Está en la página 1de 8

L 0 QUE SE DEBE BUSCAR

EN LOS EVANGELHOS
L 0 QUE S,E DEBE BUSCAR EN LOS EVANGELIOS *

EY costumbre muy arraigada decir que hay cuatro evangelios, de


acuerdo a Ia cantidad de libros que asi se denominan. De ahi que
no se sepa 10 que dicen San Pablo y San Pedro en sus cartas, y que
su doctrina se considere un mero apéndice a la ensefianza de 10s evan-
gelios, como también se dice en un prólogo de Jer6nimo1. Además,
hay una costumbre que es aún peor: 10s evangelios y cartas se tienen
por códigos en 10s cuales se debe aprender qué hemos de hacer, pre-
sentándonos Ias obras de Cristo só10 a ,modo de ejemplo. Ahora bien,
cuando estos dos conceptos erróneos quedan arraigados en el cora-
zbn, no hay evangelio ni carta que pueda leerse con provecho y de
manera cristiana, sino que seguimos siendo meros paganos como antes.
Por tanto, es preciso saber que existe un solo evangelio, si bien
ha sido descrito por muclios apbstoles. Cada una de Ias epístolas de
Pablo y Pedro, además de 10s Hechos de 10s Apóstoles de Lucas, es
un evangelio, aunque no relaten todas las obras y palabras de Cristo,
sino que un libro las contenga en forma más breve y en número más
reducido que e1 otro. Ni siquiera entre 10s cuatro evangelios grandes
hay alguno que incluye todas las palabras y hechos de Cristo. B t o
tampoco es necesario. "Evangelio" no es ni puede ser otra cosa que
un discurso o un relato "cerca de Cristo. Lo mismo sucede tambibn
entre 10s Bornbres: ciiando uno escribe un libro sobre un rey o un
príncipe, sobre 10 que a su tiempo hizo, dijo o sufri8, puede haçerlo

* Título en la edición alemana: "Breve ensenanza sobre 10 que debe bussarse


en 10s evangelios y 10 que debe esperarse de ellos".
1 San Jerónimo, Padre y doctor de la iglesia, traduje la Biblia al latín, J'i~lgasa
(331-420).
2 Lutero emplea eI término latira "historia".
de varias maneras. Uno 10 describirj extensamente, o c o en breves
palabras. De1 mismo modo e1 evangelio no puede ser ni es otra cosa
que crónica, relato % leyonda acerca <!,e Cristo, clescribiendo quién
es, qué iiizo, clijo y suiri6, io cual uno ha narrado en forma más
breve, otro de inanera m8s expln'cita, uno de este modo y otro de
manera diferente. Puesto que, en síntesir, eí evangelio es u n discurso
acerca de Cristo, anii~iciaricIoque es H ' j o de Dios y se hizo hombre por
nosotros, murió y resucitó y fue puesto como S,efior sobre todas !as cosas.
Esto es 10 que San Pablo se pi-opone resaltar en s i ~ sepistolas, dejando
de lado todos 10s milagros y la vida de Cristo descritos en los cuatro
evangelios. I ', no obstante, abarca suficiente y abundantemente e1 evan-
gelio e n toda su plenitud. Lo vernos expresado de u n modo claro
y sut;l en e1 saludo a los romaílos ", donde explica qué es e1 evange-
iio, diciendo: "Pablo, u n si.ervo de jesucristo, lia~mado a ser apóstol,
comisionado para prerlicar e1 evangelio de Dios, que é1 había pro-
metido antes por SUF. p!.ofet~,s en la Santa Escritura, acerca de su Hijo,
que le nació de la siniiente de DavItl según la carne; e1 cual fue ma-
nifestado Hijo de Dios con potenclao segúii e1 espíritu que santifica,
en virtud de la resurrección cte 10s muertos: jesiicristo Sefior nuestro".
Aqiií ves que e1 evrrngelio es u n relato acerca d r Cristo, hijo de
Dios y de David, muerto y resiicitacio y piiesto corno Sefíor, 10 cual
es toda la suma de1 evangelio. Así como nct Iiay más que u n solo
Cristo, asi tanipoco no Iiay ni piierte baber más yire un solo evange-
lio. 'lia que tambiin San Pablo y San Pedro rio er~sefiana Cristo sino
en la forrna antes indicada, sus cartas no pueden ser otra cosa que
e1 evangelio. En efecto, aiii-I los profe~nsanunciaron el evangelio y
hablaron de Cristo, como San Pablo sefiaia aquí 5 cosa que sabe
todo e1 riliindo; de mo<:o que su eniefíarina, cuando Iiablan de Cristo,
no es otra cora que e1 evangelio verdadero, genuino y auténtico, como
si 10 hubiesen descrito Lucas o Mateo. Por ejemplo, cilando Isaías 53
ciice que (Cristo) snorira por nosotros y llevará nuestro pecado, en-
tonces escribió e1 evangelio genuino. ' i en verdad digo: si uno n o
tiene esta concepción tiel evange!io, jainás potlrl ser iluminado por
ia Escritura ni dispondrj de una base firme.
Por otra ?arte, debes h ~ c e rde Cristo iin Moisis, pensando que
no hace otra cosa q,ie impaltir enseííanza y ejemplo, cosa que hacen
10s demás santos, como si el evange:io fiiese código de doctrina y de
leyes. Por cons guien,e, lias ile coriceb r a Chists, su palabra, su obra
y su p a d e ~ ~ m i e i i t de
o doç marlerâj: plirnero, como inudelo, puesto
ante til vista, a1 cual debes imitar liaciendo 10 misnio, como dice San

8 Lutero emplea e1 t6mino latino "historid'


"o. 1:l-4.
"O. 1:2.
6 1s. 5 3 2 y sigs.
L 9 QUE SE DEBE BUSCAR EN LOS EVANGELZOS 41

Pedro, 1 Pedio 4 i : "Cristo padeció pol nosotros, con 10 cual nos ha


dejado u n ejemplo". De manera, pues, que cuando ves que é1 ora,
ayuna, ayucla a Ias gentes y les demuestia amor, también tú harás
10 mismo en cuanto a ti y a til prójimo. Pero esto es lo menos im-
portante en e1 evangelio, por 10 cual aún no se le puede llamar "evan-
gelio". Pues con esto Cristo no te sirve más que cualquier otro santo.
Su vida queda recluida en é1 miamo, y e11 nada te aprovecha a ti; y,
en fin, de este modo no se pi-oducen ci;siianos, sino solamente hipó-
critas. Debes Ilegar todavia rnuclio más lejos, si bien hasta ahora, du-
rante niuclio tiempo, lia sido la inejor foima -aunque poco común-
de predicai. 1.0 principal y fundamental eil e1 evangelio, antes de
tomar a Cristo poi dechado, es recibirlo, reconociéndolo como u n don
y obsequio que te ha sido dado por Dios y que te pertenece. Así, pues,
cuando ves o escuchas que é1 hace o sufie algo, n o debes dudar de
que é1 mismo, Cristo, coii esa obra y padecimiento sea tuyo; y que
puedes confiar en esto no menos como si tú 10 hubieras hecho, in-
cluso como si tú fueizs e1 misino Cristo. Mira, esto significa percibir
debidamente e1 evangelio, a saber, la siiperabundante bondad de Dios,
que ningún profeta, ningún apóstol, ningún ángel ha podido expre-
sar cabalmente; y ningún corazón jamás ha sido capaz de admirarla
y captarla suficientemente. Éste es e1 gran fuego de1 amor de Dios
para con nosotros, po: e1 cual e1 corazón y la conciencia llegan a
tener aiegría, firmeza y seienidad. Esto significa predicar la fe cris-
tiana. Por eso tal prerlicacióri se Ilama "evangelio", 10 que en ale-
mán significa algo ;[si tom1>:"iina buena noticia que difunde alegría
y consuelo" 8, Por causa de .i+[:: niensaje 10s apóstoles se Ilaman 10s
doce mensajeros.
Con refereiicia a esto dicr Isaías 9 9 : "Un nino nos es nacido, u n
Iiijo nos es dado". Si nos lia sido dado, ha ile ser nuestro y hemos de
recibirlo como nuestro. Y Romanos 8 l0 dice: "2Cómo no nos habría
de dar también con su 2iijo todas Ias cosas?" Mira, si tú tomas a
Ciisto como un don entiegado a ti en plopiedad y no 10 dudas, en-
tonces eres ciistiailo. La fe te redime de pecados, inuerte e infierno
y te hace vencedor de todas Ias cosas. iAh! De e110 nadie puede ha-
51ar 10 suficiente. Es de lamentar que esta prédica esté encubierta en
e1 mundo, por más que e1 evangelio se alabe todos 10s días.
Si, pues, tienes a Cristo de este modo, como fundamento y tesoro
principal de tu bienaventuranza, entonces sigue la otra parte, que
lo tomes también por dechado, disponiéndote también a servir a tu
prójimo, así como ves que é1 se lia ofrecido a ti. Mira, entonces la

7 1 P. 4:l y compárese 2:21.


8 En alemán: eine froliche, glrte, ~rGstliche Botschaft.
9 1s. 9:6.
1 0 Ro. 8:32.
fe y e1 amor toman impulso; se cumple e1 mandamiento de Dios, e1
hombre se vuelve alegre e intrépido para hacer y sufrir todo. Por 10
tanto, fíjate en esto; Cristo, como don, alimenta tu fe y te hace cris-
tiano. Pero Cristo, como decliado, activa tus obras. Éstas no te hacen
cristiano, sino que proceden de ti después de que ya has Ilegado a
ser cristiano. Así como existe una gran diferencia entre e1 don y e1
dechado, así también se distinguen Ia fe y Ias obras. La fe no tiene nada
propio, s6l0 la obra y la vida de Cristo. Las obras tienen algo tu-
yo propio, pero no deben pertenecerte a ti, sino a tu prójimo.
Por tanto, ves que e1 evangelio no es propiamente un código de
leyes y preceptos que nos exija actuar, sino un libro de promesas di-
vinas, en e1 cual nos promete, ofrece y da todos sus bienes y beneficios
en Cristo. E1 hecho de que Cristo y 10s apóstoles impartan muchas
ensefianzas buenas, y expongan Ia ley, ha de considerarse, entre 10s
beneficios, como otra obra de Cristo, ya que Ia correcta ensefianza no
es de ninguna manera e1 beneficio más insignificante. Por eso vemos
también que no insta atrozmente ni apremia, como 10 hace MoisCs
en su libro y como es de1 mandamiento hacerlo, sino que enseiía con
amor y amistosamente. Só10 dice qué hemos de hacer y dejar; qué su-
cederá a 10s que obran mal o proceden bien. pero no apremia ni
coacciona a nadie. Incluso ensefia tan afablemente que más bien ani-
ma que manda. Empieza diciendo: "Bienaventurados 10s pobres",
"bienaventurados 10s mansos" 11, etc. Y también 10s apóstoles por regla
general usan las palabras: exhorto, ruego, suplico, etc. Moisés empero
dice: mando, prohíbo; y, además, amenaza y asusta con castigos y
penas horribles. En base a esta instrucción puedes leer y oír con pro-
vecho 10s evangelios.
Cuando, pues, abres e1 libro de1 evangelio y lees o escuchas que
Cristo se encamina de un lugar a otro o que le traen a alguien, debes
captar en e110 Ia predicación, o sea e1 evangelio, mediante e1 cual C1
se acerca a ti o tú eres Ilevado a su presencia, puesto que predicar el
evangelio no significa sino que Cristo acude a nosotros o que nos-
otros 'somos Ilevados a su presencia. Cuando ves que é1 obra y ayuda
a t o d a aquellos a quienes acude y a 10s que son Ilevados a su pre-
sencia, has de saber que esto tiene e1 propósito de producir en ti lh
fe y que Cristo por e1 evangelio ofrece a tu alma Ia misma ayuda y
10s mismos beneficios. Si calmadamente permites que Cristo te haga
bien (es decir, si crees que é1 te beneficia y ayitda), 10 posees con se-
guridad, Cristo será tuyo, como un don que te ha sido dado. Luego
es necesario que 10 tomes como ejemplo y también ayudes a tu pró-
jimo de la misma manera haciendo 10 mismo, y que tarnbién tú le
seas un don que le ha sido dado y un dechado. De esto dice Isaías

11 Lc. 620; Mt. 5:3-5.


LO QUE SE DEBE BUSCAR EN LOS EVANGELIOS 43

40 12: "Tened ánimo, tened ánimo, ,mi querido pueblo, dice vuestro
seiior Dios. Hablad a1 corazón de Jerusalén, anunciadle que su pecado
esta perdonado; que su iniquidad ha terminado; que ha recibido de
la mano de1 Seiior un doble beneficio por todos sus pecados, etc."
Estos dos beneficios se refieren a Ias dos dimensiones de Cristo, e1
cual es don y dechado a Ia vez, 10 cual también queda sefialado por
la doble herencia que Ia ley de Moisés adjudica a1 hijo primogénito 13.
A ello se refieren también muchas otras metáforas.
Es realmente vergonzoso que nosotros, 10s cristianos, hayamos lle-
gado a1 extremo de ser negligentes respecto a1 evangelio. No 9610 no
10 entendemos, sino que es necesario qu'e mediante otros libros y exd-
gesis se nos indique que
-
podemos
-
buscar en é1 y esperar de 61.
Pues precisamente para eso se han escrito 10s evangelios y Ias
cartas de 10s apóstoles, para que ellos mismos sean tales indicadores,
orientándonos en la Escritura de 10s profetas y de Moisés, es decir en
e1 Antiguo Testamento, e instruyéndonos para que leamos alli mismo
y veamos cómo Cristo está en ella envuelto en pafíales y puesto en
e1 pesebre, es decir, cómo está contenido en Ia Escritura de los profe-
tas. De este modo deberíamos ejercitarnos en e1 estudio y Ia lectura
para ver quién es Cristo; para qué nos ha sido dado; para qué ha
sido prometido y c&mose refiere a 61 toda la Escritura, tal como 61 mis-
mo dice en Juan 5 14: "Si Ie creyesels a Moisks, también me creeriais a
mí; porque de mí escribió 61". Asimismo: "Escudrifiad t investigad las
Escrituras; puesto que ellas son Ias que dan testimonío d e mí" 16.
A esto se refiere Pablo en e1 primer capítulo de la epístola a 10s
romanos, cuando en e1 mismo comienzo dice, en e1 saludo 18, que e1
evangelio ha sido prometido por Dios por medio de 10s profetas en
Ia Sagrada Escritura. A esto se debe que 10s evangelistas y apóstoles
nos remiten siempre a las Escrituras, diciendo: "escrito está", y asi-
mismo: "esto aconteció para que se cumplieran Ias Escrituras de los
profetas", etc. En Hechos 17 17, cuando 10s tesalonicenses escucharon
Ia palabra con todo agrado, dice Lucas que estudiaron y escudriiía-
ron día y noche Ias Escrituras para ver si estas cosas eran así. Igual-
mente en la introducción de su carta dice San Pedro: "En busca
de esta salvación vuestra han averiguado 10s profetas. 10s cuales pro-
fetizaron acerca de la gracia que había de venir a vosotros, investi-
gando a qué tiempo y circunstancia apuntaba el Espíritu de Cristo

12 1s. &:I-2.
Véase Dt. 21:17.
14 Jn. 5:M.
15 Jn. 5:39.
' 6 Ro. 1 2 .
7' Hch. 17:ll. En realidad se refiere a 10s bereanos.
1s 1 P. 1:lO-12.
que estaba eii ellos, e1 cual preanunciaba 10s sufiirnientos que hay ea
Cristo y la gloria que !e sobrevendría; !o cual también les frie reve-
lado, pues no !ian expiiesto para elios ~nismos, sino para nosotros,
estas cosas que ahora se predican entre nosotros por e1 Espíritu Santo,
enviado de1 cielo, cosas qize también 10s ángeles qiiisierari ver".
;@é se propone Pedi-o con todo esto sino introducimos en la
Escritura? Es como si quisiera decir: "Os predicamos y os abrimos
la Escritura por e1 Espiritu Santo, para que vosotros mismos podáis
leer y ver lo que liay en ella y de qué iiempo escribieron 10s profe-
tas". Lo inisiiio clire é1 tamlaién en Hechos 4 1" '"De estos días liabla-
ron todos 10s profetas que I?aii profetizaclo, tlescle Sainuel y rn ade-
lante. Por eso niismo dice tambiéil Lucas, en e1 último capítuloa0,
que Cristo ies ahrió a 10s apóstoles e1 sentido, para que enteiirliesen
las Escrituras. Y Cristo clice, en Juari 10 "', que é1 es la puerta; que
por é1 hay que entrar, y a1 que entra por é,' le abre e1 portero (el
Espíritit Santo), para qite encrrenti-e pastos y Ia bienaventuranza. Re-
sulta, pues, evidente, a! iin y al cabo, que eX evangelio mismo es
indicador e instructor eii cuanto a la Esc:-itiira, cle la mismo manera
que yo, con este prólogo, iie qiiei-ido hacer ver e1 evangelib y ensefiai-10.
Pero mira, jqu6 nifios biienos, delicacios y piadosos somos! Con
e1 objeto de rio tener que estritliar la Escritura y aprender a concccr
a Cristo eri ella, cfesechanios todo e1 Antiguo Testamento, como si ya
liubiera caducaclo y no tiiviera ningíiri ~lalor.Y , sin embargo, sóío é1
Ileva e1 nombre de "Sagrada E~critura", no siendo e1 evançelio pro-
piamente ninguna "Escritura", sino "palabra oral", qiie expone la
Escritura, como lo hicieron Cristo y 10s apóstoles. Por tanto, Cristo
mismo no escribió nada, sino solamente hablaba. No llamó "Escritura"
a su enseiíanza, sino "evangelio", to que es "buena noticia" o "un
I~iienanuncio", que no Iia de propagarse por Ia plilma, sino por la
boca. Nosotros, empero, nos apresuramos a hacer de1 evangelio un
código de leyes; un manual c1e manclarnientos, convirtiendo a Cristo
en u n lifoises, y a1 que vino a auxiliarnos 10 convertimos en u n sim-
ple maestro. Lo j,usto es que nos haya dejado sucumbir a Ia doc-
trina del papa y a mentiras de hombres, época en la que desecha-
inos su Escritura, y, en lugar tle la Escritiira Sagrada, tuvimos que
aprender las decretales de rin insensato mentiroso y farsante malicioso.
iOjalá se coiiociera entre 10s crisiianos e1 evangelio genuino, y ini
trabajo careciera de toda utilidad y f~xerasuperfluo! E n ese caso, se
podría esperar que ta,mbién la Sagrada Escritura resurgiese en s z dig-
riidad. Basta esto para u n prcilogo de instrucción en muy pocas pa-
[abras. Nos proponemos expiayarnos más e n la exégesis. .4mén.

19 Hch. 3:Z.t.
20 Lc. 24:45.
21 Jn. 10:2 y sigs.

También podría gustarte