Juan Bautista, preparó la casa para la gran fiesta, limpiando de los
corazones, el pecado, por medio del agua en el río Jordán.
Todos acudían a bañarse (bautizarse), para estar limpios cuando Jesús
llegase. Juan Bautista dijo a Jesús: “He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”: es decir, Jesús seria el que bota toda la basura del pecado del mundo entero, El no había ensuciado nada, pero el limpió el mundo. Jesús, por eso, fue a lavarse donde Juan Bautizaba. Esta ceremonia (penitencial) demostró la divinidad de Jesús como el Hijo muy amado, y también reveló a la Santísima Trinidad: Una voz – EL PADRE; EL HIJO – Jesús bautizándose, EL ESPIRITU SANTO – En forma de paloma. Jesús, al bautizarse, aceptó su misión de quitar el pecado.