantero Moreno (38);
conde de Benavente (51), etc. No ignoro, claro está, la existencia de
miles de inventarios y otros documentos sin publicar y trabajos en
curso sobre distintas bibliotecas8, pero me atengo a lo que digo más
arriba (ver n. 6). La muestra irá completándose también con mis pro-
pios trabajos y los del grupo de investigación que dirijo9.
Las bibliotecas aquí estudiadas pertenecen no sólo a distintas áreas
geográficas, sino a diversas clases sociales, lo que supone cubrir un
amplio espectro sociocultural:
6
Ver Chevalier, 1976; Laspéras, 1980; Dadson, 1998; Infantes, Lopez y Botrel
(eds.), 2003; Delgado, 2003; Prieto, 2004; Bouza, 2005; Manso Porto, 1996. No he
podido tener en cuenta algunos estudios que he conocido después de mis investi-
gaciones (Dadson,Weruaga, Martín Velasco, Montero, Delgado-Ruiz Pérez, Lucía
Megías, Baker, López Poza,Agulló, etc.).
7
Para esta numeración debe verse la Relación de inventarios anexa.
8
Ver notas anteriores. De acuerdo con F. J. Lorenzo y F. Ferrero, 2004, p. 45,
existen «más de 1500 inventarios postmortem y de segundas nupcias, almonedas,
hijuelas, legítimas y partijas».Tengo noticia de la existencia de estudios en proceso
sobre varias bibliotecas, como por ejemplo, la del conde-duque de Olivares y otros.
Los miembros del proyecto de investigación que dirijo (De la biblioteca particular al
canon literario en los Siglos de Oro) están estudiando más de 300 inventarios del
periodo, como puede verse en los demás trabajos de este volumen.
9
Ver n. 4 y *.
10
Díez Borque, 2010b, p. 11.
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11
Ver Díez Borque, 2010b, pp. 19-23. Esto afecta también, claro está, al epígra-
fe 4. Relación de inventarios de las bibliotecas (ver Díez Borque, 2010b, pp. 97-138).
12
Además del trabajo de De los Reyes inserto en este volumen, deben verse,
al respecto, Dadson, 1998, pp. 14 y ss.; Lorenzo y Ferrero, 2004, pp. 45 y ss.; Infan-
tes, 1997, pp. 281-292. Sobre las características del inventario, función, problemas
metodológicos, ver Infantes, 1998, pp. 163-170; Pedraza, 1997, pp. 231-242 y 1999,
pp. 137-158; Bennassar, 1984, pp. 139-146.Ver n. 2 y n. 3.
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13
Ver Díez Borque, 2008b, p. 191. Para las obras citadas: Infantes, 1997, pp. 281
y ss; Chevalier, 1976, pp. 31-36 y 1997, pp. 14-24; Dadson, 1998, “Apéndice 2” y
2003. Son pertinentes los estudios citados en notas 6 y 8.
14
Lorenzo y Ferrero, 2004, p. 49; Chevalier, 1997.
15
Chevalier, ver nota anterior.
16
Lorenzo y Ferrero, 2004, pp. 47 y ss.
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17
Lorenzo y Ferrero, 2004, pp. 54-55.
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18
Bouza, 2005, pp. 73 y ss.; 78; 121. Manso, 1996, p. 55. Escribe Bouza: «hay
cuarenta y cinco obras que aparecen en más de una materia a pesar de tratarse de
un único volumen» (2005, p. 47). Muy curiosa es la clasificación que propone
Araoz (1631) sobre la que habré de volver en un futuro próximo.
19
Lorenzo y Ferrero, 2004, pp. 46 y ss.
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Ver n. 3.
21
Ver n. 2.
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22
Díez Borque, 2010b, pp. 35-36; aquí por extenso.
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presencia del libro religioso con una gran variedad de géneros y mani-
festaciones, que van de devocionarios, libros de horas, letanías, sermo-
nes, pasionarios, Evangelios, Biblias, a obras de San Agustín, San Jeróni-
mo, San Ambrosio, Santo Tomás, Kempis, Santa Teresa, fray Luis de
Granada, Flos sanctorum, etc. El peso del libro religioso en las bibliotecas
es muy destacable, como digo, y muestra unos determinados horizon-
tes del imaginario colectivo. Importante lugar tiene la Historia en estas
bibliotecas, también con variedad de géneros: crónicas, anales, gue-
rras… No faltan, aunque ya no sea tan significativo, libros de diversas
ciencias (Derecho,Teología, Política, Astronomía, Geografía, Adminis-
tración…), de la especialidad profesional de los poseedores; «libros
prácticos» de labores, cocina, lunarios, pronósticos, caligrafía, agricultu-
ra, viajes, mapas, etc. Importante es subrayar la recurrencia de autores
como Nebrija, gramáticos y retóricos, Guevara, libros de apotegmas y
sentencias, etc.
Las clasificaciones del propio siglo XVII, aunque distan mucho de
nuestros conceptos clasificatorios de hoy y aunque a la hora de incluir
títulos en cada uno de ellos ofrezcan muchos problemas, son útiles para
reconstruir el modo de «acotar» saberes en el propio siglo, pero no
puedo entrar en ello aquí.
Sería necesario, ya lo dije, un estudio detallado de proporciones de
los distintos tipos de libros, no sólo para conocer la cultura de la biblio-
teca en el siglo XVII, con diferencias por niveles socioculturales, sino el
lugar de la literatura en este rico y variado conjunto. Desborda esto
mis intenciones aquí, y sólo he pretendido —una vez que hemos visto
y valorado las proporciones del libro literario— ofrecer un breve pano-
rama de los libros que «rodeaban» a la literatura en las bibliotecas estu-
diadas. Hay que tener presente todo esto a la hora de reconstruir e
interpretar el «canon de excelencia» literario en dichas bibliotecas, que
es lo que me interesa realmente aquí.
Teatro
1º Terencio: 11
2º Séneca: 6
Plauto: 6
3º Lope de Vega: 3
Aristófanes: 3
Guarini: 3
Ferreira: 3
Naharro: 3
Rueda: 3
4º Sófocles: 2
Eurípides: 2
¿Lobo?: 2
Enzina: 2
Gil Vicente: 2
Cueva: 2
Virués: 2
Prosa de ficción
1º Esopo: 13
2º Celestina: 10
3º Boccaccio: 7
Guzmán de Alfarache: 7
Galateo + Galateo con Lazarillo: 7
4º Diana: 6
5º Arcadia (Sannazaro): 5
Arcadia (Lope de Vega): 5
Amadís de Gaula: 5
Quijote + obras de Cervantes: 5
6º Apuleyo: 4
Bandello: 4
Peregrino: 4
Persiles: 4
Pícara Justina: 4
Selva de aventuras: 4
7º Zintio: 3
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Lucanor: 3
Timoneda: 3
Cristalián: 3
Carnestolendas: 3
Novelas ejemplares: 3
8º Sergas: 2
Heliodoro: 2
Argenis: 2
Galatea: 2
Florisel: 2
Los diez libros de fortuna: 2
Lazarillo, anónimo: 2
Pastor de Fílida: 2
Febo: 2
Días del jardín: 2
Leucipe: 2
Carlomagno: 2
Don Diego de noche: 2
Arcipreste de Talavera: 2
Palmerín: 2
Belianís: 2
Pastores de Belén: 2
Caballero Asisio: 2
Menina: 2
Florando: 2
Noches de invierno: 2
Lazarillo (Hurtado de Mendoza) (2).Ver 3º Galateo con Lazarillo.
Poesía
1º Virgilio: 21 (48)
2º Ovidio: 20 (58)
3º Petrarca: 16 (38)
4º Mena: 13 (20) (incluyo Glosas)
Lucano: 13 (18)
5º Ariosto: 12 (24)
Alciato: 12 (19)
6º Horacio: 11 (23)
7º Lope de Vega: 9 (30)
8º Torcuato Tasso: 8 (25)
Dante: 8 (14)
Boiardo: 8 (9) (8 + 1 en latín que cuento en poesía latina)
9º Juvenal: 7 (14)
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Garcilaso: 7 (12)
Padilla: 7 (10)
Ausiàs March: 7 (9)
Covarrubias: 7 (7)
10º Homero: 6 (16)
Marcial: 6 (9)
Prudencio: 6 (8)
Barros: 6 (7).
23
Ver Díez Borque, 1991 y 2002.
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24
La bibliografía es ya muy extensa, pero baste acudir, sin más, a la serie «Fuen-
tes para la historia del teatro español» (London,Tamesis Books), en que tan activa-
mente participaron Varey, Shergold y Davis, para comprobarlo.
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Ver * y n. 4.
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26
Ver Gil, 1981.
27
Ver n. 10.
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b) Relación28
28
Por la procedencia del estudio se utilizan distintos criterios de cita que en la
Relación de inventarios 1651-1700 y en poesía, novela y teatro.
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cio; Catón cum commento. Novela: Historias trágicas en francés (M. Bande-
llo). (Prescindo de Arcipreste de Talavera).
53 (1636) -«El inquisidor Alonso de Salazar y Frías: el inventario de sus
bienes», Barrio Moya, J. L., Boletín de la Real Academia de la Historia, 170,
1987, pp. 139-172. -814 libros, 1161 volúmenes (p. 150). Poesía: Petrar-
ca;Alciato (3).
54 (1636) -«Consumo de literatura castellana de ficción: la biblioteca de
don Cristóbal González Cossío de la Hoz, contador de resultas de su
majestad (…)», Prieto Bernabé, José M., Lecturas, pp. 209-216. -62 libros.
Poesía: Pérez de Montalbán; Quevedo (Obras); Mena. Novela y otros
géneros: Celestina (F, de Rojas); Diana (J. de Montemayor); *Pedro de
Urdemalas (A. J. de Salas Barbadillo o M. de Cervantes, Prieto); Sabia
Flora (A. J. de Salas Barbadillo); Pícara Justina (F. López de Úbeda); Sagaz
Estacio; Galateo español – Lazarillo castigado (L. Gracián Dantisco); Conde
Lucanor. Teatro: J. Pérez de Montalbán, El señor don Juan de Austria;
*Pedro de Urdemalas (Salas o Cervantes, Prieto); Comedias de Plauto.
55 (1637) -El libro y el cetro. La biblioteca de Felipe IV en la Torre Alta del Alcá-
zar de Madrid, Bouza, Fernando, Salamanca, Instituto de Historia del
Libro y de la Lectura, 2005, pp. 169 y ss. -«2150 (cuerpos) para 1950
entradas)» (p. 48):
Poesía:
I Poetas griegos traducidos. Museo;Anacreonte; Homero (5).
II Poetas latinos traducidos. Ovidio (9);Virgilio (4); Persio (2); Lucano;
Horacio (2); Parnaso Antártico de P. Mesía (Ovidio); Robo de Proserpina de
Faria (Claudiano); Juvenal; Lucrecio; Estacio Radi.
III Poetas españoles [y portugueses]. Varios poetas; Cancionero general (H.
del Castillo); Mena (3); Garcilaso de la Vega (3);Villegas; Poetas ilustres de
España (Espinosa); Santisteban; Castillejo; Manrique; Ausiàs March (2);
Boscán y Garcilaso; Las cuatrocientas del Almirante (Escobar); Encina; Cas-
telblanco (2); Aldana; Cavallero determinado (Marche, trad. Acuña y Urrea
(2); Sa de Miranda (2); Fray Luis de León y F. de la Torre; *Gigantoma-
quia (Gallegos); Ercilla; Góngora (2); Rufo; Silvestre; Lope de Vega (16);
Villamediana; L. y B. Leonardo de Argensola; Esquilache; Rodrígues
Lobo (3); Carolea (Sempere); Salcedo;Virués (2); Bocángel (2); Romance-
ro (Padilla); Salas Barbadillo (2); Espinel; Égloga amorosa; Pantaleón; Í.
López de Mendoza (3); Diferentes poesías; Lizón; Lisboa edificada (Castro);
Fiestas a la beatificación de Santa Teresa (San José); Tropezón de la risa (A. de
Maluenda); *Glosa al Marqués de Santillana;Tesoro de varias poesías (Padi-
lla); *Manuel de Portugal; Figueroa; *Glosas al Marqués de Santillana y
Juan de Mena; *Zamora (2); Mosquera; Zapata; Ferreira; Bernardes (2);
*Alabanza de los ingenios sevillanos; Endimión (Díaz Callecerrada);
Romancero general; *España libertada; Batalla de Roncesvalles (Espinosa);
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Novela extranjera: Sin indicar aquí en detalle, por las razones apunta-
das en su lugar, hay que señalar que aparecen obras de Esopo, Sannazaro,
Boccaccio, Bandello,Tasso, Zintio, Dolce, Soreli, etc.
Teatro: Anfitrión de Plauto (2); Terencia de Simón Abril; Terencio comen-
tado; Propalladia de B. de Torres Naharro; Obras de J. del Encina; Come-
dias portuguesas (A. Prestes- L. Camoens); Obras de C. de Virués; «Come-
dias de Lope de Vega y prosiguen las 22 partes de sus comedias en la
letra YY desde el 25 hasta el 43» (p. 205); Obras de Gil Vicente; Pastor
Fido de B. Guarino (tragicomedia); Las tragedias de Séneca del Dolce; Tra-
gedias La Merope y Tancredo (P.Torelli); Tragedias del Dolce; Eufrosina en
portugués (J. Ferreira); Lucila constante (comedia curiosa); Eufrosina (J.
Ferreira); Comedias del amor constante (A. Piccolomini) (2); Comedias de
Terencio; El celoso (comedia, G. Bentivoglio); Comedia del Porta; Comedia
de Plauto; Lope de Rueda; Lucila constante (S. Fiorillo); Reina Matilde (G.
D. Bevilacqua).
56 (1637) -«Libros para el buen cristiano: el ejemplo de la biblioteca de
doña Francisca de Padilla, marquesa de Auñón (…)», Prieto Bernabé,
José M.ª, Lecturas, pp. 485-488. -29 libros: Poesía: Excelencias de Nuestra
Señora (¿Padilla?); Libro de San José (¿Valdivielso?); Lope de Vega.
57 (1638) -«La valiosa colección de Códices del conde de Guimerá en la
Biblioteca Nacional»,Andrés, Gregorio de, en AA.VV., Varia bibliográphi-
ca, pp. 47-54. -67 manuscritos; Poesía: Dante; Ausiàs March; Cancionero
portugués; Murillo. Teatro: Traducciones de las comedias de Séneca en Lemo-
sín.
58 (1638) -«La librería y otros bienes de la duquesa de Sessa (1638)»,
Barrio Moya, J. L., Cuadernos de bibliofilia, 12, 1984, pp. 41-51. -99 libros.
59 (1640) -«La librería de don Pedro Testay, capellán de Felipe IV y chan-
tre de la catedral de Palermo (1640)», Barrio Moya, J. L., Hispania Sacra,
40, 1988, pp. 389-400. -303 títulos, 682 tomos (p. 391. Poesía: Lucano;
Alciato (2);Ariosto; Flor de poesía.
60 (1644) -«Leer historia para vivir: los entretenimientos literarios de doña
Lucía de Toledo (…)», Prieto Bernabé, José M., Lecturas, pp. 493-496. -
18 libros. Poesía: Mena; Petrarca;Virgilio.
61 (1644) -«Juan de Aguilar, caballero de Santiago», Astrana Marín, Luis,
«Obras de Cervantes…», Vida, p. 795. -No da inventario completo.
Novela: Amadís de Gaula; Florisel (F. de Silva); Felixmarte (M. Ortega);
Pícara Justina (F. López de Úbeda); Quijote (M. de Cervantes) (2); Persiles
(M. de Cervantes); Galatea (M. de Cervantes); Novelas ejemplares (M. de
Cervantes); Cigarrales de Toledo (Tirso de Molina); Obras de Cervantes.
62 (1645) -«La biblioteca de Batres», nobleza, F. Pérez de Guzmán, Genera-
ciones y semblanzas, ed. de R. B.Tate, London,Tamesis, 1965, pp. 99-101.
-29 libros. Poesía: Lucano.
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1
Díez Borque, 2010, pp. 19-23.
2
Chevalier, 1976, pp. 31-36; Dadson, 1998; Infantes, 2006a; Pedraza, 1999, pp.
137-158.
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3
Pedraza, 1999, p. 139.
4
Dadson, 1998, p. 19.
5
Museo o Biblioteca selecta de el Excmo. Señor Don Pedro Núñez de Guzmán, Mar-
qués de Montealegre y de Quintana... y Presidente del Supremo de Castilla escrita por el
licenciado Don Ioseph Maldonado y Pardo... En Madrid. Por Iulián de Paredes. 1677.
Se conservan ejemplares, al menos, en la Biblioteca Municipal Serrano Morales de
Valencia, en la Biblioteca del Palacio Real y en la de la Real Academia de la His-
toria, donde permanecen, procedentes de la colección de Salazar, numerosos ejem-
plares del Conde.
6
Selig, 1960.
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7
Pedraza, 1999, p. 144.
8
Chevalier, 1976, p. 44.
9
Chevalier, 1976, p. 44.
10
Dadson, 1998, p. 25.
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11
Chevalier, 1976, p. 39.
12
Infantes, 2006b.Tan sólo cambio la denominación de la primera categoría,
que Infantes denomina práctica y yo básica, pues así no puede haber confusión
con la profesional.
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13
Ver también en este libro Díez Borque: «Problemas de los inventarios de
bibliotecas» (2.1.1).
14
Ver nota anterior.
15
A continuación del ejemplo irá el nombre del poseedor de la biblioteca,
que podrá comprobarse en el anexo final.
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16
Chevalier, 1976, pp. 45-46.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 59
17
Pedraza, 1999, p. 148.
18
Chevalier, 1976, pp. 45-46.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 60
19
Infantes, 2006 [¿a o b?].
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20
«Los más populares, los que leemos más, son los que acaban estado peor, o
son prestados o se pierden porque se utilizan más frecuentemente y se cambian de
su sitio habitual en nuestras estanterías» (Dadson, 1998, 26).
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2.1.1.2. Poseedores
21
Se pueden comparar las estadísticas con las de Díez Borque (2010, pp. 35-36).
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 68
nen tan solo entre uno y diez libros literarios.Y las ocho que cuentan
con más de 51 títulos, reúnen 1.202 libros literarios, lo que significa un
64,97% o, dicho de otra forma, un 9,3% de bibliotecas tiene un 65%
de las obras literarias.
Los resultados absolutos son los siguientes:
0 libros: 12 bibliotecas (14,45%).
1-10: 45 (54,21%).
11-20: 9 (10,84%).
21-50: 10 (12,04%).
+ de 51: 8 (9,3%).
Sacerdotes y autoridades
eclesiásticas 17 47 3.569 1,31%
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22
La biografía de Martín Redondo puede verse en Agulló, 2009, p. 188, y el
inventario en el documento 1.254; la de Vergés en pp. 332-333 y el inventario en
el documento 2.436.
23
Gomez Tejada de los Reyes, Cosme. Noche Buena. Autos al nacimiento del Hijo
de Dios. Con sus loas, villancicos, bayles y saynetes para cantar al propósito. Madrid: Por
Pablo de Val.A costa de Santiago Martin Redondo, 1661.Alemán, Mateo. Primera y
segunda parte de Guzmán de Alfarache. Madrid: Por Pablo del Val.A costa de Santiago
Martin Redondo, 1661.
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Bibliotecas Librería
Género literario
particulares Martín Redondo
Poesía 1.072/1,9% 39/6,43%
Prosa de ficción 366/0,65% 18/2,97%
Teatro 412/0,73% 16/2,64%
Total 1.850/3,29% 73/12%
Bibliotecas Martín
Género literario Martín Vergés
particulares y Vergés
Poesía 1.072/1,9% 79/5,44% 39/6,43% 40/4,33%
Prosa de ficción 366/0,65% 40/2,75% 18/2,97% 22/2,60%
Teatro 412/0,73% 26/1,79% 16/2,64% 10/1,18%
Total 1.850/3,29% 145/ 10% 73/12% 72/8,53%
3. CONCLUSIONES
1
Véanse Díez Borque, 2011, p. 20; Perec, 1986, pp. 26-34; y Solís de los San-
tos, 1997, que estudia a Francisco De Araoz y su De bene disponenda.
2
Estudiada por Bouza, 2005.
3
Para la historia de la biblioteca de don Gaspar de Guzmán y el contenido de
los dos catálogos que contienen la lista de obras, véase Gregorio de Andrés, 1972 y
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1973.A este respecto, véase ahora los resultados del congreso Poder y saber. Bibliote-
cas y bibliofilia en la época del conde-duque de Olivares.
4
Véase Carlos Fernández y Sofía Simoes, 2011.
5
Lo señaló Sánchez Cantón, 1925, que publicó el inventario de su biblioteca.
6
Estudiado por García Chico, 1966.
7
Remito al reciente artículo de Cayuela, 2011.
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8
Su inventario fue beneméritamente publicado por Joaquín de Entrambasa-
guas, 1943, y ahora está digitalizado a partir de un ejemplar de la Biblioteca Histó-
rica Marqués de Valdecilla: Inventario de la librería del señor don Lorenzo Ramírez de
Prado, Madrid, 1660.
9
A la catalogación errónea de libros se han referido Óscar Lilao, 2008-2009, y
Fernández y Simoes, 2011, en el caso de la biblioteca de Quevedo, que ya Maldo-
nado calificó de «disparatada».
10
Véase Díez Borque, 2010, p. 22, que remite a Lorenzo y Ferrero, 2004.
11
Cantera Burgos, 1953.
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12
El artículo de Cantera se interesa sólo por las obras jurídicas; sin embargo,
según Oriol Martí Ceballos, 2005, pág. 97, hay más noticias sobre la biblioteca y la
familia, procedentes del Archivo de Protocolo de Miranda.
13
Laspéras, 1980, p. 556.
14
Cátedra y Rojo, 2004. A este respecto Prieto Bernabé ha presentado una
comunicación en el Seminario Bibliotecas privadas del Siglo de Oro español, octubre
de 2011, titulada «Lecturas literarias de mujeres madrileñas en el Siglo de Oro».
15
Guillaume, 1999.
16
Bernárdez, 2007.
17
Bernárdez, 2005.
18
Colón, 2001, p. 48.
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19
Como el que publica Cayuela, 2011, sobre Ana de Arenas, viuda de un librero.
20
Publicado por Agulló, 2009.
21
Véase C. Sanz Ayán, 2005, pp. 162-174.
22
Bollmann, 2006.
23
Baranda, 2005.
24
Heroínas, Museo Thyssen-Bornemisza y Fundación Caja Madrid, Madrid,
marzo-junio, 2011.
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25
Ver Infantes, 1998, pp. 163-170.
26
Infantes, 1998, p. 168; Díez Borque, 2011, p. 20.
27
Cayuela, 2011.
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2. DATOS GLOBALES
28
Díez Borque, 2011, pp. 78-79.
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che, pero rara vez precisan si son dos volúmenes, o la primera y segunda
parte; y sólo en una ocasión las novelas de María de Zayas especifican
«primera y segunda parte», lo que da lugar a pensar si son dos libros, las
Novelas amorosas y ejemplares (1637) y los Desengaños amorosos (1647), o
bien si lo que estaba en esa biblioteca era la edición de las dos partes jun-
tas: Primera y segunda parte de las novelas amorosas, en la edición de 1659.
Sobre la condición de sus poseedores es difícil sacar conclusiones,
porque es muy variada: desde la nobleza a cronistas, pintores, secreta-
rios, maestros de obras, un inquisidor, un cura de pueblo, etc. En gene-
ral, las bibliotecas de la nobleza que hemos examinado poseen más
libros de poesía que de novela, y muchas obras en latín29. A propósito
de esto último, aunque nos interesan sobre todo las obras en lengua
española, con objeto de fijar nuestro canon literario, merece destacarse
la presencia de prosa de ficción extranjera, más de 75 libros, con títu-
los muy repetidos y de los que hay más de un volumen en ciertas
bibliotecas (los inventarios dicen, por ejemplo, dos «Boccaccios»).
Por lenguas, la más abundante es la novela italiana, que aparece en
once bibliotecas con los siguientes títulos: Boccaccio (Decamerón, Fiam-
metta, Novelle), Sannazaro (Arcadia), Sansovino (Cente novelle), Francesco
Tromba (Trebisonda historiada), Giambattista Giraldi Cinthio (Cien nove-
las, traducidas por Juan Gaitán de Vozmediano) y Ludovico Guicciar-
dini (Horas de recreación). Curiosamente30 no aparece el nombre de Mat-
teo Bandello, autor fundamental por su influencia en España en el siglo
XVII, pero sí el de sus traductores-adaptadores franceses: Pierre Boistuau
y François Belleforest, que escribieron las Histoires tragiques procedentes
de Bandello. Como es sabido31, Bandello pasa a la literatura española a
partir de éstas, convertidas en Historias trágicas ejemplares, en la traduc-
ción de Vicente Millis Godínez, libro que tampoco aparece en nuestros
inventarios, aunque sí hallamos las Historias prodigiosas, de Boistuau,
Belleforest y Tesserant, según la traducción de Andrea Pescioni.
A continuación, la novela griega y otras formas de prosa de ficción,
presente en siete bibliotecas con los siguientes autores y títulos: Esopo
29
Diez Borque, 2011, p. 26, ya anotó este dato en todas las librerías para el
periodo 1600-1650.
30
Ya lo señaló Laspéras, 1980, p. 537, donde afirma que muchos de los textos
novelísticos que habían inspirado a los autores áureos no figuraban posteriormente
en sus bibliotecas.
31
Arredondo, 1989.
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32
Ver Losada Goya, 1999, p. 16.
33
Ver Fosalba, 2008
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rio del duque de Medinaceli (1673) que, por otra parte, tiene pocos
ejemplares de novela.
En cuanto a la terminología de la prosa de ficción34, apenas halla-
mos en nuestros inventarios la palabra novela, salvo en los títulos bien
conocidos de Cervantes o Zayas. Sí aparece, en cambio, en una entrada
correspondiente a Juan de Timoneda, Novelas, cuyas narraciones se
consideran hoy, generalmente, como cuentos o novelas cortas, lo que
hace pensar en la sinonimia de novela=relato breve, para la época.
Desde luego no aparece el título Patrañuelo, ni tampoco Sobremesa y ali-
vio de caminantes, sus colecciones de relatos más conocidas.
Cabe la posibilidad de que una clasificación genérica a posteriori,
como es la nuestra, que considera los libros por géneros literarios, no
fuera la más común en la generalidad de las bibliotecas particulares,
donde la clasificación se hacía, en realidad, por tamaños, por materias,
por precios, etc. Un ejemplo notable de copiosa biblioteca con una
catalogación confusa es la de Lorenzo Ramírez de Prado, como ya
hemos apuntado. Por ejemplo, el inventario incluye dos ejemplares del
Quijote y del Menandro, de Matías de los Reyes, pero se hallan entre los
«libros políticos», y no en el apartado dedicado a los libros «en lenguas
vulgares, comedias y novelas». Aumenta la confusión el que algunos
títulos están repetidos en dos apartados distintos de la sección «poetas
en lenguas vulgares», por ejemplo El Parnaso de Quevedo.
Por todas estas razones, y a propósito de Quevedo, computamos
dentro de «novela y otros géneros» lo que señalan los inventarios como
«Quevedo Obras en prosa».También incluimos en la prosa de ficción
todo lo titulado «novela de», «historia de» o «crónica de», y algunos
libros anónimos, o que no hemos identificado, más algunos títulos de
prosa latina y griega que aparecen muy frecuentemente en nuestros
inventarios, y que hoy clasificaríamos con otro marbete (fábulas o diá-
logos), asimilados a «libros de entretenimiento»35; por último, como ya
hemos señalado, incluimos en el anexo general, entre «novela y otros
géneros», una obra en prosa tan controvertida genéricamente como La
Celestina.
34
Ya señaló advertencias al respecto Díez Borque, 2010, pp. 53 y ss., para la
primera mitad del siglo.
35
Ver Cayuela, 2011, para la asimilación de comedias, novelas y libros «deste
género» en la prohibición de licencias.
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36
Ripoll, 1991.
37
Díez Borque, 2011, p. 54, se refiere a la hibridación genérica, siguiendo a
Pedraza y Rodríguez, 1980, p. 79. Remito para este aspecto al número de Mélanges
de la Casa de Velázquez titulado «Géneros mixtos en el Siglo de Oro», coord. M.ª S.
Arredondo, en prensa.
38
Vigier, 2006.
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4. LOS AUTORES
39
Posibilidad ya apuntada para la primera mitad del siglo XVII por Díez Bor-
que, 2011, pp. 69-72.
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40
Ver Rojo, 2004.
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41
Ver Ripoll, 1991, p. 97.
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5. LOS POSEEDORES
42
Esta coincidencia se ha señalado por Díez Borque, 2011, pp. 64-65, si bien
estaba referida al Lazarillo castigado, pero en el inventario aquí analizado no se
especifica dicho detalle.
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Nº de Nº total
Autor bibliotecas de presencias
diferentes en bibliotecas
1º Cervantes 27 41
2º Lope de Vega 14 50
3º Alemán 10 10
4º Esopo 9 11
5º Montemayor 8 9
Pérez de Montalbán 8 13
6º Boccaccio 7 11
Juan Manuel 7 7
7º Gracián 6 9
Tirso de Molina 6 8
Rojas 6 6
8º Lozano 5 15
Quintana 5 6
Espinel 5 5
Vélez de Guevara 5 5
43
Para el resto, ver el anexo general.
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44
Además del conocido catálogo de su biblioteca, publicado por Ludwig en
1960, véase ahora el reciente artículo de Fernández Travieso y López Poza, 2011.
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7. CONCLUSIONES
1
Ver Rodríguez-Moñino, 1965; Ruiz Pérez, 2009; García Aguilar, 2009a y
2009c; Dadson, 2011.
2
Ver Dadson, 1998 y 2008; López Poza, 2008.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 102
3
Díez Borque, 2010 (véase la bibliografía manejada por Díez Borque en sus
trabajos de este volumen), López Bueno, 2008; Núñez Rivera, 2008.
4
De ahí que el amplio título de Rodríguez-Moñino resulte excesivamente
uniformador. Dadson concluye su trabajo afirmando lo siguiente: «de lo que no
cabe duda, en mi opinión, es de que entre finales del siglo XVI y principios del XVII
las condiciones literarias sufrieron un cambio bastante radical» (Dadson, 2011, p.
17).Algo similar sucede con las bibliotecas del XVII: como explica uno de los mejo-
res especialistas en este campo, Sánchez Mariana, frente a la del siglo previo, la
biblioteca del XVII amplía sus intereses y ensancha sus contenidos: se deja a un lado,
parcialmente, el ideal humanista de las grandes bibliotecas del XVI y se coleccionan
libros de todo tipo de tamaños y gran variedad de materias, poco divulgadas en la
centuria anterior: historia nacional, disciplinas científicas, libros propiamente lite-
rarios, etc. Por otra parte, es obvio que el mercado del libro y el fenómeno del
coleccionismo están mucho más desarrollados en la segunda centuria.
5
Jauralde, 1982; Chevalier, 1976.
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6
Sobre este particular, debe verse Dadson, 1998, así como Infantes, 1998, y
Pedraza, 1999. Fue una de las principales cuestiones debatidas, con ejemplos de
todo tipo, en el marco del seminario de trabajo «Bibliotecas privadas del Siglo de
Oro español» que tuvo lugar en la Facultad de Ciencias de la Documentación de la
UCM los días 27 y 28 de octubre de 2011. El seminario fue organizado por el
grupo de investigación Bibliopegia (UCM) en colaboración con los miembros del
proyecto de investigación «De la biblioteca particular al canon literario en los Siglos
de Oro» (FFI2009-07862), al que pertenecemos los firmantes de este volumen.
7
El abundante número de inventarios publicados por la investigación moder-
na nos ha llevado a centrarnos en ellos; dejamos al margen los posibles registros de
libros de los archivos de testamentarías y protocolos que, no lo dudamos, comple-
tarían nuestro objeto de estudio con un enorme caudal de nuevos datos. Lo cierto
es que son muchos ya los inventarios publicados por especialistas desde Entramba-
saguas (1943) hasta la actualidad (Barrio Moya, Prieto Bernabé, etc.) y nos parece
que su estudio conjunto es suficientemente representativo.Véanse, a modo de
ejemplo, Álvarez Márquez, 1988; Barrio Moya (gran especialista en la edición de
inventarios auriseculares), 1998 y 2007; Dadson, 2008;Weruaga, 2008; Prieto Ber-
nabé, 2004, etc.
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8
Prieto Bernabé, 2004, centra sus investigaciones en los cien años que van de
1550 a 1650. Su trabajo es imprescindible para acercarse con acierto al asunto que
nos ocupa, pero su punto de llegada, 1650, es el punto de partida de este trabajo,
por lo que servirá de marco, introducción y comparación, pero no de desarrollo.
9
En particular en la sección VI de su Poesía y edición en el Siglo de Oro (2009a,
pp. 275-362), «Una propuesta de análisis diacrónico y tipológico de los impresos
poéticos áureos (1543-1648)», así como en el completo catálogo anexo de libros
de poesía de los Siglos de Oro (pp. 365-394). Debe verse también, para la segunda
mitad del XVII, García Aguilar, 2009b.
10
Ruiz Pérez, 2008 y, sobre todo, 2009.
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11
Dadson, 2011.
12
Dadson, 2011, p. 38.
13
Puede verse también la relación abreviada de inventarios manejados, así
como otras cuestiones relacionadas con este tipo de aproximación teórica, en la
web <www.bibliotecasparticulares.es>.
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14
García Aguilar, 2009a, p. 16.
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15
García Aguilar, 2009a, p. 158.
16
Sobre el ámbito librario salmantino es obligada la consulta de Vicente Béca-
res, 2006, entre otros. Conviene también matizar que no es lo mismo un libro de
librería que uno «de chimenea»; el segundo puede no llegar a ser inventariado por
ser considerado de menor categoría o por tratarse de algún producto de literatura
popular impresa, algo quizá más frecuente en el caso de la poesía en pliegos (Infan-
tes 2006 y Fermín de los Reyes en este volumen). Según los datos de Infantes
(2006, p. 186), a lo largo del XVII debieron de circular unos dos millones y medio
de pliegos sueltos.
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Hay que tener en cuenta, por otra parte, que fenómenos como la
biblioteca especializada o el interés bibliófilo cobran vigor a lo largo
del XVII y condicionan las proporciones en detrimento del promedio
de poesía. Lo prueba el hecho de que algunos grandes poseedores,
dueños de bibliotecas de varios miles de ejemplares y apreciables lecto-
res de poesía, como sabemos por varias fuentes, dedican a esta menos
del 2% del total de su biblioteca. Es el caso, por poner dos ejemplos
17
Sigo las pautas de Díez Borque (2010, p. 43). Ahí ofrece los siguientes datos
para los libros de la primera mitad del XVII:“se comprueba que en cuatro bibliote-
cas la presencia de poesía es inferior al 1% (6,89%); en siete entre 1,1% y 3%
(12,06%); en ocho entre 3,1% y 5% (13,79%); en cinco entre 5,1% y 7% (8,62%);
en diez entre 7,1% y 9% (17,24%); en tres entre 9,1% y 11% (5,17%); en ocho más
del 11% (13,79%)”.
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18
Dos datos curiosos, por ejemplo, relacionados con dos de los poderosos que
figuran en la tabla: sorprende la abundancia de libros de poesía de Bernardino de
Rebolledo en la biblioteca del III marqués de Flores Dávila (seis de los ocho libros
de su inventario; los otros dos son unas «Coplas de diversos autores» y unos Triunfos
de Petrarca): posiblemente tal presencia demuestra una relación de mecenazgo, o
como mínimo un intento de aproximarse al marqués por parte de este poeta y
diplomático. Pero también es llamativa la abundante proporción de poesía en la
biblioteca de Rebolledo. Lo interesante es que no encontramos entre esas 18 obras
las de los poetas canónicos españoles, sino un buen número de obras de poetas
extranjeros, clásicos e italianos: Homero, Ovidio, Lucano, pero también Dante,
Ariosto, Boiardo, Annibal Caro, Garzoni, Imperiale, Giraldi, Petrarca, Torcuato
Tasso, etc. Obviamente esto se relaciona con condicionantes biográficos (que
habría que estudiar con detalle para cada uno de los bibliófilos considerados); en el
caso de Rebolledo la abundancia de autores italianos y clásicos está en directa rela-
ción con su servicio diplomático en Italia y con su interés por preservar esos volú-
menes más raros, por mucho que por su propia obra poética deduzcamos muchas
otras lecturas de poetas españoles contemporáneos.
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TABLA 1
Poseedores con más de un 5% de libros de poesía en sus bibliotecas (1651-1700) 110
Año
Poseedor Clase social de libros libros % poesía
inventario
libros literatura poesía
20:50
Palomares, Julián
TABLA 1 (Cont.)
inventario
libros literatura poesía
maestro de obras
Zúñiga y de la Cueva, Pedro Noble. III marqués de Flores 1670 128 8 8 6,25
Dávila
POESÍA EN BIBLIOTECAS PARTICULARES (1651-1700)
19
Al respecto, véanse las consideraciones de M.ª Soledad Arredondo es su tra-
bajo de este volumen. Por otra parte Prieto Bernabé ha trabajado con detalle la
cuestión (2004); su comunicación en el citado seminario de octubre de 2011 versó
precisamente sobre las lecturas literarias de las mujeres en el Siglo de Oro; aunque
señaló la necesidad de manejar con cautela el concepto de biblioteca femenina,
subrayó que en algunos inventarios ciertas lecturas, típicamente femeninas, se ubi-
can en espacios domésticos: mujeres poderosas como Mencía de Mendoza,Ana de
Portugal, Brianda de la Cerda, María Pimentel o Beatriz de Bobadilla, por ejem-
plo, hablan de libros «propios» suyos. Otras mujeres lectoras de las que tenemos
datos, aunque preferentemente de crónicas y temas espirituales más que de poesía,
son Isabel de Móriz, María Francisca Luisa de Portocarrero, Lucía de Toledo (que
tenía libros de Mena y Petrarca, entre otros) o Ana Díez de Villegas. Sobre lectura y
escritura por parte de otro tipo de mujeres, las religiosas, místicas y visionarias del
XVI, debe verse Sanmartín Bastida, 2012, pp. 245-271.
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20
Díez Borque 2010, p. 47.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 114
21
Sagrario López Poza (2010, pp. 19-48) ha analizado con detalle la presencia
de libros de poesía en los inventarios de tres grandes bibliófilos de los siglos XVI y
XVII (los tres próximos a la nobleza y con más de un 7% de libros de poesía sobre el
total de sus amplísimas bibliotecas). Se trata del conde Gondomar (1623), Ramírez
de Prado (ca. 1660) y Vincencio Juan de Lastanosa (ca. 1662). Dadson (2011) ha
vuelto sobre la cuestión.
BIB AUREA-82
TABLA 2
Libros de poesía en las bibliotecas de la nobleza (1651-1700)
Año
Poseedor Cargo de libros libros global vs. otros españoles
inventario
libros literatura poesía poesía géneros representados
20:50
Spínola y Eraso, Noble. Mujer de 1664 163 22 19 11,65 86,36 Rimas de diversos
Agustina Julián Palomares autores
Zúñiga y de la Noble. III marqués de 1670 128 8 8 6,25 100 Coplas de diferentes
Cueva, Pedro Flores Dávila autores, Rebolledo
Aragón, Pedro Noble.Virrey de 1677 2756 105 58 2,1 55,24 Lope, Boscán, Ercilla,
Antonio de Cataluña Garcilaso, Hurtado,
Argensolas,Valbuena
115
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TABLA 2 (Cont.)
116
Total Total Total % % poesía Algunos poetas
Año
Poseedor Cargo de libros libros global vs. otros españoles
13/12/12
inventario
libros literatura poesía poesía géneros representados
Spínola y Eraso, Noble. Mujer de 1664 163 22 19 11,65 86,36 Rimas de diversos
Agustina Julián Palomares autores
Herrera de Guzmán, Noble. Condesa de 1669 127 9 4 3,14 44,44 Góngora, Quevedo,
Página 116
Cerda, Antonio Juan Noble.VII duque de 1673 1474 52 38 2,58 73,08 Esquilache, López de
Luis de la Medinaceli Zárate, Quevedo,
Pantaleón, Ausiàs March
ÁLVARO BUSTOS TÁULER
Castro y Andrade, Noble. Condesa de 1685 268 4 3 1,12 75,00 Sólo clásicos (Virgilio
Isabel de Oñate y Ovidio)
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22
En otra ocasión presentaré una tabla similar con otra información represen-
tativa: la de los datos de poemarios presentes en las bibliotecas de profesionales
liberales (arquitectos, maestros, escritores, etc.); esos lectores, entre los que a lo
largo del XVII cunde el interés por los libros en general y por los de poesía en par-
ticular, contribuyen a perfilar la fotografía de la difusión de la poesía en todo tipo
de bibliotecas, más allá de las nobiliarias.
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23
Díez Borque, 2010, pp. 45-51.
24
Dadson, 2011, pp. 30-31. Como explica Núñez Rivera, «una historia vigen-
te de la poesía del Siglo de Oro no tendría que atender únicamente a los poetas en
su conformación crítica actual, sino sobre todos a sus libros poéticos: que así se les
leyó en su tiempo, especialmente en el caso de una evolución o cambio de los
mismos» (2010, p. 192, n. 1). Exactamente esa es la gran ventaja de los inventarios:
nos permiten reconstruir el canon de autores desde el tiempo mismo de su publi-
cación y difusión editorial.
25
Núñez Rivera, 2008.
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26
Recomiendo, al respecto, los volúmenes del grupo PASO, singularmente el
de 2010 (López Bueno, 2010). Para Lope, dentro de la bibliografía reciente, es
indispensable García Aguilar, 2006, así como su monografía de 2009a y su artículo
panorámico 2009c, disponible en la Red, que realiza un útil repaso a la edición y
difusión de los restantes poetas.Véase también Vélez-Sainz, 2006, para una comple-
ta revisión del apasionante proceso de acceso e instalación en la fama que se perci-
be en los proyectos poéticos y editoriales de Quevedo (también Cacho Casal,
2010), Cervantes y el propio Lope, entre otros. Para el caso de Góngora, ver
Carreira, 2010.
27
Es frase de Pedraza (2010, p. 390), a quien sigo en algunos datos del elenco
siguiente.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 120
28
En realidad secundo las dos mismas categorías que propuso Díez Borque en
su artículo citado (2010, p. 48). Por su interés contrastivo, reproduzco aquí su lista-
do en función de los datos de la primera mitad del siglo (ibid.):Virgilio: 21 (48),
Ovidio: 20 (58), Petrarca: 16 (38), Lucano: 13 (18),Ariosto: 12 (24), Mena: 12 (19),
Alciato: 12 (19), Horacio: 11 (23), Lope: 9 (30),Torcuato Tasso: 8 (25), Dante: 8
(14), Boiardo: 8 (9), Juvenal: 7 (14), Garcilaso: 7 (12), Padilla: 7 (10), Ausiàs March:
7 (9), Covarrubias: 7 (7), Homero: 6 (16), Marcial: 6 (9), Prudencio: 6 (8), Barros: 6
(7). Por otra parte, para esta tabla únicamente he alterado los datos del inventario
de Antonio de Solís, gran bibliófilo y erudito: en su lista de bienes, como se ve en
el Anexo, constan 9 ejemplares de 11 obras poéticas de Lope (habría que sumar 99
más en la columna derecha); el dato, sugestivo en sí mismo, alteraría mucho las
proporciones, por lo que no he contabilizado los ejemplares repetidos de ese
inventario. En todos los demás casos sí tomo en cuenta las repeticiones.
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Nº de Nº total
Poeta bibliotecas de presencias
diferentes en bibliotecas
1º Ovidio 27 54
2º Lope de Vega 25 86
3º Virgilio 24 46
4º Góngora 23 31
5º Ariosto 21 25
6º Camoens 20 28
7º Petrarca 19 28
8º Quevedo 17 31
9º Juan de Mena 13 21
10º Torcuato Tasso 12 21
Garcilaso 12 21
11º Ercilla 11 13
Argensolas 11 13
12º Lucano 10 15
López de Zárate 10 14
Villamediana 10 10
13º Esquilache 8 11
Dante 8 9
14º Homero 7 14
15º Marcial 6 10
16º Horacio 4 8
Ausiàs March 4 4
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29
En el caso de poemarios póstumos, ese mayor cuidado editorial sigue sien-
do el dato relevante, aunque es obra (y mérito) de los familiares, discípulos o testa-
mentarios, interesados igualmente en divulgar los versos del autor fallecido (es lo
que sucede, como sabemos, con Garcilaso, Quevedo, los Argensola, Góngora,Villa-
mediana, etc.).
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30
La edición del Laberinto comentada por Hernán Núñez se convirtió en
canónica y tuvo quince ediciones en los Siglos de Oro. El nuevo comentario del
Brocense (1582), sobre la base del anterior, no hizo sino aumentar aún más la difu-
sión del gran poeta cuatrocentista.Véase, por ejemplo, Gómez Moreno y Jiménez
Calvente, 1994.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 124
31
Es el fenómeno de la «masiva mercantilización de la lírica» que ha descrito
con tino García Aguilar para el caso de sus libros de poesía (entre otros lugares en
García Aguilar, 2006 y 2009a, pp. 316-319).
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1653 Rimas humanas y divinas Madrid 1634 Valero, Juan Secretario de Felipe IV
del licenciado Tomé de
20:50
Burguillos
1658 Rimas humanas y divinas Madrid 1634 Ramírez de Prado, Escritor y consejero de
del licenciado Tomé de Lorenzo Indias
Burguillos
Página 125
1659 Laurel de Apolo Madrid 1630 Méndez Silva, Lorenzo Cronista de Felipe IV
y genealogista
Juan de
Burguillos
1662 Rimas humanas y divinas Madrid 1634 Lastanosa,Vincencio Noble
del licenciado Tomé de Juan de
Burguillos
Página 126
1666 Rimas sacras Madrid 1624 Bravo de Hinojosa, Mujer de don Luis
María Pereyra de Céspedes
ÁLVARO BUSTOS TÁULER
1670 Rimas sacras Madrid 1619 Aragón, Pedro Antonio Virrey, grande de
de España
1677 La Circe, con otras rimas y Madrid 1624 Núñez de Guzmán, Conde de Villaumbrosa
prosas Pedro
1677 La Filomena, con otras rimas, Madrid 1621 Núñez de Guzmán, Conde de Villaumbrosa
prosas y versos Pedro
BIB AUREA-82
1677 Laurel de Apolo, con otras Madrid 1630 Núñez de Guzmán, Conde de Villaumbrosa
rimas Pedro
20:50
1677 Rimas humanas y divinas Madrid 1634 Núñez de Guzmán, Conde de Villaumbrosa
del licenciado Tomé de Pedro
Burguillos
1677 Rimas sagradas Madrid 1631 Núñez de Guzmán, Conde de Villaumbrosa
Página 127
Pedro
1677 Rimas, con el nuevo arte de Madrid 1621 Núñez de Guzmán, Conde de Villaumbrosa
hacer comedias Pedro
1686 Laurel de Apolo, con otras Madrid 1630 Solís, Antonio de Cronista de Indias
rimas
20:50
1686 Rimas humanas y divinas Madrid 1634 Solís, Antonio de Cronista de Indias
del licenciado Tomé de
Burguillos
Página 128
Cánones Alcalá
1697 La Dragontea ? ? Antonio Leonardo
1698 Rimas humanas y divinas Madrid 1634 Gil Forneli, Antonio Ayuda de cámara de
del licenciado Tomé de Juan José de Austria
Burguillos
POESÍA EN BIBLIOTECAS PARTICULARES (1651-1700)
129
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Autor Título
1 Ariosto Orlando furioso
2 Camoens Rimas varias
3 Carrillo Sotomayor, Luis de Obras
32
López Poza, 2010.
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Autor Título
4 Ercilla y Zúñiga, Alonso de Araucana
5 Góngora y Argote, Luis de Obras
6 Leonardo de Argensola, Lupercio Rimas
y Bartolomé
7 Leonardo de Argensola, Lupercio Rimas
y Bartolomé
8 Lope de Vega Circe
9 Lope de Vega Corona trágica
10 Lope de Vega Isidro
11 Lope de Vega Laurel de Apolo
12 López de Zárate, Francisco Obras
13 Lucano Lucano traducido
14 Manrique, Jorge Coplas
15 Mena, Juan de Trescientas
16 Ovidio Obras
17 Petrarca Triunfos
18 Quevedo Parnaso español
19 Quevedo Obras
20 Quevedo Villegas, Francisco Epicteto traducido
21 Salazar y Mardones, Cristóbal de Ilustración y defensa de la
fábula de Píramo y Tisbe
22 Tarsis, Juan de, conde de Obras
Villamediana
23 Virgilio Eneida
24 Virgilio Obras traducidas en prosa
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 133
1. INTRODUCCIÓN
1
Como afirma Arellano, «el texto dramático alcanza su verdadera dimensión
en el tablado, encarnado en unos actores que lo representan […] Esto es más verdad
que nunca en el Siglo de Oro, caracterizado por la eclosión comercial del fenóme-
no de la Comedia Nueva, que solo en escena, frente a un público, cumple sus obje-
tivos, artísticos y económicos. La recepción de estas comedias es, pues, esencialmen-
te teatral, es decir, a través de la representación» (Arellano, 1999, p. 195).
2
Una vez vendido el texto, de nada servían las quejas —e incluso denuncias a
la Justicia— de los poetas. Es famoso el caso de Lope, quien en 1616 se querelló
contra la publicación sin autorización de sus comedias, reclamación que fue desesti-
mada.Aunque parece que era preceptivo que los editores proporcionaran los textos
destinados a la imprenta a los autores, permitiéndoles su corrección, esta norma
generalmente no se cumplía, debido a la actitud poco colaborativa de ambas partes.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 136
3
Es el caso de Lope hasta 1617, como se verá, o de Moreto, quien solo publi-
có una de las Partes de sus comedias en vida (Parte primera, Madrid, 1654). Por
tanto, el número de ediciones de las obras de cada autor es irregular y no depende
de su fama o del éxito que obtuvieran en las tablas. Buenos ejemplos de este des-
equilibrio entre el éxito en las tablas y el impreso son los citados, pues tanto Lope
como Moreto disfrutaron siempre del favor del público.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 137
Pero esto no significa que los datos aquí acogidos, tras un estudio
de más de ochenta inventarios, no tengan sentido. Evidentemente, si
un libro gustaba, se compraba, pues el libro es un «producto comercial,
sometido, en consecuencia, a las leyes del mercado y al gusto del recep-
tor»4. Este hecho nos puede servir para establecer estadísticas y realizar
interesantes comparaciones sobre el gusto de los lectores del Seiscien-
tos pertenecientes a diferentes grupos sociales y en distintos momentos
del discurrir del siglo, es decir, para acercarnos al gusto del público y
percatarnos de su variedad.
No podemos pasar por alto que la escritura de comedias se trans-
formó progresivamente en una actividad mercantil, como el propio
Lope reconoce: «Necesidad y yo, partiendo a medias / el estado de
versos mercantiles / pusimos en estilo las comedias»5. Si bien en prin-
cipio los que hacían negocio eran los impresores y los libreros, autores
como Lope lucharon por lograr sus réditos, aunque supusieran una
cantidad irrisoria6.Teniendo todo esto en cuenta, podemos pasar a esta-
blecer etapas y distinciones en el teatro que encontramos en los inven-
tarios realizados sobre bibliotecas privadas entre 1651 y 1700.
En el periodo 1600-16507, estudiado por Díez Borque, los datos
muestran una acusada escasez de libros de teatro en las bibliotecas pri-
vadas: de las 59 estudiadas, solo hay teatro en 23, lo que supone un
38,98% del total, y, dentro de estas 23, la proporción del género dramá-
tico es bastante reducida respecto a otros géneros8. Como algo notorio,
se debe señalar el hecho de que el teatro español esté menos presente
que el latino o el extranjero.Apenas figuran títulos en ocho bibliotecas,
4
Díez Borque, 2010, p. 17.
5
Lope de Vega, 1776, p. 285.
6
Así lo dice Calderón en el prólogo a la Parte IV de sus comedias (1672):
«Dada a la estampa, la que ayer valía cien ducados en casa del autor, vale hoy un
real en casa del librero» (Calderón de la Barca, 1672, f. 3v). Como comenta acerta-
damente Germán Vega en el caso de Lope, el precio medio por cada comedia que
se compraba para su impresión era de «4,5 (…) reales (…). Los autores habrían
pagado a un dramaturgo como Lope en esos años 500 reales por pieza. Se trata,
pues, de un caso extremo de devaluación» (Vega García-Luengos, 2003, p. 1291).
7
Para los datos relativos a 1600-1650, nos remitimos en todo momento a
Díez Borque, 2010, pp. 81-89.
8
Díez Borque comenta el caso de las grandes bibliotecas, como las del Conde
de Gondomar y el rey Felipe IV, en las que el teatro español tiene una presencia
escasa, y donde abundan las producciones poéticas y la literatura clásica.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 138
en las que por lo demás no aparecen las figuras cimeras de los cánones:
ni Calderón, ni Tirso, ni Moreto, ni Guillén de Castro, ni Ruiz de Alar-
cón, ni Mira de Amescua9. Sí se encuentran, pero con poca presencia,
Cervantes, Góngora y Pérez de Montalbán. Lope aparece de manera
llamativa en la biblioteca del conde de Gondomar y en alguna más,
pero en general tiene un peso que puede considerarse escaso.
Parece que los inventarios que datan de entre 1651 y 1700 arrojan
un balance más positivo en lo que a títulos de teatro se refiere: de entre
los 1851 tomos recogidos en los inventarios, son de teatro 412. Esto
podría calificarse de natural, si consideramos lo señalado anteriormen-
te: que solían mediar años entre la representación y la difusión impresa;
pero, al tiempo, en relación con el resto de obras, y especialmente con
el género poético, cuya presencia es abrumadora en estos inventarios,
hay que decir que el teatro representa un 22,31% del total. Eso sí, el
teatro supera en ejemplares el número de novelas, aunque no en diver-
sidad de títulos (que sumarán sólo unos doscientos) ni en presencia en
bibliotecas: el caso es que este fenómeno no sucedía en la primera
mitad de la centuria10.
Nos interesa, por otro lado, comentar la distribución interna de esos
títulos en tres grandes apartados: la mayor parte de las obras correspon-
den a teatro español; la siguiente, a teatro clásico latino y griego; y una
menor parte, a teatro europeo: en concreto, francés, portugués e italia-
no (excepto Il Coriolano, seguramente traducción de la tragedia de Sha-
kespeare, propiedad de Antonio de Solís, no hay más alusiones a obras
inglesas en los inventarios). En este sentido, ya observamos un cambio
sustancial respecto a la primera mitad de siglo, pues predominan clara-
mente los ejemplares de teatro español frente a los del teatro europeo
(en el que las obras italianas son preferidas a las francesas y a las portu-
guesas) y el latino, que componen en conjunto alrededor de una quin-
ta parte del total de volúmenes teatrales.
9
Díez Borque apunta la salvedad de que pudieran aparecer en los ocho volú-
menes manuscritos de la biblioteca del conde de Gondomar titulados Comedias de
Lope de Vega y otros diferentes autores (Díez Borque 2010, p. 87).
10
En nuestro recuento de obras teatrales, hemos considerado los tomos en
que se dividen obras que en los inventarios aparecen tituladas como «comedias»,
«opera», «tragedias», etc., ya que puede tratarse de obras distintas que aparecen así
englobadas. En el caso del teatro, cuando además figuran referencias como «diez
tomos de Calderón» uno no puede saber si se trata de diez obras distintas, de un
título general repartido en diez tomos, o de una obra repetida.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 139
2. TEATRO FRANCÉS
11
Respecto al cuidado de las ediciones de teatro en la Francia del Seiscientos,
véase el estudio de Christophe Couderc (2011), indispensable para entender la
mutua recepción de los teatros galo y español de la época: «Véndase en “partes” de
doce piezas o en ediciones “sueltas”, la comedia es en España un producto de con-
sumo masivo, de caducidad rápida, y la misma ínfima calidad tipográfica de las
impresiones de textos de teatro, aunque podían difundirse en no pocos ejemplares,
contrasta con el cuidado de las ediciones francesas, muy a menudo ilustradas con
ricos grabados que son preciosos testimonios para el historiador de la puesta en
escena. Sorprende, a la inversa, para la historia del teatro español, la escasez de los
testimonios gráficos» (p. 117).
12
Losada y Millán, 2003, p. 1394.También Couderc comenta al respecto, sobre
el caso inverso: «Resta por hacer, a mi modo de ver, una interesante encuesta
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 140
3. TEATRO PORTUGUÉS
4. TEATRO ITALIANO
14
Véase, referente a esta edición, lo que se apunta en esta página web dedicada
a las colecciones de grabados de Lastanosa: <http://www.lastanosa.com/contenido.
php?gama=1&tipocontenido=34&tipo=4&elemento=65> (consultada el 9 de
febrero de 2012).
15
Son clásicos, y de mucha utilidad, los trabajos de conjunto de Meregalli y
Arce sobre la mutua influencia de España e Italia en el ámbito literario: Joaquín
Arce, 1982; Franco Meregalli, 1964.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 142
16
Guarini publicó su tragicomedia pastoril Il pastor Fido en 1590.Tuvo mucho
éxito en la época, traspasando las fronteras italianas, pues fue traducida a varias len-
guas. En España gustó especialmente, generando a su vez versiones dramáticas de
notable interés.Véase López Estrada, 1989, pp. 535-542.
17
Díez Borque habla de «un gran conocimiento del teatro italiano por parte
del Conde de Gondomar» (2010, p. 86).
18
Respecto a 1600-1650, resulta entonces ligeramente superior el número de
bibliotecas (tres) que poseyeron obras dramáticas griegas, entre cuyos autores Sófo-
cles también estuvo presente. Aunque hoy en día se considera que el teatro griego
tiene más calidad literaria, fue fenómeno generalizado en Europa la preeminente
transmisión del teatro latino, que influyó decisivamente en la conformación de las
dramaturgias modernas de los estados renacentistas.Temas, personajes, retórica y
tramas fueron tomados o adaptados, y en todo caso constituyeron un motivo inspi-
rador, sobre todo los tres autores más difundidos: Séneca, Plauto y Terencio.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 143
19
Es el caso de Salamanca, Santiago de Compostela,Valladolid y Palencia, donde
los profesores de Retórica eran obligados a poner en escena alguna comedia latina,
con la correspondiente gratificación económica. Se sabe, por ejemplo, que los estatu-
tos de la Universidad de Salamanca de 1538 obligaban a representar obras de Plauto
y Terencio. Debemos aclarar, aunque sea brevemente, que no se trataba de una pues-
ta en escena como hoy la entendemos, sino, más bien, de una semirrepresentación,
en la que la declamación era lo esencial, siendo secundarios otros componentes
entendidos como teatrales: vestuario, maquillaje, movimiento, decoración, etc.
20
«Al socaire de la universidad salmantina conviven, ya a finales del XV, una
dramaturgia de raigambre popular y un teatro de orientación culta que hará un
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 144
teatro latinizante siguiendo a Plauto y a Terencio. Hemos de pensar que estos dra-
maturgos latinos hubieron de animar la algarabía estudiantil universitaria también a
lo largo de la Edad Media […] Esta tradición se incrementa en la universidad rena-
centista […] En las universidades y colegios españoles muy pronto prendió la cos-
tumbre de representar alguna pieza de Plauto o de Terencio con ocasión de la inau-
guración del curso escolar, o de su clausura, o para festejar algún acontecimiento
excepcional, o la visita de determinados personajes importantes del mundo civil o
eclesiástico» (Menéndez Peláez, 2003, p. 583). El trabajo de Menéndez Peláez es de
obligada referencia para el estudio de la difusión del teatro latino en España, íntima-
mente unido al teatro jesuítico que permaneció vigente en nuestro país durante los
siglos XVI y XVII. Menéndez Peláez recuerda con acierto que nuestros grandes dra-
maturgos se formaron «al calor de estas representaciones escolares» (p. 605).
21
No es la primera vez que se comprueba la presencia de este autor en con-
ventos. Como dato curioso, la monja alemana Hroswitha de Gandersheim (siglo X)
escribió obras dramáticas inspiradas en Terencio a lo cristiano, precisamente para
que sus monjas dejaran de leerlo directamente. Las obras de Hroswitha se llevaron
a la imprenta en Núremberg en 1501.
22
Sobre todo esto, véase el fundamental artículo de Luis Gil, 1986. En concre-
to, los autores citados son los seleccionados por Erasmo como referencia para el
aprendizaje del latín.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 145
23
Hasta ahora la única monografía especializada en la recepción en España de
Plauto es la tesis doctoral inédita de Eva Marqués López, Recepción e influencia del
teatro de Plauto en la literatura española, defendida en la Universidad de La Rioja en
2003, y merecedora del Premio Extraordinario de Doctorado.
24
De todas formas, también debemos puntualizar que el hecho de que el
inventario del conde de Villaumbrosa dé cuenta de los títulos latinos comentados
no quiere decir que éstos no existieran en bibliotecas de otros poseedores: este
dato depende, ciertamente, de la puntillosidad del autor del inventario.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 146
6. TEATRO ESPAÑOL
25
Para una visión de conjunto sobre el eco de Séneca en nuestro país, es indis-
pensable el libro de Karl Alfred Blüher, 1983.
26
Así lo sostiene M.ª Rosa Álvarez Sellers, quien cree que existía un conoci-
miento directo de las tragedias de Séneca o al menos un contacto con las traduc-
ciones aparecidas en Ferrara,Venecia, Amberes y Lyon en 1484: «Así pues, bien sea
a través del original o de su imitación por autores italianos […] es innegable la
impronta senequista en las “tragedias del horror” del último cuarto del siglo XVI, y
de su conocimiento de Séneca dan noticia los mismos autores» (1997, vol. 2, p. 33).
De todos modos, la presencia de algunas obras traducidas (en la biblioteca de
Manuel Mayers Caramuel aparecen unas Obras en romance) nos hace preguntarnos
si es cierta la opinión de Álvarez Sellers.
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27
Este número se ampliaría si tenemos en cuenta que la entrada correspon-
diente al inventario del conde de Villaumbrosa, «Comedias nuevas de diferentes
autores», incluye una aclaración importante: «Partes 8, 17, 33, 37, 38 y 39», por lo
que no se trata de un título sino de seis.
28
Es el caso de los dos libros de comedias de Guiomar Herrera de Guzmán,
condesa de Mora, en cuyo inventario se indica explícitamente en un par de oca-
siones «dos libros de comedias sueltas».
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29
Respecto a las ediciones de teatro que vieron la luz en el XVI, «no cuajaron
en modelos formales estables ni generaron una demanda en el público. El gran
cambio cuantitativo y cualitativo se produjo a comienzos del siglo XVII, pocos años
después de que hubiera triunfado en los tablados la nueva fórmula dramática»
(Vega García-Luengos, 2003, p. 1297).
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del Fénix, y con el cronista Solís, que adquirió una ingente cantidad de
Partes de comedias del creador de nuestro gran teatro nacional.
Autores tradicionalmente adscritos a la «escuela de Lope» o, más
bien, coetáneos del Fénix (la división en ciclos o escuelas no convence a
la crítica actual), son Quiñones de Benavente30, el gran entremesista del
siglo, cuya recopilación de obras breves, Jocoseria (Madrid, 1645), está
presente en la biblioteca de Vincencio Juan de Lastanosa y en la de
Antonio Solís; y Agustín Rojas Villandrando, cuyo Viaje entretenido
(Madrid, 1603), miscelánea que aquí consideramos del género teatral, es
posesión del cronista y genealogista de Felipe IV Lorenzo Méndez
Silva, de Lorenzo Ramírez y de Miguel Nava Díaz de Robles, jurado
en la ciudad de Toledo. De Luis Vélez de Guevara, siendo un autor muy
significativo para el canon, tan sólo contamos con el título de una
comedia suelta31, Verdugo de Málaga (Madrid, 1662), en casa también del
jurado toledano citado. Otro autor imprescindible para la configuración
del canon, por su papel fundamental en la formación de la comedia
nueva, es Guillén de Castro, cuyas Comedias (sin ningún tipo de puntua-
lización más) figuran únicamente en la biblioteca de Solís. Interesante es
la obra de Francisco Sebastián Medrano, de la que tan solo se dice
«comedia en honras de la reina Isabel» (Madrid, 1645); debe de tratarse
por fuerza de la comedia El nombre para la tierra y la vida para el cielo, un
«panegírico dramático a la muerte de la reina doña Isabel de Borbón»32,
30
Aunque murió en 1651, se retiró del mundo del teatro hacia 1640. Aun
siendo un autor de éxito reconocido, remitimos a lo comentado supra: el teatro
breve se destinó aún más secundariamente a la impresión que la comedia. Eran
piezas de rápido consumo y que en general no han gozado de una digna fortuna
editorial. Muy pocos entremesistas pusieron empeño en recopilar su obra, y las
recopilaciones, ramilletes, etc. son fruto de intenciones diversas y, en todo caso, no
son regulares ni sistemáticas.
31
La comedia suelta supuso otro modo de impresión y transmisión en la
época. «A medida que avanzaba el siglo XVII, las dificultades por las que pasaba la
imprenta, y la decantación hacia un determinado tipo de lector de textos dramáti-
cos, hicieron que los libreros e impresores potenciaran posibilidades existentes casi
desde los orígenes del fenómeno: la venta de partes se hizo compatible con la de
comedias sueltas. Este formato se erigió en la unidad básica de la transmisión
impresa del teatro áureo» (Vega García-Luengos, 2003, p. 1302). El texto de la
comedia, en dos columnas, se repartía sobre cuatro pliegos de papel en formato 4º,
con lo que el folleto resultaba de fácil manejo y económico.
32
La Barrera y Leirado, 1860, p. 244. Efectivamente, la reina Isabel de Borbón,
primera esposa de Felipe IV, había muerto en 1644.
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33
El teatro del siglo XVII escrito por mujeres ya despertó interés a comienzos
de siglo (véase Serrano Sanz, 1903), pero ha sido la reivindicación de los estudios
de género de los últimos años lo que le ha dado un empuje mayor a su estudio.
Fernando Doménech concluye que «pese a que el grupo de autoras dramáticas del
Barroco es más nutrido de lo que parece, no dejan de ser una exigua minoría com-
parada con la gran cantidad de escritores y la multitud de obras que se produjeron
en aquella época» (Doménech Rico, 2003, p. 1244). Esto explica, aunque solo sea
por cuestiones estadísticas, la reducida presencia de escritoras en los repertorios
estudiados, y también en el canon, aunque hay que decir que todavía queda mucha
producción por estudiar, por ejemplo la dramaturgia conventual, que circulaba
manuscrita y por tanto lejos del alcance de las bibliotecas, y en la que despuntan
figuras como Marcela de San Félix o Francisca de Santa Teresa. Por otro lado, Feli-
ciana Enríquez de Guzmán fue la primera mujer que se atrevió a llevar al público
el fruto de su escritura: la Tragicomedia de los jardines y campos sabeos (Lisboa, Crasbe-
ek, 1624), fue, en efecto, una obra paradigmática y pionera.
34
Se trata de una sátira dramática no representable. Jáuregui fue ante todo un
poeta.
35
Este título es su obra más conocida, pero, como es sabido, no es enteramen-
te dramática, sino una miscelánea en la que recopiló discursos, novelas, comedias,
etc. En este sentido, como apuntamos, la hemos considerado como novela en el
anexo final.
36
«Interpoladas en esta obra cuatro comedias y dos entremeses», nos dice el
inventario de Nava Díez de Robles: es un dato interesante por el tipo de edición,
quizás espuria.
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37
Algunos críticos actuales, como M.ª Grazia Profeti, Germán Vega e Ignacio
Arellano, han reivindicado la obra de este dramaturgo que murió en plena juven-
tud; como aprecia este último, es Montalbán «quizá el más estimable de los drama-
turgos de segunda fila que incorpora con plenitud los modelos de la comedia nueva.
No le falta habilidad en las comedias de capa y espada, que en La toquera vizcaína o
La doncella de labor alcanzan un clima de enredo y disfraz cercano a las mejores de
Tirso» (Arellano, 1995, p. 411). En todo caso, llama la atención su destacada presen-
cia en los inventarios, tratándose de un autor considerado hoy como secundario.
38
Se trata de la edición Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representa-
dos, Madrid,Viuda de Alonso Martín, 1615.
39
Ver Arellano, 1995, pp. 45-53.
40
Durante todo el siglo XX hemos asistido a una recuperación progresiva de la
figura del mercedario, que ha ido acompañada de su reconocimiento y exaltación.
Críticos como B. de los Ríos. P. Palomo, F. Florit, X. A. Fernández, I. Arellano, B.
Oteiza, M. Zugasti y L.Vázquez han reivindicado su obra y su figura. En concreto,
el GRISO y el Instituto de Estudios Tirsianos han llevado a cabo un proyecto de
edición de su obra completa que cuenta ya con excelentes frutos.
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41
Se refiere, sin duda, a la Quinta parte. Las nueve Partes de comedias de Calde-
rón se publicaron entre 1636 y 1691, las cinco primeras en vida del poeta. La única
que el poeta no autorizó fue precisamente la Quinta parte.
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42
El corpus completo de la obra de Francisco de Rojas Zorrilla está siendo
editado por investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha, en una colec-
ción dirigida por Felipe Pedraza y Rafael González Cañal. A su vez, se está proce-
diendo del mismo modo con la obra de Agustín Moreto, en la Universidad de
Burgos, en un proyecto encabezado por María Luisa Lobato.
43
En concreto, Fréderic Serralta recupera su bio-bibliografía (1983, 1986) y
Manuela Sánchez Regueira edita sus comedias en dos volúmenes (1984) y su obra
menor en uno (1986).
44
Apenas una veintena de títulos, frente a la cincuentena de Rojas Zorrilla y
las (aproximadamente) setenta de Moreto. Contamos también las que se escriben
en colaboración.
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Nº de Nº total
Dramaturgo bibliotecas de presencias
diferentes en bibliotecas
1º Terencio 11 19
2º Lope de Vega 10 49
3º Calderón de la Barca 9 38
Séneca 9 23
4º Plauto 6 14
5º Guarini 4 5
6º Pérez de Montalbán 3 17
Rojas Zorrilla 3 4
Antonio de Solís 3 4
Rojas Villandrando 3 3
Cáncer y Velasco 3 3
7º Corneille 1 4
45
Tan solo hemos encontrado en el catálogo de La Barrera y Leirado dos refe-
rencias a este tal Narváez, y las dos hacen alusión a su obra El hado vence al destino
(La Barrera y Leirado, 1860, pp. 283 y 553).
46
La Barrera y Leirado (1860, pp. 46-47). Dice el estudioso que son comedias
«de muy escaso mérito».
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INTRODUCCIÓN Y EXPLICACIÓN
Paris, École pratique des hautes études, 1969, 2 vols. 1241 libros.
Poesía: Pompa festiva en el recibimiento de la reina Mariana de Austria;
Poema (Cortereal); Obras (Góngora); Parnaso (Quevedo); El laurel de
Apolo (Lope de Vega); Os Lusiadas (Camoens); Anfiteatro de Felipe el
Grande (Pellicer); Obras (Mena); Nenia (Cortizos); Coplas (Manri-
que); Fábula de Eco y Narciso (Matos); Obras póstumas de Félix de Arte-
aga (Paravicino); Odisea (Homero); Poesías de Urbano VIII en latín;
Guerras farsálicas (Lucano);Virgilio; Ovidio; Juvenal; Persio. Novela y
otros géneros: Corte na aldea (Rodrigues Lobo); Diálogos de apacible
entretenimiento (Hidalgo); Criticón (Gracián); Estebanillo González
(Vega); Horas de recreación (Guicciardini); Historia prodigiosas (Bois-
tuau); Asno de oro (Apuleyo); Historia del dios Momo (Alberti); Prosa
(Quevedo); Fábulas (Esopo); Conde Lucanor (Don Juan Manuel);
Teatro: Viaje entretenido (Rojas); El verdugo de Málaga (Vélez de Gue-
vara); Obras póstumas (La Gridonia) (Paravicino);Terencio.
15. (1660) Martín Martínez de Medrano, funcionario del rey Felipe
IV. «La librería y otros bienes de don Martín Martínez de Medra-
no, funcionario del rey Felipe IV», Barrio Moya, J. L., Cuadernos
para la investigación de la literatura hispánica, 15, 1992, pp. 157-167.
139 libros. Poesía: Obras (Quevedo); Emblemas morales (Horoz-
co); La Filomena (Lope de Vega); El fénix (Pellicer); Araucana (Erci-
lla); Corona trágica (Lope de Vega); Varias poesías (Hernando de
Acuña); Obras (Góngora); Nueva poesía (Lope de Vega); Orlando
furioso en italiano (Ariosto);Virgilio. Novela y otros géneros:
Historia de Hipólito y Aminta (Quintana); Novelas amorosas (Zayas);
Galatea (Cervantes); La garduña de Sevilla (Castillo Solórzano); Tar-
des entretenidas (Castillo Solórzano); Mesón del mundo (Fernández
de Ribera); Don Belianís de Grecia (Fernández); Celestina (Rojas).
16. (1660) Diego Velázquez, pintor, «La librería de Velázquez». Sánchez
Cantón, F. J., Homenaje ofrecido a Menéndez Pidal, 3, Madrid, Her-
nando, 1925, pp. 379-406. 154 libros. Poesía: Flores de poetas ilus-
tres (Espinosa); Orlando furioso (Ariosto); Petrarca; Le transformationi
(Dolce); Ovidio; Horacio. Novela: Auroras de Diana (Castro).
17. (1660) Francisco Pizarro de Aragón, estudiante en el Colegio
Mayor de Cuenca. Lectores y bibliotecas en la Salamanca moderna
(1600-1789),Weruaga Prieto, Á., p. 468. Inventario incompleto.
122 libros. Poesía: Cancionero general; Parnaso (Quevedo); Pónticas
(Ovidio); Juvenal; Persio; Noches áticas (Aulo Gelio). Novela:
Petronio.
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51. (1677) Luis de Zabalza, platero real. «La librería de Luis de Zabal-
za, platero de cámara de Felipe IV», Barrio Moya J. L., Revista de
llibreria antiquària, 11, 1986, 24-27. 129 libros. Poesía: Obras
(Esquilache) (2); Nápoles recuperada (Esquilache); Araucana (Ercilla);
Obras (Góngora); Obras (Villamediana). Novela: Guzmán de Alfa-
rache (Alemán); Don Quijote de la Mancha (Cervantes); Galatea
(Cervantes); Persiles (Cervantes); Sucesos y prodigios de amor (Pérez
de Montalbán); David perseguido (Lozano); David arrepentido (Loza-
no). Teatro: 2 libros de comedias varias; 34 libros de comedias de
varios autores;Autos sacramentales (s. n.) (5); Obras de Lope de Vega;
Comedias (Cabeza); Comedias (Calderón) (10); Comedias (Matos);
Comedias (Moreto); Comedias (Rojas Zorrilla); Comedias (Pérez de
Montalbán); Parte sexta (2).
52. (1677) Pedro Núñez de Guzmán, conde de Villaumbrosa. «La
biblioteca poética del conde de Villaumbrosa», Forradellas, J., Bole-
tín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo (1972), pp. 359-405. Museo o
biblioteca selecta de el Excmo. señor don Pedro Núñez de Guzmán, mar-
qués de Montealegre y de Quintana, Madrid, Julián de Paredes, 1677.
ca. 10.000 libros. Poesía: Academia de seis de enero de 1661; Acade-
mia que se celebró el día 5 de enero de 1674; Academia que se celebró en
7 de enero de 1663; Academias morales de las musas (Enríquez); Agu-
dezas (Owen); Alfonso Africano (Mausinho); Algunas obras (Góngo-
ra); Algunas obras (Jáuregui); Achiliis Statii (Horacio); Araucana
(Ercilla); Breve copilación en metro de la sucesión de los reyes de España;
Cancionero general de varios autores; Canciones y varias poesías (Bos-
cán); Carlos Famoso (Zapata de Chaves); Carmina (Catulo,Tibulo y
Propercio); Carmina (Horacio); Carta en redondillas (Enrique de
Toledo); Cartapacio de versos de diferentes poetas; Circe (Lope de Vega);
Cisne de Apolo (Carvallo); Copilación de todas las obras (Mena);
Coplas (Manrique); Coplas (Don Juan Manuel); Coplas (Pedro de
Portugal); Coplas de Mingo Revulgo (2); Coplas en latín al Condesta-
ble; Corona trágica (Lope de Vega); Coronación (Mena); Cuarenta can-
tos (Fuentes); Dante traducido; Declaración magistral de las sátiras de
Juvenal; Diálogo de amor (Encina); Discursos varios y versiones castella-
nas de poetas (2); Égloga castellana; Églogas (Rodríguez Lobo); Epi-
gramas a la muerte de la reina doña Isabel (2); Epigramas a la muerte del
emperador; Epigrammata libri 15 (Marcial); Espejo del alma y las tres-
cientas (Mena); Fama inmortal de Lope de Vega (Peña); Fama póstuma
a la vida y muerte de Lope de Vega (Pérez de Montalbán); Fiestas de
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che (Lope de Vega) (9); Rimas humanas y divinas (Lope de Vega) (9);
Rime (Çianpoli); Rime (Goselini); Rime (Murtola); Rime e prose
(Marza); Rime degli academice; Rime del gnoto çicco de Hadria; Romance-
ro general; Tres musas del Melodino (Francisco Manuel); Trescientas
(Mena); Triunfos (Petrarca); Vega del Parnaso (Lope de Vega) (9); Ver-
sos ( Herrera); Virgilio comentado; Virgilius cum notis variorum; Juvenal;
Persio. Novela y otros géneros: Arcadia (Lope de Vega) (9); Arca-
dia (Sannazaro); Boccaccio; Caballero determinado; Cente novelle (San-
sovino); Cigarrales de Toledo (Tirso de Molina); Cintia de Aranjuez
(Corral); Coralbo del caualler (Biondi); Conde Lucanor (Juan Manuel);
Decamerón (Boccaccio) (2); Deleitar aprovechando (Tirso de Molina);
Diana (Montemayor); Dorotea (Lope de Vega) (9); Galatea (Cervan-
tes); Guzmán de Alfarache (Alemán); Histoire ethiopique de Theagenes et
Clariclee (Heliodoro de Emesa); Lucius Apuleyus (3); Novelas ejempla-
res (Cervantes); Palmerín de Oliva; Para todos (Pérez de Montalbán);
Primavera (Rodrigues Lobo); Don Quijote (Cervantes) (2); Fábulas
(Esopo) (4). Teatro: Algunas hazañas del marqués de Cañete (Bel-
monte); Autos (Calderón); Autos, loas y entremeses; Comedias; Come-
dias (Calderón) (8); Comedias, tomo quinto (Calderón); Comedias
(Guillén de Castro); Comedias (Rojas Zorrilla) (2); Comedias (Lope
de Vega) (17); Comedias varias (10); Jocoseria (Quiñones de Benaven-
te); Medea (Séneca); Opera (Séneca) (3); Pastor Fido (Guarini) (2);
Terentius cum comento; Terentius variorum; Il Coriolano (Shakespeare);
Tragedia (Séneca) (3); Tragedias españolas; Tragicomedia de los jardines y
campos sabeos (Enríquez de Guzmán).
60. (1687) Juan de Contreras. La imprenta y el comercio de libros en
Madrid (siglos XVI-XVIII), Agulló y Cobo, M., D 1733. 484 libros.
Poesía: Corona trágica (Lope de Vega); Elegancias (Pablo Manuzio);
Epigramata (Marcial). Teatro: Comedias; Comedias, parte 21 (Lope
de Vega); Tragedias (Séneca).
61. (1687) Andrés Díaz Román, consejero de Hacienda. «La bibliote-
ca del caballero manchego don Andrés Díaz Román, consejero de
Hacienda del rey Carlos II (1686)», Barrio Moya, J. L., Cuadernos
de estudios manchegos, 32, 2008, pp. 135-165. 106 libros. Poesía:
Dragontea (Lope de Vega); Rimas (Salcedo); Triunfos (Petrarca) (2).
Novela: Caballero determinado (Olivier de la Marche); Historia etió-
pica de Theágenes y Clariquea (Heliodoro de Emesa).
62. (1688) Álvaro de Bracamonte Rodríguez de las Barillas, goberna-
dor de Ciudad Rodrigo. Lectores y bibliotecas en la Salamanca moder-
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72. (1695) José de Arroyo, arquitecto. «Los libros del arquitecto José de
Arroyo», Barrio Moya, J. L., Revista de archivos, bibliotecas y museos,
81, 1978, pp. 825-834. 249 volúmenes, 237 títulos. Poesía: Obras
en prosa con el Parnaso (Quevedo), Obras (Quevedo), Parnaso español
(Quevedo) (2), Epicteto traducido (Quevedo); Romancero espiritual
(Lope de Vega); Justa poética que hizo la insigne Villa de Madrid al
bienaventurado san Isidro en las fiestas de su beatificación (Lope de
Vega), Araucana: cuarta y quinta parte (Santisteban) (2); Poema heroico
de la invención de la Cruz (López de Zárate); Obras (Góngora);
Obras (Santillana); Obras (Villamediana); Araucana: segunda y tercera
parte (Ercilla) (2); Obras (Garcilaso); Canciones (Petrarca); Obras
(Ovidio); Ovidio en romance; Obras (Virgilio). Novela: Siete libros de
la Diana (Montemayor); Dorotea (Lope de Vega); Historia de Hipóli-
to y Aminta (Quintana); Obras en prosa con el Parnaso (Quevedo).
Teatro: Comedias (Lope de Vega); Comedias, sexta parte (Calderón);
Autos (Calderón); Gran teatro del mundo (Calderón); Verdadera quinta
parte de las comedias (Calderón); Comedias (Solís); Comedias varias (2).
73. (1696) Juan Tomás Baraona Chumacero, catedrático de vísperas de
cánones en Alcalá de Henares. «La biblioteca de don Juan Tomás
Baraona Chumacero, catedrático de vísperas de cánones en la
Universidad de Alcalá de Henares», Barrio Moya, J. L., Anales com-
plutenses, 16, 2004, pp. 341-363. 621 títulos. Poesía: Jerusalén con-
quistada (Lope de Vega); Góngora; Eróticas o amatorias (Villegas);
Orlando furioso (Ariosto); Lucano; Ausonio;Virgilio (2); Marcial;
Camoens. Novela: El grande hijo de David más perseguido: Jesucristo
Señor Nuestro (Lozano); Trabajos de Persiles y Sigismunda (Cervan-
tes), Don Quijote: Primera y Segunda parte (Cervantes) (2). Teatro:
Manzana de oro (Sbarra).
74. (1696) Agustina de Abello y Valdés, viuda de Rodrigo Álvarez de
Valdés. «Tasación de libros que quedaron por muerte de doña
Agustina de Abello y Valdés, viuda de don Rodrigo Álvarez de
Valdés», La imprenta y el comercio de libros en Madrid (siglos XVI-XVIII),
Agulló y Cobo, M., D 1200. 68 libros. Poesía: Academia que se cele-
bró en casa de Gabriel de Campos (2); Cancionero en romance (Luzón);
Circe (Lope de Vega); Góngora. Novela: Don Quijote (Cervantes).
Teatro: Parte treinta y seis de comedias.
75. (1697) Antonio Leonardo. «Tasación de los libros que quedaron a
la muerte de Antonio Leonardo, vezino que fue de esta villa», La
imprenta y el comercio de libros en Madrid (siglos XVI-XVIII), Agulló y
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PARTE II
1. INTRODUCCIÓN
2. EL AUTOR
1
Scalia, 1980.
2
Chartier, 1994. Sobre la «conciencia autorial» en el Siglo de oro ver Ruiz
Pérez, 2009.
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3
Chartier, 1994, pp. 44 y 67.
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Bástenos con lo que antecede, sin ahondar más, para, asumidas las
particulares circunstancias del autor, de la profesión de escritor, seguir
el proceso, según las intenciones apuntadas, de la Edad Media a nues-
tros días.
4
Escarpit, 1968, pp. 183-185.
5
Chartier, 1994, pp. 65 y ss.
6
Chartier, 1994, p. 66.
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Frente a esta actitud, don Juan Manuel deposita sus obras supervisa-
das y corregidas en el monasterio de Peñafiel:
Et porque don Iohan vio et sabe que en los libros contesçe muchos
yerros en los trasladar, porque las letras semejan unas a otras, cuydando por
la una letra que es otra, en escriviéndolo, múdasse toda la razón et por
aventura confóndesse, et los que después fallan aquello escripto, ponen la
culpa al que fizo el libro; et porque don Iohan se reçeló desto, ruega a los
que leyeren qualquier libro que fuere trasladado del que él compuso, o de
los libros que él fizo, que si fallaren alguna palabra mal puesta, que non
pongan la culpa a él, fasta que bean el libro mismo que don Iohan fizo,
que es emendado, en muchos logares, de su letra8.
7
En Menéndez Pidal, 1957, p. 378.
8
Don Juan Manuel, El conde Lucanor, pp. 47-48.
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9
Bennassar, 1983, pp. 271-272.
10
Frenk, 1995, p. 83.
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En las anteriores huellas del «oír» y el decir de la lectura del libro del
mester, se advierte un complejo sistema de comunicación en el que se
mezclan dos culturas: la erudición técnica del escrito y la vocalidad que
propicia una recepción general que, según su lengua o materia, puede ser
culta o popular13.
11
Chevalier, 1976, p. 14.
12
Frenk, 1992, pp. 50-51.
13
Grande, 2004, p. 107.
14
Briggs-Burke, 2002, pp. 40 y ss.
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Había juglares con puesto fijo, sea al servicio de los trovadores, sea en el
palacio de reyes o grandes señores, sea como empleados municipales, que
cobraban una quitación o salario mensual en dinero y paño para vestir, o
en cebada y vino. Pero el modo primitivo, el más común de vivir un juglar,
era viajando de un sitio a otro para buscar público variado, de quien reci-
bía dones15.
15
Menéndez Pidal, 1957, p. 62.
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16
Menéndez Pidal, 1957, pp. 377-380.
17
En Valdaliso, 2011, p. 26.
18
En Lázaro, 1970, p. 36.
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19
Salvador, 2004, p. 76.
20
Núñez, 2008, p. 168.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 205
21
Herrán, 2008, p. 79.
22
Rodríguez-Moñino, 1965.
23
Jauralde, 1982.
24
Ruiz Pérez, 2001.
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25
Ver Díez Borque, 1983; 1985a; 1995 a y b.
26
Sliwa, 2007, pp. 593; 651.
27
Sliwa, 2007, p. 670.
28
Pérez Pastor, I, 106.
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29
Salomon, 1974, pp. 21-22.
30
De Torre, 1963, p. 252.
31
Leavitt, 1967, p. 179.
32
Díez Borque (en preparación)
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33
De los Reyes, 2010, p. 36. Cuando corrijo pruebas me llega el libro de
Bouza, 2012, pertinente para todo lo relativo a las «prácticas de aprobación de
libros».Ver también Cayuela, 2012.
34
De los Reyes, 2001. Lucía, 2000.
35
Moll, 2011, p. 26.
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una idea de lo que espera del libro. Pues el libro es portador de un conte-
nido, sin el que no tendría razón de ser. Su aceptación o no por parte del
público comprador es el elemento fundamental para todo estudio de la
sociología de la edición, que ha de llegar a unos resultados: conocer la
aceptación o rechazo social de unos autores, géneros, formas del objeto
libro, aceptación momentánea, sin continuidad, en ciclos cronológicos más
o menos largos, con finalidades diferenciadas. Ello nos permitirá acercar-
nos a la realidad social del libro impreso36.
36
Moll, 2011, p. 92.
37
Cayuela, 2005, p. 34.
38
Rico, 2005, p. 74.
39
De los Reyes, 2006, p. 171.
40
Cayuela, 2005, p. 32.
41
Lucía, 2005, p. 309.
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42
Lucía, 2005, p. 60.
43
Lucía, 2005, p. 60.
44
González de Amezúa, 1951, p. 366.
45
Cavillac, 2011.
46
Pérez Pastor, 1971, II, 326. Hay algún otro dato útil, que no tomo en consi-
deración aquí. Citaré esta obra en el cuerpo del texto en las referencias que siguen
a continuación.
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De carácter religioso:
De vario contenido:
47
Pérez Pastor, III, 23 y ss. y 105 y ss.
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En otras áreas:
En el campo de la poesía:
miento ayuda para la impresión de libros; así, paga 3300 reales para la
impresión de Vida y milagros del señor san Isidro, de fray Jaime Bleda, en
1622, y antes se alude a 1500 reales «por el trabajo que ha tenido en
ello» y por la impresión (Pérez Pastor, III, 85).
No se me oculta que las cantidades mencionadas hasta aquí, en rea-
les, no significa mucho si no las referenciamos a la realidad de la época,
es decir, a salarios, precios, posibilidades adquisitivas, etc. Lo hice en
otro lugar, a donde remito48. Retendré sólo algún dato, de lo que allí se
da, para que sirva de término de comparación, y teniendo en cuenta,
claro, que hubo fluctuaciones a lo largo del siglo:
48
Díez Borque, 1978, pp. 104 y ss.
49
Reglá, 1971, p. 375.
50
Santos, 1854, Discurso X.
51
Caxa de Leruela, 1632, p. 127.
52
Martín Granizo, citado por Regla, 1971, p. 126.
53
Hamilton, 1965, p. 401.
5
Varey-Shergold, 1971, p. 33.
55
Reglá, 1971, p. 182.
56
Hamilton, 1965, p. 372.
57
Hamilton, 1965, p. 372.
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Así estaban las cosas en el siglo XVII, y faltaba mucho para un con-
trol real de las ediciones y su consecuente rentabilidad, aunque tampo-
co sean siempre fluidas las relaciones entre editores y autores.
La comedia nueva, que triunfa en corrales y coliseos, supone una
notable diferencia, como veremos, con respecto a lo considerado hasta
58
Martín Abad, 2005, p. 67.
59
González de Amezúa, 1951, pp. 358 y ss.
60
Lucía, 2005.
61
Cayuela, 2005, pp. 57 y ss.
62
Cayuela, 2005, p. 65.
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El teatro en el siglo XVII, frente a lo que ocurría con otros géneros litera-
rios, tenía una importante rentabilidad económica, especialmente en el
caso de Lope de Vega, con el triunfo de su comedia. Ello supone que el
éxito, la dependencia de su público, cuanto más extenso mejor, se convir-
tieron en factores centrales en la creación literaria. Como no estaba clara-
mente asumida la rentabilidad económica de la literatura, van a entrar en
oposición conceptos como normas de la poética/gusto; valor de merca-
do/valor cultural; peso de la norma/peso del éxito…, en definitiva, la fun-
ción del receptor en la creación literaria. Encontramos así al teatro depen-
diendo de un público que paga y mantiene la maquinaria lúdica del
espectáculo, y ello está presente, claro, en la escritura y representación de
las obras63.
63
Díez Borque, 2011a, p. 35.
64
Díez Borque, 1981; 1987; 1992; 2011a; 2011b.
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we may conclude that if an author sold a play for 500 reales, he came
into possession of considerable purchasing power.Writing saleable plays
was good business66.
65
Rennert, 1909, pp. 177 y ss.
66
Leavitt, 1967, p. 180.
67
Leavitt, 1967, p. 180.
68
Díez Borque, 1978, pp. 104 y ss.
69
Pérez Pastor, 1901, p. 253.
70
Pérez de Montalbán, 1876, p. 18.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 218
71
Sliwa, 2007, p. 331.
72
Sliwa, 2007, p. 332.
73
Sliwa, 2008; doy la referencia en el cuerpo del texto, con indicación de
página entre paréntesis.
74
En Deleito, 1954, p. 224.
75
Díez Borque, 1985b.
76
Riley, 1966, p. 180.
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Pero los testimonios son abundantes, como dije más arriba. Lo que
nos demuestra lo difícil que resulta todavía asumir como normal la
propiedad intelectual y la relación que se establece entre calidad litera-
ria y rentabilidad canónica.
Aparte de todo esto, no pueden desatenderse distintas formas de
mecenazgo (citaba a Calderón en su relación con Felipe IV), el teatro
de encargo (Ferrer), la rentabilidad anual de los autos sacramentales,
especialmente en el caso de Calderón de la Barca, como hemos visto;
sin embargo, también había formas de teatro vinculado a la Iglesia sin
una inmediata rentabilidad económica.
5. CONSECUENTES
77
Quijote I, 48, en Díez Borque, 2011a, p. 36.
78
En Díez Borque, 2011a, p. 75.
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79
De los Reyes, 2000.
80
Álvarez Barrientos, 1995, pp. 41 y 46.
81
Álvarez Barrientos, 1995, p. 77.
82
Urzainqui, 1995, p. 174.
83
Álvarez Barrientos, 1995, pp. 41 y ss.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 221
84
Álvarez Barrientos, 1995, p. 43.
85
Buigues, 2003, pp. 293 y 297.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 222
86
Domergue, Freire, Guinard, Lopez, 1995, p. 16.
87
De los Reyes, 2000, pp. 558-559.
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En el siglo XIX los autores tuvieron que desenvolverse con unas nuevas
condiciones económicas, políticas, sociales y culturales que transformaron
su propia definición y el papel que a partir de entonces empezarían a des-
empeñar en la sociedad contemporánea. Durante todo el siglo, el libro y la
edición protagonizarán múltiples cambios que, entendidos en su conjunto
y no de forma aislada, representaron una revolución, tanto desde la oferta
como desde la demanda, y también del sentido mismo del mercado, en un
88
De los Reyes, 2000, p. 424.
89
Moll, 1994, 2011.
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Hay que tener presente, como escribe este autor, que en el primer
tercio del siglo XIX siguen funcionando las normas del siglo anterior:
Hasta los años treinta permanecieron las pautas jurídicas, técnicas y cul-
turales del Antiguo Régimen con un conjunto de intervenciones y regla-
mentaciones en el mundo de la edición, sólo episódicamente desarticula-
das entre 1811 y 1814 y entre 1820 y 1823 con las breves experiencias
liberales91.
La dependencia casi absoluta que éstos, hasta finales del XVIII, habían
mantenido respecto de las grandes instituciones del mecenazgo, se trans-
formó durante el siglo XIX, en su integración en las leyes del mercado92.
90
Martínez, 2009, p. 37. Ha de verse también de este autor, 1991, con impor-
tantes aportaciones sobre imprenta, librerías, comercio, editores, lectura, etc. y una
rica bibliografía en ambas obras, a donde remito.
91
Martínez, 2009, p. 41.
92
Romero, 2003, p. 531.
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93
Romero, 2003, pp. 538-339.
94
Romero, 2003, p. 539.
95
Carnero, 1995, pp. XXIII-XXV.
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96
Carnero, 1995, pp. XXIV-XXV.
97
Martínez, 2009, passim.
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pts. por año. Por otra parte, hay otros dos escritores que obtienen benefi-
cios por encima de los demás y que viven con gran holgura: Eduardo
López Bago (remito a Pura Fernández, que ofrece datos de tiradas y ven-
tas; un ejemplo: de la novela El cura se venden 40.000 ejemplares, unas
ventas solo igualadas, dice Pura Fernández, por Trigo y Blasco Ibáñez en el
XX) y el otro es Pedro Antonio de Alarcón, que según Jesús Martínez Mar-
tín, fue uno de los autores de mayor éxito, gestionó la edición de sus obras
y dice: obtuvo «ingresos cuantiosos». Galdós (dato de Botrel) obtuvo tam-
bién grandes ganancias.Vivió de su literatura. Desde 1874 se asocia al edi-
tor Miguel de Cámara, al 50% de beneficios. Cuando en 1896 rompe esta
sociedad, los beneficios de Galdós en estos 22 años ascendían a 242.632
pts., ingresos muy altos, pero todavía debía a su editor cerca de 30.000
pts., por adelantos.
Y se pregunta ¿quiénes ganan más con sus libros en las primeras déca-
das del XX?:
cuenta que ganaba 10.000 pts. por corrida. Blasco le contesta que a él le
habían abonado por una conferencia en Salta (Argentina) 14.000 pts., y
añade, «Ya es hora de que los que manejan la pluma aventajen en cobrar a
los que manejan el estoque». Pero el gran «pelotazo» le llega cuando en
1916 publica Los cuatro jinetes del Apocalipsis, sobre todo cuando se traduce
al inglés. Se vendieron 4.000.000 de ejemplares en lengua inglesa. En
1921, firmó un contrato con la Metro en Hollywood para hacer la pelícu-
la, por cuyos derechos cobró la cifra más alta hasta tiempos muy recientes
(datos de Rafael Ventura Meliá, Blasco Ibáñez cineasta: Blasco Ibáñez cobró
280.000 dólares de entonces que equivalen a 7.000.000 de pesetas de
1998, año de publicación del estudio)98.
5.3. Siglo XX
98
Ena, 2009.
99
Sánchez Vigil, 2009, p. 272.
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Pero una cosa es que se regulasen los derechos de los autores, y otra
que su actividad fuera rentable, permitiéndoles ser «profesionales de la
pluma», viviendo de ello, problema recurrente que hemos venido vien-
do hasta aquí. Jesús A. Martínez reconoce que «la actividad literaria
remunerada suficiente para vivir solo estaba al alcance de unos pocos»,
lo que afecta particularmente a la poesía, ensayo, historia, pero también
a la novela, y menos al teatro, lo que obliga, como antes, a buscar com-
plementos económicos a la actividad literaria: colaboración en perió-
dicos, traducciones, docencia, etc102.Aunque se vaya avanzando hacia la
profesionalización, con diferencias marcadas, claro, por géneros y auto-
res, el hecho cierto es que «la característica más destacada de la vida
material del autor fue la irregularidad de sus ingresos literarios, por la
dependencia del público y de los editores, es decir, por las estrecheces
del mercado»103.
Aparecen así las no siempre fáciles relaciones entre autores y edito-
res, no pocas veces en colisión de intereses económicos, y la función de
100
Sánchez Vigil, 2009, p. 271.
101
Sánchez Vigil, 2009, p. 270.
102
Martínez, 2009, pp. 183-187.
103
Martínez, 2009, p. 186.
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los contratos de edición, con unas pautas marcadas, pero con excepcio-
nes según los intereses, y los problemas de la liquidación de derechos
de autor según los ejemplares vendidos, a distancia de lo que veíamos
en el siglo XVII —por ejemplo— para obras de gran éxito de ventas.
Aunque pueden mantenerse formas de fidelidad, amistad, relaciones
personales, etc., las vinculaciones entre autores y editores entran en los
fríos cauces de lo contractual, con minuciosidad de estipulaciones. Jesús
A. Martínez reconoce «cierto grado de antagonismo entre editores y
autores»:
104
Martínez, 2009, 177.
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Acuerdos:
— porcentaje sobre venta de ejemplares;
— derechos por internet (porcentaje);
— derechos por ediciones paralelas distintas a la contratada en origen;
— ediciones populares o de bolsillo;
— ediciones de lujo;
— ediciones en fascículos;
— ediciones ilustradas;
— ediciones especiales para instituciones financieras y empresas;
— ediciones de clubs, quioscos o Círculo de Lectores y
— operaciones especiales.
Anticipos a cuenta:
— Se acuerdan en función del original: extensión, contenidos, etc.
— Se abonarán en uno o varios plazos y se liquidan generalmente a la
entrega del original y a la salida del libro.
105
Sánchez Vigil, 2009, p. 288.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 232
Liquidaciones:
— fijación del PVP de cada ejemplar y
— fijación de cantidades en caso de liquidación o saldo de la obra106.
106
Sánchez Vigil, 2009, pp. 292-293.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 233
Del mismo modo, los rasgos esenciales del modelo genérico ideal en el
caso del best-seller están estrechamente vinculados al contexto concreto en el
que surgió y se expandió después con fuerza este sorprendente fenómeno
literario: el contexto de la cultura de masas. De ahí que sea necesario, para
comprender bien por qué los rasgos integradores del arquetipo ideal son los
que son y no otros, poner esos rasgos en relación directa con la situación
contextual que en buena parte los explica. La ubicación del best-seller en su
hábitat natural facilita que, incluso antes de hacer una incursión en los aspec-
tos temáticos y estilísticos característicos de este tipo de obras, vaya asoman-
do ya una imagen genérica bastante bien perfilada, y esto demuestra que
tanto los temas más habituales del best-seller como los recursos formales a
través de los que se vinculan esos distintos temas se encuentran en situación
de dependencia directa respecto del contexto social en el que se desarrolla el
fenómeno. De ahí la importancia de reconstruir ese contexto108.
107
Viñas, 2009 y la bibliografía que incorpora. Puede verse, entre otros, Álamo,
2009-2010;AA.VV., 2001 y la bibliografía recogida.
108
Viñas, 2009, pp. 21, 39.
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que del autor […] un libro leído de cierto modo mucho más que escri-
to de cierto modo», que atiende a unas expectativas de recepción:
Querrá sobre todo contar una historia que suscite el interés del mayor
número posible de lectores, de manera que los aspectos formales tendrán
una importancia secundaria, la tengan o no durante el proceso configura-
tivo. Entendámonos: esa obra va a ser leída desde una actitud lectora que
atenderá mucho más a lo que se cuenta que a la manera de contarlo. […]
Siempre es la actitud lectora de la mayoría la que cuenta aquí.Y lo que a
esa mayoría le importa, lo que busca, es sentirse seducida por lo que lee,
pasarlo bien mientras se pasan páginas y pasa el tiempo, pasarlo bien inclu-
so pasándolo mal porque a lo mejor la ambientación gótica genera un
clima de cierta tensión, o porque la presencia de lo fantástico se siente
como una auténtica amenaza, o porque la intriga va in crescendo y no llega
la clave, hay que esperar (pasar otra página, y luego otra…).Y uno no
puede ya esperar más y se siente como atrapado en arenas movedizas y
quiere salir pero en realidad no, no quiere salir109.
109
Viñas, 2009, pp. 598-599.
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110
Sánchez Vigil, 2009, p. 149.
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111
Chartier-Hebrard, 2002, p. 199.
112
Cordón, Gómez y Alonso, 2011. Puede verse Cassany, 2011;Tascón, Cabre-
ra, 2012 y la bibliografía allí recogida.
113
Ver Briggs-Burke, 2002.Ver nota anterior.
114
Picchio, 2000, pp. 127-128, en Fiormonte, 2004, p. 754.
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115
Fiormonte, 2004, pp. 763-764.
116
Viñao, 2002, pp. 354-355. Ha de verse también, entre otros, Mora, 2012, y
la útil bibliografía que da.Ver nota 285.
117
Curso, Del escritor, 2009.
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118
Sánchez Vigil, 2009, pp. 281-282.
BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 240
BIBLIOGRAFÍA
119
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BIB AUREA-82 13/12/12 20:50 Página 241
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