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Hace pocos días terminaron en un clima de paz y tranquilidad las reuniones entre
los mayores líderes mundiales en Buenos Aires en el marco del G20.
Para llegar a las respuestas se debe hacer un poco de historia sobre la soberanía
de los Estados subyacentes a sus cielos.
El 1 de setiembre de 1983 dos cazas Mig rusos derriban un Boeing Jumbo 747 de
Korean Airlines que se había desviado 500 km de su ruta autorizada ingresando
antirreglamentariamente en el espacio aéreo ruso donde se encontraba una de las
bases navales más importantes de la ex URSS. Fallecieron 269 pasajeros y
tripulantes civiles.
A nivel argentino, el Presidente Macri en 2016 había firmado el decreto 228 que
declaraba la emergencia de seguridad y entre sus disposiciones autorizaba la
interceptación de aeronaves hostiles con fundamento en el combate del
narcotráfico, trata de personas y otros delitos complejos. Sus Anexos I y II
tomaban como propios las normas de la OACI -“Protocolo de Interceptación de
Aeronaves”- que preveían seis etapas previas a la posibilidad extrema del derribo.
Se interpretaría entonces que en esa situación no se estaría incumpliendo con la
prohibición del art. 3 bis del Convenio de Chicago de derribar aeronaves civiles,
fundado en casos de persistir una conducta de vuelo irregular e insubordinada y
que fuere declarada hostil.
Así como Argentina lo adoptó mediante decreto 228 de 2015, Chile lo hizo en el
año 2006 con la sanción del decreto supremo, Reglamento DAR 91, Perú, en
agosto del año 2015 volvió a la implantación del derribo de aeronave que se había
suspendido por un incidente erróneo con serias consecuencias en el año 2001,
por Ley 30339, Honduras, en el año 2014, aprobó una ley para el derribo de
aeronaves, Venezuela aprobó en el año 2012 la Ley de Control para la Defensa
del Espacio Aéreo, se reglamentó al año siguiente y contiene acciones de
interceptación, persuasión e inutilización de toda aeronave u objeto que infrinja
disposiciones sobre circulación aérea, y podríamos seguir nombrando estos
casos.
Este reciente decreto determina que las operaciones aéreas quedan bajo
jurisdicción y responsabilidad de esa Autoridad Aeronáutica Militar tanto para
aeronaves tripuladas como las pilotadas a distancia –drones- o no tripuladas –
autónomas- identificadas o no y determina las conductas típicas para constituirlas
en hostiles, tales el vuelo en altura bajo mínimo, en forma errática, hacia una zona
de vuelo prohibida, realizando maniobras agresivas, no obedeciendo instrucciones
o lanzando objetos.
1- Advertencia,
2- Demostración de fuerza,