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El Principio Animico
El Principio Animico
Trataré en una serie de exposiciones aclarar ciertos temas, que si bien aparentan ser
básicos, me han ido acercando al misterio de la Diosa. Poco a poco fui viendo o más bien
develando ese asunto que es motor de toda búsqueda, el tema de “lo femenino”. Quiero
establecer que cuando mencione aspectos, no son referidos a personas sino más bien
a matrices arquetípicas, por ello los nombraré genéricamente. Cada arquetipo es
un “FASCINOSUM”, esto es, que tiene una influencia suscitadora y proscriptora semejante a
una fantasía, es decir, provoca, causa, promueve y a la vez expulsa, excluye; pues al
principio es mnuminoso al promover la figura del recuerdo, de ese recuerdo original, y a la
vez expulsa, excluye de ese ámbito la propia conciencia del microcosmos. En esta cuestión
dual radica el impulso vital. Todo hombre se busca a sí mismo en la imagen de Ella, sea cual
sea el nivel en que él mismo se sitúe y por lo tanto proyecte “lo femenino”; el caso es que
esa pulsión lo impele a completarse en la propia individuación y así llegar a la unión
“masculino-femenina” interna, alcanzando esa completud. Pero nos encontramos en un
plano de formas, fenómenos, procesos, y es por donde propongo empezar y ver, dar lugar
a la manifestación de la Diosa, como propiciadora de mi regreso a mi origen espiritual.
El alma del hombre en este mundo plasmado en la materia puede verse manifestada
en cuatro aspectos, la forma se alinea en cuatro direcciones y opera desde cuatro símbolos
potentes por su vitalidad: Madre - Hermana – Esposa - Hija. Pero siempre me pregunté:
¿Qué secretos guardan estas figuras? ¡Es posible la integración para alcanzar esa buscada
quinta esencia? ¡Qué hay detrás de estas imágenes tan potentes y claves para el armado
de una estructura social?
Esta cuaternidad, como todas ellas, son un sistema cuaternario de orientación que expresa
una totalidad del ánima, que podemos traducir con el término moderno de “conciencia”,
incluido contenidos. El sistema orientador de la conciencia tiene cuatro aspectos que
corresponde a cuatro funciones empíricas, esta cuaternidad es un orden arquetípico, y
como tal es susceptible de infinitas explicaciones, ampliaciones y acotaciones. Esta
interpretación que me propongo hacer mirándome y apoyado en la visión del Dr. Carl G
Jung, tiene peso solo cuanto alude a funciones psíquicas, pues como ya señalé cada
arquetipo es psicológicamente un “fascinosom”….
LA HIJA: Es un rostro del alma que habita en el área del corazón, encerrada en la cápsula
cordis. El corazón es esencialmente emocional, intranquilo y muy inclinado a participar
efectivamente en la turbulentia corpis. En él está asentada el alma más baja ligada a
los procesos biológicos de crecimiento y evolución, cosas estas con gran fuerza
proscriptora; si estos procesos son comprendidos adviene su misterio en la figura interna
de una niña de gran mnuminosidad, relevante e impulsadora; y es la que permitirá
decantar alquímicamente la “piedra”, esa piedra filosofal con la que se comprenden los
misterios de la vida.
LA ESPOSA: Habita donde las fuerzas de la oposición pueden neutralizarse mutuamente y
es allí donde el hombre reflexiona sobre sí, sobre su naturaleza, y ve el funcionamiento de
sus proyecciones en el intento de fecundar afuera lo que debe ser fecundado dentro. Si la
proscripción impera, el hombre se verá desbordado por los desarrollos de “la familia”, ya
sea que él la integra o funde. A quien entienda esto advendrá sobre él el “antídoto”. Esa
tinta, esa quinta esencia que permite ver en realidad el poder hipnótico y narcotizarte de la
estructura y función de esta creación.
LA HERMANA: Con la hermana se comparte una línea, un linaje, ella no es esposa ni hija, la
esposa es la sangre puesta en la proyección, la hija es la sangre puesta en el desarrollo. La
hermana comparte la línea sanguina, es la que entrega el secreto de nuestra estirpe, de
nuestro linaje, nos permite avenirnos a la comprensión de nuestros símbolos ancestrales.
Nos proscribe el contacto con la raíces pero a la vez suscita el acceso al entendimiento de
la misión familiar, de donde podemos vernos en la línea de su desarrollo para alcanzar la
reunificación, de allí su asociación al elíxir de la larga vida, de la inmortalidad, y la
posibilidad de hallar la forma en que ha sido encadenada nuestra sangre.
LA MADRE: Es ella la que “señala”, si descubrimos el misterio, el kairos del “nuevo
nacimiento”, desoír su voz es no escuchar el sonido que nos trae hacia el nuevo
alumbramiento. Si no hay posibilidad de nacer, no hay forma de morir, la muerte solo sería
el reciclaje en el eterno retorno, un giro más en la rueda del samsara. El carbón puede
“MORIR” cuando sus cristales están alineados hacia su oriente. Su fuerza proscriptora es
muy fuerte, pues en su aspecto Kwan Yin la que nos liga, la que nos cierra el cerrojo y ciñe
el nudo con su “amor” que es lo que sostiene la conciencia del Demiurgo. El alma es a la
vista de este desarrollo, si se me permite una analogía un tejido, un tapiz. Sobre la
urdimbre como las líneas orientadas hacia “ELLA”, zigzaguea el hilo del tiempo y del
desarrollo de los procesos creando el colorido de la historia, la estampa formalizada de
nuestro sujeto.
Ahora bien, la vivencia de la unión está representada por una fiesta nupcial, es el abrazo y
reunión de los dos principios anímicos en el mismo individuo, es la unión feliz de una
dualidad separada aparentemente sin remedio en la fatalidad de un ser único. Pero esta
unidad abraza la multiplicidad de todos los seres, el YO que me abraza, abraza a muchos
otros, pues el inconsciente no me pertenece y no es mi propiedad sino que está en todas
partes. Es paradójicamente quinta esencia del individuo y sin embargo al mismo tiempo,
algo colectivo. La reunificación de los cuatro rostros en una quinta esencia que se esposa
con el hombre que emerge del agua, porque el principio anímico femenino en él toma
alas, conlleva a la boda. Y es allí donde se manifiesta el SER en uno……… (Gracias al Dr. Jung
por los conceptos en su obra que tomé prestados).