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CUADERNOS DE UN DELFIN -» en torno de mi— mé comunicé exaltad ALEGRIA Y ESPANTO Cartruco T | pg UN CREPOSCULO MARINERO LS ‘Un atardecer plano, Jevemente agitado —de tanto en tanto— por ocasionales remolinos, se desplegaba como un inmenso man- tel violdceo a ras del mar. El siseante rumor de las alas de los peces voladores, cortaba apenas el aire, Parcialmente sumer ido, yo dormitaba con mi cuerpo ondulando a la deriva, al compas de los movimientos del agua. Nada turbaba la placide de ese erepisculo esti seis compafieros también se encontraban sumidos en so to letargo. Acunado por-el levo oleaje, soié con largas playas Dlanicas contra ‘las que el sol rebotaba hiriendo mis < Supongo que después me dormi profundament €l repentino: alboroto de mi bandada me desperté: —{S {Simo! ;Tila va a tener su bebé!—. Mi amigo Didima — ron los diez meses de su embaras —jSe ha adelantado unos esté apurado por nacer! —asegiiré Didima, antes de desapare- cer de la superficie. Lo seguf velozmente, hasta que ambos al- canzamos'a nuestro grup‘ o tres metros de Tila quien, a parir eu primer bebé, EI robusto Bimbo, su pareja, buceaba de aqui para alld: tratando. de disimular la exeitacién. Sin embargo,. estaba pen- diente de los menores movimientos de la préxima mamé. 7 De pronto, Tila nos avi sa: —{Mi hijo! {Mi hijo! Maravillados por ese repetido milagro del nacimiento, vi- ‘mos asomar la cola del nuevo delfinito. Su parto se prolongs alrededor de media hora. ‘Con un repentino movimiento de tor. Si6n, Tila rompié el cordén umbilical y la eriatura estrené su vida, Alborozados, contemplamos cémo el chiquito de apenas Roventa centimetros nadaba resueltamente hacia la superficie y oxigenaba sus pulmones por primera vez, ._Entretenidos con esa tierna figura que elevaba a ocho el mimero de nuestra bandada, no, advertimos que Tila continuaba resoplando, Bimbo se asusté: —; El amuncio de la d te pasa, querida? ;Qué tienes? fue una noticia espectacular: a s ya va a naéer el otro! .—éCimo? {Qué afortunados! {Muy excepcionalmente ‘una delfina pare dos cxfas a la ver! —eelebré Neka, la. mas vieja de nuestro grupo, mientras todos los demés felicitahamos a la pareja, Durante el lapsol que sé prolongé' cl nacimiento del otro bebé, el primero eircylé sin cesar al lado de su madre, comu- nicdndose con ella mefliante apagados silbidos, 108 retozaron con todo el conjunto, lads: por su mam y por las madrinas que as junto a-cada uno de ellos, poco después de que fueron dados al luz eve delfines en nuestra bandada! —ex- Nueve! —repitieron a coro Jos dems—, ;Como las mie- del Delfin!— y un regocijo gene- ia la noche més feliz de nuestros ‘suponiamos”, porque la tragedia nos acechaba. Implacable. ‘Tila amamantabe| a sus hijitos, eelosamente cercada ) vieja Neka y por las thadrinas, mientras Didima y yo agasajé- amos al flamante papal Los tres nos habiamos alejado un buen trecho, y brinedbamos| distraidos, cuando los desesperados bidos de las hembras en demanda de auxilio, nos alertaron acer- ea de que algo gravisimo sucedia, idad cubrimos los tramos que nos. sepa- » pero no con la suficiente como para impedir que , el monstrupso gladiador marino, hubiera sembrado yavel terror con su presencia. Tila, Neka y las otras dos delfinas nadaban embravecidas, y abrian efreulos en toro al feroz enemigo que pugnaba por agredir a las indefensas orias. Sabfamos que su hambre era tremenda y que para aplacarla los devorarfa sin piedad, Sobreponiéndonos’ al impacto de aquel espectéculo espan- toso, Bimbo, Didima y yo nos sumamos a Ia lucha de inmediato, La vida de Jos pequetiitos dependia de nuestro esfuerzo con- junto. Di la vor de ataque y los siete embestimos al tiburén, con constantes y bratales cabezazos, azotindolo en el vientre y las agalles, El cobarde asesino se defendia con ferocidad, mi sus enormes fauces desde las que nos intimidaban sus afilados como navajas, Repetimos una y otra vez nuestras embestidas, arriesgamos nuestros pellejos y nos animamos muttemente con victoria. Por fin, la suerte estuvo de nuestra parte y el tiburén, mo- Hibundo, se hundié,dejando tras de si un rastro de sangre, Los delfinitos sollozaben débilmente, consolados con dul- zura por su mamé: —Ya pasé el peligro, hijos... Terminen de tomar su leche—. Las demés delfinas suspiraron aliviadas, Los miré en emotive io, antes de proyectarme como bala y con rumbo incierto, a pesar del cansancio, —jHasta luego! — les dije mientras me alejaba—. Daré un paseo! ‘secession Cariruco II | ;BARCO A LA VISTAI Tras recorrer plicidamente les subterrineas avenidas marinas, después de la vibrante aventura, tomé impulso ascendente, abri i ‘con mi salto vertical, y volvi a Henar mis Mis compafieros se encontraban sumergidos, buceando en formacién con los dos mas pequetios al frente, Podia ofr-el roce de sus aletas raspando el mar, mientras yo inhalaba profunda- mente una y otra vez... una y offa vez... La noche se desparramaba generosa sobre mi cabeza. Uni suave oleaje partia de tanto en tanto los reflejos lunares. Miré el cielo, csa inalcanzable aldea estrellera, y volvi a saltar estre- mecido de goce, a la par que Janzaba un grito dé alegria salu- dando al. verano. -.Entonees 1a vit tina nave se aproximaba hacia el sitio en el que mi bandada setozaba distrafda. Antes de sumergirme tras Jos demas delfines, aleaneé a divisar varias sfluetas humanas que hacian extrafias maniobras sobre la eubierta, “ =iUn bareo! ;Se acerea un barco! —les dije agitado, ni bien logré"integrarme.a mi grupo. Jos dos pequefiites ‘parecieron conmoverse'éon la ine Los otros scis rieron divertidos: —zAb, sf? {Qué novedad, Simo! —exclamaron similando interesarse, para agregar bur. Jones de inmediato: a —GRecién te das cuenta? {Ya eaptamos los ecos de los rui- embarcacién;-hace largo rato! avergonzado, ¢Cémo explicarles que el sonar situa do en mi cabeza era un’érgano de alta precisién como el de paz de emitir ultrasonidos en el agua las ondas sonoras producidas en forma de eco por los objetos detectados? zCémo explicarles que, aun- tan finos como los suyos, no me preocupaba ala manera de un perfecto radar, ino otros sonidos? Otros soni- tes del mar, repartidos en las con sus medusas y sus peces fundidades, sus algas micros- sus invisibles clavicordios hi- \dose y vibrando al compas y de recoger, mis tarde, ximidad de esas moles de ai dos... Los de los bosques incontables habitaciones del agua, disputindose el arco iris en las pro! cépicas y sus arrecifes de coral, Aréulicos, su corazén salino disolvién de Ia cadencia’de las olas. .. dima interprets entonces mis sentimientos e intervino compren- sivo: —A Simo le encanta la miisica.ZNo recuerianacaso la in, el arpista? —jEI citarista! —corrigié. Neka. —iEl citarista! -—refirmaron los demés, al unfsono. Sonrei complacido. Mis compaiieros s6lo bromeaban, fin- gian no entenderme. ¥ el recuerdo del poeta Aridn, cantando y tafiendo su citara antes de ser arrojado al mar por los marine- que lo habfan despojado de sus riquezas, fue un Jucero que’ardia én nuestra ciega noche boca abajo: la miisica ‘deyArién habia logrado congregar unos delfines eft torno. al ‘Bireo. Lo escuchaban cautivados... Y-uno, de'ellos. lo. habia ‘salvado de las furias del mar, y transportado sobre su lomo has- ‘ta las tostas de Ténay tavesura de centrarme en blanco de sus bromas y bringué con cllos.-Los nueve delfines bailamos entonces-una improvisada danza, hasta que el suefi6 nos vencié. 110°ocasional dormitorio. May’ Cariruto III DEL MAR A LA PISCINA —— mmmmmed + Amanecia, El viejo compafiero sol... Las ondas del mar en calma... E] viento, un ligeré susurro. . ‘Mis amigos y yo saltébamos Agilmente sobre las clas, si- guiendo la espumoss estela de la nave. Desde la borda, un grupo de marineros nos descubrié alborozado: —jDelfines! {Una han- dada de delfines! En menos de cinco minutos, el grupo erceié hasta ocupar la cubierta de proa a pops. Juguetones, imprimimos a nuestros cuerpos una velocidad superior a la de la nave, nadando sumergidos hasta alcanzar répidamente la proa. Algunos metros més adelante, reapareci- mos en fila india, y nuestras complicadas acrobacias deleitaron a los marineros. —iSon un portento de hidrodindmica! jIncreible! —grita- ban sorprendidos. —ifsta es una de las naves mas veloces.y han conseguido superarla! —glncreible? —repitié Didima, en la mitad de una dificil contorsién—. ZNo saben acaso que somos los mis veloces de todos los peces? —iLos mas ripidos de todos los animales’ marinos! —co- {6 Neka, con evidente orgullo—. jIncluso més ligeros que Jos pajaros! —agregé a coro el resto de la bandada. ‘Antes de dejarme caer como un dardo sobre los primeros isos del agua, aseguré con cierta vanidad por mis amplios come, cimientos en materia de delfines: —jSomos los mas voloccs de todos los seres vivos! Lamentablemente, los hombres no entendieron nuestro idioe ma. Las precisas informaciones que habiamos intentede tare, ules, {acron interpretadas por todos ellos como los graznidos, Jos maullidos, es gorjeos o los cacareos de otros anintales por fire fmsestras voces fueron remedadas de inmediato, suscitende Ja algazara general: Coe... Coe. : gui ~-imitaron algunos chasquean- do sus lenguas, mientras otros chiflaban tratando de reprodueir, sin éxito, nuestros agudos y afinados silbidos. Durante un rato més, continuamos brincando alegremen: Bien homenaje a esos hombres que, aunque incapecitados. pars Comprendernos, parecian disfrutar tanto como nosottos de tues tras originales corcografias.: : Mis tarde, la navo aminoré su velocidad ‘hasta’ deteneisé: tosos bocados empezaron a Hovernos desde le Coe.’ Todos nosotros, naturalmente glotones-y, ya bastante can. sados por tantas cabriolas, recibimos con muda pratitnd on acon, Tenta demostracién de afecto humano, wo : Mi buen amigo Didima ayudaba:a Neka, proveyéndola de parte de Tos alimentos que € recibia sin mayor esfuctee, el Prvectarse como una flecha con la bocaza abierta en direorién al bareo, ¥ " . Los dos pequefios, extenuados Y por lo mismo amorosa: Jagttesestenidos de tanto-en tanto por la boca de si mamd, engu Mian apresurados los trozos del ment oftecido por los marine El océano también aparentaba haberse detenido como. la embarcacién. El mediodia amenazaba rajar las aguas, desplo- Brandose con todo el rigor del verano cuando yo, fasinade por 1h amistad de los hombres, decidi acercarme & la nave, heen 26 piendo no quedaron separados mis que don de pura agua. "mo la mas hermosa de 1 En ese momento, (que més tarde yo v ala suerte 0 como ung ineros se pusieron a dh eancién de los puerto Temblé, a la par que tiempo y melodia recorrian de extre- mo a extremo los casi tres metros de longitud de mi cuerpo. jos con inusitada fuerza; mandibulas ¥, dilatando mi tinica abertura nasal, indo zambu- Uirme en el cielo, traspasado por aquellas voces kumasnas que no habia oido cantar antes. Nunca lo hubiera |hecho. Mi absoluta confianza se halls, de improviso, cautiva en una poderosa red barredera arrojade a mi alrededor desde el barco. Los hombres habian aprovecha- do mi proximidad y tomjado como una mera imprudeneia de mi arte esa total entrega a la que yo ereia su amistad, 4Cémo no equivocarme? ;Cantaban! Cantaban mientras recogian de prisa la red que me man- tenfa prisionero. Cantaban en tanto yo contenfa el aliento, ar. queando con fiereza mi cabeza y mi cola, y luchaba por librarme jida con hilo resister Cantaban en tanto yo, dejando tras de nif un rastro de por altima vez los rostros desespe- rados de mis comparieros, quienes contemplaban impotentes cdma era capturado. Cantaban axin cuando. mi lastimero gemido se corporizé en el.aire en cientos de gotitas, mientras era izado desde la nave, Cantaban, Infructuosamente traté de rasgar la red con mi aleta dorsal, @ modo de cuchilla. Cantaban, Foroé mi cuerpo en una postrera y dolotosa torsién, entor- né los ojos y me rendi, Cantaban, 27 ee desgarré en un grit: —{Simot 1! Los hombres cantaben. Ni bien Ja tripulacién, 1a ovacién celebré mi ste con mi tristeza. Las'méqui se en funcionamient. daba su travesia conmigo & ings volvieron a poner Gos momentos después, la nave Feante Carfruco IV \ TAN DIFICIL DECIR ADIOS..- —Simo, estés cautivo.-- justa privacién de m Mrecia en mi ante la certeza con mi bandada. Mando mi dolor en Ta profundidad de la piscina, deseé que mi peso se quintuplicara como PA ‘arrastrarme hacia el Fondo azulejado. Pero a medida que me ‘dojaba hundir, una voce fits quejumbrose empezd a repiqurses {mterior, con int oie ivristoncia: —Exes un delim, Sime) delfin... No see Bividarlo, sobre todo, ahora que Yas ® ‘vivir. entre 103 dices? No, Simo, no eres dues de tym dice cedib el maravilloso don de la vide ¥ ‘ii debes respetarlo hhasta que ella misma decida om ebatirtelo. Y con gratitad, Simo, porque ests vivo, zentiendes? {Alin estds vivo, VIVO) Vi¥O) yivol ‘Gon um enorme esfuerzo, concentré las excise energias que y me impulsé werticalmente. Descri- al prcllarme de panza sobre ¢} agua. Los tri el borde de la piscina observaban divertidos tis dolorosas acro- bcias quedaron empapadan Escuché sus regociiadas Frenttts: —iCémo? 3No deoian oe [ps delfines pueden salter nese del agua y volver a en on elle sin sigquieta un salpicén? Motaba con desgano, ye Sorprendi temblando ligeras brisn [oc Btlloso por haber dominate mi miedo y mi tr brisa levantaba sus finoe biombos alrededor de 2 ti ellos chocaron las altima Palabras de Went itn estés vivo, Simo! Van De pronto, los gritos de ers inter rellexiones: —iDeltines 5 estribor! |Delfines a ‘de que exan ellos, mi 8 pre No por mero azar écamos “fig, C0? las nueve estrellas de a Constelacién boreal de] Delfin, ubicada entre Pegaso y el iguila.., Los comentarios de Ja tripulacion Pronto confirmaron mis Suposiciones, jyiDelfines ia babor! iDelfines a babor! riemncndome @ ras del agua, observé les continuos des. Plazamientos de los hombres. Un delfin ente la rodat iMitea! {Un delfin « popa! ~iGon ese salto casi aleanza la borda| et idima, Hamindome. lento me trajo entonces i . Presentia algo te. fiel amigo Didima. —iAmrojen las redes! De ropente, todos los gritos se desvanecieron, conftuyendo Teng £240 100008. <1 tue me sobrecogis. Después, el si, lencio, : ‘Tras unos segundos que se me jaron interminables, uno oe dpa Cet el capitan hablé: No a V0.a aseguratlo, pero fe dice que los delfines suelex suicidars +++ Segin esa —iEl golpe fue terrible! No Recesité oir hacfa unas horas era ducido para albergar Alguien ordens entonces erementar la velocidad del bu. payee mod, me alejaron cate vex més, de los q paisajes de mi infancia, donde hele i SEGUNDO CUADERNO Carfruco I | LA SOLEDAD DEL CAUTIVERIO La travesia se extendid por unos dias més. La conciencia de que apenas me se- 18 eaparazén de metal y que, no obs- tante, toda posibilidad de regreso me estaba vedada, aumentaba mi desazén. Las aguas oceénicas, con sus distintas zonas deslindables verticalmente, habian sido reemplazadas para mi por sélo cua- tro metros por seis de aguas uniformes. Los rayos.solares pene- traban sin dificultad hasta espejear el vaefo suelo de la: pileta, tal como antes perforaban la capa superficial. del mar, de peces e invertebrados flotantes. Mi sombra se-pro} tonces solitaria, y me recordaba que yo era alli el nico hal tante. Ya no volverfa a abrir a mi paso Ja deslumbrante capa azul marina atrayesada por las radiaciones verdes y-ultravioletas del 8 y erizos, con su abundancia de pulpos, de jibias y de calamares... Yano volveria a asolar, juntamente con mi bandada, los bancos de arenques y sardinas en procura de nuestro alimento preferido.... Sélo tenfa ahora que acudir a la superficie de la pileta y recibir, pasivamente, los pececitos que me arrojaban los marineros, tras extraerlos de un dalde. Incluso los constantes peligros’del mar habian sido con- jurados, Aquella aventura de la que nuestro grupo habia sido rotagonista en ocasién del nacimiento de los delfinitos, se me antojaba un euento fantéstico: 2Cémo conciliar la calma imper. turbable de la pileta de nataciSn, con su pulida superficie « le que nadie més que yo rizaba, con el recuerdo de nuestra banda. da venciendo al tiburén? Desdibujadas iban quedando también las luchas con otros temibles ejemplares de la fauna marina (como con eiertas orcas enfurecidas. que habian diezmado nuestra otrora numerosa eo. munidad y de las que providen é amos logrado escapar), las sibites trombas, que se descolga. ban entre nubes y olas, las tormentas, reventando a su gusto, con ese modo brutal de anticipo de fin de mundo. .. Pronto la tripulacién se acostumbré a mi pres Durante Jos primeros dias de mi obligado hospedaje a bor- do, solian rodear la pileta, entretenerse con mis brincos y opinar de mis caracteri is, mis cualidades y defect de constituirme en el centro de sti aie mos tramos de la travesia, ya. inicamente se aproximaba a la piscina alguno de ellos, a intervalos regulares, portador del bal. de con mi alimento, Mi contacto con los hombres se redujo entonces a recibir d cellos mi raeién diaria. Mi soledad se acentuaba, Mi melancolia Me torturaba pensando que el resto de mi vida habria de pasarlo alli, en ese barco, puntualmente satisfecha mi haimbre pero en absoluto abandonado a mi mismo; por-completo solo, Seres extrafios los hombres... La palabra:amistad no. pi- recia estar ineluida en su diccionario....0, por lo menos, era evidente que no nos consideraban a tos delfines eapaces de sen. tirla.y de amarlos por sf mismos *, 38 7 UNA HERMOSA SORPRESA Carfroco I | BAJO LA LLUVIA DEL PUERTO La mafiana en la que arribamos al puerto de dest ‘opiosamente, Inquieto, me preguntaba cudnto tiempo hebriamos de permanecer alli euando, de pronto, una voz que no pertene- cia a ninguno de los hombres de la tripulacién, una vor extra: fiamente dulee y afinada, caracoleé en mis ofdos y me atrajo ia la superficie de la pileta. Sali disparado como una jaba- En el sire, miré hacia uno de los extremos y alli estaba alla, Ia duefa de Ta voz, una muchacha resguardada bajo un paraguas y enfundada en tn Tamativo impermeable rojo, Celebré mi aparicién con un silbidito de alegria y, de in mediato, se puso a aplaudirme mientras decia: —jOh, qué her (Qué hermoso delfin eres! con celeridad y, por unos minutos, me senti en primer lugar, me desconcertaba-esa vor, esa vor cdlida y ligeramente aguda, tan diferen de Jos marineros con las que me habia famil las los timbres tipicos de las gargantas humanas, Para ser franco, debo reconocer que no sélo me desconcer- taba esa nueva voz. Esa sugestiva voz, No. Me seducia. Volvi a emerger con el obj i rinco: el aspecto exterior de la muchacha era también muy ‘distinto del do cada uno de aquellos hombres que tripulaban la nave. Su fra- silidad contrastaba con la fornida anatomia de los marineros. 37 Su larguisimo pelo con Jas casi rasuradae cabezas masculinas que yo eonocia. Ademés, y esa actitud no encajaba dentro del tarco réferencial de mis vineulos con los hor ella habia 16 hermoso delfin eres! —dirigiéndose a mi, hablindome a mit “Eres”, apenas dos sflabas que anticipaban el cuchicheo de un tiempo venidero en el que habria de entablar con aquella « joven el tipo de relacién mas preciado por los delfines: la rela- yo y ti td y YO, yo y th, thy yo, yory ti, td y yO. ‘Acaso prematuramente confiado, ya que basaba mi mo én una sola:palabra humana, tomé impulso sobre ‘caudal y salté a escasos metros de la muchacha. Seguia bajo la Iuvia, Contemplaba mis desplazamientos con insélito interés. ‘No denoté sorpresa. Me recibié riendo: —jAh, asi me gus- Por fin has decidido acercarte! El sorprendido era yo. Ella demostraba interpretar mis sen- timientos. Rogué mentalmente para que esa joven se incorpo- tara a la tripulacién, Mi vida, que hasta momentos antes se desa- rrollaba sin sentido, comenzaba a cobrarlo en la posibilidad de su amistad. jUn motivo para vivi que debia pagar por ell ‘Una persistonte ovizna atemorizaba-al-sol que, de a ratos, se asomaba timidamente aquel mediodfa. El puerto en activi- dad desplegaba su abanico de ruidos, Los marineros iban y ve- nian, ocupados en diversos menesteres. Aburrido, yo flotaba a ras del agua euando ella retorné junto a la pileta. Esta ver, Ia acompafiaba el capitén. ~Y, sefiorita, gqué me dice de su delfin? —le pregunté, scfiilindome. Fingi desentenderme, pero mis aberturas auriculares, tan cercanas-a los ojos, amagaron confundirse con éstos en mi esfuer- zo por prestar atencién asus palabras. 4 —Decididamente un bello ejemplar. © Fs rohusto y muy gil. Creo que colmaré sus expectati- vas... —agtegd el capitin, pasedndose a lo largo de los bordos de la piscina. Y ya no me dolié tanto el precio 38 __No cabe duda. —La muchacha se sent6 sobre el trampo- lin, con ns pieras colgando—. Los delfines poreen un alto nit = ene. Hasta se les han detecado aptitudes para el se Bah... En eso no guarda mayor diferencia con mi gato © siemés —objet6 el capitin—. Siempre le digo a mi esposa _ Gq no Te falta mis que hablar. Es muy inteligente 0 con usted —continud la joven— fos nuestros. .« ~-{Cémo? & : EEL delfin emite sonidos a través de una peguefia aber- tura ubicada en Ia parte tracera de su frente, que se denoming © te radon, y que también utiliza para respirar cuando emerge del agua. : "i capitan encendis su pipa'y ime mird de reojo, plenamen > te interesado. : ~-Entonces. + la boca, gno le sirve més que pare als c mentarse? . Hi aiat en Con el aventador emite sonidos por propia YIU tad-ys aunque usted soponge que divago, le eseguro que cs cAP2 do imitar esponténeamente la, vor, humana. “jEs un superdotado! So, : ies el principe de) mar! —prosiguié ella entusiaora, du) Ya los antiguos valoraron sus enormes potencielidades © fixjeron de él tn simbolo, al esculpir su imagen en armas Y monedas. a “Me gobresalté. La muchacha demostraba conocimientos supe- ores a los que, en materia de delfines, yo me jactabs de poseer- 4Cémo era posible? cin, Entonces sucedié aquello. Inolvida- ple-La joven se arrodillé sobre el trampolin y me hablé: —Qué pena que no puedas decirme cémo te lamas. —E} rearo “del sertan se defigurd en una Sonrisa buslona. Sin importare, dla aaa ee ese quo puedes comunicarte con otros defines, al producir diferentes sonidos y una amplia gama de polsaciones 39 UlteasOniens, por To que no dudo que te habran bautiza nombre... pero... ceuél? Chm * amas? "84° ¥ dejando°caer sus “brazo ran mde * # ambos lados del cuerpo, se De pronto, me animé y lancé mis puro acento delfinés, resoplando mi lengua muado, contra el paladar, dando No me entendieron, ‘Mi intent to habia fracasado, ido: —iVaya! {Un ateque de toparlante, me io! {Te Namaré Simo! Mi nombre, imprevis >ios humanos, me conm Notable: glo habia e ido, adivinado o inventado? cmnues como aquélla y para no resul- impetuosamente Guzgrabs Ja cportunidad para manifestarse on entrabable era titud. Vio esa protuberancia que ol delfin tiene eobre la fren- tof ~pregunts la muchacha al eapitin—. Pues bien eo sriego- fle denominaba por ello “simés”, sérmino que se tucle Sse” cir por “chato” o “respi recisamente de ‘aquel voca. Ue proviene el nombre de “Simo”, con el que en latin Tams mis tarde a todo delfi Saltando sobre el tram cha repitié entonces mi polin como una criatura, le-mucha- bre, con distintas entonaciones: —iSi- imooooo! —pero ignora- or primera ver desde mi or fin a tomar posiciones sobre el puerto. te desalojada, escoltada por el capitén, y recién adumbrado, que yo no conocia st. CapiruLo ID | DELFIN VOLADOR assed! La nave permanecié anclads en aquel puerto por cuatro o cinco dias més. Durante ese lapso, Ja muchacha me visit6 regularmen- te, todos los mediodias. ‘Ansioso, yo esperaba oir el golpeteo de sus mecos a medi- da que se acercaba en direccién a Ja piscina, para salir a la superficie y entreabrir mi bocaza en esa curvatura perenne que los hombres les “parecia” una sonrisa, pero que para ini lo era (por lo menos, desde que la habia conocido). ‘Lo que me causaba una vaga sensacién de desconcierto era 46 modo tan suyo de aproximarse sigilosamente a la pileta, isiera sorprenderme; esa manera de’sentarse al des- ‘bando por momentos; ese empefio que mi sola presencia era capaz de alegrarla. ‘La eomparé con Didima, con el corazén oprimido por su ausen- 43 ~ natal —y su nombre'se partié en un fino chorro de agua sobre mi cabeza. ZY esos rongquidos que produce el delfin? ;Parece una focal Ambos rieron. —Estara enojado! Traté de mejorar mi -—susurré una y otra Renata... —-murmt Las carcajadas de los dos me convencieron de Is inutilidad de ii intento. Acongojado, comprendé que munca podria comu- con los hombres: hablaban otros guas muertas. Habian logrado desc “GY esos ronquidos? ;Parece una Soca Esos ronquidos eran tu nombre, Renata, Ja muchacha. funestos.proné lo precsas instrucciones de In piscina por tres ‘con un eintu- ‘cer otra cosa que resignarme, .quellos momentos Ja carencia de un —Ciibranle el om con ead imnselina humedecida. Su piel no debe agrietarse. Miré a Renata, implorante, Enseguida, el terror me domi- 16 fimpidiéndome Ja més minima queja. ;Usarfan mi piel para eonfeccionar cinturones 0 zapatos? Por lo que yo habia podido observar hasta entonces, tales objetos parecian sor de piel y cus- ro de-animales... Un desconoeide se acered a mi lado, De un maletin sacé algunos frascos y cajas metdlicas, —@Es imprescindible ese anti Renata @ mi nuevo verdugo. —Hay que evitar cualqui un agudo pinchazo atravesando » doctor? —pregunts feccién durante el traslado—y Debi aletargarme por efectos de ese veneno. Cuando vol en mi, me encontré instalado en un avién, El ensordecedor rug: de las turbinas anunciaba el despegue. El verdugo estaba t minando de acondicionarme dentro de un cajén rectangular muy jormente revestido con telas plésticas. jard seguro, doctor? —La voz de Renata era apen: entre tantos ruidos. A pesar de su deslealtad, of imo puede sobrevivir un dia o dos fuera. del agua y este vuelo no duraré mids de tres horas, Tampoco corre peligro de que’ con six propio’ peso presione sus pulmones y se Estos colchones lo soportarén con comodidad. Ademés, in. El agua impedira que se tun oloroso ungiiento sobre los Renata volvié entonees 2 taparme con ese género mojado, pero todos sus esfuerzos por colocarme unas almohadas bajo le cabeza, resultaron imitiles, 10, nO seas caprichi racién sobre el agu: Qué agua? —pensé—. 7Esa tenue humedad de la mu- selina? Varias regaderas se volcaron al mismo tiempo, disipando mis dudas, 48 1 [Ast mantendrés tu ori- § El agua fresca cubrié hasta la mitad del “sarcéfago”. Lloré, Grité, No cesé de nadar durante los primeros mitiutos del wuelo, casi reptando en el mis como un gusano. Aun- que sabia que era absurdo, me desentumecia, —Se queja como una criatura r. lo por la tremenda ‘esas horas en que me habfan transformado en “delfin daba_pocas sefiales de De tanto en tanto, mi y a volcar sus refrescantes Hoviznas. Trastornado, no acertaba a imagimar qué me reservaban te, el miedo me reco- eDénde estaba mi mafiana? {Tras qué sombra 0 qué luz aguardindome, se resistia a mostrarme su cara heel futuro? {De qué modo me col a”... 2¥ si pronunciaba esa palabra que toma ¢: a que la eseucha? ;Ya tan slo un recuerdo jonces? 20 mi esqueleto olvidado, filtrindose en la tierra lentamente, v veria a tener vida y angustia hecho planta, hecho pluma, gota en el pico de un péjaro? La profunda congoja me hasta que me quedé dormido. ar Carrrovo IV | NUEVO DOMICILIO iQué sorpresa! ;Qu dorado esa eventualidad. Por eso, cuando fui trasladade decks el avin hasta Ia casa de Renata, en iin camiGn especial equipado, eref estar fanteseando. Como eada vez que arhelabs algo pero sabia que no estaba a mi alednce... Me defaba llevas por mi tend fabular, con tal empefio, que pronto el mundo real y el irreal se confundian en uno, confandidndome. —2Y, Simo? ;Qué tal? —Esa era la voz de Renata. La ver. dadera vor de Renata. No sofaba. No. Tan cierto como que yo delfin: mo hallaba en un dilatado estanque, en casa de Muy culpable por haberla juzgado tan iado de ella. —Te merecerias un cas + me iero—. Renata es tu amiga, Hija, gya trajeron a Simo, no? Me asomé sobre Ia sue erficie del estanque y vi un anciano De tan blanca, el sol hacia, desapareu dir. Estaba de buen humor, con dnimo. para bromo, ~@Pero dénde se ha ocultado ese picaro 5, Renata. me reclamaba. Contuve las gedtas que de ‘omediato a su Hamado, fico desobediente. Seen gue algo estané tramando allen el fondo. (Es pera! 1¥a vuelvo! Escuché los pa de Renata alejindose rumbo a la casa. Me mantuve alerta jue Ia of regresar. shapuzén. Un sendero diagonal que se abria el estanque. Un cuerpo delgado cubierto por una malla negra. Un rostro risuefio, con los ojos semientornades. Largo pelo flotando hacia a —iNada como una deli , tratando de indagar Ia rea6n de mi permenencia en el fondo, pensé si no seria posible que Ja muchacha se adaptara a mi medio, Fantaseé complacido, Tal ver, si ella se lo propusiera... Apena: + gNo.nos contaba aicaso Neka que los delfines éramos ten ols, hombres, antes de ser metamorfoseados en animales (Claro que yo hubiera corregido aque gustaba que difundiera unos conceptos tan gurar quo ciertos piratas tirrenios, por no venerar a despreciar su divinid judicarnos un érbol genealégico tan deshonesto! ;Patrafias!) Renata emergié desalentada. —Ay, pap4, creo que Simo esté malhumorado. Lo conocerés mis tarde... 8 Nota do la traductora: No, Simo, no fantaseaste. Después de todo, se ‘esegura que la vida aparecié en el mar hice mis de mil quitentas milones de ‘fis... El mismo cuerpo de Renata encorraba como el mio un peiuetio mar particular, ya que el cuerpo humano eitd compuesto de agua y sales ininerales ‘en su mayor parte, alrededor do un-ochenta por cient, indicio importante que prueba que los horabres no hemos odtdo Uberarnos de cierta dependencia del medio marino de orien. Ex rea, somos eqs animales turnos omen los a los que, en cavoe de emergencia prococados yor tntensas hemoragias, ace pace eodseno aide ssttayendo esl completomente nec sangre ‘vor agua de mar, 50 © Me disparé violentamente, Una bala de eaiién, Renata ama- gaba retirarse. chapoteos y se volvid, sonriente, me no quieres que te deje solo, zeh? —y se bullé en el estanque nuevamente. zamiby igamos durante tn rato. El anciano nos contemplaba en- tretonido. El agua se pertia en sexpentinas a su alrededor. En m prisma miulticolor. ‘No me salpiquen! ‘Abandond el estanque. Volvié portando :polin, Silbando el estribillo de tuna melodia popular, ‘que caltara hacia el-reeipiente, To hice muchisimas veces y mis saltos fueron’ recompensados yor un eetenar de apeitosse sardinas. —jMuy bien, Si en direceién's la sardina que pendia de su ‘mario has- tavhacerla desaparecer en mi bocaza, justo en'el momento én que surcaba el aire para caer al agua. (También, para satisfacer mi curiosidad mamente de manera de elevar mi eabeza por le de la piscina: {Me extenuaba!) ‘Mi primera jomnada en su casa transcurrié sin otras nove- Renata no se alej6 de mi eampo visual y yo dediqué las s horas de luz a inspeccionar hasta el cansancio cada rin- de mi estanque. Por empezar, contaba con suficiente espa- cio como para que yo me desplazara a gusto unos-veinte metros 5t TERCER CUADERNO recostarme a su lado. {el ague del esanque era bien célida*y se hallaba en movi JRiouto y renovacién constants impulsada seguraes or bom- bas especi Me propuse merecer el af Proximidad, valorizando ose pri cedido sélo a mi, entre todos los delfi humano, de Renata y el regalo de su que me habia sido con. ines: la amistad de un ser J Nots de ls traductora: Su temperature ox {os velntinuece grados Celtis aprosimatanea, . 1 RENATA “MAESTRA”, Carirme RENATA AMIGA jeron a-aquel primer dia de estada en mi jJongado recreo. jnagotable, Renata, pas6, conmir srmrpontré su proteccisn constante: st asta Mada junto al estanque.... De haberlo, deaeado, yo jo: despertarla con wn abil ladrido.” ESR prendi répidamente, Ella no me obligaba a efectuar nit: Aprertga. Tampoco me castigas con el Tire ‘de mi comida rye fallaba en Ta ejesucidn de alguns prueba, ni recurria al 2 redoblando Ja racin, Parecia entender 8 7 ino- pedis: Gees cosa que ser. cperide ¥ ve, PTS Tograrlo, era capaz d€ Rfocaarine hasta dejarla-satifecha con mt sprendizaje, Ademésy era lo. que yo DEBIA hacer. = Fila me dediea gran parte de st Tpensaba—. Se complace cont mai pulséndola Jogrado esto, ‘55 a me la arrojaba yo la jnmediato hacia arribay ‘adelante. Una’ vez i jo Tal ws desde esos dias... Me adhert al puro soni taste rea ge Lain firs do desu eee antes al puro movimiento de es Olas. Con rae ots a gun Be tas oportin. embriagues enti ampliare mt poohian estancado, abrirse para eprisienae iaio- a ving o 2 cen pueras violets, rsadan, szuls, amarils, verdes, a tian rutas inexploradas, OSG aleanzada cir profan oie atin 70.0 de los ave epresan de I ede was at fit poraue en cas lz, on la lr de apse felices, deci. instaledo sobre uno de los extre 4 quedarme para siempre. favellos rebotes se transfor, a " iE1 baloncesto! Asombraba ] eee a PL bloene me —corroboraba su anciano papa, sutstra “base de operaciones” cualquier“nifio! * ie ride eqpaclumbrente ensueio de anenaree fiat oe ue tumor de espumas y campanas... 2A quién con, fiurlo que ella me desia een ne miisica? 2 DEMASIADAS EMOCIONES Carfrovo IL 7 py UNA SEMANA ‘Uncextrafio malestar me invadié la mafiana en la que dos jéve- jes desconocidos se introdujeron en el estanque ¢ instelaron ca- 'y Ices acudticas por todos los rincones. A pesar de que 1a inigo no habia variado en lo més mi do durante todo el tiempo que levs dl ajuste de aquellos artefactos, me sentf raro. Acaso.un vago ‘presentimiento, porque desligado de la realidad no suponia ain ‘que empezaba a circular por mi felicidad come por sobre el filo cde una aleta de tiburén. : “Mientras Simo se desplaza sumergido, emite una serie ‘sonidos con su orificio de aire... —explicS Renata a los achos, ala par que ambos. abandonaban mi residencia—. “Algunos alcanzan tan alta frecuencia..que’el ofdo humano no puede detectarlos; pero otros son perfectamente audibles y ahora podré grabarlos en cintas magnetofénicas. Uno de los jévenes hizo un gesto de soxp “una carcajada que —resentido— me apresuré:a ‘mostrarle que Renata tenia razén. Rl repetide remedo desu risa divirtid a los tres, en tanto ‘se tnarchaban en direccién a la casa, ae “ Fastidiado porque no conocia la utilidad de las luces acua- ‘tices; me entretuve: cambiéndolas de posicién:hasta. que Renata "Fetornd con el balde de mi.almuerzo, No:descubrié mi travesura:hasta Ja tarde, siguiente, en el. “instante en-que aquellas luces se encendieron de improviso-y El otro: solt6, tar para de- ella se zamballé portando una caja negra. En cuanto vio lo que yo hhabia hecho, salié del estanque trepando por un costado, mien- twas depositaba sobre el césped Jo que resulté ser una edmara filmadora. Ofuscada, me reté: —iQué has hecho, Simo? Querfa filmar tus piruetas. jJm- posible ahora! ‘Tendré que volver a acondicionar cada foco en el sitio preciso, Esa tarea le demand6 tres enartos de hora. Cuando todo ‘estuvo listo, las luces se encendieron nuevamente y ella buceé en tomno de mi, a la par que filmaba mis cabriolas. ‘Me esmeré hasta acabar fatigado. Esa semana fue una constante caja de sorpresas: el pequeiio Joaquin vino a visitarme de la mano de Renata y yo, enternecido por ese diminuto hombrecito de pelo rubio que me miraba bo- quiabierto, realicé en su honor todas las proczas que habia aprendido, —iMe gusta Simo! {Me gusta mucho! —El nifio me aplau- id, encantado. —Espérame sentadito aqui. Voy a buscar un salvavida ‘a que puedas meterte en cl estanque y jugar con el Renata se marché por unos momentos. Entusiasmado con mis saltos, Joaquin se acercaba riesgosa- mente al borde. Intui el peligro y le lancé unos gritos de alerta, ‘Lamentablemente, el chico no comprendié mis advertencias. Sus ‘ojotas de goma patinaron de repente, arrastrando su cuerpe- ito al agua. Por un segundo desaparecié de la superficie. Emergié pata- Teando desesperado. Lloraba. Su carita se contraia ‘nerviosa y Jas burbujas flufan de su boca como un racimo de uvas transparentes, ‘Nadé velozmente hacia él y traté de sosten diante deci 1Socorro! Joaquin braceaba ya con escasas fucrzas cuando se dio venta de.que le ofrecfa mi lomo. Se asié de mi torso. Me su- mergi parcialmente hasta colocaime por debajo de él y de pron- to me senti montado por la criatura. » prueba de 62 Pasado el custo, Joaquin cal guro corcel de una cal Renata corria agitada hacia el vernos: balg6 sobre mi como en el se- estanque. Se paralizé al SeiSine! 10h, Simo, ees adorable Slo después de vari : eo se dealer poss ucla mis y a xegaiadientes, el pe. —Simo te salvé Ja vida... su cabeza con una t All rato, una abunda mmbres tent - mientras frotaba de arenques extras fue Ta un modo muy singular de de- mostrar su Capitulo IIT AUSENCIA Y REENCUENTRO ‘Mi cotidiano adiestramiento se interrumpié con la partida de Renata hacia ... gHacia dénde habria viajado? ;Por cudnto tiempo? ;Por qué? Al io, su ausencia me sumié en un estado de énimo intolerable, pero con el correr de los dias fui aprendiendo a brellevar mi tristeza, Casi dirfa que fui perfeccionando esa tr teza, Hegando a amarla como a una entrafable compaiier. gCémo no amarla si era todo lo que Renata me habia dej Su pap se ocupé de usuales igienizaba y diluia puntual- mente la proporcién de sales marinas necesaria el problema del ag de sus plantas. Admito que le di bastante trabajo, negindome trariado por cualquier motivo, indiferente a sus sresado por jugar, pero, ;de qué otro modo podia de Renata y estimé como nunca su dedicacién absoluta a la com- i te tarea de educarme, de hacer de mi un otro objetivo que el de’ verme crecer con delfin modelo alegria. Privado del contacto con mi familia del mar, ella era ahora toda mi familia. 2Qué le ofrecia yo en cambio? Tomé coneiencia de mi pobreza de recursos. Nada. Yo no le ofrecia nada. Sélo la pureza de mis « algo que ‘Aquellas noches calmaba mi insomnio dando incesantes -yueltas alrededor de la parte més profunda del estanque, en un Jrenético ir y venir que asemejaba mi comportamiento al de, una fiera enjaulada, ‘Volvi a consolarme mediante mi propensién al fantaseo, miéndome en un ensuefio en el que recreaba la figura de Renata. Le hablaba hasta que un sopor simi rade en los mo: mentos previos al suefo, atenuaba jh, Renat arrastra... Esta amistad tiene hambre, en tanto que la ni je entre aspas a la luna sola: la semana Je cuelga'a los costados. bias... dujo finalmente. 64 4 estoy de vuelta! Renata introdujo sus manos en el agua del estanque, agiténdola, Me lancé en su direeciéa. Mimo- Be. coloqué mi cabeza dehajo de sus dedos y me dejé aca Enseguida, abri mi boca de par en par y ella metié su braz0, x0- tinindolo lentamente tras dejarmelo unos segundos. Ese era mi papi de Renata debfa contemplar la ros de nosotros, porque eapté sin dificultad su breve sermén, no de imps en un libro de Ni siquiera acicateado por el apetito fue capaz de cultivar el contacto conmigo. Parcce {gue te extrafiaba, Rechaz6 en varias ocasfones su comida de les Jiex de la mafiana y ubo dias en que no probé bocado de su tacién de la tarde, Su comportamiento se tornd huraiio. Te vas & i ro varias veces me impresioné al clavarme los ojos nspecciondndome con desdén, como si yo fue- Recién entonces noté eso que i huma- ime contaste hace tiempo: sus ojos nos... Es més, no sélo ti Renata. Decidido a evar a cabo , me sumergi hast fondo, Alli me ineorporé verticalmente, como si estuviera de pie, y salté fuera del agua hesta alcanzar una altura de seis metros. Fue entonces cuando Renata exirajo de su bolso la flauta, Fas- cinado con su miisies, tartas partes de a que reeula a Ja manera de un cangrejo. hacia atrés y on todas direcciones, mediante enérgicns pos Marché Capiulo Vf EL EXILIO _— ee Aauella euforia por la recuperada presencia de Renata me duré ve fas. Dias en que sentf Ja embrieguez de estar vivo tal nas épocas de mi infancia, cuando atin no con- is aletas laterales como brazos atrofiados y me abarcar con ellas el interminable mundo mo: 0s eran magos, aptos para nutri como en las I sideraba @ crefa capaz a saltar y las madréporas respo hoja un mapa vegetal me abria verdes surcor cuando tenfa la edad de no saberte, vida. como deportista bajo la I mansedumbre para con 1s de vida, y evitar que fuera atrapado por El juguete éra un aparato automético de alimentacién, con dos palancas: una roja y Ta otra azul, Luego de rove y tras algunos fallidos intentos para tratar de descubric se mecanismo, er a = palanca azul. ;Qué decepeién! ¢Conque tanta in para nada? Pronto comprendf mi error. Al apretar la otta palanca se Pequefio compa: Yun sabroso pescado se des- izaba al estanque, 8 dispo: iLa palanea r0- Ja! jLa palanca roja es la qt —y ya no volvi 4 confundirme, luable densidad, peso ‘maba fa palparla. Tenia una val ¥ dimensiones mensurables: a felicidad ce concreto Simo. Vio? Simo ya es un verdadero atleta, Su adiestramiento so. Ejecuta sus pruebas con gusto, responde todas las sefales y goza con los aplausos, ~Supe creces nuestras expectativas. .. Podemos con. lar eon él para Ja proxima temporada, puesto. Creo que en dos meses se integrard por com 0. 7éDisponemos el traslado ahora o prefiere partir después 21 almuerzo? Si usted no tiene horarios hal logaba con Renata junto idad y guardé en sus co- estuches las cémaras con las que me habia estado idad de poses. Ante su atenta presencia, me icitado por Renata a ejecutar cada una de m saltar hasta entreg. én... En fin, a repetir todas mi tras 61 documentaba fotogr ¥ @ jugar con ella das escenas, Una duda me rofa el corazén, tras haber esowe sentariamente aquelia charla: se habrian referido a mi trac Indo? 2A dénde? gPor qué? gAcaso me devolverian al mar? fac No acertaba a encontrar una sola respuesta sal De pronto, aquella mudanza desde mi estanque al mismo camién en el que haba sido transportado, tiempo atrés, hasta la inca de Renata. Ahora que recuerdo, la angustis de esos momen- tos vuelve a oprimir mi garganta como una cuerda, —{Qué pasa? {No entiendo! zQué pasa? ZA dénde me Ile- ja camilla en la que me Hevaron hacia el camién, atravesé el parque chirriando ruidosamente y trabsindose, de tan- tanto, en las lajas del caminito de salida. Singular caleidoscopio en el que se entremezclaron, vertiginosa- mente, verdes fragmentos de parque con pedazos de tejas, pare- des blancas con manchones de flores y frutas, rostros extrai observadores de mi marcha hacia el destierro.... Y confundido entre ellos, el no menos extrafio rostro de Renata, que ni faba el derecho de darme una expliescién por tan in- Y sin embargo, ella se Hamaba igual que el dia anterior. El mismo nombre-etiqueta y era otro el contenido. No era la que habia sido... Me estremeci. Acaso al dia siguiente no seria tampoco éa que alentaba alli, en la cabina del eaimién despreocu- padamente sentada entre el conductor y el caballero voluminoso. EI silencio del acoplado en el que yo viajaha, me per memorizar con fidelidad cada uno de los rasgos de su rostro, Pero... geuil era su resto? zL0 conocia yo verdade: samente? Ella habfa estrenado varios desde el dia de nuestro encuen- lor que la sabia ahora capaz de causarme, rescaté los instantes en que, wera, me habia hecho representar @ su antojo Que mo arrojara entonces a Ja oscuridad de un acoplado. 7 ngenuamente habia con donde yo la habia enconti - san” Pero una certeza acababa de ubicarla en el punto exacto a pesar suyo rellindose en porque es cient altamar, que 0 CUARTO: CUADERNO Capitulo I OTRO LUGAR, OTROS DELFINES ee fa parcialmente y aflo- rea que me sujetaba a la camilla, camplia con ciertos tra 'n, observé répidamente aquel lugar desde la ineémode en que mo hallaba: Un enorme estadio, Tribunas die pucetas ala manera de un anfiteatro, en torno a una gran pi Guitnaldas y coloridas banderites uniendo eolunes de lan . Poderosos reflectores. Llamativos carteles y altavoces Fesitunclaban: “GRAN SHOW « CARNAVAL ACUATICO | 10S DELFINES DE RENATA - PRESENTACION DE LA NUE. VA ESTRELLA: SIMO - DEBUT 20 DE...” No quise enterarme de nada més. Corré los ojos: La ver. dad era demasiade eruel; no podia soportarla sin hacer reven. Lit mi cotazén tal como tantas veces reventara con mis saline Ja superficie del agua. Rosadas arenas del medioda, Imaginarias arenas que me amortajaban, Mi afiorado mar extendiéndose 2 lo alter hace apas hacia abajo, vhacia delante, en un fantéstico resuesi gPor qué este traicin de Renata? Por qué: Js nueva estrel +2” gPor qué? “Debut. fines de Renata. Qué pueril soy... Creer que ella ‘ine mi mismo, tan desinteresadamente como yo a ella. ‘Los del- tPor qué gPOR QUE? ‘gia a mi por 75 Su risa fue un teledvo hotadando mis ofdos, qué desleal.., El dolor me e: pestad ©. Sin embarg belarme. Qué podia hacer? Qué? zQué? Pero aquella terrible decepcién no exa Ia tinica de ese dia. Aiin seria sometido a otra mas tremenda, —Listo el papeleo, Por favor, muchachos, trasladen a Simo hasta Ia pileta, Renata nos aventajé en la marcha rumbo a la piscina, A medida que nos aproximabamos, unos silbidos muy di- ferentes entre si en cuanto a duracién, amplitud, modulacion y frecuencia, fueron aumentando en intensidad hasia convenoerms de que otros delfines poblaban aquel enorme estanque. Un joven yestido con traje de hombre-rana se ocupé de librarme de los arreos. Varios mas acudieron para retirarme de Ja camilla, Durante un segundo floté en el aire: Mientras eafa al agua, Vi fugazmente a Renata, arrodillada en el borde del estanque y dando ligeros golpecitos en su pared interior, Kong Cot #8 misma entonacién, con idénticas expresiones de ter- ‘ura, con anélogos recursos sonoros a los que habia apelado Para atraer mi atencién, para ganarse mi confianza y mi afecto, iestrarme durante tanto tiempo, Renata llamaba a otros ‘ampa! {Kaolil jTatum! jLlegé Simo, su nuevo com. el corazén con Ja furia de una tem- acepté en resignado silencio, sin re- Manteniéndome sumergido a medio metro de la superficie, pude ver cémo tres dgiles delfines respondian a su llamado y S Nota de la traductora: Esa vieja teorie que asegura que los animales Rrrnce no experimentan la medida peicligica tel dolor, queda desmentide 78 ‘se disputaban sus profesionales caricias... En otras circunstan- . cias, ese reencuentro co iduos de mi especie me hubiera causado gran alegria, siquiera por el hecho de volver a oir Ja lengua delfinesa, Pero en esos momentos me sentfa tan hoh- damente defraudado que, a pesar de ser sociable, no alentaba el fienor interés por trabar relacién con ese grupo, Habia lor-a mi fam wana, tras creerme integrado a ella, El Gegatraigd era‘ nica realidad, : Los tres delfines se dispersaron por el estanque cuando Re- nata se zambullé, con el propésito de observar nuestro compor- tamienio. Seguramente deseaba comprobar si seria 0 no bienvenido’, Ka nazadora, antes de alej aletas caudales. Yo era unit Renata buceé en derredor de mi. De pronto, me acaricié la cabeza y con un gesto tipico, me indieé que la siguiera. Era evidente que deseaba propiciar mi répida integracién al grupo. Nad6 cuatro 0 cineo metros, hasta que se dio cuenia de que Yo no la seguia. Entonces, regresé velozmente a mi lado y re- pitié la operacién: Caricia-Orden-Natacién rumbo al grupo. No me movi. La miré alternativamente con el inquic el ojo dered Creo que estaba desconcertada ante mi actitud de no reanu- dar contacto con elia, Era la primera vez que yo no le obedecia. jarse en hilera, golpeando el agua con sus 7 Nota de la tradactora: Le preocupacin le Renate estabe fundementada: Er delfin vice en fama, formando paste de un grupo defiaide gue respond g CAtign jrérqutco y o una organtzacin social bien devarollads. Cade prope serrtorio del. que ss siente propieterio exclusiwo, y no intromisién de un delfin exiranioro, admite ficimente 7 De pronto, abandoné la pisei a mi lado y me oftecié una pore! instaba a seguirla, . En cinco minutos regress de arenques, en tanto me 8 merodeaban a escasos metros, atrafdos por Ja presentacién de ese memi extra. t ia varias horas que yo no probaba bocado, no dignidad habia sido herida: emo no entendié Renata que yo habia ejecutado todas las pruebas que ere ensefiara, estimulado tinicamente por amistad hacia ella? ® ® Nota de la traductora: Es ciero, Simo. Loe einculos entre ustedes dos ‘n0 encuadraban dentro del clsico sisteme de doma de un animal, “eecompenses castigo”... Yo tembién me. pregunta cémo era posible que ella ain mo lo Capitulo 1. | DESOLACION Mi hospedaje en la piscina del acuario representé problema para los otros delfines como para mi. Para Ka 1¢ habia tornado retrai imo a sus paulatinos 108 por, autoimpues- mis. —Parece que en Simo se ha producido una suerte de re- gresién... —Renata conversaba con el hombre-rana. Yo era Tz eatisa de su diaria inquietud. —No le interesa él contacto con- migo; es més, creo que esta incubando rencor hacia mi por ha- berlo trafdo a este acuario. Es probable. Los asistentes dicen que rechiza gran parte de su alimento y que se muestra inactivo. —Trataré para que sacuda su modorra.s..¢Crees que existe algtin modo de reanudar su adiestramiento en buenos términos? Rehuse.de manera tajante cualquiera de mis intentos de acercamiento, : —También clude la proximidad de los otros ‘délfines. . . ‘Tendras que armarte de paciencia, Renata. Los primeros dias de mi forzado trasplante al acuario, afioré como nunca mi universo marino de miiltiples apariencias. Invoqué con fuerza la asistencia de Poseidén, el soberano de aquellos vastos dominios del mar, tan poderoso como el elemento 79 natural que Tideraba; capaz de provocar Ia inundacién do las tierras con un solo golpe de su tridente sobre la superficie de Jas aguas. —Oh, Poseidén, nii sefior. Te habla tno de tus sibditos; ti otorgas la gracia de considerar sagtado des. sus antepasados rapté y condujo a tu presencia de la que te habias enamorado apasionada- mente y que luego convertiste en tu esposa... _—Ayiidame. Dame valor para superar mi melancolia... ~ Me preguntaba qué seria de mi, desoido en aquel silencio, {Cémo hubiera necesitado entonces poder consultar al me. nos al viejo Proteo, el legendario pastor de focas, que posefa el don de la profecia! ser consolado por alguna nereida, levine dola a cabalgar sobre mi lomo para que el sol secara sus langos cabellos verdes... Tatum, Pampa y Kaoli se organizaron por turnos para’ vie gilarme, o tal vez asi lo conjeturé dado mi estado de anitio tan negativo que me induefa a estar a la defensiva, Lo cierto es que 80 sorprendia a Kaoli escudrifiéndome desde la superficie, duramte los ratos que yo pasaba semisumergido. Pampa empezaba a rondarme en cuanto caia el ido en su tenaz pesquisa por los reflectores empotrados que iluminaban el estanque, Ta. tum, por su parte, parecia ser el encargado de 1. los que deseribia durante sus desplazamientos so iban estrechando cada vez més, de manera tal que se me eproximaba Paulatinamente, Podia percibir el ritmieo sonido de su respira. in euando elevaba su cabeza al aire y descomprimia el aven. tadero, Por fin, esa total inactividad que me habfa impuesto me Produjo un malestar intolerable, Mis compaiietos capitalizaron esa sensacién y, sin darnie cuenta, me encontré un amanecer charlando con ellos: KAOLI: —zEstis enfermo, Simo? —2Te sucede algo? TATUM: —No le hagan preguntas ridiculas, Es obvio que algo le pasa y creo adivinar qué. No te resignas a vivir en cauti. verio, iverdad? YO: —No... No es eso... PAMPA: —Sin embargo, tendrias que sentirte orgulloso; yas a reemplazar nada menos que.a Zeta, el mas sensacional acrébata que haya pasado por este acuario, YO: —Reemplazarlo? Por qué? gDénde esté &l ahora? TATUM: —Ya no esti... una desgraciada enfermedad... YO: —De modo que. ta KAOLI: —Si: PAMPA: —Presumimos que tendrés que ser un excelente atleta para que Renata te haya traido aqui siendo tan jovencito. . . ‘TATUM: —No creas que es sencillo sustituir un delfin tan admirable como lo era Zeta... De ti depende el éxito del espec- téculo de la feria, zsabes? YO: —{Cémo? gDe mi? KAOLI:—Claro, Cuando faltaban pocos dias para el debut, nuestro equipo quedé incompleto, Se suspendié el espectécul PAMPA: —Tendris que ponerte al tanto de nuestros ejerci- cios en conjunto y sumarte al grupo. YO: —No sé si podré... TATUM: —Conffate de una vez. Te aliviard decimos qué te sucede, YO: —Renata... Es por ella... KAOLI: —gNo te trata bien acaso? PAMPA: —gTe mezquina el alimento? YO: —Al contrario... pero. TATUM: —Ya sé, compafieros. gCémo no lo advertimos antes? Simo esti experimentando lo mismo que nosotros cuando Tegamos aqui KAOLI: —Hace tanto tiempo... PAMPA: —Tanto ya... TATUM: —Te comprendo perfectamente, Simo. Somos al- unos afios mayores que ti. Recién empiezas a recorrer el duro aprendizaje-del amor humano.... ‘TATUM: —El espfritu de los hombres es di tro, Simo, Sin embargo, podemos construir un puente de entendi- miento con ellos... YO: —Un puente demasiado frégil. .. PAMPA: —-O muy comsistente; depende de nuestra eapeci- dad d "UM: —No dehes ser intolerante, Simo, ni pretender que Renata sea igual que ti. : YO: —Claro. .."yo soy un delfin.’.. KAOLI: —jMuy distinto del hombre! Los delfines no poite- mos escribir nuestro nombre, por ejemplo. . . PAMPA: —No tenemos televisién... KAOLI: —No encendemos fuego. PAMPA: —No comerciamos. TATUM: —[Ni fabricamos bombas nucleares! Somos dife- rentes. Pero ni mejores ni peores que los hombres: sélo diferen- tes, Simo. La vou de Renata, entremezcl interrumpié nuestro con Ja del hombre-rana, jloquio, sobresaltandonos. 10 esta charlando con Ios otros! :Cémo sabes que es una conversacién? que estnvimos prestandoles atencién, no han superpuesto sus silbidos. ;No'lo notaste? Se comunica: ron alternativamente, uno después de otro, como si se tratara de preguntas y respuestas, nes? {Qué noticia! ;Y silbado! ? Es muy probable que el delfinés sea una —iQué fabulista, Renata! {Por qué no me traduces lo que han dicho, pequeiia, Esopo? —Barlate nomé: nicarnos con ellos mé —No nos conviene. nadas de trabajo no remunerado. {Te imaginas un sindicato de delfines decretando huelgas en los acuarios y exigiendo reivindi- caciones sociales? Ambos festejaron Ia ocurrencia, Tatum roz5 suavemente mi eabera con sus aletas natatorias, Los otros dos nos invitaron a dar un paseo por el estanque. Antes de lanzamos a nadar juntos, envolvi a Tatum con una edlida mirada de gratitud, legard el dia en que podamos comu- te el lenguaje, Carfroro LA FUERZA DEL AFECTO —_— —gPor qué, Simo? Por qué? Anoche maha sobre el acuario con eu plato ami maba al estangue con sus dudas. - La_luna se ago- . Renata se aso- as Kaoli, Pampa y Tatum off- ia y Renata hacia las veces de solicita enfermera, con Ja asistencia al doctor en su tarca. és —iNo'le decia yo? Su mal no es fisico, muy triste. De seguir asf va a empeorar #+-No quiero hacerle més dafio. =-Goineido con usted, sefiorita. Es evidente que no se adap- ta al acuario. Lamentablemente, no encuentro tna solucién, a mé- nos que. . a —A menos que lo devuelva al mar, gverdad? El ini medio... % Sosiego. Extravagancia. Aluci . Cualquiera de estos sustantives podria ser los hombres para justificar mi comportamiento tras haber esca- ‘hado la decisién de Renata, porque la perspectiva de la libertad que me ofrecfa no fue mas fuerte que mi sentimiento hacia ella. jEl mart Yo en el mar nuevamente! Un delfin errante, a solas con mj hereneia ‘de abismos azules y antiguas olas, A solas ccon mi memoria del pais de los hombres. Un extranjero. No fue la razén la que se alzé en mi interior. Animal aco- rralado frente a su verdad: la dulzura de Renata me estallaba en el pecho, destinada a mi desde el principio de todas las fabu- las, Mi coraz6n despierto. Nada més que entender. Era poco? jBra todo! fa elegir. Ya. “Y decidi quedarme en su territorio, para verla erguirse en claire de cada dia, con la incuestionable autoridad de su termura. Lnego circulé velozmente por todo el perimetro de I 0 te, tras aventajarme en Ia ca- rrera por la posesién de la pelota que Renata acabahe de urrojar al estanque y que yo le dispuiaba divertido, Muy definidas tus nociones sobre Ia.propiedad privada, geh, Kaoli? —coment6 Tatum jocosamente—. Te vas 4 abuirrir jugando solo... La muchacha lanz6 entonces otra pelota. Pampa, Tatum y yo nos disparamos en su direccién, cada uno intentando conver- tise en duefio de ella por un rato, Sin embargo, al Iegar junto a la esfera de colores, nos detuvimos de golpe: Renata nos habia gastado una broma. La pelota se hallaba sujeta con un hilo elistico. Apenas tocd el agua cuando’ volvié a ser izada, sorpren- diéndonos a los tres con tan inesperado’ rebote. Mis tarde, practicamos baloncesto, desfilamos en ‘correcta formacién, alternando con ritinicos brineos y ensayamos una nueva danza. ‘Yo entretuve a mi grupo: ejecutaba al revés algunas Srde- nes de Renata. 4. ! gConqué travesuras, Simo? La pereza de tantos dias sirvi6 de estimulo para tu humor, {no es cierto? Como si nada hubiera sucedido, la joven reanud6 mi adies- tramiento con naturalidad. A mis compafieros no les: parecié Jo mismo: PAMPA: —jAh, qué injust cantidad de arenques. KAOLI: —Renata Jo seleccioné para las pruebas de ma- yor lucimiento, TATUM: —Lo mima més que a nosotros tres juntos. Afortunadamente, s6lo bromeaban.. Ademis, ellos también me trataron con cierta consideracién especial durante las. pri- A Simo le aumentaron Ja Cuando Hegé el momento del “sutoservicio” ‘en inuestras comidas, me facilitaron él aprendizaje del uso de la méquina de » indicndome las diferencias que ese aiparat on aquel otro que yo habia utilizado en la casa de’ Rena —Sogiin lo que me cuentas, éste'es més grande'y més coin- plicado —me dijo Kaoli—. Pero no te aflijas, te ensefiaré su Suncionamient Bah... —agregé Tatum—. Hay més palancas; pero con s6lo mirar los colores y apretar Iuego.la verde... .;PLAC! ten- Anis un pescado a tu disposicién. —aLa verde? —me aseguré antes de operar. Entretanto,: (PLAC! + LAC!, Pampa presionaba reiteradamente, intentando aprovisionarse de una docena de Je a uno por vez! —le gritamos a coro. Y PLAC! ;PLAC! ;PLAC! ;PLAC! nos dedicamos a pala- dear nuestro. exquisito almuerzo.... Por unos quince dias 0. quizés durante un mes.(no puedo precisarlo con exacti Alrededor de la piscina, una cuadrilla de obreros especia- lizados trabajaba afanosamente a fin de preparar el acuario para el debut de nuestro grupo. Las tribunas fueron recubiertas con pinturas atractivas; se repusieron las guirnaldas y banderi- tas deterioradas; hubo reemplaz de los reflectores. Por iiltimo, la inspeccién final de cada uno de los elementos que deberiamos usar durant y la prucha del equipo sonoro; el ensayo gen jada atencién de todo el personal del acuari debut. + y la tarde del Varias horas. previas a la iniciacién del especticulo, una verdadera marea humana abarroté las boleterias del acuario con posito de conseguir las. mejores ubicaciones en la tribuna. contaba Renata, excitada por aquello que preveia un gran suceso de temporada. - Pampa, Tatum y Kaoli, contagiados por su excitacién,se deslizaban de aqui para alld por el estanque, tan nerviosos como sgenuinos actores antes de un estreno teatral. Sélo yo parecia conservar Ja calma. Una extrafia calma. La novedad de repreentar mi papel de delfin acrébata ante un piblico que ya presentfa muy numeroso, me aplacaba el entu- siasmo; Un estridente toque de clarines, difundido mediante alto- antes por todo el estadio, anuncié el comienzo del espec- ticulo, La aparicién de Renata, ruidosamente. festejada. Ensegui- da, un prolongado aplauso salud6 nuestra preser tras desfilabamos en hilera al compas de una marcha De tanto en tanto, la melodia era matizada con el voceo de Jos yendedores ambulantes que recorrian las tribunas ofreciendo helados, gaseosas, Haveritos y gorras reproduciendo la imagen do un delfin y hasta pequefios mufiecos de felpa y flotadores de delfines de Renata los idad para jugar al basquet! —Este maravilloso show continiia con un mimero que, no dudamos, ha de’perdurar en ‘vuestra_memoria: {EI vals de las olas! —iDamas y caballeros! jLos delfines equilibristas! compafieros se habian entregado al frenesi de la actuacién y gozaban tanto como el pablico, desentendidos de mis sensacio- broche de.oro de esta vel rrtilante de nuestros delfines, ha de deleitarlos con su iniguala- ble talento, danzando para ustedes como solista con el acompafia- miento de flauta’de Por unos segundos me mantuve en el fondo. —No saldré, No, No voy a salir —me dije, entre mareado y eonfundido. El sonido de su flauta auténticamente mfo. No era posible que tam eluido el precio de la entrada, que Renata me Jo como un mimero més dentro del programa... . —No, no voy a salir. Me niego. La misica se entremezclé con clamando Un coro de voces atronaba en el acuario: — Simo! imo! No acudi a su Hamado. Tampoco me atrajo el insistente do-re-mi-fa-solla-si si-la-sol-fami-re-do de Renata, sefial con la que acostumbraba a interrumpir mi danza y ofrecerme un pes- cadito como regalo. La silbatina se acentud. De pronto, tomé conciencia de lo que estaba provocando ‘con mi actitud. Una dolorosa furia se desaté en mi como una tempestad. Pensé en Renata, allé arriba, tanto.como en mi seguro re- tomo al max si persistia mi rebelién. La agonia de semanas atrés volvi6 a perfilarse. Algo den- tro de mf se partié en dos, como si un rayo rajara de repente un fruto vivo. " Sin ella, Jas aguas marinas me devorarian los ojos. Ya cie- g0, la Hevarfa como un fantasma, asida a mi corazéin, ‘Apreté los pérpados. Sin ella, no habria sino el dia acompafiando a la noche y la noche sucediendo al dia y el dia presagiando la: noche y la silbatina ‘del pablico, re- impulso ascendente. Sin ella, monétono derrumbe de olas’y el silencio desplo- mindose en mis suefios. Hendi el espacio con mi salto vertical. Casi un pajaro unido al aire, como una sombra al cuerpo que la proyecta. 10! jSimo! —aullé el piblico, —murmaré Renata, antes de retomar su melodia, pirar lenta, hondamente, Y dancé, dancé, dancé; dancé olvidado de la gente; da por una energia sobrenatural. Dancé con Daneé sélo para ella, mientras que de sus rises, sus miradas caian al agua prolongéndose en tas hasta casi tocarme, Una cerrada ovacién puso punto final al especticulo, que desde esa tarde se reiteré diariamente hasta cubrir la temporada. Un éxito.sin precedentes. Pero el rostro alegre de Renata tras cada funcién, era mi mis codiciado premio. A MAS DE DOS AROS Caneente Ty: exe DISTANCIA DEL MAR EEE Dos afios pasaron ya desde aquel debut en ‘el acuario. Desde: ento: ieche integrado -perfectamente al grupo «que componen Tatum, Kaoli y Pampa y los cuatro nos consola~ ‘mos mutuamente, disipando Ia nostalgia que a veces nos fustiga ‘el corazin cuando recordamos nuestras respectivas bandadas marinas. Kaoli formé pareja, Su espose est siendo adiestrada regu- Jarmente y creemos que se sumari al equipo aerébata siempre ‘que no anuncie la novedad que esperamos de un momento a otro: el encargo de un delfinito... . Recorremos distintos paises de feria en feria y yo salto, juego al baloncesto, realizo cada una de las pruebas y bailo, s6lo por seguir viendo feliz a Renata. Hoy concluyo estas charlas conmigo mismo. Sé que han sido grabadas en cintas magnetofénicas a través de’ los ‘mieréfo- ‘nos especiales, instalados en cada uno de Jos estanques que ocu- Renata se muestra muy interesada en escuchar y clasificar los sonidos que emitimos y muchas veces nos sorpretide reproduciendo nuestras voces desde sti grabador, mientras ante las reacciones que manifestamos al oirnos. Lamentablemente, estoy seguro de que slo’ le parecerén ‘ruidos sin senti «No se enteraré hasta qué’ punto, cudn des- interesadamente la quiero... (¥ no lo sabré nunca, nunc En fin; tengo nombre, piel, a 5 y sobresaltos, °® Nota'de la traductora: Ahora tu diario ewé traducido a una lengua hu- ‘mana, Simo, dPor qué no ereer que Hlegard a las manos de Renata? 93 Por eso, elijo Ja claridad de las azoteas del tiempo, donde ie cale ha fatigas, en sus palacios y esc demonio como todos. Encuentro una 48 Nets dole advo: ts cule 6b trader (Cond) rite es de tage UAT® % Ware. Fela 94

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