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UNIDAD 1

LA CIENCIA FICCIÓN

PRÁCTICAS DEL LENGUAJE.

Temas:
EL ORIGEN DE LA CIENCIA FICCIÓN.
LAS LEYES DE LA ROBOTICA.
LECTURAS DE DIFERENTES TEXTOS.
RELATOS UTÓPICOS Y DISTÓPICOS.

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La ciencia ficción
La ciencia ficción es uno de los géneros literarios y cinematográficos más
populares de los siglos XIX y XX. Si bien muchos escritores han discutido
acerca de cuál sería la mejor definición que permitiera comprenderla y
distinguirla de otro tipo de ficciones, se trata de un género fácilmente
reconocible debido a sus características particulares.
Elementos de la ciencia ficción
Cada autor del género aborda con libertad sus preocupaciones e intereses,
como en cualquier otro. Aun así, es posible trazar algunos de los motivos
recurrentes del género en una serie de conflictos:

• La inventiva humana. El desarrollo de tecnologías novedosas que


ponen en riesgo la estabilidad de la vida como la conocemos, o que
impactan de manera catastrófica o injusta o moralmente retadora en
la manera en que las sociedades se organizan, como la biotecnología,
los viajes en el tiempo, etc.
• La aventura espacial. La exploración del universo y las
consecuencias positivas, negativas y sorprendentes que ello conlleva,
como el contacto con culturas extraterrestres, la formación
de gobiernos galácticos, el encuentro con los orígenes del universo,
el encuentro con Dios.
• Fenómenos naturales imprevistos. La utilización de la ciencia y la
tecnología como aliadas del hombre en la lucha por preservar su
hogar (cataclismos) o por huir de la extinción a manos de fuerzas
naturales impredecibles e indetenibles.
• La inteligencia artificial. La robótica y la exploración de la
inteligencia artificial, con todas las interrogantes éticas y morales que
conlleva, cuando no el enfrentamiento entre el ser humano creador y
su creación.

Los mundos posibles y la garantía científica


La CIENCIA FICCIÓN es considerada una ficción especulativa (de especular,
proponer una hipótesis que no se pueda demostrar), porque sus historias
parten de al menos un interrogante:¿qué podría pasar si el mundo fuera de otra
manera?
A veces el mundo representado parece una pesadilla porque la civilización se
ha vuelto terriblemente opresiva o decadente: a ese mundo se lo llama

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DISTOPÍA. Y se lo contrapone a las UTOPÍAS: mundos en los que todos los
problemas han sido resueltos y la gente es feliz y libre. En ocasiones, el planeta
ha sido devastado por una guerra mundial, una invasión extraterrestre, un
accidente nuclear o un desastre ecológico; esos son la catástrofe. Todos ellos
construyen su propio verosímil, donde los hechos y los personajes son creíbles
dentro de un mundo imaginario.
Existen otras ficciones que también imaginan mundos distintos, pero en la
CIENCIA FICCIÓN se representan cosas que todavía no son posibles, pero se
espera que un día lo sean. ¿Y cómo se puede predecir el futuro? Para lograr
eso la ciencia ficción se basa en el estado de las ciencias al momento de
producción de cada obra y las proyecta hacía el futuro. La denominada
GARANTÍA CIENTÍFICA es, justamente, esta regla de imaginar eventos que
posiblemente sucedan en el futuro a partir de un desarrollo de la ciencia ficción
y la tecnología presente.

TEMAS FRECUENTES

En la ciencia ficción se tratan una gran cantidad de temas, algunos de ellos son:

- Inventos o descubrimientos científicos y tecnológicos.


- Ingeniería genética y clonación.
- -Futuro utópico o distópico.
- -Viajes en el tiempo.
- Vida extraterrestre.
- Exploración y colonización del espacio exterior.
- Inteligencia artificial y robótica.

ORÍGENES:
SE SUELEN MARCAR EN EL SIGLO XIX CON FRANKENSTEIN Y
LAS NOVELAS DE JULIO VERNE.

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¿QUÉ FUTURO NOS PRESENTA?

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Diferencias entre UTOPÍAS Y DISTOPÍAS

COMO UTOPÍA SE DENOMINA LA IDEA, IDEACIÓN O REPRESENTACIÓN DE


UNA CIVILIZACIÓN IDEAL, FANTÁSTICA, IMAGINARIA E IRREALIZABLE, PARALELA O
ALTERNATIVA AL MUNDO ACTUAL.

DISTOPÍA ES EL TÉRMINO OPUESTO A UTOPÍA. COMO TAL, DESIGNA UN TIPO DE


MUNDO IMAGINARIO, RECREADO EN LA LITERATURA O EL CINE, QUE SE CONSIDERA
INDESEABLE. LA PALABRA DISTOPÍA SE FORMA A PARTIR DEL TÉRMINO UTOPÍA, AL
QUE SE AGREGA EL PREFIJO DIS-, QUE DENOTA 'OPOSICIÓN O NEGACIÓN

Tres leyes de la robótica, de Isaac Asimov.

El conjunto de leyes más conocido son las "Tres leyes de la


robótica" de Isaac Asimov.
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1-Un robot no puede dañar a un ser humano o, por inacción,
permitir que un ser humano sufra daños.
2-Un robot debe obedecer las órdenes que le den los seres
humanos, excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con
la Primera Ley.
3-Un robot debe proteger su propia existencia siempre que dicha
protección no entre en conflicto con la Primera o Segunda Ley.

Actividades:
Armen una lista de obras de ciencia ficción (pueden ser cuentos,
novelas, películas, series o hasta videojuegos) en las que seres
artificiales desarrollen características humanas.

El racista - Isaac Asimov


El cirujano alzó la cabeza; su rostro era inexpresivo. ― ¿Está preparado? ―preguntó.
―Preparado es un término relativo ―dijo el ingeniero médico―. Nosotros estamos
preparados. Él está quieto. ―Bueno, siempre lo están… Al fin y al cabo, se trata de una
operación importante. ―Importante o no, el paciente debe estar agradecido. Se le ha elegido
entre una enorme cantidad de candidatos y, francamente, no creo que… ―No lo diga
―interrumpió el cirujano―. No nos corresponde a nosotros tomar la decisión. ―La
aceptamos; pero, ¿acaso tenemos que mostrarnos de acuerdo? ―Sí ―repuso vivamente el
cirujano―. Tenemos que aceptarla totalmente y de buen grado. Es una intervención tan
enormemente complicada que no podemos realizarla con ninguna clase de reservas mentales.
Este hombre ha demostrado sus méritos en numerosos aspectos, y sus características resultan
adecuadas para la Junta de Mortalidad. ―Está bien ―dijo el ingeniero médico. ―Le veré aquí
mismo ―declaró el cirujano―. Me parece que la ocasión no se presta demasiado a palabras
de aliento. ―Tampoco servirían de mucho. Está bastante nervioso, y ya ha tomado una
decisión. ― ¿Lo ha hecho? ―Sí. Quiere metal, como todos. El semblante del cirujano continuó

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imperturbable. Se miró las manos y dijo: ―A veces se puede tratar con ellos acerca de ese
asunto. ― ¿Para qué preocuparse? Si quiere metal, que sea metal. ― ¿A usted no le importa?
― ¿Por qué habría de importarme? ―manifestó el ingeniero médico casi con brutalidad―. Al
fin y al cabo, se trata de un problema de ingeniería médica, y yo soy ingeniero médico. Sea
como sea, tengo que resolver el problema. No veo motivos para inquietarme por nada más. No
obstante, el cirujano declaró con firmeza: ― Para mí es un asunto de correcto proceder. ― No
puede usted utilizar ese argumento. ¿Qué le importa al paciente el correcto proceder? ― A mí
si me importa. ― Usted integra una minoría. La tendencia general va en contra suya. No tiene
ninguna posibilidad. ― Debo intentarlo. El cirujano hizo un ademán al ingeniero médico para
que guardase silencio. No era un gesto impaciente, sino simplemente apresurado. Ya había
informado previamente a la enfermera, y le indicaron que ésta se acercaba al quirófano. El
cirujano oprimió un botón y las dos hojas de la puerta se corrieron. El paciente entró en su silla
de motor acompañado por la enfermera, que avanzaba ágilmente a su lado. ― Puede
retirarse, enfermera ― dijo el cirujano ―. Pero aguarde fuera. La llamaré más tarde. Luego
hizo una seña con la cabeza al ingeniero médico, que salió con la enfermera, y la puerta se
cerró detrás de ellos. El hombre de la silla miró por encima de un hombro y los vio marcharse.
Tenía el cuello muy delgado y unas finas arrugas en torno a los ojos. Estaba recién afeitado, y
los dedos, que aferraban con fuerza los brazos de la silla, mostraban unas uñas manicuradas.
Era un paciente de alta categoría, y en su rostro se apreciaba un gesto displicente. ― ¿Vamos a
empezar hoy? ― preguntó. ― Esta misma tarde, senador ― repuso el cirujano asintiendo con
la cabeza. ― Tengo entendido que esto llevará varias semanas. ― La operación en sí misma
no, pero existe una serie de asuntos secundarios que deben tenerse en cuenta. Habrá que
realizar una transfusión de sangre y ciertos ajustes hormonales. Se trata de cuestiones
delicadas. ― ¿Es peligroso…? ― inquirió el enfermo, y luego, como si sintiera la necesidad de
establecer una relación amistosa, pero evidentemente en contra de su voluntad, añadió: ―
¿doctor? Al cirujano le pasaron desapercibidos aquellos matices expresivos, y dijo
escuetamente: ― Todo resulta peligroso. Le dedicamos suficiente tiempo para que sea lo
menos arriesgado posible. Ese tiempo, junto con la capacidad de muchos especialistas
agrupados y el instrumental adecuado, hacen que tales operaciones sólo estén al alcance de
muy pocos. ― Lo sé ― afirmó el paciente, algo inquieto ―. Y me niego a sentirme culpable por
eso. ¿O es que insinúa que le estoy presionando? ― En absoluto, senador. Las decisiones de la
Junta nunca han sido discutidas. Sólo menciono la dificultad y complejidad de la intervención
con el fin de poner de manifiesto mi deseo de llevarla a cabo del mejor modo posible. ― Bien,
hágalo así, entonces. Ése es también mi deseo. ― En tal caso, debo pedirle que tome una
decisión. Es posible aplicarle un ciber-corazón de una de estas dos clases: de metal, o bien… ―
¡O de plástico! ― le interrumpió, irritado, el paciente ―. ¿No es ésa la alternativa que me
ofrece, doctor? Plástico barato. Yo no quiero eso. Ya he hecho mi elección, y quiero que sea de
metal. ― Pero… ― Escúcheme. Me han dicho que la elección tengo que tomarla yo solo. ¿Es
eso cierto? El cirujano asintió, y dijo: ― Cuando dos posibilidades son del mismo valor desde el
punto de vista médico, la elección recae en el enfermo, aún cuando las posibilidades no sean
iguales, como ocurre en este caso. Los ojos del paciente brillaron. ― ¿Pretende usted decirme
que el corazón de plástico es superior? ― inquirió. ― Eso depende del paciente. En mi opinión,
a usted no le conviene el metal. Y preferimos no utilizar la palabra plástico. Se trata de un
ciber-corazón fibroso. ― Por lo que a mí respecta, es plástico. ― Senador ― dijo el cirujano
con infinita paciencia ―, el material no es plástico en el sentido ordinario de la palabra. Es un
polímero, ciertamente, pero mucho más complejo que el plástico corriente. El material es una
fibra proteínica compuesta, con la que se ha conseguido imitar hasta donde ha sido posible el
tejido natural del corazón humano, el mismo que tiene usted dentro del pecho en este

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momento. ― Exactamente; y el corazón humano que tengo en el pecho ya está gastado a
pesar de que no he cumplido todavía los sesenta años. Yo no quiero nada parecido a esto,
muchas gracias. Yo quiero algo mejor. ― Todos queremos algo mejor para usted, senador. El
ciber-corazón fibroso será mejor. Posee una vida potencial de varios siglos. Es totalmente
antialérgico… ― ¿No lo es el corazón metálico, acaso? ― Sí, lo es ― repuso el cirujano ―. El
ciber-corazón metálico está formado por una aleación de titanio que… ― ¿Y no es cierto que
no se desgasta y que es más fuerte que el plástico, o la fibra, o como usted quiera llamarle? ―
El metal resulta físicamente más resistente, en efecto; pero la fortaleza mecánica no es lo
único que debe tenerse en cuenta. Dicha resistencia no es indispensable mientras el corazón
esté bien protegido. Cualquier agente capaz de llegar a su corazón podrá matarle por otras
razones, aunque sea un corazón metálico. El paciente se encogió de hombros y manifestó: ―
Entonces, cuando me rompa una costilla, haré que también me la pongan de titanio. La
sustitución de huesos resulta fácil. Todo el mundo puede conseguir que le hagan eso en
cualquier momento. Yo seré todo lo metálico que quiera, doctor. ― Está usted en su derecho,
si así lo prefiere. Sin embargo debo hablarle con franqueza y decirle que si bien ningún
cibercorazón metálico ha fallado mecánicamente, sí han fallado algunos electrónicamente. ―
¿Qué significa eso? ― Eso significa que todo ciber-corazón posee un pulsarregulador como
parte integrante de su estructura. En el caso de la variedad metálica se trata de un mecanismo
electrónico que mantiene el ritmo cardíaco. Ello implica que hay que colocar todo un equipo
en miniatura que altere el ritmo del corazón de acuerdo con el estado emotivo y físico del
individuo. En ocasiones, esto ha fracasado, y la persona ha muerto antes de que se pudiera
corregir el defecto. ― Nunca he oído hablar de tales casos. ― Yo le aseguro que han ocurrido.
― ¿Y sucede a menudo? ― De ningún modo. Sólo muy raras veces. ― Bien, entonces correré
ese riesgo. ¿Y qué me dice del corazón de plástico? ¿No lleva también un pulsar regulador? ―
En efecto, senador. Pero la estructura química del ciber-corazón fibroso es mucho más
parecida a la del tejido cardíaco del hombre. Puede responder mejor a los estímulos iónicos y
hormonales del organismo. El elemento a insertar es, en este caso, mucho más sencillo que en
el del ciber-corazón metálico. ― ¿No escapa nunca al control hormonal el corazón de plástico?
― Hasta ahora nunca ha ocurrido. ― Porque no han trabajado con él un tiempo lo bastante
largo, ¿no es así? El cirujano vaciló un momento, y luego respondió: ― Bueno, es cierto que el
corazón fibroso lleva en uso menos tiempo que el metálico… ― ¿Lo ve usted? ¿Qué teme,
doctor, que quiera convertirme en un robot, en un métalo, como los llaman desde que se les
otorgó la ciudadanía? ― No tiene nada de malo el métalo. Como bien dice usted; se trata de
ciudadanos. Pero usted no es un métalo, sino un ser humano. ¿Por qué no seguir siendo un ser
humano? ― Porque deseo lo mejor, y eso es el corazón metálico, entiéndalo bien. ―
Perfectamente ― contestó el cirujano ―. Se le pedirá que firme los correspondientes
permisos, y luego le colocaremos un corazón de metal. ― ¿Y quién será el cirujano que me
intervenga? Me han dicho que usted es el mejor. ― Seré yo mismo. Haré lo posible para que el
trasplante tenga éxito. Se abrió la puerta, y el paciente salió en su silla acompañado por la
enfermera. Luego entró el ingeniero médico, que permaneció mirando hasta que la puerta se
hubo cerrado a espaldas del paciente. Entonces se volvió al cirujano y dijo: ― Bueno, no puedo
adivinar lo que ocurrió. Dígame, ¿cuál fue su decisión? El cirujano se inclinó sobre su escritorio
y perforó las instrucciones finales para los registros. ― La que usted predijo. Quiere un ciber-
corazón metálico. ― Después de todo, son los mejores. ― No siempre. Llevan más tiempo
usándose, eso es todo. Es la manía que tiene la humanidad, desde que los métalos han
adquirido la ciudadanía. El hombre tiene el singular anhelo de hacer de sí mismo un métalo.
Suspira por la fuerza física y por la resistencia que se les atribuye. ― Ellos no son los únicos,
doctor. Usted no trabaja con métalos, pero yo sí, de modo que sé lo que ocurre. Los dos

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últimos que ingresaron para someterse a reparaciones me pidieron elementos fibrosos. ― ¿Se
los proporcionó? ― En un caso, sí; se trataba tan sólo de colocar tendones. No había
demasiada diferencia entre insertar metal o fibra. El otro, en cambio, deseaba un aparato
circulatorio o su equivalente. Yo le dije que no podía hacerlo. Para ello se hubiera tenido que
modificar totalmente la estructura de su organismo, aplicando material fibroso… Es de
suponer que algún día llegaremos también a eso. Habrá métalos que no sean totalmente de
metal, sino una especie de combinación metálica de carne y sangre. ― ¿No le preocupa esa
idea? ― ¿Por qué? Análogamente, habrá seres humanos metalizados. Hoy poseemos dos
variedades de seres inteligentes en la Tierra, y es absurdo que nos estemos preocupando por
las dos. Dejemos que se acerquen la una a la otra, y al fin no existirá diferencia alguna. ¿Para
qué queremos que la haya? Entonces tendremos lo mejor de ambas formas de vida: las
ventajas del hombre combinadas con las del robot. ― El resultado entonces sería un ser
híbrido ― contestó el cirujano, con un tono que se acercaba a la agresividad ―. Se habría
llegado a una criatura que no sería ambas cosas, sino ninguna de las dos. ¿Es lógico suponer
que un individuo no esté lo bastante orgulloso de su estructura orgánica y de su identidad
como para desear transformarse en algo extraño? ¿Sería deseable ese mestizaje? ― Así hablan
los racistas. ― Pues no me importa ― dijo el cirujano, con sereno énfasis ―. Yo creo que uno
debe ser lo que es. No cambiaría ni una partícula de mi organismo por ninguna razón. Si se
requiere forzosamente hacerme algún cambio, exigiría que el material fuera lo más parecido
posible a mis propios órganos. Yo soy “yo mismo”. Y estoy muy satisfecho con ser quien soy, y
no pretendo ser ninguna otra cosa. El cirujano, terminado su alegato, se preparó para iniciar la
operación. Introdujo sus fuertes manos en el horno y las dejó para que se calentaran al rojo
hasta que se esterilizasen completamente. A pesar de ser la primera vez que levantaba la voz y
se apasionaba de tal modo, en su bruñido rostro metálico, como siempre, no existía el menor
vestigio de expresión

Actividades:

1-Anoten los temas de la ciencia ficción que parecen en el cuento y desarrollar con tus propias palabras.

2- ¿A qué se dedican los protagonistas del cuento?

3- Buscar datos del autor(breve).

¡CÓMO SE DIVERTÍAN!
ISAAC ASIMOV
Margie incluso lo escribió aquella noche en su diario, en la página encabezada con la fecha 17
de mayo de 2157. «¡Hoy, Tommy ha encontrado un libro auténtico!» Era un libro muy antiguo.
El abuelo de Margie le había dicho una vez que, siendo pequeño, su abuelo le contó que hubo
un tiempo en que todas las historias se imprimían en papel. Volvieron las páginas, amarillas y
rugosas, y se sintieron tremendamente divertidos al leer palabras que permanecían inmóviles,

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en vez de moverse como debieran, sobre una pantalla. Y cuando se volvía a la página anterior,
en ella seguían las mismas palabras que se habían leído por primera vez.

-¡Será posible!

-comentó Tommy.

- ¡Vaya despilfarro! Una vez acabado el libro, sólo sirve para tirarlo, creo yo. Nuestra pantalla
de televisión habrá contenido ya un millón de libros, y todavía le queda sitio para muchos más.
Nunca se me ocurriría tirarla.

–Ni a mí la mía ¾asintió Margie. Tenía once años y no había visto tantos libros de texto como
Tommy, que ya había cumplido los trece.

-¿Dónde lo encontraste? preguntó la chiquilla.

-En mi casa respondió él sin mirarla, ocupado en leer. En el desván.

-¿Y de qué trata? ¾De la escuela. Margie hizo un mohín de disgusto.

-¿De la escuela? ¡Mira que escribir sobre la escuela! Odio la escuela. Margie siempre había
odiado la escuela, pero ahora más que nunca. El profesor mecánico le había señalado tema
tras tema de geografía, y ella había respondido cada vez peor, hasta que su madre, meneando
muy preocupada la cabeza, llamó al inspector. Se trataba de un hombrecillo rechoncho, con la
cara encarnada y armado con una caja de instrumental, llena de diales y alambres. Sonrió a
Margie y le dio una manzana, llevándose luego aparte al profesor. Margie había esperado que
no supiera recomponerlo. Sí que sabía. Al cabo de una hora poco más o menos, allí estaba de
nuevo, grande, negro y feo, con su enorme pantalla, en la que se inscribían todas las lecciones
y se formulaban las preguntas. Pero eso, al fin y al cabo no era tan malo. Margie detestaba
sobre todo la ranura donde tenía que depositar los deberes y los ejercicios. Había que
transcribirlos siempre al código de perforaciones que la obligaron a aprender cuando tenía seis
años. El profesor mecánico calculaba la nota en menos tiempo que se precisa para respirar. El
inspector sonrió una vez acabada su tarea y luego, dando una palmadita en la cabeza de
Margie, dijo a su madre:

-No es culpa de la niña, señora Jones. Creo que el sector geografía se había programado con
demasiada rapidez. A veces ocurren estas cosas. Lo he puesto más despacio, a la medida de
diez años. Realmente, el nivel general de los progresos de la pequeña resulta satisfactorio por
completo... Y volvió a dar una palmadita en la cabeza de Margie. Ésta se sentía desilusionada.
Pensaba que se llevarían al profesor. Así lo habían hecho con el de Tommy, por espacio de casi
un mes, debido a que el sector de historia se había desajustado.

-¿Por qué iba a escribir alguien sobre la escuela?

-preguntó a Tommy. El chico la miró con aire de superioridad.

-Porque es una clase de escuela muy distinta a la nuestra, estúpida. El tipo de escuela que
tenían hace cientos y cientos de años.

-Y añadió campanudamente, recalcando las palabras: Hace siglos. Margie se ofendió.

-De acuerdo, no sé qué clase de escuela tenían hace tanto tiempo.

-Leyó por un momento el libro por encima del hombro de Tommy y comentó

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-: De todos modos, había un profesor.

-¡Pues claro que había un profesor! Pero no se trataba de un maestro normal. Era un hombre. -
-¿Un hombre? ¿Cómo podía ser profesor un hombre? ¾Bueno... Les contaba cosas a los chicos
y a las chicas y les daba deberes para casa y les hacía preguntas. ¾Un hombre no es lo bastante
listo para eso.

-Seguro que sí. Mi padre sabe tanto como mi maestro. ¾No lo creo. Un hombre no puede
saber tanto como un profesor.

-Apuesto a que mi padre sabe casi tanto como él. Margie no estaba dispuesta a discutir tal
aserto. Así que dijo:

-No me gustaría tener en casa a un hombre extraño para enseñarme. Tommy lanzó una aguda
carcajada.

-No tienes ni idea, Margie. Los profesores no vivían en casa de los alumnos. Trabajaban en un
edificio especial, y todos los alumnos iban allí a escucharles.

-¿Y todos los alumnos aprendían lo mismo?

-Claro. Siempre que tuvieran la misma edad...

-Pues mi madre dice que un profesor debe adaptarse a la mente del chico o la chica a quien
enseña y que a cada alumno hay que enseñarle de manera distinta.

-En aquella época no lo hacían así. Pero si no te gusta, no tienes por qué leer el libro. ¾Yo no
dije que no me gustara

-respondió con presteza Margie. Todo lo contrario. Ansiaba enterarse de más cosas sobre
aquellas divertidas escuelas. Apenas habían llegado a la mitad, cuando la madre de Margie
llamó:

-¡Margie! ¡La hora de la escuela!

-Todavía no, mamá suplicó Margie, alzando la vista.

-¡Ahora mismo! ordenó la señora Jones. Probablemente es también la hora de Tommy.

-¿Me dejarás leer un poco más del libro después de la clase? pidió Margie a Tommy.

-Ya veremos respondió él con displicencia. Y se marchó acto seguido, silbando y con su
polvoriento libro bajo el brazo. Margie entró en la sala de clase, próxima al dormitorio. El
profesor mecánico ya la estaba esperando. Era la misma hora de todos los días, excepto el
sábado y el domingo, pues su madre decía que las pequeñas aprendían mejor si lo hacían a
horas regulares. Se iluminó la pantalla y una voz dijo:

-La lección de aritmética de hoy tratará de la suma de fracciones propias. Por favor, coloque
los deberes señalados ayer en la ranura correspondiente. Margie obedeció con un suspiro.
Pensaba en las escuelas antiguas, cuando el abuelo de su abuelo era un niño, cuando todos los
chicos de la vecindad salían riendo y gritando al patio, se sentaban juntos en clase y
regresaban en mutua compañía a casa al final de la jornada. Y como aprendían las mismas
cosas, podían ayudarse mutuamente en los deberes y comentarlos. Y los maestros eran
personas... El profesor mecánico destelló sobre la pantalla:

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-Cuando sumamos las fracciones una mitad y un cuarto. Margie siguió pensando en lo mucho
que tuvo que gustarles la escuela a los chicos en los tiempos antiguos. Siguió pensando en
cómo se divertían.

Actividades:

1-¿Qué habrá querido decir con «¡Hoy, Tommy ha encontrado un libro auténtico!»?

2-¿Por qué Tommy dirá que el de antes no era un “maestro normal”?

3-¿Quiénes son los personajes principales?

4-¿A qué le llaman “escuela”? ¿Cómo son los exámenes?

5-¿Compartís la idea de que la escuela es divertida? ¿Qué te divierte y qué te aburre


de tu escuela?

6-Escribí un comentario o una recomendación sobre el cuento que incluya qué te


gustó, qué no, qué te llamó la atención y por qué, y si lo recomendarías a tus amigos

7-Realizá un cuadro comparativo entre “el maestro automático” que presenta el


cuento, y el “maestro humano”. Ampliá las características que menciona o sugiere el
cuento.

8- Redactá los hechos de otro texto que hayas leído o de una serie o película, cuya
acción transcurra en el futuro.

MI PUNTO DE VISTA

La ciencia ficción difícilmente habría podido existir en su verdadero sentido antes de


que el concepto de cambio social, a través de alteraciones en el nivel de la ciencia y la
tecnología, hubiese alcanzado un grado de desarrollo suficiente.

A lo largo de toda la historia,la ciencia y la tecnología avanzaron de hecho, y


alteraron así efectivamente la sociedad. (Consedérese el uso del fuego, por ejemplo, o
la invención de la imprenta de tipos móviles).Sin embargo,en la mayor parte del
transcurso de la historia, estos cambios progresaron tan lentamente en el espacio que
no había cambios visibles en el termino de la vida de un individuo. Por lo tanto, la
historia humana, aparte de los cambios triviales a través de la guerra o la sucesión
dinástica, o de los cambios fantásticos por intervención sobrenatural, era vista como
esencialmente estática.

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El avance de la ciencia y la tecnología, sin embargo, es acumulativo, y cada avance
tiende a impulsar otro avance más veloz. Finalmente,el ritmo de cambio, y el alcance
de los efectos de ese cambio en la sociedad devienen suficientemente grandes como
para ser detectados en el lapso de una vida individual. Entonces, por primera vez, el
futuro es descubierto.

Esto ocurrió, evidentemente, con el desarrollo de la Revolución Industrial. Es lógico


entonces suponer que la ciencia ficción tuvo que haber nacido algún tiempo después
de 1800 y muy probablemente en Gran Bretaña, y que su nacimiento se produjo como
una respuesta literaria a ese descubrimiento.

(…) Es el cambio continuo, inevitable,el factor dominante en la sociedad actual. Ya no


puede tomarse ninguna decisión razonable sin tener en cuenta no solo el mundo tal
como es, sino como ha de ser. Esto a su vez significa que nuestros estadistas, nuestros
hombres de negocios, nuestro hombre común, tienen que adoptar una manera de
pensar propia de la ciencia ficción, les guste o no, y más aún, lo sepan o no. Solo así
pueden ser resueltos los problemas morales de la actualidad.

Individualmente,las historias de ciencia ficción pueden seguir pareciendo triviales


para críticos y filósofos con anteojeras de nuestros días; pero la médula de la ciencia
ficción,su esencia,el concepto alrededor del cual gira,se ha transformado en algo
crucial para nuestra salvación, si que hemos de ser salvados.

Asimov,Isaac.Sobre la ciencia ficción.

Buenos Aires,Sudamericana,1981.Fragmento.

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