Está en la página 1de 12

Pontificia Universidad Católica del Ecuador

Ibarra

Derecho Sucesorio

Nombre: Ana Isabel Bastidas


Paralelo: B
Fecha: 19/12/2023

Resumen

1. Sucesión Testamentaria

Por principio general, cada derecho tiene su título. (p. 155). Cuando se adquiere el derecho de
dominio por sucesión por causa de muerte, el título por excelencia es el testamento, que tiene
como fuente original la ley, de la cual se emana. El testamento se constituyó posterior al
mandato de la ley; la ley, interpretando la voluntad del cujus, llama a suceder a las personas
que considera más cercanas al afecto del mismo. Actualmente, el testamento ha perdido la
libertad de testar, en tanto en cuanto, el cujus con legitimarios (hijos) sólo puede disponer
libremente de la cuarta parte de su patrimonio.

De acuerdo con el profesor Arturo Valencia Zea, “la propiedad es el triunfo de la libertad
humana sobre la materia, [y] el testamento es la finalidad racional de aquel triunfo”. (p. 156).
La carta testamentaria, o testamento, tiene valor y trascendencia siempre y cuando se
subordine a la Ley; la voluntad del cujus es ley para los demás, en cuanto no haya roto alguna
disposición legal. El término proviene de las voces latinas “testatio et mentis”, que significa
“testimonio de la voluntad”, o según los Romanos “manifestación de la voluntad del hombre
ante testigos”. (p. 157)

El artículo 1037 del Código Civil indica que: “Art. 1037.- El testamento es un acto más o
menos solemne en que una persona dispone del todo o de una parte de sus bienes, para que
tenga pleno efecto después de sus días, conservando la facultad de revocar las disposiciones
contenidas en él, mientras viva.”

Sin embargo, el autor, en aras de corregir las equivocaciones de la definición dada por el
Código Civil, propone lo siguiente: “Testamento es un acto jurídico solemne por el cual una
persona dispone de su patrimonio para que tenga pleno efecto después de sus días,
reservándose la facultad de revocar sus disposiciones”. (p. 157)

En principio, el testamento es un acto jurídico, por cuanto es la voluntad humana su


generadora; pues aunque la muerte es un hecho jurídico por no requerir de la voluntad, el
testamento es un acto jurídico por ser producto de la misma. Además, no sólo es un acto
jurídico, sino que es uno de carácter solemne, ergo, si no se llenan determinadas
formalidades, no surte efecto jurídico alguno; sin embargo, y aunque todo testamento es
eminentemente solemne, sucede que en determinadas circunstancias la ley permite que se
omitan algunos requisitos, resultando algunos testamentos menos solemnes que otros. Cabe
resaltar que el testamento es un acto personalísimo, por ser producto de una sola voluntad,
exceptuando el caso del Código Civil alemán, que permite a los cónyuges otorgar testamento
conjunto, conocido como mancomunado. También es indelegable, es decir, no puede
otorgarse mediante apoderado; el testamento está reservado a la exclusiva voluntad de cada
persona. Sin embargo, en España y Bolivia, se consagra la institución de los comisarios,
quienes poseían el poder de testar en representación de alguien. Andrés Bello, por su parte,
consideró que un mandatario no podría cumplir cabalmente la voluntad del cujus, por el
hecho mismo de que no tenían posibilidad de controlar sus acciones u omisiones con respecto
al testamento otorgado; por lo cual, en su proyecto, origen de muchas legislaciones, se
estableció que el testamento es indelegable. El testamento, es un acto jurídico sui géneris,
pues el causahabiente puede repudiar la asignación, imposibilitando su categorización como
contrato; pues no se perfecciona en una unidad de tiempo con la aceptación del acto, sino que
basta con reunir los elementos de fondo y de forma requeridos por la ley. Por otra parte, el
testamento surte efecto post mortem; es decir, surte efecto pleno con el fallecimiento del
causante. (pp. 158-160)

Es de la esencia del testamento contener disposiciones; determinando la suerte de sus bienes


tras el fallecimiento de su otorgante. El testamento puede ser el instrumento de justicia, de
armonía familiar, cuando el testador ha detallado cómo ha de procederse con sus bienes,
distribuyendo equitativamente su patrimonio para quienes integran su comunidad familiar. (p.
161)

Además, el testamento es un acto jurídico eminentemente revocable, así como lo indica el


artículo 1039 del Código Civil: “Art. 1039.- Todas las disposiciones testamentarias son
esencialmente revocables, aún cuando el testador exprese en el testamento la determinación
de no revocarlas. Las cláusulas derogatorias de sus disposiciones futuras se tendrán por no
escritas, aunque se confirmen con juramento. Si en un testamento anterior se hubiese
ordenado que no valga su revocación si no se hiciere con ciertas palabras o señales, se mirará
esta disposición como no escrita.”

Lo revocable, en este caso, son las disposiciones, que pueden modificarse o anularse en
cualquier tiempo; aquellas que por razones obvias están sujetas a cambios, no así las
declaraciones o expresiones de voluntad de orden público como el reconocimiento de un hijo.
Es decir, pueden cambiar ya en el orden de las personas, ya en el orden del patrimonio; por
ampliarse o reducirse su marco de relaciones familiares, por acrecentar o disminuir su
patrimonio, por motivos de afecto, etc. Por ello, es preciso revocar las disposiciones, para
ajustarlas a la nueva situación. (pp. 161-162)

El testamento siempre es expresión de la última voluntad y ésta es la que prevalece en todo


caso. Aunque un testador esté modificando su testamento constantemente, el último
legalmente perfeccionado será el válido; por lo cual, la revocabilidad ante las disposiciones,
constituye una institución racional y justa. (p. 163)

2. Requisitos Subjetivos del Testamento

El testamento necesita que concurran requisitos de orden subjetivo y de orden objetivo. Los
primeros se refieren a las personas y los segundos a las cosas, al objeto de la relación jurídica.
Es indispensable la intervención del sujeto activo del acto jurídico, la persona, a la que se
denomina testador, quien es titular del derecho. El titular requiere de capacidad y voluntad
para testar, constituyendo estos dos requisitos en elementos internos del testamento. (p. 165).

La capacidad para testar es una capacidad especial, exclusiva a dicho ámbito; pues quien
puede tener capacidad para suceder, puede no tener capacidad para testar. Quienes pueden
testar, por principio general, son todas las personas. (p. 166) Sin embargo, existen algunas
excepciones, establecidas por el artículo 1043 del Código Civil: “Art. 1043.- No son hábiles
para testar: 1. El menor de dieciocho años; 2. El que se hallare en interdicción por causa de
demencia; 3. El que actualmente no estuviere en su sano juicio, por ebriedad u otra causa; y,
4. El que de palabra o por escrito no pudiere expresar su voluntad claramente.|Las personas
no comprendidas en esta enumeración son hábiles para testar.”
La primera causal de incapacidad, se debe a que el menor de edad no posee la capacidad
activa, o de obrar; sino sólo la capacidad receptiva, o de adquirir. Si un menor de edad
otorgara testamento, y falleciera como mayor de edad, su estado debe retrotraerse al momento
en el cual se otorgó el testamento, por lo que, el acto jurídico no ha convalecido por haber
nacido nulo; se considera de nulidad absoluta o inexistente. (p. 167).

En segundo lugar, son incapaces las personas declaradas en interdicción por causa de
demencia; la incapacidad se debe a que el derecho de testar debe basarse en el pleno ejercicio
de las facultades mentales del testador para que exista voluntad, por lo cual un demente
inderdicto no es capaz. Sin embargo, la incapacidad sólo existe cuando la demencia se ha
declarado por un juzgador al otorgar la interdicción de la persona. Si un demente sin
interdicción otorga testamento, éste es válido y no puede ser impugnado u objetado; incluso
si posteriormente se declara a la persona en interdicción, el testamento es firme y válido. No
obstante, existe responsabilidad del notario o empleado ante quien se haya otorgado el
testamento, pues tienen el deber de cerciorarse acerca del estado mental del testador para
acreditar que se encuentra en “sano juicio”. Por otra parte, si no se encuentra en interdicción,
pero otorga testamento en un momento de lucidez que no permita reconocer su condición por
parte de las personas ante las cuales se otorga tal, el testamento es válido. (p. 167-168).

La tercera incapacidad se refiere a quien actualmente no se encuentre en sano juicio por


ebriedad u otra causa; la persona ante la cual se otorga el testamento tiene que verificar el
estado del testador, y no debe legalizar el acto jurídico si éste se encuentra en estado de
ebriedad o privado de la razón. Es decir, debe establecerse el estado del testador al momento
de otorgar la carta testamentaria para determinar su capacidad o incapacidad. El sano juicio
debe ser simultáneo al otorgamiento. (p. 168).

La cuarta incapacidad se da cuando las personas no pueden dar a entender claramente su


voluntad ni de palabra ni por escrito; que no pueden hacerse entender de ningún modo. Estas
personas no pueden otorgar un testamento válido, por la inexistencia de voluntad expresa, por
lo que se califica como de nulidad absoluta; acarreando la responsabilidad de quien lo haya
celebrado como válido. (pp. 168-169).

Estas causales acarrean la nulidad absoluta; no obstante, el testamento válido no deja de serlo
por sobrevenir después alguna de estas incapacidades, así como lo establece el artículo 1044
del Código Civil. (p. 169).
El segundo requisito subjetivo es el consentimiento o la voluntad del testador; siendo ella la
expresión libre del deseo de una persona, que cuando se limita, adolece de vicios y queda
anulada. El consentimiento o voluntad, puede afectarse por tres vicios que lo anulan: error,
fuerza y dolo. (p. 169).

El error, es la falsa concepción de algo; es el desconocimiento total de una cosa. Cuando el


testamento es producto de la ignorancia de los hechos, adolece de nulidad. Este vicio puede
ser en cuanto a las personas o en cuanto a las cosas; y puede ser esencial o accidental. El
primero, acarrea la nulidad por ser de fondo, mientras que el segundo no afecta mayormente a
la validez del testamento. (p. 169).

Error esencial en cuanto a las personas, se da cuando existe un supuesto falso que impide
determinar a qué persona se ha hecho la asignación. Error accidental en cuanto a la persona,
es cuando existe una equivocación en un simple detalle, que no genera falsedad y puede
comprenderse fácilmente que se trata de una persona determinada y no de otra. Error esencial
en cuanto a las cosas, se da cuando hay falsedad manifiesta o por inexistencia del objeto o
porque el objeto es intransmisible. Error accidental en cuanto a la cosa, es cuando existe una
leve equivocación que no acarrea falsedad. (pp. 169-170).

Una vez declarado válido el testamento por el juez, los interesados tienen derecho a pedir su
reforma o la nulidad si los errores son esenciales, o la rectificación para los errores
accidentales. La reforma sólo cabe si se pide por un asignatario forzoso. (p. 171).

El segundo vicio del consentimiento es la fuerza, que puede ser la presión física o moral, para
intimidar al testador. De acuerdo al artículo 1045 del Código Civil, es nulo en todas sus
partes, el testamento en el que haya intervenido la fuerza. Si existió la intervención de la
fuerza, por ser el testamento eminentemente revocable, el testador puede dejar sin efecto a lo
que la fuerza haya movido en su voluntad para disponer de una u otra manera de su
patrimonio. (p. 171). El profesor Somarriva, indica que la fuerza vicia el consentimiento si
llena los siguientes requisitos: debe ser grave, causando una impresión en el testador; debe
ser injusta; y, debe ser determinante en la manifestación de la voluntad del mismo. (p. 174)

El tercer vicio es el dolo, que de acuerdo al artículo 29 del Código Civil, “El dolo consiste en
la intención positiva de irrogar injuria a la persona o propiedad de otro.”. De acuerdo a la ley,
existe dolo en el ámbito de la sucesión testamentaria, en las dos siguientes situaciones: en el
artículo 1010, numerales 4 y 5 del Código Civil, como causales de indignidad, quien por
fuerza o dolo obtuvo disposición testamentaria a favor o le impidió testar, o quien detuvo u
ocultó dolosamente el testamento; y, en el artículo 1231, numeral 3 del mismo Código, como
causal de desheredamiento, el haberse valido de fuerza o dolo para impedirle testar. El dolo
debe probarse judicialmente, posterior al fallecimiento del causante. (p. 173). El profesor
Somarriva, indica que el dolo puede ser obra de cualquier persona. (p. 174).

3. Requisitos Objetivos de Forma del Testamento

Los requisitos objetivos pueden ser de forma o de fondo. Los primeros se relacionan con las
solemnidades y los segundos con las asignaciones testamentarias. (pp. 175-176).

Aunque los testamentos son siempre solemnes, no siempre se emplean las mismas
formalidades para que sea válido. Por eso, Andrés Bello los clasifica de acuerdo a las
solemnidades: unos son más solemnes que otros. Alfredo Perez Guerrero, propone la
siguiente clasificación: a) testamentos comunes u ordinarios (solemnes); y, b) testamentos
especiales (menos solemnes o privilegiados). Los testamentos solemnes pueden otorgarse
tanto nacionalmente como internacionalmente. (p. 176)

3.1. Testamentos solemnes otorgados en el Ecuador

El artículo 1046 del Código Civil, indica:

Art. 1046.- El testamento es solemne, o menos solemne. Testamento solemne es aquel


en que se han observado todas las solemnidades que la ley ordinariamente requiere. El
menos solemne o privilegiado es aquel en que pueden omitirse algunas de estas
solemnidades, por consideración a circunstancias particulares, determinadas
expresamente por la ley. El testamento solemne es abierto o cerrado. Testamento
abierto, nuncupativo o público es aquel en que el testador hace sabedores de sus
disposiciones a los testigos; y testamento cerrado o secreto es aquel en que no es
necesario que los testigos tengan conocimiento de ellas.”

Ante lo cual, el autor señala que el testamento ordinario, común o solemne, es aquel que
requiere del cumplimiento de formalidades específicas sin las cuales no sería válido el acto;
y, el testamento especial, menos solemne o privilegiado es aquel que, en virtud de ciertas
circunstancias inevitables, el legislador permite que no se cumplan sino determinadas
formalidades. (p. 177).
Así también se destaca que los testamentos solemnes pueden ser: a) testamentos abiertos,
nuncupativos o públicos; y, b) testamentos cerrados, secretos o místicos. Todos los
testamentos solemnes otorgados en territorio nacional deben: 1. otorgarse por escrito (art.
1049 del C.C.); y, 2. perfeccionarse ante testigos (art. 1052 C.C.). (p. 177).

Algunas legislaciones conservan el testamento verbal, sin embargo, éste puede modificarse o
sufrir variaciones no únicamente de mala fe, sino inclusive de buena fe, por una mala
memoria o por la concurrencia de factores incontrolables. (p. 177). En la legislación
ecuatoriana, se prescinde del testamento verbal, así como del testamento ológrafo, que es
aquel escrito por el causante sin más formalidades; vulnerable a la propensión de la gente a
hacer prevalecer sus propios intereses y codicia. (p. 178)

Testamento abierto, público o nuncupativo es aquel por el cual el testador hace conocedoras
de su última voluntad a otras personas. Existen dos procedimientos para otorgar testamento
abierto, de acuerdo al artículo 1052 del Código Civil: a) otorgado ante notario y tres testigos;
y, b) otorgado ante cinco testigos. Este testamento puede otorgarse ante un juez de primera
instancia, cuya jurisdicción comprenda el lugar del otorgamiento; sólo a falta de notario que
lo realice. (p. 178)

El testamento solemne abierto de la primera clase, se singulariza porque el notario da lectura


en voz alta las disposiciones testamentarias ante el testador y los tres testigos; motivo por el
cual se lo considera público también, pues las disposiciones de última voluntad se hacen
extensivas ante el público presente. Este tipo de testamento, de acuerdo al artículo 1054 del
Código Civil, contiene la designación de los nombres, apellidos, edad, estado civil, domicilio,
etcétera, del otorgante; pero además debe constar en su encabezado la declaración categórica
e inexcusable de que tal se halla en el uso de su razón. (p. 179).

De acuerdo al artículo 1057 del Código Civil, el ciego sólo podrá otorgar testamento abierto
ante notario. Su testamento deberá leerse por dos ocasiones: la primera por el notario, y la
segunda por uno de los testigos elegidos por el ciego; esta solemnidad debe mencionarse en
carácter especial en el testamento. (p. 179).

La otra clase de testamento nuncupativo es el otorgado ante cinco testigos, cuando no hay la
posibilidad de la presencia de un notario. Por mandato del testador, uno de los testigos dará
lectura al testamento y firmarán el testador y los testigos que sepan firmar. Posteriormente,
éste deberá ser publicado de la forma en que lo señala el artículo 1058 del Código Civil: El
juez competente hará comparecer a los testigos para que reconozcan sus respectivas firmas y
la del testador. Si uno o más de ellos no comparecieren, por ausencia u otro impedimento,
bastará que los testigos instrumentales presentes reconozcan la firma del testador, las suyas
propias y las de los testigos ausentes. En caso necesario, y siempre que el juez lo estimare
conveniente, podrán ser abonadas las firmas del testador y las de los testigos ausentes, por
declaraciones juradas de otras personas fidedignas. El juez firmará al principio y fin de cada
página del testamento, y lo mandará a entregar, con todo lo obrado al notario, para que lo
protocolice y confiera las copias que le fueren solicitadas por los interesados para acreditar
sus derechos. (p. 179).

Este testamento es un caso excepcional, ante la circunstancia de encontrarse en un lugar


apartado de la cabecera cantonal o por emergencia; por lo cual no es posible contar con la
presencia del notario. Puede ser llamado testamento de emergencia. (p. 180).

Los testigos del testamento, según el artículo derogado 1050 del Código Civil, tienen las
siguientes excepciones: 1. los menores de dieciocho años; 2. los que se hallaren en
interdicción, por causa de demencia; 3. los que actualmente se hallaren privados de razón; 4.
los ciegos; 5. los sordos; 6. los mudos; 7. Los condenados a alguna de las penas designadas
en el artículo 311, numeral 4, y en general los que por sentencia ejecutoriada estuvieren
inhabilitados para ser testigos; 8. los amanuenses del notario que autorice el testamento; 9. los
extranjeros no domiciliados en el Ecuador; y, 10. los que no entiendan el idioma del testador,
sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 1062 del Código Civil. (pp. 180-181)

La responsabilidad del testigo testamentario se reduce a ver, oír y entender todo cuanto
constituye la esencia del acto jurídico que se perfecciona; en el caso de un conflicto judicial,
su declaración deberá ceñirse a la verdad como consecuencia de su intervención como
testigo. Las personas a las cuales no se mencionan en el artículo mencionado sobre las
inhabilidades de los testigos, pueden perfectamente intervenir como testigos idóneos. (p. 181)

El Código Civil, en su artículo derogado 1050, indica las incapacidades para ser testigo: a)
por falta de edad; b) por falta de conocimiento; c) por falta de probidad; y, d) por falta de
imparcialidad. Sin embargo, ¿serán realmente inhábiles para intervenir como testigos en el
acto testamentario quienes están tipificados como tal? Es posible por cuanto el testigo (más
aún cuando es allegado del testador), es un testigo especial y tanto la capacidad como las
incapacidades siguen la misma suerte; favoreciendo el otorgamiento solemne abierto
otorgado ante cinco testigos, cuando las circunstancias sean imprevistas e impostergables,
donde se acudirá a quienes estén más cerca del testador, quienes posteriormente pueden
tacharse invocando las pertinentes inhabilidades. (p. 182).

La ley exige que mínimo dos de los testigos deberán estar domiciliados en el cantón en que se
otorgue el testamento; y, al menos, uno (de tres), o dos (de cinco) deberán saber leer y
escribir. (p. 182).

Puede ocurrir que alguno de los testigos adolezca de las inhabilidades, como un testigo menor
de edad; la ley, prevé que por el hecho de esta habilidad putativa (todos creían que era mayor
de edad), no se anulará el testamento siempre que se trate de un solo caso, pues si dos
inhábiles intervienen, el testamento se anula. (p. 182).

El artículo 1054 del Código Civil, establece los requisitos formales del otorgamiento del
testamento; mientras que el artículo 1056, se admite la posibilidad de que el testador no sepa
firmar, en cuyo caso, un testigo lo hará por él. (p. 182). El artículo 1055, por su parte, indica
que el testamento puede haberse prescrito, en uno o varios actos, y que deberá ser leído por el
notario o un testigo, por su falta, contando con la presencia del testador y demás testigos. (p.
183)

La otra clase de testamento solemne es el testamento cerrado, secreto o místico, definido por
el artículo 1061 del Código Civil, de la siguiente manera: “Art. 1061.- Lo que constituye
esencialmente el testamento cerrado es el acto en que el testador presenta al notario y testigos
una escritura cerrada, declarando de viva voz y de manera que el notario y testigos le vean,
oigan y entiendan, salvo el caso del artículo siguiente, que en aquella escritura se contiene su
testamento.”

El artículo 1059 del mismo Código, señala que necesariamente deben estar presentes un
notario y cinco testigos para otorgar el testamento; y ningún juez puede hacer las veces del
notario en esta situación. El notario sólo recibe el testamento y redacta el acta de la carátula,
para posteriormente firmarlo conjuntamente después del testador y los cinco testigos, y
finalmente sellarlo. El acta debe contener algunas formalidades, entre las cuales, debe constar
la certificación de que es voluntad del compareciente otorgar testamento cerrado. Este
documento puede confiarse al notario, o el testador lo puede llevarlo consigo para guardarlo
en el hogar o en una casilla bancaria, etc. Para que surta pleno efecto jurídico, sólo puede ser
abierto posterior al fallecimiento del cujus, llenándose las formalidades legales. (pp.
183-184).
De acuerdo a lo establecido por el artículo 1060 del Código Civil, quien no sepa leer y
escribir no puede otorgar testamento cerrado; el artículo 1062, por su parte, indica que
cuando el testador no puede entender o hacerse entender a viva voz, sólo puede otorgar
testamento cerrado, escribiendo sobre su cubierta de su puño y letra la palabra testamento. El
sordo-mudo que no sabe leer ni escribir, no puede otorgar testamento por representación, por
lo que sólo cabe la regulación de la sucesión intestada. (p. 184).

Durante el otorgamiento del testamento cerrado, estarán presentes el testador, un mismo


notario y unos mismos testigos, sin más interrupciones que las accidentales. Para dar apertura
al testamento cerrado: una vez fallecido el causante, el interesado en una sucesión, que
conoce de la existencia del testamento cerrado, obtendrá copia certificada de la partida de
defunción, y con ella comparecerá ante el juez de lo Civil del último domicilio del testador y
le solicitará que ordene que se presente el testamento, ya sea por parte del notario, o la
institución bancaria o la persona a quien haya confiado dicho instrumento el causante. Una
vez que se haya presentado el testamento al juzgado, se dispondrá que el notario y los testigos
comparezcan, con el objeto de reconocer sus respectivas firmas y la del testador, "declarando,
además, si en su concepto está cerrado, sellado o marcado como en el acto de la entrega". En
caso necesario, y por mandato del juez, podrán ser abonadas las firmas del notario y de los
testigos ausentes por declaraciones de "otras personas fidedignas". Cumplidas estas
diligencias, el juez señalará el día y hora para la apertura y lectura del testamento cerrado,
providencia que se publicará por la prensa, con el objeto de que sea conocida por el público y
especialmente por los interesados. Llegados el día y hora señalados, el juez, en presencia de
los concurrentes, exhibirá el testamento, para que todos observen que permanece cerrado y
sellado, y acto seguido procederá a romper las cerraduras, a abrirlo y a dar lectura de su
contenido; terminará la diligencia con la suscripción y firma de un acta por parte de los
comparecientes, el juez y el secretario que certifica. Posteriormente, el juez ordenará que todo
el expediente sea enviado a uno de los notarios del cantón, a efecto de que proceda a
protocolizarlo y guardarlo bajo su responsabilidad, para dar fe y conferir las copias que le
sean pedidas. (p. 184-185)

3.2. Testamentos solemnes otorgados en el exterior

Existen dos clases de testamentos solemnes otorgados en el exterior:

1. Los testamentos solemnes otorgados en país extranjero, siempre que se hayan


celebrado con arreglo a las solemnidades prescritas en ese país y que se cumplan los
requisitos de legalización y autenticación de las firmas del instrumento. (art. 1065 del
Código Civil). El otorgante puede tener cualquier nacionalidad. (pp. 187-188)

2. Un ecuatoriano o un extranjero domiciliado en el Ecuador, puede otorgar testamento


solemne en el exterior y con plena validez en territorio ecuatoriano, siempre que se lo
otorgue ante un agente diplomático o consular de nuestra nación y en consonancia con
las leyes vigentes en el territorio nacional. (p. 189).

3.3. Testamentos menos solemnes, privilegiados o especiales

Son aquellos en que, debido a ciertas circunstancias, la ley faculta para que se otorgue un
testamento con menos formalidades. La legislación ecuatoriana, en el artículo 1068 del
Código Civil, sólo contempla dos clases de testamentos menos solemnes: los militares y los
marítimos. (p. 191).

El testamento militar es aquel que se otorga en tiempo de guerra, por quienes están en la
operación bélica, por cualquiera que se halle en una expedición de guerra, que esté
actualmente en marcha o campaña contra el enemigo, o en la guarnición de una plaza sitiada.
El testamento militar puede otorgarse ante: a) ante un capitán u oficial de grado superior al de
capitán; b) los enfermos o heridos, ante el capellán o médico que les asista; y, c) los que se
hallen en un destacamento avanzado, ante el oficial que lo mande. Debe ser firmado por el
testador, si supiere escribir, por el empleado ante quien se lo otorga, y por tres testigos; en
caso de que el testador no sepa o no pueda firmar, debe expresarse así en el testamento. El
testamento militar tiene valor si quien lo otorgó fallece antes de los noventa días posteriores a
la desaparición de las circunstancias que determinaron que se acoja a esta garantía; por lo que
es un testamento sujeto a plazo vencido, el cual caduca y es como si jamás se hubiera
otorgado testamento alguno. Una vez perfeccionado el testamento por escrito y con las firmas
señaladas, deberá llevar al pie el visto bueno del jefe superior de la expedición. (pp.
192-194)

El testamento marítimo puede ser de dos clases: 1. el otorgado a bordo de un buque


ecuatoriano de guerra en alta mar; y, 2. el otorgado en buques mercantes, bajo bandera
ecuatoriana. En el primer caso, se otorgará ante el comandante o su segundo, en presencia de
tres testigos, y en el otro caso, ante el capellán, su segundo o el piloto y con la concurrencia
de tres testigos. Toda persona que se encuentre a bordo de los mencionados buques puede
otorgar testamento marítimo, por el evento de estar embarcada. Se extenderá un duplicado del
referido instrumento y se dará noticia de su otorgamiento en el diario de navegación. Si el
buque antes de volver al Ecuador arribare a un puerto extranjero, en que haya agente
diplomático o consular ecuatoriano, el comandante entregará a dicho agente un ejemplar del
testamento, exigiendo recibo y dando cuenta del particular en el diario; el agente debe
remitirlo al Ministerio de Relaciones Exteriores, para que proceda como caso de testamento
otorgado en el exterior. (pp. 194-195)

También podría gustarte