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Nueva Antropología

ISSN: 0185-0636
nuevaantropologia@hotmail.com
Asociación Nueva Antropología A.C.
México

Llanes Salazar, Rodrigo


LO PROPIO Y LO IMPROPIO: DEVENIRES DE LA ANTROPOLOGÍA SOCIAL MEXICANA
CONTEMPORÁNEA
Nueva Antropología, vol. XXVII, núm. 81, julio-diciembre, 2014, pp. 95-122
Asociación Nueva Antropología A.C.
Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15936205006

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LO PROPIO Y LO IMPROPIO: DEVENIRES DE LA
ANTROPOLOGÍA SOCIAL MEXICANA CONTEMPORÁNEA

Rodrigo Llanes Salazar*

Resumen: En este artículo se analiza cómo la antropología mexicana ha construido un “perfil


propio” de acuerdo a su relación con el Estado, el nacionalismo, su vocación aplicada y los “para-
digmas” indigenista y mesoamericanista, y cómo en años recientes dicho perfil se ha ido transfor-
mando en un contexto de crisis del Estado, del nacionalismo, de la academización de la disciplina
y un giro epistemológico, teórico y metodológico hacia la descolonización del conocimiento. En este
análisis diacrónico de la historia de la antropología social mexicana, el autor logra problematizar
la reflexión en el escenario de emergencia de las antropologías del Sur, continuando con la discu-
sión sobre el “derrumbe” de los paradigmas distintivos de la antropología mexicana, y por último
sus más recientes devenires teóricos y sociales. Concluye con una reflexión en torno a algunos
problemas teóricos y prácticos que enfrenta la disciplina en la actualidad.
Palabras clave: antropología mexicana, propio, Mesoamérica, indigenismo.
Abstract: This article analyzes how Mexican anthropology has constructed a “proper profile” ac-
cording to its relationship with the State, nationalism, its applied vocation, and pro-Indigenous
and Mesoamerican “paradigms.” It also explores how this profile has been transformed in recent
years, within a context of crisis in the State, nationalism, “academization” of this discipline, and a
methodological, theoretical and epistemological twist surrounding the decolonization of knowl-
edge. In this diachronic analysis of the history of Mexican social anthropology, the author ques-
tions the reflection on anthropologies from the south in an emergency scenario; moving on to the
discussion of the “breakdown” of distinctive paradigms in Mexican anthropology, and finally, its
latest social and theoretical developments. It concludes with a reflection on some theoretical and
practical problems that the discipline faces nowadays.
Keywords: Mexican anthropology, proper, Mesoamerica, Indigenous.

LA ANTROPOLOGÍA MEXICANA: tuación “contradictoria”. Por una par-


UNA DISCIPLINA EN TRANSICIÓN te, en el contexto de la emergencia de
las denominadas “antropologías del sur”

D
esde cierto punto de vista, la (Krotz, 1993a) y del impulso del aná-
antropología social mexicana lisis y estudio sistemático de las “an-
parece encontrarse en una si- tropologías del mundo” (Ribeiro y
Escobar, 2008), desde hace ya unas dé-
* Profesor en la Facultad de Ciencias Antro- cadas diversos investigadores han co-
pológicas de la Universidad Autónoma de Yuca- menzado a esbozar lo que podría
tán. Línea principal de investigación: Etnicidad y
reivindicaciones étnicas, historia e historiografía llamarse un perfil “propio” de la antro-
de la antropología, antropología de la violencia. pología mexicana, marcado de manera

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notable por lo que Esteban Krotz LA BÚSQUEDA DE UN PERFIL


(2008a:120) ha caracterizado como PROPIO (O DE ESO QUE
una “búsqueda permanente de identi- LLAMÁBAMOS “ANTROPOLOGÍA
dad […] profundamente enraizada en MEXICANA”)
la búsqueda de la identidad de la na-
ción mexicana misma”. Por otro lado, La antropología mexicana ha sido ob-
muchos de los rasgos o elementos que jeto de reflexión por parte de antropó-
los investigadores han señalado como logos, sociólogos, historiadores y
“propios” de la antropología mexica- filósofos desde hace ya varias décadas.
na —por ejemplo, su estrecho víncu- En el tercer cuarto del siglo XX el filó-
lo con el Estado, el marco ideológico sofo Luis Villoro (1979), si bien no se
del nacionalismo, su vocación aplicada, preguntó específicamente por la antro-
el impulso de la crítica social y pa- pología mexicana, sí puso de manifies-
radigmas como el indigenismo o el me- to cómo la conciencia sobre el indio, al
soamericanismo— se encuentran que podríamos caracterizar como un
actualmente, si no en crisis, sí en una “otro interno”, ha sido uno de los ele-
inminente pugna y controversia. Nos mentos que ha marcado a la antro-
encontramos con una disciplina en pología mexicana: ésta ha sido una
transición. disciplina que ha estudiado su propia
En este ensayo no me propongo diversidad sociocultural interna, lo
hacer una suerte de “historia” de la an- cual plantea problemas epistemológi-
tropología social mexicana en las cos, políticos y éticos distintos a los de
últimas décadas. Mi objetivo, menos las antropologías “originarias” y “pri-
ambicioso, es el de analizar cómo la meras”. Pocos años más tarde, Juan
disciplina ha construido un perfil pro- Comas (1976), uno de los primeros his-
pio, cómo éste se ha transformado en toriadores de la antropología mexica-
años recientes, y señalar algunos pun- na, documentó con detalle otro de los
tos para la discusión. Por lo tanto, rasgos distintivos de nuestra discipli-
comienzo con el problema meta-an- na: su vínculo con el Estado mexicano
tropológico de la reflexión sobre el ca- y su vocación aplicada, es decir, de
rácter “propio” de la antropología solución de problemáticas sociales. Y,
mexicana, particularmente en el esce- unos cuantos años después, José La-
nario de emergencia de las antropolo- meiras escribió un extenso ensayo su-
gías del sur; continúo con la discusión mamente influyente sobre el tema y
sobre el “derrumbe” de dos “para- sostuvo que “la antropología mexicana
digmas” distintivos de la antropología ha tenido durante su proceso históri-
mexicana, el indigenista y el meso- co de formación características tales
americanista, y sus más recientes que, respecto a otras disciplinas de
devenires teóricos y sociales; concluyo las ciencias sociales desarrolladas en el
con algunos problemas teóricos y país, permiten conferirle el carácter de
prácticos que enfrenta la disciplina en nacionalidad y justificar para ella, a
nuestros días. temprana edad, el título de mexicani-

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dad” (Lameiras, 1979:109). De hecho, logía mexicana en el nuevo milenio


la periodización de Lameiras, reto- que “hasta 1968 [aunque ciertamente
mada por muchos, da cuenta de la es- la fecha se puede poner en considera-
trecha relación de los cambios de la ción], la antropología mexicana pare-
antropología mexicana con las trans- cía gozar de una total certidumbre
formaciones políticas más amplias respecto de sus metas y problemas de
ocurridas en el país. estudio. Era, antes que nada, una an-
En términos generales, a partir de tropología nacionalista” (De la Peña,
trabajos como los de Villoro, Comas y 2002: 21; cursivas de R.Ll.). Y poco más
Lameiras se fue gestando la idea de adelante escribe que “por ello enarbo-
que la antropología social mexicana laba la bandera del indigenismo [… el
tiene sus orígenes en la conformación cual] era una dimensión sobresaliente
del Estado nación surgido tras la Revo- en la misión nacionalista, pero tam-
lución mexicana, y que se encuentra bién funcionaba como espacio defi-
íntimamente vinculada a la naciente nitorio del objeto de estudio de las
ideología nacionalista y al indigenismo disciplinas antropológicas” (idem). De
(Beals, 1993). Fue gracias a estos im- hecho, si bien diversas obras críticas
pulsos que se llevaron a cabo tanto la de las décadas de 1960 y 1970, como
creación de espacios institucionales La democracia en México, de Pablo Gon-
para la práctica de la antropología, zález Casanova (2004), y sobre todo el
como la Dirección de Antropología en texto colectivo De eso que llaman an-
1917, el Departamento de Asuntos In- tropología mexicana pusieron en en-
dígenas en 1936, el Instituto Nacional tredicho muchos de los elementos de la
de Antropología e Historia (INAH) en antropología mexicana del momento,
1939, su Escuela Nacional de Antropo- lo cierto es que contribuyeron a la re-
logía e Historia (ENAH) en 1942, y tam- flexión sobre las particularidades de la
bién el Instituto Nacional Indigenista antropología de nuestro país.
(INI) en 1948, así como investigaciones, Tomemos el caso del citado volu-
publicaciones y organizaciones gre- men De eso que llaman antropología
miales. Podríamos decir, en palabras mexicana. En su provocadora contri-
del decano de la historia de la antropo- bución, Arturo Warman (2002) denun-
logía, George Stocking Jr. (1982), que cia que, históricamente, la disciplina
se trataba de una “antropología de la ha estado al servicio del poder (lo que
construcción de la nación”, una ciencia en el siglo XX significaba ante todo
para “el desempeño del buen gobier- estar al servicio del Estado); por su
no”, según el célebre dictum de Ma- parte, Mercedes Olivera (2002) critica
nuel Gamio (1960: 16). cómo la antropología mexicana ha te-
Sin embargo, para algunos, las nido una pesada carga institucional,
cosas comenzaron a cambiar hacia me- vinculada tanto con el indigenismo (a
diados de la década de 1960. Por ejem- través del INI) como con el patrimo-
plo, Guillermo de la Peña ha escrito en nialismo mesoamericanista (a partir
un volumen reciente sobre la antropo- del INAH), que la ha limitado temática,

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teórica y profesionalmente. Y en su lú- do por Esteban Krotz y Ana Paula de


cida colaboración al volumen, Guiller- Teresa, y realizado bajo el cobijo de la
mo Bonfil (2002) enmarca la “crisis” de Red Mexicana de Instituciones de For-
la antropología mexicana en el contex- mación de Antropólogos (RedMIFA ).
to de los movimientos de descoloniza- Asimismo, en años más cercanos, en el
ción de la época, señalando al mismo marco del movimiento de las antropo-
tiempo el carácter neocolonial del país logías del mundo, se ha impulsado la
así como de su antropología. discusión sobre el carácter nacional de
La reflexividad sobre la antropolo- la antropología mexicana en el panora-
gía mexicana continuaría a partir de ma de la antropología mundial, por lo
todos estos impulsos críticos. Andrés demás, un escenario global marcado
Medina (1996; 2004), por ejemplo, ha por relaciones de poder y asimetría en-
dedicado un gran número de trabajos a tre regiones, países y sus respectivas
analizar las particularidades origina- disciplinas (Krotz, 2008a; Medina,
les de la antropología mexicana, estre- 2004; Vázquez León, 2007).
chamente vinculadas a la construcción Desde luego, estoy sintetizando de-
de la nación; Luis Vázquez León (1981; masiado. No obstante, lo que a con-
1987; 1998; 2002; 2003) ha contribuido tinuación quiero enfatizar es que las
con varios análisis historiográficos y condiciones de la antropología mexi-
sociológicos sobre la antropología so- cana han cambiado de manera notable
cial y la arqueología mexicana; Este- y que muchos de los elementos a partir
ban Krotz (1987; 1993a; 2008a; 2008b), de los cuales antes hablábamos de “an-
por su parte, ha propuesto estimulan- tropología mexicana” están en transfor-
tes elementos teóricos para el análisis mación. Como ha escrito recientemente
de la ciencia como un proceso de pro- Carmen Bueno (2011: 398), vivimos en
ducción cultural y, en este marco de la un México que “ya no tiene como prio-
antropología mexicana como una “an- ridad la construcción de una identidad
tropología segunda”, Mechthild Rutsch nacional y/o la crítica al statu quo, sino
(2007) ha hecho importantes contribu- el posicionamiento en un mundo tras-
ciones con respecto a los orígenes pro- tocado por las redes globales de co-
fesionales de la antropología mexicana mercio y gobernado por un Estado
a partir de su disertación doctoral so- neoliberal”. La antropología mexicana
bre la relación entre nacionales y ex- ya no se encuentra más en un proceso
tranjeros. Pero quiero destacar dos social de construcción de Estado nacio-
ejemplos notables de esta reflexividad: nal, sino en los procesos de reducción
por un lado, la enciclopédica obra, com- de las políticas benefactoras del Esta-
puesta por quince volúmenes, La an- do; se enfrenta, asimismo, a los proce-
tropología en México: panorama sos de reestructuración neoliberal,
histórico, coordinada por Carlos Gar- marcados por la apertura comercial
cía Mora (1987-1988), así como el más hacia América del Norte a partir del
reciente proyecto multiinstitucional de Tratado de Libre Comercio —pero que
Antropología de la antropología, dirigi- se extiende a muchas esferas más allá

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de la economía y la política, tales como nació en México estrechamente vincu-


la educación, la ciencia y la tecnolo- lada al Estado y tenía la tarea de gene-
gía—; la disciplina se ubica en una eco- rar conocimiento sobre la población
nomía basada en la explotación del rural e indígena (que a principios del
petróleo para su venta al extranjero, siglo XX era prácticamente desconoci-
en las maquiladoras, el turismo, la mi- da) y resolver los “grandes problemas
gración, así como las actividades del nacionales”. De hecho, muchos de los
crimen organizado; se encuentra en antropólogos más notables del siglo
un contexto de pos-guerra fría con el pasado (como Manuel Gamio, Alfonso
marcado declive del marxismo y de otras Caso, Gonzalo Aguirre Beltrán y el
ideologías de izquierda, a una contro- propio Guillermo Bonfil) fueron al mis-
vertida crisis del nacionalismo, acom- mo tiempo académicos y funcionarios
pañada también del “derrumbe” del del Estado.
paradigma indigenista (Aguirre Bel- Sin duda, la relación entre la an-
trán, 1990), del ascenso del multicultu- tropología y el Estado en México es un
ralismo, de movimientos indígenas de asunto complejo, pero me parece que
diversa índole; y, desde luego, se ubica su situación reciente debe analizarse al
en la región más desigual del planeta menos desde dos aristas. Por un lado,
y, dentro de ella, en uno de los pocos debemos tomar en cuenta la crisis de
países que no muestra signos de “creci- la abundancia del petróleo y de la deu-
miento” y sí de una preocupante des- da externa de principios de la década de
composición social marcada por la 1980, así como las políticas de “re-
pobreza, marginación, desigualdad, así ducción” del Estado que entonces se
como de una creciente violencia que ha consideraba “obeso”, a partir de los
tenido impacto en las condiciones en sexenios de Miguel de la Madrid y de
que se hace trabajo de campo. Un esce- Carlos Salinas de Gortari (Oehmichen,
nario sin duda complejo, del cual sólo 2003). Por el otro, debemos considerar
me detendré en tres elementos: el Es- también que cierta “autonomía” de la
tado, el nacionalismo y la vocación antropología con respecto al Estado fue
aplicada. posible gracias al proceso de institucio-
nalización académica de la disciplina
PROBLEMAS CONYUGALES ENTRE en la década de 1970, en el cual Ángel
LA ANTROPOLOGÍA Y EL ESTADO Palerm jugó un papel significativo
(Vázquez, 1998). Palerm era consciente
Ya hace más de veinte años Guillermo del monopolio del INAH con respecto a
Bonfil (1995) llamó la atención con res- la práctica antropológica, y tuvo un rol
pecto a los “problemas conyugales” que de primer orden en la creación (o refor-
padecían la antropología y el Estado, mulación) de instituciones que impulsa-
debido a que la disciplina perdía el no- ron una antropología más académica,
table lugar que tenía con respecto a las tales como el posgrado en antropología
políticas de este último. Como señalé social en la Universidad Iberoamerica-
anteriormente, la antropología social na, el Centro de Investigaciones Supe-

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riores del INAH (CISINAH, actualmente caracterizado como un “triángulo de


Centro de Investigaciones y Estudios las Bermudas” que “amenaza la antro-
Superiores en Antropología Social, pología”, la cual está “a punto de des-
CIESAS) en 1973, el Departamento de An- aparecer, al menos en la forma como se
tropología de la Universidad Autónoma le conoce desde hace tiempo” (Krotz,
Metropolitana (UAM), entre otras. A 2011a: 23). Por parte del Estado, nos
partir de estos impulsos institucio- enfrentamos a una “burocracia digita-
nales se puede advertir una “acade- lizada” que “impone una determinada
mización” de la antropología social manera sustantiva de hacer antropo-
mexicana, es decir, “un cierto ‘encierro’ logía” (ibidem: 26; cursivas en el ori-
de la antropología nacional en los ám- ginal) al expandir un único modo de
bitos de las instituciones de docencia e organizar y llevar a cabo la investiga-
investigación básica [… la cual] se ha ción científica, de enseñar una disci-
convertido en el modelo de ejercicio de plina académica, de idear y preparar
la profesión más valorado, mejor retri- publicaciones científicas, de concebir,
buido y, sin duda, hegemónico” (Sarie- conducir y evaluar cursos de grado
go, 2007: 111; Vázquez, 2002). y posgrado, de desarrollar tutorías y
En estos días, difícilmente puede prácticas de campo, de estructurar
sostenerse que la antropología es una eventos académicos, al mismo tiempo
disciplina de Estado, más bien se que privilegia los aspectos cuantita-
encuentra en un complejo campo de tivos de la investigación y docencia en
fuerzas compuesto por un Estado en lugar de su calidad (ibidem: 28).
transformación, las instituciones aca- Por el lado de la lógica del mercado
démicas y, de manera cada vez más y su influencia en otros ámbitos de la
notable, del mercado, organizaciones sociedad, asistimos a lo que el filóso-
no gubernamentales y de la sociedad fo francés Gilles Deleuze (1999) ha
civil. Particularmente, el mercado, denominado “sociedades de control”,
como han observado distintos estudio- en las que las instituciones que regu-
sos (por ejemplo Lomnitz, 1996), tiene lan la vida de los individuos ya no
un creciente papel en la formación so- tienen la forma disciplinaria y de encie-
ciocultural de los ciudadanos. Como ha rro que analizó Michel Foucault, sino
escrito Claudio Lomnitz (1996: 76), ya que se asemejan más a empresas pos-
han quedado atrás los momentos de fordistas con sus principios de flexibili-
normatividad político-religioso (defini- dad y competitividad. Para el caso
do por la Colonia) y del ciudadano mexicano, Pablo González Casanova
ideal formado por el Estado redentor, (2003) ha advertido y denunciado la
ahora “nos hallamos frente al inicio de emergencia de una “nueva universi-
una antropología que se inserta en la dad” que funciona como una empresa
relación que guarda actualmente la po- lucrativa, con un acentuado “mercado-
lítica con el consumo masivo”. centrismo” que se advierte tanto en el
En este complejo campo de fuerzas lenguaje de las instituciones pero tam-
encontramos lo que Esteban Krotz ha bién, en términos más amplios, en una

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normalización y homogeneización de ante la reestructuración neoliberal del


todos los aspectos de la vida académi- país y la academización de la antropo-
ca, que se espera sea más competitiva, logía, Vázquez llama la atención sobre
eficiente y rentable. la actitud de olvido o desdén de los an-
La “burocracia digitalizada” de esta tropólogos con respecto a los “grandes
“nueva universidad” debe entenderse problemas nacionales”, que están lejos
en un marco más global de transfor- de desaparecer en nuestro país. La
mación neoliberal de la universidad pregunta es: “¿por qué una ciencia so-
(Chomsky, 2014; González Casanova, cial pareciera abstraerse de lo social?”
2003; Santos, 2012). En este proceso de (ibidem: 54). Lo cierto es que, advierte
neoliberalización, lo que el Estado y Vázquez, el interés técnico-instrumen-
otros organismos le exigen a la univer- tal persiste aunque se ha transforma-
sidad es una mayor eficiencia y vínculo do en este nuevo escenario; es decir,
con el mercado. Para lograrlo, se han hay aplicación, pero ha cambiado de
incrementado no sólo las políticas de intención, vinculándose cada vez más
evaluación, sino también los estratos con las actividades de consultoría, ges-
administrativos y burocráticos, del tión y la venta de servicios expertos.
mismo modo que se han instaurado Esta situación debe llevarnos a refle-
nuevos mecanismos de control, por xionar sobre la ética antropológica (Es-
ejemplo, a partir de la precariedad e camilla y Valladares, 2005), así como
inseguridad laboral de los trabajado- sobre el papel del mercado y de los
res académicos, de los contratos tem- clientes con respecto a los temas de es-
porales, de las medidas de “austeridad”, tudio, los procedimientos de investiga-
entre otros fenómenos que están afec- ción y la publicación de sus resultados.
tando la práctica de la disciplina.
¿DE ANTROPOLOGÍA NACIONAL
¿UNA ANTROPOLOGÍA ANTI-SOCIAL? A ANTROPOLOGÍA MUNDIAL?

Ante el escenario anterior, Luis Váz- Otro de los aspectos que más ha carac-
quez León (2002) ha cuestionado el terizado a la antropología mexicana es,
carácter “social” de la antropología como ya se ha advertido, su vínculo con
“mexicana”. Con respecto al primer el nacionalismo. En este punto no pue-
término entrecomillado, argumenta do tratar el problema, del tipo del hue-
que históricamente la antropología vo y la gallina, sobre si la antropología
mexicana ha estado signada por un in- contribuyó al nacionalismo o el nacio-
terés técnico-instrumental relativo al nalismo impulsó a la antropología. Doy
uso práctico del conocimiento antro- por sentada la relación entre antropo-
pológico, el cual se explica en gran me- logía mexicana y nacionalismo y quie-
dida por el vínculo de la disciplina con ro llamar la atención sobre la crisis de
el Estado. Es en este sentido que Moi- este último (Bartra, 2007).
sés Sáenz habló de una “antropología Diversos antropólogos han critica-
social” en México (Vázquez, 2002). Así, do las pretensiones homogeneizadoras

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y excluyentes del nacionalismo mexi- una antropología mexicana liberada


cano y sus consecuencias negativas de su servicio al proyecto de construc-
para distintos sectores poblacionales, ción de la nación puede jugar un im-
sobre todo los indígenas. Estas denun- portante rol para construir un México
cias se pueden apreciar, por ejemplo, más democrático y socialmente justo,
tanto en la defensa de los proyectos de así como una nueva relación, menos
autonomía indígena, la construcción racista y neocolonial, con los Estados
de un Estado multi e intercultural, Unidos. Regresaré a este problema en
pero también en las tendencias cosmo- la última sección del ensayo.
politas de vinculación con centros aca- Ahora quiero detenerme en las
démicos del Norte y la identificación transformaciones recientes de dos ele-
binacional de ciertos antropólogos mentos, usualmente caracterizados
mexicanos. Lo cierto es que la antro- como “paradigmas”, que han distingui-
pología mexicana ya no parece ser, re- do a la antropología mexicana y que
tomando de nuevo a Stocking (1982), están estrechamente asociados con los
una disciplina para la construcción elementos hasta ahora expuestos: el
de la nación, sino para la deconstruc- indigenismo y el mesoamericanismo.
ción de la nación. Al respecto, Vázquez
(2007: 12) ha escrito que: DEL DERRUMBE DE PARADIGMAS A
LA DESCOLONIZACIÓN DE LA
[…] la antropología mexicana, que de ANTROPOLOGÍA (O MÁS ALLÁ DEL
ser una profesión de Estado está ha- INDIGENISMO Y LA
ciéndose liberal; que de ser una disci- MESOAMERICANÍSTICA)
plina que atraía nutridas cantidades
de estudiantes se está estrechando La antropología social mexicana nun-
en una actividad de elite; que de una ca se ha caracterizado por compartir
virtual comunidad imaginaria iguali- un paradigma único (Hewitt, 1988), si
taria está desarrollando una estratifi- bien el indigenismo y el mesoame-
cación de rango, capital cultural e ricanismo sirvieron como elementos de
ingresos. También que de compartir referencia y de distinción de la comu-
una ideología nacionalista está ad- nidad antropológica mexicana hacia
quiriendo una ideología global en in- mediados del siglo XX. Sin embargo,
dividuos y grupos específicos. muchos han advertido que, al menos
desde la década de 1980, estamos muy
Para Vázquez, las consecuencias de lejos de ceñirnos a un solo paradigma.
esta crisis nacionalista son más bien Por un lado, tenemos lo que el propio
negativas y están relacionadas con el Aguirre Beltrán (1990) caracterizó
ya citado problema de la renuencia de como un “derrumbe” de paradigmas,
los antropólogos sociales mexicanos refiriéndose particularmente a la vul-
con respecto a los grandes problemas nerable situación del indigenismo. Por
nacionales. Sin embargo, para el an- el otro, la hegemonía del marxismo y
tropólogo inglés John Gledhill (s.f.), de enfoques afines en las décadas de

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1970 y 1980 ha cedido su lugar a un “gi- nes culturales y de multiplicidad de


ro cultural”, caracterizado por un re- miradas analíticas”.
greso del concepto de cultura, si bien Ciertamente resulta problemático
ahora “adjetivado”, como se advierte asentar que se ha trascendido el nacio-
en las discusiones sobre “cultura popu- nalismo; acaso resulte más prudente
lar”, “cultura obrera”, “cultura urba- señalar que el nacionalismo ha cam-
na”, etc. (Krotz, 1993b). En términos biado y pocos antropólogos comparten
generales, en estos días se acepta que hoy el ideal de una nación homogénea,
la antropología social mexicana se ca- mestiza y abogan en cambio por una
racteriza más bien por una amplia di- nación pluricultural. Del mismo modo,
versidad teórica y temática (Medina, podemos agregar que en esta búsque-
2004: 231; Portal y Ramírez, 2010: da de “estar en el mundo” la antropolo-
270), como se puede apreciar, por ejem- gía mexicana ha retomado discusiones
plo, en las temáticas abordadas en el teóricas de las antropologías del norte,
“Simposio sobre teoría e investigación como las asociadas a la “crisis de la re-
en la antropología mexicana” realizado presentación” y su búsqueda de formas
en 1987 (VV. AA., 1988), en las discusio- experimentales de hacer antropología,
nes en el coloquio internacional “¿A así como con las discusiones vincula-
dónde va la antropología?”, organizado das a lo que se ha denominado “giro
en 2002 por el Departamento de An- ontológico” o “enfoque ontológico”. Si
tropología de la UAM-I (Giglia, Garma y bien estos enfoques presentan muchas
De Teresa, 2007); o en el Primer Con- diferencias entre sí, comparten una
greso Nacional de Antropología Social característica fundamental: apuntan
y Etnología, organizado por el Colegio hacia una descolonización de la antro-
de Etnólogos y Antropólogos Sociales, pología, vocación que es secundada por
A.C., en 2010. los trabajos antropológicos en México
Además de la diversidad teórica, que más adelante presentaré. Comien-
metodológica y temática de la antropo- zo con los devenires del indigenismo.
logía social mexicana, algunos estudio-
sos han advertido que, actualmente, la DEL INDIGENISMO A LA
disciplina se encuentra en “un esfuer- COMUNALIDAD Y LA CO-LABOR
zo sustancial para trascender la ma-
triz nacionalista en la que se forma” Según una clásica formulación, “el in-
(Medina, 2004: 232), o, como han escri- digenismo no es una política formula-
to recientemente María Ana Portal y da por indios para la solución de sus
Xóchitl Ramírez (2010: 277), “hay un problemas sino la de los no-indios res-
movimiento que pasó del interés por pecto a los grupos étnicos heterogéneos
‘hacer patria’ —es decir, una antro- que reciben la general designación de
pología nacionalista anclada en el indígenas” (Aguirre Beltrán, 1976: 24-
país— a lo que podríamos pensar como 25). En primera instancia, ésta es una
una antropología de ‘estar en el mun- sentencia que a muchos les parece au-
do’ a partir de redes, de interconexio- toritaria cuando no colonialista: son los

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no indios quienes deben resolver los pro- Por una parte, encontramos una serie
blemas de los indios, no los indios mis- de trabajos antropológicos basados en
mos. Pero lo que está de fondo es una un modelo de investigación de co-labor
concepción cultural, y no racial, del in- con intelectuales indígenas; por otra,
dio: “el indio, como tal, no puede pos- tenemos la emergencia de antropólo-
tular una política indigenista porque gos indígenas en el país, los cuales han
el ámbito de su mundo está reducido a elaborado propuestas teóricas como la
una comunidad parroquial, homo- “comunalidad” o “comunalismo”, un
génea y preclasista que no tiene sino “nuevo paradigma” en la antropología
un sentido y una noción vagos de na- mexicana, a decir de Leif Korsbaek
cionalidad” (ibidem: 25). Es así que (2009). Estos enfoques coinciden en su
Benito Juárez, al implementar una po- crítica al indigenismo por su carácter
lítica indigenista, “actuaba como no- monológico y excluyente con respecto a
indio” (idem), lo que deja en claro que las voces indígenas, denuncian que la
se trataba de un asunto cultural y no antropología mexicana ha tenido un
racial. La pregunta está en: ¿pueden carácter colonialista y apuntan hacia
los indios en cuanto indios formular una descolonización de la disciplina.
conocimientos y políticas para la solu- La crítica al vínculo de la antropo-
ción de sus problemas? Muchos han logía con el indigenismo tiene larga
respondido que sí, y esto tiene impor- data, por ejemplo, en la denuncia de
tantes implicaciones para la antropo- los antropólogos críticos en De eso que
logía mexicana. llaman antropología mexicana. Pero
El indigenismo en México ha tenido dos de los elementos más importantes
sustanciales transformaciones teóri- en la crisis del indigenismo son, en pri-
cas y políticas a lo largo de su historia. mer lugar, las críticas provenientes del
Por ejemplo, en el siglo XX, hemos visto propio movimiento etnicista, y, en se-
transitar diversas expresiones del in- gundo, la reestructuración neoliberal
digenismo, desde el incorporacionista, del país, en términos de este tema, la
el cardenista, el integracionista, el par- emergencia del “multiculturalismo
ticipativo y el “neoindigenismo” (Her- neoliberal” (Hale, 2002). En cuanto al
nández, Paz y Sierra, 2004). Incluso, movimiento etnicista, debemos tener
algunos (Favre, 1998; Vázquez, 2010) en cuenta el impulso de la I Declara-
consideran que el indigenismo como ción de Barbados (1971), la conforma-
tal ha muerto y ha dado lugar a la ges- ción del Consejo Nacional de Pueblos
tión de la etnicidad. Pero una de las Indígenas (1975), la emergencia de
transformaciones que quiero analizar programas de educación intercultural,
aquí es justo la que sucede cuando los de un creciente sector de intelectuales
indios toman la voz sobre sus proble- indígenas (antropólogos incluidos; Gu-
mas. En este punto me parece que po- tiérrez Chong, 2001), así como el levan-
demos encontrar varias tendencias tamiento del Ejército Zapatista de
que problematizan lo que significa “an- Liberación Nacional, ya que todos ellos
tropología mexicana” y su perfil propio. representan una crítica a la antropolo-

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Lo propio y lo impropio: devenires de la antropología social mexicana contemporánea 105

gía nacionalista, especialmente a su da por las nociones de] lo comunal, lo


relación con el Estado y al indigenis- colectivo, la complementariedad y la
mo, al mismo tiempo que reivindican integralidad” (ibidem: 40); sus elemen-
el pluralismo cultural, los derechos in- tos definitorios son la Tierra como ma-
dígenas, la participación de los indios dre y como territorio, el consenso en
en la toma de decisiones, así como la Asamblea (en contra de los principios
conformación de una “ciudadanía étni- de competencia del mercado), el servi-
ca” (De la Peña, 1995). Por su parte, del cio gratuito como ejercicio de autori-
lado del multiculturalismo neoliberal, dad, el trabajo colectivo como un acto
no debemos pasar por alto toda una de recreación y los ritos y ceremonias
serie de reformas constitucionales, que (ibidem: 59); asimismo, la comunalidad
por lo general apuntan más hacia te- está marcada de manera importante
mas de reconocimiento cultural que de por la oralidad, la cual implica relacio-
redistribución socioeconómica. nes sociales y de comunicación directa y
Una de las consecuencias de todos cálida, como señala Díaz (ibidem: 216).
estos procesos es que los indios han to- Resulta interesante que Díaz seña-
mado la voz de manera más visible que le que él no es el creador de la noción
en el pasado. Aún más, algunos de ellos de comunalidad, sino que sus verdade-
han elaborado propuestas teóricas y ros autores sean las comunidades indí-
políticas para la solución de sus pro- genas. En este sentido, de acuerdo con
blemas y que están ganando terreno Leif Korsbaek (2009), representa un
en el actual escenario intelectual y polí- “nuevo paradigma” en la antropología
tico. El movimiento de la “comunali- mexicana, en tanto que con la comuna-
dad” o “comunalismo”, asociado con el lidad “los indígenas tienen la posibili-
antropólogo mixe Floriberto Díaz, es dad de producir los conocimientos que
uno de los más notables, y guarda estre- antes eran el privilegio de la antropo-
chas semejanzas con el Sumak Kaw- logía y ponerlos al uso de un proyecto
say o “buen vivir” de los países andinos propio que es formulado por los mis-
considerado por Krotz (2011b:13. Cursi- mos indígenas, y no como antes por no
vas en el original) el “cuarto gran apor- indígenas que ocasionalmente tenían
te al pensamiento latinoamericano”. una mentalidad fuertemente anti-in-
La “comunalidad”, de acuerdo con dígena” (ibidem: 120). Aún más, la co-
Floriberto Díaz, es una forma de vida munalidad y los conceptos asociados a
practicada por las comunidades me- ella conllevan también una importan-
soamericanas y que alude al carácter te crítica a muchos de los conceptos y
colectivista de la vida indígena en oposiciones que han orientado a las
Oaxaca; refiere también a una energía ciencias sociales en general y a la an-
subyacente, a la existencia espiritual y tropología en particular (tales como los
a la “inmanencia de la comunidad” de individuo-sociedad/comunidad y
(Díaz, 2007: 39); “expresa principios y cultura-naturaleza), así como a sus
verdades universales en lo que respec- prácticas profesionales. De este modo,
ta a la sociedad indígena [caracteriza- para traer a colación uno de los con-

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106 Rodrigo Llanes Salazar

ceptos más discutidos en la antropolo- desvinculada de los espacios académi-


gía mexicana, a diferencia del concepto cos más convencionales como foros,
occidental de “comunidad”, que es de mesas y congresos); que se articula a
carácter aritmético (una suma de indi- determinadas fuentes de conocimiento
viduos), el del pensamiento mixe co- como la “historia oral” y la “sabiduría
munal es geométrico, ya que es la popular”; y, ante todo, se trata de una
Tierra la que comuna a los individuos práctica “desde adentro”, en la cual
(Díaz, 2007: 26), no es un “conjunto de Díaz no adopta el papel de un investi-
casas con personas, sino un conjunto gador neutral, sino que realiza su tra-
de personas con historia pasada, pre- bajo en “primera persona” en tanto que
sente y futura” (ibidem: 136). Encon- se presenta como parte del objeto del
tramos también otras concepciones del análisis (ibidem: 352) y su principal
ser humano, la individualidad, la público es la propia comunidad (aun-
colectividad y la relación cultura-na- que no excluye a otros académicos e
turaleza. Por ejemplo, desde esta con- interesados en la materia).
cepción, el ser humano no es el único Pasemos ahora a otra tendencia en
con sentimiento o lenguaje, todos los la que la voz de los indígenas cobra
seres lo son en tanto que son hijos de la presencia: la antropología basada en la
tierra, al mismo tiempo que el ser hu- investigación de co-labor. Ésta surge
mano no es concebido como un ser in- en un contexto en el que, desde la aris-
dividual y autónomo “competitivo” por ta de las antropologías originarias, es-
naturaleza. tuvo marcado por la denominada
Uno de los elementos que para este “crisis de representación” de la an-
artículo resulta más interesante es tropología, la crítica a la autoridad et-
que desde el enfoque de la comunali- nográfica y la búsqueda de formas
dad se perfila una “antropología indí- experimentales de hacer antropología,
gena” distinta a lo que usualmente se como el dialogismo y la colaboración,
ha llamado “antropología mexicana” (y, que ponen énfasis en los actores so-
desde luego, también diferente a las ciales, sus prácticas, identidades y
antropologías originarias o primeras). perspectivas. Por su parte, desde las
Se trata de una antropología que es el ciencias sociales del Sur, las referencias
resultado de un diálogo entre la tradi- son las propuestas de investigación-
ción científica antropológica (con con- acción participativa (Fals Borda, 2007),
ceptos como “cultura”, “comunidad”, la pedagogía crítica y la educación
entre otros) en donde la cosmovisión y popular y liberadora (Freire, 1970), así
formas de organización social de su como el cada vez más influyente pro-
comunidad de origen; tienen sus pro- grama de investigación modernidad/
pios espacios de debate y discusión, colonialidad (Escobar, 2003), la defen-
tales como las asambleas comunitarias, sa de una epistemología del sur y de
los consejos de ancianos, los equipos de una ecología de saberes del sociólogo
trabajos de comuneros, agricultores y portugués Boaventura de Sousa San-
maestros (aunque, desde luego, no está tos (2009).

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Lo propio y lo impropio: devenires de la antropología social mexicana contemporánea 107

Un ejemplo de este enfoque en Mé- relaciones de poder en el proceso mis-


xico es el proyecto de carácter bina- mo de la indagación. Así, como pri-
cional “Gobernar (en) la diversidad de mer paso metodológico, Leyva y Speed
América Latina”, llevado a cabo por el (ibidem: 77) se proponen “empezar a
CIESAS y la Universidad de Texas en modificar las relaciones de poder e in-
Austin, sobre las formas en que comu- equidad intrínsecas a la investigación
nidades, organizaciones y movimien- social en nuestro propio equipo de tra-
tos indígenas han hecho frente a las bajo”. Como segunda premisa postulan
políticas públicas de los estados nacio- que “valoramos a las contrapartes in-
nales de América Latina y en el cual dígenas como portadoras de conoci-
participaron nueve equipos de trabajo mientos y saberes que tienen el mismo
cuyos responsables eran, en cada caso, valor que el conocimiento académico”
un académico y un intelectual indíge- (ibidem: 81). Éste es un punto sobre el
na (Leyva y Speed, 2008). que vale la pena detenerse.
Los investigadores del proyecto La investigación de co-labor, así
parten del reconocimiento del carácter como la antropología poscolonial y/o
neocolonial de las ciencias sociales —la decolonial asociada a ella, parte, como
antropología incluida—, critican la ya vimos, de la crítica a la neutralidad
idea de neutralidad del investigador y científica, a la autoridad del inves-
la arrogancia académica que asume tigador y del reconocimiento de la
que el conocimiento científico es supe- parcialidad y situacionalidad de todo
rior, e inmediatamente declaran su conocimiento; pero, ¿de ello se sigue
compromiso político a favor de la de- que todo conocimiento y saber tiene el
fensa de los derechos indígenas y de la mismo valor que el conocimiento aca-
justicia social (ibidem: 66-67). démico? O, primero, ¿todo conocimien-
Xóchitl Leyva y Shanon Speed reto- to y saber académico tiene el mismo
man la idea de investigación de co-la- valor? Desde este enfoque podemos
bor de Charles Hale, quien aboga por asumir que no: el conocimiento pro-
una investigación descolonizada, bajo ducto de la investigación de co-labor
el supuesto de que las personas y gru- tiene mayor valor. Pero si una de las
pos “tienden a proveer más y mejor in- contrapartes de la co-labor fuera, su-
formación cuando tienen algo en juego pongamos, un antropólogo chapado a
en los resultados” (ibidem: 76). En este la antigua, ¿su conocimiento y saber
proyecto, la co-labor se llevó a cabo con tiene el mismo valor? Me parece que
intelectuales indígenas y, como tal, se bajo estas premisas sucumbimos en el
propuso desde la definición de los obje- relativismo que siempre otorga la ra-
tivos del proyecto hasta el análisis fi- zón al nativo. Sin embargo, los defen-
nal y la redacción en coautoría (idem). sores de la investigación de co-labor
Más allá de lo que convencionalmente parten de postulados no relativistas, es
se conoce como resultados o productos decir, identifican ciertos valores como
de la investigación, la propuesta de co- más importantes, tales como la defen-
labor tiene como objetivo modificar las sa de los derechos indígenas y la justi-

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108 Rodrigo Llanes Salazar

cia social. Por lo tanto, uno tendría que nández Castillo, 2006). En este orden
considerar si estima como más valio- de ideas, me parece que debemos
sos aquellos conocimientos y saberes guardar una posición precavida sobre
que apuntan a favor de los derechos cuáles perspectivas, conocimientos o
indígenas y la justicia social sólo por el saberes vamos a tomar como válidas,
hecho de estar a favor de tales causas. y siempre prestar atención a la com-
Una de las discusiones más contro- posición heterogénea de los grupos so-
vertidas en este campo es justamente ciales, sus diferencias internas y las
el de los derechos de las mujeres indí- relaciones de poder que las atraviesan.
genas. Algunos científicos sociales han Otro ámbito de la investigación de
rechazado las políticas de reconoci- co-labor donde las voces indígenas co-
miento de la diferencia cultural y de bran presencia es el de la etnografía
las autonomías indígenas bajo el ar- dialógica de los programas de educa-
gumento de que las costumbres indíge- ción intercultural, como en el estudio
nas y sus sistemas normativos son de de Gunther Dietz y Laura Selene Ma-
índole autoritaria y que el recono- teos (2010) sobre la Universidad Vera-
cimiento de la autonomía generaría cruzana Intercultural. Al igual que
nuevas violencias, promoverían el Leyva y Speed, Dietz y Mateos convie-
autoritarismo, el aislamiento y el se- nen en el carácter colonialista de la
gregacionismo (Bartra, 1997). Sin em- antropología y se proponen “descoloni-
bargo, este tipo de argumentos parten zar la clásica etnografía antropológica”
de una concepción estática, homogé- (ibidem: 109). Particularmente, su ob-
nea y sumamente holística de la cultu- jetivo es diversificar el conocimiento
ra (confunden una parte con el todo) universal y académico a partir de los
que resulta analíticamente muy pobre conocimientos locales, etnociencias
y políticamente muy perjudicial. Y es subalternas y saberes alternativos, lo
aquí donde la investigación de co-labor, que “obliga a la antropología académi-
con su atención a la multiplicidad de ca a replantearse sus conceptos teóri-
voces y perspectivas, puede resultar cos básicos tanto como sus prácticas
sugerente. Si partimos de una con- metodológicas, aún demasiado mono-
cepción dinámica y heterogénea de la lógicas y monolingües” (idem).
cultura, así como del reconocimiento
de que criticar un aspecto de la cultura Partiendo de las propuestas de Hale y
no significa desvalorar toda esa cultu- de Leyva y Speed sobre la investiga-
ra (Benhabib, 2006: 84), atisbamos a la ción de co-labor, Dietz y Mateos abo-
posibilidad (de hecho real) de que, por gan por una etnografía doblemente
ejemplo, algunos grupos de mujeres o reflexiva. Un elemento que hay que
de jóvenes indígenas cuestionen las destacar es que, si bien están intere-
costumbres autoritarias y patriarcales sados en los saberes alternativos y
de sus propias culturas e impulsen cómo estos cuestionan a los saberes
transformaciones de las mismas (Blac- hegemónicos, su enfoque metodológi-
kwell et al., 2009: 26; Castro, 2009; Her- co no es únicamente emic y toman en

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Lo propio y lo impropio: devenires de la antropología social mexicana contemporánea 109

cuenta la dimensión etic y la observa- dilema histórico, una polémica cientí-


ción etnográfica. Así, proponen un fica” organizado por el Seminario de
modelo etnográfico tridimensional Historia, Filosofía y Sociología de la
que conjuga una dimensión “semánti- Antropología Mexicana en 1997. En lo
ca” centrada en el actor y que privile- que sigue no pretendo explorar las
gia la entrevista etnográfica desde múltiples críticas a dicho concepto,
una perspectiva emic, una dimensión sino destacar algunos cambios de la
“pragmática” orientada hacia los mo- antropología mexicana (especialmente
dos de interacción a través de ob- en los campos de la etnología y la an-
servaciones participantes desde una tropología social) a partir del peregri-
perspectiva etic y una dimensión “sin- naje de “Mesoamérica”.
táctica” que pone el acento en las ins- Uno de los primeros cuestionamien-
tituciones y que contrasta información tos fue que Mesoamérica ya no existe
etnográfica de tipo emic y etic (ibi- en el presente. En el ya citado coloquio
dem: 125). sobre “La validez teórica del concepto
de Mesoamérica”, el etnohistoriador
DE MESOAMÉRICA A LAS Pedro Carrasco (1990: 203) escribió
ONTOLOGÍAS AMERINDIAS que “el concepto Mesoamérica es de
validez muy dudosa en lo que se refie-
Por último, uno de los campos teóricos re a la etnografía moderna de México”
y temáticos donde, de acuerdo con An- y, en el mismo coloquio, el etnólogo Je-
drés Medina (2004), se puede captar la sús García Ruiz expresó: “creí que que-
especificidad o el perfil propio de la an- daba evidente que actualmente no
tropología mexicana como una antro- existe Mesoamérica y, en consecuencia,
pología del sur es el de los estudios al hablar de etnografía como punto de
sobre la cosmovisión mesoamericana. partida, estaba como implícito en el con-
Como ya se ha señalado, los estudios cepto de Mesoamérica que para la etno-
sobre “Mesoamérica” han sido conside- grafía no tiene sentido […] para la
rados como un “paradigma” distintivo etnografía el concepto de Mesoamérica
de la antropología mexicana, al menos no tiene sentido, puesto que Mesoamé-
desde la formulación de dicho concepto rica ya no existe” (García Ruiz, 1990:
por parte de Paul Kirchhoff en 1943 217-218; Jáuregui, 2008). Incluso, Me-
(Kirchhoff, 1967). Sin embargo, este dina reconoció la poca relevancia del
concepto medular ha sido sumamente concepto para las cuestiones políticas y
cuestionado en diversas ocasiones, por económicas, si bien en el caso de la reli-
ejemplo, en la XIX Mesa Redonda de la gión ha resultado más importante; en
Sociedad Mexicana de Antropología, todo caso, abogaba por “construir un
realizada en Querétaro en 1985, y que concepto etnográfico de Mesoamérica”
llevó por título “La validez teórica del (Medina, 1990: 201).No obstante, una
concepto de Mesoamérica” (Sociedad de las críticas que puso de manifiesto
Mexicana de Antropología, 1990), así el vínculo del concepto Mesoamérica
como en el coloquio “Mesoamérica: un con el nacionalismo mexicano fue la

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110 Rodrigo Llanes Salazar

que se hizo escuchar en el segundo determinación; así como a la imposi-


coloquio mencionado. El arqueólogo ción de una cultura desnacionalizante
Ignacio Rodríguez (2000) fue contun- y una ideología histórica que niegue
dente al respecto, al señalar a Me- pertinencia a la historia antigua y
soamérica como un “oscuro objeto del sus secuelas posteriores. Y aún más
deseo”, como un concepto mítico, com- allá de la resistencia, el mesoamerica-
prometido con el poder, que ha servido nismo aporta elementos históricos
al Estado para reivindicar la grande- para un proyecto cultural popular al-
za de los pueblos prehispánicos para ternativo (idem).
la construcción de la identidad de la
nación mexicana (Jáuregui, 2008); Por su parte, Medina (2004) ha sos-
para Rodríguez, la matriz disciplinaria tenido recientemente que la mesoame-
de la antropología mexicana es meso- ricanística se ha revitalizado a partir
americana, y a finales de la década de de los estudios sobre cosmovisión me-
1950 Mesoamérica se había convertido soamericana, entre los que destaca
en el paradigma dominante, a partir Cuerpo humano e ideología de Alfredo
del cual conviene hablar más de “uni- López Austin, publicado en 1980, don-
dad cultural” sobre diferencias sociales de estudia la cosmovisión y los elemen-
y políticas. tos ideológicos de los antiguos nahuas
Ante tales críticas, podemos encon- sobre el cuerpo humano. El libro tiene
trar en las defensas del concepto de como una de sus bases teóricas y meto-
Mesoamérica algunos cambios de sen- dológicas la “relativa unidad de cos-
tido con respecto a los valores y propó- movisiones mesoamericanas” (López
sitos que guían a la antropología Austin, 2004: 32) y su continuidad has-
mexicana, particularmente del ideal ta las poblaciones indígenas contem-
de la construcción de una nación mes- poráneas, de modo que su autor toma
tiza y homogénea a una nación plu- la etnografía de los nahuas contempo-
ricultural, que elogia la diversidad ráneos como una fuente para conocer
(Díaz-Polanco, 2006). En este orden de la concepción de los antiguos nahuas.
ideas, en su defensa del concepto Gar- Para explicarse la persistencia de los
cía Mora (2000) sostiene que “más que elementos ideológicos mesoamerica-
discutir la extensión territorial de un nos, en trabajos posteriores López Aus-
área cultural, se trata de conocer un tin (2001) propuso el concepto de
proceso civilizatorio, la profundidad y “núcleo duro” cultural, el cual tiene un
presencia de su tradición”. Tal profun- arquetipo vegetal centrado en el maíz.
didad y presencia funcionan como una El tema de la persistencia y profun-
forma de: didad de la cultura mesoamericana
tiene otro notable punto de referencia
Resistencia al exterminio por hambre en el sumamente influyente México
y represión de los pueblos de origen profundo, de Guillermo Bonfil, el cual
mesoamericano en el país, la defensa tiene como premisa “la persistencia
de sus derechos y el apoyo a su auto- de la civilización mesoamericana que

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Lo propio y lo impropio: devenires de la antropología social mexicana contemporánea 111

encarna hoy en los pueblos indios” tos cristianos o buenos revolucionarios


(Bonfil, 2005: 9). De nuevo, en este y mujeres feministas” (idem). Para Pi-
caso Mesoamérica funciona como una tarch, el valor de la etnografía meso-
matriz cultural que sirve de base a americanista no está en describir una
un proyecto civilizatorio alternativo “al civilización profunda que sirva como
proyecto occidental del México, imagi- alternativa política o moral a la cultu-
nario [que] ha sido excluyente y nega- ra occidental, sino en su “capacidad de
dor de la civilización mesoamericana” amplificar nuestros puntos de vista”
(ibidem: 10). (idem), pues lo que les interesa a los
Los trabajos de López Austin y indígenas no es la “identidad”, sino la
Bonfil, ambos defensores de la tesis de “alteridad”: “la experimentación de
la persistencia cultural/civilizatoria otras formas de vida, otros estados
mesoamericana, constituyen referen- de conciencia, de otros puntos de vista”
tes destacados en los estudios sobre las (ibidem: 54). Y es aquí donde el “giro
culturas indígenas contemporáneas de ontológico” comienza a cobrar presen-
México, así como en los movimientos cia en nuestra antropología.
etnopolíticos del país. Sin embargo, las El “giro ontológico” o “enfoque on-
críticas no se han hecho esperar. Pedro tológico” en la antropología tiene co-
Pitarch, por ejemplo, ha cuestionado lo mo una de sus premisas básicas “la
que él llama el “imaginario prehispáni- descripción de las condiciones de auto-
co” de la etnografía mesoamericana, determinación ontológica de los colec-
que tiene como canon al mundo indíge- tivos estudiados” (Viveiros de Castro,
na prehispánico. De acuerdo con este 2010: 18). De esta forma, al adentrarse
autoritativo imaginario, “lo indígena en diversas formas de determinación
es lo prehispánico” (Pitarch, 2008: 50) ontológica, la antropología deven-
y la vocación de la etnografía es “enfa- dría en un “ejercicio de descoloniza-
tizar el grado actual de semejanza y ción permanente del pensamiento, y
continuidad con el mundo indígena propon[dría] otro modo de creación de
prehispánico” (ibidem: 50). conceptos distinto del modo filosófico”
Lo que quiero destacar es que el (ibidem: 24). El perspectivismo ame-
imaginario prehispánico denunciado rindio, descrito con maestría etnológi-
por Pitarch se explica en buena medi- ca por Eduardo Viveiros de Castro, es
da por el vínculo que la antropología un ejemplo notable de este enfoque,
mexicana ha tenido con el Estado y con pues ofrece otra forma de determi-
el nacionalismo, y que, a juicio de Pi- nación ontológica de lo que es la cultu-
tarch, éstos han frenado el desarrollo ra y la naturaleza, el cuerpo y el alma,
de la etnografía sobre la región. Inclu- la identidad y la alteridad.
so, a la luz de este imaginario, los bue- Retomando el perspectivismo de
nos deseos de una mayor justicia social Viveiros, antropólogos como Pitarch
pueden distorsionar bastante las cosas (2010) y Saúl Millán (2010) han cues-
y “convertir a los indígenas en encar- tionado el modelo cosmológico meso-
naciones de modelos europeos: hones- americano centrado en el maíz y han

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112 Rodrigo Llanes Salazar

descrito las complejas relaciones entre la fórmula contraria: continuidad me-


cultura-naturaleza y cuerpo-alma en tafísica/discontinuidad física. Más bien
las ontologías indígenas. Millán pone encontramos dos clases de cuerpos,
de manifiesto la diferencia entre la on- uno que entabla continuidad con los
tología naturalista (occidental) que animales y otros seres, y otro que esta-
postula una continuidad física entre el blece discontinuidad entre ellos. Así,
cuerpo humano y el cuerpo animal, traza el modelo ontológico maya-tzel-
mientras establece una frontera meta- tal de persona “sobre unas bases en
física entre humanidad y animalidad, parte distintas a las convencionalmen-
y la ontología nahua, que establece te empleadas en la etnología meso-
una discontinuidad física entre cuer- americana” (Pitarch, 2010: 151). Una
pos humanos y animales y una con- de sus conclusiones es que “el ser hu-
tinuidad metafísica entre humanidad mano indígena —en una especie de
y animalidad, al mismo tiempo que escalada de la noción de diferencia in-
ofrece “una concepción de la persona terna— contiene en sí mismo las rela-
esencialmente distinta a la que postu- ciones potenciales de conjunción y
la la ontología occidental” (Millán, disyunción con el resto de los seres. La
2010: 172). A partir de estos supuestos, persona se encuentra internamente
toma distancia del modelo agrícola de constituida por sus relaciones exter-
López Austin y propone un “modelo nas con los no humanos, tal y como es-
alimenticio” en el que, en un origen mí- tos son definidos y distinguidos entre
tico, todos los seres eran culturales sí desde una perspectiva indígena”
pero, después del diluvio, sólo quienes (ibidem: 173).
siguieron nutriéndose a base de maíz En estos trabajos podemos apreciar
conservaron su condición de humani- cierto desplazamiento del análisis de
dad, de modo que la discontinuidad fí- la “cosmovisión mesoamericana” al de
sica-corporal entre los seres quedó las “ontologías amerindias” (donde lo
marcada por las distintas formas de dado es el alma, y el cuerpo es lo que
alimentación: “las formas de alimen- tiene que ser fabricado), mismo que se
tarse constituyen una frontera concep- ubica en un campo etnográfico mucho
tual que indica la diferencia entre más amplio y comparativo, de alcance
ambas categorías [humanos y no hu- continental. Son estudios que abogan
manos]” (ibidem: 177). por una etnografía que no se guíe
Por su parte, en su estudio sobre la más por el nacionalista/mesoameri-
cosmovisión maya tzeltal, Pitarch canista imaginario prehispánico, que
(2010) ha develado toda una “antropo- incita a un esfuerzo en la renovación
logía indígena”. A partir del perspecti- conceptual de categorías básicas de la
vismo de Viveiros, sostiene que en la antropología (como cultura, naturale-
ontología maya tzeltal no encontramos za, individuo, sociedad), y que apunta
la fórmula continuidad física-corporal/ también al potencial de descoloni-
discontinuidad metafísica-anímica, zación del pensamiento a partir de di-
pero tampoco hallamos exactamente chas conceptualizaciones.

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Lo propio y lo impropio: devenires de la antropología social mexicana contemporánea 113

ASPECTOS CRÍTICOS pales problemas el de las relaciones de


poder; sin embargo, no encuentro en
Si bien los estudios que aquí he comen- ellas una mayor discusión sobre dicho
tado presentan notables diferencias concepto. Otra cuestión está, como ya
entre ellos, comparten el objetivo de he asentado, en considerar todo conoci-
descolonizar la antropología mexicana miento, saber o perspectiva como válida,
y cuestionan fuertemente dos de los lo que se enmarca en un giro epistemo-
paradigmas que han sido considerados lógico en el que la “visión del nativo” es
“propios” de dicha disciplina: el indi- “la única adecuada”, como ha observa-
genismo y el mesoamericanismo. Sin do recientemente Luis Vázquez (Ose-
embargo, hay varios aspectos críticos guera, 2010). En este contexto, advierte
sobre los que me quiero detener. Vázquez, el “actual activismo antropo-
Tanto las propuestas de la comu- lógico” sobrevalora las entrevistas y le
nalidad como las etnografías de las quita peso a la observación directa,
ontologías amerindias postulan una “nuestros conceptos son de ellos y los
oposición, en ocasiones una radical devolvemos casi sin cambios” (Osegue-
contradicción, entre la cosmovisión u ra, 2010: 4). Aquí es donde cabe señalar
ontología occidental y las indígenas. el valor de la crítica y recordar, como lo
No niego que haya diferencias notables hace Rodrigo Díaz (2009: 66), “que no
entre una y la otra, pero los peligros hay formas de vida o culturas, no hay
asoman cuando se reducen y homoge- creencias, normas de comportamiento,
nizan cada uno de los elementos. Aún acciones o fuentes de moral que sean
más, tampoco podemos pasar por alto inmunes a la evaluación y a la crítica”.
los intercambios culturales y sociales Junto al diálogo, la crítica es otro valor
entre uno y otro elemento. Las etno- que debería defenderse.
grafías sobre ontologías indígenas me Un último punto con respecto al in-
parecen por demás fascinantes y su- digenismo y mesoamericanismo. Éstos
mamente provocadoras en términos no sólo tuvieron consecuencias teóricas
conceptuales y etnográficos, pero pare- y metodológicas, sino también impacta-
cieran hablar, como lo ha notado Orin ron en la propia praxis antropológica y
Starn (2011), sobre sistemas filosóficos en su geopolítica; por ejemplo, en la pre-
(u ontológicos) aislados sin contacto sencia de especialistas extranjeros
con el resto del mundo. Asimismo, atraídos por dichos temas, así como la
plantear la radical oposición entre es- distribución de instituciones e investi-
quemas conceptuales también puede gaciones en el país. Este punto ha sido
resultar contraproducente para lograr desarrollado especialmente por los an-
uno de los cometidos más defendidos tropólogos que trabajan en el norte del
por estos antropólogos: una sociedad país. Rodolfo Coronado (2011: 451) ha
verdaderamente intercultural (Díaz escrito al respecto que:
Cruz, 2009).
Por otra parte, las investigaciones de […] la antropología en México (en
co-labor tratan como uno de sus princi- cuanto al número y motivo de las in-

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vestigaciones, perfil, localización y social de su objeto privilegiado” (ibi-


número de instituciones, residencia dem: 82). Cosas semejantes encontra-
del mayor número de antropólogos en mos para los casos de Sonora (Hope,
el país, etc.) ha sido sobre todo meso- 2011) y Baja California, sobre el que
americanista en cuanto a la geografía Everardo Garduño (2011:123) ha de-
de los temas, indianista respecto a los nunciado también “la histórica meso-
asuntos a estudiar y centralista res- americanización de la antropología en
pecto a su organización institucional. México”.

Esto ha tenido un impacto en re- LO PROPIO Y LO IMPROPIO: PUNTOS


giones no mesoamericanas o con poca PARA LA DISCUSIÓN
presencia indígena. Juan Luis Sariego
(2011), por ejemplo, señaló que en Chi- Hasta ahora he señalado que la antropo-
huahua “la antropología llegó tarde”, logía sociocultural mexicana se ha ca-
por lo que la disciplina en esta entidad racterizado por poseer un perfil propio,
ha sido más bien “una antropología de basado en elementos como su vínculo
autores y personajes que de institu- con el Estado, el nacionalismo, su voca-
ciones y academias” (ibidem: 56). No ción aplicada y paradigmas como el indi-
obstante, destaca que en años más re- genismo y el mesoamericanismo. He
cientes ha comenzado a “ser más mexi- escrito, también, que todos estos elemen-
cana y más chihuahuense” (ibidem: tos se encuentran, si no en crisis, sí en
58), refiriéndose a la diversificación y una profunda transformación. ¿Quiere
proliferación de nuevos temas y pre- decir esto que la antropología mexicana
ocupaciones académicas relacionadas está perdiendo su perfil propio?
con problemáticas de la región, amén En un primer momento podría pare-
del desarrollo de la antropología apli- cer que estoy sucumbiendo en el viejo
cada como el campo con mayor futuro vicio de definir a un grupo (o disciplina,
en dicho estado. Del mismo modo, Sé- como la antropología mexicana) a partir
verine Durin (2011) ha formulado la de un listado de elementos o rasgos cul-
hipótesis de que el reciente desarrollo turales (Barth, 1976). Sin embargo, in-
de la antropología en Monterrey está mediatamente podemos reparar en
ligado a la migración indígena meso- otras alternativas: a la Barth (1976; o
americana en la capital (Durin, 2011: para nuestro tema, a la Becher, 2001),
75-77). No obstante, escribe Durin: “la cómo un grupo delimita fronteras con
frontera antropológica no [avanza] ha- respecto a otro; o bien, a la Bonfil (1991),
cia el norte: la antropología en México definir lo propio a partir de la capacidad
es fundamentalmente ‘mesoamerica- de decisión de un grupo sobre elemen-
nista’, tiene escaso interés en manifes- tos culturales tanto propios como aje-
taciones socioculturales fuera de su nos. Atendamos esta última ruta.
área cultural y por lo mismo sus con- Recientemente, Krotz (2011c) ha re-
ceptos clave, como el de comunidad, tomado la teoría del control cultural de
son irrelevantes para analizar la vida Bonfil para analizar el carácter propio

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Lo propio y lo impropio: devenires de la antropología social mexicana contemporánea 115

de las antropologías latinoamericanas cieros y la sociedad civil?, ¿cómo actuar


actuales. Desde esta perspectiva, lo frente a las políticas estatales en
que se trata de indagar es cómo la co- materia de ciencia y educación y su re-
munidad antropológica hace uso del lación con la academización de la an-
conocimiento antropológico y de todos tropología?, ¿cuáles son considerados
los elementos constitutivos del proceso los principales problemas sociales a
de producción cultural que es la antropo- atender, entender y resolver?, ¿existe
logía (Krotz, 1987), en el marco de proce- una discusión teórica y metodológica
sos de difusión y de relaciones de poder para abordar dichos problemas? Con-
a nivel mundial (Krotz, 2011c: 15). sideremos que en el ya mencionado
A partir de este enfoque, que ciertos Primer Congreso Nacional de Antropo-
elementos distingan a un grupo o dis- logía Social y Etnología de 2010, los
ciplina no significa que esta última participantes sólo se manifestaron co-
posea un carácter propio. Es decir, que lectivamente sobre tres temas: un ma-
históricamente el vínculo con el Es- yor presupuesto estatal a la ciencia,
tado, el nacionalismo, la vocación apli- las condiciones de violencia en el país,
cada y los paradigmas indigenista y y una política de género más equita-
mesoamericanista hayan distinguido a tiva dentro de la academia. Si bien
la antropología mexicana no significa estos problemas son sin duda urgen-
que ésta tuviera un carácter propio. En tes, no son los únicos. No discutir sobre
este orden de ideas, la reconfiguración esto me parece, más que algo “ajeno”,
del campo de fuerzas en el que se en- algo “impropio”.
cuentra la antropología mexicana, su Otro punto a discutir es, ¿para qué
academización, sus nuevos usos ins- debemos hablar de una antropología
trumentales, así como sus nuevas ten- nacional propia? Podemos convenir
dencias teóricas y metodológicas (como con Gledhill cuando cuestiona los pro-
la emergencia de antropologías indíge- yectos de crear una “antropología na-
nas, la investigación de co-labor, el giro cional” en el sentido de una disciplina
o enfoque ontológico) no le confieren “autónoma” de las instituciones acadé-
tampoco un carácter propio. Más bien, micas del norte. Es tarea de todos los
las antropólogas y antropólogos mexi- antropólogos, independientemente de
canos, como colectivo, deben poder lle- la nacionalidad, mantener una distan-
var a cabo decisiones sobre todos los cia crítica suficiente con las situacio-
elementos que intervienen en el pro- nes que estudian. Aun así, Gledhill
ceso de producción de conocimiento advierte que vale la pena recuperar las
antropológico. Los temas anteriormen- preocupaciones de la antropología
te tratados son de particular impor- mexicana del pasado por los proble-
tancia para discutir, por ejemplo, ¿cuál mas sociales, pero de una manera me-
es y debe ser la relación de la antropo- nos autoritaria y paternalista (Gledhill,
logía con el Estado y con otros actores s.f.: 18). Sin embargo, desde el enfoque
como el mercado, organizaciones no que aquí he retomado, lo propio no sig-
gubernamentales, organismos finan- nifica distancia de otras antropologías

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o disciplinas, mucho menos encerra- “teoría del control cultural”, que no


miento o ensimismamiento, sino cons- atiende únicamente a elementos cul-
truir una antropología mexicana turales, sino a la capacidad de deci-
reflexiva de las condiciones sociales de sión social que tienen los grupos en el
su existencia (el campo de fuerzas en el marco de relaciones de poder, para co-
que se ubica) y de sus herencias, tanto laborar con la construcción de una “al-
las que vale la pena seguir trabajando, ternativa civilizatoria” para México.
como de las que hay que despojarnos; Reconocer y retomar críticamente es-
se trata de conformar una disciplina tas herencias, así como otros impulsos
con una mayor capacidad de decisión que se dirigen hacia la descolonización
sobre los elementos que intervienen en del conocimiento y de la sociedad, son
el proceso de producción de conoci- elementos fundamentales para cons-
miento antropológico, tanto los de truir una antropología que no sola-
carácter “externalista” (como las re- mente cuente con un perfil propio, sino
laciones con los actores que componen que, sobre todo, contribuya a una ma-
el campo de fuerzas y los valores que yor justicia social y dignidad humana.
guían a los practicantes) como los de
perfil “internalista” (los enfoques teóri- BIBLIOGRAFÍA
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