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Concha

López
Narváez
Una mujer sencilla que vive la vida
sencillamente, no se me ocurre ninguna
Quién otra definición, pues nunca he hecho ni
soy yo? me ha sucedido ninguna cosa
extraordinaria…
SEVILLA

Nací en Sevilla en
agosto de 1939.

Casi enseguida, mis


padres me llevaron a SANLÚCAR
un pueblo del
Aljarafe: Sanlúcar la LA MAYOR
Mayor
Tuve cuatro hermanos, y nuestra casa,
que era grande y blanca, estaba
rodeada de árboles y huertas.
Aquéllos fueron tiempos
difíciles, los que siguieron a la
guerra civil.

Por eso mis amigos más


íntimos, que eran los hijos de
los campesinos, dormían en
el suelo, sobre un colchón
relleno de hojas de maíz, y no
tenían zapatos ni mucho
menos juguetes.
Yo nunca padecí su pobreza;
pero sentía lo injusto y absurdo
de ella, y eso es algo que no he
podido ni querido olvidar.

Por suerte para los niños del


campo existían los árboles, los
arroyos, los animales y los
juegos…

Jugando se olvidaba la miseria:


subidos en los árboles podíamos
ser “tarzanes”, aunque a mí casi
siempre me tocaba ser Chita. En
los arroyos, con trocitos de ramas
jugábamos a guerras de piratas.

Y además estaban los animales:


las gallinas, las palomas, las
vacas, los cerdos, las ovejas, los
caballos, los burros…

Sin saberlo, se convertían en


seres peligrosos que venían a
atacarnos… Por último teníamos
a los perros. ¡Dios mío, qué fieles
compañeros eran…!, y cómo se
divertían persiguiéndonos…
Universidad de Sevilla Mapa de América

Estudié Historia en la Universidad de Sevilla i me especialicé en Historia de


América.
Durante algunos años me dediqué a la enseñanza en varios institutos de
secundaria. Después empecé a escribir para niños y jóvenes.
Me casé con Carmelo Salmerón
en 1966 y tuvimos cuatro hijos:
María, Miguel, Teresa y Rafael.

De diversas maneras toda la


familia participa en esta tarea de
la Literatura.
Mi nombre es Nemo.
Soy el perro de Concha. Ella es mi
amiga, por eso me encargo yo de
presentarla:
Cuando Concha no está escribiendo, le
gusta escuchar música clásica, pasear
por el campo, ver gallinas y, sobre todo,
cuidar de su jardín.

Tiene muchos libros publicados,


creo que unos cuarenta o más. A
mí me gustaría mucho leerlos;
pero, desgraciadamente, no soy
un perro ilustrado.

De todas formas, escucho muy


atentamente cuando cuenta a
su marido o a sus hijos las
historias que piensa escribir. Por
eso sé que en sus libros habla del
campo, de los animales, de
cómo vivían las personas en
tiempos ya pasados y, algunas
veces, de misterio y terror.
La novela histórica y los libros que tratan del campo y de los
animales son mis preferidos, aunque también me gusta
escribir sobre otros muchos temas.
Tuve la suerte de crecer en el campo, y, ya desde niña, escondida y
arropada entre las ramas de mi “árbol amigo”, pasaba las horas
imaginando y soñando personas y hechos que sólo vivían y sucedían en
mi mente.

Pero mis sueños e imaginaciones casi siempre eran cercanos y sencillos.

Quizás por eso ahora, casi siempre, mis historias y personajes también sean
sencillos y cercanos y estén rodeados de naturaleza.

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