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CONTENIDOS
INTRODUCCIÓN
325
Factores que modifican la eficiencia en el uso del agua
CONSIDERACIONES FINALES
ABREVIATURAS
REFERENCIAS
INTRODUCCIÓN
El balance de agua de un suelo donde crece un cultivo resulta de las diferencias
entre los ingresos y los egresos o pérdidas de agua al sistema. El agua que ingresa
puede provenir de las precipitaciones (Pp), el riego (R), la napa freática (Nf) y, por
escorrentía superficial (Esc), desde áreas más elevadas. Los egresos se producen por
la evaporación del agua desde la superficie del suelo (Es), la transpiración del cultivo
(T), la Esc hacia áreas más bajas y el drenaje (D) por debajo de la zona explorada por
las raíces. Si los ingresos superan a los egresos, toda o parte del agua excedente
puede acumularse en el perfil de suelo explorado por el cultivo, generando una
variación de almacenaje (Alm) positiva. En caso contrario, la Alm será negativa.
La transpiración es el término del balance de agua que está directamente ligado
con la fotosíntesis y por consiguiente con el crecimiento del cultivo, y puede calcularse
como:
J= r (ecuación 16.2)
326
atmósfera. La evaporación de agua desde el suelo y a través de las plantas requiere
energía, provista por la radiación neta (Rn) definida según la ecuación 16.3.
Evaporación a
la atmósfera
-10 a –200 MPa
Capa límite
Estomas Cutícula
-0.2 a –3 MPa
Hoja
Mesófilo
Gradiente de potencial hídrico
Tallo
Xilema
Transferencia
Raíz
Interfase
raíz/suelo
Suelo
1
Este es el principio por el cual se utilizan termómetros infrarrojos para medir rápidamente la
temperatura del canopeo (una función de H) y para diagnosticar indirectamente el estado hídrico del
cultivo. Los termómetros infrarrojos también pueden detectar disfunciones en la planta que afecten el
transporte del agua, tales como las causadas por enfermedades vasculares (e.g. Verticillium dahliae en
girasol) o arañuelas que inducen cierre estomático en algunas especies (e.g. algodón).
327
600
Rn
400 H
L*(T+Es)
200
0
-200
-400
a
-600
W m-2
600
400
200
-200
-400
b
-600
5 10 15 20
Hora del día
Figura 16.2. Evolución diurna de los componentes del balance de energía (Rn:
Radiación Neta; H: flujo de calor sensible; L*(T+Es): flujo de calor latente),
determinados sobre un cultivo de soja en Manfredi (Córdoba) por Da Porta et al. [28],
para días seleccionados por condiciones hídricas contrastantes: (a) sin y (b) con déficit
hídrico.
328
donde G es el rendimiento en grano, T la cantidad de agua transpirada, EUA la
eficiencia en el uso del agua (i.e. la biomasa aérea producida por unidad de agua
transpirada), e IC el índice de cosecha (i.e. relación entre el rendimiento en grano y la
biomasa aérea). El rendimiento podrá aumentarse incrementando uno o más de los
componentes de esta ecuación.
En condiciones de campo, los cultivos pueden manifestar deficiencias hídricas,
en especial a las horas de máxima demanda atmosférica, cuando la absorción de agua
por las raíces es insuficiente para compensar las pérdidas por transpiración. Si este
desbalance es muy pronunciado y/o se prolonga en el tiempo, genera en el cultivo una
situación de estrés hídrico que afecta su normal funcionamiento. De persistir el estrés,
especialmente durante los estadíos definidos como críticos para la determinación del
rendimiento (Sección II), este último se reduce, principalmente por una disminución del
IC. Para disminuir la intensidad del estrés hídrico durante los períodos críticos, las
prácticas de manejo deberán orientarse a obtener un balance de agua más favorable
para el cultivo durante esos estadíos. Esto puede lograrse incrementando los ingresos
y/o disminuyendo los egresos en la ecuación 16.1. Una de las vías para conseguir este
propósito es aplicar prácticas que mantengan los residuos de cosecha en superficie,
como la siembra directa o la labranza reducida, lo cual disminuye la escorrentía (Esc
en la ecuación 16.1), reduce la evaporación desde el suelo (Es) e incrementa el agua
disponible para transpiración (T). Otra vía es la elección de la fecha de siembra
(Capítulo 12) y el ciclo del cultivo para que los estadíos críticos coincidan con períodos
en los cuales el balance de agua sea más favorable por un mayor aporte de
precipitaciones, por una menor demanda transpiratoria o por ambos fenómenos a la
vez.
En este capítulo analizaremos (i) los aspectos determinantes del consumo de
agua de los cultivos de grano, producto del balance entre la demanda y la oferta del
recurso, (ii) los efectos del déficit hídrico sobre el crecimiento de estos cultivos, y (iii) el
impacto de diferentes prácticas de manejo sobre la producción de cultivos en
condiciones de deficiencia hídrica.
329
a - li
ADC = (ecuación 16.6)
ls - li
1.0
0.8
TR
0.6
0.408 ∆(Rn - G)
ERAD = (ecuación 16.7a)
∆ + (1 + 0.34 U2)
890
EAERO =
∆ + (1 + 0.34 U2) (T + 273) U2 (ea – ed) (ecuación 16.7b)
2
En este capítulo se utilizarán indistintamente los términos evapotranspiración y consumo en referencia
al uso del agua por el cultivo, indicándose cuando se trate de valores potenciales o reales.
331
Cuadro 16.1. Relación entre valores de ETO, estimados con diferentes métodos de
cálculo (ETOec) y valores medidos con lisímetro (ETOlis), expresados como promedio
anual y en el mes de mayor demanda atmosférica [102]. Se indican también los errores
estándar (EE, mm d-1).
332
Kc
1,2
1,0
0,8
0,6
0,4 Soja
0,2 Trigo
0
0 50 100 150 200
Días desde la siembra
Figura 16.4. Coeficientes de cultivo (KC), que corresponden sucesivamente a las fases
de desarrollo (pre valor máximo de KC), cobertura completa (valor máximo) y
maduración (post valor máximo), para cultivos de trigo y soja regados en Córdoba,
usando la ETO obtenida mediante la fórmula de Penman FAO (Dardanelli, datos no
publicados).
333
Córdoba y Balcarce, respectivamente. La causa de esta diferencia radica en que el
coeficiente empírico de la fórmula empleado para la predicción del componente
aerodinámico estima adecuadamente su influencia en un ambiente fresco y húmedo
(Balcarce), pero la subestima bajo condiciones de clima cálido y seco (Córdoba). Por
consiguiente, cuando la ETO se estima mediante fórmulas simples, el KC sólo tiene
valor local.
250
200
tanque “A”= 0.86X
ETC (mm)
334
Evapotranspiración acumulada
700
600
1.4 Córdoba
1.2
1.0
DPV (kPa)
0.8
0.6
0.4 Balcarce
0.2
0.0
1 100 200 300
Día Juliano
Figura 16.7. Evolución anual del déficit de presión de vapor (DPV), promedio de la
serie 1990/1998, en Córdoba y Balcarce.
335
secado del suelo es abrupto, como ocurre en plantas cultivadas en macetas con
escaso volumen de suelo.
35 ls
li
30
25
20
15
10
5
0
Ar Fr-Ar Fr Fr-Li Fr-Arc- Arc
Li
El li en un estrato bien explorado por las raíces que alcanzan diferentes cultivos
a la marchitez es similar y comparable con el contenido de agua que se obtiene en
laboratorio sometiendo a una muestra de suelo a una succión de –1,5 MPa (Figura
16.9). Sin embargo, aún en el caso de cultivos sometidos a sequías terminales, la
capacidad de extraer el agua retenida hasta un potencial de –1,5 MPa en todo el perfil
de suelo dependerá del grado de exploración de cada estrato por las raíces. En un
suelo sin limitaciones para el desarrollo radical, la extracción de agua es incompleta en
las capas inferiores debido a la insuficiente presencia de raíces combinada con la falta
de tiempo (i.e. ciclo de la especie o cultivar) para completar el proceso de extracción, lo
cual modifica el valor de li. Las diferencias en el mínimo contenido de agua alcanzado
por distintas espe0cies y genotipos bajo condiciones de sequía severa (Figura 16.9),
puede caracterizarse combinando funciones que describan la velocidad de
profundización de las raíces (VPR) y la tasa de extracción de agua (K) del sistema de
raíces en cada una de las capas que explora el cultivo [66].
336
Contenido volumétrico de agua
0.05 0.15 0.25 0.35
0
contenido de agua
-50
a –1.5 MPa
Profundidad (cm)
ls
-100 Girasol C3
Girasol G100
Soja GM7 (RA 702)
-150 Soja GM5 (Asgrow 3127)
Soja GM3 (Asgrow 3127)
Trigo ProINTA Oasis
-200 Maíz (DK 3S41)
-250
Figura 16.9. Mínimo contenido de agua alcanzado por cultivos de girasol, soja, maíz y
trigo, sembrados en un suelo franco limoso (haplustol éntico) en Manfredi (Córdoba)
durante la campaña 1992-1993 [31]. La línea punteada señala el límite superior (ls) y la
línea llena indica el contenido de agua medido en laboratorio a un potencial de –1,5
MPa. El límite inferior (li) del girasol C3 coincide con dicho potencial hasta los 220 cm
de profundidad. GM: grupo de madurez.
337
Días desde la siembra
0 50 100 150 200 0 50 100 150 200
0
Profundidad (cm)
girasol
-50
soja
-100 maíz
trigo
-150
-200
-250
a b
Figura 16.10. Dinámica de profundización raíces para girasol, soja, maíz y trigo
obtenidas de: a) mediciones a campo en hapludoles del SO de Santa Fe [4], y b)
estimaciones para hapludoles de Córdoba a partir de Dardanelli et al. [33] y datos no
publicados de Dardanelli. Girasol, maíz y soja fueron sembrados entre fines de
septiembre y mediados de octubre, mientras que trigo corresponde a siembras de junio.
338
Días desde siembra ºCdía desde siembra
Soja
0 20 40 60 80 0 500 1000 1500
0
-50 Balcarce
Córdoba
-100
-150
Profundidad de suelo (cm)
Y= 21.2 - 2.56X
-200 r2= 0.91
Y= 25.8 - 3.56X Y= 1.32 – 0.22X
a b
-250 r2= 0.93 r2= 0.92
Maíz
0 20 40 60 80 0 500 1000 1500
0
-50 Balcarce
Pergamino
-100
-150
Y = 34.5 - 2.32X
-200
r2 = 0.92 Y = 2.6 - 0.18X
Y= 37 - 3.08X c d
-250 r2= 0.85
r2= 0.86
Figura 16.11. Profundidad aparente de las raíces del cultivo de soja (Balcarce y
Córdoba) y maíz (Balcarce y Pergamino) en función de los días (a y c) o del tiempo
térmico (b y d) desde la siembra. Para el cálculo de tiempo térmico se utilizó una
temperatura base de 7,8 ºC (soja) u 8 ºC (maíz). Las pendientes de las rectas de ajuste
representan la velocidad de profundización de raíces (VPR). Adaptado de Andriani y
Dardanelli (datos no publicados), Cárcova y Otegui [18] y Cárcova et al. [17].
Por otra parte, la velocidad de avance y profundidad máxima del sistema radical
pueden ser modificados dentro de cada especie en función del ángulo que forman las
raíces con respecto a la vertical. Un número de factores relacionados con el ambiente,
la planta y el manejo del cultivo afectan este ángulo y tienen consecuencias
importantes sobre la VPR y la profundidad máxima. A igual tasa de crecimiento de raíz,
la profundidad será mayor cuanto más cercano a la vertical sea el ángulo de
crecimiento de la misma. Estudios donde se compararon cultivares de trigo en Japón
demostraron que aquellos adaptados a zonas más secas tenían raíces más „verticales‟,
que les permitían acceder antes al agua en estratos más profundos del suelo. En zonas
con anegamiento periódico, los cultivares más productivos tenían raíces que crecían
predominantemente con ángulos alejados de la vertical, dando lugar a sistemas
radicales superficiales, mejor adaptados a la anaerobiosis periódica. En el caso del
trigo, este ángulo está controlado por pocos genes y se conocen algunos de los
mecanismos hormonales involucrados en la manifestación del carácter. En soja,
girasol, mijo, manzano y trébol subterráneo se ha demostrado que el aumento de
339
densidad de población o el acercamiento de hileras modifica la distribución vertical de
las raíces. Estudios detallados en soja [80] demuestran que el ángulo de crecimiento de
las raíces cambia abruptamente (i.e. se hace más vertical) cuando las raíces de una
planta se acercan a la rizósfera de una vecina.
r2= 0.98
-40
-60 Argiudol vértico
-80 Hapludol
-100
-120
-140
-160
-180
-200 Y (Hapludol) = -0.0163 X2 – 0.918 X
r2= 0.98
340
40
40 cm
35
30
25
0 20 40 60 80 100
Días desde siembra
-50
-100
-150
-200
-250
girasol
-300
maiz
-350 soja
Figura 16.14. Tasa de extracción de agua de girasol (cv. Contiflor 3), soja (cv. RA 702)
y maíz (cv. Dekalb 3S41), sembrados en un suelo franco limoso (haplustol éntico) en
Manfredi (Córdoba), durante la campaña 1992-1993. Tomado de Dardanelli et al. [33].
Las barras horizontales representan el EE de la media.
341
y maíz [107]. Esta menor resistencia se refleja en el mayor coeficiente de cultivo (KC)
en condiciones no limitantes (ADCADCU) y en la mayor tasa de absorción (K) bajo
condiciones de deficiencia de agua (ADC<ADCU). Por otro lado, el valor de K se
mantiene en un nivel máximo hasta diferentes profundidades según el cultivo, que
corresponden aproximadamente a 240, 180 y 140 cm para girasol, soja y maíz,
respectivamente. Entre los cultivos considerados el girasol es, en consecuencia, el que
posee la mayor capacidad de extracción de agua del suelo, mientras que el maíz es el
que posee la menor. Cabe destacar además que la mayor capacidad de absorción de
agua del girasol se manifiesta aun cuando su densidad de raíces es menor que la del
maíz y la del sorgo [61]. Hamblin y Tennant [48] encontraron similar absorción de agua
con menos densidad de raíces en leguminosas comparadas con trigo y cebada. Esto
indica que las especies dicotiledóneas (como el girasol y las leguminosas) tienen al
menos la misma habilidad para extraer agua que las especies monocotiledóneas, dado
que las primeras pueden compensar una menor densidad de raíces con (i) una menor
resistencia hidráulica y/o (ii) una mejor distribución de las raíces en el suelo [23].
Además de diferencias entre especies, el valor máximo de K puede mostrar
variación intraespecífica. Las tasas de extracción medidas en el cultivar de girasol
Contiflor 3 fueron significativamente superiores a las del cultivar G100 en el rango de
profundidades 0-200 cm, en el que ambos poseen una densidad de raíces que supera
al valor crítico (Figura 16.15). Esto podría deberse a la variación genotípica en
resistencia hidráulica de las raíces [50].
-50
-100
-150
-200
-250
-300 Dekalb G100
Contiflor C3
-350
342
del cultivo [93]. Es de destacar, sin embargo, que en buena parte de los casos la
densidad de raíces superó un valor crítico para la extracción de agua.
No se podrá obtener el valor máximo de K para una especie dada en suelos
donde existen limitaciones para la distribución uniforme de las raíces, aun cuando se
alcancen valores de densidad radical por encima del valor crítico. Esto ocurre en suelos
que presentan horizontes con acumulación de arcillas expansibles que se agrietan
cuando se desecan, induciendo a las raíces a crecer por las grietas y a distribuirse de
manera desuniforme en esa porción del perfil. Tal es el caso de los suelos argiudoles y
vertisoles en las zonas más húmedas de la región pampeana. En un suelo sin
limitaciones a la proliferación de raíces (e.g. hapludol), el cultivo de soja alcanza sus
valores máximos de K hasta 120 cm de profundidad (Figura 16.16), mientras que en
aquéllos con horizontes argílicos (e.g. argiudol típico y argiudol vértico) K disminuye
sensiblemente cuando las raíces atraviesan dichos horizontes. Los valores de K se
recuperan por debajo de estos estratos si el suelo no presenta impedimentos, pero no
alcanzan los valores del suelo testigo porque la arquitectura del sistema radical no se
restablece completamente. En suelos vertisoles, con elevado contenido de arcillas
expansibles en toda su profundidad, los valores de K se mantienen reducidos a lo largo
de todo el perfil.
-50
-100
-150
Hapludol (soja)
-200 Argiudol vértico (soja)
Argiudol típico (soja)
-250 Vertisol (sorgo)
343
debido a que presenta en su conjunto menores tasas de absorción (Figura 16.17a).
Este menor ritmo de agotamiento del agua se refleja en la evolución del consumo diario
hasta los 80 días desde la siembra (Figura 16.17b). A partir de ese momento se
revierte, porque la mayor cantidad de agua útil remanente en el argiudol vértico tiene
mayor incidencia relativa sobre el consumo diario de agua que las mayores tasas de
absorción del haplustol éntico.
Soja
140 8
Haplustol éntico
100 6
80
4
60
40 2
20
a b
0 0
60 80 100 120 60 70 80 90 100 110
Días desde siembra
Maíz
Extracción de agua (%)
20 60 20 60
0 Riego Déficit hídrico
Profundidad (cm)
-90
Floración – 20 d
Floración + 20 d
c d
-180
Figura 16.17. (a) Evolución del agua extraíble durante un período de sequía, y (b) del
consumo diario como promedio entre dos mediciones sucesivas de agua extraíble, en
suelos argiudol vértico (Oliveros-Santa Fé) y haplustol éntico (Manfredi-Córdoba),
cultivados con soja cv. RA 702 (Dardanelli y Andriani, datos no publicados). (c) y (d)
Proporción del consumo total de agua correspondiente a diferentes profundidades de
un argiudol típico (Balcarce, Bs.As.), para el período alrededor de floración de un
cultivo de maíz conducido bajo riego o sometido a déficit hídrico. Adaptado de Otegui et
al. [71]. Se distinguen dos períodos: el de los 20 días prefloración (Fl-20 d) y el de los
20 días postfloración (Fl+20d).
345
durante el período de mayor demanda y los estadíos más críticos para la determinación
del rendimiento una vez recuperado el balance hídrico positivo. La siembra tardía de
maíz y girasol en la región pampeana sería un ejemplo de esta opción de adecuación
del ciclo a la oferta del ambiente. La estrategia de tolerancia, que no es excluyente de
la anterior e incluye diversos mecanismos que se discuten más adelante, es importante
en ambientes donde los períodos de déficit hídrico pueden ocurrir en cualquier
momento durante la estación de crecimiento. Esta situación es característica de
muchas áreas agrícolas del mundo, donde la cantidad total de precipitaciones supera
los requerimientos hídricos de los cultivos pero la variabilidad intra-estacional es
grande. La región pampeana se encuentra dentro de este último grupo.
El déficit hídrico suele provocar pérdida de turgencia [45], que resulta en una
disminución de la tasa de crecimiento y da como resultado un menor tamaño final de
los órganos que se encuentran en expansión activa en el momento del estrés. En los
cultivos estos efectos se aprecian a escala productiva, lo cual implica la consideración
de los órganos de cosecha al definir períodos susceptibles (Figura 16.18). Esto impone
conocer tanto los regímenes estacionales de precipitaciones y demanda evaporativa
como la fenología y los períodos críticos para la ocurrencia de una sequía. Este
conocimiento es importante, ya que los atributos que otorgan a los vegetales un buen
comportamiento ante situaciones de déficit hídrico son numerosos, pudiendo una
propiedad ser irrelevante en algunos ambientes y muy importante en otros, según el
patrón de déficit característico.
Cuadro 16.3. Algunos fenómenos que ocurren en las plantas y sus ambientes en
diferentes escalas de tiempo y que pueden implicar tolerancia al déficit hídrico o bien
otros aspectos relativos a las relaciones hídricas vegetales. Tomado de Passioura [74].
346
Adaptación al déficit hídrico. Mecanismos de control de la transpiración
Dado que el rendimiento usualmente se correlaciona positivamente con la
duración del ciclo cuando la disponibilidad hídrica es adecuada (Capítulo 6), el
acortamiento del mismo no resulta la opción más recomendable, especialmente en
ambientes con sequías de intensidad y duración variable durante la estación de
crecimiento. Para estos ambientes es deseable contar con cultivares que posean
rasgos que tornen a los cultivos tolerantes al déficit hídrico. Esta tolerancia puede
lograrse a través de procesos que permitan a las plantas mantener un estado hídrico
elevado, o que las capaciten para tolerar un estado hídrico menos favorable, o que les
otorguen la plasticidad de adecuar el ciclo a la disponibilidad de agua (Cuadro 16.4).
Etapas ontogénicas
1
testigo sin déficit hídrico
Rendimiento relativo al
0.75
Emergencia
Madurez
Macollaje
0.25
0
Tiempo desde siembra
347
Cuadro 16.4. Comportamiento de las plantas frente a la sequía.
348
Tasa Expansión
0.4
0.2
umbrales
0 0
0 1 A B
Agua disponible
Figura 16.19. Sensibilidad de la expansión de tejidos (A) y el intercambio gaseoso (B)
al déficit hídrico. Adaptado de Sadras y Milroy [94]. Para cada variable se indica el EE
de la media.
60 30
Maíz Girasol Soja
Fotosíntesis neta
Elongación (%)
(mg h-1 100 cm-2)
40 20
20 10
//
0 0
0 -4 -8 -12 -16 0 -4 -8 -12 -16 0 -4 -8 -12 -16
Potencial agua hoja (bares)
Figura 16.20. Sensibilidad de la elongación foliar (línea punteada) y la fotosíntesis neta
(línea llena) al déficit hídrico en maíz, girasol y soja. Adaptado de Boyer [10].
349
Morfología radical
Un sistema radical denso y profundo le permite a un cultivo acceder a un mayor
volumen de agua del suelo, con el cual sostener la demanda transpiratoria y un
adecuado estado hídrico por más tiempo. Sin embargo, la utilidad de estos rasgos para
sobrellevar períodos de sequía (i.e. con escasas precipitaciones) merece dos
comentarios: (i) el desarrollo de un sistema radical profuso requiere cantidades
importantes de asimilados para su crecimiento y mantenimiento, compitiendo en
muchos casos por los mismos con otros destinos de mayor importancia productiva
directa (i.e. frutos), y (ii) mantener el consumo de agua de acuerdo a la demanda
constituye una buena estrategia en ambientes con sequías transitorias, donde el
reabastecimiento del perfil por lluvias ocurre antes de que el cultivo haya consumido
toda el agua potencialmente extraíble en el perfil enraizado. El valor de estrategias
basadas en sistemas radicales profusos o profundos es obviamente dependiente de la
probabilidad de encontrar agua accesible en el suelo, la que a su vez depende de
características del suelo y del patrón de lluvias. Por ej., la mayor capacidad de tolerar
sequía del girasol con respecto a la soja en suelos con buena reserva de agua, se
revierte en suelos donde la profundidad esta limitada, por ejemplo por tosca [16].
Rasgos Fisiológicos
La cantidad de agua transpirada por un cultivo en ausencia de restricciones
hídricas depende esencialmente de la cantidad de radiación interceptada por su
canopeo (RI). La relación entre ambas variables se presenta esquemáticamente en la
Figura 16.21, según observaciones efectuadas en cultivos contrastantes como el maní
[63], leguminosa C3, y el maíz [70], gramínea C4. En etapas tempranas del ciclo, la
coincidencia entre la transpiración por unidad de radiación interceptada por un cultivo y
la inversa del calor latente del agua (L-1= 0,408 mm MJ-1) es indicativa de una elevada
conductividad al flujo de agua por parte del canopeo. Los estomas se encuentran
abiertos, tornando mínima la resistencia foliar (rl). Durante dichos estadíos este
comportamiento es posible cuando coinciden algunos factores, como generalmente
ocurre en la región pampeana durante las etapas iniciales de cultivos estivales (i.e.
primavera): (i) elevada disponibilidad hídrica en el suelo, con la mayor parte del
consumo proveniente de estratos superficiales, y (ii) menores demandas atmosféricas
respecto a etapas más avanzadas del ciclo (e.g. floración), lo cual permite mantener el
flujo transpiratorio en valores máximos. Cuando la oferta de agua no permite satisfacer
la demanda y resulta en una gran caída del potencial agua de la hoja, o simplemente
debido a la edad de las hojas en etapas avanzadas de cultivos determinados, el cierre
estomático que provoca el aumento de rl (ecuación 16.2) es el principal mecanismo que
disminuye la relación T RI-1 [97].
Esta respuesta de las plantas tiene lugar en condiciones de deficiencia hídrica
superiores a las que provocan una reducción en la elongación celular (Figura 16.19),
por lo que la reducción en la asimilación de carbono por unidad de área foliar
normalmente se reduce más tardíamente y en menor medida que la expansión de los
tejidos (Figura 16.20).
La respuesta estomática es una respuesta compleja que se relaciona con
cambios en el potencial agua de la hoja (i.e. l), señales hormonales producidas por las
raíces que crecen en suelo seco, la humedad atmósferica y las interacciones entre
estas variables. Las especies con una alta sensibilidad estomática (e.g. maíz, soja),
que mantienen así un l elevado, reciben la calificación de isohídricas [106]. Especies
anisohídricas, con estomas menos sensibles (e.g. girasol, algodón), mantienen una alta
conductancia mientras el potencial agua cae. En algunas de estas últimas especies,
como lo indican numerosos estudios en algodonero, el mantenimiento de alta
350
conductancia aún en situaciones de sequía severa es vital para manter baja la
temperatura del canopeo. En esta especie, la selección por rendimiento llevó
indirectamente a obtener cultivares capaces de mantener sus estomas abiertos
mientras l cae, y de este modo el canopeo “refrigerado” aún en casos de déficits
hídricos pronunciados (Radin et al., 1994). Las diferentes estrategias de regulación
estomática descriptas repercuten a su vez de manera diferencial en la asimilación de
carbono [27]. Es interesante destacar que, en especies de clima templado como el
trigo, la capacidad de mantener una alta conductancia con el consiguiente efecto sobre
la temperatura del canopeo también tuvo beneficios para el rendimiento del cultivo [40].
Como lo indica la ecuación de balance de energía del cultivo (ecuación 16.3), la
estrategia para el control del consumo de agua a través del canopeo esta íntimamente
ligada a su capacidad para regular la temperatura.
Transpiración Acumulada (MJ m-2)
300
riego
0.4 mm MJ-1
sequía
floración
200
100
Maíz, 1989-90
0
0 200 400 600 800 1000
Radiación Interceptada Acumulada (MJ m-2)
Otro rasgo fisiológico que permite mantener la presión de turgencia ( p) elevada
a bajos l es el ajuste osmótico. Esta característica, no exclusiva de las plantas (ver
inserto), consiste en la acumulación activa de solutos orgánicos e inorgánicos dentro
de los límites de las membranas, como resultado de lo cual el potencial osmótico ( o)
cae (Figura 16.22). Para que el ajuste osmótico pueda tener lugar y manifestarse en
mayor magnitud en las especies capaces de producirlo, el déficit hídrico debe
desarrollarse lentamente [67].
351
p= +0.5 MPa p= 0 MPa
o= -2.0 MPa o= -1.2 MPa
w= -1.5 MPa w= -1.2 MPa
Déficit hídrico
352
Relación entre el crecimiento y el consumo de agua. Diferencias entre escalas.
Dependiendo de la escala de análisis (Cuadro 16.6), la EUA puede representar un
parámetro muy característico de una especie (e.g. 2,5 g kg-1 para gramíneas C3
invernales y 4 g kg-1 para gramíneas C4 estivales) o bien adquirir magnitudes variables
en función de la respuesta del crecimiento y el uso del agua a las condiciones
ambientales (Figura 16.24).
Chimenti, C.A., y A.J. Hall. 1993. Genetic variation and changes with ontogeny of osmotic
adjustment in sunflower (Helianthus annuus L.). Euphytica 71:201-210.
Chimenti, C.A., J. Pearson, y A.J. Hall. 2002. Osmotic adjustment and yield maintenance under
drought in sunflower. Field Crops Res. 75:235-246.
Morgan, J.M. 2000. Increases in grain yield of wheat by breeding for an osmoregulation gene:
relationship to water supply and evaporative demand. Aust. J. of Agric. Res. 51:971-978.
Morgan, J., y A.G. Condon. 1986. Water use, grain yield, and osmoregulation in wheat. Aust. J.
Plant Physiol. 13:523-32.
Withers, P.C., y S.S. Hillman. 2001. Allometric and ecological relationships of ventricle and liver
mass in anuran amphibians. Funct. Ecol. 15:60-69.
Cuadro 16.6. Eficiencia en el uso del agua (EUA): escalas y unidades de medición.
Adaptado de Sinclair et al. [100].
EUA (B, T, c)
EUA (G, T, c)
Transpiración (T) o
Evapotranspiración (ET)
Figura 16.23. Eficiencia en el uso del agua (EUA): esquema general para diferentes
unidades de medición descriptas en el Cuadro 16.6.
354
más adelante, esta última componente suele determinar grandes diferencias en la ETC,
aún de una misma especie. Consecuentemente, la estimación de la EUA puede variar
sustancialmente cuando se comparan los valores de biomasa aérea y ET acumulados
al final del ciclo y correspondientes a diferentes sitios o prácticas de manejo (Figura
16.24a). La evolución de la producción de biomasa en relación a la evolución del
consumo de agua a lo largo del ciclo, en cambio, permite una estimación de la Es
(Figura 16.24b). En este caso, las líneas de tendencia (ajustes lineales) se aproximan a
la EUA en base al agua transpirada y el intercepto con el eje x constituye un estimador
de Es correspondiente a toda la estación de crecimiento. Los datos de la Figura 16.24b
sugieren que la EUA(B,T,c) no varió entre regímenes de riego, y que las diferencias en
EUA(B,ET,c) resultan de diferencias en Es/ET.
2500
a b
y = -597 + 5.6 ETc
Biomasa total aérea (g m -2)
1500
b1= 3.5 g kg-1
1000
500
y = -1104 + 5.3 ETc
r2= 0.99
0
0 200 400 600 0 200 400 600
Evapotranspiración del cultivo (kg m-2)
355
Partición entre evaporación del suelo y transpiración. Factores que la modifican
Para mejorar los rendimientos, el primer aspecto es maximizar la cantidad de
agua disponible para transpiración. Esto implica conocer: (i) la cantidad, distribución e
intensidad de las precipitaciones, (ii) la variación interanual de las precipitaciones,
incluidos los efectos del fenómeno ENSO (El Niño-oscilación del sur), (iii) las limitantes
edáficas para el almacenamiento de agua y para la absorción del agua por las raíces
(iv) la influencia de napas freáticas, (v) la escorrentía superficial, (vi) la evaporación
desde el suelo y (vii) el drenaje fuera de la zona radical. La influencia de estos aspectos
sobre el agua disponible para un cultivo puede ser modificada por prácticas de manejo.
Por ejemplo, si bien los factores climáticos mencionados en los puntos (i) y (ii) son
inherentes al sitio, cambios en la fecha de siembra o la variedad pueden modificar el
patrón de lluvias en relación al ciclo del cultivo. Además, las prácticas de labranza
conservacionista podrían reducir la escorrentía y la evaporación, aumentando la
proporción del agua de lluvia que infiltra en el suelo.
Drenaje Especie
357
U= 5-14 mm
Fase I Fase II
-2 0 2 4 6 8
Días desde superficie húmeda (t)
Figura 16.25. Esquema de las fases de evaporación de un suelo desnudo partiendo del
momento de su humedecimiento (-2 días) y asumiendo una evapotranspiración
potencial constante. Se indica un rango de valores determinados para el límite superior
de la fase I (U) [88] y para la constante de proporcionalidad en la fase II (a= 1,7-8,2).
Adaptado de Jaafar et al. [53], Ritchie [84], y Steiner [104].
358
45
40
35
Es acumulada (mm)
30
25
20
15 Labranza
10 tradicional
Laboreo
5 reducido
0
0 10 20 30 40
Días
Figura 16.26. Evaporación del suelo (Es) acumulada en un suelo desnudo franco
limoso de Manfredi (Córdoba), sometido a sistemas tradicionales de laboreo intensivo o
labranzas reducidas. Adaptado de Dardanelli et al. [32].
Entre las prácticas agronómicas que mencionan Cooper et al. [25] para reducir la
proporción de agua evaporada desde el suelo están aquellas que disminuyen la Es
(cobertura con rastrojos, fertilización, incremento en la densidad de plantas, uso de
variedades con rápido crecimiento temprano, siembras más tempranas), y aquellas que
aumentan el agua disponible para la T (riego suplementario, manejo de suelo para
reducir escorrentía, control de malezas, fertilización, variedades con sistemas radicales
más profundos y densos). El uso de cobertura con rastrojo puede ser ventajoso porque
disminuye la tasa de evaporación en fase I. Sin embargo, si no ocurren precipitaciones
frecuentes, la tasa de evaporación más elevada en fase I de un suelo sin rastrojo es
compensada por un inicio anticipado de la fase II, durante la cual se produce una
elevada resistencia a la Es, debido al desecamiento de la superficie. En condiciones de
campo, generalmente existe una alternancia de fases I y II que tornan inciertos los
beneficios de la práctica de mantener rastrojos en superficie, ya que las evaporaciones
desde suelos con y sin rastrojos tienden a igualarse [25].
Las prácticas que involucran manipulación del cultivo, como cambios en la
densidad, siembra más temprana o elección de variedades con un rápido crecimiento
inicial (early vigour), podrían disminuir la Es y aumentar la T. Sin embargo, en
condiciones de secano es frecuente que la fase II predomine sobre la fase I. En
consecuencia, las pérdidas por Es no son sustancialmente modificadas por la aplicación
de estas prácticas debido a que la fase II no depende del grado de cobertura, sino de
las características físicas del suelo. Persaud y Khosla [76] encontraron valores de Es y
T similares bajo canopeos de maíz empleando densidades entre 37.000 y 62.000 pl
ha-1. Aun cuando las lluvias totalizaron casi 500 mm en 32 eventos distribuidos en el
ciclo del cultivo, la participación en la Es de la fase I (que es la que puede ser influida
por cambios de densidad de plantas) fue sólo del 12% y no difirió entre las densidades.
Asimismo, no se observaron diferencias significativas en T. En ambientes donde el
régimen de lluvias es mediterráneo y éstas predominan en las etapas tempranas del
desarrollo del trigo (e.g. cinturón triguero de Australia), en cambio, se ha encontrado
que éstas prácticas tienen efectos favorables en la reducción de la Es y en el aumento
359
de la eficiencia en el uso del agua transpirada [82]. Sin embargo, estudios realizados
por Yunusa et al. [109] para trigo en un ambiente mediterráneo seco de Australia
demostraron que, en un rango de distancia entre líneas de 9 a 36 cm y de densidad
entre 100 y 200 pl m-2, no se modificó la Es. Según estos autores, aunque en dicho
ambiente predominan las lluvias invernales, la fase II es el principal componente de la
Es en la mayoría de los años. Por otra parte, Agüera et al. [2], a partir de simulaciones
realizadas para cultivos de girasol en ambientes mediterráneos de España, encontraron
una asociación positiva entre la relación T/ETC y el vigor inicial, en especial en
cultivares de ciclo corto. En este estudio, la cantidad de precipitación invernal fue
mayor a la reportada por Yunusa et al. [109], lo cual podría explicar la diferente
respuesta a prácticas similares. En la región pampeana, la elevada variabilidad anual
de las lluvias (CV entre 18 y 28%) [46] y la distribución de las mismas (régimen de
isohigro a monzónico), hacen poco probable que las prácticas mencionadas
anteriormente puedan mejorar sustancialmente la partición del agua disponible hacia
transpiración. Otras prácticas enumeradas previamente, como fertilización, control de
malezas, reducción de escorrentía y sistemas radicales más profundos y densos, se
discuten en otras secciones de éste capítulo.
360
30
25
Deficiencia hídrica
(mm decádicos)
20
15
10
0
Oct Nov Dic Ene Feb Mar Abr
361
8500
6500 Pergamino
Pilar (Córdoba)
5500
4500
Figura 16.28. Mediana de los rendimientos estimados para maíz cv DeKalb DK 752 a
partir de 990 años de series meteorológicas sintéticas para cada fase de ENSO (el
Niño-Oscilación del sur): Niño, Neutro y Niña, en Pergamino y Pilar. Tomado de
Ferreyra et al. [39].
Se puede observar que las mayores precipitaciones que ocurren en los años Niño
no implican aumentos de los rendimientos en un ambiente favorable como el de
Pergamino, pero sí en Pilar. En los años Niña, las disminuciones de rendimiento son
significativas en ambas localidades, aunque su importancia relativa es mayor en
Pergamino debido a su elevado potencial de producción. Un mayor contenido de agua
disponible a la siembra contrarresta el impacto negativo de los años Niña sobre el
rendimiento en mayor proporción en Pilar que en Pergamino. Por lo tanto, dos factores
asociados parcialmente predecibles, fase del ENSO y contenido de agua en el suelo,
son herramientas que ayudan a predecir el riesgo climático para la producción.
362
1.0
Rendimiento relativo
0.5 Soja: Y= 1.10 (1- e2.425 X); r2= 0.67
Trigo: Y= 0.53 + 0.41X; r2= 0.66
Girasol: Y= 0.32 + 0.54X; r2= 0.61
Máíz: Y= 0.10 + 0.76X; r2= 0.60
0.0
0.2 0.4 0.6 0.8 1.0 1.2
Profundidad de suelo (m)
363
30 CE>0.45 dS/m CE 0.45 dS/m
20
10
0
30 Na>10.9 g/kg Na 10.9 g/kg
Frecuencia (%)
20
10
0
40
B>9.5 mg/kg B 9.5 mg/kg
30
20
10
0
0 4 8 12 0 4 8 12
li (%)
Figura 16.30. Distribución de frecuencias del limite inferior (li) de agua extraíble por
cultivos de trigo para estratos de suelo arcillosos y franco-arcillosos con conductividad
eléctrica (CE) y concentración de sodio (Na) o boro (B) menores o superiores al
promedio en la región semiárida del Mallee, en el SE australiano. Las distribuciones de
frecuencias reales (histogramas) se apartaron significativamente (P<0,05) de la
distribución normal esperada (curvas), excepto para CE 0,45 dS/m. Tomado de
Sadras et al. [95].
El aporte de agua por la napa varió entre cero y 45% de la ETC del cultivo (Cuadro
16.8). Aún cuando la profundidad de napa no fue medida, durante las campañas en
que se verificó aporte, el agua útil se mantuvo siempre en el ls a profundidades de 1,5,
2,2 y 5,8 m para Rafaela, Villegas y Manfredi, respectivamente. En Manfredi, los
aportes de la napa provendrían del ascenso capilar hacia la zona de raíces, situación
similar a la que puede inferirse del trabajo de Kang et al. [55]. Estos autores
demostraron una importante contribución capilar de la napa al cultivo de trigo desde
una profundidad de 2,5 m, aún cuando los sistemas radicales del mismo sólo
alcanzaban 2 m de profundidad. De acuerdo a estos resultados debería considerarse la
posibilidad de encontrar napas freáticas en la región pampeana que aporten agua al
sistema radical de los cultivos, en forma directa o a través de flujo hacia las raíces.
364
Manfredi (Córdoba), Rafaela (Santa Fe) y Villegas (Buenos Aires). Tomado de Racca et
al. [78].
Escorrentía superficial
El cultivo utiliza para su crecimiento el agua almacenada en el suelo antes de la
siembra y la que proviene de las lluvias que ocurren durante el ciclo. Para incrementar
la cantidad de agua disponible para transpiración es necesario aumentar la proporción
del agua de lluvia que infiltra en el suelo respecto a la que se escurre. El régimen de
lluvias en la región pampeana, asociado con una buena capacidad de almacenaje de
sus suelos, debería permitir satisfacer en gran parte las necesidades de agua de los
cultivos. Sin embargo, la elevada variación interanual de las lluvias y las limitaciones a
la infiltración en la superficie del suelo [46] reducen la cantidad de agua que ingresa al
perfil y afectan la oportuna disponibilidad de agua para transpiración del cultivo. Así, los
rendimientos estimados para soja, maíz y girasol en Manfredi (Córdoba) alcanzarían su
potencial si se aprovechara al máximo la capacidad de almacenaje del suelo y se
eliminaran las pérdidas por escorrentía superficial (Cuadro 16.9). La excepción sería el
trigo por la escasez de lluvias durante su ciclo, pero hacia el este de la región
pampeana, con mayores lluvias invernales, el trigo debería exhibir un comportamiento
similar a los cultivos de verano.
La escorrentía (Esc), afectando el agua disponible al inicio del cultivo y el agua
infiltrada durante su ciclo, tiene mucha incidencia en la pérdida de rendimiento. La
escorrentía es un proceso complejo que depende de factores como (i) la cantidad de
agua precipitada y su dinámica de intensidad, (ii) la condición textural y de humedad
superficial del suelo antes de cada lluvia, (iii) la cobertura vegetal y el tipo de labranzas,
y (iv) la pendiente del terreno. La intensidad de las precipitaciones modifica la Esc,
como se determinó para Córdoba, donde el valor más probable de escurrimiento para
una lluvia de 50 mm es, por ejemplo, de 27 mm para lluvias otoño-invernales y 35 mm
para lluvias primavero-estivales (Ferreyra, Dardanelli y Salas, datos no publicados).
Para estimar Esc, se puede utilizar el método del número de curva (CN), propuesto por
el Servicio de Conservación de Suelos del Departamento de Agricultura de los EEUU
(SCS USDA) [103], que es relativamente simple y ampliamente difundido. Este método
tiene en cuenta el grupo hidrológico de suelo (relacionado a su condición textural), la
cobertura vegetal, el uso del suelo (cultivos, pastizales o bosques) y la condición de
365
humedad que precede a cada lluvia. El CN elegido permite estimar el Esc utilizando las
ecuaciones 16.11 a 16.13.
(Pp - 0.2 S) 2
Esc = P + 0.8 S x 25,4; para Pp>0,2 S (ecuación 16.12)
Cuadro 16.9. Porcentaje del rendimiento potencial estimado con modelos tipo CERES
en Manfredi (Córdoba), utilizando la serie meteorológica 1969-1998, bajo los supuestos
de (i) escorrentía superficial normal (Escn) y agua disponible para el cultivo normal
(ADCn) en la localidad; (ii) escorrentía nula (Esc0) y ADCn; (iii) Escn y agua disponible
para el cultivo máxima (ADCM) y (iv) Esc0 y ADCM.
366
300
100
Escurrimiento (mm)
250
90
200 80
70
150
60
100 50
40
50
30
0
0 50 100 150 200 250
Precipitación (mm)
Cuadro 16.11. Escurrimiento superficial (Esc) durante el ciclo del cultivo de soja,
estimado en parcelas de distintas localidades de la región pampeana con el modelo de
simulación CROPGRO [8]. Se presenta la pendiente (pe), las precipitaciones (Pp)
367
registradas durante el ciclo de cultivo y los números de curva (CN) empleados para
lograr el mínimo error cuadrático medio entre datos observados y simulados de
humedad de suelo. Datos de Dardanelli y colaboradores (no publicados). Fr: franco, ar:
arcilloso, li: limoso.
Textura pe Pp Esc
Localidad Período superficial (%) (mm) mm % Rango CN
de %
Manfredi 92/93 Fr lim <1 379 145 6 38 35-40 92-94
(Córdoba)
Balcarce 86/87 Fr 2 301 62 11 21 15-27 78-88
(Buenos Aires)
Oliveros 97/98 Fr lim <1 365 188 8 51 47-54 88-91
(Santa Fe)
Marcos Juárez 98/99 Fr lim <1 346 85 25 90
(Córdoba)
Cuadro 16.12. Escurrimiento superficial (Esc), obtenido para diferente número (N) de
precipitaciones (Pp), coberturas de suelo (C), textura superficial (Ts) y pendiente (pe),
en localidades de la región pampeana. Se indica también el rango de números de curva
(CN).
Pp Esc
Sitio Período Ts pe C N ∑ Rango mm % Rango CN
(%) de mm de %
Balcarce (Bs. 97/98 Fr 2 Sin C 7 199 18-60 111 56 34-74 s/d
Aires)*a
Uruguay**b 92-94 Fr ar 2,5 Pastura 10 950 47-225 555 58 29-75 70-94
li
Manfredi 89/90 Fr li < 1 Sin c 10 332 20-83 121 37 10-58 s/d
(Córdoba)*c
Manfredi 90/91 Fr li < 1 Maiz- 15 705 16-120 306 43 10-64 s/d
(Córdoba)*c soja
R. Garcia 96/97 Fr li 1 Sin C 9 282 14-83 114 41 7-77 s/d
(Córdoba)**d
* Datos obtenidos con balance hídrico entre mediciones frecuentes de humedad del
suelo
**Datos obtenidos con dispositivos de medición de agua escurrida en la parte inferior
de una cuenca
a
Irigoyen [51]; bSilveira et al. [98]; cDardanelli et al. [35]; dEsmoriz, G, Apezteguía, H,
Ateca, M, Aoki, A. y Sereno, R. (datos no publicados). s/d: sin dato.
368
Un ejemplo de la disminución de la escorrentía por efecto del uso de prácticas
conservacionistas en una serie prolongada de años, se puede observar en la Figura
16.32, para un suelo franco-limoso de Manfredi. Así por ejemplo, se puede esperar que
el escurrimiento de una lluvia de 50 mm se reduzca de 27 a 17 mm por el uso de la
labranza conservacionista. Marelli et al. [59], comparando prácticas de siembra directa
y labranza tradicional en Marcos Juárez y usando láminas similares de lluvia simulada,
encontraron que la siembra directa redujo la escorrentía de 46 a 31% en trigo y de 62
a 37% en soja. Buschiazzo et al. [14], encontraron que la labranza conservacionista
incrementó en promedio un 14% el contenido de agua del suelo en la región semiárida-
subhúmeda de la provincia de La Pampa.
100
Labranza
Escurrimiento (mm)
tradicional
80
Siembra
60 directa
40
20
0
0 50 100 150
Precipitación (mm)
Existe información que indica que los rendimientos del cultivo de soja tienden a
aumentar debido, en parte, a una mayor cantidad de agua disponible proveniente de
una mayor infiltración (Cuadro 16.13). La respuesta en rendimiento por la aplicación de
prácticas de labranza conservacionista es variable en función del momento, duración e
intensidad de las sequías, de condiciones ambientales como radiación y temperatura y
de los cambios en la temperatura del suelo que ocasiona esta práctica. Aún así, la
disminución del laboreo y la siembra directa habrían promovido una tendencia general
al aumento del rendimiento y la disminución de su variabilidad interanual, reduciendo
lentamente la brecha respecto a los rendimientos potenciales bajo riego.
369
Cuadro 16.13. Rendimientos y sus coeficientes de variación (CV) de cultivos de soja
sembrados en Manfredi (Córdoba) en suelos bajo sistemas tradicionales de laboreos
intensivos (LT) y bajo siembra directa (SD), observados a partir del 5º año de inicio de
los sistemas de laboreo. Se indica también el rendimiento potencial bajo riego estimado
con un modelo de simulación tipo CERES. Adaptado de Dardanelli [20].
Campaña LT SD Riego
-1
------------------kg ha ------------------
88/89 2092 2621
89/90 2741 2794
90/91 2876 3748
91/92 4289 4198
92/93 2669 3461
93/94 2353 3039
94/95 653 1348
95/96 887 1716
96/97 1932 1745
MEDIA 2277 2741 4784
CV 48 36 8
370
Cuadro 16.14. Rendimientos de soja en el bajo, media loma y loma, monitoreados por
sistema de agricultura de precisión y correspondientes a suelos bajo sistemas
tradicionales de laboreos intensivos (LT) y bajo sistemas de siembra directa (SD), en
Manfredi, Córdoba (M. Bragachini, A von Martini, A Méndez, com pers.). Los datos del
sistema bajo SD corresponden al séptimo año desde iniciada la misma.
80 Suelo pedregoso
Lluvia natural
70
60
Figura 16.33. Relación entre el número de curva (CN) y el porcentaje de cobertura del
cultivo para suelos francos o franco limosos sembrados con colza o avena. Adaptado
de Auerswald y Haider [6].
371
Drenaje fuera de la zona radical
El drenaje fuera de la zona radical puede ser un componente importante del
balance de agua en algunos cultivos. No es fácil de medir y por conveniencia se lo
considera nulo en la mayoría de los balances de agua. Esta suposición puede significar
errores importantes en condiciones que favorecen el drenaje, i.e. suelos de texturas
gruesas con baja capacidad de retención, cultivos con raíces superficiales y ciclos
cortos, y precipitaciones o riegos intensos. Además de la reducción en la eficiencia en
el uso del agua de lluvia en la producción de granos, el drenaje puede ocasionar serios
problemas de salinidad en algunos ambientes. El problema ambiental puede
complicarse cuando el drenaje sirve de vehículo para nitratos, herbicidas, fungicidas e
insecticidas. En la región subhúmeda-semiárida de La Pampa se han medido pérdidas
por lavado de N asociadas a percolación profunda de 15 kg ha -1 año-1 [19]. Aun con
suelos de relativamente alta capacidad de retención de agua, la contaminación de la
napa asociada con la actividad agrícola es un serio problema en la zona de Balcarce.
En una revisión reciente, Asseng et al. [5] muestran que, en algunas condiciones,
el drenaje puede ser el principal destino de las precipitaciones (Cuadro 16.15). Estos
datos indican la necesidad de prestar más atención al drenaje en nuestras zonas
agrícolas, en particular cuando se dan condiciones de suelo y lluvias favorables y en
casos donde existan riesgos importantes de contaminación, e.g. horticultura, napa
cercana a la superficie.
Cuadro 16.15. Drenaje en suelos agrícolas de Australia. Adaptado de Asseng et al. [5].
12
a
0
8
Rendimiento en grano (t ha-1)
b
0
0 200 400 600
Lluvias de Abril a Octubre (mm)
Figura 16.34. Relación entre la producción de materia seca total (a) o el rendimiento en
grano (b) de un cultivo de trigo y las precipitaciones durante el período Abril-Octubre en
el sur de Australia. La línea punteada representa la EUA(B o G, Pp,c) potencial,
después de una pérdida de 110 mm por evaporación directa [41]. Las barras verticales
destacan situaciones con rendimientos contrastantes para un mismo valor de lluvias.
Una de las prácticas que pueden mejorar la EUA es el control de malezas (Figura
16.35). Esta práctica mejora sustancialmente la EUA(B, ET, c), tanto en sistemas
tradicionales de laboreos intensivos como en siembra directa, siempre y cuando no se
presente otro factor limitante, como la disponibilidad de nitrógeno y/o fósforo. Una
práctica como la siembra directa, destinada a mejorar los niveles de agua disponible
para la transpiración del cultivo, puede reducir la EUA si no se realiza un control de las
malezas efectivo, dado que éstas compiten por el uso del recurso.
373
10 Labranza Control
tradicional
CM
9 Malezas
374
50 I Irrigación
Figura 16.36. Eficiencia transpiratoria para producción de materia seca en trigo, con y
sin aplicación de riego (I+ e I-, respectivamente) y fertilizante nitrogenado (F+ y F-,
respectivamente). Adaptado de Zhang et al. [110].
375
15000 Y = 73.2X; r2= 0.98
12000
9000
Biomasa aérea (kg ha-1)
6000 Y = 36.0X; r2= 0.92
3000
a
0
0 100 200 300 400
ETC (mm)
15000
Y = -117 + 34.83X; r2= 0.925
12000
9000
6000
3000
b
0
0 100 200 300 400
ETC DPV-1 (mm kPa-1)
376
80
Balcarce
70
Córdoba
40
30
20
0.0 0.5 1.0 1.5 2.0
DPV (kPa)
Figura 16.38. Relación entre la eficiencia en el uso del agua (EUA) en trigo y el déficit
de presión de vapor (DPV), en cuatro localidades de la región pampeana, para
períodos de cobertura del suelo>90%. Adaptado de Abbate et al. [1].
377
futuro. Sin embargo, en cultivos de secano los IC son a menudo consistentemente más
bajos que en condiciones óptimas, con un valor promedio de 0,35 [83]. Es aconsejable,
entonces, implementar aquéllas prácticas que disminuyan la brecha de IC entre cultivos
con y sin limitaciones hídricas.
Las principales prácticas agronómicas relacionadas al incremento en el IC son la
fecha de siembra y la elección del cultivar. En un ambiente mediterráneo de España,
Gimeno et al. [44] encontraron un aumento consistente del IC (de 0,17 a 0,26)
adelantando 4 meses la fecha de siembra de híbridos de girasol con diferente longitud
de ciclo. Este incremento en el IC fue uno de los factores que permitió que los
rendimientos se duplicaran. En el mismo ambiente y usando modelos de simulación
para suelos sin limitaciones para el desarrollo de raíces, Agüera et al. [2] encontraron
que el girasol sembrado con dos meses de diferencia podía aumentar el IC cuando se
usaban líneas con mayor vigor inicial. Este incremento es sustancial con líneas de ciclo
corto y moderado con ciclos medianos, pero el IC decrece con ciclos largos. Por lo
tanto, la respuesta de la aplicación de estas prácticas depende de la interacción entre
el genotipo y el ambiente (Capítulo 14). Richards et al. [83] afirman que hay un
compromiso entre (i) maximizar el crecimiento vegetativo para establecer un canopeo
con razonable rendimiento potencial y capacidad de almacenamiento de fotosintatos
para su posterior removilización, y (ii) un ahorro de agua suficiente para ser usada
durante el período de llenado. Sadras y Connor [91] demostraron que el IC (usando
biomasa de granos corregida por costo energético) se relaciona con la proporción de
transpiración post-antesis (normalizada por el DPV) por medio de un modelo no linear,
en el que se tienen en cuenta las contribuciones de asimilados pre-antesis y el IC
potencial, ambos genotipo-dependientes. Zhang et al. [110], utilizando riego
suplementario en trigo en post-antesis, aumentaron la fracción de agua
evapotranspirada en ese período de 0,26 a 0,46, e incrementaron el IC de 0,34 a 0,40.
En los ambientes de la región pampeana, debido a la distribución irregular de las
lluvias, es dificultoso implementar prácticas agronómicas que tiendan a mejorar el IC.
La fracción de agua transpirada post-antesis variará en gran medida en función de la
distribución de las lluvias en el ciclo y las reservas de agua en el suelo. Sin embargo,
en términos generales, el IC disminuye en cultivos de secano debido a que la
contribución relativa del agua almacenada en el suelo es menor en el período post-
antesis. En la región central de Córdoba se han observado menores IC en diferentes
cultivos en secano con respecto a testigos bajo riego (Cuadro 16.17). Las prácticas de
labranza que aumentan la infiltración de agua en el suelo pueden incrementar el IC,
porque el agua adicional almacenada en el perfil se destina principalmente al consumo
post-antesis. Esto fue verificado por Dardanelli (datos no publicados), quién observó en
Manfredi un aumento de la fracción de agua consumida post-antesis y del IC en sorgo y
soja bajo un sistema de labranza reducida, que permitió un mayor almacenaje de agua
inicial respecto a una labranza convencional.
Otra práctica de manejo que podría considerarse para incrementar el IC es ubicar
el período post-antesis del cultivo en una ventana de tiempo en la cual la relación
transpiración post-antesis/transpiración total sea máxima. En tal sentido, Mercau et al.
[65] encontraron una asociación significativa entre el rendimiento de girasol y la
proporción de lluvia caída en el período post-antesis, que puede ser considerada como
un estimador de la proporción del agua consumida en dicho período.
378
Cuadro 16.17. Indice de cosecha para diferentes cultivos, expresado como promedio
de varios experimentos bajo riego y secano, en Manfredi (Córdoba) (Dardanelli, datos
no publicados).
CONSIDERACIONES FINALES
En condiciones normales de producción, todos los cultivos extensivos se ven
expuestos en algún momento de su ciclo a condiciones de demanda atmosférica que
normalmente determinan una absorción de agua insuficiente para compensar las
pérdidas por transpiración, dando lugar a deficiencias hídricas. En este capítulo se han
discutido los principales factores que determinan los requerimientos hídricos por parte
de los cultivos y los efectos que dichas deficiencias tienen sobre su productividad,
poniendo especial énfasis en las condiciones de producción de los ambientes
pampeanos. En este sentido se buscó destacar los factores que condicionan la
capacidad de los cultivos para satisfacer la demanda atmosférica de agua,
especialmente aquellos asociados con los distintos tipos de suelo y de manejo.
Finalmente, es importante reconocer que en el campo, salvo situaciones muy extremas,
la productividad de los cultivos raramente está condicionada por un único factor. Por el
contrario, factores múltiples interactúan de un modo complejo dando lugar a
adaptaciones que resultan en una aparente sustitución de recursos, e.g. fertilización
que mejora la eficiencia en el uso del agua y el rendimiento en cultivos con déficit
hídrico. Los estreses pueden operar (i) secuencialmente, e.g. agua durante el día y
temperatura durante la noche, exceso de agua temprano en el ciclo y déficit hídrico
durante el llenado de grano, o (ii) simultáneamente, e.g. déficit de agua y de N en el
suelo. En cualquier caso, el tipo y magnitud de las interacciones son difíciles de
anticipar.
ABREVIATURAS
: contenido volumétrico de agua en el suelo
Alm: variación de almacenaje
: potencial hídrico o potencial agua
l: potencial agua de la hoja
o: potencial osmótico
p: potencial de presión o de turgencia
A: asimilación de carbono
ADC: fracción de agua disponible para el cultivo
ADCu: ADC umbral
379
B: biomasa total aérea de la planta o del cultivo
Bt:horizonte B textural
CN: número de curva
D: drenaje
DPV= ea – ed= déficit de presión de vapor
EAERO: término aerodinámico del cálculo de ETO según Penman-Monteith FAO
EE: error estándar
ENSO: el Niño Oscilación del Sur
ERAD: término de radiación del cálculo de ETO según Penman-Monteith FAO
Es: evaporación del suelo
Esc: escorrentía
ET: evapotranspiración
ETC: evapotranspiración potencial de cultivo
ETO: evapotranspiración potencial de referencia
EUA: eficiencia en el uso del agua
EUR: eficiencia en el uso de la radiación
g: conductancia estomática
gc: conductancia del canopeo
G: rendimiento en grano
H: calor sensible
IAF: índice de área foliar
IC: índice de cosecha
J: flujo de agua
K: tasa de extracción de agua
KC: coeficiente de cultivo
L: calor latente
li: límite inferior
ls: límite superior
Nf: napa freática
pe: pendiente
Pp: precipitaciones
r: resistencia al flujo de agua
R: riego
rl: resistencia foliar al flujo de agua
Rn: radiación neta
T: transpiración
TR: transpiración relativa
U: valor umbral de ES acumulada en fase I
U2: velocidad del viento a 2 m de altura
VPR: velocidad de profundización de raíces
RI: radiación interceptada por el cultivo
380
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