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AUTORES
PROFESOR GUIA
Jorge Rojas
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INDICE
INTRODUCCIÓN 4
II. METODOLOGÍA 9
Análisis de Contenido 9
II.III. RECLUSION 29
1. La cárcel: una perspectiva histórica 29
2. La cárcel en la discusión sociológico filosófica 30
3. Ser preso en Chile 31
2
IV. ANALISIS 34
IV.I. “POLITICA PUBLICA DE REINSERCIÓN SOCIAL, ACCIONES Y 34
NORMATIVAS, EL SUJETO DE LA REINSERCIÓN SOCIAL”
IV.II. Análisis de las políticas de seguridad pública por periodos de gestión 41
1. La politica nacional de seguridad ciudadana de 2004 42
2. La estrategia nacional de seguridad pública de 2006 45
3. El plan de seguridad pública chile seguro 2010 – 2014 48
4. El plan seguridad para todos 2014 – 2018 51
VII. BIBLIOGRAFIA 88
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INTRODUCCION
Las políticas públicas son un gran desafío para el Estado, en cuanto a su diseño, ejecución y
evaluación, sobretodo en el contexto histórico de una población “empoderada” que tiene
menos tolerancia a la espera y quiere resultados positivos a corto plazo; situación que en
alguna medida se puede observar en la actualidad en Chile.
Desde el punto de vista de la evaluación, podemos discernir si las políticas públicas están
cumpliendo con los objetivos previstos y generan los cambios que la sociedad espera. En
este sentido también la sociedad se vincula con ellas, en la medida que tiene una
expectativa de impacto que incida en su calidad de vida. Pero desde un punto de vista del
desarrollo que tiene la generación de una política pública, el primer interés de la sociedad
es que la carencia o dificultad que ha detectado, y respecto de la cual exige solución, se
transforme primero en un “asunto público”, es decir, en un asunto que concite la atención
de los actores políticos y sociales con poder de decisión. Una vez que estos lo consideran
así, la carencia o dificultad adquiere ese carácter y pasa a ser parte de uno de los puntos de
la denominada “agenda pública” y, por lo tanto, se puede esperar el surgimiento de
programas y planes que aborden el tema en concordancia con su dimensión y
especificidades.
Una de las preocupaciones más antiguas del Estado, en prácticamente todas las culturas, se
vincula con el tratamiento que se debe dar a las personas que infringen las normas y
cometen delitos. Instituciones de esta preocupación son los tribunales, el derecho, la cárcel,
guardias carcelarios y mucho más recientemente programas, planes y políticas de
“reinserción social” para personas recluidas como consecuencia de un dictamen de los
tribunales de justicia. Si bien la cárcel como institución de paso se confunde con los albores
de las civilizaciones antiguas, ya entendida como lugar donde se deben cumplir dictámenes
penales es mucho más reciente y se observa a partir de los tiempos modernos. En el caso
de Chile, el uso de la cárcel se observa desde la propia época de la Conquista. Sin embargo,
las iniciativas de reinserción social de personas que se encuentran o han pasado por la
cárcel son mucho más recientes y se pueden encontrar algunas pequeñas expresiones a
partir de la década del cuarenta del siglo pasado con la fundación del Patronato Nacional de
Reos en 1943.
4
Analítico” se hace preguntas referidas a la efectividad de la política pública; es decir,
inquiere acerca de cuáles son los resultados de las acciones instrumentadas en un programa
gubernamental, y si se alcanzan los objetivos que se buscaban con la política Para tal
cometido considera indicadores básicos como unidad de objetivos, cobertura, eficacia e
impacto.
Las preguntas que nuestra investigación se hace se concentran en el primer y tercer nivel.
Es fundamental cuando se habla de reinserción social señalar que existe una persistente
ambigüedad respecto de lo que ese término significa y de las implicancias prácticas que
significa reinsertar socialmente a las personas que han sido encarceladas. Esta ambigüedad
no solo se percibe en el hecho de que se usa reinserción social con distintos significados,
sino que también, y más primariamente aún, que se usan otros términos queriendo
significar reinserción o un concepto más o menos cercano; en tal sentido se usan también
los términos “rehabilitación” y “reintegración”. Esta ambigüedad tiene implicancias a la
hora de evaluar los efectos de la política de reinserción social.
¿Cuáles son los flancos y aciertos de la llamada política de reinserción social en Chile?.
Esta investigación toca tópicos fundamentales del nivel técnico analítico buscando
confrontar los indicadores de desempeño con las demandas que el tema exige para ser
cubierto en cantidad y calidad.
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I. EL PROBLEMA DE INVESTIGACION
En esa línea, el Estado ejerce la acción punitiva a través de las instituciones formales de
control social, dentro de las cuales está el Sistema Penitenciario, el que tiene una labor de
custodia del cumplimiento de penas, pero al cual también se le asigna una labor de
desarrollar acciones orientadas a la reinserción social de las personas que están bajo su
vigilancia. Esto es un tema relevante, pues si bien lo primero – la custodia – está definido y
tiene indicadores claros de cumplimiento, el segundo componente de esta misión, la
reinserción social, entra en una nebulosa en la que en principio adjudicar a un único actor la
responsabilidad es un acto de ingenuidad, pues claramente es un problema que adquiere la
mayor dimensión social, toda vez que se espera aportar a la protección de la sociedad y la
mitigación del riesgo.
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una propuesta de estructura política institucional que asuma la responsabilidad de liderar las
acciones para enfrentar este problema social.
1. PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN:
2. PREGUNTAS ESPECÍFICAS:
2. ¿Cuáles son los principales referentes normativos y jurídicos que se relacionan con
la reinserción social de personas condenadas?
3. ¿Cuáles son las principales acciones para la reinserción social en el Sistema Penal
Chileno?
3. OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN:
Objetivo General: Identificar el eje articulador entre política pública y reinserción social de
personas condenadas en el sistema penal chileno en los últimos 5 años
4. OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
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4. Construir el concepto de Reinserción Social de personas condenas en Chile desde la
relación entre la política y las acciones desarrolladas
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II. METODOLOGIA
ANÁLISIS DE CONTENIDO
Universo
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El muestreo
Considerando que las instituciones que se especializan en Reinserción Social en Chile son
pocas, y que la producción documental de ellas tampoco es de gran envergadura, se ha
optado por una muestra cuyo objeto lo constituyen los “documentos” emanados de ellas, es
decir, estudios, investigaciones, informes, revistas, reglamentos, normas, proyectos y leyes
vinculadas al tema. Las instituciones vinculadas a esta muestra son:
Ministerio de Justicia
Subsecretaría de Prevención del Delito del Ministerio del Interior
Gendarmería de Chile
Patronato Nacional de Reos
Servicio Nacional de Menores (SENAME)
Centros de Estudios públicos y privados
Fecha: Documentos de los últimos 20 años, es decir, del año 1995 en adelante.
Tema: Que tengan como tema central la Reinserción Social de reclusos
Disponibilidad: Que se encuentren disponibles en bibliotecas públicas, centros de estudios,
ONGs, centros de documentación, páginas web de las instituciones señaladas y
documentación particular de los investigadores.
Relevancia: Que por su importancia en el tema (cantidad de citas) sea relevante
considerarlo en el estudio.
Novedad: Que contengan información inédita o que aporte para un enfoque nuevo del
problema de investigación.
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La unidad de registro
Son las "partes analizables" en que se divide la unidad de muestreo (no necesariamente
delimitables mediante identificadores físicos).
Categorización
Unidades de Contexto
Son unidades más amplias que las unidades de muestreo, contienen la información
contextual del medio editor. Es información valiosa que permite caracterizar al medio
editor de los textos a analizar y que pueden influir en la interpretación o valoración de las
unidades de muestreo o de registro.
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Interpretación o teorización
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III. MARCO REFERENCIAL
El economista William Jenkins (1978), centra su atención en la decisión misma que hace
surgir una política pública. Para él, una política pública hace referencia a un conjunto de
decisiones interrelacionadas, tomadas por un actor o grupo de actores respecto de la
selección de metas y medios para alcanzarlas en una situación específica, y donde aquellas
decisiones están dentro del ámbito de autoridad de esos actores. En otras palabras,
raramente un gobierno aborda un problema con una sola decisión. La mayoría de las
políticas públicas involucran una serie de decisiones, algunas de las cuales pueden ser
inadvertidas antes que deliberadas, pero, acumulativamente, todas estas decisiones
constituyen una política pública.
Otros autores centran su atención en la dimensión del poder. En esta línea Meny y
Thoenig (1992) enfatizan el rol de la autoridad pública, señalando que una política pública
es el resultado de la acción de alguien investido de poder público.
De modo similar, Lahera (2002) señala que en el concepto habitual de política pública se
corresponde al programa de acción de una autoridad pública o al resultado de la actividad
de una autoridad investida de poder público y de legitimidad gubernamental. También
señala que, de modo más amplio, puede definirse a las políticas públicas como cursos de
acción y flujos de información en relación a un objetivo público – desarrollados por el
sector público, la comunidad y el sector privado –, lo que incluye orientaciones o
contenidos, instrumentos o mecanismos, y definiciones o modificaciones institucionales.
Lahera hace énfasis en los siguientes aspectos de una política pública:
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- (las cuales son) desarrolladas por un colectivo;
- Que dispone de instrumentos, mecanismos y definiciones (o modificaciones)
institucionales para aplicarla.
Birkland agrega que una política es pública porque afecta a una mayor variedad de personas
e intereses que lo que hace una acción privada. Esto hace, a su vez, que toda decisión de
política pública sea controversial, frustrante para aquellos cuyos intereses son perjudicados
por ésta, pero, al mismo tiempo, la hace muy importante.
Diversos autores ofrecen definiciones sobre lo que es una política pública. Un grupo de
definiciones pone el acento en la finalidad de la decisión, respecto de si ésta se orienta a
alterar o no estado de cosas vigentes. Por ejemplo, Kraft y Furlong (2004) señalan que una
política pública es un curso de acción (o inacción) que el Estado toma en respuesta a
problemas sociales. Según estos autores las políticas públicas reflejan no solo los valores
más importantes en la sociedad, sino que también muestran el conflicto entre los valores y
cuáles de esos valores reciben las mayores prioridades en una determinada decisión. David
Easton captura esta idea al señalar que la política es “la distribución autoritativa de valores
de la sociedad”.
En una perspectiva similar, el experto en la teoría del conflicto Thomas Dye, señala que
una política pública se encuentra en todo aquello que el Estado elige hacer o no hacer. Los
Estados regulan conflictos en la sociedad y la organizan para enfrentar conflictos con otras
sociedades, distribuyen una gran variedad de recompensas simbólicas y servicios materiales
a los miembros de la sociedad, para lo cual obtienen recursos de ella, normalmente bajo la
forma de impuestos. Así, las políticas públicas pueden regular la conducta, organizar
burocracias, recaudar impuestos y distribuir beneficios, todo a la vez. (Dye, 2002)
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¿Son estas definiciones contradictorias? No. Ellas enfatizan diversos aspectos presentes en
las políticas públicas. Así, resumiendo, diríamos que los elementos centrales que definen a
la política pública son:
De este resumen y de las definiciones señaladas, se desprende que el objeto de las políticas
públicas es una situación que puede ser entendida como una carencia o una necesidad. A
esta la llamamos “asunto público”.
En Estados Unidos, en las décadas de 1920 y 1930 se sitúa el surgimiento del Análisis de
Política Pública. Según William Ascher (1994), de este debate surgen dos miradas para
abordar las políticas públicas: una concebida como conducta racional de los actores y otra
entendida como el resultado de un proceso político. La primera se basa en el conductismo
y es denominada por Charles Lindblom como corriente sinóptica. Esta pretende analizar
las políticas públicas desde el patrón de racionalidad atribuido a las decisiones individuales
que surgen de las conductas humanas. Esta se ha centrado en los análisis empíricos, para lo
cual ha usado metodologías estadístico – cuantitativas, y ha establecido como criterio de
decisión de las políticas públicas es la maximización del beneficio neto.
Puesto que esta teoría tiene una pretensión “universalista” puede aplicarse en cualquier
contexto sin merecer modificaciones en la medida que cambia la realidad.
La segunda mirada se enfoca en la decisión política, como eje central en la elección de las
políticas públicas. Ha sido llamada también como “pluralista” y “antisinóptica”. Esta
posición niega el papel central de la racionalidad y afirma que en la adopción de las
políticas públicas operan principalmente factores sociales y culturales como son los valores,
y la fuerza de los intereses que subyacen a esas decisiones. Es imposible, afirma, que se
pueda analizar sistemas completos de conductas exclusivamente sobre la base de conductas
racionales. Esta posición ha adoptado el “análisis de casos” como instrumento privilegiado
de investigación; y ha establecido como criterio de decisión de las políticas públicas la
“racionalidad social”, entendida ésta como la integración de intereses diversos. Desde esta
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perspectiva los análisis cuantitativos racionales son vistos como una de las tantas
posiciones que intentan influir en el proceso de toma de decisiones. “Conforme a ello, el
“proceso de política pública” está muy asociado a definiciones institucionales y prácticas
políticas propias de cada comunidad”. 1
Siguiendo a Gary Becker (1995), un cierto problema es reconocido como problema social
cuando:
(i) Muestra carencias objetivas en la sociedad y;
(ii) Cuando los actores con poder califican a esa situación como problema público.
Ahora, las razones por las cuales los actores promueven la participación del Estado para
solucionar un problema determinado pueden ser variadas. Puede haber razones éticas y
morales, de simplemente capacidades y dominio técnico de un problema y finalmente de
distribución del poder. Un ejemplo del primer caso puede ser la mirada con que se aborda
hoy el tema educacional, donde se mencionan conceptos éticos como igualdad, no al lucro
y no discriminación. Un ejemplo de lo segundo pueden ser ciertas opiniones que dan cuenta
del incipiente déficit energético que vive Chile y los efectos diversos que traerá en el futuro
si continúa acrecentándose. Un ejemplo del tercer punto puede ser el denominado
“conflicto mapuche” que tiene una expresión de disputa de poder que se hace muy
evidente.
Son entonces, los actores empoderados quienes hacen visible un asunto, lo califican un
problema público y lo instalan, por lo tanto, en la Agenda Pública. (Olavarría, 2007)
señala que ésta corresponde al listado de problemas que los actores empoderados de dentro
y de fuera del Estado pondrán atención en un cierto momento.
1
Olavarría, Jaime Olavarría, Mauricio (2007), “Conceptos Básicos en el Análisis de las Políticas
Públicas”, en Cuadernos de Trabajo N°11, diciembre del 20017, Instituto de Asuntos Públicos,
Universidad de Chile, Santiago de Chile. Pag. 12
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2. PROBLEMAS PUBLICOS CONSTITUYEN POLITICAS PUBLICAS
b) Hay cierta subjetividad en la manera de calificar los problemas públicos, pues estos son
calificados como tales por actores de poder relevantes en la medida que coinciden sus
visiones, aspiraciones e intereses. Son ellos los que finalmente instalan o no un tema en la
Agenda Pública.
c) Los problemas sociales son dinámicos. Estos van cambiando debido a los cambios que
se van produciendo en el conocimiento, la tecnología, la cultura, la aparición de nuevos
problemas sociales, e incluso por los efectos provocados por las mismas políticas o
programas públicos.
b) Desde la oferta
En esta posición es el propio Estado quien califica las situaciones que son consideradas
“asuntos públicos” y establece las medidas para abordarlas. Crea las instituciones y las
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medidas pertinentes. Así, la autoridad señala lo que los ciudadanos recibirán y qué
terminarán por aceptar.
Los asuntos elegidos por las autoridades aparecen como los asuntos públicos “normales”
que deben ser tratados por el Estado. En esta misma dirección el Estado trata de convencer
a la ciudadanía difundiendo su posición a través de las instituciones destinadas a
implementar las políticas públicas o usando los medios de comunicación tradicionales.
Puede suceder que una política pública desencadene otras realidades que también se deben
abordar; o que la situación a intervenir, por diversas razones, haya sufrido variaciones y que
se requiera, por lo tanto, políticas públicas complementarias.
(ii) La necesidad sentida. En este caso políticos y/o líderes sociales traducen deseos y
motivaciones latentes de los ciudadanos en demandas concretas. A través de las estructuras
de representación se activan las aspiraciones de los ciudadanos y se transfieren como
peticiones concretas hacia el sistema político.
(iii) La demanda expresada. Las propias personas expresan una demanda mediante el
consumo o no consumo de servicios del Estado o mediante peticiones expresas, que quienes
tienen el poder de decisión traducen y transforman en peticiones válidas para el Estado. De
todo esto surgirán decisiones de reforma, refuerzo, continuidad o supresión de programas o
políticas públicas.
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3. POLITICAS PÚBLICAS EN UN CONTEXTO DE GLOBALIZACIÓN Y
NEOLIBERALISMO
Desde el punto de vista de las finanzas públicas hubo largos períodos de déficit fiscal, que
conllevaba una política monetaria permanentemente expansiva, esto tuvo como efecto una
alta, y a veces incontrolable, tasa de inflación; cuestiones que posteriormente se
constituyeron en grandes críticas de los economistas “chicago boys” (denominados así por
haber hecho posgrados en la Universidad de Chicago, liderada por Milton Friedmann,
Premio Nóbel de Economía 1982 y adalid del Neoliberalismo) al período pre setenta y tres,
señalándolas como causas mediatas del derrumbe de la democracia chilena. (Collier, 1996).
La dictadura chilena, luego de lagunas resistencias internas, adopta en 1975 la política del
shock económico como una forma de “reordenar” la economía en torno al libre mercado,
suprimiendo rápidamente las labores que el Estado tenía en el ámbito económico. (Valdivia
y Alvarez, 2012).
Los objetivos de este shock, y de los importantes cambios que se implementan a partir de
1980 y 1981, que es el momento que señala la hegemonía definitiva de los chicago boys en
el gobierno, son:
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- Estimular las fuerzas privadas en la provisión de productos y servicios y legitimar al
mercado como espacio de provisión de ellos.
- Recapitalizar al empresariado para conformar grandes flujos de dinero susceptibles
de ser invertidos en una economía con oferta de empresas y servicios públicos.
Desde el punto de vista social, el modelo económico neoliberal trajo enormes costos para la
población, que se reflejaron permanentemente en altos índices de cesantía con un carácter
prácticamente estructural, que motivo durante los años 70 y 80 la creación de programas
especiales de absorción de mano de obra como el PEM y el POJH. (Valdivia y Alvarez,
2012).
A la disminución del gasto social que en porcentaje del PNB disminuyó del 29,1% en 1972
al 19,7% en el año 1979, debemos agregar que:
Desde el punto de vista político, un sistema tan drástico en la vida económica y social del
país no podía implementarse sino en dictadura con intensos y prolongados períodos de
represión que significaron un triste balance en violaciones masivas y sistemáticas de
derechos humanos.
Desde el mismo punto de vista político, también significó intentar implantar un modelo que
aspiró a una sociedad despolitizada e identificada con una participación comunitaria
centrada en lo cotidiano y local, promoviendo los “cuerpos intermedios” gremiales y no
políticos y que canalizaran la verdadera expresión ciudadana. (Valdivia y Alvarez, 2012)
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limitación de la actividad privada y un desincentivo desde el Estado a la dinámica
individual, que ve como se asignan recursos de manera independiente al esfuerzo personal.
Por tanto, la política social al actuar al interior de una sociedad capitalista tiene limitaciones
objetivas (Corvalán, 1996).
Este implantación del modelo liberal y por extensión de políticas públicas consistentes con
éste es relevante, por cuanto se integrarán al funcionamiento de la economía y el orden
social, expresándose en diferentes campos del bienestar, como la previsión, la salud, la
educación, entre otros, de una manera tal que seguirán funcionando en lo esencial de la
misma forma hasta la actualidad.
Esta política pública neoliberal tiene algunas cuestiones identificatorias, que pueden
expresarse en las siguientes ideas de base:
El acceso al mercado forma una parte central de su ideario. Los individuos o grupos
desfavorecidos son aquellos que no logran este ingreso. Ello implica que parte importante
de sus acciones será fomentar que los sujetos desarrollen habilidades que les permitan
generar recursos que a su vez le permitan participar de éste, el espacio de satisfacción de
necesidades.
Por tanto, esta política pública ve en general los problemas como situaciones de los
individuos, por lo que no cuestiona el funcionamiento del sistema.
Estas transformaciones estructurales no sólo implican cambios en el aparato del Estado sino
que generan cualitativamente cambios en la concepción de lo público y privado,
desplazándose el eje Público - Estado a formas privadas de concepción y ejercicio de lo
público, donde lo que se redefine es la relación del Estado con la Sociedad Civil, que
implicará por un lado cambios en la forma en la que el Estado incorpora a los ciudadanos
en el proceso de formulación y gestión de las políticas públicas (promoción de la
participación ciudadana) y por otro implicará cambios en el ejercicio mismo de la
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ciudadanía en los actuales procesos de democratización en la mayoría de los países de la
región. (Garretón y Cáceres, 2003).
III.II REINSERCIÓN SOCIAL DE PERSONAS QUE CUMPLEN RECLUSION EN
CARCELES PRODUCTO DE UN DICTAMEN JUDICIAL.
Cuando hablamos de “Reinserción Social”, lo primero que tenemos que señalar es que
existe un debate abierto que tiene que ver con el despliegue de distintos términos que en la
práctica operan como sinónimos de un concepto más bien descriptivo del mismo o, que
tocan solo ciertas aristas de lo que se concentran solo en alguna dimensión de lo que se
entiende por reinserción social. Se usa, por ejemplo, reintegración y rehabilitación. Sin
embargo no existe consenso respecto de lo que esos conceptos significan, aunque se pueden
analizar desde la perspectiva de la connotación que tienen.
2. REHABILITACIÓN:
El sociólogo chileno Alejandro Tsukame señala que en esta mirada se produce una
contradicción entre una estrategia de rehabilitación que busca un cambio en los individuos
y el hecho de que están privados de libertad, pues son pocos los cambios que se pueden
hacer en un ambiente restrictivo. En este concepto, el momento decisivo del sujeto es el
momento en el cual, en posesión de determinadas habilidades o disposiciones, logra una
inserción en la sociedad en condiciones aceptables (estabilidad, conformidad, etc.). A partir
de esto Tsukame (2003) define rehabilitación como “el conjunto de actividades
planificadas para el cambio en las disposiciones o motivaciones de una persona de tal
manera que esté en condiciones de reintegrarse a la sociedad sin que vuelva a delinquir”
(pp. 133). El autor plantea una crítica al ver que en la práctica, los logros de los individuos
están supeditados a cambios de hábitos, valores y personalidad, observables en las más
amplias dimensiones de la vida (Tsukame, 2003). Esta pretensión regeneradora desmedida
tiene como base la idea de resocialización total del sujeto.
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Desde un punto de vista práctico, un programa de rehabilitación debiera entenderse y
centrarse como manejo de caso, bajo el entendido de que no es suficiente acompañar a un
infractor si no que más bien se requiere de un conjunto de acciones que permitan manejar
sus resistencias, promover conductas prosociales y generar confianza para causar el proceso
de cambio (Droppelman, 2010).
3. REINTEGRACION
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pero si estaría rehabilitado de la conducta delictiva. En este sentido ambos conceptos
implican dos cosas distintas, Droppelman los separa al situar en la etapa del seguimiento la
noción de reinserción post-penitenciaria que abarcaría componentes de corte más
estructural que individuales.
El uso de reinserción social está presente en al menos tres tipos de discursos: normativo
(bases, reglamentos, leyes, etc.), institucional (políticas gubernamentales, orientaciones
institucionales) y teórico (Díaz, 2003). La académica de la Universidad de Chile Carolina
Villagra, afirma que el término se presenta también en tres sentidos distintos en la literatura
relacionada: uno de tipo valórico que apunta a reinsertar a una persona que ha infringido la
ley; un segundo sentido se refiere a prestaciones de servicios que den facilidades a los
reclusos en su regreso a la comunidad; un tercer sentido apunta a un proceso dinámico
bidireccional en que la persona regresa a la vida en libertad y al mismo tiempo, la sociedad
que facilita dicho proceso, entendiendo la sociedad como el conglomerado que conforman
las agencias públicas, privadas y de sociedad civil (Villagra, 2008). En un intento por
integrar los sentidos, se puede entender reinserción “tanto en el sentido social de
integración a la sociedad de personas que han infringido la ley, así como las practicas que
lo facilitan y las instituciones y personas que inciden y participan en ella”.2
Tsukame (2003) propone que reinserción expresa dos dimensiones importantes; una ligada
a la reparación y otra a la integración social. La reparación tendría dos aspectos, el primero,
es reparar al sujeto de la penitencia, de la cárcel, del estigma de ésta, aun cuando no sea
posible pretender necesariamente que el individuo se reintegre a algo en lo que no ha estado
inserto nunca. El segundo aspecto se refiere a la reparación del daño causado a la víctima
2
Villagra, Carolina. (2008). “Hacia una política postpenitenciaria en Chile: desafíos para la reintegración de
quienes salen de la cárcel”. Debates Penitenciarios [En línea] Nº 7. Disponible en:
http://www.cesc.uchile.cl/pub_periodicas_dp_07.htm
24
como resultado del delito cometido. En esta dirección, el desarrollo de la responsabilización
contribuiría a la reinserción social del sujeto. En cuanto a la segunda dimensión,
“reintegración social”, hace referencia al modo en que las sociedades modernas producen y
mantienen el orden social, siendo la integración el resultado del proceso de vinculación
social en sus diferentes planos: individual, grupal y social. La contraparte de este concepto
es el de desintegración social que da cuenta de rupturas, debilitamiento de vínculos sociales
y exclusión social (Tsukame, 2003)
Hay un debate abierto acerca de si reinserción social implica ausencia de conducta criminal
o no. La variedad que podemos hallar de definiciones y usos…“hacen de la reinserción un
concepto amplio y complejo que no se limita a la simple ausencia de conducta delictiva”.
Villagra, (2008: 4)
Desde una mirada más restrictiva, Henríquez (2008) pensando en reinserción desde y para
adolescentes en el marco de la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente (LRPA), postula
primordialmente que el concepto debe ser abordado desde la mirada de los derechos
humanos como eje central, al igual que todos los elementos presentes en la LRPA. El autor
posiciona al concepto más allá de un significado etimológico y lo sitúa como un concepto
más bien político. Para afirmar esto se remite a la definición que da la Real Academia de la
Lengua Española, que define reinsertar como: “Volver a integrar en la sociedad a alguien
que estaba condenado penalmente o marginado” definición en la cual está implícita la idea
de marginación social.
Para Villagra (2008) reinserción puede entenderse como: “Un proceso sistemático de
acciones que se inician desde el ingreso de una persona a la cárcel y continúan con
posterioridad a su retorno a la vida libre. Este proceso busca incidir en la mayor cantidad
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de factores individuales y sociales que puedan haber colaborado con el involucramiento de
una persona en actividades delictivas. Abarca la totalidad de actividades en que participan
voluntariamente los reclusos, sus familias y organizaciones públicas, privadas y
voluntarias, tanto a nivel central como local. La reinserción cumple con los objetivos de
favorecer la integración del ex recluso a la sociedad y de mejorar la seguridad pública”
(p55). Tsukame (2003) enriquece esto proponiendo un concepto de reinserción que “se
define como el conjunto de acciones encaminadas a lograr: a) la reparación del daño
sufrido por el autor del delito, por sus víctimas y por la colectividad, b) el goce efectivo por
parte del individuo condenado, de las oportunidades sociales, laborales y de los servicios
sociales a que tiene derecho y c) la remoción de los obstáculos familiares, sociales y
comunitarios que enfrente la persona que está cumpliendo o ha cumplido su condena
(p136). Henríquez (2008) simplificará más su significado, planteando que la meta
fundamental de la reinserción es tener un proyecto vital, y sostenerlo concretamente en su
entorno, con respeto a los derechos de las demás personas.
Como se puede ver en esta explicación, rescatamos tres dimensiones distintas vinculadas a
“reinserción social”: una dimensión valórica, la cual busca resituar al individuo en la
sociedad; una dimensión práctica, que apunta a proveer facilidades sociales al recluso para
cuando salga de prisión; y una dimensión funcional cuyo énfasis es que el individuo pueda
regresar a la sociedad en libertad y, a su vez, la sociedad facilite ese proceso. En el mismo
sentido…”Hedderman (2007) habla de la otorgación de un sentido social enmarcado en el
interés de lograr la reinserción y el de brindar facilidades, por medio de prácticas,
instituciones y personas que colaboran con el privado de libertad (Campos, 2010)”.
Si uno asume que la reinserción social es el objetivo central de las políticas públicas
relacionadas con los infractores de ley condenados a pena aflictiva, es en torno a ese
objetivo que los esfuerzos debieran dirigirse a desarrollar la mejor estrategia para su logro.
En este sentido, una estrategia se define como “el patrón o plan que integra las principales
metas y políticas de una organización y a la vez establece la secuencia coherente de las
acciones a realizar” (Mintzberg y Quinn, 1993, pág. 5), en donde los objetivos (metas)
establecen qué se logrará y cuándo será alcanzado, pero sin establecer cómo hacerlo
(Mintzberg y Quinn, 1993). Para que una estrategia sea eficaz y los objetivos planteados
puedan ser logrados estos deben ser claros y decisivos, comprendidos por todos los actores
a cabalidad para que las unidades subordinadas no las transformen en los contextos en que
son aplicadas (Mintzberg y Quinn, 1993). Dicho de otra manera, para el logro de los
objetivos planteados es necesaria la claridad de éstos y que todos los actores involucrados
en su consecución los comprendan en su totalidad.
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Si a lo anterior sumamos los criterios “usuales”3 con los cuales se evalúan las políticas
sociales, la pregunta que inmediatamente se desprende es si existe una política pública
vinculada a la reinserción social de presos en Chile y que intentaremos responder en el
capítulo siguiente.
Es evidente que la polémica sobre el significado de reinserción social hace que las
instituciones vinculadas en el tema en Chile se refieran a ella desde miradas diferentes, y
mientras no exista meridiana claridad respecto de lo que el sistema en su conjunto entiende
por reinserción, muchas de las descoordinaciones o problemas que se observan a nivel de
control de ejecución de penas. (Fundación Tierra Esperanza, 2013)
Esta confusión tiene sus efectos inevitables en las medidas que pretenden intervenir en la
situación personal y contextual de las personas en situación de cárcel. Esto, en el entendido
de que el objetivo de la condena no es solo pagar a la sociedad por un delito sino que, se
supone, reinsertarlo socialmente. Es una consecuencia lógica que la poca claridad
conceptual tenga efectos en calificar qué métodos y prácticas tienen efectos reinsertores.
(Villagra, 2008)
En el uso actual de la palabra “reinserción” realizada por las instituciones del Estado,
vemos una matriz de definición que surge de la Subsecretaría de Reinserción social que
dice lo siguiente:...”La reinserción social es un proceso sistemático de acciones que se
inician desde el ingreso de una persona a la cárcel durante el período de cumplimiento de la
condena y prosigue cuando la persona retorna a su vida en libertad”. Esta etapa que incluye
nivelación educacional, intervención psicosocial, capacitación e inserción laboral, además
de actividades deportivas y culturales busca incidir efectivamente en los factores
individuales y sociales que mediaron para que una persona se haya involucrado en
actividades delictuales. (División de Reinserción Social, Ministerio de Justicia, 2014).
3
Existen criterios surgidos de las instituciones internacionales como el Banco Mundial y que se aplican
normalmente a la evaluación de las políticas públicas. Estos criterios son usados, entre otras instituciones,
por la Dirección de Presupuesto para evaluar los programas financiados por el Estado. Los criterios en
cuestión son: Estabilidad, Adaptabilidad, Coherencia y Coordinación, Calidad de Implementación y
Fiscalización, Interés Colectivo y Ciudadanía y Eficiencia.
27
Si revisamos lo que ocurre con Gendarmería de Chile, vemos que desde la Subdirección
Técnica encargada de los programas de reinserción social, se la define, también, desde una
perspectiva eminentemente práctica: “el proceso por el que pasa todo condenado, que inicia
con el diagnóstico que analiza variables sociales, psicológicas, criminológicas,
educacionales y laborales, para determinar las áreas deficitarias de la persona y conocer el
origen de su conducta criminal. Posteriormente y luego de la aplicación de un programa de
intervención diferenciada, el condenado que reúna una serie de requisitos que se encuentran
estipulados en el Reglamento de Establecimientos Penitenciarios, puede progresivamente
postular a Beneficios Intrapenitenciarios, que lo acercarán en forma paulatina al medio
libre, a través de salidas dominicales, salidas de fin de semana y salida controlada al medio
libre que tiene como fin salir a estudiar, trabajar o asistir a actividades de rehabilitación”.
28
III.III. RECLUSION
A principios del siglo XVII y tomando como punto de partida las experiencias inglesas,
surgen en Holanda institutos para hombres y mujeres, donde se inició una incipiente
readaptación social tomando como base el trabajo. Su característica fundamental era la
férrea disciplina, la frecuencia de los castigos corporales y la persistencia de las
condiciones de promiscuidad.
29
La primera ideología moderna penitenciaria surgió en el siglo XVIII, la “época de la
razón”; nació en Europa, cuando ésta era el centro del mundo. Con la flama encendida por
el Iluminismo francés, surge un movimiento renovador en toda Europa, destacando en
primer lugar Cesare Bonnessana, Marques de Beccaria, quien en 1764 escribe su obra
inmortal Dei delitti i delle pene, obra de Derecho Penal.
En 1777 surge la obra de John State of Prisons in England and Wales, con objeto de
iluminar las conciencias y acercar la política criminal a consideraciones utilitarias y
sensibles del bien social. Hacia esta época se comienza a hacer efectivo el castigo con el
trabajo forzado para ganarse su alimentación o, en ciertos casos más graves, con la pena de
muerte.
La prisión en sí misma es una institución antigua que logró convertirse en la pena por
excelencia gracias a que llevaba con ella un componente humanista de conversión y
valoración del ser humano, una nueva oportunidad de ser La sociedad donde se había
formado el delincuente tiene ahora la capacidad de castigarlo y rehabilitarlo siendo
entonces “la pena de las sociedades civilizadas”, dejando de lado las penas elaboradas de
siglos anteriores que implicaban tortura y muerte. La prisión parece sin alternativa y sin
embargo también se entiende que puede tener efectos perjudiciales para la sociedad.
(Focault, 1975)
En términos teóricos, los centros de reclusión deben ser lugares de formación que alejen a
los sujetos de los vicios de la sociedad, donde se practiquen buenos hábitos, entre ellos el
30
trabajo. La prisión debe hacerse un mecanismo eficaz y para ello requiere desde programas
para los internos hasta modelos arquitectónicos de las prisiones. (Focault, 1975)
El sistema carcelario produjo un efecto que no estaba previsto de antemano, ni tiene nada
que ver con la astucia estratégica de un sujeto meta- o transhistórico que habría querido o
planificado. Este efecto fue la constitución de un medio delincuente diferente de las
ilegalidades del siglo XVIII. La prisión sirvió como filtro, concentración y
profesionalización del medio delincuente.
“Los presos comunes chilenos, aislados dentro de los muros de las cárceles, son los
olvidados del sistema. Y sus protestas jamás conseguirán la acogida que obtuvieron
los estudiantes. Son los malditos que nadie quiere escuchar.” (Betzie Jaramillo, citado
en “Las Cárceles de Chile. Penas Comunes” www.caletasur.cl)
Actualmente el sistema penitenciario chileno cuenta con 95 cárceles repartidas por todo el
país. En ellas están recluidas 42.000 personas. Esta cifra es enorme en relación a la
proporción de habitantes del país. Más de 200 por cada 100 mil. En esto sólo nos superan
Panamá y Estados Unidos, que actualmente cuenta con más de dos millones de reclusos en
sus cárceles.
El conteo que hizo Gendarmería el último día del año 2012 dio un total de 36.974 personas
encarceladas. Diez años atrás eran 22 mil. Un crecimiento anual de 5,45%, en comparación
con el 1,2% de crecimiento de la población. La I Región tiene el mayor porcentaje, con 760
personas por cada cien mil. Pero la II, VI, XI y, por supuesto, la Metropolitana, están por
encima de la media nacional. (Memoria Subdirección Técnica, Gendarmería de Chile,
2013)
Según establece la ley, las penas aflictivas, es decir, las conllevan reclusión, parten de
sentencias de 3 años y un día. No obstante, si el condenado no tiene “antecedentes penales”
anteriores y puede acreditar “buena conducta anterior” al hecho punible, el castigo puede
ser “remitido”, lo que significa que la condena puede ser reemplazada por la firma semanal
en recintos de Gendarmería.
31
“para todos los efectos”, los antecedentes penales y el condenado puede reintegrarse como
un ciudadano a su comunidad (Gendarmería, 2012).
Desde el punto de vista socioeconómico, las personas recluidas en las cárceles chilenas, lo
que parece es una norma en los países latinoamericanos, claramente pertenecen a los
estratos más bajos de la sociedad. Generalmente son personas pertenecientes a familias
vulnerables, y/o disfuncionales y cuyas historias de vida están marcadas por las privaciones
y en muchos casos la violencia. (Rodríguez, 2013)
Los presos de nuestras cárceles son en su mayoría hombres jóvenes (las mujeres
representan alrededor de un 7%). La mitad tiene menos de 30 años y un tercio tiene entre
30 y 40. O sea, que el 80% está en el momento de mayor capacidad productiva y con
obligaciones familiares.
Otra de las cosas que llama la atención en Chile, corresponde a las largas condenas
carcelarias a las que son sometidas las personas por dictamen de los tribunales.
Si uno compara las penas que contempla nuestro ordenamiento jurídico a los delitos más
recurrentes de los delincuentes (robo, hurto, agresión, secuestro, violación, narcotráfico y
homicidio) vemos que las penas son largas en comparación con la situación europea. El
75% del total de presos cumplen condenas de entre cinco y veinte años, condenados en su
mayoría por delitos contra la propiedad –hurto, asalto– (en el caso de las mujeres, el mayor
porcentaje es por delitos relacionados con el tráfico de drogas). Sólo un dato para
comparar: en Alemania, los que cumplen penas de más de cinco años son el 14% contra el
75% de aquí. Y en el otro extremo: los que tienen condenas de menos de un año son en
Alemania un 44% y en Chile un 2,2%. O sea, que entrar a una cárcel chilena significa pasar
la mejor parte de la vida encerrado. A pesar de estas altas cifras, el 80% de la población
considera que las penas en Chile son bajas o muy bajas, según lo muestran los sondeos a la
opinión pública (Encuesta Nacional de Seguridad Ciudadana, 2012)
Pero la tendencia no es que solamente aumente el número de presos sino que también
aumenta la duración de las penas, puesto que disminuyen de manera considerable los
beneficios carcelarios, concretamente los permisos de domingo, los de fin de semana y la
libertad condicional. Al respecto comparemos cifras: en 1995, el promedio de permisos
dominicales era alrededor mil. En 2005 fueron sólo 298. Si revisamos las autorizaciones de
libertad condicional, vemos que pasaron de casi cuatro mil en 1995 a 871 el año 2005.
Luego de ver estas cifras cabe preguntarse por qué se dan de esta manera. Todo indica que
se debe al ambiente social y político que pide más cárcel y penas más duras a quienes
delinquen. (Caleta Sur: Penas Comunes, 2006)
32
El hacinamiento complica aún más las condiciones de vida de los reclusos que ya está
severamente afectada por largas penas y poco alcanzables beneficios carcelarios de salida.
Al interior del recinto desencadena una verdadera lucha por el espacio vital mínimo. No
deja de ser una de las razones que también explican al interior del penal el ambiente de
stress y las agresiones de que es objeto gendarmería. Como Stippel señala, “en los primeros
seis meses de prisión, el principal síntoma es la depresión. Y es cuando se producen los
intentos de suicidio”. Estudios internacionales calculan que entre los cuatro y los seis años
de reclusión es cuando cunde el “síndrome de separación”, que se manifiesta en
perturbaciones emotivas, de comprensión y de juicio y formas de regresión hacia el
infantilismo.
33
IV. ANÁLISIS
IV.I. “POLITICA PUBLICA DE REINSERCIÓN SOCIAL, ACCIONES Y
NORMATIVAS, EL SUJETO DE LA REINSERCIÓN SOCIAL”
Probablemente uno de los problemas sociales que mayor visibilidad y discusión pública ha
tenido desde el retorno a la democracia en los ’90 ha sido el de la Seguridad Pública, el que
fundamentalmente se ha centrado en las cuestiones relativas a la emergencia de la
delincuencia, su control y la existencia de medidas que reduzcan su prevalencia, frente a la
sensación de temor y vulnerabilidad de la ciudadanía (medida y/o expresada en diferentes
mediciones, con mayor o menor nivel de intensidad.
De hecho, desde la lógica de construcción de las políticas públicas, podríamos señalar que
el tema ha concitado la inaceptabilidad social, por lo que desde la perspectiva de Becker
(1995), ha sido una cuestión de preocupación en términos de demostrar carencias en la
sociedad que ha llevado a que los actores, fundamentalmente políticos, lo tomaron como
una cuestión necesaria de enfrentar. Sin embargo, dicha toma del tema ha tenido un ritmo y
dirección sinuosa, prevaleciendo un enfoque más situado en la seguridad y policialización
de las acciones, pudiendo suponerse que se han superpuesto conceptos (reincidencia –
reinserción), cuestión a la que volveremos más adelante. Lo paradójico del tema es que el
aumento de la preocupación sobre la delincuencia no ha tenido un correlato tal en las cifras
de prevalencia de los delitos, como se puede ver en las encuestas (ENUSC, por ejemplo),
sino que más bien en aquellas mediciones de sensación ciudadana, como las encuestas de
victimización.
No obstante lo anterior, este desarrollo de políticas de seguridad a lo largo del periodo 2004
– 2014 ha tenido cierto carácter incremental y han indo incorporando mejoras y
aprendizajes, especialmente a nivel de enfoques de acción e instrumentos de gestión que ha
permitido elaborar respuestas y rescatar algunos resultados de algunos programas, con lo
cual se generan algunas mejoras en el desarrollo de éstos. Pero ello no ha significado un
cambio más profundo en el foco de la intervención, el cual ha seguido siendo la
delincuencia y la (in)seguridad, desde lo cual se construyen discursos y propuesta de
reducción y mitigación.
Ahora bien, desde la lógica de la construcción de los asuntos públicos, los que en un
escenario de tensión de intereses pugnan por incorporarse en la agenda pública para
transformase en política, se relevó el problema de la seguridad pública y la victimización
con una sensación de urgencia, tanto en la magnitud del problema como en la búsqueda de
resultados, lo que no aparecía con una correspondencia con las medidas que se
implementaban y fundamentalmente con una reflexión más elaborada acerca de los factores
del problema social y del desarrollo de éste como un hecho más global, generando la
sensación de un problema de grandes proporciones y que requería de un enfrentamiento
urgente.
34
Eso implicó implementar progresivamente una serie de medidas, partiendo el año 2004
cuando bajo el gobierno de Ricardo Lagos se instala la Política Nacional de Seguridad
Ciudadana, la que signada por relevar la sensación de temor ciudadano (con especial
incidencia de estudios de instituciones como Fundación Paz Ciudadana que destacan la
victimización y sensación de inseguridad), pone el énfasis en la prevención, multiplicación
de servicios y reducción de riesgos, aunque sin dejar de lado el control ni la sanción de las
conductas delictivas, intentando desarrollar y proponer iniciativas para evitar el ingreso de
personas en carreras delictuales, con disímiles resultados.
Fuente: Encuesta Nacional de Seguridad Ciudadana 2010 – Ministerio del Interior y de Seguridad Pública
Sin embargo, en el mismo periodo, la percepción social indica que tanto la delincuencia
adicionada al tráfico de drogas se consideran el segundo problema más relevante para la
población, sólo después de la pobreza.
35
Fuente: Encuesta Nacional de Seguridad Ciudadana 2010 – Ministerio del Interior y de Seguridad Pública
Ello pareciera también alimentado por la percepción frente a los delitos de mayor
connotación pública, por el grado de visibilidad, violencia y por ende impacto público que
generan, lo que claramente es también un elemento que condicionó la creación de estas
políticas de seguridad pública. Pero el dato de la realidad indicó que dichos delitos de alto
impacto tuvieron una baja en el periodo, la que se hizo más patente en el periodo 2009 –
2010 en que este tipo de delitos descendió en un 3,9% (ENUSC 2010).
Fuente: Encuesta Nacional de Seguridad Ciudadana 2010 – Ministerio del Interior y de Seguridad Pública
36
Fuente: Encuesta Nacional de Seguridad Ciudadana 2010 – Ministerio del Interior y de Seguridad Pública
Paralelamente, desde el 2000 se fue modernizando la estructura del sistema judicial, vía
Reforma Procesal Penal, la que partiendo desde un enfoque de derechos (con génesis en el
Pacto de San José de Costa Rica), apunta a garantizar la protección de los intereses de todos
los intervinientes de los litigios penales, potenciando la transparencia y agilización de las
causas penales, instalando mecanismos de transparencia y oralidad en la tramitación penal,
siendo uno de los efectos más relevantes el rápido término de las causas penales, que en
comparación con el antiguo sistema permitió que la prisión sea un mecanismo aplicado
principalmente a personas condenadas por algún delito y no en situación de proceso. Un
dato que grafica ello es que al 31 de diciembre de 2006 – año en el cual la RPP funcionaba
en todo el país, de ahí su representatividad – el 90,8%de las causas ingresadas al sistema se
encontraban ya terminadas por alguno de los mecanismos que el propio sistema establece
(MINJU, 2006)4
Sin embargo, si bien en el discurso se planteaba la necesidad de que todos estos cambios
aporten a la prevención del delito, en la práctica se mantuvo un fuerte énfasis en las
acciones policiales y de control, empatizando con el actor víctima del delito, aun cuando
podría suponerse que ello tuvo y ha tenido más consistencia con un discurso desde lo
político- ideológico que sintoniza con cuestiones más contingentes de política electoral y de
búsqueda de réditos de presencia en el espacio público, no estando ausente el tópico del
debate de los actores políticos de todo el espectro. Esto de una u otra forma parece
invisibilizar o dejar en un plano secundario la discusión acerca de la génesis del problema y
fundamentalmente la evolución que la delincuencia ha tenido como fenómeno social,
cuestión que es propia de la modernización de las sociedades, donde conviven el acceso a
bienes de consumo, presiones de mercado y los conflictos de racionalidades de individuos y
grupos.
4
Anuario Estadístico Interinstitucional 2006 Reforma Procesal Penal Ministerio de Justicia
37
Podríamos señalar que si bien esta suerte de desajuste entre los datos de victimización y la
sensación de temor se mantienen en el tiempo y son relevantes a la hora de la generación de
las políticas de seguridad ciudadana, es interesante notar que en el periodo se promueve la
incorporación de la ciudadanía como actor individual y colectivo en la gestión de acciones
para enfrentar la posibilidad de ocurrencia de delitos, motivando la autorresponsabilidad en
la protección de los bienes y de la propia persona, promoviendo la mejora en el contacto y
coordinación con instituciones policiales –a través de programas barriales y municipales,
como los planes cuadrante – y la creación de una oferta privada de seguridad como un
nuevo producto de mercado, todo lo cual se hace consistente con una lógica liberal de
autonomía de los sujetos y la generación de capacidad de respuestas de acuerdo a las
posibilidades individuales, más aún cuando los mecanismos e instituciones tradicionales de
seguridad pública, especialmente Carabineros de Chile como agente preventivo de delitos,
parecía insuficiente para dar respuesta a toda la demanda exacerbada en la imagen pública.
38
interministeriales, fondos concursables de proyectos e intervenciones sociopolíticas5 en
distintos niveles, siendo definido en dicha ley como “el órgano de colaboración inmediata
del Ministro en todas aquellas materias relacionadas con la elaboración, coordinación,
ejecución y evaluación de políticas públicas destinadas a prevenir la delincuencia, a
rehabilitar y a reinsertar socialmente a los infractores de ley”, siendo este el primer
momento en que concretamente se define una estructura política y técnica que se encargaría
de trabajar un tema que hasta la fecha había quedado supeditado al de la Seguridad Pública:
la Reinserción Social.
Valga agregar que no se establece una definición taxativa del concepto Reinserción Social,
debiendo construirse a partir del análisis de los objetivos e implementación de programas
orientados a población penal vigente en alguno de los sistemas penitenciarios, cuestión que
se desarrollará más adelante.
5
Acá podemos seguir la lógica de Corvalán, quien define las intervenciones sociopolíticas como la acción
social producida a partir de la inaceptabilidad de una situación vivencial de un grupo de individuos, la cual a
su vez estaría provocada por la dinámica de base del sistema, siendo esta acción realizada
fundamentalmente por el Estado y eventualmente por instituciones fuera de éste pero que construyen un
discurso en el que se posicionan a partir de las Políticas gubernamentales y del modelo de desarrollo y tiene
discursos y acciones explícitas de aprobación o rechazo. En Corvalán, Javier “Los Paradigmas de lo Social y
las concepciones de intervención en la Sociedad” Universidad Católica, 1996.
39
victimización, pero que no se acompaña con una estructura institucional que se encargue de
la implementación de las políticas orientadas a la seguridad pública, el que es
definitivamente el tema central de la preocupación del discurso político. De hecho, la
cuestión de la reinserción social no es desarrollada en las propuestas de gobiernos, lo que
incluso se expresa en la ausencia pública de la institución encargada de la vigilancia y
fomento a la reinserción social de las personas recluidas, como lo es Gendarmería de Chile.
En ese sentido, el concepto mismo se entiende desde la no reincidencia, no evidenciándose
discusiones más profundas respecto de las reales condiciones que supone la vuelta (o una
primera inserción) de un sujeto en la sociedad luego de estar recluido.
40
IV.II. ANÁLISIS DE LAS POLITICAS DE SEGURIDAD PÚBLICA POR PERIODOS
DE GESTIÓN
Situarse en un periodo de diez años (2004 – 2014) para el análisis de políticas públicas de
Seguridad Ciudadana no es una decisión azarosa, sino que responde al hecho de que a partir
de 2004 podemos encontrar un cuerpo estructurado y orientado como política al
enfrentamiento del problema social de la delincuencia.
Ello no significa que dicha situación no fuera relevante previamente, no obstante que sólo a
partir del año 1994 aparece referido en los programas de gobierno de la Concertación de
Partidos por la Democracia (Frühling, 2011). Por el contrario, es un problema social de alta
visibilidad pública, siendo considerado incluso por sobre temas de empleo, lo que impactó
en el gobierno de Patricio Aylwin para ir tomando medidas que permitieran dar cuenta de
esta demanda social6. Esta es una mirada consistente dentro del Gobierno, señalando
algunos autores que es en los ’90 que se acuña el concepto “Seguridad Ciudadana”, siendo
definidos sus ejes por Juan Somavía y Jose Miguel Insulza, indicando que es “priorizar las
necesidades de los individuos de vivir en paz y de contar con los medios económicos,
políticos y ambientales para una existencia digna. En la sociedad democrática, la
seguridad de la nación es la seguridad de los hombres y mujeres que la componen, e
implica, además de la ausencia de riesgos o amenazas físicas, la existencia de condiciones
mínimas de ingreso, vivienda, salud, educación y otros”7.
En lo anterior, también se expresa esta tensión social en la mirada política entre esta nueva
visión y los resabios de la concepción más relacionada con la seguridad interior del Estado,
con una lógica de enemigos internos y externos que había estructurado el rol del Estado en
materia de seguridad durante la dictadura. Ello podría relacionarse con las decisiones
tomadas, las que fundamentalmente se situaron en el rol tanto Carabineros de Chile como la
Policía de Investigaciones, encontrándose un foco de discusión en la cuestión de la
dependencia de las policías, las que estaban bajo la jurisdicción del Ministerio de Defensa
6
“Visiones acerca de la Seguridad Ciudadana en Chile” Departamento de Estudios, Extensión y
Publicaciones. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 2003.
7
Citado en estudio previamente indicado del Centro de Estudios del Congreso Nacional. Cabe hacer
presente que la referida conceptualización pareciera estar inspirada en un concepto acuñado en la segunda
post guerra, el de Ciudadanía Social, desarrollado por Marshall y que se relaciona con el funcionamiento de
los Estados de Bienestar, lo que no deja de ser consistente con las propuestas que en dicho momento se
discutían en los incipientes gobiernos de la Concertación.
8
En ese sentido, es interesante lo que señala el Informe de Desarrollo Humano del PNUD del año 1998, cuyo
tema es “Desarrollo Humano en Chile: Las paradojas de la Modernización” en el que se establece que las
personas relacionan la seguridad con no ser víctima de un robo, ya sea en un lugar público o en el hogar, de
una agresión sexual u otro tipo de agresión y la confianza en la condena de los delincuentes (PNUD, 1998)
41
proponiéndose su traslado al Ministerio del Interior, cuestión que sólo se comenzará a
resolverse en los inicios de la década siguiente.
Por otra parte, el Ministerio del Interior, que establecía las prioridades y políticas en
materia de seguridad pública no va a contar con una estructura especializada que organice
estas políticas.9 Por tanto, se requerirá un mayor tiempo, estructura y organización del tema
(además de la emergencia de hechos de alta connotación social) de la seguridad ciudadana
para poder ir desarrollando estas políticas, tal como se verá a continuación.
.
Tal como se señaló precedentemente, es a partir del año 2003 que se producen hechos de
alta visibilidad pública que hacen necesaria una acción del Estado para enfrentar el que se
identifica como el problema de la Seguridad Pública. Pero dicha preocupación no sólo se
circunscribe al ámbito del Estado, sino que se busca el concurso de diferentes actores para
construir una lectura más consensuada acerca de este problema.
Es así que el año 2003 por parte del Ministerio del Interior se convoca a un Foro de
Expertos, provenientes del campo académico y de la seguridad pública, el que dirigido por
la División de Seguridad Ciudadana de dicha cartera, elabora un documento diagnóstico de
la situación de la delincuencia en Chile, el que servirá de base para la elaboración de la
primera política de Seguridad Pública, la que verá la luz el año 2004. En las propias
palabras del informe, el foro “se fijó como misión la elaboración de un documento de
consenso que estableciera un diagnóstico o línea de base que permitiera iniciar el posterior
debate sobre las estrategias necesarias para disminuir la delincuencia”. (Ministerio del
Interior, 2004)10
Este foro estaba integrado por académicos de universidades públicas, privadas y centros de
estudios en seguridad ciudadana, como el CESC y Fundación Paz Ciudadana, los que eran
identificados por su conocimiento, experiencia y figuración pública en temas de
delincuencia, rehabilitación social y justicia, de manera tal de poder sustentar la generación
de una política en seguridad ciudadana que respondiera a un acervo técnico que respaldara
el interés político.
Cabe señalar que en este afán de generar un conocimiento validado acerca del problema de
la delincuencia es que en el mismo año 2003 se presenta la primera Encuesta Nacional de
Seguridad Urbana (ENUSC), la que permitió tener una visión panorámica acerca de temas
como la victimización, sensación del delito y prevalencia de dicho fenómeno, desplazando
9
Bajo el Gobierno de Patricio Aylwin se había creado la Dirección de Seguridad Pública e Informaciones (más
conocida posteriormente como “La Oficina”), la que más que crear políticas, estaba encargada de recolectar
información de seguridad e inteligencia, lo que da cuenta de estas tensiones señaladas.
10
Diagnóstico de la Seguridad Ciudadana en Chile, Foro de Expertos en Seguridad Ciudadana. 2004
42
los instrumentos que hasta ese momento se utilizaban, los que principalmente eran las
estadísticas policiales, que registraban principalmente las denuncias de delitos y las
detenciones realizadas.
Por otra parte, define la seguridad ciudadana desde una perspectiva amplia, relacionada con
el conjunto de sistemas de protección de la vida y los bienes de los ciudadanos ante
diferentes factores de riesgo o amenaza. La seguridad ciudadana la entiende vinculada tanto
a valores sociales de respeto a la vida, la integridad física y patrimonio de los otros, como
con el libre ejercicio de las libertades económicas, políticas y sociales necesarias para el
adecuado y normal funcionamiento de la comunidad12.
11
Cuestión que en ese sentido señala el diagnóstico del Foro de Expertos y que servirá de base para el
desarrollo de acciones focalizadas en sectores locales.
12
Política Nacional de Seguridad Ciudadana. Ministerio del Interior, 2004
43
servicios dependientes – y las policías); plantea objetivos orientados a la prevención de
factores sociales y situacionales del delito (con desarrollo de algunos programas específicos
de prevención en población con mayores niveles de vulnerabilidad, especialmente
infancia); el desarrollo de instituciones públicas que se relacionan con la delincuencia; y la
organización y tratamiento de la información estadística que se comienza a construir. En
ese sentido, se establece un compromiso que señala “tenemos el desafío de garantizar una
seguridad ‘legítima’ para cada uno de nosotros para nuestras familias, vecindarios y
comunidad en general. Enfrentar la violencia, los delitos y el temor no debe conducir a
tomar medidas no meditadas, desproporcionadas, fomentar prácticas discriminatorias o
identificar ‘chivos expiatorios’ en grupos vulnerables: pobres, jóvenes, drogodependientes,
migrantes u otros sectores”(PNSC. Ministerio del Interior, 2004).
Más aún, si bien entiende el carácter multifactorial de la delincuencia, dentro de los cuales
está la trayectoria y aprendizaje criminógeno, no hay discurso respecto de la reinserción
social, haciéndose más bien énfasis en las cuestiones asociadas a la detención y reclusión
de las personas que cometían delitos, con una fuerte discusión acerca de la aplicación de
penas, lo que fue más consistente tanto con la implementación de la Reforma Procesal
Penal como por el interés de sectores políticos que lo incorporan a su discurso, tanto como
validador como de crítica a la gestión del gobierno, cuestión que de una u otra forma ha
persistido en la trayectoria del tema..
Sin embargo, es necesario destacar que aún con todas las dificultades y deficiencias que se
enfrentó en el periodo y específicamente con el surgimiento de esta política, es la
instalación del tema en la agenda política con un producto concreto, el que tendrá el doble
efecto de por una parte unificar acciones en una propuesta centralizada; y por otra parte, va
a establecer una relación entre el saber experto – académico con la visión política, con una
orientación más clara en términos de enfrentar un problema social como la delincuencia, el
que es entendido desde la complejidad de los factores que la provocan, superando visiones
restrictivas y más prejuiciadas que hasta dicho momento se habían visibilizado en medidas
y discursos políticos.
44
2. LA ESTRATEGIA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA DE 2006
Este nuevo instrumento de la política pública se instala en una situación país en la que el
problema de la delincuencia y la sensación de victimización son evidentes y altamente
presentes en el discurso público, así como en el malestar expresado por la ciudadanía. Una
cifra que grafica esto es el resultado de la ENUSC de dicho año, que señala que en el 38,4%
de los hogares encuestados alguno de sus integrantes había sido víctima de algún delito
(ENUSC, 2006).
Ello obligará a que esta Estrategia Nacional de Seguridad Pública deba apuntar a
concretarse en medidas efectivas y visibles, traduciendo en acción las propuestas anteriores,
con el fin de dar respuesta a la demanda de la población, la que se había hecho presente en
la discusión pública y en los discursos políticos que ven la delincuencia como el segundo
problema social del país (18,9%), después de la pobreza (24,4%). Sin embargo, al agregar
el tráfico de drogas (11,2% el que creció incluso por sobre el año 2005) llevan a que el
fenómeno de la delincuencia sea el principal problema social sentido por la ciudadanía
(ENUSC 2006). De ahí la urgencia de desarrollar acciones concretas que presionan a un
gobierno que se está recién instalando y que hará esfuerzos por establecer una
13
Estrategia Nacional de Seguridad Pública 2006 – 2010, Gobierno de Chile
45
diferenciación sobre lo realizado hasta ese momento, más aún cuando debe superar
prejuicios de género como también políticos respecto de la capacidad de un gobierno de
centro izquierda de enfrentar un problema que implicaba una reacción más dura desde el
Estado. Ello implicó que debía responder a las presiones políticas externas al gobierno
precedentemente señaladas, así como dar cuenta y encauzar las acciones que ya se estaban
realizando tanto en servicios públicos como locales, sin perjuicio del aumento de la
demanda social frente a hechos de alta connotación pública, en el que se le exigía al Estado
dar respuesta, lo que traducido era “generar seguridad”.
Otro elemento destacable fue la especial preocupación por las víctimas de los delitos, uno
de los componentes esenciales en la tetralogía del crimen14 y que históricamente no había
sido considerado en las acciones de seguridad pública. Se crea una red de asistencia a
víctimas de delitos, la que otorga apoyo profesional psicológico, jurídico y social a aquellos
que sufrían el trauma de haber sido víctimas de un delito. Es así que desde el Ministerio del
14
Para una comprensión mayor de los cuatro componentes que considera la Teoría del Delito (acción
delictiva, tipicidad delictiva, delincuente y víctima existen múltiples manuales, sugiriéndose para una lectura
más didáctica el clásico texto de Antonio García de Pablo “Criminología”, con ediciones desde el año 1991,
de la Editorial Tirant Le Blanche (Valencia, España)
46
Interior se generaron centros de atención a víctimas en diferentes regiones del país (con una
mayor presencia en la Región Metropolitana). Este mecanismo aún subsiste al amparo de la
Subsecretaría de Prevención del Delito del Ministerio del Interior y Seguridad Pública bajo
el Programa de Apoyo a Víctimas, cuyo objetivo es promover que las personas que han
sido víctimas de delito, por medio del ejercicio de sus derechos, superen las consecuencias
negativas de ser víctima de un delito y no sufran victimización secundaria, dando
continuidad en ello a la idea original, aun cuando no ha podido superar la histórica
dificultad de cobertura de atención a víctimas.
47
implica era que el órgano técnico que era el responsable operativo de la implementación de
la ENSP no se consolida en su funcionamiento por la falta de reconocimiento y continuidad
de sus directivos y cuerpo de profesionales.
15
De hecho, en su primera cuenta pública del 21 de mayo (2010) Sebastián Piñera señala que “trancaremos
la puerta giratoria restringiendo las libertades provisionales de delincuentes reincidentes de delitos de alta
connotación social. También reforzaremos el control de aquellos que se encuentran gozando de beneficios
alternativos a la privación de libertad, mediante el uso de brazaletes electrónicos que permitirán a la
autoridad saber en todo momento su ubicación y las potenciales víctimas podrán ser alertadas de cualquier
infracción”.
48
problemas de poder cubrir la cobertura frente a las denuncias de delitos –que sigue siendo
un tema de difícil solución para las policías – y principalmente porque no desarrolla
acciones de carácter preventivo de los factores asociados al desarrollo de la conducta
criminógena, lo que implica una contradicción en alguna medida frente a la aceptación del
saber científico experto que indicaba la presencia de factores de riesgo psicosocial como
generador de delitos. Es dable agregar que la otra dificultad que presenta la implementación
de este programa es que una parte importante de la responsabilidad de la ejecución recae en
los municipios, lo que incorpora en la gestión de éste las limitaciones y vicios de la gestión
local, entrabando o dilatando procesos. No obstante ello, se utiliza lo territorial barrial pues
se entiende que esta unidad geográfica permite una mayor focalización y efectividad de las
respuestas del Estado, debido a la alta concentración de la delincuencia en zonas
territoriales conocidas, demarcadas y una diferenciación de las causas mediatas e
inmediatas entre los diferentes lugares (Ministerio del Interior 2010).
El Plan Chile Seguro se sitúa a partir de cinco ejes temáticos a partir de los cuales
desarrolla diferentes acciones y programas que los concretan, los que son: 1) prevenir, la
comisión de nuevos delitos y desarrollar algunas acciones con población más vulnerable; 2)
proteger, a las personas y su propiedad privada como eje del impulso liberal; 3) sancionar,
los delitos por medio de una mayor eficiencia del sistema penal; 4) apoyar a las víctimas
dando continuidad a programas de reparación y atención psicosocial; y 5) rehabilitar, por
medio de programas de prevención y tratamiento del consumo de drogas, capacitación y
habilitación psicosocial de personas infractoras de ley, siendo un eje de continuidad con lo
realizado hasta esa fecha; además de mantener una preocupación por la gestión de la
información – mediante estadísticas y estudios que permitieran demostrar resultados y la
ejecución del plan en los espacios regionales y principalmente locales. En ese sentido, el
Plan Chile Seguro 2010 – 2014 aporta una lógica en la que la definición de cada eje (que no
es novedosa respecto de lo que previamente se había identificado) implica una serie de
programas, acciones y medidas que lo concretan, dándole un carácter más ejecutivo al Plan,
aun cuando este se sitúa más desde la prevalencia del delito y consiguientemente de la
necesidad de reducir las tasas de delincuencia y sensación de victimización, que por sobre
enfrentar los factores psicosociales que estaban detrás de la génesis de la delincuencia. De
hecho, el mismo Plan es enfático en señalar su preocupación indicando que el problema de
la delincuencia se manifestaba “una alta frecuencia de delitos contra la propiedad, tanto en
hogares como en establecimientos comerciales, y por la existencia de barrios urbanos
críticos en los cuales se ha instalado el narcotráfico” (Plan Chile Seguro 2010 – 2014,
Ministerio del Interior 2010).
49
de presentar algún conflicto con la justicia por comisión de delitos. Se destaca también el
Programa Abriendo Caminos, que atiende a los hijos de personas recluidas, entre los 0 y 18
años de edad, los que reciben apoyo psicosocial, fortalecimiento familiar y derivación a
sistemas de protección social. Además, plantea la creación de un Centro Estratégico de
Análisis de Datos, lo que permite organizar datos que se encontraban repartidos en
diferentes servicios e instituciones públicas, lo que incluso tendrá continuidad en el
siguiente plan 2014 – 2018 en el llamado Banco Unificado de Datos.
Respecto de los delitos, se encuentran reducciones distintas de acuerdo a los tipos de estos,
pudiendo identificarse en los principales casos los siguientes resultados para el periodo
2009 – 2013: hurtos, del 9,1% al 7,8%; robo con fuerza en la vivienda, del 5,3% al 4,2%;
robo con violencia e intimidación, del 5,9% al 3,9%; robo por sorpresa, del 7,4% al 3,8%;
lesiones, del 3,1% al 1,5%; robo de vehículo motorizado del 2,2% al 1,7% (ENUSC, 2013).
En todo caso, tal como otros estudios y mediciones realizados durante el gobierno de
Piñera, también esta encuesta fue objeto de críticas por cuanto se le objeta que tuvo
cambios metodológicos relevantes tanto en las preguntas como en el número de estas, lo
que le restaría posibilidad de variación con relación a estudios anteriores.16
16
Una polémica que es posible encontrar en la prensa de la época es la suscitada entre el Ministro del
Interior Andrés Chadwick con la directora de la ONG Activa Gloria Requena, pues mientras este señalaba
que la encuesta del 2013 era comparable a las de años anteriores, la especialista hizo presente que se
habían eliminado 81 preguntas, quedando el instrumento de medición en 77, lo que alteraba de manera
relevante el estudio por las diferencias metodológicas y perdida de trazabilidad, cuestión que también fue
denunciada por el Diputado Felipe Harboe, estableciéndose una comparación con la situación ocurrida con
el CENSO 2012
50
construyen, las que son incrementales, permitiendo que se cuente con instrumentos
estandarizados y de más rápido acceso para la evaluación de algunos componentes de la
política.
Sin embargo, esta Plan Chile Seguro propone otros cambios que aún son incipientes en su
evolución, requiriendo de una mayor trayectoria para evaluar su logro, como por ejemplo la
creación del Ministerio del Interior y Seguridad Pública (2011), como ente político y
administrativo de estas materias, por cuanto el cambio de gobierno y orientación de la
política no ha permitido que se consolide una figura más estable. No obstante ello, aun esta
está al debe en materia como la intersectorialidad y la coordinación de las diferentes
acciones que se hacen en diferentes servicios públicos y actores privados, misma crítica que
corre para la Subsecretaría de Prevención del Delito, como ente técnico en la gestión de
acciones en seguridad pública, aun cuando sigue presentando el problema de la falta de
visibilidad política y relevancia para la ciudadanía.
Por último, pero no por ello menos importante, es significativo señalar que si bien es
interesante como propuesta del Plan Chile Seguro 2010 – 2014 la utilización de la unidad
geográfica barrial como base de la gestión de programas, la falta de estandarización y
problemas de calidad en la gestión de los gobiernos locales sigue dificultando la
implementación de las medidas que propone el plan, por la heterogeneidad en la estructura
y recursos entre municipalidades. Por otra parte, aunque relacionado con esto, la falta de
conexión política de los alcaldes con el gobierno central ha sido un factor obstaculizador en
algunos casos, lo que se expresa en dificultades en la asignación de recursos y apoyo de
programas de gestión local, lo que aumenta los niveles de desigualdad en la capacidad de
enfrentar el problema, en especial respecto de municipios con bajos niveles de ingresos
propios, los que coinciden con tener poblaciones con mayores vulnerabilidades asociadas al
riesgo.
Evidentemente no se puede realizar un análisis de gestión de este plan, por cuanto lleva
menos de un año desde su puesta en marcha, pues sólo fue lanzado en agosto de 2014. Sin
embargo, se destacan sus principales propuestas, así como algunas miradas críticas que se
han levantado al respecto.
Cabe hacer presente que este instrumento desde su base propone un mayor rol de la
Subsecretaria de Prevención del Delito, la que asume con mayor propiedad la
responsabilidad de implementación de este, marcando desde el discurso un carácter
diferenciador de las políticas anteriores.
Este plan se sitúa desde cinco ejes, los que son: prevención y reinserción, siendo en ello
más específica en atender el problema de la reinserción social que los planes anteriores,
51
proponiendo incluso la creación de un servicio específico de reinserción social; Control,
sanción y regulación, referido a un mejoramiento del sistema penal, proponiendo la
revisión de resultados de la reforma procesal penal; Apoyo a víctimas, dando continuidad
al eje, proponiendo el aumento de instancias de atención a víctimas de delito, mitigando la
victimización secundaria tanto por tratamiento psicosocial, como mediante modificaciones
legales que permitan reducir las declaraciones en el marco de procesos judiciales; un eje
Policial, que busca el aumento de dotación y facultades de las Carabineros de Chile y la
Policía de Investigaciones, así como de las fiscalías para la persecución de los delitos; y el
eje de Gestión Local, referido a coordinar trabajo con los gobiernos regionales,
provinciales y locales, agregando como actor a la División de Organizaciones Sociales del
Ministerio Secretaria General de Gobierno, proponiendo un Plan Cuadrante 2.0 y un nuevo
Plan de Seguridad Comunal, cuyos principios orientadores son la coordinación
intersectorial a nivel local; alcanzar soluciones adaptadas a la realidad local; y otorgar
apoyo técnico y financiero a los niveles locales para la gestión de los programas (Plan
Seguridad para Todos 2014 – 2018, Ministerio del Interior).
Para lograrlo cuenta con los aprendizajes y avances alcanzados en todo el periodo 2004 –
2014, en el que se ha relevado y consolidado la política de seguridad ciudadana como un
eje dentro de la agenda pública, desarrollándose una serie de medidas y programas con
mayores o menores niveles de continuidad, una institucionalidad que se ha ido
consolidando en la materia; y la validación por parte de la ciudadanía del problema de la
delincuencia como una preocupación central que requiere atención. Sin embargo, aún no se
instalan una serie de medidas propuestas en el plan, pudiendo destacarse para efectos del
presente estudio que un tema central respecto de la prevención de los factores de riesgo
asociados al delito, como lo es la creación de un Servicio de Reinserción Social aun este sin
un horizonte definido, por cuanto se convocará una mesa de expertos para definir el
carácter de éste, aun cuando ya se han levantado voces críticas en la materia desde las
propias instituciones del estado, específicamente desde Gendarmería de Chile, que
tradicionalmente ha trabajado en reinserción social de personas recluidas, pues no hay
claridad sobre el carácter que tendrá dicho servicio, ni si eso significará una escisión de una
parte de la institución para conformar esta nueva, e incluso si la operatoria de esta nueva
institucionalidad funcionará por medio de la externalización de servicios, generando dudas
sobre la responsabilidad del estado en este tema17.
Y en otro plano, se han levantado voces críticas, especialmente desde la oposición política
sobre los alcances del plan, señalando que es “poco agresivo desde la perspectiva de las
metas y plazos que se fije de reducción de la victimización”, así como a la falta de
coordinación interinstitucional e intersectorial para llevar a cabo este plan, así como hace
17
Actualmente se ha constituido una mesa unificada de gremios de Gendarmería de Chile (ADIPTGEN,
ANOP, ANFUP, ANSOG) que se ha abocado al desarrollo de un proyecto de ampliación de planta de
funcionarios para la institución, expresándose en declaraciones públicas y comunicados su incertidumbre y
reticencias frente al proyecto de un nuevo Servicio de Reinserción Social, las que fueron expresadas al
Ministro de Justicia en una reunión con el en diciembre de 2014, sin obtenerse las claridades requeridas.
52
presente los desafíos en materia carcelaria, ítem que ha quedado tradicionalmente fuera de
los programas de mejoramiento del sistema penal en el país (Libertad y Desarrollo, 2014).
Y se agrega como crítica la carencia de iniciativas en materia de fortalecimiento y
protección de las policías – aunque más bien dicha crítica responde a la falta de iniciativas
legislativas presentadas en la materia, pues hay indicaciones de ello en el plan – y la baja
priorización del fenómeno terrorista, aun cuando esto también podría explicarse desde un
ya tradicional estadio del discurso político que sitúa desde la coyuntura cuestiones que
necesita visibilizar en la agenda pública para legitimar una posición, lo que aparece
contradictorio o al menos poco productivo por cuanto por el escaso tiempo transcurrido
implicaría que dichos fenómenos más bien podrían dar cuenta de la falta de resultados
concretos en estas áreas del plan anterior.
53
IV.IV. LAS ACCIONES DE REINSERCIÓN SOCIAL: ACTORES, ENFOQUES,
PROGRAMAS Y RESULTADOS
Tal como se ha señalado a lo largo del texto, no ha existido una visibilización específica del
concepto Reinserción Social, el que más bien ha tenido la doble dificultad de por una parte
ser homologado con la no reincidencia y por otra, se ha tenido que extraer desde las
acciones que se han realizado con población infractora y destinada a mejorar sus
posibilidades de inserción en el medio libre, principalmente mediante la capacitación y
habilitación laboral.
En este sentido, sin perjuicio de la acción de algunas instituciones privadas que han
desarrollado acciones de intervención y tratamiento de la población penal (en sistema
cerrado, abierto y post penitenciario), por su cobertura y falta de organicidad en el proceso
de intervención, hacen difícil generar una matriz única de análisis, por lo que sin
desconocerlas, no serán objeto de este trabajo18.
Por tanto, desde la perspectiva de conocer el rol del Estado en esta materia y las
instituciones que por mandato legal y misión institucional deben asumir responsabilidad en
la reinserción social, es que se describirá las principales acciones y programas en dos
grandes líneas: desde el punto de vista de los actores la labor que han desarrollado en el
periodo la Subsecretaria de Prevención del Delito – específicamente a través del Programa
de Reinserción Social que data del año 2006 – y Gendarmería de Chile, con los programas
de intervención y tratamiento que se desarrollan para población recluida y cuya
responsabilidad recae en la Subdirección Técnica.
Y el segundo foco refiere al enfoque técnico político que subyace a estas acciones,
destacándose dos grandes referentes: por una parte, el Modelo de Riesgo, Necesidad y
Responsividad que ha sido el referente del Programa de Reinserción Social de la
Subsecretaría de Prevención del Delito y que luego fue adoptado por Gendarmería de Chile
para su propio Programa de Prestaciones para la Reinserción Social; y en segundo término,
los programas laborales y educacionales, los que han sido el referente para el estudio de
reincidencia, considerados como el referente más concreto de intervención para los sujetos.
18
Dentro de dichas instituciones tenemos aquellas que trabajan en algunos recintos carcelarios con
población penal y sus familias, ya sea del ámbito religioso (como Fundación Paternitas, Hogar de Cristo) o de
grupos de acción social que se sustentan en el apoyo de sectores empresariales, como la Corporación
Target , Corporación Abriendo Puertas o Fundación Plan B, entre las más relevantes.
54
CCP Colina I y CP de Valparaíso, con una cobertura de 480 casos, para luego expandirse al
CP Colina 2 y CP Concepción, llegando a un total de 900 sujetos bajo intervención en el
año 2014. Basado en el Modelo de Riesgo, Necesidad y Disposición a Responder, desde su
origen tiene como objetivo facilitar y apoyar el proceso de reinserción social de penados
que cumplen condena en cárceles, incluidos entre ellos los usuarios que accedan a permisos
de salida dominical y salida de fin de semana; y aquellos que gozan del beneficio de salida
controlada al medio libre y que forman parte de la población objetivo del programa,
contribuyendo con ello a reducir el riesgo de reincidencia delictual (SUBSECRETARIA
DE PREVENCIÓN DEL DELITO, 2011). Para ello, apunta a disminuir el riesgo de
reincidencia delictual mediante el mejoramiento de habilidades y competencias cognitivas,
psicosociales, relacionales y laborales en los usuarios del programa de los establecimientos
penales ya indicados, contribuyendo a reducir los efectos de la prisionización y a mejorar
sus posibilidades de reinserción social, postulándolos en la medida de sus avances al
Consejo Técnico para evaluar acceso a permisos de salida u otras instancias que
correspondan.
El proceso de intervención considera siete etapas con acciones específicas e n cada una de
ellas, con una secuencia lógica que responde a las exigencias del modelo. Una primera
etapa preparatoria, en la que se preparan las condiciones físicas (habitación,
equipamiento, talleres) para el funcionamiento del programa; la segunda corresponde al
diagnóstico de casos y diseño del plan de intervención para usuarios con el fin de
seleccionar el universo de usuarios; posteriormente viene un proceso de intervención
motivacional, en el que se busca la adherencia del sujeto al programa. Posteriormente están
etapas que pueden ser paralelas o secuenciales de acuerdo a las necesidades criminógenas
detectadas en los sujetos. En los casos que se requiera se pasa a una etapa paralela de
nivelación de estudios, tanto en educación básica y media, aprovechando la oferta
educacional intrapenitenciaria. En la misma línea de necesidad, es posible derivar a los
requirentes a centros de tratamiento de adicciones, existentes en algunos recintos
55
penitenciarios, respecto de cuyo alcance y cobertura se volverá más adelante. Existe otro
paso que es la intervención socio-ocupacional, en la cual los sujetos que participan de ella
son capacitados para el desarrollo de habitualidad y competencias habilitantes para la
actividad laboral. Finalmente se desarrolla una intervención psicosocial especializada en
factores de riesgo dinámico, en la que de acuerdo a las características obtenidas en el
diagnóstico especializado se realizan talleres específicos de mitigación y transformación de
valoraciones, significaciones y conductas de los sujetos que entrañen un riesgo de
reincidencia19.
Este programa tuvo una evaluación de resultados, hecha por la misma Subsecretaria de
Prevención del Delito en el año 2011, los que fueron publicados preliminarmente a fin de
ese año20. La condición de preliminar es explicada por el propio estudio, que reconoce que
la práctica habitual en evaluaciones de impacto en materia de reinserción social consiste en
esperar que todos los sujetos alcancen un período en libertad de 3 años antes de realizar
mediciones. Esto genera el tiempo suficiente para que las reincidencias sean detectadas por
el sistema de justicia y deriven, eventualmente, en condenas. El informe utilizó una muestra
de sujetos que regresaron al medio libre entre diciembre de 2007 y noviembre de 2010, es
decir, de 1 a 3 años antes de realizar el estudio. Por tal motivo, los resultados que se
obtuvieron fueron considerados preliminares, estableciéndose que los definitivos se
alcanzarían cuando la totalidad de la muestra llegara 3 años desde la fecha de egreso de la
unidad penal.
En lo medular, los datos indicaron que la reincidencia en el grupo que se benefició del
programa fue de 15,15%, en tanto que el grupo de comparación alcanza una proporción de
casos reincidentes (nueva condena) de 22,35% (SUB. PREVENCIÓN DEL DELITO,
20119. Esta diferencia nominal de 7,2 puntos porcentuales representaba,
proporcionalmente, un 32% menos de reincidencia para el grupo tratado, en relación con el
19
Estudio sobre Programa de reinserción social sobre la reincidencia de hombres adultos condenados por
delitos. Ministerio del Interior, Subsecretaria de Prevención del Delito, 2011
20
Se espera un nuevo estudio para el presente año 2015.
56
grupo de comparación, lo cual constituyó evidencia empírica de impacto en términos de
reducción de reincidencia en delito, permitiendo que dicho programa fuera considerado
exitoso no sólo por el propio Ministerio del Interior, sino que fuera el referente que utilizará
la DIPRES del Ministerio de Hacienda para cuestionar la calidad de la gestión de
Gendarmería de Chile en programas de reinserción social, obligando a un cambio sustancial
en esta materia21.
21
En el Resumen Ejecutivo de Evaluación de Programas Gubernamentales referido a los Programas de
Rehabilitación y Reinserción Social del Ministerio de Justicia, en el ítem de Eficacia y Calidad se señala que
“No se tiene evidencia sobre el logro del Propósito del Programa de Rehabilitación y Reinserción Social
debido a que se desconoce el tamaño del impacto que tiene cada componente en sobre la disminución de la
reincidencia legal… El panel no identifica factores que puedan explicar las variaciones en la reincidencia legal
de distintos cohortes de egresados considerados en los informes de Gendarmería de Chile. En todo caso,
algunas variaciones son pequeñas (CET) y en ningún caso permiten señalar que exista una tendencia a la
disminución o aumento en la efectividad de los programas”. Para posteriormente en las recomendaciones, la
N° 1 es taxativa en instruir que se debe “Rediseñar los programas en función de la población objetivo (de
acuerdo a compromiso delictual), estableciendo modelos diferenciados de intervención, lo que implica
servicios distintos por tipo de interno. Al respecto, los modelos de intervención deben explicitar cuándo están
orientados fundamentalmente a mejorar la atención, contribuyendo a disminuir la reincidencia; de las
intervenciones orientadas explícitamente a disminuir reincidencia, aunque en ambos casos el indicador de
resultado debe ser la disminución de la reincidencia legal. Lo anterior, en el entendido que se debe avanzar
en ampliar programas orientados específicamente a disminuir reincidencia en todos los Subsistemas
Penitenciarios. Los modelos de intervención deben cumplir las condiciones mínimas para ser considerados
como tales: Marco teórico, basado en evidencia internacional, metodología explícita, instrumentos y
protocolos de intervención, identificación del perfil del beneficiario, orientado hacia resultados con
instrumentos de evaluación que consideren grupos de control” (DIPRES, 2012)
57
hasta que se establezca la transferencia definitiva no existiendo un plazo definitivo para
ello22.
Fuente: “Estudio Reinserción laboral de privados de libertad: el rol del partenariado público-privado” Fabiola
Morales Ortiz, 2012
Pero dicho desequilibrio también se ha presentado en los aspectos más técnicos, teniendo
una histórica ausencia de modelos estandarizados e integrados a todos los subsistemas para
la intervención de sujetos. Sólo a partir del año 2008 se generan las primeras Normas
Técnicas que regulaban en términos generales el proceso técnico de intervención, criterios
22
Un ejemplo que describe esto y lo anteriormente señalado se puede encontrar en el Ord. N° 500 del 10-
06-2013 del Subdirector Técnico de Gendarmería de Chile al Jefe de la División de Reinserción Social del
Ministerio de Justicia, el que luego de hacer un diagnóstico de las dificultades de funcionamiento del
programa hace presente las dificultades de copamiento de cobertura que se están generando por la
excesiva rigidez de criterios y el incumplimiento en la creación de una oferta estandarizada, lo que le
permite solicitar que se hagan las gestiones necesarias ante la Ministra de Justicia y no se permita el
aumento de cobertura y más aún, se haga el traspaso técnico, financiero y administrativo del Programa de
Reinserción Social de la Subsecretaria de Prevención del Delito a Gendarmería de Chile
23
El referido informe DIPRES de 2012 señala textualmente “el Presupuesto proveniente de Gendarmería,
para el conjunto de programas evaluados, tiene una participación que varía entre un 4,26% (el año 2008) y
un 4,94% (el año 2011) en el presupuesto total de la institución. Es decir, tiene una participación muy menor
en relación a los otros servicios que presta Gendarmería a su población beneficiaria, como por ejemplo,
Vigilancia”. (DIPRES, 2012)
58
orientadores de la relación con los sujetos y las condiciones físicas que debían tenerse
presente para el desarrollo de las diferentes acciones24. Sin embargo, la falta de programas
específicos y de recursos que permitieran concretar estas pautas, además del escaso
conocimiento que sobre ellas había en los equipos técnicos regionales y locales, no
permitieron que fueran un referente en la acción institucional para la reinserción social, por
lo que principalmente se siguieron potenciando las acciones clásicas de capacitación,
fomento de la actividad laboral intrapenitenciaria, acceso a oferta educacional básica y
media, así como atención psicosocial fundamentalmente en base a demanda espontánea o
bajo requerimiento legal (como postulaciones a beneficios de salida, indultos o solicitudes
de tribunales, principalmente).
Consecuente con lo anterior, las principales herramientas que tendrá la institución para
motivar la participación de los sujetos en los diferentes proyectos y actividades de
reinserción social serán los beneficios intrapenitenciarios de salida progresiva al medio
libre –regulados por el D.S. N° 518 del año 1998 y actualizado el año 2006 – y la Libertad
Condicional, establecida en el Decreto N° 321 del año 1925 y regulada por el Decreto N°
2442 del año 1926, sin modificaciones a la fecha.
Pero hay un hito que implicará la necesidad de establecer un cambio en este modelo de
gestión y que se relaciona con el funcionamiento del Programa de Reinserción Social de la
Subsecretaria de Prevención del Delito. El año 2012 la Dirección de Presupuesto del
Ministerio de Hacienda, calificó como de “desempeño insuficiente” el Programa de
Reinserción Social de Gendarmería de Chile, el que aglutinaba las diferentes acciones en
las áreas de intervención señaladas precedentemente, indicando que de persistir dichas
dificultades de funcionamiento se cuestionaba la entrega de presupuesto para este programa
(DIPRES, 2012). En lo concreto, los cuestionamientos podían aglutinarse en tres grandes
áreas problemáticas:
24
Normas Técnicas de Gendarmería de Chile, Subdirección Técnica Genchi, 2008
59
una amplia dispersión en los criterios profesionales de evaluación y adecuaciones no
justificadas que generaban prácticas localistas; demandas de intervenciones específicas sin
cubrir, y finalmente, dificultad para identificar beneficiarios por sobre beneficios.
Por todo eso, la DIPRES recomendará estrictamente que debían rediseñar los programas en
función de la población objetivo (de acuerdo a riesgo de reincidencia), estableciendo
modelos diferenciados de intervención lo que implicaba servicios distintos por interno;
estandarizar la metodología de intervención e instrumentos aplicables según necesidades
del beneficiado; implementación de registros e informes de las atenciones e intervenciones
entre todos los componentes; y, llevar registro de las demandas de los beneficiarios y cómo
ellas fueron resultas y respondidas. A partir de todo esto es que surgirá inicialmente el
Programa de Ampliación de Cobertura, como una estrategia para aumentar la dotación de
personal técnico – profesional destinada a labores de intervención psicosocial para
posteriormente pasar a ser el Programa de Prestaciones para la Reinserción Social, el que
toma sus fundamentos técnicos y modelo de intervención del Programa de Reinserción
Social del Ministerio de Justicia, aunque con las adecuaciones que imponía la dotación de
personal y necesidades institucionales, lo que impacta en el rigor técnico con el que se
desarrolla el programa.
Dentro de las recomendaciones que hacía el programa para Gendarmería de Chile estaba el
aumentar la intensidad de la intervención respecto de los sujetos con mayor prevalencia de
riesgo y reducirla respecto de los sujetos evaluados con bajo riesgo, para los cuales incluso
se propone su más inmediata postulación para traslado a un Centro de Estudio y Trabajo
(CET) Semiabierto, permiso laboral o de salida dominical, fin de semana y salida
controlada al medio libre, siempre y cuando cumpla con los requisitos para ello y el
interno/a esté de acuerdo con su postulación, recomendación que generó voces discordantes
60
dentro de la propia institución y que incluso trascendieron frente a casos de delitos de
connotación pública en los que habían participado sujetos usuarios de alguno de estos
beneficios.
Población atendida en Programa de Prestaciones para la Reinserción Social 2013. Fuente: Memoria 2013
Subdirección Técnica Gendarmería de Chile
Pero a la fecha el programa presenta dos grandes falencias, una más estructural y la otra
técnica, lo que incide en que no es posible determinar el real impacto que pueda tener
respecto de la intervención intrapenitenciaria.
61
oferta estandarizada de talleres ni actividades de tratamiento, respondiendo más bien a las
posibilidades de cada recinto penitenciario, agregándose que en general esta es insuficiente
para dar cuenta de las necesidades de tratamiento. Ejemplo de ello es lo que sucede con un
factor de riesgo transversal como lo es el consumo de drogas. A nivel nacional,
Gendarmería de Chile desarrolla el Programa de Tratamiento de Adicciones, siendo el
objetivo de éste contribuir a rehabilitar a las personas que presentan consumo problemático
de drogas que ingresan a los Centros de Tratamiento de Adicciones (CTA) del subsistema
cerrado. Este programa se ejecuta con apoyo técnico y financiero entregado por SENDA,
desde el año 2000. Siendo un programa de alto impacto, su cobertura es escasa, existiendo
sólo 15 centros a lo largo del país, con una cobertura neta de personas atendidas al mes de
diciembre de 2013 de 1.143 internos (703 hombres y 440 mujeres) en las distintas
modalidades de tratamiento: pre-tratamiento (bajo umbral), tratamiento (alto umbral) y
seguimiento (De acuerdo a Memoria 2013 de la Subdirección Técnica de Gendamería de
Chile).
62
criminógena o factor de riesgo dinámico es la vinculación con amigos que también cometen
delitos. La modificación de esta condición (dejar de lado a los amigos delincuentes y
reemplazarlos por grupos de amigos que no cometen delitos) aporta a la reducción del
riesgo de reincidencia. Por oposición, existen necesidades no criminógenas, las cuales si
bien pueden ser muy importantes para el usuario, no guardan relación con la probabilidad
de reincidencia. Un ejemplo clásico de este tipo de variables es el nivel de autoestima. El
mejoramiento de la autoestima en población penal sólo produce personas con mejor
autoestima, no aporta a reducir el riesgo de reincidencia en delito.
Finalmente en este punto, se puede señalar que es un modelo de intervención que tiene
elementos de diferentes paradigmas sociológicos y psicológicos, con componentes
funcionalistas en su lógica establecer modificaciones en la propia concepción de su rol de
cada sujeto; conductistas, en la medida que trabaja con el refuerzo de un repertorio
conductual socialmente aceptado e incluso podríamos decir interaccionalista simbólica –de
ahí su entronque liberal – en cuanto se sitúa en el sujeto como un ser individual que
requiere de acciones específicas y acotadas a su necesidad, requiriendo de un set de
herramientas técnicas de trabajo y en el ámbito de la acción apunta a la habilitación social
de éstos. En todo caso, este modelo es elegido principalmente por las positivas
evaluaciones de funcionamiento en diferentes estudios, lo que permite responder a esta
relación entre el saber científico y el saber político, aun cuando su principal dificultad es la
falta de oferta programática que permita efectiva e integralmente responder a las
necesidades de riesgo de cada sujeto.
63
4. ACTIVIDAD LABORAL Y EDUCACIONAL INTRAPENITENCIARIA: LA
APUESTA CLÁSICA DE REINSERCIÓN SOCIAL
Por tanto, dicha concepción se ha mantenido en el tiempo, retomándose con nuevos bríos
en la actualidad, de la mano del respaldo de la ciencia y los estudios que correlacionan
aprendizaje educacional y laboral con mitigación de la reincidencia: “…estamos ampliando
la oferta de reinserción laboral en los recintos penales, ajustando la oferta de capacitación
a los requerimientos del mercado…Educación y trabajo constituyen la principal fórmula
en este objetivo (Ministro de Justicia José Antonio Gómez, 08-10-2014 Editorial en El
Mercurio).
Por otro lado, la educación se ha ido incorporando de la mano con el carácter obligatorio
que tiene para la población, así como funciona con los mismos mecanismos de
financiamiento del sistema educacional, encontrándose dentro de los recintos penales
escuela y liceos municipales como instituciones pertenecientes a corporaciones privadas
bajo régimen de subvención estatal. Y en los recintos concesionados (Alto Hospicio,
25
Para una más completa panorámica de la formación del sistema penitenciario se sugiere revisar “Encierro
y Corrección: La configuración de un Sistema de Prisiones en Chile (1800- 1911)” de Marco Antonio León
León, Editorial Universidad Central, 2003.
64
Antofagasta, La Serena, Santiago, Concepción, Valdivia y Puerto Montt) dentro de los
respectivos contratos se estableció la obligatoriedad de otorgar educación básica y media,
para lo cual los concesionarios trabajan con corporaciones educacionales con un régimen de
financiamiento compartido. La educación que se imparte en los recintos penitenciarios del
país corresponde a los Planes y Programas de Educación de Adultos de modalidad
científico-humanista, con algunas iniciativas en educación técnica, aprobados por el
Ministerio de Educación. De acuerdo a los últimos datos disponibles (Memoria 2013) la
demanda educacional es atendida a través de 98 establecimientos educacionales operando
al interior de los distintos establecimientos penitenciarios del país. Algunos de estos
recintos educativos ejecutan cursos anexos, ya sea de enseñanza básica o media en más de
un recinto penal
En el último lustro se han mantenido estables las cifras de personas que participan del
proceso educativo intrapenitenciario, con un leve aumento en los últimos dos años, lo que
se puede explicar por el crecimiento de la oferta educacional (entre otros factores con la
puesta en marcha de un nuevo recinto concesionado – Antofagasta – y el aumento de
cobertura en los existentes - ), pese al descenso de la población penal intramuros entre el
2012 y 2013, cayendo en un 9,03%, aunque también se relaciona con el discurso
institucional de potenciar este ámbito como mecanismo de apoyo a la reinserción social:
EDUCACION INTRAPENITENCIARIA
AÑO ED. BASICA ED. MEDIA
HOMBRES MUJERES HOMBRES MUJERES TOTAL
2009 6013 702 6419 460 13594
2010 5781 282 6305 625 12993
2011 5549 764 6327 574 13.214
2012 7574 806 8736 731 17.847
2013 7059 660 8354 749 16.822
Elaboración propia con datos de Memorias Institucionales de la Subdirección Técnica de Gendarmería de Chile
65
acceso a una salida progresiva al medio libre, antes que ser parte de un proceso de
intervención. Finalmente en este punto, importa señalar que tampoco la educación genera
una real continuidad formativa en términos de acceder a Educación Superior, existiendo
sólo esporádicos casos de progresividad. De hecho, los datos 2013 indican que de 1236
estudiantes que rindieron la PSU, casi el 89% de los/as alumnos/as lograron puntajes
iguales o inferiores a los 450 puntos. Un 8,3% logró puntajes entre los 451 y los 500 puntos
y 2,7% de los postulantes logró puntajes iguales o superiores a los 501puntos. Los
promedios por cada prueba rendida corresponden a 359 en Lenguaje y Comunicación,
374,6 en Matemáticas y 366,8 en Puntaje Ponderado, datos que demuestran el enorme
déficit en el nivel de presentación de los alumnos a dicho mecanismo de selección.
En el ámbito del trabajo se pueden distinguir dos grandes grupos: el trabajo informal, que
corresponde principalmente a la actividad artesanal, el desarrollo de tareas de mantención y
aseo del establecimiento penal y otras actividades laborales no formalizadas ni
dependientes de alguno de los centros de trabajo. El otro grupo es la actividad formal, la
que principalmente está centralizada en los Centros de Estudio y Trabajo (CET) y por otra
parte, la prestación de servicios a empresarios que funcionan dentro de los establecimientos
penales. Cabe señalar que en este caso existe una regulación normativa para este tipo de
actividades, el D.L. N° 943 del año 2011, el que es el primer cuerpo legal que viene a
normar la actividad laboral formal intrapenitenciaria.
66
Fuente: Memoria 2013 Subdirección Técnica Gendarmería de Chile
No obstante estas cifras, es relevante que ellas más bien responden a actividades con bajo
nivel continuidad, asociada con una escasa recompensa económica, lo que indica que en
muchos casos ello no es un mecanismo de manutención actual consistente para los sujetos o
que puedan seguir realizándolo en el futuro. Al revisar revisa en la cifra de internos
trabajadores aquellas ocupaciones que conllevan un ingreso económico sistemático en el
transcurso del año, es posible advertir que de los 16.287 trabajadores que se reportan para
el año 2013, sólo un 29,76% califica en esta condición y corresponde a internos con
contrato de trabajo, internos en Centros de Educación y Trabajo, aquellos que realizan
servicios de aseo, mantención o manipulación de alimentos para la administración
penitenciaria o aquellos que de manera independiente prestan servicio a particulares. Más
concretamente, de un promedio anual de 4.847 internos que accedieron a alguna modalidad
laboral productiva (con ingresos económicos sistemáticos), el 29,6% -esto es 1.436 internos
(1.364 hombres y 72 mujeres)- lo hicieron bajo la regulación del Código Laboral. Cabe
señalar, que del total de internos que trabajaron asociados a un contrato de trabajo, el 46%
(663 personas) corresponde a internos/as cumpliendo condena en Establecimientos
Penitenciarios Concesionados (Memoria SDT GENCHI, 2013), lo que también indica una
debilidad en este punto de los establecimientos penales tradicionales.
67
AREA DE CAPACITACION N° INTERNOS CAPACITADOS
Construcción obras civiles 383
Panadería pastelería 287
Mueblería 271
Operador de grúas y máquinas 138
Talabartería 129
Cocina y preparación de alimentos 116
Electricidad 101
Soldadura 91
Artesanías 89
Computación e informática 83
Aseo Industrial 80
Corte y confección 59
Venta y negocios 46
Mecánica 39
Cultivos hidropónicos 35
Cuidados adulto mayor 30
Peluquería 20
Gasfitería 20
Otras temáticas 375
TOTAL 2392
Elaboración propia en base a datos de Memoria 2013 Subdirección Técnica Gendarmería de Chile
La dificultad encontrada reside en que no existen estudios o mediciones que indiquen cual
ha sido la incorporación de estas capacitaciones en los sujetos que las obtienen y como
estas efectivamente le ayudan en su incorporación al mercado laboral, siendo nulo el
conocimiento respecto del real impacto que estas tienen.
68
ejercicio de la actividad laboral siempre deberá tenerse en cuenta el interés de los internos
y su formación y capacitación. En razón de este objetivo los CET contarán con recursos
asignados por el Estado, como asimismo, contarán con recursos propios, originados de la
actividad productiva que realicen” (D.L. N° 943/2011).
Estos recintos pueden estar dentro de los establecimientos penales cerrados o ser unidades
autónomas semiabiertas, con menores niveles de control y rigidez de funcionamiento de las
medidas de seguridad, permitiéndose desde el año 2013 por medio de resolución del
Director Nacional de Gendarmería de Chile que la población penal de estos
establecimientos, previa autorización y regulación de uso, puedan contar con equipo de
teléfono móvil y conexión a internet, además de flexibilizarse las posibilidades de permisos
de salida, lo que aumenta el interés de acceder a cumplir condena en dichos recintos. El
sistema de traslado también está regulado administrativamente en cuanto al saldo de
condena y un mecanismo de evaluación que incluye informes profesionales psicológicos,
sociales y ocupacionales (cuando se dispone de dicho recurso profesional), además de ser
sometido a discusión del Consejo Técnico del establecimiento penal de origen del sujeto
como del propio Centro de Estudio y Trabajo. Pero este mecanismo también ha presentado
dificultades de funcionamiento. Un estudio de supervisión de los Consejos Técnicos en las
15 regiones del país realizado por el Departamento de Reinserción Social en el Sistema
Cerrado durante el año 2012 y 2013 indicó discrepancias entre la evaluación profesional de
algunos casos, en que no se sugería el traslado del sujeto al CET por factores de riesgo
criminógeno, recomendación que no siempre se consideró, privilegiándose más bien el
desempeño laboral y necesidades de cumplimiento de cobertura del CET, lo que en algunos
casos incluso pudo relacionarse con la posterior fuga del sujeto de dicho recinto. Y
principalmente se detectó que la gran mayoría de los casos postulados y traslados no
respondía a un proceso de intervención en el marco del Programa de Prestaciones para la
Reinserción Social, sino que más bien respondía a la demanda espontánea de postulantes
y/o a la iniciativa de profesionales de las áreas técnicas que detectaban sujetos que a su
juicio respondían al perfil requerido para integrarse al CET 26. Con todo, los números no
alcanzan una gran relevancia respecto del total de población penal, tal como se puede
apreciar en el siguiente cuadro resumen del año 2013:
26
Dichos estudios denominados “Programa de Seguimiento y Supervisión Técnica del otorgamiento de
Permisos de Salida y Traslados a CET Semiabiertos” se realizaron en el marco de metas de gestión
institucional, respondiendo en alguna medida con ello a los requerimientos de la DIPRES de mejorar los
sistemas de supervisión y control de la gestión técnica penal. Cubrieron alternativamente las 15 regiones, en
una primera etapa de supervisión y una segunda de seguimiento para los establecimientos penales que
habían sido objeto de evaluación durante el 2012.
69
Fuente: Memoria 2013 Subdirección Técnica Gendarmería de Chile
27
Un documento inicial de trabajo es el Ord. N° 707 del 06/09/2013 de la Subdirección Técnica en el que se
presentan propuestas de modificación para su discusión.
70
sujeto sin tener faltas al régimen interno pueda partir con una evaluación de mala conducta,
sin justificarse dicha medida.
El citado reglamento no establece una definición de Reinserción Social, por lo que dicho
concepto se obtiene desde el desarrollo de acciones de tratamiento y principalmente se
entiende como un hecho concreto en la medida que el sujeto puede acceder gradualmente al
medio libre. Pero no se relaciona sistemáticamente con la operatoria del sistema penal ni
establece una preeminencia de las actividades que tienen este fin dentro del proceso que
vive el sujeto. En virtud de ello se propuso definir la reinserción social como un proceso
continuo, en el cual se espera que el sujeto desarrolle capacidades y competencias que le
permitan relacionarse de manera eficaz con personas, grupos e instituciones en el medio
libre, en concordancia con el respeto a las normas y el bien común. El desarrollo de
competencias cognitivas, psicosociales, relacionales y laborales en personas que cumplen
condena, es un medio facilitador para la integración del sujeto a los espacios sociales.
28
“Los permisos de salida en la legislación chilena” , Defensoría Penal, 2007
71
Finalmente, en cuanto a los requisitos para concederlos, el D.S. N° 518 establece que los
permisos de salida sólo podrán concederse a quienes hayan demostrado avances efectivos
en su proceso de reinserción social (Art.97), definiendo como criterios técnicos el informe
psicológico que dé cuenta de la conciencia de delito, del mal causado con su conducta y de
la disposición al cambio – aspectos respecto de los cuales no define indicadores - , de modo
que se procure, por una parte, constatar que el interno responde efectiva y positivamente a
las orientaciones de los planes y programas de reinserción social y, por otra, evitar la mera
instrumentalización del sistema con el fin de conseguir beneficios.
Por su parte, el informe social deberá referirse expresamente a las posibilidades del interno
de contar con medios o recursos de apoyo o asistencia.
Evidentemente hay muchos más aspectos que señalan el atraso de esta normativa central en
la Administración Penitenciaria que requieren de mejora, pero se ha optado por focalizar en
aquellos aspectos más relevantes relacionados con el proceso de reinserción social.
Ciertamente que una norma legal casi centenaria y que regula el proceso en que un sujeto
que sufre de reclusión pasa a insertarse en el medio libre tendrá un nivel de desfase con la
realidad social si es que no sufre modificaciones sustantivas en dicho periodo de existencia,
salvo las adecuaciones de funcionamiento a otras leyes posteriores vigentes, como la
N°19.856 de Rebaja de Condena, respecto de la cual también se señalaran algunos aspectos
relevantes más adelante.
72
cumplimiento de los sujetos beneficiarios y suponga soportes institucionales que no se
condicen con las capacidades del sistema penal chileno.
Por otra parte, en la medida que el sujeto comienza a hacer uso de Libertad Condicional
debe reportarse semanalmente en horario laboral en un Centro de Integración para la
Reinserción Social (Ex Patronato de Reos) o recinto penitenciario, dependiendo de la
región y establecimiento penal de control que haya fijado la respectiva Corte de Apelación
que otorga el permiso, cuestión que se dificulta respecto de aquellos sujetos que se
encuentran con actividad laboral formal, en especial los dependientes. En la misma línea, la
fijación de una región determinada para el cumplimiento del permiso inhibe posibilidades
laborales, pues si bien se puede pedir permiso para salir de la región, esto debe hacerse cada
vez que se salga de ello, con todo el trámite administrativo que ello implica, lo que
finalmente significa que algunos sujetos opten por salir de la región no solicitando
autorización, lo que implica el riesgo de revocación.
73
Servicio de Registro Civil pues sólo después del cumplimiento de condena pueden iniciar el
proceso de eliminación que establece el D.L. N° 409 (otra pieza de la arqueología legal
penitenciaria, aun vigente y que data de 1934). Por tanto, los sujetos tienen un severo
hándicap para acceder al mercado laboral pues para efectos prácticos son personas
cumpliendo condena vigente y visible en el certificado de antecedentes. En este sentido,
una propuesta puede ser que respecto de las personas que se encuentran haciendo uso de
Libertad Condicional pudiesen utilizar el mecanismo que establece el D.L. 409, la Omisión
de Antecedentes, que se aplica a quienes han iniciado el proceso de Eliminación de
Antecedentes y que permite que el Certificado de Antecedentes aparezca sin estos,
facilitando de esta manera al proceso de inserción laboral de los sujetos.
Por último en cuanto a normativa, si bien existe bastante material al respecto que permitiría
desarrollar un estudio específico en el tema, corresponde referirse a la aplicación de la Ley
N° 19.856 de Rebaja de Condena. Esta norma, promulgada el 28 de febrero de 2003 tiene
por objeto establecer los casos y formas en los que una persona que ha sido condenada al
cumplimiento de una pena privativa de libertad, puede reducir el tiempo de su condena, en
base a haber demostrado comportamiento sobresaliente durante su cumplimiento. En base a
ello, tendrá derecho a una reducción del tiempo de su condena equivalente a dos y hasta
tres meses en algunos casos por cada año de cumplimiento.
Más allá de las dificultades y heterogeneidades del proceso de evaluación que se hace a los
sujetos para acceder al beneficio, el principal problema de esta normativa ha tenido que ver
en el último año con el factor político. A partir de la ocurrencia de hechos delictuales de
connotación pública en los cuales han participado sujetos que se encontraban en libertad y
que habían recibido en algún momento de sus condenas el beneficio de reducción que
establece la citada ley, el Ministro de Justicia actual ha decidido tener una mayor
observación y evaluación de los sujetos que son propuestos para el otorgamiento del
beneficio, en especial de aquellos que se encuentran haciendo uso del beneficio de Libertad
Condicional, lo que en la práctica ha significado un retraso en la fecha de cumplimiento de
las condenas, acercándolas a la fecha original de cumplimiento de condena, por lo que si
bien las personas se encuentran en libertad, deben seguir cumpliendo con los mecanismos
de registro y no pueden acceder al proceso de Eliminación de Antecedentes, con todo lo
que ello significa desde el punto de vista social, laboral y personal que se refirió
anteriormente. En este tenor la autoridad señaló que “la firma del Ministerio de Justicia
representando a la Presidenta de la República no es un mero trámite, no es que la
comisión determine directamente si le corresponde o no le corresponde que se rebaje la
condena, para algo existe el Seremi de Justicia, quien tiene que certificar que esas
condiciones objetivas se cumplan (N. del A.: referidas al estudio, trabajo y proyección
social); y ahí el Ministerio de Justicia firma el decreto. Si fuera un mero trámite, se habría
hecho exactamente lo que se hizo con las libertades condicionales, que fue dejar fuera a la
autoridad administrativa y solo la obligación la tiene, en ese caso, las comisiones de
conducta” (Ministro de Justicia José Antonio Gómez, 2013 en declaraciones efectuadas a
74
la prensa y reproducidas en el portal institucional del MINJU). Todo ello ha significado que
el otorgamiento del beneficio de reducción de condena incorpore un nuevo proceso de
evaluación que no estaba considerado en la citada Ley N° 19.856.
Para enfrentar este tema, la opción que ha tomado un número importante de usuarios de
este beneficio es el instalar recursos de amparo en las Cortes de Apelaciones
correspondiente, los que regularmente son aceptados obligando al Ministro de Justicia a dar
curso a los respectivos decretos de rebaja de condena. Sólo durante el año 2013 fueron
aceptados 314 recursos de amparo que significaron el cumplimiento de condena para dicho
número de personas.
Por sobre la discusión del funcionamiento puntual de la ley N° 19.856, este viene a graficar
un problema pendiente en la actualización normativa del sistema penitenciario chileno, en
el que parece que la voluntad política no ha estado de la mano con las necesidades que
presenta el problema carcelario, pues a la fecha no se han establecido modificaciones
sustantivas a ningún cuerpo legal relacionado con el tema ni se han establecido las
transformaciones legales que faciliten o al menos le den mayor coherencia al cumplimiento
de penas y la reinserción social de personas, teniéndose respuestas – como la destacada del
Ministro de Justicia – que más parecieran tener que ver con hacer contacto con la
exposición pública, en la lógica tradicional de responder a una agenda de coyuntura
política.
75
V. CONCLUSIONES: INTENTO DE RESPUESTA A LAS PREGUNTAS
INICIALES
Claramente en un tema que presenta tantas aristas y flancos abiertos, parece osado siquiera
plantear la posibilidad de conclusiones, por lo que más bien debiéramos hablar de algunos
puntos de base desde los cuales se pueden abrir más discusiones y propuestas, que creemos
necesarias por la urgencia e implicancias del tema en el país.
De acuerdo a ello y a la estructura que tiene este trabajo, en el presente capítulo entonces se
tratará de dar una respuesta, probablemente insuficiente y por el contrario altamente
susceptible de irse enriqueciendo a las preguntas iniciales que orientaron la investigación.
Es importante hacer presente que estos intentos de respuestas están totalmente relacionadas
entre sí, dividiéndose en el formato que sigue sólo por fines metodológicos.
Cuando nos referimos a las políticas y estrategias nacionales de Seguridad Pública estamos
hablando de aquellas políticas públicas que sobre el tema se han construido desde el año
2004 con la Política Nacional de Seguridad Ciudadana, para luego pasar a la Estrategia
Nacional de Seguridad Pública de 2006, avanzando al Plan de Seguridad Pública Chile
Seguro 2010 – 2014 y el actual Plan Seguridad para Todos 2014 – 2018.
El análisis de los datos de la presente investigación respecto de estas políticas, por sobre las
características principales de cada una de ellas y presentadas en el capítulo correspondiente,
indican dos cuestiones principales: en primer lugar, en la medida que estas se sitúan desde
una visión de protección ciudadana entendida como la disminución de los delitos más
frecuentes, protección de la propiedad privada y reducción de la sensación de
victimización, respecto de la población penal se considera más relevante el concepto de
reincidencia delictual como elemento a atender, aun cuando esto no ha sido una
preocupación permanente, haciéndose presente a partir de las tres últimas políticas de
seguridad pública. Volveremos a este tema cuando se hable del contenido de este concepto
en estas políticas en Chile.
76
Con relación a lo anterior, ciertamente aparece correcta dicha opción pues, desde la lógica
del saber experto basado en evidencia científica, las múltiples causalidades delictivas
implican la necesidad de tratamientos diferenciados y específicos. Dentro de estas acciones
de intervención multifactorial se destacan dos áreas, las que principalmente desarrollan la
División de Seguridad Pública y el SENDA, ambos servicios dependientes del Ministerio
del Interior: el tratamiento de factores psicosociales de riesgo y el consumo de drogas.
Sobre los factores de riesgo, principalmente se atienden a través del Programa de
Reinserción Social, que se sitúa bajo el Modelo de Riesgo, Necesidad y Disposición a
Responder y sobre cuyo impacto ya nos hemos referido precedentemente, aun cuando
huelga recordar que las cifras anuales de atención no superan la cobertura de 900 casos. No
obstante, desde la lógica del concepto en la política pública este programa es exitoso pues
tiene una tasa de 32% de reducción de la reincidencia en los sujetos que terminaron todo el
proceso de intervención respecto de individuos que no fueron parte de dicho programa.
Sobre el consumo de drogas, la evidencia indica que es un factor transversal a la conducta
delictiva en tres dimensiones: ya sea por delitos que se cometen bajo su influencia, con el
fin de obtener medios para consumo o delitos asociados a su tráfico y comercialización
(GARCIA DE PABLOS, 2007). Sin embargo, a nivel intrapenitenciario esto no se ha
traducido en el aumento sustantivo de una oferta de atención a este fin, la que de acuerdo a
cifras disponibles en un año no supera las 1300 atenciones. Como un dato que permite
graficar el déficit cabe señalar que un estudio realizado por el Ministerio de Justicia el año
2012 indicó que de la población femenina del CPF de Santiago a dicho año, el 36%, estaba
recluida por delitos de drogas, esto es casi 1700 mujeres, para un establecimiento penal que
tiene un cupo máximo en el Centro de Tratamiento de Adicciones de 80 casos (y una
cobertura nacional de 440 atendidas). Ciertamente que esta desproporción es relevante y
permite suponer la continuidad de esta problemática, la que está presente tanto en hombres
como mujeres.
Por tanto, no es errado señalar que hay una relación limitada entre las políticas de seguridad
públicas del periodo y la reinserción social, en la medida que no se asume de manera
integral el concepto y principalmente no configuran un proceso continuo que mejore las
77
perspectiva de inserción social de los sujetos, con escasos niveles de cobertura respecto de
la población penal requirente. Ahora bien, todo lo anterior se desprende desde los
programas que plantea cada política, pues en rigor el sistema penitenciario y sus actores no
aparecen integrados a estas medidas, lo que ha sido consistente con las escasas medidas de
mejora del sistema penal chileno, el que adolece de los mismos problemas de hacinamiento,
violencia y violación de los Derechos Humanos29.
Al revisar los tres cuerpos normativos centrales relacionados con el sistema penitenciario y
que impactan en las posibilidades y condiciones para la reinserción social de los sujetos,
esto es el D.S. N° 518 de 1996 que establece el Reglamento de Establecimientos
Penitenciarios; la Libertad Condicional, establecida por el D.L. N° 321 y su reglamento el
D.L. 2442, de 1925 y 1926 respectivamente; la Ley N° 19.856 de Rebaja de Condena del
año 2003; y, el D.L. N° 409 de Eliminación de Antecedentes Penales, que data de 1934, nos
encontramos con un elemento común: su falta de adecuación a la realidad social del Chile
actual y específicamente a las condiciones de cumplimiento de condena. Y en el caso
específico de la Rebaja de Condena, en una situación de conflicto en su ejecución con la
autoridad política ministerial, que se sitúa desde este discurso políticamente más coyuntural
de la represión del delito como demanda social, por sobre las posibilidades de inserción en
el medio libre de las personas que cumplen condena en reclusión.
Con relación a lo primero, las normas referidas, algunas de ellas casi centenarias, se sitúan
desde una perspectiva restrictiva de la reinserción social, concepto que no definen y que se
desprende desde sus objetivos y acciones que promueven. Es así que se no hacen referencia
al carácter multifactorial de la delincuencia, señalando como logros del sujeto el tener una
vida intrapenitenciaria en la que se adapte al régimen interno, evitando infracciones y
desarrollando actividad laboral y acceda a la escuela que tenga el establecimiento penal, lo
que le permitirá acceder eventualmente a un egreso gradual y progresivo al medio libre, lo
que configura los permisos de salida como un fin y no integrados a un proceso mayor de
integración del sujeto a la sociedad.
29
Para una mayor amplitud en la comprensión del tema, se sugiere revisar informes anuales de derechos
humanos sobre el sistema penitenciario, pudiendo destacarse dos actores que son referente en la materia
por la tradición en un caso y la rigurosidad del trabajo en ambos: el Informe Anual sobre Derechos Humanos
de la Universidad Diego Portales, que se realiza desde el año 2003 y que incluye un área específica del
sistema carcelario; y el Informe Anual de Situación de los Derechos Humanos en Chile realizado por el
Instituto Nacional de Derechos Humanos, que se realiza desde el año 2010. Ambos ya publicaron sus
informes 2014, siendo reiterativos en cuanto a las deplorables condiciones del sistema penal, con el
consiguiente efecto negativo para los sujetos que viven y trabajan en él.
78
y posibilidades de la autoridad de establecimiento penal, respecto de las cuales tampoco se
establecen mecanismos de control del cumplimiento de estas garantías.
Por otra parte, los criterios de evaluación de los sujetos para acceder a esta progresividad en
el egreso al medio libre no tienen la validación ni argumentación científica necesaria, lo
que establece una posición contraria con una de las vertientes que ha desarrollado la
seguridad pública chilena, esto es el saber experto. Se definen criterios no explicitados y
que quedan a la comprensión particular de cada profesional evaluador y a la lectura que de
los antecedentes haga el cuerpo colegiado que al interior de cada establecimiento penal
decide sobre estos temas: el Consejo Técnico.
Y ello se relaciona con los problemas de aplicabilidad de éstos, en especial lo sucedido con
la Ley de Rebaja de Condena, en la que el Ministro de Justicia ha dilatado e incluso
rechazado autorizar el otorgamiento de los beneficios de dicha ley por sobre lo acordado
por la comisión técnica que evaluó cada caso y que es presidida por un Ministro de Corte
de Apelaciones, lo que incluso ha llevado a los sujetos afectados a levantar recursos de
amparo, obligando al Ministerio de Justicia a dar curso a los decretos. Obviamente es
indicador de un problema mayor cuando el gobierno cuestiona la aplicación de una ley que
se originó en la misma coalición gobernante, aunque también los argumentos esgrimidos
por el ministro indican que la consonancia mayor esta con la demanda pública de mitigar la
ocurrencia de delitos, asociando a ello restringir la libertad de las personas que los han
cometido.
79
pero no aparecen en el certificado), establecido en el D.L. 409, sería un mecanismo más
adecuado para facilitar este proceso de inserción laboral. Pero que ello no haga perder de
vista que lo que se necesita urgentemente es revisar y generar nuevos cuerpos normativos.
En este plano es posible distinguir dos actores relevantes que realizan acciones orientadas a
la reinserción social de personas recluidas (sin perjuicio de reconocer a entes privados que
por su alcance y cobertura, además de escasa sistematicidad no alcanzan a relevarse en este
estudio). Nos referimos a la Subsecretaria de Prevención del Delito, que desarrolla un
programa denominado Reinserción Social de personas condenadas por Infracción a la Ley
Penal y por otra parte, el actor más relevante por ser parte de su misión y por la cobertura
que alcanza y que es Gendarmería de Chile, que entre otros programas también desarrolla
un programa de Prestaciones Sociales para la Reinserción Social. Ambos programas
comparten el Modelo de Riesgo, Necesidad y Capacidad de Respuesta como la base teórica
de su gestión, considerando la validación y resultados que dicha matriz técnica ha tenido en
diferentes países del mundo e incluso en Chile.
80
afecta las posibilidades de desarrollar procesos de intervención más personalizados y
permanentes.
Pero la otra gran dificultad está relacionada con la deficiencia de oferta programática de
intervención que requiere esta matriz de tratamiento. Señalábamos precedentemente la baja
cobertura de los programas de tratamiento de drogas, pero la misma dificultad encontramos
para desarrollar una oferta de tratamiento psicológico, terapia ocupacional y desarrollo de
competencias y habilidades sociales, familiares y laborales, pues desde el año 2008 a la
fecha no ha habido una incorporación mayor de profesionales de distintas disciplinas a
Gendarmería de Chile. Pero también, esta dificultad se asocia a las condiciones físicas de
los recintos penitenciarios, los que afectados por hacinamiento y desgaste de sus
instalaciones, no cuenta con un número suficiente de talleres, oficinas y lugares necesarios
para el tratamiento.
Después del largo trayecto que hemos dado podemos referirnos a este concepto intentando
descifrar cual es el contenido que se extrae desde las políticas públicas y las acciones que se
realizan en función de éstas. Para ello, proponemos el ejercicio metodológico de construir
30
Cabe señalar en justicia que el año 2013 Gendarmería de Chile realizó un estudio denominado “La
Reincidencia: Un Desafío para la Gestión del Sistema Penitenciario Chileno y Las Políticas Públicas” (Rodríguez
y otros, 2013) que entre otros datos estableció que la reincidencia es mayor en las poblaciones penales que
cumplen condenas en subsistemas privativos de libertad (subsistema cerrado 39,5%), que aquellas
poblaciones que acceden progresivamente al medio libre (subsistema semiabierto CET con un 20,8 %;
libertad condicional 13,8 %) y aquellas que cumplen condenas no privativas de libertad (subsistema abierto
10,7 %). Y se determinó que en el subsistema cerrado, semiabierto (CET) y libertad condicional, las personas
intervenidas (educación, capacitación y trabajo) presentan menores niveles de reincidencia que aquellos que
no lo han sido (41 %). Además, las personas que presentan la menor reincidencia (24 %) son aquellas que
participaron en programas de trabajo y educación. Sin embargo, dicho estudio ha sido cuestionado por
diferentes instituciones ligadas al tema por cuanto se le critican fallas metodológicas que entre otras cosas,
no permiten establecer relaciones las actividades laborales y reincidencia, por el carácter asistemático de
esta y la nula derivación de los sujetos en función de evaluaciones, desconociendo otros factores que podrían
estar presentes e influir en la conducta de éstos al egresar.
81
este significado desde dos dimensiones para el concepto: el discurso que lo enuncia y las
acciones que lo concretan.
Y desde el campo de las acciones, hemos visto que fundamentalmente estas se resuelven en
tres grandes tipos de acciones: apoyo psicosocial, capacitación e inserción laboral y
tratamiento del consumo de drogas. Sin embargo, además de los problemas de cobertura y
deficiencia de oferta programática que permita concretar los planes de intervención de los
sujetos, fundamentalmente, mientras más se aleja de los programas con validez técnica y
más nos acercamos al grueso de la población penal, más claramente se disgrega la
concepción de reinserción social, quedando más bien reducido a la participación en
actividades que no necesariamente tienen como referente el proceso de integración a la
sociedad del sujeto y que esto es más posible en la medida que se atiendan las necesidades
específicas de riesgo criminógeno de cada persona.
Todo lo anterior lleva a que la Reinserción Social se concrete en dos grandes metas: el
egreso al medio libre, que idealmente sea anterior al cumplimiento de la condena; y
82
principalmente que dicho egreso no signifique reincidencia delictiva, que es finalmente el
único parámetro que hasta hoy se mide para definir la reinserción social, lo que nos lleva a
nuestra visión inicial en cuanto a la confusión y/o superposición de conceptos.
83
VI. REFLEXIONES FINALES: APORTES PARA UNA POLÍTICA PUBLICA DE
REINSERCIÓN SOCIAL
La cuestión entonces es pensar cuál ha sido la definición del problema desde la política
pública chilena respecto del tema de la delincuencia y la seguridad pública. El análisis que
ha presentado esta investigación, pareciera indicarnos que esta definición problemática se
ha situado desde un fenómeno consolidado al que ha sido necesario atacar en su
manifestación concreta, el delito. Y es intervenido con un doble objetivo: reducir la
ocurrencia del fenómeno y disminuir la sensación de inseguridad de la población.
Evidentemente, desde la lógica más básica de las políticas públicas este doble objetivo no
sólo es legítimo sino que también serían necesarios por cuanto enfrentan un problema que
la demanda social y el discurso público han calificado como inaceptable y contrario al
bienestar de la sociedad.
Pero esta definición con las subsecuentes estrategias que se derivan para enfrentar el
problema de la delincuencia no han tenido la misma coherencia con el diagnóstico, pues si
se entiende que la conducta delictiva es multifactorial, la batería de acciones desarrolladas
se han focalizado en algunas dimensiones, como el acceso al trabajo y el control del
consumo de drogas – importantes por cierto – pero con una cobertura insuficiente respecto
de la demanda y con deficiencias en la atención de otros factores de riesgo criminógeno –
en especial con conductas delictivas asociadas al aprendizaje social y a las características
de personalidad de los sujetos – agregándose como un problema mayor la falta de
seguimiento y continuidad de los procesos de intervención. Por tanto, las políticas de
seguridad pública no solamente pierden coherencia respecto de las posibilidades de
reinserción social, sino que además se debilitan en una condición esencial de existencia, la
estabilidad, en la medida que esta característica se relaciona con la credibilidad, la que a su
vez se ve cuestionada por la ausencia de resultados consistentes en el enfrentamiento de las
dimensiones precedentemente señaladas de este problema social.
¿Dónde hay una falla de base? Es llamativo que se plantee la prevención del delito, pero
que dicho discurso no tenga el correlato más profundo tanto por el discurso de la urgencia
del problema del delito - desde la coyuntura – y por la escasez de programas que atiendan
84
en las etapas más tempranas a niños y adolescentes vulnerables y vulnerados por factores
de riesgo criminógeno. Si bien, aun no hay estudios definitivos sobre la materia, pareciera
ser que programas como 24 Horas y Abriendo Caminos van en la línea correcta en cuanto a
trabajar la contención temprana de conductas de riesgo, aportando a mitigar condiciones
predisponentes delictivas y de alguna manera enfrentando la exclusión social. Sin embargo,
son aún insuficientes en su cobertura y si bien han tenido continuidad en el último lustro no
alcanzan a establecerse como un referente social. En ello, hay también un problema de
coherencia institucional de las políticas, por cuanto la incorporación de actores como
SENAME en este tema ha sido parcial. Por tanto, ampliar estos programas que atienden con
equipos multidisciplinarios a niños y adolescentes, acompañado de una oferta de mayor
calidad en educación, salud y otros servicios sociales tiene sentido desde la lógica más
profunda de prevención del delito.
85
las instituciones que generan oferta para la reinserción social, como SENCE, SERCOTEC,
SENAME, SENDA, entre otras, las que a su vez debieran generar programas específicos
para atender a la población penal, reconociendo las características particulares de su
situación. Como dato casi anecdótico aparece el hecho que un programa de alto impacto,
como es el de Residencias Transitorias para niños y niñas que viven con sus madres
privadas de libertad, esto es lactantes que viven con sus madres dentro de los recintos
penitenciarios, a la fecha no tenga un diseño específico desde SENAME, siendo evaluado
con los mismos parámetros de relación parental, físicos y económicos que cualquier hogar
de acogida de niños.
Pero además se espera que un Servicio Público de las características que se espera esté
acompañado de una normativa adecuada y que además sea cumplida por los actores
involucrados. No nos volveremos a referir a las ya descritas, señaladas y analizadas, sino
que a una gran ausencia que es la falta de una Ley de Ejecución de Penas. Anunciada en
repetidas ocasiones, aún no ha visto la luz, pese a existir propuestas en este sentido y que
plantean una ley que cautele los derechos de las personas a la integridad personal, el
resguardo de las posibilidades de protección penal y el acceso a oportunidades reales de
reinserción social, creando para ello figuras como el Juez de Penas y el Defensor Penal. Las
razones para ello puede haber muchas, sin embargo, el fantasma de la inaplicabilidad de la
norma puede ser el principal obstáculo para su avance. No es posible pensar en una ley de
ejecución penal mientras existan los endémicos problemas de hacinamiento,
sobrepoblación, escaso acceso a servicios y una cultura penitenciaria en la que la condición
del sujeto recluido es permanentemente vulnerada, de todo lo cual nos da cuenta regular los
medios de comunicación. Un ejemplo de imperfección en la aplicación de una ley de
derechos dentro del sistema penal es la Reforma Procesal Penal, la que si bien ha sido
exitosa en términos de la instalación de todos sus actores, el aceleramiento de los procesos
judiciales y la asociación de reclusión con condena, ha sido incapaz de cumplir con
mandatos legales que consagra, tales como la asistencia penal intramuros aún a los sujetos
ya condenados, hasta el término de su condena, cuestión que en la práctica no se realiza.
Por tanto, un Servicio Público que comprenda la reinserción social como un derecho de las
personas y una real protección de la sociedad; que cuente con los recursos suficientes para
desarrollar programas de intervención multidimensionales que sean consistentes con la
concepción multifactorial del delito, con una capacidad de cobertura suficiente a los
requerimientos de la población penal; que sea capaz de generar estudios de resultados e
impacto de su accionar; todo ello acompañado de un marco normativo suficiente, moderno,
coherente, eficiente y eficaz en su aplicación, será un real aporte para generar avances
sustantivos y estables en el tiempo en la Seguridad Pública en Chile.
Finalmente, algunas palabras respecto del presente trabajo. Es evidente que éste en modo
alguno agota el tema, siendo por el contrario otra su intención, la que es de aportar más
antecedentes a la discusión y construcción del tema de la reinserción social en Chile. Es un
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tema de gran amplitud, en el cual cada uno de los tópicos es una bifurcación que señala
nuevos caminos de investigación. Para muestra de ello, se plantean cuestiones tales como la
Reforma Procesal Penal y su relación con el sistema penitenciario, siendo este un foco de
tensión en el campo de aplicación de la justicia en Chile, pues los datos indican que el
régimen penitenciario ha sido el pariente pobre de la modernización del Estado, ya que es
escaso el nuevo metraje cuadrado y la calidad del existente. Esto nos lleva a la pregunta
acerca de los criterios políticos para la inversión en el sistema penal, cuestión relacionada
pero cuya amplitud necesita un estudio propio, fuera del campo del presente. En la misma
línea, hemos dejado fuera propuestas de modernización del sistema penitenciario
planteadas en los últimos años, que han significado una inversión millonaria en
consultorías, pero que no se tradujeron en ningún nuevo penal o modificación de los
existentes. Pero esto también requiere de un esfuerzo investigativo diferente. Y en otro
campo, ciertamente que existe todo un territorio que avanzar en el conocimiento de los
resultados de los procesos de intervención para la reinserción social. Es uno de los temas
que permanente ha girado en este estudio y que tiene que ver con la falta de información
sobre el impacto de los diferentes programas, junto a la identificación de la reinserción en
la ausencia de reincidencia de los sujetos, lo que nos lleva a pensar que aún sabemos muy
poco de cual sería una verdades reinserción social. Estos tres ejemplos entonces, nos
justifican en cuanto a que hemos aportado a sembrar en un campo abierto, con nuevos
antecedentes y miradas distintas.
Se intentó trabajar con una metodología de análisis de contenido, con las limitaciones
propias de un estudio que fundamentalmente se centró en una revisión bibliográfica, con
textos de heterogénea forma y naturaleza, aunque se respetó los principios básicos de
buscar la significancia desde los propios actores antes que la de los autores, mirada que
finalmente se expresa en el análisis y conclusiones.
Y cuando se habla de más antecedentes, tiene que ver tanto con documentos pero también
con la mirada que aporta uno de los autores, quien participó en los últimos tres años en el
diseño, implementación y evaluación a nivel nacional de acciones destinadas a la población
penal en Gendarmería de Chile. Ello supone una riqueza, pero también es el riesgo
permanente de caer en la mirada subjetivista y teñida por la sensación personal, lo que trató
de evitarse añadiendo cuando correspondía los datos que justificaban cada afirmación. Se
espera haberlo logrado y si no es así, se sugiere quedarse con el dato para avanzar en la
propia interpretación de éste, pues finalmente, estamos condenados a avanzar por nosotros
mismos en la construcción de la verdad.
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