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capellanía

Via
Queridas familias, profesoras y alumnas,
hemos hecho esta edición digital, sencilla,
Crucis
pero con mucho cariño, para que desde (El camino de la Cruz)
sus casas puedan aprovechar la Semana
Santa acompañando a Jesús.

Los textos son sacados de la Biblia, y se


ha agregado (entrecomillado) un breve
comentario a cada estación, realizado por
Ernestina de Champourcin, Poeta.

Hazlo el Viernes Santo (cualquier otro día


se puede también), y si es posible frente a
una Cruz con una vela encendida. Procura
leer despacio cada estación, con una
pausa corta, para que puedas reflexionar
su contenido. Y así desde la casa vivamos
como nos ha dicho el Papa Francisco: "con
la creatividad del amor".
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Pilato les preguntó: «¿y qué hago con Jesús,


I Estación:
llamado el Mesías?» Contestaron todos: «¡que Condenan a
lo crucifiquen!» Pilato insistió :«pues ¿qué mal
ha hecho?» Pero ellos gritaban más fuerte:
muerte a Jesús
«¡que lo crucifiquen!» Entonces les soltó a
Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo
entregó para que lo crucificaran. (Mateo 27, 22-
23.26).
"Fuiste condenado a muerte para que
aprendiéramos a aceptar nuestro destino.
Enséñanos a seguirte, a no apartarnos un
momento de tu senda, a morir poco a poco a tu
lado."

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de todos


los pecadores. Rezar: Padre nuestro y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque
por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús II Estación:


al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la
compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto
Jesús carga
de color púrpura y trenzando una corona de
espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron
con la Cruz
una caña en la mano derecha. Y doblando ante él
la rodilla, se burlaban de él diciendo: «¡Salve, Rey
de los judíos!». Luego lo escupían, le quitaban la
caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y
terminada la burla, le quitaron el manto, le
pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. (Mateo
27, 27-31).

"No temo el dolor porque Tú vas delante de mí. Tus


pies liman las asperezas del camino y señalan el
atajo por donde Tú pasaste, la ruta inefable que te
condujo a la gloria del Padre y que dejaste abierta
para todos. ¡Sea nuestra Cruz, Señor, la que Tú has
dispuesto!"

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de todos


los pecadores. Rezar: Padre nuestro y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.
III Estación:
Él soportó nuestros sufrimientos y
aguantó nuestros dolores; nosotros le Jesús cae por
hicimos castigado, herido de Dios y
humillado, traspasado por nuestros primera vez
pecados, triturado por nuestras
rebeldías. El castigo de nuestra salvación
cayó sobre él, sus cicatrices nos
curaron.Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino, y el Señor
cargó sobre Él todos nuestros crímenes.
(Isaías 53, 4-6).

"¿Qué piedra te detiene? ¿Qué obstáculo te


hace tropezar a Ti, decidido a apurar el
cáliz hasta la última hez? Caíste abrumado
por un peso más grande que el de esa cruz,
un peso agobiante, implacable. Toda la
humanidad sobre tus hombros frágiles,
consumiéndolos, despojándolos de su
energía."

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de


todos los pecadores. Rezar: Padre nuestro
y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo. IV Estación:
Simeón los bendijo y dijo a María, su Jesús se
madre: «Mira, éste está puesto para
que muchos en Israel caigan y se encuentra con
levanten; y una espada traspasará tu María Santísima
alma, para que sean descubiertos los
pensamientos de muchos corazones”».
Su madre conservaba todo esto en su
corazón. (Lucas 2, 34-35.51).

"Hay quien habla de tus siete dolores. ¿Qué


saben ellos? Eres todo el dolor, la suprema
amargura, eres el Amor que sabe compartir,
compadecer y callar."

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de


todos los pecadores. Rezar: Padre nuestro
y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo. V Estación:
Al salir, encontraron a un hombre de Simón ayuda a
Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a
que llevara la cruz. Jesús había dicho a sus
Jesús con la
discípulos: «El que quiera venir conmigo, Cruz
que se niegue a sí mismo, que cargue con
su cruz y me siga». (Mateo 27, 32; 16, 24).

"¿Hay acaso alguna cruz que pueda llevarse a


medias? (...). Por eso yo sé muy bien que si aceptaste
aquel ademán no fue por Ti, fue sólo por nosotros.
Para ayudarnos dándonos el júbilo inmenso de
querer ayudarte...Y si nos tiendes la cruz no es
porque no puedas con ella; es, al contrario, porque
sólo seremos capaces de sostenerla si nos viene de
tus manos, si la recibimos como una prenda inefable
de tu amor y del nuestro... Trueque de cruces.
Nupcias tuyas, nuestras, con el dolor."

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de todos


los pecadores. Rezar: Padre nuestro y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.
VI Estación:
Tu rostro no tenía figura ni belleza. Lo Una mujer
vimos sin aspecto atrayente, despreciado
y evitado por los hombres, como un limpia el rostro
hombre de dolores, acostumbrado a
sufrimientos, ante el cual se ocultan los de Jesús
rostros; despreciado y desestimado.
(Isaías 53, 2-3) Y después oigo en mi
corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro
buscaré, Señor, no me escondas tu
rostro. No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio; no me deseches,
no me abandones, Dios de mi salvación.
(Salmos 26, 8-9).

(Quiero) "Grabarte en mí como un espejo


para que todo lo que no seas Tú resbale
sobre tu imagen y se desvanezca. Para que
sólo Tú quedes victorioso en mí."

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de


todos los pecadores. Rezar: Padre nuestro
y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.
VII Estación:
En toda angustia de ellos Él fue
angustiado, y el ángel de su faz los salvó; Segunda caída
en su amor y en su clemencia los redimió,
y los trajo, y los levantó todos los días de de Jesús
la antigüedad. (Isaías 63,9).

"Al contemplarte siento que, aunque yo


caiga otra vez, mil veces, Tú estarás a mi
lado y que, con tu auxilio, podré levantarme
siempre, alzar los ojos a Ti y, al encontrar
los tuyos, bañarme en tus pupilas, dejar en
ellas el polvo del camino, recobrar la
antigua pureza, renacer amparada por tu
misericordia, por tu paciencia, acogerme a
esa mansedumbre que nos rinde a tus
plantas y nos entrega a ti sin remedio."

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de


todos los pecadores. Rezar: Padre nuestro
y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.
VIII Estación:
Y le seguía gran multitud del pueblo, y de
mujeres que lloraban y hacían Jesús consuela a
lamentación por él. Pero se volvió hacia
ellas y les dijo: Hijas de Jerusalén, no las mujeres de
lloren por mí, lloren por ustedes y por sus
hijos, porque miren que llegará el día en Jerusalén
que dirán: «dichosas las estériles y los
vientres que no han dado a luz y los
pechos que no han criado». Entonces
empezarán a decirles a los montes:
«Desplomaos sobre nosotros»; y a las
colinas: «Sepultadnos»; porque si así
tratan al leño verde, ¿qué pasará con el
seco? (Lucas 23, 28-31).

"¿Y qué fruto puede brotar de nuestras


ramas sin tu ayuda y apoyo? Haz que
lloremos por Ti hacia adentro, sin lágrimas,
con un dolor verdadero que trascienda a
todos nuestros actos y nos redima de llorar
más tarde sobre la propia muerte."

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de


todos los pecadores. Rezar: Padre nuestro
y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.
IX Estación:
Bueno es para el hombre soportar el
yugo desde su juventud. Que se sienta
Tercera caída
solitario y silencioso, cuando el Señor se de Jesús
lo impone; que ponga su boca en el
polvo: quizá haya esperanza; que tienda
la mejilla a quien lo hiere, que se harte de
oprobios. Porque el Señor no desecha
para siempre a los humanos: si llega a
afligir, se apiada luego según su inmenso
amor. (Lamentaciones 3, 27-32).

"Pero Tú no gritas, no protestas. La ofrenda


viva de tu cuerpo se ha consumado ya y
permaneces en tierra, vacío de Ti mismo,
dispuesto a no ser para que nosotros
seamos, a abrirnos la senda de la
recuperación y del amor."

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de


todos los pecadores. Rezar: Padre nuestro
y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.
Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota
X Estación:
(que quiere decir «La Calavera»), le dieron Jesús es
a beber vino mezclado con hiel; él lo
probó, pero no quiso beberlo. Después despojado de
de crucificarlo, se repartieron su ropa
echándola a suertes y luego se sentaron a sus vestiduras
custodiarlo. (Mateo 27, 33 -36).
"Algo ampara tu desnudez de la violencia...
Te yergues sobre todos como un rayo de luz,
como un haz intacto de secretos
resplandores. Tu pureza irradia tu blancura
entre la suciedad, la traición, las
mezquindades. Te alzas como una antorcha
alumbrando la senda para los que quieren
aún seguirte. Y entre tantos rostros que
deforman la ira, el odio o la codicia, eres,
indefenso, salpicado de injurias, el único
signo de paz. ¡Blancura de tu frente
ensangrentada, de tu cuerpo herido!
Límpianos, Señor, con tu mirada, purifica
hasta el último rincón de nuestras mentes,
grábate en ellas, desnudo, silencioso,
intocado..."

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de


todos los pecadores. Rezar: Padre nuestro
y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.
XI Estación:
Encima de la cabeza colocaron un letrero
con la acusación: «Este es Jesús, el Rey de Jesús es
los judíos». Crucificaron con él a dos
bandidos, uno a la derecha y otro a la clavado en la
izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban
y decían meneando la cabeza: «Tú que Cruz
destruías el templo y lo reconstruías en
tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo
de Dios, baja de la cruz». Los sumos
sacerdotes con los letrados y los
senadores se burlaban también diciendo:
«A otros ha salvado y él no se puede
salvar. ¿No es el Rey de Israel? Que baje
ahora de la cruz y le creeremos». (Mateo
7, 37-42).

"Queremos amarte a nuestro modo, sufrir a


nuestro gusto, como si el dolor y la propia
satisfacción fueran compatibles... Como si
Tú hubieras elegido... Ofreciste al verdugo
tus pies, tus manos, todo tu cuerpo y,
primero que nada, tu Corazón..."

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de


todos los pecadores. Rezar: Padre nuestro
y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.
XII Estación:
Desde el mediodía hasta la media tarde
vinieron tinieblas sobre toda aquella Muerte de
región. A media tarde Jesús gritó: «Elí, Elí
lamá sabaktaní», es decir: «Dios mío, Dios
Jesús en la
mío, ¿por qué me has abandonado?» Al Cruz
oírlo algunos de los que estaban por allí
dijeron: «A Elías llama éste».Uno de ellos
fue corriendo; enseguida cogió una
esponja empapada en vinagre y,
sujetándola en una caña, le dio de beber.
Los demás decían: «Déjalo, a ver si viene
Elías a salvarlo». Jesús, dio otro grito
fuerte y exhaló el espíritu. El centurión y
sus hombres, que custodiaban a Jesús, al
ver el terremoto y lo que pasaba dijeron
aterrorizados: «Realmente éste era Hijo
de Dios». (Mateo 27, 45-50. 54).

"No olvidemos que, en tu muerte, nos


abriste las puertas de Ti mismo y la
mansión de tu amor."

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de


todos los pecadores. Rezar: Padre
nuestro y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.

El centurión y sus hombres, que custodiaban


XIII Estación:
a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba María, con
dijeron aterrorizados: «Realmente éste era Hijo
de Dios». Había allí muchas mujeres que Jesús muerto
miraban desde lejos, aquellas que habían
seguido a Jesús desde Galilea para atenderle. en los brazos
(Mateo 27, 54-55).
"Era tu carne, tu sangre deshecha,
martirizada; tu vida y la de Dios; tu gloria y
la del Cielo. Y de todo solamente quedaba
en tus brazos un cadáver maltrecho, una
frialdad incontenible que te iba invadiendo
inexorablemente. Y en ese momento
concedido a las tinieblas empezabas a ser
nuestra Madre, a cobijarnos en el regazo de
tu dolor. Y por eso tus lágrimas no
acabarían de caer nunca. Se te cuajaron al
presentir que te necesitábamos, que no
dejarías nunca de ser madre, que tu
maternidad prodigiosa se ensanchaba,
floreciéndote nuevamente los senos, ¡oh
redentora de los redimidos!".

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de


todos los pecadores. Rezar: Padre nuestro
y Ave María.
Te adoramos, Señor, y te bendecimos,
porque por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.
XIV Estación:
José, tomando el cuerpo de Jesús, lo
envolvió en una sábana limpia, lo puso en Jesús es
el sepulcro nuevo que se había excavado
en una roca, rodó una piedra grande a la
entrada del sepulcro y se marchó. María
sepultado
Magdalena y la otra María se quedaron allí
sentadas enfrente del sepulcro. (Mateo
27, 59-61).

"Y nos llamas ahora desde esa piedra que te


ciña, aislándote por un breve plazo de todo.
Porque para resucitar contigo hay que
sepultarse primero enterrar hondo los gritos
de la carne, seguirte en tu pasión y hasta tu
muerte.Y saber que estás ahí, aunque no te
sienta, aunque nos falte tu sombra, tu
contigüidad, tu recuerdo. Danos la fe que
resiste a todas las tentaciones, que no se
quebranta aunque el mundo entero se alce
contra ella, esa fe que surca los mares y
traspasa los montes, porque sabe muy bien
que, al marcharte, permaneciste entre
nosotros..."

Señor, pequé, ten misericordia de mí y de


todos los pecadores. Rezar: Padre nuestro y
Ave María.
Oh Cristo crucificado y victorioso, tu Vía
Crucis es la síntesis de tu vida, es el ícono
de tu obediencia a la voluntad del Padre,
es la realización de tu infinito amor por Oración
nosotros pecadores, es la prueba de tu
misión, es el cumplimiento definitivo de la
Revelación y de la historia de la salvación.
final
El peso de tu cruz nos libera de todos
nuestros yugos. En ti, Santa Cruz, vemos a
Dios que ama hasta el extremo. Líbranos
del mal y enséñanos a desear la luz del
bien.

Alma de Cristo, santifícanos, Cuerpo de Cristo,


sálvanos, Sangre de Cristo, embriáganos, Agua
del costado de Cristo, lávanos, Pasión de Cristo,
confórtanos, Oh buen Jesús, óyenos. Dentro de
tus llagas, escóndenos. No permitas que nos
apartemos de ti. Del enemigo, defiéndenosEn
la hora de nuestra muerte, llámanosY
mándanos ir a Ti, para que te alabemos con tus
santos por los siglos de los siglos. AMÉN

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