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El derribo de aeronaves y el G 20.

Por Carlos María Vassallo.

Hace pocos días terminaron en un clima de paz y tranquilidad las reuniones entre
los mayores líderes mundiales en Buenos Aires en el marco del G20.

No obstante en los días previos y teniendo en cuenta los graves sucesos de


inseguridad y disturbios de la pasada reunión de Hamburgo de 2017, y ante la
llegada de fuerzas de seguridad extranjeras se instalaron varias preguntas sobre
soberanía y seguridad en los medios periodísticos locales dándose equivocadas
respuestas.

¿Mantendría Argentina en esos días la soberanía exclusiva sobre su espacio


aéreo?, ¿Debía garantizar el país organizador la seguridad con medios aéreos
propios? ¿Se declinaba soberanía ante fuerzas aéreas militares extranjeras que
resguardaron a sus presidentes?

Para llegar a las respuestas se debe hacer un poco de historia sobre la soberanía
de los Estados subyacentes a sus cielos.

El 1 de setiembre de 1983 dos cazas Mig rusos derriban un Boeing Jumbo 747 de
Korean Airlines que se había desviado 500 km de su ruta autorizada ingresando
antirreglamentariamente en el espacio aéreo ruso donde se encontraba una de las
bases navales más importantes de la ex URSS. Fallecieron 269 pasajeros y
tripulantes civiles.

Este hecho movilizó a la OACI, representativa de la Comunidad Aérea


Internacional, de la que es parte Argentina, y se resolvió el agregado de un nuevo
artículo -3 bis- al Convenio de Chicago de 1944, prohibiendo el derribo de
aeronaves civiles.

A nivel argentino, el Presidente Macri en 2016 había firmado el decreto 228 que
declaraba la emergencia de seguridad y entre sus disposiciones autorizaba la
interceptación de aeronaves hostiles con fundamento en el combate del
narcotráfico, trata de personas y otros delitos complejos. Sus Anexos I y II
tomaban como propios las normas de la OACI -“Protocolo de Interceptación de
Aeronaves”- que preveían seis etapas previas a la posibilidad extrema del derribo.
Se interpretaría entonces que en esa situación no se estaría incumpliendo con la
prohibición del art. 3 bis del Convenio de Chicago de derribar aeronaves civiles,
fundado en casos de persistir una conducta de vuelo irregular e insubordinada y
que fuere declarada hostil.

Así como Argentina lo adoptó mediante decreto 228 de 2015, Chile lo hizo en el
año 2006 con la sanción del decreto supremo, Reglamento DAR 91, Perú, en
agosto del año 2015 volvió a la implantación del derribo de aeronave que se había
suspendido por un incidente erróneo con serias consecuencias en el año 2001,
por Ley 30339, Honduras, en el año 2014, aprobó una ley para el derribo de
aeronaves, Venezuela aprobó en el año 2012 la Ley de Control para la Defensa
del Espacio Aéreo, se reglamentó al año siguiente y contiene acciones de
interceptación, persuasión e inutilización de toda aeronave u objeto que infrinja
disposiciones sobre circulación aérea, y podríamos seguir nombrando estos
casos.

Fue singular el caso de la “Ley Alemana de Seguridad Aérea de junio de 2005” de


defensa extrema que permitía al ejército alemán derribar aeronaves civiles
comerciales si existiera peligro que éstas fueran utilizadas para un ataque
terrorista. El 15 de febrero de 2006 en una de las decisiones más importantes del
Tribunal Constitucional de Alemania se declara la inconstitucionalidad de la
sección 3 del artículo 14 de la Ley de Seguridad Alemana, en concordancia con la
incorporación del 3bis del Convenio de Chicago/44”.

Pero al procedimiento argentino le faltaban precisiones funcionales que le


restaban eficacia en especial en cuanto a la decisión del derribo y fue por eso que
solo unos días antes de comenzar las reuniones del G20, el 15 de noviembre, se
publica en el Boletín Oficial un nuevo decreto, el nº 1054/2018, sobre “Seguridad
Pública”, de aplicación inmediata a su publicación, que perfecciona el régimen
vigente siendo uno de sus fines concretos el de “optimizar la protección
aeroespacial en eventos internacionales que se desarrollen en el país”.
Fundamentalmente encomienda su coordinación de defensa al Comando
Aeroespacial del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y le otorga a su
titular la responsabilidad de impartir la orden extrema de derribo, dándole la
eficacia y agilidad en la toma de decisiones que era necesaria.

Este reciente decreto determina que las operaciones aéreas quedan bajo
jurisdicción y responsabilidad de esa Autoridad Aeronáutica Militar tanto para
aeronaves tripuladas como las pilotadas a distancia –drones- o no tripuladas –
autónomas- identificadas o no y determina las conductas típicas para constituirlas
en hostiles, tales el vuelo en altura bajo mínimo, en forma errática, hacia una zona
de vuelo prohibida, realizando maniobras agresivas, no obedeciendo instrucciones
o lanzando objetos.

Las nuevas fases, hoy vigentes -del Protocolo contemplado en el decreto


1054/2018- en la aplicación de la fuerza contra incursores aéreos hasta su derribo
son:

1- Advertencia,

2- Demostración de fuerza,

3- Uso intimidatorio de la fuerza, y si no se lograre el acatamiento de la aeronave


se pasara a la última fase,

4- “Aprobación por parte de la Autoridad de Decisión para la aplicación de la RPA


Nº 004”, que implica el uso de la fuerza mediante el empleo de armas y que por su
naturaleza inherente puede llegar a ser letal por del poder de fuego a usar por la
aeronave interceptora.

Otra importante novedad que trae el decreto 1054/2018 es que la misma


Autoridad Militar ha quedado autorizada al uso de Medidas Electrónicas Activas
sobre el sector de defensa aeroespacial de la República Argentina. Ello
comprende el uso de modernos inhibidores de frecuencias en las que pueden
operar aeronaves pilotadas a distancia –drones- evitando el ingreso de esta nueva
aviación a espacios de máxima seguridad.

La conclusión arribada será que la Argentina en esos días no declinó su soberanía


sino que las fuerzas aéreas de los países visitantes solo podrían haber ingresado
en situaciones de emergencia a un espacio aéreo argentino restringido sometidos
a la coordinación en cuanto a sus operaciones militares a la jurisdicción del
Comando Aeroespacial Argentino, conforme lo facultan los apéndices del nuevo
decreto para situaciones de degradación.

En cuanto a las normas de circulación aérea en el espacio aéreo argentino la


coordinación de todos los vuelos, tanto civiles y militares siguieron bajo el Control
de Tránsito Aéreo civil a cargo de la EANA, Empresa Argentina de Navegación
Aérea Sociedad Del Estado.

Argentina tuvo su norma de interceptación y derribo en vigencia, solo unos días


antes de ser una herramienta necesaria para ese evento internacional, casi al
límite de su instrucción al personal e implementación efectiva, incluyendo a los
“drones”, al decir de la OACI, la nueva aviación, aunque hasta la actualidad la
normativa reglamentaria argentina en vigencia – y solitariamente a nivel mundial-
no los considera aeronaves, sí los asimiló a ellas al momento de ser necesario
ordenar su derribo.

La Administración Nacional de Aviación Civil, contrató bajo el OACI Proyecto


Argentina 07-803 la redacción de un nuevo y moderno proyecto normativo sobre la
aviación pilotada a distancia, que fuera terminado y presentado el 12 de diciembre
de 2017 por expte. ANAC 52361/17, y que complementará el sistema referido en
tanto ponga en vigencia una necesaria reglamentación aeronáutica específica que
habilite el trabajo con esta nueva tecnología en tiempos de paz y no ante un nuevo
apuro de circunstancias de resguardo de seguridad.

Buenos Aires, diciembre de 2018.

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