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EL MÁS GRANDE AMOR

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Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga
vida eterna. Juan 3:16

INTRODUCCIÓN: Este texto es el más amado, mimado, memorizado y


leído de todos los amantes de las Escrituras. No hay un texto en toda la
Biblia que resuma la verdad del evangelio como este.

De hecho, se dice que Juan 3:16 es una Biblia en miniatura. Y se


justifica la deferencia por este texto debido al mundo de teología
encontrado en tan pocas palabras, y el más grande de los sacrificios, en
la más sublime e inexplicable entrega del Dios del universo a favor de
los pecadores.

Mis amados, si la humanidad logrará entender y aceptar el contenido y


el mensaje de este solo versículo, lograría descubrir la razón por la cual
Dios te tiene en esta vida. Voy a tratar de desempaquetar las verdades
sencillas y a la vez profundas de este pasaje, con el firme propósito de
lograr ser abrazados por el contenido dejado por Juan en este
incomparable pasaje de su libro.

Un texto del Antiguo Testamento que adorna la belleza de este texto de


Juan es el de Jeremías 31:3: “…con amor eterno te he amado; por
tanto, te prolongué mi misericordia”. Presentar este atributo divino es
revelar todo lo que Dios es, porque “Dios es amor” 1 Juan 4:8.

Y hablar de su amor es como tocar su propio corazón, y es allí donde


Juan 3:16 pareciera tener su explicación. Veamos por qué el amor es el
más grande de los atributos divinos según la visión de este texto.

I. PORQUE HAY UN DIOS QUE AMA DE TAL MANERA

“Porque de tal manera amó Dios…”

La primera cosa que nos sorprende de este inagotable texto es el verbo


“amó”. Si la Biblia dijera: “De tal manera estimó, apreció, se
compadeció, protegió, ayudó… al mundo”, eso tendría un gran sentido,
porque provenía del corazón de Dios, pero no fue así. Yo creo que nadie
estaría en desacuerdo en afirmar que el amor es la virtud más apreciada
en el hombre. ¿Quién no desea ser amado?
¿Sabe usted lo que produce en la vida de otro cuando escucha las
palabras “te amo?”. Pero el problema con nuestro amor es que siempre
será limitado e imperfecto, por lo tanto, nosotros no amamos
perfectamente. Sin embargo, ese no es el caso de Dios. Él es perfecto
en todas sus perfecciones, y el amor es el atributo que lo conduce a
amar “de tal manera”.

II. PORQUE HAY UN MUNDO AMADO POR DIOS

“… amó Dios al mundo…”

El objeto del amor de Dios fue el “mundo”. ¿Pero cuál mundo? Si


pensáramos en esta declaración como una referencia a una cantidad de
personas, estaríamos limitando a Dios, porque su amor excede a
cualquier número que tengamos en mente. ¿Sabe usted cuántas
personas han nacido desde el principio del mundo? El “mundo” de este
texto al parecer va más allá de un conglomerado número de personas.

Si pensamos más bien en el mundo caído, cuando Adán y Eva pecaron a


tal punto que Dios desde ese mismo momento comenzó a cubrir su
desnudez, pareciera entonces que es a ese tipo de mundo al que Dios
amó “de tal manera”. Dios es omnisciente, pero también es soberano,
ambos atributos hablan de su eterno conocimiento y de su exclusiva
decisión.

Y en este sentido, y de acuerdo con el contexto del presente pasaje, si


la decisión de salvarse dependiera de uno mismo, nadie sería salvo.

Nadie puede nacer de nuevo por sí mismo; ese es el planteamiento


del vers. 8 de Juan 3. El nuevo nacimiento es una obra soberana del
Espíritu, porque ningún ser humano tiene la voluntad de creer o recibir a
Cristo.

Increíblemente todos los seres humanos nacen aborreciendo la luz


(verss. 18-20). El mundo del cual habla Juan es un mundo que aborrece
a Jesús.

 Y es a ese mundo al cual Dios ama y desea salvar.

III. PORQUE JESUCRISTO ES LA OFRENDA DE SU AMOR

“…que ha dado a su Hijo unigénito”.


El amor no es asunto de palabras, es una demostración de hechos. Eso
fue lo que Dios hizo. Dios no solo nos dio la tierra donde habitar, una
vida para vivir, una familia al cual pertenecer, sino que nos dio a su
Hijo.

Nos dio al Mesías en la persona de su Hijo para morir por nuestros


pecados y después vivir con él para siempre (Romanos 5:8). Por eso,
“el que tiene al Hijo de Dios tiene la vida”.

Una de las cosas que ni siquiera en la eternidad entenderemos es saber


cuánto nos amó Dios al momento de entregar a su Hijo. Algunos
escritores antiguos decían que, desde el mismo nacimiento, toda la
misión de Jesús hasta su muerte fue la de aplacar la ira del Padre
Celestial contra la humanidad pecadora.

¿Cómo explicar esto? ¿Quién mató a Jesús? ¿Los romanos? ¿Los judíos?
¿El populacho que decía crucifícale, crucifícale?

Entonces, ¿quién mató a Jesús? Vamos a verlo en este ejemplo.


Abraham tuvo el hijo de la promesa en su vejez. Siendo un muchacho
(algunos calculan entre 18 a 20 años), Dios le pidió que lo ofreciera en
sacrificio; y Abraham, en obediencia, fue a la montaña de Moriah a
sacrificarlo, y justo cuando levantó el cuchillo, una voz del cielo lo
detuvo (Génesis 22).

Pero luego Dios sí le permitió sacrificar un cordero trabado en el zarzal.


Ese cordero representaba a Jesús después. Abraham no le quitó la vida
a su hijo, pero Dios sí permitió crucificar al Suyo, entregándolo por
nosotros.

IV. PORQUE NADIE ESTÁ EXCLUIDO DE ESE AMOR

“… para que todo aquel…“

¿Para quién es la invitación? “Para todo aquel”. Esto significa que a Dios
no le importa tu condición social, familiar o económica. Para Dios todos
cuentan. Cuentan los blancos, los negros, hispanos, americanos, altos,
bajos, indios, mulatos, intelectuales o analfabetos; a Él no le importa los
años que tengas y el tipo de vida que hayas tenido.
“Todo aquel”, es todo aquel. Dios espera que creamos en él; si eso no
se da, no habrá salvación. Esta es su expectativa debido al gran
sacrificio efectuado.

“…todo aquel que en él cree…”

¿Qué vemos en esta declaración? Que, si bien Dios hace un llamado


universal, y esto tiene que ver con las palabras previas (todo aquel),
esto se convierte en un llamado personal. Esto habla de una salvación
individual. Pero a su vez, esto habla de la única manera cómo podemos
ser salvos.

No podemos entrar al cielo a menos que vengamos primero a Cristo.


Uno de los grandes textos reveladores de la Palabra, nos dice: “Y en
ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo,
dado a los hombres, en que podamos ser salvos” Hechos 4:12.

La condición para ser salvo es que tu creas, pero creer en Cristo.


Algunos hablan de la fe que mueve la montaña, pero no es la fe, sino el
Señor quien puede mover una montaña. La fe debe ser en Cristo, y en
nadie más.

“…tenga vida eterna”.

Dios ha creado un gran futuro para ti y para mí. El hombre fue creado
para la eternidad. Dios quiere que vivamos en su presencia para
siempre.

Cuando ponemos nuestra fe en Jesús, nuestros pecados son


perdonados, y Dios nos da la vida eterna. La vida eterna es nuestro
presente y futuro, y Dios ya hizo ese arreglo para todos a través de
Cristo Efesios 2:4-6: 4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su
gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en
pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y
juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los
lugares celestiales con Cristo Jesús,

 La vida eterna es el resultado glorioso de su gran amor por


nosotros.
 La vida eterna más que verla en términos de infinitud, o algo sin
límites de días o de años, debe verse en términos de comunión
con el Padre para siempre. Jesús nos enseñó que la vida eterna
debemos medirla en función de la relación, más allá del tiempo.

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