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HISTORIA ALTA EDAD MODERNA UNIVERSAL Parte I
HISTORIA ALTA EDAD MODERNA UNIVERSAL Parte I
1) LAS MOTIVACIONES.
2) CONOCIMIENTOS GEOGRÁFICOS Y TÉCNICAS DE NAVEGACIÓN.
3) LAS PRIMERAS EXPEDICIONES PORTUGUESAS.
4) CASTILLA, COLÓN Y EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA.
5) VASCO DE GAMA Y LA LLEGADA A LA INDIA.
6) CONSECUENCIAS MATERIALES Y CULTURALES DE LOS
DESCUBRIMIENTOS.
Mapa XXXIII - Signos: 1) Imperio turco; 2) Contornos del mapa de Behaim de 1492; 3)
Rutas continentales del comercio oriental; 4) Id. Marítima.
En las últimas décadas del siglo XV y primeras del siglo XVI se realizó el más formidable
esfuerzo para la ampliación del ecumene. Causas de orden material y moral contribuyeron a
determinar esta tendencia, que iba a llevar a España a la completa realización de su destino
histórico.
Algunas de estas causas son de origen general. En primer término, los incentivos.
B) Al lado del incentivo económico, el religioso; el deseo de alcanzar la fabulosa tierra del Preste
Juan, de encontrar el Paraíso Terrenal y de convertir a los salvajes al Cristianismo, como
reflejo del espíritu de cruzada y de catolicidad del Medioevo.
Mapa XXXIV
En el mapa se dibujan los viajes de descubrimiento de Cristóbal Colón, verificados de acuerdo con los siguientes
itinerarios:
PRIMER VIAJE (1492-1493): Palos de Moguer, Canarias, travesía del Atlántico, Guanahaní o San
Salvador (descubrimiento de América), Cuba, Haití (Santo Domingo), Azores, Lisboa, Palos.
SEGUNDO VIAJE (1494-1495): Cádiz, Madera, Canarias, Guadalupe, Marigalante, Haití, Jamaica,
Cuba.
TERCER VIAJE (1498-1499): Sanlúcar, Canarias, Bocas del Orinoco, Trinidad, Costa de París, Haití.
CUARTO VIAJE (1502-1503): Canarias, Haití, costa de América Central (de Guatemala al Golfo de
Urabá), Jamaica, Haití.
Estos itinerarios revelan la disconformidad del rumbo seguido en el primero y tercer viajes colombino respecto al
natural (llamado rumbo de loa alisios), que se utilizó en el segundo y cuarto. Este hecho responde, en el primer
caso, al plan de Colón de cruzar el Atlántico desde Canarias, siempre al Oeste, hasta las que él llamaba "Islas de
los mares oceánicas", en el segundo caso, se debe a la creencia de que, hacia el Sur, hallaría la buscada India, cuyas
características geográficas y culturales no concordaban con las de las tierras que hasta entonces había descubierto.
Fijemos también otro hecho: Colón no quiso reconocer que había llegado a un continente nuevo, desconocido de la
Geografía antigua. En su cuarto viaje se empeñó en situar en el litoral de América central los accidentes que sus
lecturas le indicaban en Malasia e Insulindia.
1) LAS MOTIVACIONES.
La expansión europea –sobre todo atlántica– es uno de los fenómenos más reseñables de la Baja
Edad Media pues es en ella en la que se sientan las bases del que iba a ser uno de los fenómenos
de mayor desarrollo de la Europa Moderna. Simplemente estableceremos algunas razones que
hicieron posible que este fenómeno empezara a desarrollarse precisamente en este momento:
• El afán por conocer la raíz de las cosas –típicamente humanista– está detrás del interés
por investigar sobre el arte de la navegación (Infante Enrique el Navegante, de
Portugal, con su Escuela de Navegación en Sagres) y por encontrar rutas nuevas que
llevaran a los confines del mundo o, al menos, al mundo menos conocido.
• Las circunstancias políticas del Lejano Oriente (Pax mongolica) estimularon en gran
medida los deseos de Europa por un mejor conocimiento de las rutas y posibilidades que
ésta ofrecía para el descubrimiento de nuevas rutas y posibilidades comerciales, al que
incitaba también la fascinación por los productos venidos del comercio asiático.
• El desarrollo tecnológico, que había generado algunas importantes novedades en
cuestiones referentes a la navegación marítima y que, además, aportaría cada vez mayor
cantidad de conocimientos sobre los interiores africanos y sobre el litoral atlántico,
obra de algunos marineros que con medios inadecuados –las galeras, p. ej.– se habían
adentrado en África.
• La propia situación estratégica y el efervescente desarrollo de los puertos atlánticos
de Castilla y de Portugal, que explican el denominado “privilegio ibérico” en la
denominada expansión europea.
• El desarrollo de los nuevos sentimientos nacionales o pre-nacionales, a veces
empujado por notables crisis dinásticas, hacía que las aventuras por los confines del
mundo fueran ocasiones para legitimar nuevos Estados o para fortalecer débiles
monarquías.
• La propia estructura social bajomedieval en la que las burguesías financieras
buscaban siempre nuevas posibilidades para el enriquecimiento y la gestión
económica.
No es casualidad que los pueblos ibéricos hayan realizado estos grandes descubrimientos, pues
estaban en el momento preparados para llevarlos a cabo. España y Portugal, a finales del XV,
rivalizan en la búsqueda de la ruta de la India, que seria la causa eficiente del
descubrimiento del Nuevo Mundo. Las motivaciones que actúan en un pequeño número de
personas (algunos príncipes con visión futura o idealista, negociantes y armadores, marineros y
aventureros) son varias:
Desde el s. XIII se venía gestando el salto gigantesco de los europeos, a medida que
progresaban la cartografía y el arte de navegar pero también obedeciendo a motivaciones
económicas (el oro de Sudán y los esclavos negros) y a la mutación geográfica
(desplazamiento del centro de gravedad del Mediterráneo al Atlántico). Entre finales del s. XIII y
principios del XIV, marinos genoveses y catalanes se aventuraron por las costas occidentales
de África. Los Vivaldi, Lanzarote Malocello, o Jaume Ferrer son, entre otros, nombres
significativos de las hazañas náuticas. Pero aún faltaban muchos elementos para llevar a buen fin
estas empresas:
Para explicar el empuje que a partir del S. XV tomaron los descubrimientos marítimos suele
aducirse el gran perfeccionamiento de los instrumentos náuticos, pero ni estos avances
técnicos eran tan grandes ni fueron tan determinantes. El conocimiento de la brújula era
muy antiguo (generalizado ya en el s. XIII en el Mediterráneo), la cartografía hizo grandes
progresos en la baja Edad Media, pero es evidente que no podía preceder sino seguir a los
descubrimientos. Las galeras eran demasiados bajas en aguas del Atlántico, mostrando sus
inconvenientes frente al oleaje , aunque se proveyera de velámenes. La innovación principal del
S. .XV resulto de una fusión del tipo de navío atlántico, de un solo mástil provisto de vela
cuadrada y el mediterráneo, que podía tener hasta tres palos con velas latinas, o sea,
triangulares.
La empresa africana fue protagonizada en exclusiva por los portugueses desde que, en
1415, conquistaron Ceuta e iniciaron una actividad bélica y diplomática tendente a dominar el
comercio marroquí de trigo, oro, esclavos y otros productos tradicionales en la oferta
magrebí de la época almohade. La presencia portuguesa en El Magreb se comprende mejor a
partir de:
Su promotor entre 1415 y 1460 fue el infante Enrique el Navegante, aunque nunca pasara de
contemplar el Atlántico más allá de su residencia de Sagres en el Algarve lusitano.
Aunque muy pronto los italianos sobre todo los genoveses, se habían interesados por las rutas
atlánticas, los países ibéricos estaban en mejor situación para ponerse el frente de las
exploraciones. Había una ventaja inicial importante: mientras el Mediterráneo era un mar
compartido, en el que luchaban duramente dos civilizaciones, el Atlántico era solo cristiano y,
por ello, más seguro. Las empresas africanas de Portugal vendrían exigidas por la carencia de
oro que afectaba a los negocios de los mercaderes y determinaba devaluaciones
monetarias que desvalorizaban las rentas fijas sobre la tierra, única fuente económica de
la nobleza. A su vez, insuficiencia monetaria, aumento demográfico con la consiguiente
necesidad de cultivar mas terrenos para lo que hacia falta mano de obra esclava (tan
abundante en África) y sin olvidar que en el horizonte mas remoto estaba la India, el presumible
paraíso especiero
• Primera etapa. De 1415 a 1437. El fin esencia era rodear el m Marruecos infiel para
rodearlo. El punto de partida de las empresas africanas de la corona lusitana es dirigido
desde Lagos. Comienza con la conquista de Ceuta (incrementando las tierras para uso
agrario y permitirles acceso a los mercados del norte de África donde llegaba el oro de
Sudan) en 1415, en 1420 se instalan en Madeira y en 1427 redescubren las islas Azores.
Desde la toma de Ceuta hasta la toma de Cabo Bojador en 1434 el objetivo principal
consistió en cercar a los musulmanes de El Magreb occidental desde el océano
mediante el dominio de las islas y su zona sur lo que lleva a explorar la costa continental.
En 1434 se produce el descubrimiento del procedimiento de regreso o “volta” desde el
sur del Bojador hasta las Azores y Portugal aprovechando el régimen de los vientos
alisios, abriéndose la posibilidad de continuar la exploración descendiendo por la costa. El
mismo Gil Eanes, el primero en emplear la “volta”, y otros navegantes realizaron
expediciones en los 10 años siguientes hasta alcanzar la desembocadura del Senegal y
Cabo Verde iniciando el uso de carabelas y logrando rentabilidad gracias al comercio
de oro y esclavos sobre cuyo producto tenía el infante el “quinto real” desde 1443.
• Segunda etapa: De 1437 a 1444 se fue precisando el proyecto africano. Se trataba de
llegar al País del Oro. Llegan hasta Río del Oro en 1441 y hasta Cabo Verde en 1444 y
se instalan al sur de Cabo Blanco. Este enclave estratégico permitirá a los portugueses
entrar en contacto con los circuitos caravaneros que distribuyen oro, esclavos, sal y
otras mercaderías.
• Tercera etapa. De 1445 a 1475. Las cosas ya no van tan de prisa. El cambio hacia el
Este de la costa africana, después de la exploración de Sierra Leona (1460),
presenta nuevos problemas, y la muerte del príncipe Enrique paraliza las empresas.
Pero los portugueses llegan a Costa de Oro en 1470, al Delta del Níger en 1471, y al
Gabón, más allá del Ecuador, en 1475. Se precisan los relieves de la costa y se establecen
las dimensiones del continente. Por lo demás, se desarrolla el aspecto económico; tráfico
de pimienta, del oro de Sudán, de marfil, de negros…. La oficina de San Jorge de la
Mina, fundada en 1482, es el centro de este comercio.
• Cuarta Etapa. Después de 1480. El proyecto indio alcanza prioridad. El fin es, ahora,
encontrar la ruta del Este. Diego Cao alcanza y sobrepasa la desembocadura del Congo y
costea Angola. En 1486 se alcanza el trópico meridional. La expedición destinada a
encontrar el paso hacia oriente saldría de Lisboa al mando de Bartolomé Díaz (julio de
1487). Lleva a cabo una innovación, alejándose de las costas mas allá de Guinea (signo de
los grandes progresos en el arte de la navegación y de la fiabilidad del material), pasa a lo
largo del cabo y toca en febrero de 1488 las costas de Natal.
Una cuestión que se discute mucho es la tesis si Colón buscaba solo un nuevo camino o
buscaba nuevas tierras. No son finalidades incompatibles; ahora bien, las palabras y los actos
de Colon indican que su idea básica era hallar un nuevo camino a las indias orientales, a
los países del oro, marfil y las especias. A esta idea básica del provecho material se sumaba
otra idea religiosa, incluso mística: extender la fe cristiana, hacer la Cristiandad rica y fuerte,
capaz de derrotar al Islam y recuperar los santos lugares.
Ir a China y Japón, a los países que describió Marco Polo, navegando hacia el oeste, era una
idea que ya se les había ocurrido a otros, y que se basaba en un cálculo erróneo de las
dimensiones terrestres. Desde Tolomeo se habían hecho cálculos que variaban entre los 30.000
y los 43.000 Km. para la circunferencia ecuatorial (la cifra verdadera es de 40.000), Colon eligió la
más corta.
Las fuentes en las que bebía Colón, al menos desde 1477, cuando llegó a su poder el mapa de las
costas orientales de Asia provenían de la geografía clásica: Aristóteles, Estrabón, Séneca,
Plinio, Ptolomeo, entre otros. El error estaría en la distancia que separaba las costas europeas de
las de Asia, calculadas en tan sólo 3.000 millas Toscanelli, reducidas a 2.400 por Colón, cuando
en realidad eran 10.600 millas. La errada proximidad y la presunta rentabilidad de la empresa
de alcanzar Asia y la Especiería, compitiendo con genoveses, venecianos y portugueses,
sustentaban el plan de Colón.
Sin embargo, en la corte del rey Juan II de Portugal había entendidos cosmógrafos que
declararon el proyecto de Colon basado en cálculos erróneos de las dimensiones terrestres.
Despechado y sin arraigo en Portugal desde la muerte de su mujer llego a España; primero trato
de conseguir los favores de los grandes señores andaluces; uno de ellos, el duque de
Medinaceli, estaba dispuesto a realizar la empresa por su cuenta, pero la reina Isabel recabo
para la Corona su realización. Varios obstáculos demoraron su realización: uno fue la guerra de
Granada y otro las pretensiones exorbitantes de Colon; pretendía el cargo de almirante del
Océano, gobernador y virrey de todos los países que descubriera y el diezmo de todas sus rentas
para si y sus descendientes ya que de mantenerse estas exigencias, América no habría sido de
España sino de la familia Colón.
Colon reconoció el Mar Caribe, descubrió las Grandes y varias de las Pequeñas Antillas, la
costa de América del sur entre la desembocadura del Orinoco y el istmo de Panamá y
buena parte del litoral de América Central. En 1506 murió con la amargura de que sus
servicios no fueran debidamente recompensados.
Si el primer viaje de Colón trajo como única cosecha esperanzadas informaciones de las
riquezas que atesoraban aquellas Indias, el segundo, trasladó al Nuevo Mundo 1.200 hombres en
17 navíos, que salieron de Cádiz el 25 de septiembre de 1493. Pero la riqueza se mostraba
esquiva, el hambre y las tensiones agravaron las disensiones entre los españoles reprimidas con
mano dura por Colón. Las medidas de fuerza, los repartimientos de indios, la esclavitud
devengaron en un sonado fracaso de Colón, que con la salud quebrantada regresó a España
sin poder ejecutar su proyecto de seguir hacia el Oeste. Entretanto la situación insostenible en
las dos coronas ibéricas tras la invalidación del Tratado de las Alcaçovas hizo que fuera
sustituido por el Tratado de Tordesillas, el 7 de junio de 1494. Además de establecer el reparto
del Magreb occidental entre Castilla y Portugal, se fijó la línea divisoria del océano
Atlántico en el meridiano señalado a 370 leguas al oeste de Cabo Verde, quedando el
hemisferio occidental para Castilla y el oriental para Portugal. Castilla podía ejercer derecho de
paso por aguas de dominio lusitano hasta alcanzar las suyas propias, aunque
comprometiéndose a no efectuar exploración alguna.
La gran aventura lusitana del siglo XVI siguió siendo la asiática donde no tuvieron ninguna
dificultad en asumir el control del océano Índico, tanto desde el punto de vista náutico como
comercial, los intereses lusitanos y los de los comerciantes árabes entraron en abierto conflicto.
Se debe tener en cuenta las dimensiones geográfica de Portugal, en torno a 1500 eran menos
de un millón y medio, y lo mares que surcaban que se encontraban con adversarios más
aguerridos que los encontrados por los españoles. El tiempo que se tardaba entre Goa y Lisboa
equivalía al que se tardaba entre Lima y Sevilla, a fines del siglo XVI con el sistema en su máxima
perfección, se tardaba en el trayecto dieciocho meses para un viaje de ida y vuelta. Uno de ida y
vuelta de Goa a Japón duraba tres años.
La creación del Estado de la India, con capitalidad en Goa (1503) indicaba el deseo de no
limitar la acción portuguesa al campo comercial; se extendería también al dominio político,
aunque solo en la medida necesaria para asegurar las rutas comerciales. De esta manera se
formó un Estado colonial portugués basado en el agua más que en la tierra. Era una red de
puntos de apoyo para sostener una ruta marítima. En ningún momento se intento la
conquista de vastas extensiones. Fue una empresa donde la grandeza y la fragilidad iban
juntas. Grandeza por haber relacionado dos mundos, occidente y el extremo oriente, que antes
solo tenían raros y precarios contactos; fragilidad porque aquellos puntos de apoyo, muy
distantes entre si, habitados por un corto numero de portugueses, dependían del dominio del
mar; cuando ingleses y holandeses tuvieron superioridad marítima solo sobrevivieron algunos
eslabones de aquella cadena: Goa, Macao, Timor...
Allí intentaron colonizar a sus gentes y en una represalia murió Magallanes el 27 de abril de
1521. Tomo el mando Juan Sebastián Elcano y tras muchas aventuras y enfermedades llegaron
el 6 de septiembre de 1522 a Sanlúcar de Barrameda, tras esquivar a los marinos portugueses.
Además de las expediciones lusitanas mencionadas en apartados anteriores.
Signos: 1) Líneas de partición del mundo entre españoles y portugueses (1494); 2) Territorios poco conocidos o
desconocidos por el hombre europeo a mediados del siglo XV.
BIBLIOGRAFÍA:
BENNASAR y Cols. HISTORIA MODERNA. Editorial Akal, Madrid, 2005.
FLORISTAN, A. (Coord.) y otros. HISTORIA MODERNA UNIVERSAL. Ariel Historia.
Barcelona. 2002.
TENENTI, A. LA EDAD MODERNA SIGLOS XVI-XVIII. Editorial Crítica. Barcelona. 2003.
RIBOT, L- HISTORIA DEL MUNDO MODERNO. Ed. ACTAS, Madrid, 2006.
TEMA 2: LA EXPANSIÓN DEMOGRÁFICA, EL AUGE DEL MUNDO
URBANO. LA SOCIEDAD.
1) FACTORES DEMOGRÁFICOS Y CARACTERÍSTICAS DE LA DEMOGRAFÍA
“ANTIGUA”.
2) LAS FUENTES Y EL PROBLEMA DE LAS CIFRAS.
3) REPARTO DE LA POBLACIÓN EUROPEA.
4) LAS CIUDADES.
5) LA SOCIEDAD ESTAMENTAL Y LOS GRUPOS EMERGENTES.
6) LOS CONFLICTOS SOCIALES.
El siglo XVI tiene muchas características en común con el precedente y con el siguiente en el
plano de la vida cotidiana. Los progresos tanto de la higiene y de la medicina como sociales
no se harán verdaderamente sensibles hasta el siglo XVIII. La mortalidad infantil sigue siendo
muy elevada. En el último cuarto del siglo XVI, en Simancas (España), esta mortalidad alcanzó
el 40-50 %, y en Palencia el 68 % de los nacidos murió antes de cumplir los siete años. En
Beauvais en el siglo XVII, se constata que la mitad de la población no llegaba a los veinte años,
mientras que la cuarta parte de los recién nacidos fallecían en su primer año de vida. La
esperanza media de vida en el 1600 era de 34 años para las mujeres y 28 para los hombres.
En determinadas zonas se encuentran cifras más bajas, como en Ginebra, París e Inglaterra. En
proporción, no se llegaba muy pronto al matrimonio: las jóvenes se casaban entre los 20 y 25
años; los hombres, entre los 25 y 29 años. Las prácticas anticonceptivas no se habían difundido
abiertamente, aunque se recurría a ellas por distintos motivos.
A pesar de las plagas colectivas y las deficiencias médicas, el siglo XVI se caracterizó por un
fuerte y general aumento demográfico. El incremento alcanzó valores próximos al 50 %
desde Noruega hasta Castilla y desde Bretaña hasta Suiza. Este fenómeno se produjo en las
ciudades de modo desigual, debido a menudo a motivos coyunturales. Entre los mayores centros
europeos no hubo diferencias demasiado notables. Fueron muy raras las ciudades que llegaron a
200.000 habitantes. En el siglo XVI, así como en el XVII, muchas aglomeraciones fueron
atacadas por enfermedades epidémicas: Venecia perdió casi el 30 % de su población entre
1575 y 1576; Santander el 80 % en 1599; Mantua el 70 % en 1630. Estos azotes, llamados pestes
aunque la mayoría de las veces eran tifus, viruela, etc., afectaban más a las ciudades, en particular
a los barrios pobres y con malas condiciones higiénicas; vehículos habituales de transmisión eran
las ratas infectadas por las pulgas. Como en el período anterior, las personas acomodadas se
sustraían más fácilmente a estas enfermedades.
Las familias de las clases populares no fueron, normalmente muy numerosas, el número
medio de hijos era de cuatro. Eran sobre todo las clases acomodadas quienes tenían más. El
aumento demográfico no prosiguió y entró en crisis ya antes de finales del siglo XVI.
Entre 1594 y 1597 las desfavorables condiciones meteorológicas causaron malas cosechas
mientras la peste se difundía en España, Italia y Alemania se sufría una gran carestía. Las zonas
mediterráneas resultaron más afectadas que las nórdicas. Las dificultades de aprovisionamiento de
ciertas zonas de alta densidad urbana se correspondían con las de la producción agrícola
circundante, a menudo inferior a las exigencias.
La carestía, que ya se había hecho sentir en el Mediterráneo obligó a los estados costeros a
recurrir a masivas importaciones de cereales del Báltico. Las insuficiencias hay que
relacionarlas también con una inversión de tendencia en el campo. Así, en el Languedoc a fines
del siglo XV muchos campesinos eran personas relativamente pudientes que con los beneficios
sacados de sus propias tierras podían procurarse otros bienes.
Mortalidad
Llegaba a cotas muy elevadas, con tasas brutas ordinarias del 28 al 38 por mil, triplicando la
actual. En general se sitúa por debajo de la natalidad. Las causas son las siguientes:
La natalidad es también muy alta (hipernatalidad), entre el 35-35 por mil, con tasas de
fecundidad muy altas, pero en modo alguno natural. Esta se da en el seno de la familia legítima.
Los nacimientos extramatrimoniales (condenados por la Iglesia), son escasos, en torno al 1-5
% del total.
El matrimonio distaba mucho de ser universal. El celibato era relativamente elevado (entre
el 10 hasta el 20 %). El acceso al matrimonio era, con frecuencia, más bien tardío (25-26 años
mujeres y 28-30 los hombres). El último hijo lo tenía la mujer, como media a los 40 años. Así, el
periodo de fecundidad efectiva resultaba muy inferior al de fertilidad biológica, no más de 15
años, en el que algunas traían hasta 15 hijos al mundo.
Aunque no existía el divorcio en el mundo católico y en el protestante era muy raro, la muerte
rompía muchos matrimonios, Afectaba más a los hombres. Un total de un tercio de las
familias fue afectado. Los viudos contraían más segundas nuevas nupcias que las viudas.
Donde predominaban las familias nucleares, las más numerosas eran sinónimo de posición
social pre-eminente, por el número de criados u otros copresidentes que podían englobar. En el
dominio de las polinucleares reflejaban el número de brazos necesarios para atender la
explotación agrícola.
- Espacio-temporales. Sólo Europa y, en parte, sus colonias, y a partir del s XVI cuentan
con los registros parroquiales.
- Por otro lado hay aspectos elementales o básicos, como el volumen de población, de
muy difíciles esclarecimiento (ocultación de deberes fiscales o de reclutamiento).
- Los estudios han de centrase en comunidades pequeñas (parroquiales) y
preferentemente en su fracción de mayor limitación geográfica.
3) REPARTO DE LA POBLACIÓN EUROPEA.
La Europa Moderna asistirá al desarrollo de un sistema urbano integrado, conformado por las
necesidades de la economía comercial en progreso, Este proceso, de gran importancia
económica, no acarreó sin embargo la destrucción del mundo rural, de hecho la población
europea continuó siendo eminentemente rural; en 1800 únicamente el 10 % vivía en núcleos
mayores de 10.000 habitantes.
La densidad de cada país presenta una geografía distinta de la habitual. España tiene de 5 a 7
millones de habitantes; los Países Bajos, con más de tres millones, se equiparan a Inglaterra,
que no llega a los cuatro millones. Italia cuenta con doce millones de personas a d fines de
siglo, pero repartidos entre los numerosos Estados de las Península, lo mismo que el pueblo
germánico, lo que hace difícil su evaluación.
En todas partes las cifras en el 1600 son más elevadas, a pesar de las crisis. El crecimiento más
espectacular tiene lugar, sin duda, en Rusia; de seis a once millones. Pero en este territorio en
expansión permanente, la ocupación humana es muy desigual.
Fuera de Europa las estimaciones tienen un carácter todavía más aleatorio. Si la población de
Europa se puede estimar con bastante seguridad en 60-80 millones de habitantes, se atribuyen
de 200 a 300 en Asia, África de 60 a 80 millones, que posiblemente disminuyeron a lo largo
del siglo, y América en torno a 15 millones (agrupados en las altiplanicies mejicanas y andinas)
a finales del siglo XVI , desde los 80 millones atribuidos a la llegada de los conquistadores, lo
que nos da una idea de la magnitud de la catástrofe (enfermedades, explotación, esclavitud,
represión…).
4) LAS CIUDADES
El ámbito del norte de Italia y los Países Bajos, eran ya por tradición medieval, un ámbito
altamente urbanizado, y continuarán siéndolo ahora. Durante el siglo XVI, la PI e Itálica
concentraron la mitad de la población europea. El declive experimentado por ambas en el
siglo XVII redujo notablemente la proporción, hasta dejarla en un tercio del total, en
beneficio de la Europa nor-occidental, sobre todo las Islas Británicas (del sexto al tercio de la
población total), mientras que el bloque Francia-Alemania se mantuvo constante en una
tercera parte.
Tradicionalmente la sociedad del antiguo Régimen europeo ha venido definiéndose como una
sociedad estamental, de carácter jerárquico, heredera de la antigua sociedad de órdenes
medievales. La sociedad europea del Siglo XVI era básicamente agraria, y en ella dominaba
la nobleza en un sistema que la historiografía marxista definió como “feudalismo tardío”.
Rasgos esenciales:
- Posición determinada por la sangre, que separa desde el nacimiento a los nobles de los
que no son.
- Desigualdad ante la ley, diferencias jurídicas en torno al concepto de privilegio.
- Articulación social en tres estamentos: la nobleza y el clero jurídicamente privilegiados
con respecto al tercer estado o tercer estado, mayoritario.
- Estanqueidad de los estamentos, aunque con una cierta dinámica hasta superar la
rigidez medieval.
Dentro de los grupos privilegiados, se podría distinguir una alta, una media y una baja
nobleza, así como un alto, medio y bajo clero. En el Estado llano las diferencias incluso serían
más numerosas.
La pertenencia al grupo social del clero no venía determinada por la cuna. El acceso podía
efectuarse desde la nobleza como desde el estado llano. Se trataba, por lo tanto, de un
estamento abierto, utilizado frecuentemente como vía de promoción social, por encima de la
vocación religiosa.
• Para los miembros integrantes de los grupos acomodados y para los segundones de
familias nobles, no llamados a heredar el patrimonio familiar, el clero representaba una
forma de alcanzar un medio de vida y una posición, con posibilidades de ascender en
la carrera eclesiástica.
• En cambio, para los individuos de los estratos sociales más modestos, suponía un
estamento- refugio desde el que se podían eludir las fatigas de la miseria.
En líneas generales, el alto clero (obispos, arzobispos y canónigos de los cabildos catedralicios)
se nutría de elementos de la aristocracia; el clero medio (abades de monasterios, párrocos
urbanos), de la mediana y baja nobleza y, en general, de las capas medias de la sociedad; el
bajo clero (capellanes, párrocos rurales y frailes), de las clases más populares.
Las clases privilegiadas
Se trata del principal estamento privilegiado y referencia para otros grupos sociales, definida
como una clase terrateniente hereditaria de origen militar. A nivel europeo, representaba
entre el 1% y el 2% del total de la población. En Hungría, Polonia y España llegó al 10 %
Dentro de la nobleza se diferencian dos sectores diferenciados por su origen:
- La Vieja nobleza feudal, con fuerte poder económico, de base territorial, por la
acumulación de señoríos jurisdiccionales y por su grado de influencia político social. En
algunos casos, los territorios bajo su jurisdicción constituían pequeños estados con una
gran autonomía que obstaculizaban el poder centralizado de las Monarquías renacentistas.
La condición nobiliaria se transmitía por herencia a todos los hijos, pero el título era
heredado por el hijo mayor (influencia del Derecho Romano) En lo que se refiere al reparto de
bienes, se hacía entre los hijos varones por igual, contribuyendo a aumentar la
fragmentación política (ej.: Alemania)
Los privilegios disfrutados por la nobleza, afectaban por igual a todos los miembros
independientemente del origen de su condición, eran de varios tipos:
Estos elevados ingresos eran empleados para llevar una vida suntuosa, sin reparan en gastos, no
eran suficientes, por lo que a fines del Siglo XVI muchas casas nobiliarias tenían serios problemas
económicos y de endeudamiento.
El término burgués designa al habitante del burgo o ciudad, por oposición al campesino. El
desarrollo de la burguesía vino de la mano de la expansión del mundo urbano.
La burguesía es una clase social que surge ya en la Edad Media los siglos medievales y que rompe
con la sociedad feudal de relaciones sociales basadas en el vínculo del vasallaje, aunque se
adaptó a esta forma de organización social cumpliendo ciertas funciones económicas dentro de
ella.
Características
En el ámbito financiero, los grandes comerciantes al por mayor que negociaban con su
dinero mediante la especulación y el giro de letras de cambio se dedicaron a la actividad del
préstamo de dinero a interés, tanto créditos concedidos a particulares como al Estado.. A estos
grandes financieros del siglo XVI en Historia Económica, se les denomina “comerciantes
banqueros”. Parte de esta burguesía se ennobleció con la obtención de privilegios reales.
La fusión entre la baja nobleza y la gran burguesía se ve favorecida por enlaces familiares
entre ambos grupos y compra de posesiones agrícolas por parte burguesa.
La burguesía media está ligada al desarrollo de las profesiones libres ejercidas por graduados
universitarios especialmente en medicina y leyes. Estos trabajos eran considerados “honorarios”,
término que ha llegado hasta nuestros días. Los monarcas se sirvieron frecuentemente de
elementos burgueses para la recaudación de impuestos. Las profesiones liberales no eran
incompatibles con en ennoblecimiento (sí lo era el ejercicio del comercio). Por ejemplo, en
Francia se inicia la “noblesse de robe“, una nueva nobleza especial vinculada al cargo y transmisible
por herencia.
La baja burguesía está relacionada con la organización del trabajo en las ciudades, con un
asociacionismo laboral de fuerte contenido corporativo y de origen medieval. Los gremios
jugaron un papel destacado en la articulación de la sociedad urbana.
Características:
Categorías laborales:
- Aprendices: jóvenes adolescentes que trabajaban a cambio del aprendizaje del oficio.
Realizaban trabajos poco cualificados. La duración y condiciones del aprendizaje se
establecían en un contrato, a veces notarial, entre el padre y el maestro. El maestro se
comprometía a alojarlo, alimentarlo, vestirlo y enseñarle el oficio en un plazo de tiempo
determinado.
Los aspirantes a un ascenso de categoría eran examinados por las autoridades gremiales.
La mayoría de los gremios tenían cofradías de origen religioso, con un fondo económico
común formado por aportaciones de maestros y oficiales, para atender las necesidades
apremiantes de los agremiados que caían enfermos y de sus familias. En ciudades pequeñas las
distintas especialidades artesanales se reunían en “cofradías de diversos oficios” bajo la
protección de un patrón común.
Fuera de las ciudades el ejercicio de los oficios era libre, teniendo resolver tanto el acceso a
las materias primas, como a la comercialización de sus productos.
Cerca del 80 % de la población europea estaba compuesta por campesinos. Las rentas del
campo, percibidas por la nobleza territorial en especies hasta el siglo XV, se monetizan, y los
propietarios, que cuentan sólo con esta fuente de ingresos, intentan elevarlas mediante el
aumento de las cargas serviles. Esto que repercute negativamente en las clases
campesinas, que experimentan un cambio desfavorable en su situación social, puesto que
los grandes y pequeños señores presionaban para mantener y aumentar las rentas del campo.
Todos estaban obligados al pago del diezmo eclesiástico, incluso en los países protestantes,
donde se pagaba a las iglesias reformadas o a la nobleza que se había apropiado de las antiguas
tierras del clero.
En la sociedad rural estaban muy arraigados las propiedades comunales y los derechos
colectivos. Las parroquias tenían el derecho de uso de montes y prados (obtención de madera,
pastos). Una vez realizada la cosecha, las propiedades individuales estaban sometidas a derechos
de uso colectivo, para lo que era necesario que lo que los campos permanecían abiertos y que
el ritmo de trabajo fuese uniforme y regulado por la comunidad.
o La marginalidad social
Se estima que el 10% de la población vivía en condición de pobreza. El incremento del
número de pobres coincidía con las dificultades económicas, que aunque a veces eran
transitorias, podían dejar consecuencias graves.
Durante la segunda mitad del siglo el nivel de vida se deterioró más debido a la carestía
de los productos alimenticios. Afectó a gran parte de la población rural, jornaleros,
pequeños arrendatarios y aparceros, viviendo muchas veces en situación malnutrición y
hacinamiento. La ciudad era también foco de pobreza donde, muchos asalariados sufrían
grandes carencias.
Causas de pobreza
Las instituciones asistenciales religiosas (por ejemplo las órdenes mendicantes de dominicos
y franciscanos), basadas en las ideas caritativas del cristianismo medieval, resultaban
insuficientes para paliar un problema que las desbordaba por sus dimensiones. Durante el
primer tercio del siglo, preocupaba a las autoridades la cantidad creciente de vagabundos y
mendigos, lo que propició la promulgación de disposiciones por los poderes públicos para
tratar de limitar estas prácticas. Eran medidas represivas que quedaron muchas veces sin efecto
por las dificultades para su aplicación.
Fue muy activa entre 1520 y 1540. Estas normas fueron promulgadas tanto por poderes
centrales, como por autoridades municipales, prohibiendo mendigar y obligando a trabajar a
todos los que no estuvieran físicamente impedidos. Se institucionalizó y reglamentó la asistencia
social con instituciones como:
La legislación penal contra delincuentes y vagabundos solía ser arbitraria y selectiva. Las
condenas consistían en castigos físicos y trabajos forzados (ej. condena a galeras, que dependía
más de la necesidad de remeros que del delito cometido)
A pesar de que había un amplio consenso sobre las jerarquías sociales, se produjeron
abundantes rebeliones que afectaban a aspectos concretos de las relaciones sociales y que, en
algunos casos, planteaban una subversión total. Sin embargo para tener una correcta
comprensión de la violencia popular tiene que tenerse en cuenta que la sociedad del Antiguo
Régimen producía elevadas cotas de violencia, y que las clases privilegiadas eran las primeras
en no dar ejemplo de obediencia y de subordinación a las autoridades. Exagerando, se puede
decir que las rebeliones populares hallaban su ejemplo en las abundantes revueltas
nobiliarias .
o Tumultos de subsistencia
Las rebeliones más sencillas eran los tumultos de subsistencia, motines del hambre o de
carestía (los food-riots británicos). No se reclamaban salarios altos, sino precios asequibles para
los productos de primera necesidad. La multitud creía en la necesidad de unos “precios justos”,
de” una economía moral”. La revuelta obedecía a la idea de que la autoridad había hecho
dejación de sus obligaciones en defensa de la moral tradicional. Sus reivindicaciones eran:
- la declaración de existencias
- la prohibición de exportar granos
- y la tasa popular de los precios.
Los enemigos del pueblo eran los comerciantes especuladores, los molineros y en último
término, las autoridades. En la Francia del XVIII llegó a difundirse la idea de la existencia de un
complot, por parte de los privilegiados, incluido el rey, para matar de hambre al pueblo. Esta idea
tuvo una gran influencia en el clima psicológico que preparó la Revolución Francesa.
o Levantamientos campesinos.
Además de las revueltas violentas existía una acción sorda de los campesinos en contra de los
derechos señoriales y diezmos; si las circunstancias políticas y jurídicas lo permitían, las
comunidades campesinas iniciaban procesos contra determinados derechos señoriales ante los
tribunales reales.
Tuvieron igualmente especial significado los movimientos contra los impuestos sobre la sal
(“guerra de la sal”), especialmente en las regiones atlánticas de Francia o en zonas montañosas
como el Piamonte o el Rosellón. La existencia de impuestos sobre productos de primera
necesidad y en general de las tarifas aduaneras dio lugar a la existencia del contrabando,
apoyada o consentida por una gran parte de la población, que no la consideraba ilegal.
La ideología de los insurgentes respetaba siempre la figura del rey y se orientaba contra el
mal gobierno y los impuestos, calificados como injustos e ilegales. La hostilidad popular se
canalizaba contra el recaudador de impuestos, extraño a la comunidad, al contrario que el
noble, que al pertenecer a la jerarquía social se le veía con una función paternalista.
o Revueltas urbanas.
En las ciudades fueron frecuentes las luchas por la participación en el gobierno municipal. En
el siglo XV se produjeron las tradicionales luchas de los plebeyos contra los supuestos
patricios, En Alemania los historiadores hablan incluso de una supuesta “revolución gremial”,
que fortaleció el poder de los artesanos en los consejos municipales. España conoció dos
rebeliones importantes, de origen urbano de orientación antinobiliaria: las “Comunidades” de
Castilla” y las “Germanías” de Valencia y Mallorca, considerada como un movimiento de
menestrales o artesanos, indican en su denominación el sentimiento de igualdad y fraternidad.
Sin embargo continuaron las tensiones sociales. En las ciudades alemanas del XVII o incluso
den repúblicas como Holanda fueron continuos los movimientos de ciudadanos contra la
oligarquía del Consejo Municipal, aunque la conflictividad se orientó hacia vías legales y
abandonó los cauces violentos.
En el siglo XVIII hubo una creciente conflictividad laboral, a medida d que se producía la
concentración de mano de obra en fábricas y factorías. Se formaron asociaciones obreras que
las autoridades intentaban desacreditar como “combinaciones” en Inglaterra, o como “cábalas” en
Francia. Las primitivas acciones obreras no descartaban acciones violentas e incluso al
destrucción de las máquinas, si consideraban que éstas eran la causa del desempleo. En el
ambiente más libre políticamente de Inglaterra de apelaba a los desfiles y al derecho de
petición. La vuelta a los “viejos tiempos”.
En cuanto a los jefes de estas rebeliones, si bien en sus narraciones las clases privilegiadas los
clasificaba como la “hez del pueblo”, en muchos casos las investigaciones han demostrado que
podían ser artesanos y campesinos acomodados o incluso a la pequeña nobleza, lo que
confirma la importancia de las élites locales en las revueltas dirigidas hacia el exterior. En la
ciudad los frailes podías ser predicadores subversivos, o el bajo clero rural. Antiguos soldados
o algún caballero solían ser elegidos para dirigir los ejércitos espontáneos. Los gremios
podían constituir una fuerza importante como milicias urbanas. Los maestros artesanos
fueron los e principales encargados de las revueltas urbanas del siglo XVIII en Inglaterra.
BIBLIOGRAFÍA:
BENNASAR y Cols. HISTORIA MODERNA. Editorial Akal, Madrid, 2005.
FLORISTAN, A. (Coord.) y otros. HISTORIA MODERNA UNIVERSAL. Ariel Historia.
Barcelona. 2002.
TENENTI, A. LA EDAD MODERNA SIGLOS XVI-XVIII. Editorial Crítica. Barcelona. 2003.
RIBOT, L- HISTORIA DEL MUNDO MODERNO. Ed. ACTAS, Madrid, 2006.
TEMA 3: LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS DE UN
MUNDO “AMPLIADO”.
Un caso diferente es el de Italia meridional y los señoríos del sur de Castilla, sobre todo los
de Andalucía occidental, donde el señor tenía la total disposición de la tierra; pues en
Castilla se entendía que el mayorazgo prohibía la enajenación de los bienes vinculados, y
como enajenación se entendía la cesión de la tierra de forma indefinida. Ello daba lugar a que se
arrendasen estos dominios a quienes, a su vez, podían explotarlos con mano de obra asalariada
o subarrendarlos a quienes hiciesen fructificar estas tierras con su trabajo.
• La utilización de mercurio fue impulsada por las Minas de Almadén, que sólo a
finales del XVI compartieron liderazgo con las de Huancavélica.
• El carbón mineral adquirió cada vez mayor protagonista al irse agotando el carbón
vegetal, Fue especialmente importante en Inglaterra, Lieja y el País Vasco.
De todas maneras la manufactura textil fue la principal actividad económica del s, XVI, con
un claro relevo, del norte de Italia, sur de Países bajos y sur de Alemania, pasan al norte de
los Países, Bajos, Francia y sobre todo Inglaterra. Especialmente en esta última arraigaron los
nuevos modelos organizativos que favorecían el desarrollo de relaciones de tipo capitalista.
Al localizarse la producción en el medio rural o en pequeñas ciudades libres del régimen gremial
(debido a la inestabilidad derivada de los acontecimientos bélicos), la nueva pañería facilitó la
difusión del domestic system: fueron los comerciantes o empresarios los que controlaron la
producción, suministrando las materias primas a unos trabajadores que habitualmente habían
establecido con ellos relaciones de dependencia y elaboraban los productos en sus domicilios.
Posteriormente eran también aquellos los que se encargaban de la comercialización de las
manufacturas en el mercado internacional. De esta forma se fue consumando la división
entre el capital y el trabajo, favoreciendo la aparición de las relaciones de producción de tipo
capitalista. Las nuevas pañerías se difundieron sobre todo por Artois, Hainaut y Brabante,
provocando la intensa emigración de empresarios y artesanos. Sin embargo fue en Inglaterra
en donde tuvo una influencia más intensa, con un cada vez mayor peso en las exportaciones
inglesas.
La producción agraria tenía como objetivo fundamental proporcionar los alimentos que
asegurasen la subsistencia de la población, aunque no siempre se conseguía. Con este fin el
cultivo de cereales tuvo un especial protagonismo hasta convertirse en determinadas áreas
en un monocultivo. No sólo era el trigo, también la cebada, el centeno y otros cereales
menores, con la aparición a fines de siglo del maíz, cuyo cultivo será fundamental con
posterioridad.
También hubo regiones cuya producción estuvo más diversificada, quedando por ello un
tanto protegida de las incidencias que pudiesen originar las catástrofes meteorológicas, y en
otras se desarrollaron cultivos especializados dirigidos a satisfacer demandas más concretas.
Entre las novedades más importantes están la intensificación de los sistemas de cultivo,
pasando a rotaciones más largas donde se elimina el barbecho y se evita el agotamiento del
suelo con la plantación sucesiva de especies con distintas exigencias de nutrientes, con mayor
importancia de las plantas forrajeras. Es la “nueva agricultura” que permitía el desarrollo de
una ganadería intensiva que aportaba a su vez el beneficio de una mayor cantidad de abono
para el campo.
Las mejoras que supusieron los regadíos, que se beneficiaron de la construcción de presas de
gravedad. Otros importantes cambios fueron la introducción de nuevos cultivos que llegaron a
modificar los hábitos de consumo de las sociedades europeas y alimentaron al creciente número
de sus habitantes. Del Nuevo Mundo, procedían una gran variedad de especies vegetales,
hasta el punto de que una parte significativa de los alimentos que se consumen en la actualidad
tienen allí su origen. El primer cultivo americano que se consumió en Europa, parece ser que fue
el tabaco y posteriormente el chocolate. El más importante fue el maíz.
En este terreno una producción que ha alcanzado un carácter mítico es la de los metales
preciosos. Eran imprescindibles, convertidos en moneda, para proporcionar los medios de
pago suficientes en una etapa de expansión. En un primer momento, el metal que llegaba de
América fue sobre todo oro, obtenido a bajo coste ya que procedía del saqueo a las sociedades
indígenas para las que tenía un valor meramente suntuario. En el terreno de la transformación
hay algunas actividades muy dispersas, por cuanto proporcionan productos elaborados de
consumo masivo e inmediato: hablamos de molinos, almazaras, lagares, tahonas, etc.
Hay sectores a los que se da la mayor importancia, como es el textil, aunque dentro de él hay
un abanico de situaciones. Perdieron importancia centros como Bruselas, Gante y Brujas. La
producción de paños castellanos pasó a la historia a fines del siglo XVI y principios del
XVII.
Frente a esta producción de calidad que cuando se mantuvo fue por la demanda de reducidos
grupos con un alto nivel de renta, se desarrolló una manufactura textil destinada a cubrir las
necesidades de un amplio sector de la sociedad. Huía de gremios y ordenanzas, buscaba su
mano de obra a tiempo parcial entre campesinos, introdujo nuevos elementos técnicos como
el batán, el huso de rueda o la máquina de hacer calceta. Sus productos no tenían la calidad
de las manufacturas tradicionales, pero al ser mucho más económicos inundaban los mercados.
Entre las manufacturas de la época algunas son de gran importancia, como la imprenta, la cual
tuvo una trascendencia incuestionable y creciente en la difusión de ideas y conocimientos.
La impresión con tipos móviles fue puesta a punto por Gutemberg y la primera gran obra
impresa fue la Biblia. La publicación de libros se desarrolló con una inusitada rapidez, cubriendo
una creciente demanda, y los impresores se expandieron por toda Europa desde la segunda mitad
del siglo XV.
Una segunda es la construcción naval, de la cual hay que destacar que concentra todos los
avances técnicos de la época y que movilizó un volumen importante de mano de obra y
capital. Eran famosas las atarazanas de Venecia, entre otras, por la construcción de la galera, la
cual se mostró insuficiente cuando los europeos surcaron todos los rumbos. El nuevo reto era
contar con naves capaces de adentrarse en una navegación oceánica y que podían navegar
semanas e incluso meses. La carabela es una primera respuesta ya a mediados del siglo XV, con
perfecta vigencia en los momentos de los grandes descubrimientos geográficos. La siguiente etapa
es la del galeón que no tenía rival en los mares en cuanto a maniobrabilidad, capacidad de
carga y potencia de fuego. En su construcción, pronto alcanzaron un especial protagonismo
los astilleros de los Países Bajos e Inglaterra, donde también hubo un mayor grado de
capitalización.
5) COMERCIO, MONEDA, CRÉDITO Y FINANZAS. ¿HUBO UNA
REVOLUCIÓN DE PRECIOS?
La articulación de los mercados se realizaba a muy distintos niveles. Había un fuerte nivel de
autoconsumo en el campo donde se mantuvo la importancia de los sistemas de trueque. Aun
así, una parte cada vez mayor de la producción salía al mercado por distintas vías: los
mercados locales, fuertemente intervenidos por las autoridades municipales; los mercados
semanales celebrados en casi cada localidad, que tenían una incidencia como mucho comarcal;
las ferias, que tuvieron mayor repercusión y algunas pueden considerarse especializadas. Sin
embargo, con la nueva dinámica de actividad comercial y financiera las ferias evidenciaban sus
inconvenientes. Cada vez menos comerciantes viajaban con sus mercancías, pues se recurría a
muestrarios y a la confianza entre corresponsales. Como una novedad en estos momentos
están las bolsas, donde se negociaban de forma continua productos y capitales. La más
conocida fue la de Amberes desde su fundación en 1460.
También estaban los "cambistas" (auténticos banqueros) los cuales cambiaban moneda,
giraban cantidades entre distintos centros financieros, recibían dinero en depósito... y (a
veces) quebraban. Si bien habrá que esperar hasta el siglo XVIII, en el reinado de Carlos III, en
1782, cuando se funde el primer banco en España (el Banco Nacional de San Carlos). El auge de
la moneda, es uno de los fenómenos que caracteriza el siglo XVI, viene motivado por la
entrada en contacto de mundos hasta entonces independientes. Es la consecuencia de la
expansión de los europeos, en primer lugar los portugueses y castellanos. Es la articulación de
una "economía mundo", con todas sus limitaciones e imperfecciones por la insuficiencia de
recursos que se pudieron movilizar. El comercio internacional generó un movimiento
económico excesivamente condicionado por los endeudamientos, y los créditos. Y en este
nuevo mercado se produjo la necesidad de contar con una moneda sólida que permitiera el
comercio creciente.
Las necesidades crecientes de los intercambios y las astucias técnicas cada vez más sutiles
permitieron al crédito prosperar en gran medida a pesar de estas dificultades. Los bancos
privados vieron minada su actividad. Para hacer frente a la incertidumbre financiera se
reclamó la creación de bancos públicos. Éstos surgieron empezando por Italia. El crédito se
extendió por medio del uso cada vez más habitual de la letra de cambio, ya utilizada en el periodo
anterior, que pasó a ser recurso indispensable para gran número de inversiones y de transacciones
comerciales.
En España existieron tanto los juros, emitidos por el Estado, como los censos de las
municipalidades o también de particulares. Dada la situación financiera española, con el paso
del tiempo las posibilidades de reembolso se desvanecieron progresivamente y los juros se
convirtieron en una de las columnas de la continuidad económica y social.
El aumento ya era perceptible a fines del siglo XV, aunque el proceso no se hizo
declaradamente inflacionista hasta después de mediados del S. XVI. Los precios agrícolas
aumentaron bastante más rápidamente que los demás, desde España hasta Bélgica y desde
Alemania hasta Polonia: el simultáneo incremento demográfico debió de contribuir a ello, dado
que los más afectados fueron los géneros de consumo. Se ha calculado que, durante todo el
siglo XVI los cereales vendidos al por mayor se encarecieron cinco veces más en Inglaterra,
siete veces más en Francia y aún más en España. Tanto en España como en Inglaterra el alza
de los precios de la lana fue más rápido que el de los cereales, al menos en la primera mitad
del siglo.
El nivel de los salarios no se elevó en absoluto de modo proporcional, fuese por la lentitud
con que reaccionaron los organismos corporativos, fuese por la abundancia de mano de obra y la
existencia de desocupados. Los salarios se doblaron o triplicaron en el transcurso del siglo
XVI, pero hubo una innegable pérdida de poder adquisitivo (debida también a la repetida
devaluación de la moneda). En aquella época muy pocos vivían únicamente de su salario.
Incluso de los que no eran campesinos poseían por lo general, excepción hecha de unas pocas
grandes ciudades, un trozo de tierra o un huerto, lo que redujo los efectos de la degradación
salarial.
El oro africano llevado a Lisboa por los portugueses y, sobre todo, los metales preciosos
americanos importados por los españoles contribuyeron de forma muy importante a la
transformación económica de Europa y al proceso de desarrollo del capitalismo inicial. La
razón de esta realidad fue la dilatación del stock metálico del Continente y la intensificación de los
circuitos de circulación monetaria. El efecto más evidente de esta nueva situación en el plano
de la coyuntura fue un incremento generalizado del nivel de los precios, lo suficientemente
importante como para ser nítidamente percibido por los observadores coetáneos, que se
manifestaron con preocupación acerca del fenómeno.
Los efectos de esta avalancha sobre el stock monetario europeo fueron fulminantes.
Durante las primeras décadas del siglo XVI desde el África occidental portuguesa llegaba a una
media tonelada anual de oro, cantidad aún pequeña. Las cifras se vuelven sin embargo
espectaculares cuando se refieren al metal americano. Según los cálculos de Hamilton, entre
1500 y 1650 llegaron oficialmente a España 181 toneladas de oro y 16.886 toneladas de plata.
Europa aumentó de manera decisiva por esta vía sus reservas argentíferas respecto al punto de
partida.
Unas cifras así no pudieron por menos que influir en el comportamiento de los precios.
He aquí el segundo vector de la obra de Hamilton. En efecto, este autor se propuso comprobar la
correspondencia existente entre la llegada a España del metal americano a través del puerto de
Sevilla -ciudad que oficiaba como cabecera del monopolio de la Carrera de Indias- y el nivel de
los precios. Estudió para ello series correspondientes a productos diversos en diferentes ciudades
y trazó una curva evolutiva que se correspondía sustancialmente con la de arribadas de remesas
de metal precioso. A partir de esta obra muchos autores que se han referido posteriormente a la
coyuntura del siglo XVI han explicado la revolución de los precios en función
fundamentalmente del impacto del tesoro americano. En el conjunto del siglo, según los
datos ofrecidos por Hamilton, los precios se multiplicaron en España por cuatro (1500 =
100; 1600 = 412). Ello representa unos índices medios de crecimiento anual moderados
desde el punto de vista de un observador de nuestros días, pero bastante apreciables referidos
a la situación del siglo XVI, ya que el siglo anterior, el XV, había asistido a un período de
estancamiento de precios e, incluso, de tendencias deflacionarias.
• En primer lugar, el pago de la deuda de los monarcas españoles con los banqueros
extranjeros que libraban jugosos empréstitos para subvenir a los altos costos
económicos de la política imperial de la Monarquía hispánica en Europa. La mejor
garantía de tales préstamos la constituían con frecuencia las propias remesas anuales de
oro y plata americanos, en las que los monarcas tenían una fuerte participación a través de
la fiscalidad real sobre los colonos americanos, sobre el comercio de Indias y sobre la
propia producción de las minas (el llamado quinto real o quinta parte del metal precioso
producido en sus posesiones coloniales).
• En segundo lugar, la plata salía de la Península como medio de pago del
contravalor de las mercancías extranjeras remitidas a América. La infiltración de las
compañías mercantiles foráneas en el ámbito de la Carrera de Indias constituyó un hecho
consumado, a pesar de las limitaciones del monopolio. Los problemas legales quedaron
fácilmente soslayados mediante la utilización de testaferros españoles que actuaban a
menudo como meros agentes comisionistas de las casas de comercio extranjeras. La
producción nacional de manufacturas (que fueron ocupando cada vez un mayor
porcentaje de las mercancías remitidas a Indias, superando a los productos agrarios)
resultó cada vez menos competitiva frente a las manufacturas extranjeras (especialmente
los textiles), en buena medida como efecto del desfase al alza de los precios españoles
resultado del propio proceso inflacionista que caracterizó la economía del siglo. La
balanza de pagos española fue, en este sentido, claramente deficitaria, por lo que hubo de
equilibrarse con exportaciones de moneda.
• En tercer lugar, los fenómenos del fraude, el comercio ilegal directo de extranjeros
con las colonias y las capturas de galeones españoles por corsarios de otros países
influyeron, aunque en mucha menor medida, en la llegada de metal precioso a Europa.
•
Finalmente, no carece de importancia la cantidad de moneda que sacaron del país los
muchos trabajadores extranjeros que llegaron atraídos por los mejores salarios que en
España se ofrecían.
La inflación rebasó, de esta forma, las fronteras españolas y alcanzó al resto del
Continente. Su impacto, según Hamilton, fue no obstante mayor en el epicentro del
monopolio, es decir, en Sevilla y Andalucía, para ir diluyendo su intensidad conforme nos
alejamos del mismo. La subida del nivel de los precios en Francia, en Italia y en otros diversos
países se ha explicado en función de la concurrencia del metal precioso americano en los circuitos
internacionales de circulación monetaria. Todo el sistema financiero de Europa -se ha llegado a
afirmar- reposaba en último extremo sobre las importaciones periódicas de plata procedentes de
los virreinatos de México y Perú.
• a lo largo del siglo XVI los salarios siguieron en España la línea de evolución de
los precios, lo que significó que el impacto de los efectos inflacionistas del tesoro
americano quedó compensado con una situación de salarios altos y progresivos.
• La población, por tanto, no perdió capacidad adquisitiva; incluso en distintos
momentos el índice de crecimiento de los salarios se situó por encima del de los precios.
• En los países de Europa occidental más avanzados desde el punto de vista del
desarrollo económico la correlación de precios y salarios fue, sin embargo, diferente. En
ellos los precios se mantuvieron siempre por encima de los salarios, cuyo
crecimiento no bastó para compensar el crecimiento de aquellos. Tal situación resultaba
ventajosa para los empresarios, que lograban mayores beneficios de la venta de sus
productos sin tener que hacer frente paralelamente a un aumento proporcional de
los costos de producción. El resultado sería lo que se denomina una inflación de
beneficios o acumulación de capital susceptible de inversión en actividades
reproductivas, es decir, un fortalecimiento de la orientación capitalista de la
economía de estas zonas más desarrolladas.
Aunque no fue el único factor de tal fenómeno, la llegada relativamente masiva desde América
de gran cantidad de metal precioso, oro y sobre todo plata, agravó notablemente la
inflación. El radio casi continental de la acción política, directa o indirecta, de España, la obligó
a difundir en múltiples direcciones los tesoros de cuyo monopolio disfrutaba y a inundar con ello
Europa. España fue la región más afectada por el alza de los precios y probablemente la que
menores ventajas reales sacó de la riqueza sobrevenida. Si bien, la Corona se había reservado el
20 % del todas las cantidades de metales preciosos que llegaran a Sevilla, fue ella misma la
primera en proclamarlo insuficiente. En 1557, Felipe II declaró que no podía satisfacer las deudas
que había contraído. A esta primera bancarrota, se sucedieron otras en 1575, 1607, 1627 y 1647.
En 1557 el gobierno español transformó sus propias deudas en “juros” u obligaciones del
Estado, pero ello no impidió una serie de quiebras en cadena.
En 1557 hubo también fuertes bancarrotas en los Países Bajos, Milán y en Nápoles, así
como en Francia. Se difundió por toda Europa la inestabilidad financiera, mientras las cecas
procedían a múltiples operaciones de devaluación monetaria que provocaban inflación.
Inglaterra, tras haber reducido en tres quintas partes el contenido de plata de sus chelines en
torno a 1545, fue la única que logró restablecer la confianza en su propia moneda después de
1560. Pero el contenido de plata del grosz polaco se redujo en dos terceras partes entre 1587 y
1650, y en España, a fines del siglo XVI la plata prácticamente desapareció, cediendo su lugar al
cobre.
La caída de la moneda española se hizo tan grave a mediados del siglo XVII que las piezas
acuñadas en cobre representaban ya más del 98 % de las que circulaban. La creciente
circulación el dinero, que requería de especialistas, en un momento en el que existía con
frecuencia confusión entre la actividad comercial y financiera. Los usureros estaban
absolutamente prohibidos, pero existían. Estos "prestamistas" a menudo eran identificados con
la minoría judaica o sus descendientes (acusados de prácticas cripto-judaicas).
La confrontación de todos los datos anteriores, a menudo fragmentarios y a veces
criticables, permite trazar la evolución secular de la coyuntura económica. Parece que se
pueden distinguir tres periodos característicos:
En total, si se traza un cuadro comparativo de las estructuras económicas en 1500 y 1600, los
cambios registrados no parecen suficientes para justificar el concepto de “una revolución
económica en el siglo XVI”. Los nuevos elementos aparecidos en el terreno del comercio del
dinero, del ensanchamiento geográfico del horizonte económico y de las relaciones de
producción, no deben hacer olvidar el peso decisivo de una Europa rural casi inmóvil. El primer
capitalismo no puso en cuestión las fórmulas socio-económicas. Por el contrario, la
“traición de la burguesía” (F. Braudel), su afianzamiento por medio de la inversión en
bienes raíces y el ennoblecimiento y la venalidad de los oficios en el marco tradicional
heredado de la Edad Media muestra muy bien los límites de la influencia real.
El crecimiento demográfico del siglo XVI se ralentizó a finales de la centuria, sucediéndole
una fase de estancamiento o, lento crecimiento en la primera mitad del siglo XVII y
acentuándose la tendencia negativa con posterioridad. La caída de la producción agrícola resulta
evidente si se compara con la del siglo XVI. La actividad industrial experimento graves
dificultades que afectaron especialmente a los centros textiles urbanos que gozaban de mayor
tradición manufacturera. La crisis comercial y financiera que tuvo lugar entre 1619 y 1622 a
partir de la cual se experimentó un retroceso del tráfico comercial en todos los ámbitos
geográficos.
Bibliografía:
BENNASAR y Cols. HISTORIA MODERNA. Editorial Akal, Madrid, 2005.
FLORISTAN, A. (Coord.) y otros. HISTORIA MODERNA UNIVERSAL. Ariel Historia.
Barcelona. 2002.
TENENTI, A. LA EDAD MODERNA SIGLOS XVI-XVIII. Editorial Crítica. Barcelona. 2003.
RIBOT, L- HISTORIA DEL MUNDO MODERNO. Ed. ACTAS, Madrid, 2006.
http://www.artehistoria.com/historia/contextos/1651.htm
http://www.portaldehistoria.com/secciones/articulista/detail.asp?iFaq=235&iType=15
TEMA 4: LAS NUEVAS MONARQUÍAS DEL RENACIMIENTO
Las nuevas formas del poder político que se inician en el siglo XV, se oponen a la
fragmentación del poder político tradicional durante la Edad Media. En el Renacimiento se
inicia una nueva organización estatal en la que el poder se concentra en las manos del soberano y
este unifica al mismo tiempo territorios afines por su geografía, su cultura o su evolución
histórica. Este cambio significa la aparición del Estado Moderno.
El triunfo del capitalismo inicial contribuye a robustecer el poder de los príncipes. Esta
nueva modalidad económica exige una autoridad firme, que regule, fiscalice y acreciente la vida
industrial y comercial de una nación.
La monarquía centralista canalizó las luchas sociales y las energías hacia un fin colectivo y
beneficioso para el Estado, y en su nombre provoca una revolución que rompe los moldes y
las constituciones tradicionales, formulando un Derecho estatal inspirado en el romano
justinianeo.
Este nuevo-viejo corpus legislativo considera unánimemente que la autoridad de los reyes
emana sólo de Dios, considera su propio desarrollo agresivo (las guerras), como necesario, y la
idea utópica que sólo ese orden de cosas favorece y mantiene el bien universal.
Sin embargo la monarquía no llega a ser tan radical, se mantiene en un equilibrio entre lo
medieval y lo moderno. Al lado de instituciones autónomas heredadas del medievo, la
monarquía crea organismos eficientes en los cuales deposita el volumen de los negocios del
Estado.
EL IMPERIO
El Sacro Imperio era en 1500 un heterogéneo agregado de territorios con lazos tan tenues que
resulta difícil definir sus límites geográficos. Los historiadores distinguen entre un Imperio
real, que tendría su centro en Alemania, y otro virtual o teórico, que integraría también a
aquellos territorios que tienen algún tipo de vinculación con el resto de territorio.
• El Imperio real era un puzzle de piezas dispares. Daba cabida a unos treinta
principados –de los que cabe destacar como más importantes el Palatinado, Alta y Baja
Baviera, Würtemberg, Sajonia, Mecklenburgo y Brandemburgo-, unos cincuenta
dominios eclesiásticos, en torno a cien condados y sesenta ciudades libres, que eran
muy abundantes en Renania y Suabia. Por lo demás, era un mundo rico y bien poblado,
aunque turbado por los problemas sociales y por la vida poco ejemplar de amplios
sectores del clero.
• El Imperio teórico comprendía los Países Bajos, Suiza, Bohemia y el norte y centro
de Italia, pero en unos casos la pertenencia no era más que recuerdo del pasado y en
otros los poderes del emperador se limitaban al nombramiento de ciertos cargos que
apenas superaban la condición de honoríficos.
El Imperio continuaba rigiéndose por la Bula de Oro de 1356. El Emperador, llamado rey
de romanos, era elegido por los siete electores:
El progresivo fortalecimiento de los poderes regionales hizo más acusada la fragilidad del
césar. Los príncipes practicaron una política de afirmación de su autoridad, centralización
administrativa y articulación del territorio.
Desde 1438 hasta la desaparición del Imperio, el emperador fue siempre un miembro de la
familia de los Habsburgo. Sus estados patrimoniales estaban constituidos por los cinco
condados que se extendían desde Viena hasta el Adriático: Austria, Estiria, Carintia, Carniola
y el Tirol. Se les conocerá como Habsburgo o Austria por ser este el condado más importante.
El primer emperador de la Edad Moderna, Maximiliano I, se casó en 1477 en Gante con
María de Borgoña, hija de Carlos el Temerario, que aportó a su matrimonio los Países
Bajos, Borgoña y el Franco Condado: es decir, la herencia de la casa de Borgoña.
A finales del siglo XV la situación social del Imperio preocupaba tanto a los príncipes
como al propio emperador. Había inquietud por acabar con ciertas pervivencias
medievales, que permitían guerras privadas, y con el bandidaje de los caballeros. Los
cambios económicos habían ido dejando una masa cada vez mayor de proletarios y de
pobres que se veían desplazados de sus oficios y de las tierras comunales. También
inquietaba en determinados ambientes la vida disipada del clero. La fragmentación territorial
era asimismo motivo de preocupación. Los primeros planes de reforma fueron esbozados ya a
mediados del siglo XV por el cardenal Nicolás de Cusa. Después, Maximiliano continuó con
la misma política reformadora.
Pero nada cuajó. Los príncipes reclamaban medidas que aseguraban la paz y el orden. Las dos
partes protagonizaron encendidos debates. A favor de los príncipes jugó la política exterior de
Maximiliano. Esta política y sus fracasos exteriores fueron bien utilizadas por los príncipes
para afirmarse sobre el emperador. Así, tras la derrota de Dormach en 1499 ante los suizos se
vio obligado a aceptar en la Dieta de Augsburgo de 1500 la formación de un Consejo de
Estado integrado por veinte miembros. De él dependerían las decisiones supremas. El
emperador, que era reconocido como presidente, quedaba reducido a un cargo honorífico.
EL PAPADO
Los papas, obispos y abades llevaban una vida de lujo, ostentaciones y fiestas, que
desentonaban con la pobreza que el Evangelio preconizaba. En cambio el bajo clero,
ignorante, malvivía con lo poco de que disponía. Los altos cargos eclesiásticos, normalmente,
eran comprados y vendidos. Una misma persona podía ocupar varios cargos al mismo tiempo. El
pueblo deseaba una religión más íntima y humana.
En esta época que las riquezas y el poder da lugar a grandes abusos, un numeroso grupo de
personas preconizaba la austeridad y daba ejemplo de ella. Los reformadores protestantes y
católicos, insistieron en la necesidad de una vuelta a los principios evangélicos.
3) BASES, CARACTERÍSTICAS E INSTRUMENTOS DE LAS NUEVAS
MONARQUÍAS.
- En este sentido, el primer argumento tenía que ser religioso (defensa de la tradición
ortodoxa en los Grandes Duques de Moscovia, tradición taumatúrgica de Francisco I de
Francia…).
- Aparte de la religión, la tradición jugó un papel fundamental en la consolidación del
príncipe. Dentro del concepto de tradición cohabitaban diversos contenidos, unos ligados
al pasado histórico de las comunidades, otros a la herencia dinástica. La iconografía
artística, la literatura oficial y otras manifestaciones propagandísticas tendieron a
representar al príncipe como heredero del pasado más glorioso. Así, en la apologética
castellana se consideraba a Isabel I heredera de la tradición goda, los Tudor se
emparentaban con el legendario Arturo y Matías Corvino de Hungría nada menos que
con Zeus.
- Allí en donde no había tradición principesca fue difícil la justificación de los nuevos
poderes principescos, como fue el caso de los Médici en Florencia, que solventaron con
una política de reforzamiento de la autoridad, basado en obras públicas y artísticas,
que ligase el esplendor de la ciudad-estado con el de la familia gobernante.
Junto a ello los gobernantes tuvieron que demostrar sensibilidad para con las tradicionales
libertades de su país, pese a las aspiraciones monopolísticas de poder. Esto dio lugar a que en
muchos lugares el príncipe jurase explícitamente el corpus constitucional y la defensa de
las libertades de sus súbditos. Este trámite nunca fue un mero formulismo y se mantuvo
como requisito para el acceso al trono del nuevo soberano y la jura del heredero. Al mismo
tiempo, los proyectos absolutistas encontraron algunos de sus límites en la autoridad de los
órganos y cuerpos representativos, teóricamente garantes de la tradición.
Sobre estas bases, los estados desarrollaron un amplio programa de reformas internas y una
política de prestigio exterior que corrió diversa suerte. No se trataba de un marcó teórico del que
emanó una acción, sino el resultado de una práctica política que integró diversas actuaciones.
La guerra fue el medio fundamental del príncipe. Sustancialmente agresivos, los estados
encontraron en ella un instrumento polivalente que satisfacía diversas necesidades. La actividad
bélica protagonizó la actividad tanto exterior como interior de los gobernantes. Ejemplos de la
misma fueron las llevadas a cabo por los Reyes Católicos (Granada, Navarra, Italia…) o la
dinastía Tudor en Inglaterra. Las empresas bélicas habían demostrado su valor para unificar el
país en proyectos comunes, dirigir las energías de los más inquietos, conquistar nuevos territorios
y fundamentar la política exterior.
Aunque el gasto militar no dejó de ocupar el porcentaje más alto del gasto del estado, otras
partidas, relacionadas con los nuevos medios del poder-justicia, administración, política de
prestigio, también crecieron. Todo esto se tradujo en cambios en el sector hacendístico,
implicando reformas administrativas y especialmente de la presión fiscal. Los esfuerzos para
aumentar la capacidad recaudatoria chocaron con los privilegios de diversos grupos y los
problemas derivados de la propia estructura recaudatoria.
Todos los esfuerzos para obtener más tributos no alcanzaban a sufragar los ambiciosos
proyectos de los gobernantes. El dinero se recogía con retraso y drenaba numerosos bolsillos
antes de llegar al gobierno. Se hubo de recurrir a expedientes diversos que paliasen el problema
de liquidez. Si todos los gobiernos gobernaban por encima de sus posibilidades,
destacaron por su imprudencia el proyecto imperial de Carlos V y la Monarquía
hispánica de Felipe II. Los servicios de las casas bancarias alemanas e italianas-tamben
castellanas- se cobraron a intereses exorbitantes y lastraron las finanzas de los Habsburgo,
llegando a provocar diversas bancarrotas en 1557,1575 y 1596. El recurso a los prestamos de los
banqueros o “asientos”, se complementó con al edición de deuda pública o “juros”. Estas
soluciones distaban mucho de racionales y sus consecuencias, a largo plazo, fueron desastrosas.
Aquí estuvieron algunos de los límites más caracterizados del estado; la inadecuación de la
organización hacendística a los ambiciosos proyectos de dominio y al alto costo de los grandes
ejércitos. Rentas reales, derechos fiscales, territorios, títulos de nobleza y otros fueron enajenados
y vendidos a particulares. Si a ello añadimos la existencia de influyentes aristocracias, la realidad
de la autoridad de los monarcas era muy irregular.
3.2.3. DIPLOMACIA
En sus relaciones con otros Estados nacionales, la monarquía autoritaria despliega una actividad
diplomática y jurídica extraordinaria. Venecia inició el sistema instalando embajadores
permanentes en las principales capitales europeas, seguida rápidamente por el Papado. Estos
contactos permanentes modificaron en sentido favorables las relaciones internacionales,
favoreciendo los tratados comerciales y los primeros tratados políticos con proyectos de
federaciones europeas.
La política exterior constituyó en el siglo XVI la principal ocupación de los soberanos.
En raras ocasiones esta política persiguió metas que puedan clasificarse como de nacionales. Los
estados de cada Príncipe consistían en un agregado de territorios que la Corona intentaba
incrementar, sobre la base de pretensiones más o menos jurídicas, con el fin de superar a los
rivales. En una Europa construida por una intrincada red de obligaciones feudales y de
reclamaciones surgidas l por la práctica secular de los matrimonios dinásticos, el status quo
podía ser alterado por un fallecimiento afortunado o por la exhumación de un antiguo derecho.
Las fronteras carecían del carácter lineal y rígido de la actualidad, aunque los avances de la
cartografía e o el desarrollo de las aduanas contribuyeron a darles más consistencias., Aparte, la
dispersión de los dominios territoriales de muchos o príncipes era algo común.
Durante el Medievo, las relaciones en los pueblos se habían limitado o poco menos, que a
relaciones de vecindad. De repente, con los nuevos descubrimientos geográficos se ponen en
contacto con territorios apenas conocidos o no explorados (América, África Ecuatorial y
Meridional, y extremo Oriente). Pero aunque se extienden poderosamente las redes de relaciones
internacionales siguen contando, antes que nada los espacios conocidos, y el occidente europeo
constituye aun en centro nervioso de las relaciones entre las monarquías más poderosas.
Si la guerra y la administración ocuparon gran parte de los esfuerzos de los estados, el desarrollo
de la administración fue otro sector en expansión, y ligado a aquellos. Aunque al final del período
estemos aún muy lejos del “estado burocrático”, es ahora cuando se ponen sus bases. El campo
administrativo permitió realizar avances sustanciales en cuanto a la centralización del poder,
puyes en la mayoría de los casos se partió de cero y en todos los casos se aprovecharon las
rudimentarias instituciones medievales desde criterios nuevos. Sin embargo este crecimiento
burocrático se produjo sin una planificación adecuada y atendió a las necesidades de cada
momento.
En los estados europeos no existía un gobierno como el sentido actual, no había ministros
con competencias muy específicas y sectoriales, salvo en el terreno financiero, eran
colaboradores laicos que desempeñaban diversas funciones o bien parientes consanguíneos
que asistían al monarca o incluso altos dignatarios eclesiásticos de alto prestigio.
A medida que se iban organizando y articulando los Consejos Reales, se perfilaba una lucha
entre los que pretendían pertenecer a él por su rango y los que procedían de una clase más
modesta, la burguesía. La figura del canciller dominó en los siglos XIV y XV y los secretarios
se impusieron en el XVI en grandes monarquías como la inglesa y la francesa. El secretario de
Enrique VIII, Thomas Cromwell se convirtió en la persona más importante del estado en 1533
cuando sustituyó al Cardenal Wolsey. En Francia, los secretarios del rey pasaron a formar
parte de su consejo a partir de 1547. Desempeñaban la función de embajadores, de pronunciar
discursos elocuentes y redactor documentos oficiales y de utilizar en beneficio del rey sus
conocimientos de derecho y administración. El derecho romano ejerció una función cada vez
más notable en la afirmación de la soberanía imperial.
Lo que contribuyó a aumentar la autoridad del príncipe fue la asignación de los distintos cargos y
funciones públicos. Fue un proceso lento pero irreversible que llegó a su plena madurez a finales
del siglo XVII, con el triunfo del absolutismo. El instrumento de la vasta acción monárquica
era ya la burocracia. Los funcionarios constituyeron una categoría muy emprendedora y activa,
cada uno estaba directamente interesado en su cometido, la remuneración era, a menudo, un
factor totalmente secundario, porque no estaba garantizada de modo regular o no constituía el
atractivo principal del cargo desempeñado. Mientras en Inglaterra varios cargos siguieron siendo
honoríficos, en Francia se practicó la elección de los funcionarios (recaudadores y miembros
del Parlamento).
El estado se asemejaba a una empresa de gestión pública, que se estaba montando y cuyos
beneficios eran cada vez mayores, muchos acudieron a servir al soberano para invertir del
mejor modo posible su prestigio, sus energías y su saber. El más alto de los objetivos sociales
seguía siendo el de la nobleza. Un cargo público además de para obtener ganancias era el mejor
medio para acrecentar la propia influencia, por lo menos a nivel local y satisfacer las ambiciones
sociales.
Al irse formando la administración central de los estados se dio vida a un conjunto enmarañado
y confuso de competencias. La distinción entre dominio privado del príncipe y
patrimonio nacional era casi inexistente al principio, se fue precisando con extrema lentitud.
Faltaba también el debido acoplamiento entre los poderes locales y centrales. La
incoherencia de las situaciones se veía favorecida por la vía simultánea de sistemas jurídicos
diversos, como el derecho romano, el canónico y el consuetudinario, de éstos resultó el
incremento de la fortuna de las profesiones jurídicas ya que sus profesionales eran los únicos
capaces de orientarse entre el laberinto de normas y trámites reglamentarios. Los cargos más
elevados no fueron nunca vendidos y siguieron dependiendo siempre de la concesión soberana,
su disponibilidad equivalía a la posibilidad de un gobierno efectivo y se reveló como una de las
vías maestras del absolutismo. Era un fenómeno corriente que el soberano tuviese en cuenta
solamente sus preferencias personales o recompensar algún servicio. No existía estabilidad en
el ejercicio de los cargos más elevados: la muerte del soberano podía comportar su pérdida,
aunque en el siglo XVI existieron, en la monarquías europeas, auténticas dinastías de
funcionarios.
Otro de los pilares fundamentales del nuevo estado fue el ejercicio de la justicia, cuya
estructura experimentó un proceso similar al de los órganos administrativos. El punto de partida
se encontró en la plenitud jurisdiccional del rey, que provenía de la Edad Media, aunque en la
práctica existía un abanico de jurisdicciones privadas y situaciones excepcionales.
Durante el siglo XV, apareció en Francia una constelación de prestigiosos tribunales de justicia
que se convirtió en bastión de la presencia y jurisdicción monárquicas: los Parlamentos. El
primero fue el de París, que hacia 1360 adquirió autonomía separándose del Consejo del Rey,
Tolosa en 1420, los del Delfinado —en Grenoble en 1476—, de Guyena — en Burdeos en
1462—, de Borgoña —en Dijón en 1476— y de Normandía —en Ruán en 1515—. El derecho
consuetudinario francés fue codificado en 1454. La monarquía aumentó su dominio sobre el país,
aunque los gobernadores fueran todavía grandes feudatarios. Los Estados Generales fueron
perdiendo su función al no ser convocados y los representantes de las clases sociales se reunieron
con mayor frecuencia en los <estados> provinciales.
Desde principios del siglo XIV, la monarquía francesa estaba regida por leyes fundamentales, que
se reducía a la ley sálica —excluía del trono a las mujeres— y a la imposibilidad de enajenar el
patrimonio territorial el estado y renunciar a la propia soberanía. A lo largo de la segunda mitad
del XV, el rey pudo dominar cada ves mejor el Grand Conseil —administrador supremo de
justicia—. Francisco I constituyó un consejo más restringido —Conseil des Affaires—.
Simultáneamente , con Enrique VIII, Thomas Cromwell creaba en Inglaterra el Privy Council.
Algunos autores han considerado a la nobleza del siglo XVII menos protagonista de las
acontecimientos que la del XV o la del XVII, oscurecida por los fuertes poderes principescos.
Hay que matizar esta idea.
Los monarcas adoptaron otra actitud con la nobleza media y baja, ya que se observa desde un
primer momento el interés por promocionarlas en la administración y la justicia.
Desde mediados del siglo XV todos los proyectos estatales incluyeron a las respetivas
jerarquías eclesiásticas y se preocuparon tanto por la legitimación religiosa de la autoridad
real como por las relaciones con Roma. Pero todo cambió en la centuria siguiente, cuando la
Reforma conmovió Europa. Desde entonces, los asuntos religiosos cobraron unas dimensiones
políticas de nuevo contenido e inusitada intensidad.
Ya antes la religión había servido como aglutinante en torno al príncipe (la fe ortodoxa en
Rusia, el carácter de Cruzada de la conquista de Granada por parte de Castilla o la colonización
americana).
Sin embargo, desde que Lutero lanzó sus tesis y el problema saltó de los límites de los teológicos,
la religión se mezcló con los asuntos políticos y terminó por condicionar el proceso de
estatalización. Algunos de los puntos reformados afectaban a la autoridad eclesiástica y a
la obediencia, y esos principios de pusieron el tela de juicio en Alemania, precisamente en un
territorio en que se vivía un delicado equilibrio entre el ámbito imperial, el papal y el de los
príncipes laicos y eclesiásticos. Una vez roto el postulado de la autoridad papal y cuestionado el
papel del emperador en la querella, se abrió un amplio campo a la especulación política y
religiosa sobre la esencia del poder y su justificación divina.
A la Edad moderna pasaron las ciudades y muchas villas medievales con una amplia tradición
de autogobierno. Gobernadas en muchos casos por potentes oligarquías locales, a veces con la
participación de la nobleza y otras muchas con las de mercaderes y letrados las ciudades
aumentaron su importancia demográfica y monopolizaron gran parte de la actividad
económica.
En Italia, Francia, Alemania, en Francia, las oligarquías ciudadanas capitalizaron gran parte
del poder y pudieron negociar directamente con ls monarquías su incorporación al estado
En realidad en ningún país las asambleas representativas actuaron como voz de todo el
conjunto social. La nobleza había dejado de interesarse por ellas, ya que tenía otros medios para
conseguir sus fines. Los campesinos y el mundo rural en general no tenían acceso a ella (salvo en
Suecia). En definitiva, las asambleas eran coto reservado para los grupos urbanos. Apoyadas en
su valor simbólico y también en su poder para sancionar nuevos impuestos, el príncipe juraba
ante ellas el acatamiento a los principios tradicionales del reino-sus leyes y sus libertades.
En la práctica, este periodo contempló un juego continuo entre las monarquías y sus
respectivas Asambleas.
i. En Inglaterra los Tudor lograron fuentes fiscales sin pasar por el Parlamento, pero en
cambio procuró implicarlo en la toma de decisiones que afectaban a las cuestiones
delicadas, como por ejemplo la ruptura con Roma o la reforma religiosas.
ii. En Castilla las pugnas entre el monarca y las Cortes se referían fundamentalmente a
cuestiones fiscales.
iii. En Francia pocas veces se reunieron los estados Generales-únicamente en cuestiones
agudas. En Centroeuropa las asambleas mantuvieron su superioridad sobre el
estado. La nobleza polaca utilizó las dietas y las dietinas para dominar la vida política
iv. En el Imperio, la Dieta, que rigió los destinos políticos desde el siglo XIV, con una
composición arbitraria y poco representativa, limitó el poder de los Habsburgo e
impidió la aplicación de reformas centralizadoras..
Si bien en toda Europa hubo cambios fundamentales en la configuración del poder, no en todos
los sitios se produjeron en la misma dirección. Una perspectiva general obliga al admitir el
progreso de la centralización administrativa y el afianzamiento de las instituciones
estatales, pero no debemos olvidar que el siglo XVI contempló un intento de revivir la vieja
idea romano-cristiana del Imperio. La entronización en España de la casa de Habsburgo
con Carlos I, marca el comienzo de una etapa de nuevas directrices como consecuencia de la
vinculación de la monarquía a los intereses europeos. España se convertirá en el eje sobre el que
han de girar los dominios de la Casa de Austria. La idea imperial de Carlos V vino alentada
por la posesión de vastos territorios. Se trataba de reunir a todos los reinos cristianos bajo la
bandera de la más alta jerarquía feudal del emperador, y de extender la religión católica frente a
los infieles. Esta concepción universalista cuajó sólo en una minoría de intelectuales, el paso
del tiempo demostró la imposibilidad del proyecto. El Imperio no logró ser nunca ni un
Estado, ni tan siquiera una monarquía centralizada. Solamente fue una unidad jurídica, con escasa
cohesión material y espiritual, y con fuertes enfrentamientos en el interior peninsular y en el
marco europeo. En este último, la progresiva tendencia a la creación de estados nacionales, la
ruptura religiosa entre católicos y protestantes, y la constante amenaza del Imperio
otomano, fueron otros tantos obstáculos insalvables para el triunfo del proyecto imperial.
Durante las décadas que quedan de siglo será Felipe II que detente el poder y la supremacía en
Europa, gracias a sus inmensas posesiones. Pese a cierta continuidad con la obra política de su
padre, imbuido de la Republica Christiana, Felipe II no pretende en ningún momento
convertirse en el Campeón de la Contrarreforma en Europa. Cierto que comparte el anhelo de
restaurar la unidad religiosa y de erradicar al protestantismo, tarea que lleva
concienzudamente en el seno de sus estados, pero el objetivo de su reinado será, antes que todo,
el mantenimiento de la Monarquía Católica- integridad en sus territorios y seguridad en sus
comunicaciones, frente a los enemigos que la amenazan. Los grandes conflictos de la primera
mitad del siglo XVI van agotándose a medida que van cayendo o sucumbiendo sus protagonistas.
También existían una constelación de estados más o menos pequeños más o menos
independientes, que si no pudieron sustraerse a los grande conflictos, tampoco lo hicieron a la
evolución de del concepto de autoridad. Un caso fueron los estados italianos. Italia se
conformó como un mosaico de principados, sin una unidad política y a merced de las grandes
potencias. Únicamente subsistieron dos grandes estados: La República Veneciana y los
Estados Pontificios. Venecia inicia una lenta decadencia que desde le punto de vista político
implicó la aristocratización de su élite. Los Estados Pontificios respondieron a un modelo
especial entre la autoridad espiritual del papa y el dominio señorial de diversas familias
aristocráticas romanas.
Pero no todos los estados pequeños se debilitaron. El caso suizo es un ejemplo excepcional.
Separados del Sacro Imperio y anulada la influencia austriaca, los cantones se agruparon en
función de fuertes poderes urbanos. La Reforma religiosa y las guerras europeas proporcionaron
el fermento de una conciencia nacional y además les obligó a dotarse de una estructura estatal
propia. A finales de siglo las Provincias Unidas protagonizarán una interesante evolución
igualmente bajo un modelo republicano, nacido de un conflicto con Felipe II, pero cuya
evolución se afianzará durante el siglo siguiente:
La ideología renacentista planteó una nueva visión del político y de los fines a que debía
tender sus obras. Uno de los más sagaces tratadistas de todas las épocas fue Nicolás
Maquiavelo (1469-1527), que vivió uno de los momentos más interesantes de la política de
su patria, Florencia, y de Italia entera, actuando activamente desde 1498 a 1512 como secretario
del Consejo de los Diez.
Tras ser destituido de su cargo por los Medici, Maquiavelo escribe El Príncipe (1513), sus
“Discursos sobre la primera década de Tito Livio” (1519), de los que se desprende una política
de gobierno y una teoría sobre la vida. Descubre al hombre como una fuerza de la
Naturaleza cuyo dinamismo se traduce en acciones dignas de ser consideradas por el valor
que tienen como acontecimiento y experiencia. Maquiavelo pudo plantear el problema
político en el ámbito histórico y convertir la política en una ciencia empírica. Sentó los
principios de la secularización radical de la política y de la moral.
Maquiavelo se propone rehacer al ser humano, llevarlo por el camino que sugieren sus
propias facultades y señala la experiencia de la vida, primando la virtud, la necesidad, la
fortuna y la gloria; y considerando la virtud como la condición necesaria de la escena política,
aún prescindiendo de las reglas de la moral colectiva. La virtud se redime por el éxito, y ella
sola puede proporcionar el imperio.
El maquiavelismo es una doctrina política positiva, en laque los grandes principios han de
someterse a las experiencias fortuitas del momento y a una táctica oportunista. Desaparece
el soberano moderado, y da paso al príncipe que sólo tiene en cuenta el interés supremo del
Estado, que es el suyo propio, y el de la opinión que secunda sus ideas.
Simultáneamente a Maquiavelo, publica sus obras el inglés Tomás Moro. Su obra Utopía es
de muy distinto orden que las de aquel. Moro es evasión, disgusto por la mezquindad del
mundo que lo rodea. Construye su propio edificio político, en el que le gustaría vivir, una
sociedad que ha alcanzado la felicidad renunciando a la propiedad, al dinero, al ejército.
Un Estado previsor, regido por magistrados consentidos y elegidos por el pueblo, organiza
el trabajo de los utópicos y distribuye entre ellos los víveres y los bienes producidos por la
colectividad. Nadie es rico, pero a nadie le falta nada.
Bodino (Jean Bodin, Angers, 1529 - † Laón, 1596) fue un destacado intelectual francés que
desarrolló sus ideas en los campos de la filosofía, el derecho, la ciencia política y la economía. Sus
aportes a la teoría del Estado, en particular mediante el concepto de soberanía, han sido de gran
importancia para la modernidad y conservan en gran medida valor.
Jean Bodin escribe y piensa en el contexto de las guerras de religión entre calvinistas
(hugonotes) y católicos de la Francia del XVI. Estima que para que haya prosperidad es
necesario que haya un poder fuerte que aúne los intereses contrapuestos que hay en la
sociedad. Estima que el origen de la autoridad está en el pacto que se da entre las diversas
familias que componen las élites de una sociedad, quienes se ponen de acuerdo en una
persona o institución para que ejerza la autoridad y gobierne. Por ello, el poder político es
resultado de un pacto, pero una vez concretado ese pacto, la persona que detenta la autoridad
tiene todo el poder y ha de ser obedecida por todos. Bodin es partidario de una autoridad
fuerte que se haga obedecer y sea de facto obedecida. Solo una autoridad fuerte es capaz de
asegurar el orden, la seguridad y la prosperidad económica.
Ahora bien, el soberano debe respetar las leyes divinas, a la Iglesia y el bien de la sociedad. Si
no lo hace, es legítimo desobedecerle, si bien se opone al tiranicidio. Solo aceptar el tiranicidio
cuando el gobernante es un usurpador. Dios es el fundamento de la razón y de la naturaleza.
Y luego los Hombres se ponen de acuerdo para buscar una autoridad. Por tanto Dios no es
fundamento del Estado de modo directo, aunque sí de modo indirecto. Por ello el Estado
no ha de estar determinado por la Iglesia, pero sí ha de respetarla. Existen diversas formas
posibles de gobierno:
c) La monarquía se deriva de un acuerdo entre individuos y grupos que dan el poder a uno.
El rey puede dar acceso a los cargos públicos a miembros de las élites o a gente del pueblo, o a
ambos a la vez, a ricos y a pobres.
Hay una monarquía tiránica, en la que el rey gobierna sin tener en cuenta las leyes
naturales, y la monarquía no tiránica en la que los reyes obedecen las leyes de la naturaleza y
los súbditos las leyes del rey. Ese tipo de monarquía es el ideal para Bodin. El Rey debe tener
todo el poder en sus manos (absolutismo) y todo debe de estar bajo el soberano, quien no se
equivoca. Todos deben obedecerle (absolutismo) Además el Rey es el Estado.
En relación con las guerras de religión en Francia, los protestantes, primero, y los católicos
después, intentan justificar su rebelión contra el poder legítimo, basada en antiguas referencias,
escriturarias o históricas. Este gran movimiento dio lugar a innumerables libelos, a eruditos
tratados y a largas controversias. Cualquiera que fuera el partido, los autores empleaban las
mismas armas:
Los escritos políticos plantean también el problema del tiranicidio. Si bien todos están de
acuerdo en considerar que el poder procedes de Dios, las actitudes divergen sobre la actitud que
hay que tener frente al mal ejercicio de la autoridad legítima, en particular cuando se cuestionan
los “derechos de Dios”. Teodoro de Beza rechazaba las rebeliones particulares,, pero los
protestantes, después de San Bartolomé parecen aceptar la rebelión colectiva, dirigida por los
demás poderes del Estado. Los miembros de la Liga iban más lejos, reconociendo la
legitimidad del tiranicidio cuando “el pueblo” rechazaba al soberano; este no es más que una
persona particular, privada de la protección divina. Estos ideales inspiran los atentados católicos
al Rey Enrique IV y a Rabaillac en 1610.
Si bien se pueden ver en estos escritos ce circunstancias los gérmenes de ideas futuras
sobre la naturaleza del poder y sus límites, conviene no exagerar. La masiva vinculación de
los franceses al soberano legítimo, la actitud de los funcionarios y del Parlamento de París en
1593 atestiguan la profundidad del fervor monárquico. En el momento culminante de la crisis, en
1576, Jean Bodin, en La República, daba una definición estricta de la soberanía absoluta, única,
inalienable y perpetua y exaltaba la superioridad de la monarquía en la que reside por completo la
soberanía, concentrada en una persona.
Bibliografía: