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Ibarra
Derecho Sucesorio
Resumen
1. Sucesión Testamentaria
Por principio general, cada derecho tiene su título. (p. 155). Cuando se adquiere el derecho de
dominio por sucesión por causa de muerte, el título por excelencia es el testamento, que tiene
como fuente original la ley, de la cual se emana. El testamento se constituyó posterior al
mandato de la ley; la ley, interpretando la voluntad del cujus, llama a suceder a las personas
que considera más cercanas al afecto del mismo. Actualmente, el testamento ha perdido la
libertad de testar, en tanto en cuanto, el cujus con legitimarios (hijos) sólo puede disponer
libremente de la cuarta parte de su patrimonio.
De acuerdo con el profesor Arturo Valencia Zea, “la propiedad es el triunfo de la libertad
humana sobre la materia, [y] el testamento es la finalidad racional de aquel triunfo”. (p. 156).
La carta testamentaria, o testamento, tiene valor y trascendencia siempre y cuando se
subordine a la Ley; la voluntad del cujus es ley para los demás, en cuanto no haya roto alguna
disposición legal. El término proviene de las voces latinas “testatio et mentis”, que significa
“testimonio de la voluntad”, o según los Romanos “manifestación de la voluntad del hombre
ante testigos”. (p. 157)
El artículo 1037 del Código Civil indica que: “Art. 1037.- El testamento es un acto más o
menos solemne en que una persona dispone del todo o de una parte de sus bienes, para que
tenga pleno efecto después de sus días, conservando la facultad de revocar las disposiciones
contenidas en él, mientras viva.”
Sin embargo, el autor, en aras de corregir las equivocaciones de la definición dada por el
Código Civil, propone lo siguiente: “Testamento es un acto jurídico solemne por el cual una
persona dispone de su patrimonio para que tenga pleno efecto después de sus días,
reservándose la facultad de revocar sus disposiciones”. (p. 157)
Lo revocable, en este caso, son las disposiciones, que pueden modificarse o anularse en
cualquier tiempo; aquellas que por razones obvias están sujetas a cambios, no así las
declaraciones o expresiones de voluntad de orden público como el reconocimiento de un hijo.
Es decir, pueden cambiar ya en el orden de las personas, ya en el orden del patrimonio; por
ampliarse o reducirse su marco de relaciones familiares, por acrecentar o disminuir su
patrimonio, por motivos de afecto, etc. Por ello, es preciso revocar las disposiciones, para
ajustarlas a la nueva situación. (pp. 161-162)
El testamento necesita que concurran requisitos de orden subjetivo y de orden objetivo. Los
primeros se refieren a las personas y los segundos a las cosas, al objeto de la relación jurídica.
Es indispensable la intervención del sujeto activo del acto jurídico, la persona, a la que se
denomina testador, quien es titular del derecho. El titular requiere de capacidad y voluntad
para testar, constituyendo estos dos requisitos en elementos internos del testamento. (p. 165).
La capacidad para testar es una capacidad especial, exclusiva a dicho ámbito; pues quien
puede tener capacidad para suceder, puede no tener capacidad para testar. Quienes pueden
testar, por principio general, son todas las personas. (p. 166) Sin embargo, existen algunas
excepciones, establecidas por el artículo 1043 del Código Civil: “Art. 1043.- No son hábiles
para testar: 1. El menor de dieciocho años; 2. El que se hallare en interdicción por causa de
demencia; 3. El que actualmente no estuviere en su sano juicio, por ebriedad u otra causa; y,
4. El que de palabra o por escrito no pudiere expresar su voluntad claramente.|Las personas
no comprendidas en esta enumeración son hábiles para testar.”
La primera causal de incapacidad, se debe a que el menor de edad no posee la capacidad
activa, o de obrar; sino sólo la capacidad receptiva, o de adquirir. Si un menor de edad
otorgara testamento, y falleciera como mayor de edad, su estado debe retrotraerse al momento
en el cual se otorgó el testamento, por lo que, el acto jurídico no ha convalecido por haber
nacido nulo; se considera de nulidad absoluta o inexistente. (p. 167).
En segundo lugar, son incapaces las personas declaradas en interdicción por causa de
demencia; la incapacidad se debe a que el derecho de testar debe basarse en el pleno ejercicio
de las facultades mentales del testador para que exista voluntad, por lo cual un demente
inderdicto no es capaz. Sin embargo, la incapacidad sólo existe cuando la demencia se ha
declarado por un juzgador al otorgar la interdicción de la persona. Si un demente sin
interdicción otorga testamento, éste es válido y no puede ser impugnado u objetado; incluso
si posteriormente se declara a la persona en interdicción, el testamento es firme y válido. No
obstante, existe responsabilidad del notario o empleado ante quien se haya otorgado el
testamento, pues tienen el deber de cerciorarse acerca del estado mental del testador para
acreditar que se encuentra en “sano juicio”. Por otra parte, si no se encuentra en interdicción,
pero otorga testamento en un momento de lucidez que no permita reconocer su condición por
parte de las personas ante las cuales se otorga tal, el testamento es válido. (p. 167-168).
Estas causales acarrean la nulidad absoluta; no obstante, el testamento válido no deja de serlo
por sobrevenir después alguna de estas incapacidades, así como lo establece el artículo 1044
del Código Civil. (p. 169).
El segundo requisito subjetivo es el consentimiento o la voluntad del testador; siendo ella la
expresión libre del deseo de una persona, que cuando se limita, adolece de vicios y queda
anulada. El consentimiento o voluntad, puede afectarse por tres vicios que lo anulan: error,
fuerza y dolo. (p. 169).
Error esencial en cuanto a las personas, se da cuando existe un supuesto falso que impide
determinar a qué persona se ha hecho la asignación. Error accidental en cuanto a la persona,
es cuando existe una equivocación en un simple detalle, que no genera falsedad y puede
comprenderse fácilmente que se trata de una persona determinada y no de otra. Error esencial
en cuanto a las cosas, se da cuando hay falsedad manifiesta o por inexistencia del objeto o
porque el objeto es intransmisible. Error accidental en cuanto a la cosa, es cuando existe una
leve equivocación que no acarrea falsedad. (pp. 169-170).
Una vez declarado válido el testamento por el juez, los interesados tienen derecho a pedir su
reforma o la nulidad si los errores son esenciales, o la rectificación para los errores
accidentales. La reforma sólo cabe si se pide por un asignatario forzoso. (p. 171).
El segundo vicio del consentimiento es la fuerza, que puede ser la presión física o moral, para
intimidar al testador. De acuerdo al artículo 1045 del Código Civil, es nulo en todas sus
partes, el testamento en el que haya intervenido la fuerza. Si existió la intervención de la
fuerza, por ser el testamento eminentemente revocable, el testador puede dejar sin efecto a lo
que la fuerza haya movido en su voluntad para disponer de una u otra manera de su
patrimonio. (p. 171). El profesor Somarriva, indica que la fuerza vicia el consentimiento si
llena los siguientes requisitos: debe ser grave, causando una impresión en el testador; debe
ser injusta; y, debe ser determinante en la manifestación de la voluntad del mismo. (p. 174)
El tercer vicio es el dolo, que de acuerdo al artículo 29 del Código Civil, “El dolo consiste en
la intención positiva de irrogar injuria a la persona o propiedad de otro.”. De acuerdo a la ley,
existe dolo en el ámbito de la sucesión testamentaria, en las dos siguientes situaciones: en el
artículo 1010, numerales 4 y 5 del Código Civil, como causales de indignidad, quien por
fuerza o dolo obtuvo disposición testamentaria a favor o le impidió testar, o quien detuvo u
ocultó dolosamente el testamento; y, en el artículo 1231, numeral 3 del mismo Código, como
causal de desheredamiento, el haberse valido de fuerza o dolo para impedirle testar. El dolo
debe probarse judicialmente, posterior al fallecimiento del causante. (p. 173). El profesor
Somarriva, indica que el dolo puede ser obra de cualquier persona. (p. 174).
Los requisitos objetivos pueden ser de forma o de fondo. Los primeros se relacionan con las
solemnidades y los segundos con las asignaciones testamentarias. (pp. 175-176).
Aunque los testamentos son siempre solemnes, no siempre se emplean las mismas
formalidades para que sea válido. Por eso, Andrés Bello los clasifica de acuerdo a las
solemnidades: unos son más solemnes que otros. Alfredo Perez Guerrero, propone la
siguiente clasificación: a) testamentos comunes u ordinarios (solemnes); y, b) testamentos
especiales (menos solemnes o privilegiados). Los testamentos solemnes pueden otorgarse
tanto nacionalmente como internacionalmente. (p. 176)
Ante lo cual, el autor señala que el testamento ordinario, común o solemne, es aquel que
requiere del cumplimiento de formalidades específicas sin las cuales no sería válido el acto;
y, el testamento especial, menos solemne o privilegiado es aquel que, en virtud de ciertas
circunstancias inevitables, el legislador permite que no se cumplan sino determinadas
formalidades. (p. 177).
Así también se destaca que los testamentos solemnes pueden ser: a) testamentos abiertos,
nuncupativos o públicos; y, b) testamentos cerrados, secretos o místicos. Todos los
testamentos solemnes otorgados en territorio nacional deben: 1. otorgarse por escrito (art.
1049 del C.C.); y, 2. perfeccionarse ante testigos (art. 1052 C.C.). (p. 177).
Algunas legislaciones conservan el testamento verbal, sin embargo, éste puede modificarse o
sufrir variaciones no únicamente de mala fe, sino inclusive de buena fe, por una mala
memoria o por la concurrencia de factores incontrolables. (p. 177). En la legislación
ecuatoriana, se prescinde del testamento verbal, así como del testamento ológrafo, que es
aquel escrito por el causante sin más formalidades; vulnerable a la propensión de la gente a
hacer prevalecer sus propios intereses y codicia. (p. 178)
Testamento abierto, público o nuncupativo es aquel por el cual el testador hace conocedoras
de su última voluntad a otras personas. Existen dos procedimientos para otorgar testamento
abierto, de acuerdo al artículo 1052 del Código Civil: a) otorgado ante notario y tres testigos;
y, b) otorgado ante cinco testigos. Este testamento puede otorgarse ante un juez de primera
instancia, cuya jurisdicción comprenda el lugar del otorgamiento; sólo a falta de notario que
lo realice. (p. 178)
De acuerdo al artículo 1057 del Código Civil, el ciego sólo podrá otorgar testamento abierto
ante notario. Su testamento deberá leerse por dos ocasiones: la primera por el notario, y la
segunda por uno de los testigos elegidos por el ciego; esta solemnidad debe mencionarse en
carácter especial en el testamento. (p. 179).
La otra clase de testamento nuncupativo es el otorgado ante cinco testigos, cuando no hay la
posibilidad de la presencia de un notario. Por mandato del testador, uno de los testigos dará
lectura al testamento y firmarán el testador y los testigos que sepan firmar. Posteriormente,
éste deberá ser publicado de la forma en que lo señala el artículo 1058 del Código Civil: El
juez competente hará comparecer a los testigos para que reconozcan sus respectivas firmas y
la del testador. Si uno o más de ellos no comparecieren, por ausencia u otro impedimento,
bastará que los testigos instrumentales presentes reconozcan la firma del testador, las suyas
propias y las de los testigos ausentes. En caso necesario, y siempre que el juez lo estimare
conveniente, podrán ser abonadas las firmas del testador y las de los testigos ausentes, por
declaraciones juradas de otras personas fidedignas. El juez firmará al principio y fin de cada
página del testamento, y lo mandará a entregar, con todo lo obrado al notario, para que lo
protocolice y confiera las copias que le fueren solicitadas por los interesados para acreditar
sus derechos. (p. 179).
Los testigos del testamento, según el artículo derogado 1050 del Código Civil, tienen las
siguientes excepciones: 1. los menores de dieciocho años; 2. los que se hallaren en
interdicción, por causa de demencia; 3. los que actualmente se hallaren privados de razón; 4.
los ciegos; 5. los sordos; 6. los mudos; 7. Los condenados a alguna de las penas designadas
en el artículo 311, numeral 4, y en general los que por sentencia ejecutoriada estuvieren
inhabilitados para ser testigos; 8. los amanuenses del notario que autorice el testamento; 9. los
extranjeros no domiciliados en el Ecuador; y, 10. los que no entiendan el idioma del testador,
sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 1062 del Código Civil. (pp. 180-181)
La responsabilidad del testigo testamentario se reduce a ver, oír y entender todo cuanto
constituye la esencia del acto jurídico que se perfecciona; en el caso de un conflicto judicial,
su declaración deberá ceñirse a la verdad como consecuencia de su intervención como
testigo. Las personas a las cuales no se mencionan en el artículo mencionado sobre las
inhabilidades de los testigos, pueden perfectamente intervenir como testigos idóneos. (p. 181)
El Código Civil, en su artículo derogado 1050, indica las incapacidades para ser testigo: a)
por falta de edad; b) por falta de conocimiento; c) por falta de probidad; y, d) por falta de
imparcialidad. Sin embargo, ¿serán realmente inhábiles para intervenir como testigos en el
acto testamentario quienes están tipificados como tal? Es posible por cuanto el testigo (más
aún cuando es allegado del testador), es un testigo especial y tanto la capacidad como las
incapacidades siguen la misma suerte; favoreciendo el otorgamiento solemne abierto
otorgado ante cinco testigos, cuando las circunstancias sean imprevistas e impostergables,
donde se acudirá a quienes estén más cerca del testador, quienes posteriormente pueden
tacharse invocando las pertinentes inhabilidades. (p. 182).
La ley exige que mínimo dos de los testigos deberán estar domiciliados en el cantón en que se
otorgue el testamento; y, al menos, uno (de tres), o dos (de cinco) deberán saber leer y
escribir. (p. 182).
Puede ocurrir que alguno de los testigos adolezca de las inhabilidades, como un testigo menor
de edad; la ley, prevé que por el hecho de esta habilidad putativa (todos creían que era mayor
de edad), no se anulará el testamento siempre que se trate de un solo caso, pues si dos
inhábiles intervienen, el testamento se anula. (p. 182).
El artículo 1054 del Código Civil, establece los requisitos formales del otorgamiento del
testamento; mientras que el artículo 1056, se admite la posibilidad de que el testador no sepa
firmar, en cuyo caso, un testigo lo hará por él. (p. 182). El artículo 1055, por su parte, indica
que el testamento puede haberse prescrito, en uno o varios actos, y que deberá ser leído por el
notario o un testigo, por su falta, contando con la presencia del testador y demás testigos. (p.
183)
La otra clase de testamento solemne es el testamento cerrado, secreto o místico, definido por
el artículo 1061 del Código Civil, de la siguiente manera: “Art. 1061.- Lo que constituye
esencialmente el testamento cerrado es el acto en que el testador presenta al notario y testigos
una escritura cerrada, declarando de viva voz y de manera que el notario y testigos le vean,
oigan y entiendan, salvo el caso del artículo siguiente, que en aquella escritura se contiene su
testamento.”
El artículo 1059 del mismo Código, señala que necesariamente deben estar presentes un
notario y cinco testigos para otorgar el testamento; y ningún juez puede hacer las veces del
notario en esta situación. El notario sólo recibe el testamento y redacta el acta de la carátula,
para posteriormente firmarlo conjuntamente después del testador y los cinco testigos, y
finalmente sellarlo. El acta debe contener algunas formalidades, entre las cuales, debe constar
la certificación de que es voluntad del compareciente otorgar testamento cerrado. Este
documento puede confiarse al notario, o el testador lo puede llevarlo consigo para guardarlo
en el hogar o en una casilla bancaria, etc. Para que surta pleno efecto jurídico, sólo puede ser
abierto posterior al fallecimiento del cujus, llenándose las formalidades legales. (pp.
183-184).
De acuerdo a lo establecido por el artículo 1060 del Código Civil, quien no sepa leer y
escribir no puede otorgar testamento cerrado; el artículo 1062, por su parte, indica que
cuando el testador no puede entender o hacerse entender a viva voz, sólo puede otorgar
testamento cerrado, escribiendo sobre su cubierta de su puño y letra la palabra testamento. El
sordo-mudo que no sabe leer ni escribir, no puede otorgar testamento por representación, por
lo que sólo cabe la regulación de la sucesión intestada. (p. 184).
Son aquellos en que, debido a ciertas circunstancias, la ley faculta para que se otorgue un
testamento con menos formalidades. La legislación ecuatoriana, en el artículo 1068 del
Código Civil, sólo contempla dos clases de testamentos menos solemnes: los militares y los
marítimos. (p. 191).
El testamento militar es aquel que se otorga en tiempo de guerra, por quienes están en la
operación bélica, por cualquiera que se halle en una expedición de guerra, que esté
actualmente en marcha o campaña contra el enemigo, o en la guarnición de una plaza sitiada.
El testamento militar puede otorgarse ante: a) ante un capitán u oficial de grado superior al de
capitán; b) los enfermos o heridos, ante el capellán o médico que les asista; y, c) los que se
hallen en un destacamento avanzado, ante el oficial que lo mande. Debe ser firmado por el
testador, si supiere escribir, por el empleado ante quien se lo otorga, y por tres testigos; en
caso de que el testador no sepa o no pueda firmar, debe expresarse así en el testamento. El
testamento militar tiene valor si quien lo otorgó fallece antes de los noventa días posteriores a
la desaparición de las circunstancias que determinaron que se acoja a esta garantía; por lo que
es un testamento sujeto a plazo vencido, el cual caduca y es como si jamás se hubiera
otorgado testamento alguno. Una vez perfeccionado el testamento por escrito y con las firmas
señaladas, deberá llevar al pie el visto bueno del jefe superior de la expedición. (pp.
192-194)