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‘’Conmigo estás y el mundo se esfumó

La música al sonar nos envolvió


Aquí, muy juntos si contigo voy
Aquí tan vivo estoy
La vida va, los sueños morirán
Al mío digo adiós y sin saber
Que aquí tú estabas mi sueño te encontró
Y hoy por siempre ya se que solo quiero tenerte
aquí
Aquí soñando con un feliz final
Creer que esto en verdad es real
Soñar que el sueño en los dos está. ’’
Capítulo I

Once upon a december suena a través de los auriculares en mis


oídos al momento que abro mis ojos, miro a través de la ventanilla del
avión como este desciende en el aeropuerto Pu Dong Shanghái. Después
de 15 horas -contando la escala en Madrid- mi cuerpo necesitaba estirarse,
caminar o correr, cualquier cosa menos seguir en esta posición tan
incómoda. Sentía todos mis músculos dormidos. Suelto un bostezo
mientras estiro mis brazos lo más que puedo sin golpear nada y la manta
que me cubre cae hasta mis piernas. La señora a mi lado me sonríe, me
sorprende ya que no hablamos en todo el vuelo pero le devuelvo el gesto y
nos preparamos para descender.
-Señorita Luce, bienvenida. -Saluda el señor Jiang, chofer de la familia
Hang, inclinándose levemente en una reverencia. -Espero que haya tenido
un excelente vuelo.
-Señor Jiang, muchas gracias. Fue largo pero muy cómodo. -cortesía de mi
tío, el Señor Luce, omitamos esa parte. -¿Le molestaría si voy por un té
antes de irnos? -pregunto sintiendo el vacio de alimentos en mi estómago.
Nunca me había gustado la comida del avión y en mi escala, hace unas 6
horas, había sido mi última comida. Además de unos dulces que encontré
en mi bolso.
-Por supuesto que no, señorita. Por favor, vaya. Yo llevaré sus maletas. La
esperare en la entrada.
Asiento y camino hacia la confitería más cercana. Me formo en la fila
mientras veo los gustos, encuentro el matcha y tenía que elegirlo, no podía
resistirme al matcha. Así que en mi turno pido uno junto a una dona
glaseada con chocolate blanco. Salía cuando pasaron unos niños corriendo
a mi lado. Rápidamente detengo mis pasos y llevo el té hacia arriba para
evitar que se me caiga.
Suelto un suspiro al ver que no había habido ningún accidente, giro hacia
mi izquierda pero me encuentro inesperadamente de frente contra un
cuerpo. El golpe inclina mi cuerpo hacia atrás y luego como si fuese en
cámara lenta, siento su brazo en mi cintura deteniendo mi caída,
acercándome a su cuerpo mientras que su otra mano en mi brazo logra
estabilizarme sobre mis pies pero haciendo que mi té accidentalmente
explotara en todo su sweater y parte del mío.
Todos los pensamientos desaparecieron cuando levanto la vista. Su belleza
y su aura de ternura hicieron que sintiera una nueva y utópica sensación en
el estómago. Era el chico más hermoso que había visto y sí que había visto
hombres muy hermosos alrededor de todo el mundo. Era mucho más alto
que yo, como más de media cabeza. No es que yo fuera muy alta, medía
un poco más de metro sesenta pero él debía pasar el metro ochenta. Tenía
la frente cubierta por cabello con suaves ondas formando un flequillo que
terminaban antes de unos ojos castaños rasgados pero sutilmente más
redondeados que la mayoría de los asiáticos. Se los notaba sorprendidos
por nuestro encuentro, pero decaídos, deprimidos, tristes. Sin embargo
atrás de esas sombras logro percibir un leve brillo y una dulzura que me
atrajeron sin permitirme moverme.
Él parecía también atónito, sus ojos miraban fijamente los míos y sus
manos estaban firmes sobre mí. Parpadee volviendo a la realidad
sintiéndome incomoda por nuestra situación pero muestro una sonrisa
disculpándome sutilmente. Mis mejillas se sonrojan sintiendo vergüenza
por nuestro accidente. Mis ojos bajan a su ropa hacia su mancha, su sweater
blanco ahora tiene una fea y grande mancha verde. Busco rápidamente un
pañuelito en mi bolso para intentar quitarla. Presiono levemente a
toquecitos percibiendo su mirada recorrer mi rostro. Detengo mis
movimientos y lo miro de reojo sintiéndome arrepentida. Él solo me mira
inexpresivo. Me alejo dando un paso hacia atrás, susurro una disculpa y
huyó caminando hacia la salida rápidamente.
Al salir del aeropuerto puedo ver al señor Jiang pero mientras me abría la
puerta sus ojos se desviaron hacia la entrada. Yo me distraigo al ver que
me sigue una mariposa. Es hermosa, pequeña y de color naranja con motas
negras. Se acerca a mis pies y se aleja posándose en flores por el camino.
-Señor Ming, ¿cómo esta?-pregunta haciendo una reverencia.
Todavía con la mano sobre la puerta me giro para darle un vistazo al señor
Huaze y sorprendida descubro que es el mismo chico de antes del
accidente con el té. Aun tenía la mancha en su ropa pero un poco más
difuminada. Vuelvo la cabeza escondiéndome con la puerta del auto y
cerrando los ojos volviendo a sentir vergüenza.
-Señor Jiang. Buenos días, mi madre iba a enviarme un auto pero parece se
olvido. – responde mirando su teléfono ignorándome para mi suerte.
-Si necesita ir a la casa del señor Hang Do lo puedo llevar, también llevaré
a la señorita Luce allí. –Descubierta y ante las miradas de los hombres
presentes me enderezo alejándome de la puerta. El señor Jiang me
acompaña hacia el señor Ming. –Venga, venga, los presentaré.
-Señorita, le presento a Ming Lei, es el mejor amigo desde la infancia del
señor Do y estudiante de música, especialmente en el violín. Uno de los
mejores de China. exclama con seguridad el señor Jiang. Recuerdo una
vieja foto que me enseño Do donde estaba con cuatro chicos más. Solo que
en la foto tenían unos 15 años, el hombre que estaba ante mí era muy
distinto, más alto y maduro, sus rasgos más maduros y firmes pero
conservaban esa inocencia y presencia angelical.
-Señor, la señorita Ania Luce, directamente desde Argentina, estudiante de
negocios internacionales, protectora de animales y aficionada al té. –
continua nuestro presentador mirándome con una sonrisa que contagia la
mía. No se equivoca, a mi corta edad había logrado grandes acuerdos en
nombre de la empresa familiar y de hecho estaba en China para
cerciorarme que el acuerdo con la empresa Wung Wang se haya
concretado y lograr mi objetivo que era visitar los pandas en su habitad.
-Sí, lo último lo comprobé. -responde Lei en tono bajo mirando de reojo su
ropa.
Se me escapa una sonrisa nerviosa ya que noto que me reconoció. -De
nuevo me disculpo. Yo misma llevaré su ropa a la tintorería para solucionar
el problema. propongo sin poder evitar mi tono empresarial que recurría
cuando me sentía intranquila.
-No hace falta. Señor Jiang acepto su oferta. -dice Lei y para mi sorpresa
abre la puerta del auto invitándome a entrar. Me subo agradeciéndole con
una sonrisa.
-Por favor, deje las formalidades y llámeme Ani. -digo cuando el auto
comienza a andar. Detestaba las formalidades, lo hacían ponerse a uno
tenso y serio siempre atento a no pisar en falso, sin poder equivocarse y
cometer un error.
Asiente en silencio desviando la mirada hacia afuera. Hago el intento
fallando cuando mis ojos tardan unos segundos más en apartarse. Mi
instinto de artista sigue analizándolo y descubriendo porqué me llama tanto
la atención. Tiene un perfil muy bien definido, nariz recta y labios un poco
gruesos. Es perfectamente simétrico y sería un gran retrato. Pero era su aura
de misterio y tranquilidad lo que me atraía.
Suspiro levemente sin darme cuenta y siento la mirada de Lei haciendo que
salga de mis ensoñaciones. -Si quieres te llevamos a tu casa, no es ningún
problema.
-Está bien. Do me estuvo insistiendo para que lo visite cuando llegue. -
responde bajando el tono de voz y encogiéndose de hombros.
Lo que me hizo recordar que aún no reviso el teléfono. Lo encuentro en mi
bolso y solo veo notificaciones de mensajes.
Mensaje de mi tío preguntándome si llegue. Le respondo que sí.
Mensaje de Tom volviéndome a invitar a cenar por decimo quinta veces a
pesar de mis reiteradas negaciones. A él no le respondo.
Mensaje de Do preguntándome lo mismo que mi tío. Y más mensajes con
distintas preguntas: a qué hora llegaba? En que vuelo? Si aun no comía
nada? Si había llegado el señor Jiang? Por qué no le respondía? Enojado
porque no le escribí cuando llegue. Confirmándome que el señor Jiang le
aviso de mi llegada. Suelto una sonrisa. Había extrañado a Do,
hablábamos por mensaje o llamada casi todo el tiempo pero la última vez
que nos habíamos visto había sido en Londres hace unos 3 años.
-¿Hace cuanto eres amiga de Do? –pregunta Lei. Guardo el teléfono
después de responderle una carita de ángel a Do.
-Hace unos años. Sus padres eran amigos de los míos. Tengo recuerdos
juntos desde muy chicos. Do fue mi primer amigo desde la infancia. -
Asiente sin agregar comentarios. -¿Tú eres uno de sus mejores amigos
verdad? Lei caballero andante. -él volvió su mirada hacia mí mirándome
con una expresión neutra. Luego de un momento reacciono en mi error.
Creo que no debí decir eso sin embargo sus labios se curvan en una
pequeña sonrisa. Quiero decir, te conocen por tu… -¿iba a decir lo mismo?
Mejor dejar la oración inconclusa.
Sonrío inocentemente en silencio.
Miro por la ventana disfrutando del paisaje, los árboles frondosos, la
variedad de edificios algunos eran increíblemente altos, las flores de
distintos colores y el sol brillando a través de algunas nubes que se
asomaban. Cierro los ojos pero los vuelvo a abrir cuando algo me llama la
atención.
-Detenga el auto. -digo enderezándome en el asiento. Bajo y corro hacia el
pequeño cachorro que está a un costado de la ruta, asustado y temblando
del miedo. La misma mariposa del aeropuerto revolotea a mí alrededor
posándose un momento sobre el campo y luego volando alejándose. Me
acerco volviendo mi atención al cachorro y noto que su cuerpecito está
enredado entre unos alambres. El cachorro no deja de gemir intentando
liberarse. –¡Ayuda! ¡Lei! –lo llamo mientras logro sacar su cabecita
enredada en un nudo. Voy hacia su pata trasera y en un rápido movimiento
siento que el alambre se desliza por la palma de mi mano cortándome.
Siento unas manos envolver mi mano cortada y alejándome del alambre. -
¿Estás bien?
– escucho a Lei inclinado a mi lado mirando mi mano.
Asiento y mi mano aprieta la suya involuntariamente cuando siento que
arde. De pronto escuchamos un grito atrás nuestro.
-¡Rui! Por favor, ayúdenlo. Es mi perro, por favor. -dice llorando un niño
cubriendo sus ojos con sus manitos.
-Tranquilo, estará bien. -digo sonriendo tranquilizándolo. -Ven, no llores.
Debes ser fuerte por él. Te necesita. –animo al niño haciendo que ya no
llore y acepte mi mano ayudándolo a acercarse más. Miro a Lei y noto que
todavía no suelta mi mano lastimada. Solo me mira fijamente pero sus
pensamientos están lejanos como recordando alguna experiencia. Aprieto
su mano llamando su atención, cuando la consigo mis ojos se dirigen al
cachorro señalándolo. Reaccionando se apresura a ayudarme y quitamos el
resto de los alambres del suave y blanco pelaje de Rui. Lo detengo cuando
una vez libre quiere salir corriendo. Lo dejo con calma sobre los bracitos
del niño y este lo abraza aliviado soltando unas lágrimas.
-¿Necesitas que te llevemos al veterinario? -pregunto mirando los cortes del
cachorro, no eran profundos pero necesitaría que los observen.
-No, señorita, muchas gracias. Mis padres están en ese auto, Rui se escapo
porque abrí la puerta para que pueda hacer pis. -explica mirando a sus
espaldas. Hay un auto negro con dos adultos mirándonos preocupados.
-No te olvides de llevarlo y ten cuidado con su pata trasera esta sensible por
los cortes.
El niño asiente y mueve su mano hacia la pansa de Rui. -Gracias, señorita.
Muchas gracias salvaron a Rui. –a pesar de su corta edad me sorprende
cuando inclina su cuerpo haciendo una reverencia mostrando una linda
sonrisa tiernamente.
Su respetuoso gesto me roba una sonrisa. Miro de reojo a Lei y está con la
expresión neutra. No comento nada y vuelvo a mirar al niño. Se aleja
despidiéndose volviendo con sus padres y solo yo correspondo el saludo
sacudiendo mi mano sana.
-Tú también deberías ir al hospital por el corte. -dice Lei caminando hacia
el auto.
-Lo sé. Pero nos está esperando Do, además es solo un pequeño corte, tengo
un botiquín en mi bolsa. Realmente no es necesario ir al hospital. -asiento
sonriendo intentando convencerlo pero él solo me ignora y se sube. Me
resigno subiéndome. Necesitaría una inyección contra la infección pero
realmente detestaba las agujas. De solo pensarme en el consultorio con la
enfermera retirando una de la bolsa me hacía temblar de miedo.
-Doble en la próxima, vamos al hospital. -dice Lei.
-¿Es grave señorita Luce? –pregunta el señor Jiang.
-No, no. Es solo un corte.
Cuando llegamos al hospital mi cuerpo no se mueve. Detesto los hospitales,
su olor, el color blanco en todas las paredes. El ambiente cargado de
tensiones y la energía débil.
-Llegamos, señorita. –dice el señor Jiang.
-Sí. –asiento sonriendo mirándolos. ¿Cómo hago para irnos de aquí? Siento
mi piel pálidecir y mis defensas bajar.
-¿Se siente bien, señorita? Está muy pálida.
-No se preocupe, estoy bien. –respondo pero al final se me pierde la voz.
Carraspeo y noto un leve mareo. Suelto un corto suspiro y me convenzo
de salir. Llevo mi mano a la manija de la puerta pero no logro abrirla, mis
dedos tiemblan.
-Espere señorita, señor Ming acompáñela. –sugiere el señor Jiang en tono
preocupado.
-¿Quieres que te acompañe? –sus cejas se levantan mirándome sorprendido.
Bueno, era un extraño pero sería un apoyo si me desmayaba. Está bien,
estaba siendo dramática.
¿Era solo un simple pinchazo, verdad? Entonces ¿por qué mis piernas no se
movían?
Asiento aceptando que me acompañe.
Lo veo descender y me apresuro a imitarlo. Dejo que me guie y me
sorprende la nueva sensación de calma que siente mi cuerpo. Aun siento los
temblores pero más leves. Camino casi atrás de Lei y no entiendo que
ocurre, mi cuerpo lo sigue inconscientemente.
-¿Por qué estas tan nerviosa? Es solo un pinchazo. –me busca mirando a su
alrededor y me siento pequeña comparada a su tamaño.
-Y la muerte es solo muerte. –no escucho su respuesta, si es que hubo
alguna y cuando lo miro de reojo logro ver como curva sus labios en una
sonrisa irónica. – ¿Tú a qué le tienes miedo? -Lei me mira como si
estuviera loca y sonrío inocentemente alzando los hombros restándole
importancia. Es sólo una pregunta para romper el hielo e intentar ignorar
mis nervios.
Se acerca a la señora de recepción, le explica mi situación y la señora
nos pide que esperemos a que me llame la enfermera. Agradezco
mentalmente que haya hablado por mí.
-Háblame de cualquier cosa para que pueda hacer esto. –Pido en voz muy
baja sintiendo que mis niveles de azúcar bajan un poco más. La dona se
siente sola en mi estomago vacío. Me siento a esperar que me llamaran y
Lei se queda parado frente mío mirando mi cara cambiar a una tonalidad
más blanca.
-A las arañas.
-¡No te creo! –digo sorprendida levantando la voz. Pero rápidamente me
hundo un poco más en mi asiento, tapando mi boca cuando todos en el piso
me miran no muy felices.
-Es mentira. No le tengo miedo a nada. -dice con su expresión neutra
mirando al frente.
Suelto una risa y me cruzo de brazos.-Vivir en un mundo sin miedos. -
pienso en voz alta. De reojo percibo que Lei se sienta a mi lado en
silencio. Debe ser lindo vivir sin miedos, no te detiene nada, puedes
arriesgarte y hacer lo que quieras. Pero viendo el lado negativo, si nunca
sientes nada significa que en realidad no estás vivo. ¿Qué sentido tiene
vivir una vida sin emociones? Sean negativas o positivas. Nadie puede
vivir sin sentir absolutamente nada.
Miro a Lei encontrando el significado. -Es no sentirse vivo, no vivir.
Su expresión cambia un momento reflejando dolor. Luego vuelve su
expresión neutral y vacía. Algo dentro de mí no sé bien por qué pero duele
también. Lei está sufriendo. Creo que sabía que era lo que lo atormentaba
pero verlo frente a mí y sus ojos tan tristes luchando silenciosamente contra
sus demonios me había afectado más de lo que nunca hubiera creído. Siento
el repentino deseo de acercarme y abrazarlo.
-Señorita Luce. -me llama la enfermera haciendo que desviará mis ojos
hacia ella. Era una señora delgada y bajita con cara amable que me
esperaba para que la siguiera con una sonrisa.
Intente darle una sonrisa pero solo llego a una mueca.
-Tú puedes. -dice Lei en un susurro.
Sonrío inocentemente mirándolo de reojo. -Y si…-dejo la oración en el aire
y señaló la salida.
-Ve. -me interrumpe con la mirada fija al frente.
Tomo una respiración y me levanto siguiendo rápidamente a la enfermera,
sin prestar atención a mis pies que quieren ir hacia el otro lado. No me
equivoque, la señora fue muy amable e hizo todo rápido y ameno. Luego de
la inyección me venda la mano y me recuerda que si me dolía volviera.
Ya en el auto, el señor Jiang se muestra nuevamente preocupado
preguntando si me dolía. Le respondo negando con la cabeza con una
sonrisa, solo habían sido unos rasguños. Noto la mirada de Lei de reojo.
También lo miro preparándome para agradecerle su paciencia.
Pero antes alarga su mano enseñándome un chocolate.
-La enfermera me pidió que te diera esto.
Lo tomo sintiéndome feliz. Amaba los chocolates. Aun sin abrirlo lo parto a
la mitad separando también el envoltorio. Se lo entrego a Lei.
-Te mereces la mitad. Gracias por haberme acompañado. –lo toma
asintiendo. Comemos el chocolate en silencio hasta llegar a casa de Do. Lo
veo afuera esperándonos.
Sonrío al ver a mi amigo. Su estilo está un poco cambiado ahora es más
formal pero su sonrisa es la misma divertida de siempre. Lo extraño es su
cabello: tiene unos mechones de cabello sueltos disparejas solo en la parte
superior y rapado en sus laterales. Distinto pero me gusta además le
quedan bien. Todo a Do le quedaba bien, era muy guapo.
-Ani, llegaste. –exclama emocionado abrazándome. Le correspondo el
abrazo sonriendo.
-Tanto tiempo, Do.
-Años pasaron. ¡Mírate! ¡Si incluso estás más alta! –dice riendo levemente
midiendo mi altura con la suya, obviamente me pasaba por media cabeza.
Igual que sus amigos median todos esa misma altura. Mi sonrisa cambia a
una mueca cuando juega sacudiendo suavemente mi cabello despeinándolo.
– ¡Lei, volviste! –exclama dirigiéndose hacia su amigo y lo abraza. Una
extraña sensación hace que me conmueva al verlos y notar el cariño que se
tienen. Lei desvía la mirada conectando nuestros ojos y al ver su amplia
sonrisa y sus ojos casi cerrados no puedo evitar mirarlo embobada. Tenían
razón, su sonrisa es muy luminosa. Desvío la mirada sin entender que me
sucede ¿Desde cuándo era tan atrevida?
Se separan y ambos giran sus cuerpos hacia el frente mirándome. Do viene
hacia mí, pasando su brazo por mi cuello, un gesto que hacía mucho
siempre que nos veíamos.
-¿Cómo está tu mano? Te dije que tu dedicación a los animales terminaría
por hacerte daño. –reprocha tomando mi mano vendada alzándola y
observándola. Niego con la cabeza, es un exagerado. Además no era algo
que pudiera evitar, era casi instintivo proteger y defender animales en
peligro. Y a pesar de lo que todos comentaban, me encantaba y me hacia
sentir muy orgullosa. Era algo que hacia brillar mi alma y calmar mi
espíritu.
Me guía hacia el interior de su casa. Estaba igual que la última vez que la
había visto, había sido hace más de quince años, solo habían cambiado
algunos muebles. Nos recibe su mayordomo, el señor Mintong.
-Bienvenida, señorita Luce. Espero que haya tenido un buen viaje. –dice
inclinando su cuerpo en una reverencia. Sonrío levemente y correspondo la
reverencia. -Sus maletas ya están en su habitación.
-Yo le enseño. -dice Do caminando hacia las escaleras llevándome con él. -
Enseguida regreso. -prácticamente le grita a Lei porque estábamos casi en
la mitad de la escalera. Yo estaba casi sin aliento ya que el ejercicio no era
lo mío. Me gustaba pero no tenía mucha resistencia. Me mira preocupado. -
¿Estás bien?
-Cansada por subir tan rápido tantos escalones, ¿cuál es el apuro? -pregunto
mirándolo fijamente tomando unas respiraciones para recuperarme.
-Sentí algo abajo… no se, ideas mías. Seguro te sientes muy cansada por el
viaje, querrás bañarte, cambiarte.
Asiento estirando mis brazos. -Me gustaría bañarme y dormir. Mañana
tengo que ir a la Universidad a completar los papeles del intercambio. -
respondo cubriendo mi boca con la mano cuando me sorprende un bostezo.
Comería mañana, una vez pasados los momentos de tensión siempre venía
la calma y eso era cansancio y mucho sueño.
Asiente y vuelve a despeinarme el cabello. -Extrañaba verte y pasar tiempo
contigo, enana.
Me alegra que hayas decidido venir.
Lo miro emocionada y alegre por sus palabras. -Yo también extrañaba
verte. Gracias por recibirme. Aún no logro hacerme a la idea que haya
viajado y este aquí. Es como un sueño.
-Sabía que podrías. No debes abandonar tus sueños, aunque sea difícil. -
Sonrío de acuerdo a su consejo. -Bien, me retiro. Mañana tengo clases a la
mañana, te llevare cuando vuelva, ¿quieres? –Asiento gustándome la idea,
tendría más tiempo para dormir y adaptarme al nuevo horario. -Está bien.
Descansa.
-Descansa, Do.
Me acerco a mis maletas pero solo busco mi ropa para dormir. Mañana
terminaría de ordenar las demás prendas.
Capítulo II

Bajo las escaleras tarareando una canción y me calzo mis botas. Do me


había enviado un mensaje avisándome que ya había llegado. Subo a su auto
y este arranca.
-Buenas tardes, ¿cómo estás?
-Bien. Hace meses no dormía tanto. -digo relajándome contra el asiento
cerrando los ojos queriendo dormir un rato más. Era una persona
madrugadora, el momento del día que más me gustaba siempre había sido
la mañana pero el cambio de horario siempre hacia que te sintieras un
poco zombi los primeros días. Y hoy me sentía particularmente cansada.
-¿Has hablado con tu tío?
-Sí. Me llamó hace un rato. Al fin le hablé sobre la visita a los pandas. -alza
las cejas mirándome sorprendido. Le devuelvo la mirada sintiéndome
orgullosa por mi pequeño logro. -Pero solo eso. No lo más importante, no
le hable de Namu.
-¿No se opuso? -pregunta deteniendo el auto, ya habíamos llegado a la
universidad.
-No. Aunque creo que solo presto atención a la parte que hable sobre el
intercambio. – ya que después, como era cotidiano, sonaba su teléfono,
interrumpía su secretaria, etc, etc. Cruzamos las puertas de entrada de la
universidad. Era realmente grande. Colores crema, gris y beige.
Absolutamente todo ordenado y limpio. Y variados carteles señalizando
pasillos, aulas y nuevas propuestas. Hubo uno que hizo detener mis pies.
Era un concierto en la sala B del edificio 2. Interpretada por Ming Lei,
estudiante de último año de la carrera de música. Anunciaba la fecha para
dentro de unos días. La entrada era libre y gratuita.
Quería verlo, tendría que preguntarle a Do, seguramente asistiría junto a sus
amigos al evento.
– ¿Tú como estas con tu mama? –pregunto volviendo a mi conversación
con Do.
-Igual que siempre, sin nuevos cambios. Ahora volvió a Londres, está muy
ocupada con la nueva sede.
- ¿Le contaste sobre Ying? –pregunto susurrando ya que al parecer mi
amigo es muy famoso aquí, todo lo que se diga sobre él era cadena de
habladurías. Además no sabía si la relación que tenia con esta chica ya era
oficial y lo había anunciado.
-Pues, aun no. –dice bajando la mirada preocupado. –Es complicado. Tú
sabes cómo es mi mamá en estas cuestiones. No quiero que arruine todo
intimidando a Ying. No quiero que
la lastime.
Tal fue mi sorpresa que quede muda. Literalmente sin habla. Sabía por él
mismo, porque a veces hablábamos sobre el tema, que había salido con
varias chicas, de las cuales algunas que había llegado a conocer pero
nunca habían sido realmente serias. Y Do nunca se había preocupado por
ellas, al contrario, cuando se aburría se iba sin mirar atrás. Pero no creo
recordar nunca haberlo visto tan decidido y entregado.
Preocuparse por Ying al punto de aun no presentarle a su mamá era algo
serio. Protegerla y cuidarla a su manera significaba que realmente le
importaba esta chica. Lo notaba realmente enamorado. Siento en mi pecho
una sensación de ternura que me obliga a tirarme sobre sus brazos y
abrazarlo fuertemente casi colgándome de su cuello.
-Estas enamorado. Por fin cazaron al feo ogro malhumorado. –canto en su
oído sin importarme quien nos viera. ¿El club de fans? Que importaba, mi
amigo estaba enamorado. Eso había que festejarlo. Aunque mi comentario
había sido en broma. Mitad en broma, mitad verdad. Es un muy buen
chico pero su carácter era complicado a veces. Muchas veces. La mayoría
de veces.
-¡Hey! No soy ningún ogro. Soy demasiado hermoso para ser un ogro a
pesar de mi carácter. –responde buscando espacio pero manteniendo sus
brazos en mi cintura sosteniéndome.
-Me alegra que al fin se agrande ese corazón frio que tienes en el pecho que
solo lo usabas para bombear sangre. Y me pone muy feliz saber que por fin
tendrás a una buena chica rondando en tu cabeza y corazón en vez de la
horrible bolsa de acciones chinas. –digo soltando su cuerpo.
Se ríe falsamente y continuamos caminando -Yo también. Creo. ¿Y cómo
esta Tom?
-Pues…-¿por donde comenzaba a contarle sobre las atrocidades que había
cometido el innombrable? Para mi suerte se acercaron tres chicos iguales de
altos y guapos más conocidos como los mejores amigos. Nunca nos
habíamos conocido en persona, había visto solamente a dos de ellos varias
veces en video llamada y ahora recordaba que a Lei nunca lo había visto
durante las llamadas por eso no lo había reconocido ayer en el aeropuerto.
Sin embargo el quinto no estaba, no recordaba su nombre pero si una
conversación con Do en donde habían discutido gravemente y se había
marchado. Era una lástima, eran un grupo muy unido, ninguna otra persona
se interponía en su amistad y la salida del quinto integrante los había unido
aun más.
-Do hablando con una extranjera, eso es nuevo. –dice uno de sus amigos y
el otro amigo asiente.
-¿Qué están diciendo ustedes? Ya la conocen, es mi mejor amiga de
Argentina, Ania Luce. Ani ellos son Fushian y Cay. A Lei ya lo conociste
ayer. –presenta Do sin mucho entusiasmo y sin correr la mirada de sus
amigos. Ninguno se mueve, la intensa mirada de Do los tiene anclados en el
suelo. Miro hacia Do reprimiéndolo y ofrezco mi mano a cada uno que
terminaron por aceptarla luego de que Do hiciera un leve gesto de
aprobación con la cabeza.
-Es muy formal. -susurra Fushian mirando a Do.
Oh lo siento, es la costumbre. –sonrío bajando un poco la cabeza. Ambos
sonrieron restando importancia con un gesto con las manos. –Hola. –saludo
pasando mi mirada hacia Lei. Levanta su mirada encontrándose con la mía
y asiente levemente.
-¿Ya se conocían? -pregunto Cay pasando su mirada de él hacia mi y
volviendo a Lei.
-Se conocieron ayer en el aeropuerto. -responde rápidamente Do y pasa su
brazo por mi cuello obligándome a caminar con él. -Nosotros vamos a la
oficina de administración, ustedes vayan a clase.
Los tres se miraron entre sí y niegan con la cabeza.
-Nosotros también íbamos hacia allá. -dice Fushian colocándose a mi
izquierda. Veo a Cay colocarse a un lado de Do y cuando miro atrás Lei
estaba siguiéndonos con la mirada otra vez baja.
-¿Y que estudias? -pregunta Cay mirándome atento.
-Relaciones internacionales.
-Aquí es, Ani. Te espero. Ustedes vayan a clases. –dice Do prácticamente
ordenando a los chicos. Ellos asienten y se despiden sacudiendo la mano.
Correspondo el gesto sonriendo. Sin embargo Lei no se movió. – ¿Tú no
tienes clases? –pregunta Do a lo que Lei luego de mirarlo fijamente por
unos segundos niega con la cabeza. Quise reírme, la expresión de Lei era
muy divertida, le hacía burla a Do y a la vez pasaba de él. –Pero tienes que
dar un concierto en unos días, ve a ensayar.
-Eso me recuerda, tengo que hablar con la directora sobre ese tema. –dice
pasando por mi lado hacia la puerta de dirección. Sin embargo no escucho
ningún ruido. Los ojos de Do están discutiendo mirando atrás mío pero giro
mi cabeza y solo veo la espalda de Lei y su cuerpo desaparecer luego de
cruzar la puerta.
Vuelvo la mirada hacia al frente y lo veo aporreando mentalmente la puerta.
–Iré a…- interrumpo la frase ya que Do no me está prestando atención.
Entrando a administración veo a una señora en ventanilla. –Disculpe. Buen
día, me llamo Ania Luce y vine a entregarle unos papeles sobre mi
intercambio.
La señora teclea en la computadora y sonríe asintiendo. –Señorita Luce de
Argentina. Pásemelos, los ingresare para darla de alta y desde mañana ya
puede asistir a clase. – explica recibiendo mi carpeta y me entrega varias
hojas. –Le entrego sus horarios junto a un mapa del establecimiento.
Esperemos que disfrute la experiencia de la universidad. Si tiene algún
inconveniente o necesita algo no dude en acercarse y la ayudaremos en lo
que podamos.
Asiento en agradeciendo. Vuelvo al pasillo y me encuentro a Lei saliendo
de dirección. Ninguno habla pero caminamos a la par. Noto que tiene unos
papeles en su mano y recuerdo el concierto.
-¿Emocionado?
-Sí, estoy muy feliz. –dice sin mucho entusiasmo pero quizás serían los
nervios
-¿Eres de los que se ponen nerviosos? –niega con la cabeza en respuesta.
No eres de los que hablan mucho parece. Pienso mientras seguimos
caminando. Encontramos a Do donde lo dejamos y Lei se despide sin
hablar mucho más.
Do tiene que volver a clase así que se despide revolviéndome el cabello
como siempre. Me dirijo a la entrada y me acuerdo que vine en el auto de
Do, ¿cómo voy a irme a su casa?
Podría tomarme un taxi. No, aquí se llamaban Didi.
Antes que termine de formular mi plan siento una presencia atrás mío y mis
ojos son cubiertos con dos manos.
-¿Quién soy? –dice una voz poniendo un falso tono grave. Siento el
perfume dulce y tropical de una mujer. Solo hay una persona en el mundo
que usaría un perfume así.
Sonrío pretendiendo estar confundida. – ¡Por Dios, es Hannah Montana!
Suelta una risa que la delata. -Nop. ¡Ya ni siquiera existe! Frío.
Entonces… una asesina serial. –bromeo soltando una risa al final.
-¡Hey! ¿Así llamas a tu mejor amiga? –exclama enojada soltándome.
Dándome la vuelta paso mis brazos por sus hombros y la abrazo.
-¡Ty! Sabía que eras tú. Te reconocí por el perfume.
-¡Oh! –ríe abrazándome de vuelta. Luego de unos segundos más nos
separamos. Me mira sonriendo con nostalgia. –Te extrañé. Tú estás igual.
Niego divertida y giro sobre mis pies dando una vuelta. Alzo los brazos
esperando que note el cambio. Pero su expresión de confusión me dice que
no lo nota.
-Te veo igual.
-Deje crecer mi cabello. La última vez que nos vimos lo tenía por los
hombros.
Asiente pero su expresión vuelve a ser seria. –Pero tu estilo sigue siendo
formal y aburrido con tus camisas empresariales de siempre. ¡Me
aseguraste que lo cambiarias!
Suelto una corta risa recordando esa conversación con Ty hace un año atrás
en Londres, habíamos hablado sobre el cambiarme el estilo ya que usaba
solo blanco, negro y beige pero no tenía voz ni voto, mi tío había insistido
hasta el cansancio y si bien lo había adaptado a mi estilo, seguía viéndose
muy formal y monótono. Sin embargo no eran esas las palabras que había
usado. –No. Yo dije que agregaría más color.
-Y estas usando crema. –señala mi camisa.
-No es blanco.
-¡Es un color de la familia del blanco! –dice con tono chillón y sé que se le
escapo por eso un segundo después reímos juntas. –Aunque veo el cambio,
ahora estas más señorita sexy sin mostrar mucho. Me encanta tu chaqueta,
por cierto. –dice viendo mis nuevas combinaciones ya que hoy utilizaba
camisa blanca, sweater negro junto a una falta corta negra.
-¡Tú estás rubia! Me gusta. –Ella era más liberal con su estilo, variaba en
sus marcas pero siempre en color negro. Contrario de su cabello, siempre la
veía con un color distinto. Una vez en Madrid tenía el cabello oscuro con
unos mechones rojos, le quedaba muy hermoso. Pero el rubio le quedaba
muy bien. Ty era de las pocas personas que usara lo que usara le quedaba
bien, por más extraño o común que pareciera.
-Me aburrió el castaño. Era momento de un cambio. -Pasa un brazo por mis
hombros y me obliga a caminar. Rodeo su cintura con mi brazo y apoyo mi
cabeza en su hombro.
-¿Qué haces en China?
Sonrío conteniendo mi emoción. -Estoy en un intercambio por la
universidad.
-¿Tu tío te dejo venir? –pronuncie una aceptación con la garganta y ella
abre la boca sorprendida. – ¿Y cuanto tiempo te quedas?
Le cuento sobre el intercambio pero también nuestra idea original con Do.
Ellos dos eran los únicos que sabían todo el tema de mi panda Namu.
Subimos a su auto y fue su turno de contarme sus novedades. Estaba
preparando la tesis, lo que la tenía muy atareada e histérica y solo tenía
unos meses para presentarla.
También estaba en el mundo de los negocios pero en la rama de economía.
Llegamos a casa de Do –recordaba el camino mejor que yo- y la invito a
pasar y tomarnos un té.
Ella prefiere un café para calmar sus nervios, estaba esperando que le
aprueben parte del trabajo para seguir con lo demás, yo me prepare un
delicioso té blanco.
-¿Cuando llegaste? ¡No me avisaste que venías! Te hubiera ido a buscar al
aeropuerto!
Sonrío atrapada. –Sí, es que quería que fuera sorpresa pero… llegue ayer,
aun ni siquiera desarmo las maletas. –digo recordando que tengo que
hacerlo lo antes posible ya que la mayoría de mi ropa se arrugaría de solo
tocarla pero de solo pensarlo me gana la pereza.
Suelto un bostezo, apoyo el brazo en la barra y mi cabeza en mi mano.
Tranquila, luego te ayudo. –la miro haciendo ojitos agradecidos y un
corazón con las manos. Me devuelve el gesto. -Así que estas quedándote en
casa de Do. –es una afirmación más que una pregunta y asiento.
-Al principio me negué y averigüe por algún departamento pero al final
desistí, son solo unos meses.
Interrumpen nuestra conversación todo el grupo que entran a la cocina.
Saludan y presento a Ty. Hay como un aire tajante y sé que son Do y Ty,
nunca se llevaron mal pero tampoco bien. Tienen una relación extraña,
tirante.
Siento a Do atrás mío y me sorprende su voz que susurra en mi oído. -
¿Trajiste amigas a casa sin consultarme antes?
-Podría decirte lo mismo. –digo refiriéndome a sus amigos.
-Tenemos que hacer un trabajo. Además esta es mi casa. –dice Do
señalando lo obvio.
Se me escapa una risa y le saco la lengua.
-Touché. –respondo burlona sabiendo que me ganó.
-No se preocupen por mí. Yo ya me iba. –dice Ty caminando hacia la
entrada. Lo primero seguramente no lo escucho pero quizás lo último sí,
además el aire tenso que se sentía cuando Do la miraba, le tiraría de la oreja
para que deje de hacer esas miradas de muerte. Nunca me habían explicado
sobre sobre su problema, ninguno había querido hablarlo pero por más que
insistiera ellos simplemente no se soportaban. La sigo hacia afuera
peleándome con una bota que no quería entrar. No me acostumbrará
fácilmente a la costumbre de los asiáticos por quitarse los zapatos, después
colocárselos era muy engorroso. –Dijiste que ibas a ayudarme a
desempacar.
–le reprocho con un tono cansado.
Aunque el reproche es hacia mí. Me había arrepentido de haber traído
tantas maletas.
-Lo siento. ¡Mañana prometo pasar a buscarte para ir a la universidad
juntas! ¡Como antes!
-¡Promételo!
-Lo prometo. –responde entrando a su auto. Toca la bocina y se marcha.
Me recibe Do cuando entro a la casa. -Discúlpame. No quise decirlo de esa
manera.
Solo me sorprendió verla aquí.
-Lo sé. Discúlpame tú a mí, tendría que haberte preguntado antes. En
realidad invité a Ty cuando llegamos. Nos encontramos en la universidad y
me trajo hasta aquí.
-Está bien. Esta también es tu casa ahora. Puedes traer a quien quieras. –
asiento sonriendo. Yo también había sido tonta, sabía su carácter que no le
gustan las personas nuevas y tendría que haberle consultado o avisado. Pasa
su brazo por mis hombros y me lleva hacia la cocina. –Vamos a comer algo.
Muero de hambre.
Luego de la cena, Do nos pide que lo acompañemos a un lugar.
-Tengo una sorpresa para ti. Sé que te gustara. –dice mirándome con una
sonrisa orgullosa.
Subimos las escaleras hasta el segundo piso, pasamos las habitaciones y
dando vuelta por el pasillo, llegamos a una habitación abierta. Sus paredes
son vidriadas y me encanta la cantidad de luz que entra, el suelo brillante
refleja también la luz del sol volviéndola aun más luminosa hay un precioso
piano de cola negro en el centro de la habitación.
-¿Que dices, enana? ¿Te gusta? –pregunta Do entrando a la habitación, lo
siguen los chicos admirando el piano y el espacio.
-¿Qué quieres decir, Do…? –pregunto dando cortos pasos.
-Es tuya al igual que el piano para que puedas tocar cuando quieras.
Asombrada niego con la cabeza. Mis ojos se llenan de lágrimas mientras
proceso lo que me dice Do, me regala un piano para que pueda tocar
siempre que quiera. – ¿Cómo? –no sé qué decir. Es tan precioso su gesto
que podría morir aquí mismo. -Aquí no tendrás que ocultarte más. Quiero
que toques tanto que todo Shanghái te escuche. –dice en tono bajo cerca de
mí como si fuera nuestro secreto.
Salto a sus brazos emocionada y feliz. Le agradezco y siento que unas
lágrimas escapan de mis ojos. Me alejo de Do y limpio disimuladamente
mis mejillas. –Lo siento, lo siento.
-¡Vamos! Pruébalo. Toca algo. –me incita Do llevándome hacia el piano.
Al acercarme distinto que es un autentico Bosendorfer igual que tenía mi
mamá y tengo que limpiarme unas lágrimas más al sentir esa linda
coincidencia. Tomo asiento y acaricio las teclas antes de comenzar a tocar.
No puedo evitar sonreír y luego me vuelvo seria para tocar la pieza.
Interpreto la favorita de mi mamá ‘’Without you’’ de Mariah Carey, le
encantaba esa artista. Me enseño la mayoría de sus canciones y a veces
pasábamos tardes enteras tocando y cantando todas sus canciones.
-Cántala. –dice Lei mirándome con ojos más suaves y tienen un brillo
dulce.
Asiento y comienzo de nuevo acompañando las notas del piano con mi voz.
Hace mucho tiempo no cantaba con público. Siempre me gusto cantar pero
casi siempre era yo sola. La interpreto en ingles ya que era la mejor versión
la original. Al llegar al coro no puedo evitar cerrar mis ojos disfrutando de
la letra. Mi mente viaja a los años en donde la practicaba muchas veces y se
la enseñábamos a mi papá.
Llegando al final de la canción vuelvo a la realidad y abro los ojos
encontrándome con los pares de ojos de los chicos mirándome asombrados.
Aplauden felicitándome y alabando mi voz. Les agradezco inclinando mi
cabeza sintiendo mis mejillas teñirse de un rosado intenso.
-¡Tienes una hermosa voz! ¿Por qué no eres cantante? –pregunta
asombrado Fushian.
Suelto una risa y niego con la cabeza.
-¿Hace cuanto sabes tocar? –pregunta Cay.
-Desde siempre. Recuerdo tocar y cantar desde muy pequeña. A veces
junto a mi mamá pasábamos horas ensayando y cantando solas en mi
casa. Y siempre era con Mariah Carey.
Le encantaba, era gran fan suya.
Estoy seguro que tú le gustabas más. –dice Lei.
-Tu padre decía lo mismo. –dice Do asintiendo al comentario de Lei y
mirándome orgulloso. –Recuerdo que tu mamá dejaba que cantaras en solo
porque le encantaba tu voz.
-Gracias. –digo agradeciendo sus hermosos comentarios.
Veo un brillo en sus ojos pero en los ojos de Lei es más fuerte. Ni siquiera
aparta la mirada.
En silencio se acerca hasta que esta frente a mí.
-¿Quieres pedirme que toque alguna canción o quieres tocar una tu? –
pregunto tocando inconscientemente sinfonía n.40 de Mozart. Me encanta
la música de época.
En especial la música clásica.
-Sigue tocando tú. Lo haces muy bien.
-Me siento como si estuviera por comenzar un baile y están por llegar los
invitados. – dice Fushian haciéndonos reír.
-Es cierto. Me alegra que te haya gustado mi sorpresa, enana. Disfruta tu
música de época, nosotros nos retiramos. –los chicos se retiran
saludándome con la mano y sonrío divertida por sus gestos.
Una hora más tarde decido dejar de tocar, el señor Mintong me había traído
un té blanco así que acercándome al gran ventanal disfrute de su sabor.
Sorprendida sonreí cuando se acerco una mariposa naranja. Puse el dedo
justo donde se poso y luego de revolotear volvió a alzar vuelo en dirección
contraria.
Capítulo III

Pasaron los días y se cumplía mi primer mes. Todo marchaba bastante bien.
Había creado mis propias rutinas cotidianas: por la mañana desayunaba con
Do, Ty me pasaba a buscar para ir juntas a la universidad y por la tarde
cenaba con Do y pocas veces invitaba a sus amigos. Aunque parecía que
vivían con nosotros, muchas veces los encontraba en lugares comunes
como pasillos o en la cocina pero solo eran momentos donde cruzábamos
pocas palabras ya que mi mejor amigo seguía siendo muy sobreprotector.
Siempre evitaba que alguno se sobrepasara. Lo que no era necesario ya que
eran muy respetuosos. En las cenas que habíamos compartido eran muy
divertidos y me hacían reír hasta soltar lágrimas. Fushian era el más
simpático siempre hacia algún comentario que lograba sacarme lágrimas de
tanta risa. De por sí reía con facilidad a cualquier cosa. Incluso había dicho
que le gustaba mi risa, Do casi lo descuartiza vivo cuando lo escucho. Cay
era un poco más reservado pero igual de alegre. Siempre le seguía el juego
a Fushian pero sus comentarios eran más intelectuales y modernos. Se
mostraba más formal. Y Lei lo poco que mostraba era un poco de los tres,
callado y reservado. Sin embargo a veces soltaba algún comentario o hacia
algún gesto donde llegaba a percibir a un chico distinto, más alegre, tierno,
despreocupado. Incluso curioso, a veces, en bastantes ocasiones lo encontré
mirándome.
Sus ojos me seguían. Observando mis movimientos. Prestando atención a
mis comentarios. En silencio pero llegaba a notar leves sonrisas. No sabía
que pensar al respecto, es decir no me molestaba que me mirara pero ¿con
qué intensiones lo hacía? ¿Era inquietud por mi presencia o simplemente
curiosidad?
Nos vemos en el comedor-digo a Ty antes de salir del aula, tenía que dejar
unos libros en mi casillero y era mejor que ella vaya por nuestra comida.
Dejando los libros, siento un pequeño golpe en mi hombro, volteo a ver
quién es y no lo conozco pero se que es un compañero de una materia.
Él solo sonríe y se inclina. -Hola, me presento, soy Feng Kong. Y tú debes
ser Ania, ¿verdad?
-Asiento y acepto su mano en saludo. -Somos compañeros en relaciones
interculturales II.
-Oh, sí. Recuerdo haberte visto.
-Me preguntaba si, bueno si tienes tiempo, ¿podrías ayudarme con la
materia? Eres muy buena con los idiomas.
-Claro.
-Muchas gracias, eres muy amable. Así que ¿eres de Argentina?
Comenzamos a hablar mientras caminábamos hacia el comedor. Feng era
muy agradable y divertido. Estudia música con Lei pero no lo conocía ya
que era muy tímido.
-Me gustaría competir y poder jugar contra ellos en el PAI. Ganarles debe
ser increíble. dice con mirada esperanzadora. El PAI era el juego de barajas
chinas donde ellos eran muy famosos por ser campeones invictos durante
muchos años.
Desviando la mirada decepcionada. Me había ocurrido varias veces este
hecho. Que solo se acercaran a mí para llegar a Do. Seguía siendo igual de
incómodo. Comenzaba a creer que el ayudarle en la materia también era
una excusa. Continuo hablando sobre lo increíble que era todos en el grupo
y no quería ser grosera pero de mi estómago salían ruidos de hambruna que
debía atender.
-Feng…
-¡Oh, claro! Te estoy interrumpiendo el almuerzo. ¡Lo siento! Ve, Do y el
resto del grupo te espera. -me interrumpió mirando hacia la mesa. Do y Lei
estaban mirando hacia nosotros.
Feng con total confianza alza la mano y saluda. Ninguno le devuelve el
gesto y solo Do desvía la mirada.
Inflo de aire mis mejillas mientras siento la mirada de Lei. Levanto la
mirada hacia él pero desvía los ojos.
-Gracias. Luego…
-Sí. Luego te escribo para que estudiemos. ¿Me pasas tu WeChat? -vuelve a
interrumpirme.
Asiento sorprendida y abro la aplicación para que escanee mi usuario con
su teléfono.
Sonríe y se retira.
Camino hacia la mesa en donde están todos y me siento en el único lugar
que queda libre es entre Ty y Lei.
-¿Quién era ese? -pregunta Ty siguiéndolo con la mirada.
-Feng Kong, es un compañero. Quiere que lo ayude a estudiar.
-¿Y te pidió tu WeChat? -pregunta Do.
Asiento y Ty sube y baja las cejas mirándole interesada. La miro sin
comprender su expresión.
-Estudiar le dicen ahora. -dice en tono sarcástico.
Segundos después mi asiento es bruscamente retirado haciéndome caer
pero antes que mi cuerpo toque el suelo, siento unos brazos que me rodean
la cintura y luego estoy sentada sobre las piernas de alguien. Sorprendida
levanto la mirada y encuentro los ojos de Lei. Mis mejillas se tiñen
rápidamente de rojo.
-Lo siento. -Escuchamos la voz de un estudiante mi izquierda y ambos
levantamos la cabeza hacia esa dirección, vemos un grupo de estudiantes
pasando detrás de mí sin siquiera prestar atención a pesar de que uno se
disculpó. Miro disimuladamente a Lei y noto que está enojado, tiene una
expresión de seriedad e impotencia. Luego sus ojos se dirigen hacia mi y su
mirada se suaviza.
-¿Estás bien?
Asiento en silencio. Desvía la mirada y me acomoda el asiento. Le
agradezco con un movimiento leve de cabeza y me apresuró a sentarme
correctamente.
-Estos niños de hoy. -se queja Ty
-¿Estás bien, Ani? -pregunta Do.
-Sí, comamos, comamos.
-Esta noche tenemos el concierto de Lei, señoritas. -dice Fushian con
orgullo mirando a este.
-Nosotros desde luego vamos a asistir. ¿Les gustaría unirse? -pregunta
Cay. Asiento entusiasmada casi había olvidado la fecha, ninguno había
comentado nada -Está bien. Puede ser divertido. ¿Ying quieres venir?
Ella asiente. – ¡Claro!
-Claro. –imita su tono Do con una sonrisa feliz que delata lo atontado que
está por ella.
Sonrió al verlo en ese estado. Lo he visto tan perdido y solo que me alegra
que haya encontrado una compañera. Noto en sus ojos el amor que siente y
veo el mismo sentimiento en los ojos de Ying.
Siento un par de ojos y al desviar la mirada es Leí el que me mira, mira de
reojo mi plato, específicamente mis rodajas de manzana.
Le extiendo el plato. -Tómalas, son todas tuyas. -niega con la cabeza con
gesto indiferente.
Come, yo estoy llena. No las echemos a perder.
Hace una sonrisa estirando los labios volviendo a su expresión seria y come
una rodaja.
Con su otra mano toma una y me la tiende. -Tú también come. Te hará
bien.
Sonrió aceptándola. -Está bien. Sabes, en Argentina le esparcimos azúcar y
son aun más deliciosas.
Su cabeza se ladea pensando mi comentario. Me quedo quieta
observándolo, su gesto me parece muy tierno. -Azúcar caliente, ¿cómo
caramelo?
-No, así simple, frío.
-Déjame probarlo. -toma un sobrecito de azúcar y lo esparce en la manzana,
prueba y por su expresión deduzco que no le gustó. Luego cierra los ojos un
momento y niega con la cabeza.
No puedo evitar soltar unas risas. Su expresión es divertida y tierna. -Veo
que no te gustó.
-Es demasiado dulce.
Sonrió encogiéndome de hombros. -La mayoría de postres que he probado
son increíblemente dulces. Y vaya que me gusta lo dulce.
-Por eso la mayoría no comemos postres.
Sorprendida lo miro sin creerlo. -¿En serio? ¿No te gusta ningún postre?
-Bueno, me gusta el helado de crema. No es demasiado dulce.
Asiento y lo miro con duda. -¿Que sabor?
-Americana. O puede ser blue berry.
Vuelvo a verme sorprendida. ¿Blue berry? Ese es un gusto extraño. -¿Existe
ese sabor?
-Por supuesto.
-Creí que dirías uno más común como frutilla o chocolate.
Niega. -Son demasiado dulces.
-¿Y el blue berry no lo es? -pregunto sintiendo que me esta engañando.
-No. -susurra justificándose como un niño pequeño. Su expresión lo
acompaña también porque desvía la mirada evitando la mía.
Sabía que me estaba tomando el pelo, suelto una risa mordiendo mi labio
inferior.
-Siento interrumpir su divertida conversación sobre helados pero Ani, se
nos hace tarde para la clase. -dice Ty haciendo una mueca con los labios.
Miro hacia la mesa y noto que ya no queda nadie. Incluso Ty parada a mi
lado ya tiene sus cosas recogidas y no veo su bandeja de comida.
-Claro. Nosotras… -digo parándome alzando mi bandeja para ir a tirarla.
-Las acompaño. Voy a la siguiente aula. -toma mi bandeja, la junta con la
suya y ordena rápidamente la mesa.
Ty sonríe divertida y me hace señas que me espera en el aula. Niego
rápidamente con la cabeza y le digo que nos espere pero se ríe y camina
alejándose. Vuelve Lei y tomo mi bolso. Caminamos hacia el aula.
-¿Cuál es tu favorito? -pregunta abriendo la puerta del comedor. Veo que
pasa primero pero espera que pase para volver a cerrarla. Nunca creí que
fuera tan atento, es muy amable.
-Pues, es mi favorito que solo encuentro allá. Dulce de leche granizado. Es
un caramelo argentino con trocitos de chocolate. Es lo más delicioso del
universo.
-Ya veo. Te encanta lo dulce.
Me encanta el chocolate pero no todo lo dulce.
-Dime tres gustos de helado que no te gusten.
Sencillo. -Americana, frutilla y menta.
Ahora el sorprendido es él. -Pero si son clásicos.
Sonrío atrapada. -Quizás por eso.
Sonríe, con la más grande que he visto hasta el momento y suelta una leve
risa.
No puedo desviar la mirada de su sonrisa. A pesar de que es un hábito
cuando me sonrojo, esta vez mis ojos quedan prendidos a su linda
expresión.
-No vemos después, dulce de leche. -dice y le sale un tono muy dulce la
parte en argentino.
-Nos vemos luego, blue berry. –me da una última mirada para caminar a su
clase, yo entro a mi aula. Sonrió levemente y camino hacia el asiento a un
lado de Ty.
-¡Oh mira! -la miro sin entender pero sin cambiar mi expresión. -Tu
sonrisa: se la robo Lei. -dice mirando hacia afuera del aula, saludando con
la mano, cerrando fuertemente los ojos y sonriendo abiertamente.
-Ahora recuerdo porque no extraño tus bromas. Siempre fueron muy malas.
-digo acomodando mis objetos.
-Qué raro, Lei volvió. ¿Se abra olvidado algo? -pregunta y rápidamente
miro hacia la puerta. Al no ver a nadie muerdo levemente mi labio inferior.
Era una trampa y pise el palito. Ty suelta una risa. -¡Amiga! No quiero
decirlo pero…
-No lo digas. -la interrumpo ya que sé a qué se refiere y me niego a que sea
cierto.
-Bien, pero luego no quiero decir…
-No lo digas. -vuelvo a interrumpirla. -Repasemos, ya debe estar por llegar
el profesor.
-Teníamos parcial. Aunque ya habíamos estudiado cada día desde que nos
habían avisado me haría bien distraer mis pensamientos de sonrisa tierna.
Saliendo de clases fuimos con Ty a casa de Do, pasando primero por un
mercado que vendían dulces con formas de osos y conejos tiernos y unas
bebidas de sabores extraños que no había visto en toda mi vida. Aunque sus
‘’dulces’’ eran más como comida casi salada y muy picante.
-¿Cómo te puede gustar tanto eso? –pregunto mirando a Ty que comía su
tercer bolsita de algo que parecían unos snacks de tofu pero picantes.
Se encoge de hombros y sigue comiendo. –A ti te gustaron esos feos
cacahuates con picante. –dice paseando su mirada por el lugar.
-Están muy buenos. –digo comiendo unos de la bolsita. Además todas las
envolturas estaban muy lindas decoradas, la mayoría con algún animal
tierno, colores y líneas, muy divertidas. – ¿Cómo vas con Chris? Pareciera
que están más serios juntos. pregunto por su actual pareja. Sin embargo ella
asiente ausente, sin prestarme mucha atención, así que le tire unos
cacahuates, solo le pegue con dos.
-Creo que voy a dejarlo. -dice lentamente.
-¿Pero por qué?
-No lo sé. Ya no es lo mismo.
-¿Él te aburrió? -pregunto utilizando mi mejor tono de inocencia. Pero no
es suficiente, ella me fulmina con la mirada y me tira unos cacahuates que
habían quedado en la mesa.
-No soy tan mala. Es solo que… pues sí, me aburre. -Niego con la cabeza.
A eso me refiero cuando digo que es igual a Do. Podría ser perfectamente
su versión femenina. -Pero aún no. Tenemos un viaje programado a
Singapur, no puedo cancelarlo, no puedo ser tan cruel.
-Ilusionarlo y continuar con él sabiendo que ya no quieres seguir con él es
ser cruel. -Lo pensaré en el viaje. –dice y se despide caminando de
espaldas hacia la puerta.
La sigo imitando su baile. –¿No quieres venir al concierto de Lei? –niega
con la cabeza en un gesto de aburrimiento. Ofendida ladeo la cabeza. –No
sabes apreciar la buena música.
-Tú solo quieres ir a verlo tocar a Lei. –dice en tono divertido.
-Por supuesto que no. Voy a disfrutar de lo que dicen es el mejor en su
departamento universitario.
-Aja, aja. A verlo a él. No olvides que…-la interrumpo antes que termine la
oración.
-No lo digas. Ya sé.
-Va a llegar el día que voy a decir…
-No lo digas. –vuelvo a interrumpirla pero riéndome al final. Éramos unas
tontas. Ty también se ríe.
-En fin. Je suis parti. Dile a Lei mucha meg.
Sonrío saludándola con un beso volador. –Au revoir.
Casi entrando la noche llegaron Ying junto con su amiga y compañera de
trabajo, Lía. Era una chica joven, de nuestra edad, pequeña de estatura, con
flequillo y atuendo adorable: una camiseta celeste sobre un jardinero rosa
haciéndola lucir muy elegante pero divertida. Además tenía un dulce
perfume que combinaba con su personalidad. No se me pasaron
desapercibidas las miradas que le brindaba Fushian, parecía realmente
atento a ella.
Por primera vez en la noche no hacia frio así que había decidido cambiar
mis trajes por un fresco vestido blanco y negro que me llegaba hasta arriba
de la rodilla. Combinado con unas negras sandalias de tiras ajustables a mis
tobillos y mi bolso de mano.
Llegando a la entrada detuve mis pasos mordiendo mi labio inferior.
-Qué? –pregunto Do esperándome. El resto del grupo se había ido, menos
Ying y Lía que nos esperaban en el auto.
-¡Olvide mi cárdigan! –lo deje sobre mi cama, olvide tomarlo cuando salí
de la habitación.
-Te prestaré mi saco. Vamos que llegaremos tarde.
Asiento siguiéndolo hasta el auto. Me sorprendió ver a Ying en la parte
trasera pero para ahorrarnos tiempo evite hacer comentarios y nos
apresuramos a irnos.
Entramos al aula de audiciones pero los chicos se dirigen hacia atrás del
gran telón cubierto. Emocionada los sigo, me encanta ver tras bambalinas.
Y es como siempre te lo imaginas, gente caminando apresurada y frustrada
de un lugar para el otro. Gente acomodando y hablando sobre posibles
escenarios catastróficos. Y parece que hay uno en vivo porque veo al
profesor de Lei y a él suspirar frustrados mirando constantemente el
teléfono en su mano. Miro un momento más a Lei. Está increíblemente
elegante con su traje francés negro con líneas casi invisibles en blanco. Lo
que me llama la atención es el suave perfume que le siento. Es decir, es el
mismo que utiliza siempre pero ahora lo siento más cerca. Volteo la mirada
y veo que lo tengo a mi lado. Sorprendida doy un paso hacia atrás.
-Te necesito. –dice rápidamente tomando mi mano llevándome con él hacia
una habitación privada. Entra con nosotros su profesor y una chica de
nuestra edad con una tableta en sus manos, deduzco que es la organizadora.
Todos me miran expectantes.
-¿Qué ocurre? –pregunto mirándolos terminando en Lei.
-Mi compañero que tocaría el piano no pudo venir y necesito que lo
suplantes. – explica sin miramientos Lei.
-Pero yo no sé las partituras o…-la organizadora me interrumpe pasándome
una partitura de piano y reconozco las notas musicales, es una reducción
para piano arreglada por C. Czerny su versión más ampliada del
‘’Lacrimosa’’ del Requiem de Mozart. Me encantaba esa canción.
Antiguamente habían hecho para las orquestas principalmente arreglos para
piano a dos manos de distintos autores y la adaptación de este répétiteur era
la más preciosa y especial de todas.
-Es por esa expresión que quiero que tú toques. Amas la música de la
misma manera que yo. Ayúdame y cumple tu sueño.
-¿Cómo sabes…? –mi voz desaparece sin dejarme terminar la oración. Él
asiente seguro animándome.
-¿Lo harás? –pregunta la chica organizadora.
Asiento convenciéndome de la idea. Señalo mi atuendo. – ¿Quieres que
salga vestida así? – digo no estaba mal vestida para presenciar un concierto
pero subirme al escenario y acompañar al protagonista, estaba totalmente
desarreglada.
-Yo me encargo. Soy Rhua, mucho gusto. –dice presentándose al fin la
organizadora. Mucho gusto, soy Ani. –sonrío inclinándome
correspondiendo su saludo.
Teclea algo rápidamente en su teléfono y me pide que la siga fuera de la
habitación. – Tengo un amigo en el departamento de teatro, nos puede
prestar un vestido. Eres alta y delgada, será sencillo conseguir uno.
Bien, si ella lo dice. Me conduce a otra habitación donde estamos solas.
Exactamente luego de cinco minutos entra un chico delgado con el cabello
de un color rosado. En su mano tiene un vestido. Nos saluda y rápidamente
Rhua me entrega el vestido pidiéndome que me cambie. Ellos salen por la
puerta para que este más cómoda.
-Aunque volveré a ver cómo te queda. –dice Rhua animándome a
colocarme el vestido.
Asiento y cuando la puerta se cierra, lo retiro de su funda, descubro un
precioso vestido blanco con sutiles brillos distribuidos en la parte superior,
en la cintura y en el final del vestido. Me lo coloco con cuidado y
afortunadamente se me adapta correctamente al cuerpo. Me lleva hasta casi
los pies, la tela toca el suelo. Me dejo mis sandalias ya que en calzado era
lo más elegante siempre y combinaba completando el atuendo.
Vuelve a entrar solo Rhua y asiente aprobando el vestido, me extiende unos
guantes hermosos de raso blancos. –Perfecto. Aquí estos vienen con el
vestido, me dijo Thaing que completaría el outfit. Y aquí tienes las
partituras. Estúdialas, tienes solamente diez minutos. Ven, volvamos con
Lei, está un manojo de nervios aunque no lo demuestre.
Me coloco los guantes rápidamente. Es extraño al principio pero me gusta.
Es un signo de etiqueta. Asiento imaginándolo, yo estoy igual a él o peor.
Aunque cuando llegamos a su lado se lo ve tranquilo, calmado, está
limpiando su violín mientras tararea silenciosamente una canción. Al
vernos llegar sus ojos se amplían al posarse en mi vestido y mis mejillas se
tiñen de rojo.
-Iré a verificar que todo esté en orden. –dice Rhua y me señala mirando la
hoja. –Tú, sigue estudiando las partituras.
Asiento repasando las hojas. Tenía leves cambios a la versión original pero
era sutiles, incluso me gustaban los cambios, le darían a la canción junto al
violín más energía y tensión pero me hubiera gustado haber ensayado al
menos una vez para sentirme más segura y que estoy nervios no me
traicionen.
-¿Estás bien? –pregunta Lei observando mis dedos temblar ligeramente.
-No sé si pueda hacer esto, Lei. –digo entrelazando mis dedos y respirando
intentando calmarme.
-Te has presentado delante de mucha más gente. Do me hablo sobre una vez
diste una conferencia para dos mil personas.
-Sí pero lo había ensayado previamente y hable una hora simplemente de
negocios y temas monótonos. Aquí es diferente y además si me equivoco o
me olvido las notas? Hare un desastre haciéndolos quedar terrible, a tus
compañeros, a ti y a mí. –cierro los ojos ante el enriedo de palabras. Tapo
mi rostro con la hoja sintiéndome querer morir.
Siento la hoja despejar mi rostro y abro los ojos encontrándome a Lei
parado justo frente a mí, está muy cerca, nuestras puntas de los pies se
tocan.
-Tranquila. Tú puedes con esto y si en algún momento sientes temor solo
mírame porque yo estaré ahí. ¿Está bien?
-¿Cómo es…? ¿Por qué si tienes más compañeros que pueden tocar contigo
me elijes a mí? –me observa en silencio pero sus ojos brillan dándome la
respuesta. – ¿Por qué tienes tanta confianza en mí?
-Veo tu entrega a la música y tu dedicación. Es lo que hace que nos
quedemos ensayando hasta las 3 de la mañana porque amamos lo que
hacemos. Creo en ti y tú deberías hacer lo mismo. –dice con una seguridad
que me atraviesa el pecho. Sus palabras me llenan de ánimo y asiento de
acuerdo con él. Amo la música y especialmente tocar el piano. Siempre ha
sido parte de mi vida aunque hoy no sea el centro de mi atención siempre
será lo que más ame hacer.
-¿Están listos? Toda la suerte. –dice Rhua señalándonos el escenario.
Miro a Lei y conecta nuestros ojos. Asiente y caminamos juntos saliendo a
escena. Damos un primer saludo general inclinando nuestros cuerpos a la
audiencia y cada uno ocupa su lugar. Me acomodo en el asiento colocando
los dedos en posición inicial. Levanto la vista y dejo que me guie Lei.
Comienza y lo sigo volviéndome a concentrar en las notas. Son los nervios
del principio porque luego de unos momentos algo se despierta en mí y
comienzo a disfrutarlo. No puedo explicar la euforia que estoy sintiendo,
mis dedos se mueven solos tocando las teclas, mis ojos vuelven a los de Lei
y sonrío sin poder evitarlo. Tiene una suave expresión de felicidad y una
leve sonrisa animándome. Mi alma se siente vibrando y bailando junto a él
y a la música.
Llegamos al final de la canción y de pronto se termina. Ambos nos
detenemos sin apartar la vista y escucho de fondo el sonido de los aplausos
en ovación. Lei viene hacia mí y tomando mi mano me ayuda a pararme.
Aprecio el gesto porque todo mi cuerpo tiembla y esta vez es la adrenalina
que corre por mis venas. Volvemos a inclinarnos saludando y agradeciendo
al público y aun tomados de la mano, Lei me conduce fuera del escenario.
Nos reciben varias personas que no distingo correctamente quienes son.
Alcanzo a ver a los chicos emocionados aplaudiéndonos mientras se
acercan a felicitarnos.
-¡Estuvieron asombrosos! –escucho que dice Fushian.
-Realmente arrasaron. –dice Cay.
-¡Enana, al fin tocaste frente a un público y lo hiciste espectacular! ¿Cómo
te sientes?
No sé que responder pero al ver a Lei a mi lado vuelvo a sonreír
sintiéndome feliz como nunca lo había sentido. Lo abrazo rodeando su
cuello permitiéndome cerrar los ojos un momento.
-Muchas gracias, Lei. Me has hecho pasar un momento mágico.
Siento sus brazos corresponder mi abrazo y unas leves palmadas en la
espalda. – Gracias a ti. -Nos separamos pero se mantiene muy cerca. -
Estuviste asombrosa, todo salió perfecto gracias a ti. –Sonrío y bajo la vista
avergonzada pero agradecida.
Escucho silbidos y animaciones de los chicos y siento mis mejillas
sonrojarse.
-¡Vengan, esto tenemos que celebrarlo! –dice Do y lo seguimos hacia los
autos.
Llegamos a un bar y nos acomodamos en dos mesas ya que somos un grupo
grande. Comenzaba a sentir el frío de la noche, había devuelto el vestido de
princesa y con mi vestido volvía a sentir mi piel helada. Quedo a un lado de
Lei y vuelvo a sonreír rememorando lo bien que me sentí arriba del
escenario.
-¿Siempre es así? –pregunto bajando la voz así solo me escucharía él. Sus
ojos me miran preguntando a qué me refiero. Siento los míos brillar. –
Cuando estas arriba de un escenario.
-Sí, solo eres tú y tu instrumento. El mundo parece que desaparece y no
piensas en nada más. –dice y veo una pequeña sonrisa en sus labios.
Remueve su saco y en vez de que lo coloque atrás de su silla, como creí que
haría, lo deja sobre mis hombros, cubriéndome más de la mitad de mi
cuerpo ya que es muy largo.
Sonrío bajando un momento la mirada, hoy estaba particularmente atento o
quizás se siente en deuda por el favor que le hice. Si ese es el caso la
situación real es al revés, yo me sentía en deuda, como había dicho había
sido hermosamente increíble toda la experiencia. Tomo las solapas por
dentro y las acerco a mi cuerpo cuando siento una brisa. -Es tan mágico.
-Se le dice vocación. –volviendo a su expresión neutral pero mantiene la
mirada especial.
¿Por qué quiere evitar lo que siente?
-Es magia. El poder conectarte de esa manera, lo increíble que se siente. No
hay nada parecido en el mundo.
Lei asiente en silencio y bebe de su copa.
De pronto siento un brazo en mis hombros y sé que es Do. Sonrío girando
la cabeza hacia él.
-¡Estoy orgulloso de ti. Lo lograste! –también sonríe y por su tono de voz
bajo me parece que está un poco pasado de copas.
-Gracias, Do. –le detengo el trago antes de que lo tome. –Me parece que ya
has bebido demasiado por una noche.
Suelta una queja infantil y pelea por el trago. –Tenemos que celebrar que
cumpliste tu sueño. Soy tan feliz por ti, enana. Tú cumples todo lo que te
propones. –dice y deja caer su cabeza sobre mi hombro.
Miro a sus amigos, ¿cómo lo dejaron tomar tanto y donde estaba Ying? –Do
¿dónde está Ying? –me interrumpe negando y dando un golpe a la mesa.
-No quiero hablar de ella. Porque… nosotros peleamos y ella… se fue. Me
dejo aquí. Solo. – de pronto comienza a soltar un falso llanto y se abraza a
mis hombros. –Yo le abro mi corazón y ¿ella que hace? Se va. No le
importo, simplemente dio media vuelta y se fue con su amiga igual de
enana que ella. Parecían dos gnomos caminando por la noche hacia su
pequeña casa.
Es una borrachera melancólica y agresiva por sus feos comentarios. –No
hables así de Ying, ni de ninguna mujer.
-Se lo merece.
Niego con la cabeza y le doy unas palmaditas en la espalda en consuelo. –
Tú la amas, ¿cierto? Respétala y quiérela. Mañana hablen más tranquilos.
Estoy segura que arreglaran todo y volverán a ser felices. –besa mi mejilla
y deja caer su cabeza en mi hombro.
Siento la mirada de los chicos y suelto un suspiro. –Creo que es hora de
irnos.
Do se despierta de pronto e inclina su cabeza mareado, Cay a su lado lo
agarra antes de que se golpe con la mesa. Lo levantan junto a Fushian y Lei
se retira a pagar la cuenta.
-Lo llevaremos al baño, si ensucia su auto nos matara y luego se suicidara
él mismo. – dice Cay alejando su cara cuando Do intenta dejarle un beso en
la mejilla.
Asiento tomando las llaves de su auto. –Yo conduzco, los espero en la
entrada.
Asienten y lo llevan casi arrastrándolo. Está realmente ebrio. Suelto un
suspiro, este chico, no aprende más. Nunca supo acostumbrarse a los
cambios y cuando hay algo que él no pueda controlar se enoja desquitando
su impotencia por otro lado.
Llega Lei a mi lado. – ¿Quieres tu saco? Hace frío. –pregunto
removiéndome el saco pero niega con la cabeza y caminamos hacia el
auto.
Dentro de él prendo la calefacción y pongo música en bajo volumen
mientras esperamos a los chicos. Tarareo la canción suavemente luego de
un rato y comienzo a aburrirme. Volteo a ver a Lei y lo encuentro con la
cabeza apoyada sobre la puerta y los ojos cerrados. Sorprendida lo miro y
noto su respiración calmada. ¿Tendrá frío o calor por tanta calefacción?
Decido bajarla un poco y accidentalmente subo el volumen de la música.
Rápidamente la vuelvo a bajar y miro con cuidado a Lei sin embargo veo
que ni siquiera se movió, continua tranquilo y dormido.
De pronto la puerta trasera se abre y entran los chicos. Veo a Do muy pálido
y me preocupa. – ¿Está bien? ¿Y si lo llevamos al hospital?
Do niega con la cabeza y sonríe pero sus labios son más una mueca
desdibujada, no tiene fuerzas pero no se rinde. A él le gustan los hospitales
tanto como a mí. –Ni se te ocurra, enana. Llévame a casa.
Miro a Lei y asiente de acuerdo a Do. Muerdo levemente mi labio inferior y
giro el volante hacia la salida del bar.
Capítulo IV

-No puedo creer que tocaste frente a tantas personas y no estuve ahí. –dice
Ty con un adorable puchero en sus labios. Estamos en el comedor de la
universidad luego de las clases teníamos que estudiar así que hicimos una
parada por unos ricos cafés. Yo acompañe al mío con un muffin de limón. –
Lo siento, todo esto me pasa porque me burle de la música de Lei. Y no
pude verte tocar.
Su tono me hace soltar unas cortas risas. –Tranquila. No hubieras podido
saber fue todo tan rápido. De todos modos, no deberías burlarte del trabajo
de nadie.
-Lo sé. Aprendí mi lección, no lo volveré a hacer. –haciendo la señal de los
boy scout.
Asiento levantando mi dedo aprobando su comentario. Ty me pide que le
cuente todo sin omitir detalle y yo feliz y emocionada le explico la noche.
Incluso por tantas emociones no logre dormir.
-¿No dormiste nada? –pregunta Ty sin poder creerlo.
-Apenas pude cerrar los ojos hoy a las 6 am y media hora después sono el
despertador. Me devolvió a mi aburrida y contadora vida.
Ty niega con la cabeza y pone esa expresión de impotencia que yo también
debo tener. – Ya sabes lo que opino amiga. Tu lugar es ahí, arriba de un
escenario frente al piano. No aquí, aburrida con números y estadísticas.
-Sabes que no puedo hacerlo, Ty. Ni siquiera me dejo soñarlo porque sé que
nunca lo haré.
El concierto de anoche fue un favor a Lei.
-Anoche fue un sueño que cumpliste.
-Y como todo sueño sono el reloj de las doce y se termino devolviéndome
a mi realidad. No hablemos más, por favor. Prefiero que quede como un
recuerdo hermoso y no convertirlo en algo más.
Ty asiente. Ella sabía como yo como terminaba esa historia. A mis
diecisiete había intentado esa vida y no me había ido muy bien. No podía
volver a arriesgar todo y tirar por la borda todo mi esfuerzo. Yo ya tenía mi
vida encaminada y aunque no me terminara de gustar, sabía que era lo
mejor para todos, mi familia y para mí.
-Hola chicas. –dice Feng apareciendo de algún lugar e inclinado hacia mí. –
Ani, ¿puedo hablar contigo un momento?
Asiento y caminamos hacia las puertas del comedor. Percibo nervios en
Feng.
-Quería agradecerte por suplantarme ayer. Fui yo el que no pudo asistir y
supe que tú tocaste por mí. –dice e inclina su cuerpo mostrando
agradecimiento.
-No es nada, Feng. Lo disfrute incluso, amo el piano así que fue un honor.
Sonríe y su expresión es muy linda, sus ojos casi desaparecen además que
aparece un hoyuelo en su mejilla. -¿Puedo invitarte un café? Ya sabes, en
agradecimiento.
-Claro. –vuelvo con Ty y le aviso que me retiro con Feng por otro café.
-Claro, abandona a una amiga por un hombre.
La miro conteniendo una mueca. –Tú aprovecha a ver a tu hombre.
-No es mala idea. –dice y suelto una risa. Me despido tomando mis cosas y
agito mi mano.
Caminamos hacia la estación y tomamos el autobús para, según Feng, ir a
una muy buena cafetería.
Llegamos y me encanta la decoración del lugar todo era vintage con colores
oscuros y muebles repintado en tonos claros. Nos sirven unos cafés y unos
pastelitos de frambuesa que estaban realmente deliciosos.
-Ven, lo bueno de esta cafetería es que con la compra de un café te dan a
elegir el envase. Por ejemplo tienes en forma de barco, de flores, de
estatuas famosas y si quieres escriben tu nombre y algún mensaje de
fortuna.
Me impresiona la idea y elijo el vaso de barco, era literalmente un barco
pirata parado sobre su lateral, en colores marrones y negros y la agarradera
eran las velas. Pido que escribieran mi nombre y de frase habían escrito:
“Esta bien tener las riendas de tu destino pero a veces debes dejar que el
mar te guíe. Él te llevará hacia nuevos puertos.”
Feng elige la estatua de la libertad y su frase decía: “Que la luz ilumine tu
camino, pues nunca se apagaran por completo. Siempre tendrás una luz
guiando tu camino.”
Me divierten mucho las formas así que les tomo una foto y además de
subirlas a la red, se las mando a Ty y a Do. La primera no me responde pero
Do me pregunta dónde estaba y si volvería a casa.
Salimos de la maravillosa cafetería y nos dirigimos nuevamente a la
estación, así que le envío un mensaje a Do que ya estaba volviendo a casa.
Feng me acompaña hasta allí y se despide saludando con la mano.
Me recibieron los cuatro chicos de metro ochenta y cuatro en el hall de
entrada.
-Wow ¿y ese vaso? -pregunta Fushian
-Al fin vuelves, enana. Es muy tarde. -dice Do.
-Fuiste a la cafetería cerca de la estación Lishiang, ¿verdad? -pregunta Cay.
Hablan todos a la misma vez y solo escucho trocitos de fragmentos así que
solo asiento y dejo que Fushian y Cay tomen el vaso cuando me lo piden.
Lei se acerca más paciente y me gusta su tranquilidad. -¿Cenaste?
-No. Comimos unas ricas tartas de frambuesa.
-Esa cafetería es muy genial. Debemos ir. -dice Fushian devolviéndome el
vaso. Cay asiente.
-Deberías cenar algo más. -dice Lei con su expresión de indiferencia pero
su tono se lo escucha preocupado.
-No tengo hambre. -respondo. La tarta era bastante grande y el café
también.
-Aun así.
-¿Ustedes cenaron? -pregunto mientras nos dirigimos hacia la cocina.
-Nosotros ya nos retiramos. -dicen Cay y Fushian al mismo tiempo. Algo se
traen entre manos esos dos. Están mucho tiempo juntos. ¿Tendrían unas
novias amigas? ¿Saldrían los cuatro juntos? Tendría que preguntarle a Do.
Hablando de él, estaba sonriendo al teléfono e imaginaba que sería Ying
que le respondió algún mensaje.
-Yo también me retiro.
-¿Yo llego y tú te vas?
-Lo siento, enana. Pero debo ayudar a Ying.
-Bien, ve. Conduce con cuidado. -Do posa su mano sobre mi cabeza un
momento y se retira. Suelto un suspiro y dirijo mi vista hacia Lei. -También
te irás, ¿no es cierto? Está bien.
Mañana nos veremos. Iré a dormir. -digo soltando un bostezo cubriéndome
con mi mano.
Camino hacia la puerta sin embargo Lei no se mueve. -No tienes que
quedarte por mí.
Puedes ir a casa, si quieres.
Lei solo me mira sentado sobre la barra. Sonrío por su expresión y la
imito. –¿En qué estás pensando?
-Tengo hambre. Si quieres, puedo… hacer comida de más para que tú
comas también.
-¿Cocinas? Nunca lo hubiese imaginado. –por su nueva expresión no le
gusto mucho mi comentario. –Me refiero que…-me parece que es mejor
dejar esa oración. –¿Que cocinaras?
-Tú también ayudaras. Se te quitara el sueño.
-¿Sabes? Quizás quieras que me quede simplemente sentada. Soy muy mala
cocinando, probablemente arruine la comida.
-Ten. -me pasa un delantal. -Y lávate las manos.
-Si tú lo dices…-susurro colocándome el delantal pero antes de anudarlo
me lavo las manos. Tarareando una canción que se me había pegado hace
días camino hacia Lei. - Encenderé el corderito de Do para que escuchemos
música! –lo busco pensando que música podríamos escuchar. Si fuera por
mí pondría cantantes latinos pero quizás no le gusten. Lo enciendo y dejo
que pasen las canciones de manera aleatoria. -Bien, ¿que necesitas? -
pregunto sintiendo la emoción de ayudarlo. No sé qué podré hacer pero al
ver los alimentos expuestos sobre la barra me entusiasma comenzar.
Pero antes lo veo caminar hasta colocándose atrás mío y me anuda el
delantal. Suelto una corta risa, lo había olvidado. Siento sus manos rozar mi
cintura y son suaves, cálidas. Me dan una sensación confortable que viaja
por todo mi cuerpo pero solo se nota en mis mejillas un poco sonrojadas.
Por último acomoda mi sweater bajo las tiras del delantal y sé que quedó
todo prolijamente ordenado.
-Puedes pelar estas papas. -dice pasándome un par. Él comienza a cortar
rápidamente unos vegetales. Es bueno y rápido, observo fascinada como
pica sin detenerse y sin lastimarse y en cuestión de segundos tiene todo
vuelto en la cacerola. Agrega unos fideos y una salsa blanca.
De pronto escucho: ’’Ah, ah, dale mambo. Ah, dale mambo. Daddy, son
cosas que pasan en el barrio fino. ’’
-¡Esta noche contigo la pase bien, woh! –canto y bailo sin poder evitar que
me lleve la música. –Y tú fallaste. –señalo a Lei cuando me mira de reojo.
Subo mis brazos aun con los objetos en las manos y miro a Lei porque está
por llegar el coro y es obligación cantarlo. –Lo que paso, pasó. Entre tú y
yo. –canto aun más alto cerrando los ojos. Me siento realmente sorprendida,
no sabía que a Do le gustaba. Continúo cantando y bailando en el lugar el
tema. Lei no me presta más atención pero yo disfruto escuchar a Daddy
Yankee en Shanghái.
Vuelve la música de cantante chino x y vuelvo a mi tarea. -No sabía que a
Do le gustaba el reggaetón. –Lei ladea la cabeza en silencio.
-Adelanta la canción. –pide señalando el corderito. Lo hago y me sorprendo
cuando empieza ‘’Ginza’’ de J Balvin. Me sorprendo aun más al ver que
Lei mueve la cabeza en el coro.
-¡La conoces! –digo señalándolo con el pelador. Lei se encoge de hombros.
–Si la sabes la cantas.
-No sé la canción.
-Entonces bailar.
Se da la vuelta centrándose en la olla. –No bailo.
-Mmm, aja. –decido dejar el tema y terminar de pelar la papa cantando de
vez en cuando.
Sin prestar atención por estar cantando mientras estoy pelando la segunda
papa, se me resbala pasando a mi piel. Y de pronto arde y veo sangre.
Suelto una exclamación y Lei me mira preocupado.
-¿Estás bien?
-Lo siento. Sí, solo me corte. -digo llevando el dedo a mi boca para parar la
sangre.
Me pide que se lo enseñe y vuelve a salir sangre.
-Espera. -lo veo ir hacia el baño y vuelve con un pequeño botiquín. Saca
una crema y lo esparce sobre el dedo. Termina colocándole una linda
bandita de Pucca. Sonrío agradecida.
-Te advertí que era una pésima ayudante.
-Se que diste tu mayor esfuerzo.
Su comentario me hace reír y le contagio la risa. -Eres malo. Mira, te di mi
sangre, sudor y lágrimas.
-Yo estoy cocinando para ti. Estamos empatados.
-Bien pero comeremos los dos. -digo colocando dos platos sobre la barra.
Lei niega con la cabeza.
-Me sentaré contigo.
-Pero si no comes es como si estuviera sola. -digo y mis labios forman una
mueca. Lei desvía la mirada y asiente. Aplaudo feliz de haberlo convencido
y termino de poner el resto de los utensilios.
Camino hasta su espalda espiando por su lateral la cacerola hirviendo.
Tiene un delicioso aroma. -Chef, ¿cómo va su comida?
-Ya está listo.
-Genial.
Lei sirve un plato para cada uno y comenzamos a comer. Es increíblemente
bueno.
Suave, balanceado y con los condimentos justos.
-Es increíble, Lei. Eres muy buen Chef, ¿te gusta cocinar?
Sí. Quiero decir no profesionalmente pero me gusta cocinar.
-Oh, eran ustedes. Escuche ruidos y no sabía quién podía ser a esta hora. -
dice entrando apresurado el señor Mintong.
-Lo siento si lo despertamos, señor Mintong. Me dio hambre y Lei me
cocino este delicioso platillo.
-No se preocupe, señorita Luce. Do también le da hambre por las noches y
me despierta para que le cocine algún platillo especial. Me pregunto, ese
olor, ¿qué cocinaron? -camina hacia la cacerola y quitando la tapa ve el
contenido. Suele un momento y vuelve a taparlo. Nos mira con una ligera
sonrisa. -Es un platillo excelente para una comida casera y de noche.
Lo miro sorprendida. El señor Mintong aunque sonríe satisfecho pareciera
que lo dice con otra intención. Lei come con la vista baja. -Me gusta la
comida casera y en especial este plato.
-Sobre todo por el nombre que lleva el plato. -Lei lo mira un momento y
luego sus ojos se encuentran con los míos para bajarlos nuevamente hacia
su comida.
-¿Cuál es? -pregunto sin querer perderme entre sus mensajes a través de
miradas silenciosas.
El señor Mintong vuelve la mirada hacia mis ojos y sonríe. -Caricia al
alma.
Sonrío dirigiendo la mirada hacia Lei. Me encanta como hacen tan
especial cada actividad. Sabía que varios platillos tenían nombres propio.
Además de que son nombres especiales pero no sabía que el que había
preparado Lei también. Y uno tan hermoso.
-Pues se siente como una caricia al alma. -digo sonriendo feliz y a través de
mis ojos casi cerrados veo la expresión de Lei volver a cambiar por una
sonriente.
Yo limpiare todo. Ustedes vayan a descansar. -dice el señor Mintong
prácticamente echándonos de la cocina.
Lo acompaño hasta la entrada y Lei se acerca antes de abrir la puerta. -
¿Cómo está tu dedo?
Lo levanto y se lo enseño. Ya no está rojo. -Ya no duele.
-Bien. Cuídalo.
Sonrío y asiento. –Lo haré y gracias por la cena. . Descansa.
-Descansa.
Me coloco mi ropa para dormir y me acuesto. Rememoro los
acontecimientos del día y mi favorita es la cena con Lei. Me encantó su
caballerosidad, su destreza al cocinar, su preocupación, su tierna sonrisa.
Esa noche siento que descanso sin quitar la sonrisa en mi rostro.
Nos encontrábamos en un café antes de nuestra clase. Mi teléfono no
dejaba de vibrar, era Tom pero ignoraba las llamadas cada vez que
entraban. Ty no era tan pacifica, miraba el aparato vibrar.
-¿Que te ocurrió en el dedo?
-Ayer me corte. Cocinando.
-¿Cocinando? Pero si tú no cocinas. -dice soltando una sonrisa divertida. -
Oh, ¿estabas cocinando con Do?
Niego en silencio y la sonrisa vuelve a mis labios. -Con Lei.
Alza sus cejas sorprendida. -¿Lei cocina?
-Pues sí. Y es muy bueno.
Desvía la mirada y casi puedo adivinar sus pensamientos. -¿Y qué
preparo?
-Un platillo de verduras y fideos. Tiene un nombre hermoso: caricia al
alma. -Ty solo me mira y luego muerde su labio inferior reteniendo su
sonrisa burlona. -¿Qué?
-No dije una palabra.
-Pero vi tu sonrisa.
-¿Quien te llama tanto? –pregunta desviando la mirada y levantando mi
teléfono. -¿Será tu tío? Que no quieres responderle.
Niego con la cabeza y le quito el teléfono pero es más rápida al mirar el
identificador de llamadas. Hace una expresión de total sorpresa y me mira
con la cabeza inclinada.
-No es nada de lo que te estás imaginando. –respondo antes de que su
mente se dispare a imaginar infinidad de posibles escenarios.
-¿Entonces dime una buena explicación de por qué ese idiota te ha estado
llamando toda la mañana?
-Es solo lo de siempre. Quiere arreglar las cosas y que volvamos. –digo
bajando el tono de mi voz hacia el final de la oración.
-Imagino que le has aclarado sus estúpidas ideas.
-Pues, en realidad no.
-¡Ani!
-Has visto que no le respondo las llamadas.
-Pero tampoco has resuelto el asunto. Tienes que atenderle y aclararle todo.
Sino él seguirá pensando que aun tiene posibilidades contigo. ¿O sí las
tiene?
Niego rápidamente. No quería responderle porque no tenemos nada de que
hablar. Ya habíamos hablado mucho y ya no tenía sentido seguir aclarando
cosas que ya estaban claras. Para ambos. –Por supuesto que no. Tú sabes
todo lo que ocurrió. No quiero volver a verlo en mi vida por eso no le
respondo. Estoy cansada de tener que aclararle una y otra vez lo mismo.
Además aun no sé cómo sigue consiguiendo mi número nuevo. Es el
tercero que cambio y me llama como si el tiempo no hubiera pasado.
Como si tuviera algún derecho sobre mí y aun fuésemos pareja.
-Yo me encargo. –Me quita rápidamente el teléfono cuando entra la nueva
llamada y aunque intento detenerla responde haciendo su expresión de seria
y peligrosa.
-Ovviamente non sono Ani. Sono la sua migliore amica e la persona che ti
avvertirà di smetterla di disturbarla. ¿Capisci? – (Por supuesto que no soy
Ani. Soy su mejor amiga y la persona que te va a advertir que dejes de
molestarla. ¿Entiendes?)
Suelto una risa al escuchar su amenaza. Utilizo el acento italiano mafioso
de películas.
-Non mi interessa se devi dirgli qualcosa di veramente importante o se è
qualcosa di semplice come è morto il tuo gatto. Non voglio che la chiami
più. O mi affronterai. – (No me importa si tienes que decirle algo
verdaderamente importante o si es algo simple como que se murió tu gato.
No quiero que la llames nunca más. O te la veras conmigo) gira los ojos
escuchando la respuesta de Tom. –Es insoportable. No sé cómo lo aguantas,
amiga. – susurra alejándose del teléfono.
-Prestami attenzione perché non lo dirò un'altra volta. Accetta che la sua
relazione sia finita. Che l'hai rovinato e che ti sei perso una donna preziosa.
Si un uomo per una volta nella vita e lasciala in pace. – (Préstame atención
porque no lo diré una vez más. Acepta que su relación se termino. Que tú la
arruinaste y que te perdiste de una valiosa mujer. Sé un hombre por una vez
en tu vida y déjala en paz) suelta un suspiro frustrado y deja el teléfono
frente mío. –Espero que no te vuelva a molestar.
-Sino ya se a quien puedo llamar para que me defienda. ¿Capisci? –repito
su amenaza utilizando su tono mafioso.
-Soy muy peligrosa. Tengo contactos en todo el mundo.
-Lo sé. Eres igual a Do en ese sentido. Lo que no entiendo es cómo aun no
se llevan bien siendo tan iguales entre ustedes.
-Otro idiota más. ¿Te está molestando? Puedo tomar tu teléfono y también
aclararle un par de cosas.
-No. Tranquila. Tom es un idiota. Lo acepto. Pero Do no lo es. Es una gran
persona. Y un buen hombre. –Ty duda en silencio y yo acostumbrada a sus
discusiones no continuo con el tema.
-¿Por qué aun no le has contado sobre el tema a tu amigo?
-Por la misma razón de hace un momento. Con la diferencia que tú tienes
más autocontrol. Do a veces es más… impulsivo. Y sus contactos son
más… peligrosos.
Asiente y suelta una risa. –Tienes razón. En fin, volvamos a clase. Debo
repasar para mi examen.
Volvimos de la universidad Do, Lei, Cay y yo, Fushian dijo que tenía que
hacer unas cosas urgentes.
-Do, ¿puedes llevarme al centro por unas cosas? Prometo no tardarme. –
pido antes que vayan a encerrarse a su cueva en el subsuelo. Había bajado
algunas veces pero los lugares bajo la tierra simplemente no eran para mí.
-Lo siento enana, tenemos que enviar unos presupuestos urgentemente.
¿Lei puedes acompañarla? –lo mire sorprendida, a mi no me consulto si
quiero que me acompañe
Lei.
Este asiente y Do lo mira agradecido, ¡no soy una niña! –Cuídala, parece
una mujer pero es una niña de corazón. –dice revolviendo mi cabello.
Me quejo en voz alta, se está ganando una buena patada pienso mientras
arreglo mi cabello. Miro a Lei y no sé interpretar su expresión. Es una
combinación de en blanco pero indiferente. –No tienes que hacer esto si no
quieres. Do es un exagerado, puedo cuidarme sola. Soy cinturón azul en
taekuondo.
Lei suelta una sonrisa. – ¿Por qué solo cinturón azul?
-Porque lo practique por algunos años pero resulta que no me gusta así
que solo sé defenderme y poco más. Puedo probar tirándote, ¿quieres
intentarlo? –pregunto utilizando un tono amenazador.
Niega y camina hacia la puerta. –Vamos. Tú nos protegerás y si alguien
intenta hacernos daño lo podrás tirar.
-Me parece bien. –acepto siguiéndolo. La última vez que lo intente deje
hospitalizado al muchacho. Está bien, pudo haber sido porque aplique un
poco más de fuerza de la que debería haber utilizado pero en mi defensa él
había querido propasarse conmigo.
Caminamos en silencio. Había sido una buena idea elegir esta fecha para
visitar la ciudad, el cielo estaba despejado en un azul profundo sin una
nube. El sol nos acompañaba brillando en lo alto recargándonos de energía.
No puedo evitar cerrar los ojos e inclinar la cabeza hacia arriba disfrutando
del calor. Los arboles tenían pequeños brotes de flores y algunos jardines
estaban repletas de flores de colores. Una casa tenía un hermoso jardín con
arbustos, dos estatuas de dragones y un precioso camino decorado con
flores tulipanes de distintos colores. Tomo muchas fotos de las flores y los
árboles.
Continuo caminando pero no encuentro a Lei, desvío la mirada buscándolo
y en su lugar veo un hermoso pasillo de arboles de cerezo. Inmediatamente
me dirijo sin poder apartar la vista. Creaba un escenario especial, las copas
de los arboles tapando el cielo pero algunos rayos de sol se filtraban entre
las ramas y las flores brillaban por la luz. Me llega el dulce aroma de las
flores y de la primavera. Subo mi mano y acaricio una flor sintiéndola tan
delicada y suave. Desvío la mirada de nuevo hacia arriba y tomo unas fotos
más. De pronto al final del pasillo veo la sombra de un hombre. Es alto y
camina hacia mí decidido. Antes que me diera cuenta mi cámara había
captado una foto suya. Es que no podía haberlo evitado, la imagen era tan
hermosa, el sol creaba luces y sombras sobre su cuerpo cubriendo su rostro
dejando ver algo de su ropa y su cabello castaño claro. El hombre se
detiene ante mí dándole la luz suficiente para que pueda ver su rostro, es
Lei.
-Al fin te encuentro, ¿qué haces aquí? –pregunta mirándome preocupado un
segundo y luego volviendo a su expresión de indiferencia.
-Estaba tomando unas fotos. –digo señalando los arboles. Lei levanto las
cejas y asiente metiendo las manos en sus bolsillos. –Es hermoso, ¿no
crees? –pregunto girando sobre mis pies no queriéndome ir del lugar. Pero
él solo meneo la cabeza restándole importancia. Lo mire sorprendida.
¿Cómo podía no gustarle? El lugar es hermoso. Una ráfaga de viento
levanto unos pétalos del suelo haciéndolos volar alrededor nuestro. –
¿Cómo puede no gustarte? Este lugar es mágico –digo volviendo a girar
siguiendo los pétalos. El lugar se prestaba para bailar un delicado vals con
Mozart tecleando sus sinfónicas notas. Dejarse llevar por la música
sintiendo la luz del sol por momentos rodeados del exquisito aroma de las
flores.
-¿Terminaste? –pregunta inclinando la cabeza sin más paciencia.
Su comentario me sorprende rompiendo mi imagen de ensoñación y me
enoja. Queriéndome demorar un poco más tomo un punado de flores entre
mis manos y lo lanzo al aire pero una ráfaga de viento lleva los pétalos
hacia la cara de Lei algunos quedando entre su cabello y uno o dos
entrando a su boca ahogándolo. Tose liberándose de los pétalos mientras yo
me rio sin poder evitarlo. Me mira queriéndome silenciarme pero a penas lo
noto entre mis ojos casi cerrados por la risa.
-¿Estás bien? –pregunto una vez me calme pero dejando salir una risas
más.
-Vámonos. –dice dándome la espalda comenzando a caminar.
-Espera, tienes algunos pétalos entre el cabello. –dijo poniéndome delante
suyo señalando su cabeza. La sacude solucionando el problema pero aun le
veo algunos. – Aquí. –digo señalando su frente. Levanta las cejas mirando
hacia arriba y sonrió negando con la cabeza. Baja sus ojos hacia los míos y
se resigna inclinándose hacia mí. Me acerco unos pasos, subo la mano
quitando los pétalos sintiendo lo suave que es y me llega un aroma distinto.
Más cálido y masculino, es el perfume de Lei. Siento sus ojos recorrer mi
cara haciéndome sentir extraña, quizás me acerque demasiado. Termino de
retirar el último pétalo y bajo la mirada. Nuestros ojos se encuentran
ninguno desvía la mirada y comienza una guerra en donde lleva ventaja
porque sus ojos son más fuertes atrapando los míos sin dejarme mover.
Siento su cuerpo acercarse un paso, mi respiración se corta y mis mejillas
se sonrojan. Él sigue mirándome sin cambiar la expresión y sin apartar la
mirada haciéndome sentir frágil y pequeña ante él.
-Vámonos. –repite rodeándome para caminar.
Lo sigo en silencio. Cuando salimos vuelvo la cabeza al pasillo
preguntándome que sucedió. ¿Qué fue lo que sentí? ¿Qué fue ese extraño
sentimiento de calidez y hormigueo al sentirlo tan cerca? Miro de reojo a
Lei mantenía sus manos en sus bolsillos, dando pasos tranquilos y relajados
y aunque su expresión era calmada su ceño estaba un poco fruncido. Desvío
la mirada antes de que me note mirándolo pero siento sus ojos
observándome un momento.
Llegamos al centro comercial y subimos por las escaleras mecánicas al
segundo piso. Me emociono cuando entramos a un local que vendía
distintos variedades de objetos, todo es tan lindo y tierno. Lei me sigue sin
prestar mucha atención a nada mientras que yo disfruto mirando con
ternura cada objeto algunos los miraba más de cerca y se los enseño a Lei
pero él solo asiente manteniendo su expresión neutra.
Levanto un precioso pato de peluche y apuntando hacia Lei presiono su
pata. Soplo haciendo el sonido propio de un pato tomándonos de sorpresa.
Suelto una risa. – ¡Es muy tierno!
Lei se detiene un momento pero sigue caminando. Hago una mueca, no
tiene sensibilidad. Dejo el pato en su lugar y camino siguiendo a Lei. De
pronto al final del pasillo mis ojos ven algo tan perfecto y digno de admirar
que en un impulso agarro a Lei del brazo inclinándome hacia su cuerpo. Él
me mira con sorpresa pero antes de que pueda hablar señalo hacia donde
estaba mirando.
-Oh, no. –susurra Lei corriendo la mirada aburrido.
Dejo salir una exclamación de ternura al ver una pared repleta de pequeños
peluches del oso Pudding.
-¡Oh por Dios! Necesito uno. –susurre atrapando uno y apretándolo contra
mi pecho. -Llévate uno. –dice Lei y presiona una pata haciendo que el oso
suelte un tierno sonido.
-¡Voy a necesitar más de uno. Los quiero todos! –digo mirando hacia la
pared.
Ideando alguna manera de poder llevármelos todos.
-Bien ya tienes uno. Vamos. –dice girándose para irse del lugar.
-No, espera. –lo miro seria. Era un trabajo que solo podía hacer él o una
escalera pero no veía ninguna cerca así que era él sí o si. –Necesito ese. –
señalé el más alto y el más grande, al final de las estanterías. No sé cómo se
mantenía allí arriba siendo tan grande pero lo necesitaba y sabía que me
necesitaba.
-¿Y por qué tengo que hacerlo yo? –pregunta. Desvío los ojos de él hacia el
oso grande y de vuelta hacia él invitándolo a bajármelo.
-¡Por favor! No veo a nadie más por aquí. ¡Además yo sé que tú puedes!
Con tu súper fuerza de macho alfa y altura máxima que llegas a tocar el
cielo. –me calle cuando me mira fijamente. – ¿Es mucho?
-Te voy a mandar a ti al cielo. –exclamo en un susurro con tono sin
paciencia.
Suprimo una risa sonriendo tiernamente. –Con que me bajes el oso me
alcanza.
Mantiene la mirada un momento más y luego se acerca al estante y de un
solo movimiento lo baja. Ni siquiera tuvo que ponerse de puntas de pie.
Lo lanzo al aire para volver a atraparlo cuando me lo entrega. –Gracias,
Lei. Es demasiado precioso. –Mire enamorada sus ojos y su tierna naricita.
Se lo enseño a Lei.
–Mira su linda nariz y sus orejas. ¡Quiero apretarlas! –digo apretándolo
contra mí.
Lei sonríe un momento pero vuelve a su expresión de indiferencia. –
¿Necesitas algo más o solo vinimos por un peluche?
Asiento caminando hacia la sección de indumentaria. -Necesito unas
pantuflas y una manta.
-¿No hay en casa de Do?
-Sí, incluso me prestó una pero siempre tengo frío así que necesito comprar
otra. – digo mientras elijo una lindas y felpudas pantuflas blancas. Lei
asiente. Le paso mi oso mientras veo las distintas mantas. Agarro una de
color crema que tiene dibujos difuminados de huellas de patas de conejo.
-¿Tienes que comprar algo? –pregunto siguiéndolo fuera del local. Detiene
sus pasos y se gira mirándome. Niega y sonrío lo más dulcemente que
pueda. –Necesito un último favor. Tengo que ir al segundo piso así que tú y
mi pudding me esperaran aquí, ¿sí?
¡Vuelvo en un momento! –digo apresurada y le coloco en brazos a mi oso.
Camino hacia las escaleras mecánicas rápidamente. Miro de reojo a Lei y
está dónde lo deje con pudding en sus brazos, se ve muy tierno. No quería
que me acompañara. Además de que no podría, me moriría de vergüenza.
Ty me había recomendado el local de indumentaria interior por la variedad
de opciones que tenia. Necesitaba uno blanco y simple. Después miraría las
opciones pero me negaba rotundamente a tener a Lei de acompañante
mientras yo decidía. Conseguí justo el que necesitaba y uno precioso
también en blanco con terminados en broderie.
Vuelvo al lugar donde estaba Lei pero solo veo a pudding se encontraba
sentado con una pata fuera colgando del banco. Lo tomo en mis brazos
abrazándolo. Que cruel era Lei. ¿Cómo va a dejarlo aquí solo? ¿Y si me lo
roban?
-¿Qué haces? –escucho atrás mío. Giro sobre mis pies y veo a Lei con
pudding en sus brazos. –Este es el tuyo. Ese es del local, déjalo ahí. –dice
señalando hacia el local.
Suelto una exclamación y asiento volviendo a sentar al oso. Acomodo sus
patas colocándolo bien derecho.
Caminamos de vuelta a casa de Do, Lei se ofreció a ayudarme con las
bolsas ya que yo tenía a pudding en brazos. Nos encontramos a Do luego de
subir las escaleras, él salía de su habitación. Nos mira y sus cejas se juntan.
Sabía lo que significaba ese gesto, venía el reproche.
-¿Le compraste un peluche? –le reprocha a Lei.
-Lo compre yo misma. –digo mirándolo fijamente.
-Es horrible.
-A Ying le encantaría tener uno. –digo provocándolo y sonrío cuando se
transforma su sonrisa burlona a una en problemas.
-¡Es lindo! ¿Dónde lo compraste?
-Un gesto. Una carta, un peluche, una flor. Ya no quedan hombres
románticos en el mundo. –digo mirándolos decepcionada.
-Yo soy muy romántico. –se excusa Do buscando la confirmación
mirándolo a Lei. Este hace un gesto de duda y yo niego con la cabeza
rodeándolo y caminando hacia mi habitación.
Capítulo V

Después de unos días donde estuvimos ocupados con trabajos grupales e


individuales y algunas presentaciones por fin teníamos un día más
tranquilo, tanto que estaba sola. Me encontraba en la universidad y había
decidido saltarme el almuerzo, de todos modos estaría sola: Ty estaba de
viaje regresaba hoy por la tarde, Do estaba cada vez más embobado con
Ying y los chicos no los veía desde la mañana que nos cruzamos. Así que
preferí perderme. Tarareando el ritmo de Runaway de Aurora, me tope con
unas escaleras del edificio principal que no había prestado atención antes.
Había escaleras laterales que había recorrido, daban a pequeños balcones
pero esta era más larga. Me llevo a unas puertas dobles rojas. Empuje una y
me encontré con una terraza. El lugar parecía vacio y el sol brillaba tan
fuerte en el inmenso cielo azul. Y justo eso necesitaba, respirar, tomar aire,
ver el sol. Cerré los ojos aun escuchando la canción en mi mente,
avanzando despacio hasta la barandilla, disfrutando del calor de los rayos
del sol.
-¡Cuidado! -escucho que advierten a mi lado haciendo que abra
rápidamente los ojos y detenga asustada mis pies.
Giro la cabeza buscando la voz y encuentro a Lei sentado en un banco. -No
deberías cerrar los ojos mientras caminas en una terraza. –Y a pesar de su
tono de preocupación su vista vuelve al cielo.
-Buscaba el sol. –digo también volviendo los ojos al cielo. Esta despejado
sin una nube. -
-Necesitaba tomar un respiro. Son muchos cambios. Me agobio rápido en
lugares con mucha gente. –susurro sin darme cuenta que le conté otro
miedo sin siquiera darme cuenta.
-¿Claustrofobia? –su pregunta me sorprende ya que pensé que no me estaba
escuchando.
Asiento y mi mente inmediatamente imagina el ascensor. Aparato del
demonio. Como lo odiaba. Todo el mundo lo amaba y era práctico pero
también cerrado, hermético, solo paredes sin ventanas, sin aire ni salidas de
emergencia de solo pensarlo ya me empezaba a sugestionar quedándome
sin aire. Cierro la boca y aprieto mis dedos contra el metal. Siento la luz del
sol en mi piel, alejándome de mis oscuros pensamientos, logrando
calmarme y sonreír. Subo mis brazos estirando mi cuerpo hacia arriba
tomando una larga inhalación, renovando con nuevas energías positivas.
-¿Qué estás haciendo? –siento la mirada de Lei en mi cuerpo.
–El saludo al sol.
-¿Como lo haces?
-Es muy sencillo. Solo tienes que abrir los brazos, cerrar los ojos e
imaginarte que vuelas. – escucho una corta risa y vuelvo los ojos a él.
-No me refería…-niega con la cabeza interrumpiéndose, me mira como si
fuera un caso perdido. Corre la mirada hacia el cielo de nuevo. -Vives
soñando en un mundo rosado. –su cometario me hace reír. Si él supiera. De
hecho ya le había contado dos de mis tantos miedos. Pero si se refería al
resto del tiempo, supongo que tenía razón.
-No le veo lo malo. –digo mirándolo de costado con una sonrisa burlona.
Su mirada encuentra la mía y lo que sea que haya visto lo hacen perder
unos segundos, en sus ojos aparece un punto brillante, pestañea alejándose
del pensamiento y el punto se apaga. Vuelve rápidamente su mirada hacia
arriba. –Te alejan de la realidad.
-Esas son excusas. Se llama ver la belleza de la vida. Siempre estarán
ambos lados. La belleza y la fealdad. Tú decides que quedarte mirando.
-Hay fealdades muy dolorosas. –dice susurrando desviando la mirada pero
noto sus ojos tristes.
-¿Y te está funcionando? -dirige la mirada hacia mí sin entender a qué
me refiero. – Vivir como un zombi, aceptando la realidad pero ignorando
todo lo demás. –lo veo levantarse y se detiene a mi lado. Ambos
miramos al frente.
-¿Sabes? Yo también estuve muy enamorada. –siento sus ojos sorprendidos
y un poco enojados pero evito mirarlo. Creo que metí la pata, tengo que
arreglarlo. ¿Qué podía hacer? Culpar a Do. De todos modos en parte si era
culpa de Si. Él me contó la historia de Lei con Meg, una amiga que
tuvieron todos desde muy pequeños. Ella se fue hace unos años a estudiar a
Londres pero Lei fue el que resulto más lastimado y que no lo tomo bien.
Ya que para él Meg era más que una amiga, era la chica de la que estaba
enamorado durante muchos años. –Me conto Do pero juro que solo un
poco… Bueno, quizás mucho… bastante. –me enrede sola con mis
palabras. Y no sabía interpretar la expresión de Lei había vuelto a ser
neutral. –Tienes que imaginarte dentro de 50 años, todo lo que duela hoy,
pasado ese tiempo, solo será un recuerdo.
-Duele. –reconoce apoyando sus antebrazos sobre la barandilla. Me giro
sobre mis pies mirándolo de frente.
Mis ojos ven el cuadro completo, verlo tan solo, sus ojos tan vacios y él tan
deprimido me da una pequeña sensación de molestia en el pecho, se siente
como angustia. O puede ser la injusticia de ver sufrir a alguien más por
amor. El amor duele mucho, muchísimo pero si había algo que había
aprendido es que nadie se muere de amor. Lo sé. Pero ningún dolor duele
para siempre. A lo que me refiero es que des un paso atrás y veas todo
desde lejos.
Los problemas se ven más pequeños y duelen menos.
-¿A ti te funciona?
Asiento. Mis pensamientos se pierden un segundo recordando el tiempo en
que mamá murió. Parpadeo volviendo al presente y siento la mirada de Lei.
Mis ojos encuentran los suyos. -Me dices que vivo en un mundo rosa pero
no es verdad. Veo la realidad y la acepto como es pero me niego a
quedarme mirando aburrida los colores grises de la vida. En mi mundo
brillan más las cosas hermosas. –noto su mirada desconfiada y señalo el
cielo. No hace falta buscar muy lejos. La belleza está en todos lados. –En
el cielo con o sin nubes, en las ramas de los árboles, en los pequeños y
cantantes pajaritos. ¡Si miras bien están en todos lados!
-¿Qué tiene de especial un pájaro? –pregunta mirándolos volar a lo alto.
‘’Todo’’ quiero gritar. La libertad de poder elegir a donde ir, el poder sentir
el viento o el sol o incluso la lluvia envolverte completamente, sin sentir la
gravedad anclarte al suelo, sentirse vivo y pelear por vivir. El pájaro era el
primero que sabía sobre sobrevivir en cualquier lugar que estuviera. Sonrío
cuando se me ocurrió una idea. En el buscador del teléfono fui a la sección
de videos encontrando varios sobre pájaros. Seleccione el que aparecía un
hermoso colibrí en tonalidades verde y marrón. –Eso ves tú con lentes en
tonos grises. -Me acerco solo un poco a Lei, alzo los brazos colocando el
teléfono delante de la copa de un árbol. –Y esto cuando ves lo bello de la
vida. - Hago click reproduciendo el video. Las ramas reales se entre
mezclaban con las del video y daba la impresión que veíamos al pajarito
aquí mismo. Además en un momento del video esta la cámara lenta
permitiéndote apreciar el hermoso pajarito. ---¿Qué opinas?
–Puede que tengas razón, es lindo.
Asiento. Bloqueo el teléfono y se me resbala casi cayéndose de mis manos.
Rápidamente lo aprieto entre mis manos y lo llevo a mi pecho. Dios. Si
hubiera caído desde aquí hubiera matado a alguien. De pronto escucho una
risa. Es Lei. Realmente se ríe. Unas fuertes pero dulces carcajadas deja
salir.
-Es un regalo. –dice mirando hacia abajo. Sin embargo ninguno nos presta
atención. Rio imaginando la escena, contagiándome de su risa.
-Ojala lo reciba alguien que lo necesite. –digo entre risas. Señala una chica
que está apuntando el teléfono hacia todas direcciones buscando señal.
Ambos volvemos a reírnos más fuerte esta vez. Logro calmar un poco la
risa pero seguimos mirándonos de reojo soltando risas cortas.
-Tus ojos son verdes. –dice y mi risa se detiene.
-¿Cómo? -pregunto dudando por el cambio de tema.
-Tienes los ojos verdes. Ahora con el sol se tornaron casi transparentes. –
sube un dedo quitándome suavemente un mechón de cabello que volaba
hacia mi ojo.
Sonrío bajando la mirada, de pronto me siento nerviosa por su cercanía y su
atención.
-Son un color raro. Son los mismos ojos que tenía mi mamá.
Se acerca un paso y tengo que levantar la cabeza para mirarlo. Es muy alto,
a pesar de que no está muy cerca siento su calor rozar el mío. Antes que Lei
pueda hablar escuchamos la puerta abrirse. Entra Ying con dos cajas de
jugos. Detiene sus pasos sorprendida y su alegría se transforma en una
mueca cuando nos ve tan cerca. Miro a Lei, yo también estoy nerviosa, es
extraño, como si nos hubieran encontrado haciendo algo indebido,
encuentro sus ojos que ya están mirando los míos. Mantiene la mirada unos
segundos y luego la desvía alejando también su cuerpo, dando un paso
hacia atrás.
-Lo siento. Creí que no había nadie. –responde nerviosa. Es muy evidente
que venía a ver a Lei salvo que esté esperando a alguien más pero en todo
este tiempo no había visto a nadie más. Eso o vino a disfrutar dos jugos ella
sola. No creo que sea la segunda opción.
Sonrió enderezando mi cuerpo ya que estaba apoyado sobre mi espalda
cuando Lei se acerco. – ¿Cómo estas, Ying? –hoy no nos habíamos visto.
Do me la había presentado la semana pasada. Me había parecido una linda
chica. Dulce, tímida, respetuosa. Aunque Do me había contado de sus
encuentros cuando se conocieron y el firme carácter que tenía. Pero estaba
bien. Para salir con una persona como Do necesitabas todo el carácter que
puedas tener.
-Yo… venía a tomar algo y despejarme. –dice enseñando una caja de jugo.
Hago una expresión de aceptación y Lei solo esta callado volviendo a su
expresión neutra. – ¿Almorzaron?
-Yo aun no. –niego. Miro rápidamente la hora en mi reloj de muñeca y me
sorprendo cuando pasan de las 2 pm. No podía llegar tarde a mi clase.
-¿No almorzaste? –repite Lei mirándome de frente. Niego rápidamente.
-Me tengo que ir volando a mi clase. Luego nos vemos. –me despido
caminando hacia las escaleras. Debía pasar por mi casillero por unos libros
pero no sabía si llegaría a la clase.
Cruzando los dedos camino más rápido para llegar a tiempo.
Luego de dos horas interminables sobre estrategias de marketing y demás
temas aburridos, me dirijo a mi última clase del día que compartía con los
muchachos. Aun era temprano así que me senté en un banco en el medio
del salón y abrí una barrita de cereal.
-Chocolate y maní. Mis favoritos. –dice Fushian sentándose en frente mío.
-No le pidas comida a las mujeres, eso es descortés. –le reprime Cay
sentándose a su lado. Lei llega con ellos y se sienta a un lado del segundo.
Sonrió restándole importancia y le regalo una nueva barrita. Las había
traído de Argentina, tenía muchos paquetes en mi bolso y en mi valija más.
Siempre me salvaban cuando sentía hambre, como casi siempre los últimos
años, mi tío me había ordenado una estricta lista de alimentos ‘’no buenos’’
para mi salud, aunque sabía que era para mantener mi peso en mínimo.
Incluso el chocolate no entraba en la lista pero no la cumplía al cien por
ciento, no podía. Había alimentos que amaba desde siempre, uno de ellos
era el chocolate. Era mucho más incluso, era mi debilidad. Por suerte mi tío
había dejado de controlarme el peso este último tiempo, no es que hiciera
falta de todos modos, con los viajes y la preparación de mi último año de
universidad estaba tan ansiosa que se me cerraba el estomago y no podía
pasar alimentos. Por eso me notaba más delgada, mucho más delgada que
años anteriores.
-Gracias, señorita. –responde abriendo la barrita pero antes que la muerda
Do se la arrebata comiéndosela tranquilamente. Se sienta a mi lado y me
saluda moviendo la cabeza. Discretamente le paso una nueva barrita a
Fushian. Miro a Cay y Lei preguntándoles silenciosamente si quieren una.
Ambos asienten abriendo un poco sus ojos. Me sacan una sonrisa y le
entrego una a cada uno. Apoyo mi cabeza en mi mano aburrida esperando
que inicie la clase.
-Entonces, señorita ¿dónde estabas en el almuerzo? –pregunta Do imitando
mi gesto. Guarda rápidamente el envoltorio vacio en mi bolso. Lo reto
amagando levantando la mano pero al final se me escapa una sonrisa. –
¿No vas a responderme?
-Sí. Estaba por ahí. –respondo sin aclarar nada en realidad.
-¿Por ahí?
-Caminando.
-¿Caminando?
– ¿Vas a repetir todo lo que digo? –suelto una risa sin poder evitarlo.
Escucho que los chicos también ríen. Si nos mira mal con una expresión
seria pero que no asusta a nadie.
-¿Almorzaste?
-Sí, señor. –respondo rápidamente. Do se preocupaba mucho cuando no
comía ya que cuando comencé con la dieta de mi tío cada tanto me
desmayaba por los cambios que sufría mi cuerpo, muchos él los vio o le
conté. Aunque ahora ya estaba más acostumbrada. Además una barrita
podía contar como almuerzo. Siento los ojos de Lei sobre mí, lo miro de
reojo y noto su expresión desconforme. Vuelvo a mirar al frente esquivando
su mirada. No era algo para preocuparse. Lo veía más fácil de lo que
parecía en realidad: cuando tenía hambre comía.
Entra el profesor llamándonos la atención comenzando la clase.
Termina la clase dejándonos el profesor un trabajo de veinte hojas que se
podía hacer en grupo –máximo 6 personas- así que decidimos hacer juntos
cuando lleguemos a casa de Do.
Mientras caminamos por el pasillo hacia el estacionamiento Fushian y Cay
hablan sobre comida, al parecer tienen hambre y no se deciden si carne o
pollo.
-Podríamos hacer una parrillada. –dice Do interrumpiendo la discusión. –
Podrías invitar a tu amiga, tú. –propone en tono burlón pasando un brazo
por mis hombros.
-Es buena idea. Y tú podrías asarme esos pimientos como la última vez. –
digo dando unos cortos saltos felizmente recordando lo deliciosos que
habían quedado.
-Esa es una mala idea. Ira también Ying y no quiero olor en mi cabello.
Me quejo en voz alta. Tonto enamorado. Yo no sabía hacerlo, siempre que
intentaba terminaba quemando todo.
-Yo puedo asarlas. –dice Lei apareciendo a mi lado. Sonrió festejando
mentalmente. -Yo puedo hacerlos. –interrumpe Do en tono de burla. Pero
lo ignoro sin quitar la atención de Lei.
-Gracias, Lei. Estoy segura que…-la mano de Do me interrumpe tapando
mi boca pero logro retirarla y continuar hablando. -Te quedaran perfectas.
La mano de Do vuelve a callarme y por más que intento no logro moverla.
De pronto se me ocurre, como no lo pensé antes. –Mira ahí, es Ying. –digo
logrando separar los labios. El efecto es automático, Do se gira buscándola
liberándome. Rio negando con la cabeza. El amor le pega duro. Siento su
mano tensa en mi hombro y me doblo exagerando el gesto como si me
doliera mucho. En realidad no duele nada. Gimo en dolor y cierro los ojos.
Siento unos nuevos brazos que me atrapan acercándome a su cuerpo y mi
cabeza termina en su pecho. Aun no abro los ojos continuando con el papel.
Abro poco los ojos y encuentro la mirada de Lei, estoy entre sus brazos, sus
ojos me miran preocupados pero le hago un gesto para que siga la broma.
-¿Está bien? –escucho a Do preguntar angustiado. Quiero girarme y
abrazarlo para que no esté mal pero aquí se siente cómodo y calentito.
Podía dejar que Do sufra un rato más.
-La lastimaste. No la toques. –responde Lei en tono firme siguiéndome el
juego.
Llegamos al estacionamiento y no veo a Do. Me separo de Lei. – ¿Donde
está Do?
-Dijo que iba a comprarte algo para que lo perdones. –responde Cay
haciendo un gesto de no poder creerlo. Suelto una risa y veo llegar a Do
con una bolsa repleta de chocolate.
-Perdóname, enana. No quise hacerte daño. –dice entregándome la bolsa y
lo noto arrepentido. La acepto sonriendo como el gato de Alicia. Adiós
dieta pero hola felicidad. Saludo a todos con la mano rápidamente para
luego dirigirme a su auto pero lo veo negar con la cabeza mirándome con
culpa. –Tú vas con Lei. –lo miro sorprendida. ¿Y él que iba a ser? A sí, me
imaginaba, Ying. En Argentina teníamos un nombre para estos casos,
hombres o mujeres que dejaban a todos por su pareja los llamábamos,
‘’pollerudos’’. Se lo había enseñado a Do junto a otras palabras argentinas
así que cuando lo module en silencio él lo entendió pero poco le importo
porque solo sonrió restándole importancia –ignorándome— y entro a su
auto. –No lleguen tarde.
Resignada espero a que Lei me invite a su auto. Lo desbloquea y se sube.
Lo tomo como una invitación y también me subo.
-¿Tienes que comprar algo para esta noche? –pregunta y al ver que no
respondo gira su cabeza mirándome. No esperaba que me hablara y enojada
como estaba con Do decido abrir un chocolate y meterme en la boca casi la
mitad. Intento morderlo pero es demasiado duro, hasta que no lo ablanda un
poco más no iba a poder hablar. Niego con el dedo. – ¿Qué? –pregunta
bromeando. Vuelvo a negar con el dedo mirándolo seria. Aunque
podríamos comprar marshmellos, a la parrilla quedaban deliciosos. Asiento
corrigiendo mi respuesta. –No entiendo. –vuelve la vista al frente.
Todavía me quedaba mucho chocolate así que saque mi teléfono y tecle la
respuesta para que se escuche en voz alta. ‘’Sí. ’’
-¿Por qué comiste tanto chocolate? Puede hacerte daño.
Estaba escribiendo cuando escuche una risa. Alce la mirada hacia él que me
miraba de reojo. ‘’Estaba enojada con Do. ¿De qué te ríes?’’
–Es que tienes los cachetes inflados. Pareces un hámster –dice dando
toquecitos donde tenía el chocolate guardado que todavía no había podido
morder.
‘’Déjame. Vamos a comprar comida’’
Obligo a Lei a comprar las golosinas, yo disfruto del resto de chocolate.
Mientras espero hablo con Ty. Me envía un mensaje avisándome que ya
llego a su casa. Esperando que no estuviera muy cansada la invito a la cena
en casa de Do. Sabía que aceptaría, Ty le encantaban las reuniones, cenas,
fiestas, por más cansada que se sintiera no faltaría. Acepta confirmando que
no llegara tarde.
Vuelve Lei y se sube entregándome la bolsa. La investigo mientras
comienza a conducir. Veo palitos de chocolate, gomitas de cereza,
marshmellos y unas gomitas de chocolate con relleno de blue berry.
Me llama la atención las ultimas y abro la bolsita sacando una. La pruebo y
es muy dulce con el sabor de la fruta balanceando lo empalagoso del
chocolate.
-¿Quieres probar uno? –Lei asiente mientras maneja. Le entrego uno y
nuestros dedos se rozan. Siento un leve cosquilleo que viaja por todo mi
brazo dejando una linda sensación.
Estamos en silencio pero no es incomodo y de pronto soy más consciente
de su presencia. De lo masculino que se ve manejando, los largos y
delicados que se ven sus dedos. Lo bien que se viste, un estilo muy elegante
y moderno. De su perfume, es un aroma un poco dulce pero varonil. Y lo
disfruto. Soy consciente de que disfruto de su aroma y su presencia.
Abro la ventanilla dejando entrar aire nuevo. ¿Qué me sucede? En qué
momento hice un análisis de uno de los amigos de Do. Generalmente no era
tan atrevida y los amigos de Do nunca me interesaban. Bueno, Lei me había
llamado la atención desde la primera vez que lo había visto. Suspire.
Quizás comer tanto chocolate había alborotado mis endorfinas.
-¿Estás bien? -Estoy loca pienso sin mirarlo. –Estás muy colorada. ¿Te
sientes mal?
-Estoy bien, creo. –susurro dudando hasta de mi voz.
-¿Estás segura? ¿Quieres que pare? –pregunta y algo dentro de mi vibra por
su expresión y tono de preocupación. ¿Pero qué estoy diciendo?
Respira. Mira el sol. Todo está bien. Saco una mano sintiendo el aire calmar
mi sistema. Mis dedos se mueven jugando con el viento. –Estoy bien.
Llegamos a casa de Do, bajamos y en un movimiento rápido me arrebata la
bolsa de golosinas.
-¡Hey! ¿Por qué…? –interrumpo mi pregunta cuando él sigue caminando.
Lo sigo pero antes que pueda quitársela la cambia de mano alejándola de
mi cuerpo. -No.
Me detengo delante de él obligándolo a detenerse. Levanto la cabeza
mirándolo fijamente y sueno lo más amenazadora que puedo. -Ming Lei,
dame esa bolsa.
-No. –repite. Vuelvo a intentar arrebatarle la bolsa ahora es más fácil
porque solo tiene dos manos pero para mi mala suerte la sube sobre su
cabeza. Sin embargo no me doy por vencida. Soy más terca que él. Salto
casi tirándome sobre su cuerpo mientras él mueve solo su mano impidiendo
que siquiera la toque.
De pronto en medio de un salto mi cuerpo cae hacia adelante haciendo que
Lei pierda el equilibrio. Caemos juntos al suelo pero su cuerpo evita que
me lastime recibiendo todo el dolor. Nuestros rostros quedan tan cerca que
siento el aliento de chocolate. Me mira sorprendido y yo debo tener la
misma expresión.
Suena su teléfono y es como si volvieran a conectar mi cerebro, noto que
aun estoy sobre él y rápidamente me levanto.
-Lo siento, lo siento. ¿Estás bien? –pregunto ayudándolo a levantarse.
Asiente con la mirada al frente. – ¿Y tú?
Asiento y camina hacia la casa entrando sin más demora.
Lo sigo y noto que la bolsa no está. Aun la debe tener él. -No llegue a
probar el blanco con menta. –me lamento en un susurro. Entro y no lo veo
en ninguna parte. Puede que haya dejado la bolsa en la cocina. Me dirijo
allí pero no está, tampoco hay indicios de la bolsa, si me encuentro a Do.
-¿No has visto a Lei?
-¿Por qué buscas a Lei? Deberían haber venido juntos. ¿No vino contigo?
-Sí, vino conmigo. Se llevo mi bolsa de golosinas. –digo mostrando mi
enojo. Ese bárbaro. De pronto Do se ríe y niega con la cabeza. ¿De qué se
ríe? Solo él lo sabe. – Iré a cambiarme. –digo saliendo de la cocina.
Cuando llego a mi habitación, me tomo el tiempo de ordenar la ropa en el
vestidor. Recuerdo la conversación con Ty sobre mi estilo y me hace dudar
antes de seleccionar mi cambio para la cena. En realidad me gustaba mi
estilo, parte de él, podría cambiar solo en ocasiones especiales. Hoy no era
una ocasión especial pero quizás solo para intentarlo y divertirme. Agarro
una blusa azul y me coloco frente al espejo.
Generalmente lo hubiera combinado con un pantalón liso para hacerlo
formal pero ¿y si me imaginaba una falda? Rebusco entre la ropa y
encuentro una en color blanco. Me la pruebo a ciegas.
Toc toc siento en la puerta. Escucho que entra alguien. -Hola, tú. Me
recibió el mayordomo de Do y me acompañó hasta tu habitación. –
reconozco la voz de Ty desde la otra habitación. –Lo sé. No hablo más.
¿Dónde estás?
-En el vestidor. –digo. Me planto frente al espejo y enfrento mi reflejo. Me
veo bien, la falda no es muy apretada así que no se ve vulgar, incluso tiene
un sutil vuelo que hace el look más romántico.
-Oh, ¿estás decidiendo que ropa escoger? Puedo ayudarte. Yo…-se
interrumpe abriendo la boca sorprendida cuando me ve. Lo tomo como una
buena señal y sonrió para que vuelva sí. – ¡Tú no necesitas ayuda! Ves, solo
tienes que dejar salir a la verdadera tú. Siempre estuvo aquí. –dice
corriendo hacia mí deteniéndose en mi espalda colocando sus manos en mis
hombros. Su mirada es sincera y alegre cuando la miro por el espejo.
-Sí, supongo que necesitaba un cambio. –acepto un poco más convencida
con mi elección.
– ¿No crees que es mucho? Es solo una cena en el patio trasero de Si.
-Sí necesitas impresionar a alguien. –dice Ty señalándome en el espejo. –A
ti misma. Necesitas quitarte la etiqueta de mujer perfecta que te impuso tu
tío y necesitas ponerte la etiqueta que elijas tú, Ani.
Sus preciosas palabras conmueven mi sensible corazón y llenan de lágrimas
mis ojos. Siento los brazos de Ty rodear mi cuerpo consolándome. –
¡Amiga! No llores me harás llorar a mí.
Suelto unas lágrimas más y correspondo el abrazo. –Gracias, amiga. Eres
tan dulce y siempre estás cuando te necesito. Quiero que sepas que yo
también estaré cuando me necesites. Incluso si estoy en el otro lado del
mundo solo necesitas llamarme y ahí estaré.
-Bueno. No te pongas sentimental. –dice dando unos golpecitos a mi
espalda para calmar mis lágrimas que increíblemente seguían saliendo. No
sabía que necesitaba llorar tanto.
-¡Tú comenzaste con tus hermosas palabras! Fueron directo a mi delicado
corazón. – digo imitando un tono dulce y haciendo ojitos.
-Y sé que eres muy sensible. Pero soy tan buena. –me sigue el juego
imitando el tono de profesora sabelotodo. Reímos y limpio suavemente los
rastros de lágrimas.
-Podrías aprovechar la oportunidad y seguir experimentando.
-¿Qué quieres decir? –pregunto mirándola a través del espejo. Me guiña un
ojo y me lleva hacia el tocador.
Me sienta y limpia mis ojos desapareciendo mi maquillaje. –Hey! Me
gustan los tonos terrosos, hacen resaltar mis ojos.
-Te quedan divinos pero los usas todos los días, necesitas para ocasiones
especiales colores especiales. –dice agarrando una paleta de sombras en
tonos rosados. Escoge el más clarito y lo pasa suavemente sobre mis
parpados. Luego toma un poco rojo y me alejo dudando de la combinación.
-Eso es rojo.
-Es solo para crear sombras al final del parpado. Tranquila. Quedaras
hermosa. Es decir, más de lo que ya eres.
-No sabía que una cena en casa de Do era una ocasión especial. Cualquiera
podría pensar que luego nos iremos a bailar. –digo sonriendo mirando el
resultado. Tenía razón, la sombra roja le da una leve sombra más profunda
haciendo lucir a mis ojos sutilmente más dulces y alegres. Wow, tendría que
utilizar estos colores más seguidos. Siempre optaba por tonalidades tierra
porque eran más sobrios y combinaban perfectamente con el color que
usaras, además pasaban casi desapercibidos. Pero viendo ahora el resultado,
me parecían totalmente aburridos esos colores. Le daban un pequeño brillo
a mis ojos y yo me sentía mucho más hermosa.
-No es un mal plan. Salimos a un bar luego de la cena en casa de tu amigo.
Asiento y escojo unas lindas sandalias con tiras negándome a usar tacones.
Siento la mirada de Ty y sus ojos advirtiéndome que se muere porque me
los cambie pero rápidamente niego con la cabeza. –Ni lo pienses. No iré a
una parrillada utilizando tacones, me niego.
Nos dirigimos al espacioso parque trasero de la casa de Do. Era
absolutamente hermoso: estaba decorado con distintas flores, tamaños y
colores de muchas variedades colocadas en puntos estratégicos logrando
una simetría perfecta, árboles y algunos arbustos. Además de caminos de
piedras que uno terminaba en una gran y blanca fuente de agua, otro a un
parque, aun más hermoso, más pequeño y privado por las ramas que caían
como cortinas del árbol sauce llorón y otro que terminaba donde estaban
los chicos con la parrilla.
-Es increíble que estés caminando tan tranquila en tacones tan altos. Tengo
miedo que te caigas. –digo mirando de reojo los altísimos tacones negros de
Ty.
-‘’Primero muerta que sencilla’’ dicen por ahí. –pronuncio en español
sorprendiéndome.
Solté una risa y aplaudí mentalmente su frase de diva.
Miro el cielo y estaba bellísimo. Combinaciones de tonalidades entre
violeta, lila claro y rosado con algunas nubes interrumpiendo los colores y
entre ellas filtrándose en un fuerte amarillo brillando rayos del sol. Siempre
me robaba el aliento lo espectacular el cielo. Una bandada de pájaros cruzo
volando, dejando uno atrás que luego de dar una pequeña vuelta salió
volando hacia la dirección contraria. El cielo en sí mismo era una inmensa
obra de arte.
-Por fin deciden unirse. –dice Do acercándose a nosotras. –Me gusta el
cambio. Pero un maquillaje distinto no las puede hacer atrasarse tanto. A
menos que tuvieras miedo de enfrentarte al cambio.
-¿Miedo yo? Claro que no. Nos atrasaron los tacones de Ty. –pongo de
excusa bromeando.
Suelto una risa al ver la expresión de indignación de mi amiga.
-Excelente combinación de colores, Ani. –dice Fushian sonriendo. Do lo
mira fijamente poniendo su expresión amenazadora de ‘’corre o te entierro
vivo’’.
Le agradezco sonriendo y mando de un empujón a Do hacia Ying. Ella lo
recibe sonriendo tímida y se acercan al fuego, le hace un comentario
señalando la comida y suelto una risa al ver a Do robarle la espátula a Cay
apartándolo discretamente.
-¡A comer! –grita emocionado Fushian colocando brochetas de camarones
en un plato.
Todos soltamos exclamaciones de alegría festejando y nos sentamos a
comer. La mesa está llena de distintos platillos. Langosta, camarones,
verduras, algunos ni siquiera sé qué son y algunos cortes de carne.
-¡Que rico! Muero de hambre. –dice Ty a mi lado. Toma las brochetas de
camarones y prueba. Le encantan, es fanática. A mí también me encantaban
hasta que descubrí que era alérgica. Lo descubrí cuando tenía alrededor de
15 años en una fiesta de fin de año, me infle como un globo y termine en el
hospital.
Antes que decida qué elegir un plato es depositado frente a mí. Son las
verduras que le pedí a Do pero cuando miro hacia él está sentado hablando
con Ying. Desvío la mirada buscando y veo a Lei caminar a su asiento a un
lado de Cay. Se sienta y como si sintiera mis ojos, sube los suyos,
conectando nuestras miradas. Sonrío agradeciéndole.
-Pero luego quiero mis chocolates. No me olvido. –susurro amenazándolo
con mis ojos.
Sonríe un momento y vuelve a su expresión neutra. –No.
Desvío la mirada fingiendo estar indignada pero en realidad estoy a punto
de reír. La manera en que pronunció fue tan tierna y peleadora que en vez
de enojo siento alegría. Y noto que no es solo por el dulce gesto de Lei de
cocinarme, sino el estar todos reunidos, disfrutando una cena con ricos
alimentos, me hace muy feliz.
-Hey! ¡Brindemos! –propongo alzando mi copa. Todos nos ponemos de pie
y brindamos diciendo 乾杯 (Qiánb ē i – Salud)
Seguimos comiendo probando los distintos platos. Yo converse un poco con
Cay que estaba sentado frente mío descubriendo que ambos amábamos el
té. Nos enfroscamos en la ceremonia de la preparación del té. Él por
supuesto sabía muchísimo más, había estudiado y se había preparado
dedicándole muchos años pero desde pequeña con mi mamá y mi abuela
solíamos tomar el té por las tardes en el parque trasero de la casa de mi
abuela y ahí me habían enseñado los pasos y secretos de la preparación del
té chino. Era algo especial y hermoso.
Nuevamente sentía las miradas de reojo de Lei evitando que le preste
atención a lo último que me dice Cay pero antes que mis mejillas me
delaten, asiento correspondiendo su sonrisa con otra más.
-Bueno, señores, deliciosa la comida pero nosotras nos retiramos. –dice Ty.
-Es cierto, nosotras vas vamos. ¿Ying quieres venir con nosotras? –pregunto
parándome al lado de Ty. Nos mira por turnos dudando.
-¿A dónde van? –pregunta Do.
-Vamos a salir a un bar. –responde Ty.
-¿A qué bar? –pregunta Do. Miro a Ty y ambas hacemos la misma
expresión, en realidad no sabemos a qué bar vamos a ir. – ¿Y por qué solo
invitas a Ying?
Lo miro ladeando la cabeza y le saco la lengua. Miro a los chicos sonriendo
tiernamente. – ¿Quieren venir con nosotras al bar?
Por un momento solo me miran y luego asienten caminando volviendo a la
casa de Do.
-Iré a retocarme el maquillaje antes de irnos. –dice Ty corriendo con sus
tacones.
-Yo quiero un gin tonic. –escucho que dice Fushian. Cay asiente.
-Podríamos ir al bar que fuimos la última vez, me contaron que hay un
barman nuevo que hace un trago nuevo. Dicen que es muy rico.
Lei los sigue unos pasos atrás de ellos y camino a su lado. -¿Tú también
vas?
-¿Quieres que vaya? –pregunta en voz baja buscando mi mirada.
-¿Vas a devolverme mis chocolates?
-No.
-Entonces no quiero que vayas. –desvío la mirada pero alcanzo a ver una
sonrisa de reojo.
-De todos modos iré. –dice utilizando un tono juguetón robándome una
sonrisa.
Lo miro ladeando la cabeza. -De todos modos encontraré la bolsa.
-Suerte con eso. Te apuesto los chocolates que no los encuentras.
Pienso un momento el trato. No es muy justo. Si los encuentro gano los
chocolates que de por sí son míos. Niego con la cabeza. –Acepto la apuesta.
Pero si los encuentro quiero otra cosa.
-¿Qué?
-Una canción. Quiero que me toques una canción con tu violín. -Duda un
momento pero acepta asintiendo. – ¿Está en la cocina? –pregunto pero él
solo hace un gesto de no saber.
–Al menos ¿lo encontraré dentro de la casa? –asiente.
Pienso ¿dónde lo pudo guardar? Si no está en la cocina, ¿dónde lo dejo?
Repaso el momento en que llegamos, recuerdo haberlo visto bajar las
escaleras y hay un lugar que se me ocurre puede estar y yo pocas veces
entraba.
-¡Ya sé dónde está! –grito emocionada mientras salgo corriendo hacia la
casa de Do. Entro y me dirijo rápidamente hacia su dormitorio. Estoy casi
segura.
Su puerta está cerrada y no quiero saber si esta cambiándose o con Ying,
ese último pensamiento hace detenerme un momento. Presto atención a
algún sonido o movimiento pero al parecer no hay nadie. Abro y reviso
rápidamente. De pronto veo la famosa bolsa arriba del librero. ¡Al fin! Salto
y la atrapo. Veo a Lei en la entrada del dormitorio y sacudo la bolsa
enseñándosela.
-¡Ta, ta, tan! –exclamo emocionada. Sigue mis movimientos pero a pesar de
su expresión neutra algo en sus ojos brilla. Sonrío divertida y me acerco
bailando cantando victoria.
– ¿Quieres uno? –pregunto pero vuelvo la bolsa a mi antes de que responda.
–No. Porque son todos míos. –Suelto una risa. Él mantiene su expresión
pero también sonríe al final. –Es broma. Soy una buena persona, te daré
uno. –saco uno de la bolsa y se lo paso pero antes de que sus dedos lo
toquen lo esquivo. –Sigue en pie el trato, ¿verdad?
-Sí. Mañana te espero en el aula 2B de música a las 3.
-Bien.
-¿Se puede saber que hacen ustedes? ¿Por que corren y gritan como niños?
–pregunta Ty y a su lado está Do.
-Él. –Ella. –decimos al mismo tiempo con Lei. Ty y Do nos miran
sorprendidos. Miro a Lei y se me escapa una risa, me devuelve la mirada y
sonríe curvando sus labios.
-Claro. Bueno, vámonos, ya es muy tarde.
-Vamos. –digo. Le paso el chocolate a Lei.
Subimos al auto con Ty y seguimos al auto de Do, decidimos ir al bar que
mencionaron los chicos. Invitamos a Ying a venir con nosotras y
aprovechamos el viaje para conocernos más. Ella estaba estudiando cocina.
-También ayudo a mi madre con la entrega de pedidos de nuestro
restaurante. Son bienvenidas cuando quieran, está ubicado al lado de
nuestra casa. Luego les paso la dirección, si quieren. –explica y veo la
alegría en sus ojos y el orgullo por hacer lo que ama.
-¡Me encantaría! ¿Y qué platillos preparan?
Camarones asados, Hot pot.
-Oh, ¡yo quiero probar ese! -suena delicioso.
-¡No! ¿Estás loca? Son camarones, no puedes. -niega Ty.
Hago una mueca y Ying me mira sin comprender. –Soy alérgica a algunos
animales de agua.
-Y algunos de tierra también. –bromea Ty. La miro seria pero se me escapa
una risa.
-Puedes probar Mapo doufu. Es una combinación de tofu cubierto con carne
de cerdo en una salsa picante. Es muy rico.
Me imagino la combinación y debe ser deliciosa. –Pero no sé prepararlo. La
cocina y yo no tenemos una buena relación.
-Yo puedo cocinarlo. Estoy segura que te gustara.
-¡Ya no hablen sobre comida que me comenzara a dar hambre! –se queja Ty
interrumpiéndonos. Soltamos una risa.
Entramos a un predio cerrado al final de la calle distingo el bar con muchas
luces por fuera. Ty busca lugar para estacionar. –Conozco el lugar, el
barman es nuevo y hace muy buenos tragos.
-¿Ya habías venido? –pregunto mirándola intuyendo hacia dónde va ese
comentario.
Ty se delata cuando sonríe inocentemente. –Puede ser que sí. Es muy guapo
y en mi defensa, él invito los tragos.
- 海王 . (H ǎ i wáng)–dice Ying en un tono travieso.
-Rey del mar, ¿qué significa eso? -pregunto sin comprender la expresión.
-Es un don Juan. -explica. Asiento. Me lo imaginaba.
Ty menea la cabeza. – ¿Tú como vas con Do, Ying? –pregunta sin mensura.
Algunas veces era demasiado directa. La miro advirtiéndole que retire su
pregunta, no debíamos interrogarla ni ponerla incomoda. –Siento curiosidad
sinceramente por su relación, Do es de un carácter muy… difícil. –asiento
de acuerdo con lo último y noto a Ying dudar sobre que responder.
-No tienes que responder si no quieres. Aunque lo importante es si ¿eres
feliz con Do?
– cambio la pregunta suavizando la de Ty.
-Claro que sí. Bueno, nuestra relación al principio no empezó muy bien
pero lo quiero. Él es muy dulce conmigo y tierno. -Interrumpe la risa de Ty,
vuelvo a mirarla seriamente.
–Lo siento, es que vamos. Es de Do quien estamos hablando. ¿Dulce y
tierno? Esas palabras no van con él. ¿Cuándo lo has visto ser dulce y tierno
con alguna chica?
-Por eso sé que sus sentimientos hacia ti son realmente sinceros. –miro a
Ty. –Nunca lo había visto así antes, es verdad. –vuelvo la mirada a Ying
sonriendo al ver sus ojos mostrar un brillo especial. –Do puede ser un poco
bruto pero contigo se transforma en alguien nuevo. Él está realmente
enamorado de ti. Ying asiente en silencio con la mente perdida en sus
pensamientos.
-Vamos, consigamos unos tragos gratis. –dice Ty. Bajamos del auto y
seguimos a los chicos al interior del bar.
El lugar es bastante más grande de lo que parecía por fuera y está oscuro,
hay luces de colores que a veces parpadean y gente sentada en mesas y
algunas bailando. Nos sentamos en una mesa redonda.
-¿Qué les sirvo? –pregunta el mesero. Pedimos las bebidas, todos con
alcohol menos yo.
-¿No bebes alcohol? –pregunta Lei.
Sí, solo que a veces lo evito, no soy buena con los tragos.
-¿Tienes experiencia bebiendo? –pregunta Cay.
-En Argentina pocas veces iba a bares. Conocí más en Italia. -dejo la
oración en el aire, si les contara lo que pase en Italia seguramente me verían
con otros ojos. No es una época que quiera recordar.
Llegan nuestras bebidas y cada uno se separa en pequeños grupo, Fushian y
Cay se retiran, Do habla sin detenerse con Ying, Ty está con el barman
brindando. Los únicos que quedamos apartados somos Lei y yo. Lo cual no
me molesta. Me gustan los silencios, no son incómodos.
-¿Viajaste tú sola? –lo miro preguntando a que se refiere. –A Italia.
Asiento moviendo la pajita de mi bebida. -Fue un viaje de un año a mis 17.
Cuéntame algo tú. ¿Has viajado mucho? –pregunto probando mi bebida,
era dulce y el limón le daba un tono acido delicioso.
-Solo algunos países pero nunca viaje solo, siempre fue con los chicos en
grupo. –dice y miro al grupo. Asiento recordando que Do me había contado
sobre algunos de sus viajes y literalmente habían dado la vuelta al mundo.
Lugares como Egipto, Moscú, Alaska. No tenían límites.
-Y si tuvieras que elegir un destino, ¿cuál sería?
-No sé. Me gusta el agua, elegiría un lugar con playa. ¿Argentina tiene
playas?
-Por supuesto. Mar del Plata, Las Grutas, Playas doradas. Son preciosas.
-¿Y tú eres de Buenos Aires?
-No, soy de unas ciudades al sur de Buenos Aires, Bariloche se llama la
ciudad.
-¿Cómo es? –pregunta refiriéndose al nombre de la ciudad ya que lo dije
muy rápido. Lo repito y al principio no logra pronunciarlo bien pero luego
lo consigue. Suelto una risa cuando se emociona que le sale la palabra y la
repite un par de veces. –Me gusta. Bariloche. –repite mirándome con su
expresión tierna y una dulce sonrisa. Siento otra vez la nueva sensación en
el pecho como la que sentí días atrás pero esta vez un poco más fuerte. –
¿Hay playas en tu ciudad?
Pienso la respuesta, no son playas cómo Cancún. -Hay algunas pero no
tienen arena. Son costas porque hay algunos lagos pero la mayoría tiene
piedras pequeñas. Pero al agua solo entran los valientes de corazón.
Lei me mira levantando las cejas fingiendo interés. – ¿Por qué?
Me inclino acercándome y la hago una seña para que él haga lo mismo. -
Pues, hay dos razones: una es porque el agua es increíblemente fría. En
todo el año siempre está muy helada y la segunda porque cuenta la leyenda
que en aquellas aguas vive una criatura. –él me mira dudando. –Es cierto.
La llaman El Nahuelito dicen que vive en las profundidades del Lago que
se conecta con el Océano Pacifico. Hay gente que lo ha visto y lo describen
como un gran dragón de agua.
-No creo en criaturas mágicas. –dice en tono serio pero hay un poco de tono
burlón también.
-¿No crees que existan esas criaturas?
-No. Imagino que tú sí.
Asiento recordando las veces que han desaparecido objetos de mi casa y mi
madre decía que eran los duendes. –Me críe corriendo en el bosque. Los
duendes, hadas y seres mágicos eran mis amigos. –no responde y tiene una
graciosa expresión pensativa. Rio bajando la mirada. –Es broma. Bueno, no
la parte del bosque, nuestra casa está ubicada en un bosque a las afueras de
Bariloche. Siempre me encanto caminar por el bosque. Es precioso. Por eso
estoy acostumbrada a despertarme y desayunar afuera, si vas por la
mañana, en ‘’el alba’’, el sol asomándose entre las ramas de los arboles,
todo cubierto aun por una fina escarcha de la noche anterior y la
tranquilidad que se siente, es mágico. – sonrío recordando esos días. Es lo
único que mi tío no podía quitarme porque aunque no le gustara el sol
brillaba para todos y eran los momentos del día donde disfrutaba más.
-Fuiste tú. –dice de pronto mirándome sorprendido. –Hace unos años Do
estuvo obsesionado con los duendes, tú debes haber sido la razón.
-¡Ya recuerdo! Fue una venganza hacia él, le envíe un video de una persona
que había visto un duende y lo tenía captado en cámara. Luego no me
respondió los mensajes todo ese mes. –Reímos juntos. Recuerdo la
expresión de Do al ver el video, estaba blanco como un papel. A pesar de
que en el video se llevaba a ver una sombra pero podría haber sido
cualquier otro animal, Do había estado muy asustado. La risa de Lei me
hace sonreír cuando lo veo con los ojos cerrados por no poder contenerse.
Es suave y se escucha sincera, real.
-Mucha conversación y poco baile. –dice Ty llegando a nuestro lado. Me
ofrece una bebida y la acepto pero no la pruebo. Lleva unas copas de más y
no sé que me habrá traído.
-¿Estás bien? –pregunto mirándola preocupada.
-Pruébalo, lo preparo 海 王 . (H ǎ i wáng) -dice divertida. La miro
sorprendida por la mención del nombre y Lei suelta una risa camuflada. –
Mira, si sonríe y no solo cuando está contigo.
Estás celosa, ¿verdad?
-Ty! -alzo las cejas sorprendida pero ella continúa en su mundo de
ensoñación.
-¡Sorry, not sorry! ¡Vamos! ¡Pruébalo, te gustara!
-Ya estás muy pasada de copas, me parece. -digo tomándola por los
hombros cuando se inclino hacia atrás.-Vamos, te llevare a casa.
-Bien pero primero bailemos. No has bailado nada y tú sabes hacerlo. -
sonríe apuntándome con el dedo mirándome cómplice. -Tú bailas muy
lindo.
-Está bien, vamos.
Aplaude mientras caminamos hacia la pista y comienza a mover sus
caderas siguiendo la música. La sigo y bailo sin moverme tanto como ella.
-Vamos, mujer. Pareces un robot. Déjate llevar.
Lejos de ofenderme, su comentario me hace reír. Contagio su risa y vuelve
a aplaudir cuando bailo con más ímpetu.
Acostumbradas a bailar juntas nos coordinamos en los pasos y reímos ya
que en un paso hacia atrás Ty casi se cae.
-Estoy bien. –dice riendo al ver mi cara de preocupación. –Hey, ¿por qué
esa cara? Baila un poco.
-No estamos en Italia, Ty, aquí debemos ser más discretas.
-Discretas, entiendo. –dice y baila provocativamente cantando la canción. –
¿O discretas así? –baila como si fuera una anciana con la espalda encorvada
pero provocativamente. Suelto una risa y más de uno en la pista también.
Ty suelta una queja sin darles importancia. –Les gustaría llegar a mi edad y
bailar así. –les tira los accesorios que acompañan a su bebida.
Rio hasta las lágrimas tomando su brazo para movernos hacia otro lugar
para seguir bailando.
Capítulo VI
Termina mi clase y recogiendo mis objetos me dirijo a mi casillero. Dejo mi
bolso y mis libros y me dirijo hacia el edificio de música. Ya casi serían las
3 y no quería llegar tarde. Sentía una combinación de emociones en el
cuerpo, algo entre nervios, calma, alegría. No sabía cuál era más fuerte.
Al final del pasillo vi el cartel en la pared 2B, entro y es un espacio muy
grande, techos altos, el suelo blanco y brillante, ventanales en todo el lateral
izquierdo, los rayos del sol entrando por ellos dándole un halo de luz
especial al lugar. Uno de ellos daba en un precioso piano de cola negro
ubicado casi al centro del aula. Se sentía mágico el espacio y quise tocar
una canción disfrutando del lugar.
De pronto escucho una melodía va creciendo de a poco. Reconozco la
música de Chopin es la canción ‘’Spring Waltz”. En mi pecho crece la
alegría y cierro los ojos disfrutando del momento. Escucho la música más
fuerte abro los ojos encontrando a Lei delante de mí con su violín tocando
mirándome neutro pero con una pequeña puerta abierta dejándome ver otro
lado suyo. La música llega a su fin y se detiene. Baja el violín sin quitar su
mirada de mí. El sol a su espalda lo hace parecer más alto y casi angelical.
-Creo que puedes ayudar con la siguiente canción. –propone y señala el
piano. Lo miro sin creerlo pero no dudo en sentarme sobre el banquillo y
acariciar un momento las teclas antes de comenzar.
Lei empieza con una melodía suave y luego sube a un ritmo que reconozco
y me roba una sonrisa. Es ‘’The sound of silence’’. La canción es hermosa
y la manera en que Lei la interpreta es muy especial, precisa y suave. Mis
ojos lo miran tocar.
Me devuelve la mirada haciendo una leve sonrisa y no puedo evitar sentir
un cambio en mí y disfrutar mirarlo. Hace un momento disfrutaba escuchar
su música pero ahora disfruto verlo tocar a él. Me gusta su postura alta y
levemente inclinada concentrada en la música. Su emoción y entrega hacia
la canción. La manera en que sus manos sostenían y tocaban el violín de
una manera tan delicada y firme. Me gustan las luces y sombras que se
creaban en su cuerpo por el sol. Me gusta la imagen que proyecta y cómo
me robo el aliento un momento. Parece un ángel. Y me gusta. Me gusta
Lei.
Terminamos el tema y él baja el violín sonriendo genuino. Mis mejillas se
sonrojan y desvío la mirada. Esto no puede estar pasando. No con mi
corazón lastimado por Tom.
Pero más que nada, no con el amigo de Do.
-Tocas muy bien. –dice e interrumpe mis pensamientos sentándose a mi
lado. Siento su hombro rozar el mío y su perfume flotar en el aire.
-¿Lo sabías? –pregunto con la atención en las teclas evitando mirarlo.
-Do me contó.
-¿Que más te contó Do sobre mí? -pregunto subiendo la mirada. Ignoro el
cosquilleo cuando nuestros ojos se encuentran, quiero saber cuánto sabe de
mí, que tanto le conto.
-Tu pasión por la música, especialmente el piano y tu extraña obsesión
hacia los osos pandas.
-No es extraña. Son absolutamente adorables, es imposible que exista
alguien en el mundo que no les guste. Yo amo los pandas. –Duda su
respuesta y finalmente responde haciendo una mueca no muy convencido.
Por primera vez no quiero bromear con él. Quiero irme. Siento un
hormigueo en todo mi cuerpo y una voz interior que grita ‘’Corre’’. –En
fin. Te agradezco por la canción. Realmente hermosa. Y enseñarme tu lugar
de ensayo es muy tranquilo pero muy lindo y parece mágico, como tú. –me
llevo rápidamente la mano a la boca. Dios! ¿Lo último lo pensé o lo dije en
voz alta? ¡Tonta! Necesito irme antes de que siga cometiendo errores.
Me impulso para pararme pero antes detiene mis movimientos tomando mi
brazo. ¿Te vas? –pregunta utilizando un nuevo tono de voz, más bajo y
tranquilo, como si fuera dulce. Indecisa no respondo, yo quiero irme pero
mi cuerpo no se quiere ir. Quédate. Puedes tocarme una canción. –dice
volviendo a utilizar el tono de voz nuevo.
Me gusta más que la primera vez que lo escuche.
-Está bien. –acepto. Tocar me haría bien, siempre me relaja. Y mi cabeza
era un enredadera necesitaba dejar de pensar y escuchar solo música.
Coloco mis dedos sobre las teclas pensando qué canción tocar y mis dedos
se mueven solos. Teclean sabiendo de memoria las notas así que me dejo
llevar disfrutándolo cerrando mis ojos. Me encantan todas las canciones de
Yiruma pero ‘’River flows in you’’ era mi favorita. Era tan perfecta que no
necesitaba de letra. Solo acordes dulces pero rápidos y delicados pero
energéticos. El coro era mi parte favorita subía y bajaba en un ritmo
llevándote a tierras lejanas, donde solo habían campo verde, árboles altos
con sus ramas hasta el cielo y este de un color azul, limpio de nubes, solo el
sol brillando. Con flores silvestres de diferentes colores y pájaros cantando
y volando libres. Era un cuadro hermoso de felicidad plena y libertad.
Salgo de mi ensoñación volviendo a la realidad cuando estaba finalizando
el tema. Siento la mirada de Lei recorrer mi cara pero no subo los ojos. Sé
lo que me voy a encontrar pero no sé cómo voy a reaccionar, no sé si mi
corazón está listo para volverse a enamorar.
-¿Estás bien? Te pusiste pálida. –pregunta Lei.
Antes que pueda mover la cabeza ciento una leve caricia en el lateral de mi
rostro, son sus dedos que corren un mechón de cabello suelto que va hacia
mis ojos. Es muy sutil y suave pero la siento más fuerte de lo que debería.
-Yo…-cometo el error de subir mis ojos hacia los suyos y me olvido por un
momento lo que iba a decir. Me devuelve la mirada esperando que
complete mi oración. Lo siento un poco más cerca. No sé si es él quien se
acerca o yo. Y no recuerdo sinceramente qué era lo que iba a decir pero es
un buen momento para retirarse. –Yo quede en verme con Ty. Así que me
voy. –digo y prácticamente huyo del aula.
Vuelvo a respirar con más tranquilidad cuando salgo del edificio. Busco mi
teléfono para llamar a Ty pero recuerdo que lo deje en mi bolso que está en
mi casillero. Me dirijo allí reprochándome que realmente mis pensamientos
volaron a la luna. Lo enciendo y tengo mensajes de Do y de Ty y una
llamada perdida de mi tío. Llamo a Ty caminando hacia la salida de la
universidad.
-¡Hey tú! –no presto atención a lo siguiente que me dice sigo recordando la
sensación de hace un momento con Lei en el aula. Pero antes que siga con
mis cavilaciones veo la mano de Ty agitarse frente a mí. Me alejo
sorprendida y bajo el teléfono.
-¿De dónde saliste? No te vi.
-Recién salgo de mi clase iba a mi auto y me llamaste antes de que yo te
pueda llamar.
¿Estás bien? Estás algo pálida. –dice colocando sus manos en mis
mejillas.
-Necesito un trago para ahogar estos estúpidos sentimientos.
Ty ríe pensando que es un chiste pero al ver mi expresión seria detiene su
risa. –Está bien. Vamos, te llevo por un rico té blanco que es tu favorito y
me cuentas que sucedió. –dice en tono suave empujándome a su auto.
-No quiero un té ¡Necesito algo fuerte! Un ron puede ser. ¡Todo se arregla
con ron! – detengo mis pasos girándome y la miro de frente.
Suelta otra risa y me obliga a entrar a su auto. –Empecemos por el té
mientras hablamos luego nos tomamos una copa si aun quieres.
Detiene el auto unos minutos después, entramos a una linda cafetería con
estilo de Hello Kitty, la miro sin entender ¿qué hacemos aquí?
-No estás gritando y saltando como una niña, debes estar mal enserio.
¿Tienes fiebre? – pregunta con su mano en mi frente. ¡Tiene razón!
Cualquier otro día hubiera gritado eufórica por ver tantas Kitty’s y toda la
hermosa temática. –Ven. Estoy segura que te sentirás mejor después de
tomar el té.
Caminamos hacia el interior de la cafetería y era más hermoso que el
exterior. Colores en blanco, beige y rosa y muchas más Kittys. Era todo tan
adorable y rosado me mejoro el ánimo.
Ty hizo los pedidos de las bebidas y nos sentamos en una mesa. En mi
banco a mi izquierda había una Kitty enorme casi de un metro. Reí
acariciándola era una estatua pero se veía muy real.
Escuche el sonido de la cámara del teléfono y voltee a ver a Ty sorprendida.
– ¡Posa con tu nueva amiga Kitty! –me animo preparada para sacar otra
foto. Me incline acercándome a la muñeca e hice paz con los dedos.
-¡Es hermosa! ¡Envíame las fotos!
-Claro. ¿Quieres comer algo? Ordene solo las bebidas.
-No. Está bien. Tengo el estomago cerrado.
-Bien. Cuéntame. Soy toda oídos.
-No sé por dónde empezar…
-Déjame adivinar. Créeme tengo poderes de bruja. Es sobre Lei. Sientes
algo por él y estás enamorada. –asentí a lo primero pero luego negué
rápidamente.
-Sí comencé a sentir algo pero no estoy enamorada. No es amor. Lo
conozco hace muy poco tiempo, no es amor. No puede ser. –termine
susurrando mis negativas. No podía ser, ¿cierto?
-Amiga! Te sigue con la mirada como si solo tuviera ojos para ti, además
está siempre atento a ti, qué necesitas. Ayer en el bar, estuvieron juntos toda
la noche, los observe mientras conversaban y se veían tan lindos juntos.
Cómodos es la palabra.
-Puede ser. A veces siento su mirada pero eso no significa nada además no
puede ser. Nos conocemos hace muy poco tiempo. – ¿hace cuanto estoy en
Shanghái? Poco más de un mes.
-El tiempo siempre es relativo y el amor llega solo. Uno puede estar diez
años con una pareja y jamás amarla y de pronto conoces a alguien y te
enamoras perdidamente. ¿Podía ser cierto? Fue tan fuerte y real. ¿Lo abra
sentido también? Quería pero al mismo tiempo me negaba a pensarlo. No
quería vagas ilusiones. –Y déjame decirte, ese chico es la clara definición
de Taylor en su canción: ‘’En un mundo de chicos, él es un caballero’’.
-Lo sé, comencé a sentir algo, él me calma. Él puede cerrar los ojos en
medio de una multitud y disfrutar de la música en su propio mundo y sentir
el momento. Sin embargo aun tengo el fantasma de Tom rondándome, Ty.
No sé si puedo… si quiero ahora…-dejo la oración inconclusa sintiéndome
perdida.
-Confiar en alguien nuevo. –termina por mi leyendo mi mente. -Tranquila.
Sé que es difícil y no digo que un clavo saca otro clavo pero no te
preocupes y disfrútalo.
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir que dejes de reprimir tus sentimientos. Si quieres cambiar tu
guardarropa cámbialo, si quieres cambiar tu maquillaje cámbialo, si
comienzas a sentir sentimientos hacia Lei siéntelos. Solo piénsalo. No
tienes que cambiar si no quieres pero creo que hay una tú dentro tuyo
reprimida hace años gritándote por un cambio.
Ty me invita a comer a su casa. Pedimos sushi, ya que ella tampoco es muy
simpatizante con la cocina. Conversamos hasta pasada la media noche y me
quedo a dormir allí.
Para nuestra suerte teníamos clase por la tarde así que nos despertamos
pasando el medio día. Ty tenía que presentar unos trabajos y Do me había
mandado un mensaje que nos viéramos en su espacio especial así que luego
de una parada en una linda cafetería acompaño a Ty a la universidad y me
dirijo hacia la sala privada de los chicos. Saludo a Ying y a los chicos, me
siento junto a Fushian que me invita al sillón a su lado.
-Se nos ocurrió una idea. –dice Do mirándonos misterioso. Rio suavemente
imaginando que inventara. Las ideas de Do generalmente son divertidas,
algunas peligrosas pero buenas. –Vamos a hacer una competencia de PAI.
Alzo las cejas sorprendida. ¿Una competencia de su juego de barajas? ¿Que
se trae entre manos Do?
-Do y Lei contra ustedes señoritas. –explica Cay.
Miro a Ying y ella me devuelve la mirada preocupada. Le pregunto
silenciosamente si quiere participar y asiente. –Bien. ¿Cuándo sería la
competencia?
-Ahora. –dice Do. Suelto una mueca sorprendida. No nos dieron tiempo
siquiera a practicar.
-Al menos dennos unos minutos para practicar.
-Pueden ir a la otra habitación. Tienen 10 minutos. –responde Do. Lo miro
fijamente y asiento.
-No olvides que el alumno siempre supera al maestro. –digo amenazándolo
apuntándolo con mi dedo índice. Él me devuelve la mirada señalándome
con su dedo y suelta una risa irónica.
Entramos a la otra habitación y Ying se sienta preocupada en un sillón.
-¿Qué vamos a hacer, Ani? Nos harán puré.
-¿Nunca jugaste antes?
-Lei una vez me enseño y jugamos pero soy muy mala.
Asentí. Me siento frente suyo. –Do me enseño hace unos años así que
podemos usar eso a nuestro favor. Tranquila. Tira las altas siempre al
principio y deshazte de las más bajas entre las rondas del medio.
Asiente en silencio. – ¿Tú no estás preocupada? Te ves muy tranquila.
-Lo estoy. Pero quiero ganarle a esa cabeza rapada que se atreve a retarnos
el mismo día.
-Lo sé. A mí también me gustaría ganarle. Darle su merecido a los dos.
-Lo lograremos. Tú solo sígueme. –chocamos manos dándonos ánimos y
volvemos a la sala principal.
No nos iba tan nada mal como en un principio creíamos, habíamos logrado
emparejar las jugadas. Sin embargo estábamos en la ronda final y parecía
que ellos iban a ganar, podía sentir la mirada de Ying de duda y miedo pero
la mía seguía intacta.
Luego que Do tirara su carta, solo quedaba la mía y creo que Fushian
estaba adivinando mi jugada pero guardo el secreto. Sonreí inocentemente
y tire mi última carta señalando a Do de forma burlona y un poquito
peleadora. Pero habíamos ganado teníamos que festejarlo. Comienzo a
bailar y animo a Ying que me siga. Luego de dudarlo un momento baila
conmigo. Se unen Fushian y Cay. De pronto estamos rodeando la mesa de
juego celebrando la victoria. Do nos mira con una expresión de enojo y nos
amenaza con detenernos y lo logra pero soltamos algunas risas. Aplaudo
emocionada por el baile improvisado y divertido que surgió.
-¿Qué paso? –pregunta Ying confundida.
Miro con una sonrisa angelical a Do que continúa con la boca abierta.
-Ganaron. -reconoce Lei mirándome como si fuera la primera vez que me
viera. En sus ojos hay un extraño brillo que me atrae y me gusta. Me hace
sentir orgullosa. Ying suelta un grito de alegría y chocamos las manos
felicitándonos.
-Increíble. –dice Cay atrás suyo.
-No puede ser. Yo vi… –se interrumpe Do quedándose sin palabras. –Cay.
–exige cruzado de brazos.
-No habíamos visto esa estrategia antes. –responde Cay mirándome
mostrando sus respetos. Sonrío agradeciéndole en silencio.
-Me la enseñaste tú, hace unos años atrás. –explico mirando a Do
inocentemente.
-Eres muy buena. Podrías unirte a nuestro grupo. –propone Fushian
señalándome con el dedo.
Do suelta unas risas irónicas. -Eres muy gracioso, Fushian.
Sonrió mirándolo agradecida y niego con la cabeza. –No, las cartas no son
lo mío.
-Vamos. Una partida más. –dice Do sin rendirse.
Ying me mira y asentimos. -Pero la apuesta sigue en pie a pesar del
próximo resultado. digo advirtiendo por el futuro ya que no sabía cuánto
duraría nuestra suerte.
Los chicos asienten. Y tenía razón, nuestra suerte no duró más partidas. Esa
próxima la perdimos. Luego nos intercambiamos de parejas jugando Do
con Ying contra Fushian conmigo. En donde perdimos pero ambos
quedamos convencidos que Do había hecho trampa ya que ayudaba de más
a Ying.
En la próxima jugamos Do con Fushian y Lei y yo. Esa partida fue
realmente estresante: no sabia que era más difícil soportar la presión de las
miradas de los muchachos o las tiernas miradas y sonrisas que lanzaba Lei.
Me distraían mientras pensaba que carta tirar. ¿Habría escuchado de sus
sonrisas pero creía que eran siempre para el enemigo, por qué me las hacía
a mí? ¿Sabría el efecto que producían? Eran increíblemente dulces y lo
hacían lucir muy inocente. Era realmente peligroso. A pesar de todo
ganamos.
-Bien hecho. -me felicita Lei acariciando mi cabeza.
-Sí, bien hecho. -dicen en burla también Fushian y Cay posando su mano
por turnos en mi cabeza.
Suelto una risa y me los quito de encima. -Espero que cumplan su apuesta.
-Veremos que se cumpla, ¿no es verdad Hang Do? -pregunta Ying
mirándolo amenazante. Este asiente de mala gana y se retiran
despidiéndose rápidamente. También salgo del lugar luego de despedirme.
–Te acompaño, también tengo que irme. Debo buscar unas partituras. –dice
Lei caminando hacia mí. –Eres muy buena jugando. –comenta en el pasillo
de la universidad.
-Gracias. –digo mirando al suelo, notando como mis mejillas se teñían de
rosado. – Aunque note sus jugadas ‘’secretas’’. –lo señalo con el dedo
soltando una risa.
Sonríe con su expresión de inocencia y menea la cabeza. –No se de que me
hablas. -lo miro ladeando la cabeza sorprendida de su broma. Se rinde
curvando los labios con una tierna sonrisa y terminamos riéndonos.
Sonrió mordiendo mi labio inferior. Claro que sabe el efecto que produce.
Lo sabe y lo utiliza a su favor. Pero nadie puede negar que funciona.
-¿Te gustaría que mañana salgamos? -pregunta momentos después.
-¿Que salgamos?
-Sí. Podemos ir al cine. Estrenan la cuarta de Kung Fu panda y a ti te
encantan los pandas.
Oh ¡me gusta la idea! -¡Es cierto! No podría decirte que no. Amo
demasiado a Po. ¿Tú viste las anteriores?
-Solo la primera hace algunos años.
Sentí mi corazón clisarse aunque era de esperarse. -Entonces no podemos
ir.
-¿Por qué no?
-Es en contra de las reglas. Además en la cuarta la villana se transforma en
todos los malos anteriores. Tienes que verlas.
-Está bien. Te prometo que las veré antes que vayamos a ver la última.
Tendríamos que atrasar el cine.
-De eso nada. Mañana es el estreno. -digo con el teléfono en la mano.
Mañana seria el estreno por la tarde y una sorpresa que me hizo soltar
varios gritos muy emocionada. -Van a dar march especial de la película. -
camiseta y un balde de palomitas exclusivos. Suelto un fingido suspiro. -
Tendremos que sacrificarnos y hacer maratón hoy.
-¿Todas las películas hoy?
-O podrías no ir mañana.
-Maratón hoy. Pero en mi casa. En casa de Do no nos dejaría verlas. A
menos que quieras que las veamos todos juntos.
-No, en tu casa está bien. -mi yo interior esta saltando sorprendida.
Conocería la casa de Lei y veríamos películas de pandas. Creo que no había
un mejor plan.
Llegamos a su casa y por su exterior e interior es muy similar a la casa de
Do. Sin embargo la casa de Lei cuenta con más detalles en blanco y colores
claros.
-Lei, volviste. -nos recibe una señora delgada con un elegante peinado y
prolijo delantal blanco. Me sorprende la familiaridad con la que le habla y
el cariño en sus cálidas palabras.
-Señora Shell. -Sonríe. Deja ver en su rostro una dulce sonrisa y veo el
mutuo cariño.
Déjeme presentarle a Ania Luce. Es una amiga que vino desde Argentina.
-Señorita Luce, un gusto conocerla. -dice inclinándose. Rápidamente
correspondo su saludo inclinándome un poco más ya que era la costumbre
inclinarse aún más por los adultos mayores.
-Pasen, déjenme sus abrigos, yo los guardaré. -dice con su tono gentil y
toma nuestras prendas. -Es lindo que hayas traído una chica a casa, Lei. -
Este se apresura a contradecirla pero la señora Shell niega con la cabeza
interrumpiéndolo. -Escuche la parte que son amigos, lo sé. Pero me alegra
que vuelvas a traer amigos a casa. -dirige su vista hacia mi y su expresión
cambia a una de disgusto. -Si no viene con esos otros tres chicos altos con
los que siempre estas. No es que no los quiera pero son muy revoltosos.
Suelto una risa que inmediatamente me cubro con la mano. La señora Shell
sonríe un momento pero vuelve a su expresión de preocupación.
-Imagínate, cuatro muchachos contra mi sola. Y no cambian a pesar de su
edad.
-Los conoce. Ella es una amiga de la infancia de Do.
Eso sorprende a la señora Shell pero veo en su rostro seguridad, no retira
sus palabras y yo asiento de acuerdo con ella. -Tiene razón. -siento la
mirada de asombro de Lei y sonrió sin miramientos. -Los cuatro juntos son
como un tornado. Arrasan con todo lo que se encuentran.
La señora Shell ríe mirándome con ternura. -Me cae bien esta chica.
Además de que es muy hermosa. Así que desde Argentina, cariño eso está
muy lejos. ¿Has estado comiendo bien?
Junto a Lei disminuimos una corta risa. -Sí, señora Shell. Le agradezco su
atención.
-No me mientas, jovencita. Yo te veo muy delgada. Es más, te iré a preparar
algún platillo para que disfruten y vuelvas a visitarme.
Agradezco la preocupación de la señora Shell, la siento auténtica y me deja
en el pecho una sensación de ternura. Desaparece tras una puerta y Lei me
guía hasta la sala. Tomamos asiento en el sofá extra grande y enciende el
televisor. Noto que está todo muy callado y creo recordar que Do me contó
que Lei tampoco tiene hermanos ni hermanas.
-¿No extrañas tener hermanos?
Piensa un momento mi repentina pregunta. -En ocasiones.
-Te entiendo. A mí también me pasa. –a veces imagino si hubiera tenido
una hermana o un hermano pero luego de lo que mi tío me sometió, lo que
sufrí, me retracto.
Tengo a los chicos. Ellos son mis hermanos.
Sonrío asintiendo. Sus amistades eran una de las más hermosas que
conocía. Ser amigos desde tan temprana edad era muy difícil. -Hacen un
gran equipo los cuatro.
-Sí. No sé que hubiera hecho sin ellos. Les debo mucho.
-Estoy segura que se sienten iguales hacia ti.
-Gracias. Mi mayor miedo es perderlos. Perdimos hace unos años a Weng.
No fue sencillo para ninguno pero no me gustan los cambios y perderlos
también a ellos sería realmente muy duro para mí. -Siento una vez más la
sensación de querer consolarlo y querer abrazarlo pero en su lugar solo me
quedo quieta y asiento en silencio. -Bien iré a buscar comida.
Cuando vuelve sonrió al ver palomitas y chocolates de distintas variedades.
Lo complemento con bebidas frescas. Me ofrece una mientras coloca la
película desde la aplicación. Baja un poco las luces y nos acomodamos en
el sofá. Estamos a una distancia normal pero podía sentir su calor corporal
y su perfume que rondaba por la habitación. Eran reconfortantes y cómodo.
Devoro casi todos los chocolates y me rio en casi todas las partes. Amo a
Po es tan torpe pero tierno y lindo. Noto que Lei por momentos se queda
dormido. Su cabeza se balancea hacia adelante pero vuelve a prestar
atención al frente continuando viendo la película.
-¿Seguro quieres ver la tercera? –pregunto cuándo insiste en verla. Asiente
colocándola y me pide silencio cuando vuelvo a preguntarle en un susurro.
Le tiro unas palomitas y disfruto de la película. Mi preferida es la tercera,
me encantaba la historia, el reencuentro con su papá, la escena tan preciosa
cuando los bebes de la ventana apretujados intentan salir todos juntos a la
vez y terminan saltando para todos lados.
-Me gusta más la primera.-comenta Lei al finalizar el film. –Esta no me
gustó.
Lo miro fingiendo un dolor en el pecho. -¿Cómo puedes decir tal cosa
semejante? Eres un ser sin corazón.
-Lo dice la chica que se comió todos los chocolates.
-¿Tú querías?
-Cuando vi ya no habían más. -abro la boca para responder pero no me
salieron palabras.
Lei sonríe tiernamente. -Y el ser sin corazón soy yo.
-Lo eres. -niega con la cabeza en silencio y suelto una risa al ver su
expresión de tristeza fingida. Sus labios se curvan en un tierno puchero y
soy incapaz de desviar la vista. Por eso me levanto por más bebidas. -Iré
por tus chocolates.
Pero antes me detiene sujetándome del brazo. Siento una leve caricia y veo
sus dedos moverse. -Era una broma. No tienes que traer nada.
-No es problema. De todos modos ya no quedan bebidas.
-Iré yo. Si quieres busca otra película. -propone y cuando pasa por mi lado
posa un segundo su mano en mi cabeza. Sonrió involuntariamente
acomodando mi cabello.
-Tienen que dejar de hacer eso. ¡Do y tú son iguales!
-No me compares con Do. No somos iguales.
-¿Ah no? Do no se molesta, veamos que pasa contigo. –digo rápidamente y
los despeino con mis dedos. Suelto una risa cuando se queda quieto. –Eres
idéntico.
Un segundo después estoy acostada sobre lo largo del sillón con Lei encima
de mí. Sus manos reteniendo las mías y sus ojos fijos en los míos
manteniéndome aferrada a él.
-¡Ming Lei! ¿Qué crees que haces? A una señorita se la respeta, no puedes
estar encima de ella. Quítate. –dice la señora Shell y le lanza un objeto a
Lei que aterriza en su espalda.
Niego con la cabeza como si hubiera sido un mal chico y él cambia su
expresión de asombro por una ofendida. –Señora Shell, no es lo que
parece.
-Querido, no me tienes que explicar nada pero cuídala un poco más. –Oh,
¿era enserio? ¿Se refiere a mí como su pareja? Miro a Lei igual de
sorprendida. –Y mira nada más tu cabello, espera, traeré un cepillo. –
Vuelve con uno y me lo entrega. –Ten, querida. Le encanta que le acaricien
el cabello. A todos los hombres les relaja.
Lo recibo en silencio mientras la señora Shell se vuelve a ir dejando el
ambiente muy tenso. Le paso el cepillo a Lei y este lo recibe sin levantar la
mirada. Comienza a pasar el cepillo pero en algunas partes le da un tirón
incluso se enredo con el cepillo.
Sonrío al verlo intentar liberarse. –Espera, déjame ayudarte. –me levanto
sentándome más cerca suyo y le logro desenredar el cepillo. Luego lo
cepillo pasando con calma cuando se presentaba un nudo y lo deshacía
suavemente. A pesar de estar concentrada en mi tarea siento su aroma, era
ligeramente más fresco con notas de lavanda, suave y brillante.
Bajo la vista y sus ojos miraban fijamente los míos. Vuelvo a alzar la vista
y acomodo su cabello hacia un costado como un flequillo. – ¿Te gustaría un
nuevo peinado? – pregunto y alzo con el peine parte de su cabello
dejándolo en el aire y bajo la vista hacia sus ojos. Lo miro divertida. –Te
quedaría muy lindo. – ¿y si mi comentario lo ofendió? –No es que no seas
lindo, es decir que si eres lindo. Quiero decir, ¿qué? –¿lo pensé o lo dije en
voz alta? Siento mis mejillas volverse en una tonalidad muy roja y Lei
desvía la mirada con una pequeña sonrisa.
Suelto su cabello y dejo el peine sobre la mesa levantándome rápidamente.
–Gracias por todo y nos vemos mañana. –me despido y camino hacia la
entrada como si algo se estuviera quemando. Salgo y suelto el aire que
tenía retenido.
¿Que había dicho, ‘’es decir que si eres lindo’’ qué edad tenía, 10 años?
Me golpe mentalmente mientras caminaba a casa de Do.
Era realmente extraño volver a sentirme así. Todos siempre decían que el
inicio era hermoso, esos nuevos sentimientos y sensaciones cuando uno
conoce a una persona que le atrae pero cuando uno era el que lo sentía no
era tan claro. Lei me gustaba es decir me gustaba él físicamente pero me
gustaba aun más esa masculinidad inocente que proyectaba, lo delicado
pero seguro y firme que parecía. Era todo lo contrario a lo que era el único
novio que había tenido en mi vida. Tom. Policía del cuerpo de Carabineros
en Italia. Y era masculinamente hombre. Responsable, atento, caballero
pero no tenía un gramo de inocencia o sensibilidad ni en su cuerpo ni en su
corazón. Sacudí la cabeza alejando mis pensamientos de ese energúmeno
que no merecía mi tiempo y me desvié cambiando de calle dirigiéndome
hacia el centro.
Camine entre los puestos mirando todo lo que vendían, objetos, comida,
regalerías. Vi un precioso collar en forma de mariquita de luz y la compre.
Luego me dio hambre y me compre un pote que traía fruta de distintas
variedades cortada finamente.
-¿Hola? –respondo el teléfono comiendo un trocito de manzana. Estaba
deliciosa.
-Enana, ¿dónde estás? –pregunta Do al otro lado de la llamada.
-Estoy caminando disfrutando de fruta picada. ¿Tú?
Escucho la risa de Do. –En mi casa, me preguntaba dónde estabas ya es
algo tarde.
Miro la hora en mi reloj de muñeca, eran pasadas las 8 pm me sorprendió lo
rápido que paso el tiempo. –Tienes razón, no me di cuenta que era tan
tarde.
-Dime tu dirección iré a buscarte.
Sonrío mordiendo levemente mi labio a esto me refería cuando le dije a
Ying que Do era una excelente persona, siempre podías contar con él,
nunca te dejaría solo o te abandonaría. Le agradezco y le paso el nombre de
la calle.
Mientras espero a Do veo un puesto de comidas con muchos dumplings y
tenía algunos de tamaño gigantesco, mis ojos se fueron directamente a
ellos. Necesitaba probarlos. Amaba los dumplings, no solo por la película
que Po siempre los comía sino también porque me encantaba lo esponjosa
que era la masa y lo delicioso que eran rellenos de carne o verduras. Decido
comprar cuatro y dos piezas de las grandes.
-Si había un puesto que podría encontrarte comprando era este. –dice Do a
mis espaldas.
Sonrío mostrando orgullosa mi compra. –¡Mira! ¡Encontré dumplings
extra grandes! – digo ensenándoselo a través de su envoltorio. –Compre
uno para ti también, podría intentar comer los dos sola pero seguramente
me harían daño.
-Tú eres capaz de intentarlo. Ven, comamos antes que se enfríe. –dice Do y
nos sentamos en una mesa cerca del puesto. Le pide también unas bebidas y
platos descartables.
-¡Espera! –detengo a Do antes que comience a comer, junto los platos y
acerco los más pequeños y le tomo una foto.
-¡Ahora sí, comamos! –exclamo emocionada tomándolo con mis dos manos
y dando una primer mordida. Su relleno era carne pero solo había
alcanzado a morder la masa. –Iré al cine mañana, se estrena la nueva
película de Kung Fu Panda. –Do asiente en silencio ya que tiene la boca
llena de comida, su bocado si llego a la carne. –Con Lei.
Do se atraganta y comienza a toser escupiendo trocitos de masa a la mesa y
lo miro sorprendida. Él también me mira sorprendido. – ¿Qué dices?
-Mañana iré al cine porque se estrena…
-Esa parte la entendí. ¿Pero no irán ustedes solos, verdad?
-Pues no le dije a nadie más y creo que él tampoco.
-Genial, me dijiste a mí y yo le diré a Ying, que le dirá a Lía, que querrá ir
Fushian que se unirá Cay y finalmente iremos todos.
Cambio mi expresión de sorpresa por una seria. –Hang Do.
Él también tiene una expresión seria. –Bien. ¿Dime que ocurre con él?
Esta vez casi escupo sobre la mesa. – ¿Qué dices? -Levanta una ceja
mirándome pidiéndome que responda. –Nada. No sé si se puede decir que
seamos amigos.
-¿Que sientes por él? –no respondo. –Te conozco, nunca aceptarías salir
con alguien que no quieres.
-Do, creo que estas pensándolo demasiado, solo iremos al cine, no es una
cita. - ¿No lo es, verdad?
-Lei no va al cine. Nunca lo he visto en el cine.
-Tú tampoco vas al cine. –digo recordando.
-Pues, iría si Ying me invitara. ¿Y cuando te invito, Lei?
-Hoy. –me mira sorprendido y entrecierra los ojos cuando sabe que hay
algo más que tengo que contarle. No soy buena ocultando cosas. –Luego
conocí su casa. –susurro para que nadie escuche incluido él.
Pero Do se ríe. Él literalmente se cubre la boca ya que sus risas son unos
tonos más altos. Muerdo mi dumpling comiendo mientras espero que
termine de reírse. Me mira sorprendido cuando no hablo. – ¿Y se puede
saber qué hiciste en su casa? –pregunta nuevamente enojado. Me encojo de
hombros solo para molestarlo y vengándome que se riera en mi cara. –Ania
Olivia Luce ¿dime que hicieron en su casa? ¿Por qué fuiste a conocerla?
¿Él te llevo?
Oh dijo mi nombre completo ahora si está realmente enojado y sin
paciencia. –Vimos las películas anteriores porque Lei no las había visto. Y
conocí a la señora Shell, es una excelente persona, muy cálida, me horneo
galletas.
Su expresión se suaviza con la mención de la señora Shell. -Oh, las galletas
de la señora Shell son las mejores. ¿Y cuántas películas vieron entonces?
-Dos. La segunda y la tercera.
-La mejor sigue siendo la primera.
Alce los brazos exasperada. –Lei dijo lo mismo. –vuelvo a morder el último
trozo de mi comida al fin finalizándola. Deliciosa pero demasiado para lo
que estaba acostumbrada a comer sin embargo no me arrepentía, imagino el
dumpling entero en mi estomago y sonrío. Do se queda mirando su plato
vacio. Le ofrezco los dumplings pequeños pero niega con la cabeza y
continúa con su expresión pensativa. – ¿En qué estás pensando? Si me
llegas a decir que no vaya al estreno porque será una horrible película soy
capaz de tirarte un dumpling.
-No es eso. Es extraño su comportamiento.
-¿Extraño bueno o extraño malo?
-Extraño. –dice sin agregar nada más pero no deja su expresión pensativa.
-Estás dándole demasiadas vueltas al asunto, Do. No es para tanto. Una
simple salida al cine. Ven, volvamos a casa. –digo tomando mis preciados
dumplings.
Al otro día mientras desayunábamos Ying me habla por WeChat con la
sorpresa que hoy después del almuerzo los chicos cumplirían con la
apuesta. Pero que era un secreto porque Do no quería que se sepa que eran
ellos o su popularidad disminuiría así que se mantenga entre nosotras. Le
respondo que juraré guardar el secreto y un emoticón de risa contenida.
Moría por verlos bailando disfrazados.
La mañana pasa rápida y mientras estábamos sentadas en la mesa del
comedor, escuchamos una música que venía del patio. Al salir encontramos
a un panda y un oso pudding en el medio de la cancha de deportes. Saludan
con sus patitas y dando un salto señalan el cielo. Saco rápidamente mi
teléfono para grabarlos, esto sería genial y tan divertido además de que se
veían muy tiernos.
Pudding, que si no me equivocaba es Do, camina hacia una mesa, se inclina
para encender el reproductor de música pero casi se le sale la cabeza del
oso, así que se apresura a sujetarla para evitar ser descubierto. Vuelve
corriendo junto al panda, ya que estaba por comenzar la canción y juntos
bailan siguiendo la coreografía. Eran adorables, saltos, intentos de pasos de
baile conocidos como el gusano, egipcio, macarena. Incluso en un
momento el panda baja lentamente y sube alzando una pata. Terminan
ambos con una pata levantada y mostrando garras como si fuera pose de
combate. Aplaudimos todos entre risas. Luego se retiraron las cabezas del
disfraz, sorprendiendo a todos, los pocos que no estaban con el teléfono en
las manos lo sacaron para grabarlos, aunque la mayoría de las chicas
continuaban elogiándolos y soltando grititos de emoción y felicidad,
sonrieron e inclinándose saludaron a todos. Luego se fueron junto a
Fushian y Cay pasando las escaleras, dejando atrás a todo el público. Con
las chicas nos acercamos al grupo aplaudiendo.
-Cumplieron la apuesta. –digo sonriendo mirándolos a ambos.
-Fue muy divertido. –dice Ying y Do la abraza aun con su enorme traje de
oso.
-Díganme que alguno lo grabo. –dice Fushian.
-Claro. –decimos Cay y yo al mismo tiempo. Se acerca y pide ver mi video,
luego viene Fushian y juntos lo volvemos a ver. Levanto la mirada y veo a
Lei algo serio, le entrego el teléfono a Fushian y me acerco a Lei.
-Estuvieron genial. –digo en tono divertido. Lei solo asiente sin mirarme. –
¿Estás bien?
-Sí, aún no puedo creer que haya hecho eso. –dice negando con la cabeza,
mira la cabeza del panda apoyada sobre su estomago y suelta algunas risas.
–Pero fue divertido.
Me encanta ver su sonrisa, verlo más relajado, más abierto, escuchar su
risa, ese era el chico que siempre estuvo ahí oculto, queriendo salir. –
Quizás tendrías que dejar la música y dedicarte a esto. Te llamarían para
todas las fiestas infantiles. –digo sonriendo aguantando la risa.
Lei ríe de forma sarcástica en silencio y me coloca la cabeza del panda. Me
sorprendo al notar que no lograba ver bien hacia afuera además que
comenzaba a sentir calor pero al inspirar solo note el aroma de Lei. Su
perfume me perseguía hasta en sueños.
-No distingues nada aquí dentro. –digo acomodando la cabeza sobre mis
hombros. Giro la cabeza buscándolo y cuando lo encuentro la inclino
moviendo las orejas del panda. Suelto una risa y acaricio el pelaje, es muy
suave.
-Ven aquí. –escucho que dice Lei y siento su brazo sobre mis hombros,
acercándome a él.
A través de la cabeza falsa distingo el brazo de Lei con su teléfono en la
mano frente a nosotros, alzo uno de mis brazos y hago el gesto de paz con
mis dedos y a pesar de que no se veía, sonrío por costumbre. Lei saca un
par de fotos y luego se sumaron Do con su disfraz y los chicos. Sonreímos
cambiando poses mientras ambas cabezas de los disfraces rotan entre las
distintas cabezas humanas.
-Aun no puedo creer lo que paso. ¡Esta chica cambio realmente a Do! –dice
Ty riendo mirando las fotos de los disfraces en su teléfono. Me las enseña y
también un video de su tierna coreografía. Sonrío negando con la cabeza. –
Nunca podre olvidarlo. En fin, ¿vamos por un café?
-Pues, yo tengo planes.
-¿A sí, con Feng? –pregunta mirándome interesada.
-Nop. Voy al cine con Lei. –decir que se le descoloco la mandíbula es poco.
Escucho el sonido de esta llegar al suelo.
-¿Cómo? ¿Qué? ¿Irás al cine con Lei? –repite mis palabras separándolas
como si no pudiera creerlo.
Asiento. –Me invito ayer.
-¿Y que verán? Oh, ya sé. La nueva de Kong Fu Panda. –dice como si fuera
obvia mi respuesta. Asiento arrugando mi nariz con una sonrisa tímida. Era
obvia mi respuesta. – Disfrútalo. Y mira un poco de la película que te
gustan los pandas.
-¡Ty! –la reprendo por su comentario ya que tenía doble sentido y no estaba
hablando sobre la película.
Me deja en casa de Do pidiéndome que luego le cuente cómo me fue y le
comprara palomitas dulces. Entro y me dirijo directamente a mi habitación.
Luego de bañarme pienso que quizás, no es una ocasión especial ya que
solo es una invitación al cine, pero quizás si podría ser especial por la
película que veríamos. Suspiro cansada golpeándome mentalmente. Siendo
sincera conmigo misma, quería impresionar a Lei y verme linda. Es decir,
distinta a mi ropa de todos los días. Camino hacia mi vestidor y barajo
opciones. Podría combinar mi camisa crema con… ¡No. Camisas no!
Prohibidas. Aunque me encantaran me negaba a usar una. Algo más
femenino como el estilo coquette. Amaba inmensamente ese estilo.
Siempre parecían delicadas muñecas y había conseguido algunas prendas
que seguían ese estilo y que utilizaba cuando no tenía que seguir el
protocolo de mi tío. Hoy podía ser un día de esos. Encontré una blusa con
escote en barco dejando mis hombros al descubierto con mangas vaporosas
que cubría hasta llegar a mis nudillos, una falda jean con un volado
inclinado hacia arriba y un delicado bordado en puntilla de broderie y por
último un cinturón de perlas pequeñas. Me gustaba el resultado final.
Complementos pequeños, perfume y mi bolso pequeño de Prada verde,
negro y blanco.
Que había sido un regalo de mi papá hace unas muchas navidades atrás y
me encantaba.
‘’Estoy afuera.’’ –Lei
Sonrío respondiéndole con una carita señalando como un soldado. Era la
primera vez que hablábamos por mensaje. Hace tiempo teníamos el número
del otro pero nunca habíamos hablado antes. Extraño pero normal para mí
ya que nunca estaba con el teléfono, casi siempre no recordaba donde lo
había dejado hasta que volviera a sonar y lo encontrara.
Bajo las escaleras y es extraño no cruzarme con Do pero creo que es mejor.
Luego de calzarme mis mocasines salgo encontrándome con el auto de Lei.
Entro y subo sintiéndome nerviosa. Sonrío en forma de saludo.
-Hola. ¿Estás lista? –asiento mirando hacia al frente. Teníamos casi una
hora antes de que empiece el estreno, esperaba que no fuera mucha gente.
Vuelvo la vista hacia Lei ya que no enciende el auto. –Ponte el cinturón.
-Claro. –rápidamente me lo coloco y Lei arranca. Lo miro de reojo y tiene
una expresión relajada.
Llegamos al centro comercial y tomando las escaleras mecánicas llegamos
al cine. Por suerte la fila no es muy larga así que nos formamos esperando
que nos den los regalos del pre estreno.
Mientras esperamos que avance la fila veo la cartelera con las otras
películas en emisión. Me sorprende ver muchas de terror y solo dos
románticas.
-¿Te gustan las películas de terror? –pregunto mirándolo un momento. Lei
se encoge de hombros en silencio. –Oh, eres de los que en secreto aman las
películas románticas.
-No es un secreto. Me gustan.
-Mm. Creí que dirías que solo miras documentales por National Geografic.
–No responde dándome a entender que no estaba equivocada. Así que lo
miro de frente y asiente una vez. Suelto una risa negando con la cabeza. –
Es un clásico. A mí también me gustan verlos, sobre todo cuando salen
hablando sobre los pandas, ahí los conocí. Tenía 7 años, lo estaba viendo
con mi padre recuerdo que ese día nevaba tanto en mi ciudad que las
autoridades recomendaron no salir de nuestras casas entonces no fue a
trabajar y vimos muchos documentales entre ellos el del panda. –miro a Lei
y quizás lo aburro con tanta historia. –Lo siento si hablo mucho. Siempre
me han dicho que tengo que hablar menos. Do incluso me golpeaba la
cabeza para callarme cuando éramos más pequeños.
Lei curva sus labios en una casi sonrisa y alza su mano acercándola a mi
cabeza y luego siento sus caricias. –No me molesta.
Sonrío sintiendo que mis mejillas se tiñen de rosado. Casi es nuestro turno
de avanzar pero un grupo de hombres pasa delante de nosotros
bruscamente. Rápidamente Lei aun con la mano en mi cabeza me acerca
hasta estar contra su pecho y quedo escondida entre sus brazos.
Nuevamente el tiempo pareciera detenerse y solo siento a Lei a mi lado
como si no existiera nada más en el mundo.
Los hombres terminan de pasar y avanzamos. Nos escanean las entradas y
nos entregan una bolsa y un balde de palomitas con bebidas incluidas
además de unas tiernas diademas de orejas de pandas. Entramos a la sala y
nos sentamos. Le entrego unas orejas a Lei y rápidamente me coloco la
mía. Reviso la bolsa y veo dos camisetas con la portada de la película.
-¡Es preciosa! –exclamo emocionada viéndola fuera de la bolsa. Se la
enseño y asiente en silencio. –No te pusiste tus orejas. –Lei niega con la
cabeza. –¡Oh, vamos! ¡Al menos solo para la foto, por favor! –sonrío
cuando lo convenzo. Se coloca sus orejas y veo que son distintas de las
mías, por dentro tiene pequeños pelos grises, las mías solo en color blanco.
–Di Pandas. –digo colocando mi teléfono para una foto en primera persona.
A través de él veo que Lei sonríe negando con la cabeza pero en silencio.
Tomo una foto y veo el resultado. Lei sonríe tan incomodo que pareciera
que lo estoy forzando.
-¿Qué ocurre? –pregunta viendo mi expresión debe ser una triste porque lo
noto preocupado. Le enseño la imagen y la amplio. – ¿Qué tengo que ver?
-Tu sonrisa. Se nota que es falsa.
-Mi sonrisa no es falsa.
Asiento señalando el teléfono. –Aquí está la prueba.
-Bien, toma una más pero la última.
Asiento alzando nuevamente el brazo para tomar la foto. Esta vez coloca
sus manos sobre sus mejillas en forma de v y sonríe. Pero hay algo que no
me convence, aun no parece real. Lei asiente y tomamos otra. Hace la seña
de paz con sus dedos y niego nuevamente. Tomo una rápidamente pero Lei
sale cubriendo su rostro con sus manos.
Suelto una risa aprobando esa última.
-Lo hubieras aclarado de un principio y me evitaba posar tantas veces.
Río mordiendo mi labio inferior. –Solo fueron tres fotos.
-Cuatro y tomare una sola más. Y esta vez lo hare yo. Quizás siempre fue tu
mal pulso que hacía que saliera mal en las fotos. Digo porque lindo me
dijiste que soy. –dice en tono juguetón y sorprendida por sus palabras y que
aun recuerde ese comentario tan vergonzoso solo me quedo en silencio.
Siento su mirada a través del teléfono. –Sonríe.
-Bien, tú también pon tu mejor sonrisa. –digo en tono de fotógrafa
profesional pero continua sin cambiar la expresión. Niego con la cabeza. –
Quizás este apagada y necesites reiniciarla. –digo en broma y toco
suavemente su mejilla baja y automáticamente sonríe en grande incluso
mostrando sus dientes. Continúo mirándolo y no noto que toma la foto.
-Listo. –dice devolviéndome el teléfono. Lo tomo y veo las imágenes, la
última es realmente vergonzosa, lo miro tontamente sonreír como si fuera
su seguidora de 10 años. Estoy por eliminarla y la mano de Lei me detiene.
–Qué haces?
-Es que salí muy cerca, no me gusta.
-Es linda, déjala. Envíamelas. Está por comenzar la película.
Bien. –con las prisas le envío todas las imágenes incluida la última. Estoy
a punto de abrir la boca para pedirle que elimine la última imagen y la sala
se oscurece comenzando con los títulos de presentación. Guardo
rápidamente mi teléfono y disfruto de la película.
Es realmente preciosa y divertida. Disfruto viendo a Po pelear junto a su
pandilla, reírme de sus torpezas y emocionarme cuando vuelve a salvar
China. Y los efectos especiales que tiene son increíbles. Lei también parece
disfrutarla ya que nunca desvía la mirada de la gran pantalla y ríe en varias
ocasiones. Comemos casi todas las palomitas dulces y es una tontería pero
quiero llevarme el balde de recuerdo a casa de Do. Lei lo nota y lo toma por
mí mientras salimos de la sala.
-No es necesario que lo lleves. Quizás es mejor descartarlo.
-No es problema. ¿Te gusto la película?
Asiento balanceando la bolsa con nuestras camisetas. –¿A ti?
-La mejor de toda la saga. ¿Quieres ir por unos dumplings?
Asiento inmediatamente. –Me encantaría. Ayer compre junto a Do y
tenemos algunos en casa, ¿si quieres compramos más y los comemos
juntos? –me cambiaría a mi nueva camiseta incluso a partir de esta noche
dormiría con ella. Levanto la vista y no veo a Lei. Lo busco y lo veo al final
de la calle, cómo llego allí tan rápido? Me busca y me espera cuando me
acerco.
-Vamos, es por aquí cerca. –dice volviendo a caminar. Asiento y lo sigo.
Llegamos a un lindo restaurante y pide unos dumplings, pienso comer uno
solo luego del grandote de ayer.
El pedido llega rápidamente y comenzamos a comer. Tomo con los palillos
y comienzo a comerlo lentamente. Noto las miradas de Lei y sonrío
retrasando terminar mi bocado.
-¿Qué haces? –lo miro sin comprender. –¿Por qué comes tan despacio?
-Oh es que comí muchas palomitas. –suelto una corta risa.
-Creí que eran tus favoritos. Como lo son de Po. –dice mordiendo el
tercero.
-¡Lo son! Es que… -me inclino acercándome y susurro. -Ayer comí uno
muy, muy grande así que hoy solo comeré uno.
-O no eres la verdadera guerrera dragón. –dice queriéndome provocar.
Afina sus ojos mirándome fijo.
Lo imito agarrando mis palillos. –Prepárate, estas a punto de presenciar
algo nunca antes visto. –tomo el primero y lo como sorprendiéndome de lo
rápido que lo logro. Como otros tres más, uno atrás del otro dándome el
tiempo justo para tragar y volver a morder. Y finalmente queda uno solo en
el plato. Lei apoya sus palillos cerca del dumpling y me mira alzando una
ceja preguntando silenciosamente si podre. Toco una vez el plato dando
inicio a la pelea, como en la película peleamos enfrentando y chocando
nuestros palillos. Es muy rápido pero logro esquivarlo y mover el alimento
pero rápidamente lo vuelve a mover.
Seguimos el combate y en un movimiento involuntario giro los palillos
entre mis dedos haciendo que giren y se escucha el sonido que se quiebran
los de Lei. Apoyo mis palillos ante el dumpling y sonrío festejando.
Gane.
Río sin poder evitarlo, fue una pelea muy divertida. Levanto la mirada
hacia él y sus ojos están inmóviles sobre los míos y su sonrisa comienza a
aparecer. Pero solo quiero oírlo decir las palabras. Levanto la barbilla
esperando que las diga. Y lo veo inclinar su cabeza siguiendo mi juego.
-Presento mis respetos, guerrera dragón.
-Le agradezco honorable competidor. Después de hoy tendré que entrenar
como el guerrero dragón. –suelto una risa.
¿En Argentina hacías algún deporte?
-Solía correr por la mañana porque no me gustan los deportes. Quizás
podría empezar aquí. Hay un lindo camino saliendo del barrio de Do. –Lei
asiente en silencio y lo miro conteniendo una sonrisa. -Tú también podrías
unirte.
Se señala a sí mismo. -No necesito hacer ejercicio.
-Yo creo que sí. Vi que comiste muchos dumplings. Además el aire de la
mañana hace muy bien a la piel y al cuerpo.
-¿A qué hora?
-6. 8 como máximo.
Lei suelta una risa sarcástica negando con la cabeza. -¿Estás loca? Yo
duermo a la mañana.
Meneo la cabeza. –¿Desperdicias hermosas horas de vitalidad y luz solar
por dormir?
-Sí. –dice y muerdo mi labio inferior reteniendo mi risa. ¿Cómo era posible
que me riera por todo lo que dijera? Pero no podía evitarlo, mis labios se
curvaban solos cuando lo escuchaban hablar. –Bien, lo hare pero necesito
algo a cambio.
-Dime.
-Mi profesor le gusto nuestra presentación y quiere que toquemos juntos en
el próximo concurso, representando la universidad.
Quedo en silencio por sus palabras. Representar a la universidad. Participar
en un concurso de música. Tocar juntos. –Espera, ¿qué? Yo no estoy en la
carrera de música.
-No pero si estas en la universidad.
-No lo sé, Lei. Ni siquiera sé qué paso la última vez, fue algo totalmente
espontaneo.
Yo en realidad nunca toco con público. Es solo un hobby.
-Quizás es momento de que deje de ser un hobby y lo pienses como algo
más profesional. Tienes un gran potencial, no deberías desaprovecharlo.
Sonrío tristemente. Si él supiera. Daría todo lo que esté a mi alcance para
dedicarme exclusivamente a la música. Pero es solo un concurso, podría ser
divertido y siendo sincera me encantaría participar. –¿Cuando es la fecha?
-En otoño. –dice y aun teníamos unos meses para prepararnos. -¿Que dices?
–asiento esperando no equivocarme. Estaría ante dos grandes tentaciones:
el piano y Lei, esperaba lograrlo.
Mientras volvemos a casa de Do me explica más detalles sobre el concurso.
Teníamos que crear un tema y podíamos agregar más instrumentos pero
eran hasta cuatro como máximo. Él había comenzado una melodía y tenía
algunas notas así que la base la teníamos. La universidad nos prestaba la
sala para ensayar sin problemas de tiempo así que empezaríamos mañana.
Llegamos, nos detenemos en la entrada y le paso su camiseta. –Tienes que
utilizarla mañana. Te espero aquí a las 6.
-Vendré a las 9.
-No habrá nadie a esa hora. A las 7.
-8.
-Ni un minuto más. –lo amenazo señalándolo con el dedo. Lei responde
haciendo el gesto de sí señor con la mano tocando la frente.
Entro a casa de Do y me dirijo a mi habitación, me sorprende ver la puerta
de su habitación abierta.
-Al fin llega la señorita ‘’no es una cita’’, estuviste todo el día con Lei. –
dice en tono de reproche e imitando muy mal mi voz.
Río negando con la cabeza. –A veces eres adorable.
-A vicis eris añiñi. –dice burlándose de mi comentario. –¿Que tienes en la
bolsa? ¿Lo guardaste a Lei adentro?
-¡Hang Do! –levanto mi pie golpeando su pantorrilla. –Déjame que te
muestre. –entro rápidamente a mi habitación y me cambio probándome la
camiseta. La elegí en extra extra large así que me llega a media pierna antes
de las rodillas. –Taran. ¿No crees que es linda? –digo mientras modelo
enseñándosela.
-Tú eres linda, enana. Todo lo que te pongas te quedará lindo.
-Aww, Do. Ves que eres adorable. ¿Tienes tiempo? Tengo que contarte
novedades importantes. –Hago una pausa dramática.- Cambiaran el curso
de mi vida.
Me mira sorprendido y asiente. –Iré por té.
Río ya que parece una vieja ante un nuevo chisme. Mientras bebemos el té
le cuento sobre nuestros planes de mañana, tanto correr por la mañana
como el concurso y la práctica por la tarde. Lo primero se ríe un buen rato
ya que no puede creer que Lei se vaya a despertar tan temprano y menos
para hacer actividad física. Me insiste que no lo espere porque seguramente
se quedará dormido. Pero lo segundo se emociona y me felicita ya que sabe
que es algo que siempre quise hacer pero nunca me animé.
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A la mañana siguiente mientras me cambio a mi ropa deportiva pienso si
realmente vendrá Lei. Es decir quizás Si tenga razón, se quede dormido y
no venga. De todas maneras me haría bien el ejercicio así que si no decide
venir igual lo aprovechare.
Espero en la esquina donde quedamos en reunirnos y no lo veo. Miro mi
reloj y decido darle cinco minutos más sino empezaré sola.
De pronto veo un hombre venir corriendo, cuando se acerca distingo que es
Lei y una sonrisa se forma en mis labios. –Estoy aquí. –dice apresurado
deteniendo sus pasos cerca de mí. Está con ropa deportiva en color negro y
está usando la camiseta de Kung Fu Panda.
Sonrío orgullosa. -Creí que no vendrías.
-¿Por qué?
-Bueno, eres conocido por dormir bastante y que no te gusta despertarte
temprano.
-Sí pero estoy aquí.
Aquí está. Sonrío perdiéndome en sus ojos que miran los míos
tranquilamente. Desvío rápidamente la mirada estirando las mangas de mi
abrigo. –Empecemos. –digo y comienzo a caminar mientras muevo los
brazos. Lei me sigue y también mueve sus brazos y su cintura.
Continuamos el recorrido y comenzamos a correr. Disfruto de los rayos del
sol que se asoman entre las copas de los arboles, el aire puro que renueva
mis pulmones. Miro de reojo a Lei y lo veo cansado y aburrido. Le hago
una seña para que descansemos un momento.
-¿Estás mareado? –Lei niega con la cabeza y asiento. –Necesitas respirar
bien o te dolerá después. Tienes que hacerlo desde el estomago. Toma una
profunda respiración sintiendo que tu estomago se llena de aire y retenlo un
momento. Luego suéltalo despacio. Y una vez más. –sigue mis
instrucciones y respiro con él. Siento como mi cuerpo se relaja, mi pecho se
amplia y mi mente se aclara. –Mantén los ojos cerrados y escucha. ¿Qué
oyes?
Cierra los ojos. -Nada.
-Presta atención a tu alrededor. No escuches a tu cabeza. Escucha lo que
está afuera.
El sonido de los animales, el viento, los arboles. –miro a nuestro alrededor
y me sorprendo al ver una mariposa con las alas en tonalidades en naranja.
Revolotea entre nosotros y vuelve a alejarse volando.
Lei abre sus ojos y veo una nueva mirada. Más lúcida y brillante. -Estoy
listo. –dice volviendo a moverse. Sonrío y lo sigo.
Nos desviamos de los barrios y llegamos al límite del bosque.
Noto que corre más despacio y lo miro de reojo. -¿Estás bien? –pregunto al
verlo respirar con dificultad. –Vamos viejito, ya casi llegamos.
-¿Yo? Estoy perfecto. Te estaba esperando porque eres un poco lenta.
-Yo estoy perfecta. Tú te estás quedando atrás. ¿Lei? –Giro la cabeza al no
escuchar su respuesta y no lo veo a mi lado. Giro sobre mis pies buscándolo
y lo encuentro tirado en el suelo -Dios Mío, Lei.–No responde y empiezo a
preocuparme. –Lei! ¡Por favor no es divertido! –Respiro sin dejar que me
venza el pánico y pienso que puedo hacer. Reanimarlo. Como era, solo se
juntan las manos entrelazando los dedos y presionas su pecho. Intento
hacerlo suavemente, ¿eran 4 veces o 5? Sin embargo sigue sin moverse. Sin
pensarlo llevo mis labios a los suyos reanimándolo y veo como su pecho se
llena de aire pero continua desmayado. Saco mi teléfono rápidamente, no
esperare más, necesito una ambulancia. Mis dedos tiemblan y no recuerdo
el número de emergencias en Shanghái. Puedo llamar a Do, busco su
contacto rápidamente pero me detiene una mano. Es Lei, me mira y lo veo
preocupado y perdido.
-¡Lei! ¿Estás bien? Me asuste mucho. –digo angustiada pero sintiéndome
aliviada que haya abierto los ojos. Siento lágrimas caer por mis ojos.
Escucho una risa. Sin comprender subo la mirada y descubro que el que se
ríe es Lei.
-¿Por qué estás llorando? –me pregunta sentado y lo veo normal. No respira
forzosamente ni se queja por otro dolor. Fue un engaño, en realidad nunca
le paso nada. Quiero golpearlo. Comienzo a golpear su pecho mientras más
lágrimas sin una razón en específico caen.
-¡Eres un idiota! Creí que habías muerto.
Detiene mis golpes tomando mis brazos y me acerca acera a él. -¿Por eso
me besaste?
-¡Es todo tu culpa! Creí que tenía que reanimarte.
-¿Con un beso? ¿Soy blanca nieves?
Intento liberarme. -Pero sirvió porque te despertaste.
-Eres mi princesa encantadora.
-Justo ahora me gustaría ser tu asesina.
-¿Y un beso? –pregunta acercando su rostro al mío.
-¿Te golpeaste fuerte la cabeza? Vámonos. –susurro sintiéndome nerviosa
de su cercanía. Es decir, no podía pedirme eso, ¿verdad? Era solo un juego,
¿no? Confusa entre mis pensamientos no presto atención a donde piso y me
tropiezo con una rama sobresalida del suelo. Rápidamente Lei detiene mi
caída atrapándome entre sus brazos, detiene mi caída pero caigo encima de
él. Comienza lentamente a acercar su rostro al mío, solo lo observo
asombrada pero no me muevo. No puedo. Mi cuerpo no quiere moverse.
Termina de acercarse y presiona sus labios sobre los míos. Es solo eso. Un
leve contacto pero eriza mi piel y hace que mi corazón se acelere
locamente. Se separa y limpia mis mejillas.
-No llores.
-Entonces tú no vuelvas a fingir tu muerte. Tampoco mueras de verdad.
Asiente y besa suavemente mi cabeza. Me ayuda a levantarme y volvemos
a casa de Do caminando.
-Tenemos ensayo a las 5 pm. Te espero en la sala de prácticas.
Sonrío sintiendo que la emoción crece cada vez más. Realmente no quería
ilusionarme con él pero luego de sentir sus labios dos veces. Muerdo mi
labio inferior para evitar reírme. ¿En qué estaba pensando cuando le di
respiración boca a boca? En nada, seguramente. Aunque su broma había
ido demasiado lejos. Aun lo veía tendido inmóvil en el frío suelo y un dolor
en el pecho me atravesaba. Era muy fuerte pero confuso. No sabía a qué
atenerme, lo único que sí sabía era que quería verlo, tocar el piano y tocar
junto a él.
Luego de bañarme bajo a desayunar junto a Do.
-¿Podríamos desayunar afuera hoy? –pregunto y el señor Mintong asiente
dispuesto a acomodar algunos aperitivos.
-Estás más feliz que de costumbre. –dice Do mientras caminamos hacia el
jardín.
-¿Tú crees? Debe ser porque corrí a la mañana y me siento con más
energía.
Do ríe silenciosamente. –Así que Lei decidió no ir.
-En realidad sí fue. Corrimos varios kilómetros. –digo tomando mi té. Miro
de reojo a Do y casi escupo mi té. Me rio fuertemente, está blanco como un
papel. –¡Respira hombre, te lastimaras!
-Cada día lo entiendo menos. –susurra probando de su café. Deja el tema
ahí y conversamos de trivialidades. Ty me manda mensaje avisándome que
está afuera. Me despido tironeando de sus feas trenzas y subo al auto de mi
amiga.
Me habla pero la música está tan fuerte que apenas puedo escucharla. Está
escuchando Luis Miguel a todo volumen. Conduce hasta la universidad y
decide volver el volumen a uno normal.
-Te preguntaba cómo te había ido en tu primer día de ejercicio.
-Pues…
-¿Pues…?
Miro la hora en mi reloj. –Es demasiado tarde, tengo clase en dos minutos.
Prometo contarte todo luego. –digo rápidamente mientras me despido
saliendo corriendo del auto. Alcanzo a entrar segundo antes que el profesor
al salón. Me mira de reojo pero lo deja pasar. Suspiro silenciosamente y me
acomodo en un asiento cualquiera.
Al pasar la hora decido ir a la sala de práctica, faltaba aun media hora para
las 5 pm pero ya no podía esperar más.
Al llegar la sala estaba vacía, dejo mi bolso en un estante y camino
lentamente hacia el piano. Acaricio la parte superior sintiéndolo frío.
Sonrío mirando hacia fuera. Era increíble que podría practicar para un
concurso. No era lo que me había imaginado pero podía de alguna manera
cumplía mi sueño. Me acerco rápidamente a la ventana cuando veo volar
una mariposa naranja.
-¿Estás perdida? –pregunta un hombre a mis espaldas. Giro sobre mis pies
y descubro que es Feng. –Ani, no esperaba verte aquí. ¿Qué haces aquí?
-Estoy esperando a Lei, vamos a ensayar.
-Oh, tu eres la compañera de Lei para el concurso representando a la
universidad. Woah, no me gusta apostar pero si tuviera que hacerlo lo haría
en ustedes. -Sonrío agradeciéndole sus palabras. Asiente convencido. –
Estoy seguro que van a ser los mejores. No he visto mejores músicos que
ustedes. Y cuando tocaron juntos esa primera vez nadie pudo apartar la
vista. Sobre todo con tu voz. Nos tenías a todos enamorados con tu dulce
voz.
Suelto una risa sonrojada por sus lindas palabras. –Gracias, Feng.
Sonríe correspondiendo a mi gesto y sus ojos se desvían hacia la puerta del
salón, miro también y veo a Lei. Sonrío cuando sus ojos conectan con los
míos. -Podemos agregar músicos si quieres pero el profesor Whuang me
advirtió sobre ti y no quiero que participes en el concurso. No podemos
arriesgarnos a que nos abandones como hiciste la última vez.
Miro sorprendida a Lei. Que duro fue. Es decir, tienes razón pero no era
necesario ser tan directo.
Feng palidece y niega con la cabeza. –Yo ya me iba, pasaba solo a desearles
suerte.
Lei asiente y acomoda sus objetos sin prestarle más atención. Sonrío a Feng
cuando se despide rápidamente.
-No era necesario hablarle de ese modo.
-Hay solo una manera de decir cosas difíciles en la vida. Utilizando la
verdad.
-Hay muchas maneras de decir las cosas. Utilizaste la más agresiva.
Saca unas hojas de su bolso y se acerca mirándome fijamente. -¿Vamos a
discutir por tu amigo o vamos a ensayar?
Lo miro un momento antes de caminar hacia el piano. Me sigue y me
enseña unas partituras.
-Es la canción que te comente hoy. Solo está empezada pero podríamos
usarla.
Asiento. Me gustan las notas son bajas y a un ritmo constante. Paso la hoja
encontrando la
letra.
La canción se llama ‘’Always for her’’
Desde que te vi, supe que eras mía
Contigo cumpliríamos sueños y apreciaríamos las estrellas
Disfrutar de los momentos más simples

Cantar contigo y sentir mi alma
Sonrío. Es hermosa la letra, me encanta. -Es preciosa, Lei. ¿Puedo
preguntar si la escribiste pensando en Meg?
-No.
-¿No puedo preguntar o no es para ella?
-No es para ella. –Desvía la mirada concentrándose en su violín. –
Continuemos.
Comenzamos a tocar sus notas y rápidamente se nos ocurren nuevas ideas.
Decidimos que será un vals ya que me encanta y combina perfectamente
con la letra.
Capítulo VII

Con el paso de los días continuamos trabajando en la canción, ensayando


por las tardes. Lei tiene increíbles ideas para el resto de la letra. Es tan
romántico y dulce que las estrofas son casi poéticas y suenan perfectas. Yo
termino las notas respetando los tiempos para que sea un vals ya que tiene
que tener su momento donde suba, se mantenga y en el final vuelva a bajar
lentamente hasta detenerse y terminar.
Hoy debíamos ensayarla completa. Sería la primera vez que la
escucharíamos en off a través de un altavoz. Para mi suerte solo tenía una
clase así que podía concentrarme para el ensayo. Estaba realmente
nerviosa, quería un buen resultado en nuestro trabajo. Es decir, todo iba
bien pero quería que sea realmente especial.
Luego de desayunar con Do se ofrece a llevarme a la universidad porque Ty
estaba de viaje. Había vuelto con su novio y estaba tan feliz que parecía que
en cualquier momento fijaban fecha para el casamiento.
El que me preocupaba era Do, hace días lo veía distante y preocupado. Le
pregunte si estaba teniendo problemas con Ying aunque no parecía el caso.
Los veía bien. Incluso había venido el otro día a casa y habíamos pasado
toda la tarde horneando unas lindas galletas para Do. Donde yo hable y la
ayude a pesar algunos ingredientes y amasar la masa. Ese había sido todo
mi aporte. Pero habían salido deliciosas y la gran mano de Ying las había
convertido en divertidas y originales poses de Do. Por lo que me había
contado ella y un poco él, le habían encantado y estaba aun más enamorado
de ella por su lindo gesto.
-Estamos bien. Pero me preocupa mi mamá, creo que algo sabe o sospecha.
No es normal que esté tan tranquila.
-¿Por qué lo dices?
-El otro día nos siguieron hasta la casa de Ying. No le dije para no
preocuparla pero eran contratados por ella, estoy seguro.
-¡Do, eso es horrible! Debes tener cuidado.
-No nos van a lastimar, solo nos quieren espiar. Mi madre debe estar
buscando pruebas para saber si es alguien especial o una chica más. –dice y
lo veo enojado, impotente.
-Tranquilo. Cuida a Ying, el resto se arreglara con el tiempo. Tu madre
tendrá que aceptarla cuando vea su amor genuino.
Do sonríe y se transforma en una mueca. –Solo quiero que se termine y que
me deje tranquilo.
-Son especialistas en controlar todo, créeme.
-¿Ocurrió algo?
-Me bloqueo mis cuentas.
-¿Tu tío? –Asiento. –No me digas que sigue revisando tus movimientos.
Asiento recordando la época en que lo hacía y como en esos tiempos ahora
tampoco puedo hacer nada para impedirlo. –La única compra con mayor
valor fue el oso que compre hace meses. ¿Puedes creerlo? Ni siquiera
puedo comprarme un peluche. Todo mi esfuerzo, todo por lo que trabaje
tantos años y él continua decidiendo que puedo hacer y que no.
-Sabes que puedes detenerlo, si quisieras. –niego con la cabeza en silencio.
–Ahora por ejemplo, Lei me conto que están progresando muy rápido
gracias a tu talento en el piano. La canción es preciosa por tu asombrosa
interpretación. Eres una gran pianista. Ese es tu futuro, no la compañía de
tu padre.
-No es tan simple, Do. Tú lo sabes más que nadie. Ninguno de nosotros
tiene la opción de decidir. No puedo despertarme un día y dejar todo lo que
construyo mi padre. Mi tío ya es grande para seguir manejando la empresa
solo y no tenemos ningún otro apoderado, si yo no cumplo mi parte del
trato la empresa cerrara para siempre.
-Puedes venderla y nombrar un nuevo apoderado.
-No es lo que mi padre hubiera querido y lo sabes.
-Eso fue cuando él vivía porque cumplía su sueño de tener su empresa pero
estoy seguro que a él tampoco le gustaría verte ahora. Enana, estás
sufriendo, todos lo notamos. No eres feliz con tu vida.
Mi labio inferior tiembla y lo muerdo para detenerlo. Desvío la mirada
cuando siento mis ojos llenarse de lágrimas. A veces odiaba ser tan débil y
sensible. –Yo puedo con esto.
-Sí puedes. Claro que puedes porque eres todo terreno pero estás haciendo
sufrir a la persona más importante en tu vida. Eres tú. Por favor, al menos
piénsalo. Hay una solución. Siempre hay una solución. No llores, ven. –Do
se acerca y me abraza por los hombros dándome palmaditas de aliento.
-Odio que digan no llores más ganas de lloran te generan. –digo sin poder
aguantar las lágrimas. Caen rápidamente por mis mejillas. Me quejo de mi
misma limpiándome rápidamente. Tengo ensayo con Lei y no quería tener
los ojos hinchados.
-¿Cómo van los ensayos? ¿Lei es un buen compañero?
Asiento sonriendo involuntariamente.
><><><><><><
Llego unos minutos tarde a la sala de ensayo y veo a Lei conectar los
altavoces. –Lo siento, se me hizo tarde.
-Está bien, casi termino. Ven a escucharla.
Asiento y rápidamente dejo mis cosas en mi lugar de siempre. Conecta la
unidad con el tema y lo enciende comenzando a sonar la canción. Era la
versión solo instrumental, con voz aun no la habíamos grabado ya que
queríamos estar seguros y conformes.
Comienza en solo el piano en tono bajo y lento y poco a poco sube. Se une
el violín y no puedo evitar seguir los tiempos con mi cabeza. Siento la
mirada de Lei y también lo miro asintiendo y cerrando los ojos disfrutando
de las notas. De pronto cuando llega el acento del violín Lei toma mi mano
y rodeando mi cintura me acerca invitándome a bailar por el salón
dejándose guiar siguiendo la música. Da unos pasos hacia adelante otros
hacia atrás, me hace girar, volviéndonos a juntar y volviendo a empezar.
Cuando empieza el crescendo de piano y violín Lei me hace girar sobre mis
pies una y otra vez, muchas vueltas. Suelto una risa cerrando los ojos ya
que me estoy mareando. Escucho su risa y continúo girando hasta el tiempo
que suena el fortepiano volviendo mis giros más lentos. Él acompaña mis
pasos y lo veo girando conmigo. Sus ojos miran los míos sin detenerse a
parpadear hasta que la canción finaliza.
Ambos intentamos normalizar la respiración y Lei lo logra primero. Sonrío
soltando una risa. –Es preciosa.
-Tú eres preciosa. –Lo miro sorprendida y él desvía la mirada tomando
distancia. – Quiero decir, quedo muy bien. Hicimos un buen trabajo.
Asiento sintiéndome orgullosa por sus palabras. –Hicimos un buen trabajo.
–repito sus palabras felicitándolo también. –¿Seguro quieres agregarle la
letra? Me gusta la versión solo instrumental hace que te emociones y al
cerrar los ojos inventes tu propia historia. Puedes soñar con quien tú elijas.
Asiente de acuerdo a mi propuesta y decidimos eliminar la letra. De todos
modos quedan algunos arreglos menores por hacer y continuamos
trabajando en ellos.
Decido tomarme un respiro y levantando mis brazos en alto me estiro. Miro
a Lei. –Iré por algo de comer, ¿quieres que te traiga algo?
Asiente en silencio sin levantar la vista de las partituras.
Me dirijo a la cafetería fuera de la universidad ya que necesitaba un buen
café cargado.
Aun escucho la melodía de nuestra canción en la cabeza. Nuestra canción.
¿Puedo decirlo? Es decir es nuestra canción porque la hicimos juntos pero
decir esas palabras me produce mil emociones. Elijo un jugo de blue berry
y un café negro. Veo en la vitrina unos preciosos Min Pao de pandas y me
llevo los tres que quedan. La chica me pide escanear mi teléfono para pagar
y lo hago rápidamente pero deniega mi cuenta. Vuelvo a intentarlo pero la
rechaza. ¿Aun no libero mi cuenta mi tío? ¿Cómo quiere que me alimente?
Suelto un suspiro y dejo los pandas ya que con el poco efectivo que tenía
solo me alcanza para las bebidas.
Vuelvo enfurruñada con mi tío. Es increíble que aun continúe
controlándome. Enojada decido llamarlo mientras sigo caminando. Atiende
al segundo tono.
-Hola cariño.
-Desbloquéame las cuentas. –directa y al grano.
-Tienes que responder el saludo cuando una persona saluda.
-Tienes que dejarme utilizar mi dinero. Tengo que comprar comida al
menos.
-La liberaré cuando vea que no lo gastas en cosas inútiles que te desvían de
tu tarea.
¿Mi tarea? Aprieto los dientes para controlar mi enojo. –Estoy a meses de
recibirme no creo que la compra de un peluche me desvíe de mis
responsabilidades.
-Es una compra inútil y lo sabes tanto como yo. Déjate de tonterías y
estudia para eso viajaste al otro lado del mundo no para perder el tiempo. –
y cuelga.
Limpio bruscamente una lagrima rebelde que se escapa de mi ojo. Y luego
otra. Y otra.
Respiro intentando calmarme y dejar de llorar. Continúo caminando y entro
al salón. Dejo las bebidas sobre una mesa principal. Mi cabello cubre mi
rostro y Lei aun no levanta la vista. Vuelvo a salir en dirección al baño.
-¿Estás bien? –pregunta Lei deteniendo mis pasos.
-Sí, solo iré un momento al baño. Te traje una bebida yo me pedí el café, ya
regreso. – explico de espaldas. Camino rápidamente al baño pero no entro,
sigo caminando y doblo en el pasillo sentándome en las escaleras. Apoyo
mi cabeza sobre mis rodillas y dejo en libertad a las lágrimas.
Abro los ojos luego de un momento y veo un pañuelo ante mí. Subo la
mirada y es Lei. Me lo ofrece en silencio y se lo acepto.
-¿Qué haces aquí?
-Escuche ruidos. –niego con la cabeza y limpio mis lágrimas. –Sabes
cuando quieras llorar párate sobre tus manos y así evitaras que las lágrimas
caigan. –explica mientras me demuestra cómo se hace.
Lo veo impresionada. Yo no tengo esa agilidad. Pero me sorprendo más por
su consejo. Su feo consejo. -¿Por qué querría hacer eso? –pregunto
susurrando. –Además eso hace daño. El humano tiene que llorar. Es algo
natural. –Subo mis ojos hacia los suyos. Vuelve sobre sus pies, dejando de
hacer su pirueta. Está parado frente mío. –¿Tú lo haces? –me preocupo
cuando no me responde. Una nueva sensación en el pecho siento al saber
que él hace eso para no llorar. -¿Lei hace cuanto no lloras? –Desvía la
mirada evitando mis ojos.
Bajo también la mirada sintiendo que más lagrimas caen. Era tan triste. –No
lo hagas más. Eso solo te hará sentir más angustia y dolor. Si quieres llorar
hazlo antes que el dolor te termine matando por dentro. –muerdo mi labio
inferior cuando el pensamiento cruza mi cerebro. -¿Es por esa estúpida
regla de que los hombres no lloran?
Niega con la cabeza en silencio. -Meg me lo dijo. Hace años cuando
éramos muy pequeños y desde entonces nunca… –baja su tono de voz sin
completar su oración.
-¿Pero el nudo en la garganta siempre ha estado, verdad? Lo evitas y
¿cuando vuelves sobre tus pies continuas con el dolor en el pecho? –
pregunto levantándome y acercándome hacia él. Lei baja rápidamente la
mirada y le devuelvo su pañuelo. -Hazlo solo si quieres o acompañado pero
llora cuando necesites hacerlo. –camino hacia el salón pero una mano en mi
brazo detiene mis pasos obligándome a girar y chocar contra su pecho.
Siento sus brazos rodear mi espalda y escucho que caen lágrimas
silenciosas al suelo. Correspondo su abrazo moviendo mi mano suavemente
sobre su hombro consolándolo.
Un tiempo después nos sentamos sobre las escaleras y continúo acariciando
su hombro. Ya no veo más lágrimas pero continúa mirando al suelo perdido
en sus pensamientos. –Ven. – lo tomo de la mano obligándolo a correr
conmigo de vuelta hacia el aula. Llegamos y lo siento en el banquillo del
piano. –Toca algo. Lo que quieras. –Me mira sin comprender pero insisto. –
Vamos, toca.
Comienza tocando una melodía suave y luego crece. Asiento para que
continúe subiendo y crece cambiando de tiempo a uno más grave. Siento la
tristeza, la impotencia, el dolor y la amargura en las notas de Lei es como
un grito a viva voz a través de las teclas del piano.
Se detiene y suelta un suspiro. Su respiración es un poco acelerada normal
para el movimiento que hace uno cuando se mueve tocando las teclas del
piano. Me mira y sonríe ensenando sus preciosos dientes. Sus ojos me
agradecen y su sonrisa me alivia.
Conduce hasta casa de Do y le agradezco inclinando mi cabeza. –Llámame
si necesitas algo. –digo rápidamente antes de correr hacia la entrar de la
casa.
Quitándome mis botas camino hacia la cocina encontrándome con Do y
Ying a punto de salir. Sonrío saludándolos y tomo una manzana dándole
una mordida.
-Estábamos por ir al centro comercial y a comer, ¿quieres acompañarnos? –
pregunta Ying pero Do atrás suyo niega con la cabeza en silencio.
Sonrío traviesamente evitando la mirada de Do. – ¿Irán al centro
comercial? Debo comprar unas cosas.
-¡Sí! Acompáñanos. ¡No hay problema! –Do está intentando matarme con
la mirada a sus espaldas. – ¿Verdad, Hang Do? –se gira mirándolo. Él
asiente cerrando los ojos.
Suelto una risa y niego con la cabeza. –Tengo mucha tarea para hacer.
Gracias Ying.
Me quedare en casa.
-Oh que lastima, enana. Bien. Adiós. –dice rápidamente Do arrastrando por
los hombros a Ying llevándosela.
Continúo comiendo mi manzana y mi teléfono suena en un mensaje.
‘’Sal un momento. Tengo una sorpresa.’’ Lei.
Dejo mi manzana sobre la mesa y voy descalza afuera. Veo el auto de Lei y
rápidamente se baja de él con una linda caja blanca en sus manos.
-Entrega panda exprés. –me deja la caja sobre mis manos y se va
rápidamente.
Vuelvo a la cocina y abro la caja. Encuentro mis tres min pao de pandas.
Tomo uno apreciándolo de todos los ángulos y sonrío. Lo pruebo
mordiendo su nariz y es delicioso.
Cierro la caja guardando los otros dos y subo a mi dormitorio.
Capítulo VIII

Bajo las escaleras apresurada arriesgándome a tropezarme y terminar en el


hospital pero si no me apuraba llegaría tarde. No había escuchado mi
alarma y Ty cansada de esperarme se había ido a la universidad. Pido
rápidamente a través de la aplicación un didi y lo tomo dictándole la
dirección de la universidad.
A mi primera clase no llegaba así que tomando las escaleras subo a la
azotea encontrándome a Lei. Sonrío caminando hacia él y me siento a su
lado.
-Hola. –digo con la vista al frente.
-Hola. –responde también mirando hacia el frente pero sus labios se curvan
en una pequeña sonrisa.
Le muestro la caja blanca y la abro enseñándole los dos que quedan. Lo
invito a tomar uno y yo como el otro. Comemos en silencio mirando las
nubes pasar y disfrutando del cielo.
-Delicioso, ¿Verdad? –Lei asiente y sonrío asintiendo. –Tengo que volver a
clase.
-Tendrías que estar en clase. ¿Qué haces aquí?
Desvío la mirada y siento que mis mejillas se sonrojan. –Me quede dormida
y no escuche la alarma. No llegue a mi primera clase. –digo
avergonzándome por mi torpeza.
- 你很迷 人 (N ǐ h ě n mírén – Eres adorable) –dice quitando un cabello
suelto de mi rostro.
Sus dedos rosan mi mejilla logrando que se vuelvan aun más rosadas.
Suelto la respiración lentamente en silencio mientras bajo las escaleras
hacia el comedor. Sonrío cubriendo mi cara. ¿Por qué era tan lindo? Aun
sentía las piernas débiles por su acercamiento. Sin embargo no habíamos
tocado el tema del beso. Eso me preocupaba. ¿Que había sido para él? Para
mí era algo importante, yo no besaba a cualquier chico porque sí. Pero si
para él también había sido verdadero ¿por qué no volvió a mencionarlo?
¿Por qué yo tampoco nunca lo mencione? Niego con la cabeza imaginando
la escena, sería demasiado vergonzoso. No era tan valiente para pedirle
explicaciones.
Llego a mi clase y encontró a Ty entrando también, la saludo y rápidamente
nos ubicamos en asientos juntos.
Ty se ríe por mi desgracia. Yo apoyo la cabeza contra la mesa avergonzada.
–Oh, vamos! Es la primera vez que llegas tarde, no es tan grave. –Asiento
en silencio. –Mira, ¿no es ese tu amigo?
Miro hacia la puerta y veo a Feng mirando hacia todos lados buscando a
alguien. Sus ojos encuentran los míos y sonríe pidiéndome que me acerque.
–Te está llamando, ve.
–dice Ty levantando mi cabeza de la mesa.
Camino hacia la puerta y Feng nos lleva varios pasos atrás hasta la pared
opuesta.
-Hola, desaparecida. –lo miro preguntándome a que se refiere y saca su
teléfono sacudiéndolo en alto. -Hubiera pasado menos tiempo, si cierta
señorita me hubiera respondido un mensaje…-dice mirando la
conversación. –Que le mande… una vez… hace algún tiempo…
Rio y niego con la cabeza mientras me tapo la cara con las manos. –Lo
siento! Soy demasiado despistada. Estuve practicando mucho la canción
con Lei y me olvide responderte. Lo siento de verdad.
Feng ríe restándole importancia y se encoje sus hombros. –Tranquila, creo
que, por esta vez, te lo dejare pasar. –dice señalándome con un dedo.
Asiento soltando una risa. –Hoy hay una exposición de obras en tamaño
real de pandas en el museo, ¿quieres ir conmigo?
Pandas. No podía decir que no. Pero tenía ensayo con Lei. Pero quería ver
los pandas.
– ¿A qué hora es?
-Inicia a las 4 pm. Harán un desfile con las muestras y muchos se
disfrazaran de pandas. Es para homenajearlo. ¿Sabes que hoy es su día,
verdad?
-¿Es hoy? ¡No lo sabía! – ¡No puedo perdérmelo! Necesitaba llamar a Lei y
cancelar nuestro ensayo, solo sería un día y la canción ya estaba terminada,
seguro diría que sí.
–Me encantaría ir, Feng.
-Genial. Cuando termine tu clase te espero en las puertas de entrada, ¿sí?
Debemos tomarnos el metro para llegar, es un poco lejos.
Asiento emocionada con la idea. –Despido a Feng y antes de entrar al salón
le envío un mensaje a Lei avisándole que hoy no podría ir al ensayo.
Recibo su respuesta antes que empiece a caminar.
‘’No’’ Lei.
‘’¿Por qué quieres cancelar el ensayo?’’ Lei
‘’Tengo un compromiso urgente. Me surgió de último momento’’ respondo
‘’¿Un compromiso con quien?’’ Lei
‘’Lo tomare como un sí. Gracias. Xoxo’’ Respondo rápidamente entrando
al salón. Entra el profesor e inicia la clase. Mi teléfono vibra con un
mensaje nuevo. ‘’No dije que sí’’ Lei
‘’¿Dime con quién es el compromiso? ¿Con tu amiga?’’ Lei.
‘’No’’
‘’¿No me dirás o no irás con tu amiga?’’ Lei
Mordiendo mi labio inferior para disimular mi sonrisa, el profesor podría
verme en cualquier momento.
-Dile y que se muera de celos por quedarse quieto. –susurra a mi lado Ty.
Niego con cabeza en silencio pero Ty asiente logrando convencerme.
‘’Saldré con Feng Kong’’
Ty rompe en carcajadas sin poder evitarlo pero luego se calla cuando el
profesor nos silencia con la mirada. Continúa riendo en silencio. –¿Por que
le escribiste el apellido?
Me encojo de hombros golpeándome mentalmente. No sé porqué hice eso.
‘’¿A dónde irán?’’ Lei
-No le respondas. –dice bloqueando mi teléfono. –Mucha información. No
tiene que saberlo todo.
La clase termina y Ty me acompaña hacia donde me encontraría con Feng
pero veo a los chicos también apoyados y sentados. Me miran y Do me
llama pidiéndome que me acerque.
Miro a Ty un momento. –¿Ves a Feng?
-No. ¿Que querrán tus amigos? Parecen una pandilla sentados y mirándote
así.
Asiento y camino hacia ellos. –Hola. –Fushian y Cay sueltan una risa y me
devuelven el saludo. En cambio Lei y Do están totalmente serios.
-Nada de hola, ¿cómo es eso que saldrás con un chico? –pregunta Do.
Miro rápidamente a Lei sorprendida, él me mira fijamente y vuelvo la
mirada a Do. –Así es, ¿tienen algún problema, caballeros? –vuelvo la
mirada a Lei.
-Tenemos ensayo, no puedes cancelarlo por una cita. –responde Lei.
-No es una cita.
-Cierto, aun no me respondes a dónde irán.
-Eso, respóndele a Lei. –apoya Do. –Además ese chico no me gusta. No
saldrás con él.
Sonrío mordiendo mi labio inferior mirando a Do. –Eso no lo decides tú. Y
no es una cita. – Miro a Lei. –La canción ya la tenemos terminada.
Lei se levanta caminando hasta que esta frente mío. –No puedes cancelar
nuestro ensayo por una cita.
-No es una cita. Y una vez no será problema cancelarlo.
-Es un día menos de ensayo. Y si salen solos es una cita.
-Nosotros salimos varias veces y no se considero una cita. –digo en tono
bajo mirándolo enojada. Esperando que deje el tema.
-Eso crees tú. –dice inclinándose hablando en mi oído.
-Hey! Aléjate de ella. –dice Do atrás suyo. –¿A dónde irán? Necesito
saberlo por si este Feng te hace daño.
Suelto un suspiro mirando hacia Do. –Feng va a nuestra universidad y no
me hará daño.
-Hoy es el día homenaje a los pandas. Irán al museo, ¿verdad? –dice
Fushian mirando su teléfono.
Siento la mirada de los cuatro hombres y luego uno más que se detiene a mi
izquierda. –¿Estás lista? Debemos apresurarnos. –dice Feng salvándome de
la presión de contestar. – Hola chicos. –solo algunos responden el saludo.
Do y Lei continúan con la mirada en mí.
-Hola, Feng. Somos amigos de Ani y también iremos a ver la exposición,
así que puedes venir con nosotros. –explica Do mirando a Feng con una
falsa sonrisa.
-No pueden ir. –digo rápidamente interponiéndome entre ellos.
-¿Por qué? –pregunta Do.
-Porqué…-piensa rápido. –Porqué todos están ocupados. Tú tienes que ir
con Ying, Lei tiene ensayo y ustedes… algo tendrán que hacer.
Se miran entre ellos y niegan con la cabeza. –No. –responden en coro.
-Vamos, enana será más divertido en grupo. Feng vendrá con nosotros. –
Veo como se llevan a Feng rodeándolo entre los tres hablándole y
convenciéndolo.
-Eres un traidor. –digo al pasar esquivando a Lei.
-¿Perdón? –me detiene sujetando mi brazo.
-Ya me escuchaste.
-Oh, ¿querías ir sola con ese chico? Ni siquiera lo conoces bien.
-Quiero ir a la exposición de pandas.
- Yo voy para la exposición, puedes venir conmigo.
Suelto mi brazo de su agarre. –Iré con Ty. Tú puedes ir solo.
-No sé dónde es.
-Búscalo en Baidu.
Niega con la cabeza y camina llevándome con él hacia su auto. Entro en
silencio y me cruzo de brazos.
-A él lo conozco al mismo tiempo que a ti. Hasta donde sé podrías
romperme el corazón igual que él.
-Soy mejor amigo de Do hace años nunca dudes de mí.
-Pero eres hombre como él.
-Para eso tendrías que sentir por él lo mismo que sientes por mí y sé que no
es así sino no estarías en mi auto conmigo. A solas.
Abrocha su cinturón y me mira en silencio ya que no respondo nada.
Desvío la mirada sin querer entrar en sus juegos. Se acerca muy cerca y
alzando el brazo hasta el cinturón lo cruza sobre mi cuerpo y lo abrocha. -
¿Donde es?
-No sé. –me mira dubitativo. –En serio. Feng me iba a llevar, no sé donde
es.
-Ten. Búscalo. –me pasa su teléfono con la aplicación. – ¿De verdad no
sabes quién es Feng Kong?
-¿Tú sí? –pregunto buscando la exposición en su teléfono.
-Feng Lian Kong, estudiante de cuarto año de música. Su padre era Thuang
Kong, cazador de animales. Feng también lo han denunciado por cargos de
caza ilegal.
Lo miro sorprendida. -¿Como lo sabes? –no responde. ¿Lo investigaron, de
verdad? A veces me asombraba hasta donde llegaban estos chicos. Toma mi
mano alzándola y mira el teléfono.
-No dejaríamos que esté contigo sin saber quién es primero. –Siento que ya
no nos movemos pero no aparto la mirada. Él también me mira y sonríe. -
Por eso no lo veras más.
-¿Qué quieres decir? –Miro hacia la calle y no lo encuentro. Veo solo a Do
y Fushian. ¿Dónde está? –Vuelvo la mirada hacia él y me cubro la boca
temiendo lo peor. -¿Lo asesinaron? Son peores que la mafia todos ustedes.
–Ying me había advertido un rumor sobre ellos: un chico que perdió en su
juego y de reprimenda lo habían obligado a ser su esclavo un mes
completo.
Leí rompe en carcajadas sin poder detenerse. –¿Cómo crees que lo vamos a
asesinar? – Vuelve a reírse sin poder abrir los ojos. Bajamos y camina hasta
estar atrás mío, posa su mano en mi espalda y me obliga a darme vuelta. –
Vamos, nos están esperando.
-Espera, ¿donde está Feng? –Lei señala en la entrada y lo veo conversando
con Cay.
Ah, bien. Respiro sintiéndome más calmada.
-Si quieres que lo hagamos, avísame y lo podemos arreglar. –giro
rápidamente la cabeza hacia atrás y lo encuentro más cerca de lo que
esperaba. Nuestras narices quedan a milímetros de rosarse. Siento que se
acerca un paso más rozando su pecho con mi espalda. –Pero yo tengo más
motivos para hacerlo desaparecer que tú.
¿Eso fueron celos los que hablaron? -¿Por qué?
-No lo quiero cerca de ti. Hoy faltaste al ensayo por él.
Sip. Está celoso. Es aun más lindo cuando esa expresión seria. –No falté
por él, era por los pandas.
-Pero ibas a venir con él. Tiempo pasado porque ahora estás conmigo. –
Pasa adelante mío quedándose cerca caminando y cubriéndome con su
cuerpo por la cantidad de gente. Nos reunimos con los chicos y disfrutamos
del desfile. Veo muchos disfrazados de pandas haciendo poses, también
símbolos chinos y tallos de bambú. Entramos al museo y vemos los
diferentes puestos con mercancías de pandas y me siento como si estuviera
en el paraíso. Donde posabas la vista se veía pandas. Sentados, comiendo,
con distintas combinaciones de ropa, con pequeños panditas a su alrededor.
-Woah, es un gran homenaje a los pandas. –dice Fushian a mi lado.
Suelto un grito como si fuera una niña. Y suelto una risa sin poder dejar la
vista en un objeto. Do se posiciona a mi lado mirando hacia el techo y
levanto la vista también encontrándome a un gran panda de aire flotando.
Es realmente enorme.
Suelto otro grito al ver un enorme panda de peluche. Está como premio
para ganar en una competencia pero cuando obligo a Do a caminar para
ganarlo, una pareja que llega primero logra llevárselo. La chica se va feliz
abrazando su panda y la veo con envidia. ¡Ese panda era mío!
-Ven, hay más juegos. –dice Do llevándome a otros juegos. Probamos
muchos, incluso nos subimos a unos carritos chocadores con preciosos
cascos de pandas. Los chicos atacan muchas veces a Feng. Con Do
peleamos mucho pero Lei también lo ataca dejándome como la ganadora.
Me regalan de premio un hermoso sombrero de cabeza de panda con orejas
y me lo pruebo sin quitármelo el resto del día. Tomamos algunas fotos en
distintos lugares y con distintas estatuas de pandas.
Lei me compra un delicioso batido de oreo con un hermoso panda de
espuma por encima. Es tan lindo que no quiero probarlo. Compra también
unas galletas de pandas con chips de chocolate y unos bocaditos pequeños
de pandas. Los chicos se piden bebidas y todas tienen temáticas distintas de
pandas cambia los colores. Nos sentamos en una mesa disfrutando y no
puedo dejar de sonreír.
-Tu niña interior está feliz. –dice Lei a mi lado.
-Créeme esto solo la alimenta aun más. –muerdo mi labio inferior
conteniendo una risa. Choca su bebida con la mía como si fuera un brindis.
-Nosotros nos tenemos que ir. –dice Do y todos lo siguen menos Feng y
Lei.
-Tú también. –dice Cay levantando a Feng.
-¿A dónde van? –pregunto mirando mi reloj aún es temprano.
-Lei dijo que tienen que ensayar.
Miro hacia él frunciendo mis labios sintiéndome triste de tener que irnos. Él
desvía la mirada sin cambiar su expresión. –Podemos quedarnos un rato
más.
Salto de mi asiento con una expresión de felicidad y tomo la mano de Lei. –
Vamos a conseguir más pandas
-Diviértanse. –escucho que dice Fushian y no sé si Lei habrá respondido
algo pero me sigue en silencio. Recorremos más puestos que no habíamos
visto y veo infinidad de regalerías pero utilizando todo mi autocontrol solo
compro uno precioso anotador con la cara de panda sobresaliendo de la
portada de goma para apretarla, que viene con su plumón obviamente con
forma de panda y dos camisas, una con la imagen del panda durmiendo
junto a sus panditas bebes y la otra tiene el dibujo de un panda disfrazado
de Totoro que me enamoro cuando la vi.
-Es increíblemente triste que no hayamos conseguido otro peluche de
panda. –digo en el auto de Lei cuando estamos volviendo. – ¿No iremos a
la universidad a ensayar a esta hora, verdad? –pregunto mirando mi reloj.
Pasaban de las 8 pm.
-¿Por qué…-acercándose me abrocha mi cinturón. Luego no se mueve y
ninguno aparta la mirada. -…tienes miedo?
-¿Aún está abierta? –Lo miro desconfiada y asiente. Me imagino todo
oscuro mientras caminamos por los pasillos aunque me acompañe Lei me
daría mucho miedo recorrerlos. – Mejor ensayemos en casa de Do.
Podemos utilizar mi piano y ¿tú tienes tu violín, cierto?
Asiente volviendo a colocarse correcto en su asiento y conduce hasta allí.
-Y Ani dice: Lo asesinaron. –cuenta Lei y todos rompen en carcajadas.
Fushian y Do aplauden negando con la cabeza. Tomo en silencio mi
sopa sin prestar atención a nadie. Sólo estaban burlándose.
-¿Enana, cómo creíste que lo íbamos a asesinar? –pregunta Do buscando mi
mirada.
Me encojo de hombros. –Conozco tus contactos. Sé de lo que eres capaz,
Hang Do.
-Somos mafia. –dice Cay sonriendo divertido.
-Somos una clase de mafia. –le sigue el juego Fushian.
Miro a Lei sonreír y me sienta bien que esté contento por mi torpeza. Deja
la servilleta sobre la mesa. –Iré a ensayar. –miro rápidamente a Lei para
avisarle pero escucho un coro de insinuaciones.
-¿Que fue esa mirada?
Mis mejillas se tiñen de rosado. –¡Vamos a ensayar! –aclaro pero escucho
más bullicios y camino alejándome, subiendo las escaleras.
Ya que Lei estaba abajo, rápidamente me cambio de ropa por una más
cómoda y me dirijo a la sala. Ahora que ensayaba con Lei en la universidad
estaba practicando poco en este. Levanto la tapa y comienzo a tocar
dejando que mis dedos se movieran libres a través de las teclas. Era el ritmo
de ‘’Thinking out loud’’ de Ed Sheeran pero la interprete más lenta, suave
haciendo pausas luego de ciertas notas, con los ojos cerrados, sintiendo las
melodías, los tiempos. Eso era lo que más amaba de la música, lo que me
había enamorado, como lograba que mi sistema se ralentice, se calme y
vibre mi alma, se sincronice con los acordes y solo escuche la música, sin
existir nada más.
Abro los ojos cuando termino la letra y veo a Lei parado en la entrada
observándome en silencio tocar.
-¿Estás cansada? Podemos ensayar mañana.
Niego viéndolo caminar acercarse a mí. –Me perdí… -En tus ojos que me
miran intensamente y me borran la memoria y el pensamiento. –En la
canción. Es que me gusta mucho Ed Sheeran. –¿eso también lo dije o lo
pensé?
-A mí también me gusta. Bien, comencemos. –dice sacando su violín del
estuche.
Mejor. Menos conversación donde quede en vergüenza y más música donde
ella sea la protagonista.
Ensayamos varias veces. Era extraño porque la sala de la casa de Do no
tenía la misma acústica que la sala de ensayo pero nos adaptamos siguiendo
los tiempos y decidimos cambiar el orden de instrumentos, así quedaría
más orgánico y armonioso. Luego de practicar dos horas seguidas sentía los
dedos entumecidos. Los masaje fuera del piano e hice unos ejercicios
básicos para evitar dolores posteriores.
-Fue un buen ensayo. Y fue un grandioso día hoy, Lei. Gracias por todo. –
Asiente guardando su violín en el estuche. –¿Tú te divertiste?
Vuelve a asentir en silencio pero pareciera que quiere decir algo y no se
termina de convencer. Finalmente baja la mirada y toma su estuche. –Me
iré a casa. Mañana recuerda que tenemos ensayo a la misma hora de
siempre. –dice volviendo al tono serio y distante.
Asiento y no espera mi respuesta, él ya se fue.
Siento una sensación extraña en el pecho y una brisa de viento me genera
en el cuerpo un escalofrío.
Decido prepararme un té blanco y abrigándome salgo al patio trasero de Do
hacia su jardín privado y me siento en la hamaca que utilizamos para
desayunar. Cierro los ojos y respiro el aire de la noche. No está muy frío
pero se siente la temperatura baja.
Estamos transitando el otoño.
De pronto alguien se sienta a mi lado y me sorprendo haciendo que casi tire
mi taza de té.
-Cielos, Lei. ¡Me asustaste! –limpio mi manga ya que había tirado un poco
de liquido. – ¿Qué haces aquí? ¿Olvidaste algo? –lo siento nervioso o
ansioso y evita mi mirada mirando el cielo.
-Es lindo aquí. Sabes siempre visito la casa de Do, nunca había venido para
esta parte.
Es mi primera vez.
Sonrío y tomo de mi té. –Creí que te habías ido. –Lei se encoge levemente
de hombros y mi sonrisa se amplia. –¿Quieres té?
Niega con la cabeza en silencio. Cierra los ojos tomando una respiración.
Mueve su pie y balancea la hamaca. Suelto una risa mirándolo de reojo.
Observo sus ojos brillando en contraste con las copas de los arboles, las
pequeñas luces parpadeantes, la luz de la luna y es mágico.
Suena mi teléfono anunciando una notificación pero es el sonido especial y
sonrío. Si esta noche podía mejorar era con esto. Abro el mensaje y veo la
nueva foto de Namu.
Veo a Lei espiar mi teléfono y niega con la cabeza al ver la foto de un
panda.
-¿Sabes quién es? –pregunto mostrándole la foto.
-¿Un panda? –dice en tono de pregunta.
Sonrío asintiendo. –Pero no es cualquier panda. Se llama Namu. Pero es un
secreto, de máxima seguridad, no puedes decírselo a nadie. Pueden matarte
si llegan a saber que hablaste de esto con alguien más. -digo bajando la voz
mirando para todos lados desconfiada.
Escucho la risa de Lei y niega con la cabeza. -¿Cuál es ese secreto que si
reveló me mataran? -pregunta volviendo a acercarse de nuevo serio.
-Yo compre a Namu. Es mí panda. -susurro casi gritando al final
aguantando la emoción.
-¿Qué? -pregunto hablando fuerte pero lo silencio.
-Ahí viene la parte en que si alguien te escucha tienen que matarte.
-¿Que disparates dices? La venta del oso panda es ilegal. Es un animal en
peligro de extinción, los pocos que existen son propiedad del país,
imposible que hayas podido comprar uno. -dice mirándome desconfiado.
-Las hay. Créeme. -Lei me mira dubitativo pero luego sus ojos expresaron
curiosidad. ¿Prometes no contarlo? –Asiente en silencio y no estoy muy
convencida. -¿Lo prometes por la garrita? -pregunto alzando mi dedo
meñique esperando que lo entrelazara con el suyo. Me mira haciendo una
expresión de aburrimiento pero no me daría por vencida y sacudo mi dedo
esperando que lo haga. -No creí que lo harías. digo en broma volviendo a
reír al ver su expresión seria. Pero luego una sonrisa aparece y tironea
suavemente de mi dedo. Suelto una queja haciendo un leve puchero pero
me lo merecía. –Hace unos años comencé a seguir de cerca portales
informativos sobre los hogares de pandas. Hace exactamente cinco años
una de las empresas responsables estaba débil financieramente, hicieron
campanas pidiendo voluntarios y donadores económicamente. A pesar de
que era como un sueño participar de voluntario, un sueño imposible me
conforme con realizarles una donación. Una gran donación. Le mentí a mi
tío diciéndole que era para un socio holandés. Y créeme que fue el mejor
dinero invertido. Luego de eso me convertí en socia y en recompensación
me regalaron un panda recién nacido. Mi precioso Namu.
-Wow. -dice sin cambiar la expresión.
Pero yo si estaba realmente emocionada y no pude evitar soltar un débil
grito y mirarlo enamorada. Abro la galería de imágenes enseñándole más
fotos. -Mira aquí tenía 7 meses. Aquí tenía 1 año. 2 años. 3 años. Y 4 años.
-digo mostrando las fotos pasando una por una. Tenía un álbum exclusivo
de mi panda. Eran las fotos que me mandaban todos los meses sus
cuidadores, ya que yo no había podido aún verlo en persona. Es decir, no
había tenido el tiempo. -Namu es la principal explicación de mi viaje aquí.
Do me contó que era tiempo de intercambios en la universidad y esa fue la
falsa excusa que dijimos.
-¿Así que eres dueña de un panda? -pregunta una vez dejo de hablar.
Asiento conteniendo la emoción de volver a gritar. -¿Y cuando viajaras a
conocerlo? El viaje es a la región de Sichuan.
Bajo la mirada guardando mi teléfono. -Sí, específicamente en Bifengxia.
Había pensado el mes que viene aunque aún no compro el pasaje. Mi tío
puede que vea el movimiento en mi cuenta y no quiero que lo cancele antes
de que viaje. –me había desbloqueado las cuentas luego de que termine mi
efectivo.
-¿Él es muy estricto?
Asiento. -Es mi única familia y me quiere mucho pero en realidad me
controla todo el tiempo. Él tiene otros planes para mí.
-Quiere que estés en el negocio familiar.
-Sí. –Hago una pausa pensando si contárselo o no. No era algo tan malo
después de todo.
Tomo un sorbo de mi té. -Después de la muerte de mis padres tuve una
época muy fea. Era muy rebelde y agresiva, estaba enojada todo el tiempo y
me sentía muy sola. Un día agarre un par de cosas y viaje sola por Italia.
Siempre me gustó. Cuando llegue a Milán mi tío me había estado buscando
por cielo y mar totalmente enojado y preocupado por mí. Cuando me
encontró, me llamó y me dio a elegir entre dos opciones: o volvía y seguía
sus reglas o me olvidaba totalmente de mi apellido es decir me
desheredarían. Yo tenía 17 años así que volví. –digo encogiéndome de
hombros. Hasta el día de hoy no me arrepentía, era la empresa de mi padre,
que ayudo a su padre y al padre de su padre. No podía defraudarlos. Y tenía
su parte buena, como todo. -Aunque no todo fue tan malo, gracias a mi
carrera logré conocer a Namu, supongo que puedo agradecérselo a mi tío.
-No. Ese logro fue tuyo. A pesar de ir en otra dirección no te olvidaste de tu
sueño y te acercaste lográndolo.
-Pero si él no me hubiera obligado hoy mi vida sería otra y no conocería a
Namu.
-Lo hubieras conocido de alguna manera. Las cosas destinadas a suceder
siempre encuentran la manera de cumplirse.
Asiento pensándolo un momento. Mi mamá siempre decía: “las cosas
suceden como tienen que suceder, en el tiempo y la manera que tiene que
ser.”
-¿Tú siempre quisiste dedicarte a la música? –pregunto dejando mi taza
vacía sobre el suelo. Subo mis piernas y me acurruco ya que comenzaba a
sentir más frío.
-Sí. Comencé a tocar el piano cuando era niño y luego el violín, la guitarra,
la flauta. La música siempre ha estado para mí.
-Pareciera que no es lo que amas. ¿A qué querías dedicarte tú?
Desvía la mirada sin responder. Se levanta tomando mi taza. -Ya es tarde.
Debes ir a descansar.
Miro la hora en mi reloj y me sorprendo al ver que casi es la 1 am. –Tienes
razón. Tú también debes estar cansado. –caminamos hacia el interior de la
casa. Lei deja mi taza en la cocina y lo acompaño hasta la puerta de
entrada. –Vuelve con cuidado.
-Buenas noches.
Me despido sacudiendo mi mano hasta que no veo las luces de su auto.
><><><><><
A la mañana siguiente no desayuno con Do e invito a Ty a la cafetería de
Ying. Ty acepta confirmando que viene en 10 minutos.
-¿No comerás nada, enana? –pregunta Do cuando nos cruzamos en las
escaleras.
-Vamos a desayunar con Ty en la cafetería de Ying.
Asiente y sus ojos brillan con la mención de su novia. Do estaba totalmente
perdido por ella. Sin embargo me había contado que la notaba distraída o
quizás estaba cansada. Le dije que quizás era cansancio, luego de los
exámenes era normal estresarse y cansarse. – Salúdala por mí.
Asiento y salgo encontrándome con el auto de Ty. Conduce hasta el centro
comercial donde Ying trabajaba medio tiempo y hoy le tocaba el turno de la
mañana.
-¡Qué lindo es el lugar, Ying! Tienen mucha variedad de sabores. ¡Me
encanta! –digo mirando los nombres.
-¿Cuál quieren probar? –pregunta Ying sonriendo. Quiero probar uno de
cada uno. Pienso si elegir el te blanco primavera o el dragón rojo.
-Yo quiero un té dragón rojo. –pide Ty. Asiento pidiendo uno también.
Luego paga escaneando el código con el celular.
-Hey, ¿así que ayer fuiste a la exposición de pandas con Lei? –dice Ty
negando con la cabeza mientras Ying prepara las bebidas. Siento una
pequeña tensión incluso se le resbala el vaso.
Miro a Ty pero ella está distraída respondiendo un mensaje. -Búrlate si
quieres pero yo estaba en el paraíso de los pandas.
Ying nos entrega las bebidas y la invitamos a la mesa ya que había pocos
clientes.
-Fuimos todos en realidad. No fui sola con Lei. El grupo y Feng.-explico,
Ty abre la boca sorprendida y Ying también asiente en silencio.
-Tengo que irme. –anuncia Ty me enseña su teléfono y es una llamada de su
padre. Mala señal, si su padre la llamaba era realmente importante. Tira su
vaso vacio a la basura y se va retira mandándonos besos voladores.
-Creí que estaban juntos. –dice Ying mirando hacia la mesa. Cada vez tengo
menos dudas de que entre ellos paso algo. Es decir, ahora no podría suceder
nada porque ella está saliendo con Do pero veía en sus ojos un brillo
especial por Lei. Y realmente no parece una mala chica, respetuosa y
bastante dulce. Solo espero que no haga sufrir a Do. –Hang Do me dijo que
se quedaron juntos.
-No, es decir, fuimos todos juntos pero luego los chicos se aburrieron y
quisieron irse. Aun no quería irme así que nos quedamos un par de horas
más. –respondo y Ying asiente.
-¿Estas ocupada? ¿Podríamos hablar un momento? –pregunta subiendo su
mirada mirándome preocupada.
Asiento notando el cambio de energía. Esta nerviosa. Abre y cierra la boca
rápidamente como si no encontrara la manera de armar la oración. –¿Estés
bien?
Tranquila. Puedes preguntarme lo que quieras.
-Estás viviendo en casa de Do –expone hablando rápidamente.
Asiento haciendo comillas con los dedos. -‘’Viviendo’’ solo por estos
meses, hasta que termine el intercambio.
-Y eres amiga de Do hace muchos años. –dice en un tono tan suave y bajo
que apenas la escucho. Ahora su expresión es de preocupación. Tapa sus
ojos con sus manos y quiero abrazarla para que deje de sentirse así. –Son
celos. –dice sin moverse. Sorprendida no respondo. -Eres alta, delicada y
muy hermosa. Tu cabello brilla y está bien cuidado. Y te vistes muy bien.
Eres del mundo de Do y él te quiere mucho. Yo solo soy una chica que
trabaja en una tienda de bebidas. –dice soltando un suspiro.
Alzo las cejas sorprendida. ¿Celos de mí? ¿O de mí con Do? Rio negando
rápidamente con la cabeza. –Somos amigos hace años pero créeme que no
podría verlo de otra manera sino como un hermano.
-Lo sé, me conto Do. No me conto que eras tan linda. Y siempre estas
sonriendo. Eres muy alegre.
-Agradezco tus palabras. Tú también eres hermosa, dulce y muy divertida.
¿Sabes que es lo mejor? Que Do se enamoro por cómo eres. No necesitas
ser nadie más. -Ying sonríe sonrojándose. Muerdo mi labio inferior
dudando si preguntarle o no pero era ahora o nunca. -Hablando con
sinceridad, quería preguntarte, ¿que fue eso cuando mencionamos a Lei? –
recuerdo que Do me había contado algunos momentos que tuvieron juntos.
Fue al principio cuando conoció a Ying.
-¿Que fue qué?
-Te pusiste nerviosa. –afirme.
-No me puse nerviosa.
La miro dudando y asiente manteniendo la mirada. Parece sincera. Por lo
menos no hizo ningún gesto que la hiciera ver dudando o nerviosa. –¿Y
cuando se te resbalo el vaso? Tu expresión era casi de tristeza mostrando
decepción.
-Eres muy observadora. –susurra mirándome sorprendida. Era buena
leyendo a la gente. Me gustaban los pequeños detalles y era importante
prestarles atención casi siempre estaban conectados. -Me sentí
decepcionada pero no por ustedes dos, si no imaginándonos a Do y a mí de
esa manera. O caminando, paseando libremente por cualquier lugar y que
todo el mundo nos vea. Ya llevamos juntos unos meses y todavía no me ha
presentado a su madre.
Asiento comprendiendo mi error. Aunque aún no estaba muy convencida. –
Tranquila. Ten paciencia. Sé que a veces es difícil y pareciera que tienes
una gran nube gris encima de ti pero confía en Do. Él sabe lo que hace.
-Entiendo. Gracias, Ani. Aprecio tu opinión.
Continuamos conversando sobre su carrera y lo difícil que era acomodar
sus horarios con su trabajo y tenerlo a Do. Estaba feliz con todo pero era
complicado a veces.
Asistí a las primeras clases y Ty aun no aparecía, esperaba que no haya sido
tan grave el problema para ausentarse tanto tiempo. Finalmente era la hora
de ensayo y me dirijo hacia el salón. Tenía en mente una nueva
combinación para la segunda parte pero no sabía si Lei le gustaría cambiar
nuevamente las secuencias. Quedaban realmente pocas semanas para la
fecha del concurso y mis nervios aumentaban cada vez más. Doble en el
último pasillo y al final de él venía Lei caminando. Estaba como siempre
prolijamente vestido, ordenado con su camisa y sweater haciendo juego, su
abrigo por encima haciéndolo lucir más elegante. Sonrío en forma de
saludo pero él estaba serio y caminaba hacia mí apresurado. Antes que me
diera cuenta se detuvo separando una distancia de dos metros y solo me
miraba fijamente y en silencio.
-Hola. ¿Estás bien?
-¿Tu hablaste con Ying preguntándole si sentía algo por mi?
Lo miro sorprendida. Nunca me había hablado tan fuerte y ¿por qué se
enojaba tanto? Mi intensión siempre había sido defender a mi amigo. -Le
pregunte sobre algo que presentí y que me pareció extraño. Do está
preocupado por ella porque la nota distante.
-¿Y crees que el culpable soy yo? Deja de hacerle caso a tus sentimientos y
no te involucres en donde no debes.
-No soy ninguna problemática. Al contrario, lo único que me importó
siempre fue defender a mi amigo.
Su expresión vuelve a ser neutra y fría. -No hables sobre mí con otras
personas. No me interesan tus presentimientos.
Me enoja y me duele que hable así. Entendía su punto pero que él también
entendiera el mío. -Le pregunte a Ying sobre algo que sucedió entre ustedes
dos. Ella puede responderme perfectamente si sucede algo entre ustedes.
¿O tuviste miedo que me confirme que estas mirando a la novia de tu mejor
amigo?
Sus ojos me intimidan con la mirada continúa acercándose un paso más. -
No hables así de mí. No me conoces. –responde y ya no había rastros del
chico tímido usando el tono dulce. Tenía ante mí el Lei tempano de hielo,
frio e indiferente que me contaron.
Pero no me dejaría intimidar.
-Digo lo que veo. Entre ustedes paso algo y no te estoy pidiendo saber qué.
Es su historia y no me voy a entrometer. Solamente no hagan sufrir a Do.
No se lo merece.
–digo y dándome la vuelta termino con la conversación. No me gustaban
las peleas.
Sin embargo eso no significaba que defendería a mi amigo de la manera
que pudiera. Detiene mis pasos colocándose al frente haciendo que casi
tropiece con él. Me alejo rápidamente con un paso hacia atrás.
-Nunca haría sufrir a Do, también es mi amigo. –Asiento desviando la
mirada intento rodearlo pero su mano me detiene sujetando mi brazo. –
Tengo algo más que decirte.
Sobre lo que paso entre nosotros este último tiempo…-baja la voz buscando
las palabras para continuar. Sus ojos adquieren un brillo diferente y noto
molestia en su expresión. Quiero dejarte algo claro. Además de Meg nunca
había mirado a otra mujer. Yo siempre he sido muy indiferente, apático.
Tuve citas pero nunca permití que ninguna me tocara. Pero contigo fue
distinto. Desde el principio sentí… No sé explicarlo, es algo que me atrae
de mí hacia ti todo el tiempo. Me gustas.
Lo observo sorprendida y veo que él también lo está. Quizás fue un impulso
el decirlo en voz alta pero veo que su mente por un momento está en
blanco. Cuando vuelve a conectar nuestras miradas sus ojos vuelven a
cambiar, solo veo decisión. Y unas notas de dureza, indiferencia. Es algo
doloroso que debe decirlo.
-¿Te arrepientes? –pregunto y por al miedo a su respuesta mi voz sale en un
susurro.
-¿Creíste que entre nosotros pasaría algo? Puedo nombrarte muchas razones
por lo que lo nuestro no funcionaría. La mayoría tú misma las sabes.
-Sin embargo me besaste.
-Fue un error.
Desvío la mirada sintiendo una sacudida por sus palabras. No creía que me
iba a doler pero algo en mi pecho se instala y pesa. -…si te arrepientes.
-Sí. Porque estoy enamorado de Meg y siempre será así. Entre nosotros
nunca podrá suceder nada.
No sé porqué pero no le creo. Veo en su mirada un brillo que intenta ocultar
que me obliga a no creerle. -Eso es una excusa y lo sabes. En realidad eres
un cobarde. Te aferras a una historia que ya no existe.
Sus ojos vuelven a encenderse y se acerca sin detenerse hasta estar a medio
paso de distancia. -¿Que sabes tú de nuestra historia? ¿Que sabes de mis
sentimientos? La historia que tengo es de toda una vida. Aprendimos a
querernos a través de la distancia y el tiempo.
-Y tristemente termino. Hay historias que terminan quiera uno o no. Ya
rehízo su vida y te supero. Y tú también la superaste. –Me detengo un
momento haciendo una pausa intentando retener las lágrimas que querían
salir al sentir cada vez en aumento una sensación de impotencia por verlo
tan abnegado. -¿Sabes que creo yo? Creo que tienes miedo de enamorarte y
volver a sufrir. Pero no podrás evitarlo, volverás a enamorarte y serás feliz
porque el amor encuentra a todos. Pero prefieres aferrarte al pasado por un
recuerdo que disfrutar de tu presente.
–Tienes razón. Sigo enamorado y aunque mis sentimientos por ti sean algo
nuevo para mí no quiero que sufras. No soportaría verte triste por mi culpa.
No te lastimare más. -Mira mis ojos suavizando un momento su mirada y
da una rápida mirada a mis labios. Sube la mirada a mis ojos y vuelven a
verse opacos y firmes. -Ya dije lo que tenía que decirte. De ahora en más
solo hablaremos para el concurso y en los ensayos. El ensayo de hoy se
cancela.
Y caminando decidido hacia las puertas de salida se retira. Me deja con la
mente y el corazón enredados. No siento fuerzas para moverme. ¿Qué fue
lo que sucedió? ¿Me quiere pero no me quiere lastimar por eso me deja?
¿Sigue enamorado de Meg?
Vuelvo sobre el pasillo y decido ir directamente a casa de Do. Mi teléfono
suena pero no me molesto en buscarlo en mi bolso para saber quién es.
Entro y me dirijo hacia la sala de piano. Cierro las puertas dejando mi bolso
a un lado y abro todas las ventanas para que entre el mayor aire posible. Me
siento sobre el banquillo y toco liberando toda mi frustración, mis lágrimas,
mis dudas, mi angustia. Mi mente se castiga reviviendo todos los momentos
con Lei recordando uno por uno junto a las risas, el beso, nuestras
conversaciones, ayer estábamos hablando sobre sueños en el jardín de Do y
ahora toco una pieza sola con las mejillas empapadas en lágrimas.
Me giro sentada dándole la espalda al piano, no quería lastimarlo.
Necesitaba respirar. Me levanto caminando hacia el balcón de la habitación
y observo que ya oscureció. En momentos como este es en donde más
extraño a mi madre. Solo con un abrazo suyo lograría reparar un poco
tantos cortes en mi alma. Cierro los ojos y la imagino junto a mí
cantándome y acariciando mi espalda diciéndome que llore tranquila, que
deje ir todo el dolor y que recuerde que después de una tormenta el arcoíris
sale.
Limpio mis mejillas terminando de recomponerme. No me quedaría
llorando eternamente por un hombre. Había sufrido peores dolores.
Tomo mi bolso y llamo a Ty mientras vuelvo a salir de la casa de Do. Me
atiende y me pregunta preocupada por qué no respondía a sus llamados. Le
digo que me espere en la esquina de Do.
Ahora estamos en pijama en su casa, comiendo fideos instantáneos,
acurrucadas en su sillón. Le compartí todo lo ocurrido y se enoja
verdaderamente con Lei. Entiende por qué lo hizo pero continúa enojada.
Permanezco en silencio sin querer hablar más. Solo tomo fideos y los
ingiero para calmar mi dolor de cabeza. Necesitaba dejar de pensar. Y solo
conocía una manera. Ty notando mi ausencia de ánimo piensa lo mismo
que yo.
-Esta noche la música la elijes tú. –conecta su micrófono para karaoke y lo
enciende mientras yo voy al menú y elijo cualquier canción para cantar a
todo pulmón.
Terminamos alrededor de las 4 am casi afónicas por tantas canciones pero
un poco más alegre y liviana. Cuando vuelvo a abrir los ojos encuentro
todo al revés y al enderezar mi cabeza me doy cuenta que estaba acostada
sobre un banco donde solo de apoyo tenía mi espalda, mis brazos y piernas
colgaban y por eso veía de cabeza porque la tenía en el aire. Logro
enderezarme y descubro que me duele todo el cuerpo. ¿Había dormido en
esa posición? Busco a Ty y la encuentro con medio cuerpo sobre el sillón y
sus piernas colgando fuera de él aun con el micrófono en la mano.
Le arrojo un cojín despertándola. –Llegaremos tarde a clase.
Se endereza mirando confusa el lugar y suelta una risa. –Hey, faltan las
margaritas y pensaría que estamos de nuevo en Milán.
-No me hagas acordar. –susurro encendiendo mi teléfono. Tenía 10
llamadas perdidas de Do y tres mensajes sin abrir. Decido no abrir ninguno,
solo le aviso a Do que estaba bien y luego nos veríamos en la universidad.
Desayunamos algo sobre el paso y vamos a la universidad. Hoy estaba
increíblemente soleado, corría una brisa fuerte pero el sol brillaba dándome
la energía que necesitaba.
-¿Entonces qué harás con respecto a Lei? –pregunto Ty mordiendo su dona
de chocolate. -Haré lo que él me pide. –muerdo mi dona de pistacho estaba
deliciosa o quizás era el hambre por mi precoz cena de anoche. –Seré
indiferente. –Ty soltó una risa escupiendo algunas chispas. Me reí soltando
unas migas también.
-¡Hey, lo ensuciaras!
-¡Tú empezaste! –digo y ambas reímos intentando limpiar las migas en los
asientos.
-Suerte con eso. –La mire sin comprenderla. –No eres una persona que
pueda fingir indiferencia. Lei te mirara y le sonreirás.
Niego con la cabeza alzándola. Estaciona el vehículo y nos bajamos
comenzando a caminar hacia la entrada. –Solo indiferencia. Y hablarnos
para los ensayos pero intentare no verlo para…tú sabes. -Ty sonríe
inocentemente y me abraza.
Así transcurren varios días donde nos encontramos en distintos lugares pero
solo hablamos en la sala de ensayo. Había hablado con Do sobre el tema y
aunque al principio se había enojado con Lei lo convencí para que se
mantuviera al margen ya que era su mejor amigo y eso solo era un tema
entre Lei y yo. También me había disculpado con Do y Ying por el casi
problema que podría haber generado mi mala interpretación pero ambos me
habían aclarado que no estaban enojados y que nos olvidáramos del tema.
Esta primera clase teníamos con los chicos había descubierto que era
cuestión de perspectiva. Si nos ubicábamos en un lugar donde no tuviera
que verlo sería más fácil evitarlo. Pero Do no me dejaría sentarme tan lejos
así que nos sentamos adelante suyo, elegí el asiento delante de Do así
podría hablarme cerca o podía girarme a mi izquierda y evitar mirarlo.
-Oh, ahí vienen. Lei viene último. Que mal se ve, tiene que utilizar más
corrector de ojeras. Igual que tú, hoy no te maquillaste mucho y veo tu piel
un poco seca, tengo una mascarilla nueva que es grandiosa para el frío de
estos días.
-Enana. –me saluda Do posando su mano en mi cabeza. Los chicos hacen lo
mismo pero
Lei pasa de largo. Sonrío saludándolos con la mano y Do me obliga a
sentarme a su lado un momento. –¿Desayunaste? –Asiento en silencio. –
¿Un desayuno real o devoraste una dona simplemente?
Lo mire sorprendida. ¿Cómo supo? –Me atrapaste. De pistacho. Estaba
deliciosa.
Do sonríe pero cierra un momento los ojos. –Debes alimentarte bien, enana.
Me preocupo por ti.
Sonrío inclinándome en agradecimiento. –¿Tu desayunaste? –Do asiente
como algo obvio.
-¿Hey, su presentación es el viernes que viene, estás nerviosa?
-¿Nerviosa? Tendremos que conseguir pastillas para dormir porque no
podré pegar un ojo.
Do suelta una risa que ocasiona que medio salón nos mire. –Está bien. Las
conseguiré.
Luego de mi última clase despidiéndome de Ty me dirijo a la sala de
ensayos. Lei aun no había llegado pero encuentro a Feng acomodando unas
partituras y el banco del piano.
-¿Ani, cómo estás? –pregunto acercándose.
-Estoy bien. ¿Estabas ensayando? –pregunto señalando al piano.
Sí, vamos a dar un concierto para el inicio del invierno.
-Es una preciosa idea.
Feng sonríe asintiendo. –¿Quieres escucharla? Puedo enseñarte un poco.
Solo un poco. Es un secreto. –dice llevando su dedo a los labios haciendo el
gesto de guardar silencio.
Suelto una risa y lo imito asintiendo.
Comienza a tocar y es increíblemente hermosa. Inicia con los tiempos de
‘’El lago de los cisnes’’ pero un ritmo un poco más acelerado. Aplaudo
cuando finaliza. Es preciosa.
Feng agradece inclinando la cabeza. –Yo quería ‘’Married life’’ de la
película Up pero ninguno nos acordábamos las notas así que elegimos esa.
¡Yo la sabía! Además era súper sencilla y rápida de aprender. –¿Quieres que
la toque?
Yo la sé. Me encanta esa canción, es tan romántica.
-Por supuesto.
Me deja un lugar en el banquillo y comienzo a tocarla indicándole las notas.
Y pronto cuando me sigue comienza a tocar del otro lado del piano.
Asiento sonriendo al ver lo bien que le salía. Feng sonríe pero mira hacia la
puerta y borra la sonrisa. No quise mirar ya que distinguía por su perfume
que había llegado Lei.
-Gracias, Ani. Eres increíble. –inclinándose susurra rápidamente. Suelto
una risa y niego con la cabeza.
-Suerte con tu ensayo. –Asiente despidiéndose y sale del salón.
Acomodo mis partituras esperando que Lei inicie. No habla y yo tampoco.
No quiero levantar la mirada y no es por no querer saludarlo sino porque
después no podría concentrarme. Si aplicaba la ley del hielo tenía que ser
totalitaria. Es decir, en todo momento y hablar lo menos posible.
Lei acomoda su violín y hace una pausa siento sus ojos en mí pero no me
dejo vencer por la tentación y simulo estar concentrada en las notas.
Finalmente inicia y lo sigo. Ensayamos la canción dos veces más y es
realmente difícil. El ambiente es tan tenso que podría cortar las cuerdas de
su violín. Es horrible. Me siento increíblemente incomoda.
Lei da por terminado el ensayo y me apresuro a juntar mis cosas. Él solo
guarda el violín y me espera. Continúo sin mirarlo y seria, creo que nunca
estuve tan seria desde que llegue a Shanghái.
-¿Quieres que te lleve a casa de Do? –pregunta mirando mis movimientos.
Niego con la cabeza yendo por mi bolso. –No hace falta.
-No es problema si lo necesitas.
-No hace falta. Te agradezco.
-¿Quien te llevara?
Me encojo de hombros y camino saliendo del salón. De pronto detiene mis
pasos tomando mi brazo.
-No puedo dejar que te vayas sola. ¿Al menos dime quien te llevara?
Suelto mi brazo dando un paso hacia atrás. –Ya no estamos ensayando, no
hace falta hablarnos. –digo festejándome mentalmente. Hey, fría y distante.
Se interpone en mi camino deteniendo mis pasos y me mira fijamente serio.
–Dime.
-Ty. –respondo cruzándome de brazos.
-¿Irás directamente a casa de Do? –susurra buscando mi mirada.
Lo rodeo esquivándolo caminando por el pasillo. No lo entendía. ¿Me pide
que me aleje y luego no deja de hablarme? ¿Qué le importaba a donde iba o
con quien? Llego
al estacionamiento con Lei caminando a mis espaldas y subo al auto de Ty.
Veo que él se sube al suyo pero no arranca.
-¿Así que están en la etapa de ley del hielo? –pregunta Ty mirando hacia su
auto.
Asiento abrochando mi cinturón. –Demos una vuelta antes que me dejes en
casa de Do, aun no quiero ir. Do me aviso que tienen que terminar un
proyecto.
-Ven a dormir a mi casa. Solo necesitamos tu informe para mañana y una
muda de ropa.
Asiento y conduce hacia casa de Do. Igualmente Ty da unas vueltas ya que
retira comida de un puesto que le encanta así que cuando llegamos vemos
el auto de Lei estacionado.
La veo ir hacia él y apoya su palma de la mano sobre el auto. –¿Que estás
haciendo?
-Aun está caliente, recién llego. –dice como si fuera una detective.
Suelto una risa y la dejo con sus locuras. En la entrada no vemos a nadie,
así que deben estar en su guarida. Subo rápidamente por un bolso y guardo
mis cosas. Decido ir personalmente a avisarle a Do ya que ayer lo preocupe
por no responderle el mensaje.
-Oh señorita Ani, si va con Do ¿puede llevarle esto? Debo sacar unas
galletas del horno o se me quemaran. –Dice el señor Mintong –Espere,
ahora sí. –me deja unas lindas orejas de conejo y me dicen que las pidió Do
también.
Dejo mi bolso y asiento tomando la bandeja. Bajo las escaleras con cuidado
porque si bajo la vista se me resbala la diadema de orejas de conejo. Llego
al último escalón en una pieza y suspiro aliviada.
-¡Woah! Qué gran servicio, Do. –dice Fushian y veo que junto a Cay no
aguantan la risa.
-El señor Mintong les manda esto. –digo dejando la bandeja.
Tenemos que agradecerle al señor Mintong. –dice Cay.
Gruño en respuesta enseñando mis manos como garras haciendo que los
chicos suelten una risa. Busco a Do y lo encuentro jugando al billar con
Lei. Do no deja de reír cuando me ve, lo miro solamente a él.
-¿Para qué quieres esto? –pregunto quitándomelo de la cabeza y
pasándoselo.
-Oh para nada. Quería que el señor Mintong nos entregue la bandeja así
pero llegaste tú y te queda mejor. Disfrutamos verte con ella. –dice
peinando mi cabello. Los chicos sueltan una risa y mis mejillas se tiñen de
rosado.
-¿A Ying también la obligas a esto?
-Una vez la vistió de mucama. –comenta Fushian probando fruta de la
bandeja.
-No la obligue a nada. Ella estaba trabajando aquí.
Ladeo la cabeza mirándolo fijamente. –Espera que le cuente a tu hermana.
–digo en broma. Era una gran mujer. Siempre me inspiraba en ella para
sobrevivir en el mundo de los negocios.
Los chicos ríen discretamente por mi comentario incluso Lei pero Do niega
rápidamente con la cabeza y colocando sus manos sobre mis hombros me
empuja hacia las escaleras.
-Espera, no vine a dejar una bandeja simplemente, tengo que decirte algo.
-Bien, ¿qué es?
-Iré a dormir a casa de Ty. Ayer no te avise y te preocupaste por eso te aviso
hoy personalmente.
-Eres muy considerada. –dice mirando de reojo a Lei y volviendo la vista a
mí.
Insinuando otra cosa. Niego sacudiendo la cabeza y subo rápidamente las
escaleras.
Cenamos en casa de Ty comida en abundancia y más nutritiva mientras
vemos una película romántica apta para lloronas como nosotras.
Me regala una mascarilla y hablamos de todo y nada mientras nos
relajamos haciéndonos rutinas de skincare. Tenían toda la razón cuando
dicen que tienen los mejores productos. La piel quedaba brillante e
hidratada. Renovada, como si se hubiera atrasado el tiempo.
-Mañana prometo llevarnos a un spa. Necesito urgente un buen masaje. –
dice moviendo despacio los hombros con los ojos cerrados.
Asiento retirándome la mascarilla. Era de vainilla y aloe vera aportando los
nutrientes de ambas plantas. Me encanta. Alzo mi bebida de cereza y
propongo un brindis. –Por el spa y los amores perdidos.
-Por mi boda. –dice Ty alzando su bebida de limón.
-¿Cómo? –pregunto sorprendida sentándome derecha.
-Es broma. Es broma. Es un mensaje al universo. –responde abriendo los
brazos mirando hacia arriba cerrando los ojos.
-Llegara. Estoy segura.
Pasamos el resto de la noche hablando sobre su tirante relación con Chris y
sus dudas.
Pienso que entre las dos no hacemos una. Teníamos mucha mala suerte en
el amor.
Esa noche tampoco dormimos mucho.
Capítulo IX

-A qué hora reservaste el spa? –pregunto mientras desayunamos.


-Luego de tu clase de ensayo con Lei.
-Oh, me gustaría faltar. Estos días me he sentido tan incómoda.
-¿Aun no hay sonrisas?
Niego en silencio mirando mi fruta. –Ni siquiera puedo mirarlo. En toda la
hora. ¿Sabes lo difícil que es? Es difícil ser fría e indiferente.
-Quizá no tendrías que serlo.
-¿Qué quieres decir?
-Él dijo que le gustas como eres, sé tú. Vuelve a sonreírle, a hacerle bromas
y tus caras bonitas y se arrepentirá de sus palabras. Deja el papel de fría
para ocasiones especiales.
-¿Cómo cuales?
-No lo sé, cuando lo necesites, en una cena o en casa de Do.
Era una buena idea y más fácil que interpretar algo que no era. No me
gustaba ser fría con ninguna persona. Y me dolía ver cuando alguien lo era.
Había visto serlo a Lei pero había descubierto que en realidad era
apasionado por dentro y sus sentimientos eran más reales de alguien
extrovertido.
Pero se trataba de un eufemismo. De la calma a los nervios. Me dirigía
hacia la sala de ensayo y me sentía como la primera vez que lo había visto.
¿Por qué mi subconsciente me traicionaba? No entendía pero intente no
darle relevancia y concentrarme. Era un ensayo, un simple ensayo. Quizás
era como ayer y no tendría de qué preocuparme.
Al llegar al salón veo a Lei afinando su violín sentado cerca del ventanal.
Ingreso en silencio y dejo mi bolso. Lo miro un momento y continúa en su
tarea, tan concentrado y ensimismado. ¿Me pregunto que estará pensando?
¿Estará igual de nervioso que yo o querrá simplemente volver a su rutina?
-¿Comenzamos? –pregunto luego de aclararme la voz. Masajeo mis dedos
alejando los nervios y funciona hasta que levanto la mirada y veo sus ojos
sobre los míos. No responde pero lo ignoro concentrándome en las teclas
del piano. Posiciono los dedos sabiendo las notas de memoria y cierro un
momento los ojos. Antes que lo notara había cambiado las notas por la
corrección que quería hacer hace unos días y no pude explicarle. Me
gustaba el cambio, tenía más fuerza y el coro entraba impactando con el
sonido del violín. Abro los ojos y vuelvo a la melodía original.
-Espera, vuelve a las anteriores notas. –dice Lei sorprendentemente cerca,
lo escucho atrás mío.
Toco mis notas y espero su respuesta en silencio. Pero me rindo y levanto la
mirada buscando sus ojos. Lo encuentro y sonríe.
Asiente y me pide que empiece y toque la canción desde el principio. Justo
donde había imaginado se prepara y acomodando su violín comienza a
tocar sincronizándose en el momento justo.
-Es perfecto. –dice bajando su violín guardándolo en el estuche. –Déjame
ver algo. – dice sentándose a mi lado en el piano. Rápidamente me levanto
dejándole el banquillo. Me acerco al ventanal y miro hacia afuera.
Comienza a tocar las notas pero luego las cambia por un número rápido y
cada vez más rápido. Me giro mirándolo de reojo y también está
mirándome. Suelto una risa cuando vuelve a cambiar los tiempos y me
vuelvo a girar hacia adelante pero alcanzo a ver su sonrisa.
Comienza a tocar más grave con notas bajas y me giro encarándolo. –Deja
de hacer sufrir al piano. ¿Que buscas? –pregunto sin paciencia.
-Eso. –suenan las notas de ‘’el fin’’. –Tu sonrisa.
-No tienes que esforzarte mucho.
No tienes que perderla. Ven. Toca de nuevo la parte que agregaste.
Camino acercándome lentamente esperando que se levante pero no se
mueve. Me siento y comienzo a tocar la canción y luego se agrega él
tocando en la otra parte del piano. Siento su mirada y subo mis ojos
también mirándolo. Sonríe contagiándome la sonrisa. Desvío la mirada
antes de terminar el tema.
Me levanto por mi bolso. No podía jugar conmigo así. Yo no era así. Me
gustaban las cosas claras sin enrriedos. Para juegos ya había tenido
experiencia. Lei me sigue con la mirada en silencio y antes que alguno lo
rompa camino rápidamente hacia la salida del salón. Subo apresurada las
escaleras y continúo caminando hasta el estacionamiento que me espera
Ty.
Entro a su auto y cierro la puerta con más fuerza que la habitual.
-¡Whoa! Con delicadeza, si es posible.
-Lo siento. –digo haciendo una mueca y abrochando mi cinturón. –Vamos,
llegaremos tarde. –o vería a Lei salir que eso tampoco quería.
-¿Estás bien? ¿Qué ocurrió? Si llegas a derramar más lágrimas por ese
chico me bajare personalmente a aclararle algunos asuntos.
-No. No fue Lei. Es decir sí pero en un buen sentido. O no. No sé ya… no
sé nada. Cubro mi rostro con mis manos por la frustración.
-¿Sabes que necesitas? Thelma & Louise. –Dice arrancando el auto a gran
velocidad y bajando nuestros vidrios dejando entrar el viento que despeine
nuestros cabellos. Recuerdo ese verano en Italia y sonrío subiendo el
volumen. Ty empieza cantando la canción ‘’Princesses don’t cry’’ de
Aviva.
-Cause princesses don’t cry, don’t cry, don’t cry oh. –Canto disfrutando la
letra con los ojos cerrados.
-Don’t cry, don’t cry oh, don’t cry, don’t cry, don’t cry, oh. –Cantamos
juntas el coro.
-Girls so pretty and poised and soft to the touch but god made me rough. –
Canta Ty señalándome mientras toma un desvío hacia la zona del spa.
-Girls, so heavy the crown they carry it tall, but it’s weighing me down. No,
I’m fine, I’m lying on the floor again. –Canto moviendo mi cabello con el
viento queriendo que vuele también así mis problemas. Pero en el intervalo
continuamos cantando las canciones como si estuviéramos solas en el
mundo.
Reconocemos enseguida la canción que sigue por el ritmo casi rock. Y Ty
comienza a cantarla. Además ama la voz de Maneskin.
-Put your loving hand out, baby ‘cause i’m beggin’.
Yo solo hago las partes donde suena la batería como si en mis manos
tuviera los palillos. Me señala para que cante la parte después del coro. –
I need you to understand tried so hard to be your women the kind of
woman you want in the end only then cai i begin to love again. –Canto
mirando hacia afuera moviendo la cabeza siguiendo el rap sincronizado
de Ty festejando que le salió perfecto.
-I’m beggin’, beggin’ you so put your loving hand out baby i’m beggin’
beggin’ you so put your loving hand out gentleman. –Cantamos juntas
fuertemente bailando en nuestros asientos.
Llegamos al spa y nos tienen preparadas unas duchas termales para iniciar
ablandando el cuerpo y los músculos. Luego nos colocan unas mascarillas
faciales y nos acostamos en unos asientos con calor para relajar el cuerpo
hasta que sea hora de limpiar el rostro.
-¿Acupuntura? –pregunto sorprendida pero intentando no mover mucho mi
rostro. Ty había dado la idea de hacerlo ya que era una práctica común y
hacia realmente bien al cuerpo.
-Solo en la espalda. Créeme te sentirás como nueva. –Asiento no muy
convencida.
Después de quitarnos la mascarilla y darnos nuevas batas, nos trasladan a
otra habitación con menos luz y se siente un aroma a especias y flores
rondando en el ambiente. Nos piden que nos acostemos boca abajo. Entran
dos masajistas y miro de reojo a Ty.
-Estoy nerviosa. –dice sonriendo como una niña.
-Recomendamos no hablar durante el proceso. –pide una masajista.
Asentimos solo moviendo la cabeza y cierro los ojos cuando veo la primera
aguja entrar en el hombro de Ty.
Luego es mi turno, increíblemente no duelen. Sientes un leve pinchazo al
principio pero la zona se relajaba ignorando la aguja. Siento mi espalda
cubierta de las agujas e intento no moverme o respirar profundo. Las
masajistas se retiraron anunciando que regresarían en media hora.
Giro la cabeza hacia Ty y nos miramos al mismo tiempo, soltamos una risa
observando la espalda de la otra.
-No es tan relajante como me imagine. –dice Ty removiéndose incomoda.
Suelta una risa cuando siente un leve tirón.
-No te muevas. –digo intentando no reírme y que me tire a mí también.
-Luego queda hacernos el facial.
Niego moviendo tan rápido la cabeza que ciento un leve tirón en la espalda,
suelto una queja y volvemos a reír. –No cuentes conmigo. Quiero el masaje
de aceites florales.
-Bien, yo quiero la tina de leche.
Finalmente nos retiran las agujas y es extraño porque sigues con la
sensación de tenerlas aun en tu piel.
Luego de un relajante masaje nos vemos en la piscina con Ty y me
sorprendo al encontrar a los chicos también ahí.
-Enana, que coincidencia encontrarlas. –dice Do dentro del agua.
-Sí, coincidencia. –digo mirando a Lei leyendo un libro recostado en una
reposera cerca del agua. Fushian y Cay están en otras dos.
Ty entra a la piscina y me arroja agua invitándome a entrar. Sonrío y entro
de un salto empapándola en venganza. Do me tira agua e iniciamos una
guerra de agua todos contra todos. Do arroja agua a los chicos y nosotras
también. Entran al agua y continuamos la guerra. Lei me arroja agua
mientras estoy riéndome y le devuelvo la maldad arrojándole más agua
haciendo que ni siquiera pueda abrir los ojos. Sacude su cabeza haciendo
que cabellos vuelen salpicando gotitas de agua que caen por su rostro.
Tiene los ojos cerrados y sonríe sin aguantar la risa. Es precioso y no puedo
correr la vista. Ty me arroja agua y logra despistarme de mi ensoñación en
el mundo de Lei.
Me hundo tomando una respiración. Me alejo de los chicos y nado hasta la
parte más profunda. Siento a alguien atrás mío y veo a Lei. Nada alrededor
mío sin dejar de mirarme y alarga su mano invitándome a tomarla. La tomo
y me impulsa hacia arriba haciéndome girar. Me siento una sirena con
tantas vueltas y suelto una risa dejando salir mucho aire. Intento subir a la
superficie para tomar aire pero Lei agarra mi brazo acercándome a él, lleva
sus manos a mi rostro y juntando nuestros labios me besa compartiendo
aire.
Se aleja y acaricia mis mejillas, ¿podrá verlas sonrojadas? Porque ahora
mismo las sentía más rosadas que si estuviera en la superficie. Se acerca
lentamente y apoya su frente sobre la mía, sus manos buscan las mías,
entrelazando nuestros dedos. Le hago una seña que ya no aguanto la
respiración y nadamos saliendo del agua.
Luego de secarnos y cambiarnos, encuentro a Lei fuera del baño.
-Lo siento. No debí besarte. Dije que me mantendría alejado y lo haré. Lo
siento. –dice y se inclina dándole más peso a su disculpa. Asiento
levemente reaccionando a una nueva disculpa por besarme y me alejo
rápidamente. ¿Él solo continúa jugando conmigo? Cada vez lo entiendo
menos.
Encontramos a todos fuera del estacionamiento sentados sobre los asientos.
Ty me mira con una pequeña sonrisa pero Do está con una profunda
expresión de enojo.
Espera ver salir a Lei, pasa por mi lado hecho una furia y lo empuja.
-Deja de jugar con ella. Te dije que te mantuvieras alejado.
-No estoy jugando y lo sabes. –responde Lei sin reaccionar pero su
expresión es seria.
Se miran en silencio fijamente como si estuviera discutiendo mentalmente y
luego se acerca Cay disipándolos. Ty se acerca y me obliga subir al auto.
-¿Te beso bajo el agua? Amiga, es tan romántico. –dice con ojos
enamorados. Asiento recordándolo y volviendo a sonrojarme. -Pero aunque
me cueste estar de acuerdo con él, Do tiene razón en que Lei debería
decidirse, no debe besarte si no tienen una relación formal. No deberías
dejarlo que lo vuelva a hacer.
Asiento y suelto un suspiro. –Uno es débil ante el amor.
-Hey, ¿no tienes que comprar tu vestido para el concurso? Quedan muy
pocos días.
¡El vestido! Con tantas distracciones lo había olvidado por completo. -¡Es
cierto! Lo había olvidado, mañana podríamos ir, ayúdame a encontrar algo
apropiado.
-¿Mañana luego de tu ensayo?
-¿Puedes creer que es el último? Paso tan rápido todo. Parecía ayer que Lei
me pregunto si quería tocar con él.
-Sé que es difícil pero ¿lo pensaste como si fuera el inicio de tu carrera? –
Asiento en silencio. –Imagina que luego te llaman para más conciertos,
luego una gira por China y terminas tocando en el Madison Square
Garden.
-Con tu imaginación queda tocar solo en la luna.
-El cielo es el límite. –dice y reímos.
Claro que lo había imaginado. Muchas veces había soñado con abandonar
todo y animarme a estar por mi cuenta y convertir la música en mi vida
pero luego mi mente me recordaba mis responsabilidades y las
repercusiones que me generarían dejar todo y no sabía si podría con la
carga de culpa que eso implicaba. Era un peso muy grande llevar esta
responsabilidad pero ¿soltarla? Dejar ir todo era una carga igual de pesada.
No había vuelto a ver a Do desde el incidente en la piscina, en la cena no
había aparecido y en el desayuno tampoco había bajado. Quizás se había
quedado en casa de Ying pero mis mensajes tampoco los respondía.
Estaba llegando a la sala de ensayos cuando veo a Lei afuera de esta con su
profesor.
Me observan llegar y Lei nos presenta.
-Le agradezco, señorita Luce, por haber decidido unirse para representar
nuestra universidad. –dice inclinándose el profesor Han tu Lu en
agradecimiento y rápidamente correspondo su gesto mostrándome aun más
agradecida.
-Gracias a ustedes por la oportunidad y permitirme participar en el
concurso. – respondo sintiendo en mi pecho cada vez más nervios por la
cuenta regresiva.
-Necesito que vayan a entregarle esta carpeta al señor Shan Fu, son las
partituras para la canción de presentación. –explica mientras me entrega la
carpeta. –Lei explícale lo que necesitamos para el acto de presentación, él
se encargara de la organización pero necesitamos que sepa cómo está
conformado nuestro grupo y la ubicación de la institución. -Ambos
asentimos a sus instrucciones. –Suerte. Señorita nos vemos en el concurso.
Volvemos a inclinarnos para despedir al profesor e ingresamos al salón.
Rápidamente nos ubicamos con nuestros instrumentos y comenzamos el
último ensayo.
-¿Te sientes nerviosa? –pregunta Lei mientras caminamos hacia el edificio.
No era lejos, solo a unos metros pero como me temía era un edificio alto de
muchos, muchos pisos y seguramente el señor Fu se encontraría en alguno
de los últimos.
-¿En qué piso se encuentra? –pregunto en cambio. Entramos al edificio y
veo la cantidad de pisos, eran más de 30. Ya sentía mi presión bajar
lentamente.
-En el 32. –responde Lei mientras pide el ascensor.
Oh, genial. Desvío la mirada y veo las escaleras. ¿Podría con 32 pisos?
Había una manera de averiguarlo. –Te veré ahí.
-¿Vas a subir 32 pisos caminando? –pregunta sorprendido abriendo sus ojos
sin creerlo.
Me encojo de hombros pero antes que pueda seguir mi camino, se abren las
puertas del ascensor y comenzaron a salir varios estudiantes. Me alejo
dando un paso hacia atrás para permitirles el paso pero llegan nuevas
personas que terminan de empujarme para subir y tomar el ascensor.
Intento moverme para salir del mar de personas pero antes de darme cuenta
ya me encontraba en el interior. Además hacia donde mirara habían
personas.
Miro hacia arriba tomando aire, intentando tranquilizarme, cuando bajaran
en la próxima parada me bajaría con ellos y subiría el resto de los pisos por
las escaleras.
Me repito mentalmente, logrando calmarme un poco.
Siento a Lei posicionarse a mi lado y mirarme un momento pero yo tenía la
vista fija en el tablero, lo único que me calmaría serian ver los números.
Vuelvo a tomar aire con los ojos cerrados al sentir una leve sacudida del
ascensor. Lei toma mi mano y entrelaza nuestros dedos, acariciando mi
palma lentamente animándome.
Sin embargo íbamos recién por el piso 21, ¿por que subía tan despacio?
Mágicamente se abren las puertas y siento que puedo volver a respirar,
suelto un suspiro y estudiantes comenzaron a salir bruscamente
impidiéndome mover pero separándome de Lei soltando su mano. Estaban
tan apresurados por salir que me dejaban atrás para pasar primeros.
Terminan de salir y cuando es mi turno un grupo de estudiantes hombres se
interponen en mi camino cortándome el paso. Me rodean y uno sonríe
avanzando hacia el interior obligándome a retroceder. Antes que las puertas
se terminen de cerrar una mano las detiene volviéndolas a abrir.
Es Lei y siento un alivio en mi cuerpo cuando lo veo parado sobre el
interior del ascensor. Los chicos lo miran sonriéndole en burla pero él está
totalmente serio.
-Fuera. –dice en un tono autoritario y firme que hace volar a los chicos. Lei
se posiciona a mi lado y toca el piso 32.
No quiero hablar porque aun queda en el aire su aura autoritaria pero debo
agradecerle. – Gracias.
-¿Estás bien?
Asiento sintiéndome un poco más relajada, con el asunto de los chicos ya
no estaba tan nerviosa. De pronto el piso se sacude y se escucha un ruido
fuerte y horrible. Nos obliga a cubrir los oídos. Ambos miramos las puertas
y luego Lei mira el tablero. Descubrimos que está parado. Me acerco a las
puertas sin realmente saber qué hacer, solamente las quería abrir. Lei
aprieta el botón de auxilio pero no vemos que haya funcionado, no vemos
ninguna luz encendida. Me acerco a su lado y sin paciencia comienzo a
apretar todos los botones, ninguno respondía, el maldito ascensor se había
apagado. Quiero darle una patada para que vuelva a encenderse. Suelto el
aire enojada y respiro alzando mi cabello abanicándome con mi mano
intentando darme aire pero no ciento que sirva de mucho. -Tranquila,
notaran que no funciona y lo volverán a poner en funcionamiento. –dice Lei
volviendo a tocar los botones.
Asiento intentando no darle importancia a mis nervios y la falta de oxigeno.
–No te preocupes por mí. –digo pero mis piernas me fallan sentándome en
el suelo. Siento la presión muy baja y me quedo sentada.
Lei se acerca a mí preocupado pero niego con la cabeza señalando hacia el
tablero. – Estoy bien, fíjate… sigue intentando con los botones, por favor. –
susurro sin encontrar fuerzas tampoco en mi voz. Que calor sentía. Intento
normalizar mi respiración y pensar en otras cosas. Imagino un bello bosque
por la mañana con el sol saliendo pero como si mi cuerpo estuviera en otro
lugar siento escalofríos y de pronto tiemblo por el frío que siento, me pesan
los ojos y mis dientes chasquean.
Siento mi cuerpo ser cubierto con un gran abrigo blanco y siento el perfume
de Lei. Abro los ojos y levanto la mirada viéndolo arrodillado a mi lado
preocupado, sus labios se mueven pero no logro escucharlo. Intento sonreír
para cambiar su expresión pero siento que mis pulmones se me cierran
asustándome, abro los ojos y miro hacia arriba buscando aire. Una vez me
había ocurrido algo parecido pero había podido manejarlo, esta vez siento
que no puedo.
De pronto siento mi cuerpo moverse hacia adelante y un brazo en mi
cintura y otro sobre mi hombro, un cuerpo caliente y me acerca a su pecho,
pegándome a él. Escucho una leve canción en mi oído a lo lejos pero pongo
toda mi atención en seguir escuchándola. No la conozco pero su tono es
suave, lento, calmado, me relaja y siento que mis pulmones se abren
tomando aire. Me llega un dulce aroma, un poco varonil. Logro abrir los
ojos y veo el sweater de Lei. Sigue cantando en mi oído mientras nos
balancea suavemente, moviendo su mano sobre mi espalda en círculos.
Imito su respiración, logrando tranquilizar la mía y levanto la cabeza. Noto
que las pequeñas estrellas desaparecen.
Lei alza su brazo hacia mi rostro y mueve un mechón de cabello de mi
mejilla acomodándolo atrás de mi oreja, baja su dedo pasándolo por mi
rostro, dando una leve caricia mientras sigue susurrando la canción. Su voz
es preciosa. Me concentro en sus ojos, están calmos, transmitiéndome
tranquilidad y reflejando ese leve brillo que me encanta ver.
-Tan lindo. –susurro sin saber de dónde había salido mi voz pero
sintiéndome más calmada al saber que podía volver a hablar. Lei suelta una
risa sonriendo de una manera tan linda que logra sonrojarme. Mi cuerpo es
una gelatina por los nervios pero mis mejillas siguen siendo suyas para
teñirlas de rosado cuando quisiera.
De pronto sentimos una nueva sacudida y cierro los ojos escondiéndome en
su pecho. Quería que esta tortura terminara. Encuentro su mano y la sujeto
fuerte. Entrelaza nuestros dedos y acaricia con su pulgar el dorso de mi
mano.
Luego de unos minutos, el ascensor se inicia con un sonidito, sentimos que
se mueve. Lei me ayuda a levantarme agarrada de sus brazos. Se abren las
puertas en nuestro piso y salimos. Al ver afuera vemos el pasillo vacio, no
había nadie. ¿Se abría arreglado solo? Suelto un suspiro y veo un cuarto de
servicio. Seguramente parecería una loca así que era mejor ir a arreglarme
un poco.
-Volveré en un momento. –digo en voz baja mirándolo de reojo. Pero no
espero ni un segundo para comenzar a caminar por el pasillo y entrar
rápidamente al baño. Suelto el aire frustrada apoyándome sobre el lavabo.
¡Qué vergüenza! Hace años no me ocurría un episodio tan fuerte. Subo la
mirada hacia el espejo y me sorprendo al verme tan blanca y pálida.
Abro el agua mojando un poco mi rostro y mis manos sintiendo que el color
volvía de a poco. Recuerdo la voz de Lei cantándome, la manera que logró
calmarme y tranquilizarme, solo había logrado hacerlo mi mamá cuando
era niña. Vuelvo a mojar mi rostro dando golpecitos para volver a la tierra.
No podía seguir fantaseando con Lei. Esto solo había sido una asistencia de
compañeros. Nosotros no éramos siquiera amigos. Asiento, tomando aire y
salgo del baño.
Buscamos al señor Shan Fu preguntándoles a unos estudiantes y nos guían
hasta su oficina.
Vemos a un señor alto y delgado con un lindo sombrero en su cabeza. Le
entregamos la carpeta y mientras Lei habla sobre los detalles de la
presentación, me acerco maravillada hacia un arpa que veo en una esquina.
Cuando finalizan Lei me busca con la mirada y me avisa que ya podemos
retirarnos.
Agradecemos y nos despedimos del señor Shan fu.
Suelto una risa sin aire y niego con la cabeza cuando Lei detiene sus pasos
ante mi enemigo. –Estás loco si crees que voy a volver a meterme a esa
fosa con resorte.
Lei sonríe ladeando la cabeza. -Puede que exista una manera. –dice
acercándose hacia mí. Me mira desde su altura y parpadeo preguntándome
qué tiene en mente. Gira sobre sus pies y se arrodilla mostrándome su
espalda. –Sube.
-¿Crees que así lo logre? –pregunto arriba suyo. Está increíblemente alto.
-Cierra los ojos. –pide y camina hacia el ascensor. Tomo una respiración y
los cierro. Escucho que comienza a cantar y mis labios se curvan en una
sonrisa. Disfruto de su voz sin preocuparme de nada más y apoyo mi
cabeza en su hombro. –Ya puedes abrir los ojos.
Los abro y veo que ya estamos fuera incluso estamos fuera del edificio. Lei
continúa caminando y balanceo mis piernas.
-Ya puedes bajarme, si quieres.
-Aun te veo un poco pálida. Me aseguro de que llegues a salvo a casa de
Do. –dice en tono serio y preocupado pero con una linda sonrisa camuflada
en sus labios.
-Tu auto estaba por allá. –digo cuando sigue caminando pasando el
estacionamiento.
-Me hará bien el ejercicio.
Mientras camina observo el cielo y las estrellas parpadean junto a una
media luna y vuelvo la vista a Lei. Mira el camino atento pero sonríe sin
darse cuenta.
-Es una linda noche. –comento volviendo a balancear mis piernas. Lei
asiente mirándome de reojo. –¿Sabes que la haría más bella?
-No voy a besarte, así me mires de esa manera. –responde suelto y quedo
atontada viéndolo en silencio. Él aprovecha a reírse de su broma.
-No me refería a eso. Iba a decir que hace falta música. –digo mirando
hacia arriba evitando su mirada ya que me ponía nerviosa pedírselo.
-Tenemos una gran cantante aquí. Te escuchamos.
-¡No hablaba de mí! Hablo de ti y tú…-me interrumpo antes de elogiarlo
más.
Sus ojos me miran animándome a que complete la oración. –¿Mí qué? Ten
cuidado, la palabra que utilices podrá depender si lo hago o no.
Sonrío mordiendo levemente mi labio inferior pensando la palabra. -¿Tú…
armoniosa voz?
-¿Armoniosa? –pregunta como si hubiera dicho algo erróneo. Niega con la
cabeza y sé que perdí una oportunidad.
-¿Sinfónica? ¿Talentosa, acústica? –comienzo a decir muchas palabras pero
Lei niega con la cabeza mientras se ríe. Su mirada busca mis ojos y luego
de un momento lo miro. Me hace una seña que no comprendo y ladeo la
cabeza mirándolo confusa. Su expresión vuelve a ser seria, mira un
momento hacia arriba y cuando conecta nuestros ojos parpadean
rápidamente los suyos. Suelto una risa comprendiendo. Busca elogios.
-¿Lei podrías cantar una canción con tu asombrosamente preciosa voz? –
pido utilizando un tono de voz más dulce y suave.
Él solo se ríe sin apartar la vista de mis ojos. Comienza a cantar y vuelvo a
observar el cielo. Apoyo mi mentón sobre su hombro cerrando los ojos un
momento y vuelvo a sentir la misma sensación que tuve hace unos meses,
vuelvo a ser feliz con Lei, vuelvo a reír y disfrutar de momentos así tan
mundanos para el que nos vea pero especiales para mí. Y quizás si
guardaba mi corazón podría disfrutar de su compañía como un amigo. Así
estaríamos bien ambos. Sería difícil pero no imposible. Y antes de
enamorarme de él podía verlo como un amigo, con una persona como Lei
era fácil encontrar un compañero y quizás eso necesitábamos para sanar
nuestros corazones, porque el mío también estaba bastante lastimado,
correspondernos como compañeros. -Lo siento. –digo cuando finaliza la
canción. Lo miro de lado apoyando mi cabeza sobre su hombro. Me mira
sin saber a qué me refiero. –El asunto en el ascensor… tuviste que verme
así… lo siento.
-No vuelvas a meterte a un ascensor. Sin mí. –dice mirándome serio un
momento luego vuelve la vista hacia al frente.
Asiento y recuerdo mis palabras. Como un amigo.
Llegamos a casa de Do y Lei me baja suavemente. –Gracias por traerme y
por hoy. Por todo. –Rápidamente me pongo de puntitas y le doy un leve
beso en la mejilla. Había sido extremadamente tierno y no se merecía
menos. Quizás más pero me había fijado un límite, tenía que respetarlo.
Entro rápidamente a casa de Do sonriendo contenta.
Suena mi teléfono en un mensaje y lo abro.
‘’Buenas noches.’’ Lei
‘’Buenas noches’’ respondo.
Capítulo X

-¿Amigos? ¿Y quién cree eso tú, él o yo? –La miro seria mientras sigo
buscando un libro de economía en la sección de la biblioteca. Ty me
ayudaba con otros tres libros que necesitaba repasar para mi examen final.
Le había contado nuestra nueva travesía pero no me creía mi nuevo plan
para salvar mi corazón. –La amistad entre el hombre y la mujer no se
puede. Tarde o temprano termina.
-Sí se puede. Existe la amistad entre el hombre y la mujer.
-No existe. Siempre uno de los dos está enamorado.
-Eso no es verdad. Do es mi amigo, Matthew también.
-Hang Do es como tu hermano de toda la vida y Matthew nunca quiso ser
tu amigo, tú lo dejaste ahí. Además Lei tampoco quiere ser tu amigo, un
amigo no sigue a otro bajo del agua y lo besa. Él no se anima a aceptar sus
sentimientos por ti.
Sí, yo pensaba lo mismo pero me comenzaba a gustar la idea de ser amiga
de Lei. Amigos de música. Amigos de amigos. Además lo vería seguido en
casa de Do, de esa manera ya no sentiría los nervios traicioneros cuando lo
encontrara. –Sé que puede parecer extraño pero creo que es lo mejor para
ambos. Verlo como amigo y resguardar mi corazón.
-¿Pero él te vera como una amiga?
-No lo sé, creo que ahí ya es… asunto de él. Tengo que seguir viéndolo casi
a diario porque es el mejor amigo de mi mejor amigo y además estoy
cansada de llorar por amor. Mañana es un día muy importante en mi vida y
el mes que viene si todo sale bien iré a cumplir mi sueño de conocer a los
pandas. Quiero estar sola y no preocuparme por hombres o el amor. Y
disfrutar de la vida.
Ty deja mis libros sobre la mesa y me aplaude en silencio ya que si no la
bibliotecaria nos amonestaría y asiente a mi plan.
Luego de dejar mi bolso con mis libros en casa de Do y cambiarme de
atuendo por uno más cómodo, Ty me acompaña a elegir mi vestido para el
concurso. Quería algo blanco, con mangas largas y largo. Recorrimos
varias tiendas pero no me gustaba ningún modelo o me quedaban grandes o
muy pequeños.
Decidimos comprar unas bebidas mientras nos tomábamos un recreo de las
compras.
Al final la ganadora fue Ty que había conseguido más ropa.
Finalmente encuentro el vestido y era exactamente como lo había
imaginado. Me sentía tan triste no poder compartir esto con mi familia, al
menos contarle a mi tío y creo que invitarlo para que asista ya era algo
superior pero sabía que si le decía algo sobre el concurso comenzaría su
discurso de que estoy perdiendo el tiempo y que vuelva lo antes posible
antes de que me desvíe del camino. Pero sentía que donde estuvieran mis
padres estarían felices. Algo en mi interior me decía que se alegrarían al
saber sobre el concurso y estarían orgullosos. Podía imaginar a mi mamá
saltando de alegría con lágrimas en los ojos felicitándome y a mi padre
aunque repitiéndome que no descuide mis estudios, siguiera mi corazón
hasta el final y viera a donde me llevaba. Que lo intentara. Y lo haría.
Disfrutaría la oportunidad y estaría agradecida por permitirme vivirla.
Esa noche sueño con las partituras y el concurso, estaba tan ansiosa que mi
mente no dejaba de tocar las notas, melodías, tiempos. Así que realmente
temprano decido dejar de dar vueltas en la cama y comenzar mi día.
Luego de bañarme y terminar de maquillarme, decidí bajar a comer algo.
Nervios con el estomago vacio no eran una buena combinación.
-Buen día, Do. –lo saludo cuando lo encuentro terminándose un plato de
fideos.
Envidiaba como podía desayunar tanto en tan poco tiempo.
-Enana, estás preciosa. –dice refiriéndose a mi maquillaje porque seguía
con mi bata y el pijama, aun no me colocaba el vestido.
-Gracias, Do. ¿Tú me llevaras, verdad?
-¿Yo? Lo siento. No puedo llegarme. Tengo que buscar a Ying. –Abro los
ojos sorprendida y preocupada. Quizás podía pedirle a Lei o a Fushian pero
me sentiría más cómoda con Do. De pronto comienza a reírse. –Es una
broma, tonta. Claro que te llevaré. Después iré a buscar a Ying, ella
tampoco quiere perdérselo.
Inclinándome le golpeo el hombro. –¡No es día para hacerme bromas!
-Lo siento, lo siento. ¿Cómo estás? –Asiento comenzando a comer mi
desayuno. –No te preocupes lo peor que puede pasar es que te
descompongas cuando subas al escenario.
La cuchara en mis labios se congela al imaginarme que eso ocurra. No lo
había pensado.
Do vuelve a reír y vuelvo a golpearlo esta vez más fuerte. –Contigo no se
puede.
-Es para quitarte los nervios. ¿Lo logre?
-No.
-Oh… entonces ve a cambiarte, se te hará tarde.
Mejor. Do solo había conseguido darme más nervios. Mi teléfono suena
cuando estoy subiendo las escaleras. Es Ty.
-¿Cómo estás?
Nerviosa. Ansiosa. Alterada. Emocionada. ¿Cual digo primero? –Bien,
creo.
-Lo harás genial estoy segura. ¿Ya estás lista? ¿Necesitas algo?
Hablamos un rato más y logra calmarme y convertir mis nervios por
emoción y seguridad al saber que ensayamos mucho y ambos daríamos lo
mejor de nosotros.
Termino de cambiarme y tomo mi abrigo bajando las escaleras. Encuentro a
todos abajo.
-Está muy hermosa, señorita. –dice el señor Mintong ayudándome a colocar
mi abrigo.
-Le agradezco, señor Mintong.
-¿Vamos? –pregunta Do. Los chicos ya salieron y asiento tomando una
respiración.
-Estás preciosa. –dice Ying atrapando mi brazo caminando a mi lado.
-Gracias, Ying. ¡No puedo creer que llegó el día! –digo mordiendo mi labio
inferior.
-Ganaran. Son los mejores, estoy segura. –comenta animándome mientras
subimos al auto de Do. Asiento convenciéndome también.
Llegamos al teatro y es increíblemente hermoso. Está decorado con finos
adornos y todo es brillante y delicado. Encontramos a Lei hablando con el
profesor Han-Tu Lu y rápidamente me acerco a saludar. Mis ojos se posan
en Lei y en lo lindo que se ve con el traje en color blanco, su camisa
también es blanca con un leve cuello y está increíblemente elegante.
Lei no quita la mirada sobre mí y el profesor se inclina en forma de saludo.
–Se ve verdaderamente espectacular, señorita Luce. –comenta y es la
primera vez que lo veo sonreír. Tiene una tímida sonrisa pero es cálida.
-Se lo agradezco de verdad, profesor. –inclino mi cuerpo en
agradecimiento. Ambos miramos a Lei pero continúa en silencio.
-Deberían ir a prepararse. Faltan dos lugares y siguen ustedes. –Asiento
preparándome mentalmente. –No lo olviden, toquen con el alma, sin
importar el resultado, disfruten de esta increíble experiencia.
Sonrío agradeciéndole mentalmente, que lindas palabras.
Caminamos hacia bastidores y masajeo mis dedos quitando los últimos
nervios que siempre aparecían.
-Hey, tranquila, lo harás muy bien. –dice Lei notando mis manos temblar.
Asiento alisando una arruga invisible en mi vestido. Lei toma mis manos y
entrelaza nuestros dedos. – Haremos esto juntos, ¿recuerdas?
Asiento y escucho que llaman nuestra universidad y nuestros nombres.
-Por cierto, estás bellísima. –dice Lei mientras caminamos hacia el
escenario. Lo miro sorprendida y él sonríe mostrando su sonrisa grande y
dulce.
Se acomoda en su lugar tomando el violín y yo tomo asiento colocando mis
manos sobre las teclas del piano en posición.
Comenzamos a tocar y siento miles de miradas pero su mirada es la única
que me concentro. También lo miro y siento que por un instante nuestros
corazones se sincronizan. Es tan hermoso como la primera vez que tocamos
juntos. La canción se siente mucho más especial. Puede ser por la acústica
de estar en el teatro con las luces sobre nosotros y solo nuestros
instrumentos encendidos pero se escucha mucho más mágica que todas las
veces anteriores. Es increíble y tocamos perfectamente sin dejar de
mirarnos y animarnos entre nosotros. Es una mirada distinta, se siente como
si pudiera contar con él y él se apoya en mí. Se crea una complicidad nueva
entre nuestras miradas.
La canción termina, Lei toma mi mano y parados sobre el centro del
escenario nos inclinamos agradeciendo. Escucho los aplausos y mis labios
sonríen tanto que en cualquier momento podría soltar alguna lágrima pero
me contengo y volvemos a bastidores.
-Eso fue… increíble. –digo mientras tomo asiento sintiendo mi cuerpo una
gelatina.
Lei toma asiento a mi lado y sonríe de acuerdo a mis palabras.
Cierro los ojos dejando descansar a mi mente mientras escuchamos los
demás participantes. Ciento la mirada de Lei y abro los ojos encontrándome
con su rostro hacia mí.
-Te lo dije. –dice sonriendo. Suelto una risa y meneo la cabeza. -Estoy
orgulloso de ti.
Mis mejillas se sonrojan y él suelta una sonrisa acariciando mi mano sobre
el asiento. Entrelaza nuestros dedos pequeños y escuchamos que finaliza el
concurso. Vemos el presentador salir a escena, agradece a todos los
participantes y muestra el sobre cerrado con el resultado.
Estamos parados junto a demás competidores y solo pido con todas mis
fuerzas que ganemos. El presentador hace una pausa mientras abre el sobre
y de pronto escucho:
‘’Universidad de Qianzin’’ y nuestros nombres.
Sorprendidos y atontados subimos al escenario para recibir el premio, que
lo toma Lei mientras yo agradezco infinidad de veces y me entregan un
precio ramo de flores. Nos inclinamos hacia los jueces y hacia el público
volviendo a agradecer y Lei me ayuda a bajar del escenario ya que no pude
aguantar y suelto algunas lágrimas que me impiden ver el camino.
Llegamos tras bastidores y Lei me toma entre sus brazos abrazándome
fuertemente. Sonrío emocionada correspondiendo su abrazo. Se aleja
inclinándose hacia atrás pero mantiene sus brazos firmes. Acaricia mi
mejilla limpiando una lágrima que se escapo y sonríe volviendo a acercarse
lentamente. Su mirada está fija en mis labios y la mía en los suyos.
Escuchamos aplausos y festejos atrás nuestro y me separo soltando a Lei
pero él no me deja ir, mantiene su brazo en mi cintura.
-Estoy orgulloso de ti. Eres asombrosa. –dice Do viendo que Lei no se aleja
y tomándome entre sus brazos me acerca separándonos. –Lo hiciste genial,
enana. –dice luego de soltarme y da unas palmaditas a mi espalda.
-Gracias, Do. ¡Aun no puedo creer que ganamos! ¡Estoy tan feliz! –digo
levantando los brazos y Ying se une a mi festejo aplaudiendo igual de
emocionada.
-¡Déjenme pasar, soy su mejor amiga! –escucho que se queja Ty.
Finalmente la veo y corre hacia mí. Casi salta abrazándome y me derriba.
Esta más emocionada que yo. – ¡Lo hiciste! ¡Lo hiciste! ¡Sabía que lo
lograrías! ¡Eres la mejor, amiga! Arrasaste, literalmente. Incluso vi a varios
del jurado limpiándose algunas lágrimas. Amaron su canción. –habla
rápidamente aplaudiendo feliz.
Le agradezco celebrando junto a ella. Miro un momento a Lei y noto
muchas chicas lo saludan y felicitan pero él mira sin prestar atención a
nadie. Sus ojos encuentran los míos y desvío la mirada rápidamente.
Do decide invitarnos a comer para festejar y aceptamos siguiéndolo al
estacionamiento. Ty entrelaza mi brazo mientras seguimos hablando de la
canción.
-Ani. –me detiene Feng antes de que salgamos del teatro. Ty suelta mi
brazo y me acerco a su lado. –Quería felicitarte por el triunfo. Estuviste
realmente grandiosa. –me entrega un gran ramo de flores.
Acerco el ramo a mi rostro y huelo las flores. Veo rosas de diferentes
colores, jazmín y algunas pequeñas margaritas. Era precioso. –Gracias,
Feng. Es hermoso.
Sonríe asintiendo y se aleja. Vuelvo hacia Ty y encuentro a Lei mirándome
con una expresión un poco molesta y seria. Sigo caminando desviando la
mirada y me encuentro con Do. Caminamos todos juntos hacia el
estacionamiento.
-Tú elijes la comida, enana. ¿Qué te gustaría?
-Pollo. –digo sin pensarlo. Me encanta el pollo en todas sus variedades. Y
siempre que visitaba Shanghái íbamos a un precioso restaurante donde
asaban el pollo de una forma deliciosa.
Do me lee la mente y asiente sabiendo a donde me refiero. Conducimos
hasta allí. Esta con poco concurrido así que nos sentamos todos en una
mesa amplia. Había dejado mis ramos en el auto de Ty para que no ocupen
lugar. Suena mi teléfono avisándome de un nuevo mensaje. Lo veo sin abrir
y veo que está en italiano. Siento una mirada y descubro a Lei también
viendo el mensaje. Bloqueo el teléfono esquivando su mirada seria y
preocupada y la fijo en cualquier otro lugar, como la mesa y luego a
Fushian y Cay que intentan decidir qué ordenar.
Llega nuestra comida y felizmente degustamos una gran variedad de
platillos, ya que los chicos aprovechándose que Do invita, pidieron muchos
tipos de comidas.
Mi teléfono sigue vibrando en mi abrigo e intento ignorarlo pero Lei no, él
lo mira mientras toma un trocito de carne, luego mientras bebe su bebida,
mientras revisa su teléfono y cada vez que lo mira sube la mirada hacia mí
tentándome a que responda pero sé quién es y que quiere y no pienso
responderle, así que solo niego con la cabeza lo más disimulada que puedo.
-Te digo la verdad, nunca me respondió. –dice Ty enseñándome su teléfono.
Su novio no le respondía hace una semana y Ty era de las que pierde la
paciencia muy rápido, estaba entre mandarlo a Singapur o llamar a la
policía para reportarlo como desaparecido.
Suelto una risa y noto a Lei inclinarse hacia mi asiento y caminar hacia la
salida. Él… ¿no lo haría cierto? Reviso mi abrigo y no encuentro mi
teléfono. ¡Lo hizo! Camino apresurada hacia la salida y lo encuentro a la
vuelta del restaurante hablando por mi teléfono. Me acerco despacio
escuchando su conversación.
-Sono più che il suo ragazzo, sono il suo fidanzato, quindi non chiamare più
questo numero o avvierò io stesso un'azione legale. (Soy más que su novio,
soy su prometido, así que no vuelvas a llamar a este número o yo mismo
empezare acciones legales) – dice en italiano. Cuelga y gira hacia atrás
cruzándose conmigo. Detiene sus pasos sosteniéndome la mirada.
-¿Por qué hiciste eso? No puedes decirle a Tom que eres mi prometido por
teléfono. – Pregunto quitándole mi teléfono.
-¿Por qué no?
-Porque no es verdad. ¿Qué somos? ¿Compañeros, amigos?
-Eres mucho más que mi compañera.
-Bien, entonces si somos amigos, compórtate como mi amigo.
Inicia una guerra de miradas en silencio porque no responde nada más.
Dejo salir el aire desviando la mirada y vuelvo al restaurante. Ty me
pregunta con la mirada que fue eso pero niego con la cabeza, luego le
explicaría cuando yo también entendiera que acababa de suceder.
Lei vuelve un momento después y permanecemos en silencio. Los chicos
continúan contándonos experiencias y comemos el postre. Yo pido una
porción de helado que comparto con Ty porque era muy grande. Disfruto
comiendo, tiene galletas por encima. Me retiro un momento al baño y
cuando regreso Lei ya no está. Vuelvo a casa de Do junto a él y Ying.
Cuelgo mi abrigo en mi habitación y veo un papel en un bolsillo.
‘’Fue escrita para ti. Es tuya. Siempre lo fue.’’
Está escrito en el dorso. Desdoblo el papel y descubro que es la canción de
Lei. La canción que cantamos en el concurso que no estaba terminada,
ahora lo está.
Camino hacia el balcón sentándome en un asiento y vuelvo a abrir la hoja
leyendo las estrofas.
‘’Desde que te vi, supe que eras mía
Contigo cumpliríamos sueños y apreciaríamos las estrellas
Sentir el viento se siente diferente, trae el aroma de tu perfume
Disfrutar de una mañana soleada o una noche de luna llena
Cantar contigo y sentir mi alma
Disfrutar de los momentos más simples
Despejar las nubes, volver a sentir el sol
Iluminar mis días con tu sonrisa
Tomar un té juntos en el jardín con el sol brillando
Cantar contigo y sentir mi alma
Disfrutar de los momentos más simples
Tú mereces el mundo y la galaxia por eso
La alegría brilla en tus ojos y no quiero apagarla
Sé que no comprendes los silencios y
No te merezco pero quiero estar todo el camino contigo.’’
Lágrimas caen mojando el papel mientras una sonrisa nace en mis labios.
Es tan hermosa.
Tan profunda y tan él. Limpio mis mejillas y ciento su aroma en la hoja.
Leo y vuelvo a leer la letra hasta que veo salir el sol y se me ocurre la idea
de escucharla con la verdadera música de fondo. Corro hasta la habitación
con mi piano y comienzo a tocarla cantando la letra de Lei. Nuevas
lágrimas escapan de mis ojos pero son de plena felicidad. Guardo la hoja en
el interior de la caja de resonancia sin obstruir las cuerdas. Sería un secreto
nuestro y el piano sería el guardián de mantenerlo a salvo.
Capítulo XI

Termino de cambiarme y el señor Jiang conduce hasta la casa de Ying, no


era la primera vez que la visitaba pero sí esta vez estaríamos solas. Me
había invitado para hacer una receta dulce juntas y había aceptado
encantada.
Estábamos conversando mientras veía como medía, pesaba y mezclaba
ingredientes.
Era muy precisa y meticulosa pero era normal en una amante de la cocina.
-¿Qué sucedió que volvieron a pelear? -pregunto al verla un poco decaída.
-Do hablo con su mamá. Le explico que estamos juntos. Y ella se presentó
en mi casa.
-¿Conociste a la mamá de Do?
-Sí. Y ella… me ofreció dinero para alejarme de él.
-¿Que ella hizo qué? -Pregunto sorprendida enderezándome en el mueble.
Acomodo las piernas entrelazándolas mirándola de frente.
-Yo no la acepte pero Hang se entero y ahora está enojado.
-¿Contigo?
-No, no conmigo. Con todo lo que nos está sucediendo. Pero cuando se
enoja se aleja de mí. No habla conmigo sobre qué le molesta o como lo
podemos solucionar. A veces siento que no somos una pareja real.
-No digas eso. Do te quiero mucho. Él es un poco torpe con las mujeres y
sobre todo contigo pero porque no quiere perderte. Él siempre hará lo mejor
para ti.
-Lo sé. Yo también lo quiero. Él es muy especial para mí.
Mis ojos se abrieron brillando cuando vi la nueva mezcla que colocaba
Ying en la cocina. Chocolate blanco en trocitos a baño junto a matcha en
polvo. Su mirada me mira un momento mientras mezcla y cuando se
termina de fundir, tomando una cuchara toma un poco y me ofrece para que
pruebe.
-Cuidado, está caliente.
Suelto una exclamación de alegría, estaba delicioso. Suelta una risa
vertiendo la mezcla sobre la masa original.
-Ahora debemos agregar la mantequilla. ¿Quieres buscarla? Oh y la crema
también.
Camino hacia el refrigerador y busco los ingredientes. Me invita a
mezclarlos y es divertido. Ying se ríe por la forma en que agarro la
espátula, en mi defensa nunca había cocinado ni preparado un postre.
-¿Nunca? ¿Tu madre no cocinaba?
Suspiro sintiendo que la mezcla está poniéndose difícil porque es pesada
pero me imagino que tengo que seguir mezclando. –No. Nunca le gusto la
cocina. Salíamos mucho a comer por las tardes solas, por eso me gusta
tanto el chocolate. Ella pedía su café junto a unos mochis de chocolate y yo
un té blanco con unas figuritas de animales de chocolate. Eran tardes muy
especiales.
-¿Le gustaban los mochis? Hace mucho no los preparo, podemos hacerlos,
si te gustaría. – propone mientras coloca el postre a hornear.
-Por supuesto. Le encantaban, podía estar todo el día comiéndolos. –Sonrío
recordando, le gustaban de distintos sabores pero los de chocolate eran sus
preferidos. –suena mi teléfono y es un mensaje de Feng invitándome
mañana a una noche de opera en el teatro.
-¿Quién es? ¿Es Lei? –pregunta Ying mirando sobre mi hombro. Suelta una
expresión de sorpresa. –Oh, ¿te gusta la ópera? –Asiento encogiéndome de
hombros. Me gustaba toda la música clásica. –Entonces ¡dile que sí! –dice
emocionada. Me contagia su entusiasmo y acepto la invitación.
Preparamos los mochis y es una gran experta, lo hace ver de una manera
muy simple y rápida. En dos preparaciones ya tiene la mezcla y cocinando
en intervalos pequeños en el microondas logra tener lista la masa.
Colocamos el relleno y esparcimos cacao por fuera para que quede con más
sabor a chocolate. Los probamos y están increíbles. Esponjosos y dulces.
No los recordaba tan ricos en mi infancia. Brindamos chocando nuestros
mochis festejando nuestro triunfo.
De pronto suena el timbre de su casa y miro a Ying. –¿Serán tus padres? –
pregunto ya que no estaban en su casa.
-No, están de viaje en el pueblo costero de mi tío, lo fueron a visitar. Abre
tú, tengo que revisar el budín.
Me dirijo hacia la puerta y la abro encontrándome a Do y Lei. Los miro
sorprendida y por alguna razón no los dejo pasar. En cambio me cruzo de
brazos. Do mira atrás de mí seguramente buscando a Ying y miro a Lei
pero él desvía la mirada mirándome solo por momentos.
-¿Quién es? –pregunta Ying asomándose a mi lado. –Hang Do, Lei, ¿qué
hacen aquí?
-Solo estábamos por aquí y decidimos pasar a saludar. –Responde Do con
su expresión de inocente.
Miro a Ying y ella me mira con duda, lleno de aire mis mejillas desviando
la mirada dejando que ella decida.
-Bien, pueden pasar. –responde volviendo a la cocina.
-Ustedes vinieron por la comida solamente. –digo al verlos pasar mirando
la cocina fijamente.
-Siempre habrá buena comida mientras esté Ying. –comenta Do caminando
hacia la cocina.
Suelto una risa, es tan cursi. Lei continúa en silencio y cierro la puerta, me
deja pasar primera y caminamos hacia la cocina.
-En realidad veníamos a hacerles una invitación. –dice Do mirando hacia la
mesa, descubre los mochis y prueba uno.
-¿A dónde? –pregunto comiendo uno también.
-A una fiesta en el muelle. –responde Lei probando un mochi.
-Creía que no te gustaban las fiestas. –dice Ying.
-Puede ser divertido. –responde desviando la mirada hacia mí y luego hacia
la mesa.
-¿Es hoy la fiesta? –pregunto mirando a Do.
-Mañana a la noche. –responde con la boca llena de mochis.
Ying y yo lo retamos por comerse tantos a la vez. –Ani no puede pero yo
iré. Claro para acompañarte. –responde coqueteándole a Do con el guante
de cocina.
-¿Por qué no puedes? –pregunta Lei.
-Tiene una cita. –Miro a Ying para que no siga hablando pero es tarde.
-¿Una cita? -¿Con quién? -Preguntan Lei y Do al mismo tiempo.
Ying sonríe inocente y se gira hacia el horno fingiendo estar ocupada con
él. Los chicos me miran impacientes esperando una respuesta y asiento en
silencio. -¿Con quién? –vuelven a preguntar juntos a la vez. Es gracioso lo
sintonizados que están.
-Con un amigo. Iremos a escuchar una ópera.
Do suelta una risa y escuchamos a Ying soltar un pequeño grito, Do se
acerca rápidamente a ayudarla pero ella lo calma ya que solo toco
levemente el vidrio del horno.
-¿Con quién? –pregunta Lei buscando mi atención.
-Con un amigo. –repito mirando la mesa. Subo la vista y sonrío intentando
que deje el tema pero su expresión es seria.
-Como tu amigo exijo saber quién es el amigo con el que vas a salir.
-Con Feng. –respondo dándome por vencida.
-Feng Kong, ¿el cazador de animales?
¡No es un cazador de animales! Miro enojada a Lei y niego con la cabeza. -
Hable con él sobre ese tema y no es como ustedes creen. Su padre cazaba
cuando era joven y lo obligaba a cazar a él pero desde que falleció no
volvió a cazar.
-¿Y tú le crees?
-Sí, le creo. –respondo solo para hacerle frente. ¿Por qué insiste tanto con el
tema? Su mirada no deja mis ojos y no me dejo intimidar, lo miro con la
misma intensidad.
-De todos modos, no podrás asistir.
Lo miro sorprendida, ¿cómo dijo? –¿Por qué no?
-Tenemos el viaje del concurso. –dice comiendo un nuevo mochi.
-¿Un viaje? –pregunta Do volviendo a nosotros, tiene puesto un delantal y
el budín en las manos. Miro confundida a Lei, ¿qué viaje se refiere?
-El premio del concurso además del dinero para la universidad es un viaje a
Fujian.
Do abre la boca mirándonos sorprendido y emocionado pero yo no estoy
muy segura. No recuerdo haber leído en ningún lugar que mencionaba un
viaje. –Y déjame adivinar, es mañana el viaje.
-Son normas del concurso. –responde Lei evitando mi mirada encogiéndose
de hombros con su expresión de inocente.
Nuestro siguiente plan con Ying era ver una película y como los chicos
habían decidido quedarse los invitamos a verla todos juntos. Cortamos el
budín en pequeñas rodajas y haciendo nuevos mochis los servimos en
platitos para acompañar la película.
Nos acomodamos en la sala con las luces apagadas.
Ying se sienta a mi lado pero Do me empuja para sentarse él. Me obliga a
moverme hasta quedar a un lado de Lei.
-¿Que estaban viendo? -pregunta Do apoyando la cabeza sobre el hombro
de Ying.
-Live actión de la Sirenita. -responde mirándolo de reojo. Está un poco
tensa por su cercanía pero sonrojada. Sonrió poniendo la película.
Luego de una hora escuchamos los ronquidos de los chicos. Están dormidos
desparramados sobre sus asientos.
-Do tu cabello me pica en los ojos. –se queja Ying intentando moverlo.
Rio levemente hasta que un peso en mis piernas me interrumpe la
respiración. Miro y es la cabeza de Lei. Mi primer instinto es quitarlo pero
su tierna expresión dormida detiene mis movimientos. Mi mano se mueve
hacia su cabello pasando los dedos entre ellos una sola vez y él se acomoda
mejor entre mis piernas.
Miro a Ying y ella tiene la misma expresión de asombro. Dejo mis manos
en el sillón y continuamos viendo la película. Siento unos dedos rozar mi
mano, es la de Lei. La atrapa y la lleva a su cabello. Bajo la mirada hacia él
y como si sintiera mi mirada abre sus ojos mirándome fijamente. Parpadea
una vez animándome a continuar así que lentamente muevo mis dedos entre
sus cabellos y sus ojos se vuelven a cerrar.
Cuando terminamos de ver la película Do finge no despertarse para
quedarse a dormir y lo logra. Convence a Ying de invitarlo a quedarse. Pero
creo que era más seguro para ella ya que sus padres no estaban. Su barrio
no era peligroso pero se sentiría más segura con Do en su casa.
Me sorprende Lei cuando sin abrir sus ojos me pasa la llave de auto. –
¿Puedes manejar tú? Estoy demasiado cansado para hacerlo yo.
En realidad no puedo negarme al ver su expresión tan tierna pero acepto
con mi mejor expresión seria. -Conduciré a tu casa y luego me tomare un
auto hasta la casa de Do. –le explico mientras manejo.
Él se endereza en el asiento rápidamente. –De ninguna manera. Vamos a
casa de Do, luego me iré. –dice volviendo a inclinarse sobre el asiento y
dormir.
-Pero dijiste que estabas muy cansado para conducir.
-Dormiré mientras tú conduces.
Meneo la cabeza y muerdo mi labio inferior para evitar una sonrisa. No
creo en su excusa pero él sabrá lo que hace.
-Hey…-lo llamo y abre sus ojos mirándome. –¿Es cierto lo que dijiste
antes?
-Yo nunca miento. –responde volviendo a cerrar los ojos.
Suelto una risa involuntaria y vuelve a mirarme. –Todos los hombres
mienten. –susurro sin mirarlo.
-No todos los hombres somos iguales. –Asiento negando al mismo tiempo
en silencio.
– Pregúntame algo, lo que quieras. Te responderé con la verdad.
-¿Por qué me elegiste para tocar contigo en el concierto y no a tus
compañeros?
-El señor Han-Tu me dio a escoger pero quería tocar contigo. Confío más
en ti.
-¿Que pensaste de mi cuando nos conocimos?
-Que eras extranjera. Y muy hermosa.
-¿Es cierto que el concurso nos premio con un viaje?
-No. Lo invente porque no quiero que salgas con ese chico. –Lo miro
sorprendida ya que tenía razón y lo admite tan fácilmente. –Si pides la
verdad deberás estar preparada para recibirla. Pero también es un premio
para nosotros, a ti te gusta mucho la naturaleza y el viaje en tren es solo de
una hora.
¿Dijo viaje en tren? Amaba viajar en tren. Amaba los trenes. Disimule mi
sonrisa con una expresión de duda. -¿Y qué ganas tú?
-Verte feliz.
Y ahí estaba. Mi tonta sonrisa y mis mejillas sonrojadas. Gracias al cielo
que Lei tenía los ojos cerrados. -¿Tienes pasajes en tren? Me encanta viajar
en tren. Antes de venir a China, viaje de Madrid a Paris en tren, fue
precioso.
-Lo sé.
¿Qué? -¿Cómo que lo sabes?
-Que hay un viaje en tren de Madrid a Paris.
Asiento en silencio. Detengo el auto fuera de la casa de Do y lo miro
esperando que se despierte pero no se mueve. Me acerco estudiando su
respiración, ¿realmente se durmió tan pronto?
De pronto su cuerpo se mueve en un segundo hacia adelante y sus ojos se
abren sin darme tiempo a alejarme me quedo quieta donde estoy. Me mira
tomándose el tiempo de observarme y abro la boca inútilmente para que
ninguna palabra salga. Inclina la cabeza sonriendo.
Levanta la mano y encuentro mi voz deteniéndolo. -Llegamos. –susurro
mirando hacia afuera un momento.
Asiente sin correr la vista y luego se baja. Me golpeo mentalmente y
enderezándome también me bajo.
Detiene mi puerta y pienso de nuevo si decirlo o no. Pero es lo mejor. –No
iré al viaje.
Se gira a mirarme y cierra la puerta del auto. –¿Por qué?
-No es correcto que hagamos ese viaje.
-Es un viaje de amigos.
-Invita a los demás entonces.
-Es un viaje de amigos entre nosotros dos.
-No estaría bien.
-Todos creen que es el premio del concurso.
-Yo lo sabré.
-Será nuestro secreto. La pasaremos bien. Fujian es muy lindo, tiene un
monte que podemos visitar y me dijeron que las primeras horas del día son
las mejores para ir, cuando sale el sol. –Sonrío desviando la mirada. Con
eso ya me convenció y lo sabe. –Y hay un templo donde podemos preparar
y tomar té milenario. –dice inclinándose susurrando. –Es una receta que
solo lo consigues ahí.
Asiento evitando su mirada pero su mano viaja a mi mentón subiéndolo
para que lo mire. ¿Sabrá que sus ojos con la luz del sol directo se tornan de
una tonalidad más clara de marrón? ¿O que llego a distinguir algunas pecas
sobre sus mejillas? Sus ojos también recorren mi rostro y me encantaría
saber que está pensando.
-¿Aceptas? –pregunta con una sonrisa tímida.
-Acepto.
Su sonrisa se amplia y desvío la mirada temiendo acercarme y cometer una
locura. –El viaje es por el fin de semana. Vendré a buscarte mañana
temprano, a las 8.
Asiento y lo despido con la mano mordiendo mi labio inferior. Entro a la
casa de Do aun sin creerlo. Un viaje. Los dos solos. Podríamos invitar a los
demás pero yo también quería hacer el viaje los dos solos. Sin embargo me
encargaría de fijar los límites. Lei era un caballero pero era un hombre y no
quería que hubiera ningún problema. Podíamos disfrutar del viaje, visitar
lugar y comer en muchos sitios como amigos. Como habíamos quedado.
Mi alarma suena despertándome de mi sueño. Había preparado la mochila
la noche anterior, así que pude arreglarme con tiempo hasta que mi teléfono
vibra avisando de un mensaje. Era Lei que estaba esperándome abajo.
Conduce hasta la estación de Hongqiao y tomamos el tren hasta Hangzhou.
El tren está bastante concurrido por lo que nos sentamos rápidamente sin
movernos durante el viaje. Lei de primeras se duerme así que elijo el
asiento contra la ventanilla para ir mirando todos los paisajes, casas
alejadas o animales que nos cruzáramos. Luego de una hora llegamos y
decidimos dejar nuestros objetos en el hotel para no caminar tan pesados.
-¿Ya lo tenías todo preparado? –pregunto cuando volvemos a salir del hotel.
Lei ya tenía las reservaciones y las habitaciones. Asiente seguro de su
juicio. Sonrío y miro las calles. – ¿Dónde comenzamos?
-La Pagoda Liuhe. –dice señalándola y asiento alcanzándola a ver.
Luego de un pequeño viaje llegamos a la colina Yuelun y veo la inmensa
pagoda, pareciera un faro al ver que limita con el rio. Caminamos subiendo
los escalones y llegamos a la pagoda. Miro maravillada la gran entrada del
templo.
-La Pagoda de las seis armonías. Representa la prédica del budismo. –
explica Lei. Lo miro esperando que continúe. –Fue construida por primera
vez en 970 en el tercer año de la dinastía Song del Norte para calmar las
mareas del rio Qiantang. Por eso dicen que tiene la forma de un faro, al
limitar con el rio los navegantes podían guiarse por la luz del interior de la
pagoda y llegar a salvo a tierra. Pero en 1121 durante la época del
emperador Xuanhe la destruyeron durante la guerra. Esta pagoda fue
reconstruida en 1156 durante el reinado del emperador Shaoxing de la
dinastía Song del Sur.
Impresionante. No sabía que era más increíble si el monumento o la gran
memoria de Lei al recordar tantas fechas y sucesos históricos.
Entramos a la pagoda. Contaba con siete pisos y era impresionante como al
observar hacia arriba en los techos se veían pinturas de animales, flores o
personajes históricos.
Quedo impresionada por lo hermoso que es, el interior es precioso.
Tomo muchas fotos hacia todo lo que veo, también de él, muchas de Lei y
algunas donde posábamos los dos. Subimos hasta el último piso y la vista
hacia afuera es impactante. Podías ver toda la ciudad luego del rio y hacia
el otro lado el bosque con sus árboles. Saco aun más fotos ahí arriba.
También una pagoda más pequeña que luego visitamos al salir. El techo de
madera roja y se utilizaba comúnmente para rezar budismo pero tanto Lei
como yo no éramos budistas así que solo la apreciamos un momento,
tomamos algunas fotos y nos dirigimos al rio. No permitían comer ni beber
para mantener el orden así que no pudimos alimentarnos a pesar de que ya
estaba cayendo la tarde pero tan maravillada estaba apreciando lugares que
no tenía demasiada hambre. No sabía Lei pero no había hecho ningún
comentario al respecto. Solo continua a mi lado, sonriendo y soltando
alguna sonrisa por mis expresiones de emocionada y posando para fotos
cuando le pedía. Aunque muchas había salido sin prestar atención, mirando
atento algún punto en especifico y eran las fotos más lindas.
Volviendo a la ciudad decidimos comer algo porque ya estábamos
comenzando a sentirnos famélicos y a provechábamos a descansar un
momento. Decidimos comer en el restaurante Lou Way Lou.
-¿Cuál es el típico platillo? –pregunto mirando el menú.
-Fotiaoqiang, pero no lo veo en el menú. –responde Lei.
-¿Que tiene?
-Lleva muchos ingredientes, pepino de mar, abulón, aleta de tiburón y vino
Shaoxing. – me explica mirando su menú.
Bajo el mío mirándolo fijamente. ¿Dijo aleta de tiburón? Eso es nuevo. –No
puedo. – niego con la cabeza.
-¿Demasiado para ti?
-Soy alérgica a animales de mar.
Me mira un momento y vuelve la vista al menú. –Puedes pedir sopa de pato
con brotes de bambú.
-No puedo comer pato. –susurro imaginándome al patito muerto. Vuelvo a
negar con la cabeza. -Lei suelta una risa y asiente. –Oh! Me encantaría
probar el té de Longjing.
-Son camarones, no puedes. –Asiento cabizbaja. –Podría traernos solo las
hojas en infusión, un té de Longjing, Ming Qian.
El camarero asiente. –Podemos hacer eso.
Miro agradecida a Lei. ¡Probaría las hojas infusionadas, el té! Me mira con
una sonrisa y mira al camarero pidiendo el pescado del Lago del Oeste con
salsa agridulce. Que nombre largo tenían algunos platillos.
-Puedes pedir los guisados brotes de bambú. Tiene un sabor refrescante y es
rico en fragancia. –aconseja Lei.
-Y combina excelentemente con el té de Longjing. –agrega el camarero.
Asiento en silencio. Me convenció cuando dijo brotes de bambú.
El camarero vuelve con nuestros pedidos. El plato de Lei se ve
espectacular, la salsa tiene un brillo que ilumina el pescado. Lástima que no
podría probar nada. Mi plato también brilla. Me gusta la salsa de soja y las
semillas de sésamo espolvoreadas por todo el plato. Pruebo el bambú
primero ya que nunca lo había comido pero en realidad no tiene un sabor
potente, su sabor en realidad era muy suave, lo que le daba el sabor era la
salsa. La combinación final me encantaba.
-¿Has probado alguna vez el bambú? –Lei niega con la cabeza en silencio.
–¿Enserio? Ten, prueba un poco. –digo ofreciéndole unos brotes pero
cuando iba a dejarlos en su plato atrapa mi mano y come directamente de
mis palillos. Me sorprende su falta de timidez pero en realidad nadie nos
estaba prestando atención así que me relaje esperando su opinión. Asiente
mientras come. Hace una expresión extraña como si no le hubiera gustado
pero se hubiera obligado a probar. Suelto un corta risa. – ¿Realmente nunca
lo habías probado?
-Sí, pero quería probar tu plato. –dice levantando la mirada mirándome
fijamente y sonríe ladeando la cabeza.
-Oh, me hubieras dicho. Ten te comparto. –digo en broma inclinándome
lista para darle unos brotes de bambú pero niega rápidamente con la
cabeza.
-Disfrútalos tú. Son tuyos. –responde y asiento desviando la mirada
sonriendo. –Así que, tu amigo, Feng, ¿está enojado y ya no te habla? –
pregunta sin levantar la vista de su plato.
-No, ¿por qué lo dices? –pregunto tomando más bambú. Ahora sé lo que
siente un panda. Esta sensación es preciosa.
-Ya que le cancelaste para venir a un viaje conmigo. –dice susurrando al
final de su oración y entiendo hacia dónde va sus intensiones. ¿Estaría bien
si saco un poco de provecho a la situación? Así siente que no tiene el
camino tan libre.
-Oh no, al contrario, me dijo que disfrute viendo los templos y después le
muestre las fotos que tome.
-Que amable. ¿Quiere ver también las fotos donde sales conmigo?
Mis ojos se abren un momento. Vuelvo rápidamente a mi expresión
tranquila ya que él me mira esperando una respuesta. Sonrío asintiendo. –
Claro, no hay nada de malo que vea una foto con un amigo.
-Que amable.
¿Lo repitió o me pareció a mí? –Incluso me invito a un evento cuando
volvamos.
-Que amable. –responde nuevamente mirando el plato fijamente.
-Eso ya lo dijiste. –digo mirando que no cambia su expresión.
-Él es muy amable. Y rápido. –dice en voz baja sin mirarme concentrado en
sus pensamientos.
Lo dejo con sus murmuraciones y pruebo el té. Tiene un peculiar color
dorado, huelo su aroma y me llegan unas notas de incienso y lo pruebo.
Siento unos toques a tostado y nuez, es suave pero con cierto picor fresco al
final. Me encanta.
Cuando terminamos de comer, Lei paga la cuenta y caminamos recorriendo
las calles principales. Comenzamos a ver todos los edificios iluminados con
luces de distintos colores y vuelvo a encender mi cámara.
-¡El espectáculo! –recuerda Lei como si lo hubiera olvidado. Lo miro con
duda a que se refiere pero toma mi mano y me obliga a correr junto a él
hacia un auto. Le da la dirección del Lago del Oeste. Llegamos y veo que
están todos observando el lago oscuro. Lei aun tomado de mi mano me
conduce hasta unos asientos. –Lo hacen cada noche pero mañana no
estaremos aquí de noche y no quería que te lo perdieras.
Oh, que dulce es… ¿me trajo a ver un lago oscuro? Quiero decir me gusta
la idea pero no veo nada. –Lei, es muy oscuro…-susurro inclinándome
hacia él aunque en realidad no lo veo.
De pronto luces se prenden y lo veo a centímetros mío, su nariz roza la mía.
Sus ojos se mueven un segundo hacia la izquierda volviendo a mis ojos.
Sonríe cuando giro mi rostro y miro la cantidad de luces de colores. Los
árboles de todo el límite están iluminados también y la luna real iluminada
en el agua. Y logro entenderlo, es un espectáculo de colores sobre el agua.
Aprieto su mano y Lei entrelaza nuestros dedos.
Inicia una bellísima mujer sentada sobre una delgada hoja sobre el agua
tocando un instrumento. La música es delicada y suave. De alguna dinastía
que no logro reconocer. Luego van contando una historia mientras se
deslizan sobre el lago iluminados por colores muy especiales y es increíble.
Quedo maravillada al verlos marchar sobre el agua. Cuando tocan los
tambores y el agua salta cambiando de colores. Cuando pasan volando unas
aves que imagino que son personas pero gracias a las luces parecen aves
reales. O el hermoso final cuando pasan en esas antiguas barcas todos los
actores y saludan luciendo sus trajes representativos culturales.

Al otro día, Lei me había avisado que saldríamos para el templo Lingyin
muy temprano por la mañana así que cuando me envía mensaje de buenos
días yo ya estaba despierta y lista para partir. Lo espero en el comedor
mientras pruebo algunos alimentos y él también desayuna antes de irnos.
Llegamos al templo y era inmensamente grande. No sabía hacia dónde
mirar o donde empezaríamos primero. Todo estaba señalizado y rodeado de
árboles grandes y altos hasta el cielo. Se respiraba un aire de calma y paz
que era precioso. Lei se acerca a una señora y le pidió algo señalándome y
sonriendo. No logro escuchar su conversación y cuando se acerca
asintiendo y sonriendo hacia mí miro a Lei asustada. La señora me conduce
hacia una habitación pero Lei me tranquiliza asintiendo dejándome guiar.
La señora me muestra distintos trajes tradicionales y combinando con mis
rasgos dándome a elegir el que quisiera. Escojo uno en color rojo. Han fu
me exlica que se llama. Es una túnica que envuelve la cintura, llegaba a la
altura de la rodilla con mangas muy anchas y largas y una falda llamada
chang también ligera que cae hasta los tobillos. Ambas eran de seda. Y
luego para el peinado me recoge solo unos mechones delanteros dejando
algunos cabellos sueltos dándole forma de un moño sujetándolo con un
broche pasador y le agrega en decoración unas cintas de seda que caían al
final de él a lo largo de mi cabello.
Me deja verme en un espejo y giro sobre mis pies para verme completa. Es
precioso, parecía una antigua dama china. La señora sonríe inclinándose y
le devuelvo el gesto agradeciéndole el tiempo que se tomo ayudándome a
vestirme y peinarme. Me entrega un abanico y me explica que lo utilice
solo para casos especiales. Recuerdo que antiguamente se utilizaba para
coquetear y mis mejillas se sonrojaron. No era esa mi intensión pero lo
acepto agradeciéndole.
Busco a Lei y solo algunas personas me miran disimuladamente de reojo
pero distingo muchas mujeres vestidas similares a mí así que era bastante
normal. Me encuentro con él y se acerca sonriendo. Su mirada recorre mi
cuerpo y vuelve a mis ojos, se inclina mostrando su respeto y mis mejillas
se vuelven a sonrojar. Abro mi abanico mirándolo por encima como había
visto que hacían en las películas y me inclino mostrándole mis respetos.
Cuando me enderezo y vuelvo la mirada hacia Lei por primera vez lo veo
sonrojado, su sonrisa se mantiene y me mira fijamente con las mejillas con
un color levemente rosado. Él también se cambio pero solo tiene una túnica
sobre su ropa diría. Es igual de larga que la mía y de una tonalidad rojo más
oscura casi negra con unos diseños orientales ambientales.
Le sienta bien la combinación, hace un contraste con su imagen cotidiana
de chico tímido.
Pero me gusta, no puedo quitar la vista de él.
-¿Vamos? –pregunto comenzando a caminar.
-No, espera –dice tomando mi brazo rápidamente deteniendo mis pasos.
Queda un momento en silencio y saca mi cámara de su bolso que le había
dado cuando llegamos. – Necesitas hacerte una foto. Es por buena suerte.
Sonrío y poso junto a las puertas del templo. Me toma varias fotos así que
hago varias poses subiendo mis manos, inclinando mi cabeza hacia atrás,
una que me saca desde atrás viendo hacia el templo. Pero luego niego con
la cabeza tapando mi rostro. Ya eran muchas fotos. Riéndome le quito la
cámara y le tomo fotos a él. Luego de unas poses, comenzamos el
recorrido.
-Bienvenida al Salón de los Reyes Celestiales, es la entrada formal del
templo. –explica Lei era larga y muy ancha. Y tenía dos aleros. Al frente
ponía una placa. –Está escrita por el emperador Kangxi. Fue el emperador
de la dinastía Qing. La estatua principal es Buda Maitreya en su
manifestación como la bolsa de tela monje. –me señala el gran Buda
sentado riéndose. –En la parte posterior, frente a la colina, es la Bodhisattva
Weituo.
Asiento prestando atención a sus explicaciones mientras observábamos las
demás estatuas. Eran impresionantemente grandes, de piedra con leves
marcas por el paso de los años. Los pájaros cantaban mientras seguimos
recorriendo encontrando más estatuas, piedras grandes, manantiales con
agua cristalina con pequeñas hojas de la vegetación flotando. Luego
entramos al Salón de Buda de la Medicina. Lei me explica que era la
tercera sala en el templo del Alma Escondido, el Hall Buda de la Medicina,
estaba situada detrás del Grand Hall. Estaba flanqueado por dos
Bodhisattvas,
Suryaprabha y Candraprabha. Simbolizaban la luz del sol y de la luna. Eran
preciosos.
-Aquí veneran la estatua de Sakyamuni Buda, es la mayor estatua budista
de madera en China. –susurra Lei inclinándose hacia mí para no molestar a
los que estaban rezando. Muchos se quedaban largos momentos
observándolo o se inclinaban mostrando sus respetos y peticiones a la
estatua. Era muy grande, Lei dijo que se tallo en 1956 en el estilo de la
dinastía Tang y se recubre con 60 taels de oro. Era impactante.
Continuamos el recorrido mientras Lei continua explicando sobre demás
temas históricos que escuchaba fascinada, me encantaba que supiera tanto
sobre historia, era precioso escuchar las historias originales viendo los
lugares en vivo, hacia la experiencia mucho más real. Llegamos a un nuevo
templo con un mural de piedra por fuera en uno de los laterales. Estaban
talladas figuras de animales, plantas y demás inscripciones del templo. Es
mi parte favorita.
-Leones de Fu o perros de Fu. Pinyin, shíshi. –explica Lei cuando me quedo
fascinada observando el animal. Es como un león con cabeza de dragón. –
Son considerados como un símbolo de protección contra malos espíritus,
malas energías y malas personas. Se solían adornar palacios, edificios y
hogares con figuras de estas criaturas en parejas, formadas por un macho y
una hembra. En la antigüedad, cuando se origino la figura llegando a los
hogares, solía decirse que el león Fu macho tenía encomendada la tarea de
proteger a los integrantes del hogar fuera de este mientras que la hembra
protegía el hogar.
-Me encantan. Son hermosos. –digo acercándome a observarlos a detalle.
Sonrío admirando su boca abierta mostrando los colmillos y la lengua y sus
ojos muy abiertos.
Pasamos por delante de una plantación de bambú y me detengo
involuntariamente, observándolos más de la cuenta. Conocía los bambús de
toda la vida pero era increíble ver los grandes y largos tallos en persona.
-Estás más cerca. –comenta Lei a mi lado. Me encojo de hombros, se estaba
siendo larga la espera para visitar los pandas pero era un sueño que no
abandonaría.
Mantengo mi sonrisa mirándolo.
-Pronto estaré ahí. El mes que viene que no tenemos exámenes ni fechas
importantes.
Lei asiente y continuamos caminando. Finalmente llegamos al Salón de
Quinientos Arhats.
-Es actualmente la mayor sala de Arhats en China. Cada estatua es de 1,7
metros de altura y 1,3 metros de ancho. Sus partes del cuerpo de color luz
bronce se tallan en varias posturas originarias de la época. –me cuenta
mientras recorremos la estructura.
Es muy hermoso. Sus techos con doble aleros sobresalían hacia arriba.
Había más de 500 estatuas de bronce con posturas armoniosas y líneas
suaves. Subimos unas escaleras llegando a lo alto del templo donde nos
ofrecen el té originario en una bandeja donde lo podíamos servir nosotros.
Nos sentamos viendo el paisaje y disfrutamos el té.
-Así debieron haber tomado el té tus antepasados. –digo mirando hacia al
frente con la taza sobre mis manos.
-Mis antepasados tomaban té dentro del templo, eran reyes. Yo estoy
rompiendo las reglas al tomarlo afuera aquí contigo.
Retengo una risa y asiento siguiéndole el juego. –Y con una extranjera. No
estaba bien visto en aquella época.
-Eso no es problema. Como heredero puedo nombrarte princesa y quedarías
como invitada de honor al templo. –Su expresión se torno seria y
mirándome fijo asiente. –Te nombro princesa y la montaña lo aprueba con
su brisa moviendo las copas de los arboles. Ahora debes darme algo para
que simbolice que lo aceptas. –inclinándose susurra la última oración.
Comienzo a buscar pero solo tengo la ropa, corre una nueva brisa y veo la
cinta en mi cabello. La desato y la anudo sobre su muñeca. Ya tiene una
pulsera roja pero la anudo luego de esa. Lei se la queda mirando y luego
sube sus ojos hacia los míos.
-Acabas de unirnos en matrimonio. –dice señalando la cinta. Sorprendida
no sé qué hacer pero luego Lei se ríe. –Es broma. Pero si el lazo unía
antiguamente familias. Por eso debes tener la tuya. –me entrega una linda
cajita blanca con un moño pequeño por encima. La abro y encuentro un
brazalete de tiras rojas con un símbolo chino que reconozco como el ying y
el yang. Es el mismo símbolo que vi en su brazalete. Lo retiro de la cajita y
dejo que Lei lo coloque sobre mi muñeca. -Simboliza los destinos
entrelazados entre dos almas. No importa donde vayamos, no importa lo
que hagamos: siempre estaré ahí para ti, siempre estarás ahí para mí. Unirá
nuestro amor, lo guardara en silencio este templo. –dice con los ojos
brillando y la vista hacia el frente.
Volvemos a la entrada del templo donde recuperamos nuestra ropa y
volvemos a la ciudad. Nuestro tren está por salir así que no tenemos tiempo
de recorrer más la ciudad pero no me molesta. Al contrario en el viaje de
vuelta me recuesto sobre mi asiento y mientras miro el paisaje pasar sonrío
feliz por los días tan hermosos que pasamos. Fue una increíble experiencia.
Me debo haber quedado dormida porque cuando despierto estoy inclinada
sobre el hombro de Lei y su brazo en mi cintura. El tren se detiene y Lei
aprieta su brazo evitando que mi cuerpo se vaya hacia adelante. Retira su
brazo y miro hacia afuera, llegamos a Shanghái.
Me acompaña a casa de Do que me recibe abrazándome fuertemente
revisándome si estoy entera, si no me lastime y demás preguntas mientras
tuerce mi cabeza. Me quejo en voz alta y me libero tranquilizándolo que
estoy bien.
-¿Lei te trato bien? No se sobrepaso, ¿verdad? Dime, ¿se sobrepaso? –
pregunta mirándome serio.
-No, él no se sobrepaso. Recorrimos la ciudad, cenamos en un lugar muy
lindo, vimos un espectáculo de luces y hoy recorrimos todo el templo del
Retiro del Alma.
-Oh, que aburrido. –dice cambiando su expresión por una aburrida.
-¡No fue aburrido! Aprendí mucho sobre historia, Lei es un gran
historiador, vi mucha naturaleza, conocí muchos templos y estatuas. Fue
precioso.
-Sí, aburrido. –dice restándole importancia.
Me cruzo de brazos mientras caminamos hacia mi habitación. –¿Tú cómo
estás?
-Bien… estoy preparando el cumpleaños de Ying. Y necesito tu ayuda.
-¡Sí. Que divertido! –exclamo emocionada. Me imaginaba volviendo a
utilizar el atuendo del templo y me sonroje al recordar las palabras de Lei
en la montaña: ‘’Te nombro princesa y la montaña lo aprueba con su brisa
moviendo las copas de los arboles.’’
-…y la temática que escogí es victoriano. –dice Do buscando mi
atención.
-¿Victoriano? –pregunto sin saber si escuche bien. Él asiente.
-Ying le encanta esa época pero primero necesito resolver unos asuntos y
reservar el salón. Cuando llegue el momento necesito que la distraigas y la
lleves allí.
Asiento sin problema. –Claro. ¿Qué asuntos tienes que resolver? ¿En qué
estás metido, Do? –Él evita mi mirada y niega con la cabeza en silencio. –
¿Ocurrió algo con tu mamá?
-No más que la última vez. Yo me encargare, tú no te preocupes. –dice
besando rápidamente mi frente y luego desaparece por las escaleras.
Luego de bañarme hablo un momento con mi tío, hace varios días no
hablábamos. Las cosas estaban un poco más calmas pero nunca podía bajar
la guardia.
Capítulo XII

Al otro día nos reunimos a desayunar con Ty y contarle el increíble viaje,


ella a diferencia de Do, salta y grita como una loca emocionada como yo
por todo lo que habíamos hecho.
Me cuenta que finalmente dejo a su novio. Cortando toda relación entre
ellos. Incluso elimino su teléfono.
-La relación ya no daba para más. Él no era el mismo. Ya no quería estar
con un tipo que no me valora. Puedes creer que nunca me respondió. Me
tiene bloqueada o cambio su número de teléfono. ¿Piensa que lo voy a
llamar? Por favor, él se pierde de estar conmigo. No al revés. -Asiento
admirando su fuerza. Ty siempre iba para adelante pasara lo que pasara y
siempre se colocaba en primer lugar, siempre su prioridad era ella. Me
encantaba eso. -En fin, cuéntame, ¿tú qué piensas hacer?
-¿Con respecto a qué?
-Acabas de vivir unos días con Lei como unos enamorados y luego te invita
a salir Feng y lo aceptas. Quiero decir estoy de acuerdo contigo pero tú no
eres así.
-Dicho así pareciera que tengo dos opciones para elegir cuando ninguno es
una real opción. –Ty me mira fijamente con una expresión que no creer mis
palabras. –Es cierto. Feng tiene novia y somos amigos solamente, nunca me
ha demostrado lo contrario. Y con respecto a Lei, no lo sé… es un buena
persona, caballero y dulce, solo somos amigos, él ya lo ha dejado aclarado.
En el viaje no intento hacer nada que pueda malinterpretarlo.
-¿Y el comentario de nombrarte princesa? He vivido toda mi vida aquí,
estudie la cultura china y déjame decirte que no se hacían esos
nombramientos.
Suelto una risa. –Claro, tonta. Solo fue una broma.
-Es que ese es mi punto. No te hizo una broma sobre el clima, bromeo con
casarse. Eso aquí no es una broma. Los chicos aquí no bromean con esas
cosas y cuando las hacen algo de verdad hay en el fondo.
Niego con la cabeza sin enredarme en las palabras de Ty. –Yo sí lo veo
como una broma. No recuerdo quien la comenzó pero solo fue una broma.
Él es mi amigo, ya lo ha demostrado. Quiero quedarme con eso.
-Si tú lo dices. –susurra asintiendo.
Luego de comer unos deliciosos dumplings me deja en casa de Do. Me
había enviado un mensaje que estaba en casa de Fushian terminando un
proyecto así que la casa estaba tranquila y en silencio.
Me llega un mensaje y lo abro mientras me recuesto sobre los asientos de
mi balcón. Había decidido sentarme afuera un momento aprovechando el
frío soportable de la noche. Aun no hacía frío de invierno, así que era
relajante disfrutar de estar afuera.
Es una imagen que la envía Lei. Aparece su muñeca con mi cinta roja
anudada que le di en el templo. ‘’Me quedare este regalo.’’
Oh! No la había devuelto. Me había olvidado que Lei la tenía en el
momento que devolví el resto de la ropa. Le envío unos emoticones
divertidos, sorprendida que aun la tenga puesta.
Al otro día desayuno unas frutas esperando que pase Ty por casa de Do.
Seguimos hablando con Lei por mensaje y me río de sus bromas.
-Señorita, su amiga está afuera tocando la bocina muchas veces. –me avisa
el señor
Mintong. Le agradezco tomando rápidamente mis cosas corriendo hacia la
entrada. -Ya vine, ya vine. –aviso subiendo a su auto. Respondo un nuevo
mensaje y bloqueo mi teléfono colocándome el cinturón.
-¿Quien te escribe tan temprano? No me digas que otra vez es Tom. –dice
escuchando que llegan notificaciones a mi teléfono, suena dos veces.
-No, es Lei. –digo viendo sus mensajes. Le muestro a Ty cuando llegamos a
la universidad y suelto una risa, estábamos discutiendo sobre la caricatura
Pucca. Lei me discutía seguro que había un episodio donde Garu hablaba
pero yo estaba segura que no había ninguno. Garu nunca hablo en ningún
episodio. Pero luego Lei me envía un sticker de Garu en la playa y
comenzamos a enviar solo imágenes del dibujo.
-¿Estuvieron toda la mañana enviándose mensajes? –pregunta Ty subiendo
por la conversación mirándome sorprendida. Sonrío asintiendo en silencio.
–Vamos a clase. – dice bajándose del auto devolviéndome el teléfono. Le
envío rápidamente otra imagen a Lei.
-¡Ani! Necesito tu oído de música… de cantante…necesito que me ayudes
con una canción. -me pide Feng tomando mi brazo llevándome hacia la sala
de ensayos de música. Estábamos en el almuerzo y había terminado así que
tenía tiempo hasta mi siguiente hora. -¿Recuerdas la chica que te nombre
hace unas semanas? –Asiento. Feng me había contado sobre una chica que
le gustaba mucho pero no había entrado en detalles. –Es española y vi a
través de su lista de spotify que le gusta un cantante, José Luis Perales. Y
hay una canción que se llama…-revisa su teléfono buscando el nombre.
-El amor. –respondo adivinando. Feng me mira sorprendido y asiente. –Es
preciosa esa canción. Es una de las más conocidas del cantante.
-¿Como la conoces? ¿También te gusta el cantante?
-Oh no. Le gustaba a mi papá. A veces escuchábamos ese tema y por eso lo
conozco. ¡Es genial! Porque quiero cantárselo a Raquel pero necesito ayuda
con la letra. Hay algunas palabras en español muy complicadas.
-¡Oh, Feng! ¡Es un gesto bellísimo! ¡Claro que te ayudo! –digo aplaudiendo
emocionada. Que romántico. Me encantaba cuando los chicos aun tenían
esas acciones tan lindas. Le prometo que luego de mis clases volvería y
ensayaríamos ya que mañana era el cumpleaños de Raquel y quería
mandársela lo más pronto posible.
Cuando vuelvo lo encuentro ensayando con la guitarra. Me enseña la
canción en instrumental que ya la sabe y toca perfecto. Luego lo ayudo con
la parte lirica pero es muy poca la ayuda que necesita, la mayoría de las
palabras las pronuncia muy bien. Quizás se traba más cuando pronuncia la
letra R pero es normal y termina siendo muy dulce como la pronuncia.
-‘’El amor es rezar poniendo el corazón, es perdonarme tú y componerte
yo.’’ –canta
siguiendo la letra.
-Comprenderte. ‘’Comprenderte yo’’. –corrijo su pequeño error. Él asiente
y anota su corrección.
-‘’El amor es tapear un mundo entre los dos, es perdonarme tu y
comprenderte yo’’
–lo detengo antes de que siga. Me llega la risa pero la retengo mientras le
explico el error.
-Crear. ‘’El amor es crear un mundo entre los dos…’’ –explico y dejo salir
la risa. Él me mira indignado por mi burla incluso frunce sus labios
tiernamente. –No es una burla, es muy tierno. –digo calmando mi risa.
-El español es difícil. –se queja soltando un suspiro.
-Lo estás haciendo muy bien. De nuevo. –digo animándolo a seguir.
-‘’El amor, es parar el tiempo en un reloj, es buscar un lugar donde
escuchar tu voz, el amor es crear un mundo entre los dos, es perdonarme tu
y comprenderte yo.’’
Aplaudo emocionada. Le salió perfecto. Feng me abraza rápidamente
contagiado de mi entusiasmo. De pronto siento sus brazos volverse tensos y
me suelta. Sigo su mirada y veo a Lei parado sobre la puerta mirándonos
muy serio. Sonrío saludándolo pero no me devuelve el saludo y se va de la
sala.
-Lo siento. No debí abrazarte fue un impulso, es que estoy realmente
nervioso. Quiero que a Raquel enserio le guste. Espero que Lei no esté muy
enojado.
-No te preocupes, Lei y yo solo somos amigos. Para cuidarme como un
soldado ya lo tengo a Do. ¡A Raquel le va a encantar estoy segura! Además
tu voz con la guitarra hacen una combinación preciosa, tienes un tono de
voz muy especial.
-Gracias, Ani. Iré a grabarlo o a ensayarlo de nuevo y luego lo grabare. –
dice nerviosamente tomando su guitarra.
-¡Avísame que sucede! –pido antes que salga de la sala.
-Lo haré, deséame suerte. –dice fingiendo miedo y cruzo mis dedos
animándolo.
Salgo de la sala y camino hacia casa de Do, Ty se fue temprano y Do estaba
terminando de organizar el salón para la fiesta de Ying así que estaba sola.
O quizás no tan sola. Siento unos pasos atrás mío pero cuando me giro no
veo a nadie. Miro hacia adelante para continuar caminando y me encuentro
de frente con Lei.
-¡Que susto! –digo casi tropezando con mis pies.
-Lo siento. Veo que terminaron de ensayar. –su inocente comentario estaba
cargado de amargura y enfado.
-Solo lo ayude con una canción para una chica que le gusta. No veo que
tiene eso de malo.
-Tienes razón, no me importa lo que hagas o con quien hables.
Asiento pensando lo mismo hacia él. -Así tiene que ser.
-Así hables con muchos chicos, no me importara.
-No hablo con muchos chicos.
-Eres muy extrovertida. Te miran los hombres todo el tiempo.
Lo observo sorprendida y sin saber qué responder. -No controlo quien me
mira.
-Pero controlas con quien hablas.
-¿Que sabes tú? Además puedo hablar con quien yo quiera.
-¿Vas a comenzar a hablar con todo el mundo? –pregunta acercándose
mirándome con una expresión seria y enojada.
-Te estás pasando. –exclamo retrocediendo pero él sigue acercándose.
-Respóndeme, ¿si viniera un estudiante de intercambio también le
hablarías? –pregunta mirándome seriamente.
Desvío la mirada. Es un estúpido. –Eres un idiota. ¿Toda esta discusión por
ayudar a un amigo con un simple favor? –pregunto sin creer que se enfade
tanto.
-Por cantar con él.
-¡Es solo un amigo! Igual que tú, así que déjame en paz y no vuelvas a
insinuar que soy una cualquiera porque no lo soy.
Paso por su lado sin dejarlo responder y camino hacia la casa de Do.
¿Quien se creía? Hablarme así e insinuar mentiras sobre mí. Estúpido Lei y
sus celos. Antes de llegar a casa de Do me desvío y camino hacia el centro
comercial. Decido recorrer y caminar para despejarme. Me compro unas
orquídeas. La chica me las envuelve de una manera preciosa utilizando un
papel madera y un listón blanco. Sigo caminando mientras las huelo y su
dulce aroma mejoran un poco mi día.
Volviendo a casa de Do, me dirijo a la cocina y me preparo una cena liviana
rápida. Me siento y comienzo a comer cuando el teléfono me avisa que me
llego un mensaje. Es mi tío preguntando si todo está bien y si me puede
llamar. Le respondo que lo llamaré en 10 cuando termine de comer.
-¡Hey! ¿Qué haces aquí comiendo sola? –pregunta Do entrando a la
cocina.
-No sabía si estabas. –digo encogiéndome de hombros. Además quería un
poco de calma.
Do me revuelve el cabello sonriendo arrugando la nariz. Le pego en la
mano para que deje de molestarme pero logra hacerme sonreír. –Hubieras
enviado un mensaje. Tú nunca molestas.
Imito su gesto arrugando la nariz. –¿Tú cenaste?
-El señor Mintong nos preparo la cena. ¿Tú no comiste nada?
-No tenía hambre. Sigo con la costumbre de cenar tarde.
–¿Ahí conociste a tu amiga, verdad? En tu viaje rebelde a Italia.
Asiento y recuerdo esas épocas. -Ty también estaba atravesando años
difíciles. Pero nos apoyamos mutuamente y la pasamos muy bien. Fue muy
divertido. –yo estaba tan enojada y a pesar de que las dos estábamos tan
despreocupadas es justo decir que fue Ty la que me ayudo a volver a mí.
-Nunca me contaste qué ocurrió realmente en ese viaje. No todo. Ahí
conociste a Tom. – vuelvo a asentir y lo miro en silencio. No quiero hablar
del tema pero sé que tarde o temprano tendré que decírselo. Él me devuelve
la mirada preocupado. –Me vas a contar qué ocurre con él. Hace unos
meses estabas tan enamorada, parecía que se iban a casar.
-Él se va a casar. –susurro interrumpiéndolo. Do me mira sorprendido. –Me
entere que me engañaba y hace poco me entere que se va a casar. La mujer
está embarazada.
-Lo voy a matar. Pásame la dirección que voy a matarlo. –dice parándose
rápidamente de la silla, casi tirándola. Esta muy enojado con expresión de
querer asesinar a alguien.
-Siéntate. No vas a matar a nadie. Déjalo. –digo tomando su mano para
calmarlo.
-¿Cómo quieres que lo deje? ¡Te engañaba y te rompió el corazón! ¡Y ahora
se va a casar y ser padre? ¡Tú déjame que puedo hundirlo financieramente!
Solo déjamelo.
-Ya lo hice. No te preocupes. Él pagara pero no quiero que sufra su bebé, la
criatura no tiene que padecer los errores de sus padres. –digo calmada. Ya
había accionado mi plan. Era un pequeño regalo de bodas.
-¿Qué hiciste? –pregunta Do sonriendo. Sabe que en los negocios soy igual
de peligrosa que él. Y estaba harta que hombres me pisaran con su sombra.
No permitiría que nadie me haga sufrir de nuevo.
-Yo también tengo mis contactos, no lo olvides.
-Sé que cuando quieres eres muy peligrosa. Tienes cara de ángel pero eres
más astuta que un tigre.
-En eso nos parecemos. Aunque tu cara de ángel es fea. –digo burlándome
soltando una risa y él me mira ofendido.
Me levanta y me tira a un abrazo. –Solo quiero que seas feliz. Que
continúes brillando como siempre, cumplas tus sueños y seas muy feliz. –
susurra apretándome un poco.
-¡Me vas a hacer llorar, tonto! –digo sintiendo las lágrimas en mis ojos.
Pocas veces lloraba, generalmente liberaba el sentimiento de otra manera.
Casi siempre escuchando música. La música me aislaba totalmente de todo
lo exterior. Pero me conmovían las palabras de Do.
De pronto entra Lei interrumpiendo en la cocina. –Estabas tardando mucho.
¿Está todo bien?
Do separa el abrazo y yo bajo la mirada reteniendo las lágrimas. –Iré a
dormir. –digo en tono bajo. Camino hacia la puerta pero el cuerpo de Lei
me interrumpe el paso. – Permiso.
-¿Está todo bien? –su expresión neutra cambia cuando sus ojos miran los
míos. Aunque le agradezco la preocupación solo quiero dormir.
Asiento y cambio mi expresión a la de siempre, sonriendo. –Buenas noches.
-Cuando paso caminando por su lado siento un roce en mi mano. Mi cuerpo
se detiene sin permiso.
Siento la mirada de Lei y mis ojos suben hacia los suyos. Quedan
atrapados como siempre pasa. Me miran profundo, pasando mis barreras.
Siento que ve mis tristezas y frustraciones. Y el presentimiento es
reciproco. También noto su dolor. Más allá de su indiferencia o sutiles
emociones ‘’felices’’, logro percibir su cansancio y frustración.
Ambos estamos destrozados, sufriendo por la culpa de otro.
Vuelvo a sonreír, recordando un consejo de mi madre: por más triste que
estés, siempre sale el sol. Mañana será otro día y volveremos a ser felices. –
Descansen.
Capítulo XIII

Hoy es la fiesta de cumpleaños de Ying. Do quería hacer algo aun más


especial y propuso una fiesta de mascaras, con música clásica de la época
victoriana. Finalmente le hablo a Ying y le gusto la idea.
-¡Hoy es el gran día! ¿Nervioso? –pregunto mientras desayuno junto a Do.
-Yo nunca estoy nervioso. Solamente quiero que todo salga bien. Pasaré a
buscarla yo.
Porque voy a darle su regalo de cumpleaños primero.
-Tranquilo. Todo saldrá bien. ¿Qué le regalarás?
-Por supuesto. No te diré y tú antes que me digas que tomaras un taxi te
aviso que Lei se ofreció a buscarte.
-¿Se ofreció o tú lo obligaste? –su respuesta fue silencio. -No sabes si no le
molesta.
-No soy tan malo como piensas. Además a Lei nadie lo puede obligar a
nada, ese chico hace lo que quiere siempre. Te digo yo, no le molesta.
Luego de bañarme, me coloco unas gotas de perfume y me maquillo con
tonos en rojo pálido haciendo juego con el color principal del vestido que
era rojo. Era simple: escote en corazón dejando al descubierto mis
hombros, un corsé con pequeñas piedras y la falda tenía una caída en
cascada preciosa y unas capas en tul. Venía con unos hermosos y delicados
guantes largos hasta arriba del codo. Opté por unas sandalias de tacón un
poco más cómodas que la primera opción de Ty unos peligrosos estiletos de
siete centímetros, ya que el largo del vestido tocaba el suelo cubriendo mis
pies.
Mi teléfono vibra en un mensaje avisándome que Lei había llegado. Tomo
mi bolso y mi antifaz. No encuentro mis guantes así que decido salir sin
ellos.
El ambiente en el auto es tenso. Noto miradas de Lei sobre mí pero yo me
dedico a mantener la vista hacia la ventana. Llegamos al salón, era a la
costa de la ciudad, un increíble edificio espejado junto al agua.
-Si el edificio por fuera es así de lindo no imagino por dentro. –digo
bajando del auto.
Lei asiente a mi lado.
-Antifaces, por favor. –dice un guardia en la puerta.
Me coloco el mío mirando de reojo a Lei. Viste un traje a medida en un
clásico estilo príncipe en color azul con decoraciones en dorado. Su antifaz
es en tono dorado un poco más oscuro que el mío. Se ve increíblemente
elegante y lindo. Salido de un cuento de hadas.
Entramos al salón y la hermosa decoración me deja sin aliento: ventanales
grandes abarcando toda una pared, el resto de ellas con papel tapiz de
época victoriana, adornos florales en cada esquina y una gran lámpara de
pedrería sobre el techo.
Hombres y mujeres vestidos de la temática.
Llegan a nuestro encuentro Fushian y Cay ambos están muy elegantes
vestidos con trajes negros con decoraciones en dorado y plateado, antifaces
también en negro.
-Este lugar es precioso. –digo mirando hacia arriba el techo con grandes
rascacielos y las estrellas parpadeando en el cielo.
-Debo decir, si me permite usted, también está preciosa hoy. –dice Fushian.
–¿Me concedería un baile luego?
-A mí también me gustaría un baile. –dice Cay.
Suelto una leve risa y agradezco con una leve inclinación. –Será un honor
caballeros concederles un baile.
-¿Alguien hablo con Do? –pregunta Cay.

-Yo lo vi antes de que saliera a buscar a Ying y estaba muy nervioso. –rio
junto a los chicos.
-Es extraño verlo nervioso a Do. Él solo quiere impresionar a Ying. –
comenta Fushian.
-¡Recibamos con un fuerte aplauso a la cumpleañera! –dice el locutor a
través del micrófono.
Inmediatamente todas las luces del salón iluminan a Ying que entra con una
leve sonrisa nerviosa tomaba de la mano de Do. Estaban muy elegantes y
formaban una preciosa pareja. La lleva a la mitad de la pista y empiezan a
bailar un vals. La música es clásica y la disfruto un momento cerrando mis
ojos.
-¿Me permite este baile bella dama? –pregunta un hombre a mi lado.

Me giro y veo un hombre de contextura normal, alto, con un traje formal,


inclinado hacia mí con una mano atrás de su espalda y la otra hacia
adelante.

-Lo siento, ya me prometió el baile a mí. –dice Cay a mi lado. Sorprendida


veo que esta todo el resto del grupo. Lo miran despidiéndolo sin dejarlo
replicar y el hombre decide irse perdiéndose entre las parejas.

Miro a los muchachos inclinando mi cabeza hacia un costado.

-Créeme, no fue nuestra idea. –responde mirando a Lei. Pero él no le presta


atención ya que está mirando hacia la pista fijamente.

-Hablando de ideas, creo que vi una preciosa chica para ti…-dice Fushian
llevándose a Cay tomado por los hombros.

Miro hacia todas direcciones menos hacia Lei. El ambiente estaba un


poco extraño. Ninguno había vuelto a sacar el tema y cuando nos
cruzábamos hablábamos solo pocos diálogos.
-Esta fiesta es preciosa, Ying debe sentirse muy feliz. –Asiente sin quitar la
vista hacia el frente. Simplemente, solo un gesto. Algo en mi se desilusiono
y sentí que tenía que irme. Trato de rodearlo pero se interpone en mi
camino rápidamente logrando que mi cuerpo se detuviera al chocar contra
el suyo. Como cuando nos conocimos sus manos en mi cintura logran
estabilizándome y sus ojos en los míos.

-¿Estás bien? –Asiento silenciosamente ya que no encontraba las palabras.


Él también asiente y luego de un momento separa sus manos de mi cuerpo
y da un paso hacia atrás. Quiero disculparme. No debí tratarte así y hablarte
de esa manera. –Lo miro y asiento aceptando sus disculpas. –Estaba
celoso. –me aclara y lo miro sin saber qué responder. Se acerca un paso y
siento su mirada buscar mis ojos. -Me preocupas tú.

-¿Por qué te preocupo yo?

-Me preocupa que sigas enojada.

Cuando hace esa expresión y habla con su tono tierno es inevitable que
sigua el enojo. Pero me mantengo fuerte y lo miro indiferente. -Escucho
ofertas. –digo haciendo mi mayor esfuerzo por no sonreír y animo con mi
mano.
Lei ríe mostrando una linda sonrisa y puedo ver sus ojos entrecerrados a
través de su antifaz. –¿Un té?

¿Era una broma? No se había exprimido mucho el cerebro buscando una


solución.
Niego con la cabeza. Y que conste que nunca me niego a un té. –Avaro.

Vuelve a reír y me mira divertido. -Bien. ¿Qué dices de una salida a buscar
un panda?
En la convención no pudiste conseguir ninguno. Conozco un lugar que
puede haber. Lo miro dudando aunque ya sabía la respuesta. Esto es
distinto. Me había ganado cuando nombro al panda. Corro la mirada hacia
el suelo y sonrío. -¿Aceptarías bailar conmigo? –pregunta mostrando una
dulce sonrisa y extendiendo su mano. Algo en sus tierna expresión derrite
mi nebuloso corazón así que subo mi mano hacia la suya aceptando el
baile.
Nos traslada hacia casi el centro de la pista y gira enfrentándonos. Primero
hace una reverencia como es costumbre, la correspondo inclinando mi
cuerpo. Se acerca un paso y vuelve a ofrecerme su mano, la acepto y la
lleva a su hombro, para luego dejar la suya en mi cintura y acercarme
medio paso más. Mientras su mano izquierda toma mi derecha
sosteniéndola suavemente.

Nos movemos juntos dejándonos guiar por la hermosa música, que nos
invita a dar largos y cortos pasos, a través del salón. Subo mis ojos a los
suyos, me miran transmitiéndome paz y siento que me pierdo en ellos. Esta
vez al sentirlo más cerca y estar entre sus brazos crece en mi una extraña
sensación de tranquilidad y emoción que me obliga a seguirlo a donde sea
que vaya.

El tiempo pasa, no soy capaz de saber cuánto, siento que estoy como en las
nubes, su toque delicado, su seguridad al pisar, sostenerme y llevarme a
través del salón, es atrayente. Él es sumamente respetuoso, ya que
seguimos unidos y cerca pero nunca se ha propasado. Sin embargo siento
su calor corporal, su aroma, me atrae hacia él todo el tiempo.

Cerca del coro me hace girar, en un movimiento rápido pero delicado,


calcula la distancia por mi vestido y vuelve a acercar mi cuerpo al suyo, da
un paso hacia atrás, uno hacia adelante y nuevamente me hace girar sobre
mis pies, dos vueltas está vez.
Se me escapa una risa disfrutando del baile.

Cuando me encuentro su cuerpo al terminar la vuelta, lo siento más cerca y


su toque más firme pero sostiene su sonrisa. Me suelta una mano, girando
sobre mi alrededor, siento su cercanía en el lado derecho un segundo, ya
que al siguiente me hace dar una vuelta rápida y cuando levanto la mirada,
ya lo tengo frente a mí, de nuevo. Su sonrisa desaparece pero sus ojos son
más fuertes está vez, siento como si me hablaran y me abrazaran al mismo
tiempo, me impiden correr la mirada.
Siento que nos volvemos a mover y me lleva, desplazándonos de izquierda
a derecha, dando un paso y luego otro, casi sin detenernos, dejar de
mirarnos y respirarnos. Me siento segada, nublada, confiada en él, sus
manos y su alma conectada con la mía en el baile. Volvemos a repetir los
pasos de antes, ya que suena el segundo coro y esta vez lo siento más lento
y pausado, como si no quisiera terminar, incluso cuando termino mi vuelta
y quedo frente a él, está más cerca de lo que imagine, levanto mi cabeza y
su nariz toca la mía, sus manos afirman su agarre y siento que acerca mi
cuerpo un paso más.

Mariposas vuelven a revolotear en mi interior cuando lo veo acercarse


lentamente y aunque no quiera ir a ningún sitio, en algún lugar de mi
cabeza recuerda que es Lei y no debería permitirlo pero la atracción que
siento es más fuerte, así que no me muevo.

Su expresión se relaja al sentirme cerca, puedo ver que sus labios sonríen,
al igual que sus ojos a través de la máscara. Deja salir un leve suspiro que
es como una advertencia ante la mirada de sus ojos fijos.
De pronto se cortaron las luces y la música se interrumpe. Siento a Lei
afianzar mi mano y acercarme hacia él. Abro la boca para preguntarle qué
ocurre pero escuchamos unos pasos acercándose a nosotros.
-Vengan, ahora. –susurra Do.
Corremos siguiéndolo pegados a una pared y al cruzar lo que me parece
una puerta, entramos a una habitación. Cay se acerca con una linterna.
-¿Qué está pasando? –pregunto sin entender nada y recuperando un poco el
aliento.
-Son los mismos de hace unos meses, ¿verdad? –pregunta Lei a mi lado.
Do asiente y Lei se acerca a una ventana mirando hacia afuera.
-¿Cómo, los conocen? ¿Qué quieren? –pregunto acercándome a Do.
-Son los guardaespaldas de mi familia, me buscan a mí porque mi madre no
quiere que me acerque a Ying. –me explica luciendo cansado.
¿Pero eso no había sido hace meses? –Pero, no entiendo ¿por qué…?
-Porque no pertenezco a su mundo, sino a uno inferior, su madre no me
quiere como su novia y ya eligió una esposa. Pero Hang Do y yo decidimos
seguir juntos a pesar de todo. – dice Ying decidida y valientemente.
Levante mis cejas sorprendida. ¿La mamá de Do le consiguió una esposa
tan pronto? Pero me alegra que continúen juntos. –Es lo que tienes que
hacer, Ying. Y creo que es una muestra de amor real. –digo. Lei se gira y
me mira, mis ojos se quedan sobre los suyos cuando se encontraron. –
Defender su amor y seguir juntos, es lo mejor que pueden hacer.
–respondo y vuelvo mis ojos a la pareja. -Cuenten conmigo para lo que
necesiten.
Ying se acerca y me abraza. Le correspondo el gesto con una sonrisa.
Ciento unas palmadas sobre el hombro, en señal de agradecimiento. –Pero
no nos podemos quedar aquí, podrían entrar en cualquier momento.
-Ani tiene razón, ¿donde hay una salida? –pregunto Ying mirando hacia
Do.
Él asiente y lo seguimos fuera de la habitación por una salida externa hacia
el estacionamiento. Sin muchas palabras nos subimos a los autos de a
grupos, para despistarlos Ying se sube al auto de Lei y yo me subo con Do.
Sin embargo en el camino nos detenemos esperando reunirse ya que Do
quería continuar su cumpleaños con ella, no quería dejarla.
-¿Tienes un plan, verdad? –pregunto relajándome al ver que no nos seguía
nadie.
-Sí, voy a ir a la casa de mi hermana en el barrio viejo. Por lo menos unos
días hasta que se calmen las cosas con mi madre.
Vemos llegar el auto de Lei y abrazo a Do. –Cuídate y cuida a Ying.
Llámame si hay cualquier problema.
-Cuídate tú también y cuida a Lei. –Lo miro sorprendida y asiente con la
cabeza. -Sé lo que paso y por eso te digo que ha estado más insoportable de
lo normal. Hablen y arreglen sus cosas.
-No te prometo nada. –respondo en broma. Do me mira serio y le saco la
lengua despidiéndome. –Cuídate y cuídalo. Parece malo pero es un oso
bebé. –le digo a Ying refiriéndome a Do. Ella asiente de acuerdo conmigo y
me saluda entrando al auto.
Subo al auto de Lei y mis brazos tiemblan un poco por el frío. Lei enciende
la calefacción y le agradezco mentalmente.
-Es una pena que haya terminado su fiesta así. –dice y asiento en silencio. –
Tuve una muy buena acompañante que me hizo perder la noción del
tiempo, casi las dos horas de baile.
-¿Tanto tiempo estuvimos bailando? –pregunto sin créelo. Asiente
mirándome un momento y sonrío desviando la vista hacia la ventana. –Yo
también perdí el tiempo.
Conduce en silencio hasta la casa de Do y cuando llegamos intento bajarme
pero las puertas están trabadas. Miro a Lei y lo veo perdido pensando.
-Lei. –Finalmente me mira y señalo las puertas. –Las puertas.
-Claro. Lo siento.
-¿Estás bien? –Asiente y me despido en silencio bajando del auto.
-¡Ani! –me llama y detengo mis pasos volviéndome hacia él. Lo veo a unos
pasos de distancia pero cuando sus ojos miran los míos lo siento muy cerca.
–También lo sentiste, ¿verdad? –pregunta en un tono casi de susurro.
-¿Que quieres saber, Lei?
-Si para ti también es tan complicado ser solo amigos. Para mí lo es.
Más complicado es tu indecisión. -No. Para mi tu eres solo un amigo.
Se acerca decidido y yo camino hacia atrás hasta que una pared no me deja
seguir caminando. Me acorrala contra la pared y a su vez sus ojos retienen
los míos. – Entonces explícame esa conexión entre nosotros, esa
sincronicidad en nuestros pasos. Era muy fuerte para que lo sintiera solo
yo. Dime que también lo sentiste. –dice en un tono de demanda.
-Somos parecidos pero no significa nada más.
-¿Por qué no quieres aceptarlo?
-Porque estas enamorado de Meg. –dejo salir por fin. Colocando mis manos
en su pecho lo empujo y sede dando un paso hacia atrás. Y ciento alivio y
angustia a la vez. –Y eso no cambiará por más que también sientas algo por
mí. –no espero su respuesta y entro a casa.
Capítulo XIV

Pasados unos días donde evite totalmente a Lei, Do había vuelto ayer de su
escapada con Ying y parecía que todo estaba un poco más controlado. Al
menos no tenía nuevas noticias de su mamá. Eso ya era un buen presagio.
Hoy estábamos desayunando con Do mientras veíamos al señor Mintong
pasar con compras de comida.
-Es porque estamos en época de camarones. –dice emocionado Do. Asiento
aunque arrugo el gesto. Ríe al ver mi expresión. –Sé que no te gustan. Hey!
¡Podríamos hacer parrillada! Ying cocina los mejores camarones a la
parrilla.
-Lo sé. Me contó. –digo provocándolo y funciona ya que Do me saca la
lengua en respuesta. Río y le devuelvo el gesto.
Me acuesto sobre mi cama cerrando los ojos mientras escucho las quejas de
Ty. Se atraso una escala de su vuelo y habían perdido una valija. Ty estaba
echando humo negro por las orejas. Estaba muy enojada. Pero luego de
tanto enojo la escucho cambiar el tono de voz a uno entrecortado y sé que
está llorando. Me enderezo sobre la cama preocupada.
-¡Amiga, tranquila! Son solo cosas materiales ya las recuperaras. Y en
cuanto al atraso del vuelo puedes aprovechar a buscar tu perfume
importado que solo encuentras por allá. – digo imitando su tono logrando
que soltara una leve risa.
Continuamos hablando hasta que la llamaron para embarcar y tenía más
buenas noticias ya que habían encontrado su valija había quedado en el
depósito olvidada y había encontrado su perfume.
Me cambio el pijama y bajo hacia la sala privada de Do cuando me llega su
mensaje pidiéndome que vaya un momento.
Me pide ayuda con un trabajo que tienen que terminar. Quiere mi opinión
sobre el enfoque que le dieron y si cambiaría algún punto porque según él
quedo perfecto para entregar pero Fushian decía que aun tenía puntos no
terminados. Tenía razón Fushian.
-Hay muchos puntos donde falta un cierre a tu explicación, Do. –le digo
señalándoselos y suelta un suspiro que me preocupa.
-Tienes razón. No sé donde tengo las neuronas.
-Tranquilo. ¿Quieres que lo termine por ti?
-No, enana. Yo lo haré.
-Déjame, Do. Lo corregiré yo. –Le pide la hoja Fushian.
Le pregunto si necesita mi ayuda y asiente pasándome algunas hojas del
ensayo.
Rápidamente las leo y tomando la computadora de Do empiezo a escribir lo
que falta. Me dicta la parte que él escribió y lo agregamos al trabajo. Lo
reviso una última vez y lo imprimimos. Rompo el anterior tirándolo a la
basura mirando preocupada a Do. -¿Tú también estás preocupada? –
pregunta Fushian apagando la computadora.
-Solo espero que no sea porque se separo de Ying. Estaban tan bien hace
unos días pero ahora al verlo tan preocupado y con la cabeza en la luna, no
puedo evitar pensar…-dejo mi oración sin terminar sin querer que sea
verdad.
Fushian se encoje de hombros. –No lo sé. Lo último que nos hablo fue que
se deshizo de los guardaespaldas de su mamá. Los siguieron hasta el baño
de la casa de Do. Ying logro esconderse mientras Do tuvo que fingir lavar
ropa. –dice y retiene una risa cerrando los ojos. Me imagino la situación y
también suelto una risa. Reímos juntos atrayendo la atención de los chicos.
Solo Cay nos mira con una pequeña sonrisa en los labios. Do y Lei no se
ven contentos.
-Ven, Fushian es tu turno. –demanda Do.
-¿Yo cuando voy a jugar? –pregunto acercándome a la mesa.
-Tú estás muy enana para jugar.
-Aquí. Puedes jugar con el mío. –Lei me entrega su palo. -Apuesto por ti. –
Su tono más confiado me roba una sonrisa dulcemente y le saco la lengua a
Do.
Este suelta un bufido y me mira subestimándome. Bien, sería de la manera
rápida entonces. Tenía experiencia pues siempre jugaba de niña con mi
padre y mi abuelo. Recordaba los veranos en casa de mi abuelo jugando yo
arriba de un banquito de madera porque no llegaba a la mesa pero desde
esos años era buena. Jugaba con las lisas así que fui una a una metiéndolas
en las butacas. Perfectamente alineadas.
Lei me ofrece chocar el puño y sonriendo acepto el saludo. Los chicos
menos Do me felicitan aplaudiendo. Agradezco haciendo una reverencia.
-Suerte de principiante. –dice Do negándose a perder.
Rio y niego con la cabeza. –Son años de experiencia. –Fushian me mira
sorprendido. – Siempre jugaba cuando era niña con mi papá y mi abuelo.
Les encantaba jugar. El villar y esta ciudad eran sus grandes pasiones.
-Y hoy estás aquí.
-En realidad, tengo una misión más grande. –sonrío mordiendo mi labio
inferior. Moría de ganas de contarles sobre mi panda Namu. Miro a Do y
asiente animándome a contarles. – Mide casi 1,80 metros, come todo tipo
de verduras y puede dormir todo el día.
-¿Lei? –pregunta Cay. Sueltan unas risas menos Lei que solo me mira con
sus labios levemente curvados.
Niego con la cabeza ignorando mis mejillas comenzando a cambiar de
color. -Me refiero a Namu. Mi panda. –Les cuento un pequeño resumen de
cómo conocí a Namu.
-Es muy impresionante. Felicitaciones. –me felicita Cay.
-Eso es muy genial. –Fushian levanta su dedo felicitándome también.
-¿Ya tienes una fecha para el viaje? –pregunta Do.
-En unas semanas. Tengo que coordinarlo bien porque es una semana y
necesito que mi tío no sospeche nada.
-Déjamelo a mí. Yo me encargo. –dice Do. Asiento confiando en él.
Los chicos vuelven a jugar al billar y me acerco a la barra comiendo unos
trocitos de frutas.
-Aun no hemos ido por tu panda. –dice Lei acercándose a la barra.
Sentándose frente mío.
-Es cierto. –habían pasado varios días desde ese incidente, todo se había
calmado afortunadamente.
-¿Quieres que vayamos ahora?
-¿Ahora?
-¿De qué hablan ustedes dos? –pregunta Do acercándose a nosotros. Me
mira y luego a Lei.

-No lo sé. –respondo indecisa.


-Le prometí un panda y vamos a ir a rescatarlo para que vuelva con su
verdadera dueña. – dice Lei
-Oh, ¿van a ir al centro comercial? –pregunta mirando a Lei pasando su
brazo sobre su cuello con una mirada cargada de otra intensión. Lei baja la
mirada y se queja por la presión de su brazo. –Bien, será muy divertido.
Vamos todos. –dice mirándome con una sonrisa.
Los chicos aceptan ir aunque no parecen muy convencidos. Decidimos
caminar hasta el lugar, no es lejos. Do no se aparta de mi lado manteniendo
lejos a Lei. No le conté nunca lo que paso, no sé si Lei le habrá comentado
algo pero pareciera que Do lo sabe y quiere evitar que pase tiempo a solas
con Lei. No es que me moleste pero es un poco extraño después de lo que
vivimos.
Llegamos a la sala de juegos y me encanta ver la cantidad de juegos, las
luces de colores que cambian y la música saliendo de las maquinas. Nos
turnamos para probar los juegos. Algunos competimos en parejas y otros
uno contra uno. Do es el más competitivo y siempre quiere ganar. Veo a Lei
mirando a Fushian y este le devuelve la mirada. Me pregunto que estarán
ideando y cuando creo que es para hacerle trampa en el siguiente juego a
Do, es en realidad una estrategia para distraerlo. Es el turno de jugar de
Fushian contra Do por la final y Lei toma rápidamente mi brazo
obligándome a seguirlo.

Caminamos hacia la maquina que el premio son peluches y Lei comienza a


jugar.
Comienzo a reírme viendo a Fushian dándole pelea a Do y Cay intentando
detenerlo.
-¿De qué te ríes? –pregunta Lei mirándome de reojo.
-¿No vas a soltarme? –pregunto balanceando mi brazo haciendo que el suyo
también se mueva.
-No. –dice sonriendo pero suelta mi brazo. –Lo siento.
-Concéntrate en el panda. –digo acercándome a su lado. Veo hacia la garra
y siento sus ojos sobre mí. Niego con la cabeza. –¡Más a la izquierda! –lo
miro para que preste atención al juego pero él sonríe y aprieta el botón.
Miro rápidamente como baja la garra y toma el panda gigante de la oreja
anclándose y logra sacarlo. La maquina suena volviéndose loca con las
luces titilando anunciando que gano. Aplaudo emocionada mirándolo. Se
inclina y retira el peluche. Me lo entrega y lo acepto abrazando al panda
rápidamente.
-Es muy grande. –digo cerrando los ojos con una sonrisa aguantando las
ganas de gritar como una niña.
-Es Nemo, el hermano pequeño de Namu.
-Me encanta Nemo. –digo mirándolo con el rostro acostado sobre la oreja
de mi panda.
Lei vuelve a jugar y continúa sacando muchos peluches. Juega y gana. Al
tercer peluche lo miro preocupada.
-¿Cuanto más vas a jugar? –pregunto viéndolo ganar otro peluche.
-Hasta que me des un beso.
Lo miro dudando y sorprendida y él continúa jugando ganando todos los
peluches. Cuando retira el último peluche, lo coloca en una bolsa con los
demás que gano y me mira. Nerviosa lo miro en silencio. Él asiente
levemente pero no se rinde, prueba con otra máquina ganando un peluche
más.
-Bien, lo haré.
-¿Qué harás? –pregunta Do cuando se reúnen junto a nosotros.
Camino hacia Lei y rozo mis labios sobre su mejilla un momento. Escucho
expresiones de sorpresa y evito la mirada de todos, sobre todo de Do que
me mira como un padre a su hija cuando esta le desobedeció. De pronto Lei
se inclina hacia mí y rozando mi frente me deja un suave beso.
-¡Ming Lei, voy a matarte! –amenaza Do reteniendo sus impulsos de saltar
sobre él.
-Ella me beso primero. –se justifica Lei sonriendo.
-Solo fue un beso. –dice Cay para calmar a Do que suelta un queja irónica.
-Dos besos. –corrige Do.
-Bueno, bueno, vayamos a tomar una bebida a la cafetería de Ying. Venden
muy buenas bebidas ahí. –propone Fushian llevándose a Do junto a Cay.
Los sigo con Nemo en mis manos y veo a Lei comenzar a caminar trayendo
la gran bolsa con los peluches.
Volteándome para dejar de mirarlo constantemente sin embargo mis labios
se curvan en una sonrisa y acaricio el suave pelaje de mi panda. Es
realmente muy grande, si lo coloco a mi lado me llega a la altura de los
hombros.
Llegamos a la cafetería y el lugar está bastante concurrido, Ying y Lía están
ocupadas atendiendo mesas, haciendo pedidos y cobrando bebidas. Nos
había confesado que desde que vieron a los chicos en la cafetería se volvió
más popular por ser tan guapos atraían muchos clientes. Nos sentamos en
una mesa y saludamos a las chicas. Do se acomoda a mi lado y Lei se
estaba por sentar a mi derecha pero acomodo inocentemente a Nemo a mi
lado. Lei me mira un momento fingiendo indignación pero sus labios se
curvaron en una mueca y se sienta en el asiento siguiente.
-¡Hola a todos! –saluda Ying cuando se acerca. Mira mi panda sorprendida
y sonríe. Nos toma el pedido y lo trae quedándose a conversar un momento.
Luego de un tiempo la cafetería se vacía y cansadas se acercan a nuestra
mesa para tomarse un descanso.
-Qué hermoso es tu panda, Ani. –comenta Lía mirándolo enamorada.
Asiento moviendo las orejas de Nemo. –Y cuantos peluches ganaron.
-Los gano Lei. –dice Cay.
-Tal vez pueda darles uno. –propone Fushian.
-No. Son todos de Ani. –aclara Lei rápidamente. Las chicas me miran y
desvío la mirada sonrojándome.
-Queríamos invitarlas a una parrijada esta noche, en mi casa. –propone Do
mirando en plural pero sus ojos no se desvían de el rostro de Ying. Cuando
ella sonríe el mundo de Do se ilumina.
Las chicas aceptan y las esperamos afuera del local mientras ellas ordenan
y cierran bajando las persianas. Me distraigo acariciando a un pequeño
cachorro. Es precioso, en una tonalidad café claro. Se lo ve perdido y
hambriento. Lo tomo entre mis brazos acariciando sus orejas. Miro hacia
Do preguntándole silenciosamente si podemos adoptarlo pero niega
rotundamente.
-¿Qué haré con un perro cuando tú te vayas? Lo siento, enana. Deberás
dejarlo.
-Hay una veterinaria por aquí cerca, podemos dejarlo allí. –dice Cay
acariciando también al cachorro. Lo acompaño dejándolo bien cuidado
junto a demás cachorros y volvemos con el grupo.
Caminamos hacia la casa de Do y todos venimos en grupos hablando entre
nosotros. Fushian habla animadamente con Lía, Do intenta convencer a
Ying que le deje tomar su mano y desvío la mirada cuando empieza su
normal pelea de novios. Y Cay camina un poco más adelante que Lei a mi
lado.
-¿Que quieres comer? –me pregunta Lei.
-Parrillada.
-Pero van a preparar los mariscos, no puedes comerlos.
Oh, es verdad. –Puedo asar unas verduras.
-Podemos escaparnos y comprar algo de comida.
-Las verduras son comida y ¿por qué escaparnos? Nadie nos persigue.
-Do te persigue. Mira esto. –rápidamente se acerca y pasa su brazo
colocándolo en mis hombros.
-Ming Lei aléjate de ella. –dice Do automáticamente. Lei baja su brazo y
me mira dándose la razón. Suelto una risa contagiándolo.
-¿Que dices, unos dumplings?
-¿Y cómo despistamos a Do? –pregunto mirándolo de reojo. Vuelve a
molestar a Ying.
-Yo me encargo. Vayan. –dice Cay asintiendo animándonos a irnos.
Doblamos hacia la calle principal que nos lleva a las calles donde venden
comida y buscamos un puesto de dumplings. Conseguimos unos de relleno
de verduras y brotes de bambú. Tenía que probar esos. Mientras Lei pagaba
vi unos niños comiendo lo que parecía una papa hervida mientras pelaban
la cascara. Lei sigue mi mirada y me pregunta si quiero una. Asiento
entusiasmada por probarla. Compra una sola para mí y caminamos hacia la
casa de Do. La pruebo y está muy caliente.
-No es papa. –digo soplando suavemente queriendo que se enfríe más
rápido.
-Sí es. –responde Lei. Lo miro dudando es más dulce que las que
encuentras en Argentina.

De pronto Lei toma mi mano acercándose la comida y la prueba.


-Pero yo la mordí primero. –digo mirándolo sorprendida. Desvía la mirada
sonriendo.
Luego de un momento vuelvo a probarla, ya estaba un poco más fría.
Llegamos a casa de Do y subo a mi dormitorio a dejar mi panda y los
demás peluches.
Los acomodo en un estante superior frente a mi cama. Encuentro una
llamada perdida de mi tío y lo llamo pero no responde. Me siento en mi
cama mientras respondo unos mensajes de Ty y olvido que se pasa la hora.
-¡Enana, ven! ¿Puedo pasar? –pregunta Do a través de la puerta.
-Pasa, Do.
-¡Ven! Ya prendimos el fuego y Ying está cocinando. ¡Vamos a comer! -
Sonrió y lo sigo hacia la parrillada.
Tenía que admitir que había un riquísimo olor saliendo de las parrillas.
Ying era una gran cocinera. Me acerco a una y veo algo que
inmediatamente me hace saltar el corazón del pecho. ¡Es pan tostado! ¡A la
parrilla! No había en el mundo algo más perfecto y delicioso que el pan
tostado.
–¿Cómo lo recordó Do? –pregunto mordiendo mi labio inferior. Pruebo el
pan tostado. Mis ojos automáticamente se cierran disfrutando del familiar
sabor, el delicioso olor y la textura crocante. Simplemente perfecto. –¿Cay
quieres probar? ¡Es lo más delicioso que probaras en tu vida!
Sonríe y prueba una esquina del pan. Asiente dando el visto bueno. Do está
hablando con Ying pero Lei no estaba en ningún lugar.
–¿Lei se fue?
-No, él cocino tu pan. Fue a buscar bolsas a la cocina. –responde dando
vuelta unos camarones.
¿Enserio? Lei cocino el pan. Ese era un gesto muy dulce de su parte.
Lo veo acercarse y caminar hacia Do, conversan un momento y viene hacia
nosotros. No sé por qué mis mejillas se sonrojan delatando mis nervios.
¿Debería agradecerle el gesto, verdad? ¿Por qué no me salen las palabras?
Solo lo miro caminar y manipular algunos alimentos en la parrilla. Me mira
de reojo y en sus labios se forma una leve sonrisa.
-¿Estaba bueno? –pregunta viendo que me comí casi todo el pan.
-Me encanto.
-Bien. –asiente. Manteniendo su sonrisa. Es contagiosa, sonrío también.
Capítulo XV

Luego de las clases fuimos con Ty a una cafetería por unas ricas tazas de
café expreso. Le conté lo que había sucedido con Lei y ella solo se ríe
volviendo a afirmar que entre nosotros sucedía algo más que ninguno se
animaba a admitir.
-No soy yo la que lo tiene que admitir.
-Deben ser sinceros los dos y admitirlo de una vez. -No supe que responder
y tome lo que quedaba de mi café. -¡Se me hace tarde! -exclama Ty luego
de mirar la hora en su reloj. -¿Te vas? -pregunto mirándola levantarse. -
¿No me llevaras a casa de Do?
-Sesión urgente con India. -la miro extraña. -Luego te cuento. Cuídate. Se
valiente y ve a buscarlo. Bésalo.
-¡Ty! -reprocho sonrojándome sintiendo las miradas de algunas personas en
la cafetería. Suelta una sonrisa atrevida y me lanza un beso en despedida.
No tenía efectivo y no había pagado su comida. Bien, podría invitarla ya
que me escucho las dos horas hablándole sobre el tema de Lei. Como la
dona glaseada tarareando una canción cualquiera tratando de esquivar mis
pensamientos sobre Lei. Y llego a la conclusión que tengo que hablar con
Do. Quizás no le guste lo que está ocurriendo pero es mi amigo desde niños
no podía ocultarle este tipo de cosas. Además necesitaba su consejo. Pago
la cuenta y decido no tomar ningún vehículo para despejar y aclarar mi
mente.
Después de caminar más de lo que fueron seguramente dos horas llego a la
residencia de Do. Entro lo más silenciosamente posible ya que eran
alrededor de las 11 de la noche. Dejo mi bolso y mi saco en mi dormitorio y
camino directamente al dormitorio de mi amigo. Al entrar lo encuentro
cubierto con la frazada hasta la cabeza de espaldas. Recordaba cuando
dormíamos juntos las noches que alguno tenía miedo por estar solo. Me
había ganado varias patadas suyas, se movía toda la noche además de que
despertaba con la cabeza en los pies. Suelto una queja en voz alta y me tiro
sobre su espalda en diagonal quedándome en peso muerto.
-Do! ¿Por qué seré tan estúpida? –pregunto en tono lamentable tapando mis
ojos con mis manos. – Y eso no es lo peor. ¡Él realmente me confunde! Un
día es muy tierno y atento y al otro vuelve a poner esas barras entre
nosotros. O quizás soy yo pero es que… tú sabes lo que sucedió con Tom.
Es algo tan difícil. Y Lei simplemente se queda callado. Y luego yo me
quedo callada. Y me mira con esos tan tiernos que tiene. Y sonríe como si
todo estuviera bien. Y usa su tono de voz tan suave y dulce que sabe que
convence a cualquiera, porque lo sabe. –termino soltando un suspiro
enorme y una quejas. Destapo mis ojos y giro solo la cabeza mirándolo
pero Do no se mueve. ¿Tan dormido estaba? –¡Hey! ¿Estoy contándote mis
sufrimientos y tú sigues tan tranquilo durmiendo? ¿Podrías al menos dejar
de dormir? –pregunto destapando su cabeza pero no veo a Do bajo las
sabanas, encuentro a Lei. Tiene los ojos abiertos y miran los míos sin
titubear. ¿Había escuchado todo no? ¿No había alguna posibilidad de que
pudiera haber estado dormido y se despertó recién? Creo que era más
posible que ahora se abriera la cama y me transportara a Neptuno. ¿Era
momento para correr? Algo dentro mío gritaba que sí. Intento levantarme
pero en un segundo Lei está encima de mí arruinando mi escape.
-¿Qué haces? –susurro impresionada por la cercanía. Llevo mis manos a su
pecho empujándolo pero no logro siquiera moverlo. En cambio Lei atrapa
mis muñecas con sus manos y las aleja de su cuerpo llevándolas arriba de
mi cabeza.
-Tenemos que hablar. –responde en voz calmada. Quise reírme, yo ya había
hablado bastante, había hablado para dos, tres generaciones más. Prometía
no volver a hablar. -Suéltame. No tenemos nada que hablar. –digo
intentando liberar mis brazos y moverlo con mi cuerpo pero Lei me había
enredado con la sabana y su cuerpo, me iba a costar salir pero no deje de
intentarlo. ¿De todos modos por qué estaba Lei? ¿Qué hacía en este
dormitorio? –¿Donde esta Do?
-Tuvo un problema en casa de Ying. Te estaba esperando y me quede
dormido.
Lo mire desconfiada. Estaba muy cómodo acostado en la cama de Do. –
¿Acostado y cubierto hasta la cabeza?
-Do me conto que a veces hablan hasta tarde en su dormitorio… -bajo el
volumen de su voz y desvía la mirada. ¿Es decir que él sabía? ¿Hizo esto a
propósito? De solo pensarlo me da aun más vergüenza. Logro liberar mis
manos y lo empujo pero vuelve a tomar mis manos.
-Tenemos que hablar.
-No tenemos nada de qué hablar. Siempre termino en vergüenza cuando
estoy contigo, ¿te diste cuenta cierto? –pregunto negando con la cabeza
desde que había llegado a China cuando tropecé con él en el aeropuerto. Mi
sorpresa fue cuando Lei intenta contener una sonrisa y no lo logra, en
cambio suelta unas risas. –¿De qué te ríes? –pregunto indignada mientras lo
empujo. –Te odio. Todo esto es tú culpa.
-Oh sí, ¿porque el destino siempre entrelaza nuestros caminos y como
era…? ¿Mi tono de voz dulce? –pregunta imitando falsamente mi tono de
voz. Cierro mi boca manteniendo mi mirada indignada que solo lo hace
reírse aun más. Lo vuelvo a empujar liberando mis manos y cubro mi
cabeza con la sabana. –¿Qué haces?
-Te estás riendo de mí, no quiero verte. –respondo con el poco orgullo que
me queda.
Él tironea de la sabana y yo también.
-Yo quiero verte. –dice en tono suave intentando convencerme pero me
niego. Ya había aprendido.
-Yo no.
-Yo sí.
-No.
-Sí. –susurra y siento un beso en mi frente a través de la sabana. –Hermosa,
déjame verte.
No era justo. Cierro los ojos, no podía dejar de sentir vergüenza. Y él
decidía comportarse lindo. -No. –susurro.
Remueve la sabana y sonríe encontrando mis ojos. -Hola. –dice
acercándose lentamente. Intente no prestarle atención pero el comentario
tan simple me saca una tonta sonrisa. -Hermosa. -susurra corriendo un
mechón de mi frente. Se acerca lentamente mientras su mirada baja hacia
mis labios. Siento su nariz rozar con la mía dulcemente casi como una
caricia, inclina su cabeza aun más cerca y cierra los ojos. No puedo
moverme y siento su perfume envolverme. Quiero subir mis manos y
acariciar su flequillo pero mantiene sus manos sobre las mías.

De pronto escuchamos un portazo. -¿Que están haciendo? -escucho la voz


de Do.
Abro los ojos ante la sorpresa y me encuentro con sus ojos. Su mirada es
seria y se lo ve confundido. Sonrío no creyendo nuestra suerte. Lei recorre
mi rostro en un segundo y en sus labios se forma una leve sonrisa.
-La próxima vez no nos van a interrumpir. –susurra mirando fijamente mis
ojos.
Algo choca contra su espalda acercándonos de nuevo. Do suelta un
exagerado suspiro y ruedo los ojos. Lei se levanta ayudándome hasta que
nos sentamos sobre la cama. -¿Qué estaban haciendo? -repite Do.
-¿Dónde estabas tú? -pregunto antes cruzando mis brazos sobre mi pecho
mirándolo desconfiada.
-Ayude a Ying, tuvo una pelea con sus padres. ¿Ustedes que hacían en mi
dormitorio? ¿Ying está bien? -pregunto ignorando la pregunta de Do. En
realidad era divertido verlo enojarse poco a poco, arrugaba la nariz y las
cejas como un perrito enojado.
-Si ella está bien. ¿Ani podemos hablar? -pregunta mirándome fijamente.
Coloca sus manos sobre su cintura dándole imagen de madre pidiendo
explicaciones que me hace sonreír levemente.
Lei niega rápidamente con la cabeza. -Yo te explicaré lo que paso.
-Quiero hablar a solas con mi amiga, Lei. Tú tienes que irte. -dice Do
mirándolo firme.
-Lo que tengan que hablar puede ser mañana. Y en otro lugar, no en tu
dormitorio. pronuncia serio Lei logrando que Do rodará los ojos pero yo lo
miro fijamente. ¿Que insinuaba con ese comentario? Do era mi amigo hace
años, más bien un hermano. Lei me sostiene la mirada y aunque nunca me
dejaba vencer por nadie, la fuerza que transmitan sus ojos si logran
ganarme, haciendo que también desvíe la mirada. -Descansa, Ani. Buenas
noches.
Asiento levemente y camino hacia la puerta. -Buenas noche, chicos.
Salgo cerrando la puerta y solo pude hacer dos pasos antes de que la
curiosidad me gane y pegue la oreja a la puerta. Escuchaba murmullos pero
nada claro. De pronto la luz de la habitación se apaga.
-No tiene nada que ver y lo sabes. -escucho la voz de Do.
-Alguna cosas van a cambiar. -responde Lei. Y luego silencio. ¿Qué? ¿Nada
más? Esperaba escuchar algo más.
Entro a mi dormitorio y mi teléfono se ilumina con una llamada. Es Ty.
Luego de contarle todo lo sucedido esta noche me dejo caerme de espaldas
sobre mi cama. Miro el reloj a mi derecha y pasaban de las 3 am.
-La suerte de ustedes dos es increíble amiga. -dice Ty riéndose. -
¿Cuanto más van a seguir así?
-¿Que quieres decir? -pregunto acostándome boca abajo. Aguanto la
respiración hasta que no pudo más y corro la cabeza. Aunque fuera raro ese
ejercicio me ayudaba a respirar mejor y bajar la tensión cuando estaba muy
nerviosa.
-Van y vienen. Si y no. Beso no beso. Amiga. Si estuviéramos años atrás ya
se hubieran casado.
Rio negando con la cabeza. -Lei está enamorado de otra chica. -recuerdo
más para mí que para Ty.
-Pero también siente algo fuerte hacia ti. –indecisa no respondo nada. -
Arriésgate amiga. ¿Qué tiene que perder? Si pasa lo peor en unos meses ya
no lo volverás a ver. Y si pasa, bueno, tienes un motivo más para quedarte.
-¿Cual es el otro motivo?
-¡Yo! Te extrañare mucho cuando te vayas pero se que tu vida es allá, no
podría pedirte que te quedes. -responde usando su tono dulce. Me llega al
corazón llenando mis ojos de lágrimas.
-Tonta. Yo también te voy a extrañar cuando me vaya. Pero tú puedes ir
cuando quieras.
-Lo se. Hey, vamos a dormir que ya es muy tarde. Mañana te paso a buscar.
Asiento y nos despedimos. Dejo el teléfono en algún lugar de la cama y
cierro los ojos. Siento el pecho más pesado. Había pensado venir a China
con la mente clara, solos unos meses en donde solo visitaría amigos y vería
pandas. No esperaba encontrar más motivos para quedarme y lo que parecía
peor, que sabía que más me iba a doler, enamorarme.
><><><><><
Al día siguiente teníamos clases temprano pero con Ty habíamos decidido
ir solo por la tarde y me hacia bien pensar y tomarme un tiempo. Llego a la
cocina y la tranquilidad que encuentro me sube el ánimo. Más feliz me
siento cuando veo que estaba preparada una jarra de té blanco. Desayuno en
silencio acompañada por el canto leve de los pajaritos que se escuchaba por
momentos.
Cuando escucho la bocina del auto de Ty ya estaba lista solo tomo mi bolso
y mis botas. No hablamos mucho en el viaje y escuchamos música bastante
alta. Llegamos a la universidad y Ty sonríe.
-¿O te gusto mucho la canción o tienes una idea en mente?
Ty asiente mirándome orgullosa de su mente. -Tengo el remedio para tu
dolor… -No tengo dolor. -la interrumpo negando con la cabeza.
-Bueno, para tu angustia.
-No tengo angustia.
-Bien, para tus dudas. -responde Ty esperando que lo niegue. Eso era
verdad así que solo asiento en silencio. Reímos y la miro esperando que
siguiera hablando. -¡Fiesta!
Hoy nos vamos de fiesta. -explica feliz comenzando a bailar moviendo los
brazos.
No sabía si negarme o no, ya que me vendría bien despejarme un poco. -
Suena bien, ¿invito a los chicos?
-¡No! Cero chicos. Hoy solo chicas. Invita a Ying y su amiga si quieres
pero chicos no. -Bien, bien.
Bajamos del auto caminando hacia nuestras taquillas por unos libros. -¿A
dónde vamos a ir? -pregunto sacando mi teléfono preguntándole por
mensaje a Ying.
-Podríamos ir al bar que fuimos la última vez, me gustó el lugar.
Asiento y sonrío al ver que Ying también había aceptado, le escribo
nombrando al bar y me confirma con un emoticón de fiesta. -Me gustaron
los tragos del barman. -digo recordando la piña colada que probamos la vez
pasada. Dulce y para nada fuerte. Muy rico.
-¿Que tragos? -pregunta alguien a mi lado pasando su brazo por mi cuello.
Levanto la mirada y encuentro a Do. No quise seguir mirando pero sentía la
presencia de tres cuerpos masculinos más y uno que podría reconocer su
perfume en cualquier lugar. Disfruto de su aroma en secreto y en silencio.
Do acaricia mis trencitas a cada lado de mi cabello llamando mi atención. -
¿Van a salir hoy? -pregunta buscando mi mirada.
Asiento levemente.
-Oh, nosotros también estábamos hablando sobre salir. -dice Cay.
-Si, podríamos ir al bar de la última vez, me gustó el ambiente del lugar. –
dice Fushian.
Mire a Ty conteniendo una sonrisa y festejando en mi mente. Ty niega con
la cabeza cortando la alegría del momento. -Es noche de chicas. Si quieren
salir van a tener que ir a otro bar.
Lei me mira fijamente mostrándome su desaprobación. Le retengo la
mirada en silencio y comenzamos el juego a ver quien la desvía primero.
Nos interrumpe la campana de anuncio de clases y caminamos hacia el
salón pero ciento mi brazo ser detenido.
-¿Podemos hablar? -pregunta Lei. Do me suelta y continúa caminando con
los chicos.
-Tengo que ir a clase, Lei. -digo dando un paso hacia atrás. No sabía porque
estaba tan esquiva con él pero no quería hablar aún.
Lei se acerca un paso hacia mí pero Ty tira de mi brazo interrumpiéndolo. -
Lo siento pero tenemos clase con la profesora cascarrabias que no perdona
las llegadas tarde. – dice caminando conmigo por delante despidiéndolo a
Lei. Quise voltear a verlo, me ganaban las ganas de dar la vuelta y
quedarme con él, era raro porque no quería hablar pero si quería verlo. -
Aún no. Tú puedes. Solo sigue caminando, casi llegamos al aula. -susurra y
solo pude soltar una sonrisa y agradecerle mentalmente.
Luego de las clases, Ty me dejó en casa de Do prometiendo que volvería en
cuanto se cambiará y arreglara para el bar.
Entre a la casa llamando a mi tío pero no responde. Me preocupaba hace
días no contestaba mis llamadas.
-¿Con quién hablas? -pregunta Do comiendo una manzana.
-Con mi tío pero no responde. -contesto guardando el aparato en mi bolso.
Noto su mirada insistente. -¿Que paso?
-¿Invitaste a Ying esta noche? -pregunta intentando lucir tranquilo e
indiferente pero en el momento en que asiento veo el enojo en sus ojos. Do
era demasiado celoso. Rio sin poder evitarlo. -No la amenaces, sabes que
con nosotras estará bien.
-No sé a quién tengo que cuidar más si a ella o a ti. A ti te miraron mucho
en el bar la última vez que fuimos. -niego con la cabeza, negándome a
escuchar su discurso de hermano mayor protector. Pero no habla y levanta
las manos en señal de rendición. Lo dejare a Lei que haga eso.
Agarro rápidamente un trapo de la ventana tirándoselo directo hacia la cara.
Obviamente no le dolió y suelta una risa. -Voy a ver a Ying, ella me va a
escuchar. -dice mostrando una sonrisa traviesa.
Lo que tendría que soportar Ying, me compadezco por ella mentalmente
mientras subía las escaleras hacia mi dormitorio. Sin embargo en el pasillo
de las habitaciones me encuentro a Lei.

-¿Van a salir a ese bar hoy? –dice deteniendo mis pasos colocando una
mano sobre la pared arriba de mi cabeza.
-Ya tuve la charla de hermano preocupado abajo, no necesito otra.
-No es una charla de hermanos. -responde acercándose, obligándome a
retroceder hasta que siento la pared a mi espalda. Su cuerpo estaba rozando
el mío. Sus ojos mirando fijamente los míos de una manera segura e
intimidante. Nunca creí que su mirada me intimidara tanto. Pero al igual
que su sonrisa dulce, esta mirada también me gustaba mucho. Incluso me
atrevía a decir que me gustaba un poquito más.
-¿Amigos? -pregunto casi perdiendo el hilo de la conversación.
Niega con la cabeza acercándose hasta rozar su nariz con la mía. Baja su
cabeza cerrando los ojos y nos interrumpe el sonido de llamada de un
teléfono.
Lei murmura algo inteligible rozando mis labios y sube sus ojos hacia los
míos en señal de advertencia mirándome decidido. -Dije que no nos iban a
interrumpir. -pega sus labios con los míos, moviéndolos levemente
robándome el aliento. De pronto, muy pronto se aleja, lo justo para que
pueda volver a respirar pero lo sienta muy cerca. Tardo un minuto más en
darme cuenta que es mi teléfono el que suena. -Dime que es tu amiga para
cortar la llamada. -susurra pegando su frente a la mía. Se me escapa una
sonrisa y miro la llamada. -Tienes que dejar de hacer esa sonrisa, cada vez
es más difícil controlarme. –susurra.
Siento mis mejillas rojas y vuelvo a bajar la mirada al teléfono. No era Ty,
era mi tío.
¡Al fin! Mal momento eligió para devolverme la llamada pero me alegraba
que al fin apareciera. Es mi tío. -Acepto la llamada entrando a mi
habitación con la mirada y la cercanía de Lei. -Tío. ¿Como estas? -
respondo en español sintiendo alivio de hablar con él.
-Hola, mi niña. Perdóname que no pude responderte estos días, estuve
realmente ocupado. Estoy bien, no tienes que preocuparte. ¿Vos como
estas? -pregunta con un tono bajo que me preocupa.
-¿Seguro estas bien, tío? Te escucho cansado. -Por su edad no podía
trabajar y exigirse tanto pero era la persona más terca que había conocido
en mi vida. Tenía más de 70 años y una mentalidad de 40.
-Sí, cariño, estoy bien. Dime, ¿estás estudiando mucho? Hang Do me ha
dicho que tienes que viajar unos días a Tailandia para ayudarlo con un
cliente. Me encanta que progreses, cariño. –me cuenta emocionado y lo
imagino orgulloso. ¿Tailandia le dijo Do? Sin embargo tenía sentido, era
cerca y se podía justificar la cantidad de días con el viaje.
Siento la mano de Lei recorrer mi brazo, muñeca hasta llegar a mis dedos
donde comienza a acariciarlos y a jugar enredándolos con los suyos,
distrayéndome de mi conversación.
-Sí, el viaje con Do. Tiene pensado viajar el mes próximo, este mes aun
tenemos muchas cosas pendientes con la universidad.
-Vos tampoco te exijas mucho, hija. Dime ¿Do te está cuidando bien? El
otro día vi una foto suya en una reunión, ¿qué disparate tiene en la cabeza?
Dile que se corte el cabello.
Suelto una risa asintiendo de acuerdo con él. -Si es muy bueno, tío. Aún no
cambia.
Pero le voy a decir que se corte el cabello.
-¿Qué dijiste de Do? -pregunta Lei en un tono no muy bajo.
-¿Quién es? ¿Estás con alguien? -pregunta mi tío.
Cubro rápidamente la boca de Lei con mi mano. -Escuche que nombraste a
Do.-murmura y aprieto mi mano en su boca. Cierra los ojos y siento un
suave beso en la mano.
-Sí, es que están unos amigos de Do y uno lo llamo.
-Está bien. Disfruta con tus amigos, cariño. Prometo llamarte mañana.
-Prométeme que vas a dejar de trabajar tanto. –digo aunque sabía que no
me haría caso. Escuche su risa.
-Eso sabes que no puedo prometerlo. Te quiero, hija. Cuídate mucho.
Le devuelvo el saludo y corto dejando el teléfono sobre una mesa. Subo la
mirada hacia Lei, él ya me estaba mirado.
-Nombraste a Do.
-Es mi amigo y me estoy quedando en su casa, además mi tío lo conoce.
-Me podrías haber dejado hablar a mí. -Suelto una risa. Siento un beso en
mi frente dura casi un minuto y me obliga a cerrar los ojos.
-Tengo que irme. -recuerdo volviéndolo a mirar.
Coloca sus manos sobre mi cabeza, bajando su cabeza hacia la mía. -
Cuando quieras irte quiero que me llames.
-Ty se ofreció… -niega con la cabeza interrumpiendo mi respuesta. Levanta
las cejas invitándome a hablar pero no entiendo que se refiere. -¿Qué?
-¿A quién vas a llamar? -vuelve a preguntar acercándose un paso. Reprimo
una sonrisa y lo mire dudosa. -¿De qué te ríes?
¡No me estaba riendo! No podía borrar la sonrisa pero no sabía a que se
refería. Estaba acostumbrada a estar sola para tener a alguien que se
preocupe realmente por mí. -Lo siento, no quise reírme pero que…
-Quiero cuidarte. -dice interrumpiéndome. Manteniendo su mirada en mis
ojos. – Quiero que cuentes conmigo y no tanto con Do.
-Pero es mi amigo desde la infancia.
-Lo sé pero ahora estoy yo. ¿A quién vas a llamar?
-A ti. -respondo en tono de burla arrugando la nariz.
-A mí. -repite mi tono de voz, coloca sus manos en mi cuello y juntando
nuestros labios vuelve a besarme. Luego baja sus manos acariciando mi
espalda y me abraza pegándome hacia él.

Tenía razón en algo Lei, desde el principio me sentí cómoda con él y ahora
estando entre sus brazos me sentía segura y protegida. Un breve tono nos
interrumpe la tranquilidad, era mi teléfono anunciando un mensaje pero no
lo vi ya que seguramente era Ty preguntándome si ya estaba lista o
avisándome que me pasaría a buscar. Sea cual sea la opción tenía que
cambiarme significaba separarme de Lei, su rico aroma y sus cálidos
brazos.
Dejo caer mis brazos soltando una queja. -Tengo que cambiarme, Ty ya
debe estar por
llegar.
-Aun no. -responde apretando sus brazos. -Un minuto más.
Sonrío y no podía negarme aunque quisiera así que simplemente me quedo
quieta.
Después de bañarme, arreglar mi cabello como casi siempre hacia en una
ondas y optar por un vestido negro de brillos, de mangas largas bastante
apretado que me llegaba varios centímetros por encima de la rodilla, me
dirijo hacia las escaleras.
En la entrada me encuentro con Lei, se había cambiado, tenía un sweater
blanco de entre casa y un buzo deportivo. Se veía tan lindo y la noche
pintaba para mirar una película acurrucados en el sofá. ¿Era muy tarde para
cancelarle a Ty?
Lei tiene la mirada inalterable en mi vestido y yo solo pido no tropezarme o
hacer el ridículo. Detengo mis pasos a medio metro suyo pero sigue sin
hablar.
-¿Te gusta? -pregunte sonriendo mirando el vestido. Pero no responde
poniéndome nerviosa.
-Estás perfecta. Sólo que… -baja el tono de voz pausando su oración
acercándose tanto hacia mí que tengo que levantar la cabeza para mirarlo. –
No quiero que vayas y quiero que cambies tu vestido por una camisa mía. -
susurro en mi oído, usando su voz suave.
-¡Ming Lei! -exclamo sorprendida por el atrevido comentario, aunque me
roba una sonrisa, se sonrojan mis mejillas y me tiemblan las piernas. Él
sonríe con su sonrisa: dulce e inocente. Que comenzaba a notar que de
inocente no tenía nada.
-Estás preciosa. -dice tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos.
Sonrío derritiéndome por dentro por el gesto y vuelvo la vista a sus ojos. -
Gracias. Debo irme. -digo soltando su mano aunque siento una leve presión
deteniendo mis pasos.
-Espera. Aquí, ponte esto. -dice acomodando su saco negro en mis
hombros.
-¿Tu saco? No puedo aceptarlo tengo el mío… quiero decir, se puede
manchar… -Obviamente intentaría cuidarlo pero en un bar no faltaba el
atrevido pasado de copas que no controlará el trago en la mano y terminará
en el suelo o en la ropa de alguien.
-Tranquila, es a prueba de manchas. -responde reacomodándolo sobre mis
hombros.
Hace una sonrisa traviesa mirándome de reojo y entiendo la indirecta.
-¿Nunca vas a olvidarlo, no es cierto? -pregunte empujándolo levemente
reprimiendo la estúpida sonrisa que se formaba en mi boca contagiada de la
suya.
-Ve. Pero cuando vuelvas tengo que contarte algo… necesitamos hablar. –
Asiento comenzando a caminar hacia la puerta pero antes me atrapa en un
abrazo apretado, permitiéndome sentir una vez más su especial y cálido
aroma, relajándome y no queriendo alejarme. Deja un leve beso en mi
cabeza.
Vuelvo a caminar hacia la puerta y al abrirla entra Do. -Volviste. -digo
sonriendo. Él asiente pasando su mirada de Lei hacia mí. -¿Fuiste a dejar a
Ying al bar? -Do vuelve a asentir y me apresuro a la puerta. -Tengo que
irme, ya deben estar esperándome.
-¡Espera, espera! -dice Do interponiéndose en mi camino. -¿Que ocurre
aquí? -lo miro aburrida pero no respondo nada, Lei tampoco dice nada y al
notar su silencio camino hacia la puerta de nuevo. Pero Do no era de los
que se rinden. -Ese saco no es tuyo.
-Sí, es mío. -no sé por qué le mentí a Do, creo que era justo por lo anterior,
no sabía qué responder a algo que quizás aún no tenia respuesta. O quizás
yo sí y Lei no.
Porque ese era mi mayor miedo. Sabía que estaba enamorada, ya no tenía
sentido seguir negándolo, tenía suficientes motivos para saber que lo que
sentía por Lei era amor pero saber que quizás él no sentía lo mismo o de la
misma manera que yo era mi gran duda. Después de todo sabía que seguía
enamorado de esa chica y aunque cuando estaba conmigo lo sentía
realmente conmigo no quería ilusionarme y hacerme falsas esperanzas.
-Es una marca local, ¿cuándo lo compraste? -pregunta Do señalando la
marca en el lateral del saco.
-Hace unas semanas lo compré con Ty, Do. Luego nos vemos. Descansen
chicos. –me despido apresurada rodeándolo y logrando salir de la casa.
Subo al auto de Ty y el aire de la noche hace volar el perfume del saco de
Lei que me devuelve la sonrisa. No me preocuparía antes de tiempo. Como
había dicho Ty, podía disfrutar lo que viviéramos juntos y volver a
Argentina con un lindo recuerdo. De todos modos aun era todo muy pronto
para analizar con lupa cada hecho y quería sencillamente divertirme y pasar
una linda noche con mis amigas. Ty pareció leerme la mente porque subió
el volumen de la música sin hacer comentarios y condujo hasta el bar.
Llegamos y encontramos a las chicas afuera. Ying y su amiga vestidas muy
elegantes y sonriendo muy emocionadas. Me contagiaron su alegría,
teníamos que disfrutar y pasarla bien.
Entramos, nos recibieron los sacos y pasamos a la pista. Era un lugar no
muy grande más bien largo, con luces de colores, música muy fuerte y para
nuestra suerte poca gente.
-Hey, ese saco me pareció que te quedaba más grande que lo normal o ¿me
equivoco? pregunta Ty susurrando a mi lado. Sonrío asintiendo, no se le
escapaba una. Festeja levantando los brazos y suelta un leve grito que se
detiene cuando la codeo. ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Tienes que contarme todo
con detalles. -exige con una sonrisa traviesa.
-No paso nada especial. -digo fingiendo un tono tranquilo que en realidad
no sentía.
-¿Especial? Sí claro, por eso estabas con su saco y una sonrisa de oreja a
oreja. -dice agarrando mi brazo saltando con la alegría de una niña. Sonrío
negando con la cabeza. No podía rendirme a su alegría de otro modo mi
mente e imaginación llegarían a lugares insospechados.
-¿Quieren que nos sentemos y tomemos unas bebidas? –pregunta Lía.
Asentimos siguiéndolas a una mesa.
Luego de la segunda ronda de bebidas todas estábamos un poco mareadas.
Aunque presentía que Ty era la más estable en el grupo. Estábamos
riéndonos por un comentario de Lía cuando escucho una notificación de
mensaje. Es Do. Lo abro escuchando la risa de Ty y la tuve que agarrar del
brazo antes de que se cayera de la silla por tanta risa. Parece que no era la
más estable de nosotras.
“Meg está en Shanghái. Ella le mandó un mensaje a Lei pidiéndole que se
junten para hablar.”
Se me desaparece la sonrisa. No sabía cómo sentirme en realidad,
indignada no era la palabra, decepcionada, triste quizás se acercaba más.
Era algo inevitable y ya que Lei no había hablado sobre nuestra, lo que sea
que tuviéramos. Además no podía reclamarle nada.
Siento a Ty inclinarse contra mi lateral apoyando su cabeza sobre mi
hombro leyendo el mensaje. Hace una exclamación de sorpresa pero no
hizo más comentarios.
“¿Y me cuentas esto por que…?” respondo sonando más indiferente de lo
que quise.
“Porque eres como si hermana y no estoy ciego. Se que ocurre algo entre
Lei y tu pero él aún está con temas sin resolver. No quiero que por su
indecisión te lastime.” Responde Do ablandándome el corazón. Por esta
razón y más lo quería tanto, siempre había estado para mi, incluso en
momentos en donde no quería estar con nadie. Ying se llevaba un chico con
un corazón de oro.
-Do tiene razón. Lei tiene que resolver y aclarar sus sentimientos si quiere
empezar algo serio contigo. -dice Ty mirando enojada el teléfono.
Asiento y lo guardo en mi bolso, no recordaba que le había contestado a Do
y un segundo después Ty me llevaba de la mano hacia la pista con nuevas
bebidas. Mire a las chicas y también estaban con vasos de colores con
bebidas bailando a nuestro lado.
-¿Qué es? -pregunto aceptando el vaso que me daba Ty.
-Valparaíso. -pronuncia y choco nuestros vasos tomando el suyo hasta el
fondo. Noto mi indecisión y niego con la cabeza. -Tienes que tomarlo todo,
créeme, te sentirás mejor después.
Acepto no muy convencida pero tampoco le doy más importancia. Tomo el
trago de una sola vez sintiendo como primero raspaba en mi garganta y
luego dejaba un sabor dulce muy adictivo. Me gustaba. -¡Oh, quiero otro! -
pronuncio feliz levantando mi vaso mirando a Ty. Ella sonríe y mira al
mesero pidiendo dos tragos más.
No sabía cuánto tiempo había pasado ni los tragos que nos habíamos
tomado pero casi no sentía las piernas, me dolían los pies por mis tacones y
no podía mantener los ojos abiertos por la risa que me daba al ver las
tonterías de Ying. Estaba arriba de una mesa bailando de forma más tierna
que provocativa.
-Necesita ayuda. -grita Ty empujándome hacia la mesa.
La miro como si estuviera loca aunque mentiría si dijera que no lo había
hecho antes. En Italia había salido muchas veces, estaba acostumbrada a la
noche y bailar. Vuelvo a reírme mientras subo a la mesa con ayuda de Ty.
Imitando a Ying muevo los brazos y las caderas siguiendo la música. Cierro
los ojos perdiéndome en la canción, relajando mi cuerpo, olvidándome de
mis problemas como siempre me pasaba con la música y un segundo
después siento que me cargan, un brazo rodeando mis piernas y otro mi
cintura.
Suelto una queja y abro los ojos encontrándome con un sweater blanco
conocido pero en vez de sentirme cómoda como siempre, siento ganas de
empujarlo. No recordaba porque pero mi cuerpo lo rechazaba, no quería
sentir sus brazos, ni su perfume, ni siquiera sentirlo cerca. Intento moverme
y no siento las piernas ni los brazos pero las manos si, encuentro tela con
mis dedos y aprieto fuerte. Escucho un quejido y miro a
Lei.
-Bájame. -digo soltando una risa por su expresión de dolor.
-No puedes mantenerte en pie, si te suelto te caerás. -responde con su tono
y su cara seria.
Me burlo imitando su acento y vuelvo a intentar bajarme pero me tiene
fuertemente agarrada. Escucho una puerta abrirse y el cansancio me gana
desmayándome en sus brazos.
Cuando vuelvo a abrir los ojos noto que estábamos subiendo las escaleras
de la casa de Do. Ya estaba bastante más lúcida así que salto de sus brazos
pisando fuerte el suelo. Un momento mis pies se tambalean pero logro
mantener el equilibrio.
-¿Estás bien? Tómalo con calma. -dice acercando sus manos a mi cuerpo
para agarrarme pero me escapo de su cercanía. ¿Estaba enojada con él
porque…? Era un motivo muy serio.
Siento una leve angustia al recordar el mensaje de Do.
-¿Qué hago aquí? -pregunto sintiendo un poco dormida mi boca todavía. -
¿Donde están las chicas?
-Ying y Lía las llevo Do a su casa y tu amiga se fue en su auto. –responde.
Asiento procesando la información hasta que dice lo de Ty haciéndome
sentir mal y ¿si le había pasado algo en el viaje?
-¿La dejaste irse sola? ¡Lei, estaba muy borracha! -digo preocupada
caminando hacia las escaleras pero antes de pisar el primer escalón me da
un fuerte dolor de cabeza que me hace tambalearme. Los brazos de Lei
fueron rápidos en agarrarme y levantarme salvándome de una fea caída. -
Tengo que ir a buscarla, Lei. Suéltame.
-Tú tienes que dormir. Tu amiga estará bien. Tienes dolor de cabeza y te
mareaste, tienes que descansar. -dice acomodando mi cuerpo más cerca del
suyo, apoyando mi cabeza en su pecho.
¿Cómo sabía que me sentía mal? ¿Y por qué me sentía tan cómoda y segura
entre sus brazos? Estaba enojada y ni siquiera podía reclamarle nada. Y
todavía estaba un poco borracha porque cuando abro los ojos y noto su cara
tan cerca de la mía quiero acercarme más y besarlo.
Rio alejándome de su cara antes de que me arrepienta. -¿Te vas a
aprovechar de una borracha? -pregunto volviéndolo a mirar.
-No me aprovecharía tampoco cuando estés sobria. -responde y sé que es
sincero pero yo estaba enojada y borracha.
-Mentiroso. Ya te aprovechaste mucho de mí. Bájame. Suéltame. -demando
moviendo mis piernas.
-Nunca me aproveche de ti. -dice suavizando su tono volviendo a su
expresión calmada.
No tenía energía para esa pelea en ese momento, sin embargo yo también
era muy orgullosa. -Sí. Bájame. -repito volviendo a mover mis piernas.
-No. -dice caminando hacia mi habitación y deteniéndose en mi cama pero
no me suelta.
-Bien, ya me trajiste hasta aquí. Bésame y vete. -respondo segura pero tarde
noto mi error y mis mejillas se sonrojaron. Lei sonríe mirándome
tiernamente. –Eso no fue lo que quise decir. Ya, solo suéltame. -susurro
evitando su mirada.
-El problema es que no quiero soltarte. -susurra girando su cuerpo
sentándose en mi cama conmigo acomodándome de lado sobre su regazo.
No supe que responder por la sorpresa y lo miro dudosa. -Pero yo quiero
dormir.- susurro al no ver otra escapatoria. Me acuesta sobre mi cama.
-Duerme. -responde acostándose a mi lado colocando su mano en mi
espalda.
-Tienes que irte. -digo levantando la cabeza pero me sorprende encontrarlo
con los ojos cerrados como si estuviera dormido. -¡Lei! Tienes que irte. –
repito pero no se mueve. Agarro su mano separándola de mi cintura pero
vuelve al lugar rápidamente llevándose mi mano, haciéndome que pierda el
equilibrio y mi cuerpo termine encima del suyo. Sorprendida solo lo miro
pero él continúa haciéndose el dormido. -¡Ming Lei!
¡Suéltame! Si Do nos encuentra así no le va a gustar.
Mi comentario lo hace abrir los ojos y me mira advirtiéndome que no lo
diga de nuevo. Duerme. -responde cerrando los ojos.
-Lei, Do puede venir… -comienzo a decir pero al segundo después estaba
sobre mi espalda con Lei encima tan cerca que su nariz tocaba la mía.
-Dilo de nuevo. -me anima mirando fijamente mis ojos.
-Tienes…-mi frase fue interrumpida por sus labios robándome un beso.
Solo fue un segundo y vuelve a mirarme fijamente. -que…-retomo la
oración y una nueva interrupción de sus labios. -irte. -digo sin poder
evitarlo y vuelve a besarme pero esta vez dura unos segundos más. Cuando
se separa, sabiendo que había terminado con sus besos me relajo insistiendo
con que se vaya. -Lei enserió. -beso. -Tienes. -beso. que. -beso. -irte. -beso.
Sus labios sobre lo míos hacen desaparecer todos mis pensamientos y me
hacen sentirme débil. No quería besarlo pero tampoco interrumpir el beso.
Mi cuerpo traicionándome acercándose más al suyo aunque sus besos eran
muy suaves y sus manos en mi cintura hacían una combinación muy
adictiva pero si tenía que tener un momento de lucidez era ese.
-Lei, detente. -susurro empujándolo levemente logrando alejar medio
cuerpo del mío.
Ya era algo positivo que me ayudó a respirar más tranquila.
-¿Estás bien? -pregunta mirándome preocupado. Niego con la cabeza
cerrando los ojos negándome a llorar. Echándole la culpa al alcohol pero
sabía que en ese momento la culpa era mínima. -¿Qué ocurre, Ani?
Tranquila. -pregunta sentándose en la cama.
-Estoy cansada, Lei. Ve a dormir, mañana hablamos, por favor. -digo
también sentándome y señalando con la cabeza la puerta.
Lei duda pero termina parándose aunque no se mueve. Sus ojos miran los
míos. Veo un pequeño brillo especial y también la duda e incertidumbre de
no saber que hacer pero tampoco queriéndome presionar. Asiente una vez
dando media vuelta y saliendo del dormitorio.
Suelto un enorme suspiro y cubro mi cara ante la frustración. Logro
cambiarme y desmaquillarme rápidamente volviéndome a acostar sintiendo
la cabeza un nudo de sentimientos, palabras, besos y contradicciones.
A través de un ojo noto el sol filtrarse entre las cortinas blancas. Giro mi
cuerpo sin ganas de levantarme. De pronto llegan a mi memoria muchas
escenas de besos con Lei, guerras de miradas ambos acostados en mi cama
y por último yo pidiéndole que se vaya a punto de llorar. Abro mis ojos
ante la sorpresa. Si había tenido el ranking de los momentos más
vergonzosos con Lei, el de ayer había sido el primero. No lo podía creer.
Tiro la sabana encima de mi cabeza queriendo desaparecer del mundo.
Seguían llegando fragmentos e imágenes. ¿Mi mente no mentía? ¿Todo eso
había sucedido ayer? ¿Lei y yo casi… en qué momento nos dejamos llevar
tanto? Do iba a matarme. Yo misma quería matarme. Mi cuerpo lo había
disfrutado y mi subconsciente también pero mi consciencia y mi orgullo se
negaba a admitirlo o volver a querer que se repita.
Mi teléfono comienza a sonar interrumpiendo mis discusiones mentales y
alargue una mano lo encuentro llevándomelo a la oreja aún escondida bajo
la sabana. Era Ty.
-Hola. -susurro.
-¿Por qué susurras? -pregunta susurrando también sacándome una sonrisa,
Ty era la mejor compañera del mundo.
-Me estoy escondiendo del mundo. ¿Y tú? -recuerdo que ayer cada una se
fue con un hombre y Ty se había ido sola, me volvieron las ganas de querer
matar a Lei. -¿Tu llegaste bien? ¿Estás bien? -pregunto en tono más alto
que lo normal y un poco apurada por la preocupación.
-¡Ay, niña, mi tímpano! Primero susurras y luego gritas, me dejaras sorda. -
se queja aunque utiliza un tono divertido de señora mayor haciéndome
sonreír. -Tranquila, estoy bien. Y si, llegué bien, sola. Ya que sus hombres
las fueron a buscar. Lei se ofreció a dejarme contigo pero había llevado mi
auto y no podía dejar a mi bebé allí solo. -responde sonando enamorada por
su feo auto miniatura, mini Cooper. -Aunque tú, niña. Creía que tenías más
tolerancia al alcohol, como buena latinoamericana pero a los tres tragos ya
no me reconocías.
-Fue la ronda de los vasos de colores sin embargo estaban muy ricos. -digo
sonriendo recordando su sabor.
-Realmente. El barman es muy bueno. Y cuéntame, ¿pasó algo más con Lei
o solo se acostaron a dormir?
Suelto una risa irónica cerrando los ojos. -Pues, no dormimos. -digo sin
prestar mucha atención ya que me había llegado nuevamente la
recopilación de imágenes de anoche. Niego con la cabeza alejando esos
pensamientos de mi mente, me levanto sentándome en la cama y antes que
pueda reaccionar escucho un grito de Ty que realmente me deja sorda.
-¿Como que no durmieron? ¿Y me lo dicen tan tranquila?
¿Qué? ¿Yo había dicho eso? Cierro los ojos llevando la mano a la frente. -
No quise decirlo así. Me refería a que no dormimos juntos. -aclare aunque
no sé si termine oscureciendo más.
-Sí, no veo a Lei haciendo cucharita luego de hacerlo. Pero, al menos ya
aclaraste un poco tus sentimientos, ¿verdad? -pregunta Ty en un tono
tranquilo y animado.
Se me escapa una real risa. -No me acosté con Lei, bueno en teoría sí pero
no tuvimos relaciones. -dije mejorando mi explicación.
-¿Cómo se acostaron sin acostarse…? Oh, tienes que contarme todo con
detalles.
-Es demasiado largo para contar con detalles por teléfono y no quiero que
se entere Do. Al menos por ahora. -digo cerrando los ojos.
-¿Si sabes que Do lo sabe, verdad?
Asentí parándome de la cama caminando hacia el cuarto de baño. -Lo se,
pero no quiero que esto interfiera entre su relación. Son amigos desde hace
años y Do a veces puede ser muy impulsivo. -digo frente al espejo, levanto
mi cabello amarrándolo sin prestar atención a lo que me decía Ty, el alcohol
de ayer me pasaba facturas.
-¿Quieres? -escuche que preguntaba Ty pero me había perdido casi toda la
oración.
-¿Que me dijiste?
-¿Estás bien? Te escucho como si hubieras visto un fantasma. -dijo en tono
divertido y me hubiera reído de haber sido así.
-Sí, digo no. ¿Qué me dijiste?
-¿Si quieres paso por ti y camino a la universidad me cuentas que sucedió?
Si voy a la casa de Do él podría escucharnos y con lo que me imagino que
ocurrió anoche no me hago cargo si grito más de una vez.
-Claro, te espero. –digo aceptando.
-¡Que divertido! Bye, bye.
Me baño y cambio rápidamente y al salir veo a Lei en la habitación
provocándome un susto.
-¿Podemos hablar? –señala el balcón
-Tengo que irme. –digo caminando rápidamente hacia la puerta.
-Por favor, solo un momento. –dice interponiéndose en mi camino. Camino
hacia el balcón y espero que hable. –Anoche quedamos en que me avisarías
para pasar a buscarte al bar.
Evito su mirada asintiendo en silencio. -Quizás estabas muy ocupado con tu
teléfono para ver mi mensaje.
-¿De qué hablas? –su expresión cambió por una de entendimiento. -…Do te
dijo.
-¿Debía enterarme de algo? -lo miro rápidamente y él simplemente se
queda callado.
Entiendo perfectamente su silencio. -Tengo que irme.
Me detiene sujetando mi brazo. -Espera. Te lo iba a contar anoche. Meg me
escribió, me dijo que volvió y quería que lo supiera.
Asiento, esa parte ya la conocía. -Me alegra que la vuelvas a ver.
-Pero no significa que algo vaya a cambiar entre nosotros.
-¿Nosotros? No hay nada entre nosotros, Lei.
-Explícame entonces los besos de anoche. Explícame por qué Meg me
escribió esta mañana para vernos pero me negué porque necesitaba verte a
ti porque no dejo de pensar en ti, en cómo te sentirías hoy, si te sentirías
mal para necesitar algo.
Lo miro encogiéndome de hombros. –No sé qué quieres que te diga. Es
difícil creerte,
Lei.
Niega con la cabeza mirándome seguro. -Te quiero y te lo voy a demostrar.
Lo veo salir de mi habitación y me giro dando la espalda tomando aire
intentando calmar mi acelerado corazón.
Ty me avisa que llego por mí y tomo mi bolso caminando hacia su auto
mientras sigo reviviendo lo que sucedió hace un momento con Lei.
-¡Whoa! Esa no es la cara de alguien que tuvo una buena noche. –dice Ty
cuando me subo a su auto.
-Lei estuvo aquí y hablamos.
-Oh! ¿Sobre lo que sucedió anoche? Es tan romántico.
-Meg está en China. Lei quería hablar conmigo para decírmelo y… me dijo
que nada cambiará entre nosotros.
La boca de Ty literalmente toca el suelo. Me preocupa su silencio, nunca la
vi tan callada. – ¿Y le crees?
-No. –pero se veía seguro y quiero creerle. –Sí… no sé.
-El hecho que te lo haya aclarado es algo bueno. Es sincero, por eso quiere
que lo sepas. Él siente algo real por ti. Y por Meg no te preocupes, intentara
estar lo más que pueda junto a Lei tienes que prestar atención a las acciones
que tome él. –Asiento en silencio de acuerdo a su consejo.
Entramos a la universidad y seguimos caminando hasta el salón ignorando
que algunos miran hacia el estacionamiento y murmuran hablando sobre la
chica que regreso de Londres. Había visto fotos suyas sobre Meg y era muy
hermosa, rasgos delicados, cabello negro y largo con leves ondas e
increíblemente alta, más alta que yo, llegando al metro ochenta.
Encuentro a los chicos y Do me saluda revolviendo mi cabello como todas
las mañanas.
-Está viniendo Meg para saludarnos, te la presentare. –susurra inclinándose
para que solo yo lo escuche. Ty se despide rápidamente caminando hacia su
clase y me desea suerte guiñándome un ojo.
Asiento hacia Do no muy convencida y la veo venir caminando por el
pasillo. Viste un elegante vestido largo sobre un lindo sweater largo y unos
mocasines. Me gusta su estilo es sencillo pero con toques en tendencia. Se
acerca a nosotros sonriendo levemente y los chicos la saludan con un
abrazo. Imagino que la abran extrañado, después de tanto tiempo fuera,
todos eran amigos desde que son muy pequeños. Cuando es el turno de Lei
se queda un momento congelado y luego le corresponde el abrazo. Y sonrío
se que Lei fue el que más la extraño e independientemente de lo que pase
entre nosotros, solo quiero que sea feliz con quien quiera.
Meg se gira hacia mí y me ofrece la mano mientras Do nos presenta. Es
suave y parece sincera pero hay un punto que no me convence en su
sonrisa. ¿Habrá escuchado de mí? Presento mis respetos sinceramente, no
la veo como un rival, no creo en esas cosas de competir por hombres. Las
guerras no eran para mí.
-¿Les parece que vayamos a tomar algo a la cafetería de siempre? –
pregunta Meg animadamente.
Asienten en silencio y yo niego rápidamente. –Los dejaré solos y tengo
clases, no podré ir.
-Se cancelo la clase del profesor Teiwan. Nos acaba de avisar la
supervisora. –dice Do pasando mi brazo por mis hombros. –Así que tú
vienes con nosotros.
-Do es una reunión entre amigos, yo no tendría que participar. –susurro
mientras me obliga a caminar junto a él y los chicos.
-¿Que importa? Tú eres mi amiga también. Y quiero que estés. Además
tienes que proteger a tu hombre.
Su comentario me hace reír haciendo que los chicos me miren porque
estaba así y cubro mi boca con mi mano para detener mis risas. Miro a Do
un poco más seria. –No es mi hombre para empezar. Y segundo puede
protegerse solo. No me necesita. –miro un momento a Lei que a pesar que
Meg le está hablando continua mirándome atento mientras hablo con Do.
Do me atrae un poco más hacia él hablándome en un tono muy bajo. -Ahí te
equivocas. Meg es muy manipuladora, debes tener cuidado, sabe jugar bien
sus cartas.
Oh, ¡hablan sobre ella como si fuera una bruja que hechiza a Lei! Solo era
una chica que había vuelto a ver a sus amigos. No le daría más
trascendencia.
Tomando nuestras bebidas en la cafetería escucho que recuerdan viejas
anécdotas y comparan el pasado con el presente. Yo estaba jugando con la
liga de mi muñeca cuando se me escapa de los dedos y golpea suavemente
la mano de Lei frente mío. Lo miro disculpándome y él sonríe
quedándosela comenzando a jugar entre sus dedos.
-El que no ha cambiado nada es Lei. –dice Meg llamando su atención. –Él
sigue igual que hace unos años cuando me fui. –levanta su mano y la apoya
sobre su cabeza acariciando su cabello. Se miran hasta que Lei desvía la
mirada.
-Todos crecimos. Tú también estás distinta.
-Vimos las fotos que hiciste para la campana Estabas preciosa. –dice Do
refiriéndose a una campana de fotos que Meg hizo en Londres. Las fotos
eran muy hermosas, ella salía mostrando su elegancia y delicadeza.
-Las tomamos hace poco tiempo. Nunca lo había hecho, fue muy divertido.
-dice Meg con una sonrisa.
-No deberías haberlas hecho. –dice serio Lei. –Eran provocativas, debiste
ser más cuidadosa y no exponerte tanto.
En silencio desvío la mirada, su tono no fue de amigo sobreprotector. Do
me mira rápidamente y le devuelvo la mirada. También lo note.
Meg suelta una dulce risa. –Ves, sigues siendo mi pequeño hermano
protector que recuerdo. –dice y hay un punto que no me gusta. No son
celos. Es la forma que se refiere a Lei, como si fuera un niño. A Lei parece
tampoco gustarle porque desvía la mirada volviendo a su expresión fría e
indiferente.
Continuamos hablando sobre su viaje, donde Meg me incluye contándome
algunas experiencias, algunos lugares que le gustaron y la moda parisina. A
pesar de nuestro corto intercambio de diálogos descubro que es amable,
amigable y muy educada.
Mientras le cuento a Ty por llamada mis nuevas impresiones, se ríe sin
querer creerme.
-Estoy segura que como eres tú, si Lei no estuviera en el medio, serías su
amiga. –dice en tono burlón.
-No… '’amigas’’ es un titulo importante. Me cae bien. Es muy amable y
educada.
-¿Amable y educada? Amiga, eres demasiado buena para tu competencia.
-No es mi competencia. Lo hace ver a Lei como un premio que tenemos
que ganar y no me gusta. Somos grandes y cada uno sabe que hace.
-Meg no piensa como tú. Ella te ve como una competencia y no jugara
limpio.
-Lo sé. Y dependerá de Lei. Incluso si tengo que hacerme a un lado lo hare.
Quiero su felicidad con quien él elija.
Ty de pronto grita tan fuerte que tengo que alejar el aparato porque me hace
daño al oído. –¡Amiga! ¡Lo amas! –Ríe al escuchar mi silencio. –Quieres
su bienestar por encima del tuyo y serías capaz de alejarte para que él sea
feliz con otra mujer eso es amor del más puro. Admítelo. Lo amas.

Solo respondo balbuceos mientras mi mente procesa la información que me


dice Ty. Y de pronto me doy cuenta, siento una sensación en el pecho que
lo confirma. Es el siguiente paso luego de estar enamorada y amarlo es un
paso que se da invisible. Lo amo.
-Es extraño, nunca había sentido esto cuando estuve con Tom. El amor con
Lei es más… -dejo inconclusa la oración mientras busco la palabra que lo
defina.
-¿Correcto? ¿Menos toxico? Es que su relación, amiga. Yo estuve con
malos chicos pero Tom era una mala persona. Aun no puedo creer lo que te
hizo. ¿Recuerdas cuando lo conocimos en Villa Cipressi? Pero él siempre
se amo a sí mismo. Era un narcisista. Ahora junto a Lei crearon un amor
más sano y verdadero. Ambos estaban lastimados y supieron curar sus
heridas sin mucho esfuerzo. Solo se curaron acompañándose.
-Real. El amor con Lei es real. Por eso dicen que cuando conoces a un amor
correcto sientes paz y tranquilidad.
-Sin embargo Lei si puso en duda tus cosas y cambio tu realidad. Él hizo
que tocaras dos veces frente a un público cuando antes solo te permitías
soñarlo. Él sí revoluciono todo tu mundo.
Es tarde cuando Do entra a mi habitación mientras estoy hablando con el
señor Ghong por mi viaje a conocer los pandas. Necesitaba terminar de
coordinar con él para viajar más segura. Ya tenía la fecha y la estadía. Solo
eran unos cuantos días así que me prestarían una pequeña casa cerca del
casco principal, estaba dentro del terreno así estaría más segura. Le cuento
las novedades a Do, ya era oficial. En unos días estaría cumpliendo mi
sueño.
Do me abraza felicitándome compartiendo mi emoción. -Vamos a salir con
Meg.
Quiero que vengas.
-No, muchas gracias. El día de hoy ya fue demasiado incomodo para que lo
sea la noche también. Ve, pásenla bien. Me quedare aquí.
Asiente sin discutir. -Avísame si necesitas algo, enana.
Luego de cenar algo liviano decido caminar hacia el patio privado de Do y
sentarme sobre la hamaca. Mientras observo las estrellas cierro los ojos
agradeciendo poder cumplir mi sueño. Vuelvo a abrirlos y dejo caer mi
espalda sobre el respaldo. Noto un cuerpo a mi lado y veo sentado a mi lado
a Lei.
-¿Qué haces aquí? ¿No tendrías que estar en el bar con los demás?
-Tú tampoco fuiste.
Niego con la cabeza en silencio. Yo era invitada del invitado, en cambio él
tendría que asistir. Aun podía ir. -Ve, si quieres. No reprimas tus
sentimientos, sé que la extrañaste y quieres verla. Si el problema soy yo, ve,
no me molesta. –digo mirándolo sinceramente.
Sonrío cuando sus ojos miran los míos.
Se acerca negando lentamente con la cabeza. -Por eso te quiero. –dice y me
besa. Me sorprendo pero luego me pierdo en sus labios mientras sus dedos
acarician mis mejillas. Cuando nos separamos atrae mi cabeza hacia su
pecho recostándome y rodeando mi cintura con sus brazos. –No necesito
verla. No me quiero ir. Mi lugar es aquí.
Acomodo mi cabeza y cierro los ojos disfrutando el silencio junto a él. –
Sabes que los abrazos son una curita al corazón.
-Gracias entonces. Porque por ti ya no siento miedo. Mi corazón vuelve a
latir y me siento vivo.

Levanto la vista y veo sus ojos que brillan por el reflejo de la luna
luciéndolo más hermoso. Sonrío. Te amo, Lei. Gracias también a ti, por
aparecer en mi vida y mejorarla con tu simple existencia.
Entrelaza nuestros dedos y atrapo su mano jugando con sus dedos.
Cierro los ojos sintiendo su tranquila respiración, sale vaho de mis
exhalaciones por la baja temperatura pero no tengo frío.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Claro.
-¿Que ocurrió con tu ex novio? Me gustaría que me cuentes todo sobre él,
si te trataba bien, si te hizo daño, si lo amaste.
-Tom Ridesseli lo conocí en el viaje a Italia cuando tenía 17 años.
Oficialmente, porque yo ya lo había visto en una fiesta de mi tío un año
antes y luego él me contó que también me recordaba por eso nos ayudo. –
Es imposible contar la historia sin recordar imágenes de aquella época pero
me concentro para seguir con el relato. –Se cumplía un año de la muerte de
mi madre y yo estaba tan triste y enojada que me escape. No lo pensé y
tomando unos ahorros que tenía me tome el primer avión que encontré a
Italia. Unos días después conocí a Ty y ambas éramos un desastre.
Salíamos y tomábamos a cualquier hora. Una noche Ty se paso de lista con
unos tipos muy malos. –Se me escapa una risa recordando las palabras de
Ty, siempre fue la más valiente de las dos. –La hubieras visto era terrible.
Los hizo enojar y le robamos una de sus motos. Viajamos toda la noche y
llegamos a una Villa privada pero la policía nos atrapo y en la comisaria
estaba Tom. Él en ese momento era solo personal de policía, me reconoció
y nos ayudo a salir de todo el problema. Incluso también me ayudo a que
no salga de Italia la noticia porque si se enteraba mi tío iba a ser mucho
peor que la cárcel. Volví a Argentina y comenzamos a salir. Ascendió a y
quiso presentarse formalmente a mi tío. Gracias a su alto puesto mi tío
quedo maravillado con él, nos alentaba en todo, creando planes a futuro,
incluso nos compro una casa en Italia. Pasaron los años y yo estaba tan
enamorada. Él era perfecto, un compañero fiel y protector pero luego esa
relación desapareció. Él dejo de responder mensajes, llamadas, siempre con
la misma excusa: no tenía tiempo. A pesar de eso seguimos juntos y los
meses pasaron a ser años hasta que decidí viajar a Italia. Me conformaba
solo con estar con él el tiempo que pudiéramos. Y lo vi llegar a su casa pero
él no estaba solo. Estaba con una mujer de la mano y antes de entrar la beso
en la puerta y luego inclinándose le beso la pansa. La mujer estaba
embarazada. Su abrigo cubría el embarazo de 7 meses que no vi y su anillo
de comprometidos. Se casaron hace unos meses luego del nacimiento de su
hija.
-Lo siento.
Yo no. Es decir lo sentí en su momento pero cuando el amor empieza a ser
odio y luego rechazo, ya no sientes nada. Comienza a crecer una decepción
que el amor solo desaparece. -Ya ha pasado más de un año de esto. Él fue
mi única pareja, no he vuelto a salir con nadie.
-Él no te merecía porque no supo apreciar tu hermosa mirada. Ya no
piensas en nada. Y cuando apareces se siente un perfume de rosas que no
puedes olvidar. Eres una princesa pero los lacayos no pueden verlo.
-Oh, había olvidado que usted viene de la realeza. Entonces estoy ante
un príncipe. Pero eres tú la dulce ilusión que yo soñé, eres tú brillando
en tus ojos el amor pude ver…-canto en tono bajo la canción de Aurora
de La bella durmiente.
Se levanta como si de pronto recordara algo y se gira hacia mí. -Acepte este
baile y descúbralo usted misma. –dice inclinándose ofreciéndome su mano.
Sonrío mordiendo mi labio inferior y acepto su mano. Me acerca a su
cuerpo colocando una mano en mi cintura y la otra sobre la mía.
Comenzamos a bailar y girar recorriendo el lugar mientras sigo tarareando
la canción. Lei me hace girar y suelto una risa. Me detiene de espaldas a él
y tomando una mano a la vez volvemos a bailar. Me abraza envolviendo
sus brazos a la altura de mis hombros, apoyando su cabeza sobre la mía.
Reímos viendo hacia el cielo. Las estrellas brillan junto a la luna.
Capitulo XVI

Como despedida a mi viaje de ensueño a ver pandas, Ty y Ying organizar


una noche de karaoke donde asisten todos incluida Meg.
-No me molesta, solo me parece extraño que haya decidido venir. –digo
hacia Ty viéndola al otro lado de la sala a un lado de Lei. Están hablando
mientras ella ríe. Me pregunto ¿qué le habrá dicho Lei para que ella riera?
Es decir ¿Lei hizo una broma o ella misma se ríe de su broma? Vuelvo a
mirarlos y Meg se acerca reacomodando su sweater tocándolo de más.
Desvío la mirada antes que me encuentren mirándolos.

-Si fuera tú no se la dejaría tan fácil a Meg. –responde Ty.


-¿Qué quieres decir?
-Ella cree que no tiene de que preocuparse porque Lei siempre estuvo con
ella por eso es buena y amable contigo pero Meg siempre fue
manipuladora. Cuando vea que tú eres una competencia sacara su
verdadero rostro. Enséñale a Lei como lo amas. Y enséñale a Meg que
perdió a Lei y que ahora es tuyo.
-Sabes que yo no haría eso.
-Lo sé, tienes una visión del amor libre muy especial. –dice mientras trae
unos micrófonos muy divertidos, tenían luces de colores que cambiaban o
se encendían cuando cantabas.
-Ani tu inicias. -dice Do pasándome un micrófono.
–Encontré una carpeta con música variada: pop, clásica romántica, hip hop,
tiene algunos temas latinos para nuestra amiga acá presente. –explica Ty
comenzando la playlist.
Levanto mis brazos parándome emocionada. -¡Bien! En ese caso si
empiezo yo.
Ty selecciona la primera de la lista y comienza el tema de SHINee, “I´m
with you”, ya que todas lo conocíamos me acompañaron cantando/gritando
en el coro, era tan linda canción. Luego es turno de Ty, de Lady Gaga, “Bad
Romance”, por supuesto dice que no es su estilo pero la interpreta a todo
pulmón. La siguiente fue Ying, le toco “Holla back girl” de Gwen Stefani.
Amaba ese tema y las chicas parecía que también porque lo cantamos
sacudiendo nuestros cabellos y cuerpos incluso Meg también se unió a
nosotras pero más reservada.
La primera vez de Lía estaba algo nerviosa ya que le había tocado “Can´t
stop the feeling” de Justin Timberlake y no sabía pronunciar correctamente
las letras en ingles pero la ayudamos cantándolas todas juntas mientras la
bailábamos como poseídas. Luego se atreve Do y canta de James Arthur
“Impossible”, al principio se niega a cantarla ya que era muy empalagosa y
triste para él pero luego empieza a cantar en inglés y todas le hicimos el
coro.
Seguimos cantando y bailando distintos artistas; Katy Perry, J Balvin,
Fuijita Maiko, Taylor Swift, Bruno Mars, entre muchos otros.
Conectamos todos los micrófonos para cantar todas juntas y elegimos la
banda Blackpink, que nos gustaba a todas, incluso a Ty ya que tenían un
estilo bastante fuerte e independiente y el tema fue “Boombayah”.
Empezamos a cantar cada una interpretando a una cantante distinta. Nos
invitamos una coreo también aunque cada una bailo a su ritmo, Ying gira y
se adelanta cantando el solo de una de las cantantes mientras imitaba uno
de sus pasos pero exagerado, haciendo que todas nos riéramos mucho.
Dejo mi micrófono sobre una mesa ya que no tenía más aire para seguir
cantando y busco mi bebida para tomar, encuentro una botella de agua
sobre la mesa. Casi escupo el líquido al ver los raros pasos que inventaban
Lía y Ying.
Do y Fushian toman los micrófonos cuando terminamos y comienzan a
cantar de Exo, “Call me baby” haciendo poses y gestos hacia nosotras
mientras ellos se daban ánimo y saludos de “hombres”.
Agregamos papelitos con nombres de todos para que sea más al azar. La
primera salió
Ty y Cay con el tema “I´m a albatraoz” de AronChupa. Luego Lei junto a
Do les toco “24k magic” de Bruno Mars, es tan divertido verlos cantar y
bailar tratando de imitarlo a lo largo del tema, sobre todo los gestos seguros
y elegantes del cantante.
Cuando me toca a mí cantar era de solista el tema así que invite a las chicas
que bailaron mientras yo cantaba, el tema era “River” de Bishop. No sé en
qué momento la atmosfera de la habitación cambio, los pasos de las chicas
eran más serios y concentrados hacia los chicos y estos no dejaban de
mirarnos casi hipnotizados. Note que Lei no dejaba de mirarme y me da
confianza para seguir el tema e imitar algunos pasos de las chicas, solo
algunos, no era una cantante acostumbrada a bailar y cantar al mismo
tiempo. Terminamos de cantar y los chicos aplauden, nosotras hicimos una
reverencia.
Es el turno de Fushian, pidiéndole ayuda también a sus compañeros con el
baile mientras cantaba “Gangnam style” de PSY. Ya que todos conocían la
coreografía del video, la siguieron al pie de la letra, haciendo que todas nos
riéramos hasta dejarnos sin aire. Descubrí a Ying y Lía grabándolos con el
teléfono y los chicos haciendo caras graciosas a la cámara. Se unieron a la
coreografía, luego Ty y yo mientras gritábamos los ‘’Hey’’.
><><><><><><><
A la mañana siguiente estamos todos despidiéndome en el aeropuerto y se
activa mi parte del corazón más sensible. Todos me desean buen viaje y
felicidad en él.
-Es que nunca creí, yo… siempre estuve sola y nunca había visto o sentido
tanto cariño y gracias a ustedes… -mi voz se convierte en susurro cuando
se quiebra y no puedo seguir hablando. Cierro los ojos antes de que salgan
las lágrimas y siento que Ty me rodea la cintura en abrazo apretado.

-Está bien, está bien. -me consuela Cay dando palmaditas en mi espalda.
Sonrío apreciando el gesto y Ty aprieta su abrazo.
-No está aquí. -susurro a Ty mirando disimuladamente por el lugar. Un
punto en mi pecho dolía. Ayer había visto a Lei y Meg irse juntos del
Karaoke y luego no volvimos a hablar. Era extraño y me sentía realmente
confundida.
-No te preocupes, amiga. No lo necesitas. ¡Vas a cumplir tu sueño. Iras a
ver con tus propios ojos osos pandas! -dice Ty animada y me contagia su
felicidad.
Es verdad. Cumpliría mi sueño y nada ni nadie me quitaría esa alegría.
Había hecho muchos esfuerzos y sacrificados para llegar a donde estaba.
Por primera vez en mi vida cumpliría un sueño. No uno obligado por
mandato familiar. Un sueño personal. El dolor pasó a ser nervios y se
transformó en una fuerte alegría y tranquilidad en mi pecho que reconocí
como orgullo. Por primera vez podía sentirme orgullosa de mis logros.
Sonrió y abrazo a Ty. -Gracias, amiga. Te voy a extrañar.
-¡Pero si solo te vas una semana! Es mentira, yo también te extrañare.
Cuídate mucho y háblame cuando llegues. -dice limpiando unas lágrimas
que se escaparon de sus ojos.
Ying y los chicos también me abrazaron de manera brevemente y en
cambio Do, que fue el último de los tres, me revolvió la cabeza
despeinándome como siempre hacia.
-Cuídate, enana. Llámame cuando llegues y todos los días. No hables con
extraños y si alguien te pregunta algo tu no le contestes. -suelto una leve
risa asintiendo y abrazándolo. -¿Dime de nuevo por qué no puedo
acompañarte?

-Porque necesito hacer esto sola. Además te necesitan aquí. Cuida a Ying y
no seas tan malo con ella.
-No soy tan malo, ella me hace enojar. -dice mirándome con ojos inocentes.
Lo miro fijamente a punto de golpearlo. –Está bien. Se te hará tarde. Ve a
cumplir tu sueño y disfruta de tu viaje.
Gracias, Do. Te quiero.
-También te quiero. Ve.
Subo al avión y me siento contra la ventana. Cierro los ojos y suelto un
suspiro. Por fin, no puedo creer que estoy a viajando al último lugar y
cumpliré mi sueño. Vería pandas. Podría tocarlos, podría sentir su olor y su
pelaje. Después de tanto imaginarlo, de tantos años soñándolo en unas
horas se cumpliría.
Escucho que alguien se sienta a mi lado y miro de reojo. Sonríe y
correspondo la sonrisa automáticamente pero noto que es Lei. Lo miro
sorprendida.
-¿Qué haces aquí?
-¿Quieres la verdad o la excusa?
-La verdad.
-No podía dejarte viajar sola.
-Siempre viajo sola.
-Te dije que iban a cambiar algunas cosas.
-No te vi en el aeropuerto, creí que no te despedirías.
Lei curva sus labios e inclinándose presiona sus labios contra los míos.
Apoya su cabeza sobre mi hombro y entrelaza nuestras manos enredando
nuestros dedos. -Descubrí que te extrañé y que te necesito.
-¿Qué?
-Este no es el mejor lugar para hablar. -suelta una leve risa.
-¿Te vas a dormir? -él asiente. -Lei! -rápidamente deja un suave beso en
mis labios y vuelve a su posición anterior y cierra los ojos. Siento
curiosidad. -¿Cual era la excusa?
-Quiero conocer a los pandas. -susurra. Reímos.
Llegamos al hotel y registran mi reserva. Lei alquila otra habitación en mi
pasillo ya que no sabía en qué hotel me hospedería.
-¿Quieres ir a comer? -pregunta tomando mi mano. Me suelto pero camino
a su lado.
Me mira sorprendido y niego con la cabeza.
-No tan rápido, señor de la realeza.
-Sus deseos son mis órdenes, mi princesa. ¿Donde quieres ir?
-No lo sé. No conozco.
-Por eso debes darme la mano, para que no te pierdas.
Suelto una risa sarcástica. -Buen intento. Vamos por allá.
-Es por acá. -señalando la dirección contraria.
-¿Como sabes? Tú tampoco conoces.
-Investigue. -intenta agarrar mi mano pero rápidamente la desvía.
Sonrió. Me gusta que respete mi decisión. Además el hecho que haya
viajado solo para acompañarme ya era un dulce gesto. Lo sigo mientras
caminamos pasando entre varios puestos de comidas. Nos detenemos en
uno con mesas para sentarse y compra dumplings rellenos de carne. Son
deliciosos.
-¿Cuando tienes que ir a campo de pandas? -pregunta mientras volvemos a
caminar.
Esta vez son puestos de regalerías.
-Mañana a la mañana.
Asiente y deja pasar un señor mayor. Lo siento en mi espalda mientras
caminamos. Detiene mis pasos un hombre que se interpone en mi camino,
su mirada me hace sentir sucia mientras siento sus ojos vidriados por el
alcohol recorrer mi cuerpo.
Sorprendida me alejo un paso hacia atrás topándome con Lei. Este mira al
hombre y rápidamente tomando mi mano se interpone entre nosotros
cubriéndome con su cuerpo llevándome con él.
Cuando salimos de la calle de puesto, se gira mirándome preocupado. -
¿Estás bien?
-Sí. Solamente me asusto.
-Bien. Volvamos al hotel. Es más seguro. -propone tirando de mi mano.
-No. Quiero conocer más. Sigamos caminando.
Duda y lo animo sonriendo tirando de su mano. Seguimos caminando
recorriendo las calles, viendo más puestos. Suelto su mano pero lo tomo del
brazo. Se nos pasa la tarde, yo había comprado algunos regalos para las
chicas y Lei solo había mirado.
Cuando comenzamos a sentir hambre volvemos a cenar en otro puesto.
A la mañana siguiente nos encontramos en el pasillo del hotel, como ambos
teníamos solamente las mochilas como equipaje, decidimos desayunar algo
en el comedor y salir directamente hacia el campo/hábitat de los pandas.
Llegamos al predio, era un campo abierto bastante grande. Nos recibe el
señor Ghong, el encargado del lugar. Habíamos hablado muchas veces a
través del teléfono y por fin lo conocía en persona. Era un hombre alto,
regordete y muy simpático. Nos invita a su despacho ya que teníamos que
rellenar algunos papeles, corroborar otros y darnos de alta en el sistema
como nuevos voluntarios. La estadía duraría solamente cinco días. Le había
comentado a Lei sobre el plan y había aceptado. Me moría de ganas de
verlo con los pandas. Luego de leer y firmar papeles, nos lleva a
cambiarnos de ropa para entrar al área en donde estaban los pandas. La
ropa era un mameluco color marrón, unas botas de goma y unos guantes de
látex. Recorrimos las instalaciones: la sala médica, en donde estaban dos
pequeños bebes pandas recién nacidos, un área especial y cerrada para
algunos pandas como embarazados o bajos de peso y por último el área de
juegos y en donde pasaban casi todo el tiempo ya que algunos vivían ahí.
Nos presenta a nuestro guía y el señor Ghong se retira.
El guía nos explica que podíamos acercarnos a los pandas si queríamos,
jugar, darles de comer, en general lo que quisiéramos, ya que no teníamos
una tarea en específico pero que tuviéramos cuidado ya que por más lindos
que se vieran, seguían siendo osos y podían hacernos daño. Así que
mientras se dirigía a revisar un área cercana en donde un panda grande
había aterrizado y destrozarlo, con Lei nos quedamos solos y nos
acercamos un poco más.
Siento mi corazón detenerse un segundo. Era genial por fin verlos de cerca,
en vivo, su pelaje se veía tan suave, sus colores mucho más fuertes, el olor
también era bastante fuerte, era como una mezcla entre humedad y bambú,
pero no pude evitar la alegría que crecía a medida que me acercaba más a
ellos, solo quería correr, tirarme sobre ellos y abrazarlos.
-Creo que por tu expresión, solo quieres correr hacia ellos y tirárteles
encima. –dice Lei burlón.
-Créeme estoy reteniendo todos mis impulsos. –asiento mirando hacia
ellos.
-¿Y qué esperas?
Tomo una respiración sin saber que decir. ¿Qué esperaba? Ni yo sabía, creo
que por un lado estaba admirándolos de lejos ya que los estaba realmente
viendo en persona y por otro lado eran grandes, podrían fácilmente
aplastarme si alguno se me tiraba encima, aunque no se me ocurre una
mejor manera de morir, aplastada por un panda. Miro de reojo a Lei y me
devuelve la mirada animándome. Vuelvo la mirada hacia los pandas que
estaban y veo algunos durmiendo, algunos chiquitos jugando, me muerdo el
labio inferior y decido acercarme.
Camino unos pasos y noto que algunos levantaban sus orejas
escuchándome, otros solamente me miran curiosos pero uno pequeño se
acerca corriendo y choca contra mis piernas. Rio y me inclino acercándome
a su altura, le acaricio el lomo, las orejas, la cabeza y él juega con mis
manos entre sus patas tratando de agarrarlas. Le sigo el juego, incluso lo
empujo hacia atrás y le rasco su pansa, no sabía si tenía realmente
cosquillas pero movía sus patas tanto delanteras como traseras tratando de
alejarme como si realmente le hiciera gracia.
Levanto la cabeza y veo a Lei sonriendo con su teléfono apuntando a
nosotros. De pronto sus ojos se abren y baja un poco su teléfono
acercándose preocupado. Al principio no entiendo hasta que siento unos
cuerpos encima de mí y soy yo la derribada que termina en el suelo. Rio
mirando la cantidad de pandas pequeños que estaban sobre mío, unos tres o
cuatro, cada uno juega conmigo saltando o dando pequeñas mordidas, hay
uno que simplemente se sube y se acuesta sobre mis piernas, parece estar
tranquilo y durmiendo.
-¿Estás bien?
Levanto la mirada y veo a Lei, asiento y algunos pequeños van hacia él,
salvo el que esta acostado en mis piernas, él no se ha movido, lo agarro
acunándolo en mis brazos y veo como se vuelve a dormir, sonrió y me
levanto mirando a Lei que está rodeado y se suma uno más grande. –¿Tú
estás bien? –rio al ver que el grande se para sobre sus dos patas traseras y
coloca sus patas delanteras sobre su espalda, Lei se agacha acariciando a
uno mientras el grande aprovecha y se trepa sobre su espalda quedando
como una enorme mochila.
-Creo que también les caigo bien. –dice divertido aunque sus ojos
proyectan un poco de miedo y desconfianza. Veo en sus ojos un brillo
nuevo y noto que lo disfruta. Está feliz y me hace sentir aún más contenta.
-Su novia es muy tierna, señor. -dice el guía. Veo a Lei sonreír y lo miro
sorprendida. He visto a mucha gente emocionarse pero ninguno como ella.
-Es que mi novia tiene una obsesión por los pandas. Los quiere más que a
mí.
-En eso no te equivocas. -respondo y escucho a ambos reír.
El guía nos pregunta si queremos acompañarlo a preparar la comida ya que
es hora de su tercer almuerzo, ya que comen mínimo 3 veces cada 2 horas.
Asentimos y dejamos a los pandas en el suelo, aunque el pequeño no me
quiere soltar, finalmente el guía saca las garras de sus patas de mis brazos y
nos alejamos caminando hacia el almacén pero nos sigue, nos apresuramos
y logramos cerrar la puerta antes que entre con nosotros pero escuchamos
un ruido contra esta como si hubiera frenado con el objeto. Suelto unas
risas negando con la cabeza, Lei me mira con ojos tiernos pero divertidos y
el guía suspira con una sonrisa.
Es un gran almacén con las varas de bambú apiladas, fuentones, leche y
entre otros objetos comestibles. El guía se dirige a las varas y nos pasa unas
cuantas, nos dice que había que sacudirlas contra el piso para ablandar la
planta, ya que los pandas harían todo el trabajo de pelarlas porque les
gustaba así. Así que junto a Lei hicimos esa actividad. Eran duras, algo
maleables pero al tener tantas capas gruesas, eran algo pesadas. Luego el
guía las apila en una carretilla y lo acompañamos afuera junto a los pandas,
las reparte sin un orden en específico y deja los fuentones con leche
alineados en una esquina.
Los veo como cada uno agarran una vara, se sientan y comienzan a partirlas
para comer el interior. Sonrió, son muy tiernos.
–Me dijeron que el suyo estaba dormido pero si quiere lo vemos por fuera,
sin despertarlo.
Tomo aire y lo suelto despacio. –¡Sí, por favor, vamos ya! –digo apenas
conteniendo mi emoción. Miro a Lei y él sonríe mirándome conteniendo mi
emoción y lo estaba, ¡iba a conocer a mi bebé!
Seguimos al guía pasando algunos predios más, hasta un pasillo, entramos a
una sala vidriada. Señala la ventana y nos acercamos. Habían varios pandas
durmiendo, algunos comiendo, otros pequeños jugando entre ellos, trepados
de las ramas. El guía apunta a uno mediano que estaba durmiendo
profundamente sobre su estómago. Suelto una risa y me pego más al vidrio.
Escucho desde lejos como hablan Lei y el guía pero yo había dejado de
prestar atención, seguía mirando solamente por el vidrio.
-Claro, entiendo. –dice el guía y escucho el ruido de una puerta abriéndose.
Giro la cabeza y veo que el guía asiente invitándome a pasar al hábitat. Lo
miro sorprendida. Me dejaría ingresar. Me acerco a Lei y poniéndome en
puntitas le beso la mejilla rápidamente.
Tomo aire y camino atravesando la puerta. Varios pandas me miran,
algunos siguen en lo suyo. Me acerco a mi bebé, viéndolo por primera vez
en persona.
Rio tapándome la boca con las manos sin aguantarme la emoción y niego
con la cabeza. Por fuera se veía igual que el resto de los pandas pero lo
sentía especial, verlo crecer, ver sus fotos y videos desde que me lo
regalaron, conociéndolo desde que nació. Era mágico al fin verlo.
Retrocedo despacio para no despertarlo pero levanta su cabeza mirando
hacia todos lados, sus redondos ojos me miran y con toda la paciencia del
mundo, se me acerca. Me siento a su lado y acaricio sus lindas orejas, sus
mejillas, su pecho. Posa su pata sobre mi mano y luego la otra sobre ella.
Sonrió y suelto algunas lágrimas.
Me acerco y lo abrazo fuertemente. Respiro su aroma –a pesar de que no se
podía- y descubro porque, tiene un fuerte olor a algo sucio y de exterior.
Cierro los ojos, disfrutando al fin estar abrazando a mi Namu, después de
tantos años. Acaricio su espalda y me alejo despacio.
Sus lindos ojos negros me miran y luego se desvían atrás mío. Sigo su
mirada y veo a Lei junto al guía mirándonos. Este último me hace una seña
de tiempo finalizado y asiento.
Vuelvo a mirar a Namu y como si supiera, se me tira encima. Rio soltando
un gritito por la sorpresa, es pesado. Siento que se acercan apresurados a mi
espalda pero levanto a Namu como un bebé y me giro hacia ellos. Me
encojo de hombros y sonrió.
Camino con ellos hasta la puerta y giro dando unas vueltas con Namu en
mis brazos.
Lo abrazo una vez más y lo dejo sobre el suelo. Allí le acaricio la cabeza
sin querer dejarlo.
–Esto es todo por hoy. El señor Ghong los está esperando en su oficina. Si
quieren cambiarse hay un baño atrás de aquella puerta. –dice el guía
volviendo a cerrar la puerta.
Volvemos a asentir y le agradecemos. Antes de salir miro una última vez a
Namu. Está dando vueltas sobre su estómago y me parece lo más hermoso
del mundo. Suspiro feliz, miro a Lei y nos dirigimos al baño.
Caminamos hacia la oficina principal. Hablamos con el señor Ghong y nos
muestra la casita donde nos quedaríamos. Era pequeña: un solo dormitorio,
cocina con una mesa y un baño. Acomodamos nuestras cosas y Lei se
ofrece a dormir en el sillón ya que solo había una cama. Me parece bien.
Lei cocina unos fideos con verduras que le quedan deliciosos. Los
disfrutamos mientras hablamos sobre el día y las divertidas experiencias
con los pandas.
Al día siguiente podíamos ir al campo a cualquier horario pero siguiendo
mi costumbre de despertarme con la salida del sol, me despierto realmente
temprano. Me cambio en silencio y cuando me acerco a la cocina por algo
de fruta para desayunar veo a Lei dormido sobre el sillón. Se ve tan tierno y
angelical dormido. No puedo evitarlo y le tomo una foto. Es muy linda. Me
retiro antes de que se despierte o que se haga medio día y yo aun esté
mirándolo dormir.
Hago algunas actividades parecidas al día anterior. Veo más voluntarios que
cada uno se encarga de un sector y yo ayudo sin molestar a nadie. Casi a
medio día me detengo a tomar agua y descansar.
El guía me saluda cuando se acerca al comedor donde estaba. -¿Sabe usted,
que su panda se emparejo con una panda? –Lo miro sorprendida. –Sí y tuvo
su primer hijo ayer, cuando usted llego. La felicito.
¿Me felicita? ¡Soy abuela! ¡Mi bebé tuvo un bebé y soy abuela! –Necesito
verlo, por favor. Al menos solo un momento.

-Sígame.
Me conduce hasta una sala especial donde veo una mamá panda con su cría
y el guía me confirma que son Lin, la pareja de Namu y su cría que aun no
tiene nombre.
-Si quiere puede escoger un nombre.
-Loto. –digo haciendo referencia a la película Kung Fu Panda. El guía
asiente y lo anota en la planilla con el resto de los datos de Loto.
Al principio los pandas eran muy celosos con sus crías así que era mejor no
acercarse y no provocarlos. Ellos se encargarían de alimentarlos y cuidarlos
hasta que supieran caminar y que crezcan y puedan salir junto a los demás
pandas.
Veo otras salas y algunas vacías ya que en general los pandas solo tenían
una cría por eso era considerado una especie en peligro de extinción y eran
tan cuidados porque eran contados los osos pandas que quedaban y los
especialistas hacían lo que podían para evitar que la especie desapareciera.
Volviendo al campo general me encuentro a Lei acariciando las patas de un
panda. Sonrío al ver que también disfruta estas aquí, rodeados de su fuerte
olor, vestidos con mamelucos y cuidando pandas.
-Buenas tardes, bello durmiente.
Mi voz lo hace enderezarse y levantarse. Su mirada encuentra mis ojos y
sonríe dulcemente. -Lo siento no vi que era tan tarde. Cuando desperté
olvide que hacia aquí y mi princesa no estaba en el castillo.
-Tu princesa estaba trabajando.
-Las princesas no trabajan.
-Es cierto además cuidar pandas no puede considerarse un trabajo. Es una
pasión. –Lei suelta una risa.
Mientras almorzamos recuerdo la noticia y observo a Lei emocionada.
–¡Tengo una súper increíble noticia para contarte! –Lei asiente esperando
mi respuesta.
– ¡Soy abuela!
Desaparecen los colores de la piel de Lei y me mira serio. –No sabía que
eras madre.
Su comentario me hace reír mientras niego con la cabeza. –Namu tuvo un
hijo. Mi bebé tuvo un hijito panda. –explico mostrándole con mis manos el
tamaño del bebé de Namu era del largo de una mano.
-Te felicito, eres la abuela más hermosa que he visto. –Arrugo mi nariz
ladeando la cabeza sin reírme de su broma. Pero sonríe contagiándome. –
¿Ya la pudiste ver?
-Por supuesto. Esta mañana y también ayude a varios voluntarios, limpie
algunos sectores y rompí algunas varas de bambú.
-Oh! ¡Has hecho muchas actividades, que productiva! Quiere decir que me
queda…cierra sus ojos y hace un tierno puchero.
Asiento disfrutando de su linda expresión. –Lavar algunos pandas. ¡Vamos,
quiero ver esto! –digo tomando su brazo obligándolo a caminar hacia el
área de aseo.
En realidad era muy sencillo. Los pandas se lavaban casi solos, excepto
algunos que habían tenido algún percance como uno que estaba esperando
sentado sobre una gran piscina de madera que lo limpien pasando el cepillo
en sus patas, orejas, pansa, espalda. Mientras Lei enjuaga al panda
comienzo a grabar, no podía perderme filmar este hecho. Él no se da cuenta
hasta que lo está lavando con una manguera.
Me mira y yo levanto mi pulgar felicitándolo por su esfuerzo. –No me
filmes. –dice cubriendo sus ojos con su mano libre. Niego con la cabeza en
silencio pero no muevo el teléfono y continúo filmándolo. –Hey! –dice y
rápidamente la manguera me apunta a mí salpicándome de agua.
-¡Lo siento, lo siento! –digo intentando de ya no me llegue agua y se
detiene volviendo la atención al panda. Miro mi ropa y mi mameluco está
empapado de agua.
Estaba pensando la manera en que me podía vengar de Lei pero de pronto
el siguiente panda que está lavando comienza a dar patadas al agua muy
fuerte provocando salpicar mucha agua empapando a Lei.
Sigo riéndome luego de cambiarnos y caminar hacia la sección donde
estaba Namu, porque hoy también quería verlo.
Llego a su sección y lo veo al final de terreno parado sobre sus dos patas
traseras golpeando una puerta. Quizás tendría hambre, el guía me había
dado fruta para alimentarlo. Entro al predio teniendo el cuidado de volver a
cerrar para que no se escape y su cabeza se gira mirándome, corre hasta mí
y choca contra mis piernas.
Riéndome le acaricio la cabeza y las orejas.
Lo hago seguirme hasta una hamaca doble y me siento haciendo que se
suba también. Le paso rodajas de manzana ya que él me daba su pata
esperando la fruta. Aun se me hacia un sueño verlos, alimentarlos, poder
acariciarlos. Era tan irreal pero tan precioso. Encuentro un antiguo
sombrero hecho de tiras de bambú y se lo coloco. Parece el guerrero
dragón. Él continúa comiendo sin quitarse el sombrero. Me encanta verlo
masticar, los ruidos que produce al masticar y la facilidad en agarrar los
objetos. Es hermoso. Al ver que no le paso más fruta se acerca intentando
encontrar más. Le muestro el balde ya que está vacío pero él sigue
buscando, oliendo atrás mío y arriba mío. Se trepa a mis piernas y pasando
sus brazos por mi cuello me abraza oliendo mi cabello. Río mirándolo y
acerca su hocico oliendo mi cubre bocas y mis ojos. Acaricio su pelaje
mientras sigue olfateándome y sigue trepándome hasta subir al árbol atrás
mío.
Trepa con ayuda de sus garras y llega hasta la cima de la rama separada del
árbol principal. Es muy alto y si se cae… soltando el agarre de su pata se
cae chocando contra el suelo. Lo miro preocupada pero solo sacude la
cabeza y continúa caminando. Sube una pequeña subida y baja rodando.
Luego corre hasta un puente y lo espero del otro lado. Sube por una
plataforma hasta el final y me apresuro a atraparlo del otro lado. Estira sus
patas dejándose caer en mis brazos. Lo tomo abrazándolo y camino
recorriendo el terreno. Él se queda quieto entre mis brazos y a veces mueve
las patas traseras balanceándolas. Juego a dejarlo caer pero lo atrapo
rápidamente e intenta morderme todas las veces. Giro sobre mis pies
dándonos muchas vueltas.
Señorita, ya es momento de su baño. –dice el guía refiriéndose a Namu
pero yo continúo con las vueltas en sentido contrario.
Cuando comienzo a marearme me detengo distinguiendo dos figuras
humanas, además del guía a su lado está Lei. Lanzo hacia arriba a Namu
mientras camino hacia ellos.
-Ya le prepare lo necesario. –dice señalando los objetos. Asiento en silencio
inclinándome en agradecimiento y Namu trepa sobre mí hasta estar sobre
mis hombros. Lei me mira preocupado pero yo río mientras lo bajo
dejándolo en el suelo.
-¡El último que llega tiene que bañarlo! –digo mirando a Lei corriendo
rápidamente. Escucho que corre siguiéndome y Namu también corre atrás
nuestro. Llego primera y levanto los brazos celebrando mi victoria.
Lei baja la cabeza tomando aire fingiendo estar decepcionado y lo consuelo
dando unos golpecitos a su hombro. –Tranquilo, te ayudare.
Primero teníamos que lograr atrapar a Namu que había salido corriendo.
Me encargo de eso atrapándolo fácilmente. Lo alzo y lo dejo sobre el agua.
Comienza a dar patadas salpicando agua hacia todos lados.
Mientras Lei le tira agua sobre el lomo, le cepillo las patas removiéndole
una gran cantidad de tierra y piedritas. Le paso el cepillo sobre el pelaje y
Namu se sacude. Lei juega con él y el cepillo.
Se hace tarde y volvemos exhaustos y listos para asearnos. Mientras veo a
Lei preparar la cena no puedo evitar imaginarme que así serían nuestros
días si esto se hiciera cotidiano. Realmente no lo imagino viviendo y
trabajando de cuidador de pandas pero si en un hogar donde luego de
trabajar, lo observaría cocinar mientras hablamos sobre nuestro día y
cenaríamos continuando conversando. Yo sería realmente feliz con una casa
en el campo. Amaba la naturaleza y aunque me gustaba la ciudad, prefería
la tranquilidad y la paz de la vida rural. El despertarse con el sol, cuidar de
pandas y luego tocar el piano, bailar en el jardín bajo las estrellas. Disfrutar
la compañía del otro sin medir el tiempo.
-Hey, ¿no tienes hambre? –pregunta Lei sacándome de mi imaginación.
-Sí, lo siento. –bajo la mirada hacia el plato y comienzo a comer.
-Me gustaría saber en que estabas pensando.
Sonrío sintiendo mis mejillas cambiar de color. No me atrevería a decirlo
en voz alta así que cambio rápidamente a otro pensamiento. –Es precioso
estar aquí. Finalmente me refiero. Tanto tiempo soñándolo y ahora se
cumplió. Es increíble. –Lei sonríe mirándome compasivo. –¿Tú ya debes
estar cansado, no es así? Queriendo volver a la ciudad y a tu rutina.
-En realidad no. Me gusta estar aquí. Pero me gusta aun más porque estás tú
aquí. Quiero decir, no creo que hubiera hecho esto por mi cuenta pero la
disfruto porque estás tú.
Muerdo mi labio inferior mirándolo sin poder correr la vista. –¿Le avisaste
a los chicos que venías, verdad?
-Oh, sí. Sus reacciones cuando les conté fueron muy divertidas. Do no
podía creerlo y Cay me dijo que no soportaría un solo día y hoy se cumplen
dos así que puedo llamarlo orgulloso. –comenta bromeando y reímos.
-Estoy muy feliz que estés aquí conmigo. Esto era un sueño mío y el que
estés también aquí me hace sentir más acompañada y segura a tu lado.
-Siempre podrás contar conmigo. Y quiero que estés segura a mi lado,
nunca haré nada para lastimarte si puedo evitarlo. Siempre querré lo mejor
para ti.
Mis ojos se llenan de lágrimas y sonrío queriendo decirle que lo amo
incluso estoy lista para hacerlo pero veo una sombra atrás suyo, sobre el
sillón. Se mueve bajo la frazada de dormir. –Lei, no te muevas. –susurro
levantando mis manos.
Él me mira preocupado y se gira mirando atrás suyo, cuando descubre la
vicha salta de la silla cayendo al suelo. Esta aprovecha y se enrosca en su
pierna. Lei suelta un grito asustado mientras se mueve intentando quitársela
pero es peor moverse cuando ya te atrapo.
-No te muevas, no la toques. Espera. –digo mientras busco rápidamente un
palo o algo similar. Encuentro un paraguas y lo coloco pegado a su pierna,
el animal trepa al palo del paraguas liberando la pierna de Lei. Camino
hacia afuera y la arrojo con todas mis fuerzas. Observo que se va hacia el
campo abierto en dirección opuesta hacia nosotros. Vuelvo corriendo hacia
la casa buscando a Lei. Está intentando levantarse pero lo detengo.
-Espera, quédate ahí. ¿Te mordió? –pregunto mirando con atención su
pierna.
-Tranquila, no me mordió.
-¿Seguro? Déjame ver. –pido arremangando su pantalón. Veo unas leves
marcas rojas pero nada profundo preocupante.
-¿Eres veterinaria ahora? Porqué… estoy empezando a sentirme mal… -
dice con una mano en su pecho y luego se cae sobre su espalda.
-¡Déjate de bromas, esto es muy serio, Lei! –Tomo sus manos levantándolo
del suelo. – Vamos a tener que desinfectar todo, por ahí paso el animal. Y
no vas a poder dormir en el sillón, la vi moverse primero ahí.
-¿Dónde dormiré entonces? ¿En la hamaca de Namu?
-En la cama. Es lo suficientemente grande para que ni siquiera me notes. –
Me mira sorprendido y asiento sin dejarlo replicar. -Está todo contaminado,
intenta no tocar nada.
Busco algún desinfectante o lavandina y mientras Lei se baña limpio por
todos lados por precaución. Retiro las sabanas del sillón dejándolas afuera,
mañana podíamos lavarlas.
Camino hacia el dormitorio y reviso que no haya ningún animal escondido.
De pronto siento unas cosquillas en mi brazo y suelto un grito golpeando a
lo que me haya rozado. Lei suelta una queja mientras se ríe. Respiro más
tranquila golpeándolo más consciente esta vez.
-¡Me asustaste!
-Era la idea. –susurra mirándome con una sonrisa inocente.
-¿Seguro no te mordió? Se enredo en tu pierna de todos modos y escuche
un grito. – digo mirándolo preocupada.
-Señorita, usted es la experta y no encontró nada. Ya no te preocupes,
vamos a dormir. – dice dando un rápido beso en mi nariz y camina hacia la
cama preparándose para dormir.
Asiento y paso al baño preparándome para acostarme también. Cuando
salgo veo a Lei ya acostado con los ojos cerrados. Bueno, es un poco más
fácil así. Me acuesto sobre la cama e intento relajarme. Es decir él está del
otro lado, ni siquiera se rosan nuestros cuerpos pero lo siento muy cerca.
Abro los ojos y veo que él también me mira. Apoya la mano en el espacio
que queda entre nosotros y sonrío imitándolo.
Entrelaza nuestros dedos y vuelve a cerrar los ojos.
Cuando despierto aun sin abrir los ojos escucho su corazón y ciento su
respiración subir y bajar. Parpadeo levantando la cabeza y me doy cuenta
que estoy acostada sobre su pecho. Él tiene solo un brazo sobre mi espalda
acercándome inconscientemente y sigue dormido.
-Quédate. –susurra apretando su brazo en mi cintura volviéndome a apoyar
mi cabeza sobre su pecho.
-Estás despierto. –susurro sin moverme.
-No y tú tampoco.
-Yo veo el sol brillando, ya es hora de levantarse.
-Disfruta del sol brillando aquí conmigo. –susurra abrazándome con su otro
brazo.
Cierro los ojos respirando su aroma y no es difícil volver a quedarse
dormida entre sus brazos.
><><><><><
-Buenas tardes, dormilona. –escucho la voz de Lei. Me estiro sin querer
abrir los ojos. – Eres más dormilona que yo cuando te sacan de tu rutina.
-Es tu culpa, dejaste que siguiera durmiendo. ¿No es muy tarde, cierto?
-No, pasan de las 4 de la tarde solamente. –Mis ojos se abre y me siento
rápidamente. Lei suelta una risa. –Es broma. Son las 11 de la mañana. –Me
dejo caer apoyando mi espalda sobre el respaldo. –Ten. Te traje el
desayuno.
Miro la bandeja sobre la cama y lo miro sorprendida. –Oh, Woah! Yo
nunca…
-¿Nunca te habían traído el desayuno a la cama? –Niego con la cabeza en
silencio. Mentiría si dijera que Tom tenía estos detalles. Él solo se
despertaba más temprano que yo para correr hasta el medio día que seguía
entrenando. –Me alegra ser el primero. Pero falta algo. –dice acercándose a
mí como si buscara algo y de pronto se inclina besándome un momento. –
Ahora está completo, puedes empezar.
-¿Cómo está tu piernas, no está hinchada? –pregunto comenzando a comer
la fruta.
Se acuesta de lado frente mío y me roba fruta. –No, está igual que ayer.
Asiento en silencio. Qué alegría. Sin embargo lo noto un poco decaído
como si tuviera la energía baja. No digo nada para no insistir con el tema y
continúo desayunando.
Nos cambiamos y vamos a nuestro último día como cuidadores de pandas.
Nuestro guía nos recibe y nos lleva a una sección donde hay pandas más
adultos y más grandes. Estos no necesitan tanta atención pero si nosotros
teníamos que tener cuidado con ellos y sus juegos un poco brutos, sus
mordidas o arañazos.
Este sitio tiene incluso juegos de interacción para que los pandas se muevan
más. Veo algunos caminando mientras suben y bajan de una plataforma.
Otros trepando unas escaleras y luego dejándose caer como si fuera un
tobogán. Era muy divertido verlos.
El guía nos ofrece subirnos con ellos y jugar siempre atentos a las
precauciones.
Me subo a tantos juegos como pueda siempre con un panda al lado. Lei no
le gusta y solo prueba uno y luego se dedica a sacarme fotos o filmarme.
Vemos a cuatro pandas reunidos en una mesa sentados sobre asientos
hechos especiales de bambú. Todos están mirándose y comiendo bambú.
Parecen cuatro amigos conversando de la vida comiendo unos bocadillos.
Miro a Lei y suelto una risa. –¡Parecen ustedes! ¡Me imagino a todo el
grupo reunido así, comiendo fruta cortada. ‘’Espera que termino el
informe.’’ ‘’No, lo hare yo porque tu letra es horrible’’ –digo imitando sus
voces.
Lei me mira fingiendo enfado pero la sonrisa lo vence y asiente soltando
una risa. –Es cierto, podríamos ser nosotros un día cualquiera. Déjame que
les tome una foto. –su mano tiembla y parpadea frunciendo el ceño. De
pronto lo veo desmayarse sobre el suelo.
Me acerco preocupada si está bien o se lastimo en la caída. Pido una
ambulancia intentando reanimarlo. El guía me tranquiliza avisándome que
ya vienen en camino y que no lo toque por precaución.
En el hospital lo reaniman informándome que solo fue un golpe de tensión
por el incidente con la vicha pero era mejor que lo viera un medico en
Shanghái. Volamos y él sigue un poco mareado por la anestesia pero lo
logramos y cuando aterrizamos vamos directamente a un hospital. Aviso a
los chicos y me responden que están viniendo rápidamente.
La primera que veo entrar es a Meg que me mira enojada. –Espero que
estés satisfecha, Lei está así por tus patéticos caprichos.
-Fue un accidente. Nunca quise que saliera lastimado.
-¿Que dijeron los médicos? –pregunta Do interponiéndose en nuestra
discusión.
Lei tuvo una reacción alérgica a la vicha pero le habían aplicado un
medicamento y solo estaba descansando. –Está mejor, solo tiene que hacer
reposo un par de días.
-Te juro que si le hubiera pasado algo…-amenaza Meg pero la interrumpe
la puerta abriéndose. Vemos entrar una señora alta, muy elegante, parecida
a Lei. Meg y Do se levantan inclinándose en forma de saludo y los imito
casi segura de quien es.
-Señora Ming, que alegría verla aquí a pesar de que sea en estas
circunstancias. –dice Meg, es la primera en hablar. Me mira un momento
culpándome silenciosamente que estemos aquí.
La señora asiente y recorre la habitación mirándonos de a uno, se detiene en
mí mirándome curiosa. –¿Pueden dejarme sola con la señorita Luce, por
favor? –pregunta y me sorprendo que conozca mi apellido.
Rápidamente asienten y se retiran dejándome a solas y con Lei inconsciente
dormido.
-Así que tú eres Ania Luce. –dice sin agregar otro comentario.
Vuelvo a inclinarme en forma de saludo. –Así es, señora Ming. Lamento
que nos conozcamos en esta situación y lamento lo que le paso a su hijo.
Créame que nunca fue mi intención…-la señora Ming me detiene negando
suavemente con la cabeza.
-Quería ver por mí misma a la mujer que me ha nombrado tanto estos
meses mi hijo y Shell. Quería agradecerte, no sé cómo lo has hecho pero mi
hijo cambio mucho desde que te conoció. Es más alegre, más divertido. Y
la señora Shell también lo ha notado y me comento que es gracias a ti, así
que no tienes que disculparte, en cambio te ofrezco mi agradecimiento por
haber llegado a la vida de mi hijo. –Inclina levemente solo su cabeza.
Le correspondo el gesto agradeciéndole por sus palabras.
-Yo debería agradecerle, en ese caso. Su hijo me ha ayudado también en
muchas ocasiones como no tiene idea. Es un gran hombre, dulce y honesto.
–digo y tomo la mano de Lei, acariciándola un momento. La señora Ming
lleva sus ojos a nuestras manos y rápidamente la suelto.
-No sabía que estaban saliendo. Quiero decir, Lei habla todo el día de ti y
de lo enamorado que está pero no me conto que estuvieran saliendo.
-Es verdad. No estamos saliendo. Lo siento, fue un impulso.
-Cuando se ama no hace falta disculparse. Y no lo reprimas. Me gusta que
Lei tenga una compañera. Eres muy hermosa.
Mis mejillas se sonrojan y bajo la vista agradeciendo sus palabras. –En
realidad somos compañeros, tocamos juntos en dos ocasiones para la
universidad.
-Lo sé, me contó de su compañera de música. Dice que cantas y tocas el
piano muy bien. – Mis mejillas se vuelven a tornar rojas y me golpeo
mentalmente por no poder controlar mejor mis reacciones. La señora Ming
sonríe y tiene la misma sonrisa brillante que su hijo. – Eres muy adorable.
Y educada. Me caes mejor que la señorita que está afuera, si te soy sincera.
–La miro sorprendida y la señora asiente en silencio. –Es una excelente
profesional, Meg. Y de muy buena familia pero hizo sufrir mucho a mi
hijo. La espero muchos años y cuando por fin podían comenzar algo ella
decide irse y dejarlo todo rompiéndole el corazón a mi hijo. Y una madre
no perdona esas faltas tan fácilmente. Además hay algo en ella que no me
termina de convencer. Es muy fría para Lei. Por eso me gustas tú. Eres muy
cálida. Recién te conozco pero me doy cuenta que eres muy sensible y
sincera.
-Le agradezco, señora Ming. Estoy realmente enamorada de su hijo y solo
quiero lo mejor para él.
-Eso espero, querida. Cuídalo, Lei parece frío y distante pero en realidad
tiene un corazón muy sensible y se preocupa mucho por todos sus seres
queridos. –Asiento en silencio de acuerdo a su descripción. –Ya tengo que
irme. Pase solo un momento a ver cómo estaba pero al verte aquí me voy
un poco más tranquila. Tengo un vuelo a Singapur en dos horas. –dice
levantándose de su asiento caminando hacia la puerta. La acompaño y se
detiene antes de llegar mirándome seria. –Mi hijo te quiere. Aunque tenga
una manera ambigua de demostrarlo y la señorita afuera piense que tiene
más poder sobre él que tú pero es al revés. Créeme. Cuídalo y no le dejes el
camino tan fácil. No se lo merece. –me dice susurrando entre nos.
Asiento inclinándome en agradecimiento. Sus palabras me llenan de
energía y una sensación de protección crece en mi pecho. Miro hacia Lei y
me acerco acariciando su mano tomándola entre las mías. Prometo cuidarlo
de la manera que pueda.
Me quedo junto a él todo el día, intercambiando en algunos momentos con
los chicos para comer. Do me convence que vaya a dormir a su casa, ya que
hace dos días que estaba en el hospital y venía durmiendo mal.
Vuelvo a la mañana y hacemos intercambio con Do que va a desayunar. Me
siento a su lado y lo veo mejor, tiene más color en las mejillas. Tarareo una
canción en tono bajo mientras tomo su mano acariciando sus dedos. De
pronto su mano aprieta la mía y lo veo despertar lentamente. Mira hacia
todos lados desorientado.
-¿Dónde estamos?
-En el hospital en Shanghái. Tuviste una reacción alérgica a la vicha pero
ya estas mejor.
Me mira extrañado y asiente. –No recuerdo nada. Estábamos con muchos
pandas y luego todo negro.
Asiento recordando que el médico me había prevenido que eso podía
suceder. A veces cuando el impacto es tan grave, el cerebro tiende a
eliminar escenarios o momentos. Con el tiempo puede que vuelvan o no. -
Me preocupaste mucho, todo esto es mi culpa, si no te hubiera dejado ir
quizás no estaríamos aquí ahora. –susurro desviando la mirada.
-Eso no lo sabes. Yo quise acompañarte no podrías haber hecho nada. –dice
llamando mi atención apretando nuestras manos. -Además si la situación
hubiera sido al revés, tú sola allá con la serpiente, me hubiera vuelto loco.
No podía dejarte ir sola.
-Eres demasiado bueno para mí.
-Nadie es suficiente para ti. Ni siquiera yo pero prefiero ser egoísta y no
dejarte ir.
-Yo tampoco quiero dejarte ir.
Entonces hagámoslo oficial.
-¿Aquí? Pero estamos en un hospital. –suelto una risa mirando las blancas
paredes.
-No me importa solo quiero que seas mía oficialmente.
-¿Y tú eres mío oficialmente?
-He sido tuyo desde que me sonreíste el día que nos encontramos en el
aeropuerto. Sonrío enamorada de sus palabras y asiento en silencio. –
Entonces es oficial.
Me inclino lentamente mientras él mira fijamente mis labios. Presiono mis
labios sobre los suyos y sus manos toman mi cuello acercándome hacia él.
–Iré por el médico.
Lo revisa y le hace unos estudios de rutina y nos alivia al confirmarnos que
ya está bien y para el final del día puede volver a su casa. Sonrío
inclinándome en agradecimiento hacia el médico. Veo a Lei bostezar y subo
su manta cubriéndolo del frío aire de hospital.
-¿Estás cansado?
-Soy Lei siempre estoy cansado. –dice mirándome divertido. Rio por su
broma. Lei en chino significa cansado. -Siempre quise ser cantante. -dice
luego de unos minutos de silencio entre los dos.
-¿Qué?
Acaricia lentamente mi cabello. -Una vez me preguntaste que me gustaría
hacer si pudiera decidir. Sería cantante.
Sonrió imaginándomelo. -Estoy segura que serias un gran cantante. Ya eres
un gran violinista. -lo veo dudar y su mano atrapa la mía entrelazando
nuestros dedos. -¿Por qué no arriesgarte con el canto también?
-Es más complicado. Soy muy introvertido no podría cantar ante tanta
gente. –Lo miro dudando, al principio es normal tener miedo e
inseguridades pero solo tienes que respiran profundo y comenzar a cantar.
Las palabras salen solas y cuando quieres darte cuenta lo estas disfrutando.
-¿Me irías a ver cantar?
-No me lo perdería.
Sus labios se curvan mostrando una sonrisa inocente. -¿Aunque desafine?
Niego con la cabeza. -Eso no es posible. –Sonríe y sus ojos se cierran.
Pienso un momento más su sueño y sonrío imaginándomelo cantando
arriba de un escenario volviendo locas a todas en el público. -Así que sobre
tu carrera como cantante, estaba pensando, podrías probar otro estilo más
rockero. –digo en broma aguantando una risa.
-¿Rockero?
-Si ropa negra, tu cabello hacia arriba. -Digo emocionada imaginándome su
nuevo estilo. Agarro su flequillo y llevándoselo arriba lo anudo con una
liga. Se me escapa una risa. Se ven muy tierno.
Lei ríe achinando los ojos. –¿Me queda bien? –pregunta hacia su peinado y
asiento tomándole una foto y luego mostrándosela. Me mira y su sonrisa se
transforma en una corta risa. -No voy a comenzar ninguna carrera de
cantante. En cambio, tú podrías cumplir otro sueño.
-Conocí pandas. Ya cumplí mi sueño.
-Me refiero a tu carrera.
-¿De qué hablas?
-Mira mi teléfono, lo tengo ahí. –Se lo alcanzo y me muestra una
propaganda sobre una audición de pianistas para una academia en
Shanghái.
Lo miro indecisa con mi boca tontamente abierta. -¿Cómo…? No. No
puedo. Estoy terminando mi carrera, no puedo dejarla.
-No digo que la dejes. Pero sé que este es tu sueño.
-No puedo. Es complicado. -empezando porque mi tío me desheredaría. Me
apoyo sobre su pecho y cierro los ojos.
-Piénsalo al menos. Mira es solo una audición, puedes hacerla y continuar
con tus estudios hasta saber el resultado.
-¿Y luego? –pregunto temiendo su respuesta.
-Luego puedo acompañarte y hablar con tu tío. –Aprecio su ayuda pero sé
cómo termina ese camino así que niego con la cabeza en silencio. –Al
menos haz la prueba a la audición. Por mí.

-Está bien.
Continuamos hablando de la audición y promete acompañarme. Es en unos
días así que pensamos temas, él está convencido que presentar Without you
ya que le gusto mucho cuando la toque hace unos meses.
Nos interrumpen cuando la puerta se abre y entran los chicos junto a Meg.
Lo saludan animados y felices que ya este mejorado.
-Me alegra que estés mejor, Lei. Te prepare tu preferido para levantarte el
ánimo. El hospital es un lugar muy frío y gris.
-Estuvo bien cuidado. Igual es su último día hoy ya puede irse.
-¡Genial! Así podrás disfrutarlo en tu casa.
-Te agradezco, Meg. Tienes razón podremos disfrutarlos en mi casa. –
responde Lei mirándome sonriendo.
-Oh, es una porción solo para ti, no sabía que estarías acompañado por tu
amiga.
-Ani es mi novia y estoy seguro que podremos compartir.
Lo miro sorprendida que lo haya dicho sin mensura. Mis mejillas se tiñen
de rosado y los chicos sueltan expresiones de felicitaciones para ambos.
Meg está seria y nos mira indiferente.
Cuando finalmente lo dejan ir, vamos a su casa y casualmente Meg se
excusa diciendo que no puede acompañarnos porque tiene un compromiso
urgente. Nos encontramos con la señora Shell que lo aprieta entre sus
brazos al ver a Lei preocupada por su estado. Nos invita a la sala con
comida y probamos los rollos que le preparo Meg. Los chicos no aceptan
ninguno pero Lei me pasa uno para que lo pruebe. Tengo que admitir que
estaba muy rico. Se lo comento a la señora Shell mientras prepara más
comida para los cuatro chicos hambrientos que nos esperan en la sala.
-Es un plato sencillo. No preparo nada muy especial.
Asiento en silencio sin convencerme. Me siento incomoda por su gesto y
me frustra porque no sé cocinar y sé que a los hombres eso les gusta
mucho. –¿A los hombres los enamoras con la comida?
-¡Oh sí! A los hombres los conquistas por el estomago. Pero importan
también otras cosas. Por ejemplo la conexión entre las dos personas, la
atención y el cuidado que prestas hacia la otra persona, sentir que el tiempo
se detiene cuando sus miradas se encuentran. Son pequeños detalles que
solo las dos personas lo saben porque lo sienten. Así que no pierdas tu
tiempo preocupándote por ella.
Ayudo a la señora Shell a llevar diferentes platos de comida y me prepara
sus riquísimas galletas de chispas de chocolate.
Capítulo XVII

Estábamos ensayando la canción para la audición que ya no quedaba más


tiempo, era mañana y mis nervios solo crecían. Lei aplaude sonriendo
cuando termino por tercera vez la canción pero lo noto un poco decaído y
cansado. Se me ocurre una idea que lo ayudaría y también me ayudaría a
quitarme los nervios.
-¿Sabes que te haría bien? –pregunto levantándome del banco del piano.
Lei me mira curioso. -¡Comer! Te prepararé el plato especial que le hacía a
Do siempre que se sentía triste hace años. –digo tomando su mano mientras
bajamos hacia la cocina.
-Creía que Do había dicho que no sabes cocinar.
Lo intento. -…y es verdad pero si hay algo en la cocina que soy buena es
preparar té y esta receta. Vamos. Necesito un ayudante. –propongo en tono
animado pero Lei solo me sigue con los ojos cerrados. -Vamos, Señor Lei,
la vida es una sola y hay que vivirla. -canto inventándome la letra, sacudo
mi manos como si fueran maracas. De pronto me entraron muchas ganas de
poner música muy fuerte y cocinar cantando como hice una o dos veces con
mi madre hace años cuando era niña.
-Estoy cansado. -responde sin moverse. Habíamos llegado a la cocina pero
quería su ayuda para la preparación y verlo más animado.
-De estar sentado. Vamos. Vamos viejito, puedes dormir a la noche. -digo
levantando su brazo pero era muy pesado así que intento con su mano. Lei
atrapa mis dedos entre los suyos.
-No estoy viejo.
Niego con la cabeza sonriendo, al menos había abierto los ojos. Tiro de su
mano hasta que se levanta y festejo alzando nuestras manos.
-No hay que llorar, que la vida es un carnaval y las penas se van
cantando…-canto girando sobre mis pies y luego lo obligo a girar una vez
y otra vez. Entre giro y giro noto su sonrisa, incluso una corta risa. Atrapo
también su otra mano así que quedamos bailando de frente. Me hace girar
sobre mis pies y rio casi sin poder respirar. Luego gira él pero no calcula
bien ya que se tropieza con sus pies cayendo hacia adelante encima de mí.
Intento agarrarme de algo pero solo siento que cae sobre nosotros una
película fina blanca. Antes que me diera cuenta estaba sentada en el suelo
con su medio cuerpo en mi regazo. Nos había caído harina, estábamos
empolvados igual que el suelo. Lo miro preocupada que le doliera algo pero
estaba tentado con los ojos cerrados por la risa.
-¿Estás bien? -pregunta calmando su risa pero manteniendo la sonrisa.
Lleva una mano hacia mi mejilla donde quita despacio harina.
-Sí, ¿tu estas bien? -pregunto mirando su cabeza llena de harina, no pude
evitar reírme, se veía tan tierno. Incluso su frente y nariz tenían harina.
Él sonríe y sacude su cabeza deshaciéndose de casi toda la harina pero aún
le quedaban algunos mechones blancos. -¿Mejor?
Agarre un puñado de harina, sonriendo inocentemente y esparciéndolo
sobre su mejilla. -Te falto ahí. –rio mientras me mira indignado.
-Tú también tienes ahí. -responde mientras sopla más harina hacia mí. Me
cubro los ojos con las manos y sacudo la cabeza para quitarme un poco de
harina.
-¿Qué están haciendo en mi cocina? -nos interrumpe la voz del señor
Mintong.
Levantamos la mirada hacia él y Lei es el que reacciona primero, se levanta
y agarrando mi mano me ayuda a pararme.
Atrás suyo aparece el resto de los chicos que nos miraron con los brazos
cruzados, levantando una ceja y sonriendo.
-Disculpe, Señor Mintong, queríamos… -comienzo mi explicación
moviendo mis pies para salir de la harina pero uno de ellos se resbala
llevando mi cuerpo hacia atrás. Siento el brazo de Lei rápidamente en mi
espalda frenando mi caída y pegándome a su cuerpo. Agarro su camisa
logrando estabilizarme. ¿Podía ser más vergonzoso el episodio? Sí.
Estornudo dos veces seguidas por la harina que volaba en el aire y me
acerco inconscientemente un poco más a Lei.
Escucho un coro soltando exclamaciones de ternura mirándome con la
cabeza inclinada y me sonrojo mirando el suelo. Que torpeza la mía pienso
mientras sacudía la harina de mi camisa.
La mano de Lei sacude mi cabeza en un gesto que es más una caricia y lo
miro un momento cerrando mis ojos a punto de volver a estornudar. -¿Estás
bien? –pregunta preocupado y levanta su mano limpiando suavemente mi
nariz evitando que estornude.
Asiento respirando más tranquila y suelto su camisa.
-Vayan a bañarse, yo limpiare este desastre. -exclama el señor Mintong
corriéndonos con las manos.
-Vayan señoritos traviesos. –dice Fushian en tono de burla señalándonos
con un dedo.
-Solo íbamos a cocinar. -respondo pasando mi mano por mi mejilla
limpiándola.
-Sí, claro. -responden los tres a la vez en coro. Como les gustaba responder
de esa manera, lo hacían muchas veces.
-Es cierto. Yo estaba con hambre y Ani se ofreció a cocinarme pero nos
ocurrió un accidente. -explica Lei. Oh, su expresión cansada era solo
porque tenía hambre.
-Sí, accidentes. -vuelven a responder los tres en coro.
Niego con la cabeza, no tenían solución. -Lo siento, Lei. Al final no pude
prepararte la receta especial. -digo lamentando no haberlo podido cocinar.
-No creo que le importe mucho la comida. -dice Fushian ganándose un
codazo de Cay.
-Ve a bañarte, enana. Él está bien. –demanda Do pero miro a Lei buscando
sus ojos. Estaban con más ánimo, sin tristeza y con un leve brillo. Se me
escapa una sonrisa y Do rueda los ojos.
-Ya estoy mejor, gracias, Ani. Me divertí. Luego podemos preparar algún
platillo. –dice inclinándose hacia mí susurrando. Asiento desapareciendo
por las escaleras.
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Hoy es la audición y para calmar mis nervios decido desayunar algo liviano
e ir a casa de Lei para ensayar una última vez. Me abre la señora Shell y me
deja entrar mirándome incomoda.
-¿Cómo está, señora Shell? –pregunto confusa por su nerviosa mirada.
Asiente en silencio. -¿Está Lei? hoy es la prueba de audición y quiero
practicar una última vez.- Digo mirándola conteniendo mi emoción. La
señora Shell asiente pero antes que hable, una voz la interrumpe.
-Ania. Buenos días, ¿cómo estás? Si buscas a Lei está en su habitación, aun
duerme. – dice Meg mientras la veo descender las escaleras. ¿Ella durmió
aquí? Sonríe mientras intento ocultar mi sorpresa de verla. –Oh,
seguramente te preguntaras que estoy haciendo aquí, bueno, tuve un
pequeño problema anoche y Lei se ofreció a ayudarme. Luego el tiempo se
fue volando y nos quedamos dormidos. Estas cosas pasan cuando vuelves a
reencontrarte con un viejo amor.
-Eso veo.
-¿Lo buscabas por alguna razón en especial o solo para verlo? Porque está
durmiendo y quizás no lo sepas pero él acostumbra a dormir hasta muy
tarde. Lei es realmente dormilón. –dice riendo en tono bajo. Sonrío sin
querer caer en su juego pero dos podían jugarlo.
-Lo sé, estos meses lo he conocido muy bien. Incluso he logrado que se
despierte temprano. Créeme no fue sencillo, es muy dormilón. De todos
modos hoy no me esperaba tan temprano por eso debe estar durmiendo si
no ya hubiera ido a buscarme, ya que tenemos una importante cita. –digo
encogiéndome de hombros. Ella parpadea y es la única reacción que veo.
Veo su máscara quebrarse y se acerca mirándome seria.
-No sé qué te propones pero no lo lograrás. Lei nunca estaría con una
persona además de mí. Tenemos una historia de muchos años para que se
arruine. Él me ama desde que somos pequeños, no conoce otro amor por
eso lo tienes confundido.
La intención de su comentario no me gusta nada. Lo sobrestima mucho y
está totalmente equivocada con su manera de pensar. Además me doy
cuenta que en realidad no lo quiere. Solo quiere tenerlo y que él la quiera. -
Si hablas así de él significa que en realidad no lo conoces.
-Claro que lo conozco. Él me ama como siempre.
-¿Pero tú lo amas? ¿En verdad vas a ser feliz?
Mi pregunta la enfada un poco más y suelta una risa irónica. -Amor. De qué
sirve si termina. Es solo una gran mentira.
-El amor no se termina, al contrario, es el día tras día donde ambos lo
alimentan juntos. El amor no lastima. Las personas sí. Ese es tu problema.
Solo quieres saber que es tuyo pero en realidad no lo quieres. Ese es el
amor más egoísta que uno puede tener.
-Puede ser. Pero te advierto, no pienso renunciar a Lei. Por más que lo
intentes nunca tendrás la relación que nosotros tenemos. Lo que sentimos
es único y especial.
-Yo no quiero la relación que ustedes tienen. Sé perfectamente lo que viví
con Lei. Y esa es nuestra diferencia, si yo supiera que en verdad te ama o él
me lo hubiera pedido me haría a un lado y lo dejaría ser feliz porque yo sí
lo amo.
-Entonces déjalo ser feliz y vete. Si eres inteligente, sabrás que es la mejor
opción. Aquí solo pierdes el tiempo ilusionándote con algo que nunca va a
pasar. Al final del día ambas sabemos a quién escogerá Lei. –vuelve a
sonreír como si la conversación anterior nunca hubiera pasado. -En fin.
Tengo cosas que hacer, puedes acomodarte en la sala, Lei tardara unas
horas más en bajar, anoche nos desvelamos mucho tiempo. – dice tomando
su abrigo y se despide falsamente mientras se retira.
Suelto un suspiro cuando la puerta se cierra y no sé qué hacer realmente.
Camino hacia la puerta para salir también, no me quedaría, ya ni siquiera
quería verlo.
-¡Ani, espera! –me detiene la señora Shell volviendo a la sala. –Escuche un
poco la conversación que tuvieron y usted tiene razón, esa señorita es muy
caprichosa, solo se quiere a sí misma. –Asiento en silencio. Al parecer los
tenía a todos engañados. –Pero déjame decirte la verdad sobre algo que
dijo. Es verdad que la señorita tuvo un problema anoche pero llego sola, le
dijo cualquiera excusa y el señorito la dejo quedarse pero se quedo en el
cuarto de invitados. Yo misma los vi. Lei simplemente se retiro a su
habitación a dormir, es mentira que hablaron hasta tarde.
Eso en teoría la señora Shell no podía saberlo, quizás hablaron luego que
ella se retiro a dormir y no los vio.
La señora Shell nota mi indecisión y toma mis manos pidiendo mi atención.
–Créeme, señorita. La señorita Meg durmió en otra habitación, yo la vi salir
de allí está mañana y Lei durmió solo en su habitación.
Le agradezco la sinceridad a la señora Shell y su preocupación. No
recuerdo que otras palabras intercambiamos y me despido saliendo
rápidamente de la casa.
Mientras camino sin prestar atención a donde, pienso en las palabras de
Meg. Tenía razón en algo, la relación que ambos tenían y el cariño de Lei
hacia ella era inconfundible, insuperable. Nunca podría competir contra
ello. Una mariposa vuela a mi lado y mientras la observo revolotear a mi
lado me di cuenta, yo también tenía razón. No quería la relación que ambos
tenían porque mi relación con Lei era distinta. Era nuestra. Las cosas que
habíamos vivido. Las risas que habíamos compartido. Los besos que nos
dimos. Rozo mis dedos con las flores que se poso la mariposa y sube a mi
dedo. Alzo la mano lentamente y me quedo quieta observándola, es tan
hermosa. Toda nuestra historia había sido solo nuestra. Ambos teníamos un
pasado, amores que quisimos mucho y corazones rotos pero juntos
logramos un amor nuevo. Hermoso. Y nuestro.
Pero la mariposa vuelve a volar dejándome con una duda que aun me
perseguía, ¿qué paso realmente anoche? ¿Lei solamente la dejo quedarse
por una cuestión moral o la dejo quedarse por una cuestión sentimental?
Quiero creerle a las palabras de la señora Shell pero y ¿si es mentira? ¿Y si
Lei realmente está confundido y reemplaza mi amor por el de Meg?
Me siento en un banco frente al muelle y mi teléfono vuelve a vibrar. Temía
mirar por si era Lei, había decidido hacerle la ley del hielo en tanto pensara
la situación. No quería responderle. Pero al mirar la pantalla era una
llamada de Do.
-Hola Do. –respondo normalmente.
-Veo que a Do le respondes.
-Lei. –susurro cuando reconozco su voz.
-¿Donde estas? ¿Por qué desapareciste?
-Necesitaba aire. Estoy en el muelle.
-Iré por ti.
-No…-no me dejo terminar mi oración que había cortado la comunicación.
Bien. Lei estaba viniendo. Suspiro sintiéndome más nerviosa que nunca. Le
preguntaría.
Al menos tenía la oportunidad de explicarme que había sucedido.
Su presencia interrumpe mis pensamientos. Se sienta a mi lado muy cerca,
me muevo dejando espacio entre los dos. Él nota mi gesto y me mira con
cuidado.
-Me alegra que estés bien. Estaba preocupado, no respondías mis llamadas,
ni mis mensajes.
-Lei…necesitamos hablar.
-Dime. –me mira esperando que prosiga y dudo un momento.
-Hoy fui a tu casa temprano y estaba Meg. Me conto que se quedo a
dormir.
Su expresión cambia a una de entendimiento y pasa a mirarme con ternura.
Mis mejillas se sonrojan pero no cambio mi expresión seria. –Por eso era la
ley del hielo.
¿Quizás será que te atacaron los celos?
-¿Cómo reaccionarias tú si te enteras por Tom que se quedo a dormir en mi
casa?
¿Cómo te sentirías? –Su sonrisa desaparece y me mira serio. –Además no
son celos.
No soy celosa.
-Tienes razón, lo siento. Suficiente esfuerzo me toma aceptar que vives en
casa de Do.
Lo miro sorprendida. –¿Qué tiene que ver…?
-Estoy celoso. Estoy muy celoso de que vivas en casa de Do.
Niego con la cabeza. Eso era tema para otra conversación. –No me quieras
cambiar el tema. ¿Por qué Meg durmió en tu casa?
-Tuvo una discusión con su padre, llego a mi casa llorando y me pidió
quedarse a pasar la noche. –Desvío la mirada sintiendo el enojo recorrer
mis venas. –¿Qué querías que hiciera?

-No podía negarme.

-Claro que podías. Conoce a mucha gente que estoy segura que la
ayudarían si ella lo pide pero fue a tu casa, especialmente porque quería
verte a ti. Quería estar contigo.

-Sé lo que estás pensando pero no sucedió nada. Créeme, ella durmió en la
habitación de huéspedes.
Asiento sin convencerme. Él se acerca atrapando mis manos entre las
suyas. Busca mis ojos con una dulce mirada. –Hey, tienes que creerme. –
Me acerco y lo obligo a inclinarse para mirarlo directamente a los ojos
analizando sus expresiones bien de cerca. Logro ponerlo nervioso y mira
mis ojos alternando con mis labios. -…porque eres mi novia y te respeto.
No sucedió nada anoche. Lo suelto y me alejo comenzando a caminar. Él
trota para alcanzarme. –¿Me crees?

-Aún no lo sé.
Él me mira dispuesto a rebatir pero lo piensa y se queda callado. –¿Vamos a
la audición? Asiento en silencio. Él sonríe intentando agarrar mi mano pero
la alejo antes de que me toque.
Llegamos a la audición que se realizaba en un centro de música muy grande
y luminoso. Le piden a Lei que espere en recepción mientras me enseñan
donde se realizaran las pruebas. Subimos unas escaleras y llegando a una
habitación me señalan una puerta cerrada. Me piden que tome asiento y
espere que me llamen en mi turno. Veo muchos concursantes algunos con
sus instrumentos y otros solos y nerviosos como yo.
Cuando llaman mi apellido entro a la sala y veo tres jueces que me piden
que me presente nombrando que canción tocare. Me piden que comience
cuando este lista y mientras camino hacia el piano veo a través de la
ventana una mariposa que intenta entrar a la sala. Es de color naranja con
motas negras y sonrío desapareciendo mis nervios. Me siento sobre el
banco y acomodo mis dedos sobre las teclas. Miro hacia la ventana un
momento y la mariposa sigue en el vidrio. Me concentro en la canción, en
la letra y las notas y la interpreto como si fuera la primera vez. Poniendo
todo mi corazón y alma. Al finalizar agradezco inclinando mi cuerpo.
Corresponden mi gesto agradeciéndome también y me avisan que los
resultados estarán muy pronto.
-¿Cómo te fue? –pregunta Lei cuando me acerco. Asiento en silencio y
salimos del edificio. –Cuéntame más detalles.

-Estuvo bien.
-¿Los resultados estarán en unos días? –Asiento en silencio. –¿Seguirás con
la ley de hielo? –Vuelvo a asentir en silencio. –Tienes que hablarme. No me
gusta que estés callada. Ya te explique lo que sucedió, ¿qué tengo que hacer
para que no estés enojada? ¿Quieres que grite que te amo? Porque lo hare. –
Lo miro retándolo a hacerlo y me sorprende cuando cierra los ojos y abre la
boca gritándolo en español . Me mira sonriendo y vuelve a gritarlo. Suelto
una risa y dándole la espalda comienzo a caminar pero me atrapa abrazando
mi cintura. -No importa lo que te haya dicho Meg. Lo único que me
importa eres tú. -dice acercándose lentamente a mi oído hablando
suavemente. -Te amo. –Evito su mirada continuando en silencio. –¿Quieres
ir por un helado? –Niego con la cabeza y sus dedos hacen cosquillas en mi
cintura. –Vamos, nadie se resiste a un helado.
-Vamos pero sigo enojada. –aclaro saliendo de sus brazos. Sonríe
caminando a mi lado, atrapa mi mano y me obliga a caminar hacia la
heladería.
Me acompaña a la casa de Do manteniendo mi distancia viendo el sol
comenzando a ocultarse entre los árboles. Lei intenta iniciar conversaciones
pero respondo con monosílabos. Los despido de lejos y entro antes de ver
su expresión. Subo a mi dormitorio con una taza de té y camino hacia el
balcón. Encuentro a Do sentado en el sillón y me dejo caer a su lado.
-No sabía si querías hablar. –habla primero ya que yo no comento nada.
-La verdad es que no. –respondo tomando de mi té evitando su mirada.
Al menos dime si estás bien. -pregunta pasando su brazo por detrás de mi
cuello.
Acepto su gesto y me apoyo en su cuerpo. -No sé como estoy. Mi mente y
mis sentimientos son una ensalada. ¿Tú lo sabes, cierto?
Do asiente y desvío la mirada. -Porque Meg lo busca. Ella no lo respeta
como tú. Pone en medio la excusa que lo extraña y que pronto volverá a
Londres y siempre quiere verlo. Pero no es cómo te lo estás imaginando.
-¿No? ¿Me vas a decir que estuvieron conversando sobre su vida en
Inglaterra toda la noche, verdad?
Veo a Do dudar. –No creo que hayan hablado mucho. Por lo que se Lei ya
no es tan comunicativo con ella como era antes. Él ha mejorado mucho
gracias a ti y finalmente ha logrado superarla. Ya nada es lo mismo que
antes.
-Lei mejoro gracias a él mismo. Yo no hice nada.
-Claro que lo ayudaste. Tu alegría, tu compañía y su música lo rescato y
hoy veo un nuevo Lei. En cuanto a Meg, tranquila. Estoy seguro que todo
se resolver á . -Asiento en silencio cerrando los ojos. -¿Sabes que te hará
bien? Tocar una pieza en el piano. Ven.
¡Vamos!
Do tenía razón. Toco varias piezas en el piano sintiéndome mejor. Además
él toca algunas canciones equivocándose en varias teclas a propósito
logrando despejarme y sacarme algunas risas.
Había dejado de evitar a Lei sin embargo Meg estaba en todos los lugares a
donde íbamos. Era extraño, yo nunca había sido una persona celosa. Con
Tom nunca lo fui. Creo que si confías en tu pareja es suficiente para que
estén juntos, de otra manera la relación debe terminarse. Los celos solo
ocasionaban problemas y siempre se volvían tóxicos. Pero creo que
comenzaba a entenderlos. Como hoy por ejemplo, estábamos comiendo el
almuerzo y era realmente incomodo. Frente mío estaba Lei y a su lado solo
sonrisas de Meg. Sin embargo ¿qué hacía aun en Shanghái? Si ya había
comenzado a trabajar como me había contado Do, ¿por qué había vuelto?
Una enorme cantidad de chicas se forma en la entrada de la cafetería
mientras las escucho suspirar por un chico nuevo. Un discreto codazo en mi
cintura de parte de Ty me hace salir de mis ensoñaciones. La miro
sorprendida ya que me había dolido y ella señala atrás mío. Sus ojos me
preguntan quién es.
-Es Yang Xu. –Observo al hombre serio y taciturno de traje negro italiano
que entra por la puerta con su caminar dominante como si él dirigiera el
mundo.
-¡A la pepetua! ¡Es el hombre más hermoso que he visto en mi vida! –
exclama Ty, una más que cae en sus oscuros encantos. –¿Cómo lo conoces?
-Su padre fue muy amigo del mío. Actualmente creo mi tío es socio de una
de sus empresas. No sé cómo es la relación. Tienen negocios juntos. –digo
mientras como mis fideos. Aunque intento evitarlo vuelvo a mirar hacia Lei
y los observo hablar, Meg más animadamente pero de pronto se detiene y
ambos miran a mi espalda. Escucho una expresión de Ty y rápidamente la
miro porque sono como si se estuviera ahogando pero ella también mira
atrás mío. Sigo su mirada y encuentro a Xu. No es de los que pierden el
tiempo y es bastante grosero. Simplemente retira el asiento a mi lado y se
sienta desabrochando su traje.
Me mira y sus cejas se levantan medio centímetro, eso en su idioma es un
saludo. Lo imito y mi sonrisa tiñe sus mejillas. Así de rudo y macho, era
increíblemente tímido. No soportaba que las mujeres lo vieran mucho
tiempo porque automáticamente se ruborizaba. Solo ocurría con algunas
mujeres. Las ‘’fuertes’’ como él las llamaba. Alias las que se resistían a sus
encantos. No era mi tipo de hombre, era muy atractivo y su físico
enamoraba a cualquier humano pero no era algo que me llamara la
atención.
Nuestra relación siempre fue tirante. Quizás sería que no me gustaba su
imagen de empresario intocable o su indiferencia a las mujeres pero nunca
logramos llevarnos bien. Mayor era mi sorpresa al encontrármelo en la
universidad, sentado frente a mí.
-Tanto tiempo. –suelto por decir algún comentario. Él asiente simplemente
en silencio y desviando la mirada señala hacia afuera.
-Necesito hablar contigo. Es urgente. –lo miro levantando una ceja. No me
gusta su tono autoritario. Es decir siempre lo utiliza pero no soportaba que
lo utilizara conmigo, yo podía ponerlo nervioso con mi mirada y lo
aprovechaba. –Te comprare un café. Vamos. -dice sin esperar mi respuesta
camina hacia la entrada. Me levanto rápidamente del asiento y lo miro
preguntándome que es eso tan urgente. Tomo una porción pequeña de
fideos mientras recojo mi bolso.
-¿Ese es Yang Xu? –pregunta Meg pero no hay respuesta. –¿Eres amiga de
él? Es un gran chico. –esta vez pregunta mirándome. Su comentario parece
sincero pero presiento que tiene otra intención atrás.
Asiento en silencio y veo de reojo que Lei no despega la vista de mí pero
ignorándolo, miro a Ty y su sonrisa traviesa me contagia sacándome una
risa. –Me voy, luego te hablo. –me despido saludando a todos en general y
camino rápidamente hacia Xu.
Una mano en mi brazo detiene mis pasos y Lei se interpone adelante mío.
Su expresión en seria e intenta ser neutra pero lo veo ansioso.
-¿Qué estás haciendo?
-Iré a hablar con Xu. Me invito un café. –explico simplemente.
-Él no quiere ser tu amigo, no quiero que tomes café con él. Tómenlo acá.
Donde pueda observarlo. –dice en tono bajo mirando un momento a Xu.
Suelto una risa irónica. –Iré a tomar un café con mi amigo. Además tú
también estabas muy entretenido con Meg.
-¿Es una venganza?
-Para eso tendría que estar celosa y no lo estoy.
-¿Segura? Algo me dice que lo estás pero no quieres admitirlo. –dice
enderezándose mirándome desde su altura. Alzo la barbilla devolviéndole
la mirada desde mi altura y niego con la cabeza en silencio. –Déjame hablar
con él.
-¡Lei! –intento detenerlo pero me ignora caminando hacia Xu. Los veo
intercambiar palabras pero no distingo que hablan, sus expresiones son
neutras. Lei levanta las cejas un momento pero vuelve a su expresión seria.
Xu parece más calmado e indiferente evita la mirada de Lei. Solo hasta que
se aleja vuelve a respirar tranquilo. ¿Qué le dijo Lei?
Lei vuelve y se detiene cuando está frente mío. Nos miramos y se inicia una
guerra de miradas a ver quien aguanta más. Finalmente no resisto y pierdo
sonrojándome.
-¿Qué le dijiste? –pregunto cruzándome de brazos pero Lei solo evita mi
mirada con una expresión seria muy parecida a la de Xu. Se quita su
bufanda y la acomoda sobre mi cuello. –Lei…-me interrumpe cuando sus
ojos miran los míos. Hay una nueva expresión, algo que no le gusta.
-Traerá problemas.
-Se un poco más positivo. –digo inocentemente encogiéndome de hombros.
Yo también lo presentía, si Xu estaba cerca es porque se venía un problema
grande.
Sonríe ladeando la cabeza mirándome en advertencia. –Positivamente traerá
problemas. Ve pero no vuelvas tarde. Ten cuidado. –acomoda su bufanda en
mi cuello y mira un momento hacia Xu.
Camino hacia él y me guía a su auto, era muy caballero eso había que
reconocérselo, abre mi puerta y conduce hacia una cafetería céntrica. Pido
un café, Xu no pide nada y nos sentamos en una mesa.
-¿Qué es eso tan urgente? –pregunto probando mi café latte frío. Estaba
delicioso. Xu me pasa una hoja y veo una lista de actividades que harían
dos enamorados. Suelto una risa cuando leo ‘’caminar por la costa tomados
de la mano’’. ¿Qué era esto? –¿Es tu lista de actividades con tu futura
novia? ¿Por qué me enseñas esto?
-Es una lista de actividades que debemos hacer juntos. –dice mirándome
serio. Suelto una nueva risa pero recuerdo que Xu nunca hace bromas. Esto
debe ser real.
-No entiendo, ¿estás intentando pedirme que sea tu novia? Porque tengo
novio. –lo miro comenzándome a sentirme incomoda.
-Yo no haría una ridícula lista para proponerte que seas mi novia. Es decir,
eres hermosa pero no estoy aquí por eso. –lo observo enredarse con sus
palabras por primera vez desde que lo conozco y también lo miro seria.
Debe ser muy grave si está nervioso.
-¿Qué ocurre?
-Mira la última actividad de la lista. –Rápidamente la busco y mis ojos se
abren tanto que podrían salirse. ‘’¿Casamiento?’’ Xu asiente en silencio
desviando la mirada. –Tu tío cree que es una buena idea.
No entiendo nada, si mi tío estaba involucrado no podía ser nada bueno,
incluso tenía miedo a preguntar. –¿Qué hablaste con él?
-Acciones, un negocio futuro bastante rentable y nuestro compromiso.
Nuestro casamiento.
Lo miro sorprendida y puede que mi boca haya tocado el suelo. ¿Nuestro
qué? No, mi tío era lo que era pero no podía venderme de esa manera. –
Tiene que haber un error.
No hable de eso con él, nunca mencionó un casamiento.
-Llámalo si quieres. Confírmalo.
¡Claro que lo haría! Podía sacrificar mi futuro y mi trabajo pero casarme
con una persona que no amaba, era algo mucho más grande. Sacrificar mi
vida entera y estar unida a esa persona para siempre. Suelto una risa
irónica. En definitiva no tenía opciones. Me sorprendía lo rápido que había
hecho todo. -¿Y tú aceptaste todo esto?
-No pude negarme. Por motivos que no nombrare estoy en deuda con tu tío.
Sabía que algún día me cobraría el favor. Nunca creí que sería este. Aunque
quiera no puedo negarme. –Lo miro perdida. Un hombre como él, con sus
recursos y su súper desarrollado cerebro que estuviera atado de manos y
pies era muy alarmante. Debía pensar en algo urgentemente. –Pero cuando
recibí su llamada me sorprendió que estuvieras aquí. Tú eres una chica de
mundo, tu lugar es en Europa, calles de Milán, Paris, no aquí. ¿Qué haces
perdida por las calles de esta ciudad? Mira, me ofreció que te diera otra
oportunidad. Puedes volver y olvidarte de ese chico, de todo lo que viviste
aquí y podría considerar cancelar la boda.
No podía creerlo. Él no sabía lo que decía. Mi vida había sido así pero no
era lo que yo había elegido. Mi vida soñada era al lado de las personas que
quería, haciendo las cosas que más amaba. Los días que estuve en la casa
junto a los pandas y Lei habían sido los mejores días de mi vida. No podría
volver y olvidarme de todo. Además ¿qué me garantizaba que no me
estuviera esperando otro matrimonio arreglado cuando volviera? No era
una opción volver. –Me iré ahora, déjame procesar todo esto. Mañana
volveremos a hablar.
-No es como si no tuviéramos más opción. Si no encontramos una solución
rápido debemos dar inicio a la relación.
Camine hacia la casa de Do ya que no acepte la propuesta de Xu llevarme
en su auto. Necesitaba caminar, respirar aire frío y pensar. Debía encontrar
una solución, una manera de terminar esta cadena interminable de
obligaciones hacia mi tío.
Una vez en mi habitación lo llame inmediatamente. Era una locura que no
estaba dispuesta a aceptar. Al principio mi tío creía que era solo miedo a los
cambios pero cuando vio que realmente no aceptaría comenzó con sus
argumentos de siempre.
-Harás lo que haga falta para continuar con el negocio familiar. Sabes el
mundo de oportunidades que se abrirán con la unión de esa familia.
Bastante he dejado que pierdas tu tiempo en esa ciudad con ese chico.
Concéntrate en lo que realmente importa.
¿Sabía sobre mi relación con Lei? ¿Cómo… Quién le dijo? Xu también lo
menciono. ¿Hace cuanto tiempo lo sabía? -¿Cómo sabes…?
-Yo sé todo. No puedes ocultarme nada. Sé que fuiste de viaje con ese chico
y que ahora sales con él pero también sé que es solo un capricho. Algo
pasajero, así que déjate de tonterías y piensa en tu futuro.
-No voy a casarme. No puedes obligarme. –respondo firme pero con
lágrimas en los ojos. La impotencia crecía en mí y corría por mis venas.

-Claro que puedo. Y lo haré. Déjate de estupideces. Tienes una sola


responsabilidad, deja tus pensamientos egoístas e inútiles y cumple con tus
obligaciones. –fue lo último que dijo y finaliza la llamada.
Quise tirar el aparato por el balcón. ¡Catzo, cagna, merda! Dejo salir las
lágrimas sintiéndome frustrada e impotente. Había seguido todas sus
estúpidas reglas, había hasta cambiado mi vida para cumplir con sus
estándares de vida pero casarme, era condenar mi vida a un futuro que no
tendría salida. No era problema por Xu, sería un buen esposo o compañero
para cualquier mujer pero yo no quería esa vida. Creía que cuando
consiguiera mi título estaría un poco más libre. Por supuesto trabajaría en la
empresa pero tendría mi departamento, donde podría manejarme con más
libertad, compraría un hermoso piano, viajaría cada tanto. Ahora unida a
Xu no sabía si podría hacerlo. Seguramente seguiría controlándome a través
de él o de cualquier otra persona.
Capítulo XVIII

-¿Casamiento? –exclaman Do y Ty al mismo tiempo con la misma


expresión de sorprendidos. Asiento aun sin creerlo.
Luego de pensarlo toda la noche, buscar opciones de salidas, desvelarme y
finalmente había encontrado una salida. Era arriesgada y necesitaba que
muy pocas personas lo supieran para que no llegue a oídos de mi tío. Con
un nuevo día iniciando les pido a Do y a Ty que nos reunamos en mi
habitación para contarles la noticia. No tenía mucho tiempo y prefería
contarlo una vez con ambos presentes.
-¿Qué pasara con Lei? –pregunta Do.
-¿Qué pasara con tu vida? –pregunta Ty y luego lo mira confundida a Do. –
Lei no es el que más sufrirá en esta situación. Ella es la primera afectada.
Lei puede continuar con su vida, Ani estará encadenada de por vida a un
hombre que no ama.
-Le contaré a Lei sobre el plan. –tenía que hacerlo de otra manera… sería
muy dolorosa la otra opción.
-Tiene razón. Lo siento, enana. –dice Do. Era la primera vez que le daba la
razón a Ty. Todos los días hay una sorpresa nueva.
-¿Y si no resulta? Quiero decir es posible, pero sino algo tenemos que
hacer. Me niego a verte caminar infeliz hacia el altar. –dice Ty enojada.
-Yo puedo hablar con mi madre, quizás logre convencer a tu tío…-lo
interrumpo negando con la cabeza. Mi tío ya me había prevenido que no
intentara nada como eso porque ya había agotado sus recursos para que
esos planes se frustraran.
-¿Estás bien, enana? Estás muy callada. –pregunta Do mirándome
preocupado.
-Obviamente no está bien, Hang Do, ¿qué es esa estúpida pregunta? –
exclama Ty mirándolo de mala manera. Do le devuelve la mirada y le hace
burla. Es increíble pero entre sus peleas me hacen reír. Dejando de discutir
me miran como si estuviera loca.
Me acerco y rodeando a cada uno con el brazo los atraigo para que
formemos un abrazo grupal. Los abrazo fuerte disfrutando de su cercanía. –
Les agradezco profundamente lo que hicieron por mí. Los quiero
muchísimo, a los dos.
Estuve toda la mañana repasando el plan. Pude concentrarme en mis clases
solo por momentos, en mi mente imaginaba posibles escenarios. Teníamos
muchos riesgos y había muchas posibilidades de que saliera totalmente un
desastre pero valía la pena intentarlo. No me rendiría tan fácil. No podía
cruzar el límite del casamiento. No lo aceptaría.
En la hora del almuerzo Xu vuelve a aparecer en el comedor pero esta vez
tenía poco tiempo para que habláramos así que le indique sentarnos a unas
mesas de distancia de nuestro grupo. Evito las miradas de los chicos y
sobre todo la de Lei. Habíamos hablado un poco por mensaje está mañana
pero seguía inquieto por la presencia de Xu, no podía seguir evitando el
tema, él sabía que algo no andaba bien pero aun no tenía una respuesta
concreta para decirle.
Xu miraba hacia el suelo mientras caminaba hacia él y llegue a notar dos
miradas seguidas hacia Ty mientras ella devoraba su almuerzo. Note sus
mejillas sonrojadas y sonreí sin poder creerlo.
-¿De qué te ríes?
Cubro mi boca con mis manos mirándolo divertida. -De ti. Es muy
divertido ver como los rostros de los hombres se transforma cuando ven a
su enamorada. Pasan de ser tipos intimidantes y serios a ser un pan de
Dios.
Xu levanta una ceja mirándome en silencio y me asombra que no niegue
nada de mis suposiciones. Por el contrario sus mejillas vuelven a
sonrojarse. Suelto una nueva risa, utilizaría eso en su contra más tarde.
Aunque debía hablar con Ty, estaba segura que mi amiga se movería
rápido. Me interrumpe su mano toma la mía. Xu sonríe levemente. – Tienes
razón. Es divertido ver a tu chico querer venir a darme una golpiza.
Niño bonito, que lo intente. Solo con tocarme lo aniquilare.
-No le harás nada. Soy cinturón azul, pruébame y lo descubrirás.
Xu vuelve a sonreír, esta vez más grande. –Eres muy tierna. Bien, dime que
tienes una idea.
-Mejor, tengo un plan. Si sale bien nos beneficiara a ambos.
-Te escucho.
-Mi tío hace mucho tiempo quiere hacer negocios con un tipo, un tal
Preters. Estoy segura que si logramos un buen acuerdo, mi tío se olvidara
del casamiento.
-Entiendo. ¿Dónde podemos encontrar a este tipo?
Ese era el primer problema. El hombre era un misterio y tenía tantas
empresas en todo el mundo que sería muy difícil rastrearlo. -Actualmente
no sé su paradero pero sé que dará una cena benéfica aquí en unas semanas.
Mi tío quiere que asista, podemos abordarlo ahí. Pero necesitare que me
acompañes. El tipo proviene de un mundo machista, no querrá escucharme
si lo abordo primero.
-Hay algunos trucos secretos, podremos intentarlos. Bien, lo haré. Pero
sabes que hasta la fecha debemos seguir fingiendo la relación. –Asiento en
silencio. También lo había pensado, era uno de los riesgos. –Y debes
decirle a tu chico.
-Claro. Le contare sobre el plan.
No, es muy arriesgado. Debes seguir con el plan y no contarle la verdad.
No. No podría hacer eso, si lo hacia lo lastimaría mucho. -No lo haré. No
puedo lastimarlo mintiéndole.
-Debes pensar qué es lo mejor para él. Será peor después el dolor si el plan
no resulta y le evitarás la vergüenza en convertirlo en tu amante a la vista
de todos. Tarde o temprano llegara a oídos de tu tío y todo el esfuerzo será
un desperdicio.
Un dolor en mi garganta bajando lentamente hacia mi pecho creció de a
poco.
Entendía su punto pero no podía ser posible. No había visto el punto de
vista de la gente y hacerlo pasar por eso era algo que no podía permitirme.
Una vez él me había dejado para cuidarme, ahora era mi turno y protegerlo
a él.
Vuelvo a casa de Do y mientras subo las escaleras una llamada entra a mi
teléfono. Era Ty. Le cuento que resulto bastante bien con Xu. También le
pregunto su opinión sobre él y la posibilidad de una relación pero Ty se
niega sin creerlo pero lo pensara. Sé que internamente esta gritando de
emoción.
-¿Has hablado con Lei? Se enterara de otra manera será mucho peor.
-No tengo fuerzas para decírselo en persona. Realmente no sé qué hacer. –
susurro débilmente y sintiendo lágrimas a punto de caer de mis ojos. Me
detengo sorprendida al encontrar a Lei en mi habitación. Corto rápidamente
la llamada sin despedirme de Ty.
-¿Así que es cierto? ¿Vas a casarte? –pregunta en un tono sorprendido.
Asiento en silencio sin levantar la vista. –Ven conmigo. –dice rápidamente
tomándome de la mano obligándome a seguirlo. Camina apresurado hasta
la habitación con mi piano y cierra la puerta obligándome a entrar.
-Lei…-lo llamo cuando lo veo caminar hacia el piano. Se sienta sobre el
banco y comienza a tocar una melodía suave neutra de introducción.
-Estuve practicando porque quería que la ensayáramos juntos pero como
no tenemos más tiempo… Es tuya. -Cambia las notas y reconozco la
melodía pero me sorprendo aun más cuando comienza a cantar en
español. –No me salen las palabras, para expresarte que te quiero… -su
voz en mi acento es más grave pero sigue siendo suave. –Y con esa
sonrisa que cambia la vida miraste hacia aquí y ya no puedo contemplar
que tú no seas la que me ama. -Continúa cantando sin quitar la mirada de
mis ojos y tengo que hacer un gran esfuerzo para retener las lágrimas.

-Y cómo mirarte a esos ojos que me dejan en enero, cuando sé que no son
míos y me muero, el destino no nos quiere ver pasar. Y como decirte, que no
quiero que este amor sea pasajero, que de pronto sé de un día y yo te
espero, el destino no nos tiene que importar. –canta transmitiéndome tantas
emociones que no sé cómo logro mantenerme en pie. Su mirada es tan
dulce pero firme. Su voz es tan preciosa junto a la melodía en solo con el
piano.
-Y como olvidarte, si la vida me enseño que vas primero, no me importa la
distancia yo te quiero y al final sé que a mi lado vas a estar. Voy a
esperarte, cuando se ama de verdad no existe el tiempo y te juro que no es
el final del cuento, el destino no nos puede separar. –a este punto soy un
mar de lágrimas, pero él también baja la cabeza evitando que vea sus ojos
pero distingo lágrimas que caen hacia las teclas del piano mientras susurra
la última frase de la canción. -¿Cómo mirarte?
Se levanta del asiento y camina rápidamente deteniéndose frente mío. Sus
ojos me miran y me parte el alma verlos rojos y con lágrimas cayendo
recorriendo sus mejillas. Era la segunda vez que veía llorar y era más
doloroso que la primera. Pero no sé qué hacer en realidad, mi cuerpo no
responde, solo estoy parada frente suyo inútilmente.
-Lo siento. –susurro mordiendo mi labio resistiendo el llanto.
-Quiero que peles conmigo. ¿Cómo puedes resignarte? ¿Te rindes así de
fácil?
Quiero decirle que no. Que si fuera más valiente o tuviera más opciones
claro que pelearía.
Pero recuerdo las palabras de Xu: ‘’Debes pensar qué es lo mejor para él.
Será peor después el dolor si el plan no resulta y le evitarás la vergüenza
en convertirlo en tu amante a la vista de todos. Tarde o temprano llegara a
oídos de tu tío y todo el esfuerzo será un desperdicio ‘’ y sé que es lo que
debo hacer. -No es fácil pero es lo mejor. Quizás ahora puedas estar
finalmente con Meg y te des cuenta que así tenía que ser.
-¿Volver con Meg? Acabo de cantarte una canción y decirte que te amo,
¿no significa nada para ti?
-Claro que significa algo, es lo más hermoso que alguien haya hecho por mí
pero eso no es suficiente. No cambiara lo que pasara, Lei.
-Quédate conmigo, por favor, no termines este amor. Nuestra historia no
puede terminar así.
-Lo siento. Espero que seas muy feliz. –llevo mi mano suavemente a su
mejilla limpiando sus lágrimas. Él toma mi mano apoyándose en ella luego
la retira bajándola lentamente.
-Si no vas a quedarte no me consueles. –susurra. Intento llamarlo pero sigue
caminando saliendo de la habitación.
Me giro limpiando mis lágrimas y veo sobre el piano una hoja con la letra
de la canción. Me siento sobre el banco admiro su letra en español también
hay algunas notas al margen en chino. A contra luz noto que atrás también
hay algo escrito.
‘’Sabes, siempre supe que el destino era caprichoso y que debía resignarme
a que la vida es como es. Cuando me enteré sobre la noticia no pude evitar
reírme del destino. Cuando había logrado superar a Meg y había
comenzado a imaginar un futuro al lado de otra mujer, el destino también
me la quitaba y la llevaba hacia otro camino. Pero sabes ¿que sentí
diferente a aquel día cuando Meg se fue? Me sentí molesto. Una parte de
mí siempre supo que Meg no me necesitaba y que en realidad nunca fue
mía. Y cuando me di por vencido apareciste tú. Detuviste mis fantasmas, tu
compañía me hizo sentir de nuevo libre para volar a tu lado. Eres mi lugar
seguro. Desde que nuestros ojos se cruzaron supe que era tuyo. Contigo no
puedo rendirme. No puedo dejarte ir porque fuiste hecha para mí.’’ Lei
Abrazo la carta mientras más lágrimas salen sin control. Tomo la hoja
escondida en el piano y las guardo en mi mesa de luz para tenerlas más
cerca. Me dejo caer sobre mi cama sintiendo la sensación dolorosa en el
pecho. Era un precio muy alto dejar nuestra relación porque si se cumplía
nuestro plan podría explicarle a Lei toda la verdad. Lo haría. Tenía que
saber que si hubiera sido por mí nunca le hubiera mentido. Se lo debía.
Pero no me garantizaba ninguna respuesta por su parte. Él podría no
perdonarme. Podría elegir no creerme y continuar con su vida. Fuera como
fuese su respuesta lo aceptaría pero el dolor seguiría ahí y la angustia, la
impotencia de haberlo hecho sufrir también. Solo esperaba que nuestro
amor fuera más fuerte que el destino.
Do organizo una comida informal en su guarida privada donde invito a
todos pero Lei no estaba presente. Les conté sobre la noticia a Fushian, Cay
y Ying que eran los únicos que aun no sabían. Sus caras de sorpresa son
iguales entre sí. También debo contar la mentira pero no agrego más
detalles y ellos tampoco preguntan. Es un tema delicado y lo entienden. Si
hablamos entre Ying y Ty donde ambas muestran apoyo y buena energía
para el futuro. Realmente no me sienta cómodo mentir pero me convenzo
que es una mentira blanca. Con un buen fin.
Estaba conversando con Ty cuando mira atrás mío y me señala con los ojos
para que mire. Me giro y sorprendida encuentro a Meg. Camino a su
encuentro, sonríe pero veo maldad en sus ojos.
-Supe sobre tu compromiso y quería felicitarte. -La miro confusa pero
continúa sin dejarme hablar. –Tomaste la decisión correcta. Sabía que lo
harías, eres una buena mujer con valores, educación, sabes cuál es tu lugar.
Créeme, es lo mejor. Oh y no te preocupes, se que extrañarás a Lei pero te
contaré un secreto, ya puedes dejarlo ir porque sé que pronto volverá
conmigo.
Omito comentarios y Meg se despide rápidamente, solo la observo irse en
silencio. No tengo palabras para agregar.
-¿Todo bien? –pregunta Ty acercándose. Asiento en silencio sin saber
realmente si todo estaría bien.
Capítulo XIX

Comienza el plan y donde la gente empieza a ver nuestra relación –falsa-


donde solo dejo que Xu me busque luego de mis clases. Mientras me
dirigía a su auto no espere encontrarme hablando a Lei tan cerca de Meg.
Parecían que estaban discutiendo, al menos Lei tenía una expresión muy
seria y tensa. Meg se mostraba más relajada pero atenta a sus palabras.
-Hablaste con Ani. Tienes prohibido molestarla cuando tú quieras. Creí que
había sido lo suficientemente claro. Estoy enamorado de ella. Debes
entenderlo, las cosas cambiaron Ya es difícil lidiar con todo esto así que
deja de arruinar nuestras vidas. –No logro escuchar la respuesta de Meg por
su tono muy bajo. Lei la interrumpe sin dejarla acabar la oración. - No.
Entiende. Debes respetarla. Y no intentes manipularla como has hecho
conmigo porque no dejaré que la lastimes. ¿Quieres confundirla y
manipularla para que vuelva contigo? Si estás planeando eso no lo vas a
conseguir. Tienes que entender que aunque ella no hubiera aparecido en mi
vida no estaría hoy contigo. Lo nuestro termino. –dice en un tono serio y
directo. Algo hermoso crece en mi pecho haciendo que suelte unas cuantas
lágrimas y aunque en mi estomago vuelan mariposas por las seguras
palabras de Lei defendiéndonos, mi pecho ardía expandiéndose el
sentimiento de culpa por haber tenido que dejarlo.
No vi mucho a Lei luego de ese día, aunque lo buscaba inconscientemente
siempre que podía. Era automático. Entrar a una habitación o caminar por
un pasillo y buscarlo. Aunque también era la excusa que utilizaba para
evitar ciertos lugares o ciertos horarios de cambio de cursada porque sabía
que podría encontrarlo. La terraza era un lugar.
Así pasa una semana. Xu continuaba buscándome por las tardes y fuimos a
tomar un café, un solo día. Con la excusa que aun estábamos
conociéndonos podíamos vernos poco.
Entro a casa de Do un poco tarde, venía de la casa de Ty luego de estar todo
el día juntas. Quería planearle una cita cuanto antes con Xu, eran tan
parecidos que ya era un deseo verlos juntos. Además ambos eran
particularmente un poco torpes cuando el otro estaba. Como si se activara
su parte más nerviosa y comenzaban a trabarse en sus palabras o en el caso
de Xu reírse como un chanchito. La primera vez que lo escuchamos intente
con todas mis fuerzas que mi expresión no cambiara pero era muy difícil.
Aunque era tierno también en un punto. Supongo que eso es lo que le gusto
a Ty porque su mirada había cambiado a una enamorada totalmente. Habían
comenzado a enviarse mensajes pero no avanzaban de ese paso. En la
cocina me encuentro a Fushian, me asusto ya que aun no había prendido la
luz y no lo había visto.
-¿Estás bien? No quise asustarte. –dice riendo levemente por mi cara.
-Estoy bien. Lo siento me asusto con facilidad.
–Estamos abajo comiendo todos juntos, ¿quieres unirte? No está Meg, por
sí…
Asiento y sonrío apreciando su gesto. –No, estoy cansada además bebí
demasiado café, iré directamente a dormirme.
-Claro. Descansa. –dice y baja las escaleras.
Muerdo mi labio inferior y tomo una respiración dudando si bajar o no.
¿Qué pasaría si decido bajar? ¿Sería vista como una provocación? O ¿Lei
se alegría de verme? ¿Estará preguntándose dónde estoy? O ¿simplemente
estará cansado y querrá irse a dormir?
Sintiendo el impulso desaparecer y decido subir a mi habitación. Me
cambio por algo más cómodo luego de bañarme y camino hacia el balcón,
me siento y veo en la mesa una taza de té blanco. Lo alzo y lo pruebo, aun
está caliente, no estuvo mucho tiempo aquí afuera. Miro hacia adentro de
mi habitación y veo solo la luz de la mesa a un costado de mi cama
encendida y siento un leve cosquilleo en mi corazón. Pudo haber sido
cualquiera, el señor Mintong, Do. Sin embargo algo me dice que ninguno
de ellos fue y una mariposa naranja se acerca volando. Se posa sobre el
plato de mi taza, revolotea atrás mío y se aleja volando.
Al otro día me despierto con una llamada de mi tío. Era para recordarme
que hiciera más actividades con Xu, de lo contrario podíamos concretar
fecha para la boda si continuábamos con nuestras vidas así. Por lo que me
vi obligada a llamar a Xu para que pase a buscarme e inventarnos alguna
actividad por la tarde para no levantar sospechas.
Bajo las escaleras reprimiendo un bostezo, camino hacia la cocina y me
ataca otro bostezo.
-Se despertó la señorita. –dice Do en tono juguetón. Sin abrir los ojos
sonrío y me siento tomando un pan tostado.
-Gracias, señor Mintong. –digo saboreando su exquisito sabor, solo faltaría
el mate cocido y me sentiría en casa. –Oh, luego tengo que agradecerle
también el té de anoche. No hubiera podido dormir sin él.
-No fue el señor Mintong. Y las tostadas tampoco las hizo él.
-¿Fuiste tú? –Do niega con la cabeza. –¿Fushian? –vuelve a negar. –¿Cay?
–está vez me mira como si le estuviera haciendo una broma. Es verdad
aunque una vez Cay me había preparado un té pero había sido rojo y él no
sabía que me gustaba el blanco. Tampoco sabía preparar así las tostadas.
Estaban perfectamente tostadas, en su punto justo y crocantes pero suaves
por dentro. Do me mira esperando una respuesta y mis mejillas se sonrojan
pero no sé a qué se refiere. –¿Qué?
-¿No piensas hacer nada?
-¿Qué se supone que tenga que hacer? –Do vuelve a poner la anterior
expresión pero esta vez sé que no es mi responsabilidad. –Sabes que no
puedo hacer nada hasta el día de la cena que logremos el acuerdo del
negocio.
-No estoy de acuerdo con el plan de tu amigo Yang. Lei te ama, estoy
seguro que entendería si le explicas. No entiendo porque ambos deben
sufrir como almas en pena extrañando al otro. -Mis lágrimas caen
silenciosas y discretamente las limpio. Pero no logro detenerlas. –Estoy
seguro que harán lo correcto. Lei no quiere que sufras pero no puede
mantenerse alejado de ti mucho tiempo. Lo conozco. Volverá a intentar
estar contigo, no se quedara quieto. –Lo miro enojada, eso es justo lo que
tiene que evitar que haga. Por el bien de los dos. Do también estaba siendo
egoísta, en vez de ayudarlo y apoyarme, lo alentaba. -Ani…-intenta
detenerme pero lo esquivo sintiéndome abrumada y necesitando aire.
Tomo mi bolso saliendo de la casa. Llega el auto de Xu y el viaje es
silencioso, a veces hablábamos de temas cotidianos pero en general ambos
nos perdíamos en nuestro mundo cada uno concentrado en sus
pensamientos. Se detiene en la universidad y mientras le agradezco veo
pasar a Lei y sus ojos no se despegan de los míos. En ningún momento
mira a Xu, solamente a mí y luego entra a la universidad.
-¿No se rendirá, verdad? –pregunta Xu siguiendo mi mirada.
Evito la mirada de Xu y cambio de tema. –Debemos pensar en alguna
actividad
-De la lista que hizo tu tío me niego a hacer la mayoría. Mañana tengo
practica de esgrima si quieres venir eres bienvenida. Recuerdo que eras una
buena esgrimista.
Podrías recordar viejas épocas. –Asiento de acuerdo a su idea.
Estoy por el pasillo de mi primera clase y veo a Lei esperando fuera
mirando constantemente, buscando entre las personas. Evitándolo vuelvo
sobre mis pies y tomo el otro pasillo que comunica hacia la otra puerta. Me
acerco a esa entrada y veo que ya no está, faltan minutos para que
comiencen las clases, debe haber ido a su clase.
Suspiro entrando y acomodando mis cosas.
-Ty. –respondo cuando mi teléfono vibro en mi bolsillo.
-¡No me esperaste! Pase por casa de Do pero me dijeron que ya te habías
ido. ¿Dónde estás?
-Sí, es que me alcanzo Xu. Larga historia te contaré cuando llegues. Estoy
en el salón.
-Bien, iré para ahí. ¿Estás bien? Te noto extraña.
-No te preocupes, solo estoy cansada. Ayer no dormí bien. –suelto una risa
al final. Me rio de mi propia desgracia. Bingo.
Un momento después veo a Ty entrar por la puerta y sonrío disimulando mi
humor pero me conoce hace bastantes años para que entienda mis falsas
caras.
-Estás peor de lo que creía. –la miro ofendida pero tiene razón. Tengo que
aprender a disimular mis expresiones. ¿Cómo es la cara de póker? Intento
hacerla pero solo logro que Ty se ría. –Deja tu cara quieta y cuéntame.
Todo. Cuéntame todo.
-Mi tío está impaciente. Quiere descubrir si ya pasamos el tiempo de prueba
de conocernos y adelantar la boda. –Ty suelta una exclamación de asombro.
-Ese sin vergüenza, cara de cerdo, me va a escuchar. Me va a escuchar. –
dice como una loca y la detengo negando con la cabeza antes de que haga
algo que luego se arrepienta. –¿No quieres que haga nada? –pregunta
señalándose y simplemente vuelvo a negar con la cabeza. Ty asiente y
cuando abre la boca para agregar algo más, entra el profesor pidiéndonos
silencio. –Esto lo seguiremos después pero no se quedara así.
Presto poco y nada de atención a la clase pensando en las palabras de Do,
en las de mi tío, en las de Xu, en las de Lei. Mi mente continúa pensando
en él. Extrañaba su compañía, nuestras conversaciones. Extrañaba sentirlo
cerca. Mi cabeza es un hervidero de oraciones, planes, sentimientos todos
entrelazados.
Luego de clase donde Ty se quedo dormida, vemos entrar nuevos alumnos
y mis ojos buscan a Lei ya que todo el grupo le tocaba la siguiente clase
pero no lo veo. Los chicos nos saludan y me distraigo conversando un
momento con Do. Llega el profesor y apresuradas vamos a nuestro salón.
-¿Y tu bolso? –pregunta Ty cuando llegamos a la siguiente clase.
-¿Mi qué? –pregunto ya que no le había prestado atención.
-Tu bolso, niña. –dice rápidamente señalando el pasillo por donde
vinimos.
Vuelvo por el pasillo mordiendo mi labio inferior. ¿Cómo puedo ser tan
olvidadiza? Tenía todos mis objetos personales en ese bolso si lo perdía…
El cuerpo de Lei a mitad del pasillo detiene mis pensamientos y mis pies.
Veo en sus manos mi bolso y siento un alivio instantáneo.
-¿Podemos hablar? –pregunta buscando mi mirada pero yo solo observo mi
bolso en sus manos. Extiendo el brazo intentando tomarlo pero él lo mueve
rápidamente sin dejarme tomarlo. -Por favor solo… un momento. –no
respondo y escuchamos que suena el timbre.
-¿Podrías…? –pregunto refiriéndome a mi bolso señalándolo.
-No. Podemos hablar.
-Necesito mi bolso, tengo clases y no puedo llegar tarde.
-Y yo necesito que hablemos. –me resigno en silencio y cruzo mis brazos.
Pero en vez de que hable solo se queda prendido a mis ojos mirándome.
Ladeo la cabeza buscando con la mirada una reacción pero solo desvía la
vista hacia mis labios y vuelve a mis ojos aun sin hablar.
-¡Lei!
-¿Sí? –pregunta parpadeando rápidamente y hago mi mayor esfuerzo para
retener una risa. Su expresión es tan graciosa y tierna. Tomo aire
calmándome. No era tiempo de risas o sonrisas. Tenía que mantenerme
firme y fría.
-¿Sobre qué quieres hablar?
-¿Descansaste bien anoche? Fushian nos conto que bebiste mucho café y
me preocupe. ¿Tomaste el té?

-Sí. –no digas gracias, no digas gracias. Asiento desviando la mirada. Ser
firme y fría es más difícil de lo que creía.
-Me alegra. Qué bueno que dormiste bien. Yo también descanse bien.
-No pregunte. –respondo fingiendo indiferencia.
-¿Entonces no te importa? –Niego con la cabeza y se acerca lentamente.
Desvíos la mirada alejándome un paso, estaba cada vez más cerca y no era
tan dura para resistirlo. Eso de ser firme y fría se derretiría en el momento
en que Lei se acercara unos centímetros más. –Lo que suceda en mi vida,
¿ya no te importa? –Ciento un dedo en mi barbilla que rápidamente me alza
la cabeza directamente hacia él. Conecta nuestros ojos e intento verlo
indiferente pero son tan dulces que se hace casi imposible. –Mírame a los
ojos y dime que no te importa. –intento desviar la mirada pero sus ojos
siguen encontrándome sin dejarme escapar. –Dime que no te importa que
pase en mi vida.
-No me importa que pase en tu vida. –digo volviéndome a asombrar por mi
logro. Por supuesto Lei no se convence, con una sonrisa pequeña continua
acercándose hasta que siento su nariz rozar la mía.
-Sigues mintiendo mal. –utiliza su tono de voz bajo y dulce que hace que
mis rodillas tiemblen levemente.
-Señor Ming. –lo llama un hombre a nuestras espaldas interrumpiéndonos.
Y le agradezco infinitamente. El hombre nos mira un poco sorprendido y
vuelve la vista a Lei. –Creía que era usted. Es extraño no verlo ensayando.
Aprovecho el momento y me alejo de Lei tomando rápidamente mi bolso
pero por más fuerza que intente hacer no lo suelta.
-Profesor Xim, le agradezco. –dice Lei inclinando su cuerpo en una
reverencia hacia el señor.
-Por cierto, lo felicito por ese esplendido concierto que dio hace unos meses
junto a su compañera. Ese dueto de piano y violín fue realmente un
espectáculo. El mejor que he visto en muchos años.
-Ella es mi compañera. Tocamos juntos esa noche. –gira su atención hacia
mí y baja el tono de voz. –Y muchas veces después.
-¿Usted señorita? Déjeme felicitarla. Toca usted estupendamente. Firme
pero de manera muy delicada. He visto pocos pianistas con la misma pasión
que la suya. Es una gran pianista. Ojala nunca lo abandone.
Niego con la cabeza e inclino mi cuerpo agradeciéndole sus bellas palabras
y vuelvo a tirar discretamente de mi bolso pero no lo suelta. En vez de eso
tira hacia él haciendo que mi lateral quede en su pecho y pasa un brazo por
mi cintura manteniéndome cerca.
-Hacen una pareja maravillosa. Deben estar ocupados pero como un favor a
un viejo profesor, ¿podrían tocarme una pieza?
Niego con la cabeza pero Lei asiente primero. –Claro. Nos encantaría.
Lo miro de reojo y se está pasando. Incluso no tengo porqué seguirle el
juego. –No, yo… -sus dedos aprietan mi cintura dándome cosquillas y
sonrío evitando una risa. –No tengo problema. Vamos.
-Perfecto. Sería un increíble regalo. Vamos allá. –dice el señor Xim girando
sobre sus pies caminando hacia el aula.
Rápidamente retiro la mano de Lei de mi cuerpo y me alejo varios pasos
mirándolo enojada. Él curva sus labios en una sonrisa inocente y llevando
sus manos a su espalda. Caminamos hacia el aula y me siento sobre el
banquillo del piano para comenzar a tocar.

-¿Quieres que toquemos ‘’butterflies in love’’? -dice Lei a un paso de


distancia. Su sugerencia era un tema de amor. Niego con la cabeza.
-Toquemos ‘’gymnopedie no.1’’ -era de traición y arrepentimiento.
Melancolía y dolor se notaba en sus acordes.
-No, esa no. –niega Lei con la cabeza.
Escuchamos la risa del señor Xim que interrumpe nuestra pequeña
discusión. –Están decidiendo que canción tocar, ¿puedo hacerles una
sugerencia? –esperamos su respuesta en silencio y tarda un momento en
pensarla. –Me gusta mucho Phil Collins, pueden tocar ‘’You’ll be in my
heart’’ y tu señorita podrías cantarla. Tienes una hermosa voz.
Lei me mira sonriendo de acuerdo con el señor Xim. Asiento aceptando su
pedido.
Comenzamos a tocar e intento ignorar las miradas de Lei. Espera que
comience y luego me sigue en el coro. Busca mi mirada y las pocas veces
que la encuentra veo una sonrisa simple en su rostro. Suaviza mi expresión
pero vuelvo a bajar la mirada y centro toda mi atención en las teclas del
piano.
Finalizamos la canción y el señor Xim se levanta de su asiento aplaudiendo
con una gran sonrisa felicitándonos. Le agradecemos y yo decido quedarme
sentada un momento más en el banquillo. El señor Xim le dice algo en voz
baja a Lei y él asiente saliendo por una puerta del aula.
-Nuevamente la felicito señorita, tiene una voz realmente hermosa. Y hacen
una gran dupla con el señor Ming.
Le agradezco sus palabras inclinándome con la vista en el suelo. -¿Usted lo
creé?
-Uno sabe más por viejo. Aunque si tuviera que apostar la manera en que la
mira estoy seguro que no perdería. -No estoy muy segura señor, por las
dudas no apueste. –Se que puede ser un chico difícil pero le aseguro que no
encontrara un compañero más fiel y leal que Lei. Él siempre fue muy
cerrado y callado por eso debes prestarle atención a su mirada. Es lo único
que el humano no puede controlar de su cuerpo. Los ojos no saben mentir.

-Supongo que a veces es difícil hacer coincidir tu corazón con tu cabeza. –


sonrío en línea recta pensando si decirlo o no. -…nosotros no estamos
juntos, ya no, señor Xim.
-Dale un poco de tiempo. Pero ten en cuenta lo que puse de apuesta,
recuerda yo no pierdo nunca. –Me mira sonriendo y se da unos golpecitos
en la nariz. Vemos volver a Lei y el señor Xim suelta una risa cambiando
rápidamente de tema. –Mi esposa y yo llevamos más de treinta años
casados y si hay algo que aprendí de ella es a escucharla. –Dirige su mirada
a Lei como si le estuviera advirtiendo algo. –Es difícil al principio, créeme.
El lenguaje de las mujeres nunca es simple. –Me mira de reojo en una
mirada de miedo que nos roba una risa a todos. Vuelve su mirada a Lei
volviendo a ponerse serio. -Pero luego que lo descubres ni siquiera
necesitaras que hable, solo con una mirada, lo entenderás. – Gira su cabeza
hacia mí y lo miro atenta. -Lo mismo pasa con las mujeres, aunque el
lenguaje de los hombres es un poco más simple, tenemos que admitirlo. –
dice encogiéndose de hombros y soltando una corta risa. Sonrío mirando de
reojo a Lei y sus ojos ya están puestos en mí. Tiene una sonrisa suave y
dulce que me cuesta desviar la mirada. -Y cuando ambos se entiendan
lograran esa conexión que no podrá deshacer nadie. Porque crearan un
lenguaje de ustedes. Un mundo en donde solo existirán ustedes dos y no
hará falta nadie más porque ya se tienen el uno al otro. En fin, lo siento.
Nos ponemos grandes a mi edad y comenzamos a dar sermones a los
jóvenes. Pero sí debo recordarle señorita, tiene mucho futuro si se dedica a
la música.
-Le sigo diciendo lo mismo pero no puedo convencerla. Quizás usted
pueda. – responde Lei y ambos me miran mientras pareciera que comparten
pensamientos.
-Podemos apostar que lo lograre. ¿Les gustaría cenar? Los invito a un gran
restaurante aquí cerca.
Pienso negarme rápidamente. Me encantaría cenar junto a ellos pero ya era
suficiente tortura estar cerca de Lei este momento para alargarlo. Además
mi tío podía enterarse. Aunque por otro lado no iríamos solos, casi podía
pasar vista por una salida de la universidad. Lei me mira y en silencio me
pregunta sobre mis planes pero desvío la mirada hacia el señor Xim. -Me
encantaría. –acepto con una sonrisa. Lei asiente conmigo.
-Aquí tiene las partituras que me pidió. –Lei le pasa un grupo de hojas.
-Gracias, harás muy feliz a mi esposa, le encanta la música. Siempre que
estoy en problemas ese parece ser mi salvavidas. –dice el señor Xim y
rápidamente le guiña un ojo. – Entonces los esperare en el restaurant nuevo
cerca de la costa. A las 7. Sean puntuales. –se despide dirigiéndose a la
puerta y le devolvemos el saludo.
Bajo la tapa del piano y me acerco a Lei por mi bolso. -¿Dónde está mi
bolso? – pregunto cuando no lo encuentro en el aula. Señala la pared del
fondo. Está sobre un estante encima de unas cajas. Camino hacia él
evitando su mirada pero sigue todos mis movimientos y por los nervios que
me ocasionan tropiezo con mi propio pie. Lei rápidamente intenta tomarme
del brazo pero me alejo antes de que su mano me toque.
-Estoy bien.
-Está bien, solo ten cuidado.
Tomo rápidamente mi bolso y me encamino hacia la puerta. No sé si
debería despedirme. -¿Te irás sin despedirte?
Sí adivinaste. Sonrío pasando rápidamente frente suyo pero como si mis
pies estuvieran en mi contra vuelven a tropezarse y esta vez es más fuerte.
Mi cuerpo pierde el equilibrio y caigo de espaldas pero antes de que toque
el suelo siento una mano en la parte trasera de mi cabeza que detiene
salvándome de un gran golpe. Su otro brazo está rodeando mi cintura
soportando mi peso.
Sus ojos me miran preocupados, yo lo miro sorprendida pero al ver que él
no se mueve parpadeo sintiéndome extraña por la posición que quedamos.
Caí estilo princesa y él está casi arrodillado. Vuelvo mi mirada a la suya y
percibo algo que no me deja irme. Sus ojos absorben los míos
manteniéndolos fijos en los suyos.
-¿Dame una razón para que no te bese en este momento? –dice alternando
la mirada de mis ojos a mis labios.
Tomo una rápida respiración haciéndome la misma pregunta. Sería muy
sencillo simplemente dejarnos llevar y olvidarnos del mundo pero luego
recuerdo todos los contras que eso traería y sé que sería un error. -Tengo
varias razones.
-Yo no encuentro una sola valida.
-Tienes muy mala memoria.
-La memoria es muy selectiva, solo recuerda lo que ella quiere. Y hay un
recuerdo que cada día se va un poco más y lo extraño tanto. –dice sin quitar
su mirada acercando su rostro lentamente. En sus ojos veo una mirada que
interpreto como si estuviera esperando que lo detenga o me atreva y lo bese
antes pero solo me quedo quieta.
Arriesgada miro un momento sus labios y vuelvo a sus ojos. Lo encuentro
muy cerca.
Solo nos separan milímetros.
- 我想你 (W ǒ xi ǎ ng n ǐ -Te extraño) -susurra como si fuera un secreto
nuestro y presiona nuestros labios.
Correspondo su beso y subo mis manos tomando su abrigo por los
hombros. Me pierdo en sus labios sintiendo que lo extrañé también. No
intenta ir más allá. Sus manos están firmes en su lugar mientras continúa
robándome el aliento. Me separo deteniendo el beso y sonrío sin abrir los
ojos. Me levanta ayudándome a volver a estar en pie.
-¿Quieres que te lleve a casa? –pregunta pasándome mi bolso.
-No. –digo tan rápidamente que me sorprendo. Desvío la mirada y salgo
rápidamente del salón. Respiro y suelto el aire una vez fuera de la
universidad intentando calmarme y entender que fue lo que nos sucedió en
el estudio. Una sonrisa se escapa de mis labios y continúo caminando
tarareando cualquier canción que se me viniera a la mente.
Luego de bañarme y cambiarme por un pitillo negro, un sweater rosa en
una tonalidad muy clara arriba de una camisa blanca y mi abrigo largo
beige bajo las escaleras por mis botas. Debía apresurarme para ir a la cena.
Me encuentro a Do que viene corriendo desde la cocina. Salta llegando a
mi lado. Rio por su buena energía, se lo ve radiantemente enamorado. -
Estás de muy buen humor.
-Ying está oficialmente conmigo y le envíe un enorme ramo de rosas como
me recomendaste.
Hago memoria y ese recuerdo es de hace mucho tiempo. –Pero te había
dicho que hagas eso hace meses.
-…lo que importa es la intención. En fin, estás muy arreglada, ¿a dónde
vas?
-Me invito a cenar un profesor de Lei y también estará él. –La mirada de
Do me confirma mis sospechas. Su sonrisa traviesa revela sus
pensamientos. Pero mi mirada no cambia salvo mis mejillas que se
sonrojan automáticamente. -Solo vamos a cenar.
Bien, me iré.
-Cuídate y recuerda ‘’dos personas que huyen del mismo sentimiento,
huyen en la misma dirección.’’ Si quieres irte, inventa una excusa y
llámame, iré a buscarte. –Le agradezco con una sonrisa, salgo de la casa
subiendo al auto junto al señor Jing.
Conduce hacia un lindo restaurant natural, con una linda vista a la costa.
Mis compañeros de cena también están muy relajados vestidos, casual pero
elegantes. Lei tiene ese estilo moderno masculino. Conversamos mientras
esperamos que traigan nuestros pedidos. El profesor Xim es divertido y
tiene muchas experiencias para contarnos. Lo escuchamos atentamente
asombrándonos de sus proyectos. Sentada junto a Lei me doy cuenta lo
mucho que lo extrañaba, es atento en sus conversaciones con pequeñas
bromas que lograban hacerme sentir cómoda hablando con un hombre que
no conozco. Se ríen cuando les cuento que me encantan los dumplings
incluso les muestro la foto del gran dumping que comí y el profesor Xim no
puede creer que haya comido semejante tamaño. La comida es muy
deliciosa, la disfrutamos entre más risas y temas variados. El señor Xim nos
invita un helado. Lo tomamos mientras caminamos paseando en la costa del
agua.
-Es tan extraño estar aquí luego de tantos años. Deben conocer la ciudad de
Chongqing. Tienen que ver como renovaron entera la ciudad. Ahora es una
gran aventura. Siempre hay algo nuevo para hacer más peligroso que lo
anterior.
-Me encantaría ir. No estaría mal probar puenting. Se escucha divertido.
¿Así que ahora vive allí? –pregunto sorprendiéndome que hayan dado el
paso de dejar atrás sus vidas y a su edad arriesgarse mudándose a una
nueva ciudad.
-Sí, mi esposa sugirió la idea ya que allá podría descubrir los famosos
metros que atraviesan edificios pero luego le fue imposible despedirse de la
ciudad y decidimos mudarnos. Solo vuelvo algunas veces a Shanghái por
trabajo. –dice mientras mira nuestros rostros pensativos. El profesor Xim
sonríe y nos mira con una expresión de hombre que ha vivido muchos años.
–Toda en la vida se trata de cambios. La vida es una rueda que constante
gira cambiando nuestra vida, nuestros planes y debemos ser valientes
tomando el riesgo de correrlos. Todos vinimos a esta vida a aprender. La
vida te va a seguir poniendo en situaciones diferentes hasta que aprendas a
superarlas. La vida es injusta. Muchas veces lo es. Pero debes aceptarlo y
trasmutar esa energía. Tienes que tomar una decisión. Será difícil, está bien
que no puedas, vivimos en un mundo donde tenemos responsabilidades y la
vida sigue pero hay veces que la vida nos da una oportunidad única donde
no la volveremos a presenciar, un amor, un trabajo y no debes dejarla
pasar.
Asentimos en silencio de acuerdo a sus palabras. Le agradecemos la cena y
la compañía al profesor Xim cuando se despide retirándose por ser muy
tarde.
Cuando busco al señor Jiang no lo encuentro. Lei se ofrece a llevarme y
acepto sin pensarlo más tiempo. Conduce en silencio pero no es uno
incomodo. Al menos siento una sensación desde que estuvimos en el
restaurante, es como un alivio volver a sentirlo cerca. Es ilógico y doloroso.
Utópico. Pero algo que no puedo ignorar tampoco.
Se detiene sobre la casa de Do y le agradezco en silencio pero me detiene
tomando mi brazo.
-Aun lo tienes. –toma mi mano que tiene el brazalete. Nunca había pensado
quitármelo en realidad. Él alza su brazo mostrándome el suyo pero retiro mi
mano.
-Debo irme, mi tío me espía.
-Además que eres una mujer comprometida. –En teoría eso todavía no se
cumplía. Pero el profesor Xim tenía razón. Comenzaba a no importarme las
amenazas de mi tío, no podría vivir constantemente bajo sus órdenes. Tenía
que ponerle un punto por mí bien. –Eres libre de irte. –Estoy a punto de
negarme decirle toda la verdad y decirle que no podría hacerlo pero me
interrumpe con la vista al frente. –Tienes razón. Es lo mejor. Ve.
En silencio me bajo del auto sintiendo el vacío y el aire frío de la noche.
Rápidamente entro a casa de Do y escucho el auto irse. La casa está
tranquila y a oscuras. Subo hasta la habitación del piano y toco varias
piezas dejando mi mente concentrándose solo en las letras.
Capítulo XX

Mientras estoy acompañada por Lujong, el husky de Xu en su sala de estar,


juego con sus orejas y él muerde su juguete, hablo con Ty por teléfono.
-Ayer solo se despidió y lo entiendo. No puedo culparlo. –le cuento la cena
de anoche. Le quito el juguete a Lujong y se lo lanzo para que vuelva a
traerlo. Sonrío enseñándole los dientes cuando él también lo hace sin soltar
su juguete.
-No se da por vencido. Es increíble su persistencia. Pero están jugando con
fuego.
Tarde o temprano uno terminara lastimado. O ambos. –recrimina Ty.
-Anoche estuve a punto de contarle toda la verdad y que pase lo que tenga
que pasar.
Él aun creer que voy a casarme. –respondo
-Lo entenderá. Estoy segura que lo hará. ¿Has sabido algo de tu tío?
-Aun no. A veces dudo si realmente envía gente a espiarme. Sin embargo
ha pasado algo más extraño aun.
-¿Se besaron? Oh dios mío, ¡dime que no te obligo! –exclama poniéndose
nerviosa.
-¡No! Claro que no, no ha intentado besarme. Es otra cosa. He sentido
como si me siguieran. Como si estuvieran observándome.
-Quizás sean los espías de tu tío.
-No. Ellos no los logro ver. Además está es como una presencia diferente.
Alguien que te mira desde la oscuridad esperando el momento para
atacarte.
-No lo sé, quizás él no, o Yang sí. Ha estado muy extraño últimamente, no
responde mis mensajes ni mis llamadas, siempre está ocupado con torpes
excusas.
-Dale un poco de tiempo. Tenle paciencia. Este mundo de amor y pajaritos
volando es nuevo para él.
-Le preguntare si sabe algo sobre eso cuando se digne a responderme un
mensaje.
Sonrío hacia la impaciencia de Ty. Pero me gustaba verla igual de
emocionada que Xu por su lindo comienzo. -No lo sé. O quizás estoy
paranoica por el poco tiempo que nos queda y necesito salir.
-¿Quieres decir que irás a ver tu bouquet? –pregunta Ty en broma y rio
falsamente.
-Me invito a su clase de esgrima.
-Oh, vas a asesinarlo antes del altar. ¡Me gusta el plan! Pero al menos
espera para ser viuda y cobrar su herencia. Podremos repartirla entre las
dos. Ahora córtale la oreja o un dedo. – propone ideando un plan macabro.
Pero me hace reír como antes.
Es realmente enorme el espacio de práctica de esgrima. Lo veo caminar
hacia los vestuarios para cambiarse a su traje y recuerdo cuando practicaba
también. Me encantaba. Xu también lo recuerda porque insiste en que me
cambie y practique con él. Solíamos ser compañeros en la adolescencia el
tiempo que coincidimos en Paris.
Nos colocamos en un sector sin molestar a las demás parejas, acomodo mi
careta y comenzamos el duelo. Practicamos muchas posiciones básicas y
otras que no recordaba. Pero Xu siempre había sido un buen compañero y
solo se reía cuando me equivocaba con mis movimientos. De pronto se
unen dos floretes más a nuestra pelea, no se distingue quienes eran pero por
la contextura parecían un hombre y una mujer. La mujer dando un giro
quiso continuar la pelea con su compañero pero se equivoca y cruza
espadas con Xu, a su vez el hombre choco nuestros floretes. Comienza un
duelo conmigo donde cada vez me arrincona más hacia afuera sacándome
del espacio de práctica.
-Eres muy rápido. –digo deteniendo su allez.
-No te rindas. –dice en un tono bajo y me resulta familiar. Me quedo quieta,
lo reconozco.
-¿Lei? –pregunto bajando el florete y pero él vuelve a atacar. Sigue la pelea
con movimientos que no sabía que se podían hacer, pasa atrás mío,
rodeándome, parece un combate entre dos espadachines de época pero es
divertido, le devuelvo las estocadas y detengo sus ataques antes que su
punta toque mi chaquetilla.
En un movimiento donde pudo haberme tocado, su punta sigue de largo y
en cambio toma mi brazo, me atrae hacia él haciendo que nuestros cuerpos
se rocen y nuestras caretas choquen. Mi espalda queda contra la pared y el
cuerpo de mi contrincante. Inclina su cabeza rozando nuestras caretas y
apoya sus manos al frente encerrando mi cuerpo. Se queda un momento en
esa posición. La vista adentro de nuestras caretas no es muy buena y por
sus hombros que suben y bajan noto que está intentando controlar su
respiración.
-Hey, estás muy cerca de ella. –le reprocha Xu. Mira un momento hacia él y
vuelve hacia mí, retira su careta dejándome ver que es Lei. Una alegría
crece en mi pecho al verlo frente a mí. Sus ojos también sonríen brillando,
sus labios se curvan un poco para volver a ponerse serios. Se gira hacia Xu
enfrentándolo. Xu suelta un bufido y señala el campo de práctica. Lei se
está por colocar la careta aceptando el desafío, pero Xu lo detiene. –No, sin
caretas.

Acepta dejando su careta a un lado, Xu me pasa la suya pero antes que


pueda dejarla sobre el suelo, Lei la toma de mis manos y mirándolo serio la
deja de una manera no suave. Con una señal del directeur comienza el
duelo, ambos son muy buenos y agiles, Lei es más rápido por su altura y
más elegante en sus movimientos. No puedo dejar de mirarlo. Es tan
preciso e imponente con su traje de esgrimista. Doblega en varias ocasiones
a Xu. Tengo que morderme la lengua para no alentarlo. Sin embargo sonrío
en la primera tocada de Lei. Lo hizo muy bien. Sus ojos miran los míos un
momento antes de que se reanude el duelo y recuerdo sus palabras en la
carta. ‘’… Eres mi lugar seguro. Desde que tus ojos me vieron supe que era
tuyo. Contigo no puedo rendirme. No puedo dejarte ir porque fuiste hecha
para mí.’’ Comienzan una secuencia de dos riposte, defender, atacar,
defender, en donde el que va ganando es Lei. La velocidad de sus estocadas
es tan increíble que no distingo si lo toca o no. Lei hace el disengage
haciendo que más de uno en la sala quede asombrado. Utiliza solo los
dedos para hacer que la punta de la espada pase por debajo de la espada de
Xu cuando evita una parada de él. Lei se dirige hacia el flanco izquierdo y
cambia rápidamente hacia el flanco derecho, dejando a Xu sin tiempo a
reaccionar con una parada, quedando como ganador.
Salto emocionada aplaudiéndolo junto a todos en la sala. Lo miro
maravillada, Xu es un gran esgrimista y sin embargo Lei lo supero. Xu le
tiende la mano aceptando su derrota. Lei le corresponde el saludo y sus ojos
me buscan. Xu sigue su mirada y aprieta su mano inclinándose hacia él
hablando en su oído. No llego a escuchar qué hablan pero por la mirada de
Xu imagino que no es nada lindo.
Lei lo mira serio sin dejarle alternativa a pensarlo y Xu desvía la mirada
aceptando mostrándose resignado. Lei viene hacia mí caminando
apresurado, toma mi mano obligándome a caminar junto a él.
-Espera, ¿qué haces?
-Te estoy robando. –dice con una sonrisa inocente. Caminamos hacia la
calle y me sube a su auto.
-Lei, déjame salir. Además mira como estamos vestidos, ¿a dónde vamos?
-Aquí es. Ven. –estaciona el auto y me insiste en bajar. Me encuentro fuera
de su casa.
-¿Qué estamos haciendo en tu casa?
-Entra. –toma mi mano llevándome hacia el interior.
Nos recibe la señora Shell y sonríe cuando me ve. –¡Señorita Luce, tanto
tiempo! ¡Qué alegría volver a verla!
Sonrío alegrándome también de volver a verla. Extrañaba su sonrisa cálida
y sus galletas de chips de chocolate. – ¿Cómo está, señora Shell? Es lindo
volver a verla.
-¡Siempre tan preciosa, señorita! ¿Se quedaran aquí? Puedo prepararles
unos bocadillos deliciosos. –dice mirándome con emoción. Niego con la
cabeza pero con una sonrisa. Me encantaba la energía que transmitía.

–Ten. –me entrega mi ropa que deje en la práctica de esgrima pero no está
mi sweater, veo el suyo beige. Lo miro preguntándole en silencio por el
cambio y se encoge de hombros desviando la mirada. Me lleva a la
habitación siguiente y se retira dejándome sola para cambiarme.
Rápidamente lo hago y sonrío acomodando su sweater, me queda más
grande de lo normal pero es cómodo y huele a él. Vuelvo a la habitación y
lo encuentro también cambiado. Toma mi mano y camina hacia la entrada.
No veo a la señora Shell para despedirme y de pronto su voz nos detiene.
-Esperen, esperan. Llévate estas querida, disfrútenlas en su paseo. –me
entrega una linda caja rectangular con galletas de chips de chocolate. Le
agradezco abrazándola brevemente.
Me abre la puerta cuando me acerco al auto y espera que me suba. Me
abrocho el cinturón. Él me mira desde afuera. Aun no se ha movido. -¿Si le
dijiste a la señora Shell que ya no somos novios, verdad? –pregunto
nerviosa por su cercanía. El cinturón se traba y se inclina para ayudarme a
colocármelo correctamente, se acerca más de lo que debería. Me sonrojo
bajando la mirada pretendiendo estar ocupada con el cinturón y siento un
leve beso en la frente. Lo miro rápidamente y conecta nuestros ojos
sonriendo inocentemente.
-No dije nada sobre besos. -dice y rápidamente me deja un beso en la nariz.
Cierra la puerta y aunque suelto una queja termino sonriendo. Me encanta
cuando es así de dulce. Se sube a su asiento y borro la sonrisa mirando
hacia todos lados mientras conduce sintiéndome intranquila. Lei suelta una
risa cuando me mira de reojo. Está concentrado conduciendo.
-¿No confías en mí?
-¿A dónde vamos? –sigue con el misterio y se encoje de hombros. –No
entiendo nada, ¿por qué tanto misterio? ¿Cómo convenciste a Xu? ¿Sabes
que soy una mujer comprometida? - me mira de reojo y sonríe falsamente.
–No tendría que estar aquí contigo y lo sabes.
Detiene el auto y lo apaga girándose a mirarme de frente. -Tenemos dos
opciones: o vienes conmigo y peleamos juntos o me cuentas que está
pasando realmente. –lo miro sorprendida. En sus ojos veo solo seguridad,
no hay un atisbo de dudas. Son intimidantes y atrayentes al mismo tiempo.
Quizás podría contarle pero eso no resolvería el problema y lo dejaría en
vergüenza. Es imposible. Bajo la cabeza negando en silencio, no podíamos
hacer nada más. Se acerca y coloca sus manos en mis mejillas alzando mi
cabeza. –No hay opción tres. Y no puedo resignarme a perderte. No puedo
verte caminar hacia el altar con otro hombre. Mientras esté vivo continuare
peleando por nuestro amor.
Subo mis manos hacia las suyas intentando quitarlas. -Lei…-me interrumpe
colocando sus labios sobre los míos. Su beso sigue siendo dulce pero es
más firme. Me hace sentir tantas emociones que estoy mareada y de pronto
no sé dónde estamos solo sé que no quiero perderlo.
-¿No me dirás?
-Sabes que no puedo.
-Sé que me ocultas algo. –me mira buscando en mis ojos la respuesta pero
cierro los ojos bajándome del auto. No podía hacer esto. Lo escucho bajarse
y lo miro sorprendida. –Debo ver a Do. Tenemos un trabajo que terminar.
No vine por ella, es más no la miro. –exclama en tono alto y camina con los
ojos cubiertos por sus manos.
Suelto una risa golpeándolo suavemente en el brazo. Lo guío hacia el
interior de la casa porque continúa con sus manos sobre su rostro.
-Llegamos. –digo para que retire sus manos pero niega con la cabeza en
silencio.
-Aún estás en peligro, podrían descubrirnos. Tienes que irte antes que me
pierda al mirarte.
Vuelvo a reír pero asiento en silencio. Antes de irme me inclino
rápidamente, le dejo un beso en su mejilla y salgo corriendo hacia las
escaleras a mi habitación.
Salgo hacia el balcón y revivo lo que acaba de pasar con una sonrisa en mi
rostro.
Observo su sweater, cubro mis manos con él y coloco una mano cubriendo
mi sonrisa. Una brisa fría mueve mi cabello pero solo siento su perfume
flotar en el aire gracias al sweater.
><><><><><><
-¡Feliz cumpleaños, viejo Do! -grito eufórica en su oído saltando sobre su
espalda.
Suelta un quejido pero no se mueve. -Estas más pesada de lo que
recordaba.
Rio levemente y me siento a su lado. Le tiro de la oreja hasta el número 24
presionando más fuerte en el último. Vuelve a soltar un quejido. –¡Me
dolió!
Sonrío restándole importancia. -Entonces hoy, ¿gran fiesta?
-Oh, no te llego la invitación, no estás en la lista.
-¡Púdrete!
-No estuviste para la organización. -me reprocha.
-Estaba en el paraíso de los pandas. No puedes hacerme elegir.
-Sí. Sé que elegirías a esos animales sucios antes que a mí.
-¡Hey! Más respeto con los pobres animalitos. Además a ti también te
elegiría.
-Lo sé, enana. ¿Sabes que hoy asistirá, cierto?
Asiento en silencio pero vuelvo a sonreír. -No me importa. Hoy tenemos
fiesta y vamos a celebrarlo.
Do ríe sarcástico. -Sí, claro. Mejor muéstrame mi regalo, ¿qué me
compraste?
Mi sonrisa se congela, había olvidado por completo su regalo. ¡Era una
pésima amiga!
–Te lo daré esta noche en la fiesta. Es una sorpresa.
-¿No lo compraste cierto?
-Mejor cuéntame de tu fiesta. Me dijo Ying que es en el salón cerca del
muelle. ¿Es un dess code elegante?
-Así es. Pero divertido. No quiero verte con tus trajes señoriales. Ponte algo
largo y azul. -dice y guiña un ojo.
Suelto una risa negando con la cabeza. -Sé lo que haces y no funcionará.
Además creí que querías a Lei estuviera con Meg.
-No, eso fue al principio porque veía a Lei confundido pero ahora… Ani si
lo vieras, él está...
Lo detengo antes que siga negando con la cabeza. -No quiero saberlo.
-Volvió a ser el de antes. Es frío y arisco. No habla y está más callado que
antes.
-No quiero saberlo. -repito manteniéndome firme. Aunque se me quiebre el
corazón. -No lo había visto tan feliz como cuando estaba contigo.
No sé qué responder a ese comentario así que solo me quedo callada. Yo
también lo extraño. Y más de lo que hubiera imaginado pero sé que es lo
mejor para ambos.
-Me envió un mensaje, viene para acá. Tenemos que terminar el trabajo
final de contabilidad pero quiere tener la oportunidad de verte.
-Momento perfecto para retirarme. De todos modos tengo clase. -camino
hacia la puerta y me detengo con la mano en el picaporte. -Tú no me viste.
No sabes dónde estoy. -lo amenazo apuntándole con un dedo.
-Promesa de boy scout. No te he visto.
-¡Tú nunca fuiste un boy scout. Do! -insisto y él asiente empujándome
fuera de su habitación.
El señor Jiang me lleva hasta la universidad y en el aula me encuentro a Ty.
Ella había tenido clases toda la mañana y estaba durmiendo con la cabeza
apoyada sobre la mesa.
Señorita Weng. -digo en tono grave imitando al profesor de nuestra
siguiente clase. Aprovecho a acomodar mis objetos sobre la mesa. Ella se
despierta sorprendida y mira hacia los lados preocupada. Rio suavemente. -
Buenas tardes. –respondo en tono coqueto.
-¡Tonta! Creí que era el viejo cascarrabias. -justo cuando termina su oración
entra el profesor por la puerta. Ty se deja caer de nuevo sobre la mesa y
suelta un quejido.
-Déjenme dormir. Estoy cansada.
Suelto una risa corta y colocó su libro delante suyo para que no la vea el
profesor durmiendo. Golpeó suavemente su espalda cuando escucho unos
leves ronquidos.
Aunque intento contener la risa.
-¡Wow, que buena siesta! ¿Me perdí de algo? -pregunta cuando termina la
clase mientras nos dirigimos al estacionamiento.
-No. Además del examen sorpresa y el repaso para el final… -digo
restándole importancia. Me mira rápidamente preocupada y suelto una risa.
-Lo siento, es broma.
Solo hablo del mismo tema y dejo unas actividades.
-Eres mala. -hace un adorable puchero y se detiene frente nuestro un auto
blanco. Sé quien lo maneja y por eso evito mirar hacia Lei. Ty en cambio lo
saluda. Lo escucho bajarse y siento su presencia a mi lado. Ty sonríe
tiernamente mientras se dirige a su auto. -Te dejo en buenas manos.
-¡Ahora tú eres la mala! -susurro lo suficientemente fuerte para que ella me
escuche pero veo a ambos sonreír. Me lanza un beso y se va.
-Hola.
-Hola. -susurro casi sin voz. Aun no lo veo y camino hacia adelante.
-Espera. Vine a buscarte.
-Lei…
-Por favor. Solo quiero llevarte a casa. Prometo no hablar si no quieres.
Asiento. No podría rehusarme ante tan lindo gesto.
-¿Como fue tu día? –pregunta mientras conduce.
-Dijiste que no ibas a hablar.
-Puedes hablar tú, yo solo escucharé.
Mis labios se convierten en una mueca. -No tienes que intentarlo. No hace
falta que hablemos si te sientes incómodo.
-Estoy ansioso. Muero por detener el auto y besarte. Entonces ¿por qué no
me cuentas mejor como fue tu día?
Bien, lo entiendo. También tengo muchas ganas de besarlo y abrazarlo. -Me
fue bien.
Y ¿tú?
-Me alegro. Bien… no, me fue aburrido sin ti.
Desvío la mirada y señalo hacia adelante. -Puedes dejarme aquí. Tengo que
comprar el regalo de Do.
-¿Que vas a comprarle?
-Aun no lo sé. -susurro. Realmente no sabía. Este año me había ayudado
más de lo que hubiese imaginado. Necesitaba devolverle de alguna manera.
Quería algo especial y no regalarle algo común, que en mi caso sería un
reloj.
-Podemos compartir mi regalo. Le digo que lo compramos juntos.
Niego con la cabeza pero lo miro intrigada. -¿Que le compraste?
-Un reloj. -dice y reímos.
-Quería algo más especial.
Lo que sea que le des será especial para él porque viene de ti.
No respondo y estaciona el auto frente al centro comercial. -Gracias, Lei. -
digo pero él se baja conmigo. -¿Qué haces?
-Vamos a conseguir el regalo de Do.
-Iré. Sola.
-Iremos juntos. Aun no te llevo a casa y dije que lo haría así que andando.
Luego de recorrer varios locales encuentro un especial perfume que él
utiliza y hace tiempo se queja porque no lo encuentra.
-¿Quieres que pase por ti para ir a la fiesta? –pregunta cuando llegamos a
casa de Do.
Niego con la cabeza rápidamente. –Le pediré al señor Jiang, te agradezco
de igual manera.
-El señor Jiang tuvo una emergencia y se pidió el resto del día, por eso no
estaba afuera cuando saliste.
-¿Por qué no dejaste que me vaya en taxi?
-Porque quiero cuidarte. No quiero que estés sola. Aunque no estemos
juntos quiero ser yo el que te lleve. Quiero ser yo el que te despida cuando
vuelvas cansada por la madrugada y te deje a salvo en casa de Do.
Desvío la mirada reuniendo todo mi autocontrol para no abrir mi boca y
decirle que yo también quiero que seas él pero debía ser fuerte por los dos.
–Lo mejor es que no vengas hoy. Puedo pedirle a Fushian que me busque si
quieres quedarte más tranquilo.
Sus ojos se desvían hacia al frente y asiente en silencio. –Avísame cuando
pase a buscarte y cuando te deje. Por favor. –pide aun sin mirarme. Asiento
levemente y bajo del auto.
Luego de terminar con mi maquillaje en tonalidades neutras con brillos me
coloco el vestido es de un solo hombro, corto y en tonalidad azul como me
pidió Do. Fushian no puede buscarme así que se ofrece Cay, me avisa que
está afuera y rápidamente tomo mi abrigo y el regalo de Do.
El viaje es tranquilo y silencioso, no hablamos más que algunas palabras
pero la música de fondo me gusta y la canto en mi mente. Cuando miro
hacia afuera habíamos llegado al salón.
-Debemos entrar por la segunda entrada porque Do no nos entrego las
invitaciones. – dice Cay mientras me guía hacia otra puerta.
Nos detiene un guardia de seguridad pero al vernos nos deja pasar
rápidamente. Encontramos al resto del grupo en la habitación. Saludamos a
todos y esperamos que llegue Do para unirnos a la fiesta. Sin poder evitarlo
mis ojos buscan a Lei y lo encuentro a un lado de Fushian y Lía, Meg está
elegantemente vestida en el otro lado de la habitación. Un hombre nos
acompaña hasta el salón y dejo el regalo junto a muchos más sobre una
mesa.
El salón es hermoso, la decoración es muy delicada, en tonos blanco y
negro. Hay muchas personas y jóvenes y grandes. Encuentro a Ying
hablando con Lía y me llaman para que me acerque. Hablamos un poco
sobre lo lindo que está el lugar. Ying había elegido los colores y la
felicitamos porque estoy segura que le va a encantar al cumpleañero. Un
momento después las luces alumbran la entrada y hace su aparición Do
vistiendo un elegante traje negro. Sonríe y agradece viniendo hacia
nosotras. En el camino lo saludan felicitándolo. Lo saludamos cuando se
acerca y lo dejamos solo con Ying.
-Hizo una excelente elección, Ying. –comenta Fushian cuando se acercan
los chicos. Lei se coloca a mi lado en silencio y siento su brazo rozar el mío
varias veces sin llegar a tocarme.
-Quería que todo estuviera perfecto. Y lo logró. –dice Lía sonriendo hacia
la pareja. Se los ve felices juntos.
Fushian invita a bailar a Lía, prácticamente se la lleva a la pista sin dejarla
responder y siento mis nervios en tensión cuando nos quedamos solos con
Lei. Evito mirarlo, su traje azul con su camisa blanca le sienta muy bien, se
ve muy elegante y hermoso. Ahora entiendo la sugerencia de Do.
-¡Ani! –escucho a mis espaldas.
Me giro encontrando a unos viejos amigos de Madrid. -¡Mary, Luca! –
saludo a ambos con un beso en la mejilla. –Tanto tiempo, ¿cómo están? –
Siento a Lei acercarse un paso y los ojos de Mary van hacia él
escaneándolo rápidamente.
-Es cierto, ha pasado mucho tiempo desde nuestra última fiesta. ¿Tú novio?
–pregunta Luca.
-No, es un amigo. Lei te presento a Mariana Castro y Luca Romero. Chicos
les presento a Ming Lei, es uno de los mejores amigos de Do. –Asienten a
las presentaciones y Mary me mira subiendo un momento los ojos y niego
ante su expresión. Es decir no salgo con Lei, sí está disponible pero no era
algo que quería ver.
-Lei, debes venir a saludar…-aparece de pronto Meg tomándolo del brazo y
llevándoselo al otro lado del salón mientras saluda a personas.
-Oh, entiendo. –dice Mary viendo hacia ellos y me muerdo la lengua para
no hablar de más.
Luca nos trae unos tragos y al principio solo tomo pequeños tragos pero
unas horas después había perdido de vista a Lei. Bailábamos y
recordábamos viejas experiencias con Mary mientras Luca seguía
trayéndonos tragos. Estábamos algo mareadas pero disfrutando de la
música, Mary era bailarina profesional, sabía ayudarme a bailar juntas. Era
divertido seguir sus pasos, Luca se une también pero es peor bailarín que
yo. Chocamos varias veces porque uno siempre va en sentido contrario.
-Hey, Ani. Vamos. –dice Cay.
Asiento y abrazo a Mary y luego a Luca mientras nos despedimos. Ellos
también estaban cansados y se retirarían para descansar.
Sigo a Cay a su auto y aun no veo a Lei, quizás ya se había ido. Pero al salir
del salón lo veo afuera cerca de su auto. Camina hacia nosotros, cruzan
unas palabras que no logro distinguir y Cay asiente volviendo a ingresar al
salón.
-Tendrás que volver conmigo, Cay debe quedarse a ayudar a Fushian. –dice
mientras camina hacia su auto. Lo sigo caminando lentamente.
-Qué extraño, casi como una casualidad pero sabes que las casualidades no
existen.
-¿No existen?
Niego con la cabeza en silencio y sigo caminando hacia la calle. –Quiero
caminar por la costa.
-Si quieres caminar, ven. Yo te llevo pero sube, hace frío.
-Ese es el problema. No lo haces fácil para mí.
-¿Crees que esto es fácil para mí?
-Tú no ves el esfuerzo que hago por mantenerme alejada. –susurro
continuando el camino.
-Tú no ves el esfuerzo que hago por cuidarte.
Suelto una corta risa y niego con la cabeza. Continuamos caminando en
silencio y nos detenemos frente al agua, el viento levanta el frío de la
noche. Observo hacia Lei está mirando hacia todos lados sin quedarse
quieto. Quizás también tendría frío. Meto mis manos en los bolsillos de mi
abrigo protegiéndolas del viento.
-¿Tienes frío? –pregunta acercándose unos pasos. Niego en silencio
aunque tengo frío pero es un frío necesario. Un frío que aclara ideas y me
recuerda porqué tengo que hacer lo que queda por hacer.
-Ven, volvamos. –digo volviendo a su auto.
Prende la calefacción y su mano toma la mía logrando que deje de temblar.
-Lo siento, tu mano…
Lo interrumpo con una sonrisa observando sus ojos dejándome llevar por
ellos, más tiempo en toda la noche. –Gracias.
Me deja en la casa de Do y me despido rápidamente. Asiente en silencio
con la vista hacia al frente, desciendo entrando a la casa. Está en silencio,
debo ser la primera en llegar. Me dirijo a mi dormitorio y me dejo caer
sobre mi cama soltando un suspiro.
Mi teléfono suena y lo atiendo sin dejar de pensar en el aroma de Lei. Es
Xu y dice algo sobre un viaje. Asiento sin prestar mucha atención, continuo
rememorando nuestro momento en la costa y siento por un momento que
estoy ahí. El frío viento, la presencia de Lei a mi lado. Mi burbuja explota
cuando escucho decir a Xu que iremos juntos.
-Tengo un evento y tu tío cree que será un buen plan si vienes conmigo. –
explica.
Claro que pensaba eso. Quería que estuviera siempre atenta a los últimos
negocios y si podía incluirnos mejor. -¿Dónde es?
-Pekín. Mañana sale el vuelo. –Acepto resignándome sin tener más
opciones.
Ty estaba de viaje así que solo hablamos por llamada de manera larga y
tendida sobre muchos temas y con detalles. Cuando hablo con Do su
respuesta no es otra más que nos acompañarían. Todo el grupo. Al principio
me niego pero puede ser mejor tenerlos cerca y evitar la incomodidad de
viajar solos.
Capítulo XXI

Por la mañana temprano tomamos el avión y viajamos a Pekín. Nos


hospedamos todos en el mismo hotel, Do organiza rápidamente sin poder
evitarlo pero lo dejamos porque es bueno en lo que hace. Por supuesto Xu
no acepta esto y decide hospedarse en otro hotel más… lujoso y cercano en
ubicación a su evento. Compartimos habitación con Ying y nos asomamos
emocionadas al balcón mirando las vistas. Es una ciudad realmente grande
y hermosa. Edificios altos, resaltando la gran torre en el centro y algunos
árboles resaltando sus colores entre el monocromático de las
construcciones.
-¡Es muy hermoso! –exclama Ying y asiento de acuerdo. El clima es muy
agradable, teníamos poca temperatura pero no demasiada. Quizá podríamos
visitar templos y lugares mientras los chicos asistían a su evento.
Fue lo que hicimos. Nos despedimos de los chicos y partimos junto a Lei y
Cay hacia el parque Tiantan Gongyuan para visitar el Templo del Cielo.
Luego del viaje en metro llegamos hacia al Templo y comienza una guía a
explicarnos los lugares y su historia.
Nos detienen unas mujeres y nos ofrecen a vestirnos con temática china.
Ying acepta emocionada y me obliga a seguirlas. Nos llevan a una
habitación aparte y nos dan a elegir entre varios colores. Es muy similar al
Templo que fui a mi viaje con Lei. Mi mente se transporta hasta ese
momento y una leve sonrisa crece en mi rostro.
Ying nota mis mejillas coloradas y me mira sonriendo. –¿Recordaste algo?
Asiento mientras una señora me coloca el hanfu. Esta vez opto por colores
más claros, una tonalidad de rosado casi blanco. –Una vez me vestí así.
Cuando visitamos el Templo Lingyin y luego subimos a él. Lei me pidió mi
cinta del cabello.
Las señoras exclaman sorprendidas y me miran con caras enamoradas. –
Unieron sus almas en ese templo. –dice la señora a mi lado. Asiento en
silencio, Lei había dicho lo mismo. No sabía si realmente significaba eso.
Una sonrisa más grande crece en mis labios. Y Ying suelta una risa
cerrando los ojos.
-¡Es tan romántico! Aun recuerdo cuando mi madre contaba historias sobre
mi abuela que su marido había hecho lo mismo. Una salida romántica al
templo para unir sus almas. – comenta la señora que ayuda a Ying. Le
coloca un precioso hanfu rojo claro con unas delicadas flores de loto en
decoración sobre sus hombros.
-Sí, es una tradición muy antigua, señorita. ¿Le dio algo su pareja? Y no me
refiero a un beso. –pregunta la primera señora mirándome seria y mis
mejillas se sonrojan un poco más. Niego con la cabeza en silencio.
-No me beso. Me dio esto, él tiene uno también. –alzo la muñeca
enseñándoles mi brazalete. Ambas señoras incluso Ying sueltan una
exclamación, sorprendidas. La señora que está ayudando a Ying cubre su
boca con la mano por la impresión.
-¡Es tan romántico! Debes ser muy especial para él, señorita. –comenta
mirándome emocionada. –Ese ritual solo se hace una vez con una sola
persona. De otro modo el Templo rechaza el alma que está ocupada.
Asiento impresionada. Quiere decir que espiritualmente estamos unidos a
través de estos brazaletes. Soy un poco exceptiva para creer en espíritus,
malignos o benignos, yo era católica desde nacimiento pero creer que
nuestras almas se habían unido simbólicamente en ese Templo era algo
precioso.
Encontramos a los chicos afuera y continuamos el recorrido. El primer
lugar es el Altar Circular. La primera base cuadrada representa la Tierra,
subiendo las escaleras encontrabas el altar redondo, que representa el cielo
y tiene tres terrazas más altas. Entramos al Templo y es impresionante, se
siente una fuerte aura energética y mi mente imagina hombres y mujeres en
esa época trabajando, planeando guerras o defensas y bailes o comidas.
-El emperador celebraba ofrendas ceremoniales de animales sacrificados,
alcohol, pastillas jades y sedas por las postraciones siempre organizadas en
torno al número nueve. –explica la guía.
Aun no entiendo la relación con la numerología y le pregunto en un susurro
a Cay a mi lado. -El número nueve y sus múltiplos tiene un valor
simbólico: el número elevado leplus. Nueve círculos concéntricos irradian
alrededor de la piedra central. –explica mientras señala. -La primera
consiste en nueve piedras y el último de 81 piedras. Las escaleras que
conduce a ella son siempre en grupos de nueve. El altar está rodeado de 360
balaustradas de mármol.
Asiento agradeciendo su explicación. Me encanta la relación y la precisión
a los detalles para que sea todo tan matemáticamente perfecto. Cay me pide
junte a Ying que nos coloquemos en el centro y aplaudamos un par de
veces. Prestamos atención a la repercusión y el ruido se amplifica. Es
precioso. Pasamos al norte del Altar, el diámetro llamado el Muro del Eco
que encierra la Boveda Imperial del Cielo y Cay me pide que vuelva a
moverme unos pasos más cerca hacia la pared. Lo miro sin comprender ya
que no lograba ver nada pero él mira hacia el otro lado donde veo caminar a
Ying y a Lei. Los veo conversar y de pronto Lei mira hacia mí y pronuncia
un susurro como si fuera un secreto.
Lo más sorprenderte es que lo escucho desde este lado.
- 我 马上过来 W ǒ m ǎ shàng guòlái (Estaré ahí).
-Es increíble. –digo sorprendida y maravillada.
-Tú deberías cantar aquí. Imagina solo tu voz y este lugar con su acústica,
despertarías a los ancestros más dormidos con tu preciosa voz. –dice
dándonos la espalda pero volteando un momento. Cay disimula una sonrisa
y yo solo siento las mejillas sonrojadas. Aunque imaginarme ese momento
solo hace vibrar mi corazón. Sería una experiencia realmente mágica.
Continuamos por el camino de entrada, un largo camino que logro ver tiene
tres placas de sonido. Lei detiene a Ying a mi lado y nos pide que
aplaudamos. Espero emocionada, puedo esperar muchas cosas de este lugar
pero no ocurre nada, solo el sonido de nuestro aplauso. Nos pide que
aplaudamos dos veces frente a la segunda placa y esta vez escuchamos un
eco doble. Asombrada vuelvo a intentarlo y realmente se escucha doble.
Nos colocamos frente a la tercera y dando tres aplausos, como
esperábamos, suena triple el eco. Es muy hermoso. Imagino la música en
esa época, podrías tocar una sinfonía que se escucharía magnifica. El lugar
tenía una acústica preciosa.
Llegamos a la Bóveda Imperial del Cielo, es increíble, muy alta y está
flanqueada por dos edificios. Ambos tienes hermosas pinturas y vigas de
distintos colores dándole al ambiente una festividad distinta. Más
armoniosa.
Estoy observando las pinturas cuando siento a Lei colocarse a mi lado en
silencio. Nuestras miradas se encuentran, sus labios se estiran en una
sonrisa y desvío la mirada sonrojada.
-El uno al este se dedica a Yang: dios del sol, polaris, plantas, entre otras
cosas. Y uno hacia el oeste se dedica a Yin: diosa de la luna, nube, lluvia,
etc.
Mientras ven la sala de oración y la guía sigue explicando su historia mis
pies se detienen frente a un gran árbol. Mis ojos no dejan de observando el
gran ciprés a los pies del Templo.
-Nueve Dragones, este árbol tiene más de 500 años. –dice Lei a mi lado
observándome.
Lo miro maravillada, es increíble que tenga tantos años y siga
conservándose tan entero. Está arraigado sobre sus grandes ramas y su copa
es tan alta que lo pierdo de vista en el cielo. Paso mi mano sobre su corteza
sintiendo su textura corrugada pero es suave. Es precioso. Dejo mi mano
apoyada y veo la de Lei a un lado. Busco sus ojos y sonrío. Siento su mano
acercarse a la mía y luego la apoya sobre ella. Es una nueva sensación.
Siento su calor y su presión transmitírsela al árbol entero. Quiero imaginar
que el gran ciprés también guardara nuestro amor en secreto.
Y de pronto al vernos solos entre vegetación y una pared que nos aísla
bastante del ruido exterior siento que no puedo aguantarlo más. –Es
mentira. Mi relación con Xu, solo fingimos estar juntos hasta una fiesta. –
Siento su mirada pero la esquivo. Necesito decirle todo antes de ver su
reacción. No sé cuál será pero no quiero que… -Lo sé.
De todas las reacciones esa era la que menos esperaba. ¿Cómo que lo sabe?
–¿Cómo?
-No iba a quedarme quieto mientras veía como te comprometías. Además
me conto Do.
Suelto un bufido. Ese chico no sabía guardar secretos. –¿Hace cuanto lo
sabes?
-Unos días.
-Sé que podrá parecerte algo arriesgado pero estoy segura que funcionara.
Además mi tío quiere este trato hace tanto tiempo.
Se acerca un paso entrelazando nuestros dedos aun en alto. –No creo que
sea algo arriesgado. Creo que es algo que no deberías pensarlo. Tu tío no
debe seguir controlando tu vida. Debes ser libre de elegir lo que quieras.
-No es sencillo. Además sabes que es difícil, Do tampoco tiene opción igual
que muchas personas con tutores estrictos.
-No me importa lo que deba pasar Do o cualquier otro. Me importas tú.
Quiero que elijas tú qué hacer en tu vida. –dice transmitiéndome tantas
sensaciones con su mirada tan amable y segura. Antes que pueda responder
Ying vuelve hacia nosotros llamándonos. Asiento en silencio pero Lei
atrapa mi mano y me detiene colocándose adelante mío. – Prométeme que
elegirás ser feliz. Y te quedaras conmigo.

-Lo prometo. –asiento correspondiendo su preciosa sonrisa. Caminamos


hacia los chicos con las manos entrelazadas y me siento más ligera. Saber
que él conoce el secreto y no cambiaría nada entre nosotros era un gran
alivio.
Devolvemos la ropa a las señoras recuperando la nuestra y ambas señoras
me miran con grandes sonrisas y asintiendo mirando de reojo hacia Lei. Él
siente las miradas y las mira atento y curioso por la atención pero me
despido agradeciéndoles inclinando mi cabeza.
Luego del almuerzo, unos deliciosos bocadillos de pollo rellenos de queso,
decidimos visitar el zoológico de Beijing. No es lejos, solo un pequeño
paseo y en la entrada nos da la bienvenida una gran estatua de un tigre de
piedra. Comenzamos a caminar y mis ojos se van rápidamente a los árboles
que decoran los laterales del recorrido, preciosos árboles llorones que sus
ramas se mezan con la suave brisa que corre. Vemos muchos hábitats de
animales: elefantes, tigres de Bengala, jirafas. La más emocionada es Ying
que se alegra y salta como una niña cuando nos acercamos a los animales.
Observamos divertidos como saltar y juegan los traviesos monos.
-Mira. Veremos si sale, por lo general son tímidos. –dice Cay cuando
llegamos a un nuevo hábitat.
Espero sin saber que animal aparecerá y asombrada cubro mi boca. –¡Es un
oso polar! – exclamo maravillada acercándome lo más posible. Lei me
detiene para que no me acerque demasiado a pesar de que es
completamente seguro. Suelto una risa y vuelvo la vista hacia el oso. Como
dijo Cay por su timidez o simple pereza se escondió en un cuarto privado.
Vemos también un oso pardo y este al contrario de su primo hermano, no es
tímido, se acerca al vidrio que nos separa y se pasea dejándonos verlo de
una distancia tan cerca que es increíble.
Compramos unas bebidas en un divertido tren de regalarías. Tiene también
muchos peluches de animales pero me niego cuando Lei quiere comprarme
un panda. Ya me había comprado demasiados peluches que estaban en la
habitación. No podía dejarlo gastar más en mí. Hace una adorable mueca
con sus labios pero lo acepta. Ying atrapa mi mano y me conduce hacia una
banca con un precioso koala sentado dejando espacio para más personas.
Sacamos muchas fotos con él. Ying y Cay quieren ir al acuario pero Lei los
despide tomando mi mano llevándome hacia un nuevo hábitat y mis pasos
se detienen con la sorpresa. ‘’Dá xióng máo’’ veo escrito en el cartel de
anuncio junto a algunas fotos de pandas. El predio que habitan es enorme lo
recorremos mientras vemos algunos pandas jóvenes y otros grandes. Son
increíblemente grandes y muy hermosos. Por los cuidados que logro
distinguir son los mismos que vimos en su reserva en Bifengxia.
Caminando hacia otra tienda de regalarías encontramos toda una pared
repleta de peluches de pandas. Hay algunos demasiado adorables: con
trajecitos de colores azul, rosado, rojo, con pequeñas plantas de bambú, con
corazones. Lei elige dos de los últimos y un oso polar. Lo miro con duda
pero con una sonrisa.
-No son para ti. Son para mí. –dice desviando la mirada de una manera
testaruda pero dulce. Asiento en silencio y sonriendo desvío la mirada hacia
unos lindos pingüinos. Lei se va un momento y cuando vuelve me entrega
una bolsa. –Este es para ti.
Abriéndola descubro un precioso panda con un ramo de flores en su pata.
Sonrío conteniendo un grito de niña pequeña. Lo abrazo casi asfixiándolo
con mis brazos.
-Te mentí, estos también son para ti. Me hace feliz verte feliz. –dice
entregándome la otra bolsa con los tres peluches. Suelto una risa y la tomo
llevándola a mi pecho. Rápidamente me inclino en puntitas para darle un
pequeño beso en la mejilla pero mueve la cabeza y terminan unidos
nuestros labios. Sonrío y sube su mano colocándola sobre mi mejilla
manteniendo el beso un momento más.
Volvemos al hotel y nos reunimos con los chicos para cenar. Xu se une y
casi olvido irme con él ya que quizás los guardias de mi tío nos habían
seguido. Lo más probable era que sí, mi tío sabía que Xu haría este viaje.
Sin embargo no me privaría de disfrutarlo. Había pasado un día hermoso y
muy divertido, tendría tiempo luego de lidiar con las consecuencias.
Cenamos en un lindo restaurant, Xu a mi lado y Lei frente mío sintiendo
sus miradas y sus silencios. Estaba más callado que de costumbre aunque
los chicos intentaban hacerlo conversar. Yo también hasta que siento a Xu
más inclinado hacia mí y su brazo atrás de mi asiento. Lo miro sorprendida
y señala discretamente hacia el otro lado del restaurant. Veo dos hombres
hablando entre ellos pero mirando discretamente a nuestra mesa.
Decidimos volver al hotel, era tarde y todos estábamos cansados. Entramos
con Ying a nuestra habitación y siento que estuvo alguien. Hay objetos
movidos de lugar. Sutilmente pero recuerdo que mi maleta la había dejado a
un costado de mi cama no frente a ella. Al igual que el bolso de Ying, ahora
se encuentra a los pies de su cama.
Sin embargo ella no lo nota y se dirige al balcón.
-¡Espera! No toques nada. –la detengo antes que abra la puerta. Tenía un
mal presentimiento.
-¿Qué ocurre? ¿Ves a alguien? –pregunta susurrando mirándome asustada.
-No lo sé. Llamare a Do, aquí alguien estuvo.
Luego de llamarlo y explicarle la situación deciden llamar al conserje para
que investiguen. Mientras tanto nos asignan una nueva habitación.

-Tranquila, ¿estás bien? –Do abraza a Ying que está temblando de miedo.
Su abrigo no estaba en la habitación. Era extraño, si hubiera sido un
delincuente se hubiera llevado más objetos de valor pero parecía que solo
había revuelto un poco todo y se había ido rápidamente. –No quiero dejarte
sola.
-Estaré bien. Ya paso. –responde Ying aceptando su abrigo.
-¿Crees que fueron los espías de mi tío? –le pregunto a Lei en un susurro.
-No. Esto es diferente. –toma mi mano y camina hacia Do. –Dormiremos
todos en la habitación. No podemos dejarlas solas de nuevo. –dice
mirándolo solo a él y lo miro sorprendida. Miro hacia Ying y ella tiene la
misma expresión. Atónitas y sin saber que responder.
-Estaba pensando lo mismo. No podré dormir sabiendo que podrían volver
a entrar a su habitación y ustedes solas.
-Bien, todo arreglado. –dice Xu caminando hacia su habitación restándole
importancia a la situación aunque tenía una clara postura de cansancio y
signos en su rostro. Debió haber sido un largo día para él. Asiento
agradeciéndole en silencio. –Eres mi pareja después de todo. Quizás los
delincuentes estaban buscando algo de valor entre tus cosas por la noticia. –
dice mirándome divertido. Lei lo mira serio con ojos enojados. Xu levanta
las manos y se gira hacia la salida. -Vamos a dormir, ya es tarde.
-Estarán más seguras con ellos. Y ellos estarán más tranquilos con ustedes.
Vayan. – dice Fushian.
Seguimos a Do y a Lei hacia su habitación. Ellos llevan nuestras cosas.
Vemos solo dos camas matrimoniales y mirándonos un momento
caminamos juntas con Ying hacia una cama eligiendo en silencio dormir
juntas.
Do es el primer en soltar una queja en voz alta. –No sería la primera vez
que dormimos juntos. –dice mirando a Ying.
-¡Hang Do! –exclama ella mirándolo apenada y se escapa al baño. Do
suelta una risa y se prepara para dormir.
Camino hacia el balcón cerrando la puerta corrediza atrás mío para no
molestarlos y me siento sobre un gran sofá triple. Siento la puerta abrir y
cerrarse y un abrigo sobre mis hombros cubriéndome del frío. Sonrío y veo
a Lei sentarse a mi lado. Rodea mis hombros con su brazo y me inclina
hacia él. También se inclina y terminamos acostados sobre el sofá.
-Tampoco sería nuestra primera vez. –susurra tomando mi mano y
entrelazando nuestros dedos. Sonrío pero mi mente sigue pensando en
quien habrá podido entrar a la habitación. Me preocupaba que siguieran en
el hotel. –¿En qué piensas?
-No creo que hayan sido delincuentes ordinarios.
-¿Por qué no? ¿Qué más se llevaron?
-Mi bufanda y la bolsa de peluches que me regalaste hoy. Y puede que sea
una coincidencia pero creo que se llevaron el abrigo de Ying por error.
Porque estaba en mi cama, quizás pensaron que era mía. Solo faltan cosas
mías, Lei. –digo comenzando a asustarme. Haberlo dicho en voz alta lo
hace más real.
-Tranquila. Todo estará bien, no tengas miedo.
-Pero y ¿si continúan en el hotel?
-Ya hicimos la denuncia, el personal del hotel estará más atento. Además la
policía ya registró todo el hotel, no hay nadie. –me explica logrando
tranquilizarme. Es verdad que la policía había recorrido el hotel.
Seguramente los delincuentes ya estarían lejos.
– ¿Quieres que durmamos aquí?
-Me encantaría. ¿A ti no? –pregunto mirándolo un momento y noto su nariz
roja por el frío. Suelto una risa mientras niega con la cabeza.
-Te amo pero hace demasiado frío aquí afuera. –me levanta rápidamente sin
darme tiempo a reaccionar y entra a la habitación conmigo en sus brazos.
Vemos a Ying y Do dormidos en la misma cama. Lei busca mi mirada y
señalo el balcón.
-Puedo dormir afuera. No me molesta el frío. –Lei niega con la cabeza y me
deja suavemente sobre la cama. Camina dando la vuelta y se acuesta en su
lado.
Me acomodo bajo las sabanas y me acuesto mirando su espalda. Cierro los
ojos y lo siento dándose la vuelta. Abro los ojos y me está mirando con una
dulce sonrisa. Vuelvo a cerrar los ojos cuando siento mis mejillas
sonrojarse. Escucho una leve risa y cubre mis hombros con la sabana.
-Duerme mirando hacia allá. –susurro sin abrir los ojos.
-¿Por qué? –susurra y noto indignación en su tono.
-Tú hazlo. –digo con una sonrisa. Gira su cuerpo y giro también él mío.
Suelto una risa cuando escucho una queja de su parte.
Vuelve a girarse y lo miro de reojo, se sienta sobre la cama mirándome
serio. Me giro mirándolo de frente y fingiendo dormirme me estiro
acostándome sobre toda la cama alargando mi brazo ocupando su lugar.
Retengo una sonrisa manteniendo mi papel aun con los ojos cerrados.
-Eres tan graciosa. Tú solo querías dormir en mi lado. –susurra levantando
mi brazo y parte de mi cuerpo acostándome sobre el suyo. Besa suavemente
mi frente y sonrío relajándome sintiéndome segura entre sus brazos.
-¡Ya, suéltala! –escucho lejos la voz de Do.
-Es ella la que no me suelta… -responde Lei y siento una presión en mi
cintura. Es el brazo de Lei que no me deja moverme. Aunque no tenía
planes de hacer eso. Escucho una queja suya y algo me dice que están
peleando.
-Déjenla dormir. Hang Do, déjala. –escucho la voz de Ying en tono muy
bajo uniéndose a la pelea. Escucho una nueva queja de Lei y suelto un
suspiro. Inconscientemente llevo una mano hacia mi espalda tomando una
almohada y la arrojo hacia la dirección de la voz de Do. Escucho su queja
así que imagino que le pegue. Ying y Lei sueltan una risa.
Abro un momento los ojos pero la mano de Lei los cubre para que continúe
durmiendo. No necesito esfuerzo para volver a cerrar los ojos, escucho
unos murmullos que no comprendo, una puerta abrir y cerrarse y vuelvo a
perderme en sueños.
Cuando vuelvo a abrir los ojos me encuentro sola en la habitación.
Rápidamente me baño y cuando estoy lista y cambiada al salir de este veo a
Lei sentado sobre la cama.
Esta tecleando algo en el teléfono.
-¿Estás bien? –pregunto acercándome preocupada por su mirada indiferente
pero al levantar la vista hacia mí asiente borrando toda expresión.
-Sí, no es nada. –responde guardando su teléfono. No me gusta esa frase,
siempre es algo cuando tienen esa expresión pero no insistiré y respetare su
privacidad. –Ven, nos están esperando.
Nos reunimos en la entrada del hotel y vamos a la Gran Muralla China.
Llegamos y al pie del inicio ya se puede apreciar la majestuosidad de la
construcción. Veo kilómetros y kilómetros de ella rodeada de paisajes
montañosos. Sin embargo a través de ella podemos elegir entre varias
excursiones alternativas. Optamos por visitar las tumbas de Ming. Mientras
nos dirigimos allí continuamos disfrutando de la Muralla, subimos a
algunas de las torres defensivas y me siento en la película Kung Fu Panda.
En lo alto disfrutamos de la increíble vista.
-Es Badaling. –comenta Xu a mi lado. Hoy había decidido acompañarnos y
no es que me molestara su presencia pero continuaba con el papel de
‘’novio’’ para continuar con la farsa manteniendo alejado a Lei, él tenía que
hacer el papel de amigo lejano y distante luego de ‘’terminar nuestra
relación’’.
Al llegar el guía mientras nos muestra algunas estatuas nos explica
personajes y hechos históricos. Estaban enterrados trece emperadores de la
dinastía Ming. Además de emperatrices, cortesanos y concubinas de la
corte.
-Las tumbas están construidas como si se tratara de palacios porque seguían
las reglas marcadas por el Feng Shui. Antiguamente en la dinastía Ming se
creía que la persona, una vez muerta, seguía teniendo las mismas
necesidades que cuando estaba viva. Por eso puedes ver objetos de uso
cotidiano como vestidos de seda, adornos de oro, plata, jade. – me explica
Xu. Asiento en silencio observándolos.
-Aunque cada emperador diseñaba su propio mausoleo. –dice Lei a mi
lado.
-Es cierto. Y todas la tumbas tienen características estructurales comunes:
la primera comprende los edificios destinados a realizar los sacrificios; la
segunda la torre de las estelas funerarias y finalmente el sepulcro. Este es
realizado bajo tierra y quedaba sellado una vez finalizado el funeral. –
explica la guía mirándonos a los tres. Me sentía más pequeña entre medio
de los dos hombres. Cada uno más de ciento ochenta y sus miradas no
prometían nada bueno.
Recorremos el ‘’camino del espíritu’’ y apreciamos muchas estatuas de
animales. La guía explica que eran puestos para ser de guardianes y
funcionarios. Son mucho más grandes que el tamaño original. Nos
conducen a una puerta de tres arcos conocida como la Puerta del Dragón y
el Fénix. Es de un precioso mármol blanco y tiene una serie de dibujos en
relieve en su base con muchos detalles.
Continuamos el recorrido por la Muralla luego de un almuerzo rápido. No
podríamos terminarla, era demasiado larga pero habíamos recorrido
muchos kilómetros y disfrutado de vistas impresionantes. La energía que se
sentía era especial. El silencio y
solo se escuchaba el ruido del viento. Los chicos consiguen la excursión de
hacer el descenso en aerosilla apreciamos las montañas, el camino desde lo
alto. La luz del sol iluminando zonas especiales de la montaña haciéndolo
lucir aun más precioso y mágico. Voy todo el camino pegada al vidrio
ciento a mi lado sentarse a Lei y sonrió invitándolo a disfrutar de las vistas
conmigo. Noto que aunque intenta prestar atención a nuestro alrededor, sus
ojos no se apartan de los míos y no le interesa mucho pero continúo
emocionada señalándole puntos hermosos por el camino.
Volviendo a la ciudad y cuando oscurece decidimos ir al mercado nocturno
de Donghuamen. Es una calle comercial con una hilera de puestos de
comida china de mucha variedad de animales y especies. Mis ojos se abren
y me escondo atrás del brazo de Lei cuando un señor quiere darme a probar
un escorpión insertado en una brocha de madera.
-¿No es ilegal? –pregunto en un susurro inclinándome hacia él.
-No pero no lo pruebes. –responde continuando la caminata.
Veo muchos tipos de animales cocinados a la plancha dispuestos a ser
comprados. Xu se atreve a probar un caballito de mar. Los chicos le
preguntan qué tal está y menea la cabeza en respuesta como si no tuviera
mucho sabor. Tengo que seguir caminando antes que me descomponga.
Ying prueba gusanos de seda y quiero golpear a Do cuando me insiste en
probarlos también. Se unen los chicos y tomo solo uno. Lo miro mientras se
mueve, aun está vivo. No lo pienso y lo pruebo. Intento masticarlo
rápidamente y en realidad no tiene sabor específico a nada. Los chicos son
mucho más atrevidos, prueban arañas, ciempiés. Do prueba incluso una
lagartija. A Lei lo terminan convenciendo y prueba la estrella de mar. Y
Cay prueba la serpiente.
-No sabe a pollo. Tiene una textura parecida a la del calamar y es un tanto
chiclosa. – hace su veredicto como si de un manjar se tratase.
Luego de esta extraña experiencia culinaria decidimos ir a un puesto con
comida más tradicional y disfrutamos de unos fideos y rollitos primavera.
Disfruto los míos rellenos de bambú. Desde que los probé no pude dejar de
comerlos.
-¿Se supo algo de los delincuentes de anoche? –pregunto mordiendo mi
rollito.
-La policía no ha encontrado nada. Pero parece que entraron con acceso a
las habitaciones porque las puertas no estaban forzadas. –dice Lei a mi lado
intercambiando miradas con Do.
Algo me dice que saben algo más, Ying también lo nota porque le pregunta
a Do pero este solo niega con la cabeza y toma muchos fideos comiéndolos
rápidamente evadiendo la respuesta.
Mientras estamos volviendo al hotel tomo a Lei del brazo y ralentizo
nuestros pasos.
Dejo que se alejen bastante los chicos para comenzar a hablar.
-¿Me dirás que sucede? Y no me digas que simplemente no pasa nada.
-Es cierto, no sucede nada. La policía no tiene más pistas que las que
vimos.
-Pero saben algo más, lo presiento. Hoy estabas extraño con tu teléfono por
la mañana y hace un momento cuando pregunte sobre los delincuentes se
los notaba muy preocupados.
-Claro que me preocupo. Entraron a su habitación y podrían volver a
hacerlo. No están seguras y nos preocupa.
Niego una vez con la cabeza y lo miro deteniendo nuestros pasos. -Dime lo
que no me estás diciendo. Si estoy en peligro necesito saberlo.
Me abraza acercándome a su cuerpo colocando su cabeza encima de la mía.
-No lo estás. Nunca dejaré que estés en peligro. Haría lo que fuera por ti. –
Suelta un suspiro y me enseña su teléfono. –Estos eran los hombres de
anoche en el restaurante. Son los mismos captados en las cámaras del hotel
ayer por la tarde.
-Son los mismos que mando mi tío a seguirnos, ¿por qué entrarían a mi
habitación?
-No están seguros que tu tío los haya enviado. Xu Kong cree que lo
buscaban a él pero fueron por ti porque ante todos eres su novia. Los
hombres no hablaban español pero no están seguros que idioma hablaban.
Creen que mandarín pero no están seguros.
Solo unas horas después y estamos nuevamente en Shanghái. Nos habían
quedado muchas excursiones para visitar pero los chicos ya no se sentían
seguros con los delincuentes rondando y decidimos volver antes de
tiempo.
Nos recibe el señor Mintong pero no se muestra tan animado de vernos,
incluso me mira serio.
-Señorita Luce, la están esperando en la siguiente sala. –exclama señalando
el camino.
Los chicos me miran sorprendidos, yo también lo estoy. No esperaba a
nadie.
-¿Quién es? –pregunta Do y esperamos la respuesta pero el señor Mintong
solamente baja la cabeza.
Me dirijo hacia la habitación y mis pies se detienen al ver al hombre mayor
con traje y canoso que conozco como mi tío. ¿Qué hacía en Shanghái? Esto
era muy malo.
Capítulo XXII

El señor Mintong cierra la puerta a mi espalda dándonos mayor privacidad.


Lo veo de espaldas parado frente a un gran librero y por su postura está
cansado de esperar. Avanzo hasta los asientos que separan el espacio y
escucha mis pasos girándose hacia mí. Su fría mirada me trasmite como
siempre fue: indiferencia, decepción, enojo.
-Veo que volvieron de su viaje. –dice en español en un tono conservando la
calma.
-Así es. Fui al viaje como me pediste.
-Viajaste con todos esos chicos y tu novio que por lo que me entere aun no
han cortado.
-Ellos tenían que asistir a esa reunión, el viaje tenían que hacerlo. Ya no
somos novios con Lei. Cortamos cuando me comprometí con Xu.
Un fuerte golpe de su mano a la mesa me hace saltar en mi lugar y sentir mi
corazón a toda velocidad. –¿Te crees que soy idiota? ¿Qué podrás
engañarme, soy un niño al que vas a engañar? No me mientas, no cortaste
con ese chico sino no tendría estas fotos de ustedes juntos. –exclama
completamente enojado arrojando sobre la mesa un par de fotos en donde
salimos Lei y yo muy cerca y otra con nuestras manos unidas en el árbol.
Eso quiere decir que sí mi tío tiene estás fotografías de ayer, sí había
enviado espías a seguirnos, no sabía cómo podía exponerlo tan fácilmente
cuando estaba violando mi privacidad. –¿No me responderás? Vergüenza
tendría que darte por el espectáculo que estás haciendo. Mira las
fotografías, una mujer comprometida a los besos con otro hombre, mientras
su prometido está trabajando. Este chico es solo tu amante.
Lo interrumpo negando rápidamente con la cabeza. No podía permitir que
hablara así de Lei. –Él no es mi amante. Es mi novio. Es la única persona
que realmente amo y con la única que alguna vez aceptare
comprometerme.
-Entonces lo admites. ¡Admites haberme mentido! –un nuevo golpe a la
mesa me hace cerrar los ojos un momento. Pero vuelvo la mirada, esta vez
no huiría, no intentaría asentir y complacerlo. Me mantendría firme y
segura en lo que quería. Además solamente me negaba al casamiento, no
podía aceptar eso.
-Lo admito, te mentí. Mi compromiso con Xu es falso pero es verdad que
rompí con Lei, solo que después volvimos.
-¡Eres una desagradecida!
-Lo amo a él, debes entenderlo. ¡Y si no lo hiciera de todos modos no
podría casarme con Xu! No puedes obligarme. –Suelta un suspiro
reteniendo muchas palabras fuertes y se sienta cansado por la discusión.
Intento calmarme y volver a hablar en un tono normal. – Mira, sé que lo
haces por la empresa y aunque no me guste por mi futuro. Pero decidimos
la tercera opción con Xu. –Espera mi respuesta conteniendo la paciencia y
me apresuro a hablar. –Asistirá como mi acompañante en la cena de los
Preters con su ayuda lograremos concretar el negocio con él justo como lo
has querido. –me interrumpe su risa sarcástica y lo observo ofendida. Cree
que soy una ingenua.
-¡Niña estúpida! ¿Crees que es tan fácil, simplemente te acercaras y
comenzaras a ofrecerle un acuerdo al señor Preters? Es uno de los
empresarios más importantes del mundo.
Tendrías suerte si llegas a verlo desde una distancia considerada.
-Lo conseguiré, estoy segura.
-Ingenua y patética, eso eres. Olvídate de ese plan ridículo y continúa con
los planes originales. Vas a casarte con Yang.
-¿Sí logro este acuerdo con los Preters cancelarías el casamiento? –
pregunto ignorando sus insultos. Suelta una risa irónica y me mira
esperando que retire mi pregunta pero niego con la cabeza y la repito. Estoy
segura de mis decisiones.
-Está bien, si logras un buen acuerdo cancelare tu casamiento. –Asiento
tomando su palabra. Al menos eso cumplía, era muy respetuoso con sus
promesas, siempre las cumplía.
Me dirijo hacia la puerta, dando por terminada nuestra conversación. -¿A
dónde vas?
-Puedes volver a Argentina tranquilo. Cumpliré mi parte del trato.
-No vine hasta aquí para irme el mismo día. Me quedare a verlo cumplirse.
Además no solo hablare con vos, querida sobrina. Con él también voy a
hablar. –señala hacia la puerta y entra Lei. Lo miro un momento y vuelvo
los ojos hacia mi tío. Pero él ignora mi mirada fijándola solo en Lei. –
Puedes dejarnos solos, debemos hablar. –dice en ingles para incluir a Lei en
la conversación.
Frustrada e impotente me dirijo hacia la puerta pero Lei me detiene
tomando mi mano. – Ella se irá solamente si quiere hacerlo. Usted será su
único tutor legal pero eso no le da el derecho a tratarla como usted quiera.
Es una mujer adulta que siempre piensa en los demás antes que en ella
misma y eso es solo su culpa y sus constantes abusos. Es a usted el que
debería sentir vergüenza por hablarle así. Es a usted el que debería sentir
vergüenza por el maltrato verbal que le implica cuando se dirige hacia ella.
Su única sobrina. Luego de todo lo que tuvo que pasar. Luego de todo lo
que tuvo que sacrificar. Y hasta el día de hoy continúa sacrificando. Pero es
más sencillo para usted culparla y continuar castigándola por algo que sabe
no fue su culpa que reconocer sus errores y liberarla por una
responsabilidad que sabe no es de ella.
-Eres un maleducado. ¿Cómo te atreves a meterte donde no debes y
faltarme el respeto de esa manera?
-No me importa si lo ofendo. No me interesa tener una buena relación con
una persona que hace sufrir tanto a la mujer que amo. La he visto llorar
muchas veces por su culpa. Ha sacrificado su vida y su futuro por usted y
usted solo sigue exigiéndole más cosas. Le advierto, no dejaré que vuelva a
maltratarla de esa manera. –mi tío intenta hablar pero Lei lo interrumpe
continuando como si nunca se hubiera detenido. -Ahora se hará lo que ella
decida. Si ella decide conseguirle ese trato es porque lo hará. Es una mujer
de palabra y usted lo sabe. Confiará en ella como yo y todos los que la
conocen confían en ella. Aceptara y respetara sus decisiones.
Mi tío lo mira con recelo pero no emite respuestas. Creo que es la primera
vez que lo veo tan callado. Lei toma mi mano y me saca de la habitación.
Esperamos en la sala con el resto de los chicos y mi tío se retira con su nula
expresión hacia el hotel. Cenamos todos juntos y los chicos intentan
animarme con bromas y juegos pero mi mente no deja de pensar sobre la
propuesta. Tiene que salir bien. Debía cumplir con mi palabra pero también
librarme del trato invisible que habíamos pactado. Miro hacia Lei mientras
habla con Fushian o solo él le habla, Lei también está bastante callado,
recuerdo la fuerte discusión que vivimos con mi tío y la manera en que me
defendió, que hablo de mí con tanta valentía y confianza, más de la que
nunca tuve en mi misma.
Los chicos se despiden luego del postre pero tomo la mano de Lei antes que
también se vaya. Do comprende mi mensaje silencioso y se despide
subiendo a su habitación.
Camino hacia el jardín privado de Do y nos sentamos en la hamaca doble.
-Quería agradecerte por hoy. –Mis ojos se llenan rápidamente de lágrimas y
sonrío desviando la mirada. –La manera en que me defendiste y te
enfrentaste a mi tío…-la oración se hace más silenciosa y vuelvo la vista
hacia él.
Sus ojos miran los míos y exclaman tantos sentimientos juntos que me
pierdo en ellos. Por un momento solo me mira en silencio pero no hacen
falta más palabras. Solo sentirlo a mi lado hace a mi alma saltar de emoción
pero también calmarla sintiéndola segura. -¿Qué haría sin ti? –susurra
colocando su mano en mi mejilla acariciándome suavemente.
-¿Qué haría yo sin ti? Desde que nos conocimos me has ayudado en
muchos momentos duros.
Niega con la cabeza acercándose levemente. Su mirada cambia, es más
intensa y tienen un leve brillo. –Eres tú la que me ha ayudado desde el
principio. Mucho antes que yo lo supiera incluso. Tu calidez, tu alegría, tu
presencia, es algo en ti o toda tú que me trae a casa. Eres mi lugar seguro.
Rodeo su cintura escondiendo mi cabeza en su pecho y más lágrimas salen.
Es tan dulce y tan precioso. Me derrito en sus brazos. Solo quiero parar el
tiempo y permanecer así por siempre.
Un tiempo después se inclina sobre el respaldo descansando su espalda aun
conmigo en brazos lo escucho soltar un suspiro no es de cansancio sino de
alivio. Sus brazos me acercan a él. Levanto la vista y lo veo sonreír. Es una
gran sonrisa divertida y brillante.
-Te contaré un secreto. El día en el aeropuerto cuando nos cruzamos, en
realidad no fue un accidente. ¿Recuerdas el día de tu viaje a Shanghái?
Hiciste una escala en Madrid pero antes estuviste en Londres. ¿Recuerdas
la fuente?–relata y se me viene a la memoria el recuerdo. Mi tío me había
sacado los pasajes pero la escala entre Europa y China era de un día
entonces aproveche a visitar Londres en un viaje exprés en tren. Solo pude
visitar el imponente Big Ben y el jardín del Palacio de Buckingham. Estaba
sentada en una banca mirando el palacio y la fuente. Era la única que
recordaba.
-¡Sí! Recuerdo que me lo habían recomendado por lo especial de su
arquitectura pero yo solo pensaba que ahí podría soñar con los reyes y
monarcas. ¿Cómo lo sabes?
-En ese jardín fue donde nos cruzamos por primera vez y supe que algo
estaba por comenzar.
-¿Que quieres decir?
-Era un día soleado pero gris para mí, habíamos peleado con Meg así que
decidí salir a caminar por las calles de Londres para distraerme. Estaba tan
frustrado y el sol solo empeoraba la situación, brillaba tanto que me
producía dolores de cabeza. Llegue a este jardín y me senté en un banco.
De pronto cuando levante la vista, vi a una hermosa mujer sentada en el
otro lateral de los jardines. Era una mujer tan preciosa que no pude apartar
la vista. Llevaba un atuendo muy sencillo pero lo que brillaba era su
sonrisa. Ella sonreía con la vista hacia el cielo y los ojos cerrados
disfrutando del sol. Donde para mí era molesto y era tan fuerte, esta chica
buscaba el sol como si fuera un girasol que necesitan sus rayos de luz para
florecer. Me gustaban sus rasgos delicados, su cabello con ondas largo pero
más me gustaba la calma que generaba. Parecía que sentada allí no
importaban los problemas de la vida, solo importaba disfrutar del aire y el
sol.
-Cuando termine mi relación con Meg, decidí volver a Shanghái. Volví a
ver está mujer en el aeropuerto de Madrid. Estaba abordando el mismo
avión que yo tomaría y a escondidas continúe mirándola sin poder evitarlo.
Se sentó a unos asientos de diferencia del mío y solo veía por la ventana
todo el tiempo. Fui todo el viaje preocupado y preguntándome si comería o
si necesitaba algo. Faltaban unas horas para llegar y se queda dormida, noto
que tiene frío por su nariz roja. Me levanto a colocarle una manta y la
señora que estaba a su lado me pregunta si era mi novia, niego con la
cabeza pero la señora sonríe y me deja su asiento dirigiéndose al mío
quedándose dormida. Sabía que era una locura pero algo dentro de mí me
obligo a hacerlo sin pensarlo más tiempo y me senté manteniendo mi
distancia. Y cuando la vi de cerca la reconocí, Do nos había mostrado una
imagen de ellos juntos hace unos años. Nos dijo que en unos meses iba a
vivir a Shanghái por un intercambio y se quedaría en su casa. Incluso
también nos amenazo, nos advirtió que el que intentara propasarse sufriría
unas terribles consecuencias, era como su hermana pequeña. En ese
momento me pareció hermosa pero no iba a intentar nada, soy un caballero
y estaba tan destruido por la ruptura que no podía pensar en otras mujeres.
– sonrío imaginando a Do amenazándolos y contándoles de mi ida. Debe
ser extraño para ellos y difícil adaptarse a ver una extraña tanto tiempo en
casa de un amigo tan cercano. Lei me mira y también sonríe. –Sin embargo
una parte de mí comenzó a fantasear. Tu foto no te hacia justicia, eras
infinitamente más hermosa en persona.
Me sonrojo desviando un momento la mirada. Me sorprendía como, luego
de todas las cosas que vivimos, continuaba logrando hacerme sentir
nerviosa y con las emociones a flor de piel.
-Sentado a tu lado en el avión sentía tu aroma a rosas y me preguntaba
cómo estabas, si no sentías hambre. Pero demasiado pronto el capitán
anuncia que estábamos por llegar y nos abrochemos nuestros cinturones y
volví a cambiar de asiento con la señora. Y luego en el aeropuerto en
Shanghái mis pies me guiaban solos hacia ti y al verte caminar hacia la
cafetería sentí alivio al ver que comerías algo pero luego te perdí. Continúe
buscándote, vi pasar a los niños y cuando vi que podrías hacerte daño si
llegabas a caerte, me acerque. Fue simplemente instintivo. Pero luego
giraste de pronto tomándome desprevenido y chocamos volcándome tu té
de matcha pero nada podía importarme menos. No podía apartar mis ojos
de ti. Observe tus rasgos más de cerca y al fin veía tus preciosos ojos. Me
miraban con esa calma que había visto en Londres pero también una
fragilidad de sentirte entre mis brazos que me hizo perderme aun más en ti.
¿Sabes que vi? Lo veo incluso hasta hoy. Cuando veo tus ojos veo un futuro
a tu lado.
Cierro un momento los ojos al sentir tantas emociones en mi pecho.
Felicidad. Ternura. Amor. –Te amo, Lei. –Sonríe y se inclina presionando
nuestros labios besándome. Nuevamente me roba el aliento. Siento que el
corazón se me sale del pecho y sale volando hacia el espacio. Sus brazos
vuelven a mi cintura y apoyo mi cabeza sobre su hombro. Vivir este
momento a su lado es algo hermoso. Atesoraba momentos así junto a él,
hacían vibrar mi alma. Se sentía más especial, nuestro.
Cuando la temperatura baja se siente aun más fría es tiempo de volver. Lo
acompaño hasta la entrada de la casa de Do tomados de la mano con
nuestros dedos entrelazados. Lo saludo sonriéndole pero su expresión es
decaída. –¿Está todo bien? -Sí. –asiente sin agregar más palabras y hace
una sonrisa pero es débil.
-¿Estás seguro?
Asiente en silencio. –Debes entrar ya. Es tarde.
Abrazo su cintura y apoyo mi cabeza en su pecho. –No estamos tarde, no te
preocupes. – sus brazos rodean mis hombros, deja caer su cabeza y lo
escucho soltar un suspiro. Sonrío alzando la cabeza. –¿Te veré mañana?
Acaricia mi mano y asiente. –Estaré aquí antes que te vayas a la cena con
Yang. – asiento solamente moviendo la cabeza y se aleja despidiéndose con
un roce de dedos.
Lo miro alejarse en la oscuridad. Solo unos metros después se detiene y me
mira.
Sonríe y me hace una seña para que entre.
-Estoy cuidándote hasta que llegues a casa.
-No tienes que cuidarme. Entra. –Asiento mostrándome resignada y
comienzo a caminar pero vuelvo la cabeza para verlo un momento más. Lo
encuentro todavía mirándome y me sorprendo soltando una risa. –Entra.
-Bien, bien. –camino hacia la entrada pero no abro la puerta, espero un
momento para despistarlo. Vuelvo a asomarme y me sorprendo al
encontrarme con su rostro frente al mío.
–Volviste rápido –pregunto sonriendo aguantando la risa.
Sonríe ladeando la cabeza. Acercándose me besa suavemente dos veces. Y
señala la entrada. –Hace frío, ve. Descansa.
Asiento y rápidamente le robo un beso antes de girar sobre mis pies y
dirigirme hacia el interior de la casa.
Capitulo XXIII

No recuerdo en qué momento de la tarde me quede dormida pero me


despierta el fuerte sonido de la alarma programada en el teléfono para que
comience a alistarme para la importante cena.
Luego de bañarme, busco algún vestido negro cómodo pero de etiqueta que
tuviera en mi armario. Realmente no tenía ganas de arreglarme, ni de asistir
pero sabía lo que estaba en juego. Encuentro uno con hombros caídos de
una tonalidad negra. Tomando mi cabello hice un recogido dejando algunos
pocos mechones sueltos y me maquille de noche utilizando tonalidades
oscuras y brillos. Gracias al cielo Ty también asistiría así que no me
aburriría tanto. Xu me había enviado mensaje que me pasaría a buscar en
menos de diez minutos así que podríamos vernos allí.
Lo saludo al entrar a su auto, él se muestra un poco más reacio con su
esmoquin clásico negro de tres piezas, camisa blanca y zapatos italianos.
Me sorprende la cantidad de perfume impregnado pero al ver su sonrojo
pienso que puede ser a causa de Ty. Su relación seguía siendo indefinida.
Está bien que ambos estaban muy ocupados últimamente, Ty había viajado
y Xu estaba ocupado con su trabajo pero de una manera u otra necesitaban
hablar y aclarar toda la situación y tomar una verdadera decisión.
Llegamos al gran edificio, eran conocidos por lo ostentoso: alto, lujoso y
absolutamente todo vidriado. Aunque no se podía negar que era impactante,
el interior era de vidrio templado superaban los 3, 4 metros de altura. Nos
recibe un hombre de esmoquin que nos guía hasta el salón principal donde
encontramos más paredes de vidrio al igual que el techo y el suelo.
Ty nos saluda cuando ingresamos y está bellísima. Un brillante vestido rojo
largo hasta cubrir sus pies y su cabello suelto hacia un lado enmarcando su
rostro. Xu solo la mira fijamente, él no puede retirar la mirada y quiero huir
para dejarlos conversar juntos pero huye primero Xu con la excusa de tener
que resolver unos asuntos con un hombre invitado al otro lado de la sala.
Suelto una risa silenciosa y miro hacia Ty, ella se encuentra igual de
nerviosa y un poco sonrojada. Suelta una queja inclinándose hacía sus
zapatos.
-¿Estás bien? ¿Qué ocurre?
-Acompáñame al baño, te cuento allí.
Asiento y nos dirigimos hacia él subiendo las escaleras principales estaba
en la segunda planta. Una vez en ingresamos, Ty se quita sus preciados
tacones muy apresurada. Y suelta un largo suspiro.
-Soy una tonta. –se lamenta soltando un leve llanto. -Traje estos zapatos
pero me quedan pequeños. Me están matando los calambres.
Sonrió negando con la cabeza. -Y tú te quejas de mis preciosas sandalias.
¿Qué haría yo sin ellas? -pregunto en tono de burla pero mirándolas con
amor. Realmente me encantaban. Tenían el taco justo para que sea
aceptable y eran negras con dos tiras de perlas adornando el tobillo.
Cómodas y dentro de lo que la etiqueta pedía.
-No te burles que… ¡intercambiemos! ¡Por favor, por favor! -insiste sin
dejarme responder. Me están matando los piecitos. Prometo comprarte un
panda enorme mañana mismo.
Suelto una risa y asiento. -Tranquila. Lo haré.
-¡Gracias, amiga! Que haría sin ti. -dice rodeándome la cintura con sus
brazos en un abrazo rápido. Nos intercambiamos rápidamente los zapatos,
yo tenía un número menos así que me quedaban bien. Eran cubiertos de
brillos despampanantes, muy altos y un poco pesados pero nada que no
haya manejado antes, aunque una vez que los mire puestos, debía admitir
que me encantaban.
-Ve si quieres, tengo que… -señalo el baño a mis espaldas. -Y retocarme el
maquillaje.
-Te espero afuera.
Luego de lavarme las manos la puerta se abre y me sorprendo al ver entrar
a Meg.
Lleva un largo vestido negro de mangas largas y el cabello suelto hacia un
lado. Continuo haciendo mis cosas ya que aun no habíamos hablado mucho
a solas luego del encuentro en casa de Lei y sería bastante incomodo.
Me sonríe mirándome a través del espejo mientras se lava las manos y
correspondo el gesto por cortesía.
-Te ves preciosa esta noche. –dice secando sus manos tardando más de la
cuenta. Le agradezco solo inclinando levemente mi cabeza. -Sabes hace
unos meses cuando volví a Shanghái me habían advertido sobre ti pero
nunca creí que fueras tan buena.
-¿Perdón? –Me sorprendo de su lenguaje. Esta mujer no tiene pelos en la
lengua.
-No tiene sentido seguir haciéndonos las tontas. Además soy de las que
pelea ante el público. No me gusta esconderme.
La miro sorprendida y guardo mi gloss en mi coach. Pienso no responder
nada pero me sonríe esperando mi respuesta. Bajo la mirada y resignada
vuelvo a mirarla.
-No me digas. ¿Sabes que para pelear es necesario un mínimo de dos
personas? Sino tu esfuerzo sería en vano. Y déjame decirte que este caso
estas peleando sola.
Meg sonríe con una expresión de niña dulce y sale del baño, me hace una
seña para que la siga. Camino hasta su encuentro y veo a Ty esperándome
afuera, ve sorprendida a Meg y busca mis ojos para una explicación pero la
tranquilizo pidiéndole con mi mano que vuelva a la pista ya que tenía
trabajo para hacer. Meg continúa caminando unos metros alejándonos del
sector de los sanitarios. Veo más personas reunidas y distingo a Lei y
Fushian que nos observan desde la primera planta. Ahora entiendo a que se
refiere. Meg realmente tiene una doble cara. Es su interior es bastante
manipuladora y oscura.
-Sé que peleas por Lei, no intentes engañarme. Y está bien, no te culpo.
¿Estuviste junto a él solo unos pocos meses? ¿Y ya crees que es amor
verdadero? Lamento ser yo la que te diga esto, pero como alguien que
siempre estuvo en la vida de Lei te diré la verdad, solo fuiste un pasatiempo
para él. Y quizás a ti te paso lo mismo. Sientes un amor platónico hacia él.
O como le dicen ahora, lo idealizaste. Y en realidad solo tienen un amor de
verano.
No lo puedo creer. Realmente. ¿Está… ella realmente minimizo nuestra
historia catalogándola como un amor de verano? Increíble. -Bien. ¿Algún
otro análisis interesante que quieras hacer o puedo volver a la cena? Porque
tengo negocios que atender. No puedo quedarme aquí contigo hablando
sobre mi vida amorosa. Es decir, tal vez lo haría si fueras mi amiga o
tuviera unas copas de más pero estoy realmente ocupada.
-Perfecto. Yo también estoy ocupada, Lei me espera al final de la escalera
para recibirme así que seré breve. Aléjate de Lei y no habrá más
problemas.
Sonrío reteniendo mi risa. Si fuera así de fácil creo que la vida sería más
liviana para todos. –¿Crees que es así de sencillo? ¿Crees que solo
alejándome todo se arreglara?

Veo que su respiración se agita un momento pero la controla volviendo a


sonreír. – Estoy segura lo que siente Lei y lo que siento yo. Y me preocupas
tú, no quiero que luego nos culpes por tu desilusión haciéndonos quedar
como los malos en la historia.
-No te preocupes. Cada uno sabe su papel en esta historia. –digo sonriendo
y camino hacia las escaleras. Nos encontramos en el primer escalón y
bajamos a la vez pero separadas una en cada lateral de la escalera. Al llegar
al final veo a ambos esperándola, sonrío correspondiendo su saludo. Desvío
la mirada buscando a Ty y la encuentro casi llegando a la pista.
-Al fin te dejo libre la bruja. ¿Estás bien? ¿Qué te dijo?
-Estoy bien. Me pidió que me mantenga aleja de él.
-Es tan manipuladora. La detesto, realmente. Además de su capricho ni
siquiera piensa en que quiere Lei.
Niego con la cabeza. No está bien. Pero me niego a dejarme influenciar por
sus caprichos y estropearme la noche. Además tenía que enfrentarme a un
dragón más grande. –Déjala, volvamos a la cena.
-Bien, iré a hablar con el señor Quianz por mi proyecto. Deséame suerte.
-Tú sabes hacerlo. No lo necesitas, él te necesita. ¡Tú puedes!
Me guiña un ojo y ciento una palmada en el trasero. -¡Eso es, girl!
Suelto una risa sorprendida por su golpe. -Deben ser los zapatos.
-Disfrútalos y cierra unos tratos por mí. -dice señalando con la cabeza hacia
los Preters Junior, los hijos del señor James Preters, nuestro objetivo está
noche.
-Hey. –susurra a mi lado Xu apareciendo como por arte de magia, no había
sentido sus pasos llegar. –¿Quieres que comencemos con “junior” antes de
ir por el pez gordo?
-No, prefiero ir directamente a la guillotina. Busquemos a Preters. –
respondo segura. Sin embargo Xu me ignora y camina hacia ellos
pidiéndome que aguarde un momento. Se muestra seguro y casi divertido
mientras conversa con ambos hermanos.
-Impresionante. -escucho que alguien comenta a mi lado y me giro hacia él.
Me sorprendo al encontrar a Lei y a Fushian. Ambos de trajes oscuros
prolijamente y perfumados. Estaban preciosos. Obviamente mucho más
guapo Lei. El contraste de su piel blanca con su traje negro le sentaba
inmensamente bien.
-¿Que hacen aquí? -Me sorprende no ver a Meg junto a ellos y evito la
mirada de Lei por esa misma razón. ¿Por qué habían llegado juntos?
-Lo mismo que tu. No pudimos negarnos ante la eminencia empresarial. -
responde Meizuo haciendo una mueca con sus labios. Sonrió divertida por
sus palabras. -Si me disculpan, desearme suerte. -dice señalando hacia el
señor Burkina, un importante empresario ruso.
-Yo vine por ti. Y por la comida. -dice Lei con su expresión neutra.
-¿A sí? -pregunto sorprendiéndome su sinceridad.
-No me gusta verte con ese hombre.
-Hay tantas cosas que no nos gustan en el mundo. –Respondo sin mirarlo.
Claramente refiriéndome a su llegada con Meg.
-Su padre me pidió que la cuide. Vinimos junto a Fushian. –Asiento en
silencio. Sus labios se curvan en una sonrisa. -¿Esos son celos los que veo?
-pregunta bajando el tono de voz acercándose lentamente.
Me alejo discretamente. -Claro que no. Quiero evitar problemas a futuro.
-¿Qué tipos de problemas te refieres? Estamos hablando simplemente. -dice
en tono divertido acercándose de nuevo. Siento una columna en mi espalda
que no me permite alejarme más. -¿O tú tienes algo distinto en mente?
Aunque su perfume y su cercanía me transportan a otro mundo en donde
me encantaría perderme no dejo que su dulce tono me seduzca y niego con
la cabeza. Lo único que pienso es en llegar a casa y quitarme estos zapatos.
-Lo rodeo y escapando de su presencia camino hacia la pista nuevamente.
Me reúno con Xu mientras paseamos la vista por la pista buscando al
importante empresario, ¿dónde está? Suelto un suspiro y Xu me mira de
reojo sin comprender mi impaciencia.
-Lo siento. Aun no entiendo por qué tanta insistencia. Quiero decir
podemos hacer negocios, pongan una cadena de empresas y sean socios de
por vida si quieren pero ¿por qué insiste con el casamiento?
-Tu tío quiere que tengas la nacionalidad. Con nuestro casamiento la
conseguirías y los negocios que abran aquí generarían muchas más
ganancias porque vives aquí con tu marido. Es inteligente.
Niego con la cabeza sin ser capaz de imaginar las dimensiones de su
avaricia. O de su control. Él creía que haciendo esto aseguraba mi futuro
pero en realidad era una condena a ser infeliz toda mi vida. -Es un robot
controlador. Saltan chispas cuando no logra controlar la situación.
-Él te quiere mucho, solo quiere lo mejor para ti.
-No me conoce. Si me conociera sabría que esta no es la vida que elegí y
que unirme a un hombre que no amo tampoco me haría feliz.
-Supongo que en su protección y visión empresarial, la felicidad queda
como última prioridad. –Suelto un suspiro cerrando mis ojos. Inclino mi
cabeza hacia el techo despejado dejándome apreciar pequeñas luces
brillantes.
-Señorita Luce. ¿Como esta? Es un placer conocerla en persona. -dice el
señor Preters. Me sorprendo cuando él me saluda primero pero finjo
continuando su conversación como si realmente lo conociera.
-El gusto es mío, señor Preters. Lo felicito por la fiesta, este lugar es
realmente hermoso.
-Le agradezco, señorita. Me encanta este lugar en la ciudad. Siempre vengo
a este hotel y este año me ofrecieron organizar esta fiesta aquí.
Asiento. -Me hablo mi tío sobre su nuevo proyecto. -digo suavizando mi
sonrisa.
-Oh, espere. No podemos hablar de negocios sin una copa en la mano.
Déjeme que le busque una. Ya regreso. –Me sorprende su caballerosidad
pero por el momento podíamos utilizarla a nuestro favor. Vuelve con una
copa y la acepto pero no la pruebo. Espero su respuesta.
Es correcto. Estoy ansioso por comenzar mi nuevo proyecto aquí en
Shanghái y que mejor aliado con una de las mejores empresas que conozco.
-dice con su sonrisa empalagosa invitándome a un brindis.
Sonrió por simple cortesía y correspondo su gesto solamente alzando la
copa. –Tengo justo lo que necesita. Cómo sabrá Industrias L&T están en
busca de nuevos proyectos pero lo que seguramente no sabía es que tiene
un nuevo socio aquí en Shanghái. Señor Preters, le presento al señor Yang
Xu, uno de los mejores empresarios mundial de la industria textil para
damas y caballeros.
Alza sus cejas en una impresión de sorpresa, desvía su mirada hacia él y
acepta la mano de Xu en presentación. -Señor Yang. He oído solo cosas
positivas sobre usted. Y también sobre su compromiso, ¿es verdadero?
Rápidamente asentimos y nos movemos más cerca del otro. Xu rodea mi
cintura con su brazo dejando su mano en un punto un poco más bajo del
que esperaba pero intento sonreír con naturalidad. -Es cierto. Me enamore
de ella desde el primer momento en que la vi.
-Los siento un poco fríos entre ustedes, quizás sea un matrimonio de
conveniencia, es muy común en estos tiempos. Porque si es así no me
gustaría meterme en problemas. ¿Sabes lo difícil que es salir de esos casos,
cierto? –pregunta inclinado hacia Xu como si fuera un pequeño secreto y
termina riéndose de su propia broma.
Mi tío tenía razón, el hombre era realmente machista. Intento reunir todas
mis fuerzas para no rodar mis ojos y miro hacia Xu con una falsa sonrisa
divertida. Él tiene la misma expresión. –Los matrimonios de conveniencia
son difíciles es verdad pero no, no es nuestro caso. Fuimos amigos mucho
tiempo hasta que el amor triunfo y ahora no podemos esperar a
comprometernos. –exclamo como si fuera la mujer más feliz del planeta
apoyándome sobre su hombro. Unos ojos castaños me miran fijamente a
espaldas del señor Preters y la sonrisa se esfuma un momento de mis labios.
La expresión de Lei es tan fuerte, mi cuerpo quiere alejarse de Xu
inmediatamente pero su mano en mi cintura me obliga a volver a poner mi
atención sobre la conversación.
-…los matrimonios ya no son lo de antes, es cierto. El hombre perdió
totalmente la seguridad en la pareja y el mandato. –dice el señor Preters
evito comentar algo así que dejo que Xu responda. No la escucho ya que
mis ojos vuelven hacia Lei en el momento en que Meg se le acerca. Sus
manos tocan su pecho y sonríe divertida. Lei intenta quitarla pero Meg aleja
sus brazos. Siento la mirada de ambos hombres frente a mí y miro a Xu
preguntándole silenciosamente de qué me perdí.
Como si fuera una broma privada, solo me miran soltando una exclamación
de ternura, el señor Preters se ríe pero Xu coloca sus manos atrapando mi
rostro y sin darme tiempo de reacción me besa. Aturdida y sorprendida me
quedo quieta y en momento después el señor Preters asiente con gesto
orgulloso hacia Xu. Desvío la mirada de ambos y cuando encuentro la
mirada de Lei es aun peor. Su expresión es enfado e impotencia. Su cuerpo
no se mueve pero veo como está intentando retener su cuerpo. Su postura
está hacia adelante y sus puños están fuertemente apretados, al igual que su
mandíbula. Nunca lo vi tan enojado.
-¿De qué cifra está hablando? –pregunta el señor Preters sin más paciencia.
Me pierdo un momento más de conversación. Evito mirar hacia Lei pero
siento su mirada quemar sobre mi y siento un pequeño apretón sobre mi
cintura. Es la mano de Xu que volvió allí.
-Sé que puede ser nuevo el cambio y siempre genera un poco de temor
pero debe pensar qué es lo mejor para su empresa. Es mejor entrar por la
puerta principal en silencio pero escoltado por socios de buen nivel que
realcen su categoría y que sus acciones hablen más por usted.
La mirada del señor Preters cambia un momento mientras hablo y percibo
su avaricia, logre convencerlo con mis sueltas palabras. -Tiene razón.
Realmente estoy atado de manos en este asunto. Bien. Le enviaré el
contrato el lunes por la mañana.
-Estupendo.
-Le agradezco y la invito que se nos una usted también. Su pareja solo la ha
alagado, veo que es como dice una excelente negociante. Me encantaría
tenerla en mi equipo.
Sonrío sin darle atención a su doble intención mientras niego con la cabeza
en silencio. Los hombres de negocios son capaces de vender su alma por
más dinero. -Le pido me disculpe, estoy muy ocupada. Pero me siento muy
alagada por su oferta.
La misma mirada aparece e intento no cambiar mi expresión. Me pone
realmente incomoda su vil mirada oportunista. -Tiene usted mucha suerte,
señor Yang. Me despido, disfruten de la velada. -dice despidiéndose
caminando hacia uno de los hermanos Preters.
Soltamos un disimulado suspiro al mismo tiempo y miro a Xu reteniendo
una sonrisa. – Lo hicimos. -dice quitando su mano de mi espalda.
-Lo hiciste.
-Buen trabajo. Oh, lo que me espera…-susurra con una traviesa sonrisa
mirando a mis espaldas. Un segundo después siento el perfume de Lei. Giro
hacia él y lo detengo antes que se acerque más a Xu.
Lei se detiene pero lo mira fijamente a Xu sin cambiar su expresión. -Te
dije que te mantuvieras alejado. No me interesan las mentiras eso no te da
derecho a tocarla como lo has hecho. –exclama controlando su tono
enfadado.
-Lei, tranquilo.
-Escúchala. A ver si sirve que ella aclare que solo fue una actuación. Y por
fin lo entiendes, niño bonito. –dice despectivamente. Xu tampoco tiene más
paciencia.
-¡Xu! –exclamo llamándole la atención. No tiene porqué hablarle así a Lei.
Lei negando con la cabeza intenta rodearme para llegar a Xu. -Me tienes
harto con tu constante altanería.
-Lei, por favor. Vamos a calmarnos y bajar la voz. Seguimos en un lugar
público con demasiados ojos sobre nosotros. –digo en un susurro mirando
hacia la pista pero solo algunas personas curiosas nos prestaban atención.
La música estaba lo bastante fuerte para que nos escuchen.
-Te esperare afuera. –dice Lei mirándome un momento caminando hacia la
salida.
-Es increíble. –dice Xu una vez que Lei se marcho.
-¿Él? Tenía todo el derecho a estar enojado. ¿Y por qué me besaste?
-Era parte de la escena. El tipo era un machista, lo hice para convencerlo de
nuestro compromiso.
-Pues, tiene razón, no debiste hacerlo.
-Es un obsesivo con los detalles, si no lo hubiera hecho, nos hubiera pedido
que le enviemos una prueba de nuestro compromiso para cerrar el trato. O
mejor, la invitación de nuestro casamiento, ¿hubiera sido mejor eso?
Niego con la cabeza en silencio soltando el aire frustrada. Lo comprendo a
Lei, si lo hubiera visto en la misma situación, también estaría muy enojada.
Aunque aún seguía un poco enojada porque había llegado con Meg sin
embargo no se comparaba a ver besar a otra persona. Debía volver con él.
Me despido rápidamente de Xu, intento comunicarme con Ty pero su
teléfono suena hasta que me envía al correo de voz.
Camino hacia el estacionamiento encontrando a Lei fuera de su auto.
Sin embargo me alejo cuando se acerca e intenta tocarme. -Sabes que
pueden vernos.
– susurro siendo precavida.
Se aleja asintiendo con la cabeza y vuelve a su expresión seria. -Entra.
-Pero…-digo mirando hacia el salón atenta a algún movimiento.
-Entra al auto.
Sigo su orden y una vez ambos arriba traba las puertas. Intenta arrancarlo
pero lo detengo.
-Espera, se supone que debo volver con Xu. –Me mira fijamente y desvío la
mirada. – No me mires así. Sabes que no tengo más opción.
-No puede besarte. No quiero que se tome esas atribuciones porque estás
conmigo. Él tiene que respetarte y respetarnos. –desciende del auto listo
para ir a buscarlo. Lo sigo y logro detenlo tomándolo del brazo.
-Espera, por favor. Aunque sea hasta el lunes que firmemos el contrato.
-No debió besarte. Dejaste que te besara. –recrimina colocando sus manos
acorralando mi cuerpo contra el lateral del auto.
-¿Qué se supone que debía hacer? ¿Golpearlo o recriminarle? Se supone
que somos una pareja.
-Llámame egoísta pero no puedo sentarme y ver como coqueteas con otro
hombre.
-No le estaba coqueteando. Estamos simplemente siguiendo el papel. Debo
volver con Xu.
-No puedes.
-¿Por qué no?
-Porque no te dejaré.
Busco su mirada y cuando la encuentro lo miro fijamente. -No sabía que
tenía que pedirte permiso.
-Y no lo necesitas pero de todas maneras no te dejaré. -Ruedo los ojos ante
su comentario de macho alfa. Sin embargo a él no le hace gracia y se
inclina acercándose aún más. -Vuelve a rodarme los ojos y no sabes la
cantidad de besos que te daré. No importa quién esté mirando. -dice
mirándome fijamente.
Sin dejarlo ver el enorme efecto que sus palabras hicieron en mí intento
empujarlo para comenzar a caminar. –Debo volver.
-Ese hombre te beso. No puedo soportar que estés al lado de otro hombre
que no sea yo. Y si tengo que aclararles a todos los hombres del mundo, lo
haré. Además tú quieres irte a casa, ¿verdad? Pues yo te llevare.
-Debo volver a la fiesta y tú también. Hay una persona que está esperando
que la lleves a su casa.
Su mano me detiene del brazo pero no me giro a verlo. –Por favor,
entiéndeme. Se lo prometí a su padre, no puedo faltarle.
¿Que lo entienda? Paciencia es lo que ahora no me sobraba. En general yo
era muy pacifica pero esto no me estaba gustando nada. -No te preocupes.
Entiendo perfectamente. Deberías entrar a buscarla porque ella seguro te
estará buscando.

-Ella puede esperar a Fushian. Yo te llevaré a ti.


-Puedo pedir un didi.
-No llegan hasta aquí. Es muy lejos de la ciudad.
-Pues, entonces caminaré. -digo sin más alternativas.
-¿Estás loca? Hace mucho frío. Vamos, sube al auto.
Niego con la cabeza y camino alejándome sintiendo el frío viento volar las
solapas de mi abrigo y mis piernas no se detienen.
Sin embargo mis pies son interrumpidos por unos zapatos negros pero no
son los de Lei. Subo la mirada y veo un hombre parado frente a mí. Avanza
queriendo que retroceda pero lo rodeo rápidamente esquivando su cuerpo.
Pero nuevamente me gana colocándose frente mío. De pronto siento otra
presencia atrás mío, una mano sobre mi boca y un pañuelo en mi nariz que
vuelve todo negro.
Me despierto mareada por el fuerte olor que queda en mi nariz y a través de
mis ojos entreabiertos distingo que estoy en una habitación cerrada. Hay
poca luz y un fuerte olor a humedad. Escucho unos pasos y unos gritos pero
no distingo las palabras. Intento pararme pero no puedo mover mis brazos
están en mi espalda y en mis muñecas siento unas esposas. Logro sentarme
y miro hacia la habitación desesperada por entender donde estoy, que hago
ahí. No veo nada que me ayude a calmar mi miedo pero veo una ventana a
mi izquierda. Sosteniéndome haciendo fuerza con mis piernas me
acercándome a ella, está media cubierta por un pedazo de tela rasgado pero
mi desesperación vuelve cuando solo veo árboles y tierra, no hay edificios,
autos, personas, ¿estoy en el campo?
-¡Despertaste! Al jefe le alegrara saber que ya estás lista para verlo. –dice
una voz a mis espaldas. Lo miro asustada pero no distingo quien es, lleva
una máscara negra que cubre todo su rostro menos sus ojos. Su mandarín
no es muy bueno, no es nativo.
-¿Dónde estoy? ¿Qué quieren? –pregunto mirándolo de reojo, no me gusta
la intensidad con la que me mira. –Si esto es un secuestro puedo pagarles el
rescate. Prometo no decir nada y olvidarme de esto, ni siquiera vi tu rostro
así que no podré hacer la denuncia ni… -me detengo asustada cuando se
acerca rápidamente. Bajo la cabeza y siento su mano recorrer mi brazo. Un
escalofrío me recorre el cuerpo. Aun sigo con el vestido del evento que no
me cubre del frío sin embargo mi cuerpo tiembla ante el roce de sus dedos.
-Ya te lo dije. Es un secuestro pero no pedimos un rescate. El jefe vendrá
pronto a verte.
Otro escalofrío recorre mi cuerpo. ¿Qué jefe? Continúa acercándose y lo
escucho tomar una respiración. –Pero podríamos aprovechar este tiempo
que no está. –dice colocando sus brazos abruptamente sobre mis caderas.
Intento quitarlo moviéndome desesperada y levanto mi pierna dándole en
sus partes nobles con mi rodilla. Suelta mi cuerpo con un quejido de dolor y
una maldición que reconozco su acento. Su mano sube rápidamente a mi
mejilla dándome un fuerte golpe que me tira hacia atrás haciendo que
también golpee mi cabeza contra la ventana.
Toma mi cuerpo y me tira contra una cama. -¿Quien te crees que eres? Aquí
no mandas tú. –me recrimina en un tono muy enojado. Se coloca encima de
mí y niego con la cabeza sintiendo que salen lágrimas de desesperación de
mis ojos. Él se ríe y lleva su mano a mi cintura. –Ya no eres tan valiente,
¿verdad?
Siento repulsión mientras su mano enguantada toca mi cadera pero de
pronto es apartado de un manotazo.
-¡Coglione! ¿Ancora no hai capito quello che voglio dire? ¡Va’ a cagare!
(¡Idiota! ¿Todavía no has entendido lo quiero decir? ¡Vete de aquí!) –dice
Tom fuertemente mandándolo de una patada a la puerta. Este sale asustado
y apresurado cerrando la puerta.
No levanto la vista cuando siento sus ojos sobre mí, no puedo creer que esté
aquí, no puedo creer volver a verlo después de tanto tiempo pero sobre todo
no puedo creer que haya sido capaz de hacer esto.
-Discúlpame por él, es un bruto que no sabe de buenos modales. –dice en
un falso tono calmado. Me ayuda a levantarme sentándome sobre la cama. -
Oh y ¿donde están los míos? Déjame liberarte, tus delicadas muñecas
estarán sufriendo por estas terribles esposas. – ciento un pequeño alivio al
escuchar sus palabras. Me enseña la llave y la lleva a mis manos pero se
detiene. –Pero ¿sabes qué? Tus delicadas muñecas podrán esperar, antes me
escucharas.
Se levanta molesto caminando por la habitación. Con cada paso está más
furioso aunque intenta calmarse. Sigo con la vista hacia abajo, no quiero
darle razones para aumentar su enojo.
-Tanto tiempo, verdad. Paso mucho tiempo. –asiente hablando solo porque
me mantengo en silencio. Mira hacia la ventana parándose firme como un
soldado. ¿Sabes por qué estás aquí? –pregunta utilizando su tono autoritario
que nunca me gusto. Niego con la cabeza cuando siento sus ojos sobre mí.
Suelta una risa irónica que me produce más escalofríos. – Pero tranquila,
belleza. Solo soy yo.
Se sienta a mi lado y coloca sus manos sobre mis mejillas. Encuentro mi
voz para detenerlo.
-Por favor, Tom, no…
-Por favor no ¿qué? ¿Qué mierda vas a decirme que me interese? ¿Vas a
ofrecerme plata o tus malditos contactos, donde están ahora? ¿Donde
mierda está tu anciano tío cuando realmente lo necesitas?
-No hace falta que hagas esto. Lo siento si…
Suelta otra risa controlando su enfado y veo en su expresión las ganas de
desquitarse el enojo con algo. -Lo sientes, la belleza lo siente. Mírame. –
Baja una mano dejando solo una sobre mi barbilla y presionándome hacia
él obligándome a mirarlo. -¡Mírame! Al menos merezco que me mires. Me
arruinaste la existencia, arruinaste mi vida. – Intento hablar para
defenderme pero lo empeoro y me golpea fuertemente con su mano. Mi
cabeza queda inclinada hacia la derecha y una fuerte punzada siento en mi
labio inferior además del dolor que crece y arde. Vuelve a levantar mi
cabeza y en sus ojos veo enojo, venganza y dolor. Está realmente
desequilibrado. -Ahora yo haré lo mismo con la tuya y ¿sabes que es lo
mejor? Que lo hare lentamente, sufrirás como yo sufrí, te humillare como
lo hiciste conmigo y te dejare estropeada en el suelo. No serás nada más
que un triste recuerdo. – habla susurrando cada palabra mientras se acerca
hasta que sus labios tocan los míos.
Instintivamente me alejo y suelta una risa sarcástica. – ¡Olvidaba lo
delicada que eras! Lo gentil y caballero que debía ser cuando estaba
contigo pero ¿adivina qué? – pregunta mientras se sube encima de mí
colocando una pierna de cada lado sin tocarme. –Esos tiempos pasaron. Ya
no me importas, ahora puedo hacer lo que quiera contigo. Voy a doblegarte,
ya lo veras. –dice en mi oído y pega sus labios a mi cuello dejando una
dolorosa marca. Mi cuerpo se niega a tenerlo cerca y subo mi pierna
dándole en sus partes nobles con mi rodilla. Pero no tiene la misma
reacción que su compañero. Él esquiva el golpe y detiene mi pierna. Me
mira advirtiéndome de mi mala acción. –No sabes cuándo rendirte,
¿verdad?
Ciento un fuerte dolor en las costillas y el aire desaparece de mi sistema por
un momento mientras lo siento golpeándome empleando demasiada fuerza.
No logro recuperarme cuando siento otro golpe en la zona baja del
estomago. Tom me observa intentar tomar aire mientras vuelve a reír como
un loco. Cierro los ojos queriendo que acabe de una vez pero luego su peso
desaparece de mí.
-Tienes suerte que tenga que hacer unas diligencias, sino nos divertiríamos.
¿Recuerdas? Sé que lo haces, estabas tan enamorada de mí, mi pequeña
belleza. –Lo miro de reojo recuperando un poco de aire y energía. Siento
alivio que al fin se vaya. – Qué dices ¿quieres divertirte con alguno de los
muchachos? Lo pensare. Puede que deje pasar a alguno. Descansa. –Me
sonríe para cerrar la puerta cuando se retira de la habitación.
Dejo salir las lágrimas que estuve reteniendo por el miedo y la
incertidumbre de no saber qué pasaría y siento dolores por todo el cuerpo.
Mi cuello arde igual que mi estomago. Mis muñecas pican por las esposas y
arden por el roce que hago cuando me muevo. Necesito salir de aquí.
Intento levantarme y un fuerte mareo me obliga a detenerme. Respiro
tomando aire, largándolo lentamente y los millones de puntos negros
desaparecen. Me levanto más lentamente y me desplazo hacia la puerta
pero para mi desgracia está cerrada con llave. Me giro molesta sintiendo
otra puntada en el estomago pero la ignoro. El sentimiento de querer salir
es mayor que el dolor. Me acerco a la única ventana que hay y corro tan
fuerte la tela que la rompo, se cae al suelo haciendo un fuerte ruido. Miro
con miedo hacia la puerta pero no escucho pisadas que alerten que alguien
se acerca. De espaldas a la ventana intento abrirla pero está trabada madera
contra madera. Continúo intentándolo hasta que siento un dolor en mis uñas
y varias cortaduras con sangre. Me dejo caer hasta estar sentada sobre el
suelo y mis ojos se cierran. Intento no dormirme pero mi cuerpo está tan
adolorido que mis ojos no se mantienen abiertos.
Cuando vuelvo a abrir los ojos la habitación está silenciosa y sin una luz
encendida. Miro hacia la ventana pero no veo la luna. Estoy totalmente a
oscuras. De pronto la puerta se abre y una bandeja es depositada. No me
acerco a mirar, no pienso tocar nada que me den, Tom es capaz de todo,
ahora lo sé.
Cuando vuelvo a abrir los ojos es de día, al menos la habitación está
iluminada por el sol que entra por la ventana. Me sigue doliendo el cuerpo
y esta vez es por la mala postura al quedarme dormida sobre el suelo.
-¿Quieres escuchar la historia? –su voz lenta me sorprende desde el otro
lado de la habitación. Esta sentado sobre el suelo frente mío.
-…déjame ir, por favor.
-¡No, es divertida, te gustara! Todo comenzó con dos chicas detenidas en
una comisaría. Sí, ¿creíste que eras especial? Te he engañado con muchas
mujeres, no solo mi actual esposa, que ahora es ex esposa. Oh ¿y mi
trabajo? Fue gracias a tu tío. ¡Tiene contactos en todo el mundo el
vejestorio! Fue tan rápido y simple para él, solo levanto el teléfono y marco
el número. –Su relato se detiene y sus ojos me miran con culpa. – Cómo tú,
¿cierto? Solo tuviste que acudir a tus malditos contactos y arruinar mi vida.
Por tu maldita culpa deje mi trabajo. Por tu maldita culpa me abandono mi
esposa y se llevo a mi hija. Tú tienes la culpa de que haya reaccionado así
ese día y…-se detiene balbuceando unas palabras que no logro entender.
-¡Siempre fuiste un violento, un abusivo! –susurro sintiéndome aun más
enojada. ¿Cómo podía culparme de sus problemas? Todo lo que le había
pasado se lo merecía, era solo su culpa.
No sé en qué momento se movió tan rápido pero antes que me diera cuenta
su mano me toma fuertemente de la cabeza obligándome a alzarla. Se
estremece mi respiración. -¡Tú me volviste así! ¡Eres una maldita malcriada
que siempre tuvo todo y nunca se conformo con nada! ¿Dime para que
vives? Si al final tu vida es una maldita mentira. No controlas nada en tu
vida. –Deja caer mi cabeza hacia un costado y permanezco en silencio. -
Eres un desperdicio. –dice con desprecio mientras sale cerrando de un
portazo la puerta.
Intento regular mi respiración y calmar mis nervios. Mi cuero cabelludo
duele y siento punzadas por la fuerza que utilizo. Un compañero de Tom se
acerca a mí y me quita las esposas. Lo observo sorprendida mientras froto
mis manos sobre mis muñecas aliviando el dolor. Me señala el cuarto de
servicio de la habitación, me empuja hacia él tirando unas ropas y cierra la
puerta. Busco pero no tiene traba. Me advierte con un grito que no me
demore.
Luego de cambiarme sin mirar la ropa, tenía tanto frío, rápidamente me
cambio. Lavo mi rostro y mis manos, miro rápidamente alguna posible vía
de escape pero no veo ninguna. Mis piernas fallan y me frustro por mi poca
resistencia. Alentándome y tomando fuerzas me levanto, no podrán
conmigo. Es mentira lo que dijo Tom, mi vida es hermosa, no es perfecta y
tengo muchos problemas pero quiero vivir, hay muchas más cosas a favor y
experiencias que aun no he vivido. Mientras respire voy a seguir luchando
para vivir y ser feliz.
><><><><><><><><
Los días pasan y pierdo el sentido, la falta de alimentos en mi sistema que
me debilita y los golpes recibidos hacen que apenas pueda mantener los
ojos abiertos pero he intentado contar cuantas salidas de sol he visto por la
ventana y si mis cálculos no son erróneos estoy aquí hace tres días. Solo he
tomado agua y he visto a Tom un día además del que llegue. Ninguno ha
entrado a la habitación pero Tom cuando volvió anoche dijo algo sobre
unos números de cuenta y enojado volvió a golpearme, esta vez
zamarrearme exigiéndome a gritos esos números. No recibe respuesta y me
deja caer sobre la cama golpeándome duramente la cabeza contra el
respaldo. Siento sangre recorriendo mi cuello y un dolor punzante en mi
nuca, intento con todas mis fuerzas no dormirme pero el cansancio me
vence.
Escucho golpes e insultos a lo lejos. Sillas que chocan contra la pared,
puertas que se abren y se cierran dando portazos. Intento abrir mis ojos
pero vuelven a cerrarse sin embargo cuando escucho un disparo mis ojos se
abren más tiempo. Estoy segura que lo escuche. Escucho otro y mi cuerpo
se mueve solo hacia la puerta pero solo logro bajarme de la cama y caer
hacia el suelo. Mis ojos se cierran y escucho muchos pares de pisadas y
hombres hablando. Es increíble como mi mente está despierta pero mi
cuerpo no reacciona, quiero correr hacia los hombres. Quiero gritar que
estoy encerrada en esta habitación. Pero mi cuerpo no responde incluso mis
ojos se vuelven a cerrar.
De pronto la puerta se abre y entra un hombre policía y atrás suyo Lei.
Alivio y alegría siento por primera vez después de tantos días. Pero veo una
sombra atrás de Lei, entre mis ojos levemente abiertos creo ver un policía
pero le está apuntando con un arma y cuando mi vista se aclara, distingo
que es Tom. Intento advertirle a Lei pero él solo se muestra aliviado de
verme. Con una energía que no sabía que tenía, me levanto caminando
hacia él y lo empujo tirándolo al suelo. Escucho un disparo y mis ojos
vuelven a cerrarse. Mi cuerpo no responde, vuelve a sentirse pesado.
-No la toque, es mejor…-dice a lo lejos la voz de un hombre.
-Ani, por favor… Ani! –dice una voz lejana y respirando siento un perfume
que reconozco. Es el de Lei. En medio de mi ensoñación imagino que Lei
está aquí. Entre abro los ojos haciendo mi mayor esfuerzo y lo veo
inclinado mirándome preocupado. Es él. Sonrío o mis labios intentan
sonreír y siento que me voy a desmayar en cualquier instante.
-Lei…-logro susurrar abriendo un poco más los ojos. Veo su sonrisa y su
expresión de alivio. ¿Por qué está preocupado? ¿Qué hace aquí?

-Mi amor, perdóname… perdóname….-susurra a lo lejos de nuevo. ¿Por


qué se va? Lo siento cerca de mí pero ya no lo escucho. Y vuelve a ser todo
negro.
Capítulo XXIV

El sonido de una maquina y el fuerte olor a hospital me recuerda donde


estoy. Intento abrir los ojos pero cuando giro la cabeza mi mente me
trasporta de nuevo en la habitación con el cuerpo de Tom encima de mí.
-Basta… por favor...-murmuro removiendo mis manos sin energías
intentando quitármelo.
-Soy yo. Mírame, soy Lei. –responde una voz pero mi mente se niega y
continuo moviéndome. Siento sus manos en mis mejillas y el olor
desaparece suplantándolo con uno que conozco. -Ani, mírame.
Mis ojos se abren y lo veo. Suelto un suspiro dándome cuenta que solo fue
un sueño. -Lei…
-Ani... Lo siento. -aprieta sus brazos en mi cintura y me refugia en su
pecho. Su aroma y calor logra calmarme un poco.
Miro alrededor. -¿Donde está…? -no puedo terminar la pregunta pero Lei
entiende a que me refiero.
-Ya no tienes que preocuparte por él. ¡No vuelvas a hacer algo así! Te
interpusiste para salvarme. Si te hubiera sucedido algo…
-Él estaba atrás tuyo y escuche un disparo.
Asiente desviando la mirada. Se rehúsa a contestar un momento. -Murió.
Aunque es impactante la noticia una parte de mí se alegra. –¿Tú estás bien?
Niega rápidamente con la cabeza mirándome preocupado. –Lo
importante es que tú estés bien.
Sigo su mirada hacia mi cuerpo y tengo algunas vendas en el cuello y en las
muñecas.
Mi rostro también debe estar todo hecho un desastre. – ¿Estoy muy fea?
Niega con la cabeza y lo veo morder levemente su labio inferior. Sonríe y
me alegra su alegría. –Es increíble que bromees en una situación así. Estás
hermosa. Ahora descansa.
-Quiero irme del hospital. –susurro intentando quitarme el suero en mi
mano. Pero Lei me detiene tomando mis manos. Suelto un quejido y besa
suavemente mi mano con el suero.
-Estás muy herida, tienes que quedarte unos días más.
-¿Cuánto tiempo llevo aquí? –pregunto mientras entrelaza nuestros dedos.
-Solo dos días. Los chicos están afuera quieren verte igual que tu tío. Todos
estábamos muy preocupados porque no despertabas.
-¿Cómo me encontraron?
-No importa eso ahora. Ya habrá tiempo para hablar. Descansa.
Asiento volviendo a sentir cansancio y mis ojos se cierran. Siento las
manos heladas.
-Hey, estas temblando. -susurra Lei deja un nuevo beso en ellas.
-Lo siento. Aún lo siento encima de mí. -cierro los ojos cuando me vuelve
su fuerte olor y la sensación de sus labios en mi oído.
Lei se sube a la cama, se acuesta de lado llevándome con él envolviéndome
entre sus brazos. Me siento cómoda y protegida pero por alguna razón no
puedo dormir. Mi cuerpo sigue teniendo temblores. Me sonrojo cuando Lei
deja un beso en mi frente.
Comienza a cantar una canción infantil desentonando aunque se escucha
suave y logra sacarme una sonrisa. –Acompáñame si la sabes. -Prueba otro
tono también desafinado y vuelvo a reír.
Detiene su voz y solo me mira acariciando mi cabello. Comienza un sonido
suave acompañado por su preciosa voz. Interpreta “How deep is your love”
de Bee Gees y aunque me gusta la versión original, la versión de Lei se
siente más especial. Mis ojos se cierran y me acomoda en su pecho.
Continúo escuchando la canción hasta que me vence el sueño y descanso
después de tantos días.
Cuando vuelvo a abrir los ojos veo el sol a través de la ventana. Siento la
tranquila respiración de Lei pero lo encuentro sentado durmiendo sobre una
silla encorvado e incomodo. Se despierta apresurado mirando a su
alrededor y lo primero que sus ojos buscan es a mí. Sonrío
despreocupándolo y me da un beso en la frente.
-¿Dormiste bien?
Asiento con los ojos cerrados. –Sí ¿Tú?
-Sí. -lo siento recorrer mi rostro y se detiene en mi mejilla lastimada.
De pronto la puerta se abre y veo entrar muchas personas, el grupo
completo incluso mi tío. El primero en abrazarme es Do.
-Despacio, Do. –le previene Lei. Correspondo el abrazo alegrándome de
volver a ver a todos.
-Es cierto, lo siento, enana. ¡Te ves horrible!
-¡Hang Do! –escucho a Lei y Ty llamarle la atención. Suelto una risa y
asiento en silencio.
-También me alegro de verte, Do.
-¿Cómo te sientes, amiga? ¡Estaba tan preocupada! –veo sus ojos llenarse
de lágrimas y rápidamente me abraza. –No le hagas caso, estás preciosa. –
susurra y soltamos una risa. – No puedo creer lo que paso, amiga. Solo
rezaba porque estuvieras bien.
-¿Tú sabes cómo me encontraron?
-Lei, Do y los chicos, movieron muchos contactos para dar con tu paradero.
Luego se enteraron que fue Tom. Si hubieras visto la expresión de Lei,
quería ir a buscarte él solo. Nunca lo había visto tan preocupado, tan
inquieto todos estos días. Ninguno ha podido dormir. Estábamos tan
preocupados. Solo me alegra que estés bien.
-Gracias, amiga. Solo quiero salir de aquí, ¿sabes cuándo podré irme?
-Pronto. –nos interrumpe la conversación mi tío. –¿Me dejarían un
momento a solas con mi sobrina? –pregunta a todos en general. Lei se
niega a irse y me mira preguntándome silenciosamente si se retira. Asiento
con una pequeña sonrisa. –Me alegra que estés bien. Es increíble que el
culpable de todo esto haya sido Tom.
Después de todo lo que vivieron, hacerte sufrir de esa manera, es horrible.
-Ninguno creía que sería capaz de hacer tanto daño.
-Sin embargo, él no fue el único que te hice daño. Estos días que estuviste
desaparecida, tus amigos me hablaron y me contaron sobre algunas cosas
que has hecho. Sueños que has cumplido. Sueños que no sabía que tenías.
No me justificare diciendo que lo hacía por tu bien porque en realidad esto
es lo que conozco, a mí me enseñaron así. Solo sé que el mundo es un lugar
muy duro y cruel y si no te formas una buena armadura, te golpeara muchas
veces. Pero tú nunca viste la vida así, tú eres como tu madre. Ella siempre
fue una soñadora. Siempre imaginando un lugar mejor, disfrutando del aire
puro y con la mente en el cielo. –Suelta un suspiro y lo observo en silencio
esperando que continúe. Vuelve su mirada hacia mí y se acerca unos pasos
a mi cama. –Lo que quiero decir es lo siento. Siento que hayas tenido que
cargar con todo el peso, que te impuse, tu sola todos estos años. Un peso
que ya no será necesario. Podrás hacer lo que elijas. Siempre tendrás tu
lugar en la empresa pero si tu sueño es la música buscaré un apoderado y la
empresa seguirá como siempre.
-¿Hablas enserio? –pregunto totalmente sorprendida. Mi tío asiente
sentándose a los pies de la cama.
-Recuerdo haber hablado con tu padre cuando vos habías nacido y él estaba
seguro que serías su sucesora. Vio en ti una alegría y una inteligencia que él
creyó marcaría tu destino. Por eso también yo siempre te obligue a que
cumplieras con ese último mandato suyo. Creí que era lo que tu padre
hubiera querido. Sin embargo cuando comenzaste a acercarte a la música tu
madre sabía que sería tu pasión. Ella estaba realmente maravillada con tu
talento. Ambos. Mi hermano era más escéptico, como yo. –dice en broma y
suelto una pequeña risa. Lo sabía, ambos eran hombres de hechos no de
dibujos en el aire. –Por eso haz lo que sueñas y sé que serás feliz.
Siento una inmensa alegría y lo abrazo mientras le agradezco sus palabras,
su comprensión, sus anécdotas. Era lo que necesitaba para dejar ir una parte
mía que seguía reteniendo a pesar de estar continuamente cortándome.
Epilogo

Unos meses después…


Llegaría tarde, llegaría realmente tarde si no me apresuraba, Lei saldría de
sus clases en cualquier momento y yo aun no lograba terminar los
dumplings y ponerlos a cocinar. Habíamos alquilado un lindo departamento
en Shanghái, Lei se había convertido en lutier y era profesor en una antigua
academia de música. Yo luego de egresarme en mi carrera y haber recibido
la aceptación para la academia de música había seguido trabajando con
ellos había dado unos conciertos en la ciudad y tenía próximas fechas para
conciertos en Europa y América. Lottie, nuestro gran compañero había
crecido mucho este último tiempo, suelta un ladrido avisándome que Lei
había llegado. Sonrío mandándolo a la puerta advirtiéndole que no se
ensucie, lo habíamos llevado a la peluquería canina y su largo pelaje estaba
sorprendentemente lacio para lo travieso que era, siempre corría a recibirlo.
Mientras vuelvo a concentrar en mi objetivo, seguía practicando mis
habilidades culinarias, al menos los días en los que Lei no cocinaba.
Escucho que entra y deja sus cosas mientras saluda a Lottie, aun recuerdo
cuando me lo regalo.
Fue unos días después de mi salida del hospital, estábamos en casa de Do y
me pidió que cierre los ojos. Sentí una caja apoyándose en el suelo y una
tapa retirándose.
-Puedes abrirlos. –dice mirándome con una gran sonrisa. Bajo la mirada y
encuentro un precioso cachorro de raza bobtail. Lo miro sorprendida y alzo
al cachorro colocándolo entre mis brazos. Es hermoso. Su pelaje es tan
suave y tiene su lomo levemente en una tonalidad de gris.
-Lei, ¡es precioso! ¡Me encanta! –dejo que me de pequeños besitos en la
cara.
-Debemos buscarle un nombre. –dice mientras lo acaricia.
Asiento mientras pienso algunos. –Lottie, me gusta. –Lei asiente con una
sonrisa. Alzo a Lottie y luego lo dejo libre en el suelo. Lei se acerca
rodeándome con un brazo mientras suelta una risa viendo jugar al
cachorro.
-¡Qué bien huele! Oh, no me digas que has hecho dumplings de nuevo…-
dice lamentándose en broma cerrando los ojos.
Suelto una risa y asiento con la cabeza. –Pero tranquilo, ya deben estar
listos mis otros platillos, hice zongzi y la sopa que te gusta tanto. Siempre
olvido el nombre…
Sonríe mientras deja un suave beso sobre mis labios. –Suán lá fén. –dice
repitiéndome el nombre. Asiento sabiendo que volveré a olvidarme del
nombre y vuelve a darme un beso. –Pues huele muy bien, guerrera dragón.
Tengo una sorpresa. –me entrega una caja envuelta. Lo miro
preguntándome que será y al abrirla veo mis chocolates favoritos junto a
una caja de chocolate blanco que es su favorito. Le dejo un pequeño beso
sobre su mejilla.
-¡Qué rico! Gracias, amor. ¡Vamos a comer! –lo veo desaparecen por las
escaleras y coloco los platillos en la mesa.
Me cuenta como estuvo su día mientras comemos y me pregunta sobre mis
nuevos conciertos mientras disfrutamos los chocolates de postre. Atrapa mi
mano sobre la mesa entrelazando nuestros dedos.
-Tengo fecha para un mes en Paris y me confirmaron el concierto en Roma,
es en dos meses. Nos da el tiempo justo para asistir al casamiento. –Lei
asiente robándome un chocolate intercambiándomelo por uno blanco. Ty y
Xu se casarían en menos de dos meses en Singapur. Habían estado viviendo
allí luego que Ty se recibiera y habían decidido casarse allí mismo. Estaba
tan feliz por ella, Xu era un excelente compañero seguía tan enamorado
como el primer día que la vio al igual que la risa especial cuando ella hacia
algún comentario. Do y Ying también se habían casado. Su celebración
había sido más pequeña en Shanghái. Cay había comenzado un retiro
espiritual en el Templo de Pekín estudiando más en profundidad el arte
milenario del té y Fushian había comenzado una empresa y continuaba
comprometido con Lía.
-¿Y nosotros cuando podremos hacerlo? –pregunta mirándome triste que
aun no nos comprometiéramos.
Siempre bromeábamos sobre las fechas así que pienso en un día cercano. -
La semana que viene.
-No podemos, estamos ocupados. –dice dejando unos papeles sobre la
mesa. Me inclino acercándome y observándolos. Los tomo sorprendida
cuando leo la región de Bifengxia.
Suelto un grito de emoción al saber que volveríamos después de tanto
tiempo.
-¡Oh, no es mala idea hacer el casamiento aquí, ambos con mamelucos y
podríamos pedirle a dos pandas que sean nuestros testigos!
-Ya tenemos testigos reales, sin ofender a los pandas. Solo falta la decisión
de la novia.
-Solo falta el anillo.
-Está aquí. –señala hacia abajo en la mesa y veo que debajo de los pasajes
hay una pequeña caja azul oscura. Cubro mi boca sorprendida y veo a Lei
tomarla mientras se posiciona frente mío con una pierna apoyada sobre el
suelo. Toma mi mano entre las suyas mirándome nervioso. Suelta una
sonrisa cuando ve mis ojos llenarse de lágrimas.
–Ania Luce, ¿quieres casarte conmigo?
Salto a sus brazos diciéndole muchas veces que sí. Me alejo para dejarlo
colocarme el anillo, es una alianza dorada con un pequeño cristal en forma
de corona precioso. Lottie gira con nosotros, soltando algunos ladridos.
Besa mis labios sonriendo compartiendo mi felicidad y tomando mi cintura
gira unas vueltas soltando unas risas.
Y vivieron felices para siempre

El Fin

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