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SINTESIS DEL IDEARIO SOCIAL DEL SUMO PONTIFICE JUAN XXII I—JUAN XXII ¥ SUS DOS ENCICLICAS PRIMERAS primera de Jas cencieticas de Tusa XXIEL es del afto 1959, pu P ula «Ant la sents 1a conesiéa debida entre el magisterio ec es actucles, La sends euciclica, aparccida el 1° Ge agosto, nos b a en derredo ejempluridad en document relarios précticos que se desprenden, en cuante aplicabtes como remedies a Jos peligros hoy amenazantes. cla verdad, 0 no se la conoce, 0 lo que todavia es peor, por may exa~ minada que sea, se la impugna.» He ahi unas palabras de Juan XXII, desde sa enciclica primera, que por st solas oftecerian margen a amplias glosas: porque si lamentable es el desconocimiento de lo verdadero, en cuanto obs- iaculiza el uso del libre albedrio (de abi el tan repetido aforismo cristelégico Gue coordina a la libertad con la verdad), aun mucho més lamentable ressita la impugaacién de verdades averiguadas y examinadas-para pecar con mis Bbertinaje, lo cual constituye el saténico pecado contra 1a Juz, una de Ins monstruasidades que atenta directrmente conira el Espirit Santo, en cuanto vivificador perdurable de Jas agrupaciones humanas. ‘Tras el espiritu de falsedad, el materialismo del egofsmo. Tras el sefiala~ miento del efecto. a remediar, el anélisis de sus causas mds frecuentes, que Juan XXGD con gran perspicecia reduce a las dos siguientes: «ya por las ventajas y provechos que con frecuencia se espera lograr de falsas opiniones, ya por la reprochable ceguera que impulsa 2 los bombres a exeusar, com far cilidad © indulgencia excesiva, sus vicios ¢ injustas acciones», Este andlisis causal, por exacto y por alarmante, habla sin necesidad de comentarios: en cayo terreno, 2 lo sumo, cabria apostiller cémo muchisimas veces estas dos 366 £. DE URMENETA causes se fusionan en una sola: de donde resulta la ceprobable criminali- dad de la complicidad ante el mal, que ilega a cimeotar sobre injusticias abundanies amistades. Tal actizud, por cierto, béllase insuperablemente re- tratada en el Bvangelio de San Lucas, cuando tras relatarse los episodios relatives al compadrazgo adoptado por ef gobernador Pilstos y ef régulo He- rodes para condenar a la inocencia personificada en Jesus, comenta el evan- gelista: «Hn aguel dia, hiciéronse amigos Herodes 7 Pilatos, pese a que antes s¢ eran hostiles con reciprocidady (capitaly 23, versiculo 12); como dando a entender gue ese cimentar amistades criminales sobre victimaciones injustas ¢s, ia duds ningune, otra de les azistas prominentes en la encmis- iad frente a ia verdad. De modo andlogo, Jaan KXIU, en su segunda enciclica, complementa su anterior enaltecimiento de fa verdad con otro no menos convenieate referido ala virtud, Para to caal, com ocasién de su centenarin (1859-1959), usa mues- ito Pontifice de visible corifio el glesar las excelencias del Santo Cura de Ars, que agrapa en dos sectores: ef relativo a su acentuado ascetismo (ecra cl mas pobre de su psrroquia>, nos Hega a decir) y el referente a su celo nastoral, gue aos viene explicanda con mmubtitud de anécdotas; por ejemplo, aguella sein Ia cual parece constar que, en los Ultimos affos de su vida, «pasaba guince horas én el confesonarion cada dia, renunciando para ello a maiiltiptes alicientes exiscenciates. La verdad y Ja virtud. Le onciclica Ad Petri Cethedran y la enciclica Sacerdotii Nosivi Primordia. La ptoscripcién del fariseismo y 1a proscsipciéa del egofsmo... He ai, antes y después de los titulos de los dos primezos es- ctitos solemnes del Sumo Pontifice Juan XXIM, el doble sefialaniiento de tos ideales a procurar y de las realidades a cludir, Y todo ello on nada puede sorprenderaos, cual procedente de un insigne purpurado que, al dejar de hhacerse lamar Angel José Roncalli, con espiritu genuinamente evangélico y tras umes seis centurias de interrupcién, ha reanudado las tradiciones coné- xionadoras entre el Papado y el nombre de Juan, dignificado por ef Bautista y el Evangelista, los santos varones més vinculados a Cristo, de Quien pare cen refiejar emineatemente y por separado las exigencias de la viruud y de Ja verdad. TELA ENCICLICA «MADRE Y MAESTRA» ANTE EL MUNDO ACTUAL Bl trascendental documento pontificio viene a proseguir una trayectoria harto ilustre. En 1891, fue cuando Leén XIE publicé su famosa enciclica eRealidades nuevas» (Rerum Novarum); la cual, en 1934, fue complem: tada por Pio XI mediante otra no menos afamada, su «Cuadragésimo 2 versation (Quadragesinte anno). De ahi que, para el afio 1961, a fuan XXHL se le haya ocurrido actualizar el ideario sociotégico diseminado por sus be- neméritos antecesores, mediante un documento que en principio se proyects viniera iniciado con las palabras «Seprusgésimo aniversario» (Sepiuagesimo IDEAL SOCIAL DB JU. anno}, si bien a tiltima bora se ha preferide cobjjarle bajo Jas advocaciones gue tradicionalmente sucka aplicarse 2 is Iglesia: tas adjetivaciones de ema- dies y de emaestran, sobre las cuales exigidas parecen alganes consideraciones. En primer término, la maternidad, He abl el fundamento, fisico y micta- fisico a ta vez, por el que Ja Iglesia se inquieia sespecto de todo cuanto afecta a sus hijos desvalidos, al igual como toda buena madre prolifica se afana en grado méximo por stis hijos menos agraciados en cudlesquiera as- pectos. Acaso las clases sociales acomod: Sten ante la solicitud se- petidamente mostrada por la Iglesia frente a sus hermanas astéaicas, les clases menos pudientes 0 peor potenciadas, Pero si se someve esa isritacién a w enjuicicmiento icaparcial, sin dada ninguna se evidencierd (aote wdo- individuo humano an no deshuimsnizado) que le actitud taatera propia de las jerarquias eclesidsticas en todos los tiempos resulta ser, no solamente fa s aconsejable en orden a sus clevados fines, sino inclusive fa impuesta on- tolgicamente por Ia conformacién materma de Ja Iglesia. En segundo jugar, ka macstria. Tras bo nacural y esponténeo, to cultural y reflexive, Pues asi como las diversas madres bioligicas suclen sev las pri- moras maestras de sus descendicates en cuanto 2 los rudirentarios apren- dizajes, otro tanto ocurre con la Iglesia: dado que en su calidad de gran madre sociolégica, no sélo se siente obligada a fucilitarles el correspondies liquido vivificante (es decir, las aguas bautismales y demas cauces santifica~ dores, que vitatizan a raodo de otros tantos jugos Misieos robustecientes), sino que ademiis tiende a Vigorizar més y mis con sas ensefianzas a los cobijados bajo su seno. Ser madre y ser maesira, en lo material cuando etlo ¢ posible, pero cuando menos siempre y sin excepcién en Jo espicital: tales son dos aspi- raciones apuy arraigadas en el corazén de toda mujor no mialeada por incli- naciones perversis. La altiva dignidad de estas aspitaciones explica por qué, con cierta frecuencia, algunas mujeres solteras y virtuosas saben encauzar inetintivamente su caudal de energias, convirtiéndose en madres espixituales, con una intensisima espiritualidad que les granjea gratiiud méxiraa en quie~ nes han sido por igual hijos suyos y discipulos suyos en ja esfera de fa in- material. Algo semejante ocurre en las casadas estériles, cuya falta de hijos snele ser lamentada no sélo en tanto que madres frustrade é principalmente en tanto que maestras {rustradas, por faltarles esas continua Giones de fa propia carne y de Ja propia sangre que, para llegar a merecer cl nombre de hijos, deben ser dignificadas mediante enscfianzas de sana afectuosidad y de buenos ejemplos, De ahi que en les nupcias misticas que vinculan a nuestra Iglesia con Cristo, st: esposo divino, a fala de hijos bio- Iogicos se haya tendido siempre hacia Ja consecucién de robustos discipalos pneumatoldgicos: correspondiendo por ello mismo, a los cristianos de con- Viecién, una reverencial actitud discente ante ef magisterio docente encar- nado en la propia Iglesia, A no dadarlo, entre las directrices emanadas en los siglos postreros de tal magisterio, ocuparén un Ingar de honor ante ja historia las enciclicas sociales de los tltimos pontifices y, de un modo par- se it 368 DE URMENETA ticular, Ia enciclica «Madre y maestra» de Juan XXIH, suscitadora de las precedenies Hineas exegéticas. HL—NI COMUNISMO NI CAPITALISMG Empezaré glosando el espirity de moderacién gue Jate en las paginas todas de Ja nueva enefelica, con insistencias en lo moderador muy dignas de ser encomizdas con silo que se repare en las extremosidades imperantes por doquier, y sobre tode en lo econémico, desde que el mundo se va es ndiendo mis _y més en esos dos absorbeates bloques del comunisma y del salismo. En ambas actitudes, viene 2 decimnos impliciamente Juan EX, ‘sten elementos aprovechables: el mal radica en lus respectivas exagers- nes © extorsiones de iss propias posturas, En principio resultan respeta- bles, y hasta enaltecibles, ranto tas ansias de enriguecimienta me i ivas, tan cares a los devotes de! individualisme capi como los afanes de nivelacién mediante comunitarismos progresivos, segia protenden Jos tedricos del colectivismo comunista: pero tal respetabilidad rige solamente en principio; pues histéricemente se ha avanzada ya con ex senderos divergentes de una y ora posturas, exigiénd. mas que nunca esfus moder Ea este orden, al igual gue en el de las onfermedades corpireas, toda sana terapéutica debe ir precedida de fos- correspondientes diagnésti A eayo efecto, fas palabras de Juan KAW diagnostican muy certeramenie Jas dolencias @ evizar, He aqui, ante todo, su diagnéstico de las perversiones que derivan de la organizacién coman! «AU! donde ka desaparecido Ja iniciativa personal y privada, sarge fa crania politica. Pero ademis se pto- Guce, tambifa, un debilemiento de fos sectores de la economia que produ- cea, especisimente, infinite veriedad de bieacs de consume y de servicios, tento cn el orien miatetial como en el espizitaal.y Falta de iniciatives ea Jo individual, tiran‘a en lo politico y debilitamiento en todos los sectorgs-genuinamente umanos: he aqui une panopsis diag- néstica argo sugerente del socialismo exagerado, tal y como vienen apli- cindolo Jos morzistas actuales, Junto a ella, para aprovechar In fuerza del conteasie, nada mejor gue ubicar el paralelo diagndstico de nuestro Pontifice respecto del individuslismo desorbitado. Estas son las palabras de Juan XXUE: «Por otro lado, en aquellos paises en que se ha perdido o es insuiciente Is debida accién del Estado, se producen una situacion de desorden y una explotacién. del débil por parte de fos fuertes sin escrtipulos.» Desorden en Jo individual, ineficacia en lo politico ¥ explotacién del me- nesteroso por el poderoso: tal hebrt de ser el resumen conceptual de las wdeimas Hineas transcritas, en caso de intentar ofrecerlo con cierto paralelismo respecto del antes estruicturado frente al parrafo precedente. Por cierto que por encima de los contrastes sugeridas por ios elementos iniciales de estos dos tripticos de conceptos (@ sea, en lo individual y en le politico), yérgnese hoy s para robustecer ‘posibles actitudes imermedias WEAL SOCIAL DE JUAN XXIE 308 posible contraposicién entre los Sltimos eslabones respectivos de arbus series: pues slineando, junto al debiliamionte de todos Jos sectores genui- namente humanos, la explorgcién del menesterosy por ct podereso, quedan sefialadas, 2 no dudarlo, las dos principales raices del desquiciamieato cé mico al que estaraos asistiendo, ‘Ni comunismo ni capitalismo, cabré ahora conchis, exteriorizando el ej conceptusl implicito a Io largo y lo ancho de los parrafos todos de tx enc! 2 aqui glosada. O sj se prefiere: ni asiatismo ni emericanismo. Por algo Europa, antes de Iamarse asi, se denoming con el venerable nombre de Cris uiandad: como sugitiéndose con ello hristéricamente que cl predocainio cau sal de Jo celstiano precisa ir unido @ fa hogemonia efcctiva de lo caropeo. Por esto mismo también, con toda seguridad, en ia epoca del humenismo renacentista, cuando los europeos empezaron a ser conscientes de su tase cendencia continental, fue un escritor tan perspicex como Luis Vives quien, por vez primera, impugnd los dos grandes peligtos que ya entonces empe- zaron a delinesrse: aticondo a los abusos capitalisias, en su obra «Socorro de los pobres (De subvontione pauperum), & la par que rey do excesas 2 los incipientes comunistas, en ef tratado «Comunidad de bienes» (De con muunions rerum). Visto el problema desde Uspafa, clio no deja de ser ta Entre capitelismo y comunismo, en suma, es el cristianismo 1s solucién correcta, fo mismo hoy que en cualquier otra epoca. For ello con coda jus- ticia, Ia Iglesia catdlica puede ser definida mediante las palabras que acaba de emplear el magistralisimo Juzn XXHI ca Ja enciclica que nos ocupa: es Gecic, como «heraldo de la forma de vida que siempre puede esiar vigente>. IV.-NI_ COLONIALISMO NI MALTHUSIANISMO Poco ha, se promovieron brillantes debates plenarios en 1a U.N.E.S.C.0., Jn inquieta institucién consagcada por Ja Organizacién de Naciones Unides al progreso de la Educecién, la Ciencia y Ie Cultura (en francés: ‘Como consejo frente al futuro, retengamos esta thtima admonicién pon- aificia: marque con ese clevado empefiarse, si es auténtico, conseguiremos no incustis ai en el rastrero neocolonialismo, cuyos abusos son enemigos de toda gentina clevacién, ni en el cobarde neomelihusianismo, cuyos uses no menos abusivos cierran el camino a todo noble empefiarse por el justo encauzamiento del precepto diblico ccreced y muttiplicaoss. V.—ASPIRAR Y CAMINAR Los comentarios antes expuestos por mi corren el riesgo de que se enjui- cie su contenido como predominantemente negativo: es decir, como sefialador de errores a evitar, casi con exclusividad y sin contener apenas doctrina positiva. Juicio que resultarfa, a todas Iuces, inexacto ¢ injusto, pues son muchos {95 parrafos de la Haciclica que se presentan pot entero como afit- sativos y azz constructives. "A. voces, preciso es reconocerlo, las consirucciones aparecén en el texto poatificio comple:indo simultineas demoliciones. Tal ocurre, por ejemplo, : ' Bee ee ee ee aera eee nc nee eeaesnna ec ee aca eceec eee e acme ee ene ee caer cree eee ee eee eee eee ee eee TEAL SOCIAL DE JUAN XXIII a7 con el aserto eel desesrollo econdmico de un pueblo debe ir acompafiado y proporcionado por el progreso socials, palabras en las que se compendia é! mis sano de fos progresismos, a modo de suplemento frente a la apreciacién segiim Ja cual cia riqueza econdmica de un pueblo no consiste en la abun- dancia total de sus bienes», apreciacién claramente negativieta frente al fre- cuente economismo 0 cuantitativismo scondmico de he Sin embargo, otras muchas veces lo constructive aparece en ta Enciclica directamente: esto ocutre, sobre todo, cuando se puntualizan bien sea los ideales a cultivar, en tanto que «aspiracionesy, bien sea las tcnicas a pro- pognar, en tanto que «caminos» conducenies hacia los mismos. Sobre unos ¥ otras versardn fos pérrafos inmediatos. «En-la dectrina social cristiana, Ia luz es la Verdad, el ebjetive es la Josticia y Ja fuerza impulsiva es el Amor.» Tal os fa proclamaciéa solerane, por parre de Juan XXIU, de los ideaies que deben presidir el aspirar social humano. Meditemos unos instantes sobre sus elementos. Pues el Anior invo- cado como punto de partida conveniente, al abordar cualquier problema social, no es sia duda el amor egofsta, 9 de concupiscencia, sino el amor al- truista, 0 de bienquerencia, nico merecedor de ser escrite con mayiscala (segiin hace el Papa), com tal que venga sobrenaturalizado mediante fa virtud ieologal de la Caridad. Pacalelamente, la justicia invocada como objetive o punto de término, para proyectarse eficazmente en Jo social debe presaponer 4] respeio a los clisicos preceptos de vivir con honestidad, no defer a nadie y tiibutar a cada uno lo sayo, preceptos luego considerados como norma: suprenias, para ias justicias Tegal, conmutativa y distributiva, que son prec! samente [ss tres especies a concurtir en fo justo social y genéricamente. Por iiltimo, Ia altiva Verdad preseniada como enlace ideal entre eb Amor y la Justicia, no es tarmpoco ninguna de las verdades parcialistas o fragmentarias en trasiego constante (como ius verdades meramente icnicas, 0 meramente politicas, 0 merecedoras He acd la aplicaciém practica que, si- gaiendo a Juan XXUE, podemos extrser de las.refleriones precedentes. Por- que si trascendental es el «aspirary a ideales elevados, no mrenos trascen dental resulta el «caminar» de hecho y desde jovencitos hacia su realizacién, Algo de esto mismo inculca el triunfal lixo Camino del Padre Jost Maria de Escriva, cuyos lectores concienzudos se convierten siempre @ auestr somejantes, por considerar que ello implica volver 2 la . Detengémonos unos instaates frente a los dos ejemplos aducidos. En sus enunciados, vienen a hermanarse las virtudes de la justicia y de Ja huma- IDEAL SOCIAL DE JUAN X 373 aida, mediente confraternizacion muy aleccionadors. Porque algunos, eb dndose de la humenided y protendiendo meramente ser justos, ante muchas : es sociales liggan a uegar derechos fundamentatisimos cual el de~ recho de propiedsd, descrito por ef propio Juan XII como ade natural fundado sobre la priordad, oniologica y de finalidad, de los seres fmamanos particulares respecto de la sociedad». Mientras otros, estorzandose sélo por sex humanos y nrenospreciando fa jusiicis, intenta disculparlo todo, perdonarlo todo, excusarlo todo, en Ja conducta de algunos entre nuestros seraejantes, sin advertir que muchas veces esas conductes Iesionan a sts proximos y que el «bien comin no ¢s un concepto vacion, sino gue’ exige al econjunto de las condiciones sociales que permiten y favorecen, en los sexes hnmonos, el desarrollo integral de sus personas», En ottos términos y para tetiainar: que ni cl ser justos nos amtoriza a atropellar los derechos aje- nos, como el de propiedad, ni cl ser humanos debe impelernos a olvidar los intereses colectivos, como sun los representados primatisimamente por el bien comin. VU.—SOCIALISMO, SOCIABILIDAD, SOCIALIZACICN Por encima de cualesquiera otras innovaciones, la Encictica sc cazacte- riza por introducir, en Ja doctrina pontificia acerca del problema social, una novedad importante: el concepto de socializaciin, no meramente como idea 2 tenet en cuenta, sino basta come ideal a conseguir en sus exigencies pedc- teas. Ante esie aspecto de la cuestién, el propésito papal parece haber side el de desautorizar el marxismo por un camino nuevo. Sabido ¢s que Carlos Marx fue discfpulo de Jorge Hegel y que ambos no sélo usaron, sino que incluso abusaroa hasta la saciedad de aquellos tipticos conceptwales que habian de afamarles: tripticos consistentes siempre en ofrecer wn triple momento, ante cada tealidad, empezando por una tesis, ¢ momento aegative central, y terminando por una sintesis, o momento conciliatorio cuspidal. De esta suerte, para limitarme a un ejémplo tomado de Mars, segan su ideologia ta problemitica de la propiedad tiene tres fases: una tesis de comunionismo, en Ja que todo era comin; una antitesis de privatismo (que segiin Marx, al igual que todo lo negativo, coincide con el predominio de fo cristiano ca la historia), ea Ja que todo pasé a ser privado; y una gran sintesis, la del co- munismo, en la que seguirian siendo privados los bienes de consumo, peto pasarian a ser comunes los bienes de produccién, sin excepcién ninguna, Otro ejemplo, célebre entre los marxistas, es el de la evolucién de Ia familia: con una tesis de poligamia absoluta 0 de promiscuidad entre los sexos -y sin. distinciones; més una antitesis de monogamia absoluta o de unién limitada siempre (segin exige el matrimonio cristiano) a un varén y una mujer; mis una siatesis, en suma, que cepresentaria a la familia del porvenis y que con- sistiré en autorizar en fo pablico meramente la monogamia, eunque autori- zando al propio tiempo en Jo privado la poligamia. Por desgracia, son mu- 374 F. DE URMENETA chos los mortales humanos que en nuestros dias parecer: empeftarse en dar la sazén a Marx con sus actos; lo cual, precisamente, avalora atin mas los perfilamientos con que Juan XXIE viene a propugner in aludida interme- diacion. ‘La socializacién es al mismo tiempo efecto y causa de una creciente intervencién de los poderes piblicos aun en los sectores mas delicados», em~ piezs diciendo Juan XXIMl a nuestro respecto, para hacer frente a las pre~ iensiones desorbitadas en los socialisias, quienes apacecen descosos de esta- tificarlo todo, desde la sanidad higiénica hasta le orientacién profesional y desde la insttaccisn hasta la educacion. Para oponerse a este socialismo por doquier creciente, a modo de tesis muy afirmativa, no basta oponer como antitesis Ja mera soviabilidad de algunos sociblogos: aquellos que aceptan cierto instinto social en los individuos, a la par que consideran empero pre- ferible vivir individualmente a hacerlo socialmente, an todo lo posible, La postura de Juan XXII es, en este orden, implicitamente sintética (0, si se prefiere, sincrética, segin diria el ilustre dominico A. D, Sertillanges»: resistimonos al absorbente socialismo, a la vista de sus excesos; pero re: ramonos también a ls mera socizbilidad, en atencin a sus deficiencias. De ahi, como corolario, la socializacion que Juan EXIM define y que parece estarse abtiendo camino en muchas esteras, ‘

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