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ESCUELA DE ENSEÑANZA TECNICA PROFESIONAL N°485

“VICECOMODORO MARAMBIO”

Trabajo especial a distancia

Área: Lengua y Literatura

Cursos: 4to año (401; 402; 403)

Profesora: María Elena Benítez - Sonia García

I. Realizar la lectura del siguiente texto:

La tela de Aracne

La joven Aracne ha desafiado a la diosa Minerva, razón por la cual deberá medirse con ella en el
arte del bordado. Ambas serán parte de una contienda en la que emplearán sus telas y sus hilos
para contar las antiguas historias que han protagonizado otros hombres y otros dioses. ¿Podrá
Aracne ganarle a su rival o será castigada por su presunción?

EL viejo Idmón era un humilde tintorero que todas las mañanas se levantaba a la salida del sol y se
dedicaba teñir la lana con la púrpura real i que recibía desde la famosa ciudad de Tiro. Solía
acompañarlo Aracne, su hija, quien se dedicaba a la tarea de tejer y bordar hermosos lienzos en un
rincón de la habitación donde el anciano trabajaba. La habilidad de la joven para estas labores había
cobrado gran fama en toda Lidiaii. Aracne no era ilustre por su nacimiento ni por la categoría de sus
padres; solamente su habilidad sobre las telas le había proporcionado el reconocimiento, por ser la
mejor tejedora. Muchos afirmaban que la joven estaba orgullosa de esta cualidad y cada halago era un
motivo más para demostrar lo engreída que era.
Aracne vivía en la pequeña ciudad de Hipepaiii, y hasta allí llegaban, atraídas por la curiosidad, las
ninfas, quienes abandonaban sus viñas y las aguas del río para admirar la belleza de las obras de tan
extraordinaria tejedora. Ver esas obras maestras cuando ya estaban terminadas era, ciertamente, un
verdadero placer, pero aun mayor era el deleite al ver a Aracne cuando las creaba con tanta dedicación.
Las musas coincidían en destacar como Aracne era capaz de imitar con inigualable perfección las
formas y los colores de la naturaleza en todos los diseños que creaba.
Una mañana, mientras Idmón ponía esmero en el trabajo, la joven Aracne acabó su bordado y afirmó
que, definitivamente, sus tejidos eran superiores a los de Minerva, diosa no solo de la sabiduría y la
guerra, sino también de las artesanías. Su padre quedó perplejo al escuchar las palabras que la
muchacha profirió: "Minerva, puedes venir cuando quieras y disputar conmigo cuál de las dos es más
hábil en las labores del tejido y el bordado; no me negaré a semejante contienda. Si resulto vencida,
prometo que no rehuiré ningún tipo de castigo que quieras imponerme". Idmón temió, entonces, que
Minerva cumpliera con el pedido de su hija, y así sucedió.
No pasó mucho tiempo para que los dichos de Aracne llegaran oídos de la diosa. Minerva se enfureció
por la presunción de la muchacha e ideó un plan para darle un escarmiento y que, de ese modo, se
arrepintiera por haberse igualado a ella. Sucedió, entonces, que un día, cuando Idmón se encontraba
fuera de la casa, mientras la joven se dedicaba a su labor, la diosa apareció ante ella bajo la forma de
una anciana de blancos cabellos y le dio la oportunidad de disculparse por haberse creído superior a un
dios. Mientras buscaba sustento en su bastón, la anciana se acercó hasta su contrincante y le dijo:
"Aracne, no debes despreciar la vejez. Los años dan la sabiduría que proviene de la experiencia.
Escucha atentamente los consejos que te voy a dar: debes sentirte orgullosa por la fama conseguida
con tus labores, ya que con ellas superas a todas las mujeres del mundo; pero no trates jamás de
igualarte a una diosa. Ahora debes dar alguna explicación a la ofensa que implica proferir palabras en
las que te reconoces superior a Minerva. Ella está dispuesta a perdonarte si demuestras verdadero
arrepentimiento".
Las palabras de Minerva enfurecieron a Aracne, quien abandonó su labor y, mientras miraba a la
anciana con gran indignación, le respondió: "Insensata, parece que los años te han dotado de
experiencia y de gran juicio, pero te aconsejo que guardes tus consejos para tus hijas, si es que acaso
las tienes. Yo te aseguro que no los necesito, y que tus demostraciones no me harán cambiar de
parecer acerca de mi superioridad en el arte de tejer. ¿Por qué Minerva no viene ante mí tal como es?
¿Por qué rehúye el combate al que la he invitado?".
Ante las impertinentes palabras de Aracne, la anciana respondió: "No dudes de que Minerva acepta el
desafío que le propones". E inmediatamente, la anciana soltó su bastón, y la blanca cabellera y las
arrugas desaparecieron para dar lugar a la verdadera apariencia de la diosa. Las ninfas que por allí
andaban se acercaron para rendirles sus honores, mientras que Aracne se mostraba imperturbable.
Tan solo un tenue rubor cubrió sus mejillas.
Minerva entonces dijo: "Ya no te daré más consejos, acepto el desafío que me propones, así que toma
tu labor y ponte a trabajar" Al instante, ambas prepararon sus lienzos para dar inicio a la disputa. Las
ninfas no quisieron perderse aquella contienda, y se quedaron junto a las rivales. Con gran admiración,
veían cómo el hilo pasaba a través de la lanzaderaiv que rodaba con una agilidad increíble mientras que
las tejedoras ponían sumo cuidado en separarlo con un peine especial, necesario para esta clase de
trabajos. Tanto Minerva como Aracne trabajaban con una destreza y ligereza admirables, en sus rostros
podía verse la dedicación que ponían en las puntadas de hilo ya que consideraban que en cada una de
ellas estaba el triunfo. La fusión de los colores más bellos formaba sobre sus lienzos una mezcla tan
agradable de claros y oscuro que parecía que sobre ellos se había extendido el arcoíris. Con esos hilos y
esos colores, las contrincantes dibujaron sobre el tejido antiguas historias.
En el lienzo de Minerva se podía ver el pleito que ella había tenido con Neptuno sobre el nombre que
se le debía dar a la ciudad que finalmente fue reconocida en su honor como Atenasv Se veían también
sobre la tela los doce grandes dioses sentados sobre sus tronos, cada uno de ellos con los atributos que
los caracterizan. En el centro se veía a Júpiter, uno a uno los hilos se iban trenzado para dotar del aire
de grandeza que lo corona como padre de todos los dioses. Cuando acabó de dar forma a la imagen de
Júpiter, Minerva se representó a sí misma, con su casco, su lanza y su escudo. Sobre el escudo se veía la
cabeza de Medusavi luego de haber sido vencida por Perseo. Si bien parecía que esta sería toda la obra
de Minerva, no fue así: para hacer comprender mejor a su rival el castigo que le esperaba por haberse
comportado de modo tan presumido, dibujó con pequeños trazos, en las cuatro esquinas del lienzo, la
historia de cuatro combates. En el primero de ellos se veía la aventura de Hemo, rey de Tracia, y de
Ródope, su esposa, fueron convertidos en rocas por haber tenido la audacia de llevar los nombres de
los dioses Júpiter y Juno. En otro ángulo, se representaba la historia de Piga, la reina de los Pigmeos, a
quien Juno, para castigarla por su presunción, convirtió en grullavii, con el fin de que ella misma
estuviera en guerra continua con su pueblo. En el tercer ángulo, se encontraba Antígona, que había
tenido la audacia de compararse con la esposa de Júpiter. Por tal motivo, Minerva la había
metamorfoseado en cigüeña; ni la ciudad de Ilion ni Laomedón, su padre habían logrado impedir que
su cuerpo se cubriera de plumas blancas. Por último, en la cuarta esquina, se veía a la infortunada
Cinara abrazada a las gradas de un templo mientras lloraba desconsoladamente. Esas gradas eran sus
hijas, a quienes los dioses habían dado tan desgraciada forma. Para finalizar su labor, Minerva rodeó el
borde del lienzo con algunos ramos de olivo entrelazados, este era el árbol consagrado a ella. Cuando
su diseño quedó ter minado, lo miró con agrado y luego dirigió los ojos hacia su contrincante, para
advertirle, con aquel gesto, que era su turno en la contienda.
Por su parte, a Aracne se la veía serena y confiada, su presunción era tal que se creía vencedora del
pleito antes de haber terminado la labor. En primer lugar, representó sobre el lienzo las infidelidades
de Júpiter, pronto se pudo distinguir la figura de Europa raptada por el dios bajo la forma de un toro. El
diseño era tan perfecto que parecía que un verdadero toro atravesaba el mar y que los ojos de Europa
cobraban vida en el gesto de mirar hacia la orilla que dejaba atrás. Otro de los motivos que se veía
sobre la tela fue la escena en que Júpiter se convierte en cisne y desciende del Olimpo para seducir a
Leda. Pero estas no fueron las únicas escenas de la historia de Júpiter que Aracne eligió representar.
Otras hazañas del dios estaban allí y se veían también representadas con inusitadaviii delicadeza:
aparecía en forma de sátiroix en la aventura con la bella Antíope, de la que tuvo dos hijos gemelos; se lo
reconocía bajo la forma de Anfitrión mientras seducía a la hermosa Alcmena; podía vérselo como lluvia
de oro cuando penetraba en la torre donde estaba encerrada Dánae.
Mientras Aracne se dedicaba a su labor. Minerva la observaba y pudo ver que no solo Júpiter era el
protagonista de los diseños de la joven tejedora, sino que también Neptuno comenzó a cobrar vida
sobre la tela. En ella se observaban las diversas transformaciones sufridas por el dios: se presentaba
bajo la apariencia de un toro ante la presencia de una de las hijas de Eolo; convertido en el río Enipeo,
procreaba a Ato y Efialte; tomando la forma de un carnerox engañaba a Bisálpida. Todas estas escenas
aparecían dibujadas con una naturalidad que las hacía aparentar tan reales que causaban asombro a
todo aquel que las viera.
A pesar de la grandeza de su trabajo, Aracne no se contentó con haber representado las hazañas de
Júpiter y Neptuno, así que dio vida a algunas escenas que tenían como protagonistas a otros dioses. El
dios Apolo aparecía unas veces bajo formas humanas y otras bajo el aspecto de un animal. Era pastor,
unas veces; y un feroz león, otras. Luego continuó con Saturno en forma de caballo cuando tramó el
engaño contra Filira, de la cual nació su hijo, el centauro Quirón.
Y si Minerva había elegido el olivo para dar por acabada su creación, Aracne decidió entrelazar hojas de
hiedra en los bordes de tan bella obra de tapicería.
Al ver que su contrincante había acabado con su trabajo, Minerva se paseó delante de ella con el fin de
comenzar a señalar los defectos en la tela, pero no pudo encontrar ninguno. Furiosa por la situación y
llena de despecho, reprendió con violencia la veracidad de los crímenes de los dioses que aparecían
representados en el trabajo de Aracne. Luego tomó su lanzadera, rasgó de arriba a abajo el tapiz y con
el mismo impulso, golpeó fuertemente la cabeza de Aracne. La muchacha comenzó a huir desesperada
porque intuía ya el mal que sobrevendría sobre ella. Al verla correr, Minerva detuvo los pies de la
joven y elevó su cuerpo en el aire. Luego se dirigió a ella con estas palabras: "Aracne, te has
comportado de modo insolente, como castigo por tu actitud, te condeno a vivir siempre de esta forma,
suspendida en el aire".
La muchacha luchaba con sus brazos y piernas por volver a su estado normal, lo cual era ya imposible;
pero el castigo de Minerva fue aún más terrible: antes de marcharse, arrojó sobre Aracne el jugo de
una hierba envenenada. Cuando el veneno tocó el cuerpo de su rival, tuvo lugar una extraña
transformación: poco a poco, Aracne fue perdiendo sus cabellos, luego su nariz y las orejas; su cabeza y
su cuerpo comenzaron a disminuir de tamaño hasta quedar reducidos tan solo a un abultado vientre.
Por último, las piernas y los brazos se transformaron en delgadísimas patas.
De esta manera, la joven tejedora quedó convertida en araña y, desde entonces, sigue ejecutando con
sus hilos la tarea a la que estaba acostumbrada, tejer una y otra vez la tela que la sostiene en el aire.

Versión de un mito latino basada en Las metamorfosis, de Ovidio.

i Purpura real: colorante de un tono entre rojo y morado que usaban los antiguos fenicios en la ciudad de Tiro.
ii Lidia, Región histórica situada en la actual Turquía.
iii Hipepa. Ciudad ubicada en la antigua Lidia.
iv lanzadera. Pieza del telar que lleva un carretel de hilo en su interior
v Atenas. Se refiere al nombre griego de Minerva, Atenea.
vi Medusa. Monstruo mitológico que convertía en piedra a aquellos que miraba a los ojos. Fue decapitada par Perseo, quien usó

su cabeza como un arma hasta que se la otorgó a Atenea para que la pusiera sobre su escudo
vii grulla Ave de gran tamaño, generalmente de plumaje colores
viii inusitado. Poco usual, desacostumbrado.
ix sátiro. En la mitología grecorromana, hombre barbado con patas y orejas de cabra y cola de caballo o chivo.
x carnero. Macho de la oveja.
1. Las historias que las protagonistas de "La tela de Aracne" eligen contar giran en torno a un
tema. De la siguiente lista, elige cuál corresponde a las historias de Minerva y cuál a las historias
de Aracne.

• Las infidelidades de Jupiter


 El orgullo y la avaricia
 La vanidad de la mujer
 Los engaños de los dioses para cumplir un objetivo
2. Luego de haber seleccionado, los temas de la consigna anterior, explicar por qué cada una de las
protagonistas habrá elegido ese tema para su creación. Con tal fin, tener en cuenta qué le
quiere comunicar cada una a su contrincante.
3. Responder las siguientes preguntas.
a. ¿Creés que las historias que Aracne eligió contar aumentaron el enojo de Minerva? justifica
tu respuesta con una cita del texto.
b. ¿De qué modo creés que la joven habría podido calmar la ira de la diosa sin renunciar al
desafío que ella misma propuso?

4. Nombrar algunas de las habilidades que se mencionan en el texto y que hacen de Aracne una
gran tejedora.

a. Luego, resuelve la siguiente situación: si Aracne no hubiera sido tejedora, sino escritora, ¿qué
habilidades debería haber puesto en juego para vencer a su contrincante?

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