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La delincuencia es un fenómeno que afecta a todas las sociedades del mundo,

por la violencia física y psicológica que genera y porque transgrede de manera


frontal, los derechos fundamentales y humanos de las personas que se ven
envueltas en esta agresión. El tema se torna más delicado y complejo, cuando
agregamos el factor edad; los niños, niñas y adolescentes que delinquen, por la
multiplicidad de aspectados que confluyen y la vulnerabilidad de esta capa de la
población que la hacen de especial interés para los gobiernos y entidades de la
vida pública.

De esta manera, la delincuencia juvenil como tópico de gran preocupación para


los Estados se configura como una amenaza presente y futura de los ciudadanos,
el tratamiento específico que debe ser ejecutado por tratarse de menores de edad
repercute en los danos posteriores que puedan ocasionarles. Es por esta razón,
que la implementación de políticas públicas erróneas en el desarrollo de los niños,
niñas y adolescentes que cometen infracciones de tipo penal aumentaría las
estadísticas delictivas de una manera exponencial por la alta tasa de crecimiento
poblacional de las nuevas generaciones, sobre todo en la región de
latinoamericana que ha visto incrementar su población de manera
desproporcionada en las últimas décadas.

La criminológica moderna, que se compone además de los criminólogos y


especialistas competentes en distintas disciplinas, para analizar y la problemática
generada por la delincuencia juvenil para los países de la región, expuesta en los
párrafos anteriores, identifican como factores a considerar los personales y los
sociales. Dentro de los aspectos personales están los biológicos y psicológicos,
que se pueden presentar por frustraciones en actividades habituales de la

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sociedad como la escolaridad o las situaciones sociales propias del desarrollo y,
aunque en menor porcentaje, lo relacionado con los genes y herencias familiares.

En las consideraciones que debemos tener en cuenta para poder evaluar los
factores sociales es que su correlación con otras variables puede arrojar
resultados contradictorios como el de la alta tasa de divorcios produce resultados
negativos en el comportamiento social de los adolescentes, o que los
adolescentes que crecieron en las franjas más deprimidas de la ciudad tienden a
cometer actos delictivos o a tener un comportamiento violento. Ninguno de los
estudios que basaron sus tesis en las preposiciones presentadas en la oración
anterior, han podido desarrollar programas efectivos para disminuir la
delincuencia en menores de edad, ni mucho menos han provisto de herramientas
efectivas a los gobernantes a los que han compartido sus informaciones.

Finalmente, para la confección y diseño de políticas publicas logren de una


manera efectiva y sostenida la disminución de la delincuencia en menores de
edad, deben de incluir factores transversales que sirven de combustible para las
actividades delictivas, como son: la deserción escolar, acceso a las drogas, el
trabajo infantil, hogares disfuncionales, sectores o barrios de alta marginalidad,
hogares de alto perfil económico con poca interacción entre padres e hijos, y por
último, el alto consumismo que provoca un alto nivel de competencia de tipo
económico entre adolescentes.

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