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Clase 3

Unidad 1

La psicología:
diversidad de
orígenes, objetos,
métodos y
enfoques
históricos

Cuadro: Johannes Gumpp,


autoportrait, 1646.
1.3. La historicidad de los objetos de la psicología: el advenimiento
del yo y de la literatura de la subjetividad personal. Del pronombre
personal al substantivo, el yo. Reivindicación de la experiencia
personal de Montaigne a Goethe. Rousseau y las Confesiones.
Defensa de la sensibilidad contra el racionalismo ilustrado.
Interioridad y autenticidad; memoria e identidad personal. Los
alcances políticos de la reivindicación del yo personal.

Texto 3) Gusdorf, Georges (2022). El advenimiento del yo. Barcelona-Buenos Aires,


Miño y Dávila. (TEÓRICOS)

Texto 4) Pavesi, Pablo (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y
Rousseau. (TEÓRICOS)
Georges Gusdorf (1912-2000)
Filósofo e historiador de las ideas francés.
Procedía de una familia judeo-alemana instalada en
Francia.
Fue alumno de Gaston Bachelard en la École normale
supérieure (ENS).
Entre 1940 y 1945, fue llevado a un campo de
detenidos (no de concentración nazi) en Lübeck,.
Acabada la guerra, Gusdorf fue profesor en la
Universidad de Estrasburgo, donde explicó filosofía y
lógica.
En los años 1950, preparó a agregados en la ENS
como sucesor de Maurice Merleau-Ponty. Fue maestro
en particular de Althusser y de Michel Foucault.

Desde 1966 hasta 1988, publicó catorce


volúmenes de su Les sciences humaines et la
pensée occidentale.
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y Rousseau.

I. Introducción. El advenimiento del yo.

Serie Les sciences humaines et la pensée occidentale (Las ciencias


humanas y el pensamiento occidental)

Tomo I (1966): De l'histoire des sciences à l'histoire de la pensée (De la historia


de las ciencias a la historia del pensamiento).
Tomo II: Les origines des sciences humaines
Tomo III: La Révolution galiléenne
Tomo IV: Les principes de la pensée au siècle des lumières
Tome V: Dieu, la nature, l’homme au siècle des lumières
Tomo VI: L’avènement des sciences humaines au siècle des lumières
Tomo VII (1976): Naissance de la conscience romantique au siècle des
lumières [El nacimiento de la conciencia romántica en el siglo de las Luces]
Tomo VIII: La conscience révolutionnaire; Les idéologues
Tomo IX: Fondements du savoir romantique
Tomo X: Du néant à Dieu dans le savoir romantique
Tomo XI: L’Homme romantique
Tomo XII: Le savoir romantique de la nature
Tomo XIII: Les origines de l’herméneutique
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo.
Montaigne y Rousseau.

Tomo VII (1976): Naissance de la conscience


romantique au siècle des lumières [El nacimiento
de la conciencia romántica en el siglo de las Luces]

Primera parte: aparece un nuevo modo de sentir y de


pensar que luego se denominará «romántico», al que
Gusdorf denomina «La revolución no galileana»

Segunda parte: se dedica a la «renovación de las


verdades y los valores» y su quinto capítulo es El
advenimiento del yo. Éste puede ser leído como una
obra autónoma.

Yo entendido como objeto de indagación, examen y


escritura, un fenómeno moderno.

Transforma un pronombre personal, yo,


en un sustantivo, el yo.
ROMANTICISMO (1750-1850)

Se origina en Inglaterra, Alemania y Francia

A partir de una profunda crisis social e ideológica se sostuvo que la


razón no era suficiente para explicar esa dura realidad.

Resultó una corriente muy diversa debido a que enfatizó la subjetividad y


las emociones.

Se planteó como una ruptura de los principios del racionalismo


neoclásico y de la ilustración (que sostenía a la razón como la base de
todo conocimiento), y exaltó la libertad del individuo y su capacidad
intuitiva.
ROMANTICISMO (1750-1850)

Se caracterizó entonces por:


• la exaltación del hombre, la belleza y la naturaleza.
• un espíritu rebelde y libre.
• la emancipación del individuo frente a la colectivización
social creciente.

En literatura:

❖ Francia: Rousseau (Confesiones, 1770), Víctor Hugo (Los


miserables, 1862)

❖ Alemania: Goethe (Penas del Joven Werther, 1774)

Cuadro: Eugène Delacroix; La Libertad guiando al pueblo, 1830.


Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo.
Montaigne y Rousseau.

La primera manifestación de la literatura del yo


es el libro Ensayos de Michel de Montaigne
(1580).

El yo adviene.

Toda la literatura antigua y medieval no tiene un


“espacio interior” sino que se distinguen como
entidades públicas, políticas, ya que cada uno de
ellos sólo es lo que es en función de aquello que
dicen y que hacen frente a otros, con otros y
contra otros.
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y
Rousseau.

El yo adviene bajo formas múltiples y variadas:

Manifestaciones discursivas: literaturas del yo no necesariamente


escritas en primera persona:

- memorias
- biografías,
- autobiografías,
- novelas (género novedoso en el que el personaje esconde, para
mostrar, las experiencias íntimas del autor)
- lo que Gusdorf llama la “literatura no literaria”, libre de
preocupaciones estéticas, en la que el autor escribe para él mismo,
su único lector, en el diario íntimo, o para un solo lector, en la
correspondencia.

Esa literatura se opone desde el primer momento al racionalismo, al


cosmopolitismo y al enciclopedismo de las Luces. Desarrolla una moral y
una estética, una concepción del hombre en el mundo.
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y Rousseau.

Manifestaciones no discursivas:

- pintura (retratos y autorretratos)


- espejo
- deshabillé e indumentaria privada
- reorganizaciones del espacio vivido (pasillo, tocador, quiosco,
jardín inglés

Nuevos modos en los que se ejerce y disfruta una nueva forma


de sociabilidad privada, un nuevo modo de ser con otros, el
encuentro
con los íntimos, apartado, en contacto con la naturaleza.
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del
yo. Montaigne y Rousseau.

Pavesi presentará dos modos


clásicos (vigentes) de la literatura del
yo:

- el de Michel de Montaigne
(1533-1592)
- el de Jean-Jacques Rousseau
(1712-1778)

Para ello hay que remontarse a la


autobiografía confesional pietista
escrita como diario íntimo que luego
se publica como edificante, que sigue
la tradición de las Confesiones de san
Agustín (398).

Atraviesa la trilogía bíblica


(inocencia-infancia, caída-juventud,
redención-madurez), relata su
educación religiosa, el pecado y luego
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y
Rousseau.

El pietismo inspira en la confesión la importancia de la


experiencia personal y el examen de conciencia.

Gusdorf lo denomina una “psicoteología”, una verdadera


“psicología cristiana”. Y trazará un itinerario por el que:

- el espacio interior se naturaliza


- el examen de conciencia se seculariza hasta transformarse
en una psicología empírica que se funda en el examen de la
conciencia, propia y ajena.

La psicología heredará ese dominio que


escapa al control cristiano.
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo.
Montaigne y Rousseau.

El yo proteico. Montaigne.
Aquí el yo es moderno.
“me pinto a mí mismo… Yo mismo soy la
materia de mi libro, asunto frívolo y vano…»

Es un yo histórico que se vuelve a sí mismo,


como su propia materia.

Montaigne enfrenta y desarrolla tópicos que


serán ineludibles para toda la literatura del yo:

1. La soledad
2. La transformación
3. la identidad del autor
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y
Rousseau.

1. La soledad:

- Montaigne se retira a la biblioteca paterna, donde escribe


sobre sí mismo.
- Suspende todo lazo político-público, familiar y privado.
- El lugar de privacidad es un lugar de libertad (contra la
esclavitud de los trabajos del mundo) lo cual invierte la noción
de libertad clásica (esencialmente política, ejercida en la
condición de ciudadano en relación con otros ciudadanos).
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y Rousseau.

2. La transformación:

- el reencuentro consigo mismo se frustra, es arduo y fatigoso.


- La escritura reside en registrar y describir, dar testimonio de la
distancia entre el yo que escribe y el yo que aparece.
- Es un flujo de metamorfosis.
- El yo de Montaigne es un «yo proteico» en alusión al dios Proteo,
la antigua deidad marina, quien era capaz de tomar mil formas
diferentes.
- El tiempo, entendido como transformación y metamorfosis, impide
cualquier recurso a la memoria para fijar la identidad del que escribe.
- En el flujo temporal no hay traza, sólo queda el pasaje de los
distintos yo, extraños uno al otro.
- Montaigne no habla sobre su vida, escribe como si no tuviera
historia, sino sólo experiencias. Esta es la principal diferencia de
esta literatura del yo con la autobiografía que inaugura Rousseau,
dos siglos después.
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y
Rousseau.

3. la identidad del autor:

- la identidad es la del yo que escribe, mientras escribe.


- la identidad pasa a ser la de la obra, la del testigo de la
mutabilidad, el lector.
- el yo se escribe bajo la forma del ensayo, es decir, el yo se
ensaya.
- el yo aparece objeto de un discurso y la identidad,
problemática para el que habla o escribe solo se constituye
en función de quien lee o escucha.
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y
Rousseau.

El yo autobiográfico. Rousseau.
Las Confesiones (1781) de Jean-Jacques Rousseau se
publican tres años después de su muerte.
El título es provocativo al evocar las Confesiones de san
Agustín, que remiten a la literatura confesional escrita en
forma de diario íntimo muy vigente en el siglo XVIII.
Pero en san Agustín, la interioridad es el lugar de una
búsqueda de Dios, de “Aquél que es en mí pero no soy yo”
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y
Rousseau.

En la tradición de san Agustín se ubican los Pensamientos


(1670) de Blaise Pascal quien leyó muy bien a Montaigne.
“La naturaleza de ese amor propio y de ese yo humano es la
de amarse sólo a sí mismo y no considerar más que a sí
mismo” (Pascal 1963, 636).
Para él, el yo se agota en un amor que comienza en él y
siempre se dirige a él.
Amar a alguien que no sea yo mismo, exige la aniquilación
del yo. “El yo (moi) es aborrecible”.

Es la primera vez que el yo deja de ser un pronombre


personal y pasa a ser un sustantivo, un neologismo.
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y
Rousseau.

Las Confesiones de Jean-Jacques Rousseau es la primera


confesión laica: el autor ya no se confiesa a Dios, se
confiesa al público.

La autobiografía confesional se hace literatura del yo a


condición de la muerte de Dios.

La confesión, al hacerse laica, marcará nuestra subjetividad.

Un yo que no quiere más que hablar de sí ante


otros y que se constituye en el acto mismo de esa confesión.
Somos una “sociedad confesional” (Foucault, 1976).
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y Rousseau.

IV. Decir todo

1. Transparencia y narración.

El yo de Rousseau es transparente a sí mismo.


La conciencia de sí es insuficiente hasta que no se haga pública y
sea vista por los otros.
Rousseau dramatiza esta pérdida de la inocencia, que es la de todo
hombre civilizado, la cual se traduce en la distancia entre un yo
público, la máscara, y un yo privado, subjetivo y escondido.
En la confesión, en el intento de hacer transparente su corazón a los
ojos del lector, Rousseau quiere salvar la distancia entre su yo
privado y su yo público, para recuperar su inocencia original, el
paraíso perdido.
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y Rousseau.

(1. Transparencia y narración.)

Rousseau recupera la confesión religiosa y la hace laica: la


confesión debe ser total, no sólo declara que dirá la verdad sobre sí,
sino que dirá toda la verdad con el fin, de salvar este quiebre entre
público-privado.
El culto a nuestro yo personal se juega todavía en la doble
alternativa:

el yo autobiográfico de Rousseau que quiere hacerse transparente


a otros para hacerse transparente a sí

vs
la laboriosa tarea de decir todo que se enfrenta a una opacidad de
laboriosa elucidación, los “monstruos fantásticos” de Montaigne.
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y Rousseau.

2. El tiempo de la memoria.

La autobiografía es posible porque la profundidad del yo no admite


una topografía espacial: el yo es esencialmente histórico.

Su ser presente está determinado por el conjunto integral de su


pasado y no puede presentarse de otra manera que relatando su
historia personal, íntima, sentida.

Nace aquí, un yo puramente narrativo, que no recuerda su


vida narrando los grandes acontecimientos históricos, políticos,
públicos, en los que ha participado (tradición de las Memorias), sino
que recuerda para narrarse a sí mismo.
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y Rousseau.

(2. El tiempo de la memoria.)

La noción de tiempo-memoria del siglo XVIII es la de David Hume.


Según ésta, el tiempo de la conciencia es el de una sucesión lineal
de percepciones.

Así, el yo se deshace en la sucesión temporal y no es más que “un


haz o colección de percepciones diferentes que se suceden entre sí
con rapidez inconcebible y están en continuo flujo y
movimiento” (Hume,1739).

El yo es apenas una creencia ilegítima, una “ficción” que oculta tras


una identidad substancial lo que no es más que un frágil
puñado de percepciones asociadas por semejanza y causalidad.
Texto 4) Pavesi, P. (2022). Dos momentos en la historia del yo. Montaigne y
Rousseau.

(2. El tiempo de la memoria.)

Rousseau invierte el orden de intensidades, esto quiere decir:


siente el recuerdo más intensamente que la impresión
original.
La memoria es manifestación de un pasado que nunca se
fue, está en el presente y determina mi modo de ser y de
proyectarme hacia otros y hacia el mundo.

Esta es la inflexión histórica que hace posible la


autobiografía: gracias a la memoria, la verdad ya no reside
en el hecho objetivo, sino en la autenticidad del que
recuerda.
A partir de aquí abordaremos:
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5)

Prestar atención sobre cómo hace historia Gusdorf:

❖ la importancia y desafío de realizar un estudio del


surgimiento del yo

❖ el modo en que se construye este objeto

❖ así como la cantidad y diversidad de fuentes con las que


sustenta sus hipótesis y recorridos.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5)
APARTADO I

TESIS GENERAL:
La “psicología concreta” que nace en el siglo XVIII
es opuesta a la tradición empirista espiritualista (J.
Locke, D. Hume, E. Condillac).

Sus temas predominantes son:


• el espacio interior
• el individuo
• la singularidad
La tradición empirista espiritualista

David Hume: la “ciencia del hombre” soñada por Hume impone a la


realidad humana una cuadrícula espacio-temporal de tipo newtoniana.

“Por mi parte, cuando penetro más íntimamente en lo que llamo “yo


mismo”, siempre tropiezo con una u otra percepción particular, de frío o de
calor, de luz o de sombra, de dolor o de placer. Nunca puedo captar un “yo
mismo” sin encontrar siempre una percepción, y nunca puedo observar nada
más que la percepción” (1739)
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO I

Por el contrario, en las Confesiones (1770) de Jean-Jacques


Rousseau:

“Inicio una empresa que no tuvo ejemplo y cuya ejecución no


tendrá imitación”.
“No estoy hecho como ninguno de aquellos que he visto, creo no
estar hecho como ninguno de aquellos que existen. Si yo no valgo
más, al menos soy otro”.

“Ser otro” es ya “valer más”.

La INDIVIDUALIDAD es una de las apuestas,


de las conquistas, de las preguntas del romanticismo.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO I

Rousseau (1712-1778) Montesquieu (1689-1755)


Fue uno de los inspiradores de la En oposición a Rousseau, realiza un
Revolución francesa. análisis racionalista de la historia.
Culto a la Naturaleza y el individualismo. Publica en 1748 El espíritu de las leyes.
En 1744 tuvo un romance con una Ve a la sociedad como un todo en
criada, tuvo 5 hijos que dejó en un continua mutación (para garantizar la
orfanato. Sentimiento de culpa libertad propone tres poderes: ejecutivo,
permanente. legislativo y judicial)
1761 escribe el Emilio y El contrato
social (fuertes críticas de los
enciclopedistas).
Vuelve a Francia con un nombre falso y
se casa con Therese. En 1770 publica
las Confesiones.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO I

Kierkegaard (1813-1855): “Si debiera pedir que se ponga una


inscripción en mi tumba, no quisiera otra que esta: fue el Individuo.
Si esta palabra no es comprendida todavía, lo será algún día”
(1847).

Kierkegaard fue un gran defensor de la subjetividad cristiana


amenazada.

Vamos a situar este recorrido, el advenimiento del yo, en este


proceso que va del siglo XVIII con Rousseau, en las vísperas
de la Revolución francesa, hasta la muerte de Kierkegaard en
el siglo XIX.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO I

La individualidad es una de las conquistas del romanticismo.

BIOGRAFIA Y RETRATO

• para llegar a escribir una autobiografía se necesita una conciencia de


singularidad de la existencia, lo que supone un grado de individualismo.
Y debe parecer ejemplar para interesar a otro sujeto aparte de sí
mismo.
• Ambos suponen que la historia de un hombre no se cuenta si no vale la
pena ser contada.

Las Confesiones de San Agustín, es una de las primeras obras de la literatura del
yo, aunque en el espacio mental de la espiritualidad cristiana.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO I

Difícil emergencia del yo desligado de Dios:

1. Hombre arcaico: MITO: el individuo juega el papel que la tradición le


atribuye en un gran juego colectivo.

2. Helenismo: LOGOS: no hay una autonomía, ya que el hombre se conoce


a sí mismo como subordinado al funcionamiento del cosmos (ley
cosmológica).

3. Cultura cristiana: el modelo del cosmos no desaparece pero queda


subsumido en la idea de DIOS. La conciencia personal (alma) se ordena
en relación a los destinos eternos propuestos al hombre (ley teológica).

El primado de la ley cosmológica y luego de la teológica se yerguen


como obstáculo de la conciencia de sí.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO I

El espacio interior (du dedans) impone su preeminencia sin excluir el espacio


exterior (de dehors). El hombre debe instalarse sobre sí mismo para enfrentar
las perplejidades de la vida. Dos modelos de ello son:
Montaigne (1533-1592) Pascal (1623-1662)
Sus Ensayos (1588), donde analiza su Matemático.
interioridad, su propia subjetividad “Cada Sostiene que la intuición es superior a la
hombre porta en sí mismo la forma entera de razón, ya que la razón es incapaz de alcanzar
la condición humana”. la fe y salvación que solo se consigue por la
Intenta mediar con los protestantes. gracia divina (es el corazón el que siente a
Sus concepciones éticas fueron retomadas por Dios y no la razón). En 1654 tiene una crisis
los racionalistas. espiritual y se refugia en una abadía jansenista
Sus análisis psicológico introspectivos (mov. heterodoxo católico inspirado en San
impregnaron toda la literatura posterior. Agustín, que niega el libre albedrío y cree en la
predestinación) donde estaba su hermana. el
El resto de su vida difundió esta concepción
contra los jesuitas.
Se lo ubica en las doctrinas irracionalistas.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5)
APARTADO II

El conocimiento de sí tiene por misión explorar


esa Tierra Nueva anexada al espacio mental.

Montaigne:

“Yo me estudio mas que cualquier otro tema”, afirma su prioridad de


la relación consigo mismo, mas que la relación sobre el mundo o
Dios.
La nueva sabiduría será una sabiduría del repliegue, “El yo de cada
hombre debe ser su fortaleza”.
Estudiar a un solo hombre con atención es prepararse a conocerlos
a todos.
“Si de buena voluntad dirigís vuestro pensamiento a asir su ser, será
ni mas ni menos que querer agarrar el agua con el puño”.

Cuadro: Jan van Eyck, Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa, 1434.


Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO II

El repliegue sobre el espacio interior instituye un nuevo objeto. Esta


nueva vía de aproximación al yo es la CONFESION , que no es solo un
decir, sino un hacer y un ser.

Conocimiento de sí a través de la búsqueda de un


lugar propio donde se funda el equilibrio de un
universo personal.

Montaigne: la interioridad es puramente humana.


Dios y el mundo no están negados, sino
despojados del derecho que las tradiciones
le reconocían.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO II

Crítica a Montaigne por parte de:

HUET (1630-1721): ¿no hay que estar persuadido de que ese


original merece ser mirado, estudiado e imitado por todo el
mundo? Y esa idea ¿ha podido nacer de otro lugar que de un
gran fondo de amor propio?

MALEBRANCHE (1638-1715): “pedantería” “vanidad indiscreta y


ridícula” “orgullo insoportable vanagloriarse de los propios
defectos”
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO II

PASCAL (1623-1662): “El yo es aborrecible”

El subrayado de la palabra yo indica que es un neologismo.

La primera edición de la Gramática de Port Royal (1660) agregó una


explicación necesaria:
“El autor -precisaba- quiere decir el amor propio. Es un término que
el autor tenía la costumbre de usar entre algunos de sus amigos”.

El acta de nacimiento del sustantivo YO se sitúa en un contexto


de reprobación violenta.

“Pascal ha fulminado a Montaigne”


Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO II

Tanto el naturalismo de Montaigne como el sobrenaturalismo cristiano


acuerdan en la imposibilidad de acceso a la esencia del hombre.

El yo se sustrae al análisis o porque es ondulante y diverso, inconsistente


por naturaleza (Montaigne), o porque es un misterio del que solo Dios posee
su significación (cristianismo).

PASCAL: “El yo es injusto en sí, en tanto se quiere el centro de todo”


“¿Qué es el yo?... ¿Si me amo por mi juicio, por mi memoria, me amo yo?
No, porque puedo perder esas cualidades sin perderme a mí mismo.
¿Dónde está, por lo tanto ese yo, si no está ni en el cuerpo ni en el alma?
¿Cómo amar el cuerpo o el alma si no es por sus cualidades, que en tanto
son pasajeras no pueden constituir el yo?(...). No se ama nunca a las
personas, sino sólo a las cualidades”.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5)
APARTADO III

LOCKE (1632-1704):
Existencia del yo desde el empirismo experimental: los estados
de consciencia personal refiere a un principio de conservación
de la individualidad, no accesible a la conciencia.
No resuelve los problemas del yo sin la perspectiva moral de un
Dios remunerador y vengador.

HUME (1711-1776):
Retoma el yo pero sin la referencia teológica.
Solo tomo posesión de mi mismo a través de la percepción.
Tanto tiempo como yo esté sin consciencia de mi mismo, yo no
existo.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO III

LICHTEMBERG (1742-1799), profesor de física en Gottinga:


“empleamos la palabra ‘alma’ como los algebristas su x, y, z”

Reconoce las profundidades del espace du dedans.

“Mi cuerpo es aquella parte del universo que mis pensamientos


pueden modificar”. Evidencia la unidad psicosomática del ser
humano.

Para Gusdorf: “Admitir el yo es una necesidad práctica”


Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5)
APARTADO IV

A pesar de prohibiciones teológicas y epistemológicas, el


conocimiento de sí será una de las grandes tentaciones del
SXVIII.

Surge una LITERATURA DEL YO como testimonio de esta


orientación: diarios íntimos, memorias, biografías, novelas
(confesión disfrazada del autor).

El espace du dedans comienza a poseer un exceso de


significaciones, ávidas de afirmarse y desplegarse. Todo
esfuerzo por “decirse” supone la búsqueda de una liberación.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO IV

La vida privada deviene una categoría fundamental de la existencia,


de la conciencia y del arte. Se opone a la vida pública regida por
formularios, códigos, ceremonial impersonal que obliga a refrenar
espontaneidad.

En la Europa tradicional el espacio social también se impone en el


interior de las casas, donde, en la vida doméstica, cada uno vive bajo
los ojos de todos.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO IV

Ciertos signos de la necesidad del espacio privado aparecen


antes del renacimiento:

1. En la novela picaresca española “El lazarillo de Tormes”


(1554), historia de un ciego vagabundo, que imagina por
fuera de las leyes y sin identificarse con ningún grupo.

2. Montaigne, definió a un tipo más respetable: un alcalde que


abandona su cargo, y para escapar de los problemas de la
vida doméstica se encierra en su torre-biblioteca para una
vida estrictamente privada. Montaigne busca en sí mismo un
orden que hace falta en la situación espiritual y política de la
época, devastada por las guerras religiosas.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO IV

Cuando el orden no está dado debe venir de nosotros, debe ser


buscado y constituído. Así, la literatura del yo se desarrolla en las
regiones donde la figura social y cultural de la época se caracteriza
por la ambigüedad y conflicto de ideologías.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª
parte Cap. 5) APARTADO V

La aparición del ESPEJO es


simbólica. Aparece a fines de la
edad media.

A partir de esto, el pintor podrá


pintarse a sí mismo intentando
cumplir con una imposible
coincidencia de sí a sí. Existen en
Rembrandt más de 80
autorretratos. La sucesión de
autorretratos desarrolla un obstinado
rigor de diario íntimo del maestro,
pregunta de sí, conquista, lucha
contra la muerte.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO V

El tema del yo despreciable se opone al culto del yo.

De los retratos con osamentas oficiales y joyas de gala


se pasa a la simplicidad de la presencia de la persona
llevando sus vestidos de todos los días.

Historia del retrato


La aparición del retrato es un signo de los tiempos (fines siglo
XIV / XV). El retrato más antiguo que se conoce es una pintura
sobre madera del Rey Juan el Bueno hacia 1360.
Representar figuras destacadas, santos, príncipes, es una idea
antigua.
¿Qué cambia en el Renacimiento? Se aísla la figura, no se la
mezcla, consiste en representar a una persona laica y
perpetuarla.
En este período aparece la firma de los artistas.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte
Cap. 5) - APARTADO V

El espacio de los pintores intimistas es


la proyección hacia fuera del espace
du dedans, presencia de sí a sí,
reflexionada, que se apoya en los
objetos familiares y horizonte próximo:
la casa, el jardín, la habitación.
Separarse en compartimentos
independientes y cerrados donde cada
uno puede retirarse al abrigo de
curiosidades indiscretas.

Cuadro: Vermeer, La lechera, 1658.


Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) -
APARTADO V

La nueva exigencia de vida privada del


SXVIII, recrea lugares como:

- el tocador (lugar por excelencia del


retorno a sí)

- el deshabillé o robe de chambre,


término que significa “ropa de
habitación”, ropa con que nos cubrimos
cuando estamos descuidados. El
descuido pasa a ser uno de los nuevos
derechos del hombre y mujer, el nuevo
uniforme de la vida privada, en
oposición a la vida pública donde uno
debe vestirse.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) -
APARTADO V

Análogo es el espacio del jardín.


En el SXVI desde Versalles se observaba todo
el terreno, donde se desplegaban las vanidades
monárquicas.
Desde comienzos de SXVIII el jardín chino
organiza un nuevo espacio, con lugares
independientes, unidos por senderos sinuosos y
ondulados, propicios al aislamiento y al
ensueño, donde uno se pierde en la multitud
para reencontrarse y no ser mas que en sí.

El quiosco, pasa a ser análogo al tocador.


Construcción estrecha y ligera, abriga la soledad
de un ser, quizás de dos, fuera de la presión de
otros y sin romper el contacto con el paisaje.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO V

La literatura del yo
reenvía la palabra a las intenciones profundas,
la confidencia, el secreto de sí a sí y de sí para sí.

Proyecto de la autobiografía y del diario íntimo,


la literatura privada persigue la demostración de la existencia
del yo.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5)
APARTADO VI

Una nueva espiritualidad anuncia una nueva literatura (ya se va


percibiendo a Rousseau).

El advenimiento del yo aparece también por fuera de la literatura


(una de las bellas artes estéticas).
La historia de la literatura del yo será incomprensible sin su
relación con la nueva conciencia religiosa.
La literatura íntima será por mucho tiempo no literaria, sin
preocuparse por escribir bien según las reglas del estilo.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO VI

Religión de primera persona: pone el acento sobre el propio sujeto, la


búsqueda de Dios deviene la búsqueda de sí.

Se puede oponer en la escrituras íntimas:

1. “yo anglicano”: yo conservador y meditativo, se revela escondiéndose. Invita al


lector a tomar parte con el autor de la investigación de un asunto como la religión de
un médico o la anatomía de la melancolía. Prefiere la poesía.

2. “yo puritano”: yo activo, temporal, tan simple y visible como posible, deseoso
de ser tomado al pie de la letra. En vez de comenzar por el “hombre”, empieza por sí
mismo. Prefiere la historia, donde el sujeto participa en el presente. Aquí la
autobiografía encontrará su dominio. La autobiografía tiende a conformarse como un
modelo común, y los autores poseen en común un método de introspección. La
autobiografía puritana se da bajo la forma del culto rendido a Dios y no al yo.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5)
APARTADO VII

Cada fiel está invitado a volverse sobre el espace du dedans donde


se sitúa la celebración espiritual verdadera.
El pietismo luterano engendra una literatura íntima (Ej. Pascal y
Goethe).

La autobiografía aparece como signo y consagración de la


desviación de la ortodoxia cristiana.
De aquí resultará una nueva psicología cristiana y una renovación de
la psicología misma. “Esa relación psicológica hacia sí, fundamental
en la vida religiosa, conducía necesariamente al individuo a observar
su yo y profundizarlo” (pág. 29). El individuo comienza a tomar
interés por su propia subjetividad.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO VII

Al atenuarse el papel de la exigencia religiosa, el tono psicológico


aumentará, la literatura moderna del yo nace de la desacralización de la
intimidad.

La relación con Dios era para San Agustín y los pietistas el fundamento
de la unidad personal. Desde Rousseau, Dios no cesa de alejarse y, en
el límite, muere.

La psicología heredará ese dominio


escapado al control cristiano.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO VII

Siguiendo esta línea de emancipación la literatura del yo, la


apolegética religiosa (ciencia que expone pruebas y fundamentos de
la verdad de la religión cristiana) cede el lugar a una apologética
personal que se esfuerza por justificar la existencia y validez del yo.

Las Confesiones de Rousseau operan la naturalización del espace


du dedans. Aparecen en Rousseau marcas religiosas, relacionadas
con el pietismo europeo.

Rousseau se confiesa a un Dios no confesional, pero también a la


humanidad.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO VII

Puede fecharse en las Confesiones la consagración europea de la


literatura del yo (hasta acá Gusdorf trazó los precedentes y raíces de
esta consagración), antes no constituían obras literarias.

“Tengo demasiado por decir y diré todo,


no omitiré ninguna de mis faltas,
me pintaré tal como soy y el mal casi ofuscará al bien;
y a pesar de eso apenas puedo creer que ninguno de mis lectores
pueda decir: yo fui mejor que ese hombre”.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO VII

La cultura del yo es la mayor adquisición del


romanticismo, ligada a una nueva comprensión de la
personalidad.

Ej. Un árbol como signo del romanticismo: “si nacemos


originales, como se hace para que muramos todos
idénticos?” Descubrir en cada uno que hay de
radicalmente diferente.

Primacía de la primera sobre la tercera persona.

El surgimiento de la subjetividad en la cultura debe ser


ligado a la evolución de la novela, en las que se
naturalizará el psiquismo (Ej. “Relaciones Peligrosas”).
Werther y las Confesiones están escritos en primera
persona. La línea de demarcación entre la novela y la
autobiografía es incierta. La verdad toma forma de vida.
Gusdorf, G., El advenimiento del Yo (2ª parte Cap. 5) - APARTADO VII

El advenimiento del yo inunda el espacio literario.


El romanticismo es una literatura del yo.

Goethe contiene el romanticismo en los dos sentidos del término:


• porque lo comprende e implica
• porque es su maestro

Su testimonio revela el cambio cultural que se realiza con el


advenimiento del yo. Da testimonio de su humanidad a la humanidad.

El yo deviene un pasaje obligado hacia la verdad


Fragmento de las Confesiones. Libro VII
Cuantos papeles hube de juntar para Puedo cometer omisiones en los hechos,
suplir a mi memoria y guiarme en esta transposiciones,errores de fechas, mas
empresa han pasado a otras manos y no puedo equivocarme acerca de lo que
jamás volverán a las mías. he sentido, ni acerca de lo que mis
sentimientos me han inducido a ejecutar;
Sólo me queda un guía fiel de que y he aquí de lo que se trata
servirme: la cadena de sentimientos que principalmente.
han señalado la sucesión de mi ser, y con
ellos la de los acontecimientos que han El verdadero objeto de mis confesiones
sido sus causas o sus efectos. es descubrir con exactitud mi intimidad en
Fácilmente olvido mis pesares, mas todas las situaciones. He prometido la
nunca mis faltas, y menos aún mis historia de mi alma,y para escribirla con
buenos sentimientos. fidelidad no necesito otros recuerdos: me
basta,como lo he dicho hasta aquí, con
Me es harto grato su recuerdo para que entrar dentro de mí mismo (p. 242).
se borren de mi corazón

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