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VICTIMOLOGIA

“ EL FEMINICIDIO”

ADRIANA BECERRA VALDIVIA

MATRICULA L000063467

ASESOR MARIA MIREYA MORENO GONZALEZ

GRUPO 621

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El concepto de feminicidio designa el asesinato de mujeres por razones de género;
es decir, el asesinato de mujeres porque son mujeres. La traza genealógica de la
invención del concepto de feminicidio, es decir, el primer uso registrado de la
palabra ocurrió apenas hace 40 años, en 1976, cuando tres feministas radicales,
dos norteamericanas y una libanesa, definieron el concepto en el “Primer Tribunal
Internacional de Delitos Contra Las Mujeres” celebrado en Bélgica. Este congreso
funcionó como un conversatorio masivo entre feministas provenientes de todos los
continentes. Para entender este gesto definitorio, es importante recordar que los
feminismos radicales de los años sesenta y setenta promovían una agenda de
militancia política cuya plataforma se sostenía sobre el eslogan “lo personal es
político.” El interés primordial de estos grupos de feministas era justamente llevar
aquello que se consideraba personal, como por ejemplo la sexualidad, a la esfera
política, donde se pudieran politizar las experiencias. Pronto, este intercambio de
experiencias individuales se convirtió en una demanda colectiva de justicia, sobre
todo de justicia sexual.
En el Primer Tribunal, se realizó un conversatorio específico sobre femicide (distinto
a feminicidio) propuesto por la radical norteamericana Diana E.H Russell en el cual
se invitó a que tres mujeres dieran testimonios para poder definir el concepto.
Debido al carácter colectivo de los conversatorios de los feminismos radicales de
los años setenta, la definición de femicide fue también colectiva y en las memorias
del tribunal quedó escrito que con el propósito de llenar el concepto de significado
Louise Merille leyó 17 noticias sobre este tipo de asesinatos que recopiló en
películas y en periódicos de San Francisco; la poeta Pat Parker leyó su
poema Womenslaughter el cual habló del asesinato de su propia hermana a manos
de su marido; y una mujer libanesa, cuyo nombre no aparece en las memorias
oficiales del Tribunal, dio dos ejemplos de cómo familiares hermanos y tíos
asesinaban a las mujeres en el contexto libanés de la época.
Fue por medio de estos tres testimonios y de las conversaciones que surgieron en
el formato de un diálogo internacional sobre la violencia a las mujeres que el
concepto femicide fue definido por primera vez en la historia. Sin embargo, la
definición se estabilizó una vez que Russell publicó el libro Femicide: “The Politics
of Women Killing en 1992 donde definió el concepto como “misogyinist fillingo of
women by men”: el asesinato misógino de mujeres perpetrado por hombres. Fue
esta definición la que sería reinterpretada para el contexto mexicano “feminicidio”.
El concepto de feminicidio se popularizó en el marco de los acontecimientos de
Ciudad Juárez.
Entre 1993 y 2012 se registraron en Ciudad Juárez más de 700 asesinatos violentos
de mujeres, de las cuales la mayoría presentaba evidencias de violencia sexual.
Ante el desconcierto de la comunidad mexicana e internacional, así como ante la
falta de conceptos que pudieran dar respuesta sobre el porqué de este tipo de
asesinatos, la Dra. Marcela Lagarde y de los Ríos (etnóloga, maestra y doctora en

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antropología), propuso enmarcar lo que sucedía como feminicidios, refiriéndose a
la traducción del concepto femicide, pero en un contexto diferente. Para que el
concepto de feminicidio tuviera repercusiones positivas sobre la realidad material,
fue necesario sacarlo del ámbito meramente académico y convertirlo en un
concepto legal. Por lo tanto, la antropóloga mexicana definió el concepto utilizando
el discurso internacional sobre los derechos humanos de las mujeres. Así, por medio
del estudio de la historia de las convenciones internacionales de derechos humanos
y de derechos de las mujeres, la Dra. Lagarde señaló al Estado Mexicano como
complaciente con los crímenes de género y con los feminicidios en razón de que el
país no se encontraba (ni se encuentra aún) capacitado para garantizar a las
mujeres el acceso a una vida sin violencia, a pesar de que se había comprometido
a ello al firmar varias convenciones internacionales al respecto.
La muerte violenta de las mujeres por razones de género está tipificada en nuestro
sistema penal como feminicidio.
La violencia contra las mujeres tiene su origen en la desigualdad de género, es
decir, en la posición de subordinación, marginalidad y riesgo en el cual éstas
se encuentran respecto de los hombres.
La muerte violenta de las mujeres por razones de género, tipificada en nuestro
sistema penal como feminicidio, es la forma más extrema de violencia contra la
mujer y una de las manifestaciones más graves de la discriminación hacia ellas.
En nuestro Código Penal Federal el feminicidio se encuentra tipificado en el artículo
325, el cual establece lo siguiente:
• Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones
de género. Se considera que existen razones de género cuando concurra
alguna de las siguientes circunstancias:
• La victima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo
• A la víctima se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o
degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida o actos de
necrofilia
• Existan antecedentes o datos de cualquier tipo de violencia en el ámbito
familiar, laboral o escolar, del sujeto activo en contra de la víctima
• Haya existido entre el activo y la victima una relación sentimental, afectiva o
de confianza
• Existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el
hecho delictuoso, acoso o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima
• La victima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la
privación de la vida
• El cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público.
Comúnmente los homicidios que se cometen contra las mujeres no son investigados
tomando en consideración que podrían tratarse de feminicidios. Por esta razón, el

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modelo de protocolo latinoamericano de investigación de las muertes violentas de
mujeres por razones de género recomienda que todas las muertes violentas de
mujeres que en principio parecerían haber sido causadas por motivos criminales,
suicidio y accidentes, deben analizarse con perspectiva de género, para poder
determinar si hubo o no razones de género en la causa de la muerte y para poder
confirmar o descartar el motivo de ésta.
En este mismo tenor se encuentra la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación (SCJN) relacionada con el caso de Mariana Lima Buendía, la cual
establece que en el caso de muertes de mujeres se debe:
• Identificar las conductas que causaron la muerte de la mujer
• Verificar la presencia o ausencia de motivos o razones de género que
originan o explican la muerte violenta
• Preservar evidencias específicas para determinar si hubo violencia sexual
• Hacer las periciales pertinentes para determinar si la víctima estaba inmersa
en un contexto de violencia.

Las muertas que no se ven: el limbo de los feminicidios


(Más de 10 mil mujeres han sido asesinadas en México desde 2012, pero menos
del 20 por ciento han sido juzgados como feminicidios)

Los vacíos legales y la falta de unificación en el concepto legal de violencia de


género han permitido que menos del 20 por ciento de los asesinatos violentos contra
mujeres sean reconocidos como feminicidios, revela una investigación de
mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), en colaboración con la
plataforma CONNECTAS y el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por sus
siglas en inglés).
En la investigación se solicitó a cada una de las Procuradurías y Fiscalías de los 32
estados, el número de homicidios dolosos violentos contra mujeres, y se pidió
especificar la causa de la muerte, así como si los cuerpos tenían rastros de violencia
sexual, mutilaciones y quemaduras.
Las autoridades estatales reportaron que de enero de 2012 a junio de 2016 habían
sido asesinadas en forma violenta en todo el país 9 mil 581 mujeres, pero sólo 1,887
de esos crímenes fueron tipificados como feminicidios, que equivalen al 19 por
ciento.
Con base en estos informes, al menos 7 mil 694 mujeres que fueron asesinadas a
balazos, descuartizadas, violadas, asfixiadas o golpeadas hasta morir no fueran
reconocidas como víctimas de feminicidios.

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En el análisis de datos se identificó que algunas Procuradurías o Fiscalías tienen un
subregistro de homicidios de mujeres; es decir, reportaron menos crímenes de los
que en realidad ocurrieron.
Tan sólo entre 2012 y 2015, las Procuradurías estatales reportaron al Instituto
Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) 10 mil 203 homicidios de mujeres en
todo el país, mientras que, en la información entregada para esta investigación, las
mismas autoridades reconocieron en el mismo periodo 8 mil 555 asesinatos.
Es decir, reportaron mil 648 homicidios menos, que equivale a una diferencia de 19
por ciento. De acuerdo con las cifras recopiladas por MCCI, tan sólo en el primer
semestre del año pasado fueron asesinadas en forma violenta otras mil 026 mujeres
en el país.
Uno de los estados con subregistro de crímenes es el Estado de México. Según las
cifras reportadas al INEGI, entre 2014 y 2015 ocurrieron 770 homicidios de mujeres,
en tanto que los informes entregados a MCCI sólo reconocieron 586 mujeres
asesinadas, es decir, 31 por ciento menos.

Hoyos negros de la Ley


Los hoyos negros de los sistemas judiciales en México han provocado que, durante
los últimos cuatro años, los responsables de asesinar de manera violenta a miles
de mujeres –incluso descuartizadas o asfixiadas- no siempre sean procesados y,
en su caso, castigados con hasta 70 años de prisión por feminicidios.
En este momento, quienes asesinan a mujeres a golpes o a cuchilladas, podrán
obtener una pena menor entre 20 y 25 años de cárcel- si por ejemplo alegan haber
sufrido “una emoción violenta” por celos o enojo incontrolable, revela una
Investigación de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, en colaboración
con la plataforma CONNECTAS y el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ,
por sus siglas en inglés).
No importa la saña con la cual hayan perpetrado esos crímenes. Las Procuradurías
y Fiscalías en México sólo han juzgado como feminicidios a 1 de cada 5 asesinatos
de mujeres. Un ejemplo radical ocurre en el estado de Tamaulipas, donde de enero
de 2012 a junio de 2016 fueron encontrados los cuerpos mutilados de 50 mujeres,
y ni uno sólo de esos casos fue juzgado como feminicidio.
Para las autoridades de justicia tamaulipecas no fue suficiente evidencia que esas
50 mujeres hayan sido decapitadas, desmembradas e incluso en un caso desollada;
tampoco tomaron en cuenta seis homicidios con rastros de violencia sexual y menos
aún a las 214 asesinadas a balazos. En ese periodo ocurrieron en Tamaulipas 441
muertes violentas de mujeres y sólo una fue tipificada como feminicidio.

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Los hoyos negros de los sistemas judiciales en México han sido formados por
lagunas legales, protocolos inadecuados para proteger las escenas de los
crímenes, investigaciones ministeriales erróneas y, sobre todo, una tipificación de
los delitos con penas menores.
Además, México ha puesto la seguridad en manos masculinas. De las 32 Fiscalías
y Procuradurías estatales solo dos están en manos de mujeres; Baja California, con
la Procuradora Perla del Socorro Ibarra Leyva y Tlaxcala con la Procuradora Alicia
Fragoso Sánchez.
Aunque la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia
explica que la violencia feminicida es la forma extrema de violencia de género contra
las mujeres, en México no existe uniformidad en lo que se entiende por feminicidio.
El Código Penal Federal establece siete circunstancias clave que indican la
tipificación de un feminicidio:
• Los signos de violencia sexual
• Las lesiones o mutilaciones
• Los antecedentes de violencia
• Que hayan existido una relación entre la víctima y el victimario
• Las amenazas o agresiones previas al asesinato
• Que la víctima haya sido incomunicada
• Que el cuerpo haya sido expuesto o exhibido en un lugar público
Pero solamente 11 de las 32 entidades, es decir apenas una tercera parte de los
estados del país, han incorporado esas causales a sus códigos penales: Coahuila,
Chiapas, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Nayarit, Sonora,
Tabasco, Veracruz y Yucatán.
Esto explica por qué en Coahuila se especifica que una relación sentimental, laboral
de confianza o consanguinidad entre la víctima y el victimario son indicativos de
feminicidio, mientras Campeche no lo reconoce así.
Los signos de violencia sexual y las mutilaciones son el único indicativo uniforme en
todo el país, pese a eso las Procuradurías y Fiscalías descartan como feminicidios
a homicidios que presentan estas características. Un ejemplo es lo que ha sucedido
en Tamaulipas.
Karla Michelle Salas Ramírez, abogada y directora de la Asociación Civil Grupo de
Acción por los Derechos Humanos y la Justicia Social, ha trabajado concretamente
en el tema de violencia feminicida. Sus estudios la han llevado a concluir que, si en
México no se reconoce la gravedad de los feminicidios, es porque el Gobierno
Federal mantiene una negación ante la violencia de género.
“Esta negación que tiene la autoridad no permite generar una política criminal. En
este país el dinero se coloca dónde está el número rojo. Sabemos que en este país

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el dinero y los recursos institucionales están en donde se identifica que hay un
problema, por esto en el tema de secuestros hay tecnología y unidades de punta.
En el tema de feminicidio y de violencia en general contra mujeres, como se siguen
maquillando las cifras y si tú le preguntas a Aguascalientes y te dice que tiene un
feminicidio en 5 años ¡pues claro! en razón de qué yo le voy a destinar dinero y una
unidad especializada si no hay casos”, cuestionó.
México es uno de los países pertenecientes a la Asamblea General de las Naciones
Unidas que el 18 de diciembre de 1979 acordó adoptar las medidas señaladas en
la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer.
Con esta promulgación, publicada el 12 de mayo de 1981 en el Diario Oficial de la
Federación, México se comprometió a adoptar todas las medidas adecuadas,
incluida una legislación para modificar o abolir las leyes, reglamentaciones,
costumbres y prácticas vigentes que constituyen discriminación contra la mujer.
Pese a ello, en los Códigos Penales de cada entidad, sigue sin ser uniforme la figura
del feminicidio y sin modificarse los apartados que permiten que los feminicidas no
cumplan con las sentencias acordadas para este crimen.

“A PESAR DE QUE HAY CRÍMENES QUE SE COMETEN Y QUE CLARAMENTE


PODRÍAN SER FEMINICIDIOS, LA AUTORIDAD SIGUE RESISTIÉNDOSE. EN
TÉRMINOS DE PROTOCOLOS, SÓLO ALGUNAS ENTIDADES LOS TIENEN NO VAN A
GENERAR UNA POLÍTICA CRIMINAL ADECUADA SI SIGUEN MAQUILLANDO LAS
CIFRAS”

La violencia extrema contra las mujeres se ha extendido a medio país. En peticiones


de información realizadas para esta investigación, 15 estados reconocieron tener
107 casos de mutilaciones, el 65 por ciento de las cuales han sido decapitaciones.
La estadística completa de este tipo de crímenes no fue posible obtenerla, porque
algunos estados, como Aguascalientes y Durango declararon como información
reservada los casos de mutilaciones, mientras que Quintana Roo, Puebla y
Chihuahua se negaron a informar las causas de los homicidios de mujeres.
Si las circunstancias para tipificar un crimen de género fueran respetadas, tal y como
aparecen en cada uno de los Códigos Penales locales y en el Código Penal Federal,
o si la violencia con la que fueron asesinadas las mujeres hubiera tenido una mayor
relevancia, en México habría por lo menos el triple de feminicidios de los mil 887
que reconocen las autoridades.
Juzgar la muerte violenta de una mujer como homicidio común, deriva en impunidad.

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Un feminicida puede recibir un castigo de hasta 70 años de cárcel en algunos
estados como Morelos pero si el asesino alega que el crimen lo cometió bajo un
estado “de emoción violenta” (que también se conoce como crimen pasional), la
pena se puede reducir a sólo una cuarta parte.

Matan a 6 cada día


De acuerdo con las cifras recopiladas para esta investigación, cada día son
asesinadas entre 6 y 7 mujeres en México.
En números absolutos, el Estado de México ocupa el primer lugar nacional en
asesinatos de mujeres, con 396 casos ocurridos en 2015.
Sin embargo, en cuanto a tasa, Guerrero fue ese mismo año el estado con la mayor
tasa de crímenes de género, con casi 12 casos por cada 100 mil mujeres.
Le siguen, en orden de gravedad, Chihuahua con una tasa de 7.87; Colima 6.93,
Baja California 6.54, Baja California Sur 6.23, Morelos 4.95 y Estado de México 4.88.
De 2012 a mediados de 2016 fueron asesinadas en Guerrero 936 mujeres, pero
sólo 50 casos fueron tipificados como feminicidios.
Es en ese estado donde se registra la mayor tasa de feminicidios de México, y en
algunas localidades se tienen índices por encima de los países del triángulo norte
de Centroamérica (Honduras, El Salvador y Guatemala), calificados por la
organización Small Arms Survey entre los 12 países más peligrosos del mundo para
ser mujer.
En Iguala, municipio donde en 2014 sucedió el secuestro de 43 estudiantes
normalistas, ocurre un asesinato de mujeres por cada 7 mil habitantes, mientras que
en Honduras la tasa es de un homicidio por cada 13 mil, en Guatemala de uno por
cada 20 mil y en El Salvador de uno por cada 28 mil.
Acapulco y Taxco, que son destinos turísticos de prestigio internacional, tampoco
escapan de las elevadas estadísticas de violencia contra la mujer. En la primera
localidad, que es uno de los destinos de playa más visitados en México, ocurrieron
74 asesinatos de mujeres en 2015, lo que representó un caso por cada 9 mil
habitantes, es decir, una tasa del doble de la presentada en Guatemala y el triple
de la registrada en El Salvador.
Mientras que en Taxco se presentó en 2015 el porcentaje más alto de asesinatos
de mujeres en México, con el 62 por ciento del total de los homicidios ocurridos en
ese municipio, mientras que a nivel nacional el promedio fue de 12 por ciento.
En Guerrero, además, se da el ocultamiento de cifras de homicidios.

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La Procuraduría de Justicia sólo reportó 130 asesinatos de mujeres en 2015, pero
un recuento hemerográfico permitió identificar 162 casos, de los cuales en el 73 por
ciento se recurrió a violencia extrema.

La escuela
“Úsese y tírese”, parece ser un letrero que invisiblemente las mujeres han traído
pegado a la espalda. Pero la violencia contra la mujer y la discriminación hacia el
género femenino no es solamente heredada, está tan impregnado en la idiosincrasia
del mexicano que hasta algunos gobernadores han sido cuestionados por su
manera de ver a las mujeres.
A principios de 2015, en plena conmemoración del Día Internacional de la Mujer, el
gobernador de Baja California, Francisco Vega les dijo a las mujeres presentes en
su evento:
“Están rebuenas, rebuenas todas… para cuidar niños, para atender la casa cuando
llega uno y a ver mijito, las pantunflitas”.
El 15 de junio de 2016, el gobernador Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” hizo
la siguiente declaración cuando se le preguntó respecto a las mujeres
desaparecidas o secuestradas en el estado de Nuevo León:
Podría esperarse que, en Baja California, teniendo el ejemplo de su gobernador,
algunos habitantes podrían no preocuparse por los crímenes contra mujeres que
“son buenas para cuidar a los niños y atender la casa”.
Sin embargo, lo hacen, y los propios medios de ese estado se encargaron de
informar en 2015 que a siete meses de reformado el artículo 129 del Código Penal
del Estado, que amplió el concepto del delito de feminicidio y sus causas penales,
el Ministerio Público solo calificó cuatro casos como homicidio doloso por razón de
género, de los más de 72 que se habían cometido en la entidad.
Tal vez en un estado como Nuevo León, donde su gobernador declara que las
mujeres desaparecidas no son secuestradas, sino que se fugan con el novio, podría
ser contradictorio que los medios reportaran que en los primeros seis meses de
administración (de octubre de 2015 a abril de 2016) de “El Bronco” 42 mujeres
fueran víctimas de homicidio.
En Nuevo León se reconoció el feminicidio en el Código Penal apenas en 2013, y
de ese año a mayo de 2016 se han reportado solamente tres feminicidios.
Enfrentados con las 68 mujeres que de 2012 a mayo de este año murieron por
golpes o estrangulamiento.
Pese a que la Fracción II del artículo 331 referente al feminicidio, cataloga cualquier
tipo de violencia o lesiones en contra de la víctima como razones legales para

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tipificar un feminicidio, las 68 mujeres que fueron asesinadas violentamente sólo
entraron a las estadísticas de los homicidios dolosos.
Nuevo León también fue el lugar del país donde el pasado septiembre fue detenido
Luis Oscar Jiménez Herrera, mejor conocido como “el asesino del tinaco”, presunto
asesino serial que mató a 16 mujeres en los últimos tres años en Monterey y San
Luis Potosí; sus víctimas presentaban múltiples golpes y muerte por
estrangulamiento.
Oscar Jiménez permanece internado en el Penal del Topo Chico sólo por el
asesinato de una de sus víctimas, aunque las autoridades buscaban ampliar la
averiguación.
La palabra feminicidio ya no es exclusiva de Ciudad Juárez, una población donde
han pasado más de 20 años desde que se registró el primer caso que sirvió de
antesala del terror a los más de 500 casos de mujeres asesinadas en ese punto.
Los feminicidios en México ahora se reflejan en todos los estados.

Impunidad
La abogada Salas Ramírez, quien trabajó el caso de los “feminicidas del campo
algodonero” en Ciudad Juárez, consideró que el número de homicidios a mujeres
cometidos con las características penales aplicables a la figura del feminicidio y que
no son reconocidos como tal, entran directo al saco de la Impunidad.
Como abogada realizó diversos estudios alrededor de la figura del feminicidio. En
2015 elaboró un análisis sobre las 169 sentencias que se emitieron por causales de
feminicidio durante cuatro años y medio.
Estas sentencias son las únicas que las Fiscalías y Procuradurías reportaron de
2011 a mediados de 2015 en el país, mismas que se emitieron en 9 entidades
federativas: 12 en Chiapas, 55 en la Ciudad de México, 60 en el Estado de México,
2 más en Jalisco, 32 en Morelos, 3 en Oaxaca, una en Puebla, tres en San Luis
Potosí y una en Veracruz.
“De esas sentencias no se sabe cuáles de ellas al final quedaron en firme. Es
probable que algunas fueran revocadas. Yo tengo la certeza que al menos dos de
las tres sentencias en San Luis Potosí fueron revocadas”, aclaró la directora de la
AC.
Karla Salas opinó que el alto grado de impunidad reflejado en los delitos contra la
mujer, es un reflejo de la propia falta de atención que el Estado le da a la mujer.
antes y después del feminicidio, el problema con los asesinatos a mujeres sigue
siendo el mismo: la danza de las cifras.

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Crímenes que se justifican
Según estos Códigos Penales, el homicidio por estado de emoción violenta no es
otra cosa que una reacción motora, circulatoria y secretoria hacia un sentimiento de
gran intensidad, el cual produce una perturbación psicológica transitoria que se
manifiesta a través de formas violentas de expresión, falta de razonamiento, de
discernimiento y de voluntad y, como consecuencia, se atenúa la imputabilidad del
hecho.
Según las Fiscalías, el sujeto que comete el crimen vive una intensa conmoción del
ánimo que provoca un desorden del comportamiento, la pérdida del dominio de su
capacidad reflexiva y la disminución de sus frenos inhibitorios, lo que desencadena
un delito del que prácticamente él no era responsable.
Karla Micheel Salas explica que incluso desde antes de que en los Códigos Penales
existiera la palabra feminicidio, muchos “crímenes pasionales”, en los que la mujer
engañaba a su pareja, se volvían atenuantes para disminuir la pena en caso de que
fueran asesinadas.
“Esto es una atenuante que permite disminuir la pena. Había entidades federativas
en las que un feminicida podía alcanzar una pena de tres meses. Las víctimas tienen
un grado de responsabilidad porque no es que el sujeto que las amara las quisiera
matar, sino que él no aguanto la infidelidad, la deshonra que generó esta mujer y
entonces él simplemente no pudo controlarse, así que las asesinó”, mencionó la
abogada.
Eso ante la ley es una justificación vigente y sólo los estados de Baja California Sur,
Estado de México, Hidalgo, Quintana Roo y Tabasco especifican que la reducción
de la pena no es aplicable cuando se trata de un homicidio cometido contra un
cónyuge, concubina, concubinario o persona que tenga o haya tenido una relación
de noviazgo.
El artículo 146 del Código Penal Local de Guerrero incluso puntualiza que el
homicidio por emoción violenta es aplicable cuando se comete en contra de quien
lo provocó. Y justifica que el hecho “atenúa en forma considerable” y transitoria la
capacidad del sujeto activo para comprender el significado del hecho y conducirse
de acuerdo con esa comprensión.
Cada uno de los hoyos negros en los sistemas judiciales, la falta de una
implementación general de protocolos de atención en las zonas donde se comete
el crimen o se encuentra el cadáver de una mujer y la negación de las autoridades
a reconocer de acuerdo a sus mismos Códigos Penales- cuando se comete un
feminicidio han sido las piezas clave de la impunidad en la violencia de género.

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La necesidad de una justicia real ha llevado a que los mismos familiares y amigos
de las víctimas tomen las investigaciones en sus manos; ya no solo convocando a
marchas, sino también buscando la evidencia que la autoridad no solicita de
inmediato, como recrear los últimos minutos que vivieron las mujeres antes de ser
asesinadas, pedir grabaciones de las cámaras de vigilancia de las calles y en
algunos casos buscando dónde se oculta el aparente responsable.
Ya no es extraño encontrar decenas de páginas en las redes sociales que piden
justica para Perla, Gaby, Diana, Imelda, Paulina y más nombres que figuran entre
el gran listado de páginas que existen en sitios como Facebook y Twitter.
Los familiares de las víctimas piden justicia y cada vez confían menos en las
autoridades. Los feminicidios en México aumentan, aunque oficialmente
permanecen en la sombra.

La tragedia en cifras
Los datos se pidieron del periodo de enero de 2012 a noviembre de 2016. Se decidió
tomar este lapso para abarcar el sexenio actual. Además, durante 2012 la mayoría
de los estados ya incluía la figura del feminicidio dentro de sus Códigos Penales
Locales vigentes.
A pesar de que se solicitaron datos estadísticos, en ocho entidades mantuvieron las
causas de muerte y características como información reservada o confidencial.
En el caso de las solicitudes de información relacionadas con el delito de feminicidio,
Aguascalientes y Chihuahua fueron los estados donde se complicó obtener la
información.
En el caso específico de Aguascalientes, ellos nunca habían reportado ante ninguna
organización no gubernamental, ni ante el mismo Inegi, su número de feminicidios.
La cifra de este Estado siempre aparecía en ceros ya que se amparaban en la Ley
para mantener la información reservada. Después de un arduo trabajo de
insistencia, se logró que la fiscalía general del Estado de Aguascalientes
transparentara por primera vez su número de feminicidios, informando que desde
2012 hasta el 15 de noviembre de 2016 sólo han registrado un sólo feminicidio en
el año 2015. Las causas de muerte fueron clasificadas como reservada.
Chihuahua, por su parte, no pudo informar el número de feminicidios ya que es el
único estado del país que sigue sin reconocer esta figura dentro de su Código Penal
Local. Esto pese a que es en esta entidad es donde durante la década de los
noventa se popularizó la palabra “feminicidio”, por los casos de las “Muertas de
Juárez”.
Debido a los ajustes en la Plataforma Nacional de Transparencia, los problemas
para obtener la información hicieron que los tiempos se alargaran, teniendo que

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ingresar las solicitudes en más de una ocasión, debido a que la migración de
información a la nueva plataforma hizo que algunas de las solicitudes no se
recibieran o en algunas ocasiones el cierre paulatino de los Infomex de cada estado
hizo imposible acceder a las respuestas de las procuradurías y fiscalías.
Las peticiones del número de homicidios y feminicidios registrados en cada estado
se ingresaron desde principios de junio de 2016 y algunos sujetos obligados
respondieron hasta noviembre del año pasado.
Conforme se fueron obteniendo los datos de homicidios dolosos de cada estado, en
los estados donde proporcionaron causa de muerte fue posible comparar el factor
de la muerte con las características aplicables para tipificar un feminicidio, de
acuerdo al Código Penal Local de cada entidad en particular.
Fue de esa manera que se encontró que, en algunos estados, como Tamaulipas,
donde se reportaba solo un feminicidio durante el periodo antes mencionado, en
realidad había más de 50 feminicidios no reconocidos, casos de mujeres mutiladas
o con signos de violencia sexual, lo cual según su Código Penal Local son causales
de feminicidio, pero el estado no reconoció a las víctimas dentro de su conteo oficial.
La información proporcionada por cada fiscalía y procuraduría del país fue
comparada con sus respectivos Códigos Penales Locales; de tal manera que se
podía notar cuando algún feminicidio había sido omitido dentro de las cifras que
también proporcionaron mediante Acceso a la Información.
Este trabajo no hubiera sido posible sin la colaboración de los familiares de víctimas
que accedieron a contar sus historias. Explicaron cómo la impunidad en diferentes
estados de la República ha impedido que las muertes de hijas, esposas, madres,
hermanas, amigas y en general las mujeres víctimas de un feminicidio no
reconocido o reconocido por las autoridades, puedan ser considerados casos
realmente cerrados, ya que hasta la fecha los responsables siguen libres.
Este reportaje busca sacar a la luz la cifra negra de los feminicidios que ha sido
guardada por las autoridades y que impide que en México se reconozca la gravedad
y aumento en los asesinatos por violencia de género.

Los feminicidios fantasmas


Aunque no especificó en qué año ocurrió, sí informó que fue en el municipio de
González, donde una mujer de 29 años murió a golpes.
Tamaulipas, que oficialmente refleja uno de los números más bajos en feminicidios,
aparece en el noveno de los estados que presentan las tasas más altas en
homicidios de mujeres, según se constató durante esta investigación.

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Vía Acceso a la Información, la PGJ reportó 442 casos de homicidios dolosos con
víctimas femeninas desde el año 2012 al 12 de julio de 2016. En su respuesta del
18 de julio de este año, señalaron que 19 de esos homicidios presentaban rastros
de mutilación.
Para el 22 de agosto, la respuesta cambió. La misma Procuraduría respondió a otra
solicitud de información que contaba con el registro de 50 casos de mujeres
asesinadas con rastro de mutilaciones, desde enero de 2012 hasta mediados de
julio de este año.
Dos respuestas emitidas por la misma Procuraduría sin explicación alguna del
porqué ahora había 31 mujeres mutiladas más, pero la cuenta de feminicidios
seguía siendo de un solo caso.
La nueva información de la Procuraduría reveló que en 2012 fueron 14 las mujeres
que presentaban mutilaciones en su cuerpo. Seis más en el siguiente año, 15
durante el 2014, cinco en 2015 y 10 más durante los primeros ocho meses de 2016.
Desde el 22 de junio de 2011 se reconoció en el Código Penal de la entidad el delito
de feminicidio. Apenas el 23 de junio de 2016 fue reformado el artículo 337 Bis que
contiene las causales de feminicidio.
El punto I y II de este artículo reconoce como una de las siete causales de
feminicidio o muerte por razones de género el que una víctima presente signos de
violencia sexual o mutilaciones.
Entonces, según sus propias leyes, hay 56 feminicidios no reconocidos por la
Procuraduría de Tamaulipas. Cincuenta de ellos son de mujeres que fueron
mutiladas y seis más que presentaban rastros de violencia sexual.
Las mutilaciones de mujeres en Tamaulipas no son cosa menor. Siendo uno de los
puntos más peligrosos en la zona fronteriza del país, sus muertes no son para nada
sencillas o libres de exceso de violencia y sadismo.
El mismo informe de la Procuraduría indicó que 18 mujeres fueron decapitadas, a
26 más se les desmembraron las extremidades superiores o inferiores y a 6 mujeres
se les amputó algún brazo o pierna. Solo uno de esos últimos casos fue encontrado
sin la oreja izquierda.
Es justo este punto del país en donde mutilar, violar y asesinar a una mujer parece
pasar desapercibido para la Procuraduría General de Justicia. Aquí los Códigos
Penales que indican cuando un homicidio doloso se convierte en feminicidio no son
respetados. El portal tamaulipeco de noticias Expreso reportaba en 2015 que no
existía un protocolo de actuación policial en materia de delitos de género; razón
principal para que en el 98 por ciento de los casos de homicidio en los que muere
una mujer no se incluyera en la averiguación previa la hipótesis de que se trate de
un feminicidio.

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La regidora y presidenta de la Comisión de Equidad de Género de Ciudad Victoria
Tamaulipas, Magnolia Alejandra López Sevilla, reconoció en agosto de este año
que sí se han registrado casos de feminicidio sin que las autoridades judiciales lo
reconozcan.
Magnolia López explicó que, al no acusar a los homicidas como feminicidas, los
presuntos culpables terminan siendo juzgados como si hubieran cometido un delito
distinto.
Algunos de estos feminicidios sin tipificar podrían ser los que se ven reflejados en
la prensa. Como el caso publicado por el diario El Mañana, el 16 de marzo de 2015,
cuando reportó que se encontró el cuerpo de una mujer no identificada a espaldas
del Colegio Don Bosco en Matamoros, Tamaulipas.
Otro que entra a la lista de impunidad es el registrado en Nuevo Laredo, Tamaulipas,
el 5 de febrero de este año. Un asesinato que la prensa tituló como “triángulo
pasional”.
El cuerpo de María Alejandra López Balderas, de 18 años, fue encontrado en unos
campos de béisbol localizados en la colonia Ampliación El Nogal. La joven había
sido golpeada y masacrada a cuchilladas.
Los autores del crimen fueron dos: Jorge Peredo Bárcenas y su pareja Dulce
Griselda Lerma Méndez. Al ser detenido, Jorge confesó que, entre él, su novia y
dos amigas más de Dulce, secuestraron, golpearon y asesinaron de varias
cuchilladas a María Alejandra.
Peredo Bárcenas había conocido a la víctima mediante redes sociales y comenzó
una relación cuando se encontraba distanciado de Dulce. Cuando la pareja retomó
su relación, Lerma Méndez le reclamó a Jorge por haber mantenido una relación
con María así que lo “obligó” a secuestrarla para asustarla y alejarla de él. Según
sus declaraciones, las cosas se salieron de control y acabaron privándola de la vida.
Aunque los periódicos continúen reportando feminicidios, las causas del porqué las
autoridades no los tipifican como tal, parece que seguirán siendo un misterio para
los familiares de cada una de las víctimas que hasta la fecha no ha recibido justicia.

Datos que matan


En el Estado de Sinaloa, el feminicidio fue reconocido oficialmente el 25 de abril de
2012, un mes después Perla estaba muerta. Según cifras proporcionadas por la
Procuraduría Estatal de esa entidad, de 2012 a mayo de 2016 se han registrado
solamente 72 feminicidios.
n contraste, durante ese mismo periodo se han cometido 311 homicidios dolosos
violentos en contra de mujeres. Tres mujeres de ese número fueron asesinadas por

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asfixia, dos fueron calcinadas, 38 fueron asesinadas a golpes, 22 más murieron a
causa de estrangulaciones o sofocaciones y tres mujeres más fueron inmersas en
liquido hasta su muerte.
Ninguna de esas muertes fue reconocida como un feminicidio pese a la violencia
registrada en la manera de matarlas. No se reconocieron los feminicidios pese a
que el mismo Código Penal considera entre sus causas de tipificación las lesiones
infamantes, degradantes o mutilaciones.
Ninguna de ellas entró en la lista roja. Si estos asesinatos hubieran sido reconocidos
como feminicidios y no como homicidios dolosos, en Sinaloa no habría sólo 72
feminicidios, habría por lo menos 140.

El silencio ante la violencia de genero


“La Procuraduría General de Justicia del Estado de Quintana Roo, a través de las
áreas competentes, realizaron una búsqueda minuciosa en sus archivos y bases de
datos electrónicos, en los que NO se encontró registro alguno sobre el número de
feminicidios ocurridos en el Estado, en el periodo requerido, motivo por el cual la
cifra se encuentra en cero”, fue la respuesta que emitió la Procuraduría de Justicia
a una solicitud de información realizada el 28 de junio de este año, donde se le
pedía el número de feminicidios registrados en los últimos cuatro años y medio.
En Quintana Roo la figura del feminicidio se reconoció en el Código Penal Local en
mayo de 2012 y entre los signos que acordaron como indicadores de feminicidio
están el que la víctima presenté signos de violencia sexual o que el cuerpo de la
víctima haya sido expuesto públicamente, con la evidente intención de demostrar el
odio que se tenía hacía la víctima por ser mujer.
Contrario a la respuesta que emitió la Procuraduría, solo en 2016 los medios han
reportado ocho muertes violentas de mujeres, cuyos cuerpos presentaban signos
de violencia sexual o fueron expuestos en la vía pública.
Cada año, la prensa ha registrado feminicidios en Quintana Roo y las mismas notas
enlazan uno tras otro los asesinatos. En 2015, el cuerpo de Paloma fue encontrado
tirado en el interior del fraccionamiento Villas del Mar III en Cancún.
A Paloma Guadalupe Balam la degollaron, además de que sufrió siete heridas en la
espalda y dos más en el abdomen. La joven de 18 años vestía pantalón de mezclilla,
blusa estampada y botas negras el día que murió y al lado de su cuerpo se encontró
una bolsa de plástico que guardaba un par de botas de hombre con manchas de
sangre.
Este feminicidio ocurrió justamente una semana después de que el cuerpo de María
Karen Carrasco Castilla fuera encontrado en un área verde de la Avenida Chac
Mool, también en Cancún.

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El cuerpo de la joven presentaba signos de violencia sexual y tenía marcas de
golpes. Pese a que una de las características que el Código Penal de Quintana Roo
impuso para distinguir un feminicidio de un homicidio es que el cuerpo presente
signos de violencia sexual, el caso de María Karen quedo fuera del registro de
muertes por razones de género que tiene la Procuraduría.
En la cadena se suma el asesinato de una muchacha de 22 años, cuya muerte se
registró el 28 de octubre de 2015, una mujer que fue salvajemente golpeada y
asesinada mediante estrangulación, para después tirar su cuerpo desnudo en la
calle, como si fuera simple basura. El conteo hemerográfico para 2016 marca ocho
feminicidios, pero organizaciones como Maya Sin Fronteras han declarado que en
Quintana Roo la violencia contra las mujeres va al alza.

El feminicidio que ocultaba Aguascalientes


Tres solicitudes de información y 5 meses de espera fueron necesarias para que
por primera vez el Estado de Aguascalientes hiciera público el número de
feminicidios que tiene contabilizado desde 2012 hasta este año.
La primera solicitud de información enviada a la fiscalía general de Aguascalientes,
donde se solicitaba el número de feminicidios registrados desde 2012 hasta el mes
de mayo de 2016, se envió el 15 de junio pasado.
Para el 28 de junio la Fiscalía emitió la primera negativa de información,
argumentando que no se podía responder a la solicitud ya que el feminicidio no se
encuentra previsto como tipo penal, sino como calificativa del delito de homicidio
doloso.
CONNECTAS y mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad reenvió la solicitud
de información el 1 de julio, pidiendo ahora el número de homicidios dolosos que
fueron calificados como feminicidios.
Dos semanas después, la Fiscalía negó nuevamente la información. La
argumentación fue la misma que en la solicitud anterior, pese a que la pregunta era
completamente apegada a la definición vigente del feminicidio.
Un aproximado de 50 llamadas telefónicas fueron necesarias para que las
autoridades de la fiscalía general de Aguascalientes reconocieran que la
información debía proporcionarse. Sin embargo, pidieron que se reingresará la
solicitud de información.
Por tercera vez se hizo la petición, enviada el 31 de octubre pasado y fue hasta el
29 de noviembre que la Fiscalía por fin transparentó la cifra.

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Después de más de cinco meses de espera, las autoridades por fin informaron que
sólo tenían un feminicidio registrado desde enero a 2012 hasta el 15 de noviembre
de este año.
La misma travesía fue necesaria para trasparentar los 35 casos de homicidios
dolosos a mujeres que se han registrado durante el mismo periodo de tiempo.
Aunque Aguascalientes reporta solo un feminicidio en 2015, el Observatorio
Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), declaró ese mismo año que este
estado se encontraba entre la lista de los once estados con altos índices de
feminicidios.
Según el recuento del OCNF en ese mismo año habían ocurrido por lo menos 12
homicidios dolosos con calificativa de feminicidio. Calculando que 4 de cada 10
mujeres tenían entre los 10 y 30 años.
Las Muertas de Juárez y un Estado sin feminicidios
Chihuahua es, irónicamente, el estado que sirvió de referente al hablar de
feminicidios en México. Fue en Ciudad Juárez, municipio de Chihuahua, donde el
término “Las muertas de Juárez” fue acuñado como sinónimo de la situación de
violencia de género que se presentaba desde el año de 1993.
En noviembre del 2009 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH)
condenó al Estado Mexicano por violar derechos humanos en los casos de
feminicidio sucedidos en Ciudad Juárez. Uno de los casos más emblemáticos fue el
del “Campo algodonero”, caso que defendió la abogada Karla Micheel Salas.
“Los Feminicidas del campo algodonero”, es el nombre mediático con el que se
bautizó al caso de una pareja de asesinos seriales formada por Edgar Ernesto
Álvarez Cruz y José Francisco Granados de la Paz.
Según sus declaraciones, desde 1993 hasta 20003, secuestraron, torturaron,
violaron y asesinaron a por lo menos 10 mujeres jóvenes. Ocho de sus víctimas
fueron encontradas en un campo algodonero en los márgenes de la ciudad.
La Corte Interamericana concluyó que en Ciudad Juárez existía un contexto de
violencia contra las mujeres y constató que desde 1993 se habían incrementado los
homicidios de mujeres en esa ciudad, influenciados por una cultura de
discriminación contra la mujer.
La disposición número 8, marcada en la sentencia de la Corte Interamericana,
señalaba que el Estado debía continuar con la estandarización de todos sus
protocolos, manuales, criterios ministeriales de investigación, servicios periciales y
de impartición de justicia, utilizados para investigar todos los delitos que se
relacionen con desapariciones, violencia sexual y homicidios de mujeres.

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Las modificaciones debían hacerse con perspectiva de género y el Estado Mexicano
debía rendir un informe anual durante tres años. Sin embargo, hasta la fecha sigue
sin acatarse la disposición, según declaró la abogada.
De enero de 2012 al 29 de noviembre de 2016, la Fiscalía de Chihuahua reportó
754 homicidios violentos de mujeres, pero es imposible saber cuántos de esos
casos pudieron ser feminicidios, ya que su Código Penal no reconoce al feminicidio
como un delito o un agravante.
Tampoco dio detalles de cómo murieron estas mujeres. El argumento fue que para
informar a detalle la causa de muerte de cada una de ellas se necesitaría más
tiempo para checar carpeta por carpeta.
Los datos obtenidos para esta investigación identificaron a Chihuahua en el
segundo lugar de los estados con las tasas más altas de homicidios contra mujeres
registrados en 2015, teniendo de siete a ocho homicidios violentos de mujeres por
cada 100 mil habitantes.
Morelos
En Morelos el feminicidio se reconoció a partir del 1 de septiembre de 2011. La
Fiscalía no es abierta al informar cuántos feminicidios se han registrado desde esa
fecha ya que dicha información venera la identidad de las víctimas, argumentando
el sigilo que deben guardar las investigaciones sobre muertes violentas de mujeres.
Sin embargo, mediante un rastreo hemerográfico se pudieron contabilizar 16
feminicidios de octubre a diciembre de 2013.
Lo que sí reportó Morelos fueron 130 homicidios violentos de mujeres de 2012 a
mediados de 2016. De ese total, una mujer fue quemada en 2012 y en 2016 el
cuerpo de una mujer fue encontrado sin cabeza y otro más sin la pierna izquierda,
la mano izquierda y la cabeza. Según su Código Penal las mutilaciones son
características aplicables para un feminicidio; por lo que solo en 2016, Morelos ya
tiene garantizado dos feminicidios de ese total que la Procuraduría evitó
transparentar pese a la solicitud de información enviada el pasado 15 de junio.
El diario El Sol de Cuautla, registró entre sus páginas 17 casos de mujeres
asesinadas de octubre a diciembre de 2013. Cada uno de los cuerpos de esas
mujeres presentaba signos evidentes de una muerte por razones de género.
El primero de octubre de 2013, en el interior de una vecindad del poblado de Casa
sano, fue encontrado el cuerpo de una mujer de 17 años en avanzado estado de
descomposición y que presentaba señales de haber sido estrangulada.
El siete de octubre de ese mismo año, en Ayala Morelos, un hombre asesinó a su
esposa con un arma punzo cortante.

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Diez días después, el cuerpo de Imelda Paniagua Benítez, de 43 años, fue
encontrado sobre una jardinera del río Yautepec. Según las investigaciones, la
mujer había sido asesinada de un golpe en la cabeza.
El 10 de diciembre de 2013, la osamenta de una mujer fue encontrada al fondo de
un pozo de 18 metros de profundidad.
Nueve días después, María Magdalena Díaz Neri, de 31 años, caminaba con su
novio cuando su expareja apareció y le disparó. Magdalena se convertiría en madre
en cuatro meses, pero ni ella o su bebé sobrevivieron.
Justo antes de que terminara el año, el 27 de diciembre, el cuerpo de una mujer de
entre 35 y 40 años fue encontrado en el interior de una bolsa y tenía por lo menos
dos semanas de muerta. La mujer había sido golpeada hasta que perdió la vida.
Baja California Sur
En septiembre de 2016, la Procuraduría General de Justicia del Estado de Baja
California Sur afirmó que no encontró registro de Averiguaciones Previas iniciadas
por feminicidio, ni ningún registro relacionado con este tipo penal.
Lo que sí reportó fueron 33 homicidios a mujeres cometidos de 2012 a septiembre
de 2016. Una de ellas, en 2013 presentó signos de violencia sexual, causal número
uno para tipificar un homicidio doloso como homicidio agravado por feminicidio,
según su Código Penal.
El rastreo hemerográfico realizado en la Hemeroteca Nacional, a publicaciones con
fechas de agosto a septiembre de 2015, mostró que en sólo en 60 días fueron
asesinadas 10 mujeres por sus parejas.
El 17 de agosto de 2015 el cuerpo de Blanca Estela Huerta fue encontrado dentro
de su domicilio. Minutos antes de su muerte había tenido una fuerte pelea con su
esposo Luis Manuel Macedo, quien la estranguló. Sin embargo, las autoridades no
tipificaron el crimen como feminicidio. Rosario del Carmen Palacios Montaño, juez
tercero de Primera Instancia del Ramo Penal de esa ciudad lo tipificó como
homicidio calificado en autoría material con traición. Éste no fue el único caso de
una mujer muerta en manos de su pareja que el Diario Sudcaliforniano reportó
durante ese año.
El 31 de agosto de 2015, el cuerpo calcinado de Dora Angélica García de la Torre,
de 43 años, fue encontrado dentro de su misma casa. Su marido, Raúl Enrique
Torres González, de 45 años, la había matado con un palo de azadón y para borrar
todo rastro del crimen decidió quemar la casa junto con su esposa y pretender que
todo pareciera un accidente.
Una vez más, el feminicidio fue tipificado como homicidio calificado con traición.

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Aunque las noticias sobre mujeres asesinadas con extrema violencia cada vez se
difunden con mayor frecuencia, los números en algunos estados del país siguen sin
cuadrar con la realidad que se vive. Oficialmente las Fiscalías y Procuradurías
pueden reportar que en sus estados no hay feminicidios, pese a que las noticias y
los familiares de las víctimas griten lo contrario.

Ecatepec
Según la información proporcionada para esta investigación por la Procuraduría
General de Justicia del Estado de México, el municipio de Ecatepec de Morelos es
el punto más peligroso de todo el Estado de México para ser mujer.
De 2012 a mayo de 2016 se han contabilizado en ese municipio 32 de los 242
feminicidios registrados en todo el Estado de México durante el periodo
mencionado. El segundo municipio con más feminicidios es Toluca, con 18, y el
tercer lugar lo ocupa Tlalnepantla de Baz con 15 feminicidios registrados en los
últimos cuatro años y medio.
En este mismo periodo se deben sumar 700 homicidios dolosos con víctimas
femeninas. El Estado de México ocupa el séptimo lugar nacional de los estados con
la más alta tasa de homicidios: cerca de cinco muertes femeninas por cada 100 mil
habitantes durante 2015.
María Eugenia Fuentes sabe muy bien que no volverá a ver a su hija con vida. Sin
embargo, tampoco ha podido despedirse de ella; hasta el momento solo tiene
fragmentos de una vida. Su lucha vigente es para encontrar al feminicida que se
llevó a Diana y en el camino intenta prevenir a más adolescentes para que no vivan
lo que su hija padeció.
“Lo que ahora busco es que, si la gente sabe algo, que hable. Tienen que denunciar
porque también se hacen cómplices. Alguien tuvo que ver algo y yo sé que va a
pasar, que va a llegar ese momento en que esa persona ya no pueda más y hablé.
Esa es mi lucha. Aunque claro que me duele recordarla y saber que ya no la voy a
ver, que ya no la puedo sentir”, finalizó.

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Ficha bibliográfica

Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, “Estudio de la Implementación


del Tipo Penal de Feminicidio en México”, 2012-2013,
http://observatoriofeminicidiomexico.org.mx/wpcontent/uploads/2015/01/17-NOV-
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Olamendi, Patricia, Feminicidio en México, México, Instituto Nacional de las


Mujeres, 2016. ONU Mujeres, “Feminicidio En México”, Aproximación, Tendencias
Y Cambios, 1985-2009, Entidad de las Naciones Unidas para la igualdad de
Género y el Empoderamiento de las Mujeres, México, 2011,
http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/00_feminicMx1985-2009.pdf

RAVELO BLANCAS, Patricia, “El Fenómeno del Feminicidio”, Una propuesta de


Re-Categorización, México, 2006,
http://lanic.utexas.edu/project/etext/llilas/vrp/blancas.pdf Código penal de los
estados de: Yucatán, Michoacán, Colima, Guanajuato, San Luis Potosí,
Tamaulipas, Chihuahua, Coahuila. Sonora, Sinaloa, Zacatecas, Baja California,
Baja California Sur, Jalisco, Nievo León, Veracruz, Puebla, Nayarit, Tabasco,
Durango, Hidalgo, Distrito Federal (CDMX), Código Penal Federal.

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