Está en la página 1de 1

Ayudar a nuestra familia

Mi esposa Nuria y yo recibimos un testimonio del Evangelio restaurado de Jesucristo después de


tres meses de escuchar a los misioneros. Fuimos bautizados en 1982. No teníamos hijos en ese
momento, pero aprendimos la importancia de tener hijos y de enseñarles el Evangelio.

El Señor le dijo a Adán que enseñara a sus hijos “que es preciso que todos los hombres, en todas
partes, se arrepientan, o de ninguna manera heredarán el reino de Dios […].

“Por tanto, te doy el mandamiento de enseñar estas cosas sin reserva a tus hijos, diciendo: […]

“Tendréis que nacer otra vez en el reino de los cielos, del agua y del Espíritu, y ser purificados por
sangre, a saber, la sangre de mi Unigénito, para que seáis santificados de todo pecado y gocéis de
las palabras de vida eterna en este mundo, y la vida eterna en el mundo venidero

También podría gustarte