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preparación para nuestra misión

Este, al parecer, es el gran propósito de la formación académica: estar preparados para la misión que
Dios nos ha encomendado, para estar listos cuando Él nos envíe nuevamente.
Algunos de ustedes podrían decir: “¿Enviarme otra vez? Ya serví en una misión. ¿Se me enviará de
nuevo?”.
En realidad, hay una única misión. Si sirvieron en una misión de tiempo completo, ese fue un
período maravilloso de servicio centrado en el Señor; pero no fue el principio ni el fin de la misión
que Él los envió a cumplir. ¿Y cuál es esa misión? Consideren estas descripciones de las Escrituras:
“Haremos una tierra sobre la cual [los hijos de Dios] puedan morar; y con esto los probaremos, para
ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare” (Abraham
Después de su Resurrección, el Salvador dijo a Pedro: “Apacienta mis ovejas” (Juan 21:17), y a Sus
discípulos: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (
En los días de José Smith, Él dijo: “He aquí, una obra maravillosa está a punto de aparecer entre los
hijos de los hombres. Por tanto, oh vosotros que os embarcáis en el servicio de Dios, mirad que le
sirváis con todo vuestro corazón, alma, mente y fuerza, para que aparezcáis sin culpa ante Dios en
el último día. De modo que, si tenéis deseos de servir a Dios, sois llamados a la obra”
Y hoy, por medio del profeta viviente del Señor, el presidente Russell M. Nelson, Él nos dice: “El
recogimiento de Israel es la obra más importante que se está llevando a cabo hoy en la tierra. Un
elemento crucial de este recogimiento es la preparación de un pueblo capaz, preparado y digno de
recibir al Señor cuando Él regrese, un pueblo que ya haya elegido a Jesucristo por encima de este
mundo caído, un pueblo que se regocije en su albedrío para vivir las leyes mayores y más santas de.
Les hago un llamado, mis queridos hermanos y hermanas, para que lleguen a ser ese pueblo recto.
Aprecien y honren sus convenios por encima de todos los demás compromisos […]. Dejen que Dios
prevalezca en su vida”.
Si pudiera resumir nuestra misión, entonces diría que es esta:
Guardar los mandamientos de Dios, Su ley más elevada y santa.
Seguir a Jesucristo con todo nuestro corazón, haciendo todo en Su nombre.
Y dar a conocer todo esto a los demás hijos de Dios, recogiéndolos de nuevo con Él en preparación
de la segunda venida del Señor.
¿Cómo puede ayudarlos la formación académica a prepararse para esta misión? Hay muchas
respuestas posibles a esta pregunta, pero a continuación se presentan algunas ideas:
Aprender sobre el cielo y la tierra puede profundizar nuestra reverencia por Jesucristo, que los creó.
Aprender sobre el pasado, el presente y el futuro puede abrirnos los ojos a las consecuencias de
obedecer —y desobedecer— los mandamientos de Dios a lo largo de la historia de la humanidad.
Aprender acerca de las “perplejidades de las naciones […], países y […] reinos” puede hacernos
más sensibles a las diferencias culturales. Cuanto mejor conozcamos el corazón de las personas del
mundo (sus necesidades, sus valores y lo que les importa), mejor preparados estaremos para
compartir el Evangelio con ellas de una manera que comprendan, acepten y atesoren.

Tengo plena confianza en que ustedes y yo podemos cumplir esta misión porque Jesucristo ha
cumplido la Suya. Nuestro éxito depende de Él, y Él fue fiel a la misión que Su Padre le dio, una
misión que solo Él podía cumplir.
Testifico que Jesucristo cumplió su misión para que ustedes puedan cumplir la suya. Él “marcó la
senda y nos guio”. Ahora su misión es seguir Su senda —la senda de los convenios— y darla a
conocer a todos. Como dijo Lehi: “Cuán grande es la importancia de dar a conocer estas cosas a los
habitantes de la tierra” (2 Nefi 2:8). Denlo a conocer a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, a las
ovejas del Señor, a todas las naciones, hasta el fin del mundo. Denlo a conocer con la palabra y con
el ejemplo, compartiendo y viviendo lo que saben del Salvador. Denlo a conocer sirviendo a Dios y
a Sus hijos con todo su corazón, alma, mente y fuerza en esta maravillosa obra de recoger a Israel,
de preparar un pueblo capaz, preparado y digno de recibir al Señor cuando Él regrese
La formación académica: Un fundamento esencial para cumplir con nuestra misión

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