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LA REAL INSTRUCCION DE 1754. SU APLICACION EN CORDOBA DEL TUCUMAN por Carlos Luque Colombres El régimen de la tierra en Hispanoamérica ha sido estudiado, como es notorio, tanto desde el punto de vista econémico cuanto en su aspec- to fiscal, por historiadores del Derecho Indiano. Sabido es que fueron muchos los problemas que la aplicacion de las normas dictadas por la Corona trajo aparejados y que la realidad no reflejé siempre el propé- sito del legislador. En esta comunicacién sélo vamos a referirnos a un capitulo de esta larga historia, circunscrito al ambito de Cordoba del Tucumaén y a un momento determinado. Ya el epfgrafe anticipa con precisién el alcance de este estudio realizado con noticias proporcionadas por re- positorios cordobeses. En la medida que los archivos de esta ciudad han conservado do- cumentos y expedientes administrativos 0 judiciales relacionados con el tema, logramos reconstruir en buena medida la vigencia que tuvo en su jurisdiccién la Real Instruccién de 1754, no sin destacar, en primer término, que entre la fecha de su emisién y su publicacién en Cordoba, transcurrié cerca de un cuarto de siglo, segtin constancias documen- tales. El punto de partida de Ja investigacién efectuada fue un severo requerimiento y enérgica amonestacién efectuada en auto del 29 de ene- ro de 1782, que lleva la firma de don Antonio de las Heras Canseco, Juez Subdelegado y Visitador de Tierras, Venta y su composicién de dicha ciudad y su distrito. Por ese auto tomamos conocimiento de que Ja Real Instruccién del 15 de octubre de 1754 habia sido publicada allf el 17 de enero de 1775 por el Maestre de Campo don Gregorio de Arras- caeta, comisionado al efecto. Llama la atencién tal distancia temporal entre ambos actos, pro- Jongado lapso acerca de lo cual no hemos encontrado justificacién al- guna ni explicacién que no se inscriban en circunstancias de orden purocratico. De ello daran cuenta los expedientes judiciales especifica- mente relacionados con dicha Real Instruccién, y el instrumento por el que se designé al nombrado Arrascaeta para el cargo de Juez Subdele- gado. Dicha designacién fue expedida en la ciudad de la Plata el 7 de mayo de 1774 por el Doctor Pedro de Tagle y Bracho, Caballero del Orden de Calatrava, del Consejo de Su Majestad, Oidor Decano y Alcal- de de Corte de esa Real Audiencia, Juez Mayor de Ventas y Composi- ciones de Tierras y Baldios. La parte pertinente viene precedida de la Real Instruccién de marras, dada en San Lorenzo el Real en la fecha ya indicada, y de aquella otra Instruccién referente a la forma, términos 1 Archivo Histérico de Cérdoba, Escribania 2, legajo 60, expediente 21. 43 44 Fuentes Normativas y método que se debja aplicar, fechada en Madrid el 2 de noviembre del mismo afio. “.,.Por cuanto —expresa el nombramiento— en la Provincia de Tucumén es necesario haya persona que corra con el encargo de Juez Subdelegado para la visita y composicién de tierras de aquel gobierno; concurriendo las calidades necesarias de celo, integridad, limpieza y aplicacién al Real servicio en Don Joseph de Ia Quadra, Administrador de Correo de Ia ciudad de Jujuy, le nombraba y nom- bro por Juez Subdelegado Visitador de Tierras de dicha Provin- cia y su distrito, exceptuando el que corresponde a la jurisdiccién. de los Tenientes y Alcaldes de Cordoba y la Rioja, para cuyos par- tidos asimesmo nombra al Maestre de Campo Don Gregorio de Arrascaeta, persona de iguales circunstancias, para que con Ia bre- vedad posible hagan publicar (el subrayado es nuestro) en sus res- pectivos distritos la Real Instruccién de quince de octubre del afio de mill setecientos cinquenta y quatro, a fin de que todas y qua- lesquiera personas que poseyeren realengos, estando o no pobla- dos, cultivados o labrados desde el de mill y setecientos hasta el dia de la publicacién, acudan ante dichos Subdelegados a manifes- tar por si mismos, o por medio de sus correspondientes apodera- dos los Titulos y despachos en cuia virtud las posean, sefialando para esta exhibicién término competente y proporcionado segin las distancias, con apercibimiento de.que serdn despojados, y lan- zados de las tierras que poseyeren si en cl término que se les asig- nase dejaron de acudir sin justa y legitima causa a la manifesta- cién de sus titulos, componiendo con los poseedores que los nece- sitaren por defecto de titulo o confirmacién, y las demasfas que hallasen por los instrumentos que manifestaren, precediendo la mensura correspondiente haran que los poschedores vengan al me- jor y mas acomodado convenio y composicién que se pueda, sin agravio ni molestias de las partes, atendiendo siempre con el’ ma- yor cuidado y equidad posible a los Indios, procediendo con ellos con suabidad, templansa y moderasion por procesos verbales y no judiciales con las tierras que poseieren, assi del comun de los pue- blos como del particular de cada uno; y de las que vendieren di- chos subdelegados de parte de Su Magestad por hallarse valdias y sin sugeto que las posea con lexitimo titulo, daran a los compra- es los instrumentos correspondientes, con insercién de todas las diligencias que actuaren para dichas ventas, con la prevencién de que ocurran a esta Real Audiencia por si o'sus apoderados por la confirmacion necesaria, practicando lo mismo con las demasfas que resultaren; sin levar derechos algunos a los posehedores de tierras que ocurriesen en el termino prefinido con sus instrumen- tos en que constare estar en posesion por venta o composicion de los anteriores jueces visitadores antes de dicho afio de mill y ‘se tecientos aunque no esten confirmados por Su Magestad o por los sefiores Virreyes y Presidentes dejando en libre y quicta posesion de ellas, y para que en lo subsesivo, con haber cumplido con esta obligacién y no puedan ser turbados, emplasados o denunciados ellos ni sus subsesores pondran lo correspéndiente en los tales ins- trumentos o titulos que assi le fueren presentados, arreglandose en todo a la citada Real Instruccién, y en lo que no fuese contrario © diverso de sus capitulos, al titulo doze, libro quarto, de las leies "Fuentes Normativas 5 de estos Dominios; y las cantidades que produjesen las ventas que hicieren, o de las demasfas las pondran en las Reales Cajas del dis- trito de’ dicha Provincia, con més lo que debieren pagar los com- pradores por rrason de media annata, haciendo constar en los titu- Jos que dieren, de dicho entero para su confirmacion; y ansimesmo nombrarén medidores, peritos para las tierras que hubiesen de ven- der y reconoser las demacias de los que poseen con justo y lexiti- mo titulo desde el predicho aiio de mill y setecientos, asignando por su travajo quatro pesos corrientes por dia de lexitima ocupa- cion en dichas medidas, cuya cantidad deberan sacar del importe de dichas composiciones, como los derechos de dichos Subdelega- dos, con arreglo a la enumpciada Real Instruccién y de autos que obraren segiin.el Arancel de dicha Provincia; y que para su debido efecto se despachen los titulos correspondientes con insercién de este auto instruccién y nombramiento.. .”* Un mes més tarde la designacién Iegaria a manos de Arrascaeta, wien la presento al Cabildo el 18 de junio de ese afio de 1774 y presté a {uramento de rigor ante el Alguacil Mayor don Nicoln Garcia Gi- ledo? Para ese entonces, desempefiaba Arrascaeta el cargo de Alcalde Or- dinario de primer voto; y se explica que esperara la finalizacién de ese mandato anual para iniciar su cometido. Fue asi como por bando del 17 de enero de 1775 ya era publicada en Cérdoba la Real Instruccién, como adelantdramos al iniciar esta comunicacién. Pero al crearse el Virreinato del Rio de la Plata (1776), la facultad rivativa para conocer en las causas de tierras realengas y para nom- Brar jueces subdelegados, vino a recaer en el Superior Intendente Gene- ral don Manuel Ignacio Fernandez, por decision del Monarca, comuni- cada por el Ministro don José de Galvez con fecha 9 de marzo de 1779.4 Y el Superintendente dispuso el 16 de noviembre siguiente, que Arras- caeta continuara ejerciendo el mismo cargo,’ como efectivamente ocu- rrié hasta su fallecimiento acaecido el 27 de enero de 1781,° después de mas de un afio de achaques que paralizaron los tramites iniciados por interesados en regularizar su situacién, segin se lee en un expediente.” ‘Sélo el 16 de enero del afio siguiente, el Superintendente General desig- né en reemplazo de Arrascaeta como Juez Subdelegado y Visitador Tierras, Venta y su Composicién de la ciudad de Cérdoba y su distrito, a Don Antonio de las Heras Canseco. Cuando entré a regir la Real Ordenanza de Intendentes, el tramite administrativo se modificé, por cuanto el articulo 78 de la misma, co- rrespondiente al capitulo Causas de Hacienda, establecié que los go- bernadores-intendentes serfan “jueces privativos de las dependencias y causas que ocurrieren en el distrito de sus provincias sobre Ventas, Composiciones y repartimientos de tierras realengas y de sefiorio”, de- biéndose formalizar las solicitudes “ante los mismos Intendentes. .. con 2" Archivo Municipal de Céndoba 6 Archivo del Arzobispado. de Cér- Rgples Cédulas, Libro V, folios 339 r. a i doba, Catedral, Defunciones, Libro 2,f r ¥ 3” Tb{d,,. Actas Capitulares (MS), Li- 7 Archivo Histérico de Cérdoba, Es- bro 35, fs. 116 r. y 116 v. cribania 2, legajo 60, expediente 8. + 'Toid,, Reales Cédulas, Libro V, fs. § Archivo. Municipal de Cérdoba, 413 ry 41d. Reales Cédulas, Libro V, fs. 529 v. a 5 "Tbid., fs. 430 v. a 431 r. Ke S32, 46 Fuentes Normativas arreglo a lo dispuesto en la Real Instruccién de 15 de octubre de 1754, en quanto no se oponga a lo resuelto por ésta; sin perder de vista las saludable Gisposiciones de las leyes que en ella se citan, y de la 9, tit. 12, lib. 4”2 Dado que la jurisdiccién de la Gobernacién-Intendencia de Cérdo- ba comprendia, ademéas de la provincia de su nombre, las de San Luis, San Juan y Mendoza, las facultades del Gobernador, con sede en Cérdo- ba, al abarcar tan extensa jurisdiccién, fueron delegadas en funciona- rios residentes en las nombradas provincias, ante los cuales se inicia- ban los tramites respectivos. Vigencia de la Real Instruccién en Cérdoba Que Don Gregorio de Arrascaeta fue el funcionario que puso en vigencia en Cérdoba la Real Instruccién de 1754, no sdlo se desprende del titulo de su nombramiento, sino de diversas actuaciones que se custodian en el Archivo Histérico de la Provincia. Leemos en una de ellas que “el primer Juez de Realengos que se ha conocido en esta ciudad fue el di- funto Don Gregorio de Arrascaeta”.'” En otro expediente consta “que por bando piblico librado a diez y siete de enero de mil se- tecientos setenta y cinco que se publicé en esta ciudad el dia 20 del propio mes y afio, se hizo saber a todos los que tuviesen mer- cedes dadas en este siglo, las manifestasen a Su Merced [Arras- caeta] en el término de un mes, los residentes en esta dicha ciudad, y los habitadores en su jurisdicci6n, en el término de tres meses; Yy que asimismo se publicé con dicho acto la Real Instruccién dada en San Lorenzo el Real a quince de octubre de mil setecientos cin- quenta y quatro”." Hasta entonces, las operaciones relacionadas con mercedes y com- pras de tierras fiscales habian seguido el tramite fijado por la legisla- cién anterior, sin excepcién alguna. Para no referirnos sino a los casos comprendidos en el periodo 17541775, cabe sefialar que las solicitudes se dirigian al Gobernador de la provincia, quien, por lo general, hacia lugar a lo pedido después de cumplirse determinados pasos: recono miento de las tierras, citacién de los vecinos, mensura, tasacién y ex- pedicién del titulo, previo pago en la Real Caja del valor del inmueble, si se trataba de compra, y de la media anata, en todos los casos.” Mientras esto ocurria en Cérdoba y en la gobernacién del Tucu- mén durante ese perfodo, en la limitrofe jurisdiccion de Cuyo, depen- diente de Chile hasta 1776, ya regia la Real Instruccién de 1754. Asi ve- mos que en 1764 un vecino de San Luis de Loyola se dirige al Juez Sub- delegado del distrito y efectia la denuncia de un pedazo de tierras vaco 9 Documentos Referentes a la Gue- 19 AHC, Escr. 2, leg. 77, exp. 10. rra de la Independencia y Emancipacion M1 Thid, leg. 60, exp. 19. Otra refe- Politica en la Republica Argentina, To- rencia sobre el particular, en Esc. 3+, leg. mo Primero, Buenos Aires, 1914, pig. 45. 33, exp. 2. (Real Ordenanza para el establecimiento 1 Thfd., Escr. 2, leg. 35, ame My einstruccién de Intendentes de Eyéreito 15; leg. 39, exps. 6 y 9; ‘Teg. y Provincia en el Virreinato de Buenos leg. 61, exp. 7; et passim. ‘Aires, Madrid, 1782). Fuentes Normativas 47 y realengo que desea comprar a Su Majestad “usando del beneficio de la moderada composicién... en virtud de la novisima Real Cédula dada en San Lorenzo el Real a 15 de octubre de 1754...”. Actuaba alli para ese entonces como tal Juez Subdelegado y Agrimensor el Maestre de Campo don Luis de Salinas; y el oidor de la Real Audiencia de Santiago de Chile que desempefiaba el oficio de Juez Privativo era el Doctor Domingo Martinez de Aldunate.” Ya hemos adelantado que puede atribuirse esa disparidad tempo- ral que se advierte en la publicacién de la orden regia en las distintas gobernaciones de Hispanoamérica, a circunstancias de cardcter buro- cratico, habida cuenta de que fueron diversas e independientes entre sf las autoridades encargadas de ponerla en ejecucién —Virreyes y Pre- sidentes de las Reales Audiencias—, las cuales no actuaron de consuno por motivos inaveriguables. Es de suponer que la publicacién y consiguiente ejecucién de la Real Cédula que nos ocupa, debié de causar contrariedad y rechazo en los hacendados, por su contenido y alcance, como que el emplazamien- to del juez Arrascaeta tuvo que ser reiterado siete afios mas tarde, acti- tud que se comprende por cuanto en la mayoria de los casos afectaba un derecho adquirido. En efecto, el 29 de enero de 1782 Don Antonio de las Heras Canseco, flamante Juez Subdelegado que sucedié a Arras- caeta, segtin vimos, dicté otro auto “para que nuevamente Ilegue a conocimiento de todos y que ningu- no alegue ignorancia... que las tierras, suelos y baldios realengos posesionados desde el afio de 1700, por qualesquier personas que sean, de todos estados y calidades, sin excepcin alguna. debian comparecer y comprarlas por cuenta de la Real Hacienda; as{ como los poseedores por mercedes antiguas, anteriores a 1700, de- berian asimismo comparecer, pero sdlo con el fin de que se hiciera constar en los titulos que manifestaren, haber cumplido con esta obli- gacién. El auto, que contenia otras especificaciones, se publicaria en la pla- za y sus cantones, a son de caja de guerra, por voz de pregonero, em- plazéndose a los residentes en Ia ciudad por el término de un mes, y los que habitaren en su jurisdiccién, por el de tres meses. Agregaba que la experiencia habia demostrado “la ninguna obediencia que ha habido en cumplir con los precep- tos del Soberano, haciendo muy poco aprecio de tan superior or den... pues apenas tales quales personas han ocurrido al juzgado de Realengos a cumplir con su obligacion. -." De ahf que los requeria, amonestaba y emplazaba a que le pre- sentasen sus derechos, sean de este siglo o sean del pasado, pues de lo contrario serian despojados y lanzados de las tierras. Este auto leva también la firma del escribano de Cabildo y fue pu- 3 Thid., Escr. 2+, leg. 109, exp. 4. El cuando las provincias de Cuyo entraron expediente Se encuentra en este archivo a formar parte de esta Gobernacién-In- de Cordoba, porque su trémite concluyé — tendencia. uentes Normativas blicado, ademés, en varios lugares de la campafia en los meses siguien- tes.'* Pero hay més, atin, pues el Juez Subdelegado, con fecha 20 de abril de ese afio extendié la responsabilidad a los escribanos “por los gravisimos perjuicios inferidos a la Real Hacienda por el otorgamiento clandestino de escrituras de tierras... sin que prime- ro preceda la revisién y visita por esa oficina, de los titulos o dere- chos de los vendedores, en que se haga constar su origen para po- derlo ejecutar... por ser nulas y de ningtin valor todas las merce- des dadas desde el afio 1700 a esta parte. ..!° (el subrayado es nues- tro). Tan rotunda aseveracién sefiala el alcance que en Cérdoba se dio a la disposicién del Monarca, como: que aparece invocada sin contra- diccién hasta por los propios afectados. Para evitar futuros inconvenientes y cumplir lo prevenido por la Real Instruccién, “y usando de todas las facultades que se me han con- ferido para el mayor aumento de este sobre dicho Ramo de Realengos” {el subrayado es nuestro), Heras Canseco mandé que ningun escribano extendiera escrituras de tierras sin revisar y visitar los titulos, bajo pena de ser causados y castigados con las requeridas en casos semejan- tes, dandose cuenta a la Superintendencia General de Buenos Aires. Asi lo prevenia un oficio del 13 de marzo de ese afio de 1782_y fueron noti- ficados' los tres escribanos publicos —el de Cabildo, el de némero y el de Real Hacienda—, los cuales deberfan dar razén formal de las ventas de tierras realizadas en sus registros desde el afio 1775 hasta la fecha. En estos autos, cuyas partes principales hemos transcripto textual- mente, s¢ destaca la pasividad de los poseedores de tierras en jurisdic- cién de Cérdoba; y podriamos considerar suficiente tal comportami to’para adelantar la correlativa conclusién, ademas de calificar el obje- tivo del. gobierno como predominantemente fiscal, como que no es otra la opinién de Ricardo Zorraquin Beci y J. M. Ots Capdequi.” Ello no nos exime de ilustrar esta comunicacién ‘con algunos de aquellos casos concretos que hemos revisado en el Archivo Histérico de Cérdoba, entre los expedientes de la Escribania de Hacienda. Hubo, en efecto, “tales quales personas” que se presentaron espon- téneamente a sanear su situacién de poseedores, si bien no en los pe- rentorios plazos fijados por el Juez Subdelegado; como también hemos comprobado que, en caso de litigio, el fallo judicial fue adverso al titu- lar de mercedes no denunciadas dentro del término sefialado. Entre los primeros, citaremos cinco solicitudes formuladas en los meses de septiembre y octubre de 1778. Los interesados denuncian tie- rras como realengas, en favor de Su Majestad, y piden se los admita a moderada composicién. Hay quien expresa: “..sin que alguno del ve- 4 Thid., leg. 60, exp. 7, 21 y 25. OTS CAPDEQUI, Espafia en América, El ‘5 Ibid., leg. 60, exp. 7. régimen de tierras en la época colonial, 16 Thid., ibid. México, 1959, pags. 37 y s.; = régimen 17 Ricardo ZORRAQUIN BECU, His- de la tierra en la América Espafiola du- toria det Derecho Argentino, Tomo I, rante el periodo colonial, Ciudad Truji- Buenos Aires, 1966, pags. 194 y's; yJ.M. Ilo, 1946, pag. 74. Fuentes Normativas 49 cindario reconozca sefiorio o dominio alguno en ellas, por cuya causa me poblé poniendo puestos y haciendas”.? Pero en los restantes, sélo se alude tacitamente a su situacién de poseedores.”” Todos estos casos fueron resueltos favorablemente por el Juez Prin- cipal de Realengos, después de seguirse los pasos de rutina a que se hiciera referencia en paginas anteriores, que conclufan con el pago det valor tasado “a moderada composicién”, en virtud de la cual la mera posesién se convertia en dominio, més el derecho de media anata (5% de la cién) y el 18% de conduccién, cantidad destinada a costear la remisién de tales ingresos a Espafia, aparte de los gastos causidicos.” En cuanto a aquel fallo judicial adverso a un titular de mercedes de tierras no denunciadas dentro del plazo fijado, a que hicimos referen- cia, se trata de un caso expresivo del rigor ejemplarizador con que actué el juez Arrascaeta, como se ver a continuacién: El 17 de octubre de 1778, recibié la denuncia de una suerte de tie- rras a favor de la Real Hacienda, con el correlativo pedido del recurren- te de que se le admitiera a composicién. Al efectuarse la mensura con citacién de los colindantes, uno de éstos se opone y alega mejor dere- cho a esos suelos por tenerlos en propiedad, como sucesor de quien los habia recibido en merced del gobernador Don Joaquin de Espinoza y Davalos, el 12 de septiembre de 1757. Alega en su favor que “nunca le puede parar perjuicio la determinacién del sefior Juez Subdelegado, por no haber ofdo ni héchosele saber la Real Cédula en cuya virtud procede”, segin la cual “pierde el derecho a las tierras realengas el que Jas tuvo y no las denuncié en término. . .”; y afiade el contradictor “que no pudo denunciar quien no ha tenido noticia de tal orden y pena con- tenida en la Cédula y por lo mismo quod culpa caret in damnum com- berti non debet...”. La resolucién del juez, fechada el 5 de noviembre de 1779, fue ter- minante. Hizo referencia al bando publico del 20 de enero de 1775, que sirvié de emplazamiento "a todos los que tuviesen dichas mercedes”, y después de otras consideraciones, contenidas en la Real Instruccién, “declaraba e declaré por abolida y de ningtn efecto la citada merced del 12 de setiembre de 1757, por tenerlo asf dispuesto Su Majestad... y haber incurrido [el contradictor] en esta pena Jegal ipso facto por su culpable omisién, pues desde la publicacién de dicho bando hasta la expresada su contradiccién dejé correr mas de tres afios sin manifestar dicha merced. . .”.* Un fallo andlogo fue dictado el 25 de febrero de 1782 por el Juez Subdelegado Heras Canseco, cuando el poseedor de unas tierras, com- pradas al que las habia obtenido por merced, perdis su derecho a ellas rente a Ia denuncia de un tercero, “‘as{ por estar anulada y abolida por Su Majestad, segiin lo previene la Real Instruccién, y ser también com- prendida en las de este siglo, como, por no haber pedido sus poseedores composicién en tiempo y forma a favor de la Real Hacienda; antes si, haber contravenido el cumplimiento de tan superior orden, ocultandola maliciosamente, por lo que puede quedar perjudicado el Real Haber. . .”2? 18 A. H.C, Eser. 2, leg. 61, exp. 12. ® OTS CAPDEQUI, Fl régimen de 18 Toid, ep 59, exp, 6 lep'60, exps. la terra...» pags, 79 y 120. Dy 19; y leg. 6f, exps. 10 y 12. 27K H.C, Beer. 3, leg. 60, exp. 19. 2 Tid, exp. 12, 50 Fuentes Normativas Vemos como se destaca el cardcter fiscal de la institucién. Por lo dems, merece anotarse el hecho de que los jueces subdelegados no actuaban de oficio* sino con motivo de situaciones planteadas por las partes en conflicto, o por aquellos poseedores o propietarios que, obe- deciendo a la Real Instruccién, quisieron perfeccionar sus derechos, presentandose en forma esponténea como denunciantes de las tierras que ya poseian, segtin ya vimos. Cuando esto ocurria y no habia oposicién de parte interesada, el juez hacfa caso omiso del incumplimiento de los estrictos plazos fija- dos para efectuar las denuncias. Hubo quien, v. gr., habia heredado una fraccién de Ja merced dada aun abuelo por el gobernador Don Juan de Santiso y Moscoso; “y por- que al presente —1782— me hallo recién instruido de lo prevenido y mandado en la Real Pragmatica de Su Majestad en que anula las mer- cedes concedidas en este siglo... que por mi ausencia no Ilegé a mi no- ticia. .. recurro a la justificada piedad de Vuestra Merced, para que dis- pensado el pasado término me admita a morigerada composicién. .. y a enterar su importe en la Real Caja de esta ciudad” (27 de febrero de 1782). Asi se resolvio2* Son varios los casos de denuncias efectuadas fuera de término, con manifestacién de no haberse tenido antes conocimiento de la Real Ins- truccién: “... hallandome cerciorado ahora ser tierras realengas por ser habidas en merced de este siglo”, dice un antiguo propietario en 1785; 0 “anoticiado recién del Nuevo Orden de Su Majestad”, se expresa en una peticién de 1788; o “enterado de la Real Orden del Soberano a efecto de que todo vasallo que estuviese ocupando terrenos realengos Jos delate sin pérdida de tiempo, ofreciendo en premio de esta obediencia el beneficio de que se le admita a la moderada composicién. ..”, tam- bién en 178827 ‘Asi como, generalmente, se obviaba toda excusa y directamente se efectuaba la denuncia a pesar del tiempo transcurrido desde la publi- cacién del bando La autoridad no ponfa reparo alguno y el tramite se cumplia en forma regular. Mas, atin. Aquel rigor con que habia procedido el juez Arrascaeta en 1779, fallando en contra de quien pretendié ampararse en el desco- nocimiento de la Real Cédula, se invierte en una situacién andloga plan- teada en San Luis diez afios mas tarde ante el Gobernador-Intendente Marqués de Sobre Monte. El fiscal Romero y Pontero, no obstante re- 2 La Real Instruccién, en su ar ticulo Til, establecia sin’ embargo— que las personas “que poseyeran realen- 8, estando o no poblados. cultivados 0 labrados desde el afio de 1700 hasta el de la notoriedad o publicacién de dicha or- den”, debfan acudir a manifestar ante el mismo Subdelegado tos titulos y despa- chos “con apercibimiento de que serdn despojadas we las tales tierras, y se ha- rd merced ie ellas.a otros si ent el térmi- no que se les asigne dexaren de acudir sin justa y legitima causa, a la manifes- tacién de’sus titulos”. Lo propio debfan hacer los poseedores con titulos anterio- res a 1700 en virtud de venta 0 composi- cién, aunque tuvieran confirmacién del Rey o de los Virreyes o Presidentes de Audiencias, a fin de que se les dejare en a libre y quicta posesién. Y a los que no tuvieran titulos y no hubieran efec- tuado cultivos, se los emplazaria para que Io hicieran, con apercibimiento de dar en merced esas tierras a los que las denunciaren, con la misma obligacion de cultivarlos (Articulo IV) A. HL C., Eser. 2, leg. 61, exp. 9. % bid, leg. 64, tomo f, exp. 8. % Thid., leg. 96, exp. 17. 2 Tbid,, leg. 71, exp. 14. 3 Tbsd. eg. 99, exp. 6; leg. 60, exps. 11 y 17; leg. 61, exps. 6, 8, 10, 11 y 13; leg. 108, exps. 10 y' 11. Fuentes Normativas 51 conocer Ia omisién de una de las partes “en no cumplir con lo mandado en los articulos 3 y 4 de la Real Instruccién de 1754 y bando general que se publicé... con el apercibimiento de ser despojados y lanzados”, manifiesta que “es de sentir se le mire con toda conmiseracién porque tal vez no Ilegaria a su noticia; y si lo fue, no comprenderia el espiritu de la citada Real disposicién, pareciéndole hallarse seguro con el titulo de la compra...”. Y Sobre Monte resolvié que el Subdelegado de la ciu- dad de San Luis... administrara justicia, usando de indulgencia en la ignorancia que representa, segin las piadosas intenciones del Sobe- rano...”. El pleito llegé en apelacién ante la Real Audiencia de Buenos Aires, que el 23 de octubre de 1805 confirmé lo resuelto por el Gobernador. Mas que como incomprensible arbitrariedad desde el punto de vis- ta juridico, el caso se nos ofrece como expresién del descrédito o indi- ferencia con que habia Ilegado a ser mirada la Real Instruccién entre nosotros, cuya vigencia, por lo demas, no dejé suficientes huellas de que hubiera cumplido con éxito la finalidad que motivé su promub gacién. Los gobernadores, que reemplazaron en su cardcter de jueces pri- vativos a los anteriores subdelegados, en virtud del articulo 78 de la Real Ordenanza de Intendentes, intervinieron sobre todo en denuncias de tierras realengas que no eran “de la calidad de las que deben admi- tirse a composicién”, y el tramite concluia con la almoneda y posterior remisién de las actuaciones a la Junta Superior de la Real Hacienda. Ese articulo 78 sefialaba que las autoridades debian proceder en- tonces con arreglo a lo dispuesto en la Real Instruccién de 1754, “sin perder de vista las saludables disposiciones de las leyes que en ella se citan y la 14, titulo 12, libro 4 de la Recopilacién de Indias”. De ahi que en algunas denuncias el recurrente apelaba “a la suavidad y modera- cién que recomienda la piedad del Rey” en la Instruccién y la citada ley 14, que encontramos mencionadas asi, en forma conjunta, en va- tias solicitudes. Podemos expresar_a manera de conclusién que la vigencia de la Real Instruccién de 1754, iniciada tardia pero enérgicamente en Cérdo- ba del Tucumdn, como leemos en las publicaciones y emplazamientos de las autoridades encargadas de ejecutarla, tuvo en los hechos una irregular y endeble aplicacién que se fue acentuando hasta desvanecer- se en los ultimos afios virreinales, sin que se hubieran alcanzado las finalidades de orden econémico ni fiscal que motivaron su sancién.

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