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All content following this page was uploaded by Mario Martin Merino on 24 September 2018.
Introducción
En el presente trabajo se realizará un análisis de los conceptos más importantes contenidos en una serie de tres
artículos propuestos relacionados con la historia intelectual, su concepción, evolución y estado actual, además
de la idoneidad de su aplicación en lo que respecta al estudio del Mundo grecolatino.
Metodología
Para la elaboración de este estudio se utilizarán principalmente los siguientes documentos:
de José Carlos Bermejo, su artículo publicado en 2005 titulado Los historiadores, sus métodos y el
problema del pensamiento.
de Mariano Di Pasquale, De la historia de las ideas a la nueva historia intelectual: Retrospectivas y
perspectivas. Un mapeo de la cuestión, publicado en 2011.
en tercer y último lugar, el del norteamericano Peter Gordon, aparecido en 2012, y cuyo título es What
is Intellectual History? A frankly partisan introduction to a frequently misunderstood field.
Asimismo, cualquier otro recurso empleado para la elaboración de este trabajo, será convenientemente reflejado
en el apartado bibliográfico del mismo.
1. ¿Qué se entiende por Historia Intelectual?
La Historia Intelectual podría definirse como una rama de la historiografía cuyo objeto de estudio se centra en
el análisis de las ideas, pensadores y corrientes intelectuales. Tal y como es concebida por los historiadores, esta
disciplina guarda evidentes paralelismos con las “historias de la filosofía”, aunque está más cercana a la historia
de la ideas.
Se podría considerar como fundamento esencial de la historia intelectual la premisa de que las ideas no se
generan y desarrollan ajenas al contexto histórico, social y cultural de su momento, el cual debe ser tenido en
cuenta para el análisis de las mismas 1. Lo que en definitiva busca la historia intelectual es comprender las ideas
a través del conocimiento del contexto en el cual surgieron.
La historia intelectual es mucho más que la propia historia de los intelectuales, ya que su campo de estudio se
centra no solamente en el estudio de las ideas plasmadas en documentos escritos, sino que también se interesa
por otras formas de cultura material, y prácticamente cualquier trazo escrito es susceptible de ser estudiado por
la historia intelectual
Aunque la concepción de la historia intelectual como disciplina es relativamente reciente, sus precedentes se
encuentran en otras ramas como la historia de la filosofía, la historia de las ideas o la historia de la cultura. No
obstante, tal y como es concebida actualmente, se originó desde la “historia de las ideas”, cuya formulación de
las “ideas-unidad” ha sido ampliamente superada. En los últimos veinte años se han producido una serie de
significativos cambios en las categorías técnicas y en los criterios metodológicos utilizados en la historia
intelectual, lo cual ha llevado a que cada historiografía nacional lleve a cabo su propia conceptualización y
desarrolle sus propias ideas explicativas, lo cual ha provocado que todas ellas sean muy similares 2 y tal y como
afirma Chartier, lo único que busquen sea imponerse a las demás 3.
Según lo manifestado por Di Pasquale, actualmente se prefiere el empleo de términos como “discursos”,
“lenguajes” y “conceptos”, lo cual lleva implícito la adopción de nuevos acercamientos y redefiniciones
conceptuales que, de acuerdo con el mencionado autor, distinguen a las nuevas corrientes de la historia
intelectual frente a la anterior historia de las ideas 4, haciendo especial hincapié en el “giro lingüístico”.
1 Grafton, 2006.
2 Di Pasquale, 2011: 80.
3 Chartier, 2002: 14.
4 Di Pasquale, 2011: 80.
© Mario Martín Merino, 2017
En lo que se refiere a la segunda, surgida como reacción a la crisis de valores que se produjo en el periodo de
entreguerras tras la finalización de la I Guerra Mundial, intentó responder a las inquietudes del presente desde
el pasado, si bien muchas de sus respuestas ya habían sido propuestas por la École des Annales. Con la difusión
de una sociología de corte naturalista, muchos investigadores insertos en esta corriente comenzarán a tomar en
cuenta la importancia del contexto socio-cultural para la comprensión de las ideas, por lo que tratarán de estudiar
la sociedad en la cual aparecieron desde todos los puntos de vista posibles. Asimismo, y gracias a la psicología
social, se comenzarán a utilizar métodos y técnicas estadísticas para estandarizar las fuentes de estudio.
En la década de los años 60 del siglo XX surgirá en el Reino Unido la Historia del pensamiento político,
especialmente vinculada con la Universidad de Cambridge, cuyos autores procederán a realizar un análisis del
pensamiento político en donde tendrá gran relevancia el estudio del contexto histórico, así como la
multidisciplinariedad. A fines de los años 70 y a lo largo de la década siguiente las ciencias sociales
experimentaron la perdida de ciertos criterios argumentativos, lo cual provocará que buena parte de los
estudiosos comenzaran a elaborar nuevas perspectivas conceptuales y metodológicas que posibilitasen la
creación de un nuevo espacio en el cual analizar en profundidad el “dogma logicista”, ya que tanto la History
of Ideas como la Histoire des Mentalités habían mostrado vacíos conceptuales que imposibilitaban la
formulación de nuevas premisas, lo cual provocó que en la década de 1980 se propusieran diversas cuestiones
conceptuales cuyo propósito fue llenar esas lagunas. En el caso concreto de los historiadores, empezarán a
adoptar enfoques propios de otras disciplinas tales como la lingüística o el psicoanálisis, abordando el estudio
de cualquier temática humanística desde una perspectiva multidisciplinar. Durante esa mencionada década se
comenzará a articular en Francia una nueva Historia Intelectual que puede ser entendida como una reacción
contra muchos de los postulados propuestos por la École des Annales, combinando por medio de la longue dureé
8
la historia y la geografía, además de poner de relieve la importancia de las estructuras socio-económicas,
partiendo desde posturas cercanas al materialismo histórico y al estructuralismo.
A diferencia de las historias del pensamiento, la Historia Intelectual tiene como fin último el análisis y el estudio
del pensamiento desde un punto de vista multidisciplinar, siendo una de las cuestiones principales el estudio de
las obras y de su contexto, de sus creadores y de las motivaciones o causas sociales que motivaron su elaboración
y posterior difusión 9. En opinión de Chartier, y basándose en las apreciaciones al respecto efectuadas por
Bordieau, es posible concebir la Historia Intelectual como una disciplina que busca comprender los ámbitos en
los que se genera la producción intelectual, teniendo presentes las circunstancias exógenas a su alrededor, para
de ese modo, poder identificar socialmente y sin cortapisas, a los pensadores y sus ideas 10.
De este modo, surgirá una nueva historia intelectual conformada por una serie de herramientas y enfoques que
tratan de dar respuesta a una serie de cuestiones a partir del empleo de nuevos modelos teóricos que permitan
el análisis del pensamiento humano.
4. La historia del pensamiento y el estudio del Mundo antiguo: la importancia de los documentos
En algunos supuestos determinados, la historia del pensamiento solo permite efectuar un reinterpretación del
contexto en el cual se produjo un determinado documento, lo cual reviste una apreciable dificultad a la hora de
acceder a su análisis debido a que nos resulta del todo punto imposible establecer un diálogo figurado con el
autor del mismo. Pese a tal inconveniente, desde nuestra distancia temporal respecto a los autores del pasado,
gozamos de la ventaja de creer conocer los acontecimientos que tuvieron lugar después de los hechos narrados
en esos documentos 11, lo cual posibilita efectuar una reconstrucción bastante completa del discurso contenido
en los mismos que en buena parte de ocasiones es completado gracias a otros elementos como vestigios
arqueológicos y diversos restos materiales 12.
Como acertadamente señala Hopkins, se debe tener en cuenta la posibilidad de que los autores de esos
documentos no tuviesen intención alguna de informarnos sobre unos hechos concretos, si no que somos nosotros
cuando abordamos su análisis los que extraemos de ellos aquellos datos que consideramos relevantes, lo que en
8 Término acuñado por F. Braudel en 1958 utilizado para referirse a un determinado nivel del tiempo histórico en el cual la estabilidad
de las estructuras se prolonga temporalmente.
9 Dosse, 2003: 11
10 Dosse, 2003: 375
11 Hopkins, 1981: 6.
12 Bermejo, 2005: 271.
© Mario Martín Merino, 2017
ocasiones puede no coincidir con el propósito original de sus autores 13. Si se tiene en consideración lo
manifestado por Hopkins, es obvio que nunca se podrá conocer en toda su extensión el sentido original que
quiso imprimir el autor al documento objeto de estudio, entre otras cosas porque nuestro contexto histórico y
mentalidad son diferentes a la de los autores de la Antigüedad. En nuestro caso, nos valemos de sus escritos
para intentar reconstruir de la manera más completa y fidedigna posible, el contexto en el cual surgieron.
Aunque en la Antigüedad clásica existía una cierta concepción de documento escrito, esta era bastante
minoritaria entre los autores que se dedicaron al estudio de la Historia, así como en el ámbito religioso, en donde
se configuró su propia definición de documento. Buen número de movimientos filosófico-religiosos tuvieron
sus propios documentos fundacionales o de culto, a los cuales se intentó dotar de autenticidad recurriendo a
diversas estrategias de veracidad. Para Bermejo, estos documentos constituyen el caldo de cultivo ideal para la
imaginación y, por qué no decirlo, la falsificación, pero no deja de ser un fenómeno de interés que muestra el
origen religioso del concepto de documento histórico 14.
Conclusiones
Como breve corolario a este trabajo, se podría afirmar que la Historia Intelectual, al menos tal y como es
concebida actualmente, es decir, como una disciplina multidisciplinar, es esencial para el estudio de documentos
de épocas pasadas, en los que el conocimiento del contexto en el que se produjeron, es de todo punto esencial
para hacer un análisis de los mismos a un nivel deontológico más profundo, pese a que tal y como manifiestan
autores como Bermejo o Di Pasquale, nunca podamos llegar a conocer con todo lujo de detalle el pensamiento
de sus autores, aunque no obstante, nos podremos aproximar bastante que de hacerlo sin contar con las
inestimables aportaciones de otras disciplinas y enfoques.
Bibliografía
BERMEJO, X. C. (2005) Los historiadores, sus métodos y el problema del pensamiento. Gallaecia, n.
24. Universidade de Santiago de Compostela; pp. 265-279.
BOHMAN, J. (2003) “The methodology of the social sciences”, en BALDWIN, T. The Cambridge
History of Philosophy (vol.9); Cambridge: Cambridge University Press; pp. 669-679.
DI PASQUALE, M. (2011) De la historia de las ideas a la nueva historia intelectual: retrospectivas y
perspectivas. Un mapeo de la cuestión. Universum. pp 79-92.
DOSSE, F. (2003) “L’histoire intellectuelle entend rendre compte des œuvres, parcours, itinéraires,
par-delà les frontières disciplinaires” en La Marche des idées: Histoire des intellectuels - Histoire
intellectuelle, Paris: La Découverte.
_________ (2004) La Historia, conceptos y escrituras. Buenos Aires: Nueva Visión.
GORDON, P.E. (2012) What is Intellectual History? A frankly partisan introduction to a frequently
misunderstood field, The Harvard Colloquium; march 2012; Harvard University; pp.1-19.
HOLDCROFT, D. (2003) “Language” en en BALDWIN, T. The Cambridge History of Philosophy
(vol.9); Cambridge: Cambridge University Press; pp. 554-565.
SANCHEZ MECA, D. (2010) Historia de la filosofía moderna y contemporánea; Madrid: Dykinson.