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El artículo discute el concepto de capital cultural y sus tres formas: incorporado, objetivado e
institucionalizado. Explica que el capital cultural incorporado está vinculado a los atributos
personales de un individuo y requiere tiempo y esfuerzo personal para adquirirlo. El capital cultural
objetivado se refiere a los bienes culturales, como libros o obras de arte, que pueden transmitirse
materialmente. El capital cultural institucionalizado se refiere a la conversión del capital cultural en
credenciales educativas. El documento también destaca la transmisión encubierta del capital
cultural y su importancia en la reproducción social.
Capital cultural personal: Esta forma de capital cultural se refiere al cultivo y adquisición personal
de conocimientos, habilidades y prácticas culturales. Es un proceso transformador en el que los
individuos trabajan sobre sí mismos y desarrollan su propio capital cultural. El capital cultural
personal es exclusivo de cada individuo y no puede transmitirse ni heredarse instantáneamente. Se
adquiere inconscientemente y está marcado por sus condiciones primitivas de adquisición. Está
estrechamente relacionado con la singularidad biológica del individuo y es un desafío medirlo y
reconocerlo
Capital cultural incorporado: El capital cultural incorporado se refiere a la incorporación del capital
cultural en el cuerpo y el ser de un individuo. Se convierte en una parte integral de la persona, un
hábito. Se adquiere a través de la inversión personal de tiempo y esfuerzo. El capital cultural
incorporado no puede acumularse más allá de la capacidad de apropiación de un individuo y se
debilita y muere con el individuo. Está íntimamente relacionado con las capacidades biológicas y la
memoria de la persona. El capital cultural incorporado a menudo está oculto e invisible, lo que
hace que funcione como capital simbólico. Tiene un mayor grado de ocultación en comparación
con el capital económico y puede tener un efecto en varios mercados, como el mercado del
matrimonio o el mercado de bienes culturales, donde el capital económico puede no ser
plenamente reconocido
Estas tres formas de capital cultural difieren en cuanto a su adquisición, transmisión, visibilidad y
reconocimiento. El capital cultural personal se adquiere a través del esfuerzo personal y está
íntimamente ligado a la singularidad del individuo. El capital cultural incorporado se adquiere a
través de la inversión personal de tiempo y se convierte en parte integral de la persona. El capital
cultural institucionalizado es reconocido y validado por las instituciones, aportando un valor
convencional en términos de competencia cultural.
El valor de las credenciales educativas radica en su capacidad para diferenciar a los individuos y
establecer jerarquías basadas en el capital cultural. Los empleadores suelen utilizar las
credenciales educativas como un mecanismo de selección para filtrar y seleccionar candidatos para
puestos de trabajo. Los niveles más altos de logro educativo a menudo se asocian con niveles más
altos de capital cultural, y las personas con credenciales educativas prestigiosas a menudo se
perciben como poseedoras de una mayor competencia cultural.