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INDIVIDUALES
IGNACIO BURGOA O.
DOCTOR EN DERECHO Y MAESTRO EMÉRITO
DE L\ UNIVER-"iID,\D NACIONAL AlITÓNOMA DE MÉXICO
LAS GARANTÍAS
INDIVIDUALES
4 O" edici6n
EDITORIAL PORRÚA
AV. REPÚBLICA ARGENTINA 15
MÉXICO. 2008
Primera edición, 1944
Derechos reservados
ISBN 970-07-7155-5
IMI'R~O EN MÉXICO
PRlNTEf) IN MEXICO
PALABRAS SOBRE LA TRIGÉSIMA NOVENA EDICIÓN
VII
PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN
i
peculativo que sobre tópicos de Derecho Constitucional he realizado, implican
la fuente de las consideraciones que se contienen en esta segunda edición de
mi libro intitulado LAs GARANTIAs INDIVIDUALES, esperando que las ideas que
en ella se exponen sean acogidas por el Foro Nacional con la misma benevo-
lencia que ha dispensado a todas mis modestas y deficientes obras de investí-
gación jurfdica,
México, D. F., diciembre de 1953.
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les, a la sana crítica jurídica con motivo de esta nueva edición, en la que he trata-
do de superar las anteriores. Creo así cumplir el deber intelectual que he
mencionado, y para cuya observancia he escatimado, al arduo y absorbente
ejercicio profesional, los momentos deliciosos de la cátedra, del estudio y de la
meditación.
México, D. F., enero de. 1961.
IGNACIO BURGOA O.
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PREFACIO
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La constante vigilancia sobre los criterios que con cierta periodicidad sus-
tenta la Suprema Corte respecto de la temática y p~oblemática de las garan-
tías individuales y nuestra modesta pero contmua investigación en relación
con ellas, han originado que en esta sexta edición hayamos tenido la oportu-
nidad de complementar y de perfeccionar el contenido del presente libro: De
esta manera creemos cumplir con el imperativo intelectual que debe condicio-
nar la tarea .de todo autor de alguna obra jurídica que trate sobre instituciones
y conceptos que cotidianamente se aplican en la dinámica del derecho. Huelga
decir que esta sexta edición, como las anteriores, la sometemos gustosamente
a la sana crítica de los lectores, cuyos juicios constructivos siempre nos han
servido de aliento y de estímulo.
México, D. F., enero de 1970.
IGNACtO BURGOA O.
IGNACIO BURGOA O.
Por último, huelga decir que esta edición como las anteriores, la somete-
mos a la sana crítica del lector, del investigador y del estudioso, bajo la pro-
mesa de que enmendaremos los errores en que hayamos podido incurrir y
cuyo señalamiento agradeceremos cordialmente.
México, D. F., agosto de 1975.
IGNACIO BURGOA O.
IGNACIO BURGOA O.
IGNACIO BURGOA O.
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Dos han sido las reformas que en materia de garantías individuales se for-
mularon durante e! año de 1979, a saber: la que concierne a la elevación de la
autonomía uniuersuaria al rango constitucional y a la preservación de los menores.
Por ende, en la presente edición comentamos ambas brevemente para mante-
ner nuestro libro en permanente actualidad, señalando, por otra parte, las te-
sis jurisprudenciales y ejecutorias de la Segunda Sala de la Suprema Corte
aplicables a los temas respectivos y que se publican en el Informe de J979.
México, D. F., febrero de 1980.
IGNACIO BURGOA O.
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I. LA PERSONA HUMANA
9
10 LAS GARANTíAS INDMDUALES
1 Esta necesidad teleológica del hombre la expresa el ilustre jurisfilósofo alemán Rudol/
t'on Ihering en los siguientes términos: "Obrar y obrar por una finalidad son equivalentes;
una acción sin fin es un absurdo tal como un efecto sin causa". (El Fin en el Derecho,
Tomo 1, pág. 30).
1 bl,¡ Epicteto decía: "Libre {'S quien vive como desea; aquél que no puede ser coac-
cionado, impedido, violentado. .. ¿ acaso alguien quisiera vivir jamás sufriendo, temiendo,
suplicando, envidiando, deseando sin lograr satisfacciones, aspirando y cayendo? Nadie."
{Disertaciones, IV, t y 4~5. En El Pensamiento ÁlUiguo de Rodolfo Mondo1fo, pág. 195,
dr:l Tomo 11.)
1 {, Filoseiía del Derecho, P.$S, 70·71.
FUNDAMENTACION FILOSÓFICA DE LAS GARANTÍAS INDMOUALES II
La circunstancia de que todo ser humano tenga o deba tener una "tcleo-
logía axiológica, e! hecho de que e! sujeto encauce su actividad externa e
interna hacia la obtención concreta de un valor o hacia su realización par-
ticular, ha provocado la consideración de la personalidad humana en su
sentido filosófico, esto es, ha suscitado la concepción del hombre como persona.
En efecto, se ha dicho que e! hombre es persona en cuanto que tiende
a conseguir un valor, a objetivarlo en actos y sucesos concretos e individua-
les, por 10 que de esta guisa, e! concepto de personalidad resulta de la re-
lación entre el hombre como ser real y biológico y su propia releología
axiológica, esto es, de! vínculo finalista que el ser humano, como tal, en-
table con el reino o esfera valoratíva o, como diría e! doctor Recaséns
Siches, "el criterio para determinar la personalidad es e! constituir una
instancia individual de valores, el ser la persona misma una concreta es-
tructura de valor", agregando: "El hombre es algo real, participante de
las leyes de la realidad; pero al mismo tiempo es distinto de todos los de-
más seres reales, pues tiene una conexión metafísica con el mundo de los
valores, está en comunicación con su idealidad."
Como 10 hace notar el mismo autor, "en Kant el concepto de persona
surge a la luz de una idea ética. Esto es, la persona se define no atendiendo
sólo a la especial dimensión de su ser (v. gr., la racionalidad, la individua-
lidad, la identidad, etc.), sino descubriendo en ella la proyección de otro
mundo distinto al de la realidad, subrayando que persona es aquel ente
que tiene un fin propio que cumplir por propia determinaewn, aquel que
tiene su fin en sí mismo y que cabalmente por eso, posee dignidad, a di-
ferencia de todos los demás, de las cosas, que tienen su fin fuera de sí, que
sirven como mero medio a fines ajenos y que, por tanto, tienen precio"."
Comentando e! pensamiento de [aoques Maritain, Recaséns Siches aña-
de: "Cuando decimos que e! hombre es persona, con esto significamos que
no es solamente un pedazo de material, un elemento individual en la na-
turaleza, como un átomo, una espiga de trigo, una mosca o un elefante.
Cierto que el hombre es un animal y un individuo; pero no como los de-
más. El hombre es un individuo que se caracteríza por la inteligencia y la
voluntad. No existe sólo de un modo biológico, antes bien, hay en él una
existencia más rica y más elevada; superexiste igualmente en conocimiento
y en amor."·
humana debe estar vinculada, ya que simplemente hemos reputado a la felicidad del
hombre como un objeto vital desde el estricto punto de vista formal, r-sto cs. como un
continente susceptible: de colmarse por variados contenidos.
11 Filolofl:a del 1Jnulw. págs. '103 y 209,
• Panorama del Pensamiento Jurídico t!'n et Siglo XX. Tomo H, pág-. lttl. Ed. 1963.
FUNDAMENTACIÓN FILOSÓFICA DE LAS GARANTiAs INDlVIDUALES 13
Una de las condiciones indispensables, sine qua non, para que el individuo
realice sus propios fines, desenvolviendo su personalidad y propendiendo a
lograr su felicidad, es precisamente la libertad, concebida no solamente como
una mera potestad psicológica de elegir propósitos determinados y escogitar
los medios subjetivos de ejecución de los mismos, sino como una actuación
externa sin limitaciones o restricciones que hagan imposible o impracticable
los conductos necesarios para la actualización de la teleología humana. La
existencia sine quu non de la libertad, como elemento esencial dé! desarrollo
dc la propia individualidad, encuentra su sustrato evidente en la misma na-
turaleza de la personalidad humana.' nr Efectivamente, hemos hecho hincapié
en la circunstancia de que la persona tiende siempre a realizar su propia
finalidad, que por lo general se traduce en el anhelo de operar valores sub-
jetiva u objetivamente, según el caso. Ahora bien, la calidad y cualidad de
los fines particulares deben estar de acuerdo con la idiosincrasia y el tem-
peramento específicos del que los. concibe. Por ende, los fines o propósitos
deben ser forjados por la propia persona interesada, pues sería un contra-
sentido que le fueran impuestos, ya que ello implicaría no sólo un valladar
insuperable para el desenvolvimiento de la individualidad humana, sino
que constituiria la negación misma de la personalidad, porque la noción de
ésta "implica la de totalidad y la de independencia".'
Los anteriores asertos se robustecen con la estimación kantiana acerca
de la personalidad, en la que se la aprecia como un auto-fin humano, esto
es, que el hombre constituye un fin de sí mismo y no un mero medio para
realizar otros propósitos, que se suponen impuestos. Si el hombre, si la per-
sona human" estuvieran constreñidos a realizar ciertos fines determinados
de antemano sin intervención de su libre albedrío, se destruiria entonces la
personalidad, ya que en tal hipótesis, el sujeto sería empicado como un mero
medio de verificación de los propósitos materia de la aludida pre-determina-
ción, no constituyendo, por ende, un fin en sí mismo (auto-fin), en que
estriba su propia evolución. Sobre el particular, Juan Manuel Terán Mata,
en un interesante estudio sobre los valores jurídicos, se expresa así: "En su
valor positivo existiría la libertad en cuanto no se tenga un medio como
puro fin, porque en este caso, la conducta o el acontecer libre se encadena,
ya que lo condicionado, medio, se hace condicionante y a priori desaparece
la posibilidad de elegir fines que sólo se dan para el su¡eto en cuanto no se
subordina a un motivo limitado, a lo que debe ser medio, sino que aspira
4 bis Libertas est naturalis facultas eius, quod cuique lacere libet, nisi si quid vi, aut
jure proñibetur, (La libertad es una facultad natural de hacer aquello que a cada uno le
agrada, si no le está prohibido por alguna ley o lo impida la violencia.} (FLORENTINO,
Digesto, Libro l. Título Quinto y número 4.)
e O p. Cit.} la misma página.
14 LAS GARANTÍAS INDnnOUALES
gia, el hombre es naturalmente libre para concebir sus propios fines vitales
y para seleccionar y poner en práctica los medios tendientes a su realiza-
ción. De ahí que, filosóficamente, la libertad sea un atributo consubstan-
cial de la naturaleza humana, es decir, que el hombre, en su íntima esen-
cia, es libre por necesidad ineludible de su personalidad, o sea de su auto-
teleología, como elemento substancial de su ser.
Expusimos que el ser humano es quien crea sus -propias normas que se
resuelven en juicios lógicos, para poner en juego los medios tendientes a la
cristalización de los fines que se proponga, por lo que se dice que la liber-
tad humana, en los términos genéricos en que la hemos concebido, esto es,
como facultad o posibilidad de forjación de fines y de cscogitación de los
medios idóneos respectivos, subjetivos y objetivos, es eminentemente autó-
noma, puesto que ella misma Crea sus propias reglas. Este es, pues, el pa-
norama que se nos presenta a la observación aislada y singular de la persona.
Sin embargo, el hombre es un ser esencialmente sociable, o, como dijera
Aristóteles, un zoon politikon, pues es imposible forjar siquiera su existencia
fuera de la convivencia con sus semejantes. La vida social del ser humano
es siempre un constante contacto con los demás individuos miembros de la
sociedad, equivaliendo, por tanto, a relaciones de diversa índole, sucesivas
y de reaparición interminable." Ahora bien, para que la vida en común
sea posible y pueda desarrollarse por un sendero de orden, para evitar el
caos en la sociedad, es indispensable que exista una regulación que encauce
y dirija esa vida en común, que nOnTIC las relaciones humanas sociales; en
una palabra, es menester que exista un Derecho, concebido formalmente
10 Refiriéndose a. las ideas .de Jacques Maritain, Recaséns Siches asevera: "La per-
sona es un todo, pero no un todo cerrado, antes bien, un todo abierto. Por naturaleza
la persona tiende a la vida social y a la comunicación. Es aSÍ, no s610 a causa de las..
necesidades y de las indigencias de la naturaleza humana, por raz6n de las cuales cada
uno tiene necesidad de los otros para su vida material, intelectual y moral; sino que es
así, también por razón de la generosidad radical inscrita en el ser mismo de la persona;
a causa de ese hallarse abierto a las comunicaciones .de la inteligencia y del amor, rasgos
propios del espíritu y que le exige entrar en (elación con otras personas. En términos
absolutos, podemos decir que la personalidad no puede estar sola. Así pues, la sociedad
se forma como algo exigido por la naturaleza, precisamente por la naturaleza humana,
como una obra realizada por un trabajo de la razón y de la voluntad, y libremente
concebida." Panorama del Pensamiento [urídíco en ..:1 Siglo XX. Tomo 11, pig. 833.
Edici6n 1963. Estas ideas siempre han predominado en el pensamiento sociol6gico y filosó·
Iico de todos los tiempos. pues independientemente de la concepción aristotélica del
hombre como zoon politikon J Marco AU'lelio afinnaba que "Los hombres han nacido los
unos para los otros", y modernamente lhering sostiene que "La naturaleza misma ha seña.
lado al ser humano el camino que debe tomar para ganar a otros para sus fines: es la
asociaci6n del propio fin con el interés ajeno" (Cfr. respectivamente El Pensamiento Anti.
euo, Tomo 11, pág. 205, y Op. cit .. Tomo 1, pig. 47).
18 LAS GARANrlAS INDIVIDUALES
1(1 ti.,. Así, dentro de su concepción estatista del Derecho, lhering afinna que "La
coacción aplicada por el Estado en la ejecución constituye el criterio absoluto del derecho,
una norma jurídica sin coacción jurídica es una contradicción en sí, un fuego que no
arde, una luz que no ilumina" (Op. cít., Tomo 1, pág. 239).
10,' Prescindimos, para 11l~ efectos del tema que tratamos, de la cuestión tan intere-
sante cuanto comrovcrtida acerca de la existencia de un "derecho natural". Este tópico
pertenece al ámbito de la Pilosoña Jurídica, en la que destacan la.. ideas jusnaturalistas
de Santo Tomás de Aquino y Francisco Suáre.z. El primero afirma que "Toda Iey de
procedencia humana sólo es verdadera ley, en cuanto se deriva de la ley natural; y
no lo será sino más bien corrupción de la ley, si no es juvta o conforme con la razón
natural, cuya primera regla es la ley natural." Por su parte, Suárez sostiene que "La ley
natural no puede faltar ni mudarse, ni en lo universal ni en lo particular." {Citas in...cr-
tas en la monografía "Bree-e Filosofía del Derecho" del distinguido maestro qucrctano
Antonio PJu.t Atcocer.)
11 Op. cit.
FUNDAMENTACIÓN FILOSÓFICA DE LAS GARANTÍAS INDMDUALES 19
12 Sin embargo, tales barreras, pese a los jusnaturalistas, no son a su vez jurídicas,
sino que se traducen en exigencias éticas Que hacen "que el Derecho Positivo no seacel
ínjustum jus de los romanos.
20 LAS GARA.""l'riAS INDMDUALES
13 Según hemos aseverado, no han faltado deturpadores del Derecho, cuyas impug-
naciones se explican por su ignorancia o desconocimiento del fenómeno jurídico. Sin
embargo, lo que sorprende es que haya juristas o abogados que hagan causa común con
los enemigos de dicha disciplina cultural. Entre ellos figura Eduardo Nouoa Monrt:a1,
quien, en su libro intitulado <lEI Derecho como Obstáculo al Cambio Social", aparecido
en . marzo de 1975, sustenta apreciaciones que denotan ligereza y falta de fundamento
y que contradicen consideraciones muy importantes que él mismo formula en su propia
obra. Al criticar al Derecho comete el mismo error metodológico en que incurren sus
impugnadores, consistente en atacar el orden jurídico en sí mismo, tomando exc1ush-a~·
mente como base el contenido variable de sistemas de derecho. concretos históricamente
dados. La contradicci6n a que nos referimos resulta de las afirmaciones que Novoa Mon-
real hace en su mencionado libro, y que, en síntesis, son las siguientes: "Este cada vez
mayor alejamiento del Derecho de la realidad social y su renuencia a satisfacer lo que
toda sociedad alerta a sus propios fines espera de ~I, no es, sin embargo. su aspecto
negativo más saliente.
"A nuestro juicio la nota más deprimente reside en que los preceptos, esquemas y
principios jurídicos en boga se van convirtiendo .gradualmente no sólo en un pesado
lastre que frena el progreso social, sino que llega, en muchas ocasiones. a levantarse
como un verdadero obstáculo para éste.
FUNDAMENTACIÓN FILOSÓFICA DE LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES 21
V. EL MARX-LENINISMO
A. Su exposicién sucinta
Es de vital ímportancia conoce>' las tesis básicas de la llamada ideología
marx-leninista, que como bandera demagógica se tremola contra los regíme-
nes democráticos, para consolidar los principios que hemos expuesto en tor-
no a la persona humana y a sus relaciones con la sociedad, mediante una
sana y serena crítica de los postulados en que esa ideología se sustenta y
los objetivos que persigue. No está en nuestro ánímo formular una exposi-
ción exhaustiva del marx-leninismo, es decir, abordar el tratamiento de
todos y cada uno de sus aspectos, pues ello rebasaría los límites del presente
libro. Sólo nos interesa, en función del tema introductorio de esta obra. es-
tudiar la situación que te6ricamente ocupa la persona humana dentro de
su marco eidético y en la que se la colocaría en el supuesto de que el marx-
leninismo se ímplantara cabalmente en la realidad social. Aunque el marx-le-
ninismo tenga una base eminentemente socio-económica y represente una
tendencia politica, su repercusión en el campo del derecho es innegable, sin
que, por ende, deba pasar inadvertida para el jurista, máxime que, según
lo constataremos, en las diferentes etapas del desarrollo integral de dicha
corriente, la proscripción de lo jurídico es su signo característico.
Partiendo de la idea de que la sociedad burguesa, es decir, no comu-
nista, está constituida por dos clases: la de los explotadores o propietarios
dc los medios de producción- y la de los explotados, o sean, los obreros y
campesinos, Marx y Engels conciben al Estado y al Derecho como la "ma-
1'f RxCA9ÉNS SIeHES. Füosofla d~l Dereeho, pigs. 305 Y 306.
28 LAS GARANrtAs INDIVIDUALES
10 HANS KELSEN, 'TeorÚJ Comunuta d~1 D~'echo y del Estado, pág. 17.
,. Op. cit., págs. 49 Y 50.
20 KELSEI'O. Op. eit., pág. 52.
.. lbld. Pág. 57.
.. tu«. Pág. 59.
FUNDAMENTACIÓN FILOSÓFICA DE LAS GARANTÍAS INDMDUALES 29
B. Su critica
El marx-leninismo es una teoría que se autocalifica como revolucionaria
y que afirma preconizar una política revolucionaria. Su móvil es la aboli-
ción de la propiedad privada de los medios de producción, o sea, su socia-
lización. Por consiguiente, importa una ideología de contenido esencialmente
económico, para cuya implantación proclama dos objetivos: uno inmediato,
a saber. el establecimiento de la dictadura del proletariado, como situación
23 tu« Págs. 81, 82 Y 83.
2. KELSEN. Op. cit., pág. 85.
en tsu. Pág. 86.
30 LAS GARANTIAS INDIVIDUALES
ce Cegado por la pasión, Lenin aíirmaba: " ... sólo el comunismo suprime ~I~. absoluto
la necesidad del Estado, pues bajo el comunismo no h¡;¡y nadie a quien reprimir -(?), nadie
en el sentido de ciase, en el sentido de une ¡".-:!:::. sistemática centre. determinada parte de
la población-o Nosotros no somos utopistas (?) v no negarnos, en modo alguno, que es posi-:
FUNDAMENTACIÓN FILOSÓFICA DE LAS GARA>'ITiAS INDIVIDUALES 37
A. Criterio formal
aparato especial de represión, esto lo hará el mismo pueblo armado (linchamiento, agrega-
rnos) con la misma sencillez y facilidad COn que un grupo cualquiera de personas civilizadas
l ?), incluso en la sociedad actual, separa a los que están peleando o impide que se mal-
trate a una mujer ... 1>. (Op. cít., págs. 269 y 270.)
FUNDAMENTACIÓN FILOSÓFICA DE LAS GARANTiAS INDiVIDUALES 39
B. Criterio material
VIII. CONCLuStÓN
los valores de la persona". La Libertad Humana Valor del Estado. Articulo pubncado
en la Reoista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Volumen correspondiente a enero-
~o de 1946. .
Por otra parte, es interesante observar que la justicia social abarca Jo que, siguiendo
a Aristóteles. se llama justicia conmutativa, distributiva y legal. Así don Antonio Pirez
Alcacer sostiene -que "Los hombres, por naturaleza, somos miembros de una sociedad
organizada en Estado. De aquí que podamos considerar a Jos miembros de una sociedad,
en sus relaciones, de tres maneras: de parte a parte, de todo a parte y de parte a todo
y, por lo mismo, hay tres especies de justicia: conmutativa, distributiva y legal. La pri-
mera se refiere a las relaciones entre individuos y comprende las relaciones de derecho
privado. Si 'A' celebra un contrato en virtud del cual debe a 'B' cierta cantidad, aquél
está obligado a pagar a éste dicha cantidad, ni más ni menos. Si paga menos, comete
injusticia; si paga más. y el acreedor la recibe a sabiendas, es él quien la comete. La jus-
ticia que se refiere a las relaciones entre todo y parte es la justicia distributiva; se trata
de las relaciones entre el Estado y sus miembros, de una justicia no de igualdad sino de
proporcionalidad. El Estado distribuye las cargas públicas, según la capacidad de cada
quieñ, -según su situación económica, y los puestos públicos según la preparación y la
aptitud de cada miembro de la sociedad, así como los honores y distinciones. La justicia
legal es la que se refiere a la conducta de los miembros del Estado respecto de éste.
Todos somos deudores de lo que es necesario para la conservación, la dignidad y la pros-
peridad del Estado al que pertenecemos: prestar servicios de orden militar, no violar las
leyes, no cometer delitos. dar aportaciones a la cultura, exigir a los gobernantes el cumpli-
miento de sus obligaciones y elegirlos de acuerdo con nuestras convicciones." (Breve
Fílosoiía d.t Derecho. Págs. 22 Y 23.)
FUNDAMENTACIÓN FILOSÓFICA DE LAS GARANTlAs INDMDUALES 51
l. TIEMPOS PRIMITIVOS
38 RAVMOND G. GETTEL, Historia de las Ideas 'Polítícas, tomo 1, pág. 63. Refiriéndose
específicamente a Egipto, CÉSAR CANTÚ exponía: "Mas, no obstante los elogios prodiga-
dos a los egipcios, ¿ qué _pensar de un gobierno en d que un faraón medita los medios de
oprimir sabiamente á un pueblo refugiado y que, no pudiendo diezmado imponiéndole
enormes trabajos, ordena la degollación de todos los recién nacidos? ¿ Qué pensar de un
país donde hay de un lado dominadores instruidos y del otro siervos ignorantes y embrute-
cidos, 10 cual es peor aún que vencidos y vencedores?" (Historia Universal, torno 11,
pág. 34.)
60 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
III. CRECIA
que los dioses no estaban satisfechos con el gobierno." "Su autoridad les
permitia condenar a muerte a cualquier ciudadano sin explicar los motivos
de la sentencia:" 405
En Atenas la situación social era diferente de la que prevalecía en Es-
parta. No existía esa diferenciación jerárquica entre tres clases sociales
diversamente colocadas ante el derecho y en la realidad; había, es verdad,
cierta desigualdad entre los hombres, aunque no tan marcada como en el
régimen espartano. El ateniense gozaba de una libertad fáctica frente al po-
der público; podia libremente actuar ante éste y aun impugnar o criticar
su proceder en las asambleas cuando fuere contrario a su criterio; mas esa
libertad sólo tenia una existencia de hecho, sin que significara, por tanto,
una obligación para la autoridad estatal su respeto; en una palabra, la li-
bertad del ateniense, manifestada en diversos actos concretos, no implicaba
un derecho público individual, esto es, una exigencia juridica frente al Es-
tado con obligación ineludible de parte de sus autoridades en el sentido
de acatarla.
Se atribuye a Sol6n la estructuración legislativa de la polis ateniense.
Narran los historiadores que su obra fue tan trascendental, que las más
importantes instituciones juridicas de Atenas derivaron de su genio corno
estadista. Según acontecía por lo general en los pueblos de la antigüedad,
la organización estatal no se compendiaba en una constitución unitaria, sino
que se establecia en diferentes cuerpos legales aislados, cuya materia de
regulación era diferente. Asi sucedió en Atenas, en que. la labor de Solón
no se tradujo en la confección de un solo ordenamiento juridico, sino en la
expedición de diversas leyes especiales. La historia nos ha legado, sin em-·
bargo, las normas básicas que a modo de principios latían en esa legislación
diversificada.
Según afirmamos anteriormente, la desigualdad social en Atenas no
presentaba los caracteres tan marcados que ostentaba en Esparta, no obs-
tante lo cual no es posible aseverar. que en el sistema juridico de la gran
polis ateniense se haya proclamado la igualdad legal entre todos los miem-
bros componentes de su población. Así, y desde los remotos origenes de
Atenas, los individuos se agrupaban en clases sociales diferenciadas unas
de otras por razón de la sangre; y este criterio, sobre el que descansaba la
desigualdad social, se substituyó, en la obra de Solón, por el que se fundaba
en una diferencia plutocrática. De esta guisa, el pueblo ateniense se dividió,
durante la época de ese célebre legislador, en cuatro clases, colocadas je-
rárquicamente en atención a los bienes de fortuna que cada una de ellas
poseia. Los ciudadanos componian la clase social superior, dotada de todos
los derechos políticos y formada 'por los individuos de mayor poderlo eco-
nómico; los caballeros integraban la segunda clase social y aunque gozaban
de tales derechos, éstos sólo los habilitaban para ocupar magistraturas in-
~5 Op. cit., pág. 17.
SITUACIÓN DEL GOBERNADO EN LA HISTORIA 65
feriares dentro de la polis; la tercera clase social estaba compuesta por los
zeugitas, entre quienes se reclutaban los soldados; y por último, eran los tetes
los que componian la clase social más baja en Atenas, habiendo estado
privados de derechos políticos.
El régimen plutocrático de Atenas, que substituy6, según dijimos, a la
primitiva aristocracia, fue evolucionando hacia el sistema democrático di-
recto, cuya implantaci6n se consuma dehnitivamente bajo el gobierno de
Pericles y durante el cual culminó el esplendor político y cultural ateniense.
Una de las conquistas logradas fue la consistente en el establecimiento de
la isonomla o igualdad ante la ley. Además, se implant6 una especie de "ga-
rantía de legalidad", implicada en la circunstancia de que todo acle público
y toda norma legal deberían estar de acuerdo con la costumbre jurídica.
De esta guisa, se crearon importantes funcionarios que recibían el nombre
de nomotetas o "guardianes de las leyes", y cuya primordial misi6n estri-
baba en impugnar ante la asamblea las normas legales inadecuadas. o im-
pertinentes. Merced a la gestión impugnativa de los "nornotetas", las asam-
blcas de ciudadanos revisaban sus propias leyes con el objeto de constatar
lo que suele llamarse su "causa final", es decir, su idoneidad desde el punto
de vista social, económico o político en aras de los intereses de Atenas.
Sin embargo, fuera de ese control o equilibrio ejercido por la asamblea
ateniense, que era el 6rgano supremo del Estado, no existía dentro del ré-
gimcn jurídico de la luminosa polis griega ninguna instituci6n que hubiese
establecido derechos en favor del gobernado frente al gobernante, circuns-
tancia que no fue sino la consecuencia de la concepci6n política dominante
de la época, en el sentido de que s610 a través de la organizaci6n estatal
el individuo encontraba su verdadera perfecci6n, por lo que el poder del
Estado no tenia límites, pudiendo inclusive injerirse hasta en los detalles
más nimios de la vida privada.
En resumen, cI individuo como gobernado no era titular de ningún de-
recho frente al poder público, o sea, en las llamadas relaciones de supra a
subordinaci6n o de gnbierno propiamente dichas. Su personalidad como
hombre se diluía dentro de la polis. S610 valía o tenía alguna significaci6n
en la medida en que, como ciudadano, intervenía en la actividad estatal
como miembro de los diferentes órganos de gobierno, tales como las asam-
bleas y los tribunales. En Atenas, el pueblo (demos) lo era todo. A él in-
cumbia la e1aboraci6n de las leyes y la administraci6n de justicia, misma
que impartiaconstituyéndose en el célebre tribunal de los heliastas. El signo
transpcrsonalista y estatista que caracteriz6 al régimen jurídico-politice de
Atenas y, en general, de las demás ciudades griegas, trajo como consecuen-
cia la minimizaci6n de la persona humana como tal, esto es, en su calidad
de gobernado; y si el ateniense pudo escalar las más alta. cúspides del pen-
samiento y de la expresi6n artística y cultural, fue debido a la actitud de
tolerancia y de respeto extrajurídicos que los g-obernantes asumianfrcnte
66 LAS GARANTiAS INDIVIDUALES
bia sumisión. Platón llegaba hasta el extremo, en s'el concepclOn ideal del
Estado, de considerar a éste como la realidad non plus ultra que debía ab-
sorber toda la actividad individual. Fue por esto por lo que la te;'ría pla-
tónica en materia política proponía la abolición de la propiedad privada
y de los lazos familiares para asegurar la unidad orgánica del Estado.
Arist6teles, discípulo del anterior, no obstante que en lineamientos ge-
nerales adopta la teoría política de su maestro, se muestra liberal, por asi
decirlo, en cuanto al problema de la situación del individuo frente al po-
der público. Según el estagirita, para que el hombre pueda alcanzar un
grado de perfección, que' no se lograba tuera de la convivencia social, era
menester gozar de cierto radio de libertad, el cual implicaba, correlativa-
mente, ciertas limitaciones al poder estatal. Sin embargo, a esa esfera de
libertad individual, Aristóteles no la colocaba en el rango de derecho pú-
blico del gobernado, oponible obligatoriamente al Estado; según la tesis aris-
totélica sobre el particular, las autoridades deberian asumir el papel de
tolerancia o consenso frente a una determinada actividad libre del ciuda-
dano, pero nunca se deberían ver obligadas a respetarla como si se tratara
de un verdadero derecho. Por lo que ve a la igualdad, Aristóteles la pros-
cribia al justificar la esclavitud y la existencia de clases sociales completa-
mente diversas, en vista de lo cual es inconcuso que en la doctrina política
del ilustre estagirita no podemos vislumbrar ninguna concepción respecto
a los derechos públicos individuales ni, consiguientemente, por lo que con-
cierne a ningún medio jurídico de protección a los mismos."
No obstante, ello no implica que para Aristóteles no existiera una le}
natural anterior a las leyes positivas de la polis, ya que para él éstas debe-
rían corresponder a la "justicia" quc deberia integrar su contenido. De ahí
que, cuando no existiese esa correspondencia, incumbía al juzgador, me-
diante la equidad, resolver en justicia cualquier caso concre.to que se pre-
sentase. Sin embargo, las ideas de Aristóteles sobre la supervivencia de una
ley natural sobre las leyes positivas, deben sólo considerarse como un pen-
samiento tímido quc cede a la concepción vigorosa de la polis, considerada
por el estagirita, siguiendo a su maestro Platón, como el estado en que el
individuo encuentra su perfección, de lo que concluye Rommen que, contra
la polis, según las ideas aristotélicas, "no podía prevalecer, propiamente
hablando, ningún derecho natural subjetivo del ciudadano"."
41 Es evidente que Aristóteles, al preconizar la existencia de diferentes clases sociales
dentro del Estado. combatió la "isonomla", es decir, la mera igualdad te6rica ante
la ley. Conforme al pensamiento aristotélico, la verdadera igualdad consiste en el trata-
miento "igual para los iguales" y "desigual para los desiguales". pues sólo así puede obte-
nerse el equilibrio social. es decir, la justicia. Por consiguiente, ésta, según las ideas del
célebre estagirita. únicamente se consigue por la.s leyes positivas si el legislador atiende, al
elaborarlas. a las desigualdades reales existentes, adoptando las medidas idóneas para esta-
blecer entre ellas la armonía, que no es sino el supuesto ineludible de la paz pública
y de la felicidad de los pueblos.
48 ROMMEN, op. cit .• pág. 27.
68 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
IV. ROMA
49 Es bien conocida la lucha' de clases emprendida por la plebe contra los patricios, y
cuyo hecho más sobresaliente consistió en el retiro de los plebeyos armados al Monte Sacro
en actitud hostil, ante la cual el Senado les envió al célebre Menenio Agrippa, quien, va-
tiéndase de la metáfora de lilas miembros y el estómago", demostró que los patricios y
plebeyos componían un solo organismo en la sociedad romana Con tareas y funciones espe-
cíficas pero coordinadas que en concurrencia lo mantenían vivo y actuante.
70 LAS 'GARANTÍAS INDIVIDUALES
V. EDAD MEDIA
cada uno de los cuales era diversa la situación del individuo en cuanto a
sus' derechos fundamentales, principalmente el de la libertad.
La época de las invasiones, en la que los pueblos llamados bárbaros no
estaban aún delineados perfectamente en su formación, pues por lo general
estaban constituidos por tribus dispersas y _aisladas, se caracterizó por el
predominio de la arbitrariedad y el despotismo sobre la libertad humana,
que ni siquiera estaba reglamentada jurídicamente en sus relaciones priva.
das, como sucedía en Grecia y Roma, pues existía lo que se conoce con el
nombre de "vindicta privata", en la que cada quien podía hacerse justieia
por su propia mano. En estas condiciones, es inútil hablar de la existencia
de la libertad del individuo como derecho público subjetivo y mucho me-
nos del medio de proteeción correspondiente,
La época feudal se caracteriza por el .dominio del poseedor dc la tierra,
dueño de ella. respecto de aquellos que la cultivaban, cuyas relaciones die-
ron ongen a la msntucion medieval de la senndumbre, La propiedad tern-
torial confería a su titular un poder no sólo de hecho, sino de derecho, sobre
los que la trabajaban, quienes rendían homenaje y juraban obediencia al
terrateniente o señor feudal. El régimen de la servidumbre ·otorgaba a éste
un poder soberano sobre los llamados siervos o vasallos, pudiendo disponer
de su persona casi ilimitadamente." e En esta virtud, no tue posible concebir
siquiera un orden de derecho que garantizara la libertad del hombre como
elemento o factor inherente a la personalidad humana frente a los aetas
arbitrarios y muchas veces despótieos del señor feudal, quien no encontraba
otro límite a su actividad que su propia conciencia en relación con sus ser-
vidores y un vasallaje, nada más simbólico la mayoría de las veces, en cuanto
al monarca o emperador. .
Cuando las ciudades libres de la Edad Media fueron desarrollándose,
cuando los intereses económicos de las mismas fueron adquiriendo impor-
tancia, los citadinos supieron imponerse a la autoridad del señor feudal,
exigiéndole salvoconductos, cartas de seguridad, etc., y en general el reco-
nocimiento de ciertos derechos que integraron una legislación especial (derecho
cartulario). Se creó en esta forma, durante este tercer periodo medieval, o
sea, el municipal, un régimen de legalidad que limitaba y sometía la auto-
ridad del señor feudal en beneficio de los habitantes de las ciudades. El
incremento económico y político que fueron paulatinamente· adquiriendo
las poblaciones medievales, fue la causa de que los gobernantes respetaran
los compromisos que habían contraído con 'sus moradores, mas la posibili-
. d~d de contravención y las violaciones mismas no tuvieron ninguna sanción
50 e uEI día que la invasión bárbara rompió la ciudad antigua y esparció los restos
por el campo, trasladó por el mismo golpe la acción social de la ciudad al castillo. El cas-
tillo fue el centro del gobierno, la capital dispersa -y múltiple donde el señor reinaba,
juzgaba, acuñaba moneda y echaba impuestos. El feudalismo transformó por este cambio
la esclavitud en servidumbre." (EUGENIO PELLETAN: La Pro/esi6n de Fe del Siglo XIX,
pág. 243.)
74 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
~1 "Cuando el Cristianismo (mejor dicho los cristianos) era tan s610 una secta perse-
guida, afirma Gettel, abogaba por la transigencia y la tolerancia" y defendía el carácter vo-
luntario de los lazos religiosos; cuando se ve favorecido posteriormente con la protección
del Estado, abandona este punto de vista. Las divisiones religiosas constituyen un. peligro
para la unidad del Estado! en el aspecto polític~; por otra p"arte, sólo se logra la salvación
SITUACIÓN DEL GOBERNADO EN LA HISTORIA 75
de las almas por medio de la Iglesia; con estas creencias comienza la actuación de una
política coactiva y dominante y se entroniza firmemente la actitud del dogmatismo e into-
lerancia que caracteriza el periodo medieval. Durante un periodo de mil años se esclaviza
a la razón, se detiene el progreso científico y se persigue con dureza a cuantos disienten
de las creencias ortodoxas. En estas condiciones era imposible que pudieran florecer
verdaderamente las teorías políticas." (Historia de las Ideas Políticas, tomo 1, págs. 149
y 150.)
na Véase introducción.
~2 ut a " ••• toda ley humana en tanto es ley en cuanto se deriva de la ley natural.
Mas si en algún caso una ley se contrapone a la ley natural ya no es ley, sino corrup-
ción de la ley', dice Santo Tomás, agregando que "la ley escrita no da su fuerza a la
ley natural, ni tampoco le puede por tanto quitar o disminuir su fuerza. porque ni siquiera
la voluntad del hombre es capaz de cambiar la naturaleza. Por tanto, si la ley escrita
contiene algo contrario al derecho natural, es injusta, y por tanto no tiene fuerza obli-
gatoria. Pues el derecho positivo sólo tiene lugar en aquellas cosas que de suyo son
indiferentes al derecho natural. Por tanto, las leyes escritas ni siquiera pueden llamarse
leyes, sino más bien corruptelas de la ley, como ya lo hemos dicho. Por tanto, no se ha
de juzgar según ellas". (Tratado de la Ley de la Justicia, págs. 35 y 145. Edición "Sepan
Cuantos". Editorial Porrúa.)
:;3 Para San Agustín (yen este punto coincide con Cicerón) la justicia de las leyes
humanas deriva de su adecuación .a la ley natural, que no es sino el reflejo de la "ley eter-
na", o sea, de "aquella en virtud a la cual es justo que todas las cosas estén perfectamente
ordenadas", ya que es "la razón en la mente de Dios que dirige todo lo creado hacia sus
76 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
VI. ESPAÑA
54 Códigos españoles. Introducción al tomo 1 por don Joaquín Francisco Pacheco, 1847.
5:> Posiblemente,"esta -eIúáÜca·-declar~ciÓn ~'e-¡n-!pir6en jas ideas de San Isidoro, ar-
zobispo de Sevilla, que recogieron- eCproverbio de Horacio, concebido en estos ténninos:
"Rey que no rige y corrige en justicia, o se aparta de lo recto, pierde el nombre de rey."
Considerando al pensamiento teológico-político de San Isidro como el antecedente de
las Cortes medievales españolas, Ismael Diego Pire;: sostiene que sus teorías sobre el gc..
bierno de los pueblos "se fundamentan en la garantía para el_ rey y para los súbditos".
/
agregando: "y da entrada (San Isidoro) al poder moderador de la facu1Í:ad real, que
puede ser anatematizada o limitada por el Consejo o Concilio de los primates del reino."
(Presencia Universal de España, pág. 101.)
56 Op. cit., introducción al tomo 1, pág. XXIX. Los citados "concilios" fueron desde
sus albores reuniones de eclesiásticos de diferentes jerarquías o categorías que se celebraban
en diversas ciudades españolas. siendo las más connotadas por dicho motivo las de Sevilla.
Zaragoza y Toledo. Los asuntos-que en tales reuniones se trataban eran primeramente de
carácter religioso, pero más tarde se abordaban y resolvían cuestiones de tipo político y
jurídico laico; y prueba de ello es que de algunos concilios, principalmente de los de To-
ledo. convocados y presididos en general por los mismos reyes visigodos, emanaron no sólo
restricciones al poder real. sino verdaderas normas de organización del reino, así como dis-
posiciones de derecho de diferente Iedole, sobre todo en materia civil y penal. Fue así ccurc,
según tesis generalmente aceptada, de los concilios de Toledo surgió el Fuero Juzgo como
la legislación más completa e importante que se expidió en España durante la época
visigótica.
\
SITUACI~ DEL GOBERNADO EN LA HISTORIA 79
.\
cuatro libros en
..
los, que se norman diferentes cuestiones de derecho, prin-
cipalmente en el civil y en el penal.
Por otra' parte, el Ordenamiento de Alcalá, expedido por don Alfonso
XI en el año de 1348 en Alcalá de Henares en los treinta y dos títulos que
comprende, regula como los otros cuerpos legales diferentes' cuestiones ata-
ñederas a diversas ramas juridicas principalmente en lo que concierne al
derecho civil, penal y procesal.
La unificación del derecho estatutario de los reinos dc Castilla y León
se realiza con la expedición de Las Siete Partidas, elaboradas bajo el go-
bierno del rey don Alfonso X, llamado con justicia el Sabio por el gran
acervo cultural que poseía. Puede afirmarse; sin hipérbole, que dicho mo-
numental ordenamiento constituye una de las obras más geniales que el
pensamiento humano haya producido en pleno medievo por lo que respecta
al derecho positivo, habiéndose no sólo codificado en él bajo un sistema
normativo unitario múltiples disposiciones contenidas en cuerpos legales an-
teriores, incluyendo a las de los diversos fueros municipales, -sino adoptado
principios prevalentes de la filosofía política de la época y del Derecho Ro-
mano oue parecía haberse olvidado en Iegislaciones precedentes."
Así, en la Primera Partida se explica Jo que debe entenderse por "de-
rccho natural", por el de gentes (jus gentium), por leyes, usos, eostumbrcs
y fueros, prescribiéndose el carácter realista quc debe tener toda legislación,
en el sentido de que ésta debe amoldarse a las necesidades que vayan sur-
giendo en la vida de los pueblos y experimentar todos los cambios y rnodi-
ficaciones que aconseje la realidad social.
En la Segunda Partida se comprende el derecho político, cuyo principio
de sustentación lo constituyen las ideas que en la Edad Media imperaban
sobre la radicación de la soberanía, o sea, que ésta residía en la persona del
monarca por "derecho divino", reputándose al rey como "vicario de Dios"
con poder sobre sus súbditos "para mantenerlos en verdad y en justicia
cuanto en lo temporal" (ley quinta) _ En otras disposiciones de dicha Par-
tida se consigna el régimen monárquico absoluto, pues siendo el rey el re-
presentante de Dios sobre la Tierra en lo concerniente a los asuntos no es-
pirituales, entre aquél y sus gobernados no debía existir ningún límite que
restringiera la actividad real que no fuese la propia conciencia del monarca
encauzada por reglas de tipo religioso y moral que preconizaran un trata-
miento humanitario, .píadoso y caritativo para los súbditos. Es por ello por
lo que. la mencionada Partida, aunque haya instituido un régimen monár-
31 Por no corresponder al tema del presente libro, no está en nuestro ánimo formular
una crítica exhaustiva de las Siete Partidas, pues la labor correspondiente incumbe a los
historiadores del Derecho .Universal, sin que dejemos de recomendar el importante estudio
Que sobre dicho ordenamiento ha elaborado el ilustre iurisconsulto español don Pedro
Gómez de la Serna, y que se contiene a guisa de mtroducción en el tomo II de -la compi':'
laclén llamada Códigos EiPaiíoles, edici6n 1849.
!
podía ejercerse violencia alguna, en aras del rey, quien paulatinamente fue
instituyendo nuevas prohibiciones a su ejercicio. El conjunto de estas res-
tricciones recibía el nombre de "la paz del rey", que, como dice Rabasa,
"comenzó por limitarse al respeto de su residencia o su presencia y fue
extendiéndose poco a poco a las cosas reales como los caminos públicos, a
la ciudad, a distritos señalados, etc.". En esta forma cl régimen de la ven-
ganza privada fue extinguiéndose paulatinamente y las violencias en que
se traducía fueron desapareciendo con el tiempo. Así se crearon los prime-
ros tribunales que eran el "Witan" o consejo de nobles, el tribunal del
Condado y el Consejo de los Cien, que se concretaban a vigilar cl desarro-
llo de las ordalias o juicios de Dios. Con posterioridad, y en vista de la im-
'posibilidad material del monarca para impartir justicia en todos los lugares
del reino, se estableció lo que se llamó la "Curia Regis" o Corte del Rey,
con atribuciones varias, que éste le había delegado. En esta forma, los di-
versos tribunales de los distintos pueblos que habitaban Inglaterra fueron
sometiéndose a la autoridad judicial central, quien respetó siempre sus cos-
tumbres y tradiciones jurídicas, aunque después éstas tuvieron que ceder.
Así, en toda Inglaterra se fue extendiendo lo que se llamó el common lato,
que fue y es un conjunto normativo consuetudinario, enriquecido y com-
plementado por las resoluciones judiciales de los tribunales ingleses, y en
particular por la Corte del Rey, las cuales constituyeron, a su vez, prece-
dentes obligatorios no escritos para casos sucesivos." .En otras palabras, y
como afirma Blackstone, el common law o derecho no escrito, "se encuentra
en el hecho de que su institución original y autoridad primitiva no revis-
tieron forma escrita, como las leyes del Parlamento, sino que su poder obli-
gatorio y su fuerza legal devinieron a través de usos inmemoriales y pro-
longados ·en el Reino";"
A! decir de Rabasa, el common lato, o derecho común en Inglaterra,
"se formó y desenvolvió sobre dos principios capitales: la seguridad personal
y la propiedad". Sus normas se extendieron y se impusieron a la autoridad
real, quien debía acatarlas, por lo que de esta guisa la libertad y propiedad
en Inglaterra se erigieron .ya en derechos individuales públicos, oponibles
al poder de las autoridades, o, como asienta Rabasa, "el common law se
impuso en la conducta de la vida pública, marcando un límite a la autori-
dad real que no podía traspasarlo sin provocar rebeldia y hostilidad". En
conclusión, podemos decir que en Inglaterra existía, a virtud del common
lato, una supremacía consuetudinaria respecto del poder del monarca y en
, anterior.
señalada en la nota
86 LAS GARANTÍAs INDMOUALES
VIII. FRANCIA
Jamás se tuvo conciencia de una manera tan clara del nacimiento de un mundo
nuevo; para ello la Declaración era el programa necesario." 6'9 bll
consignados más que por la ley." En síntesis, desde el punto de vista estric-
tamente jurídico-pelítico, la Declaración francesa de 1789 contenía eri sus
diversos preceptos los siguientes principios: democrático, individualista y li-
beral, basados estos dos últimos en una concepción netamente jus-natu-
ralista.
La doctrina de la existencia de los derechos naturales imprescriptibles
e inalienables del ser humano encontró acogida en la tesis de Kant y Fichte,
quienes, aunque contrayendo su pensamiento fundamental a cuestiones me-
ramente filosóficas, en el aspecto de la ciencia política afirmaban que el
Estado debería respetar los derechos substanciales del sujeto, otorgando a
éste su protección en el caso de que se viesen vulnerados y absteniéndose de
intervenir en todas aquellas relaciones de los gobernados que no impertasen
esa vulneración, consideración que corresponde a una pestura netamente
individualista y liberal.
El sistema de mención y definición Icgal y eserita de los derechos del
hombre instituido en la Declaración francesa de 1789, fue adoptado por
casi la totalidad de los países de Occidente, principalmente per México, desde
que nació a la vida jurídica como Estado independiente, a través de los
diversos cuerpos constitucionales que rigieron en nuestro país. Asimismo, la
posición individualista y liberal que adoptó el Estado mexicano en algunos
ordenamientos fundamentales, principalmente en la Constitución de 1857,
tiene su origen en dicha Declaración, posición que implicaba que el fin del
Estado estribaba en proteger al individuo en el goce y disfrute de los dere-
chos connaturales a su personalidad y en abstenerse de tener injerencia en
las relaciones entre los gobernados en caso de no impedir o remediar un
conflicto de intereses particulares.
Por lo que concierne a las garantías o derechos fundamentales del indi-
viduo, la Declaración francesa proclamaba como principales los siguientes:
la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión [art. 29 ) ,
y como derivados, aquéllos que se refieren a la materia penal y que son aná-
logos a los contenidos en los artículos 19, 20 y 21 de nuestra Constitución
consignados en los preceptos 79 , 89 Y 99 , que decían: "Ningún hombre pue-
de ser acusado, detenido o preso más que en los casos determinados per
la ley y según las formas prescritas en ella. Los que soliciten, expidan, eje-
cuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias, deben ser castigados; pero todo
ciudadano llamado o detenido en virtud de la ley, debe obedecer al instante,
haciéndose culpable per su resistencia" (art, 79 ) . "La ley no debe establecer
sino penas estrictas y evidentemente necesarias, y nadie puede ser castigado
sino en virtud de una ley establecida y promulgada anteriormente al hecho
(garantía de la no retroactividad de las leyes) y legalmente aplicada" (art,
8 9 ) . "Siendo todo hombre presunto inocente, hasta que sea declarado cul-
pable, si se juzga indispensable SU detención, la ley debe reprimir severa-
mente todo rigor que no sea necesario para asegurar su persona" [art, 99 ) .
98 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
X. ESTADOS UNIDOS
Podemos decir que los Estados Unidos surgieron como nación unitaria,
con vida jurídica independiente, organizados en una federación, con la pro-
mulgación de un documento importante: los Artlculos de Confederaci6n
y Uni6n perpetua. En su lucha por la independencia, las colonias inglesas
tuvieron que reunir sus pocos recursos y combinar sus esfuerzos en una
acción conjunta en contra de Inglaterra. Consumada ya la ruptura del
vinculo de dependencia entre la metrópoli y las colonias, éstas no se sin-
tieron lo suficientemente fuertes, por sí solas, aisladas unas de otras, para
defender su autonomía recién conquistada en caso de cualquier intento de nue-
va sojuzgación. Permanecieron, pues, unidas, atendiendo a los dictados de la
prudencia. Para que esa unión fuese más estable, se expidieron los men-
cionados "Artículos", cuyas- signatarias eran trece colonias, que más tarde
fueron entidades federativas de la Unión Americana.
El aludido cuerpo normativo no estableció aún la federación como en-
tidad jurídica y política distinta de los miembros componentes, aunque ya
consignaba una liga entre ellos, inspirada en la mutua defensa de sus pro-
pios intereses, para lo cual cada Estado se despojó de ciertas facultades in-
herentes a su soberanía, cuyo ejercicio depositó en un organísmo que se
llamó "Congreso de los Estados Unidos", siendo su autoridad meramente
eonsultiva, pues como dice Rabasa, "no había un poder ejecutivo central
investido de fuerza para hacer cumplir los mandatos supremos"."
Como el sistema de unión entre los Estados norteamericanos fracasó, se
propuso una revisión de los "Artículos", para cuyo efecto se verificó una
convención en Filadelfia, encargada de reformarlos. Después de prolongados
debates y de la tenaz reticencia de los Estados a formar parte de una Ie-
deración, es decir, dc una entidad política superior, con facultades y órganos
gubernativos propios, se formuló el proyecto de Constituci6n Federal, que
fue sometido a la consideración de los Estados particulares en convenciones
locales, a las que concurrieron los delegados que por ellos fueron nombrados.
Por fin se logró que la Constitución federal fuese aceptada por las entidades
particulares, que en número de trece fueron las que originariamente integraron
la naci6n norteamericana, no sin que durante mucho tiempo después sur-
gieran intentos separatistas, a los que el célebre "chief justice" Marshall dio
el golpe mortal, contribuyendo así a consolidar y robustecer el régimen fe-
deral."
XI. LA EXTINTA U. R. S. S.
acción u omisión dirigida contra la estructura del Estado Soviético o que infrinja el
orden jurídico establecido por el régimen de obreros y campesinos para el periodo de
transición al régimen comunista." Sería demasiado prolijo citar múltiples preceptos del
aludido código para confirmar la anterior idea, siendo suficiente, a este efecto, transcribir
su artículo 58·10, que dice: "La propaganda o la agitación que contengan una Incita-
ción para abatir o debilitar el Poder Soviético o para la ejecución de tino de 105 delitos
contrarrevolucionarios (art. 58, 2-58j 9 del presente código), así como la difusión, fabrica-
ción o conservación de escritos de igual contenido, determinarán la privación de libertad
por un plazo no inferior a seis meses.
"Si los mismos actos se llevasen a cabo durante desórdenes colectivos o mediante la
explotación de los prejuicios religiosos o nacionales de las masas o en estado de guerra
o en las localidades donde se haya declarado ese estado, darán lugar a la aplicación de las
medidas \de defensa social indicadas en el artículo 58, 2 del presente código ... (6 de
junio de 1927)."
108 LAS GARANTÍAS INDnnnUALES
por las masas populares para hacer la revolución socialista. El Estado garantiza
a las masas populares el derecho a emplear esta forma para crear una situación
política en la que haya tanto centralismo como democracia, tanto disciplina
como libertad, tanto unidad de voluntad como satisfacción mora! individual y
vivacidad, en interés de la consolidación de la dirección del Partido Comunista
de China sobre el Estado y de la consolidación de la dictadura del proletariado.
"Art. 14. El Estado defiende el régimen socialista, reprime toda actividad
traidora y contrarrevolucionaria y castiga a todos los vendepatria y contrarre-
volucionarios."
El Estado, de acuerdo con la ley, priva de los derechos politicos por deter-
minado plazo a los terratenientes, campesinos ricos, capitalistas reaccionarios
y demás elementos nocivos, dándoles al mismo tiempo una salida para ganarse
la vida, de modo que en el trabajo manual sean transformados en ciudadanos
que acaten la ley y vivan de su propio trabajo.
"Art. 26. Los derechos y deberes básicos de los ciudadanos son: apoyar la
dirección del Partido Comunista de China, apoyar el régimen socialista y obe-
decer la Constitución y las leyes de la República Popular China."
Es noble obligación de todo ciudadano defender la patria y oponer resis-
tencia a la agresión. Cumplir el servicio militar según la ley constituye un hon-
roso deber de los ciudadanos.
"Art, 27. Todos los ciudadanos desde los dieciocho años de edad tienen
derecho a elegir y ser elegidos. Se exceptúa a las personas privadas de este de-
recho por la ley."
Los ciudadanos tienen derecho a! trabajo y derecho a la instrucción. Los
trabajadores tienen derecho al descanso y derecho a la asistencia materia! en
la vejez y en caso de enfermedad o de pérdida de la capacidad de trabajo.
Los ciudadanos tienen derecho a presentar ante los organismos del Estado
a 1 s distintos niveles acusaciones, escritas o verbales, contra cualquier traba-
jador estatal que haya contravenido las leyes o incumplido sus deberes, y nadie
debe crearles dificultades, ponerles trabas o tomar represalias.
La mujer goza de iguales derechos que el hombre en todos los aspectos.
El matrimonio, la familia, la maternidad y la infancia son protegidos por
el Estado.
El Estado protege los derechos e intereses legítimos de los chinos residentes
en el extranjero.
"Art. 28. Los ciudadanos tienen libertad de palabra, de correspondencia,
de prensa, de reunión, de asociación, de desfile, de manifestación y de huelga,
y tienen libertad de profesar creencias religiosas y de no profesarlas y propagar
el ateísmo.
..La libertad personal y el domicilio de los ciudadanos son inviolabies. Nin-
gún ciudadano puede ser detenido sin decisión de un tribunal popular o san-
ción de un organismo de seguridad pública."
XIII. CUBA
18 Véase nuestra obra El Juicio de Amparo. No faltan autores como Ignacio Romero..
vargas Yturbide (Organizacit5n Política de los Pueblos de Anáhuac~ 1957), que han exage-
rado el origen precolombino de nuestras instituciones jurídicas, creyendo encontrar en la
organización política y administrativa de los pueblos que habitaron el territorio nacional
"antes de la conquista, el germen de las primordiales instituciones de derecho constitucional
de nuestros tiempos. No está en nuestro ánimo ni corresponde al tema del presente libro,
hacer alusi6n a tales opiniones, hiperbólicamente índigeniatas ; s610 nos permitimos afirmar,
como Jo hemos hecho, que dentro de Jos regímenes sociales que precedieron a la CoJorna,
no se pueden descubrir antecedentes de nuestras go.rantins individuales, por mAs que se
haya exagerado la importancia del derecho consuetudinario precortesiano, principalmente
el de los pueblos del An&h_~. -
SITUACIÓN DEL GOBERNADO EN LA HISTORIA 115
el derecho peninsular, fueron consolidadas por diversas disposiciones reales
y posteriormente por la Recopilación de Leyes de Indias de 1681, que au-
torizaba SU validez en todo aquello que no fuesen íncompatíhles con los
principios morales y religiosos que informaban al derecho español." Así,
pues, en la Nueva España estuvo vigente en primer término la 1egislaci6n
dictada exclusivamente para las colonias de América, dentro de la que
OCupan un lugar preeminente las célebres Leyes de Indias, verdadera sín-
tesis del derecho hispánico y las costumbres jurídicas aborígenes. Por otra
parte, las Leyes de Castilla tenían también aplicación en la Nueva España
con un carácter supletorio, pues la Recopilaci6n de 1681 dispuso que en
todo lo que no estuviere ordenado en particular para las Indias, se aplicaran
las leyes citadas."
En el orden político, la autoridad suprema en las colonias españolas de
América era el mismo rey de España, quien -estaba representado por virre-
yes o capitanes generales, según la importancia de la colonia de que se
tratase. El monarca español, como sucede en todos 106 regímenes absolutos,
concentraba en su persona las tres funciones en que se desarrolla la actividad
integral del Estado, pues además de ser el supremo administrador público,
era legislador y juez. Todos 106 actos ejecutivos, todas las leyes y los fallos
Se desempeñaban, _expedían y pronunciaban en nombre del rey de España,
quien, en- el- ámbito jiidicial, delegaba sus atribuciones 'propias inherentes
a su soberanía en tribunales que él mismo 'J0mbraba."
E! derecho español positivo y, sobre todo, el colonial, tenía la pretensión
de ser eminentemente realista. Ninguna ordenanza debía expedir el mo-
narca sin estar debidamente enterado acerca de su conveniencia objetiva, de
tal suerte que lo que debía determinar la promulgación de cualquier ley,~~
ordiñarios, los jueces de la Casa+--de Contratación de Sevilla, etc. Las sentencias dictadas
en dicha instancia, tanto en asuntos civiles como criminales, eran conocidas en alzada por
las Audiencias, contra cuyos fallos, en algunos casos, procedía el recurso de suplicación
ante. el rey, así como ante el Consejo de Indias cuando el 6rgano judicial a quo hubiere
sido la Casa de Contrataci6n de Sevilla.
SITUACIÓN DEL GOBERNADO EN LA HISTORIA 117
Dicha junta, compuesta por el arzobispo, los oidores, los procuradores del
rey, nobles, burgueses y regidores, tuvo como finalidad principal establecer
un gobierno provisional en la Nueva España mientras las Cortes determina-
ran el régimen político conforme al cual se estructurasen España y sus
dominios. El citado virrey estuvo dispuesto a sostener las decisiones de la
junta con todos los elementos materiales de que disponía, pero fue traicio-
nado por el propio encargado de ejecutar el plan, Gabriel J. Yermo, y
encarcelado, conduciéndosele después a España bajo la acusación por crimen
de alta traición. Por su parte, el licenciado Verdad, una vez aprehendido,
fue ejecutado, conceptuándolo México como uno de sus héroes a titulo de
precursor de la independencia de nuestro país,
Sin embargo, pese a tales sucesos, la tendencia a establecer la igualdad
política entre España y sus colonias no sólo no se extinguió sino que trajo
como resultado en octubre de 1810, cuando apenas se había iniciado el
movimiento insurgente, que las Cortes extraordinarias y generales expidiesen
un decreto en el que se declaraba que los naturales de los dominios españo-
les de ultramar eran iguales en derechos a los de la peninsula y que un
mes después, en noviembre del citado año, se reconociese por las mismas
Cortes la libertad de imprenta en materia política.
El ambiente que se iba gestando para la expedición de la Constitución
española en 1812 acusaba ya una franca evolución jurídica en el pensamien-
to político español, y prueba de ello es que antes que rigiera dicho ordena-
miento, las mencionadas Cortes declararon en sendos decretos la igualdad
de los americanos y europeos para actividades agrícolas e industriales, la
abolición de la tortura y otras "prácticas aflictivas", la extinción de algunos
estancos, la prohibición de la pena de horca y la habilitación de los oriun-
dos de Mrlca para ser admitidos en las universidades, seminarios y demás
centros educativos."
El 18 de marzo de 1812 se expidió por las Cortes Generales y Extra-
ordinarias de la Nación Española la primera Constit,:,ci6n Monárquica de
España y cuyo ordenamiento puede decirse que estuvo vigente en México
hasta la consumación de su independencia registrada el 27 de septiembre
de 1821 con la entrada del llamado "Ejército Trigarante" a la antigua capital
neo-española. Dicho documento suprimió las desigualdades que existian
entre peninsulares, criollos, mestizos, indios y demás sujetos de diferente ex-
tracción racial, al reputar como "españoles" a "todos los hombres libres
nacidos y avecinados en los dominios de las Españas", o sea, en todos los
territorios sujetos al imperio de España (arts, 1, 5 y lO). La Constitución
española de 1812, que representa para México la culminación del régimen
jurídico que lo estructuró durante la época colonial, es indice inequívoco
de un indiscutible progreso, que España fue impotente para atajar, bajo la
Puede decirse, en consecuencia, que el derecho político positivo del México independiente
reitero la ruptura de la tradición jurídica española que ya había operado la Constitución
de 1812, y fue influenciado por las doctrinas derivadas del ideario de la "Revolución fran-
cesa, inspirándose. además, en el sistema constitucional de los Estados Unidos.
SITUACIÓN DEL GOBERNAOO EN LA HISTORIA 121
guno debe ser juzgado ni sentenciado, sino después de haber sido oído legal-
mente", expresi6n que equivale a las dicciones "debido proceso legal" y "ley
de la tierra y juicio de los pares", de la enmienda V de la, Constitución ameri-
cana de 1787 y del articulo 46 de la Magna Charta inglesa, respectivamente."
aplicación, si debemos juzgarla como es, es decir, como el documento mi! completo de la
polémica entablada sobre" la independencia, en un terreno meramente político, o instru-
mento de lucha. Es, pues, inútil hacer un análisis de ella; pero basta decir que es una
constituci6n republicana, democrátiea, central, representativa y congresional que estaba
destinada a desaparecer tan pronto como terminara la lucha, para dar lugar a la reuni6n
de. un congreso constituyente que dictara la Constituci6n definitiva." (Fragmento de un
articulo publicado en El Universal, el 27 de octubre de 1948.)
SITUACIÓN DEL GOBERNADO EN LA HISTORIA 125
era llamado por la voluntad del pueblo a Ocupar el trono imperial, decla-
ración que se formuló por una mayoría sorprendida contra los votos de
quince diputados.
El gobierno imperial de lturbide tuvo una efímera duración, pues el
citado congreso constituyente, por decreto de 31 de marzo de 1823, declaró
que el Poder Ejecutivo existente desde el 19 de mayo del año anterior ce-
saba en sus funciones, estableciendo que dicho poder lo ejercería provisio-
nalmente un cuerpo compuesto por tres miembros (designándose para tal
efecto a Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria y Pedro Celestino Negrete) y
que debería denominarse "Supremo Poder Ejecutivo". Depuesto Iturbide,
quien en un gesto de dignidad manifestó al Congreso que abdicaba de la
corona, esta asamblea, mediante decreto de 8 de abril siguiente, dispuso
que siendo su coronación "obra de la violencia y de la fuerza, y nula de
derecho, no había lugar para discutir sobre dicha abdicación", y que queda-
ban insubsistentes todos los actos que con el carácter de emperador hubiese
realizado, así como el Plan de Iguala, los tratados de Córdoba y el decreto
de 24 de febrero de 1822.
Por decreto de 21 de mayo de 1823, el Congreso Constituyente Mexi-
cano lanzó una convocatoria para la formación de un nuevo congreso, dan-
do las bases para la elección de los diputados que lo fuesen a integrar
el 17 de junio siguiente, en la inteligencia de que, de acuerdo con ellas, el
cuerpo legislativo por crearse debería quedar instalado a más tardar el día
31 de octubre del citado año.
El nuevo Congreso Constituyente se enfrentó al dilema de si había de
organizarse a México como república federal o como república centra!. Fue
así como en dicho congreso se perfilaron dos corrientes de estructuración
político-jurídica bien demarcadas y opuestas: el centralismo, cuyo principal
sostenedor fue fray Servando Teresa de Mier, y el federalismo, por el que,
entre otros muchos, pugnaba el joven diputado yucateco, que después se
convertiría en el creador del juicio de amparo, don Manuel Crescencio
Rej6n. El argumento básico que esgrimían los centralistas para que Méxi-
co adoptara la forma de una república central, sc apoyaba en la tradición
política de nuestro país, que según ellos, acusaba un régimen de centraliza-
ción, arguyendo, por tanto, que la implantación del federalismo vendría
a dividir lo que antes estaba unido, mediante la creación artificial de es-
tados federados, con mengua para la potencialidad y progreso de la .patria.
Sin embargo, podemos afirmar que la tan decantada unidad política de
la Nueva España, era un tanto cuanto figurada, pues si se toma en cuenta
el hecho de quc había vastísimas regiones abandonadas y sin límites precisos,
resultaba que la acción del gobierno en ellas nunca se dejó sentir, quedando
a merced de pueblos y tribus autóctonos refractarios a la sumisión; por otra
parte, aunque parezca paradójico, en la Nueva España existía una verda-
dera descentralización administrativa en lo que atañe al sistema municipal,
126 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
gimen central fue la causa, o al menos el pretexto, para que Tejas exigiera
su independencia. Por su parte, Yucatán, molesto porque el centralismo
lo degradó al convertirlo en un simple departamento, opta por separarse
de la República Mexicana. Estos hechos, que revelaban el peligro de un
paulatino desmembramiento de nuestro país, provocaron la reacción de los
partidarios del federalismo para restaurar el imperio de la Constitución de
1824-. Sería prolijo relatar los múltiples levantamientos que bajo diversos
"programas salvadores" se registraron en la etapa más caótica de nuestra
historia: la que comprende la vigencia de las Siete Leyes Constitucionales.
La República presentaba el aspecto de un gran teatro, en que el pueblo
espectador, sin tomar realmente partido en favor de ninguna de las faccio-
nes, presenciaba diversos escenarios de mutación constante (los cargos de
presidente) en que los actores se sucedían unos a otros en el paroxismo del
poder (los diferentes pronunciados), ambicionado a la vez por Santa Auna,
Bustamante, G6mez Pedraza, Bravo, Á1varez y otros muchos "patriotas".
El antiguo vencedor del español Barradas, tras una serie interminable de
peripecias, escaramuzas y ardides, proclama el tristemente célebre Plan de
T acubaya, en que apoyara posteriormente su descarada dictadura, decla-
rando la cesaci6n de todos los poderes existentes en virtud de la Constitu-
ci6n de 36, exceptuando al judicial (al que después manej6 a su antojo)
y previniendo que se nombrara por el "jefe de la revoluci6n" una junta
que debiera designar "con entera libertad" a la persona que se hiciese
cargo del Poder. Ejecutivo, entretanto un "congreso constituyente" organi-
zara a la naci6n." El primer paso dado "libremente" por dicha junta fue
la declaración a favor de don Antonio L6pez de Santa Anna como Pre-
sidente de la República, cargo que en esta ocasi6n ocup6 por sexta vez.
En 10 de diciembre de 184-1 Santa Anna lanza la convocatoria prevista
en el Plan de Tacubaya para un Congreso Constituyente, el cual debería
quedar instalado el primero de junio de 184-2. Del seno de este congreso
se designa a una comisi6n compuesta por siete miembros encargada de
elaborar un proyecto constitucional. Dicha comisi6n, a su vez, se dividió
en dos grupos, estando el minoritario integrado por don Mariano Otero,
Espinosa de los Monteros y Muñoz Ledo, quienes formularon un proyecto
de naturaleza federalista, a diferencia del que elabor6 la mayoría, el cual
tendia a reiterar el régimen central de la Constitución de 1836. Sin em-
bargo, el Congreso Constituyente no pudo discutir tales proyectos, porque
por decreto expedido el 19 de diciembre de 184-2 por don Nicolás Bravo,
a la sazón Presidente de la República merced a la "designaci6n" que en
su favor hizo Santa Arma, se nombro una Junta de Notables "compuesta
de ciudadanos distinguidos por su ciencia y patriotismo", encargada de for-
mar las bases para organizar a la naci6n....
98 Dicho plan fue expedido el 28 de septiembre de 1841. en cuyas bases primera a
séptima se establecieron los anteriores puntos.
94 Entre, los ochenta miembros que componían la expresada Junta se encontraban el
134 LAS GARANTIAS INDIVIDUALES
ésta hubiese estado constituida por los ambiciosos y descarados militares que
10 llevaron al poder.
Son numerosísimos los decretos que expidi6 Santa Anna sobre las distintas
materias que comprendía la vida pública de México; y s6lo con el objeto de
dar una idea de lo omnímodo de su gobierno dictatorial, nos permitiremos
aludir a varios de ellos. Legisl6 sobre las facultades que en su personal concepto
debían tener los gobernadores de los Estados (decreto de 11 de mayo de 1853) ;
dict6 una ley para el arreglo de lo contencioso-administrativo (Dec. de 25 de
mayo de 1853); sujet6 a los ladrones a la jurisdicci6n militar (Dec. de mayo
20 de 53); restableci6 las alcabalas (Dec. de 2 de junio de 63); expidi6 una
ley penal para los empleados de Hacienda (Dec. de 28 de junio); orden6
uniformar a los miembros de la Suprema Corte (Dec. de julio 5) j cre6 una
ley expropiatoria (Dec. de 7 de julio) y otra sobre traidores a la patria (Dec.
de 9 de julio); derog6 el decreto de la legislatura de Oaxaca que sancion6
el C6digo Civil del Estado (Dec. de julio 27); expidi6 una ley sobre cons-
piradores tratando de afianzar su gobierno contra sublevaciones, pronuncia-
mientos o cualquier otro acto que afectara a su régimen (Dec. de primero de
agosto); delimit6 la jurisdicci6n del Tribunal Mercantil [Dec. de 12 de sep-
tiembre) ; expidi6 una ley orgánica sobre lo, tribunales y juzgados de Hacienda
(Dec. de 20 de septiembre); determin6 que los Estados de la República se
llamasen Departamentos (Dec. de 21 de septiembre); derog6 las leyes del
Estado de Veracruz de 10 de febrero y de 15 de marzo de 1849 sobre trata-
miento (Dec. de 24 de octubre); estableci6 una contribuci6n sobre posesi6n
de perros (Dec, de 2 de noviembre); declaró nulas las enajenaciones de te-
rrenos baldíos hechos por los Estados (Dec. de 25 de noviembre); expidi6 una
ley sobre el arreglo de la administraci6n de justicia (Dec. de 16 de diciembre) ;
ordenó la cesaci6n de los fueros de los diputados (Dec. de la misma fecha) ;
cre6 una ley sobre extranjería y nacionalidad (Dec. de 30 de enero de 1854) y
sobre nacionalidad de las sociedades comerciales (Dec. de 16 de. febrero) ;
prohibi6 la introducción en la República de impresos que atacaran o censu-
raran al gobierno (Dec. de 16 de marzo); declar6 milos varios decretos de las
legislaturas de los Estados (Dee. de 31 de mayo); expidi6 un C6digo de Co-
mercio, cuyo autor fue don Teodosio Lares, ordenamiento que, no obstante
su vicio de origen, significó un indudable adelanto en la evolución jurídica
de México (Dec. de 16 de mayo).
99 Respecto de la idea de "legitimidad constitucional", véanse las ideas que sobre dicho tó-
pico exponemos en nuestro libro Derecho Constitucional Mexicano y las cuales son perfectamente
aplicables al caso de la Constitución de 57.
SITUACIÓN DEL GOBERNADOR EN LA HISTORIA 143
102 La comunicación a que nos referimos aparece inserta en la obra de don Felipe Tena
Ramlrez, LeytS Fundamentales de Mhico, págs. 517 a 525, pudiendo también consultarse en el De-
Techo Público Mexicano, de don Isidro Montiel y Duarte.
146 lAS GARANTíAs INDIVIDUALES
103 La interpretación que nos hemos permitido sustentar sobre el artículo 1° de la Constitución
de 57, se corrobora por la gestación parlamentaria misma de dicho precepto. a través de los de-
bates ocurridos en las sesiones del Congreso Constituyente, efectuadas los días 10 Y 11 de julio
de 1856 y en los que se destacaron Arriaga, Ramlrez, Guzmán, vallarta y Mata. (Consúltese His-
torio. del Congreso ConstiJuytnle, de don Francisco Zarco, tomo 1, págs. 683 a 690: y Derecho Público
Mexicano de don Isidro Montiel y Duarte, tomo IV, págs. 161 a 166.) Además, este último juris-
ta. en un estudio prolijo y bien documentado que publicó en el afio de 1889. establece Con cla-
ridad la distinción entre los "derechos del hombre" y las "garantías individuales", aseverando
que los primeros "están fundados en la ley natural" y que éstas "son creaciones de la ley positiva
encaminadas a asegurar el goce de tales derechos por medios que los hagan efectivos" y agrega
que "aun cuando no hubiere ninguna ley positiva. habría sin embargo derechos del hombre que
son anteriores a toda institución social, pero no habrá garantías individuales" (Revista tk úgisla-
ci6nyJurisprudtncia. Volumen correspondiente a enero a junio de 1889, págs. 164 y 165).
104 ZARCO. Historia tkl Congreso ConstiJuyenh, tomo 1, págs. 683 a 690.
148 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
105 Diario de los Debous, tomo 1, núm. 24. Sesión de 13 de diciembre de 1916.
150 lAS GARANT1As INDMDUALES
ser que nuestra actual Ley Suprema, junto a los derechos fundamentales del
individuo o garantías individuales, adopta el concepto correlativo, o sea, el
de obligaciones individuales públicas, que tiene la implicación opuesta a la
idea de "derechos públicos individuales". La obligación pública individual,
desconocida en la Constitución de 57, con exclusión de las fiscales y milita-
res, es aquella que el Estado impone al individuo, al sujeto, constriñéndolo a
obrar o a hacer uso de sus bienes en beneficio de la sociedad. En este senti-
do, podemos decir que la obligación pública individual es el reverso del de-
recho correlativo, en términos abstractos, y que si el Estado, por medio del
orden constitucional, ha concedido en favor del individuo determinadas ga-
rantías, cuyo ejercicio y respeto son indispensables para el desenvolvimiento
de la personalidad humana, también le ha impuesto el deber, en algunos ca-
sos, de utilizar esas garantías en beneficio de la colectividad a que pertenece.
La idea de obligación pública individual, concebida por Duguit, se ha
plasmado, en efecto, en el artículo 27 constitucional, que considera a la pro-
piedad privada, a la vez que como un derecho público individual para su ti-
tular, como una funci6n social, con el correspondiente deber de utilizarla o
emplearla para el bien general. .
Es en la conservación y efectividad de las garantfas sociales a que nos refe-
ríamos, y que respecto de cada particular se traducen en sendas garantías
jurídicas frente al Estado, donde se puede palpar con mayor evidencia el ré-
gimen de interoenaonalismo estatal que establece nuestra Constitución vigente,
al menos en los aspectos que vamos a indicar. Se ha estimado a dichas ga-
rantías sociales como un conjunto de derechos inalienables e irrenunciables
en favor de las clases económicamente débiles frente a las poderosas.
Así, verbigracia, el artículo 123 constitucional instituye las bases mínimas
generales, conforme a las cuales se debe formar la relación de trabajo y de-
terminar sus consecuencias jurídicas, bases que no pueden ser materia de
modificación desfavorable para el trabajador. Pues bien, para hacer efectivas
en la realidad esas bases constitucionales, interviene oficiosamente el Estado en
beneficio de la clase débil, con el fin de hacerlas respetar en la relación jurí-
dica entre trabajador y patrón, sancionando los actos que las contravengan
con la nulidad, o bien con medidas más severas, según el caso.
En la solución del problema agrario también se manifiesta con claridad
la intervención que al Estado da la Constitución en las relaciones sociales.
Así.vpor ejemplo, las disposiciones del artículo 27 constitucional que se refie-
ren a las dotaciones y restituciones de tierras yaguas, particularmente, eri-
gen al Estado, por conducto' de sus órganos autoritarios respectivos, en
verdadero agente no sólo en los procedimientos correspondientes, sino en la
organización y formación del nuevo régimen de propiedad agraria, hipótesis
en las que la oficiosidad de la actuación del poder público es manifiesta, has-
ta tal punto de oponerse a la voluntad de los mismos beneficiados, como
acaece en un sinnúmero de caSOS prácticos, que sería prolijo mencionar.
Pero es más, la vida del Estado mexicano se ha ido desarrollando con
miras a nacionalizar las actividades económicas fundamentales del país, sus-
trayendo de su esfera de acción a los particulares. Ello ha acontecido pri-
mordialmente con el petróleo y con los productos derivados de esta vital
SITUACIÓN DEL GOBERNADOR EN LA HISTORIA 151
106 Más aún, por iniciativa presidencial de 20 de octubre de 1960 se adicionó al mismo ar-
tículo 27 constitucional la declaración enfática de que "Corresponde exclusivamente a la nación
generar, transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica que tenga por objeto la prestación de
servicio público. En esta materia no se otorgará concesiones a las particulares y la nación aprovecha-
rá los bienes y recursos naturales que se requieran para dichos fines."
107 Véase introducción, parágrafos VI y VII.
152 lAS GARANT!As INDIVIDUALES
108 En el Apéndice de este libro se transcribe la mencionada Declaración, cuyo cotejo con
nuestra Ley Suprema vigente corroborará la anterior aserción en cuanto a la correspondencia
general entre ambos documentos.
109 La mencionada Declaración. durante el tiempo que lleva de haber sido formulada, ha
sido objeto de múltiples estudios y comentarios elaborados por distinguidos juristas nacionales y
extranjeros. Para no pecar de prolijos en la mención respectiva, bástenos citar aRmé Cassm;
profesor honorario de la Facultad de Derecho de París y miembro de la Comisión de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas; a Sean Macbritk, Secretario General de la Comisión Interna-
cional de Juristas; a Louis B. Sohn, profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Har-
vard; a [ustino Jiménez. de Aréchaga, profesor Emérito de Derecho Constitucional de la Facultad
de Ciencias y Humanidades de Montevideo, Uruguay. y participante en la redacción de la aludi-
da Declaración Universal; a Héaor Cuadra, catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de
México, quien ha producido la importante obra "La Proyección Internacional de los Derechos
Humanos"; a Cabino Fraga, Héaor Fix Zamudio, Alfonso Noriega, Sergio Carda Ramirez y Guillermo
Floris Margadant entre los autores mexicanos, cuyos artículos y monografias pueden consultarse
en la obra intitulada "Veinte Años de Evoluci6n de los Derechos Humanos", publicada en el año
de 1974 por el Instituto de Investigaciones jurídicas de la UNAM.
154 lAS GARANTÍAS INDMDUALIS
I. INTRODUCCIÓN
lítica como persona moral de Derecho Público, al igual que las personas
morales de Derecho Privado, en sus respectivos casos de consideración ju-
rídica, resulta que, como éstas, es titular de una actividad o poder que en
realidad corresponde a sus miembros humanos, o sea, e! pueblo.
Pues bien, la fundamentación real de la soberanía, como poder social
supremo, que ficticiamente se imputa al .Estado, que es la forma en que
se organiza política y jurídicamente una sociedad humana, se atribuye por
el artículo 39 constitucional al pueblo mexicano, atribución que reproduce
las consideraciones l6gicas que acabamos de hacer. En efecto, dice e! citado
precepto textualmente: "La soberanía nacional reside esencial y originaria-
mente en e! pueblo. Todo poder público dimana de! pueblo y se instituye
para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable de-
recho de alterar o modificar la forma de su gobierno." Fácilmente se des-
prende de! contenido de tal artículo, que la primera parte alude a la fun-
damentaci6n o radicaci6n populares de la soberanía, principalmente cuando
emplea los adverbios esencial y originariamente. El primero de ellos implica
que la soberanía es consubstancial y concomitante al pueblo, o sea que éste
tiene como atributo de esencia el ser soberano, que está dotado de potestad
suprema. Por otra parte, la palabra "originariamente" significa que es el
pueblo quien, en principio y de manera esencial, es el único sujeto real de
la soberanía, pero que, en atención a circunstancias de índole práctica, no
puede desempeñarla dentro de la organización estatal por sí mismo, por
lo que se ve en la precisión de delegar su ejercicio en órganos por él creados
expresamente, los cuales despliegan el poder soberano popular en forma de-
rivada. En estos términos, pues, debe interpretarse e! artículo 41 de la Cons-
tituci6n de 17, que a la letra dice: "El pueblo ejerce su soberanía por
medio de los Poderes de la Uni6n, en los casos de competencia de éstos, y
por los de los Estados, en lo que toca a sus regímenes interiores, en los
términos respectivamente establecidos por la presente Constituci6n Federal
y las particulares de los Estados, las que en ningún caso podrán contra-
venir las estipulaciones de! Pacto Federal."
La segunda parte de! artículo 39 constitucional implícitamente contiene
la atribución que de la soberanía hace el pueblo en favor de la entidad
Estado por él creada. Efectivamente, al establecerse que "todo poder pú-
blico dimana de! pueblo", sc está sobreentendiendo que dicho poder, o sea
la actividad del Estado, es fruto de una imputaci6n que hace a éste el pue-
blo, pues no ótra es la interpretaci6n que debe darse al término "dimana",
que equivale a la circunstancia de que e! poder público con que está in-
vestida la entidad estatal procede precisamente de su sustrato humano real,
que es el pueblo, o, como dijeran los revolucionarios franceses de 1789,
entre ellos Sieyés, la nación.
La tercera parte del artículo que comentamos expresa el carácter de
inalienabilidad de. la soberanía, es decir, considera a ésta como inseparable
160 LAS GARANTÍAS INDMDUALES
no Esta autolimitaci6n es, desde luego, temporal o relativa, puesto que la obligación
de observarla por parte del Estado subsiste en tanto que el pueblo, depositario real de la
soberanía, no decida modificar el orden jurídico en que aquélla se expresa.
LAS GARANTiAs INDIVIDUALES ASPECTO GENERAL 161
nes, nunca obra "motu pr(Jprio", sino siempre en representaci6n del Esta-
do como persona jurídica y del pueblo como realidad social o en ejercicio
debido o indebido de una funci6n estatal. En consecuencia, ninguna en-
tidad autoritaria es depositaria o titular del poder soberano; a ella sólo le
corresponde su ejercicio de acuerdo con el ámbito de competencia que la
ley le impute.
Pues bien, si es el propio Estado el que se autolimita en cuanto al poder
que le es inherente para cumplir sus fines, evidentemente que esta auto-
limitación se traduce en una serie de restricciones jurldicas impuestas a la
actividad de las autoridades estatales. Por tal motivo, la soberanía, por lo
que ve al Estado, implica una autolimitación en los términos ya indicados,
y por lo que concierne a las autoridades, una limitaci6n a su actividad
desplegada en ejercicio del poder estatal.
Por otra parte, e independientemente dc las consideraciones anteriores,
las garantías individuales, que con mejor denominación deben llamarse
"garantías del gobernado", denotan esencialmente el principio de seguridad
jurídica inherente a todo régimen democrático. Dicho principio no es sino
el de juridicidad que implica la obligación ineludible de todas las autorida-
des del Estado en el sentido de someter sus actos al Derecho. Siguiendo
esta idea, puede afirmarse que las invocadas garantías son la expresi6n
fundamental y suprema de los dos principios aludidos, sin cuya consagración
se propicia y estimula la entronizaci6n de la autocracia, de la dictadura o
de la tiranía. No es posible, en efecto, concebir siquiera ningún sistema
juridico sin la seguridad que entrañan las garantías en favor de todo go-
bernado, por lo que su institución es el elemento indispensable para im-
plantar y mantener el orden jurídico en cualquier país, con prescindencia
de la estructura socio-eeon6mica y política que cada uno de los pueblos del
orbe adopte. La abolición o la no consagraci6n de, las mencionadas garan-
tías significaría la destrucción de todo el Derecho, fenómenos que, a su vez,
atentan contra la libertad y la justicia, como aspiraciones permanentes de
todas las naciones del mundo.
ende, si bien es verdad que éstas son siempre relaciones jurídicas entre el
gobernado y las autoridades estatales inmediatas y el Estado en forma me-
diata, no toda clase de vínculos de derecho entre tales extremos de la re-
lación denotan una garantía individual. Por tal motivo, para dejar precisado
el concepto de ésta, es menester especificar las características de la relación
jurídica en que se revela.
A. SUJETOS
a) Consideraciones generales
La relación jurídica de supra a subordinación en que se manifiesta la
garantía individual consta de dos sujetos, a saber, el activo o gobernado y
el pasivo, constituido por el Estado y sus Ó'Tganos de autoridad.
Las garantías individuales según la postura ideológica adoptada en las
Constituciones que rigieron a nuestro país durante el siglo pasado, se repu-
taron, en términos generales, como medios sustantivos constitucionales para
asegurar los derechos del hombre. Asl, inclusive, se estimaron por el artículo
primero de la Constitución de 1857, para cuyo ordenamiento tales derechos
implicaron la base y el objeto de las instituciones sociales, es decir, de la
teleología estatal expresada en éstas.
Es evidente que dentro de esa concepción, las garantías consignadas
constitucionalmente fueron establecidas para tutelar los derechos o la esfera
jurídica en general del individuo frente a los actos del poder público. Aten-
diendo al sujeto que como único centro de imputación de las citadas ga-
rantías se consideraba por los preceptos que las instituian, la denominación
o el adjetivo de "individuales" se justificó plenamente. Sin embargo, y aun
bajo la vigencia de la Constitución de 1857, surgió el problema jurídico
consistente en determinar si las llamadas personas morales podrían ser ti-
tulares de las garantías individuales, que según se dijo, se implantaron en
el mencionado ordenamiento supremo para asegurar los derechos del hom-
bre. El problema a que nos referimos se suscitó en torno a la cuestión de si
las personas morales o corporaciones, que evidentemente no son "individuos"
ni tienen "derechos del hombre", podian invocar, frente a cualquier acto
de autoridad, la violación que en su perjuicio éste cometiera a los precep-
tos en que las multicitadas garantías se consignaban. Se arguyó que de las
garantías individuales sólo podía gozar la persona física o individuo, pues
las personas morales, por carecer de sustantividad humana, no podían ser
titulares de derechos del hombre, que sólo a éste pertenecen, ni, por ende,
ser protegidas por los medios sustantivos de tutela de esos derechos.
El criterio certero y de gran hondura jurídica del ilustre don Ignacio
L. Vallarta resolvió el problema en el sentido de que, a pesar de que las
personas morales no eran seres humanos, sino ficciones legales, y de que, por
LAS G~S rNDnroDUALES ASPECTO GENERAL 169
son de autoridad, sino que participan de la misma índole que los que des-
empeña SU contraparte.
Conforme al principio de igualdad procesal, todos los sujetos que como
partes intervienen en un procedimiento jurisdiccional, tienen los mismos
derechos, traducidos en la capacidad de ofrecer pruebas, de alegar y, sobre
todo, de interponer los recursos legales pertinentes.
Cuando en un proceso las partes sean un particular y una institución
pública o persona moral oficial, ésta es titular de esos derechos, teniendo
la potestad de impugnar, por los medios jurídicos adecuados, los actos de
autoridad que realice el órgano jurisdiccional. Corrobora las anteriores ideas
la situación procesal que guarda la autoridad responsable en un juicio de
amparo. Al emitir ésta el acto reclamado, lo hace en desempeño del jus
imperii frente al agraviado; pero cuando el afectado por dicho acto deduce
la acción de amparo y se forma, como consecuencia de ello, el triángulo
procesal entre cI órgano de control, el quejoso y la autoridad responsable,
ésta es automáticamente despojada de su carácter de entidad autoritaria
o de imperio, para asumir la calidad de parte, sin poder desplegar; dentro
del proceso constitucional, ningún acto de autoridad, sino los que bajo esa
calidad, legalmente esté facultada para realizar. Las relaciones entre au-
toridad responsable y el órgano jurisdiccional que conoce del amparo con-
tra sus actos, no son de supraordinación, sino de supra' a subordinación, por-
que en ellos el único que desempeña actos de autoridad propiamente dichos
es el mencionado órgano, quedando supeditados a su voluntad decisoria la
autoridad responsable y el quejoso.
De las anteriores consideraciones se deducen las conclusiones siguientes:
l' Cualquier institución pública o persona moral oficial, esto es, cual.
quier órgano centralizado del poder, puede colocarse, frente a otro órgano
del Estado, en una relación de supra a subordinación.
2' En esa relación, la institución pública o la persona moral oficial
deja de ser entidad autoritaria, supeditándose a las decisiones del otro ór-
gano estatal, mismo que, frente a ella; desempeña el jus imperii.
3' El ejercicio del jus imperii frente a la institución pública o persona
moral oficial debe ajustarse a las exigencias constitucionales que se consig-
nan en los preceptos de nuestra Ley Fundamental que expresan las deno-
minadas garantías individuales.
4' La institución pública o persona moral oficial, dentro de esa rela-
ción de supra a subordinación, goza de los derechos establecidos en tales
preceptos constitucionales,
5' Cuando por cualquier acto de autoridad se violan dichos preceptos
en perjuicio de la institución pública o de la persona moral oficial, ésta
puede promover, por ende, el juicio de amparo.
174- LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
que se acaban de anotar, para el sujeto pasivo, o sea, para las autoridades esta-
tales y para el Estado, genera una obligaci6n correlativa. Esta obligación se
revela en el respeto que el sujeto pasivo debe observar frente a los derechos
públicos subjetivos del gobernado derivados de la garantía individual.
El cumplimiento de dicha obligación, esto es, la observancia de dicho
respeto, puede llevarse a cabo, por el sujeto pasivo en términos generales, y
según el caso, mediante una abstenci6n o un no hacer o a través de una con·
ducta positiva. En el primer caso, la obligación que para el Estado y sus
autoridades genera la relación jurídica en que se traduce la garantía indivi-
dual, es de carácter pasivo, mientras que en la segunda hipótesis es de índole
activa. Ya al tratar el tema relativo a la clasificación de las garantías indi-
viduales tendremos oportunidad de vincular estos dos tipos de obligaciones
estatales y autoritarias con los preceptos constitucionales que las contienen.
Debemos observar que la obligación mencionada a cargo de todos los
órganos estatales tiene su fundamento directo en el principio de juridicidad,
que implica la ineludible subordinación de todos los actos del poder público
a normas jurídicas pre-establecidas. Ahora bien, si estas normas tienen ca-
rácter constitucional, como son las que establecen las garantías en favor de
todo gobernado, la citada obligación deriva puntualmente del deber general
que tienen todas las autoridades del Estado, consistente en cumplir y hacer
cumplir la Constitución. Ese deber, según fácilmente puede advertirse, no
sólo incumbe a las autoridades administrativas y judiciales, sino que también
atañe al legislador ordinario, en cuanto que las leyes que expida no deben
contrariar las invocadas garantías.t'"
e) De conformidad con lo que asentamos anteriormente, se deduce que
tal derecho a favor del gobernado y la obligación correlativa a cargo de las
autoridades estatales y del Estado mismo que surgen de la relación jurídica
en que se traduce la garantía individual, existen unilateralmente, es decir,
que no hay derechos u obligaciones reciprocas por parte de los sujetos activo
y pasivo del citado vínculo, Así, atendiendo a la naturaleza prístina de la
garantía individual, el sujeto activo o gobernado sólo es titular de un derecho
subjetivo público que enfrenta a las autoridades estatales y al Estado mismo,
sin que, a su vez esté obligado hacia el sujeto pasivo. Por lo mismo, y en
atribuya juridicidad para imponerse coercitivamente sobre los necesarios- sujetos obligados
que serían las autoridades del Estado, no rebasan la órbita de la' facticidad, de la ética
o de la filosofía.
1M Al respecto, Philippe Braud; profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Eco-
nómicas de París, afirma que "La sumisión de los poderes públicos a la carta constitu-
cional es un deber auténtico del Estado; incumbe sin excepción, a todos BUS órganos porque
la Constitución es precisamente la norma que funda la competencia de cada uno de
ellos. Ninguno puede librarse o librar a los otros de su observancia, porque las normas
expedidas por el legislativo son siempre de valor infra-constitucional, salvo que el 6rgano
legislativo y el 6rgano constitucional se encuentren exactamente confundidos." (La No ..
'ion de LibertA Publique en Droit Fran'dis. Pág. 169. Edici6n 1968. Biblioteca de De-
recho Público.)
184- LAS GARANTIAS INDMDUALES
vista del atributo de unilateralidad que hemos señalado, el Estado y sus auto-
ridades no tienen ningún derecho, ninguna facultad de imperio frente al
gobernado en la relaci6n que implica la garantía individual, pues s610 son
titulares de la obligaci6n que especificamos anteriormente. Por tal motivo,
podemos afirmar que de acuerdo con su Indole genuina, primaria y propia, la
relación jurídica en que se revela la garantía i,ndividual tiene el carácter dis-
tintivo de la unilateralidad en la causaci6n de los derechos y obligaciones
que de ella se derivan para ambos sujetos, carácter que equivale a la circuns-
tancia de que los derechos s610 se generan para el sujeto activo y las obliga-
ciones exclusivamente para el pasivo. :Ésta es, pues, la fisonomía que presenta
la naturaleza jurídica de la garantía individual, en un régimen individua-
lista y liberal.
Sin embargo, no considerándose ya a los intereses y derechos particulares
como el objetivo y la base de las instituciones sociales, no reputándose -exclu-
sivamente al Estado como el guardián de la esfera jurídica de actividad
privada, tal como acontecia en la Constituci6n de 57 que sigui6 una co-
rriente netamente jus-naturalista, las relaciones entre dicha entidad y los gober-
nados por lo que ve a las garantías individuales se transforman palpable-
mente. En efecto, el Estado y sus autoridades ya no son los tuteladores de los
derechos individuales exclusivamente; éstos ya no se estiman como supra-
estatales, sino como prerrogativas jurídicas que el orden de derecho crea o
instituye en favor de los gobernados para hacer factible su desenvolvimiento
dentro de la vida social. Fue por esta nueva concepci6n de las garantías indi-
viduales por lo que el Estado ya no se ve constreñido a reconocer o respetar
derechos intangibles por su poder de imperio, sino que, para procurar el bien-
estar y felicidad de sus miembros componentes, establece, en el orden jurídico
primario y fundamental como es la Ley Suprema, una esfera de actividad
para el gobernado inviolable por las autoridades y un régimen de seguridad
jurídica para el mismo. Bajo esta nueva concepci6n de las garantías indivi-
duales, que es la que acogió nuestra Constitución actual en su articulo prime-
ro, los derechos fundamentales del hombre ya no Se reputan pre-existentes
a la sociedad estatal, según la teoría jus-naturalista, sino como creaciones del
poder soberano del Estado plasmadas en el orden jurídico básico del mismo,
y que, por este solo hecho, significan una autolimitaci6n a la actividad es-
tatal, y, por ende, a la conducta de las autoridades."
1M Es pertinente insistir en que las anteriores consideraciones no excluyen la idea de
que todo hombre tiene potestades naturales inherentes a su personalidad, que se resumen
en la libertad natural. Ahora bien, tales potestades, mientras no se reconozcan por el orden
jurídico positivo, no deben ser reputadas como "derechos". El derecho, en su aspecto sub-
jetivo, siempre reclama la existencia de una obligación correlativa. Un "derecho" sin un
'sujeto frente a quien se ejercite O pueda ejercitar obligatoriamente, no merece el califica ..
tivc de tal. El derecho subjetivo, según dijimos, no es una simple "facultad" o "potestad",
sino una "facultad" o "potestad" obligatoria, imperativa y coercitiva. Estos atributos s610
los puede otorgar la norma jurídica, sin la cual cualquier potestad humana, por más na-
tural que se suponga, no es "derecho subjetivo". Nuestro pensamiento coincide con el [us-
LAS GARANTiAs INDIVIDUALES ASPÉGTO GENERAL 185
"La misma idea la desenvuelve Burgess en las siguientes palabras: 'Los re-
volucionarios del siglo xvm decían que la libertad era un derecho natural; que
pertenecía al individuo en cuanto ser humano, independientemente del Estado
o sociedad en que viviese o del gobierno que le rigiera. Pero fácil es ver que
ésa es una idea vana e irrealizable; porque, si ni el Estado, ni la sociedad, ni el
gobierno definen la esfera de la autonomía individual y señalan sus límites,
entonces se dejará que lo haga el individuo mismo, y eso es anarquía pura y
simplemente. Los ensayos que hizo la revolución francesa para traer a la prác-
tica la teoría de los derechos naturales, demostraron la fatalidad de esa conse-
cuencia. Tales ensayos indujeron a los espíritus más piadosos de aquellos días
a afirmar que la fuente de la libertad del individuo es Dios. As¡ se renovaba la
divisa de la Edad Media: Dieu et mon droit. Pero, ¿ quién debe interpretar
la voluntad de Dios respecto de la libertad individual? Si la interpreta el individuo
por sí mismo, llegaremos a la misma consecuencia anárquica de antes. Si la
interpretan el Estado, la Iglesia o el gobierno, el individuo pierde realmente
la fuente divina de su libertad, porque lo único que tiene un valor práctico es la
interpretación y declaraci6n legal de los derechos e inmunidades individuales.
Esas dos teorías eran una protesta natural y necesaria contra el régimen del
periodo prerrevolucionario que no reconocía al individuo más libertad que la
que el gobierno le otorgase. Pero una y otra rebasaron la medida, y provo-
caron una reacción en las ideas y en los hechos.'
"El momento presente es mucho más favorable para una inteligencia exacta
y científica de estas relaciones. El principio más moderno puede expresarse como
sigue: el individuo, tanto para su más elevado desarrollo como para el mayor
bien de la sociedad y del Estado en que vive, debe obrar libremente dentro de
cierta esfera. La tendencia a tal acci6n es una cualidad universal de la natura-
leza humana; pero el Estado, el soberano, es el único que puede definir los ele-
mentos de la libertad individual, limitar su esfera y garantizar su goce. Así, el
poder que crea y sostiene al gobierno, y dispone de su vida, defiende al individuo
en esa esfera contra el gobierno, y, mediante el gobierno, contra las intrusiones
de todos los demás. Pero contra ese poder no hay defensa: él da y quita. El in-
dividuo puede reclamar libertades que aquél no haya otorgado, y aun demostrar
hasta la evidencia que las ha menester; pero 10 seguro es que, mientras no se las
otorga, no las posee. La soberanía plena --el Estado- no puede ser limitada
ni por la libertad individual ni por las facultades gubérnativas; y lo sería, si la
libertad individual tuviese su fuente fuera del Estado. 'He ah¡ el único criterio
que puede armonizar la libertad con el derecho, y mantener su equilibrio." aee
Pues bien, al crear el Estado por conducto del orden jurídico las garan-
nas individuales en beneficio de los gobernados, en algunos casos correlati-
vamente impone a éstos determinados deberes que cumplir en aras de la
naturalismo en cuanto a que la persona nace libre y en que está colocada en una situaci6n
igualitaria natural Con sus semejantes, pues sería monstruosamente aberrativo que se negara
la libertad e igualdad naturales, como elementos consubstanciales de todo ser humano.
En lo que disentimos de tal corriente filosófica, es en que dicha libertad e igualdad sean
"derechos", pues en nuestro entender, siguiendo en este punto a Kelsen, esta calidad s610
puede derivar de la nonna jurídica objetiva. Por eso, cuando la Constitúci6n reconoce la
libertad e igualdad naturales del hombre, las erige en derechos públicos subjetivos, ya que,
a través de la relación llamada "garantía individual" O "garantia del gobernado", les
imputa los ingredientes esenciales de lo jurídico, que son, como hemos afinnado, la obli-
gatoriedad, la imperatividad y la coercitividad.
188 Ciencia Polltica y Derecho Constitucional Comparado, págs. 215 y 216.
186 LAS GARANTiAS INDIVIDUALES
Hli Tal sucede, verbigracia, con los articules 5 y 27, fracción VI, párrafo segundo,
constitucionales, repectivamente, a propósito de la reglamentación del ejercicio profesio-
-nal y de la ocupaci6n de la propiedad privada por causa de utilidad pública.
LAS GARANTIAs INDIVIDUALES ASPECTO GENERAL 201
l. INTRODUCCIÓN
cía respecto de todos los demás cuerpos legales, como se advierte en sus
artículos 41 y 133.
En un ambiente de normalidad, cuando ningún acontecimiento social
o político extraordinario ocurre, cuando ninguna hecatombe general y co-
lectiva se produce, el Estado y las autoridades que a nombre de éste realizan
la actividad de imperio, deben someterse primaria y fundamentalmente a los
mandatos constitucionales, y secundaria o derivativamente a las disposicio-
nes de los diferentes cuerpos legales vigentes, cuya fuerza normativa o im-
perio regulador están condicionados al principio de que el contenido y
forma de las prevenciones jurídicas que encierran no se opongan a lo es-
tatuido en la Ley Suprema.
En un régimen de Derecho, pues, rige como elemento inseparable de
su esencia y naturaleza el principio de juridicidad in genere, el cual implica
que el Estado, a través de sus distintas autoridades, sólo debe realizar lo que
el orden jurídico general le permite o faculta que haga, sin que a ningún
funcionario público o miembro de cualquier organismo autoritario le sea
dable ejecutar algún acto cuya comisión no le esté expresamente otorgada
por la ley, la que, además, debe regular el ejercicio de la facultad con-
cedida.
El principio de juridicidad in genere, que impone a todas las autoridades
estatales el deber u obligación de actuar con previa permisión del orden de de-
recho y de sujetar a éste el desarrollo de las atribuciones que jurídicamente les
son otorgadas, se bifurca en dos principios in specie, como son el de constitucio-
nalidad y el de legalidad stricto sensu, cuya diferente calificación se esta-
blece atendiendo a la naturaleza y jerarquía del conjunto preceptivo que
consigna la obligatoriedad normativa. Así, el principio de constitucionali-
dad implica que todas las autoridades del Estado deben someter su con-
ducta a los mandatos de la Ley Fundamental a pesar de las disposiciones
legales que en contrario existan, denotando el principio de legalidad stricto
sensu la situación de observancia en que toda autoridad se encuentra para
acatar las prevenciones de las normas no' constitucionales o secundarias en
general (leyes federales, constituciones locales, leyes locales, reglamentos,
etc.).
En un ambiente de normalidad, la organización y el poder autoritarios
estatales deben observar, en primer término, como ya dijimos, la Constitu-
ción, y en segundo lugar, dentro de una jerarquía normativa, las leyes fe-
derales y las constituciones y leyes locales ordinarias que integran la llamada
legislación secundaria o no constitucional federal.
Tanto la Constitución como la legislación secundaria imponen al Es-
tado y a las autoridades integrantes de su gobierno una serie de requisitos,
condiciones y prohibiciones, de cumplimiento u observancia inaplazables, a
fin de que su poder, su actividad, surta válidamente sus efectos en la esfera
jurídica o fáctica hacia la cual está destinada a operar. Ese conjunto de
\
LA SUSPENSIÓN DE GARANTiAS INDIVIDUALES 205
quilos y -normales, pero si en los periodos de agitación debidos a una guerra extranjera
o a una revolución interior. Se ve entonces en el gobierno una tendencia a concentrarse
para revestirse de energía, aun a riesgo de convertirse en tiránico. Se prescinde más o
menos de la separaci6n de poderes, y éstos se concentran en una asamblea legislativa o en
un jefe ejecutivo. A esto se llama suspensi6n de garantías constitucionales." (Derecho pú.
blico " Constitucional, pág. 121.)
1:f9 La permisión jurídica para el desempeño de la actividad gubernamental de emer-
ge~cia, fue objeto de alusión hace algún tiempo por un ilustre jurisconsulto español, don
Vicente Santamotía de Paredes, quien en un interesante libro, intitulado Derecho Político,
aseveraba: "El estado de salud, diremos nosotros, no puede confundirse con el estado de
enfermedad, y así como fuera absurdo privar del alimento al hombre sano, sería sumamente
perjudicial dárselo al hombre enfermo. De igual modo, la libertad, que es el alimento im-
prescindible para la vida de los pueblos, pudiera en ocasiones poner en peligro su existen-
cia, cuando atraviesan periodos anormales en que el derecho de la fuerza se sobrepone a la
fuerza del Derecho. En estas razones se funda la 'suspensión de garantías constitucionales',
sin que para justificarla sea preciso abdicar de los principios que se profesan con referencia
a la vida política normal, porque lo normal y lo anormal son estados completamente dis-
tintos de la vida, y porque cuando el imperio de la fuerza tiende a usurpar el imperio de
la ley, el Derecho autoriza el empleo de la fuerza para rechazar toda agresión ilegitima;
vis vi repellere íícet, dijeron ya los jurisconsultos romanos." Pero la suspensión de las ga-
rantias constitucionales ha de verificarse bajo ciertas condiciones y dentro de ciertos lími-
tes, para que sea racional y justa. Únicamente podrán suspenderse aquellas garantías cuya
práctica por parte de los individuos o de las autoridades sirva de rémora u obstáculo al
mantenimiento del orden público, dada la rapidez, reserva o energía con que es preciso
obrar en situaciones anormales ... (Derecho Político, págs. 431 y 432, edición de 1883.)
La situación jurídlco-constituclonal que se produce a consecuencia de la cesación par-
cial del orden de derecho originada por fenómenos sociales y políticos anormales, ha reci-
bido el nombre de estado de sitio en diversos regímenes extranjeros, como los de Francia
y Argentina. Según Hauríou, dicho "estado" es una "institución legal preparada de antema-
no, que, con el fin de asegurar la paz pública, organiza el robustecimiento del poder
ejecutivo, transfiriendo de la autoridad civil a la militar una parte de los poderes de poli-
cía y una parte del poder represivo sobre la población civil. Este robustecimiento tendrá
lugar en caso de peligro inminente resultante de guerra extranjera o de insurrecci6n arma-
da, y en virtud de decisiones declarando el estado de sitio, el cual, llegado el caso, se le-
vantará mediante decisiones de igual naturaleza". (Op. cit., pág. 122.)
LA SUSP~SI6N DE GARANTiAS INDIVIDUALES 207
situación an\rmaI que surge en la vida del Estado, se desenvuelve a través
de dos fases'fundamentales QUC son: a) cesación de oigencia de las normas
conslitucionaies y legales quc de alguna manera condicionen en general o
prohíban a u'na autoridad el ejercicio de la actividad de emergencia, y b)
otorgamiento de facultades extraordinarias sobre las bases establecidas en la
propia Constitución en favor de uno de los tres poderes que componen el
gobierno estatal, y que generalmente es el Ejccutivo, el cual, por razón de
sus propias funciones normales, es el más indicado para enfrentarse a la
sin.ación anómala de peligro público. Estas dos fases se encuentran en una
auténtica relación de dependencia causal; en otras palabras, en tanto no
se produzca, por los medios-y en la extensión previstos en la Constitución,
la cesaci6n de vi{;encia o imperio normativo de las disposiciones legales o
constitucionales a que antes aludlamos, las facultades extraordinarias no
pueden válidamente concederse, ya que tanto su otorgamiento como su
ejercicio implicarían una transgresión manifiesta al orden. constitucional o
legal en aquellos aspectos que fijen y delimiten competencias entre los tres
poderes, que consignen requisitos condicionantes de la actividad autorita-
ria, o que prohíban el desempeño de cierta actuaci6n por determinadas
autoridades, en sus respectivos casos.
Ahora bien, el desarrollo de las funciones extraordinarias en el ámbito
legislativo implica o trae como consecuencia la expedici6n de lo que se
llama leyes de emergencia, cuya validez y alcance, como veremos posterior-
mente, están en raz6n directa COn los dos fen6menos juridicos mencionados
con antelación, a saber: a) con la cesaci6n de vigencia constitucional y
legal a que nos reieriamos, y b) con la extensi6n constitucional de las fa-
cultades extraordinarias, la cual, a su vez está limitada por dicha cesación.
Así, entre nosotros el artículo 29 de la Constituci6n Federal previene:
"En los casos de invasi6n, perturbaci6n grave de la paz pública o cualquier
otro que ponga a la sociedad en grande peligro o conflicto, solamente el
Presidente de la República Mexicana, de acuerdo con el Consejo de Mi-
nistros y con aprobaci6n del Congreso de la Unión, y en los recesos de éste,
de la Comisión Permanente, podrá suspender en todo el país o en lugar
determinado las garantfas que fuesen obstáculo para hacer frente rápida y
fácilmente a la situación; pero deberá hacerlo por un tiempo limitado, por
medio de prevenciones generales y sin que la suspensi6n se contraiga a de-
terminado individuo. Si la suspensión tuviese lugar hallándose el Congreso
reunido, éste concederá las autorizaciones que estime necesarias para que
el Ejecutivo haga frente a la situación, Si la suspensión se verificase en
tiempo de receso, se convocará sin demora al Congreso para que las acuerde."
Este precepto es el que habilita y legitima al Ejecutivo Federal para que
pueda desempeñar la actividad de emergencia, a fin de enfrentarse rápida
y fácilmente al peligro que entraña la situaei6n anómala. Las disposiciones
involucradas en el artículo 29 constitucional implican no sólo la base, el
208 LAS GARANriAS INLUALES
rantías individuales con excepci6n de las que "aseguran la vida del hombre".
Dichos letradca argüían que la pena de muerte decretada en ese ordenamiento
secundario de -emergencia se contraponía al invocado precepto constitucional,
sosteniendo qué. "ni aun en los casos extremos a que se refiere (la Constiru-
ci6n), autoriza la suspensión de las garantías que aseguran la vida del hombre,
pues están en él (art. 29) expresamente exceptuadas, y de esta clase son las
contra que peca 'la ley de 25 de enero de 1862. Ella, por lo mismo, ní aun en
virtud de facultades extraordinarias otorgadas con suspensión de garantías
individuales pudo 'dictarse válidamente'U'"
La suspensión' de garantías o "estado de sitio" también se previó, aunque
no en forma tan clara ni con la debida amplitud, en la Constitución española
de 1812, en cuyo artículo 308 se disponía: "si en circunstancias ordinarias la
seguridad del Estado exigiese, en toda la monarquía o eti parte de ella, la sus-
pensión de algunas de las formalidades prescritas en este capítulo (el que se
refería a la administración de justicia en lo criminal), para el arresto de los
delincuentes, podrán las Cortes decrctarla por un tiempo determinado".
Ni en el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana de 31 de enero de
1824 ni en la Constitución -Federal de 4 de octubre del propio año, se previ6
la suspensión de garantías en casos anormales y de peligro para la vida del
país, Es más, según lo hace notar don Isidro Montiel y Duarte, el principio
tajante de la división o separación de poderes que en ambos documentos se
consignaba, hizo imposible el fenómeno suspensivo indicado, que para desarro-
llarse reconoce necesariamente el depósito de la función legislativa en el ór-
gano encargado del Poder Ejecutivo, al que se conceptúa más id6neo para reme-
diar una situación de cmergencia.v"
No obstante que ninguno de los dos ordenamientos acabados de citar es-
tatuy6 la posibilidad de que en casos excepcionales se otorgaran facultades
extraordinarias al Ejecutivo para legislar, es decir, para expedir las leyes que
reclamase una situación emergente, durante la vigencia de la Constitución
Federal de 1824 se crearon diferentes decretos confiriendo dichas facuItades
al Presidente de la República, decretos que, por las razones invocadas, resul-
taban inconstitucionales. Así, el 25 de agosto de 1829 se autorizó al Ejecutivo
de la Federación "para adoptar cuantas medidas fueran necesarias a la con-
servación de la independencia, del sistema federal y de la tranquilidad pública";
y como se abusara del ejercicio de dichas facultades, el Congreso, por ley de
15 de febrero de 1831, aclar6 y dej6 sín valor varias providencias que el Eje-
cutivo había tomado en ocasión del desempeño de las propias facuItades. Como
la situación política y militar interna de México hacía difícilmente aplicable la
Constitución de 1824 en lo que concernía, sobre todo, al principio de división
o separación de poderes, el Congreso expidi6 una ley el 8 de octubre de 1832
otorgando facultades extraordinarias al Poder Ejecutivo, mismas que se reitera-
ron por sendas leyes en los años de 1833 y de 1834.
Como se ve, los autores del Acta Constitutiva de la Federación y los Cons-
tituyentes. de 1824 no previeron el surgimiento de casos anormales dentro de
la vida del país, para instituir la posibilidad jurídica de que se invistiese al
Poder Ejecutivo con facultades extraordinarias tendientes a conjurar o evitar
los trastornos inherentes a toda situación de emergencia. Por ello, es decir, en
atención a dicha omisión constitucional, todas las leyes a través de las cuales
"!'_ E~taron las mencionadas facultades. estuvieron en abíerta puzna con el
20'1 Reseña Histórica. de don Juan de Dios Arias, obra en la que se encuentra repro-
ducido íntegramente el proceso contra Maximiliano, Miram6n y Mejía (pág. 413).
'l~2 Estudio sobre Garantías Individuales, edición 1873, págs. 536 a 540.
210 u.s GARANTÍAS¿DIVIDUALES
I
principio de división o separación de poderes que en forma categórica e inexcep-
cional se consagró en dicha acta y en la Constitución de 1824. I
La Constitución Centralista de 1836 también fue omisa en lo que respec-
ta a la suspensión de garantías individuales y al otorgamiento de facultades
extraordinarias para legislar en favor del Ejecutivo. Al declarar enfáticamen-
te en su artículo 4º que "El ejercicio del supremo poder nacional continuará
dividido en legislativo, ejecutivo y jucicial y que no podrán reunirse en nin-
gún caso ni por ningún pretexto" evitó ambos fenómenos jurídico-constitu-
cionales. Es más, en el artículo 45, fracción V, de la tercera ley, dicha
Constitución dispuso que el Congreso General no podía "... suspender a los
mexicanos de sus derechos declarados en las leyes constitucionales".
En cambio, en las llamadas Bases Orgánicas de 1843 ya se contenía la pre-
visión, en favor del Congreso, para suspender o "minorar" las garantías indi-
viduales en circunstancias extraordinarias cuando la seguridad de la nación
lo exigiere en toda la República o parte de ella, "para la aprehensión y de-
tención de los delincuentes" (arts. 67 frac. IV y 198).
La suspensión de garantías individuales es, pues, un fenómeno que, con
más o menos variantes ha sido acogido en nuestro Derecho Püblíco.!» pu-
diendo decirse. en general. que reconoce como antecedente remoto la institu-
ción de la dictadura en el Derecho Romano, en cuyo sistema correspondía al
Senado la designación del dictador atendiendo a las situaciones de peligro
que se presentaban en la vida del Estado, designación que debía ser aproba-
da por los cónsules.
153hi, En este caso debe incluirse la delincuencia organizada habitua.l. por 110 decir cotidiana,
que constantemente lesiona a la sociedad generando la inseguridad, la zozobra y alarma colectivas
y el pánico en las personas que la integran, así como otros muchos fenómenos en los distintos ám-
bitos de la vida comunitaria.
l~ Ao;( lo ha establecido la Suprema Corte en una tesis (Informe correspondiente al año
de 1943, pág. 7I. Segunda Sala).
¡55 El empleo del vocablo "ministros" es indebido dentro de nuestro orden administra ti-
ve-constitucional, que establece un régimen presidencial, en el que el Poder Ejecutivo Federal se
deposita en un individuo, llamado Presidente de la República (art. SO). Los secretarios de Estado
son auxiliares de éste en los diferentes ramos de la administración pública. es decir. siempre ac-
túan en nombre de él, sin tener potestades per-se. En otras palabras, la función administrativa de
la Federación es unitaria y constitucionalmente se confía al Presidente de la República, quien es
responsable de los actos de sus coadyuvantes, denominados "secretarios de Estado". En nuestro
país no existe, como en los sistemas parlamentarios, la desconuntraci6n funcional del gobierno ad-
ministrativo, conforme al cual los ministros asumen responsabilidad oficial por los actos que reali-
zan dentro de su correspondiente ramo, ante la asamblea legislativa. Por lo tanto, es impropia la
locución que utiliza el artículo 29 constitucional. o sea, la de "consejo de ministros", pues de
acuerdo con nuestro régimen jurídico-constitucional y administrativo. tal "consejo" no es sino la
simple reunión de los diferentes auxiliares del Presidente de la República. esto es. de los secreta-
rios de Estado a que se refiere el artículo 90 de la Constitución.
Por otra parte, al afirmar que el régimen de gobierno administrativo en México es p1"esi-
dendal, mismo que se caracteriza por la concentración de las funciones inherentes en el Pre-
sjdente de la República, no suponemos que los secretarios de Estado no sean responsables
por modo absoluto de sus actos. Estos funcionarios asumen responsabilidad oficial pero ante
su superior jerárquico, cual es el Presidente. sobre todo al refrendar los reglamentos, decre-
tos y órdenes de él (art. 92); pero esa responsabilidad no la contraen ante un poder distinto,
como es el legislativo, con el que no guardan ninguna vinculación, salvo el caso de que sean
llamados a informar sobre la situación, del ramo administrativo bajo su cuidado (art. 93).
Además, tam poco estas consideraciones entrañan la idea de que los secretarios de Estado no
sean responsables penalmente por los delitos comunes y oficiales, que cometan. pues el concep-
to de "responsabilidad" lo hemos empleado en un sentido estrictamente administrativo-consti-
tucional.
La errónea expresión "Comejo de Ministros" que U contenía en el artículo 29 omstimcumal fue
sustituida correctamente con tI siguiente texto involucrado en dicho precepto: '". .de acuerda con los titu-
\
LA SUSPENSIÓN DE GARANTÍAs INDIVII>UALES 213
\
con los secretarios de Estado, jefes de Departamentos autónomos y Procu-
rader de la República) ,'" 'lo tiene la facultad de tomar la iniciativa para sus-
pender las garantías individuales, la cual, para que produzca el acto juridico
suspensivo propiamente dicho, y por ende, para que surta sus efectos legales,
requiere la aprobación del Congreso de la Unión o, en los casos dc receso
de éste, de la Comisión Permanente. Como se ve, en un decreto de sus-
pensión dc garantías individuales tienen injerencia el Ejecutivo Federal
como autoridad a quien exclusivamente compete la iniciativa, y el Congreso
de la Unión, injerencia que se traduce en la realización de dos actos di-
ferentes imputables a cada uno de dichos poderes, a saber, al primero, la
formulación de los términos jurídicos en que operará la suspensión, y al se-
gundo, la aprobación de los mismos y de la iniciativa correspondiente pro-
piamente dicha. En cada uno de esos dos actos en que se revela el proceso
de la expedición del decreto de suspensión de garantias individuales, tanto
el Ejecutivo Federal como el Congreso de la Unión gozan de amplias fa-
cultades discrecionales para calificar la existencia y gravedad del estado de
emergencia que sea la causa de la situación suspensiva.
En virtud del estado de guerra que prevaleció entre nuestro país, por un
lado, e Italia, Alemania y el Japón, por otro, ha tenido su aplicación real el
artículo 29 constitucional, conteniéndose la suspensión de garantías individuales
en el decreto de 2 de junio de 1942, reglamentado por la Ley de Prevenciones
Generales relativa del día 13 del propio mes y año, o-rdenamientos ambos que
constituyeron los conjuntos normativos orgánicos o reglamentarios del men-
cionado precepto constitucional, así como las reglas fundamentales que some-
tieron la actitud estatal-autoritaria de emergencia.U •T
UEn esa misma fecha (o sea, en aquella en que entr6 en vigor dicha preven..
ción: 2 de junio de 1942) empezará a surtir sus efectos en todo el país y para
todos sus habitantes la suspensión de garantías materia del presente decreto, sin
que se requiera la reglamentaci6n a que se contrae el artículo 3."
rias para legislar, sino que el artículo 49 de nuestra Ley Fundamental dispone
que dicho otorgamiento también es dable en el caso a que alude el segundo
párrafo de su artículo 131 y cuyo sentido expresamos en las notas que ante-
ceden. Por tanto, el alcance o la extensión de las facultades mencionadas debe
demarcarse mediante una recta y sana interpretación jurídica del invocado
artículo 49. Del texto de este precepto se inficre que su contenido involucra
las siguientes disposiciones: a) La que se refiere a la consagración del prin-
cipio clásico de la división o separación de poderes; b) La que alude a la
prohibición de que se reúnan dos o más de los poderes en que se desarrolla
la actividad estatal en una sola persona o corporación; c) La de que el Poder
Legislativo no puede depositarse en un solo individuo, y d) La que estriba
en que dicho Poder Legislativo puede depositarse en un solo individuo en el
caso de facultades extraordinarias al Ejecutivo de la Unión, conforme a lo
dispuesto por el articulo 29 constitucional y al segundo párrafo del artículo
131 de la Ley Suprema.
La simple prohibición de que cl Poder Legislativo se deposite en un indi-
viduo, no es sino una mera declaración constitucional dogmática, de la que
no se deduce lógicamente facultad alguna, ya que prohibir escuetamente, sin
aditivos, algún fenómeno, no implica autorizar el contrario. El concepto de
"Poder Legislativo" a que se refiere el citado artículo 49 constitucional equi-
vale al de "potestad legislativa", es decir, a la facultad de elaboración de leyes
y no al organismo bicameral al que dicha facultad corresponde normalmente,
puesto que, según el artículo 50 dc la Constitución Federal, el mencionado
poder "se deposita" en un Congreso General que se divide en dos Cámaras,
una de diputados y otra de senadores, entendiéndose por "depositar", "en.
tregar o confiar", de acuerdo con el Diccionario de la Lengua Castellana. Por
ende, el "poder legislativo", cuyo "depósito" en un individuo prohibe el aro
tículo 49 constitucional, se traduce en la "actividad legislativa", o sea, en la
función creadora o elaboradora de leyes, sin referirse, por el contrario, al "orga-
nismo legislador" (Congreso de la Unión), puesto que a éste no lo considera
el artículo 50 de la Ley Suprema como "integrante o componente" de dicho
Poder, sino como depositario del mismo. En otras palabras, al establecer el
citado artículo 50 que el Poder Legislativo se deposita en un Congreso de la
Unión, claramente indica que a este organismo se entrega o confía la función
estatal legislativa, ya que no es lógico ni real depositar, entregar o confiar a
alguna persona o entidad lo que ésta ya tiene como constitutivo o integrante
de su propio ser orgánico.
De lo anteriormente expuesto se colige que la prohibición de "depositar"
establecida en el artículo 49 constitucional tiene como materia la función,
actividad o potestad legislativa (Poder Legislativo del Estado Mexicano) y
no al organismo que dicha función, actividad o potestad se deposita (Con-
greso de la Unión), como erróneamente lo estimó don Ignacio L. VaUarta
en una tesis que más que jurídica es política, el interpretar el artículo 50 de la
224 LAS GARANTIAS INDIVII)UALES
República, sino sólo en los dos casos distintos a que aluden los artículos 29
y 131, segundo párrafo, de la Constituci6n, fuera de los cuales dicho otorga-
miento es víolatorio de su artículo 49.
caracteres, el alectado por tales actos tenía expedita la vía de amparo para
impugnarlos por violación al artículo 16 constitucional, en virtud de que el
Jefe del Ejecutivo no era autoridad competente desde el punto de vista de
la Constitución para actuar fuera de la órbita de facultades extraordinarias
que le demarcó el Congreso de la Unión en el decreto de 2 de junio de
1942, acatando lo dispuesto por los artículos 29 y 49 de nuestra Ley Su-
prema.
165 La Invocación que hemos hecho de tal precepto, así como las referencias que con
posterioridad formularemos, son sin perjuicio de poner en relieve, tal como después lo hare-
mos, la inconstitucionalidad del mismo.
232 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
el artículo 5. del decreto de l. de junio de 1942, leyes que no estén limitadas a los
fines que esa misma disposici6n, relacionada con el artIculo 4' del propio orde-
namiento, señala:"
Pues bien\ cuando alguna autoridad pretendía aplicar una ley de emer-
gencia (norma de excepción) a un caso no previsto en ella, violaba tal
principio, por lo que su actuación sobre el particular no estaba autorizada
o no derivaba de la indicada norma, ya que ésta, como precepto de excep-
ción, únicamente confería al poder autoritario facultades de aplicación o
ejecución ejercitables para afectar situaciones expresamente determinadas
cn sus prevenciones. Por todo eIJo, resulta que, también por esta clara con-
sideración, el articulo 18 de la Ley de Prevenciones Generales era inapli-
cable a la hipótesis de que estamos tratando.
e) No habiendo autorizado ninguna ley, de emergencia un acto de au-
toridad tendiente a producir una afectación en un status particular y con-
creto no comprendido dentro de la situación abstracta y general legalmente
determinada; en otras palabras, no fundándose dicho acto en ningún pre-
cepto legal, es evidente que la autoridad que lo desempeñaba o pretendía
desempeñar violaba el artículo 16 constitucional, al infringir la garantia
de legalidad que este precepto consagra a través de los conceptos de "fun-
damentación" y "motivación" de la "causa legal del procedimiento" (o
sea, del o de los actos autoritarios mencionados), y los cuales explicaremos
posteriormente.
Por ende, un acto autoritario que haya aplicado o intentado aplicar una
disposición de emergencia a un caso no comprendido dentro de la situación
general y abstracta que preveía, carecía de causa legal fundada y motivada,
ya que, en primer lugar, al afectar al status concreto de que se trataba, no
se basaba en ninguna norma que autorizara dicha afectación (falta de fun-
damentación), y, en segundo término, a pesar de que hubiese invocado una
ley de emergencia, el caso afectado no habría estado previsto en ésta (falta de
motivación) .
De las ideas anteriormente sustentadas se infiere que el articulo 18 de
la Ley de Prevenciones Generales no regia en la hipótesis en que se tratase
de la aplicación de una norma de emergencia a un caso no comprendido
dentro de la situación general y abstracta en ella prevista, ya que en primer
lugar, tal acto aplicativo (potencial o actual) no emanaba la dicha norma,
y, por otra parte, porque éste carecía de causa legal fundada y motivada,
vioIándose de esa guisa la garantia de legalidad consagrada en el artículo
16 constitucional y la cual no se encontraba suspendida ni restringida.
I ...
su función jurisdiccional ejercitada a través del conocimiento del JUICIO de
amparo. I
Considerando at -aludido articulo 18 de la Ley de Prevenciones Gene-
rales como carente de validez normativa por el hecho de ostentarse como
inconstitucional, es evidente que los Jueces de Distrito y la Suprema Corte
conservaron la competencia que les otorga la Constitución para controlar
los actos de las autoridades facultadas legalmente para desempeñar una ac-
tividad de emergencia y por virtud de los cuales hubiesen aplicado indebida
o inexactamente una disposición extraordinaria a un caso concreto com...
prendido dentro de la situación general y abstracta en ella prevista."
,. d e que\era
tegorrca \ .
improc ed ente el JUICIO
Iuiclo de garan tiras contra I de emer-
eyes
gencia o actos derivados de las mismas, sancionando la disposición conteni-
da en el segundo, la hipótesis en que se haya dado entrada a la demanda
de amparo correspondiente. Por tanto, al referirse el Presidente de la Repú-
blica a dicha hipótesis, en lógica concordancia con la prohibición implicada
en el párrafo primero del articulo 18, decretó como sanción respectiva el
sobreseimiento del juicio de amparo ya iniciado. En conclusión, si este me-
dio de impuguación no era improcedente, según demostramos anteriormen-
te, la sanción de sobreseimiento establecida en el segundo párrafo del articu-
lo 18 de la Ley de Prevenciones Generales citado era inoperante, partici-
pando del vicio de inconstitucionalidad que afectaba a la disposición legal
de la cual era accesoria o consecuente.
b) En <segundo lugar, por el hecho de que el mencionado segundo
párrafo del articulo 18 de la Ley de Prevenciones Generales estimase sobre-
seíbles, a consecuencia del solo informe de autoridad federal en el sentido
de que el acto reclamado se encontraba fundado en el expresado ordena-
miento, los juicios de amparo correspondientes, se violaba abiertamente el
artículo 107 constitucional, cuyas normas no se encontraban privadas de
vigencia (ni podrian estarlo jurídicamente), desde el momento en que su
posible relevación de autoridad normativa, rebasarla los límites constitucio-
nales de la esfera dentro de la cual debía desplegarse la actividad autori-
taria de emergencia, toda vez que ésta debía tener como objetivo la satis-
facción de los fines indicados en los articulos 4 y 5 del Decreto de Suspen-
sión de 2 de junio de 1945 y que se desprenden del articulo 29 de la Ley
Suprema, y de ninguna manera alterar los procedimientos judiciales de
amparo.
Ahora bícn, la fracción IX del artículo 107 constitucional, que instituía
la competencia de los Jueces de Distrito en materia de amparo (y que eran
los funcionarios judiciales de conocimiento de los juicios de garantías que
se hubiesen promovido contra leyes o actos de emergencia), consiguaba un
procedimiento determinado a través del cual se sustanciaban los juicios de
amparo indirectos o bi-instanciales, destacándose por su importancia proce-
sal, la audiencia de pruebas y alegatos. Pues bien, si el párrafo segundo del
artículo 18 de la Ley de Prevenciones Generales eliminaba dicha audiencia,
obligando a los jueces de Distrito a no someterse al procedimiento instituido
en la mencionada disposición constitucional y constriñendo a dichos fun-
cionarios a decretar el sobreseimiento de los juicios de amparo respectivos
sin ulterior recurso, una vez que la autoridad federal (?) hubiese informado
que los actos reclamados se encontraban fundados en la Ley de Prevencio-
nes Generales, es evidente que tal precepto era inconstitucional por contra-
venir f1agrantemente la fracción IX del artículo 107 de la Ley Fundamen-
tal. Por ende, los Jueces de Distrito, y en .general las autoridades que hubiesen
conocido de los jnicios de amparo que se entablaran contra actos que la
242 LAS GARANTfAS/rNDIVJDUALES
161 Suponemos que la referencia vaga e imprecisa que hacía el citado párrafo al "in-
forme de autoridad federal", aludía al informe de la autoridad responsable en el juicio de
amparo que promovía el afectado por un acto al que éste "le haya dado un carácter distin-
to de acto de emergencia", ya que en tales casos sería la autoridad federal la que lo
habría desempeñado, por haber sido legalmente competente para ello, atendiendo a que
las autoridades locales propiamente figuraban como auxiliares de aquélla en lo tocante
a la realización de la actividad extraordinaria.
\
LA SUSPENSION DE GARANTiAS INDIVIDUALES 243
VII.
\.
INCONSTlTUCIONALIDAD DEL DECRETO OONGRESIONAL DE CESACIÓN
-
DEL ESTADO SUSPENSIVO DE GARANTiAS INDIVIDUALES FECHADO EL
VEINTIOCHO DE SEPTIEMBRE DE 1945
\
A. El destino de las leyes de emergencia
Un problema jurídico que afecta a todos los habitantes del país es el
que concierne a la cesaci6n de vigencia de las leyes de emergencia, el cual
plantea, entre otras, las siguientes cuestiones fundamentales: - ¿C6mo opera
dicha cesaci6n? ¿Las facultades estatales y autoritarias, los derechos y las
obligaciones de los gobernados y, en general, las situaciones creadas por los
ordenamientos extraordinarios dejaron de existir, de tener validez, por modo
automático una vez terminadas las hostilidades con el Japón, para que se
hubiera realizado ipso jure la restauraci6n del orden jurídico normal en
aquellos aspectos afectados por la legislaci6n de emergencia; o bien fue
posible que se adoptasen por el gobierno medidas transitorias que de ma-
nera paulatina y gradual hubiesen encauzado la conversi6n del estado de
derecho anormal en el régimen constitucional y legal ordinario?
El articulo 2 del decreto de l' de junio de 1942, que instituyó el régi-
men jurídico suspensivo de las garantías individuales y facult6 1egislativa-
mente al Presidente de la República para expedir todas aquellas leyes "in-
dispensables para la eficaz defensa del territorio nacional, de su soberanía y
dignidad, y para el mantenimiento de nuestras instituciones fundamentales",
es lo suficientemente explícito para elucidar tal problema, ya que establecía
que la suspensi6n de tales garantías frente al Estado y sus autoridades "du-
raría todo el tiempo que México permaneciese en guerra con Alemania,
Italia y el Japón, o con cualquiera de estos paises", habiendo sido suscep-
tible de prorrogarse, a juicio de Ejecutivo, "hasta treinta días después de la
cesaci6n de las hostilidades". En consecuencia, por el solo hecho de haber
transcurrido dicho plazo, que se estableci6 en el artículo primero del De-
creto Presidencial de 14 de agosto de 1945 (mediante el cual el Presidente
de la República ejercitó la facultad que le fue concedida por el Congreso de
la Uni6n en los términos ya transcritos), toda la legislaci6n de emergencia,
esto es, todos los ordenamientos que en uso de facultades extraordinarias
expidió el Jefe del Ejecutivo Federal dejaron totalmente de estar vigentes,
lo que evidentemente import6 la subsistencia de las situaciones en ellos pre-
vistas y, por ende, la eliminación de las atribuciones estatales l! -autoritarias
inherentes a éstas y de los derechos y obligaciones correlativas de los gober-
nados. Estimamos, por consiguiente, que, dada la manera en que estaba
redactado el articulo 2 del Decreto de Suspensi6n de Garantías Individua-
les de l' de junio de 1942, la cesación del régimen legal que instituy6 y
de la legislación de emergencia en general, oper6 ipso jure, una vez des-
aparecida la causa que los dctermin6 o tan luego como transcurri6 el plazo
244
I
LAS GARANTÍAS INDMDUALES
I
de treinta días a que tal precepto se refiere, puesto que ~i el Poder Eje-
cutivo, ni el Legislativo, ni cualquiera otra autoridad estatal, tuvieron fa-
cultad para retardar dicha cesación, máxime que la Constitución prolúbe
toda posible demora sobre el particular, al establecer en el articulo 29 que
la suspensión de garantías indíviduales debe decretarse por tiempo limitado,
entendiéndose por tal el lapso durante el cual subsista la situación anómala
que hubiere originado dicha suspensión.
se encontraba con las naciones del Eje y de que transcurrió el plazo de treinta
días a que se refieren el Decreto Congresional de l' de junio de 1942 y el
presidencial de 14 de agosto de 1945.
Al consignar la ratificación de las leyes de emergencia a que alude el
decreto de fecha 28 de septiembre de 1945, el Congreso de la Unión declaró
subsistentes, en forma indefinida, unas medidas legislativas que, por provenir
de autorizaciones de validez y ejercitabilidad transitorias conforme al artículo
29 constitucional, debieron ser despojadas de su imperio normativo al des-
aparecer el ámbito hacia el cual estaban destinadas a operar, como es el estado
de guerra. En consecuencia, por virtud de dicha ratificación, el Poder Legis-
lativo Federal violó las garantías de seguridad jurídica que otorga el expresado
artículo 29 constitucional, consistentes en que las medidas que se adopten por
el Presidente de la República en ejercicio de las facultades o autorizaciones
previstas en los artículos 29 y 49 de la Ley Suprema, deben ser válidas y efi-
caces mientras subsista la situación de emergencia en la que deben operar.
b) Por otra parte, independientemente del anterior vicio de inconstitu-
cionalidad que afecta al Decreto de Cesación del estado suspensivo de garan-
tías individuales, el Congreso de la Unión, al ratificar las leyes de emergencia
que en dicho cuerpo normativo se expresan, infringió también la garantía de
competencia constitucional consagrada en la primera parte del artículo 16
de la Ley Fundamental.
En efecto, de acuerdo con dicha garantía individual, y conforme lo ha
establecido la jurisprudencia de la Suprema Corte, la competencia constitu-
cional de una autoridad está integrada con todas aquellas facultades que la
Ley Fundamental le otorga. Ahora bien, el Poder Legislativo Federal no tiene
competencia constitucional para ratificar leyes u ordenamientos elaborados
por el Ejecutivo de la Unión, entendiéndose por ratificación, la corroboración
o confirmación de normas ya existentes.
Bien es cierto que el artículo 73 constitucional faculta al Congreso Federal
para expedir diversas leyes en las materias que el propio precepto menciona;
mas también es verdad que una cosa es la expedición de una ley y otra la
ratificación de la misma, ya que en el primer caso se crea, se da nacimiento,
se elabora un ordenamiento, a iniciativa de cualquiera de las autoridades o
funcionarios que cita el artículo 71 de nuestra Ley Suprema, mientras que
en el segundo se confirma, se convalida un ordenamiento que vive ya jurídi-
camente, que ya está investido de validez y fuerza obligatoria.
Siendo la expedición y la ratificación de una ley dos actos jurídicos dis-
tintos y diferentes, es evidente que el Congreso de la Unión carecia de facul-
tades para ratificar ordenamientos expedidos por el Ejecutivo de la Unión
en uso de las facultades extraordinarias que le fueron conferidas durante la
situación de emergencia, por lo que, a través del decreto de 28 de septiembre
de 1945, el Poder Legislativo Federal contravino la garantía de competencia
LA SUSPENSIÓN DE GARANTÍAS INDIVIDUALES 249
GARANTíAS DE IGUALDAD
pacidad que tiene una persona de adquirir los mismos derechos y las mismas
obligaciones de que es titular todo sujeto que se encuentre en una deter-
minada situaci6n abstracta legalmente establecida. Por consiguiente, la igual-
dad se refiere a la calidad o naturaleza de los derechos y obligaciones pro-
pios de un estado jurídico especifico. Por el contrario, la proporcionalidad,
que supone siempre la igualdad, implica la fijación de derechos y obligacio-
nes para una persona desde un punto de vista cuantitativo dentro de una
misma situaci6n jurídica. Verbigracia, todo propietario o poseedor juridico
de bienes inmuebles está colocado frente al Estado, desde el punto de vista
fiscal, en una determinada situaci6n jurídica, consistente en ser el causante
de un cierto impuesto que recibe el nombre de predial. Todo propietario
o poseedor jurídico, pues, está obligado, por el hecho de tener la condición
de tal, a pagar ese impuesto, el cual se establece. por la índole, cualidad o
naturaleza de su situaci6n determinada. Esta obligación, que se extiende
a todo poseedor jurídico o propietario de un bien inmueble, implica, pues,
igualdad por el hecho de referirse a todo sujeto que ostente la condici6n de
tal independientemente del monto o cuantía de sus posesiones o propieda-
des. Ahora bien, como no todos los propietarios o poseedores de inmuebles
(igualdad) están colocados en una misma situación económica respecto a
la propiedad o posesi6n de éstos, los que tengan fincas o predios más exten-
sos, mejor situados o en mayor número, pagarán un impuesto más elevado
que los que estén en una posición contraria, circunstancia que no es otra
cosa que la proporcionalidad, la cual se establece atendiendo al quantum
de los objetos del impuesto que detente cada uno de los causantes.
La igualdad (o equidad) y la proporcionalidad de todo impuesto son
las caraeteristicas que a éste imprime la Ley Fundamental en el articulo
31, fracci6n IV, que dice: "Son obligaciones de los mexicanos: IV. Con-
tribuir para los gastos públicos, así de la Federaci6n como del Estado y
Municipio en que residan, de la manera proporcional y equitativa (igua-
litaria) que dispongan las leyes." Según este precepto, un impuesto, para
que no sea inconstitucional, debe ser igual o equitativo, es decir, decretarse
para todo individuo que se encuentre en la situaci6n determinada que aquél
grava. Por ende, no seria equitativo un impuesto que debiese pagar una
persona que no se encuentre en la situaci6n especifica para la que fue crea-
do. (Por ejemplo, si se exigiere a un arrendatario el pago de contribuciones
prediales que se reclaman al propietario o poseedor originario.) Además
del requisito de igualdad que' debe tener todo impuesto, y, por consecuencia,
toda ley que lo cree, éste debe ser proporcional, o sea, establecido en aten-
ción a la especial situaci6n económica gravable de cada causante, consti-
tuida por sus ingreses, capital fijo, etc. Seria desproporcionado un impuesto
y, por ende, inconstitucional en el caso de que todos los causantes, indepen-
dientemente de su posici6n econ6mica gravable, estuviesen obligados a pa-
gar una misma suma por tal concepto.
254 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
ción jurídica que media entre el gobernado por una parte y el Estado y
sus autoridades por la otra, constituyendo el primordial contenido de los
derechos subjetivos públicos que de dicho vinculo se derivan, las prerroga-
tivas fundamentales del hombre, o sea, aquellos elementos indispensables
para el desenvolvimiento de su personalidad y el logro de su felicidad.
Una de las condiciones sine qua non para conseguir estos fines es la igual-
dad jurídica. tomada ésta como conjunto dc posibilidades y capacidades
imputables al sujeto, en el sentido de que esté en aptitud de adquirir los
mismos derechos y contraer las mismas obligaciones, desde un punto de
vista cualüatioo, que corresponden a otras personas colocadas en idéntica
situación determinada. Pues bien, el criterio que sirve de base para definir
dicha situación, en que campea la igualdad jurídica como garantía indivi-
dual, está integrado por la propia personalidad humana en su aspecto uni-
uersal abstracto, eliminando toda diferencia entre grupos humanos e indi-
viduos desde el punto de vista de la raza, nacionalidad, religión, posición
económica, etc. El concepto jurídico de igualdad, como contenido de una
garantía individual, se traduce en un elemento eminentemente negativo:
la ausencia de distinciones y diferencias entre los hombres en cuanto tales,
provenientes de factor alguno. Consiguicntemente, la situación determinada
en que opera la igualdad, como substratum. de un derecho subjetivo público
emanado de una garantia individual, es muy amplia, pues no se establece
ni se demarca por un cierto factor contingente o accesorio, sino que se
forma por un fenómeno negativo inherente a la naturaleza del hombre en
si mismo considerado, en cuanto tal: ausencia de diferencias en las posibi-
lidades y capacidades jurídicas generales, debidas aquéllas a particularidades
étnicas, religiosas, biológicas, etc., que puedan ostentar varios individuos o
grupos humanos. La igualdad como garantia individual es, por ende, un
elemento consubstancial al sujeto en su situaci6n de persona humana frente
a sus semejantes todos, iodependientemente de las condiciones jurídicas par-
ciales y particulares que aquél pudiese reunir. En conclusión, podemos de-
cir que la igualdad como garantia iodividual, traducida en esa situación
negativa de toda diferencia entre los hombres, proveniente de circunstancias
y atributos originarios emanados de la propia personalidad humana particu-
lar (raza, religión, nacionalidad, etc.}, es el fundamento de la igualdad
jurídica que opera en cada una de las posiciones determinadas v correlativas
derivadas de los distintos ordenamientos legales.
La situación en que existe la igualdad como garantía individual no se
forma para el sujeto a virtud de la celebración de un acto jurídico previo
y necesario (contrato, verbigraeia), ni como resultado de una cierta posi-
eión económica o jurídica (propiedad, posesión, etc.), sioo surge concomi-
tantemente con la persona humana. Por tal motivo, la igualdad, como con-
tenido de la garantía individual, es una situación en que está colocado todo
hombre desde que nace.
256 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
Este precepto dice: "En los Estados Unidos Mexicanos todo individuo
gozará de las garantias que otorga esta Constitución, las cuales no podrán
restringirse ni suspenderse sino en los casos y con las condiciones que ella
misma establece." Consagra una garantía individual específica de igualdad,
puesto que considera posibilitados y capaces a todos los hombres, sin excep-
ción, de ser titulares de los derechos subjetivos públicos instituidos por la
propia Ley Fundamental.
El alcance personal o subjetivo de esta garantía especifica de igualdad
se extiende, como dice el artículo I Q constitucional, a todo individuo; es
decir, a todo ser humano independientemente de su condición particular
congénita (raza, sexo, etc.), o adquirida (estado jurídico o fáctico, pro-
veniente de la realización de un hecho o acto previo: estado de arrenda-
tario, casado, propietario, etc.). Así, pues, de acuerdo con nuestra Ley
Fundamental, toda persona tiene capacidad de goce y ejercicio (para em-
plear el lenguaje del Derecho Civil) de las diversas garantías individuales
específicas que consagra la Constitución en sus respectivos artículos. Esta
particularidad que presenta nuestro sistema constitucional en relación con
la titularidad o extensión subjetiva de las garantías individuales, revela evi-
dentemente una superioridad respecto dc aquellos ordenamientos funda-
mentales que contraen el goce y ejercicio dc las mismas a los nacionales
(v. gr., la Constitución española republicana de 1931). Por otra parte, la
titularidad de las, garantías individuales se entiende extensiva jurídica, legal
y jurisprudencialmente, a las personas morales de orden privado, y, cn casos
determinados a las oficiales -artículo 9 de la Ley de Amparo--, a través
de la procedencia del juicio constitucional a su favor,'" aSÍ Como a las per-
sonas morales de derecho social y a los organismos descentralizados, según
afirmamos en el capítulo segundo de esta obra.
Por lo que concierne a la extensi6n espacial de vigencia o imperio de
las garantías individuales, el artículo 1Q constitucional establece que su goce
y ejercicio prevalecerán para todo individuo en los Estados Unidos Mexi-
canos, esto es, en todo el territorio de la República (territorio continental,
insular, mar territorial, etc.).
Ahora bien, el propio artículo l' de la Constitución declara que las ga-
rantías individuales 8610 pueden restringirse o suspenderse en los casos y
bajo las condiciones que dicho ordenamiento supremo establece. ¿Cuáles
183 Esta cuesti6n la tratamos con la debida amplitud en El Juicio de Amparo, capí-
tulo VIII.
262 LAS GARANTiAS INDIVIDUALES
Sin embargo, nosotros no estamos <le acuerdo con esta interpretación me-
ramente gramatical de los términos relativos del precepto constitucional alu-
dido, en primer lugar, porque la interpretaci6n de tal índole es la menos
id6nea de las interpretaciones y, en segundo, porque las conclusiones a que
nos conduce están desmentidas por diversas consideraciones, tanto de natura-
leza constitucional como doctrinal.
En efecto, el concepto de "reforma" implica necesariamente una modi-
ficaci6n parcial, puesto que si fuere total, se trataría de una sustitución o
transformación. Una reforma es algo accesorio o anexo a lo principal, que es
precisamente su objeto; por consiguiente, cuando se elimina lo principal, la
reforma no tiene raz6n de ser. Por tanto, la facultad reformativa que el ar-
tículo 135 confiere al Congreso de la Unión y a las legislaturas de los Es-
tados sólo equivale a una alteración parcial de la Constituci6n, por las
razones ya dichas. Una reforma implica la adici6n, la disminución O la modi-
ficación parcial de un todo, pero nunca su eliminaci6n integral, porque en-
tonces ya no sería reforma, ya que ésta altera, pero no extingue.
Por otra parte, el único soberano, el único capaz de alterar o modificar
la forma de gobierno o la posici6n general que adopta el Estado frente al
individuo (que serían los casos de alteraciones totales), es el pueblo como lo
dispone el artículo 39 constitucional en su norma respectiva, que textualmen-
te dice: "El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de modificar
o alterar la forma dc su gobierno." Interpretando los artículos 39 y 135 cons-
titucionales en la relación lógica que entre ambos existe, resulta que el segun-
do de ellos no se refiere a ninguna facultad de alterar el régimen gubernativo
que el pueblo ha elegido como depositario real del poder soberano, posibi-
lidad que concede el primero a la naci6n, por lo que debemos coneluir que
las atribuciones de modificar y reformar la Constitución con que están inves-
tidos el Congreso de la Uni6n y las legislaturas de los Estados, en manera
alguna involucran la de sustituir los principios políticos que informan a dicho
ordenamiento, los cuales en su conjunto integran la forma de gobierno, o
sea, la representativa, democrática y federal (art. 40).
Además, siendo propia de la soberania popular la facultad de alterar el
régimen de gobierno, y teniendo aquél1a por característica la inalienabilidad,
tal como lo declara el artículo 39 constitucional, es l6gico y evidente que el
pueblo no pudo haberse despojado o desposeído de el1a para eonfcrirla al Con-
greso de la Uni6n y a las legislaturas de los Estados, órganos que sólo son
titulares del ejercicio del poder soberano, limitado por la propia Constitución
y por la legislación ordinaria en general.'''
184 El actual articulo 135 constitucional corresponde al articulo 127 de la Constitución
de 57. El proyecto respectivo, en su artículo 125, establecía un verdadero referindum popu-
lar, operante en las elecciones de diputados, para ratificar O desautorizar las reformas o
adiciones constitucionales. Dicho artículo 125 disponía lo siguiente: "La presente Oonstitu-
ción puede ser adicionada o reformada. Mas para que las adiciones o reformas lleguen a ser
parte de la Constitución, se requiere: que un congreso por el voto nominal de dos terceras
264 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
Doctrinalmente, casi todos los autores están contestes en la idea de que las
atribuciones que la Ley Fundamental imputa a los poderes legislativos federal
y locales, en el sentido de llevar a cabo reformas y adiciones a la Constitución,
de ninguna manera equivalen a la posibilidad jurídica de alterar a ésta sus-
tancialmente en sus principios esenciales y caracterlsticos, y menos aún abro-
garla, pues siendo aquéllos entidades autoritarias engendradas por ella, es
ilógico y absurdo que la destruyan sin destruirse ellos mismos.
Asi, Recaséns Siches,"" refiriéndose a la cuestión que ocupa nuestra aten-
ción, sostiene que "el caso de reforma constitucional está limitado por barreras
infranqueables. La reforma, para que merezca la calificación de tal y no
caiga bajo el concepto de otra alteración totalmente distinta, no puede llegar
a cambiar la esencia de la Constituci6n, no puede comprender la modifi-
cación del supremo poder del Estado; esto es, por ejemplo, no puede trans-
formar un régimen democrático en un régimen autocrático, ni viceversa; tal
alteración no puede ser contenido de una reforma, sino que requiere un acto
primario del Poder Constituyente, uno, indiviso e ilimitado. Esto es, así, senci-
llamente por la siguiente consideración, harto clara y fundamental. El órgano
o poder autorizado para reformar la Constitución, es tal, porque recibe su
competencia de la Constitución: de ella, por consiguiente, podrá modificar
todo aquello que no se refiere esencialmente a la titularidad del supremo poder
(que es la soberanía, agregamos nosotros), pero de ninguna manera este
punto, pues en el momento en que tal hiciese, negaria la fuente de su propia
existencia y competencia, y lo que resultase representarla la fundación origi-
naria de un nuevo sistema jurídico, sin conexión ni apoyo en el anterior, aun-
que se produjese pacífica e incruentamente".
Por su parte, Le6n Duguit UG afirma que sobre la potestad reformadora
y legislativa de los poderes públicos, existen ciertas ideas, principios y tradi-
partes de sus miembros presentes acuerde qué artículos deben reformarse; que este acuerdo
se publique en los peri6dicos de toda la República tres meses antes de la elección del con-
'greso inmediato j que los electores al verificarla, manifiesten si están conformes en que se
haga la reforma, en cuyo caso lo harán constar en los respectivos poderes de los diputados;
que el nuevo congreso formule las reformas, y éstas se someterán al voto del pueblo en la
elección inmediata. Si la mayoría absoluta de los electores votare en favor de las reformas,
el Ejecutivo las sancionará como parte de la Constitución." Este precepto fue acalorada-
mente discutido en el seno del Constituyente de 1856-57. Sus principales impugnadores,
Zarco, Moreno y Prieto, sostuvieron que la apelación al pueblo para que aprobase o des--
aprobase las reformas o adiciones a la Constitución, desnaturalizaba el sistema representa-
tivo ya adoptado. "Dar al cuerpo electoral funciones legislativas, decía Zarco, es nulificar
al Congreso y llevar a la agitación y la discordia a todo el país", afirmando, por su parte,
don Guillermo Prieto, que "Consultar el voto de los electores ofrece gravísimos Inconve-
nientes". Fue el famoso "Fidel quien sugirió que en el proceso de reformas y adiciones
constitucionales tuviesen intervención las legislaturas de los Estados, idea que fue acogida
por la Comisión, la que present6 un nuevo proyecto concebido en los mismos términos que
el artículo definitivo de la Constitución de 57, precepto que fue aprobado por 67 votos
contra 14-." (Sobre la problemática que plantean las anteriores cuestiones, consúltese nuestra
obra Der-echo Ilonstitucional Mexicano, capitulo cuarto.)
185 Filosoffa det Derecho, pág. 159.
l.86 Manuel de Droit Constitutionnel, pág. 282.
CARANTfAS DE IGUALDAD 265
ciones jurídicas y sociales que no pueden ser vulneradas por las autoridades.
Se expresa así dicho autor: "Dondequiera que haya un legislador, incluso
en los países que no practican el sistema de constituciones rígidas, estará
siempre limitado por un poder supremo al suyo. En la propia Inglaterra,
donde la omnipotencia del Parlamento está considerada como un principio
esencial, hay ciertas reglas superiores que la conciencia misma del pueblo
inglés se resiste a dejar violar por el Parlamento."
Más claramente resuelve el problema que nos hemos planteado, el trata-
dista alemán Carl Schmitt 187 aseverando: "que la Constituci6n puede ser
transformada, no quiere decir que las decisiones políticas fundamentales que
integran la sustancia misma de la Constituci6n puedan ser suprimidas y susti-
tuidas por otras cualesquiera mediante el Parlamento (en nuestro Derecho
por el Congreso de la Uni6n y las legislaturas de los Estados). Los límites
de la facultad de reformar la Constituci6n resultan del bien entendido con-
cepto de reforma constitucional. Una facultad de "reformar la Constituci6n",
atribuida por una norma legal-constitucional, significa que una o varias re-
gulaciones legal-constitucionales pueden ser sustituidas por otras regulaciones
legal-constitucionales; pero sólo bajo el supuesto de que queden garantizadas
la identidad y la continuidad de la Constituci6n, considerada como un todo.
La facultad de reformar la Constituci6n contiene, pues, tan sólo la facultad
de practicar, en las prescripciones legal-constitucionales, reformas, adiciones,
refundiciones, supresiones, etc.; pero manteniendo la Constituci6n, no la fa-
cultad de dar una nueva Constituci6n, ni tampoco la de reformar, ensanchar
o sustituir por otro el fundamento propio de esta competencia de revisi6n
constitucional" .
En síntesis, implicando la abolición de las garantlas individuales una trans-
[ormacián radical del sistema jurldico estatal, puesto que se erigirla el Estado
en totalitario en el sentido actual del vocablo, el Congreso de la Uni6n y las
legislaturas de los Estados no tienen facultad para suprimirlas; pueden, sí,
modificarlas o restringirlas pero siempre conservando su finalidad tutelar
esencial.
Se presenta el problema de si los gobernados, sujetos activos de las ga-
rantías individuales, pueden renunciar en su propio y exclusivo perjuicio los
derechos públicos subjetivos que aquéllas les confieren. Ahora bien, siendo
la Constitución el ordenamiento supremo de eminente Derecho Público y
estando las garantías individuales que contiene en una situaci6n de orden
público, esto es, con prevalencia inviolable, la voluntad de los particulares,
por un lado, y la del Estado como sujeto de Derecho Internacional PÚ-
blico, por otro, deben acatar sus imperativos. De esta guisa, ni los particulares
entre sí, bajo la sanción de nulidad absoluta, pueden concertar pactos en que
renuncien en su exclusivo perjuicio a los derechos subjetivos públicos que erna-
188 La prohibición constitucional a la que aludimos fue propuesta como adición al proyecto
del artículo 15 de la Constitución de 57 (igual al de nuestra Ley Suprema vigente), por don
Francisco Zarco, arguyendo que "tratados que se celebran con precipitación, y se discuten de la
misma suerte, suelen producir graves alteraciones en los derechos civiles y políticos de los ciuda-
danos de un país; por eso eminentes autores de derecho internacional recomiendan a los nego-
ciadores, que se abstengan de aceptar estipulaciones que modifiquen las leyes de la nación que
representan. Las grandes potencias tienden generalmente a influir en los negocios de los paises
débiles; las alianzas. los protectorados y las intervenciones, producen estos resultados. En virtud
de un tratado pueden. pues. perderse ciertos derechos políticos, o perderse otras libertades.
como la de comercio, la de tránsito. etc.''.
GARANTfAS DE IGUALDAD 267
188 bis En el pensamiento antiguo destacan las ideas de Séneca quien se mostró adversario
de la esclavitud, proclamando una especie de igualdad entre todos los hombres, en la que nadie
es amo ni siervo. (El Pensamiento Antiguo de Rodolfo Mondolfo, Tomo 11. pág. 191.
GARANTÍAS DE IGUAWAD 269
como habidos en buena guerra, pero no habían de ser sacados a vender fuera de las
Indias. Las mujeres y los niños menores de 14 años no serian cautivados; servirían
como naborias en las casas y otras labores, como personas libres, recibiendo manteni-
miento y otras cosas necesarias.
"En lo tocante a los indios de rescate, se vería en los pueblos la matricula; serían
herrados los que resultaran legalmente esclavos, y se podrían rescatar y contratar, en
algunos casos aun sacándolos con destino a las islas y otras partes del continentc.T"
Por otra parte, en las postrimerías de la dominación española en Méxi-
co, las cédulas de 14 de abril de 1779 y de 25 de marzo de 180 I declararon
libre a todo individuo que entrase a España y sus dominios con el objeto de
recobrar su libertad. Es importante subrayar, además, como documentos
abolicionistas de la esclavitud, la proclama de don Miguel Hidalgo y Costilla
de 6 de diciembre de 1810; los "Elementos Constitucionales de don Ignacio
López de Rayón de 1811" (art, 24); la Constitución española de 1812 que
consideraba como españoles a "todos los hombres libres nacidos y avecinda-
dos en los dominios de las Españas, y los hijos de éstos" (art. 5); los "Sentí-
mientos de la Nación" de don José María Morelos de 14 de septiembre de
1813 (art, 15); la Constitución de Aparzíngán, que reputó como "ciudadanos
de América" a todos los nacidos en ella (art, 13); el Plan de Iguala de 24 de
febrero de 1821, que declaró que todos los habitantes de la Nueva España,
sin distinción alguna de los europeos, de africanos ni de indios, eran ciuda-
danos de la monarquía mexicana, con opción a todo 'empleo, según su méri-
to y virtudes; el "Reglamento Provisional Político del Imperio Mexicano" de
lO de enero de 1822, que consideró como mexicanos "a todos los habitantes
del imperio" sin distinción de origen (art. 7); el Decreto Congresional de 13
de julio de 1824, que abolió para siempre la esclavitud en México, prohi-
biendo el tráfico de esclavos y declarando que los individuos que en el ex-
tranjero hubiesen tenido esta condición, deberían quedar libres "con sólo el
hecho de pisar territorio mexicano"; los tratados entre México e Inglaterra
de 16 de diciembre de 1826, que sancionaron lo mismo; la ley de 15 de sep-
tiembre de 1829, expedida por don Vicente Guerrero, que, además de supri-
mir la esclavitud, reiterando así los documentos anteriores, puso a cargo del
erario la indemnización a favor de los muy pocos propietarios de esclavos
que existían; la ley de 5 de abril de 1837 que reafirmó la abolición de la es-
clavitud decretada en los ordenamientos que la precedieron; las Bases Orgá-
nicas de 1843, que en su artículo 9 establecieron que ninguno es esclavo en
territorio de la nación y que el que se introduzca quedará en clase de libre y
bajo la protección de las leyes; el Estatuto Orgánico Provisional de 15 de
mayo de 1856 expedido por don Ignacio Comonfort, que enfatizó que: "En
ningún punto de la República Mexicana se podrá establecer la esclavitud" y
que "los esclavos de otros países quedan en libertad por el hecho de pisar te-
rritorio de la nación".
La Constitución Federal de 1857, en su artículo 2, dispuso que "en la
República todos nacen libres. Los esclavos que pisen el territorio nacional
189 Irb1l.1'io di Vasco tU Quiwga. Págs. 11-15. Obra citada por Rubén Landa en su libro intitu-
lado Vasco de Quiroga. Págs. 60 y 61. Edición 1965.
GARANTlAs DE IGUALDAD 271
c) Párrafo Tercero
También el 14 de agosto de 2001 se publicó una adición al artículo l°
constitucional que dispone: "Q;u1ÚL prohibida toda diJcriminación motioada por
'Todo esclavo que desaparecía durante veinte días por la primera vez, era pública y severa-
mente azotado. Si el dueño no aplicaba el castigo. cualquier juez de paz podía hacerlo a costa
de aquél.
"En caso de reincidencia, el fugitivo era marcado en el carrillo derecho con una R, pudien-
do todo juez de paz ordenar la marca. De lo contrario, el dueño incurría en una multa de diez
libras esterlinas. En la tercera ofensa, el esclavo perdía una oreja, y la cuarta era castrado. Todo
señor que dejaba pasar más de veinte días sin aplicar estos crueles castigos, perdía la propiedad
del esclavo, que correspondía a cualquiera que lo denunciase dentro de seis meses.
"Al simple aviso de la presencia de un negro cimarrón, todo oficial de la fuerza pública de-
bía en el acto perseguirlo, presentándolo vivo o muerto mediante una recompensa de dos a cua-
tro libras. El que era herido en una de estas expediciones. recibía una indemnización pública;
de suerte que se consideraba al fugitivo como una bestia salvaje de que era preciso librar a la
comunidad.
"Aún cuando no se temiese la resistencia o la fuga, la ley tomaba sus precauciones contra
todo lo que pudiera despertar en el corazón de estos desgraciados, sentimientos de humanidad.
La Ley de la Carolina. más cruel que la ley romana, prohibía al esclavo el peculio. No le era
permitido sembrar para él: trigo. ni arroz, ni poseer animales domésticos. Más severa todavía
.una acta de 1740, declaraba que los esclavos y sus descendientes permanecieran perpetuamente
en servidumbre. No sólo se quitaba toda esperanza al negro, sino que se privaba al señor del
derecho de manumitir aún a los hijos que hubiera tenido de alguna esclava. Esta disposición fue
admitida más tarde por una ley de Georgia. Hoy para manumitir se necesita autorización públi-
ca. Ahora, como según la ley, la nacencia de este rebaño humano pertenecía al propietario de la
madre, se llegaba gradualmente a este resultado por la unión de blancos y de las mulatas: que
había esclavos, cuya sangre era tan pura como la de sus mismos señores. IQué espectáculo más
triste que la venta pública de mujeres tan blancas como las criollas y esclavas; sin embargo. en
un país cristiano y civilizado!" (Historia tU los Estados Unidos. Tomo L Págs. 247 y 248. Traduc-
ción de don Manuel Dublán, 1870.)
GARA:\'TÍAS DE IGUALDAD 273
origen étnico o nacional, el género, la edad, las capacidades diferentes, 189 e la condi-
ci6n social, las condiciones de salud, la religi6n, las opiniones, las preferencias, el es-
tado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto
anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas". Esta adición C01TO-
bora pormenorizadamente las garantías de igualdad cuyo concepto hemos
definido con antelación.ls9 d
B. Artículo 2 constitucional
Este precepto, por virtud de la reforma publicada el 14 de agosto de 2001,
ya no se refiere a la prohibición de la esclavitud sino a los pueblos indígenas,
cuya normatividad es prolija y abarca varios aspectos de su vida, cultura,
costumbres, lengua y otras modalidades. En el Apéndice VII de esta obra re-
producimos tal normatividad. Su evaluación requiere profundos estudios so-
bre diferentes materias concernientes a los citados pueblos. Tales estudios
rebasarían el contenido de la presente obra. debiéndose realizar en una mo-
nografía especializada.
C. Artículo 4 constitucional
Tradicionalmente, desde que se expidió la Constitución Federal de
1917, este precepto había consagrado la libertad de trabajo y conforme a
este contenido lo analizamos en ediciones anteriores de la presente obra.
Por Decreto Congresional de 27 de diciembre de 1974, publicado en el Dia-
rio Oficial de la Federación correspondiente al día 31 del mismo mes y año,
el artículo 4 constitucional dejó de referirse a dicha libertad para instituir la
"igualdad jurídica entre el hombre y la mujer", habiéndose desplazado las nor-
mas relativas a la citada libertad, al artículo 5 de nuestra Ley Fundamental,
que examinaremos posteriormente.
El artículo 4 de la Constitución, según quedó concebido por el mencionado de-
creto, establece lo siguiente: "El varón y la mujer son iguales ante la ley. Ésta protege-
rá la organización y el desarrollo de la familia."
"Toda persona tiene derecho" decidir de manera libre. responsable e informada sobre el
nlÍmero y el espaciamiento de sus hijos."
De Tet
n Int a ::¡K,,::I¡¡lll¡¡¡¡:,"I.'",'
R).. e _~ eh <lpa':l e.s
IR9d La discriminación está tipificada como delito en el artículo 206 del Código Penal
del Distrito Federal cuyo texto es el siguiente: "Se impondrán de uno a tres años de prisión y
de cincuenta a doscientos días multa al que. por razón de edad. sexo, embarazo, estado civil.
raza. procedencia étnica, idioma, religión, ideología, orientación sexual, color de piel,
nacionalidad, origen o posición social. trabajo o salud: I. Provoque o incite alodio o a la
violencia; 11. Veje o excluya a alguna persona o gmpo de personas; o IIl. Nigue o restrinja
derechos laborales. Al servidor público que niegue o retarde a una pesona un trámite. servicio
o prestación al que tenga derecho, se le aumentará en una mitad la pena prevista en primer
párrafo del presente artículo. y además se le impondrá destitución e inhabilitación para el
desempeño de cualquier cargo, empleo o comisión públicos, por el mismo lapso de la privación
de la libertad impuesta. Este delito se perseguirá por querella.
274 lAS GARANlÍAS INDIVIDUALES
190 Según Miguel Mora Bravo, el texto del multicitado segundo párrafo se inspiró en la
Declaración de los Jefes de Estado fechada el 10 de diciembre de 1966, así como en los acuer-
dos tomados en la Conferencia sobre Derechos Humanos celebrada en la ciudad de Teherán, al
verificar su sesión plenaria el 12 de mayo de 1968. Tales acuerdos fueron ratificados por resclu-
dón de la Organización de Naciones Unidas de diciembre de 1968. (Cfr.: "Control de la Natali-
dad y Plantación Familiar",) Debemos hacer notar, por otra parte, que con mucha anterioridad el
jesuita Tomás Sánche% en su obra "De Sancto Matrimonio", disculpó a los casados de la abstención
de tener hijos en el supuesto de que no pudieren subvenir a sus necesidades, al afirmar que
"cuando se teme que las facultades de los casados no alcancen a mantener un nuevo hijo, cuan-
do ya tienen varios a quienes será preciso desatender por el nuevo, es lfcito negarse a la soJu-
ción de la deuda matrimonial" (citado por don BiasJos! Gutibrt% en su importante obra ''Código
de la Reforma". Tomo 11, tercera parte, pág. 18).
276 lAS GARANTIAs INOMOUALES
190 bis Del mismo parecer es el doctor Alfonso Noríega al afirmar que "El precepto constitu-
cional contenido en el segundo párrafo del artículo 4°, en mi opinión, tiene el carácter doble de
crear un derecho individual en favor de las personas al reconocerles el derecho a planear su fa-
milia y, con ello, ponerlas a cubierto de cualquier acción del Estado que pretendiera imponer
un control coactivo de la natalidad, y, al mismo tiempo, crear un derecho social que impone al
poder público, además del respeto a la libertad de las personas, la obligación de otorgar a los
particulares prestaciones positivas de información, educación y servidos. Señala, con precisión,
el sentido y la finalidad de la política en materia de población del Estado Mexicano." (Prólogo
de la obra "El Derecho a la Plantación Familiar" de MIGUEL MORA BRAVO. Edición 1984.)
190c Cfr. op. cu.
190 d Este párrafo se convirtió en el quimo de dicho precepto por adiciones posteriores
que al articulo 4° constitucional se introdujeron y a las ~ales aludiremos.
GARANTIAs DE rGUALDAD 277
D. Articulo 12 constitucional
Este precepto consigna otra garantía específica de igualdad al disponer
que "en los Estados Unidos Mexicanos no se concederán títulos de nobleza,
ni prerrogativas y honores hereditarios, ni se dará efecto alguno a los otor-
gados por cualquier otro país".
La prevención constitucional transcrita implica la negación de la diferen-
cia entre los individuos integrantes de la población mexicana preveniente
de una artificiosa jerarquía social. En México, en atención a tal precepto de
nuestra Ley Fundamental, ninguno es noble ni plebeyo; todos los hombres
están colocados en una situación de igualdad social. Todo individuo, como
persona humana, tiene los mismos derechos y la misma capacidad jurídica.
En la vida social, dentro de los usos y convencionalismos sociales, no existen
en nuestro país privilegios y prerrogativas para un grupo. Todo hombre, hu-
milde o potentado, es susceptible de ser objeto del mismo trato social. Por
tal motivo, el artículo 12, al prohibir la concesión del título de nobleza, táci-
tamente proscribe las prerrogativas y privilegios de que gozaban en otros
tiempos los individuos pertenecientes a un grupo social favorecido. Para el
orden jurídico mexicano todos los hombres son personas, colocadas en una
situación de igualdad como tales, es decir, todos los individuos, desde el
punto de vista de la personalidad humana, merecen el mismo trato, tanto en
las relaciones sociales propiamente dichas como ante las autoridades estata-
les. La ausencia de distinciones entre los individuos, proveniente de la prohi-
bición constitucional de conceder títulos de nobleza, prerrogativas y honores
hereditarios, en realidad establece la igualdad entre los hombres desde el
punto de vista eminentemente humano, esto es, con independencia de su po-
sición social. religiosa, económica, etc. La proscripción de la jerarquía social.
consiste en la existencia de dos o más capas dentro de la sociedad compues-
ta por sujetos pertenecientes a distinto origen desde el punto de vista estric-
tamente humano, es un fenómeno observado en los regímenes democráticos.
los cuales desde la Revolución francesa descartaron toda distinción entre no-
bles y plebeyos.
Antes de esta revolución, uno de cuyos postulados básicos fue la igualdad
humana. la sociedad estaba dividida en capas sociales desde el punto de vista
puramente humano. Independientemente de su posición económica. intelec-
tual. etc.• todo sujeto. por razón misma de su nacimiento. debía pertenecer a
cualquiera de esas categorías sociales: a la nobleza, a la púbe ("pueblo" en sen-
tido despectivo) o a la clase media, la cual se fue gestando entre las dos pri-
GARANTÍAS DE IGUALDAD 279
190f Según relata don Arlemio tÚ Vallt Ariz.pt. don Victoriano Salado AlvaTt% emite esta opi-
nión de la llamada "nobleza mexicana"; ..... si bien creo en muchas cosas por la fe, no he podido
encontrar manera de creer por la fe en la nobleza mexicana. Prescindamos de si la nobleza es
buena o maja, justa o injusta; no quiero meterme en tales reconditeces, porque difícilmente sa-
boa salir de ellas. Pongámonos sólo en el caso de la nobleza mexicana. que es lo que niego, y
veamos cómo es un ente de sin razón que han inventado los vanidosos" (Cita en la obra La Gíu-
r4 Rodrigun. pág. 275).
LAS GARANTIAS INDIVIDUALES
280
E. Articulo 13 constitucional
Este precepto contiene varias garantías específicas de igualdad, que son:
a) la de que nadie puede ser juzgado por leyes privativas; b) la de que
nadie puede ser juzgado por tribunales especiales; c) la de que ninguna
persona o corporación puede tener fuero; d) la de que ninl!una bersona o
corporación puede gozar de más emolumentos que los que sean compensa-
ción de servicios PÚblicos y estén fijados por la ley.
a) Para delimitar el alcance de la primera de las garantías de igual-
dad que comprende el artículo 13 constitucional, hay que precisar el con-
cepto fundamental que se emplea en su redacción: el de leyes privativas.
¿Qué es una ley privativa? Toda disposición legal desde el punto de vista
material, es un acto jurídico creador, modificativo, extintivo o regulador
de situaciones juridicas abstractas, esto es, impersonales y generales. Por
ende, el acto jurídico legislativo establece normas que crean, modifican,
extinguen o regulan de cualquier otro modo estados generales, impersonales,
es decir, sin contraerse a una persona moral o física particularmente con-
siderada o a un número determinado de individuos. Las características de
la ley son, pues, la abstracción, la generalidad y la impersonalidad o inde-
terminación individual o particular.
La doctrina ha caracterizado a la ley con los atributos que se acaban de
indicar. ASÍ, Duguit sostiene que: "La leyes una disposición establecida por-
vía general. Queremos decir con esto, que la ley constituye en sí misma una
disposición que no desaparece después de su aplicación a un caso previsto y
determinado previamente, sino que sobrevive a esta aplicación y que sigue
aplicándose mientras no se derogue, a todos los casos idénticos al previsto. Este
carácter de generalidad subsiste aun cuando de hecho no se aplique la ley más
que una sola vez. La disposición dictada por vía individual se establece, en cam-
bio, en atención a un caso determinado exclusivamente. Una vez apncada, desapa-
rece la ley, puesto que el propósito especial, concreto, exclusivo, para el cual se
dictara, se ha realizado o se ha logrado ya. La disposición de la ley dictada con
carácter general sobrevive a su aplicación a una o muchas especies determinadas.
Por ser general es, asimismo, abstracta; con lo que se da a entender, que al die-
tarse, no se tiene en cuenta especie. oJ>ersona alguna. La disposición por vía indi-
282 LAS GARANriAS INDIVIDUALES
vidual y concreta no es una ley en sentido material; será una ley en sentido formal
si emana del árgano legislativo. Desde el punto de vista material puede ser,
según las circunstancias, un acto administrativo o un acto jurisdiccicnal.vt'"
Por su parte, Kelsen sostiene que: "En la función legislativa, el Estado esta-
blece reglas generales, abstractas; en la jurisdicción y en la administración, desplie-
ga una actividad individualizada, resuelve directamente tareas concretas; tales son
las respectivas nociones más generales. De este modo, el concepto de legislación
se identifica con los de 'producción', 'creación' o 'posición' de derechos." 1112 •
Las earacterisucas" esenciales de" toda ley que hemos mencionado se han- pro-
clamado por la doctrina general del Derecho desde la Roma antigua. Así, los
jurisconsultos Marciano, Ulpiano y Papiniano, entre otros, sostienen que la ley
debe regir para todos, o sea, que debe responder al elemento universalidad (u ti
universi) y no para determinada persona o ciertos grupos de personas en número
limitado (uti singuli).1f.l2 hi!l
Ahora bien, puede suceder que una Horma legal cree, extinga, modifi-
que o de cualquiera otra manera regule _u_na situación abstracta determina-
da. Tal es e! caso de las llamadas leyes especiales. Éstas son, en efecto, con-
juntos dispositivos que se refieren a un estado jurídico determinado; normas
que crean, extinguen, modifican o regulan una posición general determi-
nada en la que las personas pueden estar colocadas. Por ejemplo, legisla-
ciones especiales son: e! Código de Comercio, la Ley de Sociedades Mercan-
tiles, la Ley de Instituciones de Fianzas, la Ley de! Impuesto sobre la Renta
etcétera. Cada. uno de estos ordenamientos tiene su campo de vigencia en una
situación determinada en cuanto tal, o sea, regula un conjunto de relaciones
que surgen entre sujetos que están situados bajo una condición jurídica
determinada o entabladas entre éstos y otras personas ajenas a la misma. Lo
que peculiariza a una ley especial es la circunstancia de que opera en una
situación jurídIca determinada. Pues bien, no por e! hecho de ser especial,
una ley de esta índole carece de los elementos característicos de toda dispo-
sición legal desde el punto de vista material, En efecto, la especialidad de
una ley se contrae a la determinación de una situación jurídica, la cual es
abstracta, general, impersonal y compuesta por individuos indeterminados
en número e indeterminables bajo este aspecto desde e! punto de vista de la fu-
turidad. Así, e! Código de Comercio, verbigracia, o la Ley de Sociedades Mer-
cantiles, o la de Instituciones de Fianzas o de Crédito, rigen, respectivamente,
para la situación especial del comerciante, de las empresas mercantiles en ge-
genarl, de las instituciones afianzadoras o de crédito. Esas situaciones jurídicas
J91 Manual de Derecho Constitucional, págs. 88, 90 y 91.
192 Teoría General del Estado, pág. 301. Por su parte, el jurisconsulto Papiniano
definía a la ley como "precepto común, decreto de varones prudentes, freno y castigo de Jos
delitos que se cometen por voluntad o ignorancia, y obligación común de la República".
{Les est commune praeceptum, virorum prudentum aonsultum, delictorum quae sponte
uel ignoran tia contrañuntur, coercitío, communis reipubíícae sponsio.) A su vez, Ulpiano
50S tenía que «las Jeyes no se establecen para cada persona en particular, sino generalmente
para todas", {lura non in singullJS personas, sed generaliter constituuntur}, (Digesto
Tomo I, Título 1lI.)
JD.2 bl" Cfr. Tratado de las Leyes)' su Aplicación, de don Isidro Montiey y Duarte,
páginas 11 a 13.
GAltANÚAS DE IGUALDAD 283
son, a su vez, abstractas y generales, porquc comprenden indistintamente a to-
das las personas que sean o puedan ser comerciantes, o a todas las entidades
morales, mercantiles presentes o futuras, o a todas las instituciones dc fianzas
o de crédito actuales o por constituirse, sin contraerse a un comerciante, a una
sociedad mercantil o a una institución afianzadora o de crédito individualmen-
te consideradas, o a varios comerciantes, sociedades mercantiles o instituciones
de fianzas o de crédito delimitadas numéricamente. Por el mismo motivo, la
ley especial no deja de ser impersonal, debido a que no regula, crea, modifica
o extingue una situación individual, esto es, imputable a una sola persona o
a un número limitado dc sujetos, sino quc se refiere a todo individuo o entidad
moral que se encuentre en la posición abstracta determinada que rige, por lo
que tampoco carece del atributo de indeterminación personal o particular.
Por el contrario, una ley privativa deja dc tener los elementos o carac-
terísticas materiales de toda ley, sea ésta general o especial. En vista de esta
circunstancia, una disposición legal privativa propiamente no es ley. En efec-
to, una ley privativa crea, modifica, extingue o regula una situación en re-
ladón con una sola persona moral o física o con varias en número -determi-
nado. De esta suerte, una ley privativa no es abstracta ni g-eneral, sino emi-
nentemente concreta e individual o personal, pues su vígencia está limitada a
una persona o a varias determinadas, careciendo, por tanto, de los atributos de
impersonalidad e indeterminación particular que peculiarizan a toda ley."
La jurisprudencia de la Suprema Corte ha definido con claridad la idea
de "ley privativa", a que se refiere el artículo 13 constitucional, al establecer
que: Es carácter constante de las leyes, que sean de aplicacián general y
abstracta (es decir, nue deban contener una disposici6n que no desaparezca
después de aplicarse a un caso previsto y determinado de antemano, sino que
193 No deja de tener importancia la distinción jurídica entre "ley" y "decreto", máxi-
me que' nuestra Constitución utiliza indistintamente estos conceptos al referirse a las reso-
luciones del Congreso (art. 70) y a la iniciativa y formación legislativas (art. 71). His-
tóricamente, ambas ideas se confundían y desde el punto de vista etimol6gico dentro del
vocablo "decreto" puede incluirse el de "ley", ya que equivale a "resolución", "determi-
nación" o "decisión", proviniendo la palabra "decretar" del verbo latino "decemere" J que
significa "decidir" o "fallar". Ante la imposibilidad de que la historia o la etimología
nos suministren un criterio certero para diferenciar la ley del decreto, el análisis jurídico
de ambos conceptos proporciona su recíproca distinción. La "ley", como ya Jo advertimos,
es un acto creador, modificativo o extintivo de situaciones abstractas, impersonales y ge-
nerales, sin que sus efectos normativos deban contraerse a un solo sujeto o a un número
determinado de sujetos. Por el contrario, el "decreto" carece de los elementos abstracción,
impersonalidad y generalidad, pues implica una resolución, decisión' u orden que se refiere
a una situación particular y perfectamente específica. En consecuencia, los actos legislativos
in genere, es decir, los que emanan del órgano legislador, pueden ser "leyes" o "decretos",
en la medida en que respectivamente ostenten o no los caracteres apuntados. En otras
palabras, aunque la ley y el decreto sean legislativos desde el punto de vista formal,
entre ambos existe una substancial diferencia por cuanto a su implicación intrínseca o ma-
terial. Confonne a estas ideas, podemos concluir que el concepto de "leyes privativas"
a que alude el artículo 13 constitucional equivale al de "decretos", que sólo pueden expe-
dir las autoridades estatales para casos o situaciones concretas y siempre que estén in-
vestidas con la facultad constitucional correspondiente.
284 LAS GARANTfAS INDMDUALES
¿puede sostenerse con validez que se trata de una "ley privativa"? En otras
palabras, ¿los estatutos orgánicos carecen de los elementos materiales de toda
ley, como son, según dijirnos, la abstracci6n, la generalidad y la impersona-
lidad? Para dar respuesta a estas interrogaciones deben distinguirse las fun-
damentales esferas dc normaci6n que comprende la regulaci6n integral con-
signada en una lcy orgánica, a saber: la que atañe a la creaci6n y organiza-
ci6n, la que corresponde al funcionamiento interior y la quc se refiere a las
relaciones externas dc la entidad de que se trate.
En el primer caso, las disposiciones dc una ley orgánica no establecen
realmente una vinculaci6n bilateral, es decir, no regulan la actividad de la
entidad respectiva frente a terceros, sino que se contraen a darle vida jurí-
dica (creacián ) y a instituir a sus 6rganos funcionales (organizaci6n). En
esta virtud, aunque tales disposiciones propiamente no contengan situaciones
abstractas, generales e impersonales, puesto que se refieren la individuali-
dad de la entidad creada y organizada, y a pesar de que, por esta causa,
pudieran considerarse privativas, no deben ser catalogadas dentro de la
prohibici6n consignada en el artículo 13 constitucional, porque si este prc-
cepto supone necesariamente una aplicación lcgal negativa (no ser juzgado),
es decir, una referencia normativa a un gobernado, tal referencia no puede
16gica ni realmente existir tratándose de prescripeiones que sólo conciernen
al ser y al modo dc ser de una entidad. En otros términos, la aplicaci6n de una
ley privativa reconoce como condici6n jurídica fundamental y, pudiéramos
decir, sine que non, a una relaci6n entre dos sujetos, a saber, la autoridad que
la aplica y el gobernado a quien se aplica (bilateralidad); y como las dispo-
siciones creativas y estructurales de una ley orgánica no son exteriormente vin-
culatorias, o sea, no son relacionales, carecen de posibilidad aplicativa exte-
rior, esto es, frente a sujetos distintos de la entidad creada y organizada.
A la misma conclusi6n puede llegarse en lo tocante a las normas de una
ley orgánica que rijan el funcionamiento interno de la citada entidad, co-
ordinando hacia sus finalidades u objetivos la diversa actuaci6n de sus di-
fercntes órganos, pues aunque aquéllas sí tienen un carácter relacional, su
ámbito regulador no trasciende a esferas externas, es decir, no entrañan
una vinculación exterior que habilite su aplicaci6n a sujetos que no sean
los propios componentes de la entidad dc que se trate. En resumen, ni las
disposiciones creativas y estructurales de una ley orgánica ni las que regulen
el funcionamiento interno de una entidad, no obstante que carezcan de los
elementos abstracci6n, impersonalidad y generalidad, pueden estimarse pri-
vativas desde el punto de vista de la prohibici6n que establece el artículo
13 constitucional, porque ésta sólo opera dentro de la posibilidad de que
una ley se aplique a un gobernado y ya hemos dicho que tal aplicaci6n no
puede registrarse tratándose de normas de la índole mencionada.
En cambio, cuando las disposiciones de una ley orgánica normen las re-
laciones externas de la entidad respectiva, o sea, las que ésta pueda entablar
286 LAS GARANTiAS INDIVIDUALES
con terceros, sí existe la posibilidad de que sean privativas para los efectos
prohibitivos del precepto constitucional que comentamos, en la hipótesis de
que el sujeto de la relación trascendente sea un solo individuo o se implique
en un número limitado de personas, pero no en el caso contrario.
Habiendo ya delimitado el concepto de "ley privativa", ¿en qué con-
siste la garantía individual que prohibe que alguien sea juzgado por ella?
Desde luego, el Estado y sus autoridades judiciales y administrativas tienen
la obligaci6n de no afectar a ningún gobernado bajo ninguna forma (por
procedimiento judicial --civil o penal- o administrativo o por actos auto-
ritarios aislados), mediante la aplicaci6n de disposiciones legales que creen,
modifiquen, extinguen o regulen situaciones jurídicas concretas para un su-
jeto o para un número determinado de personas, con exclusi6n de otras,
bien sean aquéllas jisicas o morales.
La garantía específica de igualdad consistente en que a nadie puede apli-
carse una ley privativa es de consagración y, principalmente, de vigencia real
relativamente reciente. En el decurso de la historia, durante las distintas
épocas de la vida de la humanidad, se observa a menudo la expedición de
leyes privativas dictadas en perjuicio de una o varias personas determina-
das, sobre todo en materia criminal. Bien es verdad que la Carta Magna
inglesa, en su artículo 46, establecerla que todo individuo debía ser juzgado
mediante la lex terree, que es, como dijimos en una ocasión anterior, la
norma legítima, esto es, la establecida con anterioridad al hecho que ori-
gíne el proceso y con carácter de generalidad. Sin embargo, el rey tenía
facultad de expedir leyes con marcado carácter privativo, principalmente
cuando trataba de "impedir a cualquiera de sus súbditos por medio de un
writ exeat regno" que viajara sin permiso o que abandonara el país. La
Declaración Francesa de 1789, en su artículo VI, al consagrar la igualdad
legal, propiamente desautorizaba la expedición de leyes privativas que vinie-
ran a desvirtuar esa igualdad; no obstante, en varias ocasiones los gobiernos
revolucionarios dictaban disposiciones legales para un solo individuo o un
grupo numéricamente determinado de personas, sobre todo en materia penal.
En México, en forma expresa no se consignó la garantía de la prohi-
bíción de ser juzgado por leyes privativas, sino hasta la Constitución de
1857, pues en los ordenamientos políticos anteriores sólo de manera tácita
se comprendía, al consagrarse las garantías de audiencia, de legalidad y de
irretroactividad legal y al declararse abolidos los fueros personales (arts. 274
y 347 de la Constitución española de 1812; 19 del Acta Constitutiva de
1824; 148 de la Constitución Federal de ese año; 2', párrafo quinto, de la
Primera Ley Constitucional de 1836; y en las Bases Orgánicas de 1843);
Es más, en nuestra historia abundan los casos en que las autoridades expe-
dían verdaderas disposiciones legales privativas, tales como las que declara-
ron fuera de la ley a Iturbide y a su familia, así como al general López de
Santa Arma. Aún a raíz de promulgada la Constitución de 1857, que ya
GARANTÍAs DE IGUALDAD 287
Semanario Judicial de la Federaeión, Quinta tpoca, tomo XXVI, pág. 1,140; tomo
196
LI, pAg. 1,644-; tomo LV, pAg. 2,007.
GARANTÍAS DE IGUALDAD 289
tener juero, ¿Qué se entiende por fuero a la luz del mencionado precepto
constitucional? El aludido concepto o término es multívoco, esto es, tiene
muchas acepciones. En efecto, bajo la palabra "fuero" puede entenderse
una compilación o reunión de leyes o disposiciones jurídicas, como el "Fue-
ro Juzgo", los famosos "Fueros de Aragón", etc. En segundo lugar, "fuero"
puede significar un conjunto de usos y costumbres jurídicos de observancia
obligatoria; también el concepto de "fuero" puede denotar una situación
delimitada de competencia o jurisdicción entre dos órdenes de tribunales
(como sucede, verbigracia, entre nosotros en el caso del "fuero federal"
--órbita de competencia de los tribunales de la Federación-e- y del "fuero
común" --esfera competencial de los tribunales locales--). Asimismo, el
concepto de "fuero" implica "carta de privilegios o instrumento de exen-
ciones de gabelas, concesiones de gracias, mercedes, franquezas y libertades" .'.8
¿Bajo cuál de estas varias acepciones está empleado el concepto de "fue-
ro" en el articulo 13 constitucional? Desde luego, conteniendo este precepto,
en la parte en que está involucrado dicho concepto, una garantía específica
de igualdad, traducida en la prohibición de existencia de "fueros", esta idea
corresponderá a la acepción que implique o denote una circunstancia anti-
igualitaria. Consiguientemente, el término "fuero" en el artículo 13 cons-
titucional significa todo privilegio o prerrogativa de cualquier especie y con-
tenido otorgado a alguna persona o corporaci6n (persona moral).
Habiendo expresado la connotación en que está empleada la palabra
"fuero" en el articulo 13 constitucional, ¿cómo se revela la garantía espe-
cífica de igualdad que prohíbe ser sujeto de fueros, tanto por lo que ve a
las personas físicas como a las morales? En primer lugar, dc acuerdo con
la citada garantía individual, el Estado y sus autoridades tienen la obliga-
ción pasiva (o abstención) de no otorgar-a ninguna persona moral o física
singularmente hablando, privilegio o prerrogativa alguna de cualquier índole
o contenido que sea. En segundo lugar, y en el caso de que un individuo o
una persona moral tuviere un fuero determinado, esto es, la titularidad dc
ciertos privilegios y prerrogativas particulares, éstas no tendrían ninguna vali-
dez, estando las autoridades estatales obligadas a no tomarlas en consideración.
Esta prohibición de existencia de fueros a título de privilegios o prerro-
gativas en favor de una persona tiene las consabidas salvedades constitucio-
nales, en el sentido de que ciertos altos funcionarios gozan de inmunidad
en determinados casos, consistente en quedar excluidos de la jurisdicción
común en materia penal mientras no sean "desaforados' mediante el pro-
cedimiento correspondíente.!"
198 Diccionario de Legislación y Jurisprudencia de don Joaquín Escriche.
199 Aunque no nos corresponde tratar en el presente libro acerca de Jo que se ha
llamado tuero constitucional con que están investidos primordialmente el Presidente de la
República, 10$ senadores y diputados al Congreso de la Unión, los ministros de la Suprema
Corte, los secretarios de Estado y el procurador general de la República, no podemos exi-
mimos de formular algunas breves consideraciones sobre él.
292 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
periodo presidencial, ello no implica que, una vez expirado éste, no se acuse ante el Mi-
nisterio Público que corresponda por tales hechos delictivos a la persona que haya tenido
el cargo de Presidente de la República, teniéndose en cuenta, claro está, las reglas sobre
prescripción de la acci6n penal.
b) El fuero que se traduce en la no procesabilidad ante las autoridades judiciales
ordinanas federales o locales no equivale a la inmunidad de los funcionarios que con él
están investidos y que señalan los artículos lOa y 110 de la Constitución. En otras palabras,
el fuero, bajo el aspecto que estamos tratando, no implica la irresponsabilidad jurídica abso-
luta como en el caso a que se refiere el artículo 61 de nuestra Ley Fundamental, ni la irres-
ponsabilidad jurídica relativa a que alude su artículo loa pfo. segundo y por lo que concier-
ne al Presidente de la República; es decir, en esta última hipótesis, a la imposibilidad de que
durante el tiempo de la gesti6n presidencial, pueda acusarse al Jefe del Ejecutivo Federal
por delitos oficiales o por los que sean diversos de Ja traición a la patria o de los graves
del. orden común. La no procesabilidad realmente se traduce en la circunstancia de que,
mientras no se promueva y decida contra el funcionario de que se trate el llamado juicio
político, los diputados y senadores al Congreso de la Uni6n, los ministros .de la Suprema
Corte de Justicia, los secretarios de Estado, el procurador general de la República y JO!l
demás funcionarios a que se refiere el articulo 111 constitucional, no quedan sujetos
a la potestad jurisdiccional ordinaria. El juicio político es de la incumbencia cognosci-
tiva y decisoria de la Cámara de Diputados o de la de Senadores, según se trate respec-
tivamente de delitos comunes u oficiales, y se sustancia conforme al procedimiento
establecido en los artículos 109 y 111 de la Constitución, a cuyo tenor nos remitimos,
pues, como afirmamos al principio de esta nota, su estudio no nos corresponde, aboTdar
en el presente libro, remitiéndonos a las consideraciones que sobre este tema formulamos en
nuestra obra Derecho Constitucional Mexicano.
294 LAS GARANTiAS tNDMDUALES
El Código de Justicia Militar de 1933, que entró en vigor a partir del pri-
mero de enero de 1934, considera como delitos militares los siguientes: la trai-
ción a la partria (art. 203) ; espionaje (art. 206) ; delitos contra el derecho de
gentes (arts. 208 a 215); violación de neutralidad o de inmunidad diplomática
[arts. 216 y 217); rebelión (arts. 218 a 233); sedición (arts. 224 a 227); falsi-
ficación de documento militar (arts. 228 a 238); fraude y malversación de
haberes en materia militar (aro. 29 a 345); extravío, enajenación, robo y des-
trucción de 10 perteneciente al Ejército (arts. 246 a 254); deserción (arts. 225
y 275); inutilización voluntaria para el servicio (arts. 276 y 277) ~ insultos,
amenazas o violencias contra centinelas, guardias, tropa formada, salvaguar-
dias, banderas y ejércitos (arts. 278 a 280) ; ultraje y violencia contra la policía
cometidos por militares (art. 281); falsa alarma (art. 282); insubordina-
ción (arts. 283 a 292); abuso de autoridad cometido por un militar que trate
a un inferior de un modo contrario. a las prescripciones legales (arts. 293 a
3(0); abandono de servicio (art. 310); extralimitaci6n y usurpación de mando
o comisi6n (art. 323); maltratamiento a prisioneros, detenidos o presos y heri-
dos (art. 324); pillaje, devastación, merodeo, apropiación de botín, contrabando,
saqueo y violencia contra las personas (arts. 378 a 430) ; delitos cometidos en la
administración de justicia militar (arts. 421 a 433); Por lo que toca a las faltas
del orden militar, éstas son en general todas aquellas infracciones cometidas
contra los reglamentos militares, principalmente contra la Ordenanza General
del Ejército. Las faltas se distinguen de los delitos por la circunstancia de que,
por lo general, producen las primeras, consecuencias de menor gravedad que las
que originan los segundos, así como por el hecho de que las sanciones en am-
bas especies de infracciones legales son de diferente grado de severidad.
De acuerdo, pues, con e! artículo 13 constitucional, e! fuero de guerra
o esfera de competencia de los tribunales militares surge cuando se trata de
la comisión de un delito o falta calificados por la ley como pertenecientes
al orden militar. Por el contrario, cuando un hecho no tiene un carácter
delictivo militar, los competentes para conocer del proceso que a ese pro-
pósito se instruya serán los tribunales ordinarios (federales o locales, según
e! caso), aun cuando aquél haya sido realizado por un miembro del Ejército.
Así lo ha sostenído la Suprema Corte en una tesis que dice: "El fuero de
guerra no puede extenderse a conocer de delitos que, aunque cometidos por
militares, y relacionados con el servicio del Ejército, no son contra la disci-
plina militar. No quedan bajo la jurisdicción del fuero de guerra los delitos
del orden común que cometan los militares, cuando no estén en servicio de
armas." "El artículo 13 constitucional ha reservado el fuero de guerra para
los delitos contra la disciplina militar, debiendo entenderse como tales los
que, al cometerse, perturban, disminuyen O ponen en peligro el servicio mi-
litar, se oponen a los deberes que impone el ordenamiento general del Ejér-
cito, O realizan durante un servicio militar." :lOO Sin embargo, no basta que
exista dicha circunstancia para que opere e! fuero de guerra; es menester,
además, que un delito militar sea cometido por un miembro del Ejército
para que los tribunales militares puedan conocer de! juicio que de su co-
misión se derive. Éstos carecen de facultad para extender su jurisdicción a
200 Semanario Judicial de la Federación, Quinta Epoca, tomo XIV, pág. 1,788.
GARANTÍAS DE IGUALDAD 297
'2OZ Los Delitos de los Altos Funcionarios y el Fuero Constitucíonol, por Juan José
González Bwtamante, pág. 24.
GARANTíAs DE IGUALDAD 301
2(l5 El diputado constituyente Francisco J. Múgica, que formé parte de la citada co-
misión dictaminadora, fonnuló un voto particular propugnando la abolición total del fuero
de guerra en tiempo de paz, para el efecto de que fuesen los tribunales ordinarios (no
militares) los que conociesen de todos los casos en que se tratare de un delito de carácter
militar cometido inclusive por miembros del Ejército. Para Múgica, el fuero de guerra
sólo debía subsistir, como competencia de los tribunales militares, por delitos de este
tipo cuando la naci6n se encontrase en estado de guerra o cuando el Ejército se hallare
en campaña en determinada regi6n del país. (Véase la obra citada en la nota anterior,
páginas 206 y 207.) No obstante dicho voto y las objeciones que diferentes congresistas
formularon al" dictamen, se aprobó el articulo 13 constitudonal por 122 votos contra 61.
302 LAS GARANTÍAS JNDIVIDUALES
prestación de índole pública por parte del beneficiado, sino aun en el caso
de que, habiéndola, la remuneración correspondiente no esté fijada legal-
mente. Esta garantía prohíbe, por un lado, las "canonjías", que se pudieren
conceder a alguna persona y, por otro, el pago por servicios públicos que
no esté fijado por una ley."'"
Para los efectos de esta disposición constitucional, los servicios públicos
están constituidos por todas aquellas prestaciones otorgadas al Estado en be-
neficio del mismo o como colaboración para la realización de sus fines, tales
como las desempeñadas por los empleados o funcionarios públicos, o como
las ejecutadas por particulares para beneficio colectivo. Por ende, significará
una violación a esta garantía específica de igualdad el caso en que el Estado,
por conducto de las autoridades respectivas, autorice en favor de una persona
o corporación un pago que no sea retribución a alguna prestación que tenga
por objeto colaborar, en una esfera determinada, a la realización de los fines
estatales que genéricamente deben consistir en el logro del bienestar colectivo
y del mejoramiento social.
En la historia, y muy particularmente en México, se daban frecuentes
casos en que existía un emolumento acordado en favor de una persona o
de un grupo determinado de individuos, sin que mediara de parte de los
beneficiarios la prestación de un servicio público en los términos que acaba-
mos de indicar. Así, el licenciado Lozano afirma 207 que: "En otra época
ciertas personas y corporaciones tenían emolumentos que no eran. compen-
sación de un servicio público; tales eran los tributos y servicios personales
que los encomenderos, personas o corporaciones podían exigir de los pue-
blos que tenían en encomienda, y los diezmos y primicias que los cabildos
eclesiásticos estaban en posesión de percibir, con apoyo de la autoridad pú-
blica y de las leyes, hasta que la del 27 de octubre de 1833 derogó las que
imponían o autorizaban la coacción civil para hacer efectivas estas exaccio-
nes tan injustas como ruinosas."
::lO6 Constitucionalmente, cada año el Poder Ejecutivo debe presentar al Congreso Fe-
deral el "Presupuesto de Egresos", en el que están incluidas las partidas para pagar Jos
servicios públicos. debiendo el Legislativo examinar "no s610 la conformidad de las partidas
gastadas por dicho presupuesto, sino también la exactitud y justificación de las mismas"
(art, 73 constitucional, fracción XXVIII), estableciendo el artículo 126 de la Constitución
que no podrá hacerse pago alguno que no esté comprendido en dicho presupuesto o deter-
minado por ley posterior.
201 Los Derechos del Hombre, pág. 77.
I
,
CAPÍTULO QUINTO
GARANTíAS DE LIBERTAD
Sumario: l.-La libertad (Generalidades). H.-La libertad como garan-
tía individual. I11.-Garantías específicas de libertad: A.-La libertad de
trabajo (artículo 5. constitucional). a) Extensión y limitaciones cons-
titucionales a dicha libertad; b) Seguridades constitucionales relativas a
la libertad de trabajo; e) El trabajo como obligación individual pública;
d) Breve referencia histórica a la libertad de trabajo. B.-La libre expre-
sión de las ideas: a) Su extensión jurídica; b) Limitaciones constitucionales
a la libertad de expresión de las ideas; e) Breve reseña histórica de dicha
libertad. C.-La libertad de imprenta: a) Su extensión jurídica¡ b) Sus
limitaciones constitucionales; e) Seguridades jurídico-constitucionales de
la libertad de imprenta; d) Antecedentes históricos de dicha libertad.
D.-El derecho de petíción. E.-La libertad de reunión y asociación:
a) Su extensión jurídica; b) Limitaciones constitucionales a dicha liber-
tad; e) La libertad de asociación politíca y los partidos politicos; d)
Breve referencia histórica. F.-Libertad de posesión y portación de armas.
G.-Libertad de tránsito. H.-Libertad religiosa. l.-Libertad de circu-
lación de correspondencia. ¡.-La libre concurrencia. IV.-Consideracio-
nes sobre el artículo 39 constitucional. a) Somera referencia histórica;
b) Apreciaciones generales; e) La reforma de 1934; d) La reforma de
1946; e) La autonomía universitaria.
l. LA LIBERTAD (Generalidades)
Al abordar el somero estudio que hicimos respecto de la persona humana,
afirmamos que todo individuo tiene una teleologia que perseguir, que es
inherente a su ser. Dicha finalidad estriba, genéricamente hablando, en la ob-
tención de su felicidad o bienestar, que se traduce, en términos abstractos,
en una situación subjetiva de satisfacción permanente, con independencia del
estado real en que la persona se encuentre o de las circunstancias materiales
que la rodeen (v. gr., un pobre puede ser más feliz que un rico, no obs-
tante que éste está colocado en una mejor posición económica). Pues bien,
dijimos asimismo que cada pen;ona, al realizar o pretender realizar su propia
felicidad, se forja los fines II objetivos en que, según cada criterio individual,
puede estribar su bienestar, forjación que generalmente es la consecuencia
de un sinnúmero de factores de diversa indole que están presentes en cada
individualidad. Al concebir la persona sus fines vitales, en cuya obtención
hace radicar su especial y propia felicidad o bienestar, el individuo asimismo
crea o escoge los medios que estima idóneos para conseguir tal objetivo.
304 LAS oARANTfAs INDIVIDUALES
medios adecuados para su obtención. Pues bien, ese actuar genérico de la per-
sona, esa libertad abstracta del sujeto, se puede desplegar específicamente de
diferentes maneras y en diversos ámbitos o terrenos. Cuando la actuación libre
humana se ejerce en una determinada órbita y bajo una forma particular,
se tiene a la libertad especifica. :&ta es, en consecuencia, una derivación de la
libertad social genérica que se ejercita bajo ciertas formas y en una esfera
determinada (libertad de expresión de pensamiento, de trabajo, de comercio,
de imprenta, etc.), En otras palabras, las libertades específicas constituyen
aspectos de la libertad genérica del individuo, o sea, modos o maneras espe-
ciales de actuar.
La libertad social, traducida en la potestad del SUjeto para realizar sus
fines vitales mediante el juego de los medios idóneos por él seleccionados, y
la cual determina su actuación objetiva, no es absoluta, esto es, no está exenta
de restricciones o limitaciones. Éstas tienen su razón de ser en la vida social
misma. En efecto, la convivencia humana sería un caos si no existiera un
principio de orden. Si a cada miembro de la sociedad le fuera dable actuar
en forma ilimitada, la vida social se destruiría a virtud de la constante
violencia que surgiría entre dos o más sujetos. En la pretensión de hacer
prevalecer sus intereses propios sobre los de los demás, bajo el deseo de te-
ner primacía sobre sus semejantes, el individuo aniquilaría al régimen de
convivencia. Éste, por tal motivo, debe implicar limitaciones a la actividad
de sus componentes. La libertad objetiva, como ilimitada y absoluta actua-
ción, sólo puede tener lugar en el hipotético "estado de naturaleza" de que
hablara Rousseau, donde cada hombre, por el hecho de vivir aislado de sus
congéneres, desempeña su eonducta sin restricciones, de acuerdo con la capa-
cidad de sus fuerzas naturales, El principio de orden, sobre el que se basa toda
sociedad, toda convivencia humana, implica necesariamente limitaciones a la
actividad objetiva del sujeto; por ende, éste estará impedido para desarrollar
cualquier acto que engendre conflictos dentro de la vida social. Las limita-
ciones o restricciones impuestas por el orden y armonía sociales a la actividad
de cada quien, se establecen por el Derecho, el cual, por esta causa, se con-
vierte en la condición indispensable sine qua non, de toda sociedad humana.
Por eso el aforismo sociol6gico que expresa: ubi homines, societas, ubi societas,
jus, es de validez apodíctica, en el sentido de implicar, en primer lugar, la
índole eminentemente sociable del ser humano y, en segundo término, la im-
prescindible necesidad del orden juridico, bien sea consuetudinario o legal,
para que una sociedad exista y subsista. Claro está que el orden de derecho
. es el factor que fija las limitaciones a la libertad social del hombre desde un
punto de vista deontológico, ya que en la realidad hist6rica no faltan ni han
faltado casos en que aquéllas no son impuestas juridicamente, sino por la vo-
luntad autocrática del gobernante.
Las limitaciones o restricciones a la libertad social del hombre que esta-
blece el orden juridico tienen diversas causas. En los regímenes netamente
306 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
:208 Así, v. gr.; el artículo 5° constitucional declara que "el ejercicio de la libertad de
trabajo, industria, comercio o profesión sólo podrá vedarse... cuando se ofendan los dere-
chos de la sociedad", sin especificar cuándo surge esa ofensa.
GARANTÍAs DE UBERTAD 307
no podía hacer valer la libertad de que era sujeto. El Estado y sus autori-
dades estaban en la posibilidad de respetar la esfera de acci6n del gobernado,
mas no como consecuencia de una obligaci6n jurídica, sino a título de mera
tolerancia. El gobernante, según su arbitrio y discreción, podia o no respetar
la libertad de un individuo; mas no estaba obligado a acatarla. De ahí que el
Estado, sin tener barreras jurídicas que limitaran su actividad en beneficio
del gobernado, se tornaba cada vez más prepotente, invadiendo las órbitas de
la actuación del individuo en todos sus aspectos, como sucedía en los regí-
menes absolutistas, principalmente en Francia, en donde los monarcas eran
dueños de las vidas y haciendas de sus súbditos.
En sintesis, hasta antes de la Revolución francesa, y salvo excepciones
como las concernientes a los regímenes jurídicos inglés y español (este último
a virtud de los "fueros"), en los que la actividad gubernamental debía respe-
tar jurídicamente cierta esfera de acci6n del gobernado, el hombre libre, esto
es, el perteneciente a las clases sociales privilegiadas, s610 gozaba de una liber-
tad civil o privada frente a sus semejantes y en las relaciones con éstos, care-
ciendo de libertad pública o a titulo de garantla individual, es decir, frente a
los gobernantes.
Ante los desmanes y arbitrariedades cometidos en contra de los gober-
nados por el poder público, en vista de los abusos muy frecuentes de los
monarcas irresponsables y tiránicos ejecutados en perjuicio de sus súbditos,
el individuo exigió del gobierno, como sucedió en Inglaterra principalmente, el
respeto a sus prerrogativas como persona, dentro de las que ocupa un lugar
preeminente la libertad. Los hechos políticos arbitrarios por un lado y las
concepciones filosóficas jusnaturalistas sobre el ser humano, determinaron
la consagración jurídica de las prerrogativas fundamentales del hombre. Ésta,
sin embargo, tiene una fuente diversa en Inglaterra y en Francia. Entre los
anglosajones la costumbre jurídica era la que imponía al monarca el respeto,
la observancia de ciertas potestades fundamentales del gobernado; entre los
franceses, cuyo sistema jurídico estatal pre-revolucionario desconocía todo
derecho público escrito o consuetudinario que no emanara de la voluntad
real omnímoda, los derechos del hombre tuvieron su consagraci6n legislativa
por modo súbito, de manera repentina, al expedirse la famosa Declaración de
1789. Pero, independientemente de la forma en que se implantan jurídica-
mente las prerrogativas fundamentales de la persona como tal, lo cierto es
que, en el orden a la libertad del individuo, ésta ya no era simplemente un
atributo de la actuación civil del sujeto, esto es, de su proceder ante sus seme-
jantes en la vida social, sino un derecho PÚblico subjetivo, oponible y exigi-
ble al Estado.
La libertad individual, como elemento inseparable de la personalidad
humana, se convirti6, pues, en un derecho PÚblico cuando el Estado se obligé
a respetarla. Ya dicho factor no tenía una mera existencia deontolégica, sino
que se tradujo en el contenido mismo de una relaci6n jurídica entre la en-
310 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
tidad política y SUS autoridades, por un lado, y los gobernados, por el otro,
Esta relaci6n de derecho, que surgió cuando el Estado, por medio de sus
6rganos autoritarios, decidió respetar una esfera libertaria en favor del indivi-
duo como consecuencia de un imperativo filos6fico, creó para los sujetos de la
misma un derecho y una obligaci6n correlativa. Un derecho para el gobernado
como potestad o facultad de reclamar al Estado y a sus autoridades el respeto,
la observancia del poder libertario individual, concebido en los términos a que
aludíamos anteriormente. Una obligaci6n para la entidad política y sus 6rga-
nos autoritarios, consistente en acatar, pasiva o activamente, ese respeto. Es
entonces cuando la libertad humana se concibe como el contenido de un
derecho subjetivo pública cuyo titular es el gobernado, con la obligaci6n estatal
correlativa impuesta al Estado y a sus autoridades; en otras palabras, es en-
tonces cuando la libertad humana deontol6gica, basada en supuestos y prin-
cipios filosóficos propios de la índole de la persona, se convierte en una garantla
individual, engendrando un derecho subjetivo público para su titular, con-
sistente en su respeto u observancia, así como una obligación estatal y autori-
taria concomitante.
No dejamos de reconocer, por otra parte, que el ejercicio real de la libertad
humana Como contenido de un derecho público subjetivo en los términos
anotados, está sujeto a diversas condiciones objetivas que se dan en el am-
biente socio-económico. En otras palabras, el ejercicio libertario en sus distintas
manifestaciones no puede desplegarse sin dichas condiciones. Cuando éstas
faltan, la libertad y los derechos públicos subjetivos que contienen sus diferen-
tes especies, se antojan meras declaraciones teóricas formuladas en la Cons-
tituci6n frente a aquellos grupos humanos' que por su situación econ6mica
y cultural no pueden desempeñarlos en la realidad. Por ello, la concepci6n
clásica, tradicional de la libertad jurídicamente consagrada, ha sido atacada
con acritud por el pensamiento marxista, para el que una libertad que no
corresponda a la realidad socio-econ6mica es simplemente formal, desprovista
de contenido y de sentido, respecto de sujetos que no cuenten con medios para
ejercitarla. Esta apreciaci6n es correcta, pero no autoriza, ni mucho menos
justifica, la proscripci6n de los derechos públicos subjetivos de contenido li-
bertario. Tales derechos, según lo hemos afirmado reiteradamente, implican
obligaciones correlativas a cargo de' los órganos del Estado en cuanto que
éstos deben respetar las libertades específicas que aquéllos comprenden. A vir-
tud de los mismos, todo gobernado está en posibilidad de desempeñarlos sin
que los referidos 6rganos deban impedir su ejercicio. Ahora bien, si una perso-
na, por las circunstancias fácticas en que se encuentre dentro de la realidad
socio-económica y cultural en que viva, no está en condiciones de desplegar
su derecho libertario, no por ello debe dejar de ser un titular, pues sin este
derecho estaria a merced de las autoridades estatales, quienes podrían impedir
el desempeño de cualquier libertad aunque tales circunstancias cambiasen.
No debe confundirse el derecho público subjetivo con su ejercicio real, y si
GARANTÍAs DE LIBERTAD 311
- privado. Por el contrario, si una ley regula directamente, ante una situación
de hecho o de derecho determinada, los intereses que en ella tenga el Estado
como entidad soberana o la sociedad, se estará en presencia de una norma
de orden público. Por ende, para dilucidar la cuestión de cuándo se trata de
una disposición de orden público, hay que acudir al objeto directo de la regu-
lación que respectivamente establezcan ambos tipos preceptivos, integrados
por los intereses privados o públicos que nonnen.''''
218 Respecto del concepto "normas de orden público" y "normas de orden privado"J
véase nuestro libro El Juicio de Amparo, donde abordamos la cucsti6n relativa con la
amplitud que nos ha sido dable. (Capítulo XXI, parágrafo I1, apartado C.)
"214 Como este precepto temitía a la lcgislaci6n secundaria, con fecha 14 de diciembre
de 1874 y bajo el gobierno de don Sebastián Lerdo de Tejada se expidió su ley reglamen-
314 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
215 Se excluye pues, la posición de (acto, esto es, aquella que no está prevista o tute-
lada por el Derecho Objetivo.
316 LAS GARANTIAS INDMDUALES
libertad de trabaja sin sujetarse para ella a una dispasici6n· legal en eí sen-
tida material, esto es, creadora, extintiva, modificativa o reguladora de si-
tuaciones jurídicas abstractas e impersonales. Toda autoridad gubernativa,
pues, para limitar la libertad de industria, comercio, etc., en perjuicio de
una o más personas, debe apoyarse en una norma juridica que autorice
dicha limitación en los casos por ella previstos, en vista siempre de una po-
sible vulneración a los derechos de la sociedad.'" bU Por tanto, motu proprio,
la autoridad administrativa está impedida para decretar restricciones a la liber-
tad de trabajo, lo cual significarla, además de una contravención al artículo
5 constitucional, una violación al artículo 16 de la Ley Suprema a través
de la garantía de fundamentación legal.
Por otra parte, toda disposición legal en sentido material que limite di-
cha libertad, sin que en las casos en ella contenidos Se lesionen los derechos
de la saciedad ---eircunstancia que debe ser establecida a posteriori-c-, es
inconstitucional bajo el aspecto de ser violatoria del artículo 5 de la Ley
Fundamental.
Ahora bien, en relación con la limitación constitucional a la libertad
de trabajo de que venimos tratando, se presenta una cuestión que no deja de
tener importancia: el fundamento legal que toda resolución gubernativa
debe tener para limitar el ejercicio de dicha libertad, ¿puede consistir en
una disposición reglamentaria o en una ley desde el punto de vista formal,
esto es, expedida por el Poder Legislativo? En otras palabras, el término
"ley" que se emplea en el articulo 5 constitucional ¿alude tanto a los regla-
mentos administrativos como a las leyes propiamente dichas, o solamente
a éstas? Cuando una autoridad se apoya en reglamentos gubernativos (que
son leyes desde el punto de vista material) para vedar la libertad de trabajo
en determinados casos, ¿viola el articulo 5 constitucional? ¿Es menester que,
para no infringir este precepto, dicha autoridad se base en una ley desde
el punto de vista formal, o sea, en una disposición legal material dictada
por el Poder Legislativo Federal o por el local en sus respectivos casos? Si
se toma la palabra "ley" que emplea el artículo 5 constitucional en su sen-
tido material, intrinseco, es decir, como disposición creadora, modificativa,
extintiva o reguladora de situaciones jurídicas, abstractas e impersonales,
independientemente de la autoridad de que provenga, con evidencia que un
reglamento administrativo puede servir de fundamento a una resolución
gubernativa para limitar o prohibir la libertad de trabajo en determinados
casos. Sin embargo, nosotros estimamos que no con esa sola medida inter-
pretativa se soluciona la cuestión planteada, por lo que habrá que recurrir
a otras consideraciones.
pueda dañar, perjudicar u ofender los derechos de la sociedad, por las ra-
zones que hemos expuesto. Ahora bien, si dicho reglamento no veda o
prohíbe el desempeño de tal actividad, sino que se contrae a establecer las
bases o requisitos para su desarrollo (como sucede, generalmente, con las
distintas regulaciones, administrativas de diversas actividades particulares con
vista a preservar el interés social o público y que tienen su fundamento legal
en la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal tratándose de
esta entidad federativa, no puede afirmarse que sea violatorio del artículo 5
constitucional, porque no impide el ejercicio de la libertad de trabajo, sino
condiciona éste a ciertas exigencias, las cuales, una vez satisfechas, lo expe-
ditan. En otras palabras, una cosa es vedar alguna actividad, o sea, prohi-
birla por modo absoluto, lo cual sólo debe hacerse mediante una ley en
sentido formal y material cuando se ofendan o lesionen los derechos de la
sociedad, es decir, cuando se afecten los intereses públicos o sociales, y otra,
completamente distinta, reglamentar una libertad de trabajo especifica, esto
es, consignar los requisitos que deben colmarse para su desarrollo y estable-
cer la vigilancia o el control gubernativo sobre ella, así como las causas o
motivos de la impedición de su ejercicio porque tales requisitos dejen de
satisfacerse una vez llenados. La prohibición para que una actividad se
despliegue debe implicar el contenido de una situación legal absoluta con-
forme al artículo 5 constitucional, o sea, la consagración en una ley de los
casos generales en que ninguna persona, llenando o no requisito alguno,
puede desempeñarla por dañar los derechos de la sociedad o por lesionar
los intereses públicos; en cambio, la reglamentación respecto de dicha ac-
tividad no entraña su exclusión de la libertad de trabajo, sino la prohibición
relativa o contingente de que la persona concretamente considerada, que
no satisfaga o deje de satisfacer las exigencias reglamentarias, pueda des-
arrollarla. Por ende, al disponer el artículo 5 constitucional que el ejercicio
de la libertad de trabajo sólo puede vedarse "por resolución gubernativa
dictada en los términos que marque la ley cuando se ofendan los derechos
de la sociedad", establece claramente que la exclusión de cualquier activi-
dad del gobernado que provoque este último fenómeno, únicamente puede
consignarse en un ordenamiento legal expedido por el Congreso de la Unión
o las legislaturas locales, según sea la materia de regulación en que tal ac-
tividad se desempeñe, y que, con base en él, se emita la decisión prohibitiva
correspondiente. Y como la reglamentación del ejercicio de cualquiera li-
bertad especifica de trabajo no importa su prohibición absoluta, erga om-
nes, es decir, su exclusión de la conducta general del gobernado, el ordena-
miento que la instituya (reglamento que puede expedirse, según el caso,
por el Presidente de la República o por los gobernadores de los Estados)
no debe considerarse infractor del precepto que comentamos, a no ser que
los requisitos que imponga para el desempeño de la actividad partícular
de que se trate sean de imposible satisfacción absoluta (no concreta), en
GARANTÍAs m. UBERTAD 321
219 Duguit sustenta un criterio similar al afirmar que los límites a la libertad indi-
vidual para que la vida social sea posible sólo pueden ser determinados por la ley. Al
efecto afirma que: "Esto quiere significar, desde luego, que dichos límites no pueden ser
determinados sino por el órgano especialmente encargado de hacer la ley, Y. además, que
no pueden establecerse sino mediante una decisión tomada por vía general y abstracta,
sin consideración de- clase ni de persona, y en manera alguna por medio de una decisión
individual y concreta, adoptada con relación a una persona o a una clase determinada.
Finalmente, estas restricciones, impuestas a la libertad individual de cada uno en interés
de todos, deben ser las mismas para todos. Es la consecuencia directa del principio de
igualdad.
Sólo la ley puede hacer restricciones a las libertades individuales, bajo la condición
expresa de ser las mismas para todos y de que sean necesarias para asegurar el libre des-
envolvimiento de la actividad de cada Uno. Toda ley que estableciese restricciones de la
libertad individual excediéndose de este límite violaría el derecho, de la misma manera que
toda ley que limitase la libertad de unos en condiciones más rigurosas que la libertad
de otros." (M anual de Derecho Constitucional, pág. 211.)
322 LAS OARANriAS INDIVIDUALES
que éstas se normen por la Ley Reglamentada, a fin de lograr SU mejor ob-
servancia y aplicación.
En el caso de! artículo 5 constitucional, la legislación de cada Estado
o entidad federativa debe tener por modo ineludible una limitación origina-
ria fijada por e! texto mismo de dicho precepto, el cual, en materia de
ejercicio profesional como manifestación especifica de la libertad- de trabajo,
s610 autoriza al legislador ordinario (Congreso de la Unión y legislaturas
locales) para señalar las profesiones que requieran titulo para su desempe-
ño, las condiciones que deban llenarse para obtenerlos y las autoridades
que han de expedirlo. Por ende, para ajustarse a su alcance constitucional,
cualquier Ley Reglamentaria únicamente debe consignar disposiciones que
tiendan a desarrollar o pormenorizar los tres supuestos del articulo 4 que he-
mos mencionado, sin establecer situaciones normativas que sean ajenas a
éstos. Sin embargo, no basta que una Ley Reglamentaria de un precepto
constitucional rebase e! ámbito regulador dc éste para reputarla contraria
a la Ley Fundamental, sino que es menester, además, que el extralimitarse,
o viole la disposición reglamcntada o contravenga alguna otra norma del
Código Supremo. .
Estas hipótesis de infracción constitucional se realizan en la Ley Regla-
mentaria sobre el ejercicio profesional a través de varios de sus preceptos.
Así, por ejemplo, su artículo 15 prohíbe de manera absoluta a cualquier
extranjero el desempeño de las profesiones que el propio ordenamiento se-
ñala. Dicha prohibición no sólo rebasa el ámbito en que e! articulo 4 cons-.
titucional autoriza la reglamentación por leyes locales del ejercicio profe-
sional, sino que significa una restricción a la garantía de libertad de trabajo
en detrimento de los profesionistas extranjeros fuera de los casos en que
pueden suspenderse las garantías individuales conforme a la misma Cons-
titución, de donde resulta que e! precepto ordinario citado viola el articulo
primero de la Ley Fundamental, que establece la titularidad activa de las
propias garantías en favor de todo gobernado independientemente de su
nacionalidad. Por otra parte, e! artículo 25 de la Ley Reglamentaria del
artículo 5 constitucional, al determinar en su fracción 1 que para ejercer
alguna profesión en el Distrito Federal Se requiere ser mexicano por nacimien-
to o por naturalización, reitera la violación constitucional expresada, además
de que coloca a la Dirección General de Profesiones en la situación de organis-
mo revisor, de los títulos que expide, verbigracia, nuestra máxima institución
de cultura, es decir, la Universidad Nacional Autónoma de México, por
cuanto que las personas que se hayan titulado en ésta, y a las que por este
motivo la propia universidad hubiere considerado aptas y habilitadas para
el desempeño de la actividad profesional respectiva, no pueden dedicarse a
la profesión que ampare el título sin la patente de ejercicio correspondiente
(fracción IU). Dicha situación de hegemonía equivale a la supeditación de
nuestra universidad a la mencionada dirección, cuyo arbitrio, al conceder o
330 LAS GARANriAs INDIVIDUALES
.221 bil Esta prohibici6n ya se establecía en el Derecho Hebreo, en cuanto que el pa-
trón tenía la obligación de no retener el salario del trabajador o. como decía el Levítico:
"No estará detenido en tu poder el trabajo de tu jornalero hasta el día de mañana" (capí-
tulo XIX. vertículo 13), pues la paga o sueldo se entregaba caída la tarde antes de
ponerse el Sol, y concluidas todas las tareas y labores del día.
GARANTiAs DE UBERTAD 333
Tomo LXVII, pág. 176; tomo LXXI, pág. 1,405, Quinta Epoca.
222
Tomo XLIV, pág. 1,775. ldem.
2'23
2M Este precepto declara también que es embargable el salario de un trabajador PO!
concepto de responsabilidad proveniente de la comisión de un delito. Estimamos que, en
tanto no sea corroborada por la jurisprudencia de la Suprema Corte, mediante un J6gico
razonamiento interpretativo, como el que formula al referirse al caso de los créditos por
alimentos, tal disposici6n no debe aplicarse, puesto que sobre ella están la Ley Federal
del Trabajo y la Constitución corno ordenamientos jerárquicamente superiores, los cuales
no consignan dicha hipótesis como caso en que un salario sea. embargable.
2U Tomo XL, pág. 706; tomo XLVIII, pág. 1,517; tomo LXXII, pág. 2,178. Quinta
Época.
GARANTÍAS DE UBERTAD 335
de éste como producto de sus servicios, por lo que únicamente en tal caso
tiene aplicación de salvedad que establece el artículo 5 constitucional al pein-
cipio general de que nadie puede ser privado del producto de su trabajo, y
que consiste en que sólo la autoridad judicial puede ordenar dicha priva-
ción. Por ende, el salario, como prestación tipica proveniente de una relaci6n
de traba jo, puede ser embargado por un crédito alimentario y única-
mente por la autoridad judicial competente. Este supuesto está corroborado
por el artículo 112 de la Ley Federal del Trabajo actualmente en vigor, pre-
cepto que declara que los salarios de los trabajadores "no podrán ser embar-
gados", salvo cuando el embargo se decrete para asegurar pensiones alimen-
ticias que el trabajador deba pagar a su "esposa, hijos, ascendientes y nietos",
según lo dispone el artículo 110, tracci6n V, de dicha ley.
Por el contrario, cuando el producto del trabajo estriba en una retribu-
ción que no se ostente como prestaci6n derivada de una relaci6n de tra-
bajo, la privaci6n correspondiente sí puede ordenarse por una resoluci6n
judicial, como salvedad al principio de seguridad contenido en el artículo
5 constitucional.
viven como el que busca en la mendicidad o en los vicios los elementos de una
subsistencia envilecida y miserable. Por esta razón las leyes sólo ~"!' considerado
como vagos a los que no teniendo bienes de fortuna de qué vivir, no ejercen
alguna industriá, oficio o trabajo honesto" .228
d) Reforma de 1992. Esta reforma está concebida en los siguientes
términos: "El Estado no puede permitir que se lleve a efecto ningún con-
trato, pacto o convenio que tenga por objcto el menoscabo, la pérdida o el
irrevocable sacrificio de la libertad de la persona por cualquier, causa." Se
advierte que, mediante ella, se respeta la libertad humana en toda su dimen-
sión, al abolirse la prohibición del "voto religioso" a que se refería el pá-
rrafo quinto, ya modificado, del articulo 5' constitucional y que comenta-
mos críticamente en líneas anteriores. Tal abolición confirma, además, el
laicismo estatal que es un principio que rige las relaciones del Estado con
las diversas iglesias, primordialmente con la Iglesia Católica.
e) Breve' referencia histórica a la libertad de trabajo. En las épocas
primitivas de la sociedad humana debió haber existido la libertad de trabajo
por razón de la situación de igualdad en que los hombres se encontraban. Se ha
postulado la hipótesissociológica de que todos tenían a su disposición los bienes
que les ofrecía la naturaleza para poder subsistir; todos estaban en condi-
ciones de desempeñar el trabajo indicado para satisfacer sus necesidades eco-
nómicas, en virtud de que se supone que no habían aún surgido las diferencias
sociales. En los albores de la convivencia humana imperaba, pues, un comu-
nirmo primitivo absoluto que colocaba a todos los miembros de la sociedad
en una completa situación de igualdad, haciéndolos participes, por ende, de
los mismos derechos y posibilidades.
Sin embargo, este comunismo primitivo dejó de existir a medida que evo-
lucionaba la sociedad humana. La situación hipotética de igualdad inicial o
primaria fue desapareciendo para dar lugar al advenimiento de distinciones
sociales entre ciertos grupos que se fueron creando. Las guerras y pugnas entre
distintas tribus, entre diversos conglomerados humanos, fueron el factor prin-
cipal de la aparición de la esclavitud. Los vencedores, al sojuzgar a los venci-
dos, los hacían incidir en la situación de esclavos, la cual, por 10 general, se
perpetuaba hereditariamente. En esta forma surgen en-las sociedades humanas
dos grupos de sujetos desde el punto de vista de la titularidad de la libertad:
'el de los esclavos y el de los hombres libres, el cual se subdividia a su vez en
dos o más esferas sociales. Al esclavo le estaban vedados todos los derechos;
desempeñaba su trabajo obligado por su amo, el cual era a su vez su dueño.
Al esclavo, la actividad le era impuesta; no era, pues, titular de la libertad
de trabajo.
La esclavitud, como posición negativa de toda libertad, fue recrudecién-
dose con el tiempo. La culminación de las condiciones antihumanas del es-
clavo se operó en Roma, en donde el derecho lo reputaba como mera cosa-res,
en oposición a la situación de "persona" que se reservaba a los hombres libres.
228 Les Derechos del Hombre, págs. 625 a 627.
344 LAS GARANTÍAS INDIVIDUA,LES
y represivo del estado de cosas que se empeñan por conservar. Es evidente que
dicha libertad, factor imprescindible de la cultura, 0010 puede concebirse como
un derecho público 'subjetivo dentro de los auténticos regímenes democráticos.
Por ende, en aquellos sistemas en que a la estructura del Estado se da un único
contenido social, económico o político, la libre manifestación de las ideas no
puede desplegarse en la realidad ni preservarse por el Derecho. Desde el punto
de vista de la dignidad humana no puede admitirse que haya alguien, con
más o menos ilustración, que sea adversario de la citada libertad. Se ha dicho,
y con toda razón, que cuando las ideas se expresan por cualquier medio de
difusión, las dictaduras y tiranías de cualquier especie se aprestan para eliminar
a quien las expone y para mecanizar a las masas populares impidiendo que
tales ideas fructifiquen en sus conciencias.
.23f Reoísta de Derecho y Ciencias Políticas y Sociales. Año IV, Núm. 11, noviembre
de 1968, págs. 243 y 244. Órgano de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y So-
ciales de la Universidad Nacional de Trujillo, Pero.
350 LAS GARANTfAS INDIVIDUALES
vaga; como la conservación del orden público está encargada hasta los últimos .
funcionarios del orden administrativo, podría suceder que un alcalde multe al
hombre que dispute sobre materias religiosas, creyendo que esto altera el orden
público." 231S Por su parte, el diputado Prieto afirmaba: "Prohibir con mucha
generalidad atacar los derechos de un tercero, es coartar toda libertad, es in-
ventar un delito hasta cuando se censura o aconseja a un músico o a un pintor
dentro de los límites de la sana crítica y conforme a los preceptos del arte, pues
el pintor y el músico pueden decir que se les ataca en su fama, en su profe-
sión." 280
provocase algún delito, o sea un hecho calificativo como tal por la ley, a
cuyo tenor tendrían que ceñirse los órganos autoritarios para coartar a una
persona su libertad de expresión.
En conclusión, si hemos estimado como peligrosas, y hasta cierto punto
inútiles o redundantes, las limitaciones a la expresión de ideas provenientes
de los criterios "ataques a la moral y a los derechos de tercero" y "pertur-
bación del orden público", por el contrario estimamos atingente la restric-
ción a tal derecho que se apoya en la circunstancia de que el ejercicio de
éste provoque algún delito, por las razones ya invocadas.
c) Breve reseña histórica de la libertad de expresión de ideas. Desde
los más remotos tiempos de la humanidad, la expresión libre de las ideas
nunca tuvo consagración jurídica, sino hasta el advenimiento de la Revolu-
ción francesa, salvo casos verdaderamente excepcionales. La manifestación
del pensamiento se traducía en un mero fenómeno de {acto, cuya existencia
y desarrollo dependían de la tolerancia y condescendencia de los gobernan-
tes. Si durante las épocas históricas anteriores a dicha revolución al
hombre le fue dable emitir sus ideas bajo diversas formas, contribuyendo
así al progreso cultural universal, fue porque los gobiernos se mostraban
indiferentes o tolerantes en lo que toca a la expresión del pensamiento o
interesados en la manera y sentido de éste. Por el contrario, cuando la pro.
clamación de un postulado, la formulación de un principio, la sustentación
de una crítica afectaba directa o indirectamente a la estabilidad del gober-
nante en el poder, la expresión de ideas era acallada por una multitud de
procedimientos inicuos. Fruto de esta completa dependencia y subordina-
ción de la manifestación eidética a los gobiernos, a los detentadores del po-
der público, fue la Inquisición, institución, que por anticristiana y anti-
humana, constituye uno de los más graves baldones dc la Iglesia, habiendo
contribuido no poco a su desprestigio.
En síntesis, la manifestación de las ideas en las épocas históricas ante-
riores a la Revolución francesa, y salvo excepciones concernientes a algu-
nos regímenes sociales, no se perfilaba como un derecho público, como una
garantía individual creadora de obligatoriedad de observancia para el Es-
tado y sus autoridades, sino que se ostentaba como un simple fenómeno
fáctico, cuya existencia y desenvolvimiento estaban al arbitrio del poder
público. Si éste se mostraba tolerante con la expresión de una idea, por
serie ésta innocua o por convenir a su estabilidad y perpetuación, la ma-
nifestación del pensamiento se respetaba. Por el contrario, si mediante éste
se propendía a crear un ambiente hostil y peligroso para la subsistencia de un
régimen, a la persona que lo sustentaba o propagaba se le hada víctima
de toda clase de atropellos, no faltando incluso ocasiones en que se le pri-
vaba de la vida.
Sin embargo, la libre emisión del pensamiento en todas sus manifesta-
ciones siempre se ha registrado en el- decurso histórico de la humanidad,
356 LAS GARANTfAS INDMDUALES
pues siendo una potestad libertaria natural del hombre, su negación hubiera
equivalido a la negación de la misma personalidad humana. Para que di·
cha libertad haya producido los óptimos frutos que constituyen el impulso
constante de superación del pensamiento del hombre en todas las rama,
del saber humano, no fue necesario que se consagrase como derecho pú-
blico subjetivo; y prueba de ello es que antes de que jurídicamente se la
reconociese, la filosofia, las ciencias positivas y las artes en sus distintas ex-
presiones alcanzaron un gran desarrollo. Suponer que la libertad de externar
las ideas haya quedado sujeta a su estimación jurídica, seria tanto como
concebir la evolución cultural de la humanidad estancada durante largas
etapas en que dicho reconoclmiento todavía no se formulaba. Y es que la
actuación del espíritu humano no puede detenerse, como no es dable tam-
poco acallar las voces del pensamiento, pues mientras el hombre se conserve
dentro de la naturaleza de persona con que fue creado por Dios, es decir,
en tanto no abdique de sus atributos consubstanciales, seguirá desenvolvien-
do sus ideas y externándolas en diferentes expresiones filosóficas, científicas
o artísticas.
En la antigüedad clásica, principalmente en Grecia y en Roma, la libre
emisión del pensamiento cristalizó en imponderables escuelas, teorías y con-
cepciones filosóficas, jurídicas y políticas que han servido de luminaria in-
extinguible a la posteridad, a pesar de que dicha libertad, según lo hemos
afirmado reiteradamente, sólo se haya registrado como un mero fenómeno
fáctico sin obligatoriedad jurídica para el poder público. Durante la Edad
Media, que por ignorancia o por jacobinismo se la considera como una
etapa oscura de la humanidad, florecieron grandes sistemas filosóficos, des-
- callando entre ellos la escolástica, cuya metodología, basada por lo general
en los principios aristotélicos, no ha podido ser superada todavía. El Rena-
cimiento se caracterizó por el retorno al humanismo, sobre todo en lo que
respecta' a las actividades artisticas; y aun dentro de los Estados absolutos,
en los que el soberano no tenia ninguna barrera jurídica a su potestad gu-
bernativa por conceptuársele representante divino en los asuntos temporales
y ungido por Dios, como tal, no dejaron de elaborarse teorías filosóficas,
politicas y sociales que tendieron a quebrantar los principios sobre los que
descansaban dichas concepciones, principalmente en Francia dur ante los dos
primeros tercios del siglo xvm y antes de la Revolución francesa, donde
descubrimos a los grandes ideólogos revolucionarios, como Rousseau, Vol.
taire, los enciclopedistas, los jusnaturalistas, etc., que con sus ideas prepa-
raron un nuevo ambiente para la humanidad en lo que toca a las relaciones
entre gobernantes y gobernados. Además, aun bajo la época de la estricta
intolerancia religiosa, surgieron tendencias reformadoras de la estructura
eclesiástica y clerical en un impulso de retorno al cristianismo primitivo,
siendo sus principales exponentes Lutero y Calvino; y las mismas concep-
GARANTÍAS DE UBERTAD 3.17
íos Tudores, y una ley de 1666 reivindic6 el derecho del rey, bajo la forma
de la prerrogativa absoluta, de mandar lo que le plugiera acerca de la im-
presi6n de libros, y de que no se imprimiese libro alguno sin su permiso. El
término fijado por la vigencia de esta ley expiro en 1679, y una vez fenecido
se recurri6, a falta de otro medio, a la confiscaci6n de libros. Renovada
poco después por dos veces la misma ley de censura, la Cámara de los
Lores propuso al vencerse el plazo de la última renovaci6n, en 1695, una
ley nueva sobre la materia, que la Cámara de los Comunes desech6. Se
insisti6 dos años más tarde en que se expidiera, pero fue rechazada otra
vez terminando así definitivamente y para siempre el régimen de la censura
en Inglaterra".
Por lo que concierne a España, es pertinente recordar que durante varios
siglos existía jurídicamente consagrada la censura civil y eclesiástica para
toda clase de libros, publicaciones e impresos en general. Baste recordar las
ordenanzas que distintos monarcas expidieron estableciéndola, tales como la
ley expedida por los Reyes Católicos, el 8 de julio de 1502; la emitida por
Carlos V y el Príncipe Felipe en la Coruña el año de 1554; la procedente
del mismo Felipe y que en su nombre expidió la princesa doña Juana en
Valladolid el 7 de septiembre de 1558; la pragmática dictada por Felipe JI
en Madrid el 27 de marzo de 1569, etc. La censura española subsisti6 hasta
la Constituci6n gaditana de 1812 que proclam6 la libertad de prensa, hecho
que implic6 un gran impulso al movimiento insurgente en nuestro pais,
según es bien sabído.t" bis
En M éxico, la libertad de publicaci6n ha sido objeto de múltiples res-
tricciones y regulaciones jurídicas desde que se implantó la imprenta en la
Nueva España en el año de 1539. "Hacia el año de 1543 se encuentra
la Ley IV, expedida por Carlos V, cuyo resumen dice: "que no se consien-
tan en las Indias libros profanos y fabulosos" -"Porque de llevarse a las
Indias libros de romance que traten de materias profanas y fabulosas e
historias fingidas se siguen muchos inconvenientes: Mandamos a los Virre-
yes, Audiencias y Gobernadores que no los consientan imprimir, vender,
tener ni llevar a sus distritos y provean que ningún español o indio los lea."
-"En 1550 se encuentra la Ley V, relativa al registro de libros por la
Casa de Contratación de Sevilla con especial cuidado para los libros des-
tinados a las Indias." "Mandamos, dice, a nuestros presidentes, jueces y
oficiales de Contratación de Sevilla, que cuando se hubieren de llevar a las
Indias libros de los permitidos los hagan registrar específicamente cada uno
declarando la materia de que se trata y no se registren por mayor." "Tres
años más tarde, 1553, se dicta por el Consejo de Indias la orden para im-
primir libros nuevos y se recomienda muy especialmente el no otorgar li-
cencias para la impresión de obras inútiles." "Vienen después las leyes I y
241 blll Cfr. Novísima Recopilación de las Leyes de España. Tomo IV. Titulo XV
a título XVIII.
GARAN'IÍAs DE UBERTAD 371
VII del año de 1556. La primera ordena que no se imprima ningún libro
de Indias sin ser visto y aprobado por el Consejo. En la segunda se manda
que los prelados y Audiencias reconozcan y recojan los libros prohibidos
conforme' a los expurgatorios de la Inquisición." "La censura llegaba en
esta época a su grado máximo cuando se dicta la ley más severa que haya
existido en materia de imprenta. Es en 7 de septiembre de 1558 cuando
la princesa doña Juana, expide en Valladolid una larga pragmática en que
los requisitos para las impresiones eran casi los mismos de las leyes anterio-
res; pero en cuanto a infracciones se castigaba con pena de muerte y confis-
cación completa de todos los bienes a quien osara imprimir un libro sin las
licencias ordenadas." -"Siendo costumbre de la época conceder privilegios
a los monasterios y corporaciones religiosas, se hallan en 1574 y 1575 las
leyes VIII y X prohibiendo que no se llevase a las Indias libros de rezo
sin permiso del monasterio de San Lorenzo, al que se había otorgado el pri-
vilegio. A fines del siglo XVI, 1580, se nota una tendencia libertaria por
parte del virreinato; pero en seguida se le amonesta por el gobierno de Es-
paña para que se recojan los libros impresos sin licencia del Consejo, repi-
tiendo a este respecto las Reales Cédulas de 14 de agosto de 1560 y la del
7 del mismo mes del año 66." -"Leyes de igual tenor que las anteriores
se encuentran durante los años 10, 27 y 82 del siglo xvn y principios del
XVIn. A mediados de este último se encuentran dos leyes de criterio más
amplio y que fijan nuevas rutas en materia de imprentas. La primera es la
Real Cédula de 14 de noviembre de 1782, expedida por Carlos III y en la
cual se concedía absoluta libertad para la venta de libros sin la tasa pre-
venida anteriormente, excepción hecha de los libros que se llamaban de
primera necesidad, o sea, los indispensables para la instrucción." "La se-
gunda ley citada es la Real Orden de 22 de marzo de 1763, expedida en
Buen Retiro, en la que se repetían algunos artículos de la anterior y además
se suprinúa el oficio de Corrector General de Imprentas por ser gravoso
e inútil, así como el salario de los censores de libros que era exorbitante,
siendo este cargo completamente gratuito y honorífico. La tendencia de li-
bertad de impresión se acentuaba más cada dia hasta llegar al famoso
decreto de 10 de noviembre de 1810, dictado en la Real Isla de León y
en cuyo artículo 1 se consagraba completamente la libertad política de im-
prenta, por ser ésta, decía, "un freno de la arbitrariedad de los que gobier-
nan y un medio de ilustrar a ia nación". "Esta ley concedía a «Todos los
cuerpos y personas particulares de cualquier condición y estado que fuesen
la libertad de escribir, imprimir y publícar sus ideas políticas sin necesidad
de licencia, revisión o aprobación alguna anteriores a su publicación»." "Como
consecuencia natural se suprimían los Juzgados de Imprentas y la censura
política, siendo solamente responsables los autores o impresores por aquellos
escritos subversivos o difamatorios que serían juzgados por los tribunales
del orden común, una vez decretada la culpabilidad .por la Junta de la
372 LAS GARANTIAS INDIVIDUALES
"Un célebre escritor inglés, decia Zarco, ha dicho: Quitadme toda clase de
libertad, pero dejadme la de hablar y escribir conforme a mi conciencia. Estas
palabras demuestran lo que de la prensa tiene que esperar un pueblo libre,
pues ella, señores, no 8610 es el arma más poderosa contra la tiranía y el des-
potismo, sino el instrumento más eficaz y más activo del progreso y de la civi-
lización." " ... en México jamás ha habido libertad de imprenta: los gobiernos
conservadores y los que se han llamado liberales, todos' han tenido miedo a
3.74 LAS GARANTfAS INDIVIDUALES
las ideas, todos han sofocado la discusión, todos han perseguido y martirizado
el pensamiento", "Veamos cuáles son las restricciones que impone el artículo.
Después de descender a pormenores reglamentarios y que tocan a las leyes
orgánicas O secundarias, establece como límites de la libertad de imprenta el
respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. A primera vista esto
parece justo y racional; pero artículos semejantes hemos tenido en casi todas
nuestras constituciones; de, ellos se ha abusado escandalosamente, no ha habido
libertad, y los jueces y los funcionarios todos se han convertido en perseguido-
res: j La vida privada! Todos deben respetar este santuario; pero cuando el
escritor acusa a un ministro de haberse robado un millón de pesos al celebrar
un contrato, cuando denuncia a un presidente de derrochar los fondos públi-
cos, los fiscales y los jueces sostienen que cuando se trata de robo se ataca la
vida privada, y el escritor sucumbe a la arbitrariedad. i La moral! i Quién no
respeta la moral! i Qué hombre no la lleva escrita en el fondo del corazón!
La calificación de actos o escritos inmorales, la hace la conciencia sin errar
jamás; pero cuando hay un gobierno perseguidor, cuando hay jueces corrom-
pidos, y cuando el odio de partido quiere no sólo callar sino ultrajar a un es-
critor independiente, una máxima política, una alusión festiva, un pasaje
jocoso de los que se llaman colorados, una burla inocente, una chanza sin
consecuencia, se califican de escritos inmorales para echar sobre un hombre
la mancha de libertino. j La paz pública! j Esto es lo mismo que el orden pú-
blicoj el orden público, señores, es una frase que inspira horror; el orden
público, señores, reinaba en este país cuando lo oprimía Santa-Anna y los
conservadores, cuando el orden consistía en destierros y en proscripciones! ¡El
orden público se restablecía en México cuando el ministro Alamán empapaba
sus manos en la sangre del ilustre y esforzado Guerrero! j El orden público,
como hace poco recordaba el señor Díaz González, reinaba en Varsovia cuan-
do la colonia generosa y heroica sucumbía maniatada, desgarrada, exánime, al
bárbaro yugo de la opresi6n de la Rusia! j El orden público, señores, es a me-
nudo la muerte y la degradación de los pueblos, es el reinado tranquilo de
todas las tiranías! i El orden público de Varsovia es el principio conservador, en
que se funda la perniciosa teoría de la autoridad ilimitada! ¿Y romo se ataca
el orden público por medio de la imprenta? Un gobierno que teme la discu-
si6n, ve comprometida la paz y atacado el orden si se censuran los actos de
los funcionarios; el examen de una ley compromete el orden público; el re-
clamo de reformas sociales amenaza el orden público; la petición de reformas
a una constitución, pone en peligro el orden público. Este orden público es
deleznable y quebradizo y llega a destruir la libertad de la prensa, y con ella
todas las libertades". "Insisto en que las infracciones deben ser mejor definidas.
En vez de hablar vagamente de la vida privada, debiera mencionarse el caso
de injurias, como ha aconsejado el señor Ramírez, pues de lo contrario, señores,
llegará a ser un delito publicar que un ministro recibió de visita a un agiotista,
o que un diputado ha recibido dinero de la tesorería, cuando acaso sin que
el que tales hechos anuncie, sepa que el ministro y el agiotista hicieron un
contrato ruinoso, o que el diputado fue a vender su voto. Yo quisiera que
en lugar de hablar vagamente de la moral, se prohibieran los escritos obsce-
nos, pues con esto, y exigir la firma de los autores, estoy seguro de que ningún
hombre honrado que se respeta a sí mismo, se atrevería a ofender las buenas
costumbres en un libro o un periódico. La moral se siente y no se define, ha
dicho muy bien uno de los señores de la comisión: mayor peligro de juicios
arbitrario. En vez de hablar vagamente de la paz pública, yo quisiera que
terminantemente se dijera que se prohíben los escritos que directamente provo-
GARANTÍAS DE LIBERTAD 375
. 251 Apéndice al lomo. CXVIII. tesis '?6. Te.sU 187 <k. la Compilación 1917·1965 y 466 del Apén-
dlU 1975, Segunda Sala. Tesis 212 <kIAplndu;e 1985, Matma General. ldem, Tesis 1:-\0 del Apéndice
1995, Materia Administrativa.
252 Idem, tesis 768. Idem, tesis 189. kiem. tesis 465, respectivamente. Además, consúltese el
lnf~rm.e de 1976, p~gs. 81 y 82, Segunda Sala. Tesis 208 del APéndice 1985, Materia General. kiem;
Tesis 129 del Apindu;e 1995, Materia Administrativa.
378 LAS GARANTiAS INDIVIDUALES
o para protestar contra algún acto autoritario, sin que dicha potestad se su-
. jete a condición alguna. Por ende, la exigencia de un permiso o licencia para
efectuar una reuni6n o asamblea tendiente a dichos objetivos, es notoriamente
conculcatoria del articulo 9, puesto que significa coartar el derecho público
subjetivo mencionado, toda vez que la expedici6n de tal permiso o licencia
depende del criterio del 6rgano estata! que lo deba emitir, Ello importa evi-
dentemente la nugatoriedad del consabido derecho, a! someterse su ejercicio
al arbitrio autoritario.
Ahora bien, si ya en una asamblea o reuni6n, es decir, una vez ejercitado
el aludido derecho, se profieren injurias contra una autoridad o se registran
violencias y se lanzan amenazas contra ella "para intirnidarla u obligarla a
resolver en el sentido que se desee", dicha asamblea o reuni6n puede ser
disuelta, inclusive mediante la intervenci6n de la fuerza pública. Pero una cosa
es sujetar la celebraci6n de la asamblea o reuni6n a un permiso previo (lo que
es inconstitucional), y otra disolverla en los casos apuntados, mismos que 16-
gicamente no pueden juzgarse a priori, ya que se traducen en fen6menos que
por necesidad acaecen o pueden acaecer durante el desarrollo de la asamblea
o reuni6n de que se trate.
Ya el insigne don Manuel Crescencio Rej6n, en una circular que expidi6
el 10 de septiembre de 1846 cuando fungía como ministro de Relaciones
Interiores y Exteriores de México, afirmaba el derecho de los mexicanos para
"dirigir peticiones respetuosas a las autoridades", pudiendo ejercitarlo libre-
mente, "sin necesitar para ello de previo permiso de ningún funcionario pú-
blico" ..260
Es, pues, incontestable que desde el punto de vista constitucional y en
atenci6n a la esencia misma de los regímenes democráticos de derecho, la
libertad de asociaci6n y de reuni6n jamás debe estar supeditada al criterio
de las autoridades para determinar si otorgan o no el permiso o la licencia
correspondiente. El jurista norteamericano Story, citado por Isidro Montiel
de esta, la cual estriba en que su objeto sea contrario a las buenas costumbres o a las
normas de orden público. Así, en el citado proyecto, que respecto del consabido punto
1 sobre la "ilegalidad" de las reuniones fue rechazado por el Congreso Constituyente, se
decía 10 siguiente: "S610 podrá considerarse como ilegal una reunión convocada con
objeto lícito y ser, en consecuencia, disuelta inmediatamente por la autoridad, cuando en
ella se cometieren desórdenes que alteren o amenacen alterar el orden público por medio
de la fuerza o violencia contra las personas o propiedades) o por amenazas de Cometer aten-
tados) que puedan fácilmente ser seguidas de ejecución inmediata, o se cause fundada-
mente temor o alarma a los habitantes, o se profieran injurias o amenazas contra la autori-
dad o alguno o varios particulares) si la persona que preside la reunión o las que en
ella formaren parte) no redujesen al orden al responsable o lo expulsaren inmediata-
mente; o cuando hubiere en ella individuos armados, si, requeridos por la autoridad, no
dejaren las armas o no se. ausentaren de la reunión." Los argumentos principales que se
esgrimieron para rechazar tales prevenciones, se fundaron en que éstas podrían sugerir
a las autoridades múltiples pretextos para disolver una reunión que tuviese un objeto
lícito, Como fácilmente se advierte de los términos en que están concebidas.
260 Circular transcrita en el libro Estudio sobre Garantías Individuales, de Isidro
Montiel y Duarte, pág. 299.
384- LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
de 1977.
GARANTiAS DE UBERTAD 389
265 El artículo 162 del Código Penal, a cuyo tenor nos remitimos, consigna diferentes
figuras delictivas en relación con las armas prohibidas por el artículo 160 y con las armas
que no están prohibidas. En el primer caso, la tipificación delictiva a que se refieren las
fracciones 1 y III de dicho artículo 162, es perfectamente constitucional. Por el contrario.
los delitos específicos contemplados en las fracciones H, IV y V del mismo artículo 162,
estaban en abierta contraposición con el artículo 10 de la Constitución, en vista de que se
configuran por hechos que inciden dentro del derecho del gobernado que establecía el
mencionado precepto de la Ley Fundamental. Por esta razón) no era delito la venta de pis-
tolas o revólveres careciendo del permiso necesario, ni el acopio de armas sin el permiso
correspondiente, a pesar de que así Jo consideren las citadas fracciones I1, IV y V del
artículo 162 del Código Penal. Inclusive, la jurisprudencia de la Suprema Corte lo ha
sostenido así en la tesis 125 visible en el apéndice al tomo CXVIII del Semanario Judicial
de la Federación (22 de la Compilación 1917-1965~ y 24 del Apéndice 1975, Primera Sala),
tesis que, por interpretar el artículo 10 de la Constitución, era obligatoria para toda autori-
dad judicial federal o local. De ello se deriva la circunstancia de que, en acatamiento del
artículo 10 constitucional y de la citada tesis jurisprudencial, los jueces pusiesen en libertad
a las personas consignadas por el Ministerio Público en relación con la portación de armas
no prohibidas legalmente, en atención a la inconetitucionalidad de las fracciones 11, IV Y V
del artículo 162 del Código Penal, que no debla considerar como delito el ejercicio de un
derecho consignado expresamente en el precepto constitucional invocado.
396 LAS GARANTÍAS R{OnnDUALES
266 La Ley Federal que acabamos de citar adolece de varios vicios de inconstítucionali-
dad que se traducen en violaciones a diferentes preceptos de la Ley Fundamental. Seña.
laremos algunos de esos vicios, sin que este señalamiento pretenda ser exhaustivo. Al
obligarse al poseedor de toda arma de fuego a manifestarla a la Secretaría de la Defensa
Nacional para que se inscriba en el registro respectivo, dicha ley se excede de los límites
normativos del artículo 10 constitucional [arta. 7 y 15) j al facultarse por el mismo orde-
namiento secundario a la mencionada Secretaría de Estado para determinar subjetivamente
qué annas "para tiro y cacería puedan poseerse" y en qué lugar o lugares, no sólo se vul-
nera el derecho posesorio instituido en el indicado precepto constitucional, sino que se
hace nugatorio, extendiéndose esta nugatoriedad hasta el extremo de que la posesión de
GARANTÍAS DE LIBERTAD 399
para reglamentar los medios de locomocioa que la persona pueda utilizar para
su traslación dentro del territorio de la República. En efecto, la obligación
que a las autoridades impone el articulo 11 constitucional consiste en que no
impidan a ningún sujeto su desplazamiento o movilización personal dentro
del territorio nacional, pero no en dejarlo desplazarse o movilizar en cual-
quier medio de transporte. En otras palabras, la libertad de tránsito a que se
refiere dicho precepto sólo debe entenderse intuiiu personae, sin abarcar
la traslación en cualquier medio de locomoción, pudiendo las autoridades
federales o locales, conforme a las leyes o reglamentos respectivos, prohibir
que alguna persona se movilice en velúculos que no reúnan las condiciones que
estos ordenamientos establezcan.
El propio articulo 11 constitucional consigna las siguientes limitaciones
a la libertad de tránsito: en primer lugar, por lo que toca a las autoridades
judiciales, éstas están autorizadas por nuestra Constitución para prohibir a
una persona, verbigracia, que salga de determinado lugar o para condenar
a una persona a purgar una pena privativa de libertad dentro de cierto sitio
(pena impuesta como consecuencia de la perpetración de un delito: confi-
namiento, relegación, prisión, articulos 25 a 28 del Código Penal). En segundo
término, en cuanto a las autoridades administrativas, éstas pueden constitu-
cionalmente impedir a una persona que penetre al territorio nacional y se
radique en él, cuando no llene los requisitos que la Ley General de Pobla-
cián. exige, así como expulsar del país a extranjeros perniciosos de acuerdo
con el articulo 33 constitucional, o, por razones de salubridad, prohibir que
se entre, salga o permanezca en un sitio en el cual se localice un peligro
para la higiene pública, etc. Las facultades limitativas constitucionales con
que está investida la autoridad administrativa son ejercidas por el Presidente
de la República a través de la Secretaria de Gobernación, por lo que ve a las
cuestiones migratorias en general, y de la Secretaría de Salubridad y Asis-
tencia y del Consejo de Salubridad General, las cuales tienen la atribución
expresa, concedida por la Ley Fundamental, consistente en dictar las medidas
preventivas indispensables en caso de epidemias de carácter grave o peligro
de invasión de enfermedades exóticas en el país, así como en expedir dis-
posiciones generales relativas a cuestiones de salubridad pública (art. 73,
frac. XVI, incisos 2 y 3, de la Constitución).
La libertad de tránsito, en cuanto a su efectividad y ejercicio, dependió
siempre de las condiciones políticas de los Estados. Durante la Edad Media,
en que los principales países europeos estaban constituidos por el régimen
feudal, ninguna persona podía penetrar o salir de determinada círcunscrip-
ción territorial sin permiso otorgado por el gobernante. En la mayoría de
los casos se exigía el cumplimiento de este requisito, por lo que podemos
decir que en la época medieval la libertad de tránsito, que no era un derecho,
estaba considerablemente limitada como fenómeno fáctico, situación que
St\bsistió hasta la Revolución francesa. En Inglaterra, no obstante que el
oARANTfAS DE LIBERTAD 401
Una de las inquietudes más vehementes que desde los tiempos primiti-
vos ha experimentado el ser humano, consiste en el afán de explicarse el
origen de su propia vida y las causas determinantes del Universo. Y es que
el hombre, por SU misma índole racional, no se conforma con percibir sen-
sitivamente las cosas que lo circundan o los fenómenos que en su presencia
acaecen, sino que procura indagar la motivación de unas y de otros. Si de
manera diferente procediese, el individuo desvirtuarla su condición de ens
rationalis; si el conocimiento sensible constituyese el único medio del saber
humano, el hombre no habría rebasado los límites de la animalidad, lo que
equivale a decir que la actividad cultural en todas sus manifestaciones no
se habría registrado en el decurso de los siglos.
La cuestión fundamental que todo ser humano se ha planteado y que ha
tratado de solucionar de diferente manera a través de toda su evolución
hist6rica, se ha revelado en las siguientes interrogaciones: ¿Cuál es el ori-
gen de todo lo creado? ¿El destino del hombre se colma con su sola vida
terrenal o se proyecta más allá de su existencia en este mundo? La dilu-
cidación de estos importantlsimos y trascendentales problemas causales y
teleológicos ha motivado la forjación de múltiples doctrinas y escuelas fi-
losóficas y religiosas, y las cuales, en síntesis, pueden agruparse en dos co-
rrientes antagónicas, que respectivamente han aportado soluciones negativas
y positivas a dichos t6picos, a saber: el materialismo atea, que, al negar
a Dios, concibe a la Creación o Naturaleza producida por si misma, con
existencia per se, SÚl reconocer ninguna causa que la haya generado, y al
hombre sin ningún destino ultraterrenal, circunscrito a SU sola vida psico-
física en este mundo; y el tefsmo, que proclamando la existencia de un Ser
Supremo, necesario, inereado, eterno, sin principio ni fin, existente y subsis-
tente por sí mismo, como causa última, definitiva y primera de todo el Uni-
verso, incluyendo el propio ser humano, declara al hombre compuesto de
alma y cuerpo y, a través del primero de los elementos mencionados, dotado
de esencial supervivencia para cumplir su sino final en una vida ultraterrenal.
GARANrlAs DE LIBERTAD 403
261 ete Cita inserta en la obra de Salom6n de la Selva intitulada "Ilustre Familia",
página CXXXIV.
lAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
timos, párrafo que corresponde a los artículos tu, 11, 12, 13 Y 14 de la Ley
Reglamentaria respectiva. Por su parte, la ley de junio de 1926, vigente
en la actualidad, de acuerdo con el artículo 3 transitorio del Código Penal,
establece los delitos y las penas sobre materia de cultos.
b) La libertad religiosa goza, por otra parte, de ciertas seguridades ju-.
rldicas constitucionales.
En primer lugar, la Ley Fundamental impone la prohibición termi-
nante al Poder Legislativo, en el sentido de que éste no podrá expedir ley
estableciendo o prohibiendo cualquier religi6n (art. 130, párrafo se-
gundo).
En segundo lugar, además, la regulación legal del culto público y dis-
ciplina externa sólo puede establecerse por los Poderes Federales, teniendo
únicamente las autoridades locales el carácter de auxiliares de éstos (art.
130, párrafo primero). Asimismo, "las legislaturas de los Estados única-
mente tienen facultad de determinar, según las necesidades locales, el nú-
mero máximo de ministros de los cultos." (1 dem, párrafo séptimo.)
A diferencia de otras libertades específicas, que durante varias épocas
históricas anteriores a la Revolución francesa se revelaron como un fenó-
meno fáctico, cuya idea misma dependía de la potestad pública, la libertad
religiosa ni siquiera existió como mero hecho; es más, la intolerancia en
materia de creencias era el principio que se entronizó durante varias etapas
de la historia, habiendo existido lo que denomina "religiones de Estado".
El régimen de intolerancia religiosa dio motivo a una multitud de con-
flictos armados, tales como la guerra de treinta años (1618 a 1648), así
como a actos verdaderamente inhumanos. La Inquisición, que tenia como
verdad aparente la "defensa de la fe", fue consecuencia de la imposici6n
religiosa. Ningún hombre era libre, salvo raras excepciones.t" para profesar
la creencia que juzgara más idónea y, mucho menos, para practicar actos
cultuales diversos de los oficiales autorizados. Aun la misma Inglaterra en
materia religiosa se ostentó francamente intolerante y, a pesar de que el
common law no conoció el delito de herejía, los tribunales eclesiásticos apli-
caban frecuentemente la pena de excomunión a las personas que no par-
ticipaban en la doctrina religiosa del Estado.
Este régimen negativo de la libertad religiosa subsistió hasta la Declara-
ción de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, en cuyo articu-
lo X disporúa que ninguna persona podía ser molestada por sus opiniones,
aun de carácter religioso. No obstante, y principalmente en México, diversos
ordenamientos constitucionales conservaron el sistema de la "religión de Es-
tado", en contradicción abierta con la proclamación simultánea de otras
libertades públicas. Asi, desde la Constituci6n de Apatzingán hasta el Acta
269 En México, a raíz de la conquista, los indios gozaron de 'cierta tolerancia por parte
de los españoles para profesar sus propias creencias.
408 LAS GARANTÍAS INDMDUALES
:210 ZARCO, Congreso Constituyente, tomo 11, pág. 96. El artículo 15 del proyecto cons-
titucional afirmaba: "No se expedirá en la República ninguna ley, ni orden de auto-
ridad que prohíba o impida el ejercicio de ningún culto religioso; pero habiendo sido la
religión exclusiva del pueblo mexicano la católica, apostólica, romana, el Congreso de
la Unión cuidará, por medio de leyes justas y prudentes, de protegerla en cuanto no se
perjudiquen los intereses del pueblo, ni los derechos de la soberanía nacional." Este pre-
cepto se antoja incongruente y hasta contradictorio, pues por una parte, autorizaba la tole-
rancia religiosa, sin proclamar abiertamente la libertad de creencias y de culto, y por la
otra, tendia a preservar la religi6n católica, lo que en el fondo entrañaba una incipiente
prohibici6n de cualquiera otra religión. Según dijimos, el articulo 15 del proyecto desató
enconados y apasionados debates en el Congreso Constituyente (sesiones de 291 30 y 31
de julio y 1', 4 y 5 de agosto de 1856), sin que hubiere sido posible que se llegara a la
votación respectiva. Don Francisco Zarco, defensor del principio de libertad o tolerancia
religiosa, vaticiné que su consagración debía, con el tiempo, incorporarse a nuestro derecho
público; y asi sucedió, en efecto, pues en la ley de 4 de diciembre de 1860 y en las
adiciones y reformas de 25 de septiembre de 1873, se declaró definitivamente en México.
Es curioso observar, por tanto, que en una Constitución liberal que exaltó la digni-
dad y personalidad del hombre a través de todas sus manifestaciones individuales y socia.
les, como fue la de 1857, na se hubiera consignado la libertad religiosa, quizá por el temor
infundado de debilitar la unidad nacional que radica primordialmente en la unidad reli-
giosa del pueblo mexicano. La citada omisión, en que deliberadamente se hizo incurrir
a nuestra Ley Fundamental de 57, presenta a ésta, en lo que a la libertad de creencias
atañe, como un ordenamiento inferior a la Constitución yucateca de 1840, en la que por
primera vez en México, se reconoció dicha libertad (art. 74).
GARANTÍAS DE LIBERTAD 409
Debe advertirse que este nuevo texto no descarta los dos tipos de culto:
el privado y el público, a los cuales nos hemos referido con antelación. La
novedad importante que introduce estriba en la terminante y absoluta pro-
hibición de que el Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohi-
ban religión alguna, declaración enfática que garantiza, como derecho hu-
mano, la libertad de creencias y de culto. Además, prevé la posibilidad de
que el culto público se celebre extraordinariamente fuera de los templos,
según lo prescriba la ley reglamentaria correspondiente, eliminando así la
prohibición que el anterior artículo 24 contenía y quc ya hemos comentado
en párrafos anteriores.
2M El criterio de que una de las notas distintivas del servicio público es su prestación
por el Estado, ha sido acogido por la Suprema Corte, según se advierte de las ejecutorias
que aparecen publicadas en los tomos LXXXVI, pág. 2,090 Y LXXXIX, pág. 3,795, del
Semanario Judicial de la Federación, Quinta Época.
GARANTÍAS DE LmERTAD 421
normar las relaciones sociales, es decir, los múltiples y diversos vínculos que
se entablan dentro del seno de la convivencia humana, principalmente en-
tre dos de sus componentes primordiales, como son, el índividuo y la co-
lectividad misma, y existiendo la posibilidad, muy frecuente por cierto, de
que los intereses de ambos sean opuestos, ¿cómo debe la norma jurídica,
sín afectar substancialmente las respectivas esferas de dichas dos entidades
sociales, establecer entre ellas una ordenación adecuada que tienda a la
armonía o compatibilización de los expresados intereses? ¿Cómo debe con-
cebirse constitucionalmente una garantía individual para que el precepto
en que se instituya cumpla con el objetivo deontológieo de toda norma de
derecho?
Dando por supuesta la idea que comparten todos los espíritus dignos de
que el hombre es naturalmente libre, es decir, de que la libertad es un
elemento inseparable de la personalidad humana -lo cual demostramos
en otra ocasión_,2815 y tomando en consideración, por otra parte, la tesis
prolijamente aceptada desde Aristóteles hasta nuestros días, en el sentido
de que el individuo no vive aislado, sino en constante relación con sus se-
mejantes, con los cuales forma la sociedad, que a su vez tiene intereses
propios, diferentes y hasta opuestos a los de la persona en particular, surge
la importante cuestión que estriba cn determinar cómo debe el Derecho y
especialmente la Constitución, a través de sus-distintos preceptos, regular-
dichos dos órdenes de intereses, estableciendo entre ellos una verdadera ar-
monía y respeto recíproco, sin incidir en radicalismos peligrosos y exelu-
yentes que proclamen, como lo hacía la Ley Fundamental de 1857, al in-
dividuo como el fin de las instituciones sociales, o que exalten a la colectividad
como absorbente y aniquiladora de la persona humana.
Los problemas anteriormente apuntados los abordamos en la introduc-
ción de esta obra, permitiéndonos reproducir algunas consideraciones que
ya hemos expuesto.
Existen dos realidades sociales incontrovertibles: la potestad libertaria
de que cada sujeto es titular como factor indispensable para que consiga
su finalidad vital, y la necesaria restricción, impuesta normativamente por
el Derecho, como consecuencia de la ineludible regulación de las relaciones
sociales que cada miembro de la comunidad entabla con sus semejantes.
En otras palabras, esas dos realidades suscitan el fenómeno de afrontación
entre la autonomía de la persona humana, revelada en su capacidad de
forjar fines vitales y de escogitar los medios para su realización, y la hete-
ronomia o imperatividad del orden jurídico. En consecuencia, ¿cómo pue-
den coexistir la potestad libertaria del hombre y el Derecho, que en esen-
cia es nonnaci6n, es decir, limitación de la conducta humana?
La. causa final prístina del orden jurídico en una sociedad estriba en
regular las muy variadas relaciones que se entablen en el seno de la con-
2Sr, Véase la introducci6n.
422 LAS GARANTfAS INDIVIDUALES
tario omnímodo de la: soberanía del Estado, los sociólogos y politicos del
siglo XVID, en Francia principalmente, tales como Voltaire, Rousseau, Di-
derot, etc., observando las iniquidades de la realidad, elaboraron doctrinas
que preconizaban la igualdad humana.. Como contestación a la insignifi-
cancia del individuo en un Estado absolutista, surgió la corriente jurídico-
filosófica del jusnaturalismo (aun cuando en épocas anteriores, desde el
mismo Aristóteles, a través de la filosofía escolástica y hasta los pensadores
del siglo XVII, ya se había hablado de un derecho natural) que proclamó
la existencia de derechos congénitos al hombre superiores a la sociedad.
Tales derechos deberían ser respetados por el orden jurídico, y es más,
deberían constituir el objeto esencial de las instituciones sociales, idea que
prohijaron entre nosotros los Constituyentes de 1856-1857. El jusnaturalis-
mo, por ende, exaltó a la persona humana hasta el grado de reputarla coma
entidad suprema en la sociedad, en aras de cuyos intereses debería sacri-
ficarse todo aquello que implicara una merma o menoscabo para los mis-
mos. De esta guisa, los diversos regimenes jurídicos que se inspiraron en
la famosa Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de
1789, eliminaron todo lo que pudiera obstruccionar la seguridad y eficacia
de los derechos naturales del individuo, forjando una estuctura normati-
va de las relaciones entre gobernantes y gobernados con un contenido emi-
nentemente individualista y liberal. Individualista, porque, como ya diji-
mos, consideraron al individuo como la base y fin esencial de la organiza-
ción estatal; y liberal, en virtud de que el Estado y sus autoridades deberían
asumir una conducta de abstención en las relaciones sociales, dejando a
los sujetos en .posibilidad de desarrollar libremente su actividad, la cual
sólo era susceptible de limitarse por el poder público cuando el libre juego
de los derechos de cada gobernado oríginara conflictos personales. Fiel a
la idea de no obstaculizar la actuación de cada miembro de la comunidad,
el liberal-individualismo proscribió todo fenómeno de asociación, de coali-
ción de gobernados para defender sus intereses comunes, pues se decía que
entre el Estado como suprema persona moral y política y el individuo, no
deberían existir entidades intermedias.
Como toda postura extremista y radical, el liberal-individualismo inci-
dió en errores tan ingentes, que provocaron una reacción ideológica ten-
diente a concebir la finalidad del Estado en un sentido claramente opuesto.
Los regímenes liberal-individualista proclamaron una igualdad teórica o
legal del individuo; asentaban que éste era' igual ante la ley, pero dejaron
de advertir que la desigualdad real era el fenómeno inveterado que patente-
mente se ostentaba dentro del ambiente social. No todos los hombres es-
taban colocados en una misma posición de hecho, habiéndose acentuado
el desequilibrio entre las capacidades reales de cada uno merced a la pro-
e1amación de la igualdad legal y del abstencionismo estatal. El Estado, obe-
deciendo al principio liberal clásico de laissez faire, laissez paser, tout va
424 LAS GARANTÍAS INDMDUALES
bertad, al excluir con todo acierto los monopolios no estatales, tiene como
finalidad, según se dijo, colocar al gobernado en situaci6n de competir con
sus semejantes en cualquiera rama industrial o comercial, por lo que, con-
forme a ella, -a nadie puede vedarse que desempeñe una actividad econó-
mica que ya se esté realizando por otros sujetos. En tal virtud, puede
suceder que en un determinado sector de la economía haya excesivos co-
merciantes o industriales, circunstancia que, si bien es favorable en princi-
pio para los intereses del público consumidor al originar el abatimiento de
los precios de las mercaderías, a la larga generarla ciertas crisis de sobre
producción o sobrecomercio, las cuales, cuando afectan importantes secto-
res de la .economía nacional, redundarian indiscutiblemente en detrimento
de la sociedad, merced a la interdependencia que existe entre todos los fac-
tores económico-sociales, Por otra parte, la excesiva libre concurrencia pe>-
dria evitar que ciertos productos o materias primas se utilizaran en la fa-
bricaci6n de artículos que verdaderamente fuesen impulsores y vigorizadores
de nuestra economía, al suponerse fundamentalmente que' dichos productos
o materias primas sean empleadas en la elaboraci6n de mercancías que,
por SU propia naturaleza, no estén destinadas a la satisfacci6n de las nece-
sidades primarias del pueblo, como sucede, verbigracia, con los artículos
de lujo. Además, en el terreno crediticio, por ejemplo, la existencia excesi-
va de empresas afianzadoras podria provocar serios colapsos en perjuicio
del público que utilice los servicios de las mismas en una variada gama de
operaciones mercantiles. En efecto, conforme a la legislación sobre institu-
ciones de fianzas, para que una compañía opere en este ramo mercantil
se requiere la autorización que al respecto otorgue la Secretaria de Hacien-
da, previa la satisfacci6n, por parte de la sociedad peticionaria, de deter-
minados requisitos o condiciones, autorizaci6n que es concesible mediante
la facultad discrecional con que legalmente se inviste a dicha dependencia
federal. Podria darse el caso de que, contra la negativa a otorgar dicha
autorizaci6n, una o varias sociedades que pretendieran dedicarse a la expe-
dici6n de fianzas onerosas, acudieran a la vida de amparo alegando la
inconstitucionalidad del precepto de la ley correspondiente, por permitir
que la Secretaria de Hacienda discrecionalmente conceda o niegue la con-
sabida autorización con violación a la garantía de la libre concurrencia
consagrada en el artículo 28 de la Ley Fundamental, puesto que, a virtud
de la negativa que se combata, en realidad se estaria auspiciando un mo-
nopolio en favor de las instituciones afianzadoras ya existentes. Ahora bien,
aplicando estrictamente dicho precepto constitucional, se Ilegaria a la con-
clusión de que toda sociedad, cubriendo las condiciones señaladas en la ley
respectiva, debiera obtener la autorizaci6n para operar que pidiese a la Se-
cretaria mencionada; y de esta guisa, se podrian multiplicar indefinidamente
las empresas de fianzas, las cuales, para poder competir en el mercado co-
rrespondiente, tendrían que abatir las primas perceptibles con motivo de la
GARANTÍAs D~ UBERTAD 431
,
GA~S DE LIBERTAD 433
nada, fue substituida por una educación estatal con un contenido ideológico
determinado. Los Constituyentes de 57 estimaban que la educación deberla
quedar en manos de los particulares; que cada padre de familia tenía el
derecho de educar a sus hijos de la manera que más conveniente le pareciera;
que el Estado deberla garantizar ese derecho, declarándolo en el ordenamiento
fundamental; que imponer determinado sistema educacional significaba un
ataque a la libertad genérica del hombre, la cual era sagrada. Estas estima-
ciones valorativas respecto de la libertad de enseñanza las descubrimos en
forma unánime en el decurso de los debates en el seno del Constituyente de 57.
El de 17 también participó, en términos generales, del criterio justificativo
de la libertad de enseñanza que sustentaban los forjadores de la Constitu-
ción de 57; sin embargo, y atendiendo a las consecuencias que tal derecho
engendraba en la realidad, traducidas principalmente en la influencia noto-
ria del clero en la educación, que modelaba un determinado tipo de inteli-
gencias inaccesibles a todo progreso, introdujeron los constituyentes en el
artículo 3 las restricciones a que acabamos de aludir, fuera de las cuales
el ejercicio de ese derecho era libre.
La evolución del Derecho Público fue imprimiendo concomitantemente
modalidades a las relaciones jurídicas entre el Estado y sus miembros. En la
tesis individualista-liberal pura, la entidad política no podía ni debía tener
intervención en las relaciones sociales, sino en el caso en que se suscitaran
conflictos. La esfera de actuación estatal era sumamente reducida; en cambio,
la órbita de conducta del gobernado se extendía a multitud de aspectos de la
vida social, dentro de los cuales se encuentra el relativo a la educación. Ha-
biendo la evolución del Derecho Público transformado las concepciones indi-
vidualistas y liberales puras, en el sentido de dejar de concebir al Estado como'
un mero policía vigilante de las relaciones sociales para erigirlo en agente
en las mismas., con determinados fines y atribuciones que cumplir, la ense-
ñanza dejó ya de incumbir a los particulares. Se díjo que el Estado tiene como
objetivo esencial forjar el tipo- de conciencia que convenga a su propia natu-
raleza; que para su subsistencia misma, el Estado debe inculcar, en la mente
de las generaciones nuevas, determinados principios, cuya realización efectiva
debe consolidar las bases jurídicas y sociales sobre las que descansa la orga-
nización estatal. Esta finalidad, esencial a la teleología genérica del Estado, no
puede ser lograda sino por este mismo, mediante un sistema de determinado
contenido, constituido por los principios jurídicos, sociales y económicos que
de la propia naturaleza estatal se derivan." Si dicha primordial función se
dejara en manos de particulares, si el Estado se desentendiera de cIIa, la exis-
tencia de la organización estatal, juridica, social y económica se colocaría
en un plano verdaderamente riesgoso, peligrando también la unidad nacional,
amenazada por el juego constante de principios contradictorios sustentados
297 Duguit COn toda claridad ha tratado esta cuesti6n, refiriéndose en especial a la
educaci6n pública como atribución esencial del Estado.
438 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
por diferentes grupos. El Estado debe, ante todo, velar por su propia exis-
tencia, proscribiendo todos aquellos peligros que acechen su estabilidad jurí-
dica, económica y social; para ello necesariamente debe asumir el papel de
regulador y encauzador de la educación de sus miembros, imbuyendo en la
conciencia de éstos los principios que de su organización y naturaleza se deri-
van. Por ello, la educación que para e! logro de este objetivo esencial imparta
el Estado, no debe consistir tanto en la suministración de conocimientos
cuanto en la formación de un espíritu social, altruista y clvico, mediante la
inculcación de los principios idóneos para ello.
La unidad de una nación, en efecto, debe ineludiblemente cimentarse
sobre el auto-conocimiento y la auto-crítica. De la misma manera que para
e! individuo e! principio socrático de nosce te ipsum significa e! fundamento
de su evolución moral e intelectual, para la superación y e! progreso de los
pueblos, e! conocimiento de su ser politico y social, que la historia va mode-
lando, es factor insubstituible. Por ello, la autoconciencia de una nación,
implicada en todos los principios que de su propia substantividad derivan, es la
condición sine qua non de su subsistencia y de la conservación de su persona-
lidad dentro del concierto internacional. Ahora bien, esos principios, cuyo
contenido ideológico es variado, deben transmitirse a las generaciones que se
suceden en la vida de un país; y es evidente que e! cumplimiento de esta
obligación excluye la llamada "libertad educativa", cuyo ejercicio, según
hemos dicho, importa un motivo peligroso de desunión, de relajamiento de la
solidaridad nacional.
A estos imperativos, México no se sustrajo antes de la Constitución de 57.
No existía en nuestro país la libertad educacional, situación que se adecuaba
lógicamente a la teleología política estatal anterior a la asunción del libera-
lismo e individualismo puros. La unidad de España y, por ende, de sus colo-
nias, se fincaba sobre la unidad religiosa, cuyo substratum era e! catolicismo.
La propagación y la defensa de la fe católica eran la tendencia esencial de la
educación, no en su aspecto de mera enseñanza o difusión de conocimientos,
sino romo formación moral del pueblo. Fue por esta razón por la que la edu-
cación durante el régimen colonial estaba en manos del clero, cuya hegemonía
en esta materia prevaleció, de hecho, hasta la Reforma.
La reivindicación de la enseñanza y educación pública en favor de! go-
bierno civil, Se apuntó en la Constitución española de 1812, que atribuyó
a las Cortes "la facultad de establecer un plan general de enseñanza en toda la
monarquía"." Análogos esfuerzos se asomaron en e! Acta Constitutiva de la
Federación Mexicana de 31 de marzo de 1824 y en la Constitución Federal
de ese año, en cuyos ordenamientos se consideró que era atribución legisla-
tiva de! Estado "promover la ilustración general" (arts. 13, frac. 11, y
50, frac. 1, respectivamente). Pese a esos intentos, en la realidad la educa-
ción pública continuó bajo e! poder de! clero en todos los estadios de la di-
fusión cultural en los establecimientos docentes. El precursor de la Reforma,
298 MONTIEL y DUARTE, Estudio sobre las Garantías Indiuiduales, pág._ 158.
GARANTiAS DE UBERTAD 439
don Valentin G6mez Parías, bajo la idea de que la materia educativa debería
constituir una obligaci6n estatal, desvinculada de la autoridad eclesiástica,
suprimi6 la Real y Pontificia Universidad de México, creando una Dirección
General de Educación como ya dijimos, según decreto de 21 de octubre de
1833, cuyo cometido se frustró por la implantaci6n del centralismo en las
Constituciones de 1836 y 1843 en que el espíritu conservador quc las alentó
era refractario a todo impulso renovador.
No obstante las tendencias constitucionales y legislativas que se registran
en el México independiente para que el Estado asumiese la obligaci6n de
impartir y organizar la enseñanza pública, ésta siguió siendo privilegio del cle-
ro; y si bien es cierto que la Constitución de 57, según aseveramos, estableció
en su artículo 3 la libertad absoluta en ese importante ramo, reconociéndola
como derecho de todo hombre, ello no impidi6 que la autoridad eclesiástica
continuase usufructuando la prerrogativa de injerirse directamente en la ma-
teria educativa, a pesar de los planteles oficiales que se instalaron, situaci6n
que, como lo proclamaron los Constituyentes de Querétaro, se incub6 bajo el
manto protector de la mencionada libertad.
Hemos reiteradamente expuesto que la educaci6n pública debe ser una
funci6n del Estado, con el fin de conservar las esencias vitales de la nación
que lo constituye, y que la libertad educativa, por el contrario, propende a
alterarlas o desfigurarlas. Ahora bien, estas afirmaciones no implican que
deba legitimarse la dictadura ideológica. La educación estatal, que no debe
confundirse con la mera transmisión de conocimientos culturales o científicos,
es el medio para la formación de la conciencia de la niñez y de la juventud en
torno al ser y modo de ser nacionales. Esta finalidad no excluye que el gober-
nado, fuera del ámbito en que dicha educaci6n se imparta, ejercite su libertad
de expresión eidética en todos sus aspectos y que abrace la fe religiosa que se
adecúe a su conciencia. La perfecta compatibilidad que debe existir entre
ambas libertades, por un lado, y la educación estatal como funci6n obligato-
ria, por el otro, se proclama en nuestra Constitución vigente, en cuyo espíritu
se conjugan armónicamente, el imperativo de conservar las esencias del pueblo
mexicano y el respeto a dos de las potestades libertarias más caras de la per-
sonalidad humana.
Ahora bien, en congruencia lógica con la anterior consideraci6n debemos
enfatizar que no por el hecho de que la educaci6n estatal esté sujeta a deter-
minadas tendencias y a ciertos principios proclamados en el artículo 3· cons-
titucional que sustentan el sistema educativo nacional, se excluya absoluta-
mente la libertad de enseñanza. Aunque ésta ya no se reconoce expresamente
por dicho precepto, su ejercicio es dable en nuestro país amparado por la
libertad de expresi6n del pensamiento que preconizan los artículos 6 y 7 de
la Constitución, pues es evidente que la transmisión de conocimientos sobre
cualquier materia y conforme a cualquier ideología es una de sus manifesta-
cionesinherentes. Por ende, todo gobernado, en el desempeño de la mencionada
libertad, es libre para enseñar y para recibir enseñanza. Además, la libertad de
440 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
síón, por ser ésta incompatible con la libertad de expresión de pensamiento, que es uno de los
principios básicos en que se funda toda estructura universitaria.
4. Los derechos individuales de los trabajadores universitarios nunca podrán ser inferiores
a los que establezca la legislación laboral.
5. Los trabajadores universitarios gOUlrán del derecho de huelga, la cual sólo será proce-
dente cuando se violen por modo general y sistemático sus derechos.
6. Los conflictos individuales y colectivos de trabajo entre las universidades y su personal
administrativo, serán dirimidos por un tribunal que se integrará con un representante de las au-
toridades universitarias, otro de los trahajadores y un tercero de los términos que establezca la
Leo Orgánica respectiva, la cual, además, fijará el procedimiento para substanciados y la efica-
cia jurídica de los¡illlos que se pronuncien.
La autonomia universitaria ha sido elevada al rango de declaración constitu-
cional fundamental mediante la adición de la fracción VII al artículo 3° de
nuestra Ley Suprema. Esta adición provino de la iniciativa presidencial de 10
de octubre de 1979, cuyo texto es el siguiente:
"Las universidades y las demás instituciones de educación superior a las que la ley
otorgue autonomía tendrán la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mis-
mas; realizarán sus fines de educar, investigar y difundir la cultura de acuerdo con los
acuerdo con los principios de libertad de cátedra e investigación y de libre examen y
discusión de las ideas; determinarán sus planes y programas; ruarán los términos de
ingreso y permanencia de su personal académico; y administrarán su patrimonio. El
ejercicio de los derechos laborales tanto del personal académico como del personal
administrativo se realizará de acuerdo con las modalidades necesarias para hacerlo
compatible con la autonomía y con la libertad de cátedra e investigación."
En lo que concierne a las relaciones laborales entre el personal académico
y administrativo, por una parte, y las universidades, por la otra, la Cámara
de Diputados modificó el texto de dicha iniciativa en el sentido de que di-
chas relaciones se debieran norrnar por el Apartado "A" del artículo 123
constitucional "de manera que concuerde (se entiende tal normaci6n) con la
autonomía, la libertad de cátedra e investigación y los fines de las institucio-
nes a que esta fracción se refiere".
A su vez, el Senado, en lo que atañe a la misma cuestión, reformó la citada
modificación que la Cámara de Diputados aceptó, habiendo quedado redac-
tada la fracción VII del artículo 3° constitucional en los siguientes términos:
"Las universidades y las demás instituciones de educación superior a las que la ley
otorgue autonomía, tendrán la facultad y las responsabilidad de gobernarse a sí mis-
mas, realizarán sus fines de educar, investigar y difundir la cultura de acuerdo con los
principios de este artículo, respetando la libertad de cátedra e investigación y de libre
examen y discusión de las ideas: determinarán sus planes y programas; fijarán los tér-
minos de ingreso, promoción y permanencia de su personal académico; y administra-
rán su patrimonio. Las relaciones laborales, tanto del personal académico como del
administrativo, se normarán por el apartado A del artículo 123 de esta Constitución,
en los términos y con las modalidades que establezca la Ley Federal del Trabajo con-
forme a las características propias de un trabajo especial, de manera que concuerden
con la autonomía, la libertad de cátedra e investigación y los fines de las instituciones
a que esta fracción se refiere".
Fácilmente se advierte que la iniciativa presidencial a que hemos aludido
I
I
450 LAS GARANliAS INDlVIDUALES
CAPÍTuLO XVIII
Trabajo en las Universidades e Instituciones de Educación
SuperiorAulónomo.s por Ley
"Artículo 353-j.-Las disposiciones de este Capítulo se aplican a las relaciones de
trabajo entre los trabajadores administrativos y académicos y las universidades e insti-
tuciones de educación superior autónomas por ley y tienen por objeto conseguir el
equilibrio y la justicia social en las relaciones de trabajo, de tal modo que concuerden
con la autonomía. la libertad de cátedra e investigación y los fines propios de estas
instituciones.
"Articulo 353-K.-Trabajador académico es la persona física que presta servicios
de docencia o investigación a las universidades o a las instituciones a las que se refiere
este Capítulo, conforme a los planes y programas establecidos por las mismas. Traba-
jador administrativo es la persona física que presta servicios na académicos a tales uni-
versidades o instituciones.
452 LA'; GARANlíAS INDIVIDUALES
"TRANSITORIOS
GARANTÍAS DE PROPIEDAD
I. GENERALIDADES
relación jurídica, sino que ésta opera solamente entre personas, se calificó
de absurda la idea de derecho real elaborada por la doctrina clásica. Para
distinguir al derecho real del personal, se dijo que si bien ambos consisten
en un vínculo jurídico, los sujetos pasivos (obligados) en cada uno de ellos
son diferentes. Así, la teoría moderna que reaccionó contra la clásica, asentó
que el derecho real (cuyo prototipo es el de propiedad) implica una rela-
ción entre un individuo determinado (sujeto activo) y un sujeto pasivo uni-
versal integrado por todos los hombres, el cual tiene el deber de respetar
ese derecho, absteniéndose de vulnerarlo o violarlo. Por el contrario, se afir-
mó, el derecho personal carece de ese obligado universal individualmente
indeterminado, puesto que se ejercita únicamente frente a una persona cier-
ta y concreta. Por ello se dedujo que el derecho real es absoluto, a diferen-
cia del personal, que es relativo.
Independientemente de que adoptemos la teoría clásica o la tesis mo-
derna respecto de los derechos reales y los personales, lo cierto es que la
propiedad en general se revela como un mOM de ofectacién jurídica de una cosa
a un sujeto, bien sea éste físico o moral, privado o público. En efecto, la idea
de propiedad que todo hombre abriga desde que comienza a tener uso de
razón, evoca la de imputación de un bien a una persona, o sea, que no se
concibe a éste aisladamente, sino siempre con referencia a un ser humano.
No es que entre la persona y la cosa exista una relación jurídica como quie-
re la doctrina clásica, sino simplemente que un bien se atribuya a un sujeto
cuando no se le considere en sí mismo. El concepto de relación jurídica im-
plica la causación de derechos y obligaciones correlativas o recíprocas (con-
tratos unilaterales y bilaterales, verbigracia) entre los sujetos de la misma; y
como una cosa no puede contraer obligaciones ni ser titular de derechos, es
obvio que, como lo consideró la teoría moderna, entre ella y una persona
no puede existir ningún vínculo jurídico. subjetivo. La afectación, imputa-
ción, referencia. atribución, etc., de un bien a un sujeto no se ostentan
como una relación jurídica entre aquél y éste, por lo que no sugieren el ab-
surdo que sirvió de fundamento a la crítica de la doctrina clásica sobre este
·punto. Al afirmar que una cosa se refiere, se imputa, se afecta a una perso-
na, no se supone y mucho menos se infiere, que aquélla esté obligada hacia
ésta o viceversa. Por ello es que nosotros creemos, sin que esta creencía
constituya la formulación de un concepto exacto y verdadero acerca de la
propiedad, que ésta se traduce en un modo específico de atribución de una
cosa a una persona.
Ahora bien, écómo se revela esa atribución? Los bienes se pueden atri-
buir a una persona de diferente manera, la cual engendra consecuencias ju-
rídicas diversas. Puede suceder que una cosa se refiera a un sujeto para el
solo fin de que éste la use o la disfrute, esto es, la emplee para la satisfac-
ción de sus necesidades o para apropiarse los frutos que produzca. Tal
acontece, verbigracia, con los bienes dados en arrendamiento o en usufructo,
GARANlÍAS DE PROPIEDAD 457
luto de ser objeto de propiedad, con aquellos bienes que no tienen dueño
cierto, como son los vacantes tratándose de inmuebles y mostrencos: por lo que
ve a los muebles. (Arts. 774 a 789 del Código Civil.) Las cosas de nadie o
res nullius son aquellas sobre las que ninguna persona puede ejercer un poder
o facultad de disposición por impedirlo su naturaleza física (el' Sol, verbigra-
cia); por el contrario, si bien es verdad que tanto los bienes vacantes como
los mostrencos carecen de un propietario cierto, individual o privado, no por
ello dejan de tener otro dueño, el cual es el Estado. En efecto, cuando un
bien inmueble no tiene un propietario individual o particular cierto o cono-
cido (bien vacante), la propiedad originario. del mismo se imputa a la nación o
al Estado como forma política y jurídica de ésta, según el artículo 27 consti-
tucional en su primera parte. Tratándose de bienes mostrencos, o sean los
muebles abandonados y perdidos euyo dueño (se sobreentiende privado) se
ignore, por derecho de accesión pertenecen en propiedad 'originaria al Esta-
do. Efectivamente, si todas las tierras que forman el territorio nacional
corresponden originariamente a la nación o a la entidad política en que
ésta se constituye, los muebles que sobre aquélla se encuentren a modo de
accesorios y que no tengan dueño privado, lógicamente deben considerarse
.como objeto de propiedad estatal de manera originaria.
haber entre ésta y aquél una atribución, ya que implican una unidad como
todo y corno parte respectivamente. .
En síntesis, el concepto de "propiedad originaria" empleado en el pn·
mer párrafo del artículo 27 constitucional equivale en realidad a la idea de
dominio eminente, o sea, a la de imperio, soberanía o autoridad que el Estado
como persona política y jurídica ejerce sobre la parte física integrante de ~u
ser: el territorio. Semejante consideración formula el Líe. M. G. Villers en
una interesante monografía sobre el artículo 27 de la Constitución, al asen-
tar que "el dominio originario" a que se refiere esta primera parte del aro
tículo 27 es el dominio eminente, tal como se reconoce en el Derecho
Internacional. es el ejercicio de un acto de soberanía de In nación sobre todo el
territorio en el cual ejerce actos de autoridad. El dominio originario que tie-
ne la nación, no es el derecho de usar, gozar y disponer de todas las tierras
yaguas existentes en el territorio nacional, sino facultad potencial o una fa-
cultad legislativa respecto de las tierras yaguas como objeto de los dere-
chos; es la facultad de ejercitar actos de soberanía sobre todo el territorio
nacional, con exclusión de cualquiera otra potencia extranjera, uno de los
cuales actos es transmitir a los particulares el dominio de las tierras y
aguas que no están sujetas a propiedad individual, pues respecto a las que
están constituidas en esta última forma, la nación tiene el deber de respetar-
las conforme a otros preceptos también de carácter constitucional't.w«
Sin embargo, se ha afirmado constantemente que el origen histórico de
la disposición contenida en el primer párrafo del artículo 27 constitucional
se implica en la famosa bula Iruer Coeteris del Papa Alejandro VI de 4 de
mayo de 1493, por medio de la cual otorgó a los soberanos españoles ver-
daderos derechos de propiedad sobre las tierras descubiertas al occidente de
una línea ideal trazada a cierta distancia de las Azores. Lógicamente no
puede decirse que el Sumo Pontífice romano confiriera propiedad algu.na a los
soberanos españoles y de Portugal; lo que hizo fue dirimir una contienda
posesoria surgida entre los monarcas de ambos países, en la que dichos go·
bernantes se disputaban el dominio de las tierras descubiertas, ocupadas por
la fuerza material de la conquista.
Sobre este particular, el licenciado VilIers dice: "La Bula de Alejandro VI 110 ha-
bla de transmisión del "dominio", ni es razonable que confiera dominio en la acep-
ción que se ha dado a este vocablo con el alcance de un derecho de propiedad,
puesto que aun sin discutir los derechos de Su Santidad para dictar la Bula de que se
trata, en derecho no parece admisible que haya tenido facultad para conceder un de-
recho de propiedad que no tenía, atento al principio jurídico de que nadie puede
transmitir lo que no tiene."
En las distintas pragmáticas de los reyes de España se encuentra con frecuencia
el concepto de que por virtud de haber transmitido a ellos "el dominio de las tierras
descubiertas", se abrogaron la facultad de otorgar mercedes, lo que da idea de que
aquellos soberanos interpretaron el alcance de la Bula de Alejandro VI en el sentido
de que les había conferido un derecho de propiedad, y por eso transmitían derechos
de esa clase en las mercedes. Pero tomando en consideración la gran amplitud de fa-
cultades que tenían los reyes de España después del descubrimiento de México, no
permitía discutir la naturaleza de estos derechos. . "
A juzgar por los términos de la Bula y especialmente la razou o motivos .de su
expedición, que era resolver el conflicto entr~ España y Portugal sobr~ el límite de
las tierras descubiertas, seguramente que el objeto de la Bula fue confenr un derecho
de soberanía en favor de España con exclusión de Portugal. El conflicto entre España
y Portugal era de soberanía y de jurisdicción, y si resolver ese conflicto fue lo que se
sometió o sugirió al Sumo Pontífice, por el embajador de España en Roma, no es po-
sible admitir que el Papa haya conferido un derecho de propiedad que no era objeto
del conflicto. La naturaleza de las resoluciones que determinan los linderos entre Es-
tados, no es atributiva de propiedad, sino de soberanía o jurisdicción y lo mismo se
observa tratándose de Estados soberanos que de Estados comprendidos dentro de
una nación soberana. Por esto no puede admitirse que al emplear el vocablo "domi-
nio" en las cédulas pragmáticas de España, se haya podido significar "propiedad",
sino "soberanía", que se traduce en lo que actualmente se llama "dominio eminente"..
"La nación mexicana, al constituirse en forma independiente de España. .reasu-
mió su soberanía propia y surgieron sus derechos sobre el territorio nacional, pres-
cindiendo de lo que dispusiera el Sumo Pontífice al resolver el conflicto de límites
entre España y Portugal. El concepto de la soberanía no permite reconocer validez a
aquella disposición primitiva de Su Santidad; por el contrario, exige desconocer toda
autoridad extraña que menoscabe la soberanía del país y desvirtúe los derechos que
originariamente y en forma fundamental ha tenido la nación mexicana para consti-
tuirse y para dictar toda clase de leyes."
"Desde el momento en que se constituyó y se declaró independientemente, san-
cionó la nación implícitamente, que todos los derechos de ella como nación y como
Estado soberano e independiente, dimanan de su misma existencia y no de otro Es-
tado ni por acto de donación o enajenación que le hubieran hecho otros pueblos
igualmente soberanos u otras autoridades como Su Santidad, aunque entonces tuvie-
ran también poderes temporales."
"Si los derechos de la nación mexicana no están derivados de la voluntad papal,
ni derivados tampoco de los soberanos de España, debemos reconocer que el origen
de todos los derechos de la nación mexicana sobre las tierras yaguas proviene del
derecho de soberanía desde el momento en que se constituyó políticamente o aun
desde que se declaró independiente de España."
"El Acta Constitutiva de 31 de enero de 1824, en su artículo 2 previno que la
nación mexicana es libre e independiente para siempre de España y de cualquiera
otra potencia y que no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona.
Por virtud de este artículo, la nación mexicana, uno de cuyos elementos es el territo-
rio con las tierras yaguas, al declarar que no podía ser patrimonio de ninguna fami-
lia ni persona, desconoció tácitamente la disposición de Su Santidad el Papa, quien
según los Reyes de España, había dado las tierras yaguas de Nueva España al patri-
monio de los soberanos ibéricos. Desde ese momento de dictarse el Acta Constitutiva
de 1824. no podían reconocerse ningunos derechos de regalía sobre tierras y
aguas de México, a favor de aquellos soberanos. El artículo 3 de la misma acta de
1824 declaró que la soberanía reside radical y esencialmente en la nación, y que por
lo mismo pertenece exclusivamente a ésta el derecho de adoptar y establecer por me-
dio de sus representantes, la forma de gobierno y dictar las Leyes Fundamentales
que le parezcan más convenientes para su conservación y mayor prosperidad, modifi-
cándolas o variándolas según lo crea conveniente. En virtud de esta declaración, la
nación mexicana, por efecto de su soberano, ha tenido perfecto derecho para dictar
D-.__
LAS GARANTfAS INDIVIDUALES
464
sus, propias leyes y. como c0!1secuencia. todas la~ leyes espa~olas qu~ ~stuvieran en
I
pugna con las leyes que se dictaran en la Re,:,ubhca. no podnan, subsistir por,~~e ha-
bría sido contrario al derecho de soberanía dimanado de ese articulo tercero. 3
No justificándose la atribución de la "propiedad originaria" de las tie-
rras yaguas en favor de la nación por la célebre bula pontificia lnter Coeterís
ni por el régimen jurídico que sobre el .particular existió durante la época
colonial, la más acertada explicación que puede darse al párrafo primero
del artículo 27 constitucional, desde el punto de vista de su gestación parla-
mentaria, consiste en suponer que los Constituyentes de Querétaro trataron
de fundar, en la declaración contenida en dicha disposición, la intervención
del Estado en la propiedad privada para solucionar, sobre todo, el proble-
ma agrario. En otras palabras, urgía establecer una base hipotética que le-
gitimase principalmente el fraccionamiento de los latifundios de acuerdo
con un principio teórico primario, el cual se tradujo en considerar que la
nación es la "propietaria originaria" de todas las tierras yaguas comprendi-
das dentro del territorio nacional, a fin de excluir todo derecho preferente
que sobre ellas alegasen los particulares. Ahora bien, según lo hemos dicho,
la propiedad "de origen" a 'J'U! alude el precepto constitucional citado rw es sino la
atribudón al Estado mexicano de todo el territorio 'J'U! integrá su elemento fisico
como ingrediente substancial de su ser y sobre el 'J'U! desarrolla su poder de imperio.
Con vista a la implicación del concepto "propiedad originaria", la pro-
piedad privada constitucionalmente deriva de una supuesta transmisión efec-
tuada por la nación en favor de los particulares de ciertas tierras y sus
aguas comprendidas dentro del territorio nacional. Pues bien, respecto de
las propiedades privadas ya existentes en el momento en que entró en vigor
el artículo 27 de nuestra Constitución, este mismo precepto, en sus fraccio-
nes VIII, IX Y XVIII, consignó declaraciones de nulidad plenarias en rela-
ción con actos, contratos, concesiones, diligencias judiciales. etc, que
hubieren entrañado contravención a la ley de 25 de junio de 1856'"; y que
se hayan celebrado u otorgado con posterioridad al primero de diciembre
de 1876; así como facultades de revisión, en favor del Ejecutivo Federal, so-
bre todos los contratos y concesiones hechos por los gobiernos que hubieren
actuado con anterioridad a la Constitución vigente y desde el mencionado
año de 18761 "que hayan traído por consecuencia el acaparamiento de tie-
rras, aguas y riquezas naturales de la nación por una sola persona o socie-
dad", pudiendo el Presidente de la República declarar nulos tales contratos
y concesiones "cuando impliquen perjuicios graves para el interés público".
Fuera de los casos de nulidad contemplados por el artículo 27 constitucional
en las disposiciones señaladas, nuestra Ley Suprema en realidad reconoció la
propiedad privada existente con antelación a su vigencia sobre tierras y
sos Mutatis mutandis, la Segunda Sala de la Suprema Corte ha sostenido un criterio seme-
jame, al afirmar qu~ no sólo se legitima constitucionalmente el acto expropiatorio con base en al-
guna causa de utilidad pública bajo el concepto ortodoxo y tradicional, sino también cuando está
de por medio el interés social.
Tal criterio se contiene en la ejecutoria que a continuaci6n transcribimos:
"Es equivocado el concepto de utilidad pública sostenido en la antigua jurisprudencia de
la Suprema Corte de Justicia. En efecto, de una recta comprensión del concepto de utilidad pú-
blica, en los términos relativos del artículo 27 constitucional, cabe deducir que es más amplio el
alcance de la facultad de expropiar, que el restringido que se sostuvo en la jurisprudencia cita-
da. Y se dice que es más amplio, porque comprende, además de los casos en que el Estado se-
substituye en el goce del bien expropiado, para establecer y explotar por sí mismo un servicio
público, o para emprender una obra que reportara una utilidad colectiva, aquellos en que los
particulares, mediante su autorización, fuesen los encargados de realizar estos objetivos en be-
neficio de la colectividad. la nueva concepci6n jurídica de la propiedad, que no la reputa ya
como un derecho absoluto, sino como una funci6n social, permite que la expropiación pueda
llevarse a cabo, no sólo por el antiguo concepto restringido de utilidad públUa, sino además. por mzenes
de interés social, ya que el individuo no tiene el derecho de conservar improductivos sus bienes,
ni segar las fuentes de vida. de trabajo o consumo, con menoscabo del bienestar general; ante
la inercia o rebeldía de! individuo para cumplir con este trascendental deber, el Estado, en su
carácter de administrador de los intereses públicos y de 6rgano destinado a satisfacer las impe-
riosas necesidades populares, tiene el deber indeclinable de intervenir. con la energía )' rapi-
dez que el caso reclama, a fin de impedir que la propiedad fecunda se vuelva estéril. que el
equilibrio econ6mico se rompa o que e! progreso nacional se estanque. La expropiación por
razones de utilidad social, se caracteriza por la tendencia a satisfacer de un modo directo o
CARANTIAS DE PROPIEDAD 473
inmediato las necesidades de determinada clase social, pero mediata o indirectamente las de la
colectividad, sin que los bienes expropiados dejen de continuar bajo el régimen de propiedad pri-
vada. As{ acontece, tanto en el fraccionamiento de los grandes latifundios o su colonización, en
beneficio de las clases campesinas, como en el fraccionamiento y urbanización de terrenos desti-
nadas a construir habitaciones baratas e higiénicas para obreros. En estos casos, es indudable. que
los directamente beneficiados son los individuos pertenecientes a estos dos grandes grupos socia-
les, pero a la postre, lo es la sociedad, por la interdependencia que la vida moderna ha establecí-
do entre ésta y aquélla. Finalmente, la facultad de expropiar, se basa también en razones de
interés nacional que abarca solamente a los Fines que debe cumplir el Estado de velar por la
paz pública y por el bienestar de la colectividad en caso de crisis, de trastornos graves, de epi.
demias o terremotos, con las proporciones o caracteres de una verdadera calamidad pública,
sino además en la imperiosa necesidad de proveer con toda eficacia a la defensa de la sobera-
nla o de la integridad territorial. Al establecer el artículo 27 constitucional que las expropia.
ciones sólo podían hacerse por causa de utilidad pública, adoptó como concepto básico de la
expropiación el de utilidad pública en su más amplio significado, es decir. el que abarca las
tres distintas modalidades que se han venido analizando." (Infarme de 1935. Segunda Sala. Págs.
45 a 47.)
"El criterio anterior se corroboró por la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia en
la famosa ejecutoria de 2 de diciembre de 1939 que se dictó en el juicio de amparo promovido
por las compañías petroleras en contra de la Ley de 'Expropiación y del Decreto Expropiarorio
de 18 de marzo de 1938. En la mencionada ejecutoria el citado Alto Tribunal sostiene que: "ju-
ridirommte hablando no es dable establecer una difernlcia sustancial y precisa entre los conceptos 'utilidad
pública' e 'interés público', pues es incuestionable que la ejecucWn de un acto por parte del Estado que tiene
como causa determinante la utilidad que reporta al público, no viene a ser otra tosa que 1m acto en el
cual está interesada la colectividad..... "consistiendo esa utilidad pública en el interés social o colectivoen-
caminado a la ocupación de la propiedad privada sin que deba entenderse ese concepto en forma restringi-
da, sino que puede comprenderse como utilidad pública o interés social el que tiene determinada clase
social a la cual se trata de beneficiar pudiendo citarse como ejemplo las expropiaciones llevadas
a cabo en materia agraria".
474 l.AS GARANTíAS INDtvlDUALES
Sin embargo. el último criterio que se acaba de invocar no ulnstituye tesis jurisJmulmcial, en
virtud de que las ejecutorias "Casa del Casino Cordobés" y "Santibáñez RafaeJ", publicadas, res-
pectivamente. en los Tomos XLIX, pág. 1804 Y LlII. pág. 247. del Semanario Judicial de la Fe-
deración, Quinta Época, no se refieren al contenido de dicho criterio, sino que, por lo contra-
rio, aluden a la obligación de pagar la indemnización dentro de un plazo razonable de modo
que el afectado pueda disponer del importe correspondiente,
31His En diciembre de 1993 se reformé el artículo 10 sustituyéndose el valor fiscal por ti
comercial.
478 lAS GARANTíAs INDIVIDUALES
rio: primero, la existencia de una ley que determine los casos genéricos en
que haya utilidad pública; y segundo, que el Ejecutivo, aplicando. esa ley,
decida en cada caso si existe o no esa necesidad, para que se venfique la
expropiación. Llevada a cabo sin que se cumplan las formalidades, importa
una violación de garantías.""·
La intervención del Pode>' Ejecutivo, local o federal, en materia de expro-
piación, consiste en la declaración concreta de cuándo procede, en un caso deter-
minado, la expropiación de un bien o su ocupación' temporal y en la
realización consiguiente de la actividad expropiatoria, todo ello de acuerdo
con la ley que previamente haya fijado las causas de utilidad pública y el
procedimiento correspondiente. La autoridad administrativa, pues, se con-
creta a aplicar a un caso particular las normas generales constitucionales y
legales que regulan la actuación expropiatoria del Estado, ejecutando los ac-
tos concretos jurídicos y materiales inherentes a dicha aplicación (declaración de
expropiación, ocupación de la propiedad privada, conocimiento del recurso
administrativo de revocación que se da a favor del afectado, etcétera).
Por último, la injerencia que tiene el Poder Judicial en materia de expro-
piación se reduce, por declaración constitucional, a conocer de los conflictos
que surjan entre las partes (el Estado y el particular), con motivo de la no
equivalencia entre el valor real, actual y efectivo del bien expropiado y el
valor catastral o fiscal de éste, en los términos indicados con antelación.".'"
Claro está que esta exigua intervención del Poder Judicial en materia de
expropiación no excluye la facultad que tiene la jurisdicción federal de co-
nocer de los diversos casos concretos que en dicha materia se presenten, a
través del juicio de amparo que se entable en contra de la resolución ad-
ministrativa que recaiga al recurso de revocación que haya interpuesto el
particular contra la declaración de expropiación y sus consecuencias.
El procedimiento expropiatorio instituido por la ley vigente, de noviembre
de 1936, es el siguiente: el Ejecutivo Federal, tanto cuando se trate de ma-
teria federal como local por lo que respecta al Distrito Federal, se encarga
previamente, por conducto del Departamento Administrativo o Secretaría de
Estado que corresponda, de formular un estudio acerca de si bien que se
pretende expropiar u ocupar temporalmente en cuanto a su dominio, efecti-
aro Tomo XI, pág. 685, Y tomo XXVI, pág. 2,269, de la Quinta Época y wisjurisprudemial
100 d, la Compilación 1917·1965. y 394 del Apindu. 1975. Segunda Sala. [Tesis 371 ¿,t ApéndU<
1985.) Tesis 69 del Apéndice 1995, Mate'l'ia Administrativa.
3lób;s L, Suprema Corte ha reiterado la exigOedad de la injerencia del Poder Judicial en el
procedimiento expropiarorio al aseverar que para emitir el decreto respectivo "el Estado no ejercita
ninguna acción ante algún tribunal, ya que tal decreto se dicta unilateralmente por la autoridad adminis-
tmtiva e incluso sin necesidad de otorgaraudiencia previa al propietario afectado", pues "lo único que de.
berá quedar sujeto a resolución judicial será el exceso de valor o el demérito que haya tenido la
propiedad particular por las mejoras o deterioros ocurridos con posterioridad a la fecha de la
asignación del valor fiscal" (lnforrru de 1982, tesis 14, Pleno). Este criterio se reafirma y explicita
en la Tesis jvruprudencial66 del Apéndice 1995, Materia Administrativa.
480 lJ\S GARANTÍAS INDIVIDUALES
vamente es útil para satisfacer una necesidad pública (utilidad pública) exis-
tente. En caso de que tal utilidad se constate, e! Ejecutivo de la Unión, a
través de la autoridad administrativa que sea competente de acuerdo con la
Ley de Secretarías de Estado, hace la declaración de expropiación, de ocu-
pación temporal o de limitación de dominio respecto de un determinado
bien, declaración que debe publicarse en el Diario Oficial de la Federación
(arts. 3 y 4 de la Ley de Expropiación). Esta publicación surte efectos de
notificación del decreto expropiatorio, si se ignora el domicilio del afeet<u/;}, es
decir, si no está señalado- ante la autoridad que haya substanciado el expe·
diente de expropiación. pues en caso contrario dicho decreto debe notificarse
personalmente.v? Si el propietario afectado no estuviere conforme con la de-
claración mencionada en cualquiera de sus tres fases, tiene derecho de in-
terponer dentro de quince días hábiles, contados a partir de la notificación
de la citada declaración, el recurso administrativo de revocación contra ésta, el
cual se deducirá ante la Secretaría de Estado, Departamento Administrativo
o de! Distrito Federal que haya tramitado e! expediente de expropiación, de
ocupación temporal o de limitación de dominio (arts. 5 y 6 de la indicada
Ley de Expropiación). Ahora bien, la Suprema Corte ha esbozado e! criterio
de que con motivo del recurso administrativo de revocación previsto en los
artículos 5 y 6 de dicha ley y dentro de su tramitación, los recurrentes timen
el derecho de ofrecer pruebas.318
Por su parte, e! artículo 7 de la citada Ley de Expropiación dispone:
"Cuando no se haya hecho valer el recurso administrativo de revocación a
que se refiere el artículo 5, o en caso de que éste se haya resuelto en contra
de las pretensiones del recurrente. la autoridad administrativa que corres-
ponda procederá desde luego a la ocupación de! bien de cuya expropiación
u ocupación temporal se trate, o impondrá la ejecución de las dispo-
siciones de limitación de dominio que procedan." La regla general en ma-
teria de procedimiento expropiatorio consiste en que la interposición del
recurso administrativo de revocación suspende la actividad expropíatoria, de ocu-
pación temporal del bien afectado o la limitación de S11 dominio, en tan lo no se re-
317 A<;[ lo ha considerado la jurisprudencia de la Suprema Corte en la tesis 98 publicada ell W.
Compilación 1917·1965, correspondiente a la tesis 392 del Apéndice 1975, Segunda Sala. (Tesis 369
del Apéndice 1985.) ldem, Tesis 67 del Apéndiu 1995, Materia Administrativa.
318 Tal criterio se contiene en las ejecutorias publicadas en el tomo LXXXIII, pág. 4,940 Y
pág. 3.562, cuyo sentido es el siguiente:
"Debe estimarse como tal (es decir. como recurso ordinario en materia de expropiación),
para los efectos de la improcedencia del amparo. el que concede el artículo 5°, de la Ley Fede-
ral de Expropiación, porque aun cuando no estén debidamente fijadas en él, las reglas para su
tramitación y ejercicio de UJs derechos de presentar pruebas, alegatos. ele .. señala la autoridad ante la
que debe interponerse y detiene el cumplimiento de la resolución combatida. hasta que sea
acordada en definitiva, lo que signifICa que la autoridad está obligada a agot01' un procedimiento que
ha de satisfacer las condiciones generales de todo recurso; porque ro otra forma. podria ser combatido en
amP.aro por inobservancia de las garantías de audiencia y tkfensa que conceden UJs artículos 14 )' 16
constitucionales."
GARANTíAS DE PROPIEDAD 481
suelva. Se exceptúan de dicha regla general los casos en que mediante la ex-
propiación, ocupación temporal o limitación de dominio, se pretenda: a) satis-
facer las necesidades colectivas en caso de guerra o trastornos interiores;
b) llevar a cabo el abastecimiento de las ciudades o centros de población, de
víveres o de otros artículos de consumo; c) combatir o impedir la propaga-
ción de epidemias, epizootias, incendios, plagas, inundaciones u otras cala-
midades públicas; d) obtener los medios empleados para la defensa nacional
o para el mantenimiento de la paz pública; y e) evitar la destrucción de los
elementos naturales y los daños que la propiedad pueda sufrir en perjuicio
de la colectividad (art. 8 de la Ley de Expropiación en relación con las frac-
ciones V, VI YX del artículo primero de este ordenamienroj.ns»
Por último, el artículo 9 concede al propietario afectado el derecho de
reclamar, dentro del término de cinco años, la reversión del bien expropiado
O la insubsistencia del acuerdo cuando haya sido ocupado temporalmente o
cuando su dominio haya sido limitado, siempre y cuando dicho bien "no
haya sido destinado al fin que dio causa a la declaratoria respectiva".
Antecedentes históricos de In expropiación. Afirma el licenciado Villerss!' que
Sl8bi< Tratándose de la suspensión en el juicio de amparo que se promueva contra algún decreto ex-
propiatorio, el Primer Tribunal Colegiado de Circuito en Materia Administrativa ha establecido en
una importante tesisjurisprudencíal la procedencia de dicha medida cautelar. en los siguientes tér-
minos: "Si las autoridades responsables no aportaron al incidentelos estudios socioeconómicos que fundaron
el derecho expropiotorio, ni algún elemento de convicción sobre la urgenciao necesidad inmediata de proceder
a la ocupación de los terrenos o a la ejecudón del decreto de que se trata, para satisfacer una necesidad pilblica
que no admitiera dilación, procede conceder la suspensión a la quejosa" (Informe de 1976, Sección 'Tribuna-
les Colegiados", tesis JJ. Este criterio jurisprudencial se corrobora por el mismo Tribunal Colegiado
de Circuito en la ejecutoria cuya parte conducente nos permitimos transcribir: "Para determinar
si la suspensión procede o no contra el desposeimiento derivado de un decreto expropiarorio. en
términos del artículo 124, fracción Il, de la Ley de Amparo, no basta adoptar un criterio simplista
y dogmático que prejuzgue que siempre y necesariamente el interés público exige que sea negada
la medida. En efecto, en primer lugar, se deben sopesar los daños que el interés público puede
sufrir con la demora del desposeimiento, mientras se falla el juicio, contra los daños que el par-
ricular puede sufrir con la ejecución de los actos reclamados. Y se debe notar que lo importante en
el incidente no es determinar si el interés público exige la expropiación. o no. sino la urgencia de
realizar los actos redomados, sin la demora de lo que pueda tardar en terminar el juicio de amparo.
En segundo lugar, se debe considerar que los quejosos pueden quedar obligados, cuando obtie-
nen la suspensión, a garantizar el pago de los daños y perjuicios que la demora cause. mientras
que es usual estimar que las autoridades no deben responder de los daños y perjuicios (patrimo-
niales o no) que causen con la ejecución de actos reclamados que luego son encontrados ilícitos e
inconstitucionales. Y se suele pemar (sin que aquí deba decidirse nada al respecto) que para resti-
tuir las cosas al estado que guardaban (artículo so de la Ley de Amparo) basta. por ejemplo, de-
volver al quejoso el terreno del que fue desposeído. sin pagarle los daños causados a las
construcciones o siembras que hubiera en dicho terreno. y, en tercer lugar. se debe considerar
que el interés social no sólo está en que se realicen ciertas obras. a menudo materiales. de benefi-
cio colectivo. sino que también hay un elevadísimo y nobilísimo interés social en que los goberna-
dos no pueden ser afectados en sus derechos. a menudo sin reparación satisfactoria en caso de
obtener el amparo, mediante actos inconstitucionales que puedan resultar violatorios de garantías
individuales" (Informe de 1976, Sección 'Tribunales Colegiados", págs. 96 y 97).
319 Op. cu., pág. 16.
482 lAS GARANTíAS INDIVIDUALES
las pudiese tomar a su voluntad, sino tan solamente, por algunas de las ra-
zones que de susso son dichas. E este poder ha el señor, luego que es esco-
gido de todos aquellos, que han poderío de lo escoger, o de la mayor parte,
seyendo fecho Rey en aquel lugar, onde se acostumbraron a fazer antigua-
mente, los que fueron escogidos para Emperadores' ''. La ley XXXI del títu-
lo XVIII, de la partida tercera, dijo: "Contra derecho natural no deue dar
preuillejo, nin carta, Emperador, nin Rey nin otro Señor. E si la diere, non
deue valer; e contra derecho natural sería si diessen por preuillejo las cosas
de un ome a otro, non auiendo fecha cosa, por que las deuiesse perder
aquel cuyas eran. Fueras ende, si el Rey las ouiesse menester, por fazer de-
llas, o en ellas algunas lauor, o alguna cosa, que fuesse a pro comunal del
Reyno; assí como si fuesse alguna heredad, en que ouiessen a facer castillo,
o torre, o puente, o alguna otra cosa semejante destas, que tornasse a pro, o
amparamiento de todo, o de algún lugar señaladamente. Pero ésto deuen
fazer en una destas dos maneras: dándole cambios por ello primeramente O
compranddoselo según que valiere."
Durante el México independiente, la facultad estatal expropiatoria no era
desconocida; muy por el contrario, los diversos ordenamientos constituciona-
les que estuvieron vigentes, con excepción del Acta de Reformas de 47 que
reimplantó la Constitución Federal de 1824, se refieren a la expropiación
en los artículos que vamos a transcribir: "Ninguno debe ser privado de la
menor porción de las que posea, sino cuando lo exija la pública necesidad;
pero en este caso tiene derecho a la justa compensación" (art, 35 de la Cons•
. titución de Apatzingán de octubre de 1814). "El presidente no podrá ocupar
la propiedad de ningún particular ni corporación, ni turbarle en la pose-
sión, uso o aprovechamiento de ella, y si en algún caso fuere necesario,
para un objeto de conocida utilidad general. tomar la propiedad de un par-
ticular o corporación, no lo podrá hacer sin previa aprobación del Senado,
y en sus recesos, del consejo de gobierno. indemnizando siempre a la parte
interesada, a juicio de hombres buenos elegidos por ella y el gobierno" (art.
112, frac. 111, de la Constitucíán Federal de 4 de octubre de 1824). "Son dere-
chos del mexicano: No poder ser privado de su propiedad ni del libre uso y
aprovechamiento de ella ni en todo ni en parte. Cuando un objeto de pú-
blica utilidad exija lo contrario, podrá verificarse la privación, si tal circuns-
tancia fuere calificada por el presidente y sus cuatro ministros en la capital,
por el gobierno y junta departamental de los Departamentos; y el dueño,
sea corporación eclesiástica o secular, sea individuo particular, previamente
indemnizado a tasación de dos peritos, nombrado el uno de ellos por él y
según las leyes el tercero en discordia, caso de haberla. La calificación
podrá ser reclamada por el interesado ante la Suprema Corte de Justicia de
la capital, y en los Departamentos ante el Superior Tribunal respectivo. El
reclamo suspenderá la ejecución hasta el fallo" (art. 2º de la Primera Ley
Constitucional de 1836). "La propiedad es inviolable, sea que pertenezca a
I.AS GARANTíAS INDlVlOUALES
484
32(1 En relación con la procedencia del juicio de amparo en materia agraria, véase nuestra
obra respectiva, en cuyo capítulo undécimo, abordarnos el estudio de- dicha cuestión, refiriéndo-
nos especialmente al caso en que mediante la acción constitucional se puede proteger a la pequc-
ña propiedad agrícola o ganadera. tema que además tratamos específicamente en el capítulo
XXVI de dicha obra.
486 LAS GARANTíAS INDIVIDUALES
sus manos a ser gravoso a los fieles; pero prescindiendo de estas consideraci~:mes.
paso a tratar la cuestión bajo otro punto de vista, del cual aparece que el gobierno
usó de sus facultades al expedir el decreto de 25 de junio.
"Es un principio reconocido. que cuando lo exige la utilidad pública tiene el go-
bierno facultades expeditas para disponer de las propiedades de los particulares y
corporaciones. decretando la posible indemnización; si pues hace. tiempo existe moti-
vo poderoso; si es un hecho que estancada la propiedad territorial se abandona la
agricultura. y como consecuencia precisa se arruinan la industria, el comercio y todos
los elementos de prosperidad de una nación, dpodrá negarse a la autoridad civil la
competencia para remediar estos males? La ley indemniza a los propietarios antiguos
con cuantos medios están a su alcance.. sin ponerse en contradicción consigo misma,
10 que sucedería si concediese a las corporaciones el mismo derecho que el censualis-
ta tiene sobre el censuatario: por lo demás, V. S. ll1ma..conoce muy bien que no
debe imputarse a la ley lo que sucede fuera de su intención o de su espíritu; y es ver-
dad que la de 25 de junio no se propone, ni de manera alguna permite que los capi-
tales se pierdan en un concurso; podrá suceder por otras causas; a ellas, pues,
impútese 'la pérdida; pero no se diga que un decreto que deja a salvo sus derechos a
las corporaciones para conservar el dominio de sus capitales, las perjudica en este
punto.
"[esucristo autorizó a sus discípulos para adquirir lo necesario para su subsisten-
cia; ése dirá por esto que disminuyó en algo la potestad que tienen los soberanos para
decretar sobre los bienes temporales de sus súbditos? Pudo haberlo hecho corno due-
ño absoluto de la naturaleza, pero quiso limitarse a nuestra pequeñez, y obedeció a
los reyes de la Tierra en los asuntos del mundo, manifestando con sus palabras y con
su ejemplo, que no venfa a impedir la dominación de los soberanos, como ya vimos
que lo expresa el doctor San Agustín. No puedo comprender, IlImo. Sr., cómo podrá
decirse que una corporación está dispensada de las disposiciones que sobre bienes
temporales dicte la autoridad civil, tan sólo porque su fundador no le prohibió ad-
quirirlos. No sería esto el trastorno completo de toda sociedad? No juzgaba de esta
é
manera el Sumo Pontffice Nicolás 1, cuando nos enseña que Jesucristo, mediador en-
tre Dios y los hombres, rey y pontífice a la vez, con actos propios y dignidades distin-
tas, separó las obligaciones de ambas potestades de manera que los emperadores
necesitan de los pontífices a fin de conseguir la salvación eterna, y los pontífices res-
petarán las leyes de los emperadores, tan sólo para el manejo de las cosas tempera-
les; por lo cual, distando mucho los negocios espirituales de los asuntos del mundo,
el que sirve en la milicia de Jesucristo, de ninguna manera debe mezclarse en los ne-
gocios seculares, así como el que se orupa de ellos no debe .presidir en las cosas divi-
nas. Es cierto, pues, que la autoridad civil obra conforme a lo que dicta la justicia,
prefiriendo el bien de la sociedad al de determinados individuos; es igualmente una
verdad indisputable que al decretar sobre los bienes temporales de las corporaciones
tanto eclesiásticas como civiles, obra en el circulo de sus atribuciones; luego no hay
razón sólida que pueda alegarse para negarle la competencia al dictar la ley de 25 de
junio; no se opone a los preceptos de Jesucristo, puesto que no se niega a los sacer-
dotes el derecho que tienen de adquirir lo necesario para su subsistencia: y mucho
menos es contraria a la justicia interna, pues los Ministros del Evangelio forman par-
te de la sociedad, y serfa un absurdo suponer que estaban ligados con distintas obli-
gaciones que el resto de los ciudadanos. "322c .
otorgar el Ejecutivo Federal, "de acuerdo co~ las reglas y condiciones que
establezcan las leyes" (párrafo VI). Es muy Importante subrayar, empero,
que tratándose de la explotación del petróleo, de los carburos de hidrógeno sólidos,
líquidos o gaseosos, está constitucionalmente proscrito el régir~len de co~c~sio
nes y el contractual, pues es la nación la que debe realizar la actividad
correspondiente (ldem), misma que se despliega en la actualidad por el or-
ganismo descentralizado llamado "Petróleos Mexicanos't.w' y:~~N
d) La reforma de 1992. Por Decreto Congresional publicado el 28 de
enero de 1992 se introdujeron importantes modificaciones al artículo 27
constitucional, a las que someramente aludiremos.
l. Capacidad de las personas morales. Estos sujetos colectivos tienen capaci-
dad para adquirir, poseer o administrar los bienes que sean indispensables
para su objeto. En ese tipo se incluyen las instituciones de beneficencia, pú-
blica o privada, las sociedades mercantiles por acciones así como las entida-
des federativas y municipales. Así, dicho precepto, ya reformado, establece
lo siguiente:
"11. Las asociaciones religiosas que se constituyan en los términos del artículo
130 y su ley reglamentaria tendrán capacidad para adquirir, poseer o administrar,
exclusivamente, los bienes que sean indispensables para su objeto, con los requisitos
y limitaciones que establezcan la ley reglamentaria;
"111. Las instituciones de beneficencia, pública o privada, que tengan por objeto
el auxilio de los necesitados.da investigación científica, la difusión de la enseñanza, la
ayuda recíproca de los asociados, o cualquier otro objeto licito, no podrán adquirir
más bienes raíces quc los indispensables para su objeto, inmediata o directamente
destinados .1 él, con sujeción a lo que determine la ley reglamentaria;
"IV. Las sociedades mercantiles por acciones podrán ser propietarias de terrenos
rústicos pero únicamente en la extensión que sea necesaria para el cumplimiento de
su objeto.
"En ningún caso las sociedades de esta clase podrán tener en propiedad tierras
dedicadas a actividades agrícolas, ganaderas o forestales en mayor extensión que la
respectiva equivalente a veinticinco veces los límites señalados en la fracción XV de
este artículo. La ley reglamentaria regulará la estructura de capital y el número míni-
mo de socios de estas sociedades, a efecto de que las tierras propiedad de la sociedad
no excedan en relación con cada socio los límites de la pequefía propiedad. En este
caso. toda propiedad accionaria individual. correspondiente a terrenos rústicos, será
acumulable para efectos de cómputo. Asimismo, la ley señalará las condiciones para
la participación extranjera en dichas sociedades.
"La propia ley establecerá los medios de registro y control- necesarios para el
cumplimiento de lo dispuesto por esta fracción.
"VI. Los Estados y el Distrito Federal. lo mismo que los municipios de toda la
República, tendrán plena capacidad para adquirir y poseer todos los bienes raíces ne-
cesarios para los servicios públicos."
2. Materia agraria. En esta materia se reitera la prohibición de latifun-
dios y la protección de la pequeña propiedad. La novedad más importante
que la reforma de 1992 consigna consiste en otorgar a los ejidatarios y co-
muneros la libertad de asociación, reconociéndoles la propiedad sobre sus
parcelas. Igualmente el nuevo artículo 27 prevé la ·institución de tribunales
agrarios y suprime los procedimientos de dotación, aboliendo a las autorida-
des agrarias. y a las cuales se referían las fracciones XI y XIII del anterior
precepto. Para obviar inútiles repeticiones. nos permitiremos transcribir las
nuevas fracciones de dicho artículo 27.
''VII. Se reconoce la personalidad jurídica de los núcleos de población ejídales y
comunales y se protege su propiedad sobre la tierra. tanto para el asentamiento hu-
mano como para actividades productivas.
"La ley protegerá la integridad de las tierras de los grupos indígenas.
"La ley, considerando el respeto y fortalecimiento de la vida comunitaria de los
ejidos y comunidades. protegerá la tierra para el asentamiento humano y regulará el
aprovechamiento de tierras, bosques yaguas de uso común y la provisión de acciones
de fomento necesarias para elevar el nivel de vida de sus pobladores.
"La ley, con respeto a la voluntad de los ejidatarios y comuneros para adoptar
las condiciones que más les convengan en el aprovechamiento de sus recursos pro-
ductivos, regulará el ejercicio de los derechos de los comuneros sobre la tierra y de
cada ejidat.ario sobre su parcela. Asimismo establecerá los procedimientos por los
cuales ejídatarios y comuneros podrán asociarse entre sí, con el Estado o con terceros
y otorgar el uso de sus tierras; y, tratándose de ejidatarios, transmitir sus derechos
parcelarios entre los miembros del núcleo de población; igualmente fijará los requisi-
tos y procedimientos conforme a los cuales la asamblea ejidal otorgará al ejidatario el
dominio sobre su parcela. En caso de enajenación de parcelas se respetará el derecho
de preferencia que prevea la ley. .
"Dentro de un mismo núcleo de población, ningún ejidatario podrá ser titular
de más tierras que la equivalente al 5% del total de las tierras ejidales. En todo caso,
la titularidad de tierras en favor de un solo ejidatario deberá ajustarse a los limites
señalados en la fracción XV.
"La asamblea general es el órgano supremo del núcleo de población ejidal o co-
munal, con la organización y funciones que la ley señale. El comisariado ejidal o
de bienes comunales, electo democráticamente en los términos de la ley, es el órga-
no de representación del núcleo y el responsable de ejecutar las resoluciones de la
asamblea.
"La rest.itución de tierras, bosques yaguas a los núcleos de población se hará en
los términos de la ley reglamentaria.
"XV. En los Estados Unidos Mexicanos quedan prohibidos los latifundios.
"Se considera pequeña propiedad agrícola la que no exceda por individuo de
cien hectáreas de riego o humedad de primera o sus equivalentes en otras clases
de tierras.
"Para los efectos de la equivalencia se computará una hectárea de riego por dos
de temporal, por cuatro de agostadero de buena calidad y por ocho de bosque, mon-
te: o agostadero en terrenos áridos.
"Se considerará, asimismo, como pequeña propiedad, la superficie que no exce-
j GARANTÍAS DE PROPIEDAD 495
da por individuo de ciento cincuenta hectárc.3s cuando las tierras s~ dediquen. al cul-
tivo de algodón. si reciben riego; y de trescientas, cu~ndo .se des~men 3.1 ~uluvo del
plátano, caña de azúcar, café, henequén, hule, palma, vid, olivo, quma, vainilla, cacao,
agave. nopal o árboles frutales.
"Se considerará pequeña propiedad ganadera la que no exceda por individuo la
superficie necesaria para mantener hasta quinientas cabezas de ganado mayor o su
equivalente en ganado menor, en los térmínos que fije la ley. de acuerdo con la ca-
pacidad forrajera de los terrenos. .
"Cuando debido a obras de riego, drenaje O cualesquiera otras ejecutadas por .Ios
dueños o poseedores de una pequefia propiedad se hubiese mejorado la calidad de
sus tierras, seguirá siendo considerada como pequeña propiedad, 'aun cuando, en vir-
tud de la mejoría obtenida, se rebasen los máximos señalados por esta fracción, siem-
pre que se reúnan los requisitos que fije la ley.
"Cuando dentro de una pequeña propiedad ganadera se realicen mejoras en sus
tierras y éstas se destinen a usos agrícolas, la superficie utilizada para este fin no po-
drá exceder, según el caso, los limites a que se refieren los párrafos segundo y terce-
ro de esta fracción que correspondan a la calidad que hubieren tenido dichas tierras
antes de la mejora.
"XVII. El Congreso de la Unión y las legislaturas de los Estados, en sus respec-
tivas jurisdicciones.. expedirán leyes que establezcan los procedimientos para el frac-
cionamiento y enajenación de las extensiones que llegaren a exceder los limites
señalados en las fracciones IV y XV de este artículo.
"El excedente deberá ser fraccionado y enajenado por el propietario dentro de
un plazo de un año contado a partir de la notificación correspondiente. Si transcu-
rrido el plazo el excedente no se ha enajenado, la venta deberá hacerse mediante
pública almoneda, En igualdad 'de condiciones. se respetará el derecho de preferen-
cia que provea la ley reglamentaria.
"Las leyes locales organizarán el patrimonio de familia, determinando los bienes
que deben constituirlo, sobre la base de que será inalienable y no estará sujeto a em-
bargo ni a gravamen alguno.
"XIX. Con base en esta Constitución, el Estado dispondrá las medidas para la
expedita y honesta impanición de la justicia agraria, con objeto de garantizar la se-
guridad jurídica en la tenencia de la tierra ejidal, comunal y de la pequeña propie-
dad, y apoyará la asesoría legal de: los campesinos, y
"Son de jurisdicción federal todas las cuestiones que por límites de terrenos eji-
dales y comunales, cualquiera que sea el origen de éstos, se hallen pendientes o se
susciten entre dos o más núcleos de población; así como las relacionadas con la te-
nencia de la tierra de los ejidos y comunidades. Para estos efectos y, en general, para
la administración de justicia agraria, la ley instituirá tribunales dotados de autonomía
y plena jurisdicción, integrados por magistrados y propuestos por el Ejecutivo Fede-
ral y designados por la Cámara de Senadores o, en los recesos de ésta, por la Comi-
sión Permanente,
"La ley establecerá un órgano para la procuración de justicia agraria."
los cauces de las corrientes y los vasos de los lagos, lagunas y esteros de
propiedad nacional, las riberas y zonas federales de las corrientes, los puer-
tos, bahías, radas y ensenadas; los caminos, carreteras y puentes que consti-
tuyen vías generales de comunicación; y demás bienes que señala el articulo
29 de la Ley de 1982, figurando entre ellos los monumentos artísticos e his-
tóricos y los arqueológicos.
2. Los señalados en los párrafos cuarto, quinto y octavo del articulo 27 y frac-
ción IV del artículo 42 de la Constitución (art. 2, frac. 11), esto es, los minerales
o substancias que en vetas, mantos, masas y yacimientos constituyan depósi-
tos cuya naturaleza sea distinta de los componentes de los terrenos, ete.; las
aguas de las lagunas y esteros de las playas,. las de los lagos inferiores de
formación natural que estén ligados directamente a corrientes constantes,
ete.'" Los mencionados bienes a que aluden los citados párrafos del articulo
27 constitucional, corresponden al dominio directo de la nación, la cual puede
otorgar concesiones a las personas físicas o morales mexicanas para su explo-
tación, otorgamiento que está regulado por diversas' leyes especiales, tales
como la de minas, petróleo, etc., y que s6lo nos concretamos a mencionar,
porque su estudio corresponde al Derecho Admmistratiuo, como ya dijimos.
3. Los enumerados en la fracción 11 del articulo 27 constitucional, con
excepción de los bienes raíces nacionales por haber sido o ser administrados
o poseídos por asociaciones religiosas llamadas iglesias.
4. El suelo del mar territorial y el de las aguas marítimas interiores.
5. Los inmuebles destinados por la Federación a un servicio público, los
propios que de hecho utilice para dicho fin y los equiparados a éstos con-
forme a la ley.
6. Los monumentos arqueológicos, históricos y artísticos, muebles e in-
muebles, de propiedad federal.
7. Los terrenos baldíos y los demás bienes inmuebles declarados por la
ley, inalienables e imprescriptibles.
8. Los terrenos ganados natural o artificialmente al mar.
9. Las servidumbres, cuando el predio dominante sea alguno de los an-
teriores.
10. Los muebles de propiedad federal que por su naturaleza no sean
normalmente substituibles, como los documentos y expedientes de las ofici-
nas y demás bienes que menciona la fracción XI del artículo 22.
11. Las pinturas murales, las esculturas y cualquier obra artística incor-
porada o adherida permanentemente a los inmuebles de la Federación o
del patrimonio de los organismos descentralizados cuya conservación sea de
interés nacional.
Tratándose de los bienes de uso co",ún, el artículo 30 de la ley que co-
mentamos establece el derecho en favor de todos los habitantes de la Repú-
aso Véase el parágrafo 7 inmediato anterior.
GARANTÍAS DE PROPIEDAD 499
blica para usarlos, "sin más restricciones que las establecidas por las leyes y
los reglamentos administrativos". Este derecho de uso corresponde a la co-
munidad o a los grupos humanos que la integran como entes colectivos. así
como a todos y cada uno de quienes componen a una y a otros, implicando,
en sus respectivos casos, un usO universal y un uso singular concomitante,
coincidente, simultáneo e innescindible, o como dice la doctrina de Derecho
Administrativo, un usus omnibus (uso para todos) y un usus singulis (uso para
cada uno).
Como no puede existir ningún derecho sin la obligación correlativa,
ésta, tratándose del derecho colectivo o singular de usar los bienes de uso
común, consiste en el respeto, en la obseroancia coercible del propio derecho a
cargo de todas las autoridades del Estado. El multicitado derecho es eviden-
temente por su propia índole coercitivo, ya que las autoridades estatales tie-
nen el deber ineludible de comportarse activa o pasivamente conforme a él,
toda vez que está previsto en la ley, según hemos afirmado.
El respeto y la observancia coercibles a que hemos aludido se traducen,
a su vez, en que las mencionadas autoridades no deben impedir, imposibilitar,
estorbar o alterar el uso público o singular de ningún bien de uso común, y en con-
servarlo bajo las condiciones y con los atributos que su misma naturaleza y destino
establezcan. Dicho de otra manera, ninguna autoridad puede, sin desacatar la
mencionada obligación, cambiar o variar tal naturaleza y destino, máxime
cuando se manifiesten en objetivos simultáneos respecto de ciertos bienes de
uso común.
Así por ejemplo, una avenida arbolada o un paseo no sólo tienen un destino
natural el de servir como vfas de tránsito de vehículos, sino fundamentalmente de
recreo y solaz de las personas, por lo que, si se elimina este último objetivo para
atender sólo al primero, se altera substancialmente dicho bien de uso común, impi-
diendo el derecho de usarlo conforme a su propia índole. El mismo fenómeno acae-
ce, verbigracia, si se convirtiese un parque o un jardín públicos, en un conjunto de
edificios para oficinas o para unidades habitacionales, o si se eliminase con el propó-
sito de construir estacionamientos para automóviles.
establece el indicado artículo 18 de la Ley de Terrenos Bakltos y Nacionales. Claro está que esta
última consideración sólo es valedera respecte de las prescripciones consumadas con anterioridad
a la vigencia de dicho ordenamiento, ya que su artículo 86 declara que los terrenos baldíos. nació-
nales o las "demasía.';" no prescriben. precepto que no podría aplicarse a aquéllas sin violarse la
garantía de irretroactividad legal consagrada en el primer párrafo del artículo 14 constitucional.
~\21! . Los bienes vacantes son los inmuebles que no tienen dueño cierto y conocido (art. 785
del Código Civil). L1 carencia de dueño a que se refiere este precepto evidentemente se contrae
al caso en que los bienes considerados como vacantes no tengan un propietario particular y conocido.
pues de otro modo, esto es, si dicho carácter se refiriese a la falta de cualquier titular del derecho
de propiedad sobre elles. la disposición del Código Civil estaría contradicha por la norma rela-
tiva de la Ley de Bienes Nacionales. Para que un bien vacante sea conceptuado como objeto de
dominio privado de la Federación. es menester que esté ubicado dentro del Distrito Federal. pues
estando situado fuera de esta entidad, su propiedad corresponde al Estado federativo en donde se
encuentre.
CAPITULO StPTIMO
EL ARTíCULO 14 CONSTITUCIONAL
normar a los actos, hechos o situaciones que hayan tenido lugar antes de
que adquiera fuerza de regulaci6n. Todos los autores están contestes en que
toda ley rige para el futuro y no hacia el pasado.
Sin embargo, si el principio de la no-retroactividad de la leyes fácil de
enunciar, su aplicación real resulta complicada, pues en vista de multitud
de situaciones prácticas que en la vida jurídica pueden presentarse y de
hecho acaecen, es una cuesti6n no poco ardua determinar en qué casos una
norma legal es retroactiva.
Para constatar si una ley adolece del vicio de retroactividad o no, hay
que tomar en cuenta la naturaleza del objeto de regulación. Una norma
juridica es evidentemente retroactiva cuando se aplica 'a un hecho simple
y ya consumado con anterioridad a su vigencia, esto es, a un acontecimiento
que no genera consecuencias juridicas que tengan verificativo dentro del
periodo de normaci6n de la ley y que se ha realizado plenamente con an-
telación a éste (lacta praeterita), Sin embargo, un hecho juridico, bajo las
condiciones expuestas, rara vez acontece en la práctica. Por lo general, todo
suceso, aunque sea instantáneo en su realizaci6n plena, produce variados
efectos jurídicos que pueden realizarse durante la vigencia de una ley que
aún no regía en el momento en que aquél tuvo lugar (lacta pendentia).
Así, p?r ejemplo, puede suceder que un delito se cometa antes de la
vigencia de una ley que aumente la penalidad respectiva. En este caso, el
hecho (delito) se produjo antes que la norma de que se trata y la conse-
cuencia del mismo (penalidad), debe tener lugar durante el periodo de re-
gulación de aquélla. Si al hecho delictivo se imputara la penalidad estable-
cida por la nueva ley, ¿ésta seria retroactiva?
Por otra parte, hay multitud de actos juridicos que crean para los su-
jetos interesados en ellos una situación de derecho definida, que no es mo-
mentánea, sino que, por el contrario, se prolonga permanentemente durante
un lapso determinado. Puede acontecer que mientras subsista esa situaci6n
o estado jurídicos, entre en vigor una ley que los regule diferentemente a
la normación instituida por la ley anterior. ¿Seria la primera retroactiva
si se aplicase?
Puede suceder, además, que una norma legal no vigente al celebrarse un
acto jurídico, modifique, en cambio, las consecuencias naturales de derecho
que éste produzca o tienda a producir. Dicha norma ¿adolece del vicio de
retroactividad?
Los ejemplos podrían multiplicarse; nos concretamos a señalar las hipó-
tesis más relevantes en que respecto de un mismo acto en sus consecuencias
o efectos juridicos naturales o por lo que concierne a una situaci6n de dere-
cho permanente, no momentánea, pueden tener aplicaci6n dos leyes: la
antigua y la nueva y, por tanto, en que puede hablarse de retroactividad de
esta última.
508 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
los derechos legales pueden ser afectados por una ley nueva sin que ésta
participe de! vicio de retroactividad, no obstante ser derechos adquiridos
conforme al criterio sustentado por la teoría clásica.
d) Bonnecasse aduce un criterio para resolver la cuestión de I~ retro-
actividad de las leyes, partiendo de su tradicional distinción entre situaciones
jurídicas abstractas y situaciones jurídicas concretas. Las primeras, como
meros estados de derecho objetivo, pueden ser modificadas o suprimidas
por una ley nueva, sin que, ésta sea retroactiva; por e! contrario, las segun-
das, que se traducen en los estados particulares de los individuos que se
hubieren colocado dentro de los extremos o hipótesis de las situaciones ju-
rídicas abstractas, no pueden ser afectadas por una ley posterior sin que
ésta sea retroactiva. Bonnecasse pretende resolver e! problema de la retro-
actividad legal por lo que respecta a los llamados "derechos condicionales",
que para la teoría clásica no eran sino meras expectativas, afirmando que
cuando una situación concreta está pendiente de formarse por e! no cum-
plimiento de una condición, antes de que ésta se realice, la ley nueva, mo-
dificativa o extintiva de la situación jurídica abstracta anterior, puede regir,
o inclusive impedir, la situación concreta por constituirse.
e) Capitant estima que "toda ley nueva se presume mejor que aquella
a la que reemplaza; porque, cuando e! legislador hace una innovación, no
lo hace sino con e! propósito de un mejoramiento y para corregir los abusos
existentes. Por tanto, es natural suponer que ha querido someter a su im-
perio no solamente los acontecimientos que podrían realizarse en e! futuro,
sino aun los hechos anteriores, en lo que ve a sus consecuencias que se pro-
ducirán y se desarrollarán después de su promulgación. Sería ilógico prolongar
hacía e! futuro los efectos de la ley abrogada y mantener en vigor, en de-
trimento de la regla nueva, las disposiciones que e! legislador ha juzgado
mejoradas. En consecuencia, se debe aplicar la ley reciente a todas las situa-
ciones jurídicas, a todas las relaciones de derecho existentes en el momento
de su promulgación y regular según sus disposiciones los efectos que pro-
duzcan para lo futuro. Tal es el principio al cual, según creemos, se debe
uno adherir. Conduce, según lo vemos, a rehusar toda supervivencia' a la
ley antigua".838
Como se puede advertir por la transcripción hecha, la posición que adop-
ta Capitant frente al problema de la retroactividad legal es aún más delez-
nable que la que ocupa la teoría de los derechos adquiridos, ya que mientras
que ésta pretende resolver tal cuestión aduciendo un criterio que desemboca
en el casuismo, dicho autor se contrae a desplazar e! problema, aseverando
que en todo caso debe aplicarse la ley nueva en detrimento de la antigua
por la presunción de mejoramiento que respecto de ésta contiene.
t) Por su parte, Laurent afirma que una ley que obre sobre e! pasado
no 'será retroactiva cuando vulnere simples intereses; por el contrario, ten-
a88 Droit Civil, pág. 55.
GARANTfAs DE SEGURIDAD JUlÚDlCA 511
de sus esfuerzos ha brindado una maravillosa obra intitulada Les Conflits des
Lois dans le Temps, apunta como criterio genera! de solución a dicho pro-
blema el que consiste en la diferenciación entre el efecto retroactivo y el
efecto inmediato de la ley.
Se expresa así el mencionado autor: "La base fundamental de la cien-
cia de los conflictos de leyes en el tiempo, es la distinción entre efecto retro-
activo y el efecto inmediato de la ley. El efecto retroactivo es la aplicación
al pasado; el efecto inmediato es la aplicación a! presente. Si la ley pretende
aplicarse a hechos consumados ({acta praeterita}, es retroactiva; si preten-
de aplicarse a situaciones en curso (jacta pendentia) es necesario establecer
una separación entre las partes anteriores a la fecba del cambio de legislación,
que no pueden ser afectadas sin retroactividad, y las partes posteriores, para
las que la ley nueva, si debe aplicarse, no tiene sino un efecto inmediato;
en fin, frente a hechos futuros (facta futura) es claro que la ley nunca
puede ser retroactiva."
j) Opinión nuestra. Hemos expuesto las diferentes tesis y teorías prin-
cípales que en la literatura jurídica existen tendientes a proporcionar un
criterio de solución al arduo problema de la retroactividad de las leyes.'"
Los distintos autores que hemos señalado parten de diversos puntos de vista
para ta! efecto, tomando en cuenta múltiples elementos, cuya referencia
a las situaciones que suelen preesntarse en la vida jurídica es difícil de prac-
ticar con toda exactitud, puesto que las soluciones abstractas de dicha cues-
tión no se pueden acoplar sin tropiezos a los casos concretos que suministra
la experiencia jurídica.
En atención a la diversidad de soluciones dadas a! problema de la re-
troactividad legal, y tomando en cuenta que ninguna de tales soluciones es
apta para decidir, en la práctica, todos los casos concretos de conflictos de
leyes que se presentan, la actitud más razonable que se puede asumir, sin
que por ello deje de ser acomodaticia, sería la de invocar, con vista a cada
'cuestión real que se presente, la tesis o teoría que más se aproxime a la deci-
sión verdadera.
Sin embargo, estimamos que un problema tan complejo como el que
tratamos, por ser polifacético, por presentar tantos resquicios por donde nau-
fragan las soluciones lógicas más recias, por traducirse realmente en multitud.
de casos concretos que no pueden ser resueltos satisfactoriamente adoptando
alguna o a!gunas de las tesis formuladas, solamente puede ser afrontado,
33:i Es evidente que las tesis y teorías que hemos brevemente expuesto y comentado
no son las únicas que se han formulado para tratar de resolver el problema de la no aplica-
ción retroactiva de las leyes. Sería demasiado prolijo citar a Jos autores nacionales y extran-
jeros que se han ocupado diversamente y en distintas épocas de dicho problema. Nos con-
cretamos, por tanto) a recomendar con toda amplitud la importante monografía del maestro
mexicano Leopoldo Aguilar Carbajal intitulada "La No Retroactividad de la Ley en Mate-
Tia Civil" publicada en la revista "El Foro" Órgano de la Barra Mexicana de Abogado],
volúmenes correspondientes a los meses de abril a diciembre de 1974.
514 LAS GARANTiAS INDIVIDUALES
~1l:6' Apéndice al tomo CXVIU, tesis 925 (tesis 164 de la Compilación 1917·1965, y 162 del
Apéndiu 1975. Materia General); Tesis 249 del Apéndice 1985 ..1dem), que asienta: "La retroactividad
de las leyes de procedimiento cabe cuando se trata de la forma con arreglo a la cual puede ser
ejercido un derecho precedentemente adquirido, pero no cuando ese derecho ha nacido del pro-
cedimiento mismo, derecho del que no puede privarse a nadie por una ley nueva y que hizo na-
cer excepciones que pueden ser opuestas por el colitigante; mas la tramitación del juicio debe,
desde ese punto, sujetarse a la nueva ley." (Cfr. lLsisjurisprudencial2090, pag. 1028,3 01 Sala. Edi-
ciones "Mayo"). Tesis 465 del Apé1ulice 1995. Materia Común.
Como se puede ver, esta tesis jurisprudencia! contiene la regla general de que las leyes
procesales pueden aplicarse hacia el pasado sin que su aplicación resulte retroactiva, salvo las
dos hipótesis que en ella se apuntan y a las que acabamos de aludir.
. 3S7 Apéndice al tomo L. págs. 226 y 227, en relación con 'la tesis jurisprudencial 921, in
fine, del Apéndice al tomo CXVlIl. (Tesis 162 de la Compilación 1917-1965, y 160 lÚI Apindice
1975, Materia General. Idem, tesis 247 del Apéndice 1985). Tesis )02 del Apéndice 1995, Materia
Constitucional.
sss Apéndice al tomo L, págs. 226 y 227.
Semanario Judicial de la Federación, tomo XIV, Quinta Época, pág. 691. Además,
'389
la misma Suprema Corte ha considerado en su jurisprudencia que "los particulares no
GARANTÍAS DE SEGURIDAD JURIDlCA :;17
"Las leyes retroactivas, o las dicta el legislador común, o las expide el cons-
tituyente al establecer los preceptos del Código Político. En el primer caso, no
se les podrá dar efecto retroactivo, en perjuicio de alguien, porque lo prohíbe
la Constitución; en el segundo, deberán aplicarse retroactivarnente, a pesar
del artículo 14 constitucional, y sin que ello importe violación de garantía al-
guna individual.
"En la aplicación de los preceptos constitucionales, hay que procurar ar-
monizarlos y si resultan unos en oposición con otros, hay que considerar los
especiales como excepción de aquellos que establecen principios o reglas ge-
nerales.
"El legislador constituyente, en uso de sus facultades amplísimas, pudo por
altas razones políticas, sociales o de interés general establecer casos de excepción
al principio de no retroactividad, y cuando así haya procedido, tales preceptos
deben aplicarse retroactivamente.P" e
pueden adquirir derechos que estén en pugna con el interés público; de suerte que cuando
una ley lesiona un derecho de esta clase, no hay retroaotioidad, aun cuando la existencia
del derecho sea anterior a la de la ley'. (Apéndice al tomo CXV.lII, tesis 922.)
339 bis Este criterio se expresa en los siguientes términos: uRETROACTIVIDAD DE
LAS LEYES AGRARIAS. Las disposiciones de orden constitucional o que afecten al inte-
rés general no pueden tener el carácter retroactivo prohibido por el artículo 14 constitucio-
nal, que sólo mira a la aplicaci6n de la ley, la que corresponde al juez y no al legislador.
Tratándose de las disposiciones agrarias y de resolver una situación económica creada con
anterioridad y que se estimó perjudicial para los intereses nacionales, puede el legislador,
al reglamentar preceptos constitucionales, afectar situaciones creadas sin violar la prohibi-
ción de la aplicaci6n retroactiva de la ley" (Informe de 1977, Segunda Sala, págs. 61 y 62).
33'9 e Este criterio coincide con la opinión de Lcurent, distinguido profesor que fue,
en el siglo pasado, de Ja Universidad de Gante, quien sostenía: "En nuestro régimen
constitucional hay que distinguir entre el poder legislativo y el poder constituyente. El
legislador está ligado por la constitución; no se puede pues decir, como los ingleses dicen
de su parlamento, que éste. puede hacer todo, salvo un hombre de una mujer. No puede
cambiar la constitución, no la puede derogar; de donde se deduce que no puede expedir
ninguna ley retroactiva que quite un derecho garantizado por la constitución. Pero lo que el
poder legislativo no puede hacer, el poder constituyente sí lo puede. La constitución
no es inmutable; puede ser abrogada, modificada por el poder constituyente. El poder
constituyente es absoluto, en el sentido de que los poderes establecidos por la constitución
le deben obediencia; no solamente el poder ejecutivo, no solamente el poder judicial, sino el
mismo legislador le está subordinado y debe obedecerlo. Una constitución nueva puede
518 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
"Para que una ley sea retroactiva, se requiere que obre sobre el pasado y que lesio-
ne derechos adquiridos bajo el amparo de leyes anteriores y esta última circunstancia
es esccncíal.">'? Tesis 302 del Apéndice 1995, en Mate-na Constitucional.
"Es un error pretender que la circunstancia de que una ley ordinaria actúe
sobre el pasado no es contraria al artículo 14 constitucional al no existir una
ley anterior a aquélla, al amparo de la cual hayan surgido derechos que re-
sulten lesionados con la vigencia de la nueva ley. Efectivamente, si bien es
verdad que por regla general el fenómeno de la retroactividad se presenta
como un conflicto de leyes en el tiempo, como una controversia entre dos leyes
expedidas sucesivamente y que tienden a nonnar el mismo acto, el mismo
hecho o la misma situaci6n, también lo es que puede darse el caso de que los
mandatos de una ley sean retroactivos y lesivos al mencionado artículo 14
cuando rijan de manera originaria determinada cuestión, es decir, cuando ésta
sea prevista legislativamente por primera vez. En atención .a ese fenómeno com-
plejo que constituye la aparición del Estado, explicable por el principio de
soberanía en virtud del cual el pueblo adopta la forma de gobierno que le
place y se da normas que le permitan encauzar su vida social, surge una dife-
renciación entre gobernantes y gobernados que hace posible que quienes inte-
gren el Poder Legislativo estén en aptitud de regular normativamente la con-
ducta de los gobernados. Pero ello no significa que éstos hayan perdido su
Jibertad aun en lo nonnado y que sólo puedan realizar los actos que específica-
mente les sean autorizados, sino nada más que habrán de abstenerse de hacer
lo prohibido por la ley y de sujetarse a los lineamientos trazados por ésta en
las hipótesis previstas por el legislador. Consecuentemente, en aquellos casos
en que la conducta del gobernado no haya sido normada en forma alguna por
el Poder Legislatiuo, de manera que no pueda ser considerada prohibida ni
válida únicamente cuando se ciña a determinadas restricciones) su realizaci6n
constituirá el ejercicio de un «derecho», emanado precisamente de la ausencia
de una ley reguladora, y tutelado, por lo mismo, por el Orden Jurídico, en
cuanto éste, al dejar intacto el ámbito de libertad en que tal conducta es facti-
ble, tácitamente ha otorgado facultades para obrar discrecionalmente dentro
del mismo. Por consiguiente, la ausencia de normas limitadoras de la activi-
520 LAS GARANTÍAS INDMDUALES
dad del individuo configura un derecho respetable por las autoridades, aun
por el propio legislador, cuya vigencia desaparecerá hasta que surja una nor-
ma legislativa al respecto. Es decir, antes de la prevención legislativa, el dere-
cho estriba en poder obrar sin taxativas; después de ella, el derecho está en
obrar conforme a tal prevención, pues mientras las autoridades sólo pueden
hacer lo que la ley les faculta, el gobernado puede hacer todo lo que dicha ley
no le prohíbe. Estableciendo que la ausencia de normas legislativas configura
para el gobernado el derecho de obrar libremente, y que tal derecho también
es tutelado por el orden jurídico, porque todo lo no prohibido por las normas
legales ni sujeto a determinadas modalidades le está por ellas permitido, tiene
que admitirse que el surgimiento de una ley que regule una situoción hasta enlomes
imprevista Úigislativamente, sólo puede obrar hacia el futuro ya que de lo contrario es-
taria vulnerando el artículo 14 constitucional que estatuye que a ninguna ley se dará
efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna .. .'~42
!W2 Semanario Judicial tU la Federación. Sexta Época. Tomo LIV, Segunda Sala, páginas 45 y
46, Las demás ejecutorias que integran el criterio jurisprudencia! expuesto son las siguientes: am-
paro en revisión 6,895/60, Cía. Minera San José y coags., volumen XLVIII, tercera parte, págs. 13
y 52; ídem número 2,054/60, vol. L, tercera parte. págs. 107 y 174; ídem número 2,550/61, vol. LI,
tercera parte. págs. 66y 106; ídnn número 3.032161, vol. Ll, tercera parte, pág. 106; ídem número
7,236/60, vol. LII, tercera parte, págs. 98 Y.l42, y ttsis jurispnuienciales 230 de la Compilación
1917-1965, 514 del Apéndu. 1975, Seg. Sala. Idem; tesis 409 <ktApéndiu 1985.
GARANTIAS DE SEGURIDAD JUR1DIGA 521
"Al establecer el artículo 14 constitucional como garantía del individuo, que a nin-
guna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna. no debe entenderse
que la prohibición se refiere únicamente al legislador por el acto de expedir la ley,
sino que también comprende a la autoridad que hace la aplicación de ella a un C3S0
determinado, porque así permiten interpretarlo los conceptos mismos de la disposi-
ción constitucional que se comenta, ya que al igual que la primera de esas autoridades
puede imprimir retroactividad al ordenamiento mismo haciendo que modifique o
afecte derechos adquiridos con anterioridad, la segunda al aplicarlo hace que se pro·
duzca el efecto prohibido."",,'
Por último, para que la aplicación retroactiva de una ley implique la con-
travención a la garantía individual relativa, es menester que los efectos de re-
troacción originen un perjuicio personal. Por ende, interpretando a contrario
sensu el primer párrafo del articulo 14 constitucional, la prohibición en él con-
tenida no comprende los casos en que la aplicación retroactiva de una ley no
produzca ningún agravio o perjuicio a ninguna persona. Así lo ha conside-
rado la Suprema Corte en una tesis que indica:
"La retroactividad existe cuando una disposición vuelve al pasado. ruando rige o
pretende regir situaciones ocurridas antes de su vigencia retro-obrando en relación a
las condiciones jurídicas que antes no fueron comprendidas en la nueva disposición y
respecto de actos verificarlos bajo una disposición anterior. Ahora bien, la Constitución
General de la República consagra el principio de la retroactividad, que causa perjuicio
a alguna persona. de donde es deducible la afirmación contraria, de que puede darse
efectos retroactivos a la ley, si ésta no causa perjuicio, como sucede frecuentemente, tra-
tándose de leyes procesales o de carácter penal, sea que establezcan procedimientos o
recursos benéficos o que hagan más favorable la condición de los indiciados o reos de
algún delito, ya por elevados fines sociales o por propósitos de humanitarismo. "3H
Por otra parte se ha establecido el criterio por la Justicia Federal en el
sentido de que en materia penal si se puede aplica» retroactiuamente la ley si ésta be-
neficia al acusado o procesado. Tal criterio se consigna en las tesis que indicamos
en la nota al calce.334 a
"La ley no debe establecer sino las penas estrictamente necesarias y nin-
guno podrá ser castigado sino en virtud de ley establecida y promulgada
con anterioridad al delito y legalmente aplicada."
. "No s~ pod~á expedir ninguna ley retroactiva. Nadie puede ser Juzgado
m ~entencIad.o sino por .leyes dadas c0O; anterioridad al hecho y exactamente
aplicadas a el, por el tnbunal que previamente haya establecido la ley'."
/
pretendieron, sobre todo el segundo de los juristas nombrados, restringir el
alcance interpretativo del artículo J4. de la Constitución de 57, excluyendo
de la garantía de la exacta aplicaci6n de la ley a los juicios civiles y refi-
riéndola solamente a la materia penal. Con el fin de fundamentar sus apre-
ciaciones, Vallarta se valió de varios argumentos jurídicos de diversa índole
que se pueden designar con las denominaciones de auténtico-interpretativo,
gramatical, constitucional y de orden jurídico general.
a) Argumento auténtico-interpretativo del articulo 14. Corno su nom-
bre lo indica, este argumento, que esgrimió Vallarta para demostrar su tesis
en el sentido de que la garantía de la exacta aplicación de la ley sólo se
refería a los juicios penales y no a los civiles, se trató de basar en l~ inter-
pretación auténtica del artículo 14 de la Constitución de 57, o sea, en el
espíritu mismo que animó su formación en el seno del constituyente. Afir-
maba a este respecto el insigne jurisconsulto jalisciense:
Continúa diciendo Mejía que: "A pesar del artificio con que los señores
Martínez de Castro y Vallarta han expuesto sus opiniones sobre que en la in-
tención de los constituyentes no estuvo referir el artículo 14 de nuestro Código
Fundamental a los negocios judiciales civiles, para proteger a los individuos
contra los abusos y arbitrariedades de los jueces en la administración de jus-
ticia, no hay fundamento alguno racional que apoye esa aserción. Por el con-
trario, hay pruebas evidentes de su completa falsedad.
"En primer lugar, ¿ quién nos autoriza a investigar la intención del legis-
lador, cuando los términos de la ley son claros, precisos y terminantes, y no
856 Cuestiones Constitucionales (votos), tomo 1, págs. 61 a 63.
857 Errores Constitucionales, pág. 137.
530 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
"Es, pues, evidente, continúa diciendo Mejia, por cuanto llevo dicho, que no
hay el menor antagonismo ni la menor incompatibilidad, como cree el señor Va-
lIarta, entre la exacta aplicación de la ley penal y la interpretación racional de la
misma ley. Por el contrario, tan bien hermanadas se hallan en la ciencia y en
la jurisprudencia, que sin la interpretación racional de la ley, sin fijar su verda-
dera inteligencia, nunca seria posible la exacta aplicación de ella. Aplicar las
leyes según el materialismo de las palabras, no es aplicarlas exacta sino estúpida-
mente, como si se dijera que no era ladrón el que robaba varias cosas ajenas
muebles, sin derecho y sin consentimiento de su dueño, por el motivo de que el
artículo 368 del Código Penal define el robo diciendo que se comete cuando algu-
no se apodera de alguna cosa ajena, etc. No sin razón se dice que obra en fraude
de la ley el que hace servir sus propias expresiones para burlar su sentido." 36G
"De acuerdo con las disposiciones citadas (arts. 790 y 791 del Código Civil
vigente, en el Distrito y Territorios Federales), para considerar poseedora a
una persona, ya no se necesita que acredite la tenencia material y la inten-
ción de efectuar esa tenencia a título de propietario, como exigía la jurispru-
dencia de esta Suprema Corte de Justicia, sino que basta que justifique una
posesión de hecho sobre la cosa, y habiendo ya dos clases de posesiones, o sean,
la originaria, que es la que tiene el propietario, y la derivada, que es aquella
que se considera para quienes como el usufructuario, el arrendatario y el
depositario, les asiste el derecho de retener temporalmente la cosa en su po-
der, no puede considerarse aplicable aquella jurisprudencia, sino para las en-
tidades federativas en las que estén aún en vigor legislaciones que contengan
el concepto de posesión que en el sentido de la relacionada jurisprudencia
daba el Código Civil para el Distrito Federal y Territorios de la Baja Cali-
fornia de 1884." 370
enerve, porque la necesidad de los servicios públicos no se rige por las reglas
que determinan las obligaciones del contrato. Y no puede ser judicial el apre-
mio del impuesto, 10 diré viendo la cuestión por otra de sus fases, porque el
Poder Administrativo debe tener en su esfera de acción la suma de facultades
necesarias, los medios de autoridad indispensables para hacer efectivos los ser-
vicios públicos, sin necesidad de pedir auxilio extraño. Reputo tan correctas
estas teorías científicas, que sólo subvirtiendo los principios, podría intentarse
que en México fuera judicial una atribución, que en todos los países cultos es.
administrativa." S10
vierte de la ejecutoria que aparece publicada en el tomo LXI, pág. 64 y que se dictó con
fecha 20 de julio de 1961 en el amparo en revisión 6,840/61, Francisco Osorio Carrillo.
(Sexta Época del Semanario Judicial de la Federaoión.}
383 Semanario Judicial de la Federación, tomo L, pág. 1,552. La misma idea se contiene
en la ejecutoria dictada en el amparo en revisión 7,554/61, Delfino Islas. Tomo LXVII,
página 18, Segunda Sala. Scxta Epoca,
556 LAS GARANTÍAs INDIVIDUALES
ción, según se infiere de lo dispuesto por el párrafo segundo, fracción 11, del
artículo 114 de la Ley Reglamentaria de los artículos 103 Y 107 constitucionales.
Además de las formalidades esenciales del procedimiento. dentro de éste existen
ciertas formalidades llamadas "secundarias", cuya violación no importa contravención
a la garantía de audiencia, consistiendo en todos aquellos actos. elementos. formas o
requisitos procesales que no implican la sustentación normativa de las dos oportunida-
des mencionadas.
Así, verbigracia, la forma de un juicio, el auto que admite una demanda en de.
terminada vía, el proveído que establece la eficacia procesal de un recurso, etc., son
elementos de formalidad secundaria cuya existencia o realización contra legem no im-
porta necesariamente la infracción a la garantía de audiencia, como ya se indicó. Sobre
este particular, y refiriéndose concretamente al auto admisorio de una demanda, la Su-
prema Corte ha sostenido que: "El auto que admite la demanda en determinada vía,
no constituye violación substancial de las leyes del procedimiento, ya que no priva de de-
fensa al demandado, que tiene durante el transcurso del juicio amplio campo para de-
fenderse ."~85
4. Por último, la cuarta garantía específica de seguridad jurídica que
configura la de audiencia estriba en que el fallo o resolución culminatoria
del juicio o procedimiento, en que se desarrolle la función jurisdiccional,
deba pronunciarse conforme a las leyes expedidas con anterioridad al hecho, es de-
cir, al que constituya la causa eficiente de la privación. Esta garantía específica
corrobora la contenida en el párrafo primero del artículo 14 constitucional,
o sea, la de la no retroactividad legal y, por tanto, opera respecto a las nor-
mas substantivas que deban aplicarse para decir el derecho en el conflicto ju-
rídico, pues por lo que concierne a las adjetivas, éstas, en la mayoría de los
casos, pueden dotarse de eficacia retrospectiva sin incidir en el vicio de re-
troactividad, salvo las excepciones que apuntamos al estudiar el tema corres-
pondiente.
e) Algunas excepciones a la garantía de audiencia
Como toda garantía individual, la de audiencia no opera por modo ab-
soluto. Ello quiere decir que por regla general todo gobernado, frente a
cualquier acto de autoridad que importe privación de alguno de los bienes
jurídicos tutelados por el artículo 14 constitucional, goza del derecho público
subjetivo de que se le brinden las oportunidades defensiva y probatoria antes
de que se realice en su perjuicio el acto privativo. Sin embargo, con vista a
diversas razones de interés general, la Constitución consigna algunas excep-
ciones al goce de la garantía de audiencia, establecidas sobre la base de la
naturaleza de determinados actos de autoridad, excepciones que, dentro de
un terreno estrictamente jurídico, sólo es posible calificarlas, desde el punto
de vista de su justificación o injustificación, con un criterio axiológico o es-
trictamente sociológico (económico y político) y no a través de un ángulo ju-
!lBS Semanario Judicial de la Federaci6n, tomo XXI, pág. 986, Lacroix, Matilde, en relación
con la tesis jurisprudencial 325. dél Apéndice al tomo CXVlII. (Tesis 137 de la Compilación'
1917-1965, Y 143 del Apénd;a 1975, Tercera Sala.) (TtSis 119 del Apéndia 1985, Mal. Gen. ). TtSis
202 del Apéndice 1995. MaIn"ia Común.
GARANTlAs DE SEGURIDAD JURÍDICA 559
386 Apéndice al tomo CXVIII, tesis 468. Tesis 97 de la Compilación 1917-1965 y 391 del
Apindiu 19". Segunda Sala. Informe de 1970. Tribunal Pleno, págs. 288 a 289. Tesis 33 del Apro-
dice 1985, Pleno. T"" 65 delApindU:e 1995. Materia Adminis'rativa.
386 bis Este último criterio ha sido sustentado por la Segunda Sala de la Suprema Corte al re-
ferirse específicamente al derecho de audiencia que previene el artfculo 344 de la Ley Federal de
Reforma Agraria. expresándose nuestro máximo Tribunal al respecto, en los siguientes términos:
560 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
3.. llpindiu 1985, tesis 8, Pleno. klem; Apindiu 1995, tesis 79, Materia (;qi¡,liltu:ionlJi.
562 LAS GARANT\AS INDMDUALES
389 bis Las fracciones aludidas se derogaron por Decreto Congresional de 2 de emro de 1992. publi-
cado ,t dfa 6 sigu;."u.
ssc El articulo 297 de la Ley Federol de Reformo Agrnria publicada en el Diario Ojiaa/ el 16
de abril de 1971 dispone que los propietarios que resulten presuntos afectados en los procedi-
mientos dotatorios "podrán ocurrir por escrito a las Comisiones Agrarias Mixtas exponiendo
lo que a su derecho convenga, durante la tramitación del expediente y hasta cinco días antes de
que aquéllas rindan su dictamen al Ejecutivo local", agregando que "Los alegatos y documen-
tos que con posterioridad se ofrezcan, deberán presentarse ante el delegado agrario en el plazo
a que se refiere el artículo 295 (30 días) para que se tomen en cuenta al hacerse la revisión del
564 LAS GARANTiAS INDnnDUALES
"El primero de estos supuestos, que viene siendo una condición sine qua non
(..,) el de que exista un derecho que se trate de privar al particular, ya que tal
es la hipótesis prevista por el artículo 14. Esto quiere decir, que cuando no
existe ningún derecho, no puede haber violación a la garantía de audiencia,
porque entonces falta el supuesto que condiciona la vigencia de la misma, y
891 De esta consideración se excluyen las leyes [uoales, según afirmamos.
566 LAS GARANriAS INDIVIDUALES
391 Apéndice al tomo XXXV del Semanario Judicial al: la -Pederaci6n, tesis 680.
(Quinta t;poca.)
398 Apéndice al tomo L. tesis 472; Apéndice al tomo LXIV. tesis 567; Apéndice al
tomo LXXVI. tesis 840: Apéndice al tomo XCVII. tesis 925. v Aoéndice al tomo CXVIII.
tesis ~14. (Quinta Bpoca.) (Tesis 228 de la Compilación 1917-1965; tesis 513 del Apéndi-
ce 1975. Segunda Sala.) (Tesis 408 dd Aplndu;~ 1985, Ldem.}
Tomo LXXI, pág. 3,089); y torno VII, pág. 65, Segunda Sala, amparo en revi-
• 399 Tomo LXXI, p~g. 3,089, Arroyo Satusnino y coags.; tomo LXXI, pág. 6,600, Golds-
mrr Gordon Mossa (Qwnta Epoca}¡ y tomo VII, pág. 65, Segunda Saja, amparo en revi-
sión. 1.515/57. Cía. Vinícola de Saltillo. S. A. (Sexta Epoca.)
GARANTiAS DE SEGURIDAD JUiÚD¡CA 571
USi acaeciere, dice la Ley VI, del TItulo III, de la Novísima Recopilación
de Leyes de España, que nos hubiéramos dado, o diéramos cartas para que algu-
nos sean despojados de sus bienes y oficios, y de ellos hiciéramos merced a otros,
nuestra merced y voluntad es, que las tales cartas sean obedecidas y no cumpli-
das: y no entendemos hacer mercedes de bienes, ni de oficios ni de personas
algunas, sin que primeramente sean llamadas y vencidas, y se guarde lo que las
leyes de nuestro Reyno en tal caso mandan ; las cuales mandamos que se guar-
den en todo y por todo, según y como ellas se contiene. Pero que si el maleficio
que alguno cometiere fuere notorio, seyendo Nos certificados de ello, las car-
tas que sobre ello fueren dadas, mandamos, que sean cumplidas. (Ley T. Tít. 13.
Lib. 4.R.)"ro< o
404 b l a Cfr. "La Pasión del Redentor" por JosA Pallés, tomo 11, págs. 66 y siguientes.
En esta interesante y fascinante obra su autor expone con elegancia y con sólidos funda-
mentos tomados del Antiguo y del Nueoo Testamento) el desarrollo del proceso que se
siguió a Cristo ante el Sanhedrin} y en el que se violaron todos los principios reguladores
del mismo, algunos de los cuales hemos indicado. En el mismo apasionante libro don
José Pallés alude al .s'Kundo proceso del Redentor, que se desenvolvió ante el procónsul
Poncio Pilato por el grave delito político de "sedición". Es obvio que recomendamos
ampliamente la lectura de la mencionada obra para quienes tengan interés por inves-
tigar desde el punte de vista jurídico, principalmente, los dos procesos que se siguieron
en contra del Salvador.
4o()-f e La precedencia histórica de la garantía de audiencia en el Derecho Español
se remonta, aún más, a las leyes 12 y 22, título 22 1 de la Partida Tercera al establecerse
que "non ha fuerza de juicio toda palabra o mandamiento que el Juez Caga en los pleytos:
é por ende decimos, que si alguno se querellara al Juez diciendo que le deve otro algu-
na cosa, si fl jugador le diere carta contra aquel de quien querella, que le de, o le
p~gue o le ent~egu~ aquello quel demandava, non emplarandole primeramente, nin sa-
hiendo la verdad. asr como de 5WO mostramos; tal mandamiento como este, non vale nin
574 LAS GARANriAS INDIVIDUALES
"En los juicios del orden criminal queda prohibido imponer, por sim-
ple analogía y aun por mayoría de razón, pena alguna que no esté decretada
por una ley exactamente aplicable al delito de que se trate."
a) Extensión de la garan.tia
.f04. d En relación a este tema consúltese el estudio del licenciado Julio Guerrero inti-
tulado "La Aplicaci6n exacta de /a Ley" que se public6 en la Revista de Legislación )'
[urísprudenoía, Volumen correspondiente a los meses de enero a junio de 1901, págS.
79 a 93.
576 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
..(15 Méthode D'Interp,étation el SOUTets en Droit Privé Positif. Tomo 1, págs. 34 y 35.
Los jurisconsultos Juliano y Ulpiano también consideraron que la analogía es un método
necesario de interpretaci6n de las leyes, ya que éstas no pueden comprender en su texto
literal todos los casos que suscitan la realidad (Cfr. Digesto, Titulo 111).
578 LAS GARANTÍAS INDMDt4ALES
"En los juicios del orden civil, la sentencia definitiva deberá ser conforme
a la letra o a la interpretación jurídica de la ley, y a falta de ésta, se fundará
en los principios generales del derecho."
EL ARTICULO 15 CONSTITUCIONAL
mencionada, y siendo el sujeto activo de las mismas todo ente que se en-
cuentre en la situación de gobernado, la invalidez constitucional de un tra-
tado o convenio que infrinja dicho precepto, sólo puede alegarse en cada
caso concreto en que se aplique y precisamente por el afectado particular,
mediante la acción de amparo (principio de la iniciativa o instancia de la
parte agraviada), y cuyo objeto una vez actualizado en la sentencia cons-
titucional, despoja al consabido tratado o convenio de su fuerza normativa,
pero únicamente respecto al quejoso y merced al principio de la relatividad
de los fallos que se dictan en el juicio de garantías."?
410 Los dos principios a que hemos aludido tos estudiamos en el capítulo VIII denues..
tro libro El Juicio de Amparo.
GARANrlAS DE SEGURIDAD JURIDlCA 587
EL ARTíCULO 16 CONSTITUCIONAL
1. PRIMERA PARTE
414 Véase en el capítulo segundo de esta obra el concepto de "gobernado", como sujeto
activo de la relación jurídica de supra a subordinación que entraña la garantía individual.
Dentro de dicho concepto se comprende no sólo a la persona física o individuo, según diji-
mos, sino también a las personas morales de derecho privado, de derecho social y a los
organismos descentralizados y, excepcionalmente, a las mismas personas morales oficiales.
J GARANTIAS DE SEGURIDAD JURlnlGA 591
414 bis Asi lo ha sostenido la Segunda Sala de la Suprema Corte. Cfr. Iniorme de
1975, pltg. 88.
592 U\S GARANTÍAS INDIVIDUALES
Ahora bien, respecto del primer tipo indicado, los actos correspondientes
sólo deben sujetarse a las garantías implicadas en la primera parte del artículo
16 constitucional, mientras que los comprendidos en las otras dos especies se-
ñaladas, además de estar regidos por tales garantías, deben ajustarse a lo dis-
puesto en los párrafos segundo, tercero y cuarto del articulo 14 de la Ley
Suprema, en los casos relativos.
C. Bienes jurídicos preservados por las garantías consignadas en la primera parte del
artículo 16 constitucional.
El acto de molestia, en cualquiera de sus implicaciones apuntadas, puede
afectar a alguno o algunos de los siguientes bienes jurídicos comprendidos
dentro de la esfera subjetiva de! gobernado: a su misma persona, a su familia, a
su domicilio, a sus papeles o a sus posesiones.
a) A través de! elemento persona, el acto de molestia puede afectar no
solamente la individualidad psi<;o-fisi<:a del sujeto con todas las potestades na-
turales inherentes, sino su personalidad jurídica propiamente dicha. En efecto, el
concepto de "persona" desde el punto de vista jurídico, se establece en aten-
ción a la capacidad imputable al individuo, consistente en adquirir derechos
y contraer obligaciones, teniendo la personalidad jurídica así expresada,
como supuesto, la misma individualidad psico-física, En consecuencia, no
todo individuo es una persona desde el punto de vista del derecho, puesto
que, para adquirir esta calidad, se requiere que jurídicamente se le repute
dotado de la citada capacidad.
4.15 Véase punto 4, inciso e) apartado B del estudio sobre la garantía de audiencia.
596 LAS GARANTÍAS mnrvrnuALEs
fracción sea sólo de la Constitución o leyes particulares del Estado, porque en ese
caso 'importa una cuestión de régimen interior que, afectando de una manera
especial la soberanía del Estado, éste, por medio de sus autoridades, es el único que
puedc y debe resolver. En estos casos la intervención de la Justicia Federal impor-
ta un ataque a la soberanía de un Estado, y en consecuencia una infracción cons-
titucional'." 411
E. Garantla de legalidad
La garantía que mayor protección imparte al gobernado dentro de
nuestro orden jurídico constitucional es, sin duda alguna, la de legalidad
consagrada en el artículo 16 de la Ley Suprema, a tal punto, que la ga-
rantía de competencia que hemos estudiado queda comprendida dentro de
ella, La eficacia juridica de la garantía de legalidad reside en el hecho
de que por su mediación se protege todo el sistema de derecho objetivo dc
México, desde la misma Constitución hasta el reglamento administrativo
más minucioso, según se demostrará a través de la exposición que a este
propósito elaboramos,
La garantía de legalidad implicada en la primera parte del artículo 16
constitucional, que condiciona todo acto de molestia en los términos en que
ponderamos este concepto, se contiene en la expresión fundamentación y
motivación de la caUSa legal del procedimiento.
Ahora bien, ¿qué se entiende por "causa legal del procedimiento"? Des-
de luego éste, o sea; el acto o la serie de actos que provocan la molestia en
la persona, familia, domicilio; papeles o posesiones de un gobernado, reali-
419 Tesis jurisprudencial 242, Apéndice al tomo CXVIIl del Semanario Judicial de la Federa.
ción. Tesis 75 de la citada Compilación, y tesis 74 del Apéndice 1975, Mát. General. (Tesis 103 del
Apéndice 1985.) Tesis 291 ddApéndia 1995. Materia Común.
602 LAS GARANTiAS INDlVIDUALE S
zados por la autorldad competente, deben no sólo tener una causa o ele-
mento determinante, sino que éste sea legal, es decir, fundado y motivado
en una ley en su aspecto material, esto es, en una disposición normativa
general e impersonal, creador;' y reguladora de situaciones abstractas.
a) Concepto de fundamentación. La fundamentación legal de la cau-
sa del procedimiento autoritario, de acuerdo con el espiritu del legislador
de 1857, que permanece imbibito en la Constitución actual, consiste en que
los actos que originen la'molestia de que habla el articulo 16 constitucional;
deben basarse en una disposición normativa general, es decir, que ésta
prevea la situación concreta para la cual sea procedente realizar el acto de
autoridad, que exista una ley que lo autorice. La fundamentación legal
de todo acto autoritario que cause al gobemardo una molestia en los bienes
jurídicos a que se refiere el artículo 16 constitucional, no es sino una conse-
cuencia directa del principio de legalidad que consiste en que las autorida-
des sólo pueden hacer lo que la .ley les permite, principio que ha sido aco-
gido por la jurisprudencia de la Suprema Corte/"? Es, más conforme también
10 ha establecido nuestro máximo tribunal, las autoridades deben gozar de
facultades expresas para actuar, O sea, que la permisión legal para desem-
peñar determinado acto de su incumbencia no debe derivarse o presumirse
mediante la inferencia de una atribución clara y precisa.
En efecto, la Suprema Corte ha afirmado que "las autoridades no tienen más
facultades que las que la ley les otorga, pues si así no fuera, fácil sería suponer
implícitas todas las necesarias para sostener actos que tendrían que ser arbitrarios
por carecer de fundamento legal." 421
La exigencia de fundar legalmente todo acto de molestia impone a las
autoridades diversas obligaciones, que se traducen en las siguientes condi-
cienes:
1. En que el órgano del Estado del que tal acto provenga, esté inves-
tido con facultades expresamente consignadas en la norma jurídica (ley
o reglamento) para emitirlo;
2. En que el propio acto se prevea en dicha norma;
3. En que su sentido y alcance se ajusten a las disposiciones normativas
que lo rijan;
4. En que el citado acto se contenga o derive de un mandamiento es-
crito, en cuyo texto se expresen los preceptos específicos que lo apoyen.
El criterio de la Suprema Corte ha corroborado las mencionadas condicio-
nes, según se advierte de las distintas ejecutorias que su Segunda Sala ha dicta-
do, y cuya parte conducente nos permitimos transcribir a continuación:
420 Apéndice al tomo CXVIII del Semario Judicial de la Federación. Tesis 166. Tesis 47, de la
Compilación 1917-1965; tesis 46 del Apéndice 1975, Materia General.
421 Semanario Judicial de la Federacum, Quinta Época, tomo XIH, pág. 51"!. Corroborando
este criterio, la Segunda Sala de la Suprema Corte ha sostenido que "Los actos de autoridades ad-
ministrativas que no estén autorizados por ley alguna, importan 1Iiolación de garantías". (Tesis 112 del 1n-
forme de 1982.) Además, lajurispn-tdencia afirma que "Las autoridades sólo putden hace!" lo que la ley les
permite", (Apéndice 1985, tesis 68, Materia General.) Tesis 100 del Apéndice 1995, Materia Común.
GARANTÍAS DE SEGURIDAD JURÍDICA 603
"Cuando el artículo 16 de nuestra Ley Suprema previene que nadie puede ser
molestado en su persona, sino en virtud de mandamiento escrito de autoridad com-
petente que funde y motive la causa legal del procedimiento, está exigiendo a las
autoridades no simplemente que se apeguen, según criterio escondido en la con-
ciencia de ellas, a una ley, sin que se conozca de qué ley se trata y los preceptos de
ella, que sirvan de apoyo al mandamiento relativo de las propias autoridades, pues
esto ni remotamente constituiría garantía para el particular. Por lo contrario, lo
que dicho artículo les está exigiendo es que citen la ley y los preceptos de ella
e~_ que se apoyen, ya q~e_~ _tra~ de 9~~.j~s!i.!.i9-uen legalmente sus .proveídos ,ha-
ciendo ver que no son arbitrarios. Forma de justificación tanto más necesaria,
cuanto que dentro de nuestro régimen constitucional las autoridades no tienen más
facultades que las que expresamente les atribuye la ley." 422
"El requisito constitucional de legal fundamentación estriba, no en la invoca-
ción global de un código o de un cuerpo de disposiciones legales, pues de ser esto
así, bastaría que los mandamientos civiles se fundamentaran diciendo 'con apoyo
en las disposiciones del Código Civil', las procesales penales 'con apoyo en las dis-
posiciones del Código de Procedimieritos Penales', etc.; lo cual evidentemente deja-
ría al particular en igual desamparo que si la garantía de fundamentación no exis-
tiera, así Como expuesto a los desmanes de la potestad pública, al no sujetarse ésta
al cauce institucional de dicha garantía." 4i23
"El requisito de fundamentaci6n que exige el artículo 16 constitucional, no se
satisface con la citación de la ley de la materia, en que se haya apoyado la autori-
dad responsable, sino que es indispensable, para que el acto pueda reputarse fun-
dado, que precise, en concreto, el precepto legal en que pretenda sustentarse." 424
"Es un contrasentido considerar que no es necesario que las resoluciones de las
autoridades estén expresamente fundadas y motivadas, sino que es suficiente con
que realicen sus actos de gobierno dentro del marco de la legalidad que tienen
señalada, ya que si la autoridad no indica cuáles son los dispositivos legales que
a su juicio le conceden la facultad para obrar en la forma que lo hace, se coloca a
los particulares en la situación de adivinar en qué preceptos legales pretendió
fundarse, 10 que de ninguna manera es el espíritu que informa el artículo 16 cons-
titucional, el cual exige expresamente que las autoridades responsables funden y
motiven sus resoluciones." 425
"El artículo 16 constitucional impone la obligación a las autoridades de fundar
y motivar expresamente su resoluci6n, por 10 que no es bastante para cumplir con
esa obligación el que las autoridades citen globalmente un cuerpo de ley, ya que
esta forma de proceder obligaría a los interesados a adivinar cuál fue el precepto
expreso de esa ley en que pretendieron fundarse las autoridades, lo que traería
como consecuencia la deficiencia en la defensa del interesado." 426
"Si en una resoluci6n no se cita ningún precepto legal que se hubiera tomado
en consideración para dictarla, procede conceder al quejoso el amparo y protección
42~ Amparo en revisión 1,259/59, Octavio Ramos E. y coags. 10 de agosto de 1959.
Unanimidad de .. votos. Ponente: José Rivera P. C. Tomo XXVI, Segunda Sala, págs. 13
Y 14. Sexta Epoca.
4ZS Amparo en revisión 5,079/58, Eduardo So115 Guillén. 30 de enero de 1961. Po-
nente: José Rivera P. C. Tomo XLIII, Segunda Sala, pág. 14. Sexta Época.
4U Amparo en revisi6n 1,645/60, Humberto Avilés Rocha. 16 de noviembre de 1960.
5 votos. Ponente: Felipe Tena Ramírez. Tomo LI, Segunda Sala, pág. 9. Sexta Época.
04Z6 Amparo en revisi6n 3,929/58, Gustavo Lassieur L. y coags. 27 de octubre de 1958.
5 votos. Ponente: José Rivera P. C. Tomo XVI, Segunda Sala, pág. 30. Sexta Bpoce.
;126 Amparo en revisión 183/58, Ludwig Bacbmenn. 8 de septiembre de 1958. Una-
nimidad de 4 votos. Ponente: José Rivera P. C. Tomo XV, Segunda Sala, pág. 16.
Sexta Epoca.
604 LAS GARANTÍAS INDMDUALES
en la tesis 119 del Informe de 1"979. Ldem, Lniorme de 1980 J Tesis 192. Seg-unda Sala. Ldem.
Informe de 1981 J Tesis, 5 y 7 de la misma Sala.
.(28 Amparo en revisión :?l4 7~/58, Ignacio Negrete Hernéndez. 7 de mayo de 1959.
5 votos. Ponente: Franco Carreña. Tomo XXIII, Segunda Sala, pág. 9. Sexta Época..
GARANTÍAs DE SEGURIDAD JUIÚDlCA 605
además, que exista adecuación entre los motivos aducidos y las nonnas aplicables,
es decir, que en el caso concreto se configuren las hipótesis normativas.Iw' .
La concurrencia de las garantías de fundamentación y de motivación lega-
les se corroboran en una adición introducida al artículo 16 constitucional con
el objeto de abrir un amplio espacio normativo para que la autoridad judicial
federal pueda autorizar la intervención en cualquier comunicación privada,
principalmente la telefónica. Dicha adición se contiene en los párrafos noveno
y décimo del invocado precepto. Su texto es el siguiente:
"Las comunicaciones privadas son inviolables. La ley sancionará penalmente cual-
quier acto que atente contra la libertad y privada de las mismas. Exclusivamente la au-
toridad judicial federal, a petición de la autoridad federal que faculte la ley ° del
titular del Ministerio Público de la entidad federativa correspondiente. podrá autorizar
la intervención de cualquier comunicación privada. Para ello, la autoridad competente,
por escrito, deberá fundar y motivar las causas legales de la solicitud, expresando ade-
más, el tipo de intervención, los sujetos de la misma y su duración. La autoridad judi-
cial federal no podrá otorgar estas autorizaciones cuando se trate de materias de
carácter electoral, fiscal, mercantil, civil, laboral o administrativo, ni en el caso de las
comunicaciones del detenido con su defensor.
Las intervenciones autorizadas se ajustarán a los requisitos y límites previstos en
las leyes. Los resultados de las intervenciones que no cumplan con éstos, carecerán de
todo valor probatorio."440b¡.~
e) Diversas hipótesis de actos violatarios de la garantía de legalidad. Hemos afir-
mado con antelación que cualquier acto de autoridad que implique una mo-
lestia en alguno de los bienes jurídicos del gobernado, independiente
mente de su índole formal o material, está condicionado por la mencio-
nada garantía. Ahora bien, la contravención a ésta se produce diversa-
mente según la distinta manera como se realiza dicho acto autoritario,
por lo que hemos estimado pertinente hacer referencia a varias hipóte-
sis en la infracción a la citada garantía puede manifestarse.
l. Puede suceder, en primer lugar, que el acto de molestia estribe en una
ley auto-ejecutiva, conforme al concepto respectivo que exponemos en nuestra
ya citada obra.« En este caso, la violación a la garantía de legalidad (que en
esta hipótesis debe considerarse de usuper_legaIUkulU) se origina por la contra-
vención que dicha ley produzca a cualquier precepto constitucional, a cuya ob-
servancia necesariamente debe estar sometida. De esta guisa, la mencionada
440 Informe eh 1970. Segunda Sala, pág. 100 (dos ejecutorias). Idem. Informe eh 1973. Se-
gunda Sala, así como el Informe de 1977, Segunda Sala, pág. 77. Además. también dicha Sala
ha establecido que las garantías de fundamentación y motivación legales de LOdo acto de
molestia deben cumplirse por toda autoridad en el mandamiento escrito y en lo. misma resolución
que lo contenga y no en documentos o acuerdo diferentes. aunque estén vinculados con aquél O
Con éste (informe 1979, tesis 112 y 120, Segunda Sala). Idem, tLJis jurisprudendal 153 del Apmdíce
1985, Materia General. Consúlúnse, además las tesis 260, 261, 262, 263 Y 264 del ApbuJice 1995, Mate-
ria Común.
440bis L1t publicación respectiva se. hizo en el Diario Oficial de la Federación correspondiente
al 3 de julio de 1995.
441 Véase ElJuicio de Amparo.
GARANTÍNi DE SEGURIDAD JURiDICA 611
-14100 Informe de 1984. Pleno, págs. 312 y 313. Tesis jurisprudencíal 36 del Apéndice 1985,
Pleno.
<1-42 Este criterio se contiene en la ejecutoria dictada en la revisión 5,078/52, Antonio Ruiz
Abasca!.
GARANJiAs DE SEGURIDAD JURíDICA 613
milar, sin la firma auténtica del original del documento en que la autoridad
impone un crédito a cargo del causante, por no constar en mandamiento de-
bidamente fundado y motivado" .H";'
G. Breve referencia histórica
La observancia de la ley, que traduce esencialmente la garantía de legali-
dad, fue uno de los postulados básicos en la vida pública y privada del pueblo
hebreo. Esta sola circunstancia indica que la mencionada garantía de seguri-
dad jurídica tiene una antecedencia histórica muy remota. Así, cuenta la le-
yenda que el Decálogo fue entregado por Jehová a Moisés en el Monte Sinaí
y que este profeta mayor y su hermano Aarón asumieron el compromiso ante
el Señor de observar las prescripciones contenidas en tan importante legisla-
ción. Bien es sabido que en el pueblo hebreo y, en general, entre los pueblos
de la antigüedad, el derecho, la religión y la moral se encontraban confundi-
dos en un conjunto de normas que, aunque de contenido diverso, eran for-
malmente jurídicas. En estas condiciones, el Decálogo fue una especie de ley
[undamental y suprema en Israel, de la cual los legisladores de distintas épocas
de la historia del pueblo judío, derivaban las diferentes leyes que dispersamente
se encuentran en los diversos libros que integran el Antiguo Testamento, tales
como el Deuteronomio y el Pentateuco, entre otros.""2c
El artículo 16 constitucional, por lo que atañe a la garantía de legalidad,
encuentra otro antecedente en la Carta Magna inglesa del rey Juan Sin Tierra
del año de 1215, cuya disposición XLVI, establecía que ningún hombre libre
debía ser aprehendido, destruido, privado de sus posesiones, etc., sino con-
forme a la "ley de la tierra", es decir, según el common laur, exigencia que
proscribía la arbitrariedad de las autoridades.
Dicha garantía de legalidad fue corroborada en Inglaterra por diversos
ordenamientos estatutarios, dentro de los que destaca, por su cxhaustividad
en la enunciación de los derechos del gobernado, el famoso "Bill of Rights",
al cual nos referiInos en el capítulo primero de esta obra.
Por otra parte, siendo la consabida garantía de tan amplia extensión
tutelar, puesto que consagra el principio de legalidad mismo, podemos
afirmar, sin hipérbole, que se descubre en todos los ordenamientos escri-
tos o consuetudinarios históricamente dados, mediante los que se haya su-
jetado al poder público a determinadas normas de observancia obligatoria
en beneficio de los gobernados, por lo que no es exagerado sostener que,
a medida que los regímenes estatales evolucionaban hacia su estructura-
ción jurídica, la citada garantía se afianzaba insensiblemente hasta culmi-
nar su institución definitiva en reglas constitucionales. que dadas su
diversidad y variedad en el tiempo y en el espacio, sería un tanto prolijo
siquiera mencionar.
Así, en la enmienda cuarta a la Constitución Federal Norteamericana, para no
aludir sino a una de tantas reglas, se consignó la garantía de legalidad en los
siguientes térrninos: "No se violará el derecho del pueblo que lo pone a cu-
bierto de aprehensiones y cateos arbitrarios en sus personas, habitaciones, pa-
peles y efectos; y no se expedirá ninguna orden sobre esto, sin causa
probable, que lo motive, apoyada en un jurament.o o afirmación, que designe
claramente el lugar que ha de registrarse, y las personas o cosas que hayan de
ser aprehendidas o embargadas."
En México, la multicitada garantía se consagró, con la misma fórmula ac-
tual, en nuestra Constitución Federal de 1857, habiéndose ya instituido desde
la Ley Fundamental de 1824, ordenamiento que en su artículo 152 disponía:
"Ninguna autoridad podrá librar orden para el registro de casas, papeles y
otros efectos de los habitantes de la República, si no es en los casos expresa-
mente dispuestos por la ley y en la forma que ésta determine".
El j1myecto de Constitución de 1917 no consagró la garantía de legalidad en
la forma expresa como se contenía en el art. 16 de la Constitución de 1857.
posiblemente debido a un inexplicable e injustificado afán de innovación, ha-
biéndose únicamente instituido un régimen de seguridad jurídica en lo que
c?ncierne a las órdenes de aprehensión, a los cateos y a las visitas domicilia-
nas.
Ahora bien, como el texto del artículo 16 del proyecto constitucional no
impartía. a juicio de los Constituyentes de 16-17, las debidas garamías al go-
bernado frente a actos arbitrarios, ya que los actos de autoridad condiciona-
dos por sus disposiciones no se comprendían en un concepto genérico. sino
en tipos específicos y diversos, después de prolongados debates, se opt.ó por
acoger en el precepto definitivo de la Constitución vigente la misma fórmula
implicada en la Ley Suprema de 1857, con lo que se logró situar al gobernado
dentro de un régimen de amplísima y segura protección frente a cualquier
acto autoritario.
44&: La gravedad de un delito ya no se establece, sin embargo, C0l110 debiera ser, por la pe·
nalidad respectiva. situación que deriva de sendas reformas practicadas al artículo 194 del Código
Federal de Procedimientos Penales. publiL;tuÚ:J.5 con fechas 13 de '00)'0 de 1996 Y 8 de febrero de } 999.
Su texto es el siguiente:
Se califican como delitos graves, para todos los efectos legales, por afectar de manera im-
portante valores fundamentales de la sociedad, los previstos en los siguientes artículos del Códi-
go Penal para el Distrito Federal en Materia de Fuero Común y para toda la República en
Materia de Fuero Federal: homicidio por culpa grave, previsto en el articule 60 tercer párrafo;
traición a la Patria, previsto en los articulas 123, 124, 125 Y 126; espionaje, previsto en los artícu-
los 127 y ]28; terrorismo, previsto en el artículo 139, párrafo primero; sabotaje, previsto en el ar-
tículo 140 párrafo primero, así como los previstos en los artfculos 142 párrafo segundo y 145;
piratería, previsto en los artículos 146 y 147; genocidio, previsto en el artículo 149 bis; evasión de
presos, previsto en los artículos 150 y 152; ataques a las vías de comunicación, previsto en los ar-
tfculos 168 y 170; uso ilícito de instalaciones destinadas al tránsito aéreo. previsto en el artículo
172 bis párrafo tercero; contra la salud, previsto en los artículos 194, 195, párrafo primero, 195
bis, excepto cuando se trate de los casos previstos en las dos primeras líneas horizontales de las
tablas contenidas en el apéndice 1, 196 bis, 197, párrafo primero y 198, parte primera del pá-
rrafo tercero; corrupción de menores, previsto en el artículo 201; trata de personas, previsto en el
artículo 205, segundo párrafo; explotación del cuerpo de un menor de edad por medio del comercio
carnal, previsto en el artículo 208; falsificación y alteración de moneda, previsto en los artículos
234, 236 Y 237; falsificación y utilización indebida de documentos velatiuas al crédito, previstos en el
artículo 240 bis, salvo el previsto en la fracción 111; violación previsto en los artículos 265, 266 Y
266 bis; asalto en carreteras o caminos, previstos en el artículo 286, segundo párrafo; homicidio,
previsto en los artículos 302 con relación al 307, 313, 315, 315 bis, 320 y 323; secuestro. previsto
en el artículo 366. salvo el antepenúltimo párrafo; robo calificado, previsto en el artículo 367. en
relación COII el 370 párrafo segundo y tercero, cuando se realice en cualquiera de las circuns-
tancias señaladas en los artículos 372, 381, fracciones VII, VIII, IX, X, XI, XIII Y XVI, Y
381 bis; robo, previsto en el último párrafo del artículo 371; los previstos en el artículo 377; ex-
torsión, previsto Cll el artículo 390 y operaciones con recursos de procedencia ilícita, previsto en
el artículo 400 bis; asf como los previstos en los artículos 83, fracción 111, 83 bis, salvo el previs-
to en la fracción I, 83 ter fracción 111, 84 Y 84 bis primer párrafo, de la Ley Federal de Anlw.s de
Fuego y Explosivos, tortura, previsto en los artículos 30. y 50. de la Ley Federal para Prevenir y
Sancionar la Tortura; ltáfu:o de indocumentados, previsto en el artículo 138 de la Ley General de
Población; y los previstos en los artículos 104, fracciones 11 y lI1, último párrafo y 105 frac-
ción IV <Id Código FisuJ d~ 14 Federaciáu
la tentativa punible de los ilícitos penales mencionados en el párrafo anterior. también se
califica como delito grave.
GARANTfAS DE SEGURIDAD JURÍDICA 617
de aprehensión debe satisfacer o sea, las de que existan datos que acrediten
los elementos que integren el tipo penal, y que revelen la probable respon-
sabilidad del indiciado.
Ahora bien, cuando haya sido el Ministerio Público el que, en los términos
anteriores, hubiese ordenado la aprehensión, el indiciado no puede ser rete-
nido por más de cuarenta y ocho horas, "plazo en que deberá ordenarse su li-
bertad o ponérsele a disposición de la autoridad judicial". Este plazo sólo
podrá duplicarse en los casos que la ley prevea como "delincuencia organizada",
es decir, cuando varios sujetos se ponen de acuerdo para ejecutar algún grave
delito.
Como rejerencía histórica debemos recordar que la garantía de seguridad jurídica
de que tratamos ya se encontraba consagrada en la legislación aragonesa, cuyas prcs-
cripciones en este punto fueron corroboradas por la Ley XII expedida por Felipe V
en 1743 y cuyo texto es el siguiente: "Prevenciones a los ministros de la Corte y Villa
en las prisiones que ocurran. Los ministros de Corte y Villa, y los alguaciles no han de
prender sin orden de los jueces a persona alguna, sino en los casos de hallada cometiendo al-
gún delito: y en éste, asegurados los reos en la cárcel, pasarán sin detención alguna a
dar cuenta a sus respectivos jueces, para que manden lo que se haya de hacer; y si
fuere de noche, cuando hicieren las prisiones, les avisarán al amanecer; y en caso de
haber sido maliciosa, se les castigará a arbitrio; y reincidiendo, queden privados de
oficio, y desterrados de la Corte y veinte leguas de su contorno, aumentando las pe-
nas según las circunstancias.
"Los alguaciles lleven los reos derechamente a la cárcel, y no los detengan en
otros sitios o casas, sino en el caso de tener orden de los jueces, o suceder algún acciden-
te que lo motive, de que sin dilación darán cuenta; y si no lo hicieren, serán castiga-
dos a arbitrio de los jueces, cuya,s órdenes no revelarán por sí, ni por otra persona,
pena de seis años de presidio de África, y de privación de oficio. (Cape. 4 y 5 del arr., 7,
tit. 23. lih. 4.R.)."'11~1
<11M Novísima Recopdacíón de las Leyes de España. Libro IV, Tirulo XXX. páginas 333 y 334.
Edición 1805.
1H Tesis 722 del Apéndice al Tomo CXVIII. Tesis 197 de la Compilaci6n 1917-1965. tesis
205 .v 206 del Apéndice 1975, Primera Sala. Tesis 83 y 86 del Apéndice 1985, Novena Parte, Primera
Sala. Tesis 227 del Apéndice 1995, Materia Penal.
618 LAS GARANTíAS INDIVIDUALES
445 Asf lo ha establecido lajurisprudmcia de la Suprema Corte en la tesis 741 del Apéndice
al Tomo XCVII y 727 del Apéndice al Tomo CXVIlI. Tesis 198 de la citada Compilación, tesis 208 del
Apéndice 1975, Primera Sala, y tesis 87 del Apéndice 1985, Novena Porte. Primera Sala.
446 Apéndice al Tomo CXVIIIlesis 721. Tesis 196 de la Compilación J9J7-J965, Tesis 205
del Apéndice J975, Primera Sala, y tesis 83 del Apéndice 1985, Novena Parte, Primera Sala.
147 Apéndice al Tomo CXVIII, tesis 720, Tesis 195 de la Compilación 1917-1965, tesis 205
del Apéndice 1975, Primera Sala y tesis 83 del Apéndice 1985, Novena PaJ1e, Primero Sala.
118 Idem,
118h¡~ La
declaración de persona digna de fe "bajo protesta de decir verdad" se eliminó mediante re-
forma publicada el 3 de septiembre de 1993.
GARANT(AS DE SEGURIDAD jURiDlCA 619
desde luego la consignación judicial respectiva, sin que bajo ningún pretexto deba
retener en su poder a los sujetos aprehendidos, Es obvio, en consecuencia, que en
este caso sí puede pacticarse dicha consignación "con detenido", para que el
juez resuelva su situación jurídica de acuerdo con el articulo 19 Constitucional.
2. La segunda de las excepciones señaladas estriba en que "solamente en ca·
sos urgentes, cuando no haya en el lugar ninguna autoridad judicial, tratándose
de delitos que se persiguen de oficio, podrá la autoridad administrativa, bajo
su más estrecha responsabilidad, decretar la detención de un acusado, po-
niéndolo inmediatamente a disposición de la autoridad judicial".
La fórmula constitucional que se acaba de transcribir abre un ilimitado
campo propicio al subjetivismo de las autoridades administrativas, incluyendo
dentro de su tipo funcional y orgánico al Ministerio Público, para atentar con-
tra la libertad personal de los gobernados. En efecto, la estimación de cuándo
se está en presencia de un "caso urgente" queda al arbitrio de cualquiera auto-
ridad que pretenda detener a una persona sin orden judicial. Bien es cierto
que el legislador ordinario, en el Código de Procedimientos Penales para el
Distrito Federal (artículo 268), estableció un criterio de calificación de la "ur-
gencia"; pero también es verdad que éste no sólo no eliminó al subjetivismo,
sino que lo reafirmó, al disponer que "existe notoria urgencia para la apre-
hensión del delincuente cuando por la hora o por la distancia del lugar en
que se practica la detención no hay ninguna autoridad judicial que pueda
expedir la orden correspondiente y existan serios temores de que el responsable se
sustraiga a la acción de la justicia". Por tanto, es suficiente que cualquiera autori-
dad administrativa abrigue estos temores en su insondable fuero interno, para
que por sí y ante sí estime que se trata de un "caso urgente" y proceda a dete-
ner a la persona que, en su concepto, sea la autora de un delito que se persiga
de oficio. Y esta consideración, que pudiere parecer una simple conjetura, se
refleja aguda y gravemente en la realidad, misma que registra con demasiada
frecuencia casos en que, sin orden judicial, se priva a una persona de su liber-
tad no sólo por funcionarios del Ministerio Público, sino por autoridades ad-
ministrativas a las que constitucional y legalmente no incumbe la persecución
de los delitos.
Esta situación real se antoja evidentemente injusta pero no inconstitucional,
pues el artículo 16 prohija el criterio subjetivo y hasta arbitrario de la autori-
dad administrativa para determinar la urgencia de un caso y ordenar, por
consecuencia, la detención de una persona, pudiendo afirmarse que, merced
a la salvedad de que tratamos, se vuelve nugatorio el principio general de
que sólo por decisión judicial procede la aprehensión. En otras palabras, al
establecer la excepción de "caso urgente", el artículo 16 constitucional se sui-
cida en lo que respecta al mencionado principio y prueba de ello es que en
la práctica abundan las consignaciones tardías "con detenido".
No es aventurado sostener que el caso de excepción a que nos referimos
entraña una seria amenaza para la libertad personal de los gobernados, im-
,poniéndose como necesidad inaplazable la reforma al artículo 16 constitucional
a través de la fórmula que lo contempla. Sólo eliminando de este precepto el
subjetivismo que preconiza, se puede conjurar esa amenaza. Las modificacio-
nes que se sugieren deben señalar limitativamente los casos en que una auto-
ridad administrativa, incluyendo al Ministerio Público, puede detener a una
GARANTlAs DE SEGURIDAD JURlDICA 623
450 El licenciado Rigoberto López Valdivia, a través del interesante estudio histórico-legal
que hace en su opúsculo "Ampliación del término de 24 horas a que se refiere la fracción XVIII
del anículo 107 de la Constitución", llega a la misma conclusión, sosteniendo que "el término de
24 horas establecido por el artículo 226 del Código de Procedimientos Penales de 1894 que reformó
el de 1880, consignado posteriormente en la fracción XVIII del artículo 107 de la Constitución,
no es un término impuesto a las autoridades que tienen que practicar una averiguación penal,
sino para aquellas otras cuya función consiste únicamente en aprehender al reo y ponerlo a dispo-
sición de las autoridades competentes", Pero independientemente de las razones que aduce tan
distinguido jurista para afirmar esta conclusión, lo cierto es que entre la fracción XVIII del artícu-
lo 107 constitucional y el artículo 16 de la Ley Suprema o existe una notoria contradicción o ambas
disposiciones tienen un sentido normativo distinto. Si se admite que la autoridad administrativa que de-
tiene a una persona "en casos urgentes" sin orden judicial debe ponerla "inmediatamente" a dis-
posición del juez, es obvio que esta obligación la tiene que cumplir "desde luego" que se realiza la
detención (art. 16) y no dentro dtl término máximo dt 24 Iwras (frac. XVIII del arto 107); o sea, que
dicha obligación, conforme al artículo 16, no está sujeta a ningún plazo, mientras que. de acuerdo
con la fracción XVIII mencionada. surge dtspués de fenecido el ciJado lapso de 24 horas (contradic-
ción), Por otra parte. el artículo 16 impone una terminante obligación a la autoridad administrati-
va aprehensora; en cambio. la fracción XVIII del artículo 107. simplemente indica que el que
realice una aprehensión "será consignado a la autoridad o agente de ella". para el único fin de
que se le castigue, si la retención del detenido por más de 24 horas configura algún delito. Ade-
más, dada la pésima redacción de la disposición constitucional últimamente invocada. parece ser
que la c""'ignacióna que alruk se refin" al parlicular que en caso de delilo flagrante haya .delnlido a su au-
tor o cómplices conforme al onículo 16. pues, équé sentido puede tener la expresión "el que no pusie-
re al detenido a disposición de un juez dentro de las 24 horas siguientes?"
624 LAS GARAmíAS INDIVIDUALES
autoridad judicial. Por tanto, las reformas a dicho precepto deben establecer
un término razonable y justo para que, en la hipótesis apuntada, el Ministe-
rio Público pueda cumplir debidamente su alto cometido constitucional y le-
gal en la efectiva persecución de los delitos, mediante la práctica de las
diligencias indispensables tendientes a asegurar, ya no el libramiento de una
orden judicial de aprehensión, sino un auto de formal prisión contra el in-
culpado o inculpados. Y es que, según se afirmó anteriormente, la tarea per-
secutoria que tiene encomendada la citada institución social, comprende no
sólo la determinación delictiva del hecho que ante ella se denuncia o de que
tiene conocimiento. sino el acopio de los datos o elementos que demuestren
la presunta responsabilidad del detenido, misma que será declarada en el
auto de procesamiento que dicte el juez ante quien se formule la consigna-
ción correspondiente. En apoyo de estas consideraciones es dable sostener
que la justicia penal empieza a impartirse en la actuación prejudicial del Mi-
nisterio Público, pues la misión constitucional que tiene asignado no lo convierte en
un obcecado y fatal acusador. Se ha dicho, y con razón, que el Ministerio Públi-
co es una institución de buena fe, y esta buena fe se finca en la capacidad
funcional que tiene para decidir si ejercita o no la acción penal, previa la de-
terminación del carácter delictivo de un hecho humano y de la presunta res-
ponsabilidad de su autor. En otras palabras, si en la actuación del Ministerio
Público palpita un indiscutible interés social, éste no sólo se manifiesta en el
ejercicio de la acción penal contra los autores de un delito, sino en la abs-
tención de entablarla cuando carezca de los datos o elementos que demues-
tren la presunta responsabilidad del inculpado. Sería una grave aberración
suponer que el Ministerio Público tuviese en todo caso y por modo absoluto
la obligación de consignar ante los tribunales a una persona, si el hecho
imputado a ésta no tuviese el carácter de delito y si no existiesen, aun pre-
suntivamente, circunstancias que revelaran su aparente o verdadera respon-
sabilidad. NOOie podria aceptar como válida desde el punto de vista de la justicia, de
la moral o del derecho, la hipótesis de que el Ministerio Público acusara a un inocen-
te o, al menos, a una persono cuya participación en un hecho delictivo no estuviese
demostrada, pUl!S dicha institución es perseguidora de delitos y no un árgano de ven-
ganza social o individual.
Estas someras reflexiones imponen la necesidad inaplazable de reformar
el artículo 16 constitucional en aquella parte que se refiere a la facultad que
tienen las autoridades administrativas para detener a una persona sin orden
judicial "en casos urgentes". Ya hemos dicho que, en lo que respecta a la es-
timación de la "urgencia", el citado precepto consigna un peligroso subjeti-
vismo autoritario que significa una constante amenaza para la libertad
personal; y por lo que concierne a la obligación de poner "inmediatamente"
al detenido a disposición de la autoridad judicial, es notoriamente imprácti-
co, desajustado de !a realidad y en esencia violable por los imperativos de la
función persecutoria a cargo del Ministerio Público. Por ello, el artículo 16
constitucional atenta contra la libenad de los gobernados, sujetando ésta al criterio de
la aiuoridad administratiua, e imposibilita el debido y eleuado ejercicio de las atribu-
ciones de dicha institución social. Ambos defectos deben corregirse para asegu-
rar, por un lado, la libertad personal y para permitir al Ministerio Público,
GARANTlAS DE SEGURIDAD JURfDlGA 625
V. QUINTA PARTE
industria visitados las sanciones que prevean las leyes o reglamentos respecti-
vos y que pueden consistir, según dijimos, en multa o clausura del negocio de
que se trate, principalmente. Debiendo tener dichas sanciones como antece-
dente imperativo constitucional la visita domiciliaria correspondiente. el acta
en que ésta se haga constar debe satisfacer todos los requisitos que establece el
artículo 16 constitucional en su tercera parte. Por tanto, sin que la menciona-
da acta cumpla con tales requisitos, el acuerdo que con base en ella imponga
cualquier sanción, será violatorio del invocado precepto en virtud de estar
afectado por un vU:W inconstitucional de origen, aunque en sí mismo acate las
exigencias del mandamiento escrito, de autoridad competente y de la garantía
de legalidad que consagra el artículo 16 de la Constitución en su primera par-
te, que ya estudiamos.
La Suprema Corte, a través de su Segunda Sala, ha sostenido la anterior
consideración, pudiendo consultarse el criterio respectivo en las ejecutorias
que a continuación señalamos:
"La visita de inspección. en sí misma considerada es ineficaz para surtir efectos le-
gales. si dicha visita de inspección se realizó sin presencia de testigos como expresa-
mente lo exige el artículo 16 constitucional."451
"Aunque la Ley de Hacienda del Departamento del Distrito Federal no exige la
presencia de testigos en el levantamiento de actas de visitas domiciliarias. en los térmi-
nos del artículo 133 de la Constitución Federal de la República esta propia Constitu-
ción es la ley suprema de toda la Unión que por lo mismo debe ser acatada en todas
las funciones gubernativas."452
"Para que las actas de visitas domiciliarias practicadas por la autoridad administra-
tiva, con objeto de comprobar que se han acatado las disposiciones fiscales, tengan va-
lidez y consecuentemente eficacia probatoria en juicio es menester que, conforme a lo
dispuesto por el articulo 16 constitucional contengan los requisitos que señalan las le-
yes respectivas y además se levanten en presencia de dos testigos propuestos por el
ocupante del lugar visitado o, en su ausencia o negativa. por la autoridad que practi-
que la diligencia. "453
"El articulo 16 de la Constitución Federal de la República exige que las actas que
se levanten con motivo de visitas domiciliarias deben estar suscritas por dos testigos
que hubieran intervenido en tales visitas; en consecuencia, al carecer dichas actas del
requisito constitucional aludido. no tienen valor alguno, aunque se hayan levantado
por autoridad competente. "04
"Por mucho que en la Ley sobre Atribuciones del Ejecutivo Federal en Materia
Económica no se mencionen o precisen ningunos requisitos que deben llenar los ins-
451 Revisión fiscal 47/60, Leonor Carter Amaber. 7 de julio de 1960.5 votos. Ponente: Fe-
lipe Tena Ramlrez. Tomo XXXVII, Segunda Sala, pág. 128. Sexta Época. '
452 Amparo en revisión 6,012/50, Félix Rojas Mendoza. 17 de agosto de 1960.5 VOtos. Po-
nente: Felipe Tena Ramírez. Tomo XXXVIII, Segunda Sala, pág. 100. Sexta Época. En el mismo
sentido, la ejecutoria que aparece publicada en el tomo XXXIII, Segunda Sala, pág. 42, de la Sex-
ta Época.
45S Revisión fiscal 219/59, Maria Encarnación .Schultz. 12 de marzo de 1961.5 votos. Rela-
tor: Rafael Matos Escobedo. Tomo XLV, Segunda Sala, pág. 9. Sexta Época. En igual sentido. la
ejecutoria publicada en el tomo XUIJ. Segunda Sala, pág. 123, de la misma Sexta Epoca.
454 Revisión fiscal 429/59, Jesús Sánchez Rubio. 27 de octubre de 1961. Mayoría de 3 vo-
tos. Ponente: Octavio Mendoza González. Tomo LIJ. Segunda Sala, pág. 173. Sexta Época.
GARANTfAs DE SEGURIDAD JURlDICA 631
que los actos de afectación respectivos incidan estrictamente dentro del ámbi-
to de la disciplina militar. Si en el orden jurisdiccional los tribunales militares
no pueden extender su competencia a sujetos que no pertenezcan al instituto
armado, conforme lo prevé el artículo 13 que ya estudiamos, en el orden ad-
ministrativo tampoco la autoridad militar tiene bajo su potestad de imperio a
las personas no militares. De ello se colige que, si cualquier miembro del Ejér-
cito, aprovechando la fuerza de que dispone, pretende realizar un acto de au-
toridad frente a un civil motu proprio, o proteger o auspiciar una situación que
no se vincule estrechamente con las funciones militares, no sólo actúa sin
competencia, sino cometiendo un delito de lesa Constitución.
Es, por tanto, el artículo 129, semejante al artículo 122 de la Constitución
de 57, el precepto que, en unión del 13 y del 16, último párrafo, ha venido a
proscribir de nuestro régimen jurídico el nefasto militarismo que por muchos
años padeció la Nación. Conforme a tales disposiciones constitucionales, el
Ejército ha quedado circunscrito a su esfera propia y natural: la de ser el guar-
dián de las instituciones políticas, jurídicas y sociales del país, el garante de la
paz pública y el defensor de la soberanía nacional, sin que pueda desempeñar
funciones de gobierno, que incumben a las autoridades civiles dentro de su
respectiva órbita competencial. "Cuidar de la paz y de la seguridad pública,
administrar la justicia y la hacienda, reprimir los crímenes y delitos; en fin,
gobernar la sociedad, decía el ilustre don Ponciano Aniaga, son atribuciones
de la autoridad que obra a nombre de la ley; la leyes la expresión de la vo-
luntad popular, y los juncionanos militares 1UUÚl tienen que hacer, por sí y ante sí, si
no es requeridos, mandados o autorizados por las potestades civiles, en todos los nego-
cios que no tengan íntima y directa conexión con In disciplina de obediencia que es su
primuiua ley. "456<
b) En el segundo caso, esto es, cuando se trate de tiempos de guerra, la
disposición que comentamos faculta a los militares para exigir de los gober-
nados ciertas donaciones (bagajes, alimentos) o prestaciones en general en
forma gratuita y aun en contra de la voluntad de los mismos. Sin embargo,
esta facultad no está exenta de garantías de seguridad jurídica establecidas
en el propio precepto constitucional. En efecto, la exigencia de las mencio-
nadas prestaciones o donaciones en favor de los militares, debe apoyarse y
normarse en y por una legislación especial que al efecto se dicte o se haya
dictado, es decir, la ley marcial, que constituye o constituiría parte integrante
de la legislación de emergencia en general, que el Ejecutivo Federal puede
dictar con fundamento en el artículo 29 de la Ley Suprema. Por ende, un
militar no puede motu proprio exigir el cumplimiento de prestaciones o dona-
ciones gratuitas y obligatorias a ningún gobernado civil en ausencia de nor-
ma alguna que lo faculte o sin sujetarse a lo que ésta disponga en caso de
que la hubiere, lo cual no es sino la confirmación del principio de legalidad
de los actos autoritarios, que aún rige en casos de emergencia tan graves
como es la guerra.
456 e Voto de 22 de enero de 1857. Inserto en la Crónica del Congreso Constituyente, de zarco.
GARAmiAs DE SEGURIDAD JURlDlCA 635
EL ARTÍCULO 17 CONSTITUCIONAL
licia o para reclamar sus derechos'. es evidente que el titular de un derecho puede abs-
tenerse de reclamarlo. y que la persona a quien la ley le da una acción en juicio. puede
abstenerse de ejercitarla, sin que ni en un caso O en otro pueda decirse que tiene el de-
ber positivo de reclamar su derecho o de ejercer su acción."458
Consideramos que nuestro impugnador na tiene razón. En efecto, de la relación
jurídica que entraña la garantía individual, según hemos aseverado reiteradamente, se
deriva en favor de todo gobernado un derecho subjetivo público, y a cargo de toda au-
toridad del Estado la obligación correlativa. La simple lectura del artículo 17 constitu-
cional nos advierte que la imposibilidad de "hacerse justicia por sí mismo" y de
"ejercer violencia para reclamar un derecho" no implica de ninguna manera un dere-
cho. sino una obligación negativa. es decir. de no hacer o de abstenerse de hacer. Esta
conclusión nos parece tan clara que no acertamos a comprender por qué Mantilla Mo-
lina sostiene lo contrario, o sea, que tal obligación "es un derecho", aseveración que
por sí misma viola el principio lógico de no contradicción. Por otra parte, si nadie,
esto es, ningún gobernado, debe desacatar dicha obligación negativa, es evidente
que, para obtener justicia y el respeto y observancia de sus derechos subjetivos, tiene que
acudir a las autoridades del Estado competentes para conseguir las mencionadas finali-
dades. En otras palabras, si alguna persona quiere ejercitar cualquier acción contra
otra, lo que depende de su voluntad, debe acudir a los tribunales, lo que implica ineluc-
tablemente un deber, que es precisamente al que nos hemos referido y que objeta
el citado jurista. Por último, el hecho de que el artículo 17 constitucional no prevea
ninguna sanción por infringir la obligación negativa que establece a cargo de todo go-
bernado, no excluye tal obligación, cuyo incumplimiento puede traducirse en la perpe-
tración de los delitos que señala Mantilla Molina. Sería contrario a la índole de la
Constitución que ésta previese las sanciones en que incurran quienes la ínobservasen,
ya que, en esta inadmisible hipótesis, saldrían sobrando todos los ordenamientos se-
cundarios, entre ellos, primordialmente, el Código Penal. Esta observación nos parece
tan obvia, que sería innecesario aducir diversos ejemplos de distintas disposiciones
constitucionales que establecen obligaciones y prohibiciones sin fijar expresamente
sanción o pena alguna para su incumplimiento o transgresión.
La obligación constitucional que incumbe a toda persona de ocurrir a las
autoridades del Estado que corresponda en petición de justicia o para hacer
respetar sus derechos, constituye el elemento opuesto a la llamada uíndicta pri-
vata imperante en los primeros tiempos de la Edad Media, bajo cuya vigencia
cualquier individuo, sin la intervención de ningún órgano estatal, podía recla-
mar por sí mismo su derecho a sus semejantes, haciéndose justicia por su pro-
pia mano.
No debe confundirse la prohibición constitucional de que tratamos con el
legítimo derecho a defenderse frente a una agresión. Dicha prohibición se
funda moral y socialmente en la ilicitud de la venganza privada y de la coac-
ción para reclamar un derecho efectivo o supuesto, así como el desiderátum de
mantener la paz dentro de la sociedad. El llamado "derecho del más fuerte" o
el "derecho de la fuerza", en el que se traduciría la contravención a la citada
prohibición, están absolutamente proscritos de toda comunidad civilizada. Por
tanto, el artículo 17 constitucional vigente, similar al artículo 17 de la Consti-
tución de 57, no hace sino atribuir el carácter de antijurídica a dicha ilicitud
moral y social, como consecuencia de la evolución de la humanidad.
459 MON11ll y DUARTE, Isidro. Esludio sol"., las Garantías lndividualts, pág. 401.
459bis Entre los hebreos. como es bien sabido, existía la "ley del talión", que se expresaba en
las siguientes f6nnulas: "ojo por ojo. diente por diente. mano por mano, pie por pie" y "Quebra-
dura por quebradura, ojo por ojo. diente por diente restituirá: cual fuere el mal que hubiere he-
cho, tal se le obligará a sufrir" (ÉxodfJ. Capítulo XXI, Versículo 24. LtvUuo. Capítulo XXIV.
Versículo 20). La ley del talión no significaba que el ofendido pudiese tomar venganza por sí mis-
mo contra el ofensor sin la intervención de ningún tribunal, sino que, a modo <le nonna jurídica,
prescribía las sanciones que los jueces debían imponer al que fuere acusado de algún delito que
hubiese producido daño corporal en los términos de los versículos que se acaban de citar.
GARANTlAs DE SEGURIDAD JUIÚDICA 639
justos. Administrarás. la justicia con rectitud; para que vivas y poseas la tie-
rra, que el Señor Dios tuyo te diere."45ge
EL ARTÍCULO 18 CONSTITUCIONAL
a) Este precepto dispone en su primera parte: Sólo por delito que mereua
pena corporal habrá lugar a prisión preventiva.
La disposición transcrita está en íntima relación con la segunda parte del
artículo 16 de la Constitución, que hace factible la orden judicial de apre-
hensión o detención sólo cuando se trate de un delito que se castigue legal-
mente con pena corporal.
La aprehensión o detención de una persona es e! acto que origina la
privación de su libertad. Esta privación se manifiesta en un estado o situa-
ción que se prolonga, bien durante e! proceso penal propiamente dicho, o
bien hasta la compurgación de la pena corporal impuesta por sentencia eje-
cutoria. En e! primer caso, el estado o situación privativos de la libertad per-
sonal se traduce en la prisión preventiva, la cual obedece, no a un fallo en el
que se haya estimado a una persona como penalmente responsable de la
perpetración de un delito, sino a la orden judicial de aprehensión o al he-
cho de que e! detenido o aprehendido quede a disposición de la autoridad
judicial, por una parte, o al auto de formal prisión que, como condición sine
qua non de todo juicio penal, prevé el artículo 19 constitucional, por la otra.
Aunque es este proveído el que estrictamente implica e! comienzo de la
prisión preventiva, ésta en realidad se inicia desde que la persona detenida o
aprehendida queda a disposición de! juez. Por ende, puede afirmarse que la
prisión preventiva comprende dos periodos, a saber: 1) aquél que empieza
en el momento en que e! sujeto queda bajo la autoridad judicial, bien sea
por efecto de la orden de aprehensión o de su consignación por el Ministe-
rio Público, y que abarca hasta e! auto de formal prisión o el de libertad por
falta de méritos; y 2) e! que comienza a partir de dicho auto de formal pri-
sión hasta que se pronuncie sentencia ejecutoria en el juició motivado por el
hecho delictivo de que se trate.
En síntesis, la prisión preventiva, en sus dos periodos indicados, se mani-
fiesta en la privación de libertad que sufre e! sujeto desde que es aprehendi-
do por mandato de! juez o puesto a disposición de éste, hasta que recae
sentencia ejecutoria en el proceso respectivo, duración que se refiere, natu-
ralmente, al caso en que se haya dictado auto de formal prisión, pues de lo
contrario dicha privación únicamente tendría lugar desde la aprehensión
hasta la resolución judicial de libertad por ausencia de méritos.
Generalmente, la prisión preventiva comienza, pues, con la aprehensión
de la persona proveniente de una orden judicial en los términos del artículo
16 constitucional. Consiguientemente, al hablar de la procedencia de la pri-
sión preventiva se debe constatar previamente la constitucionalidad de la or-
den de aprehensión y viceversa, es decir, ésta, además de reunir los
requisitos constitucionales que marca el artículo 16 de nuestra Ley Funda-
459 e Deuuronomío capítulo XVI, versículos 18 y 20.
640 lAS GARANTíAs INDIVIDUALES
dencia general y fundamental. Por ello, nos abstenemos de examinar pormenorizadamente dicha
figura procesal penal, pues su tratamiento no corresponde al contenido de este libro. Recomen-
damos ampliamente la importante y bien documentada monografia del doctor Sergio Carda Romi-
Tez intitulada: "El Articulo 18 Consíinuional: prisión prromliva, sistema penitenciario, menores
infractores", publicada en el afio de 1967 por la Universidad Nacional Autónoma de México, Coor-
dinación de Humanidades.
463 Sobre estos temas, consúltese la obra de Garcla Ramírez ya señalada en la nota inme-
diata anterior.
464 El párrafo transcrito provino de la reforma que se practicó a consecuencia de una ini-
ciativa presidencial de 22 de septiembre de 1964 y a la que las Cámaras de Diputados y Senadores
introdujeron algunas modificaciones para quedar conforme al texto que reprodujimos, y previa su
aprobación por la mayoría de las legislaturas de los Estados de acuerdo con la prevención contenida
en el artículo 135 constitucional. El segundo párrafo de dicho artículo lB, antes de la mencionada
reforma, disponía lo siguiente: "Los Gobiernos de la Federación y de los Estados organizarán, en
sus respectivos terruorios, el sistema penal -c-colonias, penitenciarias o presidios- sobre la base del
trabajo como medio de regeneración." Como se ve, la reforma consistió en substituir el concepto
de "territorios" por el de 'Jurisdicciones", lo que desde el punte de vistajurídico es más acertado,
pues el "territorio" como base geográfica del "Gobierno de la Federación" comprende toda la
República, incluyendo, obviamente, a los diferentes "territorios" de los Estados. circunstancia que
642 lAS GARANTíAS INDIVIDUALES
-166 Apéndice al tomo CXVIIJ del Semanario Judicial de la Federación. Tesis 31.
467 Consúltense los dictámenes a que aludimos en la nota 464.
468 Apéndice al tomo CXVIII del Semonario fudícial de la Federación. Tesis 590. Tesis 155
de la Compilación 1917-1965, Primera Sala.
469 Este párrafo fue adicionado en los términos que indicamos en la nota 464.
470 Las razones que justifican esta prevención constitucional se exponen en los dictáme-
nes que mencionamos en la nota 464. y a cuyo tenor nos remitimos.
644 lAS GARANTíAS INDIVIDUAl.ES
[was compet.encias sentando as(fas bases que permitan ei- posterior desanollJ
~e una legislación específica en esta materia, es decir que habrán de crearse
~nstituciones, t.ribunales y autoridades especializados en la procuración e ¡mi
partición de justicia para adolescentes, con procedimientos específicos, con la
rplicación de sancio!!..~urídicanlentedistintas de la~Bue.",se aplican en el si~~
!emlb~ea~~~:J~I~(~~stén;li;;-osgen';r~ies qu~· en ha; sido redactadasTa ref~
{na y adiciones que tratamos, puede observarse una especie de sobreproteci
ción a los menores de edad, al punto tal de utilizarse la expresión "interés
~uperior del adolescente", reconociéndole a éste garantías ya cOI.!~~'adas él
~u favor en los artículos 1°.• 4°. v 17 de la propia Constitución!
::]Podemos considerar que el origen de estas nuevas disposiciones-~onstTñi1
~(males en materia penal destinadas a los adolescentes puede encontrarse en
~iversos ordenamientos internacionales de los que destaca la "Convención soi
~re los Derechos del Niño", adoptada en Nueva York en 1989 y ratificada 1'01'
puestro país el 21 de septiembre de 1990 en los que se eropl!gna por una
tErotecciÓn integral ogarantista" en favor de !Qsmenores. 1
470bisA fines del año de 1976 se aprobó por el Congreso de la Unión una iniciativa presiden.
dal tendiente a adicionar un quinto párrafo al artículo 18 constitucional, en los siguientes térmi-
nos: "Los reos de nacionalidad mexicana qut! se etlctumtrCll compurgando penas en países exmmjeros, podrán
ser trasladados a la Repúblicapara que cumplan sus condenas con base en los sistemas de readaptación so-
cial previstos en este artículo, y los reos de nacumaíídad extranjera seiuenoiados por delitos del ordenJederal
en toda la República, o delfuero común en el Distrito Federal, podrán ser trasladados al país de su origen o
residencia, sujetándose a los tratados íntemacumales que se hayan celebrado para eseefecto. Losgobernado-
res de los Estados podrán toíicííor al Ejecutivo Federal, con apoyo en las leyes locales respectivas, la inclu·
sión. de reos del orden común en dichos tratados. El traslado de Los reos sólo podrá efectuarse con su
consentimiento expreso. "
GARANTíAs DE SEGURIDAD JURíDICA 645
compurgar sus penas en los centros penitenciarios más cercanos a su domicilio, a fin de
propiciar su integración a la comunidad como forma de readaptación social."
EL ARTÍCULO 19 CONSTITUCIONAL
Una de las primordiales garantías de seguridad jurídica en materia pro-
cesal penal es el auto de formal prisión o de prisión preventiva que sólo puede
dictarse por delitos que se sancionen con pena corporal según lo preceptúa el
artículo 18 de la Constitución y al que hicimos referencia. La importancia de
dicho auto, que en puridad jurídica debiera llamarse "interlocutoría" porque
resuelve una controversia previa entre el iniciado y el Ministerio Público, es-
triba en que el proceso penal debe seguirse forzosamente por el delito o deli-
tos señalados en él como lo dispone el artículo 19 constitucional en su
segundo párrafo. Esta determinación enfática implica que la sentencia que en
dicho proceso se pronuncie no debe fundarse en hechos diferentes de los que
hubiesen integrado el corpus de los delitos por los que se haya dictado el auto
de formal prisión, aunque sí pueda variar la clasificación delictiva. En otras
palabras, la expresión "Todo proceso se seguirá forzosamente por el delito o
delitos señalados en el auto de formal prisión", se refiere a los hechos delic-
tuosos en él determinados pero no a su clasificación legal.
El auto de formal prisión, según se deduce el primer párrafo del artículo
19 constitucional, debe satisfacer requisitos de fondo y requisítos de forma. Así lo
EL ARTÍCULO 20 CONSTITUCIONAL
Las garantías individuales que están involucradas en este precepto de
nuestra Ley Fundamental se refieren al procedimiento penal comprendido desde el
auto judicial inicial hasta la sentencia definitiva que recaiga en el proceso res-
pectivo. Dichas garantías de seguridad jurídica se imputan, evidentemente, al
gobernado en su calidad de indiciado o procesado e imponen a la autoridad
470c Apéndice 1985, Vol. 61 1, que reproduce la tesis jusisprudmcial 40 del Apéndice 1975.
Primera Sala. Tesis 50 del Apéndice 1995, Materia Penal.
4700 Semanario Judicial de la Federación, Quinta Época, Tomo XXlX, pág. 1012; tomo
XXXV, pág. 618; Tomo XLV, pág. 3190, YTomo XLII, pág. 3010.
470 t' Así lo dispone, in fine, el primer párrafo del artículo 19 constitucional al establecer
que: "Los custodios que no reciban copia autorizada del auto de formal prisión dentro del plazo
antes señalado (setenta )' dos horas), deberán llamar la atención del juez sobre dicho particular
en el acto mismo de concluir el término}' si no reciben la constancia mencionada dentro de las
tres horas siguientes pondrán al inculpado en libertad".
GARA1"ITiAs OE SEGURIDAD JURfOlCA 647
471 Entre los derechos constitucionales de todo acusado a que se refiere el artículo 20 de
la Ley Fundamental. figura destacadamente el que concierne a la libertad provisional bajo caución
previsto en la fracción 1 de este precepto. El estudio de dicha libertad lo ha emprendido con
todo acierto y exhaustividad Teodoro Escalona Bosada, en la monografta respectiva. publicada
en el año de 1968 bajo el rubro "La libertad Provisional Bajo Caudón", cuya consulta sobre dicho
terna recomendamos ampliamente, así como la dc la obra de Jesús Zamora Pierce, intitulada
Garantías y Proceso Penal, Segunda edición, publicada por Editorial POITÚa en 1987.
Dicha fracción f se reformó por decreto Congresional y de acuerdo al artículo 135 consti-
tucional. publicado en el Diario Oficial de la Federación correspondiente al 14 de enero de
1985. El texto de dicha reforma conserva, en substancia, la mencionada e importante garantía
de seguridad jurídica, y a cuyo contenido nos abstenemos de hacer referencia por rezones ya
expresadas.
472 La justificación de la inserción en el artículo 20 constitucional de garantías que con-
ciernen al indicado y al procesado. la pone de manifiesto con toda atingencia el doctor juventino
v. Castro, quien afirma: "La razón por la cual tanto nuestra Constitución como la de muchos
otros países mencionados principios fundamentales en materia penal. se debe -ya hemos insistí-
do suficientemente en elo-c-, al hecho de que esta disciplina está relacionada íntimamente con la
vida, la libertad, las propiedades y otros derechos vitales del individuo, los cuales en el pasado
fueron desconocidos por los soberanos. motivando el que las clases gobernadas materialmente
arrancaran reconocimientos protectores de tales derechos. empeñándose tales grupos en que se
plasman en la más alta disposición legal que rige en un país.
648 LAS GARMn iAS INOIVIl)UALES
del Ministerio Público, el juez podrá negar la libertad provisional, cuando el inculpa-
do haya sido condenado con anterioridad, por algún delito calificado como grave por
la ley 0, cuando el Ministerio Público aporte elementos al juez para establecer que la
libertad del inculpado representa, por su conducta precedente o por las circunstancias
y características del delito cometido, un riesgo para el ofendido o para la sociedad.
El monto y la forma de caución que se fije, deberán ser asequibles para el incul-
pado. En circunstancias que la ley determine, la autoridad judicial podrá modificar el
monto de la caución. Para resolver sobre la forma y el monto de la caución, el juez de-
berá tomar en cuenta la naturaleza, modalidades y circunstancias del delito; las carac-
terísticas del inculpado y la posibilidad de cumplimiento de las obligaciones procesales
a su cargo; los daños)' perjuicios causados al ofendido; así como la sanción pecuniaria
que, en su caso, pueda imponerse al inculpado.
La ley determinará los casos graves en los cuales el juez podrá revocar la libertad
provisional;"472 bis
La reforma a que acabamos de aludir incurre en el mismo vicio que la de
1993 en el sentido de suprimir el criterio de la penalidad para determinar la
gravedad de un delito, pues ambas propiciaron el subjetivismo legislativo en
cuanto al señalamiento caprichoso de calificar los delitos como "graves" y "no
graves". Tratándose del fraude, verbigracia, éste ya no se considera "grave"
por el monto de lo defraudado, aunque represente sumas muy cuantiosas.
Tal subjetivismo se reitera, por otra parte, y en cuanto a los delitos "no
graves", al dejarse al arbitrio del Ministerio Público y del juez la estimación
del "riesgo" en la conducta de su autor "para el ofendido o para la sociedad",
sin que esta impredecible facultad esté normada por la ley, lo que se antoja
contrario a la garantía de juridicidad instituida en la primera parte del artícu-
lo 16 constitucional que ya analizamos.
Por último, debemos agregar que por Decreto congresional publicado el 21 de
septiembre de 2000 se adicionó el artículo 20 constitucional con un apartado, el
R, que consagra diversos derechos a favor de la víctima u ofendido por un delito y
cuyo texto es el siguiente:
1. Recibir asesoría jurídica; ser informado de los del-echos que en su favor establece
la Constitución y, cuando lo solicite, ser informado del desarrolle el procedimiento penal.
ll. Coadyuvar con el Ministerio Público; a que se le reciban todos los datos o e1e-
mcnros de prueba con los que cuente, tanto en la averiguación previa como en el pro-
ceso, y a que se desahoguen las diligencias correspondientes.
Cuando el Ministerio Público considere que no es necesario el desahogo de la di-
ligencia, deberá fundar y motivar su negativa;
lJl. Recibir, desde la comisión del delito, atención médica)' psicológica de urgencia;
IV. Que se le repare el daño. En los casos en que sea procedente el Ministerio PÚ-
4721Ji. Sobre la naturaleza de la libertad provisional bajo caución la Primera Sala de la Su-
prema Corte ha establecido el siguiente criterio: "La libertad provisional bajo caudón establecida tm. el
artículo 20, fracción 1 de la Constitución Federal, es un derecho sustantivo o fundamental del gobenuulo, y
no una cuestión meramente adjetiva o procesal, porque además de estar consagrada COJIW tal en la Carta
Magna, involucra U1W de ws derechos sustantivos más preciados del hombre, como es su libertad, y la afecta-
ciÓII que produce su negativa, no es susceptible de ser reparada, (llmque el interesado obtuviera una senten-
cia absolutoria; y, por ende, le es aplicable la excepción contenida en el artículo 14 constitucional, en cuanto
a la aplicación retroactiva de la ley en beneficio del reo, en este caso, del indiciado, procesado o sentenciado;
lo que significa que al resolver sobre el derecho de referencia se debe aplicar la ley más benéfica para aquél,
)'fl sea fu vigente al momento en que se cometió el ilícito, si éstapermuía que se otorgara dicho beneficio, o
bien, la vigente en la época de emisión del acuerdo respectivo, si esta última le es másfaoorabíe. " (Tesis sos-
tenida el 24 de Enero de 2001).
GARAtVTíAS DE SEGURIDAD JURíDICA 649
blico estará obligado a solicitar la reparación del daño y el juzgador no podrá absolver
al sentenciado de dicha reparación si ha emitido una sentencia condenatoria.
La ley fijará procedimientos ágiles para ejecutar las sentencias en materia de re-
paración del daño.
V. Cuando la víctima o el ofendido sean menores dc edad, no estarán obligados a
carearse con el inculpado cuando se trate de los delitos de violación o secuestro. En
estos casos, se llevarán a cabo declaraciones en las condiciones que establezca la ley; y
VI. Solicitar las medidas y providencias que prevea la ley para su seguridad y auxilio.
EL ARTÍCULO 21 CONSTITUCIONAL
En este precepto descubrimos las garantías específicas de seguridad jurí-
dica siguientes:
a) La primera de ellas consiste en que la imposicurn de las penas es propia y
exclusiva de la autoridad judicial. Esta disposición constitucional asegura al indi-
viduo el derecho subjetivo en el sentido de que ninguna autoridad estatal, que no sea
la judicial, puede imponerle pena alguna, esto es, ninguna sanción de las que,
verbigracia, conceptúa como tal el artículo 24 del Código Penal. Esta garantía
de seguridad jurídica engendra para los órganos autoritarios formalmente ad-
ministrativos o legislativos la obligación negativa, en aras del gobernado, con-
sistente en no imponerle ninguna sanción que tenga el carácter de pena en los
términos de los diversos ordenamientos penales substantivos.
La imposición de las penas, o sea, de las sanciones que como tales están
reputadas en el artículo 24 del Código Penal para el Distrito Federal, así
como en los distintos cuerpos de leyes imperantes en las diferentes entidades
federativas sobre esa materia jurídica, es, pues, una función que está reserva-
da a las autoridades judiciales con exclusión de todo órgano autoritario de
cualquiera otra Índole.
Para los efectos del artículo 21 constitucional, se entiende por "autorida-
des judiciales" aquéllas que lo son desde un punto de vista formal, es decir,
constitucional o legal. En otras palabras, un órgano del Estado tiene el carácter
de judicial cuando integra o forma parte, bien del Poder Judicial Federal, de
acuerdo con la Ley Suprema y la Ley Orgánica respectiva, o bien del Poder
Judicial de las diferentes entidades federativas, de conformidad con las distin-
tas leyes orgánicas correspondientes. Por ende, no obstante que una autori-
dad formalmente administrativa desempeñe una función jurisdiccional (corno
sucede, verbigracia, con las Juntas de Conciliación y Arbitr'\ie), está impedida
para imponer pena alguna. por no tener el carácter de "judicial" en los térmi-
nos expresados con antelación.
Además de que el acto impositivo de una determinada pena debe emanar
de una autoridad judicial, esto es, reputada legal o constitucionalmente corno
integrante del Poder Judicial de la Federación o de los poderes judiciales lo-
cales, en sus respectivos casos, debe ser la consecuencia del ejercicio de lafun-
ci6n jurisdiccional desplegada por dichos órganos. En otros términos, las
autoridades judiciales deben imponer las penas una vez que hayan resuelto el
conflicto jurídico previo planeado ante ellas y aplicado, como consecuencia de
dicha resolución, la norma que contenga la sanción penal tjuris-dictio; dicción
del derecho). Naturalmente que el desarrollo de la función jurisdiccional por
las autoridades judiciales, que culmina con la imposición de una pena o con
la absolución dictada en favor del procesado, debe desplegarse conforme a las
650 LAS GARAN'ríAS INllJVmUALES
474 Compilación 1917·1965, tesis 32: tesis 419 del APéndice 1975, Segunda Sala. ldem, tesis
380 del Apéndice 1985. APéndice 1995, Tesis 85 y 86, Materia Admínísmuíua.
652 LAS GARANlÍAS INDIVIDUALES
475 De esta afirmación está excluido el caso a que se refiere el artículo 27 constitucional
en su párrafo quimo y conforme al cual el Ejecutivo Federal tiene facultad para reglamentar la
extracción y utilización de las aguas del subsuelo cuando lo exija el interés público, teniendo tal
reglamentación el carácter de autónoma, autorizada simplemente por la Ley Fundamental.
\
\
GARANTíAS DE SEGURIDAD JUR IDICA 6"3
J
475 bis Las consideraciones que subsiguen las formulamos como mero interés teórico-histó-
rico ya que se refieren a una situación que prevaleció en el Distrito Federal desde 1928 hasta
agosto de 1996, o sea, cuando el Presidente de la República era el gobernador nato de dicha en-
tidad federativa. Conforme a la nueva estructura del Distrito Federal, implantada en el actual ar-
tículo 122 constitucional, la facultad reglamentaria que incumbía al EJecutivo de la Unión se
imputó a la Asamblea legislativa de la mencionada entidad.
654
/
LAS GARAl\'TÍAS INDIVIDUALES
I
quiera de dichos objetivos mediante actos administrativos propiamente tales o
a través de actos rnateriahnente legislativos, o sea abstractos. generales e im-
personales, los cuales no son otros que los reglamentos gubernativos y de policía.
Estos, en consecuencia, tienen como materia de regulación cualquier activi-
dad o situación que esté vinculada directamente con alguno de los menciona-
dos objetivos gubernamentales. pudiendo establecerse, en la normación
reglamentaria, obligaciones o prohibiciones a cargo de los particulares. cuyo
no cumplimiento o cuya transgresión signifiquen sendos obstáculos para la
obtención de cualquiera de las citadas finalidades de interés colectivo. Que-
dan, por ende, fuera de la órbita material de los reglamentos gubernativos y
de policía y dentro de la esfera competencial del Congreso de la Unión en su
carácter de órgano legislativo para el Distrito Federal, los casos en que no se
trate simplemente de dirigir o encauzar la actividad gubernamental en conse-
cución de cualquiera de los referidos objetivos, y especialmente aquéllos que
conciernan a la normación de las relaciones de coordinación entre particula-
res, a la previsión y represión de los delitos del orden común, a la imposición
de tributos o contribuciones públicas y a la organización y funcionamiento de
la actividad jurisdiccional. Ahora bien, teniendo el Congreso de la Unión am-
plias facultades legislativas en lo que respecta al Distrito Federal, sobre mate-
rias que no compongan expresamente su esfera de competencia federal,
puede por sí mismo establecer la normaeión a cualquiera función gubernativa
expidiendo las leyes correspondientes, o contraerse a señalar los casos gene-
rales en que el Presidente de la República puede elaborar los reglamentos gu-
bernativos y de policía en los términos apuntados, sin que ello impida a dicho
organismo asumir, a su vez, la función legislativa sobre los propios casos.
En la actual organización del Distrito Federal, por lo que atañe a la fun-
ción administrativa, se acogen las ideas generales que someramente hemos
externado. En efecto, según la base segunda de la fracción VI del artículo 73
constitucional, el Congreso de la U nión debe determinar, a través de la ley
respectiva, el órgano u órganos mediante los cuales el Presidente de la Repú-
blica deba ejercer el gobierno en dicha entidad federativa. Pues bien, en cum-
plimiento de tal prevención de nuestra Constitución, el Congreso Federal
expidió la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal.v" creando diferen-
tes órganos de gobierno mediante los cuales el Presidente de la República de-
sempeña la función gubernativa correspondiente, misma que se ejerce en los
casos señalados por el artículo 36 y por conducto de diversas dependencias
(Secretarías, Direcciones y Delegaciones) (arts. 29 a 37), euyo superior jerár-
quico es un funcionario llamado "Jefe del Departamento del Distrito Fede-
ral" . Ahora bien, el citado artículo 36, al determinar las materias de la función
gubernamental dentro de la mencionada entidad federativa, en algunas de sus
disposiciones establece expresamente que dicha función debe desplegarse
mediante reglamentos. Consiguientemente, es la mencionada Ley Orgánica la
que, al organizar y regular para el Distrito Federal la actividad gubernativa
que ejerce el Ejecutivo Federal, atribuye al Presidente la facultad de expedir
reglamentos, o sea, disposiciones de carácter general, abstracto e impersonal,
mediante las cuales desarrolla el gobierno de dicha entidad federativa. Tal fa-
476 Este ordenamiento, expedido el 27 de diciembre de 1970, derogó la Ley Orgánica del De-
partamemo del Distrito Federal de 1941, la que a su vez sustituyó a la de 31 de diciembre de 1928.
I
J
GARANTÍAS DE~RIDAD
\
JURÍDICA 655
cultad reglamentaria puede desempeñarse sin que previamente exista una ley que
por sí misma establezca la norrnación a las distintas materias gubernativas pre-
vistas en la Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal, por lo que
los reglamentos que con tal motivo se elaboren tienen una naturaleza autóno-
ma, pues sólo se autorizan en el indicado ordenamiento legal.
Según el artículo 21 constitucional, la autoridad administrativa tiene com-
petencia para sancionar la,s infracciones a los reglamentos gubernativos y de
policía. Dicha sanción únicamente debe consistir en sanciones pecuniarias (multas)
o corporales (arresto hasta por treinta y seis horas). Por tanto, cualquier regla-
mento de este tipo que provea una sanción distinta de las expresadas, como
la clausura del establecimiento en que dicho ordenamiento se infrinja, será
indiscutiblemente inconstitucional a través de la disposición o disposiciones
que establezcan un castigo diverso al pecuniario o del corporal, lo que, por lo
demás, acontece comúnmente.v"
Ahora bien, al imponer las únicas sanciones constitucionalmente permiti-
das por violación a un reglamento gubernativo o de policía, la autoridad ad-
ministrativa debe apegarse a lo que disponga éste, pues de otra manera, su
proceder contravendría la garantía de legalidad consagrada en el artículo 16,
primera parte, de nuestra Ley Fundamental. La obligación que tiene la auto-
ridad administrativa de apoyar legalmente la imposición de dichas sanciones
pecuniarias y corporal, ha sido sostenida por la jurisprudencia de la Suprema
Corte en los siguientes términos: "Si bien es cierto que la Constitución faculta
a las autoridades administrativas para castigar las infracciones a los reglamen-
tos gubernativos y de policía, también lo es que la imposición de tales casti-
gos, debe ser, no al arbitrio de quien los impone, sino con estricta sujeción a
ro que dispongan los mismos reglamentos u otra ley, en lo que no se opongan
al artículo 21 constitucional." "Las autoridades administrativas, si bien confor-
me al artículo 21 constitucional tienen facultades para castigar las faltas, tam-
bién lo es que deben fundar debidamente sus determinaciones, citando la
disposición municipal, gubernativa o de policía, cuya infracción se atribuya al
interesado, y si no cumplen con tales requisitos, violan las garantías consigna-
das en el artículo 16 de la Constitución. "478
477 El artículo 21 del proyecto de don Venustiano Carranza hablaba sólo de "reglamentos
de policía", y este concepto se utilizó en las discusiones habidas en el Congrcso de Qucrétaro en
torno a dicho precepto. Sin embargo. el diputado Enrique Colunga, mediante voto de 10 de
enero de 1917 y que fue aceptado en definitiva por la asamblea. hizo extensiva la facultad de
castigarestablccida en favor de la autoridad administrativa, a los reglamentos gubernativos. Esta
extensión reviste suma importancia, porque el castigo (pena o sanción), que conforme a dicho
artículo únicamente debe consistir en "multa o arresto hasta por treinta y seis horas" no sólo op-
era en relación a las infracciones de los reglamentos de policía. sino de los gubernativos. Ambos
tipos de reglamento son diferentes, pues mientras que los primeros tienen como finalidad
eminente el aseguramiento de la paz, tranquilidad y orden públicos principalmente dentro de las
poblaciones, los segundos organizan y encauzan las actividades de los particulares quc estén
vinculadas directamente con los intereses sociales. En consecuencia, y según lo hemos dicho, si
un reglamento gubernativo, es decir, autónomo. no heterónomo, en los términos ya explicados,
castiga o sanciona los actos que signifiquen contravención a sus disposiciones con penas diversas
de la pecuniaria o de la corporal supletoria prevista en el artículo 21 constitucional. su
contraposición a este precepto es evidente.
178 Apéndice al tomo CXVIlI, tesis 170 y 172. Tesis 30 y 32 de la Compilación 1917-1965;
tesis 417 y 419 del Apéndice 1975, Segunda Sala. Idem, tesis 378 y 380 del Apéndice 1985. Tesis 85 y
86 del Apéndice 1995, Materia Administrativa.
I
/
656 LAS GARA~iAs INDIVIDUALF_'l
I
También la jurisprudencia de la Suprema Corte ha establecido que la esco-
gitación de la sanción pecuniaria o corporal por infracciones a los reglamen-
tos gubernativos o de policía, no deben quedar al arbitrio de la autoridad
administrativa, sino que el infractor tiene el derecho de optar por el pago de
la multa o por sufrir el arresto que establece el artículo 21 constitucional.
Así, la Suprema Corte ha sostenido que "el artículo 21 faculta a las autoridades
administrativas para castigar con multa o con arresto hasta de quince días,
pero es inconstitucional que desde luego impongan el arresto, sin dejar al agravia-
do, el derecho de optar entre la pena corporal y la pecuniaria't.v" Por ende,
de acuerdo con la Constitución y la jurisprudencia transcrita, solamente en el
caso de que el infractor no pague la multa impuesta por el órgano adminis-
trativo correspondiente, ésta se permutará por el arresto hasta de quince días
(actualmente de treint.a y seis horas).479 bis
Por último, el propio artículo 21 constitucional establece una garantía de
seguridad jurídica respecto del quantum máximo de la multa que se imponga
por las autoridades administrativas a los obreros O jornaleros, el cual no debe
exceder del importe de su jornalo sueldo de un día,""
c) OU'a garantía de seguridad jurídica que consagra el artículo 21 consti-
tucional es la consistente en que la persecución de los delitos incumbe al Ministerio
Público y a la Policía Judicial, la cual estará bajo la autoridad y mando inmediato de
aquél. 479 d De acuerdo con esta disposición. el gobernado no puede ser acusado
sino por una entidad autoritaria especial. que es el Ministerio Público. Consi-
guientemente, mediante esta garantía queda eliminado el proceder oficioso
inquisitivo del juez. quien no puede actuar, en el esclarecimiento de los delitos
y en la determinación de la responsabilidad penal de sus autores, sin previa
acusación del Ministerio Público. Asimismo, según tal garantía, el ofendido por
un delito debe ocurrir siempre a la institución del Ministerio Público, bien sea
federal o local en sus respectivos casos, para que se le haga justicia. esto es.
para que se imponga al autor del hecho delictivo la pena correspondiente y
se le condene a la reparación del daño causado al querellante,
En relación con la titularidad persecutoria de los delitos, que se imputa
con exclusividad por la Constitución al Ministerio Público. se presenta una
cuestión de cuya solución pueden derivarse tremendas consecuencias prácti-
cas, En efecto, siendo dicha entidad la titular exclusiva y excluyente de la
mencionada facultad. teniendo. por tanto. una potestad "soberana" en cuanto
a la pertinencia o improcedencia de su ejercicio, puede suceder que el Minis-
terio Público se abstenga ilegal e ilegítimamente de acusar a una persona
como autor de un delito, no obstante que éste y la presunta responsabilidad
de aquélla sean evidentes. El ofendido en este caso, según lo ha asentado la
Suprema Corte. no tiene ningún derecho para impugnar jurídicamente el
479 Apéndice al romo CXVIH, tesis 171. Tesis 31 de la Compilaciml y 41.8 M. Apéndíce 1975.
Segunda Sala. ldem, tesis 379 del Apéndice 1985.
479 bi~ Reforma publicada el 3 de febrero de 1983.
479 e hum.
479 d La expresión "Policía Judicial" se substituyó por la genérica "Policía", según reformo
publicada el3 de julio de 1996.
GARANrÍAS DE ~RIDAD JURíDICA 657
480 Sobre la cuestión mencionada. consúlrense nuestras obras ElJuicio de Amparo y Derecho
Constitucional Mexicano.
/
,
658 I.AS GARANTÍAS INDIVIDUALES
I
responsabilidad de éstos; hacer que los juicios se sigan con toda regularidad
para que la administración de justicia sea pronta y expedita; pedir la aplica-
ción de las penas e intervenir en todos los negocios que la ley determine".
La persecución de los delitos se manifiesta en dos periodos: a) el denomi-
nado de averiguaciones o investigaciones previas, que está integrado por diligen-
cias de comprobación de los elementos consignados en el artículo 16
constitucional para el libramiento judicial de la orden de aprehensión, dili-
gencias que se llevan a cabo exclusivamente ante el Ministerio Público en forma
secreta, o, en su defecto, ante las autoridades que tengan facultades legales de
Policía Judicial, y b) aquél en que el Ministerio Público figura como parte en
el procedimiento judicial tendiente a la determinación de la pena correspon-
diente, procedimiento que se inicia con el ejercicio de la acción penal ante el
juez competente.
Tanto las diligencias de investigación como el ejercicio de la acción penal
y la facultad acusatoria, como ya dijimos, son propias y exclusivas del Ministe-
rio Público, de tal manera que los jueces que conocen de un proceso penal,
en la generalidad de los casos no pueden oficiosamente allegarse elementos
de prueba de un delito o de la responsabilidad del acusado, ni iniciar el juicio
sin el previo ejercicio de la mencionada acción, ni continuar el procedimiento
si ha habido desistimiento de ésta por parte de su titular constitucional o con-
clusiones de no acusación.
La jurisprudencia de la Suprema Corte ha sido sustentada en este sentido en varias
tesis que expresan: "Corresponde el ejercicio de la acción penal al Ministerio Público
y a la Policía, que debe estar bajo la autoridad y mando de aquél. U na de las más tras-
cendentales innovaciones hechas por la Constitución de 1917 a la organización judi-
cial, es la de que los jueces dejen de pertenecer a la Policía Judicial para que no tenga
el carácter de jueces y partes, encargados, como estaban antes de la vigencia de la
Constitución, de decidir sobre la responsabilidad penal y allegar, de oficio, elementos
para fundar el cargo." "El ejercicio de la acción penal corresponde al Ministerio Públi-
co; de manera que, cuando él no ejerce esa acción, o se desiste de ella, no hay base
para el procedimiento; y la sentencia que se dicte sin que tal acción se haya ejercitado
por el Ministerio Público, importa una violación de las garantías consagradas en el
artículo 21 constitucional"481 "La persecución de los delitos incumbe al Ministerio Pú-
blico y a la Policía Judicial, la cual quedará bajo la autoridad y mando de aquél; por
tanto, si el Ministerio Público no acusa, la resolución judicial que mande practicar
nuevas diligencias para el esclarecimiento de los hechos, importa una violación del ar-
tículo 21 constitucional."482 "El artículo 21 de la Constitución, al confiar la persecu-
ción de los delitos y el ejercicio de la acción penal al Ministerio Público, Jo hizo sin
trabas y sin distingos de ninguna especie; así, si el agente del Ministerio Público se de-
siste de la acción penal, violando la Ley Orgánica respectiva, esto será motivo para
que se le siga el correspondiente juicio de responsabilidad, mas no para anular su pe-
dimento, ni menos para que los tribunales se arroguen las atribuciones que son exclu-
sivas del Ministerio Público, y manden continuar el procedimiento, a pesar del
pedimento de no acusación, pues esto equivale al ejercicio
J
de la acción penal y a per-
seguir un delito violat.orio abiertamente el artículo 2l constitucional."483
481 Apéndice al tomo CXVlll, tesis 16 y 17. Tesis 5 y 6 de la Cmnpullcifm 1917·1965 y del Aphk
dice 1975, Primera Sala. ldem, tesis 5 Y 6 del Apéndice 1985. Tesis 6 del Apéndice 1995, Materia Penal;
482 Tomo XV, pág. 482.
483 Tomo XIX, pág. 1,038.
. DE \ SEGURlDAD JURlDICA
. GARANTIAS . 659
Las anteriores ide~s son las que sustentó el brillante ministro de la Suprema Corte,
desafortunadamente ya extinto, don Te6filo Olea y Leyva, quien afirmaba: "...si es propia
y exclusiva de la autoridad judicial la facultad de imponer penas, lo es asimismo exclu-
siva la de absolver o de no imponerlas. La recíproca, por tanto, es cierta y es válida.
"Por contraposición, encontramos: que si se le incumbe al Ministerio Público la
persecución de los delitos, de incumbe asimismo la facultad de no perseguirlos a su
arbitrio? Aquí la recíproca no es cierta; porque si así fuera, el dejar de perseguir en
cualquiera de sus aspectos de no ejercicio o abstención o abandono de la acción penal
en todas sus formas, invadiría no sólo la función decisoria del juez, sino también la le-
gislativa que ha dado los presupuestos y condiciones de proccdibilidad y de punibili-
dad que una vez satisfechos, requieren el ejercicio de la acción penal. Esa exigencia
punitiva de la ley y la pretensión punitiva del querellante, radican en el principio de
legalidad que exige que se persiga el delito cuando estén satisfechos Los presupuestos
y condiciones de punibilidad y procesabilidad que en nuestra Carga Magna se encuen-
tran fijados en los artículos 16 y 19.
"Se dirá acaso, que el principio de oportunidad siempre obliga al Ministerio Público
a definir discrecionalmente si en cada caso se han llenado los requisitos constitutivos
de la acción penal, y esto es verdad; pero esta discrecionalidad del Ministerio Público
ni es infalible ni menos puede ser arbitraria, y, por ende, necesita sólo de uncontrol
interno de orden jerárquico a que obliga el principio de unidad e individualidad del Mi-
nisterio Público, muy deleznable y caprichoso, sin otro control que en países más afor-
tunados que el nuestro, se ha instituido; un control externo de la acción penal o sea el de
un órgano distinto ante el que puedan recurrirse los actos del Ministerio Público que
no ejercita o bien abandona la persecución de los delitos una vez iniciado el proceso.
"Ya hemos visto ante que la hermenéutica más clara del artículo 21, la interpreta-
ción histórica legislativa del Constituyente, y la técnica jurídica procesal condenan de
consuno, un arbitrio sin límites del Ministerio Público, que se manifiesta en posibilidad
permanente de arbitrariedad. Hemos palpado la necesidad de que exista un órgano ex-
terno e independiente del Ministerio Público en relación a su propio ministerio, que
autorice, o bien juzgue, la responsabilidad de la institución por el no ejercicio o aban-
dono en todas sus formas de la acción penal; y también encontramos que existió ese
control externo, aunque mínimo, en el amparo de garantías, concedido a la víctima o a
su representante, la parte civil, para garantía de sus intereses, como natural interpre-
tación del artículo 21 que hizo en el artículo 26, la Ley Orgánica del Ministerio Públi-
co del Fuero Común del año de 1919."485
El pensamiento del maestro Olea y Leyva anteriormente transcrito posi-
blemente haya influido para que, par reforma publicada el 31 de diciembre de
1994, se estableciera que las resoluciones del Ministerio Público negándose a
ejercitar ÚL acci6n penal y desistiéndose de ésta, sean impugnadas por la vía juris-
diccional "en los términos que establezca la ley", De esta reforma puede infe-
rirse la procedencia de la acción de amparo en favor del ofendido por un
delito en contra de dichas resoluciones, ya que, por virtud de la derogación
tácita del artículo 10 de la ley que rige nuestra materia, la restricción que este
precepto contiene se ha vuelto inoperante. Esta circunstancia implica eviden-
temente la consecuencia de que la jurisprudencia de la Suprema Corte decla-
rativa de la improcedencia de la acción de amparo en favor del ofendido por
un delito, ha quedado sin operatividad. Estas breves y someras ideas nos con-
ducen a pensar que no hay necesidad de que se expida una ley específica que
consigne la vía jurisdiccional para impugnar las aludidas resoluciones del Mi-
n isterio Públicovaefecto..dequecontra ,.eJll.§".P.r.p,c.e.oarel iuicio den garan tías.,__ ~ __,
__, !Mediante Decreto de 4 de mayo de 2005, publicado en el Diario OficiaI
~e la Federación el 20 de junio del mismo año "Se adiciona un párrafo quinto al
9rtículo 21 de la Constitución Política de los Estados UnÍfÚJs Mexicanos, recorriéndos~
fn su orden l,0'i. actuales qUintO! s~xt'k..!l!!:E.P.asan a -'ersexto,'I..J1jJtllll{J,Jipra quelÚ¡n
como Sll!Ue ... L __ _._~__,._~_......... __
,~ ._~~ _.--. _ .,. . '__...,.--,
_ ,iPárrafo quinto: "El Fjecutivo Federal podrá, con la aprobación del Senado ~n
rada caso, reconocer la iurisdicd/m de la Corte Penal lnternacional":
__ .~_ ~Esta importante adición es una de las consecuencias de la
poTítica~ extc J
fiar de nuestro p~ís ejercida. en los últimos años, recono~~endo que los Estai
~os otorgan una importancra fundamental a la protección de los derechos
humanos y a la observancia de las normas del derecho internacional humani1
tario. En consonancia con una realidad inocultable que enfrenta la comunil
~ad int.ernacional, nos hace presenciar la comisión de graves delitos de lesa
humanidad, genocidio, guerra y agresión, atentatorios todos ellos de los dercl
~hos humanos, por lo que se establece la posibilidad de que el Presidente de
la República, con la aprobación del Senado, reconozca la jurisdicción de l~
~ort.e Penal Int.ernacional, creada a la sazón por el Estatuto de Roma, pul
f.iendo tal Tribunal ejercer su cQ!!!I:!e~encia rcspect9 a la .pre~unta comisióri
,(le los crímenes antes apuntadosfj ~ _'"~
JEn otro orden de ideas, la adición que comentamos de manera sucinta s~
trnltrac a establecer un simple principio genérico que sustente constitucional!
!nente la posibilidad de que México intervenga en tan importantes asuntos
penales internacionales a través de los órganos de gobierno que la propia adij
fión puntualiza, debiendo observarse que el mencionado principio no pued
fonsiderarse como una garantía individual, ya que no otorga I)in@n derecho 1
subjetivo público Que deba respetarse por el poder público! , "
Finalmeme, conviene referir el contenido de los dos últimos párrafos del
~rúculo 21 Constitucional que prevén, en su conjunto, la necesidad de estal
blecer un "sistema nacional de seguridad pública" que opere en consonancia:
ál principio federalista haciendo intervenir en él coordinadamente a la Fede1
~'ación, al Distrito Federal, a los estados y municipios, con el romántico deseo.
p'e que los cuerpos policíacos que deban hacerlo efectivo, actúen con ':l~g~
pad, eficiencia, profesionalismo V honradez" (sic)f ._,
~_lEvidentementeJ este texto constitucional se contrae a establecer una obli'i
gad6n a cargo de los distintos niveles de gobierno consistente en dar vida y;
operancia al "sistema" que prevé, a través de la Ley que en este sentido deb
~xpedirse, dejando de ser una garantía individual por las mismas razone
áducidas en los párrafos Erecedentes!
EL ARTÍCULO 22 CONSTITUCIONAL
En este precepto de nuestra Ley Fundamental se prevén dos garantías de
seguridad de las que vamos a tratar sucesivamente.
a) La primera de ellas está concebida en Ios siguientes términos: "Quedan
prohibidas las penas de mutilacum (cercenamiento de algún miembro del cuerpo
humano por la comisión de un delito) y de infamia (el deshonor, el despresti-
gio público), la marca, Ios azotes, los palos y el tormento de cualquier especie, la
GARANTÍAS DE SEGURIDAD jURíDlCA 663
multa excesiva (la sanción pecuniaria que está en desproporción con las posibi-
lidades económicas del rnultadoj.v la confiscación de bienes (la aplicación o ad-
judicación que de ellos hace a su favor el Estado por la comisión de un delito,
sin realizar ninguna contraprestación en beneficio del afectado) y cualesquiera
otras penas inusitadas y trascendentales. "487
Como se ve, esta disposición constitucional hace al principio una enumera-
ción de la clase de penas que están prohibidas, extendiendo posteriormente
dicha prohibición a cualquiera sanción penal inusitada y trascendental.
Ahora bien, iqué es una pena inusitada? Atendiendo a la acepción gramati-
cal del adjetivo, una sanción penal de esta índole es aquélla que está en desu-
so, que no se acostumbra aplicar, que no es impuesta normalmente, Sin
embargo, jurídicamente por pena inusitada no se entiende aquélla cuya im-
posición o aplicación están fuera de uso, sino que se traduce en aquella san-
ción que no está consagrada por la ley para un hecho delictivo determinado. En otras
palabras, una pena es inusitada desde el punto de vista del artículo 22 consti-
tucional, cuando su imposición no obedece a la aplicación de una norma que
la contenga, sino al arbitrio de la autoridad que realiza el acto impositivo.
Consiguientemente, la prohibición constitucional que versa sobre las penas
inusitadas confirma el principio de nulla poena sine lege consagrado en el ar-
tículo 14 de nuestra Ley Suprema.
Una pena es trascendental cuando no sólo comprende o afecta al autor del
hecho delictivo por ella sancionado, sino que su efecto sancionador se extiende
a los familiares del delincuente que no participaron en la comisión del delito.
En otros térrninos, la trascendencia de la pena se revela en la circunstancia de
que ésta impone directa o indirectamente también a personas inocente, uni-
das comúnmente por relaciones de parentesco con el autor de un delito. La
imposición trascendental de una pena pugna, pues, con el principio de la per-
sonalidad de la sancum penal, que consiste en que ésta sólo debe aplicarse al au-
tor, cómplices y, en general, a los sujetos que de diversos modos y en
diferente grado de participación hayan ejecutado un acto delictivo.w
La prohibición constitucional que se refiere a las penas mencionadas en
el artículo 22 de la Ley Suprema adolece de una excepción consagrada en el
486 La Suprema Corte, al través de su Sala Auxiliar, ha considerado que para determinar
cuándo una multa impuesta por autoridades administrativas es excesiva, se debe tomar en cuenta
la gravedad de la infracción que la motive, los perjuicios ocasionados a la colectividad, la
reincidencia en la comisión del hecho infractor y la capacidad económica de la persona multada.
(Informe de 1970, pág. 105.)
487 Varias de las penas abolidas tamo por la Constitución actualcorno por la de 57, eran
objeto de consagración .en la mayoría de las legislaciones antiguas, entre ellas la de las Partidas.
Así, tratándose de la pederastia. sus autores "debían ser castrados y entregados al obispo para que los
pusiera en cárceles separadas en donde hicieran penitencia, aplicándose sus bienes a sus
legítimos hijos. si aquéllos eran casados. y pudiendo casarse sus mujeres con quienes quisiesen (leyes 5 y
6, titulo V, Libro JII del FuerolUIgo). La ley 2, título IX, Libro IV del Fuero Real mandó que la
castradura fuese pública: que al tercer día de ella fuesen los culpables colgados de las piernas,
hasta que muriesen, y que nunca se les quitara del patíbulo" (citas contenidas en la importante
obra Código de la Reforma, tomo 11, tercera parte, pág. 20, cuyo autor es el distinguido
jurisconsulto ya desaparecido don Blan José Gutierrez, quien fue profesor de la Escuela Nacional
de Jurisprudencia).
488 En la historia se han dado casos legales muy frecuentes de penas trascendentales,
principalmente por lo que concierne a la confiscación de bienes, cuya aplicación dejaba en la
miseria a los parientes del autor de un delito.
664 lAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
independientemente de que hubieran sido transferidos a terceros, salvo que éstos acrediten
que son poseedores o adquirentes de buena fe."
490 Este deliro, que tantas polémicas y protestas provocó. fue suprimido por reforma de ju-
lio de 1970 a dicho ordenamiento.
666 LAS GARANTíAS lNDlVlDUALES
del propio ordenamiento; y los delitos graves del orden militar previstos en el
EL ARTÍCULO 23 CONSTITUCIONAL
a) La primera garantía de seguridad jurídica contenida en dicho precepto
está concebida en los siguientes términos: Ningún juicio criminal deberá tener
más de tres instancias. ¿Qué se entiende por instancia? Esta se revela como un
procedimiento, o sea, como un conjunto de actos procesales. que se inicia en
el momento en que la acción se ejercita y que concluye cuando el órgano ju-
risdiccional pronuncia la resolución que decide la cuestión planeada en la litis
por el actor y el demandad. La sentencia que establece dicha decisión, es
pues, el acto culminatorio de una instancia procesal. Pues bien. cuando dicha
resolución jurisdiccional es impugnable mediante algún recurso ordinario,
que generalmente es la apelación, se abre un nuevo procedimiento. una nue-
va instancia, que comienza con el acto de interposición de! medio procesal de
impugnación y termina con la decisión que emite el órgano ante el cual éste
se interpone, confirmando. modificando o revocando la sentencia atacada.
Para que pueda hablarse de una segunda o tercera instancia (que surge en
caso de que la resolución confirmatoria, modificativa o revocatoria de la deci-
sión de primera instancia sea a su vez impugnable mediante algún recurso or-
dinario). es necesario observar si en el procedimiento que se desarrolla a
consecuencia de la interposición del recurso. se conservan los elementos y ob-
491 Únicamente nos concretamos a hacer alusión de dichos delitos castigables con larena
de muerte, ya que su estudio corresponde a otra disciplina jurídica, cual es el Derecho Pena. Sin
embargo no podemos dejar de formular la observación de que la ejecución de la pena de muerte,
como sanción autorizada jurídicamente por el Estado, se ha llevado a cabo en la historia de dis-
tintos países del orbe por medios diferentes de crueldad. Así, en el Derecho hebreo se previó la
lapidación, y la incineración en vivo; entre los griegos se acostumbraba la horca, la extnmgulacíón, la
decapuacíón y el ve1Umo (cicuta): en Roma prevaleció la ejecución al través del jus giadium, sin des-
cartarse el despeñamiento (recuérdese al respecto la famosa roca Tarpeya), así como la cnu:ifixión
misma que se aplicó a Cristo; en el Derecho Germánico antiguo se acostumbraba el ahorcamiento
y el ahogamiento. así como también la muerte por azotes o palos; los mayas solían acudir al apíasa-
mienta de la cabeza mediante piedras pesadas. Serta prolijo hacer referencia a diferentes regímenes
socio-jurídicos históricamente dados para señalar simplemente los medios ejecutivos de la pcna
de muerte hasta llegar al fusilamiento. que es el menos cruel, sin descartar la asfixia por gases leta-
les o por elearocutacíón quc se emplean en diversos estados de la Unión Norteamericana. La
GARANTÍAS DE SEGURlDAD JURíDICA 667
jetivos esenciales del primer o segundo proceso en sus respectivos casos, prin-
cipalmente en lo que respecta a los términos de la litis contestatio. En efecto,
cuando se interpone el recurso ordinario en contra de la sentencia que pone
fin al primer procedimiento (primera instancia), la secuela procesal que surge
como consecuencia de la interposición de aquél, tiene como objetivo revisar
la resolución impugnada mediante la solución del debate o litis planteada ini-
cial u originalmente, por lo que los sujetos procesales, con excepción del ór-
gano jurisdiccional, son los mismos (actor y demandado). La segunda o
tercera instancia, en sus correspondientes casos, no sonjuicios nuevos, distintos
del procedimiento primero o primera instancia, sino estadios de un solo pro·
ceso, el cual conserva en éstos sus elementos subjetivos (actor y demandado) y
teleológicos esenciales (solución del debate o litis planteados originalmente).
En síntesis, para saber si un determinado procedimiento que se desarrolle
como consecuencia de la interposición de un recurso contra una sentencia.
tiene el carácter de segunda instancia, hay que atender a los elementos sub-
jetivos y teleológicos procesales, que son los mismos en cualquiera de las
instancias o estadios de un solo juicio. Por ende, cuando la interposición de
un recurso (lato sensu) da origen a un procedimiento que no tenga los mismos
elementos subjetivos y objetivos de la instancia en que se dictó la resolución
impugnada, entonces aquél no tiene el carácter de segunda instancia, sino de
un juicio nuevo, distinto y autónomo, como sucede con eljuicio de amparo.f"
Al disponer el artículo 23 constitucional que "ningún juicio criminal de-
berá tener más de tres instancias", establece la imposibilidad de que la resolu-
ción recaída en el procedimiento desarrollado por la interposición del
recurso ordinario contra la sentencia de segunda instancia, sea a su vez ataca-
ble por un medio ordinario creador de un nuevo estadio del juicio. En otras
palabras, el artículo 23 de la Ley Suprema impide un cuarto estadio o instan-
cia en un juicio penal, o sea, que la resolución de tercera instancia recaída en
ésta, sea a su vez revisable por otro procedimiento ulterior dotado de los mis-
mos elementos subjetivos y objetivos que los anteriores.
La terminante prohibición constitucional de que tratamos implica una
restricción insuperable para los poderes legislativos de la Federación y de los
Estados, al vedarles la expedición de leyes procesales penales en que se insti-
tuya una "cuarta instancia". Ello obedeció al desiderátum de no prolongar in-
definidamente un juicio penal mediante la creación legal de múltiples
instancias, en las que quedada siempre subjudice la inocencia o culpabilidad
de un acusado, difiriendo inhumanitariamentc el pronunciamiento definitivo
sobre su condena o absolución.
En la actualidad. sin embargo. propia..mente no hay tercera instancia, tanto
en los juicios civiles como en los penales. Estos concluyen por sentencia ejecu-
toria (es decir, sin que ésta sea ya impugnable por recurso ordinario alguno
que es el que crea la nueva instancia) recaída en el procedimiento de segunda
instancia, cuando a favor de las partes existe el medio común de impugna-
ción respectivo (apelación) y si se ha hecho valer. Bien es verdad que la sen-
tencia ejecutoria de segunda instancia que confirma, revoca o modifica la
resolución dictada en el procedimiento de primera, es a su vez atacable por la
492 Respecto de la cuestión de si nuestro juicio de garantías es un recurso strícto sen.~u. o no,
y si da origen a una tercera instancia o es juicio autónomo. véase nuestra obra Eljuiáo de Amparo.
668 LAS GARANTÍAS INDrVIDUALES
acción de amparo, mas ésta no da origen a un nuevo estadio del juez de que
se trate, sino a otro completamente distinto y autónomo por constar de dife-
rentes elementos subjetivos y objetivos. aun en el caso de que tienda a esta-
blecer un control de legalidad, como sucede en la mayoría de las veces. Antes
de la reforma sufrida por el artículo 104 constitucional (que se operó en ene-
ro de 1934), el cual en su fracción 1 consignaba el recurso de súplica, y con
anterioridad a la supresión de los recursos de casación, las sentencias recaídas
en segunda instancia eran respectivamente "suplicables" o "casables" (permi-
tiéndose la expresión). circunstancia que originaba terceras instancias en los
términos en que las hemos concebido (identidad de elementos subjetivos
-con exclusión del órgano jurisdiccional- y objetivos procesales).
b) La segunda garantía de seguridad jurídica que encontramos en el ar-
tículo 23 constitucional está concebida de la siguiente manera: Nadie puede ser
juzgado dos veces por el mismo delito, ya sea que en eljuicio se le absuelva o se le con-
dene (principio de non bis in idem). ¿En qué casos opera esta garantía indivi-
dual? Para solucionar esta cuestión hay que determinar previamente lo que se
entiende por "ser juzgado" o "haber sido juzgado". A este respecto, la juris-
prudencia de la Suprema Corte ha establecido que "por juzgado se entiende a
un individuo que haya sido condenado o absuelto por una sentencia firme e
irrevocable. o sea, contra la que no procede legalmente ningún recurso, contra
la que sea ejecutoria legal o dedaratioamente; por tanto, si no existe aún senten-
cia en los términos apuntados, no hay obstáculo para que en contra del indi-
viduo se inicie nuevo proceso, no violándose el artículo 23 constitucional que
manda que nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito".'" En
conclusión, sólo cuando se haya pronunciado en un juicio penal una senten-
cia ejecutoriada en los términos establecidos por los ordenamientos penales
procesales, o una resolución que tenga su misma eficacia jurídica (auto de so-
breseimiento de la causa), no puede ser nuevamente enjuiciado por el delito
que haya motivado el acto jurisdiccional ejecutorio definitivo.
La imposibilidad de un nuevo enjuiciamiento contra una misma persona
y por el mismo delito no surge cuando el tribunal que haya dictado la ejecu-
toria respectiva hubiese sido incompetente por razón del fuero de que se tra-
te .. En otras palabras, si dicha ejecutoria emana de un órgano judicial local y
el proceso en que haya recaído debió haberse substanciado ante algún tribu-
nal federal, éste puede abocarse al conocimiento del mismo proceso, sin que
sea obstáculo la garantía constitucional que comentamos.
En este semido se ha sustentado el criterio de la Suprema Corte que consta t:n las
ejecutorias cuya parte conducente transcribimos. "Si una autoridad local conoce de un
delito federal y pronuncia resolución. no por ello debe considerarse que un tribunal
federal está imposibilitado parajuzgar a la persona a quien se imputa el hecho delictivo
correspondiente, porque entonces no existe cosa juzgada para la jurisdicción federal.
ni menos un derecho individual público derivado de ella en favor de un procesado.
toda vez que el derecho local, así como los actos de las autoridades de las Entidades
Federativas apoyados en éste. no pueden impedir. en ningún caso, que los Poderes de
la Unión ejerzan sus atribuciones constitucionales. y además. porque tampoco puede
existir cuando la resolución dictada está viciada de invalidez O nulidad por haber ema-
493 Tomo XXVIII, pág. 4,039; tomo XXXII, pág. 1,397; tomo XLIV. pág. 4,039 Y tomo
XXVIII, pág. 504.
GARAt"ITfAS DE SEGURIDAD JURíDICA 669
493bi~A"í lo ha sostenido el criterio de la Suprema Corte. Cfr. S.J.F. Quinta Época. Tomo
XXXII, pág. 2081; YTomo CXVIII, pág. 305.
670 lAS GARANTíAS INDIVIDUALES
494 Los Derechos del Hombre, pág. 2.14. A su vez, el constítucionalista don José Ma. del Castillo
Velasco afirma que "Absolver de la instancia, como se verificaba antiguamente, y no absolver del
cargo, era dejar expuesto al acusado a ser juzgado de nuevo y tantas y cuantas veces el juez
estimara que se ofrecían nuevos datos para el esclarecimiento de la verdad. Situación tan
molesta y peligrosa era todavía más penosa que una verdadera pena determinada, porque ésta
tiene un término fijo y la absolución de la instancia dejaba al acusado durante toda su vida con
la calidad de procesado y con la restricción de la libertad otorgada bajo la fianza u otra
caución análoga". (Reuísta dejurisprudencía y Legislación. Volumen correspondiente a los meses de
enero a junio de 1894, pág. 15.)
495 El precepto que comentamos corresponde al artículo 24 de la Constuucíón de 57, cuyo
texto es puntualmente coincidente con el artículo 23 constitucional vigente. En la Constitución
española de 1812 'Se prohibió toda instancia ulterior a la tercera, pero en negocios civiles (arlo
285), habiéndose dispuesto, en relación con los penales, que: "Las leyes arreglarán la administra-
ción de justicia en lo criminal, de manera que el proceso sea íormado con brevedad y sin vicios, a
fin de que los delitos sean pmltuabnente castigados" (art. 286). La Constitución centralista de 1836 es-
rablecla en el artículo 34 de su Quinta Ley, que en ningún juicio criminal ni civil podía haber
más de tres instancias. disposición que se reiteró en el artículo 183 de las Bases Orgánicas de 1843.
CAPÍTULO OCTAVO
EL DERECHO A LA INFORMACION
I.-COl\'SIDERACIDNES PREVIAS
uso del derecho a la información exige que ésta "sea siempre objetivamente
verdadera y, salvada la justicia y la caridad, íntegra; en cuanto al modo, ha de
ser, además, honesta y conveniente; es decir, que respete las leyes morales
del hombre' sus legítimos derechos v dignidad, tanto en la obtención de la
noticia como en su divulgación, pues no toda la ciencia aprovecha, pero la ca-
ridad es constructiva", añadiendo que "A las autoridades civiles corresponde
defender y tutelar una verdadera y justa libertad que la sociedad moderna
necesita enteramente para su derecho, sobre todo en lo que atañe a la prensa ...
la misma autoridad pública que legítimamente se ocupa de la salud de los
ciudadanos, está obligada a procurar, justa y celosamente, mediante la opor-
tuna promulgación y diligente ejecución de las leyes, que no se haga daño a
las costumbres y al progreso de la sociedad por un mal uso de estos medios de
comunicación".
498 Una Idea del Derecho a la Información. Edición 1974, Madrid. Págs. 35 y 36.
499 Op. cit. Pág. 47.
676 . LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
Ml3 Decía Protágoras "El hombre es la medida de todas las cosas", antecediendo
así al filósofo de Koenisberg, Emonuel Kant, pum quien la realidad en sí (noúmeno) es
incognocible, siendo sólo susceptible de conocerse al través de la percepción (fenómeno),
del sujeto cognoscente condicionada a las categorías apriorisrícas del intelecto.
EL DERECHO A LA INFORMACIÓN 679
cI derecho a la información tiene como titular colectivo a la' comunidad y
como titular particularizado al sujeto individual que la recibe, siendo a cargo
del órgano que la proporciona la obligación correlativa, Haciendo abstrac-
ción de las informaciones particulares, que por lo general son intrascendentes,
la información colectiva se canaliza al través de 10 que se llama medios ma-
sivos de comunicación, como son la prensa, el cinc, la radio y la televisión.
La prensa, como se sabe está tutelada en México por la libertad de im-
prenta que garantiza sustantivamente el articulo 7 constitucional y que en
otra ocasión analizamos ;~O-l y por lo que concierne a los otros tres medios
comunicativos por la libertad de expresión de las ideas proclamada en el
articulo s de nuestra Ley Suprema que también hemos estudiado en esta
misma obra."?"
Ahora bien, aunque la prensa y, los otros tres medios de comunicación
masiva están protegidos por los preceptos constitucionales señalados, la libertad
de imprenta que sustenta a la primera no es susceptible de ser reglamentada
por modo absoluto, pues cualquier ley que al efecto se expidiese la coartaría
a pretexto de normar la, limitaciones que el mismo artículo 7 establece,
como son las que atañen al respecto a la vida privada, a la moral y a la paz
pública, conceptos éstos que son sumamente difíciles de definir, por lo que sólo
en cada caso concreto se pueden aplicar por las autoridades administrativas y
judiciales del Estado, cuyas decisiones son revisables al través del juicio de am-
paro. En cambio, la libertad de expresión de las ideas por conducto del cine,
la radio y la televisión sí es legislable por cI Congreso de la Unión mediante la
expedición de los respectivos ordenamientos ordinarios como son las leyes
federales correspondientes, c1al;oradas por el citado órgano estatal en ejercicio
de las facultades expresas que le confieren las fracciones X y XVII del ar-
tículo '73 constitucional.?" Por consiguiente, can base en las reformas y adi-
ciones que a tales ordenamientos se introduzcan, el Congreso Federal sí puede
reglamentar el derecho a la información que se prevé en el artículo 6 cons-
titucional para que se preserve el interés social, económico y cultural del
pueblo mexicano frente a posihles abusos de las empresas que manejan los me-
dios masivos de comunicación distintos de la prensa.
sófico, de simple diversión, etc ... y sólo cuando esos altos fines puedan resultar
afectados, es cuando se podrían limitar, razonando esto cuidadosamente, lor
canales utilizables. Lo que las autoridades deben combatir es el monopolio
monocromático de esos medios masivos de comunicación. Y la única razón
para prohibir el uso de nuevos canales, o para cancelar las concesiones y permi-
sas de canales en uso, será el evitar que se forme un monopolio que coarte la
libertad de expresión, o impedir que los canales utilizables queden en manos
de personas poco serias, que pudieran atacar indebidamente la moral o atacar
indebidamente la vida privada de las personas, cuando esas personas no sean
públicas y cuando los ataques no tengan justificación constitucional. Entender
de otra forma la intención de la ley en el otorgamiento de concesiones y per-
mises, sería darle un contenido contrario a las disposiciones del artículo 6
constitucional. Por otra parte, cuando Se va a otorgar una concesión, la Secre-
taría de Comunicacicnes y Transportes debe hacer los estudios pertinentes, que
deben referirse a los requisitos legales a satisfacer, a la seriedad de la instala-
ción y de su programación y funcionamiento, y sobre todo, a que na se cons-
tituyan monopolios monocromáticos de tan importantes medios masivos de
difusión, pues aún las estaciones comerciales difunden una ideología ciertamente.
de manera directa e indirecta, al través del contenido de sus programas y anun-
cios. Y ese estudio que formulen las autoridades debe darse a conocer íntegra-
mente a las personas e instituciones que pudieran resultar afectadas, para que
estén en oportunidad real de presentar sus objeciones, en términos del articu-
lo 19 de la Ley Federal de Radio y Televisión, en relación con el artículo 14
constitucional: se violaría la garantía de audiencia de esos posibles afectados
si tuviesen que formular sus objeciones a ciegas, sin conocer en su plenitud todos
los elementos del estudio hecho por las autoridades, Por último, sobre esas
objeciones las autoridades deben resolver en forma fundada y motivada, pues el
artículo 16 constitucional exige que se funden y motiven las resoluciones que
puedan causar alguna molestia a los gobernados, en sus derechos. O sea que aun-
que las autoridades deban resolver a su libre juicio, esto no quiere decir que
puedan resolver caprichosamente y derogando la garantía constitucional de
fundamentación y motivación, ni que su juicio quede exento del control consti-
tucional del "juez de amparo, en términos del artículo 103, fracción 1 de la
Constitución Federal. Y si las autoridades no formulan los estudios pertinentes,
o no los dan a conocer a los interesados, habrá que mandar reponer el procedi-
miento administrativo. Y si no fundan y motivan su resolución, incluyendo el
rechazo de las objeciones, de manera que se trate de una violación formal
(omisión absoluta de motivación o de fundamentación en ese aspecto), se deberá
mandar reponer la resolución reclamada." 507
liM Informe de 1978, págs. 95 a 98, Sección "Tribunales Colegiados". Tesis del Pri-
mer Tribunal" Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito.
682 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
aro Cfr. nuestra obra Derecho Constitucional Mexicano, Cap. séptimo, IV.
686 LAS GARANlÍAS INDIVIDUALES
preferencia a las leyes relativas a garanúas individuales y arúculos 30, 32, 33,
35, 36, 38, 107 Y parte final del artículo III de esta Constitución"; mas tam-
bién es cierto que esta atribución sólo la tuvo durante una época, a raíz de
que nuestra Carta Fundamental actual entró en vigor, o sea, el 1°. de mayo
de 1917, es decir, únicamente durante el período ordinario de sesiones que
transcurrió entre el 1°. de septiembre y el 31 de diciembre del citado año,
según lo indica el invocado arúculo transitorio. Por consiguiente, después de
ese período, el mencionado organismo legislativo dejó de tener la consabida
facultad reglamentaria.
No obstante lo que se acaba de sostener, la reglamentación de dichas ga-
rantías sólo puede formularla el Congreso de la Unión, como legislatura fe-
deral, si el ámbito de incidencia de las mismas está constituido por alguna
materia sobre la cual el mencionado Congreso tenga facultad legislativa ex-
presa o implícita. Este criterio se ha sustentado, incluso por la Suprema Cor-
te al aseverar que la facultad de reglamentar las garantías individuales "está
subordinada a la naturaleza de la materia sobre la cual versen, según lo pre-
viene el artículo 124 de la misma Constitución y, por tanto, la reglamenta-
ción de dichas garantías corresponderá al Congreso Federal, cuando se trate
de materias que atañen a la jurisdicción federal y a las legislaturas locales en
caso contrario"..511
511 Semanario Judicial de la Federación. Quinta Época, Tomo XL, pág. 3327.
EL DERECHO A LA INFORMACiÓN 687
512 Cfr. Capítulo sexto, 111, letra "C" de esta obra. Los diputados del Partido Acción Na-
cional, a propósito del Derecho a la Información, presentan una iniciativa de "Ley hckral M Co-
municación Social" como reglamentaria de los artículos 8 y 7 constitucionales, ante la Cámara de
Diputados. Su texto se publicó en el diario "Excélsior" con fecha primero de octubre de 1998.
512 !lis Con motivo de este importante caso publicamos un opúsculo a fines del año de 1983
intitulado "La Deuda Pública Externa. el Derecho a la InfOTmLJCÜ:rn y la Suprema Corte", en el que se
contiene la transcripción de las diversas actuaciones habidas en el expresado juicio de amparo
que se registró en primera instancia bajo el número 390/83 en el Juzgado Quinto de Distrito en
Materia Administrativa en el Distrito Federal, correspondiéndole al toca de revisión el número
10556/83.
512c Los ministros de dicha Sala que votaron la correspondiente ejecutoria fueron: Atanasia
GanuÍkz Martínez, Carlos tÚl Río Rodrfgtu~ ManlUl Gutihnz de Velasco y Carlos tU Silva y Nava.
688 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
las obligaciones financieras constitutivas de la deuda pública que asuman las entidades
(del sector público) J en el que anotarán el monto, características y destino de Jos recur-
sos captados en su forma particular y global", así como a "publicar en forma periódica
los datos de la deuda pública, consignando todos aquéllos que resulten significativos para
su mejor comprensión".
/.
i
EL DERECHO A LA INFORMACIÓN 689
VI. CONCLUSIONFS
dente que de tal confusión surgía un error, al pretender las teorías liberales
que, mediante la injerencia del Estado en cualquier aspecto de la actividad
individual, se menoscabaría enormemente el postulado de la libertad del hom-
bre, pues el hecho de que el gobierno interviniera como regulador de las
relaciones entre empresarios y trabajadores, en nada podría significar una vio-
lación a dicha libertad. Estas ideas trajeron como consecuencia, pues, una
completa falta de protección y abandono de los trabajadores, quienes, bajo
un régimen de libertad aparente, se veían en la mayoría de las veces a mer-
ced del patrón.
En una confusión y error análogos incurrió Vallarta en el Constituyente
de 57 al sostener que un plausible intervencionismo de Estado en la activi-
dad de los particulares significaría un ataque a las libertades individuales,
propugnando que el remedio de los males de que adolecía la clase trabajadora
fuera precisamente una completa abstención de parte del Estado en tener
o tomar injerencia en la vida privada.
Hemos dicho anteriormente que las condiciones en que se encontraban
los trabajadores en la época en que predominaban las teorías liberales en
Francia, se revelaban en tres ordenamientos legales, uno de los cuales era el
Código Penal Francés.
En efecto, este ordenamiento prevenía una severa sanción a los individuos
que se constituían en asociación profesional; condenaba acremente las huelgas
y los paros Y todo aquel acto que significara un ataque a la libertad de tra-
bajo, tipos de delitos que pasaron a nuestro Código Penal de 1871 bajo el
rubro de "ataques a las garantias individuales". Así, pues, tanto la Ley Cha-
pelier corno. el Código Penal Francés, hicieron imposible todo intento de
asociación de trabajadores. Triunfó, pues, a raíz de la Revolución francesa,
el individualismo, y como consecuencia de este acontecimiento, los trabaja-
dores se vieron aislados frente al poderío económico del patrón, que los obli-
gaba a prestar sus servicios mediante una retribución ínfima; las relaciones
de obrero a empresario estaban reguladas por un contrato individual de tra-
bajo formado sobre la base de una libre contratación.
Este principio de la libertad en la confección de los contratos individuales
de trabajo encontró su cristalización en el Código Civil Francés, inspirado en
ideas fuertemente individualistas. No obstante que el postulado de la libertad
de las partes para la celebración de todo acto jurídico constituyó la base de
dicha legislación, se fue violando paulatinamente dicho principio en benefi-
cio no del trabajador, como hubiera sido lo equitativo y justo, sino en pro-
vecho del empresario.
En el Código Civil la prestación de un trabajo se consideraba como un
arrendamiento bajo la idea romana. Este arrendamiento presentaba tres for-
mas en que se podía celebrar el contrato de trabajo: arrendamiento de
servicios (trabajo de domésticos y obreros libres), el contrato de transporte
y el contrato de empresa, que era el antiguo contrato de obras del Derecho
696 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
cido el término del contrato, en el caso de que éste se hubiera convenido fijo,
sólo estaba obligado a pagar al obrero el salario correspondiente el tiempo que
necesitaba para. encontrar nueva ocupación. Respecto de la materia procesal,
no había una justicia que se ímpartiera exprofesamente para los conflictos
nacidos de la relación de trabajo, pues aquélla era la civil, con sus consi-
guientes desventajas para el trabajador, es decir, la lentitud del procedimiento,
lo costoso de los gastos de la causa, etc.
Las consecuencias que se derivan de todo lo que hemos expuesto se pueden
resumir así: los principios del régimen individualista que imperó en Francia
en el siglo pasado fueron los de libertad e igualdad para todos. La relación de
trabajo durante este régimen resultaba de un libre acuerdo entre las partes
interesadas. La economía liberal, en consecuencia, impidió toda injerencia
del Estado en la vida de los particulares. El contrato de trabajo fue la ex-
presión de la intención y voluntad exteriorizada de las partes.
Ahora bien, las garantías sociales en materia de trabajo surgen en virtud
de dos circunstancias, que son: la profunda división que mediaba entre las
dos clases sociales, patrones y obreros, y la deplorable situación en que éstos se
encontraban frente a la burguesía. En Inglaterra, las diversas doctrinas eco-
nómicas, como el mercantilismo, la fisiocracia y el liberalismo, rompieron con
el antiguo sistema de las corporaciones. Efectivamente, el mercantilismo, carac-
terizado por una tendencia a acumular la mayor cantidad de oro y plata po-
síble y aumentar la producción con el objeto de que la exportación fuese
mayor que la importación, encuentra que la productividad del Estado, para
lograr dichos objetivos, debía romper los estrechos moldes de la economía
cerrada de las corporaciones. Por su parte, la fisiocracia, partidaria de las
leyes económicas naturales a consecuencia de la primacía que otorgaba a la
tierra como elemento de producción, pugnaba por una libertad absoluta
de trabajo, pretendiendo la desaparición de las corporaciones que coartaban
dicha libertad. Por último, la economía liberal, como su denominación lo
indica, tuvo como afán hacer ímperar el postulado de la libertad absoluta
del hombre en su actividad económica, excluyendo, por ende, todo interven-
cionismo del Estado.
Años después de la ímplantación del individualismo como régimen eco-
nómico y juridico, los politicos franceses se dieron cuenta de que los postu-
lados inmaculados de libertad e igualdad resultaban en la realidad puras
paradojas, pues la sociedad presentaba una desigualdad cada vez más marca-
da entre sus diversos componentes. Rousseau llegaba a la conclusión de que
dicha desigualdad social provenía precisamente de la propiedad privada, y
como consecuencia de esta idea, pugnaba por el establecimiento de una orga-
nización nueva. Sin embargo, la Convención desestimó estas ideas de Rous-
seau, creyendo que con el simple hecho de implantar los principios de igualdad
y de libertad se lograría una sociedad justa y equitativa. Por otra parte, ya
698 LAS GARANTÍAS INDIVIDUALES
sabemos que las principales teorias que sirvieron de pauta a los revolucionarios
franceses no sólo no se realizaron, sino que, por el contrario, originaron una
enorme desigualdad entre las distintas clases sociales.
En un régimen de liberalismo, pues, el único libre es el patrón, quien dis-
pone de todos los medios y de todo el poderío que le confiere su privilegiada
situación económica para no verse coaccionado por aquellas necesidades que
coartan la libertad del obrero. Es falso, pues, que el contrato de trabajo,
tal como lo había concebido el liberalismo, sea un producto de la libre con-
tratación entre el empresario y el trabajador, pues en realidad esa libertad
sólo se encuentra del lado de una de las partes, como ya se dijo. Por lo demás,
no existía seguridad ni garantía alguna para el trabajador, pues el empresario
podía despedir en todo momento al obrero, si se trataba de un contrato de
trabajo por tiempo indefinido. Es verdad que los principales tribunales esta-
blecieron que ese despido fuese anunciado con ocho días de anticipación, pero
esta limitación a favor del trabajador podía fácilmente excluirse o eliminarse
con una simple cláusula contractual. Así, pues, los obreros estaban expuestos
a toda clase de arbitrariedades por parte del empresario y colocados en una
situación de desigualdad, condiciones todas que engendraban una verdadera
división social.
Este estado de desigualdad en que se encontraba el trabajador en el régi-
men liberal se va acentuando cuando la fábrica, la industria en grande,
absorbe a la pequeña, que paulatinamente va desapareciendo. Los poten-
tados industriales adquieren poderío merced a su riqueza; el obrero, en cam-
bio, se vuelve más miserable y pobre. Entre empresarios y obreros no existía
más relación que la de trabajo, a diferencia de lo que acontecía en las corpo-
raciones de la Edad Media, en las que había una especie de comunidad de
vida entre el maestro y el compañero.
Por otra parte, los salarios eran exiguos; la jornada de trabajo larga para
mujeres y niños, quienes vendían más barata su energia de trabajo que los
hombres. En atención a esta circunstancia, los empresarios se dan cuenta
que les es más costeable contratar mujeres y niños, empezándolos a colocar
en las fábricas con el consiguiente desplazamiento de los hombres. 'Éstos, a su
vez merced a la competencia que realizan las mujeres y 10s niños, se ven obli-
gados a reducir el monto de sus salarios,
La precaria situación de la clase trabajadora en Francia y en Inglaterra
fue la causa de varias revoluciones, como la de 1848, las cuales culminaron
con la creación de normas protectoras para los trabajadores frente al capital
y que no nos incumbe tratar por pertenecer su estudio a la historia del De-
recho del Trabajo. Dichas normas tutelares se establecieron por Bismarck
en Alemania como una concesión graciosa del Estado a favor de la clase
trabajadora, siendo en dicho país donde claramente se vislumbró el régiroen
de intervencionismo de Estado, que parece ser tiene su fundamento en la
LAS GARANTÍAS SOCIALES 699
170 En efecto, Hegel consideraba al Estado como Ia situación suprema de! hombre y
de la familia. La sociedad, decía, está integrada por tres grupos: la clase desposeída o tra-
bajadora, la clase capitalista o burguesa, y el gobierno, que debía ser el regulador de las
relaciones entre Jos dos grupos anteriores. Blsmarck, inspirado en Ias tesis hegelianas, esti-
mó que el gobierno debía tener injerencia en las actividades privadas. regulando las rela-
ciones entre trabajadores y empresarios.
700 LAS GARANTíAS INDIVIDUALES
ilustre varón de Cuatro Ciénegas para elaborar un estudio sobre las con-
diciones sociales que deberían implantarse y regularse jurídicamente a efec-
to de garantizar al trabajador en la prestación de sus servicios frente al
patrón. Dicho estudio, que fue la base de la legislación social en materia de
trabajo, recogió las experiencias que sus autores obtuvieron de la observa-
ción de los regimenes que imperaban en los Estados Unidos, Inglaterra y
Bélgica, para adaptar los datos recabados a las necesidades de México y sus
problemas en lo tocante a las relaciones obrero-patronales.
Las someras consideraciones que anteceden no involucran la más ligera
intención de tratar acerca de la gestación del importantísimo precepto cons-
titucional antes señalado, pues este tema excedería los límites del presente
libro. La reseña que acabamos de formular nos autoriza a afirmar que en
nuestro país y siguiendo el pensamiento de don Venustiano Carranza, esbo-
zado en el Proyecto de Reformas Constitucionales que sometió al Congreso
de Querétaro, las garantías sociales en materia de trabajo se implantaron
en la Constitución de 17 por impulso legislativo al calor de los debates en
torno a un precepto que se hizo figurar dentro del régimen de garantías
individuales, pero que finalmente crista1iz6 en un capítulo autónomo de
nuestra actual Ley Suprema y que agregó, a su carácter político, su tónica
social.
114. Sobre tales principios, véase nuestra obra Derecho Constitucional Mexicano, cepí-
tulo cuarto.
LAS GARANTÍAS SOCIALES 707
Además, para hacer cumplir las garantías sociales entre las partes o su-
jetos de las mismas, y principahnente para mantener en la realidad las
medidas legales protectoras del trabajador, el Estado adopta una posición
que origina una serie de facultades de fiscalización que sería prolijo men-
cionar.
Este conjunto de facultades impeditivas o preventivas (cn cuanto a
la formación de relaciones especificas entre los sujetos de la garantía social
que impliquen un menoscabo a los derechos y obligaciones legales de los
mismos en sus respectivos casos), sancionadoras (por lo que atañe a la nu-
lidad de pleno derecho de dichas relaciones en el caso en que ya se hubiesen
creado) y fiscalizadoras (por lo que respecta a la inspección de las citadas
relaciones especificas con el objeto de constatar si se ajustan o no a los
términos de la ley que consagra las garantías sociales y sus variadísimas
derivaciones), es lo que constituye la situación general que el Estado guarda
frente a las garantías secialcs, denominándose al régimen constitucional en
que tal situación impera con el calificativo de intervencioni<mo estatal,
como opuesto al que prevalece en un sistema exclusivamente liberal-indivi-
dualista, en el que dicha entidad política y sus autoridades asumen el papel
de meros vigilantes del desarrollo de la vida sccial sin intervenir positiva-
mente en ella, salvo cuando surgiere algún conflicto de intereses.
si6n, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícito. Por su parte, la Ley
Federal del Trabajo impone a los patrones la obligaci6n de no admitir como
trabajadores a aquellas personas que no estén sindicalizadas, si es que esta con-
dici6n, que declara lícito tal ordenamiento, se ha concertado en los contratos
colectivos de trabajo. Esta prohibici6n se ha dicho que es una garantía social,
porque fortalece el sistema sindical al evitar que en una empresa determinada
presten sus servicios trabajadores libres cuya posible actuaci6n pudiera menos-
cabar la fuerza del sindicato y al impedir que en una negociaci6n haya obreros
que no pertenezcan a ninguna organizaci6n sindical. Se concluye, mediante
la comparaci6n de esas dos situaciones (libertad de trabajo por un lado e
imposibilidad de que éste lo preste un trabajador que no sea sindicalizado
a una empresa determinada, por el otro), que la mencionada garantía so-
cial implica una notable restricci6n a la mencionada garantía individual
en cuanto que la primera impone como requisito insuperable para que una
persona pueda laborar en una negociaci6n determinada, el consistente en
la necesaria pertenencia al sindicato respectivo.
Ante tal aparente oposici6n entre las garantías individuales y las so-
ciales, al menos en materia de trabajo, nos formulamos la siguiente cues-
ti6n: ¿son en realidad incompatibles las garantías individuales y las sociales?
¿Existe efectivamente oposici6n entre ambas?
Para elucidar tal problema evidentemente tenemos que recurrir a la na-
turaleza jurídica de ambas especies de garantías. Así, si dicha naturaleza
es completamente disímil, si implica situaciones de derecho diversas, si en-
traña hipótesis juridicas diferentes, entonces no son contradictorias ni opues-
tas, pues la contradicci6n y la oposici6n lógicamente s610 existen en el caso
en que las cosas entre las que aquéllas se observen, correspondan a un mis-
mo objeto o participen de caracteres comunes. Verbigracia, en estricta 16-
gica, no puede haber contradicci6n entre una situaci6n jurídica civil y una
penal, por ser ambas diferentes, por obedecer a finalidades legislativas di-
versas, por implicar intereses disimiles, por comprender relaciones cuyos
sujetos son distintos, etc.
Por lo tanto, la contradicción sólo surge cuando se afirma y niega al
mismo tiempo un predicado respecto de un", misma cosa, en relaci6n con
una semejante situaci6n; o cuando entre dos objetos, ideas, conceptos, etc.,
semejantes, se atribuye a uno un calificativo o una estimación determinados
y se niegan éstos respecto del otro, naturalmente dentro de un mismo punto
de vista o elemento lógico, común a ambos. (Por ejemplo, si se dice que
tanto el hombre como el animal son seres vivientes --elemento o predicado
común-, habrá contradicci6n cuando posteriormente se niegue a alguno
de ellos ese carácter y se afirme respecto del otro.) Cuando el predicado de
dos objetos, conceptos, etc., no lo constituye un elemento o atributo común,
no surgirá la contradicci6n, puesto que se ttatará de dos cosas diferentes
con peculiaridades también distintas.
LAS GARANTÍAS SOCIALES 709
trabajador -en particular, sino que para actos de fiscalización diversos, que
no son del caso mencionar, se procuró que las condiciones reales de la pres-
tación del servicio implicaran la ejecución concreta de los preceptos legales
relativos, tal como sucede con nuestro artículo 123 y con la ley reglamenta-
ria correspondiente o Ley Federal del Trabajo. Pues bien, ¿cuál es la causa
final del supradicho precepto constitucional? ¿Qué es lo que en realidad
vienen a establecer sus disposiciones diversas en que se patentiza la interven-
ción del Estado en la relación de trabajo? Ante todo, el artículo 123 y la
legislación sobre la materia fueron los remedios normativos más idóneos para
eliminar las condiciones de verdadera desigualdad y desequilibrio que exis-
tían antes de la expedición de la Constitución de 1917 entre los sujetos de
la relación de trabajo. Los Constituyentes de Querétaro, al formular el
artículo 123, quisieron sobre todo colocar a la parte débil, al trabajador, en
una situación de igualdad frente al patrón mediante la consagración de un
mínimo de garantías, de tal manera que aquél no se viera ya coaccionado,
en la formación contractual, por todas aquellas circunstancias que lo impe-
lian a aceptar inicuas condiciones de trabajo. En otras palabras, al preten-
der instituir el artículo 123 la igualdad entre patrones y trabajadores, al
procurar establecer un equilibrio entre esos dos factores de la producción
en la creación de la relación de trabajo, propiamente quiso garantizar al
obrero su libertad, eliminando, o al menos suavizando, los escollos de hecho
que 10 coartaban, sin que, por otro lado, se suprimiera totalmente la libertad
contractual entre ambas partes, por razones que no son del caso indicar.
En conclusión, las garantías sociales y las individuales no son incompa-
tibles, porque ambas constituyen elementos y conceptos jurídicos diferentes
con diversas notas sustanciales. Además, no sólo existe entre dichas dos cla-
ses de garantías una perfecta compatibilidad, sino que las sociales vienen
a crear, en la realidad, una situaci6n en que la parte econ6micamente dé-
bil cn las relaciones jurídico-sociales puede efectivamente desempeñar su
libertad frente a los sujetos fuertes y poderosos, la cual antes tenía una
mera existencia te6rica-legal.
deber para el Estado y no una mera pretensión ética. Al lado de los antiguos
derechos del individuo, abstractos, vacíos, aparecen derechos con un contenido
expreso, que implican una actividad específica del Estado. Pero es fundamen-
tal descartar que no se trata de que hayan aparecido, surgido de improviso,
derechos diferentes de los derechos de la persona, y mucho menos, derechos
opuestos o contradictorios a los del individuo. En mi opinión, apoyada por
muy valiosas autoridades, se trata de los mismos derechos del hombre, de los
derechos de la persona humana, que le corresponden en tanto que se encuentra
vinculada a un grupo social determinado y que tienen un contenido específico:
un deber, una acción que se impone al Estado. Estos derechos fijan una polí-
tica económica o social que el Estado debe realizar en beneficio de la persona,
en tanto que, como he dicho, es miembro de un grupo, o una clase social
determinada. Se trata de derechos inherentes a la persona humana, pero en su
carácter de persona social ... " .115
(
720 ./
LAS GARÁNTíAS INDIVIDUALES
.
de principios y normas de Indole constitucional en que se consagran dere-
chos sociales de variado contenido en favor de los campesinos con imperati-
vidad para el Estado. ,
Concebidas así 'las garantías sociales en materia agraria, es decir, como
relaciones jurídicas entre los núcleos de población y sus miembros singulares
componentes, por una parte, y la entidad estatal y sus autoridades, por la
otra, SU consagración constitucional importa una de las necesidades más
apremiantes para convertir en institución de derecho uno de los más elevados
ideales de la Revolución mexicana.
3. Falta de justicia agraria. Una de las más importantes garantías 'so-
ciales en materia agraria, como en cualquiera otra materia, estriba en la
recta, pronta y expedita impartición de justicia; Esta garantía no ha existido,
hasta la fecha, para los núcleos de población rural, ejidatarios, comuneros
ni pequeños propietarios agrícolas o ganaderos. Los procedimientos estable-
cidos y regulados por la legislación agraria, han adolecido del vicio consistente
en la falta de verdaderos tribunales encargados de la aplicación del Derecho
en cada caso concreto. La tan decantada reforma agraria no puede des-
arrollarse, y mucho menos realizarse cabalmente, sin que se implante un
sistema normativo, dentro del que deben descollar verdaderos órganos juris-
diccionales, según el cual se planteen y resuelvan las controversias que la
citada reforma necesariamente suscita. En otras palabras, es urgente la crea-
ci6n de Tribunales Agrarios, dotados de plena autonomía para dictar sus
fallos, sin que deban depender de ninguna Secretaria de Estado y ni siquiera
del Presidente de la República. La implantaci6n de dichos tribunales im-
plicará una s6lida garantía para la recta e imparcial aplicación del derecho
en todas las cuestiones contenciosas que surjan .en la respectiva materia.
A pesar de las seis décadas que han transcurrido desde que se inició la
reforma agraria a partir de la Ley de 6 de enero de 1915, los campesinos
de México, sean ejidatarios, comuneros o pequeños propietarios agricolas o
ganaderos, no han sido beneficiados con una verdadera justicia agraria, pues-
to que todos los COnflictos que se han suscitado en tan polifacética materia
se han resuelto. muchas veces, con un sentido de parcialidad política por
las mismas autoridades administrativas agrarias, asumiendo éstas, en múlti-
pies ocasiones, el papel de "juez y parte", que rompe con la imparcialidad
y respetabilidad que debe tener todo tribunal.
. . , Estas someras reflexiones nos inducen a sugerir que, al reestructurarse
la legislaci6n agraria, se implanten Jos imprescindibles Tribunales Agrarios
para establecer la seguridad jurídica en las actividades agricolas y ganaderas
de ejidos, núcleos de población, ejidatarios y comuneros en lo individual y
pequeños propietarios, con la finalidad primordial de impulsar la produc-
tividad de los campesinos de México.
, , - .
4. La rclorma de 1992. Las anteriores consideraciones las formulamos
con antelación a esta reforma, establecida por Decreto Congresional que
\
LAS GARANTfAS SOCIALES 72·1
CAPITULO DÉCIMO
514
bisrA esie respecto:~r~n:lsmoDecreto se refOlma la ft<Kcllm xxtx;» del artÍculo 7~
Consdtucfontll, facultando al Congreso "Para expedir leyes sobre planeaci6n nacional del desarrollq
~can6mico y social. así como fn masería de información estadística y geográfica de interés nacio1U1I"~
Decreto que en su articulado transitorio se establece la continuidad de vigencia de la Ley d~
Información Estadística y Geográfi.I.C'. asi.com .. 0. la. co..ntio.uidad .".0. el fur..lCií.ma..'.nien.to d. el Ins.. tiUlt.
f'l acional de Estad Isrica. .G~9gra(fa _ c. 1nfonn"~~~c;_a" ,(1N.E.Qn__~!~_r~~!1 ~v<?w_S,~~~pj9_~,!::t-. c2!!,~sp~O_f!d,~nt_
,m,l~aJey',~!:i_"~g_~,1._f!la.ten~_~
732 lAS GARANTIAs INDIVIDUALES
télite, la emisicm de billetes de banco, las relacionadas con el petróleo y los demás
hidrocarburos, la petroquímica básica, los minerales radiactivos, la generación de
energía nuclear, la electricidad y los ferrocarrileséw d
c) Por otra parte, la disposición contenida en dicho párrafo, que tiende a
suprimir absolutamente la libertad económica, indica que, además de las aetivida-
des monopolísticas estatales señaladas, se considerarán como funciones ex-
clusivas del Estado "las actividades que expresamente señalen. las leyes que expida
el Congreso de la Unión". Esta prevención faculta a este órgano legislativo y
evidentemente al Ejecutivo Federal como iniciador de leyes ante él, para
considerar como monopolio estatal cualquier aaioidad de los particulares aun-
que no tenga carácter económico, pues la disposición constitucional comen-
tada no emplea ese adjetivo. De esta manera, dichos dos órganos de
gobierno están facultados para concentrar en favor de la entidad estatal cua-
lesquiera actividades que tradicionalmente se han desplegado dentro de la
órbita jurídica de los gobernados o destinatarios del poder público, pudien-
do incluirse ominosarncnte en ellas hasta el ejercicio de cualquier profesión.
Sin embargo, aunque la interpretación aislada de la prevención invocada
conduzca lógicamente a la conclusión que se acaba de apuntar, la relación
sistemática entre ella y los preceptos constitucionales que proclaman las li-
bertades específicas en favor del gobernado dístintas de la económica, con-
duce a consideraciones diferentes. En efecto, lo que el nuevo artículo 28
previene al través de la consabida disposición es la facultad en favor del
Congreso de la Unión para expedir leyes que atribuyan exclusivamente al
Estado otras funciones de las expresamente reputadas como monopolios es-
tatales; pero esa facultad, que debe ser estimada como de estricta competen-
cia legislativa, no debe ejercerse al extremo de que tales leyes violen los preceptos de
la Constitución que proclaman diversas libertades específicas en favor de los goberna-
dos diferentes de la eamémica, tales como la profesional, la asociativa, la de
emisión de pensamiento y otras que ya hemos analizado en el capítulo quin-
to de esta misma obra. Dicho en otros términos, la facultad legislativa a que
nos referimos sólo es desempcñable tratándose de actividades económicas
estrictas sin comprender las que deben quedar in tocadas por las leyes que
en ejercicio de la propia facultad expida el Congreso de la Unión.
d) Un monopolio estatal muy importante que proclamaba el párrafo
quinto del nuevo artículo 28 era el que concierne a la prestacion del servicio
público de banca y de crédito, mismo que sólo era susceptible de prestarse por
el Estado "a través de instituciones en los términos que establezca la corres-
pondiente ley reglamenraria.sts la que también determinará las garantías
516 bis La lista correspondiente aparece publicada en la Revista Mexicana de Derecho Penal,
Quinta Época, número 6, julio-diciembre de 1979.
738 l.AS GARAI\'TÍAS INDIVIDUALES
prioritario donde, de acuerdo con las leyes, participe por sí o con los secto-
res sociales y privado".
Las consideraciones que hemos expuesto revisten capital importancia
para evaluar jurídicamente la "privatización" de las entidades paraestatales
con independencia de los argumentos de índole socio-económica o de las
razones políticas que las apoyen o las rechacen. La aplicación de las ideas
involucradas en tales consideraciones a la cuestión de si deben o no "privati-
zarse" dichas entidades, es decir, desplazarse total o parcialmente hacia la
iniciativa privada, conduce a las conclusiones siguien tes:
Primera. Los organismos descentralizados que ejerzan alguna función
que la Constitución reserve exclusivamente al Estado, no pueden "privatizar-
se" por modo absoluto. Esta imposibilidad concierne a las actividades que
especifica el artículo 28 de la Constitución y que ya se han reproducido. La
"privatización" de alguna de ellas implicaría un acto anticonstitucional, pres-
cindiendo de sus consecuencias políticas, económicas o sociales, benéficas o
perjudiciales para la sociedad mexicana.
Segunda. Los organismos descentralizados por medio de los cuales el
Estado desempeña actividades económicas distintas de las funciones a que
alude la conclusión anterior, tampoco pueden "privatizarse", es decir, entre-
garse al sector privado, ya que, por virtud de este acto, tales organismos de-
,saparecerían. Sería absurdo que un organismos descentralizado del Estado
continuara operando con este carácter en poder de la iniciativa privada, de
cualquier grupo de trabajadores, o de ambos. Por consiguiente, si las men-
cionadas actividades, que no sean exclusivas del Estado, se pretenden "pri-
vatizar", se requerirá necesariamente la implantación legal de entidades
diversas de los organismos descentralizados, como serían las empresas de
participación estatal directa o indirecta o, incluso, personas morales en que
no participe el Estado como socio, pudiendo ser éstas organizadas conforme
a la legislación común.
Tercera. Las empresas de participación estatal mayoritaria del Estado di-
o
recta indirecta que prevea la legislación federal con la concurrencia de los
sectores social y privado en los términos del articulo 25 de la Constitución y
en lo que respecta a las llamadas "áreas prioritarias del desarrollo", sólo
pueden "privatizarse" si el ordenamiento legal respectivo autoriza estos ac-
tos, y en el supuesto negativo, la ley de que se trate deberá reformarse por
el Congreso de la Unión para que la "privatización" sea válida.
Debe advertirse que la determinación de las "áreas prioritarias y estraté-
gicas" a que se refieren los artículos 25 y 28 de la Constitución, únicamente
incumbe al Congreso de la Unión, pues se trata de espacios sujetos a la le-
gislación y no a la actividad administrativa por sí misma.
Cuarta. En ausencia de la ley a que se refiere la conclusión anterior, si el
Estado ha concurrido con los sectores social y privado en la creación de al-
guna empresa en que participe mayoritaria y hegemónicamente, es decir, si
tal empresa se formó mediante un contrato de sociedad con dichos sectores
o con alguno de ellos, como sucede con las cuatrocientas treinta y siete que,
L\ RECTOR fA ECONÓMICA DEL ESTADO 739
741
742 LAS GARANlÍAS INDIVIDUALES
"Este término (el establecido en tal precepto) podrá prorrogarse únicamente a pe·
tición del indiciado, en la forma que señale la ley. La prolongación de la detención en
su perjuicio será sancionada por la ley penal. La autoridad en donde s.e encuc.ntre in-
temado el indiciado, que dentro del término antes señalado no reciba copia auto-
rizada del auto de formal prisión o de aceptación de la solicitud de prórroga, deberá
llamar la atención del juez sobre dicho particular en el acto mismo de concluir el tér-
mino, y si no recibe la constancia mencionada dentro de las tres horas siguientes pon·
drá al indiciado en libertad."
Articulo 20. En' un párrafo que se pretende añadir a este precepto se es-
tablece que el proceso penal no se suspenderá si el inculpado se evade de la
acción de la justicia "en cualquier momento después de que haya rendido su
declaración preparatoria", debiendo entenderse las actuaciones procesales
personalmente con él y no a través de ningún representante. Estas actuacio-
nes conciernen a la petición de la libertad provisional bajo caución (frac. 1),
a los careos (frac. IV), al ofrecimiento y rendición de pruebas (frac. V). a la
información de sus derechos constitucionales y al nombramiento de defensor
(frac. IX). La exigencia de que las citadas peticiones se hagan personalmente
por el procesado nos parecen inútiles y restrictoras del derecho que tiene
para defenderse. Inútiles, porque en los casos previstos en las fracciones I y
II su intervención no puede desplazarse a su defensor o representante toda
vez que ésta es personalísima e intransferible, y restrictoras en virtud de que
en los casos que atañen a las fracciones V, VII Y IX puede intervenir a través
de dichos sujetos. Por tanto, si a éstos se les impide esta intervención, la de-
fensa del procesado se hace nngatoria.
Artículo 22. A este precepto, que ya comentamos en la presente obra, la
iniciativa presidencial aludida pretende incorporar un párrafo que dice:
"La autoridad judicial podrá resolver que se apliquen a favor del Estado los bienes
que sean instrumento, objeto o producto de aquellos delitos graves o previstos como
de delincuencia organizada, que señale la ley, cuando exista resolución que ponga fin
al proceso penal en la que no hubiere un pronunciamiento sobre dichos bienes; se en-
cuentre acreditada en autos la existencia de los elementos objetivos del tipo penal, y se
trate de bienes sobre los que el inculpado fuera poseedor, propietario o se conduzca
como tal, independientemente de que hubieran sido transferidos a terceros, salvo que
éstos acrediten que son poseedores o adquirentes de buena fe."
Estas disposiciones nos parecen redundantes respecto de lo que esta-
blece el mismo artículo 22 constitucional en su actual segundo párrafo que
dispone:
"No se considerará confiscación de bienes la aplicación total o parcial de los bie-
nes de una persona hecha por la autoridad judicial, para el pago de la responsabilidad
civil resultante de la comisión de un delito, o para el pago de impuestos o multas.
Tampoco se considerará confiscaci6n el decomiso que ordene la autoridad judicial de
los bienes, en caso de enriquecimiento ilícito, en los términos del artículo 109; ni el
decomiso de los bienes propiedad del sentenciado, por delitos de los previstos como
delincuencia organizada, o el de aquéllos respecto de los cuales éste se conduzca como
dueño, si no acredita la legítima procedencia de dichos bienes."
Como corolario de las anteriores someras observaciones debe concluirse
que las reformas constitucionales planteadas en la iniciativa presidencial de 9
OBSERVACIONES FINALES 743
de diciembre de 1997 frustran el propósito que las inspiró. pues son ineptas
para mejorar el sistema judicial en nuestro país. Son pobres e irrelevantes
para lograr este objetivo que requiere una nueva estructura orgánica. proce-
sal y humana del status normativo dentro del que se desenvuelve la adminis-
tración de justicia en materia penal y su procuración. Tal renovación implica
un imperativo insoslayable surgido del clamor social para que se implanten
esenciales modificaciones a dicho sistema a efecto de erradicar la delincuen-
cia llamada "organizada" que genera la inseguridad pública y privada y que
se estimula con la impunidad. la situación que estos mismos fenómenos han
provocado. desgraciadamente permanecerá incólume pese a las reformas
propuestas en la citada iniciativa y a su aprobación legislativa. Este presagio.
lamentablemente, operará en la realidad. Ojalá nos equivoquemos.
APÉNDICE
LEY DE IMPRENTA
LEY
ARTÍCULO 49 En los casos de los tres artículos que preceden, se considera ma-
liciosa una manifestación o expresión cuando por los términos en que está conce-
bida sea ofensiva, o cuando implique necesariamente la intención de ofender.
ARTÍCULO 12. Los funcionarios y empleados que ministren datos para hacer
una publicación prohibida, sufrirán la misma pena que señala el artículo 10, Yse-
rán destituidos de su empleo, a no ser que en la ley esté señalada una pena mayor
por la revelación de secretos, pues en tal caso se aplicará ésta.
ARTÍCULO 14. La responsabilidad penal por los delitos a que se refieren los
artículos 19, 29 y 39 de esta ley, recaerá directamente sobre los autores y sus cóm-
plices, detenninándose aquéllos y éstos conforme a las reglas de la Ley Penal Co-
mún ya las que establecen los artículos siguientes:
ARTÍCULO 15. Para poder poner en circulación un impreso, fijarlo en las pa-
redes o tableros de anuncios, exhibirlo al público en los aparadores de las casas de
comercio, repartirlo a mano, por correo, expreso o mensajero, o de cualquier otro
modo, deberá forzosamente contener el nombre de la imprenta, litografía, taller de
grabado u oficina donde se haya hecho la impresión, con la designaci6n exacta del
lugar en donde aquélla esté ubicada, la fecha de la impresión y el nombre del au-
tor, o responsable del impreso.
. La falta de cualquiera de estos requisitos, hará considerar al impreso como
clandestino, y tan pronto como la autoridad municipal tenga conocimiento del he-
cho, impedirá la circulación de aquél, recogerá los ejemplares de que él existan,
inutilizará Jos que no puedan ser recogidos por haberse fijado en las paredes o
tableros de anuncios y castigará al dueño de la imprenta u oficina en que se hizo
APÉNDICE 749
la publicación, con una multa que no bajará de veintiocho pesos 'ni excederá de
cincuenta, sin perjuicio de que si la publicación contuviere un ataque a la vida
privada, a la moral o a la paz pública, se castiguen con la pena que corresponda.
Si en el impreso no se expresare el nombre del autor o responsable de él, no
se impondrá por esa omisión pena alguna, pero entonces la responsabilidad penal se
determinará conforme a lo que dispone el artículo siguiente.
ARTÍCULO 17. Los operarios de una imprenta, litografía o cualquiera otra ofi-
cina de publicidad, s6lo tendrán responsabilidad penal por una publicaci6n delic-
tiva en los casos siguientes:
l. Cuando resulte plenamente comprobado que son autores de ella, o que
facilitaron los datos para hacerla o concurrieron a la preparación o ejecución del
delito, con pleno conocimiento de que se trataba de un hecho punible, haya ha-
bido o no acuerdo con el principal responsable:
JI. Cuando sean a la vez directores de una publicación periódica, o los
editores, regentes o propietarios de la oficina en que se hizo la publicación, en
los casos en que recaiga sobre éstos la responsabilidad penal;
IU. Cuando se cometa el delito por una publicaci6nclandestina y sean ellos
los que la hicieren, siempre que no presenten al autor, al regente o al propietario
de la oficina en que se hizo la publicación.
11. Cuando estuvieren firmados por otra persona, sí contienen un ataque no-
torio a la vida privada, a la moral o a la paz pública, a menos que pruebe que
la publicación se hizo sin su consentimiento y que no pudo evitarla sin que haya
habido negligencia de su parte;
In. Cuando haya ordenado la publicación del artículo, párrafo o reportazgo
impugnado, o haya dado los datos para hacerlo o lo haya aprobado expresamente.
ARTÍCULO 22. Si una publicación periódica no tuviere director, o éste na hu-
biere podido asistir a la oficina por justo impedimento, la responsabilidad penal
recaerá en el administrador o regente y, en su defecto, en el propietario de dicha--
publicación, y si no fuere conocido, en las personas a cuyo cargo está la redacción
y si tampoco éstas aparecieren, se aplicarán las disposiciones de los artículos
16 y 17.
ARTÍCULO 23. Cuando el director de una publicación periódica tuviere fuero
constitucional, habrá otro director que no goce de éste, el que será solidariamente
responsable con aquél, en los casos previstos por la ley, así como también por los
artículos que firmaren personas que tuvieren fuero.
Si no hubiere otro director sin fuero, en los casos de este artículo, se observará
lo dispuesto en el artículo anterior.
ARTÍCULO 2f. Toda oficina impresora de cualquier clase que sea deberá guar-
dar los originales que estuvieren firmados, durante el término que se señala para
la prescripción de la acción penal, a fin de que durante este término pueda, en
cualquier tiempo, probar quién es el autor de dichos artículos. El dueño, director
o regente de la oficina o taller, recabará los originales que estén suscritos con
seudónimo, juntamente con la constancia correspondiente, que contendrá además
del nombre y apellido del autor, su domicilio, siendo obligatorio para el impresor
cerciorarse de la exactitud de una y otra cosa. El original y la constancia deberán
conservarse en sobre cerrado por todo el tiempo que se menciona en este artículo.
ARTICULO 25. Si la indicación del nombre y apellido del autor o su domicilio
resultare falsa, la responsabilidad penal correspondiente recaerá sobre las personas
de que hablan los artículos anteriores.
ARTÍCULO 26. En ningún caso podrán figurar como directores, editores o res-
ponsables de artículos o periódicos, Jibros y demás publicaciones, personas que se
encuentren fuera de la República o que estén en prisión o en libertad prepara-
toria, o bajo caución, por delito que no sea de imprenta.
La infracción de esta disposición se castigará administrativamente, con multa
de veinticinco a cien pesos, siendo responsable de ella el regente de la imprenta o
taller de litografía, grabado o de cualquier otra clase en que se hiciere la publi-
cación, el director, regente o propietario del periódico en que se cometiere la in-
fracción, sin perjuicio de la responsabilidad penal que pueda resultar por contra-
vención a las disposiciones de los artículos t 9, 29 Y 39 de esta ley.
ARTÍcuLO 27. Los periódicos tendrán la obligación de publicar gratuitamente
las rectificaciones o respuestas que las autoridades, empleados o particulares quie-
ran dar a las alusiones que se tes hagan en artículos, editoriales, 'párrafos, reportaz-
gos o entrevistas, siempre que la respuestas se dé dentro de los ocho días siguientes
a la publicación, que no sea mayor su extensión del triple del párrafo o artículo en
que se contenga la alusión que se contesta, tratándose de autoridades, o del doble,
tratándose de particulares; que no se usen injurias o expresiones contrarias al de-
APÉNDICE 751
coro del periodista, que no haya ataques a terceras personas y que no se cometa
alguna infracción de la presente ley.
o Si la rectificación tuviere mayor extensión que la señalada, el periódico tendrá
obligación de publicarla íntegra; pero cobrará el exceso al precio que fije en su
tarifa de anuncios, cuyo pago se efectuará o asegurará previamente.
Las publicaciones de la respuesta, se hará en el mismo lugar y con la misma
clase de letra y demás particularidades con que se hizo la publicaci6n del articulo,
párrafo o entrevista a que la rectificaci6n o respuesta se refiere.
La rectificación o respuesta se publicará al día siguiente de aquél en que se
reciba, si se tratare de publicación diaria, o en el número inmediato, si se tratare
de otras publicaciones periódicas. '
Si la respuesta o rectificación se recibiere cuando por estar ya arreglado el tiro
no pudiere publicarse en los términos indicados, se hará en el número siguiente.
La infracción de esta disposición.se castigará con una pena que no baje de un
mes ni exceda de once, sin perjuicio de exigir al culpable la publicación corres-
pondiente, aplicando, en caso de desobediencia, la pena del artículo 904 del Códi-
go Penal del Distrito 'Federal.
l. Con arresto dc ocho días a seis meses y multa de cinco a cincuenta pesos,
cuando el ataque o injuria no esté comprendido en la fracción siguiente; .
n. Con pena de seis meses de arresto a dos años de prisión y multa de cien
a mil pesos, cuando el ataque o injuria sea de los que causen afrenta ante la
opinión pública o consista en una imputación o en apreciaciones que puedan per-
752 LAS CARANTfAS INDIVIDUALES
l. Con arresto de uno a once meses y multa de cien a mil pesos en los casos
de la fracción I del articulo 29 ;
11. Con arresto de ocho días a seis meses y multas de veinte a quinientos pesos,
en los casos de las infracciones n ynI del mismo artículo.
TRANSITORIO
Esta ley comenzará a regir desde el día quince del presente mes.
Por tanto, mando se imprima, publique, circule y se le dé él debido cumpli-
miento.
Dada en el Palacio Nacional de la ciudad de México, a los nueve días del 'mes
de abril de mil novecientos diez y siete.-V. CARRANZA. República.-Al ciuda-
dano licenciado Manuel Aguirre Berlanga, Subsecretario Encargado del Departa-
mento de Gobemaeión.-Presente.
APÉNDICE
II
La Asamblea General
ARTÍCULO 7. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a
igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra discri-
minación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discrimi-
nación.
ARTÍCULO 8. Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribu-
nales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constituci6n o por la ley.
ARTícULO 11. 1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se pre-
suma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en
juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para
su defensa.
2. Nadie será condenado por actos ti omisiones que en el momento de come-
terse no fueron delictivos según el Derecho nacional o internacional. Tampoco se
impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la comisi6n del delito.
ARTÍCULO 16. 1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen
derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a ca-
sarse y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matri-
manía, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de Jos futuros esposos podrá
contraerse el matrimonio.
3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene de-
recho a la protección de la sociedad y del Estado.
riódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto y otro procedimiento
equivalente que garantice la libertad del voto.
ARTícULO 24. Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo
libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones perió-
dicas pagadas.
ARTÍCULO 28. Toda persona tiene derecho a que: se establezca un orden social
e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración
se hagan plenamente efectivos.
III
ARTÍCULO 7? Ninguno será aprehendido sino por los agentes que la ley
establezca o por las personas comisionadas al efecto, y en virtud de orden
escrita del juez de su propio fuero o de la autoridad política respectiva) y
cuando contra él obren indicios por los cuales se presuma -ser reo de detenni-
nado delito que se haya cometido.
ARTÍCULO 11. Nadie puede ser detenido por la autoridad judicial más de
tres' días, o de cinco si el juez de la causa fue el aprehensor, sin que provea
el auto motivado de prisión; para el cual se requiere que esté averiguado el
cuerpo del delito; que haya datos suficientes para creer que el detenido es res-
ponsable, y que se le haya tomado su declaración preparatoria,. impuesto de la
causa de su prisión y de quien es su acusador, si lo hubiese.
ARTÍCtJLO L~. Se arreglarán las prisiones de manera que los deterudos estén
separados de los presos y que a ninguno se obligue a la comunicación con los
demás presos o detenidos; y ni a unos ni a otros podrá sujetarse a tratamiento
alguno que importe una pena. Las leyes fijarán los trabajos útiles a que puede
obligarse a los presos y los medios estrictamente necesarios para la seguridad de
las prisiones.
ARTícULO 16. En 105 delitos que 'las leyes no castiguen con pena- oorporat,
se pondrá al reo en libertad bajo fianza.
ARTÍCULO 19. Todas las causas criminales serán públicas, al menos desde
que concluya la sumaria; son excepción de los casos en que la publicidad sea
contraria a la moral pública.
ARTÍCULO 21. Quedan prohibidas las marcas, la. mutilación, los azotes, la
infamia trascendental, y la confiscación de bienes. Los Estados establecerán
a la mayor. brevedad el régimen penitenciario. La pena de muerte no podrá
establecerse más que para el homicida con ventaja o con premeditación, para
el salteador, el incendiario, el parricida, el traidor a la Independencia, el auxiliar
de un enemigo extranjero. y el que hace armas contra el orden constitucional, y
para los delitos militares que fije la ordenanza del ejército.
PROPIEDAD
ARTícULO 25. Todo habitante de la República tiene libertad para emplear
su trabajo O capital en el giro o profesión honesta que mejor le parezca, some-
tiéndose a las disposiciones generales que las leyes establecen para asegurar el
buen servicio público; sin que pueda restringirse a cierto número el ejercicio
y enseñanza de las profesiones.
ARTÍCULO 27. La ocupación por causa de utilidad pública sólo puede veri-
ficarse en el caso de que sea .indispensable para la realización de alguna obra
de interés general, y entonces deberá preceder la aprobación del Senado y en su
receso del consejo de gobierno si se decretase por el poder general, y de la autori-
dad que designe la constitución del Estado si se hiciere por algunos de éstos,
indemnizándose siempre a la parte interesada previamente ~a juicio de hombres
buenos, elegidos por ella y el gobierno. La discordia se dirimirá por un tercero
nombrado por ambos y en su defecto por el Tribunal Superior de Justicia.
ARTíCULO 30. No habrá otros privilegios que los concedidos a los autores o
perfeccionadores de alguna industria y éstos serán por determinado tiempo;
procurando la autoridad pública comprar para uso común los descubrimientos
útiles a la sociedad.
ARTÍCULO 32. Además, tanto los negocios civiles como los criminales obser-
varán las siguientes reglas: l~ Nunca podrá haber más de tres instancias; 2~ La
nulidad sólo procede de la falta de alguna de las solemnidades esenciales de
los juicios: se limita a la reposición del proceso y trae consigo la responsabilidad;
3~ Ninguno que haya sido juez en una instancia podrá serlo en otra; 4~ Todo
cohecho o soborno produce acción popular; 5~ Ningún juez puede con título
alguno representar ni defender los derechos de otro, a no ser que sea su hijo
o su padre; 6~ Todo juez de derecho es responsable.
IGUALDAD
ARTÍCULO 33. La ley, sea que obligue, que premie o castigue, debe hacerlo
con generalidad, salvo el derecho de conceder premios y recompensas personales.
los que hubieren hecho grandes servicios públicos.
ARTÍCULO 34. En ningún Estado, ni en la Unión; podrán establecerse nin-
gu.na clase de distinciones civiles ni políticas, por razón del nacimiento, ni del
ongcn o raza.
CASO DE EXCEPCIÓN
ARTÍCULO 38. En el caso de revolución interior bastante grave o de in-
vasión extranjera, el congreso general podrá decretar la suspensión de la garantía
convenida en el artículo 10, con las siguientes condiciones: 1~ Que sea por un
766 LAS GARA~TíAS INDIVmU~LES
tiempo fijo y que no palie de 3 meses; 2l,l Que se exprese el territorio en que
ha de ejercerse; 3~ Que quedan vigentes todas las otras garantías relativas a la
detención. En el caso de que la invasión o sedición tengan lugar repetidamente,
podrá decrctarsc la suspensión por las legislaturas de los Estados y por el consejo
de gobierno, con obligación de dar luego cuenta las primeras al congreso ge-
neral, y de convocarlo inmediatamente el segundo a sesiones extraordinarias
para que resuelva lo conveniente.
DISPOSICIONES GENERALES
ARTÍCULO 39. Estas garantías son generales: comprenden a todos los ha-
bitantes de la República, y obligan a todas las autoridades que existen en ella.
Únicamente queda sometido a,10 que dispongan las leyes comunes generales:
ll? El modo de proceder contra los militares en los delitos cometidos en el
servicio militar; 2~ Las reglas a que ha de someterse la entrada y permanencia
de los extranjeros en el país, y el derecho de éstos para el ejercicio de las
profesiones y giros, gozando en todo lo demás de las garantías que esta ley
consigna.
IV .
12. Ninguno será aprehendido sino por los agentes o personas que la ley
establezca, y en virtud de orden escrita y firmada por juez de su propio fuero
o de la autoridad política respectiva, y cuando contra él obren indicios por
los cuales se presuma ser reo de un determinado delito que se ha cometido;
y no podrá ser detenido más de ocho días por la autoridad judicial, sin pro--
veer el auto de prisión ni más de 24 horas por la política, la cual lo entregará
dentro de ellas a su juez con los datos que tuviere.
l S. En caso de delito in [raganti, cualquiera puede- aprehender al delin-
cuente, debiendo entregarlo inmediatamente a la autoridad política o judicial
competente.
14. El edificio destinado a la detención debe ser distinto del de la pri-
mente a su disposición. Sólo en el caso la residencia del juez, y tanto el detenido
como el preso, quedarán exclusivamente a -su disposición. Sólo en el caso de
inseguridad por falta de edificio, podrá el juez señalar para la custodia de un
preso, uno que no esté en el lugar de su residencia.
15. El simple lapso de los términos fijados en el Art. 12, hace arbitraria
la detención y responsables a la autoridad que la comete y a la superior que
deja sin castigo este delito.
16. Nadie puede ser declarado bien preso~ sino por un auto motivado, del
que se dará copia al reo y a su custodio, y después de practicada una infor-
mación sumada, en la que se haya oído al primero y se le haya instruido de la
causa de su prisión, del nombre de su acusador, si lo hay, y de los datos que
contra él hubiere, de los cuales resulte que se cometió un delito determinado,
y que al menos hay una semiplena prueba para creer que el acusado 10 cometió.'
17. En cualquier estado de la causa en que aparezca que al reo no puede
imponerse pena corporal, será puesto en libertad, dando fianza.
18. Ni a los detenidos, ni a los presos, puede sujetarse a tratamiento al-
guno que importe una pena. Las leyes especificarán los trabajos útiles a que
los jueces pueden sujetar a los formalmente presos para su ocupación, y los
medios estrictamente necesarios para la seguridad de las prisiones.
19. Ninguno podrá ser estrechado por clase alguna de coacción para la
confesión del hecho por- que se le juzga.
20. En los procesos criminales, ninguna constancia será secreta para el
reo después del sumario, en cuyo estado todos los procedimientos serán públicos,
a excepción de los casos en que lo impidan la decencia y la moral. .
21. No será cateada la casa ni registrados los papeles de ningún individuo,
sino por el juez competente en los casos y fonna literalmente prevenidos en
las leyes, y cuando haya semiplena prueba de que esos actos pueden contribuir
al esclarecimiento del delito que se persigue.
22. Ninguna ley quitará a los acusados el derecho de defensa, ni los res-
tringirá a ciertas pruebas, ni a la elección de determinados defensores.
23. Al tomar la confesión al reo, se leerá íntegro el proceso, y si no cono-
ciere a los testigos, se le darán todas las noticias conducentes para que los
conozca.
24. La declaración preparatoria se recibirá por el juez dentro de los tres
primeros días que el reo esté a su disposición.
25. Quedan prohibidas la marca, los azotes, los palos y la mutilación.
26. Se establecerá a la mayor brevedad posible el régimen penitenciario.
27. Queda abolida la pena de muerte. Entretanto se establecen las peni-
tenciarías, podrá aplicarse únicamente al traidor a la independencia. al sal-
APÉNDICE 769
teador, ii incendiario, al parricida, y al homicida con alevosía, siempre que
haya una prueba de todo punto plena, y que no concurra ningua circunstancia
atenuante.
28. Para la instrucción de los procesos criminales se establece el juicio
por jurados en las 'capitales y demás pueblos que designen las Legislaturas
de los Estados. Una Ley general dictará las bases de esos juicios, y las legis-
laturas los reglamentarán.
29. La aplicación de las penas es propia de la autoridad judicial, y la
política sólo podrá imponer aquélla para que expresamente la faculta la ley,
y en los casos y modos que ella determine.
30. Cualquier falta de observancia en los trámites esenciales de un proceso,
produce la nulidad de éste y la responsabilidad del juez.
31. Toda prevariación por cohecho, soborno o baratería y las infracciones
de la Constitución y de las leyes constitucionales, producen acción popular
contra los funcionarios que las cometen.
32. Nadie puede ser privado de su propiedad, ni' turbado en el libre uso y
aprovechamiento de ella, ya consista en cosas, en acciones, en derechos o en el
ejercicio de alguna profesión o industria. Cuando algún objeto de utilidad pú-
blica exija la ocupación, el. interesado, será previamente indemnizado en los
términos que prevengan las leyes.
33. Las precedentes garantías son inviolables: cualquier atentado cometido
contra ellas hace responsable a la autoridad que lo ordena y al que lo ejecuta,
y debe ser castigado como delito común, cometido con abuso de la fuerza.
34-. Esta responsabilidad podrá exigirse en todo tiempo y a toda clase de
personas, y no podrán alcanzar a los culpados ni indulto, ni amnistía, ni cual-
quiera otra disposición, aunque sea del Poder Legislativo, que lo sustraiga de
los tribunales o impida que se haga efectiva la pena.
APE-NDlCE V
CONSIDERANDO
DECRETO
IV. Definir las políticas y lineamientos para la coordinaci6n con las instan-
cias y organismos nacionales e internaoionaJes relacionados con 106 derechos
humanos;
V. Informar semestralmente al. Presidente de .la República sobre el desem-
peño de las funciones de la Comisi6n y, en general, de 106 resultados de las accio-
nes de protecci6n de 106 derechos humanos en el pala;
VI. Solicitar de acuerdo con las disposiciones legales aplicables a cualquier
autoridad del país la información sobre posibles violaciones de 106 derechos hu-
manos, que requiera para el eficaz desempeño de sus funciones;
VII. Hacer las recomendaciones y en su caso observaciones que resulten
pertinentes a las autoridades administrativas del país sobre violaciones a los de-
rechos humanos;
VIII. Las demás que le confieran expresamente otras disposiciones legales
y reglamentarias,
TRANSITORIOS
VI
DECRETO:
"El congreso de los Estados Unidos Mexicanos, decreta:
TITuLO I
CAPITuLO ÚNICO
Disposiciones Generales
ARTIcuLO 12.-Esta leyes de orden público y de aplicación en todo el
territorio nacional en materia de Derechos Humanos, respecto de los mexi-
canos y extranjeros que se encuentren en el país, en los términos establecí-
dos por el apartado "B" del artículo 102 constitucional.
ARTICULO 22 .- La Comisión Nacional de Derechos Humanos es un or-
ganismo descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propios que
tiene por objeto esencial la protección, observancia, promoción, estudio y
divulgación de los derechos humanos previstos por el jurídico mexicano.
ARTICULO 32.- La Comisión Nacional de Derechos humanos tendrá
competencia en todo el territorio nacional, para conocer de quejas relaciona-
das con presuntas violaciones a los derechos humanos cuando éstas fueren
775
776 1.AS GARANTíAS INorvmUAl.F..5
TÍTULO 11
CAPITULO I
CApITULO II
Del nombramiento y facultades IÚI Presidente IÚ In Comisión
ARTICULO gO._EI Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Hu-
manos deberá reunir para su designación los siguientes requisitos:
I. Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno ejercicio de sus de-
rechos políticos y civiles;
n. No tener menos de treinta y cinco años de edad, el día de su nom-
bramiento; y
In. Gozar de buena reputación y no haber sido condenado por delito
intencional que amerite pena corporal de más de un año de prisión; pero si
se tratare de robo. fraude. falsificación, abuso de confianza y otro que lasti-
me seriamente la buena fama en el concepto público, inhabilitará para el
cargo cualquiera que haya sido la pena.
ARTICULO IO.-El nombramiento del Presidente de la Comisión Nacio-
nal de Derechos Humanos. será hecho por el Presidente de la República y
sometido a la aprobación de la Cámara de Senadores, o en los recesos de
ésta, 'a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión.
ARTICULO l l.-El Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Hu-
manos durará en sus funciones cuatro años, y podrá ser designado exclusiva-
mente para un segundo período.
ARTICULO 12.-Las funciones del Presidente de la Comisión Nacional,
de los Visitadores Generales y de la Secretaría Ejecutiva, son incompatibles
con el desempeño de cualquier otro cargo, empleo o comisión de la Federa-
ción. los Estados, Municipios o en organismos privados, o con el desempeño
de su profesión, exceptuando las actividades académicas.
ARTICULO 13.-El Presidente de la Comisión Nacional y los Visitadores
Generales no podrán ser detenidos ni sujetos a responsabilidad civil. penal o
administrativa, por las opiniones y recomendaciones que formulen, o por los
APÉNDlCE 779
actos que realicen, en ejercicio de las funciones propias de sus cargos que les
asigna esta ley.
ARTICULO l4.-El Presidente de la Comisión Nacional podrá ser desti-
tuido y, en su caso, sujeto a responsabilidad, sólo por las causas y mediante
los procedimientos establecidos por el Título Cuarto de la Constitución Polí-
tica de los Estados Unidos Mexicanos. En ese supuesto, el Presidente será
substituido interinamente por el primer Visitador General, en tanto no se
designe nuevo Presidente de la Comisión Nacional.
ARTícuLO 15.-El Presidente de la Comisión Nacional tendrá las si-
guientes facultades:
I. Ejercer la representación legal de la Comisión Nacional;
11. Formular los lineamientos generales a los que se sujetarán las activi-
dades administrativas de la Comisión, así como nombrar, dirigir y coordinar
a los funcionarios y al personal bajo su autoridad;
111. Dictar las medidas específicas que juzgue conveniente para el mejor
desempeño de las funciones de la Comisión;
IV. Distribuir y delegar funciones a los Visitadores Generales en los tér-
minos del Reglamento Interno;
V. Enviar un informe anual al Congreso de la Unión al Titular del Po-
der Ejecutivo Federal sobre las actividades de la Comisión;
VI. Celebrar, en los términos de la legislación aplicable, acuerdos, bases
de coordinación y convenios de colaboración con autoridades y organismos
de defensa de los derechos humanos, así como con instituciones académicas
y asociaciones culturales, para el mejor cumplimiento de sus fines;
VII. Aprobar y emitir las recomendaciones públicas autónomas y acuer-
dos que resulten de las investigaciones realizadas por los visitadores;
VIII. Formular las propuestas generales conducentes a una mejor protec-
ción de los derechos humanos en el país;
IX. Elaborar el anteproyecto de presupuesto de egresos de la Comisión y
el respectivo informe sobre su ejercicio para presentar al Consejo de' la mis-
ma; y
X. Las demás que le señalen la presente ley y otros ordenamientos.
ARTICULO 16.-Tanto el Presidente de la Comisión, como los VISitadores
Generales y los visitadores adjuntos, en sus actuaciones tendrán fe pública
para certificar la veracidad de los hechos en relación con las quejas o incon-
formidades, presentadas ante la Comisión Nacional.
CAPITuLO '"
De la integracion, nombramiento y facultades del Consejo
ARTícuLO 17.-El Consejo a que se refiere el artículo 50. de esta ley, es-
tará integrado por diez personas que gocen de reconocido prestigio en la so-
ciedad, mexicanos en pleno ejercicio de sus derechos ciudadanos. y cuando
lAS GARANTÍAS INUIVIDUALES
780
CAPITULO IV
Del nombramiento y facultades de la Secretaria Ejecutiva
ARTICULO 21.-EI Titular de la Secretaría Ejecutiva deberá reunir para
su designación. los siguientes requisitos:
1. Ser ciudadano mexicano en pleno ejercicio de sus derechos;
11. Gozar de buena reputación; y
111. Ser mayor de treinta años de edad, el día de su nombramiento.
APÉNDICE 781
CAPITULO V
TITULO JII
CAPíTULO I
Disposiciones ge1W"aks
ARTíCULO 25.-Cualquier persona podrá denunciar presuntas violaciones
a los Derechos Humanos y acudir ante las oficinas de la Comisión Nacional
para presentar, ya sea directamente o por medio de representante, quejas
contra dichas violaciones.
Cuando los interesados estén privados de su libertad o se desconozca su
paradero, los hechos se podrán denunciar por los parientes o vecinos de los
afectados. inclusive por menores de edad.
Las organizaciones no gubernamentales legalmente constituidas podrán
acudir ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos para denunciar las
violaciones de derechos humanos respecto de personas que por sus condicio-
nes físicas, mentales, económicas y culturales, 0"0 tengan la capacidad efectiva
de presentar quejas de manera directa.
ARTícuLO 26.-La queja podrá presentarse dentro del plazo de un año,
a partir de que se hubiera iniciado la ejecución de los hechos que se estimen
violatorios, o de que el quejoso hubiese tenido conocimiento de los mismos.
En casos excepcionales, y tratándose de infracciones graves a los derechos
humanos, la Comisión Nacional podrá ampliar dicho plazo mediante una re-
solución razonada. No contará plazo alguno cuando se trate de hechos que
por su gravedad puedan ser considerados violaciones de lesa humanidad.
ARTíCULO 27.-La instancia respectiva deberá presentarse por escrito; en
casos urgentes podrá formularse por cualquier medio de comunicación elec-
trónica. No se admitirán comunicaciones anónimas, por lo que toda queja o
reclamación deberá ratificarse dentro de los tres dlas siguientes a su presen-
tación, si el quejoso no se identifica y la suscribe en un primer momento.
Cuando los quejosos o denunciantes se encuentren recluidos en un cen-
tro de detención o reclusos, sus escritos deberán ser trasmitidos a la Comi-
sión Nacional sin demora alguna por los encargados de dichos centros o
APÉNDICE
783
CAPtruLO II
CAPtruw III
De las notifiau:Urnes y los informes
ARTICULO. 50.-La Comisión Nacional notificará inmediatamente a los
quejosos los resultados de la investigación, la recomendación que haya dirigi-
do a las autoridades o servidores públicos responsables de las violaciones res-
pectivas, la aceptación y la ejecución que se haya dado a la misma, así en su
caso, el acuerdo de no responsabilidad.
ARTICULO. 51.-EI Presidente de la Comisión Nacional deberá publicar,
en su totalidad o en forma resumida, las recomendaciones y los acuerdos de
no responsabilidad de la Comisión Nacional. En casos excepcionales podrá
determinar si los mismos sólo deban comunicarse a los interesados de acuer-
do con las circunstancia del propio caso.
ARTíCULO. 52.-El Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Hu-
manos deberá enviar un informe anual, tanto al Congreso de la Unión como
al Titular del Ejecutivo Federal, sobre la. actividades que haya realizado en
el periodo respectivo. Dicho informe será difundido en la forma más amplia
posible para conocimiento de la sociedad.
ARTICULO. 53.-1..os informes anuales del Presidente de la Comisión Na-
cional deberán comprender una descripción del número y características
de las quejas y denuncias que se hayan presentado, los efectos de la labor de
conciliación; las investigaciones realizadas, las Recomendaciones y los acuer-
APÉNDICE 787
CApITuLO IV
De ÚJ.¡ inconfimnUUuJes
ARTICULO. 55.-Las inconformidades se substanciarán mediante los re-
cursos de queja e impugnación, con base en lo dispuesto por el artículo 102,
apartado B, de la Constitución Pública de los Estados Unidos Mexicanos y
de acuerdo con las disposiciones de esta ley. Se aplicarán supletoriamente
y en lo que resulte procedente, los preceptos de! Título lll, Capítulo 1, de
esta ley. Las resoluciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos so-
bre estas inconformidades no admitirán recurso alguno.
ARTICULO. 56.-El recurso de queja. sólo podrá ser promovido por los
quejosos, o denunciantes que sufran un perjuicio grave, por las omisiones o por
la inacción de los organismos locales, con motivo de los procedimientos que
hubiesen substanciado ante los mismos. y siempre que no exista Recomenda-
ción alguna sobre e! asunto de que se trate; y hayan transcurrido seis meses
desde que se presentó la queja o denuncia ante el propio organismo local.
En caso de que el organismo local acredite estar dando seguimiento ade-
cuado a la queja o denuncia, el recurso de queja deberá ser desestimado.
ARTICULO. 57.-El recurso de queja deberá ser presentado directamente
ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, por escrito, o en casos de
urgencia, oralmente o por cualquier medio de comunicación; en este supues-
to, la instancia deberá ser ratificada dentro de los tres días siguientes por e!
interesado. En dicho escrito o comunicación, deberán precisarse las omisio-
nes o la inactividad del organismo estatal respectivo; acompañado de las
pruebas documentales que lo sustenten. La Comisión Nacional, antes de pro-
nunciarse sobre la admisión de! recurso, podrá solicitar a los interesados las
informaciones o aclaraciones que considere necesarias, y podrá desecharlo
de plano cuando lo 'considere notoriamente infundado o improcedente.
ARTICULO. 58.-La tramitación será breve y sencilla. Una vez admitido
el recurso, la Comisión Nacional correrá traslado del mismo, al organismo
788 LAS GARANTíAS INDIVIDUALES
TITuLO IV
CAPITULO 1
Obligaciones y colaboracum
ARTÍcuLO. 67.-De conformidad con lo establecido en la presente ley,
las autoridades y servidores públicos de carácter federal. involucrados en
790 LAS GARANTíAS INDIVIDUALES
CAPITULO 11
TtruLO V
CAPITULO ÚNICO
TÍTULO VI
TRANSITORIOS
PRIMERO. La presente ley entrará en vigor al día siguiente de su publica-
ción en el Diario Ojiaal de la Federación.
SEGUNDO. Se derogan todas las disposiciones legales y reglamentarias
que se opongan al presente ordenamiento.
TERCERO. En tanto el Congreso de la Unión para el Distrito Federal y
las Legislaturas de los estados establezcan los organismos de protección de
los derechos humanos a que se refiere el primer párrafo del apartado B del
artículo 102 de la constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la
Comisión Nacional de Derechos Humanos podrá seguir conociendo de las
quejas que deban ser de competencia local, de conformidad con lo estableci-
do por dicha Constitución Política.
La Comisión Nacional conocerá también de las quejas e inconformidades
que se presenten en relación con las Recomendaciones o acuerdos, del orga-
nismo de derechos humanos del Distrito Federal, así como de la insuficien-
cia en el cumplimiento de las mismas por parte de las autoridades a las que
sean emitidas.
CUARTO. Los recursos humanos, materiales y presupuestales con que ac-
tualmente cuenta la Comisión Nacional de Derechos Humanos como órgano
desconcentrado de la Secretaría de Gobernación, pasarán a formar parte de
la Comisión Nacional de Derechos Humanos como organismo descentraliza-
do que se crea en esta ley, preservándose los derechos adquiridos de los tra-
bajadores de la Comisión.
QUINTO. Los actuales funcionarios de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos permanecerán en sus cargos hasta que se haga la designación
correspondiente, conforme a los dispuesto por esta ley.
SEXTO. Los actuales miembros del Consejo de la Comisión Nacional de
Derechos Humanos, permanecerán en el desempeño de sus encargos en di-
cho Consejo, el que realizará una insaculación para conocer el orden en que
serán substituidos de conformidad con el artículo 17, de esta ley.
SÉmMO. El Presidente de la República enviará a la Cámara de Senadores
o a la Comisión Permanente del Congreso dentro de los seis meses siguien-
tes a la Entrada en vigor de esta ley, y deberá ser publicado en el Diario Ofi-
cial de la Federación.
OCTAVO. El Presidente de la República enviará a la Cámara de Senado-
res o a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, en su caso, para
su aprobación, el nombramiento de Presidente de la Comisión Nacional de
Derechos Humanos, dentro de los noventa días siguientes a aquél en que
esta ley entre en vigor.
México, D. F., a23 de junio de 1992.--"--Sen. Manuel Aguikra Gémez, Pre-
sidente.-Dip. Jorge Alfonso Calderón Solazar, Presidente.i--Sen. Antonio Melgar
Aranda, Secretario.-Dip. Felipe Muñoz Kapamas, Secretario.-Rúbricas."
APÉNDICE 793
•
En cumplimiento de lo dispuesto por la fracción 1 del Artículo 89 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y para su debida pu-
blicación y observancia, expido el presente Decreto en la residencia del Po-
der Ejecutivo Federal, en la Ciudad de México. Distrito Federal. a los
veinticinco días del mes de junio de mil novecientos noventa y dos.-Carlos
Salinas de Gorlari.-Rúbrica.-El Secretario de Gobernación, Fernando Gruié-
rrez Ramos.-Rúbrica.
APÉNDICE
VII
799
800
/
/ .
LAs GARANTÍAS INDIVIDUALES
\
FRlEDRICH, CARL J.: Teorias Realidad de la Organización Constuucumal Demo-
crática. \
801
HAMILTON: El Federalista.
HAURIOU, MAURICE: Derecho Público y Constitucional.
HAURIOU, MAURICE: Précis de Droit Administratif
HELLER, HERRMAN: Teoría del Estado.
HERNÁNDEZ, OCTAVIO A.: La Constitución Política de los Estados Unidos Mexica-
nos.
HOBBES, ToMÁS: Leoiatan.
RIVERA PÉREZ CAMPOS, JOSÉ: La libertad humana valor del Estado. Revista de la
Escuela Nacional de jurisprudencia. Volumen correspondiente a enero-
marzo de 1946.
ROMEROVARGAS ITURBIDE, IGNACIO: Organiwción Poliüca de los Pueblos Aná-
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ROMMEN, ENRIQUE: Derecho Natural.
ROUAIX, PASTOR: Génesis de los Artículos 27 y 123 Constitucionales.
ROUBIER, PAUL: Conflits des Lois dans le Temps.
ROUSSEAU, J jACOBO: El Contrato Social.
SÁNCHEZ VIAMONTE, CARLOS: Los Derechos del Hombre en la Reúolución France-
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SANTAMARÍA DE PAREDES, VICENTE: Derecho Político.
SAN ISIDORO: Itimologías,
SANTO TOMÁS DE AQUINO: Tratado de la Ley Y de la [usticia. Edición "Sepan
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SAVIGNY, F. CH.: Traiti de la Possession.
SAWIZKIJ, W. M.: El Principio de Legalidad Socialista.
SCHMITT, CARL: Teoría de la Constitución.
SIERRA, MANUEL J: Derecho Internacional Público.
SOLANGES: Colección de Estudios Sociales. Persona y Sociedad. Traducción de
Héctor González Uribe.
SOLls CÁMARA, FERNANDO: Las Instituciones Politices Anglosajouas.
SEMANARIO JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. Apéndices a los tomos XXXVI, L,
LXIV, .LXXVI, XCVII y CXVIJI. (Quinta Época.)
SEMANARIO JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. Sexta y Séptima Épocas. Compilación
de [urisprudencia. 1917-1965. Apéndice 1975. Apéndice 1985. Apéndice 1995.
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TOCQUEVILLE, ALEXIS: La Democracia en América.
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VILLEGAS, BASAVILVASO: Derecha Administrativa.
VILLERS. M. G.: El Artícula'27 Constitucional.
805
ÍNDICE
Págs.
INTRODUCCIÓN
807
808 lAS GARANliAS INDIVIDUALES
CAPITULO PRIMERO
CAPiTULO SEGUNDO
CAPíTuLO TERCERO
CAPíTULO CUARTO
GARANTÍAS DE IGUALDAD
1. Idea jurídica de igualdad . . . . . . . . 251
11. La igualdad como garantía individual. . . . . . . . 254
A. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 254
B. Antecedentes históricos de la igualdad como situación del individuo 256
111. Garantías especificas de igualdad: análisis de los artículos 1, 2. 4, 12
Y 13 constitucionales _ 261
A. Artículo primero constitucional. . . . . . . . . 261
B. Artículo segundo constitucional. . . . . . . . .. 273
Antecedentes históricos de la esclavitud . . . . 273
C. Artículo 4 constitucional (igualdad jurídica de la mujer) 273
D. Artículo 12 constitucional 278
E. Artículo 13 constitucional . 281
a) Las leyes privativas . . . 281
b) Los tribunales especiales 287
e) Los fueros . . . . . . . . 290
d) El fuero de guerra . . . 295
e) Breve referencia histórica de los fueros personales en México. 299
810 lAS GARA1".'TÍAS INDIVIDUALES
CAPíTULO QUINTO
GARANTÍAS DE LIBERTAD
l. La libertad (Generalidades) . . . . . . 303
11. La libertad como garantía individual . . . . . . . . . 307
IIl. Garantías específicas de libertad . . . . . . . . . 311
A. La libertad de trabajo (artículo 5 constitucional) 311
a) Extensión y limitaciones constitucionales a dicha libertad. 311
Somera referencia a la Ley de Profesiones para el Disrrito Federal. 326
b) Seguridades constitucionales de la libertad de trabajo 332
e) El trabajo como obligación individual pública 34]
d) Reforma de 1992 . .. 343
e) Breve referencia histórica de la libertad de trabajo, . 343
B. La libre expresión de las ideas (artículo 6 constitucional) 348
a) Extensión jurídica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - 350
b) Limitaciones constitucionales a la misma .. 351
e) Breve reseña histórica de la libertad de expresión de ideas 355
C. La libertad de imprenta (artículo 7 constitucional). 358
a) Su extensión jurídica . . . . . . . . . . . . 360
b) Sus limitaciones constitucionales. . . . . . 361
e) Sus seguridades jurídico-constitucionales. 367
d) Antecedentes históricos. . . . . . . . 368
D. El derecho de petición (articulo 8 constitucional). 375
E. Libertad de reunión y asociación (artículo 9 constitucional) 380
a) Extensión de dicha libertad específica . . . . . . . . . . . . 380
b) Limitaciones constitucionales a la libertad de asociación. 385
e) La libertad de asociación política y los partidos políticos 387
d) Breve referencia histórica de la libertad de reunión y asociación. 392
F. Libertad de posesión y portación de armas (artículo 10 constitu-
cional). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 394
G. Libertad de tránsito (artículo 11 constitucional). 399
H. La libertad religiosa (artículo 24 constitucional) 402
I. Libertad de circulación de correspondencia (antes artículo 25 cons-
titucional) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 409
J. La libre concurrencia (artículo 28 constitucional según el espíritu y
texto del constituyente de Qucrétaro) . . . . . . . . . . 411
a) Análisis del precepto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 411
b) Los servicios públicos y el artículo 28 constitucional 417
e) Crítica al precepto . . . . . . . . . . . 420
N. Breves consideraciones sobre el artículo 3 constitucional. 432
a) Somera referencia histórica. 432
b) Apreciaciones generales 435
e) La reforma de 1934 440
d) La reforma de 1946 442
e) La reforma de 1992 445
j) La reforma de 2002 445
g) Sumen! referencia a la autonomía universitaria 446
Capítulo XV/l/. Trabajo en las Universidades e Instituciones de
Educación Superior Autónomas por Ley ' . . . . . . .. 451
íNDICE 811
CAPtruLO SEXTO
GARANTÍAS DE PROPIEDAD
I. Generalidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . 455
n. La propiedad privada . . . . . . . . . . . . . . . . . 459
A. La propiedad como derecho subjetivo civil . . . 459
B. La propiedad privada como derecho público subjetivo 460
a) Consideraciones generales . . . . . . . . . . . . . . . 460
b) Limitaciones constitucionales a la propiedad privada 465
l. Imposición de modalidades 465
2. La expropiación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 469
La utilidad pública 469
La indemnización . . . . . . . . . . . . . . . . . . 474
El procedimiento expropiatorio y sus presupueslOs 478
Antecedentes históricos de la expropiación . . . . . 481
3. La expropiación agraria . . . . . . . . . . . . . . . 484
e) Incapacidades jurídicas respecto a la titularidad de la propiedad 485
Antecedentes históricos de la incapacidad jurídica de los
extranjeros . . . 486
d) La reforma de 1992 493
III. La propiedad estatal .. 495
CAPITULO SÉPTIMO
CAPÍTULO OCTAVO
DERECHO A LA INFORMACiÓN
1. Consideraciones previas. .. 671
H. Implicación de la información. . . 674
IlI. Riesgos de la reglamentación autónoma sobre la información. 682
IV. Incompetencia del Congreso Federal para reglamentar el derecho a la
información por medio de la prensa . . .. .. . . . . . . . . . . 685
V. Criterio de la Suprema Corte sobre el derecho a la información. 687
a) Antecedentes. . . . . . . . . . . . . . . . . 687
b) Consideraciones de la sentencia de la Corte. 687
e) Comentarios al criterio de la Suprema Corte. 690
VI. Conclusiones. . . . . . . . . .. 692
CAPITULO NOVENO
CAPíTULO DÉCIMO
.,