Está en la página 1de 17

Revista Ámbito Cívico Militar, N° 60.

Enero 2021
Corregido: D. Medero
Revisión: Eloy Reverón 7 03 2021

Las fuentes de la Carta de Jamaica


Dos Fuentes de la Carta de Jamaica

Msc. Eloy Reverón*


Caracas, octubre de 2020

El objetivo de este artículo es dar cuenta de dos fuentes referidas por el Libertador para
fundamentar el texto conocido como Carta de Jamaica. Específicamente se trata de la carta
fechada en Kingston el 6 de septiembre de 1815, 1 «Contestación de un americano meridional
a un caballero de esta isla», a la cual identificaremos en la presente como la Carta.

Nuestro enfoque es parte de un estudio que cubre el contexto geopolítico de la realidad


histórica y las mutaciones que operaban en el balance de poder entre las potencias imperiales
colonialistas, en su conflicto por imponer la hegemonía imperial. Es nuestro interés observar
la vinculación de las ideas y conceptos presentes en la Carta con la realidad y prospectiva de
América Latina y su relación con el presente latinoamericano y caribeño.

Prodigio epistolar

Cuando alguien investiga el sentido histórico de la Carta, encuentra más de cuarenta cartas
escritas por Simón Bolívar durante los siete meses que transcurrieron durante el exilio en la
isla caribeña. Son cartas fechadas en Jamaica que recrean el contexto del pensamiento
bolivariano en un momento crucial de la carrera cívico-militar de Simón Bolívar. De tal suerte
que la relevancia histórica de este preciado documento adquiere dimensiones de historia
estratégica al ser proyectado en la visión de la totalidad de su legado documental.

1 Véase en las Obras Completas de Simón Bolívar, Vol. I, Doc N 125 pp. 159-175. [ Maveco de Ediciones,S.A.
1984]

1
Allí, en Jamaica, comienza a resumir y a subsumir la experiencia bélica y política que lo
había hecho evolucionar desde la responsabilidad de un comandante que pierde el control de
la Plaza de Puerto Cabello bajo su responsabilidad, debido a la traición de un oficial de
apellido Vinone y el sargento Guzmán, abuelo del «Ilustre Americano», durante la caída de la
Primera República, y su primer exilio en Curazao donde, bajo la hospitalidad del señor
Mordejai Ricardo y en cuya biblioteca redacta su célebre documento conocido como
Manifiesto de Cartagena, hazaña política que lo catapulta como general con destino a un
recorrido a caballo desde el río Magdalena en la costa occidental hasta la proximidad del río
Guarapiche y los confines de la costa oriental. Esto incluyó batallas fluviales, Campaña
Admirable, exaltación al grado de Libertador, conductor de prácticamente «cadáveres
andantes» en la Emigración a Oriente, para luego llegar a descender hasta el exilio político en
la Isla de Jamaica, donde la muerte lo acosó hasta en el chinchorro, donde amaneció
apuñalado alguien que ocupaba su lugar durante una noche de ausencia.

Hasta allí había llegado gracias al impacto de su talento político como expositor en el
Congreso de Cartagena de Indias; pero sobre todo, gracias a su habilidad para el análisis
político desde su perspectiva de la historia estratégica en la redacción del documento
conocido como Manifiesto de Cartagena, de cuyas prospectivas dio cuenta más tarde la
historia.

Al igual que en su primer exilio en Curazao, se encuentra lamiendo la hiel de la derrota y su


espíritu surge como el ave Fénix que renace de las cenizas. Es durante ese aislamiento
forzado que lo obliga a llevar al lenguaje escrito todo el fuego de su pensamiento, hacer orden
en el caos de su mente atormentada por la guerra y la destrucción de su amada Caracas, a
encender la llama necesaria para iluminar el difícil camino hacia el desafío de llevar a la
práctica el proyecto político de derrotar al imperio más amplio de la Tierra, algo que nos
insinúa la estrategia de David contra Goliat.

Vale la pena aclarar que estamos ante un perfil de Simón Bolívar que hace contraste con la
mediática historiográfica filtrada por una ideología marcada por el colonialismo mental de la
historiografía primigenia que prevaleció hasta mediados del siglo XX en la historia de cierta
literatura venezolana que nos presentó a un Bolívar semidiós, cuyos triunfos militares se
explican como resultado de un genio sobrehumano, en lugar de explicar al hombre de «carne
y hueso» con sus virtudes y vicios, como el Bolívar del doctor en psiquiatría histórica,
2
Francisco Herrera Luque. Me refiero a un Bolívar histórico, que trasciende su condición social
de mantuano para hacerse parte de una tropa de excluidos sociales, a quienes se une e
integra para conducirlos a la victoria bajo su liderazgo. En resumen, queremos sentar la idea
del salto cuántico que realiza Simón Bolívar durante estos siete meses de reflexión y de su
encuentro con el Presidente Petion, su mecenas para la Expedición de Los Cayos y mentor
ideológico en cuanto al tema de la abolición de la esclavitud, inmediatamente después de su
exilio en Jamaica.

Precisiones de método

Pero es necesario afinar la hermenéutica para actualizar la correspondencia del Libertador.


Vale decir, estamos ante un hombre curtido por el triunfo y el desastre, a quien la vida le ha
mostrado que es mortal y que al unir su pensamiento con su palabra escrita para integrarlas a
su conducta en su proyecto político, rinde cuenta de la realidad histórica, mostrando
nuevamente que no es un mago que describe el futuro —como lo pintaron los enemigos de su
proyecto—, como un santo amparado en poderes sobrenaturales, sino como el «Bolívar de
carne y hueso» que estudia y reflexiona como un investigador histórico coherente, quien
después de consultar las fuentes de la historia que tuvo a mano, las escasas referencias con
que dijo apenas encontraba, pero con muchas otras que él mismo protagonizó sobre las
ancas de su rocín.

Descrito a grandes pinceladas, lo que había sido la vida pública del autor de la Carta desde la
caída de la Primera República, al respecto comenzaremos mostrando dos fuentes esenciales
utilizadas como respaldo para el sustento de su discurso. Seleccionamos dos textos como eje
central de las fuentes consultadas por Bolívar, por la cualidad que entre ambas encontramos:
el contraste entre los dos puntos de vista, como resultan la del fraile español Bartolomé de las
Casas y las del hijo de un diplomático inglés William Walton, a quien habían educado para
que estudiara el mundo que Inglaterra esperaba conquistar mediante la razón económica de
sus Majestades británicas, desde los delirios de grandeza de Sir Francis Bacon (1561-1626)
en la corte del rey Jacobo I.

3
Al comienzo de la Carta, Bolívar acusa la carencia de documentos y de libros para escribirla.
Sin embargo, como hemos advertido, utilizó dos autores que cuentan con un prestigio notable
para responder las interrogantes que le formulara mister Henry Cullin. Observemos cómo trata
estas fuentes. Al igual que en su Manifiesto de Cartagena, el Libertador elabora una
investigación histórica, con la misma concepción de historia estratégica donde elabora un
diagnóstico y argumenta desde la realidad histórica del presente (suyo), líneas estratégicas
para los objetivos de la Patria Grande que en sus cartas llama América, y América Meridional.

Con respecto a la fecha 6 de septiembre, pensamos que debe corresponder al día cuando
comenzó a redactar la Carta, porque su contenido revela mayor consulta e investigación y el
borrador encontrado en Ecuador por el investigador ecuatoriano Amílcar Varela Jara, hallado
en el Fondo «Jacinto Jijón», del Archivo Histórico del Banco Central de Ecuador, en 2014,
tampoco tiene fecha. Después de comentar las lecturas que Bolívar empleó para redactar la
Carta, apreciamos que está presente un ser que ha cambiado su punto de vista. Quien
además ha alcanzado un conocimiento sobre el tema. Incluso que asume un compromiso
ético con su espíritu. Se preguntarán algunos: ¿Cómo puedo asegurar que Bolívar estaba
asumiendo un compromiso ético? ¿Cómo hacerlo si no puedo estar dentro de su espíritu para
responder por él? La experiencia me ha enseñado que el conocimiento, cuando es algo más
que información grabada en la memoria, genera un efecto en la conciencia y en la conducta
de los seres. La conducta de Bolívar se condujo por la senda de su pensamiento y palabra
escrita, y sus principios latentes como hábitos parecen rieles que conducen el objetivo
enfocado por la mira de sus prospectivas como un guión de vida.

Percibo en esa trayectoria de siete meses encerrado en una isla, imagino a un hombre tan
inquieto e itinerante como fue el resto de su vida, es posible que se sintiera como sepultado
en un cuarto de reflexiones o en una suerte de catacumba subterránea donde no puede ver
más horizonte que el destino inevitable de todo ser humano, la muerte.

Pero más allá de la mera meditación, estamos también ante un investigador, tal como en el
Manifiesto de Cartagena, preparaba —reiteramos—, una investigación histórica para redactar
un documento, concebido desde la historia estratégica. Recopiló los documentos y estudios
más importantes de que pudiera disponer, para así diagnosticar y sentar las bases, a fin de
construir la realidad histórica de su presente y, una vez llegado hasta ese punto, proyectar el
futuro que se proponía forjar con la fuerza de su voluntad revolucionaria. De igual manera, el
4
efecto psicológico de encontrar el cadáver de su amigo Amentoy, asesinado en su lugar por
haberse quedado dormido en su chinchorro mientras él compartía los manes de una mujer
que le retuvo en su lecho desde la tarde anterior.

Es posible que este vínculo entre la vida y la muerte le removiera su experiencia masónica en
París, en el contenido de la Leyenda de Hirán. 2 Cuando la muerte salpica tan de cerca, los
soldados doblan la marcha y agudizan sus sentidos, pero es su palabra escrita la encargada
de revelar lo esencial.

Revisamos un discurso con testimonios del siglo XVI y XIX, respectivamente. El primero, cuya
finalidad se orientó hacia la denuncia de la destrucción de la población autóctona, y el otro, la
versión de alguien cuya vida fue destinada desde muy temprana edad a investigar todo lo
relativo al imperio más grande de entonces, con el objetivo de conocerlo para destronarlo de
su lugar privilegiado. Trataremos de apreciar los elementos, que a través del estudio de la
historia, pudieron consolidar el compromiso ético, que motivó a ese joven, nacido en cuna de
oro, quien no vaciló en sacrificar su vida para salir a buscar, cual caballero andante, las
acciones para liberar a la doncella y sacarla del viejo castillo donde la tuvo el yugo español
durante tres siglos encerrada. La diferencia sustancial entre ambas hidalguías emerge en que
sus batallas no fueron contra molinos de viento, ni su ideal fue una poética dama, por no decir
su musa: «Su ideal era tan concreto que se mantiene presente en el contexto de la realidad
geopolítica de la América Hispana, frente a la ironía de una historiografía que lo había
convertido en un fantasma».3

En la vida de Bolívar es posible apreciar que no fueron novelas de caballería, sino la lectura
de un texto histórico revelador y liberador, el patrón del hidalgo, diría el filósofo Leopoldo Zea
(1912-2004), en primera instancia; como el texto de Fray Bartolomé, que precede a otro
discurso, el de Walton, el cual revela ser elaborado con el objetivo de difundir argumentos
ingleses para justificar e incitar las intromisiones de súbditos británicos en los territorios
registrados como posesiones de la dominación colonial española. Lo que para el rey de los
habitantes de Jamaica significaba reducir la potencia rival, desmembrar al Imperio Español,
mientras que para los habitantes de la América meridional significa romper el yugo que nos
oprime. Pero el dominio español oprimía a cada clase social de manera diferente, de allí el

2 Ragon, 2010
3 Eloy Reverón: El Fantasma de Bolívar en la masonería venezolana, Caracas, 2001, p. 13.
5
conflicto entre tan diversos sectores de la sociedad. Dicho en términos coloquiales, «cada
quien hala para su lado». Éste es el origen esencial de la frase que se atribuye a Francisco de
Miranda cuando habló de bochinche. En el momento histórico cuando fue redactada la Carta
apenas comienza a bajarle la cresta a la gran amenaza que había marcado los tres primeros
lustros del siglo XIX cuando parecía que el mundo estaba postrado ante el coronado
Bonaparte. Pero ya Waterloo rendía cuenta de su ocaso. Esto cambiaría la prospectiva de la
relación entre España e Inglaterra en el mapa geopolítico.

Las puntas de lanza británicas ya estaban colocadas en Trinidad y las Malvinas, los
holandeses cambiaron Curazao a Inglaterra, por lo que en apariencia no era más que un
pantanal, una tierra de agua que al fin y al cabo significa la palabra Guayana. Pero que para
los ingleses, ese pantanal en ángulo con la posesión de Trinidad significa el control de la
salida y la entrada por el Orinoco. Como en efecto, mister Hamilton obtendrá en el futuro la
concesión para su línea de vapores que vincularían a la futura Ciudad Bolívar en la Angostura
del Orinoco. Todo está funcionando conforme al plan imperial británico, ideado por Sir Francis
Bacon bajo los influjos de los viajes de Sir Walter Raleigh: una cordial relación con los indios
para echar a los españoles del continente. En dos años estarán los remanentes de las
guerras napoleónicas llegando a la actual Ciudad Bolívar y adentrarse en el Llano donde
iniciarán al Taita sucesor del pulpero José Tomás Boves en los augustos misterios de la
política, después de haber liderado los destinos de la guerra, hasta la presidencia de su
republiquita. Mientras la tierra de agua comenzaba a ser colonizada y explorada. La
conquista no había terminado como corta la historiografía colonialista. La conquista es un
proceso único e indivisible, como diría el historiador Enrique Bernardo Núñez. Después de los
exploradores y cartógrafos vendrían los colonos y los predicadores. A esto sucedería el
proceso de penetración de los mineros ingleses en nuestra ribera del Esequibo, los
garimpeiros de aquel entonces.

Bolívar había vivido en carne propia la crisis de autoridad de la monarquía española, la cual
también marcaba síntomas de decadencia en trance al desmoronamiento definitivo de su
imperio en América. En 1815 Bolívar estaba en tránsito de convertirse en el hombre
éticamente comprometido con ese proceso histórico que le esperaba en la Quisqueya, la
misma punta de playa y base de operaciones de Colón en 1492, punta de lanza de los piratas
franceses, punto donde inicia Francisco de Miranda la primera fase de la guerra por la

6
Independencia. La misma isla de Hatuey, Haití en lengua gala, donde comienza la guerra de
resistencia armada contra el colonialismo.

Es, a nuestro juicio, la trascendencia de la Carta como pieza documental que nos permite
apreciar cómo Simón Bolívar logró articular su ethos a través del esfuerzo intelectual para
realizar la Carta como una explicación de su realidad interior y su proyección hacia la historia.
Hasta ese momento sus convicciones se muestran claramente intelectuales, no había
madurado en él en su totalidad, la percepción del carácter social de las guerras en su justa
dimensión. Por lo menos no, antes de la explosión social presidida por un llanero de origen
asturiano, el pulpero de Calabozo, conocido entre su caballería como el Taita Boves. La
guerra de colores, la lucha de clases en su más burda expresión.

En Jamaica, Simón Bolívar colocó en orden el sistema de interpretaciones del mundo


mediante la realización de una serie de prescripciones prácticas, y como señala la cronología
de su vida, en sus actos morales destinados a que pueda realizar esa vida plena, esa
eudaimonía, a la cual también se refería como la Gloria.

Para realizar esa identidad con su comunidad histórica en el proceso de estudio, Bolívar
conecta el pasado con el presente. Pero también hay un contraste entre el primer autor que
escribe un libro de liberación y de redención; frente al segundo, prácticamente la obra de un
espía británico que tiene como objeto de vida, aprender y difundir todo lo necesario para
arrebatar a España sus colonias. La obra de Walton tiene un trasfondo opuesto a la de las
Casas, el inglés investiga para dominar, obedece al proyecto geopolítico británico en marcha.
La dialéctica de la dominación y la liberación hace chispa en el cerebro de Bolívar. Esto está
presente en su vocabulario, en su discurso.

Fueron siete meses de estancia en aquella isla, insisto. En ella pone en orden y asienta un
conjunto de reflexiones acerca de lo que había sucedido en Tierra Firme. Es su oportunidad
para apreciar la realidad histórica de ese momento que requería de su praxis revolucionaria
para contribuir a conducirla a los objetivos históricos del plan que desarrollaba para la Patria.
Contamos con documentos que dan fe de que fue uniendo e integrando en su mente los
errores para el ensayo, la posibilidad de revisar y rectificar su política de unión e integración.
Estos documentos reflejan la confrontación de su experiencia personal con la interpretación
que se hacía en el resto del mundo, en relación a lo que estaba sucediendo en América.
7
Bolívar vive en Jamaica un proceso de maduración intelectual del proyecto político, ya
despojado de la carga romántica del sueño. La miseria lo lleva a solicitar ayuda, préstamos, y
dijeron que la venta de sus cubiertos de plata para pagar la posada. Hasta una mañana de
redención cuya estrella flamígera lo conduce a la unidad de su pensamiento, palabra y obra e
internalizar la idea que había discutido con Miranda relativa a la integración de una América
Libre: Colombeia, de uno; la Gran Colombia, del otro.

Lectura bolivariana de Fray Bartolomé de las Casas (1484-1556)

Estamos ante uno de los autores, tal vez el más significativo entre las lecturas consultadas
por Simón Bolívar para la redacción de su documento. Una de las obras que aportan la
información que permite al Libertador construir su identidad con la comunidad histórica, la
fuente de la formación de su ethos, base fundamental de la ética bolivariana. Esto no lo
afirmamos tan sólo por las referencias que de la obra elabora él en la Carta. Casualmente, la
obra de las Casas fue uno de los primeros libros que adquirió Miranda en Europa.4

El padre de Fray Bartolomé, don Francisco de Casaus acompañó a Colón en su viaje de


1493. Su abuelo y su tío abuelo provenían de esa familia noble oriunda de Francia que habían
acompañado a los reyes Católicos en la conquista de Sevilla.

Fray Bartolomé de las Casas, se inició en la Orden de Santo Domingo y escribió la Brevísima
relación de la destrucción de las Indias, publicada en 1552. Inspirado por el Sermón de
Montesinos, dictado por el fraile dominico Antonio de Montesinos el 21 de diciembre de 1511,
considerado como la primera crítica liberadora enfrentada al poder colonial. Podemos
entenderlo como protohistoria de la Teología de la Liberación. Tal fue la fuerza con que habló
Montesinos que las Casas, quien llegó a ser un próspero encomendero, renunció a sus
riquezas para dedicarse a la defensa de la indianidad.

Disponemos de estudios realizados por una persona de tan alta factura intelectual como
puede ser Enrique Dussel, quien de la obra de Bartolomé de las Casas, señala: «...es un
crítico de la modernidad, cuya sombra cubre los cinco últimos siglos. Es el ́ máximo de
4 Robertson William Spence, La vida de Miranda, 1969, p. 17
8
conciencia crítica mundial posible».5 Desarrolla tan coherentemente una Teoría de pretensión
universal de verdad, el filósofo más erudito y estudioso premiado por el Gobierno de Hugo
Chávez. Es él quien se refiere a las Casas en términos de reconocer en su obra el primer
antidiscurso filosófico de la Modernidad, vista esta misma como un concepto hegemónico, y
agrega: «Por ello deseamos dar al pensar filosófico político de Bartolomé de las Casas una
importancia epistemológica todavía no reconocida por la historia de la filosofía moderna. Se
trata del primer discurso crítico de toda la modernidad». 6 De manera que no es la imagen
habitual que la historiografía preñada de ideología colonialista, nos había ofrecido de Fray
Bartolomé, quien en la lectura que hacemos de la Carta emerge como la palabra liberadora y
redentora por excelencia, a quien Bolívar se refiere en estos términos: «El filantrópico obispo
de Chiapa, el apóstol de la América, las Casas, ha dejado a la posteridad una breve relación
de ellas, extractada de las sumarias que siguieron en Sevilla a los conquistadores, con el
testimonio de cuantas personas respetables había entonces en el Nuevo Mundo, y con los
procesos mismos que los tiranos se hicieron entre sí: como consta por los más sublimes
historiadores de aquel tiempo. Todos los imparciales han hecho justicia al celo, verdad y
virtudes de aquel amigo de la humanidad, que con tanto fervor y firmeza denunció ante su
gobierno y contemporáneos los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario». Luego, en
el párrafo cuadragésimo quinto de la Carta se refiere a las Casas como a un «Héroe de la
filantropía», al punto de imaginar su nombre para una utópica ciudad que sería capital de la
Nueva Granada con Venezuela. Este impulso prospectivo, no se aprecia en las cartas
anteriormente citadas.

Una deficiente percepción se ha tenido de la obra de Bartolomé de las Casas. Pero podemos
apreciar en el último tomo de su obra, que hace una serie de rectificaciones. Pero más allá de
la impresión que pudo causar en Bolívar a la hora de escribir la Carta, vamos a traer una
observación que al respecto hace el filósofo Enrique Dussel:
«Todos los escolásticos de la llamada “Segunda Escolástica” criticaban las injusticias que se
cometían con los esclavos (Victoria, De Soto) pero ninguno puso en cuestión la institución de la
esclavitud antes de la década de 1540 (...) Por ello podrá parecer paradójico que un autor

5 Enrique Dussel: Política de la Liberación. (Vol. I, Historia Mundial y Crítica), Editorial Trotta, S.A., Colección
Estructuras y Procesos, Serie Filosofía, Madrid, 2007, p. 199.

6 Idem.
9
tenido como proesclavista, Bartolomé de las Casas, haya sido el primero en criticar la
institución de la esclavitud».7

Es necesario detenernos a pensar en este punto sobre la relevancia que tiene la


confrontación liberadora contenida en la lectura de la obra de Bartolomé de las Casas y su
antecedente del Sermón de Montesinos. Todo esto meditado por Bolívar en Jamaica bajo la
presión e incluso frente a una confrontación a las potencias mundiales de entonces, donde el
Libertador de la América Meridional se movía como una hoja en medio de la tormenta
geopolítica de la realidad de su momento histórico. En ese orden de ideas, Bolívar en Jamaica
está muy distante de aquel joven viudo que se daba el lujo de derrochar en París una fortuna
cuyas dimensiones pudo apreciar gracias a la honradez del albacea de su abuelo, el filósofo
Simón Rodríguez8. Ese joven rescatado en París por quien por segunda vez lo apoyaba en
función de psicoterapeuta —como diría Moisés Feldman— en la superación de sus crisis
existenciales, nadie capacitado para esa guía tan necesaria durante la derrota; estaba solo en
ese momento, recién enviudado, triste y abatido; primera crisis de niño al perder a su madre,
entonces tuvo como psicoterapeuta a su tutor, Simón Rodríguez, nuevamente lo tendrá en
París en 1804, pero en Jamaica, no le quedará más que asumirse como su propio maestro.
[OJO: Faltan datos bibliográficos] De esta función de psicoterapeuta de Bolívar dieron cuenta
las investigaciones históricas de Moisés Feldman, psiquiatra que dedicó gran parte de su vida al
estudio de la psicología de los próceres de la Independencia. Fue él quien presentó su estudio “Simón
Rodríguez como Psicoterapeuta del Libertador” presentó ese trabajo con motivo a celebrarse ese año de
1971, el bicentenario del nacimiento del filósofo caraqueño, trabajo que fue presentado en la Sociedad
Venezolana de Psiquiatría9
Estamos ante el retrato hablado de uno de los sobrevivientes de la casta mantuana. En
Jamaica guarda cierto luto por la República que había sucumbido ante el estallido social
generado en nuestra América, desde la crisis de autoridad del rey desde 1804 que tuvo como
consecuencia, la firma del Acta de Independencia en julio de 1811. De allí en adelante, la
Guerra a Muerte propuesta por Domingo de Monteverde. El humo de las guerras
napoleónicas se disipa en el claro sol de Jamaica y Bolívar está confrontando de manera viva
7 Ibid., p. 232.

8 Bolívar da cuenta a la señora Teresa Laisney de Tristán, París, 1804, en las Obras Completas de Bolívar,
aparece la misma carta, con otra tradución, pero atribuida a su amiga Fanny du Villars, doc N 12, Vol 1
p. 20
9 Publicado en su libro: Las crisis psicológicas de Simón Bolívar, publicado siete años más tarde, por la editorial Nuestra
Psiquiatría.
10
a las potencias, haciendo lo que Hugo Chávez hizo dos siglos después. Subsume la historia
bajo una actitud de redención, mesiánica, con un alto contenido simbólico espiritual que bien
explica una de las lecturas comentadas por Chávez en sus últimos días: nos referimos a
Walter Benjamin.10 Si un lector desprevenido se detiene en el vocablo redención, nos
adelantamos a precisar que nos referimos a una categoría de análisis introducida por este
heterodoxo pensador de la Escuela de Frankfurt. Es que además existe una tradición de
redención cristiana. Es la que está manifiesta en Bartolomé de las Casas, en Santo Domingo,
el 21 de diciembre de 1511, frente al sermón del padre Antón de Montesinos.

Durante el histórico sermón, las Casas se vio acorralado en su presente ante la identidad con
su comunidad histórica cristiana y el ideal de redención con el cual habían venido desde
España. Se trata de la salvación de los indios, de lo que de ellos consideraban más valioso,
sus almas. Pero más acá, en este mundo, era la vida plena de cristianos liberados. Esa
identidad, que bien trata de definir Bolívar en la Carta, y retocará más tarde en Angostura.

Identidad de lo que somos, seremos y han sido nuestros ancestros

Esta identidad con la cual se ubica para accionar en su espíritu el compromiso ético: «mas
nosotros, que apenas conservamos vestigios de lo que en otro tiempo fue, y que por otra
parte no somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del
país y los usurpadores españoles; en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento, y
nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar éstos a los del país, y que
mantenernos en él contra la oposición de los invasores; así nos hallamos en el caso más
extraordinario y complicado».11 Nada menos que el germen del dominador y el dominado
moran en nosotros mismos. Un juicio nada superficial.

Esa tradición liberadora presente en la lectura de la obra de Bartolomé de las Casas puede
ser el eje central de toda esta reflexión. Sí, es el compromiso ético que se conforma en
Bolívar durante esos días. Pensamos que terminó de internalizar ese compromiso frente al
presidente Petion, pocos días después de «resucitar» del atentado del 10 de diciembre.

10Bolívar Echevería, Siete Aproximaciones a Walter Benjamin, Bogotá, Ediciones Desde Abajo, 2010, 133 p
11 Párrafo XXIII de la Carta de Jamaica.

11
En Haití encontró lo que no había encontrado en Estados Unidos. Un gobierno republicano no
sólo con separación de Poderes, sino que además con igualdad para todos y abolida la
esclavitud para siempre. No es la abolición de la esclavitud de la hipocresía anglosajona, que
habla moralmente contra la esclavitud, sólo hasta cuando le resulta más barato alquilar sus
esclavos que comprarlos. Esclavos con nombre de obreros, o asalariados cuyos gastos de
sobrevivencia corren por cuenta de ellos mismos.

William Walton (1784-1857)

Escritor inglés hijo de un diplomático del mismo nombre, quien ejerció funciones de Cónsul de
España en Liverpool, y mandó a su hijo muy joven a España y Portugal a estudiar con el
objeto de que aprendiera la lengua y la cultura hispanas. Obviamente que destinado desde el
objetivo histórico del plan imperial británico en su afán por desplazar a España de la
hegemonía mundial. Al dedicar su vida a realizar la obra que señalamos en el próximo
párrafo, y la forma como fue divulgada toda obra de este autor, nos permite inferir que
mediante sus libros y su cultura etnográfica, Inglaterra pudo conocer a su enemigo, aprender
sus métodos y conocer sus fortalezas y debilidades.

Walton escribió varios libros dedicados al tema de la historia imperial española, su auge y
decadencia. El libro leído por Cullen y Bolívar, el cual comentan lleva el título: The present
state of the Spanish Colonies (Including an Account of Hispaniola), Editado por Longman Hurt
Rees, Ormes and Brown, en Paternoster Row, Londres, 1810. En aquel momento había
publicado otro libro conocido como An Historical and Descriptive Account of the Four Species
of Peruvian Sheep, editado en Londres, 1811; y otro que recién había salido de la imprenta:
An Exposé of the Dissensions of Spanish America, Londres, 1814.

Walton también publicó varias obras sobre Portugal y Brasil, y otros libros titulados Legitimacy
the only Salvation for Spain, Londres, 1835; y The revolutions of Spain, from 1808 to the end
of 1836, publicado en Londres, 1837.

El interés de los británicos por conocer al enemigo justifica tanta erudición. La liberación de
las colonias hispanas no significaba para ellos la independencia añorada de los criollos. Para
12
ellos, es obvio, el objetivo es ocupar el lugar de los españoles como conquistadores, pero sin
los gastos militares de defensa, ni los gastos burocráticos para administrar un imperio tan
extenso. Por eso Cullin preguntaba a Bolívar sus puntos de vista sobre los asuntos
presentados por Walton. Captamos a los anglosajones en el estilo de su conquista,
conquistar y distraer las mentes de sus enemigos mientras le meten las manos en los
bolsillos. Generosos a la hora de prestar dinero para las armas, pero compulsivos al momento
de cobrarlas. Pero eso vendrá después, por ahora nos interesa no perder de vista que los
banqueros y comerciantes británicos sustituyeron algunos vectores de la fuerza de dominio
colonial esclavista y mercantilista por formas más sutiles de dominación ideológica como el
liberalismo, la ideología mercantil y formas culturales de socializar como los clubes, las logias,
la prensa, la literatura y el teatro. Pero esta liberación debería ser conforme a los intereses
comerciales de la clase mercurial que se expandía, establecida en los principales puertos de
la ruta marítima comercial británica, en pleno crecimiento expansivo durante aquellos años,
especialmente después de la derrota de los ejércitos napoleónicos en Waterloo, noticia que
llegó a Jamaica el día 22 de agosto de 1815, la que tardó poco más de dos meses en llegar.

El libro que consultó Bolívar no es un simple manual o guía para viajeros. El libro habla desde
la experiencia y los intereses británicos. Desde adolescente, Wallen estudió con ojo de
enciclopedista todo lo relativo a la cultura luso-española, dentro de un Plan Histórico del
Gobierno británico cónsono con su política internacional, diseñado y ejecutado generación
tras generación para hacer de Inglaterra una potencia internacional de primer orden,
pretendido desde los tiempos del rey Enrique VII, cuando el tío de Sir Francis Bacon, era
consejero de Estado, motivado por los testimonios de Sir Walter Raleigh, 12 el famoso pirata
que divulgó la Leyenda del Dorado en el mundo anglosajón.

En la obra de William Walton hallamos un discurso propio de un investigador ubicado dentro


del marco de un país que tiene un proyecto político fundamentado en objetivos históricos para
alcanzar la hegemonía mundial. Por lo tanto, no podemos dejar de considerar que Walton
escribe desde el punto de vista de una comunidad histórica que compite con España, a la cual
planea desplazar como dominador colonial. Eso explica el interés de los comerciantes
jamaiquinos por conocer el punto de vista de un general de división que había llegado a

12Sir Walter Raleigh, El Descubrimiento del Grande, Rico y Bello Imperio de Guayana, (Londres, 1a Edición, 1596),
Traducción y notas de Antonio Requena, Caracas, Ediciones Juvenal Herrera, 1986, 166 p.

13
refugiarse pidiendo ayuda y protección, y confrontar su opinión con respecto a los planes de
lucha contra los españoles, así como la naturaleza de la revolución que se gestaba en un
continente tan extenso. Eso también explica la orientación descalificadora que se puede
apreciar en el discurso de Walton con respecto a España como tutora de ese inmenso
territorio.
Durante el tiempo que dura la redacción de la Carta, la cual desde su mismo texto da razón
de haber sido un trabajo elaborado no de un día para otro, sino durante un tiempo prolongado,
que fue objeto de consultas y reflexiones. Si consideramos las lecturas en forma paralela,
podemos apreciar que el discurso de las Casas, como señalamos, es un discurso liberador.
Este contraste habrá de generar una dialéctica en su cerebro, la cual finalmente, habrá de
iluminar de esta forma la realidad de que los ingleses tenían objetivos diferentes, aunque el
enemigo era el mismo. Y en los planes de la Gran Bretaña, estaba obviamente la voluntad de
dominar y no de liberar a la América Española. Por eso, la derrota de Napoleón en Waterloo
será conocida en Jamaica el 18 agosto de 1815, lo que deja a Haití dentro de una coyuntura
de fortaleza. En esos días recibe la carta de Luis Brion, que le responde con carta a manos
del coronel Miguel Carbaño, el día 16 de julio; apenas tiene Bolívar dos meses en Jamaica,
van a ser dos meses de Waterloo. No perdamos de vista el tema de la geopolítica de aquel
momento. Es el océano donde flota la revolución en nuestra América; en ese entonces el mar
Caribe o mar de las Antillas.

Doscientos años después

Si no comprendemos aquella realidad, no estamos en calidad ni en aptitud para entender el


sentido histórico de la Ley del Plan de la Patria. Éste es el concepto de redención bolivariana
que otorgó el presidente Hugo Chávez en confrontación al concepto que la oligarquía había
impuesto a la Historia oficial. Esto no es tan sólo una percepción subjetiva que hemos
presenciado quienes estuvimos atentos y revisamos los pasos políticos de Hugo Chávez. Nos
referimos a un concepto explícitamente anunciado en el momento preciso de la proclama de
Chávez del 4 de febrero de 1992. Un alcance temprano a la transmodernidad. Así,
«Por fortuna jamás olvidamos esa mirada liberadora que nos lleva a descubrir la
posibilidad de la justicia y la verdad en esta remota y hostigada comarca del
mundo moderno. Porque no hay duda que somos y hemos sido modernos, como
tampoco de que hay buenos motivos para presentir que nos hallamos en una
situación de deber y privilegio: la de ser restauradores y salvadores de un mundo
14
en trance de agonía. Vislumbramos una misión redentora. Es aquí en nuestro
particular continente donde debemos depositar nuestras mejores esperanzas».13

Saber que las transformaciones son continuidad de la realidad histórica. Todavía quedan
pendientes para el análisis otras fuentes referidas directa e indirectamente en la Carta, como
el periodista liberal español José María Blanco (Blanco White). Éste nace en Sevilla y muere
en Liverpool, célebre poeta de quien dejamos fuentes bibliográficas para que el lector tenga
guía para su estudio. Otro personaje que el Libertador menciona, con el apellido Guerra, en el
XXIX párrafo, se trata nada menos que del sacerdote mexicano revolucionario Fray Servando
Teresa de Mier Noriega y Guerra. Para conocer su obra dejamos referencias bibliográficas.

Lo que interesa destacar, es que lejos de no estar documentado, como se excusó, Bolívar si
estaba documentado, y con fuentes nada desdeñables. Por esa razón, para efectos de este
ensayo nos limitamos a pensar en el juego interno de sus pensamientos preocupado por la
realidad histórica, el presente donde él se estaba constituyendo en un actor de primer orden
en el reparto de este drama de la política internacional, con la responsabilidad a cuestas, de
entenderse como alguien que de alguna manera influye en el presente para ejercer una
función transformadora del futuro. Es una idea que se ha desvirtuado mucho bajo el término
«profético», pero preferiría la connotación que le daría Walter Benjamin de «mesiánico», que
es una idea de gran valor dentro de una ética del discurso liberador. La capacidad de romper
con la fatalidad irrumpiendo como el Ángel de la historia.

Por eso Hugo Chávez recomendó a todos la lectura de la Carta de Jamaica. Expresando —
digo con mis palabras—, que quien no lea la Carta, en cierta forma pierde el contacto con la
mitad de las grandes ideas que dieron nacimiento a nuestras naciones, porque están entre las
líneas de ese documento.14 Afirmaba que no es una carta del pasado, es una carta del
presente y una carta del futuro. Desde la perspectiva del militar, una carta es algo extenso
donde se muestra el teatro de operaciones.

Por eso la Carta de Jamaica fue rememorada por el Presidente Chávez en la Reunión de
Petrocaribe en Kingston. Allí se cayó la máscara del carnaval del siglo XX que había

13 Gilberto Merchán: La Invención de lo Real, Fondo Editorial IPASME, Caracas, 2006, p. 26.

14 Hablando del legado de Hugo Chávez: la Esperanza.


15
disfrazado a la Dictadura de democracia y a Simón Bolívar de soñador y de profeta,
reivindicado en su justa dimensión de investigador reflexivo, en apariencia más batallador que
pensador, cuando en realidad trataba a la reflexión y a la lucha como a las caras de una
misma moneda, de allí sus grandes dotes de estratega.

* Licenciado en Historia U.C.V., Magister en Relaciones Exteriores IAEDPG, Magister Seguridad y


Defensa IAEDEN y Profesor del IAESEN. Doctorando en Seguridad de la Nación.

Referencias

Bolívar, Simón, Obras Completas de Bolívar (1984), Vol 1, Caracas, Maveco Ediciones
Ragon, Jean-Marie (2010): Francmasonería. Ritual de grado maestro, Sta. Cruz de Tenerife,
Ed. Idea.fantasma. Ragon Fundamenta la muerte y resurección como parte del ritual del
maestro masón

Bolívar Echevería, Siete Aproximaciones a Walter Benjamin, Bogotá, Ediciones Desde Abajo,
2010, 133 p
Enrique Dussel: Política de la Liberación. (Vol. I, Historia Mundial y Crítica), Editorial Trotta,
S.A., Colección Estructuras y Procesos, Serie Filosofía, Madrid, 2007, p. 199.
Feldman, Moisés (1978): Las crisis psicológicas de Simón Bolívar. Caracas, Editorial Nuestra
Psiquiatría, (Recoge tres ponencias del autor en la Sociedad Venezolana de Psiquiatría
(1971), la Academia de Medicina (1974) y la Sociedad de Historia de la Medicina
[OJO: Esta obra no se citó]
Reverón, Eloy (2001): El Fantasma de Bolívar en la masonería venezolana, Publicaciones
Monfort, Caracas, Edición del Instituto Venezolano de Estudios Masónicos, IVEM, 222 p.
Robertson William Spence, La vida de Miranda, 1969
Uslar, Juan (1962): Historia de la Rebelión Popular de 1814, Editorial Edime, Caracas-Madrid.
Vargas Machuca: La Destrucción de las Indias (Refutación de las Casas), p. 5. A ella le debo
parte del entendimiento de la polémica histórica entre Las Casas y Sepúlveda [OJO: Esta
obra no se citó]
Adoptamos la tipografía propuesta en la obra de Simón Rodríguez, Sociedades Americanas,
1828 (Cierto, cuando escribo INDIO).
Raleigh,Sir Walter, El Descubrimiento del Grande, Rico y Bello Imperio de Guayana, (Londres, 1a
Edición, 1596), Traducción y notas de Antonio Requena, Caracas, Ediciones Juvenal Herrera, 1986, 166
p.
16
Merchán Gilberto : La invención de lo Real, Fondo Editorial IPASME, Caracas, p. 26.

17

También podría gustarte