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Taller de Ministración

Ministrar es servir o ejercer un oficio, empleo o ministerio.


La primera vez que se usa es en la historia de José cuando lo venden a Potifar
como esclavo: «Así halló José gracia ante los ojos de Potifar y le servía» (Gén.
39:4 RVA; «llegó a ser su siervo personal» LBA).
Sharát a menudo denota «servicio» brindado en relación con la adoración que
ofrecía Israel; en 60 de las 97 veces que aparece tiene este significado. Cuando
Samuel era todavía niño, «ministraba a Jehová delante del sacerdote Elí» (1
Sam. 2:11), y el Señor lo llamó mientras «ministraba a Jehová en presencia de
Elí» (1 Sam. 3:1). Este tipo de «servicio» era para honrar solo al Señor, porque
Israel no debía ser «como las naciones, como las demás familias de la tierra,
que sirven al palo y a la piedra» (Ezeq. 20:32). En el templo de la visión de
Ezequiel, a los levitas que «sirvieron delante de sus ídolos» el Señor les prohibió
servir como sacerdotes (Ezeq. 44:12). Además, Jehová separó «la tribu de Leví
para que llevase el arca del pacto de Jehová… para servirle, y para bendecir en
su nombre» (Deut. 10:8). De la tribu de Leví, Moisés debía ungir a Aarón e hijos
y consagrarlos para que «sirvieran» como sacerdotes (Éx. 29:30). Los que no
fueran de la familia de Aarón, aunque habían sido escogidos para ministrar para
Él por siempre, actuarían como ayudantes de sacerdotes, y realizarían tareas
físicas como guardar las puertas, matar el holocausto, cuidar los altares y
utensilios del santuario (1 Cr. 15:2; Ezeq. 44:11). Sin embargo, Isaías predice
que llegará el día en que «extranjeros… te servirán» (Isa. 60:10).
˓Abad (5647, ‫)דָ ָבָ ע‬, «servir, labrar, esclavizar, trabajar». Esta raíz se utiliza mucho
en las lenguas semíticas y cananeas. Este verbo aparece como 290 veces por
todo el Antiguo Testamento.
Aparece por primera vez en Gén. 2:5: «Ni había hombre para que labrase la
tierra». Dios le dio al hombre la tarea de labrar la tierra (Gén. 2:15; 3:23; cf. 1:28).
En Gén. 14:4 «habían servido a Quedorlaomer» quiere decir que eran sus
vasallos. Dios le dijo a Abraham: «Ten por cierto que tu descendencia morará en
tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años» (Gén.
15:13).
Debemos tener en cuenta por eso que en la actualidad ministrar es parte del
servicio a la iglesia, es parte de atender la necesidad espiritual y física de la
persona, pero la sobre exposición a ministraciones continuas pueden causar
esclavitud. Personas que se acostumbran a solo sentir a Dios en la ministración
pero no en su intimidad, o solo dependientes de una atmosfera en específico,
pero no de la compañía continua del Espíritu Santo.
Jesús ejemplificó la ministración durante Su vida. Él “sonrió, habló, caminó,
escuchó, dedicó tiempo, animó, enseñó, alimentó y perdonó” y nos pide que
sigamos Su ejemplo de amarnos “unos a otros; como yo os he amado” (Juan
13:34).
Cuando ministramos, representamos a Jesucristo al velar, edificar y fortalecer a
las personas que nos rodean.
Jesús dijo: “… Yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22:27). Como
verdaderos discípulos de Jesús, nosotros también debemos servir a los demás.
El servicio es prestar asistencia a quienes necesitan ayuda.
El acto de ministrar como una oración de fortaleza por otros y de ánimo espiritual
hacia los que vemos débiles, caídos o a punto de caer, es un hecho de amor;
cuando amamos a los desconocidos como si fuese familia o al enemigo como un
hermano, entonces aflora por naturaleza celestial en nosotros la necesidad por
ministrar.
Porque la ministración es un acto de rescate de intercesión por aquella persona
que vemos en problemas o que Dios nos muestra que necesita ayuda. Cuando
ministramos activamos en nosotros las características de Jesús más que en
otras circunstancias.
Al ministrar reconciliamos, volvemos a unir al separado, hay fuerzas nuevas,
liberación y sobre todo consolación de parte del Espíritu Santo. No existe
ministración sin consolación. (2 Corintios 1:3-4).
Podemos asegurar que el Espíritu Santo nos insta a ministrar, claro que sí; pero
esa la misión de él y él siempre desea hacerlo por su naturaleza restauradora,
pero nos toca a nosotros tener: la seguridad, la disposición, la responsabilidad y
ser constantes, para poder no solo sentir la necesidad de ministrar a otros sino
de hacerlo y “que no se quede como algo que solo pensé o sentí”.
Para que esto se llegue a activar en nosotros debemos ministrar a Dios primero,
ósea servirle, adorarle, interesarnos en él, leer la biblia, orar con frecuencia,
pasar más tiempo expuesto a él que a cosas que me entretengan o desenfoquen.
La ministración dentro de las iglesias aunque podemos tener la necesidad de
hacerlo y sentir mediante el don de Dios la necesidad de las personas, no
podemos hacerlo solo por esa necesidad personal, sino bajo orden o permiso
pastoral, porque recordemos que cuando hacemos algo sin la cobertura o el
orden indicado, Dios lo puede permitir pero espiritualmente se abren puertas
para que “el espíritu de venganza” pueda entrar por allí de manera subliminal o
directa.
Ya fuera del ambiente de la iglesia si usted desea ministrar, debe estar
congregándose continuamente, tener la seguridad, una base de conocimiento y
dejarse guiar por Dios, pero sobre todo, no ejercer la ministración violenta para
que no se transforme en una liberación; sino que prudentemente podemos
ministrar en paz, amor, sanidad, restauración y llenura del Espíritu Santo.
Recordemos que hay una pequeña diferencia en ministrar y orar; la oración es
una conversación con Dios y usted puede orar por otros sin ejercer presión en
su área espiritual, pero la ministración es una constante presión a las áreas
espirituales y naturales del ser humano.
Puede pasar que por la unción y la consagración de la persona una simple y
pequeña oración se convierta en una oración o hasta una liberación, pero si eso
sucede Dios lo permite y eso quiere de antemano decir que la persona está
preparada y capacitada. (Mateo 11:29)
Existen 12 áreas expuestas a la hora de ministrar que no siempre se manifiestan
al momento de una oración.
Área Emocional.
Área de Pareja.
Área Económica.
Área Profesional.
Área de Familia.
Área de Salud.
Área Social.
Área Sexual.
Área Relacional. (Carácter y temperamento)
Área de Trascendencia. (Vida, pasado, presente y futuro)
Área de Conocimiento.
Área Espiritual. (Luchas espirituales, maldiciones generacionales, etc.)
Estas 12 áreas se manifiestan en la tripartición del ser humano: Espíritu, alma y
cuerpo, por esa razón la oración muchas veces llega solo a ciertas áreas y
permite pocas manifestaciones; pero la ministración ahonda y presiona hasta
abrir todas las áreas y descomprimir cuerpo, alma y Espíritu. (Hebreos 4:13)
La ministración se basa en la necesidad de Dios de libertar a la persona y la
disposición de la persona en ser libre; pero muchas ocasiones nos
encontraremos con personas indispuestas y cerradas y aquí debemos ver 2
cosas: el ambiente y la seguridad con que estamos ejerciendo el don.
Sabemos que Dios anhela llenarnos, libertarnos y usarnos, pero él es un
caballero que toca la puerta (Apo 3:20), pero jamás dice la biblia con que
intensidad pero si con constancia (Job 33:14); por eso más que la intensidad de
nuestras palabras es la constancia con la que toquemos y presionemos el área
espiritual de la persona, esto creará una puerta de entrada para poder provocar
el quebrantamiento y posterior la libertad de quien estemos ministrando. (Lucas
14:23)
Como hemos visto hasta ahora la ministración es parte del servicio, y debemos
estar más dispuesto que preparados, porque si Dios te usa el mismo te capacita;
pero tampoco es que debemos ser neófitos o doble animo e intentar suponer que
asi también somos capaces, porque cuando no hay control del asunto o
seguridad al ejercer el don podemos causar confusión y provocar una liberación
que aunque Dios la permita y tenga control, por nuestra inmadurez y osadía “la
podemos ver negra” y pasar muy mal.
Cabe recalcar que hay iglesias o personas que no creen ni en la ministración ni
en la liberación, tomando puntos de referencia que dicen que: “Jesús nos hizo
libre” y que Dios mismo es el que trata al hombre y “no el hombre al hombre”.
Cuando pensamos de esta manera caemos en un misticismo o una enseñanza
a medias; porque Jesús cada vez que imponía manos el ministraba poder, ósea
servía y se preocupaba por la necesidad de un pueblo y eso mismo transfirió a
sus discípulos:
 Lucas 4:40
Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas
enfermedades se los llevaban a Él; y poniendo El, las manos sobre cada
uno de ellos, los sanaba.
La imposición de manos es “el acto más infravalorado del cristianismo” y fue lo
que Jesús mas hizo y lo que Jesús más cuidó también, por eso la biblia nos da
una recomendación:
 1 Timoteo 5:22
No impongas las manos sobre nadie con ligereza, compartiendo así {la
responsabilidad por} los pecados de otros; guárdate libre de pecado.
La imposición de manos no debe ser un acto a la ligera, pero no se debe dejar
de hacer; porque son nuestras manos ese contacto directo y primordial con las
demás personas.
 1 Timoteo 5:22
Nueva Versión Internacional
No te apresures a imponerle las manos a nadie, no sea que te hagas
cómplice de pecados ajenos. Consérvate puro.
En esta versión se aclara un poco más el panorama, porque nos manda a no
hacerlo apresurados, solo porque sentí, solo porque me enviaron; porque nos
podríamos hacer cómplices, ósea quedar ligados a los pecados de la otra
persona, y aquí habla de “transferencias espirituales”.
Sabemos de desde el antiguo testamento la imposición de manos era para
delegar una responsabilidad a alguien, como también para transferir de una
persona a otra una autoridad, también se imponía manos para enviar hacer una
misión y en nuevo testamento seguimos viendo esto aun en Jesús y los
discípulos, esto nos da a entender que nuestras manos son parte de las
herramientas que usa Dios para mostrar su poder.
Cuando ministramos a alguien u oramos en base a la necesidad de alguien
específicamente, lo más común es colocar nuestra mano encima de él, el error
está donde colocamos las manos, hay 3 lugares específicos donde se colocan
las manos para provocar cosas específicas:
1- La cabeza (autoridad): en esta área solo puede colocar la mano el pastor
o el ángel de la iglesia, colocar la mano en la cabeza es un símbolo de
paternidad, de pertenencia y dominio. (génesis 48)
2- El hombro (las cargas): en esta área es libre de ponerla toda persona
que está bajo cobertura para orar y representa compañía, apoyo y guía.
(Salmos 81:6 Nueva Versión Internacional «Te he quitado la carga de los
hombros; tus manos se han librado del pesado cesto.)
3- La boca el estómago (Vientre): esta es un área específica de ataque
demoniaco; la biblia muestra el vientre como un lugar de formación y de
separación donde Dios te escoge y te aparta para él, por eso es un área
muy sensible a la manifestaciones espirituales.

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