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JULIO CARO BAROJA,

M IR A D A V C O R A ZÓ N IL IM IT A D O S .

Félix M araña

Julio Caro Baroja es para la historia y la memoria de


este País un capítulo extenso, generoso y entrañable, por lo
que la invocación de su memoria, su talento y su sentido pro-
gresivo de la cultura debe ser en sí mismo referente para toda
tarea pedagógica que quiera conocer m ejor la historia, enten-
der su discurso y extenderlo en el tiem po. Es necesario llamar
la atención ta n to sobre la memoria y el buen sentido de don
Julio, com o sobre su obra, compleja, extensa y rica, agrupada
en su no menos extensa y profunda bibliografía. Leer la obra
de don Julio es una tarea que nos ayudará a comprender
muchos pasajes de nuestro pasado y algunas parcelas de nues-
tro presente.
Voy a señalar tan sólo algunos rasgos y testim onios
que a nuestro juicio explican una trayectoria intelectual ejem-
plar, que en su desarrollo supera todos los inconvenientes que
la historia en que se desenvuelve le tiende. Espero que estos
testim onios nos ayuden a valorar m ejor la figura de nuestro
maestro Julio Caro Baroja. Recuerdo cóm o en el viaje que hicie-
ra con m otivo de la inauguración del Instituto de Bachillerato
de Getxo (Vizcaya), Caro Baroja hizo una reflexión, aguda y cer-
tera sobre el sentido mismo del hecho pedagógico, insistiendo
que es necesario tener en cuenta siempre la renovación de
cuanto se enseña y cóm o se enseña, para com prender m ejor
los cambios propios del tiem po histórico. Es la invocación a la
renovación pedagógica lo que explica en buena medida su
visión del m undo, pues no en vano se fo rm ó dentro de una
fam ilia que representa esa actitud, com portam iento y sentido
m oderno de la cultura. Julio Caro Baroja estudió en el Instituto
Escuela de M adrid, centro a cuya form ación había contribuido
su propia madre, Carmen Baroja y Nessi, ju n to con María Goiri,
y otras mujeres con un gran sentido civil y moral para entender
los cambios históricos y tam bién la noción misma de libertad
humana. Don Julio fue allí com pañero de pupitre de Rosa
Urabayen, profesora, e hija del gran novelista Félix Urabayen, al
que el tiem po y otras inconveniencias que no son al caso, han
Pero si don Julio estuvo siempre preocupado por el
sentido de la pedagogía, es decir, por la transmisión razonada
del conocim iento y los m étodos que en el tiem po hacen que la
historia, la ciencia y el pensamiento se extiendan, tam bién
dedicó un tiem po a reconocer a aquellas personas de quienes
había recibido las enseñanzas más profundas. Entre éstas
están, sin duda, com o puede advertirse a poco que se conozca
su vida y sentimientos, las que conform an su propia familia. En
el prólogo a su libro Semblanzas ideales, Caro Baroja escribe a
este respecto algo que me parece ejemplar tanto en el orden
moral como pedagógico:
"El Destino ha hecho que en m i vida, tanto intelectual
com o afectiva, hayan confluido corrientes de m uy distinto o ri-
gen y, si se quiere, difíciles de unir. Por un lado he tenido fuer-
te conexión con hom bres del País Vasco, m uy m etidos en la
vida de aquél, m uy católicos, conservadores en ciertos aspectos
esenciales, y opuestos a lo que podía representar m i propia
familia.
Pero dentro de ella tuve el privilegio extraordinario de
aprender a apreciar el m érito donde estuviera. Ésta es la base
de todo Liberalismo verdadero, con independencia de la ergo-

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tización política, que nunca me ha interesado. Vida vasca, vida pués, en 1984, en su libro El laberinto vasco, hace a este pro-
vinculada a la familia m aterna p o r un lado: liberal en esencia. pósito una declaración que nos sigue pareciendo ejemplar:
Vida madrileña, de otro. "Si hay una "id e n tid a d " hay que buscarla en el amor.
He de confesar que soy un m adrileño poco madrileñis- Ni más, ni menos. A m o r al país en que hemos nacido o vivido.
ta, si me he de referir al M ad rid actual (1973). Pero en M adrid A m a r a sus montes, prados, bosques, am ar a su idiom a y sus
he vivido gran parte de m i vida y de M ad rid he sacado m i savia. costumbres, sin exclusivismos. A m o r a sus grandes hom bres y
De un M ad rid 'de izquierdas', aclararé: el de 1920 al de 1936. no sólo a un g ru p ito de ellos. A m o r tam bién a los vecinos y a
Así, me encuentro raram ente situado entre la sombra de don los que "no son com o nosotros". Lo demás, es decir, la coac-
Resurrección María de Azkue, p o r un lado, y la de don ción, el ordenancismo, la agresividad... n i es signo de "id en ti-
Francisco Giner de los Ríos, p o r otro, y en la constelación en dad"..., n i es vía para construir o reconstruir un país que pasa
que está m etida m i hum ilde estrella se encuentran don Ciro acaso p o r la m ayor crisis de su Historia y que está m uy desin-
Bayo y Seguróla y mis propios tíos. Simpatizo o he pod id o sim - tegrado desde todos los puntos de vista... Y la única posibilidad
patizar con un vasco tradicionalista, com o don Julio de Urquijo de creer en unidades, identidades y cosas p o r el estilo es cu lti-
y con el profesor deseoso de regenerar a España p o r vía peda- var el am or."
gógica y laica. M e solidarizo con el hidalgo bohem io y con el La misma pluralidad del pensamiento, en la pluralidad
hom bre de ciencia escrupuloso. Puedo sentir simpatía p o r cual- para expresar el afecto a los demás. Hemos dicho amor al País
quier postura sincera, sea la que sea la base ideológica en que Vasco, cuando to do en la obra de Caro Baroja es una expresión
se funda. Mas hoy resulta que no puedo sim patizar con casi de afecto para esta tierra. Buena parte de su tarea intelectual
nada de lo que me rodea. No porque no crea en la sinceridad sólo puede explicarse por relación y afecto a esta tierra. Ahí
y buena fe de mis contemporáneos, sino p o r la manera que tie- están sus libros. Pero si hay un m om ento, un texto, un rincón
nen de plantearse los asuntos fundam entales de la vida: a m i de aquélla donde a mí me parece que ese afecto es sobresa-
juicio, demasiado cercana a las candilejas." liente, no es o tro que este breve texto, entrañable y sobreco-
Junto a los maestros indicados, Ramón Carande, de gedor, de su libro memorial Los Baroja, que dice así, en relación
quien escribió semblanzas profundas, pues Caro Baroja fue con la memoria de la casa fam iliar de "Itze a ":
siempre un hombre, no sólo generoso, com o decimos, sino "¿Y el oír la lluvia menuda, pertinaz, desde la cama
agradecido a sus referentes intelectuales. una noche de prim avera? Si pienso en m í com o si fuera un
Hay o tro aspecto que quisiera someter a consideración m uerto, creo que p o r mis ideas debo estar en el Cementerio
y es la visión que de los grandes problemas de la naturaleza civil de Madrid, con m i tío Pío. Pero físicamente m e gustaría ir
tenía don Julio. En 1963, cuando la ecología era todavía una al cementerio de Vera, frente al Bidasoa, con mis abuelos y m i
referencia vaga, Caro Baroja hizo una reflexión lúcida sobre los tío Ricardo. Porque la tierra, la tierra vasca, ata al que ha pasa-
problemas m edio-am bientales del País Vasco, que eran en do su niñez sobre ella, y aunque no haya estado acorde con lo
buena medida los problemas que tenían planteados todas las que piensan y sienten muchos de sus pobladores. Es la tierra
sociedades industriales de Europa. El texto lo escribió y pro- m adre p o r excelencia: severa, dulce. Sin pretensiones".
nunció en un homenaje que la "Academ ia Errante" (especie de Lo hemos dicho en otra ocasión, pero conviene repe-
Universidad Popular Am bulante, que tuvo su desarrollo en tirlo. En la galería de hombres necesarios en la historia, Julio
aquellos primeros años en Guipúzcoa) dedicó a don José Caro Baroja aparece en la primera fila. Sus m éritos intelectuales
M iguel de Barandiarán, a quien tuvo siempre como maestro y le situaron ahí; y en ese espacio, donde pensamiento, ciencia,
amigo. El texto, que se ha publicado posteriorm ente en otros fantasía creadora y conciencia configuran su personalidad, este
libros suyos, lleva por título "Barandiarán y la conciencia colec- hom bre sabio y prudente permanecerá com o ejemplo de inte-
tiva del pueblo vasco". Repitamos que es una reflexión de lectual que ha sabido poner a su tiem po los matices que la his-
1963. El texto, que sirve para reconocer, una vez más, el amor toria precisa para tener un sentido.
de Caro Baroja por el País Vasco, dice así en uno de sus pasa- Caro Baroja representa la continuidad lúcida de una
jes: saga fam iliar que ha representado a su vez to d o en la cultura
"En todo caso creo que, nosotros, los que vivimos en de nuestro siglo. Su abuelo, Serafín Baroja, periodista, escritor;
el País Vasco desde hace m uchos años ya, hemos recogido (o liberal, como todos ellos; su tío, don Pío Baroja, por el que Caro
hemos pod id o recoger) del hecho de habitar en él, una pecu- no sólo sintió afecto, sino verdadero entendim iento intelectual;
liar esencia poética y creo también que la persona a la que las su padre, Caro Raggio, el editor que dio a conocer a los más
generaciones futuras deberán m irar para saber cuál ha sido im portantes escritores de la "Generación del 9 8 " y siguientes;
esta esencia es don José M ig ue l de Barandiarán, n i más ni su tío Ricardo Baroja, pintor y escritor; su madre, Carmen
menos". Baroja, escritora tam bién, cuyos versos han sido publicados
Nuestro maestro ahora recordado ponía en este escri- recientem ente'; su hermano Pío, cineasta y escritor, que les
to énfasis en el problema de una industrialización hecha sin sobrevive. Por no hablar ahora de sus antepasados impresores,
consideración a ese hábitat, en una tala brutal y menos consi- directores y editores de periódicos, que llenaron un tiem po en
derada aún de árboles; en la conversión de nuestros ríos en la vida cultural donostiarra y española. De todos ellos, Julio
verdaderas cloacas, que estaban destruyendo nuestro futuro. Caro Baroja ha sabido valorar, cultivar y m antener en el tiem po
Caro Baroja, que no es sólo el investigador que trabaja con los su memoria, con rigor, seriedad y afecto. Pero fue su madre la
libros, sino con la vida y la realidad que evoluciona o cambia, principal referencia para sostener en Julio Caro Baroja la cons-
advierte ya entonces de la violencia que se cometía con el eco- tante de la vigilancia intelectual, sin ceder ante las presiones,
sistema en el País Vasco, con un análisis certero, cuya visión para salvaguardar su independencia de criterio y libertad crea-
adelantada reconocen hoy ingenieros, economistas y sociólo- dora.
gos. En to do caso, en don Julio no era sólo visión de un pro- Toda esa galería de personajes reales barojianos, cuya
blema, sino verdadera preocupación por el mismo, en un hom - vida y memoria cuenta Julio Caro en su libro Los Baroja (una
bre que siente y ama el País. Cierto es que, hombre libre como verdadera novela), son la referencia de un tesoro cultural que
era, reclamó siempre la libertad para decidir la form a de amar ni aparece en todos los siglos con esa nitidez, solidez y con-
a su propio país, de identificarse con su historia. Tiempo des- tundencia, ni en todos los países se repite con la frecuencia

1 Con el título Tres Barojas, y con edición y prólo g o de su hijo Pío Caro, los poemas de Carmen Baroja, de tonos becquerianos, han sido publicados p o r "Pamiela" (Pamplona, 1995). Sobre la
vida, personalidad y sentido cultural de Carmen Baroja, la escritora Am paro H urtado prepara en la actualidad un libro, a l que viene dedicando tiem po y esmero y que va a ser, sin duda, una
referencia fundam ental para situar la mem oria de esta mujer, testigo, y agente, de vidas creadoras.

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deseable. El historiador, el hom bre de ciencia, el pensador crear una cátedra Julio Caro Baroja, que tributara, de manera
ahora desaparecido, to m ó el testigo en su día de esa herencia permanente, no sólo el reconocim iento a quien ha dedicado
intelectual y moral -tam bién moral; pues la obra de don Pío es tan im portante trecho de su vida y de su talento al estudio y
una referencia moral, mal que pese a ta nto revisionista-, ateso- m ejor conocim iento del pueblo vasco, sino al hom bre cabal,
rando y dando form a a sabiduría y herencia con una claridad íntegro, consecuente y honesto, al hombre bueno y generoso,
de pensamiento que hace de él un historiador, un científico, un que extendió su mirada sobre las cosas de este m undo con la
sabio volcado de form a acentuada en una sola dirección: la relatividad que el tiem po obliga, pero con la entereza y la inte-
pasión por el pensamiento. ligencia del sabio. No hay materia, cuestión, problema históri-
La obra de don Julio, rigurosa, serena, contundente, co, apreciación lingüística, discusión antropológica, revisión
clara y exquisita, lúcida y luciente, está ahí. Su figura intelec- m itológica, afirm ación o negación cultural que don Julio Caro
tual, irá creciendo con el tiem po y se asentará, por méritos, en Baroja haya tratado, ensayado o discurrido, que no tenga un
la consideración de ser una de las figuras intelectuales más pre- interés añadido, una nueva visión incorporada, una reflexión
claras en el siglo que se cierra. Pero es deber de nuestro afec- acertada y serena. En la cátedra que propongo, y espero se
to al maestro, y de la necesidad que tiene hoy este su querido considere, deberá estudiarse con esmero el conjunto amplio,
pueblo vasco de contar con referentes que certifiquen sus m ira- com plejo y humanísimo de las enseñanzas de don Julio, en
das más positivas, es obligado y de justicia que se instituyan pago siquiera m ínim o de su tan generosa entrega a la cultura.
entidades que sitúen en el tiem po su memoria. Pues si el afec- Tan ejemplar mirada sobre el m undo y su tiem po, que es el
to por su vida y obra, com o testim onio y conducta, está pro- nuestro, desde un corazón ilim itado como el de don Julio Caro
bado, la memoria, olvidadiza e irregular, necesita de luces en la Baroja, de feliz memoria.
travesía. Así, entiendo que las Universidades Vascas deberían
ALBERTO SCHOMMER

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