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All content following this page was uploaded by Jorge Mario Andreau on 22 May 2020.
ISBN 978-950-592-252-9
Consejo Editorial
María Soledad Herrera
Maura Ooms
Oscar De Majo
Marina Liliana Guidotti
Santiago Marcó.
8
Capítulo I
Neurociencia y psicología
“¡La ciencia funciona! Los aviones vuelan. Los autos andan.
Las computadoras realizan cómputos. Si uno basa la medicina
en la ciencia, se cura a la gente. Si se basa el diseño de aviones
en la ciencia, vuelan. Si se basa el diseño de un cohete
en la ciencia, llega a la luna. Simplemente funciona.”
Richard Dawkins
1.2 La Psicología
Se hace importante entonces definir a la psicología de forma que pueda ser
abordada de forma científica. Desde este punto de vista, la psicología sería el
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Capítulo I. Neurociencia y psicología
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
mos por supuesto al cerebro, pero además a todos los componentes del SN
que son más que el cerebro, como el tronco cerebral, el cerebelo, la médula
espinal, nervios periféricos, etc. (Figura 1). Sin SN no hay conducta ni pen-
samiento posible3.
De acuerdo con el neurocientífico norteamericano Neil Carlson:
3. La relación entre el peso del cerebro y el peso corporal es de 1:5000 en los peces,
1:1500 en reptiles, 1:220 en las aves, 1:180 en mamíferos, y 1:50 en humanos. Indu-
dablemente, las características que nos hacen humanos deben tener relación con el
tamaño de nuestro cerebro, superior al de ninguna otra especie existente.
4. El resaltado me pertenece [N. del Autor].
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Capítulo I. Neurociencia y psicología
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
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Capítulo I. Neurociencia y psicología
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
5. Un ejemplo tan sencillo como la simple supervivencia a una pequeña herida cau-
sada por un corte (antiguamente un corte infectado podía producir la muerte) es un
producto de la aplicación del método científico a la salud.
6. Un dogma es una proposición que se asienta por firme y cierta, como principio
innegable de una creencia. Es un principio o conjunto de ellos establecidos por una
autoridad como una verdad incuestionable. Sirve como parte de las bases fundamen-
tales de una ideología o sistema de creencias y que no puede alterarse o descartarse
sin afectar a todo el paradigma del sistema o la ideología en sí.
7. Falsar una hipótesis significa intentar refutarla mediante un contraejemplo. Si no es
posible refutarla, dicha teoría queda corroborada, pudiendo ser aceptada provisional-
mente, pero no verificada; es decir, ninguna teoría es absolutamente verdadera, sino a
lo sumo “no refutada”. El falsacionismo es uno de los pilares del método científico.
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Capítulo I. Neurociencia y psicología
de las evidencias (p. ej., los fósiles), que la explicación a través de la creación
divina. En física, la aceptación de la teoría de Newton sobre la gravitación
universal, la teoría de la relatividad de Einstein y la teoría cuántica pueden
ser todas entendidas a instancias de la inferencia de la mejor explicación al
menos hasta el momento.
En su libro La ciencia, su método y su filosofia (2018), Mario Bunge propone
que la ciencia es el creciente cuerpo de ideas caracterizado como conoci-
miento racional, sistemático, exacto verificable y, por consiguiente, falible.
Es un sistema de ideas establecidas provisionalmente (conocimiento cientí-
fico) y una actividad productora de nuevas ideas (investigación científica).
Además, según este autor, la ciencia tiene otras características que la dis-
tinguen. Pretende la objetividad, es fáctica, analítica, clara, precisa, comu-
nicable (no se vale de instituciones ni es personal), verificable, metódica,
sistemática, predictiva y útil.
La inferencia a la mejor explicación en ciencia tiene la misma estructura
básica que el razonamiento en la vida diaria. Frente a una incertidumbre,
debemos juntar la mayor cantidad de evidencias posibles, considerar hipó-
tesis principales e hipótesis alternativas y aceptar, finalmente, aquellas que
provean la mejor explicación de la evidencia. Una explicación particular
describe cómo un evento o proceso hipotetizado pudo haber causado lo
que estamos viendo. Sin embargo, los casos científicos de este tipo de razo-
namiento difieren de los de la vida diaria en varios aspectos importantes.
En primer lugar, como dijimos, la psicología es una ciencia empírica.
Eso significa que trata sobre eventos de la naturaleza que son observables a
través de los sentidos y, por lo tanto, pasibles de ser medidos. Esto la ubica
dentro de las ciencias denominadas fácticas. De esta manera, la psicología
sigue todas las fases de cualquier otra ciencia, como el empleo de mecanis-
mos detallados, que son descripciones de sistemas de partes interconecta-
das que producen cambios regulares. De igual forma, las explicaciones en
física identifican partes de cosas como los átomos y partículas subatómicas,
con relaciones entre ellas como fuerzas que conducen al movimiento y otros
cambios. Las explicaciones en biología identifican partes de organismos
(por ejemplo, células y proteínas) cuyas interacciones bioquímicas produ-
cen procesos como la reproducción. Gracias al avance de las neurociencias,
las explicaciones en psicología se están volviendo gradualmente mecánicas.
Las explicaciones biológicas y psicológicas emplean mecanismos que son
mucho más activos, complejos y adaptativos que las simples máquinas fa-
miliares en la vida diaria. De hecho, las similitudes en campos tan diversos
como la física atómica, genética poblacional y psicología experimental son
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
aún mayores, puesto que todas ellas utilizan las matemáticas para repre-
sentar eficientemente las relaciones entre varias cantidades.
En comparación con la vida cotidiana, las estructuras sociales de la
ciencia imponen las prescripciones lógicas de la inferencia a la mejor ex-
plicación con más fuerza. Los científicos, como todas las personas, son pro-
pensos a confirmar sus hipótesis y prestar mayor atención a las evidencias
que confirman sus propias teorías. Pero saben que será difícil publicar sus
puntos de vistas favoritos en una revista con referato8 a menos que tengan
en cuenta un gran número de evidencia relevante e hipótesis alternativas.
Los pseudocientíficos también pueden considerar toda la evidencia y las
hipótesis alternativas, pero frecuentemente lo resuelven con un pensamien-
to más selectivo porque no tienen que tratar con evaluadores ni editores. A
diferencia de organizaciones sociales conservadoras como la mayoría de las
religiones, los cambios en las creencias son no solo tolerados, sino espera-
dos a través de la presentación de nuevas evidencias y explicaciones
Dos características importantes del método científico son: 1) el uso
de instrumentos para observar cosas y eventos que están por fuera del
alcance directo de nuestra experiencia sensorial (desde el siglo xvii, los
científicos han tenido la posibilidad de utilizar telescopios, microscopios,
máquinas de rayos X y muchos otros tipos de instrumentos para lograr
observaciones sistemáticas de aquello muy lejano, pequeño u oculto para
ser directamente observable), y 2) el uso de experimentos. Todas las per-
sonas aprenden de la percepción del mundo y hacen inferencias acerca de
qué es lo que mejor explica lo que uno observa. Pero el uso de experimen-
tos cuidadosamente diseñados y controlados es relativamente reciente en
la historia de la humanidad.
La ciencia pretende, además, predecir situaciones que se apliquen a toda
la población y no a casos particulares. Lamentablemente, una ciencia que
tomara como casos de estudios a todos los sujetos del mundo sería imprac-
ticable. Es por eso que la estadística se convierte en una herramienta indis-
pensable para saber con mayor exactitud hasta qué punto es válido realizar
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Capítulo I. Neurociencia y psicología
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
Las neurociencias alientan el uso del método científico con el fin de con-
firmar o no la eficacia de una psicoterapia. Además, ayudan a los terapeu-
tas a no focalizarse en una mirada estrecha de los trastornos mentales y
promueven la comprensión de que nuestros pensamientos, sentimientos y
acciones influyen en el funcionamiento y hasta en la estructura de nuestro
cerebro, en algunos casos de forma permanente. La utilización del método
científico en elcampo de las psicoterapias es de capital importancia. Según
el psicólogo inglés Hans J. Eysenck (1914-1997):
20
Capítulo I. Neurociencia y psicología
Referencias bibliográficas
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Bunge, M. (2010). Las pseudociencias, vaya timo! Pamplona: Laetoli.
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bro-nid492037
Eysenck, H. J. (1988). Decadencia y caída del Imperio freudiano. Barcelona: Nue-
vo Arte Thor.
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
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Capítulo II
Introducción al estudio de la neurociencia
“Los hombres deberían saber que del cerebro
y nada más que del cerebro vienen las alegrías,
el placer, la risa, el ocio, las penas, el dolor,
el abatimiento y las lamentaciones.”
Hipócrates (Grecia, siglo v a.C.)
2.1 La neurociencia
La neurociencia está conformada por un conjunto de disciplinas con base cien-
tífica que tienen un objetivo en común: comprender cómo el Sistema Nervioso
(SN) percibe, interpreta, procesa y actúa sobre el mundo. Nuestros órganos
de los sentidos (oído, nariz, lengua, ojos y piel) informan constantemente al
SN sobre lo que sucede a su alrededor, mientras que el sistema muscular y
glandular nos moviliza o secreta sustancias de acuerdo a los mandatos prove-
nientes del SN (guiñar un ojo, gritar, correr, llorar, estornudar, etc.). Para estu-
diar el SN lo más exhaustivamente posible, los neurocientíficos focalizan sus
esfuerzos en el conocimiento preciso de la neuroanatomía (cada estructura mi-
cro y macroscópica del SN), la neurofisiología (cómo funcionan las neuronas y
demás células que conforman y se relacionan con el SN a nivel molecular y ce-
lular), del resultado de la interacción de ambas (es decir, el funcionamiento de
circuitos cerebrales específicos), o de la relación entre el funcionamiento entre
esos circuitos y la conducta y los pensamientos. Es así que un neurocientífico
puede estudiar la absorción del calcio en células gliales, la actividad neuronal
presente durante la realización de cálculos mentales, como así también la rela-
ción entre la alteración de ciertas estructuras cerebrales y el comportamiento.
El cerebro es el componente más saliente del SN, y el más vistoso. No obs-
tante, como afirmábamos en el capítulo 1, el SN es más que el cerebro. A nivel
de lo que llamamos SN central (SNC), esas estructuras comprenden también
el mesencéfalo, el cerebelo, la protuberancia, el bulbo raquídeo y la médula
espinal. Bajo el el nombre de SN periférico (SNP), tenemos a los nervios que
entran y salen del SNC y le informan constantemente lo que está pasando en
la periferia (p.ej., información luminosa desde la retina del ojo), para que el
SN pueda decidir alguna acción y, nuevamente a través de los nervios peri-
féricos, informe de esos movimientos al sistema muscular (ver figura 1). Su-
pongamos que estamos leyendo este libro en la comodidad de nuestra casa.
De repente, percibimos por el rabillo del ojo el movimiento rápido de un ob-
jeto pequeño en el piso. De forma automática, guiamos nuestra mirada hacia
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
ese lugar y con sorpresa percibimos que se trata de una gran cucaracha que se
dirige hacia nosotros. Sin pérdida de tiempo, damos un salto de la silla y em-
pezamos a elaborar distintos proyectos para eliminar al insecto. Como vemos
en este ejemplo, el órgano sensorial (ojos), envió información visual (en este
caso, percepción del movimiento) al cerebro. El SNC se encargó de procesar
dicha información, interpretarla (el movimiento se trata de un insecto y este
insecto es una cucaracha) y tomar una decisión (saltar de la silla), que debió
informar oportuna y rápidamente a los músculos para que éstos actuaran,
incluso antes de que nos diéramos cuenta de lo que estaba sucediendo.
El SN tiene una serie de características que ha ido adquiriendo a lo largo de
millones de años de evolución y que lo ayuda a generar acciones veloces para
escapar de ciertos peligros, a través de actos reflejos, pero también posee la ca-
pacidad de aprender y adaptarse al medio en el que se ve envuelto. En el caso
de los seres humanos, ese medio es la sociedad y, por lo tanto, el impacto de la
vida en sociedad sobre el SN es también parte del estudio de las neurociencias.
Los psicólogos estudiamos los comportamientos normales y patológicos
de las personas —desde un chico que tiene dificultades para aprender a leer
correctamente, hasta adultos mayores que no pueden recordar eventos que
acaban de vivenciar—, con el fin de comprender sus causas y poder obrar
en consecuencia. Además de las razones psicológicas presentes en todas las
conductas (ya sea emocionales, basadas en la historia del individuo, etc.), el
psicólogo no puede ignorar que la base de nuestros pensamientos, razona-
mientos, emociones, decisiones y habilidades es el SN. Aún estamos lejos de
comprender acabadamente cómo funciona el SN, pero de lo que no hay duda
es que la aproximación científica ha demostrado mejores resultados que cual-
quier otro tipo de aproximación.
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Capítulo II. Introducción al estudio de la neurociencia
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
11. La teoría de los humores sostenía que el cuerpo humano está compuesto de cuatro
sustancias básicas, llamadas humores (líquidos), cuyo equilibrio indica el estado de
salud de la persona. Así, todas las enfermedades y discapacidades serían el resultado
de un exceso o un déficit de alguno de estos cuatro humores. Tanto griegos y romanos
como el resto de posteriores sociedades de Europa que adoptaron y adaptaron la filo-
sofía médica clásica, consideraban a esta teoría como válida.
12. La teoría geocéntrica es una antigua teoría que pone a la Tierra en el centro del
universo, y los astros, incluido el Sol, girando alrededor de la Tierra (geo: Tierra; cen-
trismo: agrupado o de centro). El geocentrismo estuvo vigente en las más remotas
civilizaciones
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Capítulo II. Introducción al estudio de la neurociencia
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
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Capítulo II. Introducción al estudio de la neurociencia
grosor del cráneo no refleja al cerebro en sí. No obstante sus errores, Gall
estuvo acertado al postular al cerebro como el asiento de las funciones men-
tales, idea que se sigue manteniendo hoy en día, denominada “localizacio-
nismo”, aunque no de una manera tan radical, sino que con modificaciones
importantes que veremos más adelante.
Las primeras evidencias claras acerca de la participación del cerebro en
la conducta y la personalidad provinieron principalmente de casos clíni-
cos de pacientes que sufrían distintos tipos de lesiones cerebrales, lo cual
se traducía en la alteración de la conducta del individuo. Uno de los ca-
sos que más impresionó a los médicos a finales del siglo XIX, y aún sigue
haciéndolo cada vez que lo estudiamos, fue el de un capataz de ferroca-
rriles norteamericano llamado Phineas Gage (Capítulo IV), cuyo accidente
develó las funciones mentales relacionadas con un área cerebral conocida
como la “corteza prefrontal”. Otro de estos casos excepcionales fue el del
paciente llamado HM (Capítulo V), a quién se le practicó una cirugía del
cerebro para controlar ataques epilépticos y que, como efecto secundario,
dejó a HM sin la capacidad de formar nuevas memorias, revelando así la
importancia de otro área cerebral llamada “corteza temporal medial” en los
mecanismos subyacentes de la memoria..
En el terreno del estudio de las células que conforman el SN (neuronas
y células gliales), el neurocientífico español Santiago Ramón y Cajal (1852-
1934) es considerado el padre de las neurociencias por sus estudios de las
células del SN. Treinta años después de los descubrimientos que le valieran
el premio Nobel a Cajal, Otto Loewi descubría la transmisión química en
el SN. Así fue posible la identificación de los mensajeros químicos del SN:
los neurotransmisores. También en la década de 1930, surge la idea de que
las neuronas segregaban hormonas, lo que derivó en la noción de sistema
neuroendócrino. En la década de 1980, se abordó la relación entre el SN y
el sistema inmune, y finalmente las técnicas de imágenes cerebrales han
abierto grandes posibilidades al estudio de los correlatos neurales del com-
portamiento, las emociones y los razonamientos.
En resumen, durante mucho tiempo se sospechó la participación del
cerebro en el comportamiento, pero no fue sino hasta la formulación y sis-
tematización del método científico, los avances tecnológicos y el avance en
el conocimiento de las funciones del SN —gracias a los casos clínicos y ex-
perimentación en sujetos no humanos—, que se abrió un nuevo camino
que dio origen a las neurociencias. La psicología científica, despojada de la
especulación y la metafísica, intenta medir lo mental de forma cuantitativa
y busca establecer un vínculo entre lo físico y lo psicológico. La psicología
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
Tabla 2.1
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Capítulo II. Introducción al estudio de la neurociencia
Tabla 2.2
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
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Capítulo II. Introducción al estudio de la neurociencia
Otros métodos indirectos que nos permiten estudiar los procesos men-
tales son la cronometría mental (medida de los tiempos de reacción), y va-
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
Referencias bibliográficas
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y Cajal, S. R. (1904). Textura del Sistema Nervioso del Hombre y de los Vertebra-
dos. Nicolás Moya.
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Capítulo III
Atención y consciencia16
“Si alguna vez hice algún descubrimiento valioso, se debió más
a mi atención paciente que a cualquier otro talento.”
Isaac Newton
16. La consciencia (con “sc”) hace referencia al estado fisiológico de vigilia; la capaci-
dad en acto de reconocerse. Constatarse propiamente ante el entorno. La conciencia
(sólo con c) es una aptitud o facultad para discernir que se manifiesta en estado cons-
ciente, por tanto, atribuye este mismo carácter a su acepción, pero con significado
ético o moral (p.ej., mi conciencia no me permite robar).
17. La traducción me pertenece [N. del Autor].
18. La traducción me pertenece [N. del Autor].
19. La publicidad subliminal se supone que apunta a producir una modificación en
nuestra conducta (consumir tal o cual producto) sin que reflexionemos sobre dicha ac-
ción. Sin ir más lejos, durante cientos de años los magos han manipulado hábilmente
la atención de los espectadores al punto de que sus acciones no se perciben conscien-
temente aunque sean obvias cuando se hacen explícitas. Contrariamente, cuando un
objeto es ruidoso, se mueve y tiene muchos colores, capta nuestra atención de manera
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
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Capítulo III. Atención y consciencia
ticipación consciente reflexiva para operar (bottom-up), sino que recluta zonas
cerebrales diferentes a las de la atención consciente y está mayormente rela-
cionada con respuestas automáticas necesarias para la supervivencia, como
girar la cabeza para observar el lugar donde ha ocurrido un sonido estridente.
La atención permite la selección de información relevante para poder
satisfacer nuestros intereses y objetivos, cumpliendo un importante rol para
la adaptación. Esta selección supone cambios en la intensidad y duración
de las respuestas neuronales. La elección de los eventos más relevantes para
lograr los objetivos propuestos en un momento dado cambia en base no
solo a determinados dispositivos biológicos, sino también a las necesidades
internas, demandas del medio y experiencia adquirida en el pasado.
Por esto decimos que la atención no es una función única, sino que está
compuesta por un conjunto de subsistemas, cada uno de los cuales cumple
con una determinada tarea y estos subsistemas parecen estar involucrados
en los distintos aspectos de la atención (alerta, selectividad y orientación).
20. Una red interconectada a distancia hace referencia a diversas estructuras en distin-
tas localizaciones cerebrales, conectadas por fibras de la sustancia blanca y que están
relacionadas con una determinada función.
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
21. El tronco cerebral forma el tallo desde donde brotan los hemisferios cerebrales y el
cerebelo. El tronco cerebral es un complejo nexo de fibras y células que, en parte, sirve
para relevar información desde el cerebro a la médula espinal y cerebelo, y viceversa.
No obstante, el tronco cerebral es también el lugar donde se regulan las funciones
vitales, tal como la respiración, consciencia y el control de la temperatura corporal. De
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Capítulo III. Atención y consciencia
hecho, mientras que el tronco cerebral es considerado la parte más primitiva del cere-
bro de los mamíferos, es también la más importante para la vida. Uno puede sobrevi-
vir daño en el cerebro y el cerebelo, pero un daño en el tronco cerebral normalmente
es significado de una muerte rápida.
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Capítulo III. Atención y consciencia
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Capítulo III. Atención y consciencia
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
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Capítulo III. Atención y consciencia
3.3 Consciencia
Para algunos la consciencia la conforman el conjunto de recuerdos de su
vida, para otros la consciencia coincide con la personalidad, en el sentido
de quién soy aquí y ahora. Ciertas personas consideran que son conscientes
cuando sienten una textura, cuando ven un color particular o cuando pien-
san reflexivamente.
Si bien el estudio de la consciencia es un campo bastante amplio, de-
bido a su naturaleza abstracta, había sido abordado durante mucho tiem-
po solamente por la filosofía. No obstante, este concepto se ha planteado
como un tema de la ciencia y es uno de los retos de los neurocientíficos en
la actualidad.
Antiguamente, la ciencia se había limitado al estudio de fenómenos con-
siderados parte del mundo físico y sujetos a leyes observables y de las cua-
45
Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
les podemos extraer conclusiones. Hace un poco más de 100 años, incluso la
medicina no tenía todavía un estatuto de ciencia como lo tiene actualmente
y constituía un tipo de arte, ya que algunos principios tenían base científica
pero otros no. Con el transcurso del tiempo se empezó a entender que, lo
que antiguamente se excluía del campo del mundo físico como resultado
de un resabio del dualismo cartesiano, puede ser también explicado con
rigurosidad científica.
46
Capítulo III. Atención y consciencia
y sueño de ondas lentas (No REM, según sus siglas en inglés). A su vez,
dentro de estos grandes estados de consciencia, tenemos variaciones que
podríamos denominar “estados alterados de consciencia”. Entre ellos te-
nemos: a) Anestesia (p. ej., durante ciertas cirugías, pero también debido al
consumo de sustancias psicoactivas recreativas), b) Síndrome de enclaus-
tramiento (la persona está despierta y lúcida pero su cuerpo está comple-
tamente paralizado), c) Estado de consciencia mínima (el paciente parece
dormido, conserva las fases de sueño y vigilia y responde mínimamente a
los estímulos), d) Estado vegetativo (el paciente parece dormido y los ciclos
de sueño y vigilia están presentes pero alterados y la persona no responde
de ninguna manera a los estímulos), e) Coma (el paciente parece dormido
pero no atraviesa los ciclos de sueño y vigilia y no responde a estímulos
del ambiente). La figura 3.6 ilustra estos estados basándose en dos ejes: los
contenidos de la consciencia y los niveles de consciencia. Otros estados de
alteración de la conciencias incluyen sueños lúcidos, sonambulismo, hipno-
sis, experiencias religiosas, nirvana, etc.
47
Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
En este mismo instante, todos tenemos una película que se está pro-
yectando dentro de nuestras cabezas. Es una película con una in-
creíble cantidad de pistas de información. Tiene visión 3D y sonido
envolvente para lo que uno está viendo y oyendo en este momento.
Pero eso es solo el comienzo. Nuestras películas tienen también olo-
res, sabores y sensaciones. Tiene la sensación de nuestro cuerpo,
dolor, hambre, orgasmos. Tiene emociones: ira y felicidad. Tiene
memorias, escenas de nuestra infancia que se proyectan frente a
nosotros, tiene una voz en off que constantemente está narrando
nuestros pensamientos. En el corazón de esta película estamos no-
sotros experimentando todo esto en forma directa. Esta película es
el flujo de nuestra consciencia. La experiencia subjetiva del mundo
y la mente. La consciencia es uno de los hechos fundamentales de
la existencia humana. Cada uno de nosotros es consciente. No hay
prácticamente nada que conozcamos más directamente. La cons-
ciencia es lo que hace que la vida merezca ser vivida. Si no fuéramos
conscientes, nada en nuestras vidas tendría sentido o valor alguno.
Pero al mismo tiempo la consciencia es el fenómeno más misterioso
en el universo. ¿Por qué tenemos consciencia?23 (Chalmers, 2014).
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Capítulo III. Atención y consciencia
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
Figura 3.7. Los núcleos intralaminares del tálamo han sido propuestos como
estructuras clave para la consciencia.
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Capítulo III. Atención y consciencia
25 A propósito del presente capítulo, vale la pena hacer algunas aclaraciones en la tra-
ducción de las palabras importantes. En primer lugar, vamos utilizar el término “cere-
bro” para referirnos a circuitos neurales dentro del sistema nervioso central. En segundo
lugar, en inglés hay diferencias entre los términos consciencia (consciousness) y estar
“alerta de algo” o “darse cuenta” de algo (awareness). De hecho, esta diferencia es im-
portante para el autor que citamos en este capítulo. Él mismo afirma que muchas veces
los conceptos de Atención, Consciencia y Alerta se suelen tomar como sinónimos. Inten-
tamos aquí traducir sus conceptos haciendo una diferencia en los distintos conceptos.
51
Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
52
Capítulo III. Atención y consciencia
cerebro produce magia?”. Las primeras preguntas que uno debería hacerse
son las siguientes: ¿Cómo es que el cerebro llega a esa conclusión?, ¿cómo
calcula esa información y por qué la utilizaría como una descripción de sí
mismo?, ¿cuáles son los circuitos cerebrales que calculan esta auto-atribu-
ción?, ¿cuáles son los circuitos que le permiten al cerebro concluir que se está
dando cuenta de algo?, ¿qué pasa cuando estos circuitos se dañan?, ¿acaso
otros animales también poseen estos circuitos?, ¿cuál es su ruta evolutiva?
Ahora bien, reemplacemos la palabra “ardilla” del ejemplo de Graziano por
la palabra “consciencia” y estaremos frente a las dos formas clásicas de en-
carar el estudio de la consciencia. Una que postula a la consciencia como un
epifenómeno, y entonces la deja por fuera de la investigación científica. Y la
otra que postula a la consciencia como el resultado de procesos cerebrales y
la convierte en pasible de ser abordada experimentalmente.
Graziano propone entonces una “teoría del esquema atencional” para
explicar la consciencia. Según Graziano, el cerebro es un dispositivo de aná-
lisis de datos que tiene dos talentos principales. En primer lugar, es capaz
de seleccionar señales del ambiente y concentrar sus recursos sobre ese li-
mitado número de señales para poder procesarlas en profundidad. Este fe-
nómeno se conoce como “atención”. En segundo lugar, el cerebro construye
modelos, utiliza la información interna para construir modelos. El cerebro
hace esto todo el tiempo. Todo lo que sabemos acerca del mundo a nuestro
alrededor, todo lo que oímos, sentimos o percibimos es una reconstrucción.
El cerebro toma información y la utiliza para generar modelos del mundo.
Estas simulaciones del mundo son muy buenas, pero no del todo exactas, y
es por eso que a veces tenemos, por ejemplo, ilusiones visuales.
Si uno combina estas dos funciones centrales del cerebro, es decir, la
construcción de un modelo o la esquematización del proceso de prestar
atención, entonces este “ser consciente” sería básicamente el modelo que
el cerebro produce de lo que significa prestarle atención a algo. Además,
los seres humanos atribuimos este estado consciente a las demás personas.
Vemos su lenguaje corporal, gestos, expresiones y tenemos una sensación
muy vívida de lo que está experimentando esa persona. Le atribuímos ese
estado consciente tal como nos lo atribuimos a nosotros. Los seres humanos
somos bastante exagerados al respecto, le atribuimos consciencia a muchos
objetos. Por ejemplo los niños le atribuyen consciencia a los muñecos de
peluche, al soldadito de juguete, etc. Según Graziano, es esta capacidad la
que nos hace una especie extraordinariamente exitosa. Esta mente social
que atribuye consciencia a otros.
Hay ciertas regiones cerebrales que se relacionan con este tipo de pen-
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
Referencias bibliográficas
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54
Capítulo IV
Áreas de asociación y funciones mentales
“Siempre parece imposible
hasta que se hace”.
Nelson Mandela
4.1 Localizacionismo
En el capítulo II se mencionó una corriente pseudocientífica que tuvo gran
repercusión en su momento, la frenología, cuyo principal exponente, el ana-
tomista alemán Franz Gall (1758-1828), afirmaba que las funciones mentales
tenían su base en zonas específicas del cerebro. Esas habilidades mentales
deformaban el cráneo de forma tal que, con la simple palpación de la cabe-
za de una persona, se podía determinar, por ejemplo, si se estaba frente a
alguien inteligente o no. La idea de que las funciones mentales distribuidas
en la corteza abultaban el cráneo fue desestimada y ridiculizada posterior-
mente. Se desestimaron también las clasificaciones de las funciones mentales
que había postulado (como combatividad o amor a la patria), en favor de
otras más acordes con la comprobación empírica y las nuevas teorías, como
la atención, la memoria, el lenguaje, las emociones, la toma de decisiones, etc..
No obstante, la primera parte de la teoría localizacionista —la que postulaba
que las funciones mentales se encuentran localizadas en zonas específicas del
cerebro—, tuvo un apoyo importante cuando en 1861 Paul Broca (1824-1880)
localizó el centro de la producción del habla en un área circunscrita de la cor-
teza frontal, conocida actualmente como el área de Broca.
55
Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
mente existe una organización de ciertas funciones que tienen una localiza-
ción clara y precisa. ¿Pero qué ocurre con las funciones más complejas?
En la década de 1870, el neurólogo inglés John Hughlings Jackson (1835-
1911)27 propuso que la corteza cerebral estaba organizada en forma jerár-
quica (Phillips, 1973), por lo tanto, así como existían áreas primarias que
codificaban información muy básica, había también áreas secundarias en
donde la información primaria se complejizaba un poco más, por lo cual
también se las denominó áreas de asociación unimodal, y finalmente áreas
terciarias en donde la información compleja de cada modalidad sensorial se
integraba, las llamadas áreas de asociación polimodal.
En relación con el sistema motor, los eventos ocurren en el orden inverso
(Figura 4.3). La compleja información sensorial se sopesa y las áreas terciarias
toman una decisión que involucra cálculos inherentes a grandes grupos mus-
culares (áreas secundarias) y, finalmente, la información precisa a ser enviada
a la médula espinal, y luego a los músculos, depende de las regiones motoras
primarias. Jackson observó que estas grandes regiones de asociación polimo-
dal servían para la integración de información de orden superior y que no
eran ni puramente sensitivas ni puramente motoras. La estimulación eléctrica
de estas áreas tenía pocos o ningún efecto sensorial o motor preciso, por eso
se las denominó “áreas silenciosas”. Estas áreas de la corteza de orden supe-
rior (terciarias) sirven justamente para “asociar” o integrar todos los inputs
desde las aferencias sensoriales de nivel superior (secundarias) y programar
o planificar todos los outputs desde las eferencias motoras (primarias).
En resumen: adyacentes a las áreas primarias, existen áreas de un nivel
más complejo de procesamiento. Estas áreas suelen denominarse “secun-
darias” o “áreas de asociación unimodal” o “áreas de nivel superior”. Las
áreas “secundarias” o de “nivel superior” a las primarias se encargarían de
analizar la información básica de las áreas primarias para integrarlas en un
primer nivel de complejidad. Un tercer nivel lo compondrían las “áreas de
27. John Hughlings Jackson (1835-1911) fue un neurólogo inglés. Una parte importan-
te de su obra se refiere a la organización evolutiva del sistema nervioso, para el que
propuso tres niveles: un nivel inferior, un nivel medio, y un nivel superior. En el nivel
inferior, los movimientos se representarían en su forma menos compleja; estos centros
se encontrarían en la médula espinal. El nivel medio consistiría en la llamada área mo-
tora de la corteza, y los niveles motores superiores se localizarían en el área prefrontal.
Los centros de nivel superior inhibirían a los inferiores, y si sufrieran daños, provoca-
ría síntomas «negativos» (debidos a una ausencia de función). Los síntomas «positi-
vos» estarían causados por la liberación funcional de los centros inferiores, que no se
verían inhibidos por los superiores. Jackson denominó a este proceso «disolución».
56
Capítulo IV. Áreas de asociación y funciones mentales
57
Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
Antes del accidente, Gage era un hombre comedido, con una mente bien
equilibrada, capaz de llevar a cabo sus planes, organizado y bien considerado
por la comunidad. Después del accidente se podría decir que echó a perder
su vida. Y no por incapacidad física o intelectual, sino por su nuevo carácter.
Fue despedido de todos aquellos trabajos en los que se empleó, trabajó en un
circo relatando su accidente y exhibiendo su herida, intentó nuevas aventuras
que fracasaron y terminó viviendo con su madre, alcohólico y en malas com-
pañías. Murió a los 38 años, trece después de su terrible accidente.
El caso Phineas Gage nos revela la importancia de una parte del cerebro,
el lóbulo frontal, en la personalidad y la conducta. Su caso hizo que los
científicos vieran al cerebro como el posible asiento no solo de funciones
tales como la percepción y la generación de movimientos, sino también de
nuestras emociones, sentimientos y pensamientos más complejos.
Figura 4.1. Dibujo basado en un daguerrotipo de Phineas Gage posando con la barra
del accidente (A). Reconstrucción del sitio por donde penetró la barra (B).
58
Capítulo IV. Áreas de asociación y funciones mentales
29. M. Marcel Mesulam da el siguiente ejemplo de estas conductas “en su estado crí-
tico de maternidad, los pavos hembras desarrollan la necesidad de atacar todos los
objetos que no pien como lo hacen sus propios polluelos, un instinto altamente adap-
tativo para ahuyentar a los depredadores. No obstante, si una hembra de pavo con
pollitos recién nacidos es privada de la audición, matará a todos sus polluelos” (to-
mado de Stuss & Knight, 2002, página 14). La traducción me pertenece [N. del Autor].
59
Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
de varias de esas funciones. Esto a su vez genera las preguntas de cómo estos
procesos distribuidos en paralelo se aúnan para dar como resultado al pen-
samiento, y en qué sector de la corteza cerebral ocurre esta integración. Un
problema que ya habíamos planteado en el capítulo anterior.
Si bien es cierto que la relación de la funciones mentales con una zona
cerebral no implica necesariamente que esa función particular esté mediada
exclusivamente por esa región, pareciera que ciertas áreas están más impli-
cadas que otras en un tipo de función. La mayoría de las funciones requieren
la acción integrada de neuronas de diferentes regiones, tanto corticales como
subcorticales. Esas áreas donde la información se integraría con un gran nivel
de complejidad han sido llamadas “áreas de asociación”. Las áreas de asocia-
ción constituyen el último nivel de complejidad y ocupan sectores extensos
de la corteza cerebral (Miller & Cohen, 2001). Las más importantes de estas
áreas son las denominadas: 1) Área parieto-occípito-temporal (POT), 2) Área
límbica y 3) Área de asociación prefrontal. A continuación describiremos so-
meramente las dos primeras, ya que serán retomadas en los otros capítulos, y
con mayor detalle la última área.
Figura 4.2. Áreas de asociación. El gráfico ilustra las zonas de la corteza involucradas
en el procesamiento sensitivo y motor primarios, procesamiento sensitivo y motor
secundarios y las áreas de asociación. El área de asociación límbica es más claramen-
te visible en un corte sagital del encéfalo.
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Capítulo IV. Áreas de asociación y funciones mentales
Figura 4.3. La información sensitiva ingresa desde los receptores sensoriales periféri-
cos hasta la corteza cerebral y es procesada en las áreas primarias. Posteriormente esa
información adquiere un nivel superior de complejidad en las áreas secundarias. La
etapa final la constituyen las áreas de asociación en donde se reúne la información de
nivel superior y se deciden las acciones a seguir. Las flechas indican el sentido de la
información y el color el tipo de información (rojo =aferente, azul = eferente).
61
Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
Figura 4.4. (A) Ubicación del área de asociación POT. Al parecer las funciones de este
área serían diferentes respecto del hemisferio en cuestión. Hemisferio derecho realcio-
nado con la atención espacial y el hemisferio izquierdo relacionado con el lenguaje. (B)
Dibujo copiado del original de Aleksander Luria que muestra el recorrido de la bala a
través de los lóbulos parietales del soldado Ruso Lev Zasetski.
62
Capítulo IV. Áreas de asociación y funciones mentales
un estado de coma (Figura 4.4 B). Al recuperarse del coma, Zasetski experi-
mentó diferentes tipos de agnosias y se volvió incapaz de percibir el lado de-
recho de las cosas (heminegligencia). Los objetos que veía aparecían normal-
mente fragmentados. Inclusive la parte derecha de su cuerpo le era invisible.
Alexander Luria, un eminente neurocientífico ruso, lo trató a lo largo de 26
años y publicó fragmentos del diario de Zasetski junto con el historial deta-
llado del caso en el libro llamado El hombre con su mundo destrozado (1973)30.
30. Reproducimos aquí algunos fragmentos: “Al comienzo ni siquiera pude recono-
cerme a mí mismo, ni recordar lo que me había ocurrido, y durante mucho tiempo
- días interminables - ni siquiera supe dónde me habían herido. La herida en la cabeza
parecía haberme convertido en un niño.” [...] “Me encuentro siempre en una especie
de bruma, como en un pesado sueño a medias. Mi memoria es un vacío. No consigo
pensar en una sola palabra. Solo me cruzan por la mente algunas imágenes, vagas
visiones que aparecen de súbito, y que desaparecen con la misma velocidad, para
dejar paso a nuevas imágenes. Pero no logro entender o recordar qué significan. Lo
único que recuerdo son trozos, fragmentos dispersos y deshechos” [...] “Todavía ten-
go que leer sílaba por sílaba, como un niño; me acosa la amnesia y no puedo recordar
palabras o significados; aún me abruma la afasia mental, y no puedo recuperar la me-
moria, ninguna de las capacidades o conocimientos que alguna vez tuve” [...] “Desde
que me hirieron tuve dificultades para entender e identificar las cosas que me rodean.
Lo que es más, cuando veo o imagino cosas en la cabeza (objetos físicos, fenómenos,
plantas, animales, aves, personas), sigo sin poder recordar enseguida las palabras que
las nombran. Y a la viceversa... cuando escucho un sonido o una palabra, no puedo
recordar en seguida que significa.” (Luria, 1973 página 27 y siguientes).
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
31. Una paciente de 50 años conocida como S.M., cuyo caso fue inicialmente descrito
en 1994, tiene una destrucción bilateral total de las amígdalas como consecuencia de
una enfermedad muy rara llamada la enfermedad de Urbach–Wiethe. S.M. es famosa
porque, a causa de esta lesión, prácticamente es incapaz de experimentar miedo o
ansiedad en su vida. Este caso confirma lo que ya se había probado en monos, que la
ausencia de la amígdala hace desaparecer el estímulo del miedo. Por otra parte, los in-
vestigadores creen que esta investigación puede llevar a avances que permitan alguna
vez mejorar el tratamiento en los casos de estrés post-traumático y de personas que, al
contrario que S.M., no pueden controlar la sensación de pánico.
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Capítulo IV. Áreas de asociación y funciones mentales
La CPF está ubicada en la parte más rostral (anterior) del lóbulo frontal,
frente a las cortezas motoras secundarias. Comprende casi el 30% del total de
la corteza en humanos (figura 4.6). Es la adquisición filogenética más reciente
y es una de las últimas regiones en madurar y mielinizarse en el desarrollo
ontogenético. Hasta no hace mucho, se creía que esta región estaba presente
solo en los seres humanos, pero si ampliamos su definición como “la parte de
la corteza que recibe aferencias del núcleo mediodorsal del tálamo”, enton-
ces podemos encontrarla inclusive en ratas (Fuster, 2007). Aun así se podría
argumentar que en los humanos la corteza prefrontal es de mayor tamaño
en relación con el resto de la corteza que en las demás especies. No obstante,
un trabajo reciente (Barton & Venditti, 2012) concluyó que la CPF no es más
grande en humanos que en otros primates, si consideramos su tamaño en
comparación con las demás regiones cerebrales. Se argumentó que las fun-
ciones mentales complejas deberían buscarse en redes o circuitos distribuidos
por todo el cerebro. Sin embargo, se sigue considerando que aunque la cor-
teza prefrontal no sea desproporcionadamente más grande en los humanos
que en otros primates, su participación en la cognición es clave para todo
aquello que nos diferencia de las demás especies.
El área de asociación prefrontal recibe inputs de prácticamente todas las
cortezas sensoriales del nivel superior. También recibe información del hi-
pocampo (a través de un haz de fibras denominado “fascículo uncinado”32),
del sistema límbico (desde el hipotálamo) y desde el tálamo (núcleo medio-
dorsal). Esta información influye en la planificación de la conducta median-
te proyecciones sucesivas a la CPF.
En cuanto a las eferencias, la CPF proyecta a todas las regiones sensoria-
les desde las que recibe inputs (estas proyecciones participarían por ejemplo
de los procesos atencionales). También proyecta a la corteza premotora, a
los núcleos de la base, al colículo superior del mesencéfalo y a estructuras
del área de asociación límbica (figura 4.7).
Solo con conocer las conexiones de la CPF con el resto de las áreas cor-
ticales y subcorticales, ya podemos adelantar que participa en un gran nú-
mero de funciones mentales. Algunas de esas funciones son, por ejemplo,
calcular las consecuencias de las acciones que van a llevarse a cabo y plani-
ficar la conducta en consecuencia, integrar la información sensorial interna
y externa, inhibir conductas y pensamientos innecesarios y sopesar los re-
sultados de la conducta.
32. Esta vía proporciona una relación directa entre la información visual almacenada
en la memoria de largo plazo y la corteza prefrontal (importante para la recuperación
de información por ejemplo).
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
Figura 4.6. Comparación del tamaño de la corteza prefrontal en humanos (30%) ver-
sus monos macacos (11.5%) y gatos(3.5%).
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
el lóbulo frontal (con lo cual su daño devendría en una afasia) pero una lesión en el
lóbulo prefrontal no implicaría un trastorno afásico necesariamente.
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Capítulo IV. Áreas de asociación y funciones mentales
La CPF puede dividirse en tres regiones: (1) dorsal, (2) medial y (3) orbi-
tofrontal (figura 4.7). La lesión de cada una de estas tres subdivisiones por
separado produce déficits diferenciales que nos pueden ayudar a compren-
der mejor su funcionamiento. Si bien muchos de los síntomas de cada uno de
estos síndromes no son exclusivos de una de estas regiones, pueden utilizarse
para ordenar a grandes rasgos sus funciones principales.
Figura 4.8. El sombreado indica las áreas correspondientes a las tres subdivisiones
de la corteza prefrontal.
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
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Capítulo IV. Áreas de asociación y funciones mentales
34. Mesulam hace referencia a un paciente de 50 años, abogado de una compañía mul-
timillonaria. Al practicarle una cirugía para extirpar un tumor, quedó deprivado de
parte de la CPF ventromedial. Empezó a cometer errores por descuido en el trabajo,
muchos de los cuales le costaron grandes sumas a la compañía. No hacía caso a las
reprimendas y su labor continuó siendo errática. Eventualmente se lo forzó a un retiro
temprano, lo cual hizo sin protestar, y parecía satisfecho de poder pasar su tiempo
en casa mirando la televisión. En una entrevista médica informó que su esposa había
sido diagnosticada con cáncer pero que él no dejaría que esta noticia lo molestara
(tomado de Stuss & Knight, 2002, páginas 13 y14).
71
Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
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73
Capítulo V
Aprendizaje y memoria
“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo
de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.”
Jorge Luis Borges
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
37. Dos casos de memoria excepcional ilustran esta idea. El norteamericano Kim Peek
(1951-2009), fue una persona que sorprendió al mundo con sus asombrosa capaci-
dad de memoria (se dice que recordaba palabra por palabra el contenido de 10.000
libros), no obstante era incapaz de realizar tareas tan básicas como vestirse solo. De
la misma forma. Stephen Wiltshire (1974- ) es conocido por su capacidad de dibujar
paisajes complejos después de haberlos visto sólo una vez. No obstante padece de
serios problemas para comunicarse e interactuar socialmente y ha sido diagnosticado
con trastorno del espectro autista.
38. En uno de sus programas radiales, el escritor y locutor argentino Alejandro Dolina
nos ofreció una metáfora poética al respecto. Dolina mencionaba la llamada “paradoja
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Capítulo V. Aprendizaje y memoria
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
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Capítulo V. Aprendizaje y memoria
40. Dice el doctor William Scoville (quien practicó la operación) “Esta operación fran-
camente experimental se consideró justificada porque el paciente estaba totalmente
incapacitado debido a sus ataques y éstos no se solucionaban con ningún tratamiento
médico. Se sugirió (la cirugía) por el conocimiento de las cualidades epileptogénicas
del uncus (parte anterior del giro hipocampal en forma de gancho) y del complejo
hipocampal y también por la relativa ausencia de ataques post operatorios en nuestras
cirugías del lóbulo temporal en comparación con lobotomías en otras áreas. La cirugía
se llevó a cabo con el consentimiento y la aprobación del paciente y su familia, en la
esperanza de que los ataques se redujeran considerablemente.” (Scoville & Milner,
1957, páginas 11 y 12). La traducción me pertenece [N. del Autor].
41. La traducción me pertenece [N. del Autor].
42. La traducción me pertenece [N. del Autor].
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Capítulo V. Aprendizaje y memoria
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43. Existe actualmente una acalorada discusión al respecto ya que algunos autores
sostienen que las memorias declarativas sólo dependen del hipocampo para su crea-
ción y no para su recuperación. Por ejemplo, el neurocientífico Larry Squire (1941- ).
Mientras que otros argumentan que las memorias episódicas siempre necesitan de la
integridad del hipocampo y estructuras asociadas, mientras que las memorias semán-
ticas no. Por ejemplo el neurocientífico Morris Moscovitch (1945- ).
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
44. Es interesante distinguir entre castigo positivo (es la presencia de algo desagradable
en el momento en que se haga algo no deseado), castigo negativo (es la ausencia de
algo agradable en el momento en que se haga algo no deseado), refuerzo positivo (es
la presencia de algo agradable después de conseguir un comportamiento deseado),
refuerzo negativo (es la ausencia de algo desagradable después de conseguir un com-
portamiento deseado).
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Capítulo V. Aprendizaje y memoria
Figura 5.1. La ilustración muestra la zona del cerebro que le fue extirpada a HM. En
comparación con un cerebro normal, vemos que una de las estructuras retiradas du-
rante la cirugía fue el hipocampo y estructuras relacionadas.
45. Mishkin postuló que las representaciones de los estímulos se almacenan en las
áreas de asociación (ver capítulo IV), mientras que la activación de estas áreas dispara
un circuito cortico-límbico-tálamo-cortical. Este circuito consistiría de dos circuitos en
paralelo, uno que involucra la amígdala y el núcleo dorsomedial del tálamo, y el otro
el hipocampo y el núcleo anterior del tálamo.
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
Figura 5.2. Ubicación de las estructuras que yacen en la cara interna del lóbulo tempo-
ral. El dibujo inferior izquierdo ilustra el hipocampo y sus vías.
46. El término rino (rhino en griego), significa nariz y proviene del hecho que estas
estructuras se encuentran cercanas al surco rinal que se relaciona con la sensación del
olfato.
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Capítulo V. Aprendizaje y memoria
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Capítulo V. Aprendizaje y memoria
Figura 5.5. Anatomía de la Aplysia. (a) En el dorso, cuenta con un sifón y una brán-
quia. (b) cuando se estimula el sifón con un chorro de agua, la bránquia se contrae.
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Capítulo V. Aprendizaje y memoria
Figura 5.7. En el caso de la Sensibilización se agrega una tercer neurona (L29) que reci-
be información a cerca del shock que la Aplysia recibe en la cabeza. Esta neurona (L29)
libera serotonina (5-HT) que, al acoplarse a su receptor metabotrópico, desencadena
una cascada de segundos mensajeros químicos.
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Capítulo V. Aprendizaje y memoria
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Figura 5.9. Esquema con fines didácticos que ilustraría cómo se forma la PLP aso-
ciativa.
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Capítulo V. Aprendizaje y memoria
Figura 5.10. Este esquema ilustra lo que ocurre cuando la membrana que contiene al
receptor de glutamato NMDA es despolarizada al mismo tiempo que el glutamato se
liga al receptor.
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
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98
Capítulo V. Aprendizaje y memoria
99
Capítulo VI
Inteligencia
Inteligencia es lo que usamos
cuando no sabemos qué hacer.
Carl Bereiter
101
Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
100. Esta figura fue llamada Coeficiente Intelectual o CI. De ese modo, un
niño cuya edad mental y edad cronológica coincidieran, tendrían un CI de
100, lo cual era considerado como “inteligencia promedio”. Un niño de 10
años que alcanzara un puntaje correspondiente a una edad mental de 12
años tendría un CI de 12/10x100= 120. De este método de evaluación pro-
vino el término “test de CI”, un nombre que hoy en día es utilizado para
cualquier test que pretenda medir la inteligencia en una escala objetiva y
estandarizada. Con posterioridad, tests desarrollados por David Wechsler
(1896-1981) fueron diseñados para corregir las debilidades de los anterio-
res (Weschler, 1939).
Las ediciones modernas de los tests de Weschler son utilizados actual-
mente en forma amplia como tests de inteligencia. La escala de inteligen-
cia de adultos de Weschler (conocida como WAIS: Weschler Adult Inte-
lligence Scale) incluye once subtests. Seis requieren habilidades verbales
y conforman la escala verbal del test. Estos subtests incluyen ítems como
recordar una serie de dígitos, resolución de problemas aritméticos, defini-
ción de palabras y respuestas de conocimiento general. Los cinco subtests
restantes tienen muy poco o nulo contenido verbal y conforman la escala
de ejecución, también llamada no verbal, de desempeño o manipulativa.
Incluye tareas que requieren la comprensión de relaciones de los objetos
en el espacio y manipulación de varios materiales-tareas como armar blo-
ques, resolver laberintos y completar figuras. Con los tests de Weschler, el
examinador puede computar el CI verbal, el CI de ejecución y el CI global
(figura 6.1).
Actualmente, los puntajes del CI ya no se calculan dividiendo la edad
mental por la edad cronológica. Si tomaran los CI actuales, los puntos
que se consiguen por cada respuesta a los subtests son sumados. Luego
el puntaje total es comparado con los puntajes conseguidos por otras per-
sonas del mismo rango de edad. El promedio de los puntajes obtenidos
por personas de cada franja etaria es igual a un valor de 100. Si uno realiza
el test mejor que el promedio correspondiente a su misma edad, recibirá
un CI por encima de 100. Este procedimiento se basa en criterios bien es-
tablecidos acerca de diferentes características: la mayoría de los puntajes
cae en el medio de un rango de puntajes posibles, creando una curva con
forma de campana que se aproxima a la distribución normal (Campana de
Gauss, figura 6.2). La mitad de las personas evaluadas estará por debajo
de 100, el promedio para cualquiera de los grupos. La otra mitad de los
puntajes estará sobre 100. El desvío estándar de esta distribución es de 15.
102
Capítulo VI. Inteligencia
Figura 6.1. Ilustración esquemática de las habilidades medidas por la escala de inteli-
gencia de Weschler con sus CI Verbal, de Ejecución y Global.
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
104
Capítulo VI. Inteligencia
6.3 El factor g
En 1904 el psicólogo británico Charles Spearman (1863-1945) postuló que
hay un factor de inteligencia general dominante, también conocido como
el factor g, que controla todas las habilidades cognitivas. Este factor g hace
referencia a la existencia de una inteligencia general que influye en las me-
diciones de los rendimientos de tareas cognitivas. Aquellos que sostienen
esta hipótesis postulan que la inteligencia puede ser medida y expresada
por ejemplo a través del CI (tal como el caso del test de Weschler). La idea es
que esta inteligencia general subyacente influye en el rendimiento de todos
los tests cognitivos50 (figura 6.3). No obstante, existen investigadores (p.ej.,
Gardner, 2006 o Cattell & Horn, 1978) que afirman la existencia de múlti-
ples factores de la inteligencia, que son más o menos independientes. De
acuerdo con estos autores, una persona podría por ejemplo ser muy buena
en matemáticas, pero muy mala en tareas relacionadas con la memoria.
Figura 6.3. Esta figura está construida a partir del análisis realizado por Salthouse y
colaboradores (2004) quienes analizaron 33 estudios propios con casi 7.000 sujetos
de edades entre 18–95 años. Cada recuadro pertenece a un dominio de la inteligen-
cia. Los números muestran la correlación entre cada dominio y el factor “g” o inte-
ligencia general. A su vez, cada uno de estos 5 dominios se encuentran altamente
correlacionados entre ellos.
50. Una frase atribuida al célebre pintor Pablo Picasso ilustra esta idea. Dice Picasso:
“Cuando yo era pequeño mi madre me decía: Si te haces soldado llegarás a general,
si te haces cura, llegarás a ser Papa. En cambio de todo eso decidí ser pintor y me
convertí en Picasso.”
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
“crudas” para cada una de estas inteligencias y que la cultura provee siste-
mas simbólicos, como el lenguaje, que permite a las personas usar sus ca-
pacidades “crudas”. Aunque los diversos tipos de inteligencia interactúan
todo el tiempo, pueden funcionar con cierta independencia y los individuos
pueden desarrollar algunas más que otras51. El principal problema con esta
teoría es que no existen tests empíricos que la comprueben, pero aquellos
que se han realizado mostraron que varias de estas inteligencias se correla-
cionan entre ellas, y algunas, como la inteligencia naturista, no son siquiera
consideradas habilidades cognitivas.
Por otro lado, en la década de 1960, los científicos Raymond Cattell
(1905-1998) y John Horn (1928-2006) también cuestionaron la existencia
de un factor g. Estos autores propusieron una diferenciación entre un tipo
de inteligencia que refiere a la capacidad de razonar y resolver problemas
novedosos, independientemente del conocimiento del pasado (Cattell &
Horn, 1978). Este tipo de inteligencia fue denominada “fluida” y estaría en
la base de nuestra habilidad para analizar problemas nuevos, identificar
patrones y relaciones que subyacen a estos problemas y la utilización de la
lógica. Es el tipo de inteligencia que se utiliza en el razonamiento científico,
en las matemáticas y en programación.
Por otro lado, estos autores postularon que también existe un tipo de
inteligencia que refiere a los logros intelectuales de cada uno a lo largo de
la vida, lo cual se comprueba en el vocabulario y el conocimiento general
de una persona. Este tipo de inteligencia denominada “cristalizada” mejora
con el tiempo y es dependiente de la experiencia. No obstante, ambos ti-
pos de inteligencia se correlacionan fuertemente en los tests. La inteligencia
cristalizada estaría condicionada mayormente por el entorno y las expe-
51. En su teoría de las inteligencias múltiples, Gardner distingue nueve tipos de in-
teligencias: a) Inteligencia lingüística: la capacidad de leer, escribir, escuchar y ha-
blar; b) Inteligencia espacial: la capacidad de orientarse en el espacio; c) Inteligencia
lógica-matemática: la capacidad de calcular, resolver ejercicios de lógica, razonar y
pensar de modo científico; d) Inteligencia musical: la capacidad de cantar, tocar un
instrumento musical y analizar y componer música; e) Inteligencia corporal cinesté-
sica: la capacidad de mover el cuerpo de forma coordinada como, por ejemplo, en los
campos de la danza, los deportes o la cirugía; f) Inteligencia interpersonal: la capaci-
dad para comprender e interpretar la conducta verbal y no verbal de otros; g) Inteli-
gencia intrapersonal: la capacidad para reflexionar sobre las acciones de uno mismo
y comprenderlas;h) Inteligencia naturalista: la capacidad para reconocer y categorizar
objetos en el mundo natural; i) Inteligencia existencial: la capacidad para determina
su propia posición en relación con las características existenciales de la existencia hu-
mana, como la muerte y el significado de la vida.
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Capítulo VI. Inteligencia
Tenemos los mismos genes que tenían nuestros ancestros hace 100.000
años. No sería por lo tanto la genética lo que nos ha hecho inteligentes sino las
herramientas de pensamiento. Esto despierta la vieja pregunta del huevo y la
gallina: ¿fue el uso de herramientas lo que nos hizo más inteligentes o evo-
lucionamos hasta el punto de ser lo suficientemente inteligentes para utilizar
herramientas? La respuesta sería: es coevolucionario. Fuimos lo suficiente-
mente inteligentes para utilizar ciertas herramientas y esas herramientas nos
hicieron mas inteligentes para utilizar otras, y así sucesivamente.
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bilidades que definen a una persona como inteligente, ya que nos brindan
un marco de flexibilidad y creatividad que nos diferencia del resto de los
animales. Sin embargo, es importante diferenciar que, si bien las tareas di-
rigidas a metas requieren de la CPF para ser llevadas a cabo, esto no impli-
ca que regiones específicas de la CPF sean completamente responsables de
ello. Queda aún la pregunta de cómo surge esa función general producto de
la combinación de regiones separadas de la CPF y otras regiones corticales
y subcorticales para dar origen a la conducta inteligente.
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Figura 6.4. Etapas del procesamiento propuestas por el modelo TIP-F. Los números
indican las áreas de Brodmann correspondientes.
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Capítulo VII
Libre albedrío y neurociencias
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?.
Jorge Luis Borges, “Ajedrez”
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57. El artículo 34 inciso 1 del código penal dice que es inimputable: El que no haya po-
dido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia de sus facultades, alteraciones
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60. Aunque uno puede argumentar que el libre Albedrío sí se aplica en el momento en
que el individuo tomó la decisión de consumir la droga por primera vez. Sin embargo,
hablamos aquí de la persona que es drogodependiente y comete un ilícito con el fin
de procurarse la droga.
61. El caso fue presentado por los doctores Russell Swerdlow y Jeffrey Burns en un
artículo del año 2003 en la revista Archives of Neurology.
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de por qué lo elegimos. Estas explicaciones muchas veces son esfuerzos que
nuestra mente hace para darle sentido a nuestros actos. A continuación ve-
remos casos clínicos que lo demuestran.
De manera que, apenas comenzaron a salir de mis labios, ya ese ser de abajo las oía
con estupor, como si a pesar de todo no hubiera creído seriamente en la posiblidad de
que el otro las pronunciase. Y a medida que salieron, comenzó a tomar el mando de
mi consciencia y de mi voluntad y casi llega su decisión a tiempo para impedir que la
frase saliera completa. (Sábato, 1948, página 37).
64. Vale la pena mencionar en este apartado el fenómeno de “visión ciega”, en el cual
una persona ciega es capaz de esquivar objetos en una sala aún sin ser consciente de
que los ve. Esto ocurre porque los circuitos visuales inconscientes (que no van a la
corteza de asociación), permanecen intactos.
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Capítulo VII. Libre albedrío y neurociencias
del individuo sea coherente. Para esto genera explicaciones sobre la con-
ducta basadas en la experiencia personal. Algo similar ocurre en pacientes
con síndrome de hemisomatognosia (incapacidad de reconocer la mitad del
cuerpo contralateral a la lesión). En estos casos el paciente suele afirmar
que tiene duplicado la mitad de su cuerpo o que tiene pegada a su cuerpo
a otra persona (usualmente por la noche), que incluso abusa sexualmente
de él, que cuando mira para verlo, este se escapa rápidamente para volver a
aparecer luego. Hay una interpretación secundaria del síndrome: el pacien-
te no puede reconocer la mitad de su propio cuerpo, pero se ve obligado a
encontrarle una explicación a esa aparición y creerla.
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Neurociencias y psicología. Aportes hacia una ciencia de la mente
bertad de hacer lo que uno quiere, cuando lo que uno quiere es un producto
de causas previas que uno no puede elegir, y por lo tanto no las creó volun-
tariamente?.
No obstante el compatibilismo podría proponer lo siguiente: aunque
nuestros pensamientos sean producto de actividad cerebral desconocida
para nosotros, aún sigue siendo nuestro cerebro, que somos nosotros, sea-
mos conscientes o no.
Desde la psicología, se entiende que las personas se sienten identifica-
das con el control de un cierto canal de información en su consciencia. El
compatibilismo viene a decir que las personas son mucho más que eso. Las
personas son la totalidad de procesos, conscientes o inconscientes, en su
cerebro. Esto equivale a decir que estamos hechos de polvo de estrellas,
lo cual es cierto, y por ello ese polvo de estrellas es parte de nosotros, lo
que también es verdad. No obstante, el saber esto no hace que el polvo
de estrellas guíe nuestras intuiciones morales o determine nuestro sistema
de justicia criminal. No podemos hacernos cargo de nuestra vida mental
inconsciente. De hecho, estamos tomando muchas decisiones con otros ór-
ganos además del cerebro, como ser: crear nuevas células, regenerar tejido,
sintetizar insulina, etc. Sin embargo, si esas acciones se detuvieran, no nos
sentiríamos responsables por ello. En todo caso seríamos víctimas. Por lo
tanto, decir que somos responsables de todo lo que ocurre dentro de nues-
tra piel, porque es todo parte de nosotros, es hacer una afirmación que no
tiene ninguna relación con la experiencia que ha hecho del libre albedrío un
problema filosófico.
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Capítulo VII. Libre albedrío y neurociencias
ramos en este momento. Pero, ¿de dónde proviene aquello que queremos
hacer El problema de admitir esto es que sería difícil darle sentido a las defi-
niciones de correcto/ incorrecto o bueno/malo.Afortunadamente, podemos
mantener un fuerte sistema moral sin mentirnos a nosotros acerca de las
causas de la conducta humana.
Lo que más condenamos en las personas, y en los criminales, es la in-
tención consciente de hacer daño. Si decidimos cometer un crimen, luego
de semanas de preparación, ese crimen dice mucho acerca de nosotros. El
punto no es si somos la única causa independiente de nuestras acciones. El
punto es que, por alguna razón, tenemos la mente de un criminal. No so-
mos responsables en última instancia por tener esta mente, pero la tenemos.
Algunos criminales son muy peligrosos y debemos encerrarlos (en algu-
nos casos de por vida), para evitar que nos hagan daño. La razón de esto es
muy sencilla: todos estamos mejor de esta manera. Lo que no tiene sentido
es la necesidad de venganza, de desquite, de revancha. La idea de castigar
a la gente “porque se lo merece” no tiene mucho sentido. No estamos di-
ciendo que todas las personas sean inocentes y que deberíamos vaciar las
cárceles. Hay todavía una diferencia entre acción voluntaria e involuntaria
y hay diferencias entre la responsabilidad moral que podemos atribuirle a
un adulto y a un niño. Pero no necesitamos al libre albedrío para que estas
diferencias tengan sentido.
Una vez que reconocemos que aun las personas más temibles son, en un
sentido básico, desafortunados por ser quienes son, la idea de odiarlos en
lugar de solo temerles se desvanece.
Una de las consecuencias de ver el mundo de esta manera es que se
reduciría el odio y aumentaría la empatía y la compasión. Por supuesto,
esta perspectiva es más sencilla de adoptar por personas que no han sido
víctimas directas de un crimen violento. Es completamente natural odiar a
la persona que nos ha victimizado. Pero la idea es cambiar nuestros puntos
de vista en momentos de tranquilidad, que es cuando se generan las leyes
del derecho.
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65. Fatalismo generalmente hace referencia a la visión de que no podemos hacer nada
para cambiar nuestro destinoo porque este ha sido escrito de antemano. Por lo tanto
somos observadores pasivos de todo lo que nos sucede.
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pensamiento vamos a tener, qué vamos a querer comer) puede ser bastante
liberador.
Por lo tanto, nuestras elecciones importan, pero no podemos elegir lo
que elegimos. No elegimos elegir lo que elegimos. Pensar “pude haber
obrado diferente” es decir “pude haber obrado diferente, después de haber
hecho lo que hice”.
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Referencias bliográficas
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