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CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA.

FRAGMENTO 1

Era Ángela Vicario quien no quería casarse con él. «Me parecía demasiado hombre para mí», me dijo.
Además, Bayardo San Román no había intentado siquiera seducirla a ella, sino que hechizó a la familia
con sus encantos. Ángela Vicario no olvidó nunca el horror de la noche en que sus padres y sus
hermanas mayores con sus maridos, reunidos en la sala de la casa, le impusieron la obligación de
casarse con un hombre que apenas había visto. Los gemelos se mantuvieron al margen. «Nos pareció
que eran vainas de mujeres», me dijo Pablo Vicario. El argumento decisivo de los padres fue que una
familia dignificada por la modestia no tenía derecho a despreciar aquel premio del destino. Ángela
Vicario se atrevió apenas a insinuar el inconveniente de la falta de amor, pero su madre lo demolió con
una sola frase:
−También el amor se aprende.
A diferencia de los noviazgos de la época, que eran largos y vigilados, el de ellos fue de sólo cuatro
meses por las urgencias de Bayardo San Román. No fue más corto porque Pura Vicario exigió esperar
a que terminara el luto de la familia. Pero el tiempo alcanzó sin angustias por la manera irresistible con
que Bayardo San Román arreglaba las cosas. «Una noche me preguntó cuál era la casa que más me
gustaba −me contó Ángela Vicario−. Y yo le contesté, sin saber para qué era, que la más bonita del
pueblo era la quinta del viudo de Xius.» Yo hubiera dicho lo mismo. Estaba en una colina barrida por
los vientos, y desde la terraza se veía el paraíso sin límite de las ciénagas cubiertas de anémonas
moradas, y en los días claros del verano se alcanzaba a ver el horizonte nítido del Caribe, y los
trasatlánticos de turistas de Cartagena de Indias. Bayardo San Román fue esa misma noche al Club
Social y se sentó a la mesa del viudo de Xius a jugar una partida de dominó.
−Viudo −le dijo−: le compro su casa.
−No está a la venta −dijo el viudo.
−Se la compro con todo lo que tiene dentro.
El viudo de Xius le explicó con una buena educación a la antigua que los objetos de la casa habían sido
comprados por la esposa en toda una vida de sacrificios, y que para él seguían siendo como parte de
ella. «Hablaba con el alma en la mano −me dijo el doctor Dionisio Iguarán, que estaba jugando con
ellos−. Yo estaba seguro que prefería morirse antes que vender una casa donde había sido feliz durante
más de treinta años.» También Bayardo San Román comprendió sus razones.
−De acuerdo −dijo−. Entonces véndame la casa vacía.
Pero el viudo se defendió hasta el final de la partida. Al cabo de tres noches, ya mejor preparado,
Bayardo San Román, volvió a la mesa de dominó.
−Viudo −empezó de nuevo−: ¿Cuánto cuesta la casa?
−No tiene precio.
−Diga uno cualquiera.
−Lo siento, Bayardo −dijo el viudo−, pero ustedes los jóvenes no entienden los motivos del corazón.

El texto que se va a comentar pertenece al segundo capítulo de la novela Crónica de una muerte
anunciada (1981), escrita por el autor colombiano Gabriel García Márquez. Este escritor
pertenece al grupo de narradores que impulsaron el boom de la narrativa hispanoamericana en
los años 60.

Los temas de la vida rural se ven desbordados por la problemática social que estalla en los
núcleos urbanos donde los obreros son explotados por las empresas norteamericanas. Surge así
una narrativa que se alza contra el capitalismo destructor y la miseria de las grandes ciudades. Se
supera el realismo costumbrista para dar cabida al realismo mágico. La narrativa se enriquece
con nuevas técnicas: monólogo interior, ruptura de la sucesión temporal, conjugación de diversos
puntos de vista, superposición de acciones simultáneas… Destacan una serie de escritores de
talla indiscutible: Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, entre otros.

García Márquez combina su faceta literaria con la de guionista y es destacable también su labor
periodística, ya que publicó muchos artículos en diversos periódicos prestigiosos de Colombia,
Venezuela, España o Estados Unidos. A su primera novela, La hojarasca, siguió el reportaje
novelado Relato de un náufrago, El coronel no tiene quien le escriba o La mala hora. Todas ellas
anticipan el rico universo mítico-literario de su novela cumbre, Cien años de soledad (1967).
Posteriormente, continuó publicando obras geniales: El otoño del patriarca, Crónica de una
muerte anunciada o El amor en los tiempos del cólera. En 1982 fue galardonado con el Premio
Nobel de Literatura y en los últimos años escribió sus memorias: Vivir para contarla o Historia de
mis putas tristes.

Crónica de una muerte anunciada es una novela corta en la que se mezclan la crónica periodística
y la novela policíaca. Reconstruye la historia de un crimen que todo el pueblo sabe que va a
ocurrir, pero que nadie acaba por creérselo. La fatalidad encadena una serie de casualidades para
que la víctima cumpla su destino fatal. En la noche de bodas, Ángela confiesa ante su madre y
hermanos que la causa de su deshonra fue Santiago Nasar. Al amanecer ambos hermanos, para
recuperar el honor perdido, persiguen a Santiago Nasar y lo matan a la vista de mucha gente del
pueblo. Ángela se refugia en un lejano pueblo y le escribe apasionadas cartas de amor a su
esposo. Solo muchos años después, Bayardo vuelve a reunirse con ella.

El fragmento propuesto recoge cómo Bayardo San Román se había limitado a gustarle a la familia
de Ángela Vicario en lugar de a ella. Sin embargo, una noche Bayardo San Román puso fin a esa
falta de interés por seducirla y se encargó de comprarle la casa que más le gustaba a su futura
esposa. Dicha compra fue toda una odisea porque su propietario, el viudo de Xius, le tenía mucha
estima a su hogar, que era el que le gustaba a Ángela.

El tema que presenta el texto objeto de comentario es la convicción de Bayardo de que el dinero
puede comprarlo todo. Otro tema secundario es el amor, pues tanto para Ángela como para el
viudo Xius este sentimiento debía estar por encima de cualquier fortuna: “Ángela Vicario se
atrevió apenas a insinuar el inconveniente de la falta de amor”, “Lo siento, Bayardo –dijo el
viudo-, pero ustedes los jóvenes no entienden los motivos del corazón”.

De la misma forma, se aborda el papel relegado a la mujer en una representación de la sociedad


conservadora de Hispanoamérica. Ángela Vicario es obligada por su familia a casarse con un
hombre al que no ama. La utilizan como objeto de cambio para mejorar su estatus social. Por
último, debido a que dicho matrimonio supondrá la muerte de Santiago Nasar, podemos
determinar otro tema presente en la novela: la muerte que, como en la mayor parte de las
novelas hispanoamericanas y, en especial, en el periodo narrativo del boom de los 60, aparece
como núcleo central cargado de significación. Con la muerte, se pone de manifiesto la
transitoriedad de lo terrenal y el valor de la vida.
El texto se estructura en tres partes. En la primera parte, que se correspondería con el párrafo
inicial, hasta la intervención de la madre de Ángela Vicario, el narrador realiza una breve
introducción para referirse a los sentimientos que invadían a Ángela Vicario cuando es obligada
por su familia a casarse con alguien que no ama. La segunda parte, que abarcaría el párrafo
siguiente, hasta que se inicia la conversación entre Bayardo y el viudo, hace referencia a cómo
Bayardo trata de enamorar a Ángela prometiéndole comprar la casa de sus sueños. La última
parte, compuesta por el párrafo final, presenta la negativa del viudo de Xius a vender su hogar,
debido a los recuerdos que contenía de su mujer y la insistencia de Bayardo San Román.

Son muchos los personajes que aparecen en la obra representando a todas las clases sociales del
pueblo. Estos se convierten en víctimas de un destino fatal, que al estilo de las tragedias clásicas,
no pueden dominar las pasiones que los arrebatan. Los aludidos en el texto son los siguientes:

Ángela Vicario es una de las protagonistas de la novela. ES el personaje que mayor evolución
presenta en la narración: pasará de ser tímida, inocente y apocada a una mujer decidida que
dirige el rumbo de su vida y que lucha por lo que quiere. Esa inicialmente sumisa Ángela
podemos apreciarla claramente en el texto cuando, a pesar de no desear casarse con Bayardo, no
tiene el valor para oponerse y acaba siguiendo el deseo de su familia: “Ángela Vicario (…) le
impusieron la obligación de casarse con un hombre que apenas había visto”.

Bayardo San Román es un ingeniero de trenes, bien vestido, muy atractivo. Tenía dinero, orgullo
y consideraba que sus deseos siempre se cumplirían, tanto para conseguir casarse con Ángela
como para comprar la casa del viudo Xius. Es el hombre seguro y dominante que, poco a poco, va
conquistando a los habitantes del pueblo. No obstante, toda esta hombría se acabará
marchitando cuando descubra, durante la noche de bodas, que su esposa no es virgen. Devolverá
a Ángela a su familia y se dará a la bebida. Finalmente, acabará volviendo junto a su mujer
consumido por el tiempo.

Pura Vicario fue una maestra de escuela hasta que “se casó para siempre” con Poncio Vicario.
Tenía un aspecto manso y un tanto afligido que disimulaba bien el rigor de su carácter. Se
consagró a la atención del esposo y el cuidado de los hijos. Para ella, que una de sus hijas se case
con un hombre de alta posición social supone un premio a la familia, por lo que no le importan
los sentimientos de Ángela cuando esta le plantea que no ama a Bayardo: “También el amor se
aprende”.

Viudo de Xius es el dueño de la casa más bella del pueblo. Bayardo querrá comprarle su casa para
ganarse el amor de Ángela. El viudo se opondrá a la venta, ya que en esa casa vivía con todos los
recuerdos de su difunta mujer: “Lo siento, Bayardo –dijo el viudo-, pero ustedes los jóvenes no
entiende los motivos del corazón”. No obstante, finalmente Bayardo logra comprar la casa.

Dionisio Iguarán es el médico del pueblo, uno de las decenas de personajes del lugar que pueblan
las páginas de la novela.
Pablo y Pedro Vicario eran los hermanos gemelos de Ángela Vicario, hijos de Pura y Poncio
Vicario. Se mantienen al margen de todo el asunto del casamiento de Ángela y Bayardo, pues tal y
como Pablo afirma: “Nos pareció que eran vainas para mujeres”. Se convertirán en los
antagonistas de esta historia cuando deciden matar a Santiago Nasar al creerle culpable de la
deshonra de su familia.

El narrador, personaje secundario, es amigo de Santiago Nasar y primo de Ángela Vicario. El día
del asesinato se quedó durmiendo hasta muy tarde y, por ello, no se enteró de lo ocurrido hasta
que escuchó las campanas anunciando el funeral. Unos veinte años después trata de entender lo
que pasó ese día y pide su versión de los hechos a los testigos: “Me parecía demasiado hombre
para mí, me dijo”.

El narrador, por tanto, reconstruye los hechos desde varias perspectivas: las declaraciones
realizadas ante el juez, los recuerdos del propio narrador y las entrevistas realizadas por este a
los testigos y protagonistas del suceso. El narrador de Crónica de una muerte anunciada es, por
tanto, un narrador múltiple: es narrador testigo, puesto que quien cuenta la historia es un
personaje secundario amigo de Santiago Nasar, pero también es un narrador cronista que escribe
lo ocurrido para hacer una crónica con la información recabada y que funciona prácticamente
como un narrador omnisciente.

En el caso del fragmento propuesto nos encontramos con un narrador testigo que narra cómo
Bayardo intentaba ganarse el amor de Ángela: “me contó Ángela Vicario”, “Yo hubiera dicho lo
mismo”. Pero también nos encontramos ese narrador cronista que relata los hechos desde una
perspectiva cercana al narrador omnisciente: “El viudo de Xius le explicó con una buena
educación a la antigua que los objetos de la casa…”, “Viudo-empezó de nuevo…”.

La acción de la novela transcurre en Arataca, pueblo natal del autor y se hace referencia a
Manaure y Riohacha, otras poblaciones cercanas de Colombia. Todo transcurre en la plaza del
pueblo y las casas aledañas, aunque hay referencia a otros lugares como el puerto. Se describe la
casa de Santiago Nasar y la del viudo Xius, la de la familia Vicario, la plaza, etc. El espacio donde
se desarrolla este fragmento se sitúa en la casa de la familia Vicario, así como en el club social
donde Bayardo intenta comprarle la casa al viudo Xius, espacio que toma protagonismo en este
fragmento a pesar de no situarse la acción en su interior.

El tratamiento retrospectivo del tiempo es un rasgo de la novela de los años 60 y la técnica más
novedosa de esta novela. Todo ocurre en una hora, pero la novela no avanza cronológicamente,
sino que aparecen numerosas analepsis (saltos al pasado) y prolepsis (saltos al futuro), ya que,
además del día del crimen, el sumario se realiza 12 días después, el tiempo de las entrevistas del
narrador con los protagonistas y testigos sucede unos 20 años después y el tiempo en el que el
narrador escribe la crónica es alrededor de 27 años después. El tiempo es circular, como la
estructura de la novela: el autor nos retrocede a la hora del crimen una y otra vez desde distintos
momentos del pasado.
Los hechos narrados en el fragmento ocurren meses antes de los hechos principales del relato
(aproximadamente unos cinco meses antes de la muerte de Santiago Nasar). En el texto se
observan algunas referencias temporales: “al cabo de tres noches”, “durante más de 30 años”, que
explican la importancia de la cronología dentro de la narración.

El realismo mágico fue un nuevo estilo narrativo que manifestaba un gusto por insertar lo
extraordinario dentro de la normalidad de lo cotidiano. Se introducen elementos fantásticos que
convierten algunas escenas en hiperbólicas. Tal exageración puede verse reflejada en el gesto de
Bayardo San Román de querer comprar la casa que más le gustaba a Ángela a cualquier precio:
“Se la compro con todo lo que tiene dentro”. Por otro lado, describe las vistas de la mencionada
casa de esta forma: “Desde la terraza se veía el paraíso sin límite de las ciénagas cubiertas de
anémonas moradas”, dotando a esta descripción de una belleza desmesurada.

García Márquez se decide por un estilo sencillo y directo, propio de la crónica periodística. La
variedad de la lengua utilizada en los diálogos o la reproducción directa de las palabras de los
testigos se aprecia un nivel medio y un registro coloquial: “Nos pareció que eran vainas para
mujeres”. En cuanto a las intervenciones del narrador, García Márquez utiliza una variedad
diastrática culta con un registro formal: “El argumento decisivo de los padres fue que una familia
dignificada por la modestica no tenía derecho a despreciar aquel premio del destino”.

Las descripciones son abundantes, pero breves aunque, en ocasiones, detalladas. Con algunas
pinceladas certeras, García Márquez logra describir a sus personajes. Sin embargo, en este
fragmento, las descripciones se centran en las referencias al espacio narrativo: “Estaba en una
colina barrida por los vientos”.

En cuanto a la forma elocutiva del diálogo, los que encontramos en la novela y también en este
fragmento son breves y fragmentados. Habitualmente se utiliza el estilo directo: “-Viudo –
empezó de nuevo-: ¿Cuánto cuesta la casa? -No tiene precio”.

En lo que respecta a las figuras literarias, observamos que en el fragmento a comentar hay un
rico empleo de las mismas a pesar de la sencillez y el estilo periodístico que utiliza García
Márquez. En el plano léxico-semántico los principales recursos son una hipérbole (“Prefería
morirse antes que vender la casa”), que representa la importancia de la casa para el viudo y el
esfuerzo que Bayardo tendrá que hacer para conseguirla para Ángela; y una metáfora (“hablaba
con el alma en la mano”) para ilustrar la sinceridad con la que el viudo se dirigía a Bayardo. Por
último, en el plano morfosintáctico se aprecia el uso de un epíteto, “buena educación”, con el que
se subraya la bondad de haber recibido una educación.

POSIBLES TEMAS PARA LA OPINIÓN:

- Bayardo San Román se muestra en este fragmento convencido de que el dinero puede
comprarlo todo y, de hecho, lo consigue. ¿Crees que es así?
- La madre de Ángela le insiste en que “el amor también se aprende” mientras que el viudo
de Xius le dice a Bayardo que “los jóvenes no entienden los motivos del corazón”. ¿Es tan
difícil el amor que los jóvenes tienen que aprender a amar?

- Ángela Vicario se casa para mejorar el estatus social de su familia. ¿Es habitual esta
utilización de la mujer en la sociedad actual? ¿Lo encuentras justo?

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