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La circuncisión en los Escritos Mesiánicos

Por Yosef Aharoni

(Advertencia: No escribo esto con ánimo de polemizar con nadie. Estoy


consciente de que muchos judíos mesiánicos practican la circuncisión, aunque
algunos dicen que es voluntaria. Mi posición sobre el tema es contraria pero
respeto la opinión de todos.)

¿Por qué surgió el tema de la circuncisión en los escritos de Pablo? ¿Por qué
Pablo no cuestionó la celebración de las Fiestas judías por parte de los
creyentes mesiánicos provenientes de la gentilidad, y sin embargo fue tan
enérgico en expresarse acerca de la circuncisión? En realidad, ¿refutó Pablo la
necesidad de la circuncisión, o la aprobó?

El origen de la disputa
En Hechos 15:1 se registra:

“Ciertos hombres que habían bajado desde Judea se pusieron a enseñarles a


los hermanos que si no se circuncidaban conforme a la institución de Moisés,
no podrían salvarse,” (Las Escrituras Mesiánicas)

Pablo y Bernabé tuvieron “una gran contienda” (v.2 ) con esos hermanos y,
después de reunirse en Jerusalem con los apóstoles y los ancianos de la
comunidad nazarena, llegaron todos a esta conclusión: “Nosotros creemos que
nos salvamos por el favor del Maestro Yahshúa el Mesías, del mismo modo
que ellos,” [los judíos], (Hechos 15:11 LEM)

Acreditación de Pablo
Antes de continuar con el tema de la circuncisión, es necesario hacer una
reflexión sobre quién era Pablo. Hace un tiempo nos llegó un escrito de un
objetor que concluía que Pablo era un falso apóstol, un farsante, un jactancioso
y que no fue reconocido ni aceptado por la “iglesia” primitiva como apóstol del
Mesías, para lo cual citaba el escritor varios textos bíblicos.

En primer lugar, ese tipo de ataques es común en la política. Cuando no hay


suficiente base para atacar los postulados de un político, sus adversarios
atacan su persona, tratando de hacerlo parecer como un ser corrupto e indigno
de confianza. Los que hablan así de Pablo son generalmente personas que
fomentan la idea de que los creyentes mesiánicos tiene que circuncidarse para
ser verdaderos israelitas. Y como Pablo se opone a esa idea, lo atacan
acerbamente a falta de mejores argumentos.

En segundo lugar, es obvio que los que así escriben sacan de contexto y
aplican mal muchos versículos

En tercer lugar, no hay necesidad de escribir una larga tesis para refutar la
teoría de los que desacreditan a Pablo como apóstol; un solo texto derriba y
completamente todos sus argumentos, y este texto es de la pluma nada menos
que del apóstol Pedro:

“Y tengan entendido que la larga espera de nuestro Maestro es para salvación,


como les escribió también nuestro amado hermano Pablo conforme a la
sabiduría que se le ha dado. De estas cosas habla él también en todas sus
cartas, en las que hay algunos pasajes difíciles de entender, que ignorantes e
inestables tuercen, como también las demás Escrituras, para su propia
destrucción.” (2 Pedro 3:15, 16 LEM)

Este pasaje nos enseña tres verdades básicas:

1. Primero, que Pablo era aceptado y apreciado por los demás apóstoles como
un hermano genuino. Si hubiera sido un falso apóstol, Pedro no lo habría
descrito como “nuestro amado hermano Pablo.” Pedro habría sido el primero
en desenmascarar a Pablo como falso apóstol. Pero éste no es el caso.

2. Segundo, Pedro habla de “la sabiduría que se le ha dado” (a Pablo). Si Pablo


hubiera sido un falso apóstol, habría mostrado una sabiduría simplemente
humana, producto de su propio intelecto. Pero Pedro dice que la sabiduría de
Pablo “se le ha dado,” obviamente por el Mesías. Sobre esto véanse los
pasajes donde Pablo habla de las revelaciones que tuvo de parte del Mesías.

3. Tercero, Pedro equipara los escritos de Pablo con “las demás Escrituras.”
Esto es mucho decir. Para Pedro los escritos de Pablo eran también Escrituras
(queriendo decir inspiradas), por lo tanto es obvio que su reclamo de
apostolado es genuino y válido. Y siendo éste el caso, quienes tuercen sus
escritos, lo hacen para su propia destrucción.

Como decimos en español, “nada mas con el testigo.” Sin embargo,


precisamente debido a este hecho, muchos han optado por rechazar no sólo a
Pablo sino a todos los Escritos Mesiánicos, y finalmente rechazan a Yahshúa
como el Mesías. He tenido muchas experiencias con los tales.

Incidente aleccionador
Sin embargo, después de aquella decisión de Hechos 15:11, en Hechos 16:1-3
se relata un incidente aleccionador: Pablo mismo hizo que Timoteo se
circuncidara. ¿Por qué lo hizo? ¿Para que Timoteo alcanzara la salvación? Es
obvio que no. ¿Para que Timoteo se hiciera judío? Tampoco, porque Timoteo
ya era judío por ser hijo de una mujer judía (aunque su padre era griego).
Entonces, ¿por qué Pablo hizo circuncidar a Timoteo? El texto lo dice: porque
“Pablo quiso que Timoteo fuera con él” en un viaje misionero, y “por motivo de
los judíos que había en aquellos lugares” (en Listra e Iconio). Hay dos
lecciones básicas en este pasaje:

1. Primero, Timoteo estaba sin circuncidar, y sin embargo, según el verso 2,


“gozaba del aprecio de los hermanos que había en Lista e Iconio (Hech 16:2).
Es decir, Timoteo era un creyente en Yahshúa, un judío nazareno, judío por
nacimiento y creyente por la fe. Nadie le había dicho a Timoteo que tenía que
circuncidarse para ser un verdadero judío nazareno. Tampoco Pablo le dijo tal
cosa.

2. En segundo lugar, el texto afirma claramente por qué Pablo hizo circuncidar
a Timoteo: “por motivo de los judíos que había en aquellos lugares,” (v3). Pablo
iba a predicar al Mesías entre los judíos, y quería llevar a Timoteo consigo. Si
se hubiera llevado a Timoteo sin circuncidar, los judíos no creyentes en
Yahshúa habrían hallado enseguida un motivo para rechazar a este equipo
misionero por tener una persona incircuncisa. La incircuncisión de Timoteo
habría sido un impedimento para que los judíos tan siquiera escucharan la
predicación de Pablo y Timoteo. De manera que podemos decir sin ambages
que Pablo hizo circuncidar a Timoteo por conveniencia; sí, para no dar lugar a
un rechazo prejuiciado por parte de los judíos.

De manera que, basado en este precedente, si un creyente mesiánico de la


actualidad desea, por ejemplo, vivir en Israel, ser aceptado como ciudadano
israelita o como miembro de una comunidad judía tradicional, puede
circuncidarse, pero entonces lo haría por conveniencia. (El problema con esto
es que para ser miembro de una comunidad judía tradicional se le requerirá no
sólo circuncidarse sino también rechazar a Yahshúa como el Mesías, cosa que
algunos han hecho para su propio perjuicio.)

Sin embargo, esto es muy diferente a decir que los creyentes mesiánicos
tienen que circuncidarse por “la Ley  de Moisés,” como la llama el autor de
Hechos, para ser parte de Israel. Algunos argumentan que la circuncisión es
parte de la Ley de Yahwéh, parte de la Alianza. Sin embargo, un análisis
objetivo de Romanos 2:25 invalida ese argumento. Ahí dice Pablo: “La
circuncisión ciertamente sirve para algo si cumples la ley; pero si la violas, tu
circuncisión no te sirve para nada,” (LEM).

¿Para qué entonces, pregunto, sirve la circuncisión  si cumples la ley? Sirve


para identificarte como descendiente de Abraham e hijo de la Alianza, porque
la circuncisión es la señal de la Alianza. Pero si no cumples la ley de la Alianza,
entonces de nada te sirve la circuncisión. El punto clave aquí es este: En este
pasaje Pablo hace una clara distinción entre la Ley y la circuncisión; no es la
misma cosa. La ley es el término de la Alianza, y la circuncisión es la señal de
la Alianza. No hay que confundirlas. ¿Cómo sabemos que Yahwéh hizo esa
distinción y que no es un capricho de Pablo? Léase Génesis 17:11

“Ustedes circuncidarán la carne de su prepucio, y esa será la señal de mi


alianza entre ustedes y yo.

¿Lo ve usted? Yahwéh mismo dice que la circuncisión es “la señal de la


Alianza.” Una cosa es la Alianza y otra es la señal; una cosa es la Ley y otra
es la circuncisión. No son la misma cosa. La importancia de esto la veremos
más adelante.

Pablo recalca el concepto que estamos discutiendo al decir: “Por otro lado, si el
incircunciso cumple los requerimientos de la ley, su incircuncisión se le contará
como circuncisión. Y ese incircunciso, cuando cumple la ley, te juzgará a ti, que
con tu código escrito y tu circuncisión violas la ley. De nuevo Pablo hace una
distinción entre la ley, que es el código escrito, y la circuncisión. Note con
cuidado el pasaje de Romanos 4:9-12:

“Pero ¿cuándo se le contó [a Abraham la fe como justicia]: antes o después de


circuncidarse? No fue después sino antes; la circuncisión se le dio luego como
señal, como sello de la justicia por la fe que tenía antes de estar circuncidado;
así viene a ser padre de todos los creyentes no circuncidados,” (LEM).

Y aquí es donde Pablo hace su famosa y controvertida afirmación: “Porque el


verdadero judío no es el que lo es exteriormente, ni la verdadera
circuncisión es la exterior en el cuerpo. Judío es el que lo es por dentro;
y circuncisión es la del corazón, hecha por el Espíritu, no por imposición de un
código; el que es así recibe alabanza no de los hombres, sino de Yahwéh,”
(Rom. 2:28-29 LEM). Véase también Rom. 3:30, 31.

Algunos argumentan que la circuncisión del corazón no excluye a la del


prepucio; pero este pasaje enseña que sí la excluye. De manera que un
hombre puede estar sin circuncidar y seguir la fe verdadera, como también
puede hacerlo estando circuncidado; no hay diferencia, ni una forma es
superior a la otra.

Pablo no estaba solo en esto


Muchos ignoran que Pablo no fue el único judío que no requería la circuncisión
de sus conversos. En el judaísmo tradicional antiguo hubo incluso rabinos y
misioneros judíos que no requerían la circuncisión de sus conversos. Véase
esta cita el libro Judaism and the Christian Predicament (El judaísmo y el
dilema cristiano), por el Rabino Ben Zion Bokser, página 168:

“Hubo misioneros judíos en el mundo antiguo que buscaron hacer conversos


para su fe entre los paganos. Pero sus esfuerzos no siempre se inclinaban a
hacer conversos formales, a llamar a la gente a apartarse de sus costumbres
particulares para entrar a la fe judía. Los que estaban dispuestos a entrar a la
fe judía eran recibidos tras la debida preparación e iniciación. Pero tenemos,
por ejemplo, el caso del misionero judío Ananías, quien en realidad disuadió al
príncipe de Abilene de tomar este paso cuando el último estaba ansioso por
hacerse un converso del judaísmo. Ananías le urgió que siguiera los principios
universales del judaísmo sin una conversión formal, diciéndole que debía
adorar a Dios sin circuncidarse aún cuando él había resuelto seguir
enteramente la ley judía; cuya adoración a Dios era de un valor superior a la
circuncisión,’ (Josefo, Antigüedades XX 2:4). Dentro de sus propias religiones
nativas era posible que la gente lograra progreso espiritual y moral,
abandonara la superstición y la falsedad, y reconociera la soberanía universal
de Dios y la primacía del orden moral, viniendo a ser en espíritu uno con el
pueblo judío aunque técnicamente no parte de él.”

¿Sorprendente? Esta cita es de un rabino judío tradicional una verdadera joya.


Y esto fue exactamente lo que reclamó Pablo, el fariseo de fariseos.

Los que quieren imponer la circuncisión sobre los creyentes mesiánicos


deberían estar al tanto del sentir oficial de los rabinos judíos sobre este tema.
Véase esta cita del mismo libro:

“Un maestro moderno de judaísmo expresó esta doctrina [la enunciada en la


cita anterior]  sucintamente cuando dijo: ‘En cuanto a las otras religiones… ni
su absorción ni su destrucción es la meta y la esperanza de Israel, como
tampoco es nuestro objetivo eliminar las entidades nacionales. Nuestro objetivo
es ayudarles a alcanzar un desarrollo más elevado y a eliminar sus elementos
más degradantes, de esta manera ellos se unirán a la fuente de la que se nutre
Israel y vendrán bajo la influencia de sus fructíferas verdades … Esto aplica
aun a los cultos paganos y ciertamente más a aquellas religiones que se
fundamentan, en parte, en las enseñanzas de la Toráh’,” (Ídem p. 168).

De manera que se puede ver una completa y total armonía entre lo que enseña
Pablo y esa posición judía respecto a otras religiones. De hecho, en los
comentarios judíos de la Toráh usted encontrará esta declaración: “Un gentil
que observa la Toráh está en un nivel superior al del Sumo Sacerdote.”
Obviamente, esto se refiere a un incircunciso, de otro modo no lo llamarían
“gentil.” Esto es exactamente lo que dijo Pablo en Romanos 2:26 al 29

Significado de la circuncisión bajo la fe


mesiánica
El apóstol inspirado Pablo nos dice claramente  cuál es el significado de la
circuncisión en la fe mesiánica:

“¿Fue llamado alguno siendo circunciso? No deshaga su circuncisión.  ¿Ha


sido llamado alguno siendo incircunciso? No se circuncide. La circuncisión no
significa nada, y la incircuncisión no significa nada; lo importante es guardar los
mandamientos de Yahwéh,” (2 Corintios 7:18-19 LEM). (Algunos dicen que
este argumento de Pablo no tiene sentido porque la circuncisión no se puede
deshacer. Los que tal argumentan ignoran que el historiador Josefo da
testimonio de que algunos judíos bajo la persecución de Antioco Epífanes
acudían a los médicos para deshacerse quirúrgicamente su circuncisión, (1
Macabeos 1:14, 15). Es claro que se puede,  y Pablo lo sabía.)

De nuevo Pablo hace una distinción entre la circuncisión y la observancia de la


ley divina. Ciertamente, toda la evidencia apunta a que  uno puede observar los
mandamientos divinos, y obtener sus bendiciones, sin estar circuncidado.

Note lo que enseñó el espíritu santo a través de Pablo:

“Consideren que soy yo, Pablo, quien les dice esto: Si se dejan circuncidar, el
Mesías no les servirá de nada… porque en el Mesías Yahshua de nada vale
estar circuncidado o sin circuncidar, lo que vale es la fe que actúa mediante el
amor” (Gálatas 5:2-6). En los versos 4 y 5, que no hemos citado, Pablo aclara
que dice estas cosas por aquellos que buscan justificarse en virtud de una ley.

Note otro aspecto que recalca Pablo:

“Los que quieren presentar buenas apariencias en lo humano, esos son los que
quieren obligarlos [a los conversos gentiles] a circuncidarse… porque ni aun los
mismos circuncidados guardan la ley; sin embargo quieren que ustedes se
circunciden para así ellos jactarse de que lograron eso de ustedes.. Porque lo
que vale no es estar circuncidado o no, sino ser una nueva criatura” (Gálatas
6:12-15).

Nadie podría hacerlo más claro de lo que lo hizo el apóstol a los gentiles.

¿Somos gentiles?
Algunos piensan que lo que identifica a uno como gentil es que no está
circuncidado y lo que lo identifica como judío es que está circuncidado. Este
argumento no pasa la prueba porque las mujeres judías no se circuncidan y
son tan judías como los varones. Pero aun en cuanto a los hombres hay algo
más que decir.
El pasaje de Efesios 2:11-13 es muy importante. Aquí Pablo, en primer lugar,
dice que los creyentes en el Mesías que estaban en Éfeso antes “eran
gentiles,” “estaban sin el Mesías,” y “estaban lejos [de Israel],” todo en tiempo
pasado.

En el verso 19 concluye que “ya no son extranjeros ni peregrinos, sino


conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Yahweh.” Esa familia
es obviamente Israel, a la que entran los gentiles conversos cuando aceptan al
Mesías, aun sin estar circuncidados.

De manera que, según el espíritu santo que inspiró a Pablo, el estar


circuncidado no hace a uno más judío, ni el estar incircunciso lo hace menos
judío. Él hace claro en otro lugar que el ser judío es una condición del corazón,
“por dentro.”

Pablo advirtió a los creyentes mesiánicos en Filipos:

“Cuídense de los mutiladores; porque los verdaderos circuncidados somos


nosotros los que adoramos a Yahweh en espíritu, y nos gloriamos en el Mesías
Yahshúa, y no ponemos nuestra confianza en lo externo” (Filipenses 3:2, 3).

Aquí Pablo llama “mutiladores” a los que querían que los creyentes mesiánicos
se circuncidaran. Éste es un término despectivo y nada halagador. También
afirma en este pasaje que los verdaderos circuncidados son “los que adoran a
Yahweh en espíritu.”

No veo cómo alguien puede hacer parecer como que Pablo no habló contra la
circuncisión para los creyentes mesiánicos bajo la Nueva Alianza. Pablo sí
habló contra esa práctica en términos tan enfáticos que no dejan lugar a dudas.

La nueva circuncisión
Muchos no han captado la importante enseñanza del pasaje que voy a citar
ahora. Léalo con discernimiento:

“En él [Mesías] fueron ustedes también circuncidados con una circuncisión que
no se hace a mano, sino mediante el despojarse completamente de las
inclinaciones carnales del cuerpo, por medio de la circuncisión del Mesías, la
cual recibieron AL SER SEPULTADOS CON ÉL EN LA INMERSIÓN [el
bautismo]…” (Colo. 2:11, 12).

Hay tres enseñanzas importantes en este pasaje:


1. Primero, que la circuncisión que Yahweh requiere de los creyentes
mesiánicos que provienen de la gentilidad es una circuncisión espiritual, en el
corazón.

2. Segundo, que esa circuncisión que recibe el creyente es la circuncisión del


Mesías, la que se le atribuye al creyente por imputación. Lo mismo que la
justicia del Mesías, que se le atribuye al creyente por imputación, como si fuera
suya propia.

3. Y tercero, que esa circuncisión imputada del Mesías se recibe en el


momento de la inmersión (el bautismo).

El espíritu de santidad nos enseña que aun desde los tiempos de Abraham la
circuncisión física en el prepucio era una señal externa de la circuncisión
espiritual del corazón. Y lo más importante es que nos enseña también
que desde la instauración de la Nueva Alianza la inmerisón (el bautismo) es la
señal externa de esa circuncisión espiritual.

Por lo tanto es claro: La inmersión mesiánica viene a sustituir a la circuncisión


física como señal de la Alianza. Por eso el bautismo, la inmersión en agua, es
tan importante para el creyente. La inmersión es un símbolo fácil de realizar, y
carece del elemento mutilante de la circuncisión en el prepucio. Además, es un
símbolo más apropiado que la circuncisión porque lo pueden recibir tanto las
mujeres como los hombres.

(Otros pasajes dignos de consideración son los siguientes: Hechos 21:18-26;


Gálatas 2:1-5; 4:5-12; Colosenses 4:11; Tito 1:10; Jeremiah 9:24; Ezequiel
44:9; y Deuteronomio 10:16.)

Citas importantes de autoridades bíblicas


Ahora, note con cuidado las siguientes citas de autoridades bíblicas:

“Interesantemente, Juan también incluye una reveladora información acerca de


los que asistieron a «la pascua de los judíos» (Juan 11:55). Durante el tiempo
del Mesías, ciertos gentiles observaban las fiestas también: «Había ciertos
griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta,» (Juan 12:20). La
palabra griega para «griego» (helenos) típicamente se refiere a «un griego por
nacionalidad…en un sentido más amplio el nombre abarca todas las naciones
no judías que hacen suyas la lengua, las costumbres, y la sabiduría de los
griegos» (Léxico griego de Thayer, 200, por Biblesoft). Estos «griegos» eran
gentiles incircuncisos; por lo tanto se distinguen de los prosélitos. Sin embargo,
«ciertos griegos» observaban los Días Santos y otras costumbres que no
requerían circuncisión.
“F.F. Bruce, en su Historia del Nuevo Testamento, dice: «Las tres grandes
festividades de peregrinación eran  (i)…la Fiesta de Panes Ácimos… (ii) la
fiesta de Pentecostés… y (iii) la Fiesta de los Tabernáculos, o Cabañas. Judíos
de todas partes de la Diáspora hacían un esfuerzo por venir a Jerusalem para
una u otra de estas festividades. Con ellos venían prosélitos y hasta gentiles
temerosos de Dios…» (1969, página 140).

“Paul Johnson escribe en Historia del Cristianismo: «Philo, también, proyectó


en su filosofía el concepto de una misión gentil y escribió: ‘No hay una sola
ciudad griega o bárbara, ni un solo pueblo, al cual no se haya diseminado la
costumbre de observar el sábado, en el cual no se obedezcan las festividades,
el encendido de luces, y muchas de nuestras prohibiciones sobre comidas.’
Este reclamo era generalmente cierto. Una gran proporción de esos pueblos no
eran judíos por raza. Ni eran plenamente judíos en el sentido religioso: esto es,
pocos de ellos estaban circuncidados o esperaban obedecer la ley en todo su
rigor. La mayoría de ellos eran Noájidas, o temerosos de Dios. Reconocían y
adoraban al Dios judío y se les permitía mezclarse con los adoradores de la
sinagoga para aprender la ley y las costumbres judías… generalmente no se
esperaba de ellos que se hicieran judíos completos…» (1995, página 12).

De manera que es posible, y consistente con la enseñanza bíblica, que los


creyentes mesiánicos practiquen la fe judía sin tener que circuncidarse. Esta es
mi posición en base a la evidencia. Pero quien prefiera circuncidarse para
hacerse judío, que lo haga, siempre que no lo haga para salvación ni se aparte
del Mesías Yahshúa. Sin embargo, los hermanos que así piensan deben estar
conscientes de este hecho: circuncidado o no, los judíos tradicionales no los
aceptarán a ustedes como judíos mientras crean en Yahshúa. Es más, si usted
se circuncida en la sinagoga Reformista o en la Conservadora, todavía usted
no será aceptado como judío en la comunidad Ortodoxa. Las conversiones
Reformista y Conservadora no son aceptadas en Israel para ciudadanía
automática.

Muchos varones que han sido creyentes en el Mesías Yahshúa y ahora quieren
practicar la fe hebrea como la ha conservado el judaísmo tradicional, se
encuentran con la disyuntiva de ser aceptados como judíos a la vez que creen
en Yahshúa. El problema se resuelve hoy como se resolvió en el siglo primero:
Los judíos nazarenos, o creyentes mesiánicos, no tienen que circuncidarse ni
tienen necesariamente que reunirse con los judíos tradicionales rabínicos. Se
pueden reunir en sus propias sinagogas, y adquirir las enseñanzas de los libros
judíos tradicionales. Así forman una comunidad judía especial semejante a la
del siglo primero: los Judíos Nazarenos.

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