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CONECTADOS CON LA ESPERANZA (HEB 10:23)

Cuando las circunstancias de la vida parecen alejarnos más del Señor, no es tiempo de
buscar justificaciones o enfocarse en lo malo que nos está pasando. En esos momentos, la
comunidad debe echar mano de lo que cree. El pasaje dice «mantengamos firme la
esperanza que profesamos». Otras traducciones agregan la frase «sin vacilar». Lo que el
autor sugiere es que cuando tengamos menos ganas de confiar en el Señor, es el momento
de aferrarnos a Él, con todas nuestras fuerzas. ¡Mantente firme, sin doblar tu voluntad! El
texto indica que lo que nos va a sostener es la «esperanza que profesamos». En otras
palabras, cuando la vida es inundada con dudas por lo que está pasando, es cuando las
doctrinas que afirmamos adquieren su verdadero valor y significado. ¿Cómo podrías
resumir la esperanza que tienes como creyente? ¿Confías en que Dios está en control?
¿Crees que tienes un sumo sacerdote que te ha abierto las puertas del cielo? ¡Permite que
esa convicción llene tu mente y corazón y se lleve tus vacilaciones y dudas!
El versículo finaliza recordándonos por qué podemos echar mano de la esperanza para
encontrar firmeza. No es porque tengamos mejor doctrina que otras religiones. No es por
nuestros grandes edificios o por la influencia que tengamos en las esferas de poder. Es por
la fidelidad de una persona: Jesucristo. Él aseguró que podemos entrar con confianza en el
salón del trono de su padre. Si Él es fiel, entonces podemos encontrar fortaleza para
enfrentar las dificultades de la vida sin vacilar y sin caer. ¿Qué tanta conexión tienes con
aquello que profesas como hijo de Dios? ¿Son las promesas de Jesús una fuente de vigor
espiritual en medio de las pruebas? ¿Qué tanta conexión tienes con otros creyentes que
profesan, en lo esencial, lo mismo que tú y tu congregación? ¡No debemos competir con o
desechar a aquellos que profesan la misma esperanza que nosotros!

CONECTADOS CON LOS DEMÁS (HEB 10:24) Hay que recordar algo importante en
este pasaje. Las exhortaciones no son dadas a individuos aislados, sino a una familia
espiritual. Nota cuántas veces aparece verbos en plural: «mantengamos», «profesamos»,
«preocupémonos», «estimularnos», «congregarnos» y «animémonos». Claro, la vida
cristiana tiene una dimensión individual, sin duda. Sin embargo, es indudable que, como
pueblo de Dios, debemos vivir en comunidad. Este hecho no se nos debería olvidar jamás.
En este sentido, el pasaje nos exhorta a preocuparnos los unos por los otros. Esta frase no
solamente indica que debemos pensar en los demás cuando los vemos eventualmente en los
eventos que organizamos, sino que señala que nuestra relación como hermanos debe llegar
a ser de comprensión y entendimiento cuidadoso. ¡No somos asistentes a un espectáculo
teatral, donde llegamos para juzgar las actuaciones de músicos y predicadores para decidir
si volvemos o no! De hecho, ¿Cómo nos vamos a preocupar por los demás si ni siquiera les
sabemos el nombre? ¡Somos miembros de una familia que busca conocerse, amarse y
comprenderse en el amor de Cristo! Ahora bien, la intención de preocuparnos unos por
otros no es solamente saludarnos o señalar cuántas veces asiste a los servicios determinada
persona. El pasaje es muy claro en cuanto al propósito de comprender a los demás:
«estimularnos al amor y a las buenas obras». ¿Has pensado que en estas palabras está el
corazón del por qué pertenecemos a una iglesia local? De acuerdo a lo que este texto indica,
somos parte de una comunidad de personas por las que nos preocupamos y a quienes
estimulamos para que amen a otros y para que hagan buenas obras. A su vez, ellos se
preocupan por nosotros y nos animan a amar y a hacer buenas obras. Como ves, ¡esto es
mucho más que asistir regularmente a los servicios de una congregación! ¿Qué tan
conectado estás con los miembros de tu comunidad de fe? ¿A quien has animado
últimamente para hacer buenas obras? ¿Los ministerios que funcionan en tu congregación
se animan
entre ellos o se estorban, peleando por la preeminencia ante los líderes o por la celebración
de eventos? ¿Te reúnes con hermanos de otras congregaciones para orar, animarse y
estimular el amor entre los miembros de diferentes iglesias? ¡Somos una sola familia! ¡No
nos estorbamos, sino que nos estimulamos a amar y actuar para Dios!

CONECTADOS CON EXPECTACIÓN (HEB 10:25) Aquí encontramos el versículo que


le aplicamos a aquellos que no asisten a los servicios regularmente. «No dejemos de
congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos». No obstante, debemos recordar que
esta amonestación se encuentra en un contexto de vida en comunidad y no solamente de
asistencia a programas calendarizados. En otras palabras, lo más importante no es llenar un
edificio, sino mantenernos conectados con nuestra familia espiritual, la cual nos estimula a
amar y hacer lo bueno y con quienes hacemos lo mismo nosotros. El pasaje nos recuerda
que somos como carbones encendidos que necesitan el calor de los demás para mantenerse
vivos. Nos reunimos, no para mostrar nuestra fuerza o el tamaño de nuestra congregación,
sino para ponernos en contacto con los hermanos y hermanas que avivan nuestra llama
espiritual para la honra y gloria del Señor. El texto termina llamándonos a animarnos unos a
otros, obviamente no sólo al asistir a los servicios, sino como parte de una relación
constante con los demás miembros de la comunidad. La palabra que se traduce «animar» es
la misma que se usa para describir el ministerio del Espíritu Santo como «consolador».
Dicho de otra forma, no se trata sólo de saludar al final de las reuniones, sino que es un
ministerio constante de consuelo y aliento para el bien de los demás en toda circunstancia.
Este contacto continuo y beneficioso se hace cada vez más necesario, puesto que
percibimos que la venida del Señor está cada vez más cerca. La Biblia nos llama, en varios
contextos, a estar alertas en la medida en que la venida de Cristo se aproxima. Así que el
ánimo, la preocupación por los demás y el estímulo hacia lo bueno son cada día más
necesarios en la vida de los miembros de las iglesias locales, como parte del único pueblo
de Dios, el cual vive expectante del regreso de su Maestro y Señor. ¡Qué importante es
estar conectados con aquellos que son conciudadanos del reino de Dios! Por ello, nunca
olvides que dependes, como persona, del apoyo de los demás. No pases por alto que tu
ministerio debe complementarse de manera efectiva y coordinada con los demás
ministerios de tu iglesia local. No pienses que tu misión es engrandecer tu iglesia o tu
denominación. Las congregaciones debemos dejar de competir para cooperar de forma
efectiva en el cumplimiento de la misión de Dios en el mundo. Mientras él regresa por
nosotros, colaboremos de manera entusiasta para bendecir a otros y estimularlos a cumplir
la voluntad de Dios en amor, en armonía y de manera interdependiente. No estamos solos
en esto. Somos una comunidad de amor que bendice al mundo y glorifica al señor.
¡Vivamos interconectados

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