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EL DEBER DE RECORDAR A DIOS

I.- INTRODUCCION
--Una gran realidad es que como seres humanos al fin, todos nosotros tenemos luchas internas,
y estas luchas internas con frecuencia causan que nos apartemos de la voluntad de Dios. Digo
esto porque todos nosotros peleamos continuamente con nuestras emociones, sentimientos,
impulsos, deseos, y ambiciones.

--Con esto no estoy diciendo que todos estos sentimientos o deseos son malos, pero si existen
muchos de ellos que son inspirados o maquinados por el mal. Y es por esa razón que con
frecuencia muchos de nosotros nos encontramos peleando en contra de lo que bien sabemos
que desagrada a Dios, y que en ocasiones nos sorprendemos a nosotros mismos de haber
hecho.

--Ahora preguntémonos: ¿existe una razón por la que queriendo hacer lo bueno y en ocasiones
no lo hagamos?

--Existen las presiones familiares; es decir la presión que ejercen nuestros seres queridos, hijos,
hijas, esposos, esposas y demás. La presión que ejercen nuestras amistades y compañeros de
trabajo en nuestra vida.

--Existen las presiones de la vida en sí; es decir las presiones que ciertas circunstancias y
situaciones producen en nuestra vida cuando surgen. En otras palabras, todos somos afectados
de una manera u otra por la presión que este mundo ejerce en nuestra vida.

--Pero a pesar de que no todo lo que nos influye es inspirado o maquinado por el mal, con
frecuencia sÍ somos afectados por el mal debido a una razón principal. ¿Qué es la razón
principal? Este será nuestro tema en el día de hoy; pasemos ahora a la Palabra de Dios.

LECTURA BIBLICA
Deuteronomio 8:
2 Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años
en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si
habías de guardar o no sus mandamientos.

11 Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos
y sus estatutos que yo te ordeno hoy;

12 no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites,

13 y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que
tuvieres se aumente;

14 y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de


Egipto, de casa de servidumbre;
18 Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin
de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.

19 Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les
sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis.

20 Como las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así pereceréis, por cuanto no
habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios.

II.- DESARROLLO

--Estos versículos forman parte de uno de los tres sermones que Moisés le presentó al pueblo
de Israel antes de que ellos cruzaran el Jordán para entrar en la Tierra Prometida.

--Esto es algo que queda claramente expuesto en Deuteronomio 1:3 cuando leemos: “…Y
aconteció que a los cuarenta años, en el mes undécimo, el primero del mes, Moisés
habló a los hijos de Israel conforme a todas las cosas que Jehová le había mandado
acerca de ellos…”

--Así que aquí tenemos a Moisés hablándole al pueblo de Israel; ellos estaban a punto de entrar
en la Tierra Prometida, y su jornada sólo les había tomado cuarenta años. ¿Se pueden imaginar
lo que sería vagar por un desierto por cuarenta años?

--Estamos hablando de una jornada de aproximadamente unos 321,869 km. de distancia, pero
a ellos les tomó cuarenta años. ¿Por qué suponen que sucedió esto?

En realidad existen dos razones;

1.- La primera razón es que Dios sabía que ellos no estaban lo suficientemente preparados
para combatir las oposiciones, y es por eso que Él no les guío por el camino más recto que
existía. Esto es algo que queda bien claro en la traducción de la Nueva Versión Internacional de
la Biblia en Éxodo 13:17 cuando leemos: “… cuando el faraón dejó salir a los israelitas,
Dios no los llevó por el camino que atraviesa la tierra de los filisteos, que era el más
corto, pues pensó: «Si se les presentara batalla, podrían cambiar de idea y regresar a
Egipto…»”

--Ahora debemos preguntarnos: ¿por qué pensó Dios de esta manera? Dios pensó de esta
manera porque Dios quería solo lo bueno para Su pueblo; Él pensó de esta manera porque Él
les estaba protegiendo del mal o las malas situaciones que Él sabía que ellos confrontarían.

--Él sabía que los filisteos eran una fuerza poderosa, y que verían al pueblo de Israel no como
una nación, sino como esclavos escapados, y les atacarían. Así que la primera razón por la que
Dios no guío al pueblo de Israel por el camino más recto y más corto fue porque Él sabía que
ellos no estaban preparados físicamente y espiritualmente para enfrentar la batalla.

2.- Pero en la segunda razón es donde comienza nuestro tema para el día de hoy. ¿Cuál fue la
segunda razón por la que a ellos les tomo cuarenta años entrar a la Tierra Prometida? La
respuesta es fácil; en el camino, el pueblo que Dios liberó, el pueblo que Dios amó, el
pueblo que debería estar continuamente dándole gracias a Dios, escogió olvidarse de
todo lo que Dios había hecho por ellos.

--En el camino, el pueblo que Dios escuchó, liberó, guió, y amó, se rebeló en contra Dios y
escogió olvidar las señales que Dios había hecho para liberarles de la esclavitud. Es por esta
razón que en los versículos que estamos estudiando en el día de hoy encontramos que Moisés
les advierte: “…Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus
mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy…” (Deut. 8:11) ¿Por
qué le dijo Moisés esto al pueblo?

--Moisés les dijo esto, porque la gran realidad es que excepto dos hombres, la mayoría de
ellos no se acordaban de las señales (la plagas de Egipto, columna de nube y columna de
fuego, cruzar el Mar Rojo, las leyes entregadas por Dios en el Monte de Sinaí), que Dios les
había dado, porque o eran muy jóvenes cuando sucedieron; o, no las habían presenciado
porque no habían nacido aun.

Esto es algo que queda resumido en Números 14:30-31 cuando leemos: “…Vosotros a la
verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en
ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun. 31 Pero a vuestros niños,
de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra
que vosotros despreciasteis…” (31 También entrarán en la tierra los niños que ustedes dijeron
que serían botín de guerra. Y serán ellos los que gocen de la tierra que ustedes rechazaron)

--Moisés no quería que según ellos se acomodaran y empezaran a disfrutar de las bendiciones
que Dios les había dado, que ellos no se olvidaran la razón por la cual ellos estaban ahí.

--Moisés no quería que ellos se olvidaran de mantener las leyes de Dios; él no quería que ellos
se olvidaran que sólo por obra y gracia de Dios ellos habían llegado para tomar posesión de la
Tierra Prometida.

--La realidad es que las palabras de Moisés en estos versículos nos hablan a nosotros hoy en la
misma forma que le hablaron al pueblo de Israel en ese entonces.

-La gran realidad es que la mayoría de nosotros no somos muy diferentes al pueblo de Israel de
ese entonces. Todos los que estamos aquí sentados, en un punto u otro en nuestra vida
estuvimos perdidos en el desierto.

--Estoy seguro que todos podemos recordarnos de estar en búsqueda de algo, completamente
perdidos sin rumbo o propósito, sedientos de algo, pero no sabíamos de qué. Tratamos todas
las soluciones a nuestro alcance tratando salir de ese sufrimiento, pero en si nada funcionó.

--Vagábamos sin rumbo o dirección por ese desierto árido y desconsolante cargados de
problemas, preocupaciones, y sufrimientos. Pero todo esto fue hasta el día cuando finalmente
nos rendimos a la voluntad de Dios, y aceptamos a Jesús como nuestro Rey y Salvador
personal.
--Ese día cuando se nos fue demostrado el camino a la Tierra Prometida, y decidimos renunciar
a la ciudadanía del mundo para aceptar la ciudadanía del cielo. Ahora pregunto: ¿cuántos nos
podemos acordar de ese día? Pero más importante aún: ¿cuántos podemos decir que hoy nos
sentimos de la misma manera que nos sentimos en ese entonces?

¿Cuántos podemos decir que el primer amor que sentimos por Dios y Su obra en ese día
continúa ardiendo hoy con la misma intensidad?

Yo sé que todos los que estamos aquí reunidos amamos a Dios; yo sé que todos aquí estamos
convencidos que nuestra residencia permanente, (el cielo: la Tierra Prometida), está segura.

Podemos estar seguros de esto porque en Juan 14:2 el Señor nos dice: “…En la casa de mi
Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar
para vosotros…” Dile a la persona que tienes a tu lado: Él fue a preparar un lugar para
nosotros. Pero desdichadamente aquí es donde comienza el problema para muchos de
nosotros.

Digo esto porque a pesar de haber alcanzado esta promesa cuando aceptamos a Cristo
como nuestro rey y Salvador, a muchos de nosotros se nos ha olvidado del lugar que Él
nos rescató.

Salmo 113:7 El levanta del polvo al pobre,


Y al menesteroso alza del muladar,

Salmo 40
1 Pacientemente esperé a Jehová,
Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
2 Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
Muladar: estercolero; lugar donde se coloca la basura o el estiércol.

En otras palabras, todos sabemos que Él nos guío a la Tierra Prometida, pero se nos ha
olvidado la jornada. Se nos ha olvidado el tiempo que estuvimos vagando por el desierto de
este mundo; se nos ha olvidado que Él fue quien nos guío a la promesa en la que podemos
descansar en el día de hoy. ¿Por qué sucede esto?

Esto es algo que sucede porque la gran mayoría de nosotros nos hemos acomodados
grandemente donde nos encontramos en este momento. En otras palabras, hemos recibido las
bendiciones que Dios nos ha dado y estamos completamente satisfechos.

El problema que existe es que cuando alcanzamos este nivel de satisfacción, en la mayoría de
los casos comenzamos a apartarnos de la voluntad de Dios para con nosotros. En la mayoría
de los casos estamos tan satisfechos de lo que hemos recibido que dejamos de entregarle a
Dios, y a Su obra, el lugar número uno en nuestra vida.

(Caso de Ageo, el pueblo se olvidó de construir el Templo)


Y es por eso mismo que las palabras de Moisés aquí nos advierten: “…no suceda que comas
y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, 13 y tus vacas y tus ovejas se
aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; 14 y se
enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto,
de casa de servidumbre…” Así que: ¡no te acomodes!

--Cuando nos acomodamos en las bendiciones que Dios nos ha entregado, entonces se nos
hace muy fácil olvidarnos de dónde y cómo Él nos rescató del lugar que estábamos. Y en todo
caso esto nos conduce a ignorar lo que Él demanda de nosotros. Cuando se nos olvida de
dónde y cómo Dios nos rescató del estado en que nos encontrábamos, entonces se nos hace
fácil hacer excusas, se nos hace fácil dar explicaciones que no tienen sentido; se nos hace fácil
darle a Dios el segundo lugar en nuestra vida.

--Cuando se nos olvida de dónde y cómo Dios nos rescató del estado en que nos
encontrábamos, entonces se nos hace fácil olvidar que Él fue quien nos ha puesto donde
estamos. Cuando se nos olvida de dónde y cómo Dios nos rescató del estado en que nos
encontrábamos, entonces se nos hace fácil olvidar que Él fue quien nos ha dado todo lo que
tenemos. Fíjense bien como lo dijo Moisés aquí cuando leemos: “…Sino acuérdate de Jehová
tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que
juró a tus padres, como en este día…” Quizás algunos digan: bueno esto aquí tiene que ver
con el pacto que Dios hizo con el pueblo de ese entonces y no con nosotros. Pero si piensas
así te equivocas grandemente.
“…Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la
promesa…” (Gálatas 3:29) Cristo es quien nos provee el poder para obtener nuestras riquezas.

III.- Para concluir. No podemos permitir ser personas olvidadizas; no nos podemos olvidar de
lo mucho que Dios ha hecho por nosotros. ¿Qué son las cosas más grandes que Dios ha hecho
por nosotros? Fuimos liberados de la esclavitud al diablo; esto es algo que queda bien ilustrado
en Tito 3:3-5 cuando leemos: “…Porque nosotros también éramos en otro tiempo
insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos,
viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. 4 Pero
cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los
hombres, 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por
su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo.”

--Dios nunca puede ocupar el segundo lugar en nuestra vida, Él tiene que ocupar el
primero. Hermanos, nuestro primer pensamiento al levantarnos en la mañana debe ser dándole
gracias a Dios por Su misericordia, y por Su gracia. Y el último pensamiento antes de dormir
debe ser dándole gracias a Él por las bendiciones que recibimos todos los días, dándole gracias
a Dios por Su presencia en nuestra vida

8:2 Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos
cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu
corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.
Es un requisito para la humanidad del pacto recordar los hechos de Dios y sus leyes. Este era
un modismo hebreo: "mantén a Dios como una prioridad". Una petición de la humanidad es
que Dios no se acuerde de nuestros pecados.

-En este mundo existen presiones que tratan de afectar nuestra fe negativamente; existen
presiones sociales, familiares, y circunstanciales, pero no podemos permitir que estas presiones
nos desvíen de la voluntad de Dios.

--Sino que siempre tengamos en mente las palabras de Moisés aquí cuando leemos: “…Mas si
llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les
sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto
pereceréis. 20Como las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así
pereceréis, por cuanto no habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios…”

--Las palabras claves aquí son: “…anduvieres en pos de dioses ajenos…” Dioses ajenos
son todas esas cosas a las que en ocasiones nos rendimos y dejamos de escuchar lo que Dios
nos dice. Cosas como las emociones y sentimientos (odio, rencor; no perdonar); los impulsos
de la carne y deseos (ambiciones, lujuria, venganza).

--Recordemos que como fieles creyentes tenemos que vivir según Su voluntad, cumpliendo con
Sus mandatos, y entregándole siempre a Él, el primer lugar en nuestra vida. Por eso les digo
hoy, nunca nos olvidemos de dónde Dios nos rescató.
Momentos especiales en donde debemos acordarnos de Dios
EN LAS BATALLAS DE LA VIDA
NEHEMIAS 4:14
14 Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No
temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros
hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas.

EN LAS HORAS DE LA NOCHE


SALMO 63:6
6 Cuando me acuerde de ti en mi lecho,
Cuando medite en ti en las vigilias de la noche.

EN LOS DIAS DE JUVENTUD


ECLESIASTES 12:1
1 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y
lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;

EN LOS TIEMPOS DE TRIBULACION


JONAS 2:7
7 Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová,
Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.
LEJOS DEL HOGAR
ZACARIAS 10:9
9 Bien que los esparciré entre los pueblos, aun en lejanos países se acordarán de mí; y vivirán
con sus hijos, y volverán.
ISAIAS 62:
6 Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán
jamás. Los que os acordáis de Jehová, no reposéis,

OLVIDARSE DE DIOS
ADVERTENCIA ACERCA DE:
LA NECESIDAD DE ESTAR VIGILANTE PARA NO OLVIDAR
DT. 4:9
9 Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que
tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las
enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.
LA PROSPERIDAD LLEVA A OLVIDARSE DE DIOS
DT. 6:10
10 Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac
y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste,
11 y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas
y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies,
12 cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de
servidumbre.
EL DESTINO DE LOS CULPABLES DE OLVIDAR A DIOS
SAL 9:17
17 Los malos serán trasladados al Seol,
Todas las gentes que se olvidan de Dios.
FOMENTA LA COBARDIA MORAL
ISAIAS 51:12-13
12 Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es
mortal, y del hijo de hombre, que es como heno?
13 Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y
todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir.
¿Pero en dónde está el furor del que aflige?
Isaías 51:12-13Dios Habla Hoy (DHH)
12
«Yo, yo mismo, te doy ánimo.
¿A quién tienes miedo? ¿A los hombres?
¿A los hombres mortales, que no son más que hierba?
13
¿Vas a olvidarte del Señor, tu creador,
que extendió el cielo y afirmó la tierra?
¿Vas a temblar continuamente, a todas horas,
por la furia de los opresores,
que están listos para destruirte?
Pero, ¿dónde está esa furia?
Dios Habla Hoy (DHH)
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.
Isaías 51:12-13Nueva Versión Internacional (NVI)
12
«Soy yo mismo el que los consuela.
¿Quién eres tú, que temes a los hombres,
a simples mortales, que no son más que hierba?
13
¿Has olvidado al SEÑOR, que te hizo;
al que extendió los cielos y afirmó la tierra?
¿Vivirás cada día en terror constante
por causa de la furia del opresor
que está dispuesto a destruir?
Pero ¿dónde está esa furia?
Nueva Versión Internacional (NVI)
La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® Copyright © 1986, 1999, 2015 by Biblica,
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TERMINA EN LÁGRIMAS AMARGAS


JEREMIAS 3:
19 Yo preguntaba: ¿Cómo os pondré por hijos, y os daré la tierra deseable, la rica heredad de
las naciones? Y dije: Me llamaréis: Padre mío, y no os apartaréis de en pos de mí.
20 Pero como la esposa infiel abandona a su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh casa
de Israel, dice Jehová.
21 Voz fue oída sobre las alturas, llanto de los ruegos de los hijos de Israel; porque han torcido
su camino, de Jehová su Dios se han olvidado.
22 Convertíos, hijos rebeldes, y sanaré vuestras rebeliones. He aquí nosotros venimos a ti,
porque tú eres Jehová nuestro Dios.

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