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REJAS

- El Freud de la Villa by Damián Quilici -


CAPÍTULO 1 "EL BAJO PERÚ"

El día que Marito se mudó a ese departamento de dos ambientes con


escasa iluminación, dos pisos más arriba hubo un ajuste de cuentas
con el saldo de un muerto. Del asesino nadie supo nada. Las cámaras
de la entrada no funcionaban hace meses. Asuntos de drogas decían
por ahí, otros aseguraban que fue por una antigua deuda familiar.

- Acá no preguntes mucho si querés andar bien, capo, esto es el bajo


Perú - Le dijo el portero del edificio.

Marito sólo asintió con la cabeza. Se vino desde una villa del
conurbano, rodeado de malandras, pibes chorros de los que se te
ocurra, viejos ladrones de blindados ya jubilados, y con un índice de
pobreza que asustaba. Sin embargo, los primeros meses sentía
miedo. El peligro acechaba en todo momento. Muchos pungas,
descuidistas, transas en todas las manzanas a la redonda, y una
guerra a la que nadie lo invitó, pero él solito se la buscó.

Johana laburaba en la panadería de la cuadra. Marito todas las


mañanas compraba algo para desayunar. Casi siempre lo mismo, tres
medialunas y alguna factura rellena de dulce de leche.

- ¿A qué hora salís? Le preguntó una mañana


- Hasta las seis de la tarde le pego ¿Por? – Respondió Johana
- Nada, no conozco a nadie por acá, podemos tomar una birra. La
invitación ya estaba hecha. Marito estaba sacando pasaje al
mismísimo infierno durante los próximos meses.
CAPÍTULO 2 "MOÑO"

La gente va y viene por la avenida principal del populoso barrio del


Doce. Sus calles pintorescas y llenas de tiendas de ropa, juguetes y
telas, le dan el toque especial. Miles de personas llegan por día a
realizar sus compras y vuelven a sus hogares en trenes, colectivos,
con carros y bolsas.

A pocas cuadras del bajo Perú, unos restaurantes con comida típica
de ese país explotan de comensales desde el mediodía. Marito prueba
por primera vez prueba el cebiche peruano. Es el plato nacional,
preparado a partir de cortes de trozos de pescado en forma cuadrada
que son posteriormente mezclados con limón y sal.

En el barrio Santa Rita, Marito era muy respetado. A sus 34 años y ya


retirado de la actividad delictiva, se mudó a la gran ciudad, en busca
del progreso y también alejarse de las malas influencias. A la mayoría
de sus amigos los mató la policía.

Poco importaban todos su berretines de matón en su nuevo domicilio.


Al mes le quisieron robar la moto de la puerta del edificio, sorprendió a
uno cortándole los cables del encendido:

- ¿Qué haces pedazo de gil? Salí de acá rata ¿Vos te querés


comer un tiro acá nomas?
- Disculpá causa
- ¿Disculpá qué la concha de tu madre?
- Broder no te enojes no soy de acá - Le decía mientras se iba
alejando despacio
- Tocá de acá, rastrero que ya te voy a cruzar, rata!
Salió corriendo. Era el Manuel, el más chico del Clan Cubilla.
Concuñado de Johana.

Ella, de apellido Reyes, había llegado hace cinco años con su


hermana menor y su madre. Ambas ejercieron un tiempo la
prostitución en sus primeros años en la ciudad.

No tardarían mucho en cruzarlo a Marito en la calle. Lo interceptaron


en el cruce de la avenida Almagro y San José. Marito era muy bueno
de reflejos, y en el bajo Perú si no andas armado, te pones el moño.
CAPÍTULO 3 "RESPETO"

En su vida anterior, Marito no fue cualquier delincuente. Nunca le robó


a un trabajador, tampoco a mujeres. Sus inicios en el mundo del
hampa fueron a sus 20 años recién cumplidos. El narigón Carlitos, un
viejo ladrón del barrio Santa Rita, y además su padrino, lo llevó como
chófer para hacer un laburito. 30 lucas le quedaron para él esa vez.
Desde ese día aprendió que la moneda no está en el bolso de un
obrero ni en una cartera de una empleada doméstica.

- ¿Vos sos el que amenazó al Manuel?


- ¿Qué decís?
- -Eh eh, tranquilo broder bajá el arma, sólo vinimos a hablarte.
- ¿Quiénes son ustedes? ¿Quién los manda? La concha de tu
madre quién carajo sos? ¿Quién es Manuel?
- Tranquilo, bajá el arma, nosotros no tenemos nada que ver.
- Bueno yo no conozco a nadie, andá y decile al que te mandó
que yo también tengo fierro, y que me la banco solito y que
venga con ustedes, los soldaditos, que tengo plomo para todos.

La banda de peruanos matones que lo habían interceptado quedó


obsoleta. El líder hasta cambió de color cuando Marito le puso la
pistola 9 milímetros en el cuello, ante la mirada de sus compatriotas y
los curiosos que pasaban.

Hace años que no agarraba un fierro. Pero esta vez, y en un barrio


nuevo, no podía regalarse de ninguna manera.

Los Cubilla y Los Reyes son dos bandas enfrentadas por la


comercialización de la cocaína en el bajo Perú. Salvo la excepción;
Pablo Cubillas hermano mayor de Manuel, en concubinato con Rosa
Reyes, hermana de Johana.

El episodio de Marito con los peruanos que pretendían golpearlo por


un par de billetes, llegó a oídos de Los Reyes, que inmediatamente lo
quisieron conocer.

A fuerza de respeto se estaba haciendo popular en esas calles que de


noche son la boca del lobo.

En la semana de su primera cita con Johana, salía del penal del


Ezeiza, un antiguo fiolo y ex pareja de ella, que cambiaría todos los
planes: Henry Flores.
CAPÍTULO 4 "LECHE DE TIGRE"

Se pudrió todo hace rato. Había que sacarse de encima a todos


aquellos que estén en el medio del negocio. En principio el Clan
Cubilla manejaba su kiosquito desde Sánchez de Lorca hasta Avenida
Lima, y desde España hasta la calle Castro Barrios. El resto del ghetto
pertenecía a los Reyes. Ellos eran más prolijitos, ayudaban a los
compatriotas a salir adelante, y en algunos casos hacían de
financistas del progreso de varios comerciantes de la zona. En las
calles de los Reyes, nadie roba.

- Hay 200 lucas por la cabeza de Pablo Cubilla, el novio de mi


sobrina - dice Hugo Reyes, hermano de Alberto Reyes, preso
por tenencia de arma de guerra y resistencia a la autoridad.
- Por 200 lucas no apretó ningún gatillo. Tampoco soy sicario.
Gracias pero no. - Contestó Marito.
- Me estiro a 400, no puedo mandar ningún causita porque si no
es ajuste de cuentas y vamos presos todos. A usted no lo
conoce nadie, compadre. Y ese tipo está muy atrevido, se
maneja en la impunidad, manda a robar a las ancianas, vende
celulares que manotean los chicos en el transporte público.

Henry Flores no puedo pisar el barrio. Se la tienen jurada hace un


tiempo, pero se las ingenia para ubicar a Johana y tratar de
convencerla para iniciar una nueva vida lejos de los tiros y las drogas.

Eso ya lo vivió ella hace un tiempo, antes de que caiga preso. No le


cree nada, pero él vuelve a insistir casi todos los días llamándola a la
panadería.
- Buen día, linda, lo de siempre, galleta con chicharrón, ah, una
pregunta ¿Qué es leche de tigre?
- Cuando comes cebiche, ese jugo que queda, la basura como le
decimos nosotros, se llama "Leche de tigre".
- Todos los días aprendo algo nuevo con vos.
- No te metas en quilombos en el barrio, yo sé cómo termina todo
- Tranquila, bonita.

Son las siete de la mañana de un sábado primaveral. Hace calor,


Pablo Reyes a esa hora sale a correr por el Parque Bicentenario.
Marito espera en un Corsa recién robado, armado hasta los dientes.
Tiene que ser rápido y sorpresivo.
CAPÍTULO 5 "EL VUELTO"

- ¿Pablo Cubilla?
- ¿Quién sos?
- El que te puso fecha de vencimiento, gato.

Fue fácil para Marito. Necesitaba la guita. A diferencia de los sicarios


que matan por la espalda y escapan en motos, él se tomó todo el
tiempo del mundo. Casi una semana le estudió todos sus
movimientos. Pablo Cubilla era transa, pero también tenía un ejército
de soldaditos que iban a punguear celulares al barrio del Doce, o
robarle carteras a las jubiladas que salían de cobrar en el banco
República. Rosa Reyes muchas veces intentó separarse, pero él la
tenía amenazada, la alejó de su familia, no tenía amigas. Con su
muerte, el bajo Perú parecía estar más tranquilo y transitable. Parecía
nomas, porque la guerra seguía. Había que buscar al verdugo de
Pablo.

Marito se fue por unos días a lo de la madre, en el barrio Santa Rita.


Le dejó 100 lucas y descartó el fierro en el arroyito del fondo.

- Negro, te escribo porque acá está todo podrido, mataron a mi


cuñado, al Pablo. Y yo hace días que no te veo, no se puede
salir a la calle porque en cualquier momento se tirotean con mi
viejo y su gente, aunque ellos no tengan nada que ver. Por favor
contestame. - Le escribió Johana.

Cuando a Marito le mataron a su compañero delante de él, en un


tiroteo con la policía, decidió dejar ese mundo oscuro en el que estuvo
metido más de diez años. Con unos pesos ahorrados, y con ganas de
laburar en relación de dependencia se mudó a la ciudad, en busca de
la paz que tampoco iba a conseguir.

Se ganó el respeto de los Reyes, que ahora lo quieren en su tropa.


Pero Marito tiene otras ideas. Si pusieron 400 lucas así de la nada
para sacarse a un enemigo de encima ¿Cuánta guita manejan estos
arruina pibes? Se puso en la de reclutar viejos amigos chorros, de la
vieja escuela. Su padrino era la fija, pero estaba el gordo Nelsón, Pitu,
Robertito, Beto, y sigue la lista de los que alguna vez fueron, los
galanes de Santa Rita. Tipos que nunca dejaron que entren los
dealers al barrio ni mucho menos que los pibes más chicos roben a los
mismos vecinos. El plan estaba en marcha.
CAPÍTULO 6 "CÓDIGOS"

- Sabes lo que pasa? Yo no quiero saber nada con esta historia,


tu viejo transa y por más piola que sea conmigo, no tiene
derecho a nada. Yo soy chorro, vengo de otra movida. Me quiero
rescatar; con vos la mejor, pero que tengas un familiar que le
vende merca a los pibitos, ni ahí. A parte en cualquier momento
me voy a la provincia, al campo, junto unos pesos más y me
tomo el palo.
- Bueno, yo me voy con vos.

El Clan Cubilla sin la presencia de Pablo fue perdiendo territorio. Ya la


policía les soltó la mano.

Los Reyes redoblan la apuesta y ahora quieren ir por su negocio. Que


se maten entre ellos, dice Marito, que esta vez no aceptó laburar para
su futuro suegro. Mientras armaba la banda y rescataba fierros, su
relación con Johana se ponía cada vez más firme.

Él último gran golpe de Marito fue a un camión de transporte de


caudales. Lo cortaron en el acceso sur, más de cinco palos a repartir
entre cuatro. A la familia de su compañero muerto en el hecho también
le llegó su parte. Esta vez no sólo ese monto de dinero hay para
laburar, sino que se juega su relación con la hija del narco más
poderoso del bajo Perú.

Manuel Cubilla toma el lugar de Pablo. Los soldaditos se empiezan a


reagrupar de nuevo. Lo ven bajar del colectivo de la línea 798 a
Marito, Manuel quedo resentido de aquella vez que lo amenazó
cuando intentó robarle la moto. Mete la mano en la riñonera y saca un
22 corto con la numeración limada. Lo sigue por Avenida Quito, no le
importa nada, le quiere tirar de atrás pero hay muchos testigos, espera
el momento indicado.
CAPÍTULO 7 "EL AMOR"

Doblando por calle Francia, Manuel siente que es el momento de


meterle un par de tiros a Marito. Es una calle no transitable y sin
cámaras de seguridad. Lo tiene a unos 100 metros. Le saca el seguro
a la pistola, aprieta el gatillo y se le traba. Mano a mano no se la
aguanta y entre que intenta sin éxito destrabarla, Marito entra a su
edificio.

Es la primera vez que Johana habla con Marito sobre Henry Flores,
aquel ex fiolo y pareja suya.

Le cuenta que la anda buscando, que la acosa, que quiere volver con
ella. Dejamelo a mí, le dice él. Mientras miraban una película juntos,
en su departamento. Afuera las cosas estaban tensas.

Los Cubilla cada vez atrevidos. Los Reyes queriendo copar todo el
bajo Perú.

- ¿Nunca estuviste preso?


- No, por suerte, pero hay algo peor que la cárcel, es tu propia
prisión mental. Yo no soy libre. Yo pudiendo tener una vida
normal, estoy preso; yo mismo me construyo las rejas y me
encierro en este mundo.
- Explicame, gordo.
- La peor cárcel es uno mismo.

Hacía banda que Marito no estaba en una relación, “el amor te pone
gil”, siempre decía. Pero un día llevó a Johana a comer con la familia.
La vieja, feliz. Unos ravioles caseros, unas botellas de vino, y el barrio
en su esplendor. Lleno de familias reunidas. Ella queda sorprendida al
ver tantos niños jugando en la calle como si nada. La amabilidad de
los vecinos, todos te saludan en Santa Rita. La idea de robarle toda la
plata a su suegro se iba desvaneciendo a medida que se enamoraba
de esa morocha peruana con ojos tristes y ancha sonrisa. Suena el
celular de

Johana, se queda muda. Pega un grito de dolor.


CAPÍTULO 8 "EL 22"

- Ay nooooooo.
- ¿Qué pasó amor?
- Se ahorcó mi hermana.
- ¿Qué?
- Me dejó sola, no puede ser, es mentira, no no...

Rosa Reyes decidió ponerle fin a su vida. Después de la muerte de


Pablo, entró en depresión, sumado a la guerra entre bandas, y
extrañar a su madre, fallecida hace unos años de una enfermedad
terminal. La encontró un empleado de confianza de Los Reyes en el
baño de la casa tomada que ocupaban hace tiempo. Se ahorcó y no
dejó ninguna carta.

Marito siente un poco de culpa, es su secreto mejor guardado. Nadie,


salvo su suegro, sabía que él fue el autor material del asesinato de su
pareja.

Johana siente que ya no tiene nada que hacer en el barrio. Con su


padre tiene una relación de amor y odio. Él violentaba a su madre, la
maltrataba y humillaba delante de todos. Eran épocas oscuras y el
clan Reyes recién arrancaba con el negocio de los estupefacientes. El
bajo Perú está cada vez más raro. Ambos bandos siempre en alerta.
Nadie se regala. Todos atentos y enfierrados.

Marito y Johana deciden abandonar todo y se van a vivir a Santa Rita.


Ella arranca a trabajar en un local haciendo uñas esculpidas.

- Lo más triste es que yo ya me quedé sin nada, se van a matar


entre todos y esa plata se la va a quedar la policía
- ¿Qué plata?
- La que hizo mi viejo en todos estos años.

A dos semanas de irse del barrio, todo ese dinero iba a ir a parar a los
bolsillos de Marito y Johana sin haber disparado un solo tiro. Al menos
ellos.

Don Reyes baja por un segundo del Bora gris para entrar al minoshop
de la Shell donde acababa de cargar nafta. Manuel Cubilla pasa en
moto y lo ve. Saca el 22 que se le había trabado la vez pasada. Lo
deja transitar unas cuadras y cuando agarra el semáforo de Avenida
San José y 18 de Noviembre, se le pone al lado y le vacía el cargador.
Murió en el acto. Él escapa en contramano,
CAPÍTULO 9 "AHORA TIRO YO"

Con la muerte de Don Reyes culminaba una época de violencia nunca


antes vista por esos pagos. Ahora el poder total del territorio estaba
bajo control de los Cubilla. El próximo en la lista sería Marito, pero
claro, había que encontrarlo. Ninguno se animaría a entrar a Santa
Rita, saben que son pollo. El rumor de que lo andaban buscando le
llegó a Johana y ella se lo comentó; ni se te ocurra volver al bajo Perú,
por favor, te anda buscando medio barrio, con todo este dinero nos
iremos lejos, bien lejos.

- Estos no saben con quién se meten.


- Haceme caso, no quiero otra desgracia, mi amor.
- No se la van a llevar gratis.

La banda de viejos chorros que Marito estuvo armando para quedarse


con toda la plata de su finado suegro, se vuelve a reunir. Esta vez hay
que reventarle el rancho a los transas, quedarse con todo y de paso
hacerles saber quién manda ahora. No iba a ser nada fácil. Se arman
cómo si fuesen a combatir a una guerra mundial. Ya tienen los
móviles, radios y hasta chalecos antibalas.

Ya tienen el dato del bar donde suele cenar el viejo Cubilla. A Manuel
lo van a dejar para lo último, con él, el problema es personal. El capo
narco ni se imagina que después de ese lomo encebollado que se
acababa de comer, le llegaría su final. Una ráfaga de metralleta desde
una Suran gris lo tumba en la vereda de la calle Tierra del Fuego al
3400. El gordo Nelson se baja y lo remata con un disparo en la frente.
Ahora se alistan para caer en esa esquina donde también funcionan
sus cocinas. Un soldadito que vio todo desde adentro del restaurante
de comida peruana da el alerta. Manuel Cubilla lo recibe, tiene miedo.
Sabe que le van a caer, rescata plata, un par de fierros y se sube al
Gol Trend que era de Pablo. Encara para la villa 28, donde tiene unos
parientes.
CAPÍTULO 10 "LIBRE"

En Santa Rita, Marito perdió a su hermano menor en un tiroteo contra


unos dealers que quisieron montar su negocio en el barrio. Desde
aquella vez, juró hacerle la guerra eterna a todos los pichones de
narcos arruina pibes con los que se cruce.

Cuando llegan a la esquina de Mataderos y Monte Castro se


encuentran con la nada misma.

Todos se tomaron el palo. Pero les llega un dato de donde menos lo


esperaban; Johana sabe dónde se esconde Manuel, alguna que otra
vez acompañó a su hermana a la villa 28, a llevarle plata a los primos
de Pablo.

Dos semanas habían pasado del fusilamiento del viejo Cubilla. El bajo
Perú ahora es un sitio irreconocible, desolado. Tranquilo por donde se
lo mire. Johana atiende el teléfono, es Henry Flores que pregunta
donde la puede ubicar. Le ofrece trabajo en un depto privado en
Puerto Maderas. En dólares. Ella le sigue el juego y dice de esperarlo
en una cafetería de avenida Misiones. Nunca se iban a volver a ver las
caras. Una camioneta lo levanta antes de entrar. Tres días después su
cuerpo aparece flotando en el arroyo Reconquista. Un problema
menos.

Manuel Cubilla terminó acribillado en las periferias de la villa donde se


ocultaba. Una vieja banda enemiga se la tenía jurada. La nueva vida
de Marito es cómo la de un cuento de hadas pero criminal. Se
mudaron a un barrio privado con Johana, que ahora es dueña de una
panadería y confitería top dentro del complejo donde habitan. Aquellos
tiempos de tiros, venganza y adrenalina quedaron atrás. Ella espera
un bebé, su suegra feliz. Él, se siente más libre que nunca.

- Al final, te conocí a vos y derribé mi propia prisión, nuestra


propia prisión, te prometo más que amor, te prometo nunca más
tirar un tiro, te prometo enterrar esta vida de hampón para
siempre, te amo.
- Bienvenido a la nueva vida, te amo, vas a ser el mejor papá del
mundo.

¿Y vos abandonas o esperas el premio?


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29. CIEN POEMAS Y UN CAFÉ

30. ME HACES MAL 1


31. ME HACES MAL 2
REJAS, Marito decide darle un cambio a su vida delictiva. Alejarse significa
también, dejar de lado el barrio, las amistades y la familia. Se muda a la gran
ciudad, al Bajo Perú, donde empiezan los problemas desde el día uno. Una
historia de amor y muchos disparos.

Mi nombre es Damián Quilici y escribo bajo el seudónimo de “EL


FREUD DE LA VILLA”, aparte de escribir hago stand up y paso
música. En mis redes sociales publico todas las fechas.

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mucho, recomendame y compartí mis publicaciones! Y si podés
venir, sería genial. Eternamente agradecido.

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