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La Biblia dice que hay una guerra espiritual entre las fuerzas del maligno y el
ejército de Dios. No es una batalla que sucede únicamente en las altas
esferas, sino que afecta la vida de todas las personas: unos sirven a Dios y
otros están bajo el yugo del diablo. Los hijos de Dios necesitan entender la
importancia de estar preparados para combatir pues la guerra es real.
El diablo busca desanimar a los creyentes y hacerlos poco efectivos en la
proclamación del Evangelio. En cuanto a los no creyentes, su táctica es la de
mantenerlos alejados e indiferentes espiritualmente. Él quiere impedir que
respondan a la evidencia del poder de la gloria de Dios que los rodea.
El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso
evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios. (2 Corintios 4:4)
Dios capacita a sus hijos para vencer y llevar su reino dondequiera que van.
La batalla pertenece al Señor (2 Crónicas 20:15). Para obtener la victoria es
necesario estar lleno del Espíritu Santo y usar las armas espirituales que Dios
mismo ha provisto.
Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo.
Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades,
contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en
las regiones celestiales. (Efesios 6:11-12)
1. El enemigo es el diablo
Ten siempre en mente que el enemigo final es el diablo. Aunque las personas
te ataquen, ellas no son tu verdadero enemigo. Tampoco lo son las
circunstancias o tu mente. Todo eso es utilizado por el diablo y sus huestes
para tentarte, desanimarte o agobiarte.
Claro está, tú tienes una gran responsabilidad. Debes permanecer alerta
venciendo activamente las tentaciones y manteniéndote firme en el
Señor porque el diablo no descansará en su intento por hacerte caer.
Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león
rugiente, buscando a quién devorar. Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus
hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos. (1 Pedro 5:8-9)
Llénate del Espíritu Santo y rechaza los pensamientos que no vienen de Dios.
La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es
vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni
es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios.
Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa, sino según el Espíritu, si es que el
Espíritu de Dios vive en ustedes. Y, si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
(Romanos 8:6-9)
Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo
puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca
elogio. (Filipenses 4:8)
Llénate del Espíritu Santo cada día y lograrás vencer los deseos de la carne y
los pensamientos que no vienen del Señor. ¡Vive por el Espíritu y experimenta
la victoria en Cristo en todo momento!
Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa.
Porque esta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los
dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. (Gálatas 5:16-17)
Pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas con
que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas.
Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos
cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo. (2 Corintios 10:3-5)
El mundo intentará dañar tu testimonio y tu reputación. El diablo se esforzará
en debilitarte física y espiritualmente para que dudes del poder o hasta de la
existencia de Dios. ¿Cómo harás frente a esos ataques? ¡Empleando la
armadura de Dios! Es efectiva para protegerte de todos los ataques del
enemigo. Utilízala con la sabiduría que Dios te da y comienza a vivir en
victoria para la gloria de Dios.
Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan
resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad,
protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la
paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas
encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra
de Dios. (Efesios 6:13-17)
Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al mundo:
nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1
Juan 5:4-5)
Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste
aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos. (1 Timoteo 6:12)
Les aseguro que, si tienen fe y no dudan (...), podrán decirle a este monte: “¡Quítate de ahí y tírate
al mar!”, y así se hará. Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración. (Mateo 21:21-22)
Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les
aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. (Mateo 28:18-20)
Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo —respondió él—. Sí, les he dado autoridad a ustedes
para pisotear serpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá hacer
daño. Sin embargo, no se alegren de que puedan someter a los espíritus, sino alégrense de que sus
nombres están escritos en el cielo. (Lucas 10:18-20)
Debes librar cada batalla y luchar contra toda adversidad con la autoridad
que Jesús te da. En su fuerza y con su autoridad ganarás almas. No temas ni
seas tímido, lleva el mensaje de salvación en su nombre y verás que
sucederán grandes cosas para la gloria del Señor.
Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio. (2
Timoteo 1:7)
Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en
Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. (Hechos 1:8)
«... porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo»
(1 Juan 4:4b).
Sobre todas las cosas y en medio de cualquier adversidad debes recordar que
el final ya está escrito: ¡Dios es el vencedor! El diablo ya sabe dónde pasará
la eternidad: en el fuego eterno (Mateo 25:41).
Luego oí en el cielo un gran clamor: «Han llegado ya la salvación y el poder y el reino de nuestro
Dios; ha llegado ya la autoridad de su Cristo. Porque ha sido expulsado el acusador de nuestros
hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios». (Apocalipsis 12:10)
El juicio de este mundo ha llegado ya, y el príncipe de este mundo va a ser expulsado. (Juan
12:31)
Porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado. (Juan 16:11)
Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al
exhibirlos en su desfile triunfal. (Colosenses 2:15)