Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¿Por qué surgió el tema de la circuncisión en los escritos de Pablo? ¿Por qué
Pablo no cuestionó la celebración de las Fiestas judías por parte de los
creyentes mesiánicos provenientes de la gentilidad, y sin embargo fue tan
enérgico en expresarse acerca de la circuncisión? En realidad, ¿refutó Pablo la
necesidad de la circuncisión, o la aprobó?
El origen de la disputa
En Hechos 15:1 se registra:
Pablo y Bernabé tuvieron “una gran contienda” (v.2 ) con esos hermanos y,
después de reunirse en Jerusalem con los apóstoles y los ancianos de la
comunidad nazarena, llegaron todos a esta conclusión: “Nosotros creemos que
nos salvamos por el favor del Maestro Yahshúa el Mesías, del mismo modo
que ellos,” [los judíos], (Hechos 15:11 LEM)
Acreditación de Pablo
Antes de continuar con el tema de la circuncisión, es necesario hacer una
reflexión sobre quién era Pablo. Hace un tiempo nos llegó un escrito de un
objetor que concluía que Pablo era un falso apóstol, un farsante, un jactancioso
y que no fue reconocido ni aceptado por la “iglesia” primitiva como apóstol del
Mesías, para lo cual citaba el escritor varios textos bíblicos.
En segundo lugar, es obvio que los que así escriben sacan de contexto y
aplican mal muchos versículos
En tercer lugar, no hay necesidad de escribir una larga tesis para refutar la
teoría de los que desacreditan a Pablo como apóstol; un solo texto derriba y
completamente todos sus argumentos, y este texto es de la pluma nada menos
que del apóstol Pedro:
1. Primero, que Pablo era aceptado y apreciado por los demás apóstoles como
un hermano genuino. Si hubiera sido un falso apóstol, Pedro no lo habría
descrito como “nuestro amado hermano Pablo.” Pedro habría sido el primero
en desenmascarar a Pablo como falso apóstol. Pero éste no es el caso.
3. Tercero, Pedro equipara los escritos de Pablo con “las demás Escrituras.”
Esto es mucho decir. Para Pedro los escritos de Pablo eran también Escrituras
(queriendo decir inspiradas), por lo tanto es obvio que su reclamo de
apostolado es genuino y válido. Y siendo éste el caso, quienes tuercen sus
escritos, lo hacen para su propia destrucción.
Incidente aleccionador
Sin embargo, después de aquella decisión de Hechos 15:11, en Hechos 16:1-3
se relata un incidente aleccionador: Pablo mismo hizo que Timoteo se
circuncidara. ¿Por qué lo hizo? ¿Para que Timoteo alcanzara la salvación? Es
obvio que no. ¿Para que Timoteo se hiciera judío? Tampoco, porque Timoteo
ya era judío por ser hijo de una mujer judía (aunque su padre era griego).
Entonces, ¿por qué Pablo hizo circuncidar a Timoteo? El texto lo dice: porque
“Pablo quiso que Timoteo fuera con él” en un viaje misionero, y “por motivo de
los judíos que había en aquellos lugares” (en Listra e Iconio). Hay dos
lecciones básicas en este pasaje:
2. En segundo lugar, el texto afirma claramente por qué Pablo hizo circuncidar
a Timoteo: “por motivo de los judíos que había en aquellos lugares,” (v3). Pablo
iba a predicar al Mesías entre los judíos, y quería llevar a Timoteo consigo. Si
se hubiera llevado a Timoteo sin circuncidar, los judíos no creyentes en
Yahshúa habrían hallado enseguida un motivo para rechazar a este equipo
misionero por tener una persona incircuncisa. La incircuncisión de Timoteo
habría sido un impedimento para que los judíos tan siquiera escucharan la
predicación de Pablo y Timoteo. De manera que podemos decir sin ambages
que Pablo hizo circuncidar a Timoteo por conveniencia; sí, para no dar lugar a
un rechazo prejuiciado por parte de los judíos.
Sin embargo, esto es muy diferente a decir que los creyentes mesiánicos
tienen que circuncidarse por “la Ley de Moisés,” como la llama el autor de
Hechos, para ser parte de Israel. Algunos argumentan que la circuncisión es
parte de la Ley de Yahwéh, parte de la Alianza. Sin embargo, un análisis
objetivo de Romanos 2:25 invalida ese argumento. Ahí dice Pablo: “La
circuncisión ciertamente sirve para algo si cumples la ley; pero si la violas, tu
circuncisión no te sirve para nada,” (LEM).
Pablo recalca el concepto que estamos discutiendo al decir: “Por otro lado, si el
incircunciso cumple los requerimientos de la ley, su incircuncisión se le contará
como circuncisión. Y ese incircunciso, cuando cumple la ley, te juzgará a ti, que
con tu código escrito y tu circuncisión violas la ley. De nuevo Pablo hace una
distinción entre la ley, que es el código escrito, y la circuncisión. Note con
cuidado el pasaje de Romanos 4:9-12:
De manera que se puede ver una completa y total armonía entre lo que enseña
Pablo y esa posición judía respecto a otras religiones. De hecho, en los
comentarios judíos de la Toráh usted encontrará esta declaración: “Un gentil
que observa la Toráh está en un nivel superior al del Sumo Sacerdote.”
Obviamente, esto se refiere a un incircunciso, de otro modo no lo llamarían
“gentil.” Esto es exactamente lo que dijo Pablo en Romanos 2:26 al 29
“Consideren que soy yo, Pablo, quien les dice esto: Si se dejan circuncidar, el
Mesías no les servirá de nada… porque en el Mesías Yahshua de nada vale
estar circuncidado o sin circuncidar, lo que vale es la fe que actúa mediante el
amor” (Gálatas 5:2-6). En los versos 4 y 5, que no hemos citado, Pablo aclara
que dice estas cosas por aquellos que buscan justificarse en virtud de una ley.
“Los que quieren presentar buenas apariencias en lo humano, esos son los que
quieren obligarlos [a los conversos gentiles] a circuncidarse… porque ni aun los
mismos circuncidados guardan la ley; sin embargo quieren que ustedes se
circunciden para así ellos jactarse de que lograron eso de ustedes.. Porque lo
que vale no es estar circuncidado o no, sino ser una nueva criatura” (Gálatas
6:12-15).
Nadie podría hacerlo más claro de lo que lo hizo el apóstol a los gentiles.
¿Somos gentiles?
Algunos piensan que lo que identifica a uno como gentil es que no está
circuncidado y lo que lo identifica como judío es que está circuncidado. Este
argumento no pasa la prueba porque las mujeres judías no se circuncidan y
son tan judías como los varones. Pero aun en cuanto a los hombres hay algo
más que decir.
El pasaje de Efesios 2:11-13 es muy importante. Aquí Pablo, en primer lugar,
dice que los creyentes en el Mesías que estaban en Éfeso antes “eran
gentiles,” “estaban sin el Mesías,” y “estaban lejos [de Israel],” todo en tiempo
pasado.
Aquí Pablo llama “mutiladores” a los que querían que los creyentes mesiánicos
se circuncidaran. Éste es un término despectivo y nada halagador. También
afirma en este pasaje que los verdaderos circuncidados son “los que adoran a
Yahweh en espíritu.”
No veo cómo alguien puede hacer parecer como que Pablo no habló contra la
circuncisión para los creyentes mesiánicos bajo la Nueva Alianza. Pablo sí
habló contra esa práctica en términos tan enfáticos que no dejan lugar a dudas.
La nueva circuncisión
Muchos no han captado la importante enseñanza del pasaje que voy a citar
ahora. Léalo con discernimiento:
“En él [Mesías] fueron ustedes también circuncidados con una circuncisión que
no se hace a mano, sino mediante el despojarse completamente de las
inclinaciones carnales del cuerpo, por medio de la circuncisión del Mesías, la
cual recibieron AL SER SEPULTADOS CON ÉL EN LA INMERSIÓN [el
bautismo]…” (Colo. 2:11, 12).
El espíritu de santidad nos enseña que aun desde los tiempos de Abraham la
circuncisión física en el prepucio era una señal externa de la circuncisión
espiritual del corazón. Y lo más importante es que nos enseña también
que desde la instauración de la Nueva Alianza la inmerisón (el bautismo) es la
señal externa de esa circuncisión espiritual.
Muchos varones que han sido creyentes en el Mesías Yahshúa y ahora quieren
practicar la fe hebrea como la ha conservado el judaísmo tradicional, se
encuentran con la disyuntiva de ser aceptados como judíos a la vez que creen
en Yahshúa. El problema se resuelve hoy como se resolvió en el siglo primero:
Los judíos nazarenos, o creyentes mesiánicos, no tienen que circuncidarse ni
tienen necesariamente que reunirse con los judíos tradicionales rabínicos. Se
pueden reunir en sus propias sinagogas, y adquirir las enseñanzas de los libros
judíos tradicionales. Así forman una comunidad judía especial semejante a la
del siglo primero: los Judíos Nazarenos.