Está en la página 1de 14

Capítulo 47.

Marck estaba en una encrucijada para su mala suerte, sus padres escucharon lo que dijo
Jenna. Se sintió abrumado al ver que su padre se levantó furioso de la silla de ruedas.

—Ahora mismo me explicas que mierda está pasando aquí, primero te escuchamos que
dijiste que ibas a ser padre y ahora mi nieta dice que te ama ¿cómo hombre? La escuché
decirte que el hijo que lleva es… el fruto de su amor, quiero explicaciones carajo…
ustedes son padre e hija, porque dijo que es tu hijo ¿acaso ustedes? No puedo creerlo,
esto es … una aberración… Es pecado… no… esto no es posible. —Dereck le inquirió.

—Papá, yo… hem es cierto lo que escuchaste. —Marck balbuceó de la impresión

Terminó de hablar cuando resonó en la habitación una sonora cachetada que infringió
Dereck a su hijo.

Carla se acercó abrazando a su esposo, mientras sollozaba.

—Espera amor, aquí debe haber una explicación, ¿verdad hijo? Esto debe ser alguna
broma. —Carla expresó. Miró a Jenna en busca de respuestas—. Mi amor, dime que no
es cierto, Marck es tu padre, eres su hija.

—Es cierto, abuelita, pero hay una explicación para todo esto, además hay pruebas, pero
debo llamar para que las traigan aquí, por favor denme un celular. —Jenna contestó.

Loretta se lo dio y Jenna llamó a Alice para que le llevara los dos sobres. Ella le contestó
que de inmediato se los llevaría.

Pero Dereck estaba hecho una furia, dentro de sí no podía aceptar el aberrante hecho de
que padre e hija tuvieran relaciones y amarse en forma carnal.

—Eres lo peor Marck, ni siquiera pareces mi hijo —gritó adolorido

—Pero papá, espera que… —No lo dejó que terminara la frase, porque volvió a gritar.

—Cállate. —Le dio un fuerte golpe en el abdomen, haciendo que su hijo se doblara de
dolor y continúo golpeándolo sin detenerse. Lo golpeó como si fuera un enemigo y le gritó
palabras duras.

—Maldita sea, es tu hija. Eres un monstruo, eres un… pervertido. Un maldito hijo de puta,
te aprovechaste de ella.

Seguía golpeándolo sin piedad, ya la sangre manchaba el suelo de la habitación, pero


Marck no se defendía del arrebato de su padre, en cambio, Carla gritó desesperada.

—Basta Dereck, basta ya… déjalo. Ayúdenme por favor, que ya no lo siga golpeando.
Ella trató de sacar a su esposo de encima del cuerpo adolorido de su hijo, el cual ya
estaba ensangrentado de la furia de su progenitor. Loretta y Ralph lo agarraron

—Suéltenme maldición, este hijo de puta se merece esto y más, tocar a su hija ¿estás
loco? Amor entre ustedes dos —gritos de Dereck. Miró a su nieta y continuó hablando
muy enojado.

—¿Y tú Jenna? ¿Cómo pudiste enamorarte de tu propio padre?, ¿sabes que lo que
hicieron es un gran pecado, además de ser un delito? Jamás creí que fueras capaz de
hacer estas cosas, siempre fuiste una mujer de bien, con valores, pero esto manda a la
mierda todo lo que… Yo creí en ti—. Se arrodilló a llorar diciendo con voz temblorosa—.
Mi amada nieta por Dios, ¿con su padre? No es posible, esto no está pasando.

Carla estaba acariciando a su golpeado y ensangrentado hijo, el cual estaba casi


inconsciente al recibir los fuertes golpes de su padre.

—Mamá, Jenna… no lleva mi sangre, ella me lo dijo. Su mamá nos dejó una carta,
explicando todo. Jenna ya… las leyó, mamá no somos nada. Yo… —Carla escuchaba
que este balbuceaba. Mark no Terminó de decir, en ese momento se desmayó en brazos
de su madre.

—Mi amor te creo… ¡Oh Marck, Marck! Ayúdenme, llamen al médico, por favor.

Loretta salió corriendo a buscar al doctor, mientras Dereck se soltaba en llanto diciendo.

—No… no es posible, no es cierto, mi Jenna, mi nieta con ¿su padre? —agarraba su


rostro con las manos ensangrentadas. Ya su ropa y su cara eran de color carmín.

El médico llegó y vio la escena, una donde Marck estaba ensangrentado y desmayado en
el suelo, su madre era quien lo sostenía, mientras su padre tenía las manos llenas de
sangre.

—¿Qué pasó aquí? Señor Dereck, ¿por qué tiene sangre en sus manos? Oh… el señor
Black está ¿golpeado y ensangrentado? —preguntó horrorizado.

—Por favor doctor ayúdelo, mi abuelito lo golpeó. También ayude a mi abuelito por
favor… tengo miedo que le dé un infarto—. Jenna gritó asustada y sollozó

Unas enfermeras llegaron con una camilla y se llevaron a Marck mientras Ralph levantaba
a Dereck para ayudarlo a caminar y sacarlo de allí.

—Yo me largo de aquí… yo no puedo soportar esto, es una locura. —Dereck se dio vuelta
y dijo mirando a Jenna. Forcejeó con Ralph tratando de salir de allí, quería salir corriendo,
pero otro médico con ayuda de enfermeros lo pusieron en una camilla sosteniéndolo.

—No tengo nada mierda, suéltenme, déjenme… quiero irme por favor. —Siguió gritando.

Sus palabras se escucharon entre cortadas, ya que lo metieron a una habitación donde
forcejearon con Dereck. Al final lograron administrarle un calmante y esperaron a que se
tranquilizara y se durmiera para soltarlo. Por precaución, el doctor ordenó que lo
amarraran y se quedara un enfermero de guardia y avisara cuando despertara.
Marck estaba con los médicos que lo revisaron para ver los golpes y heridas, después lo
llevaron a una habitación donde lo sedaron para su pronta recuperación. Su rostro era el
que más golpes sufrió, su nariz magullada y sus labios hinchados. El resto de su cuerpo
tenía moretones de los puños de su padre.

Jenna estaba asustada por lo que había ocurrido, pero su abuelita Carla la abrazó.

—Mi amor, los conozco. Sé que hay una explicación para esto, porque si Marck no es tu
padre no hay porque oponerse a su amor, lo que nos parece extraño es ¿cómo llegaron a
amarse como hombre y mujer? Eso es lo que me parece increíble. Por nuestros valores.
Siempre se vieron como padre e hija, mi Dios. —Carla habló

—Abuelita, Alice ya trae las cartas donde está todo y cuando la lean comprenderán, pero
lo que pasó entre Marck y yo es otra cosa y ese fue el motivo por el cual se disparó para
matarse. —Jenna habló muy preocupada pero segura.

—Oh mi Dios, quiero que todo esto se termine, quiero que vuelva la felicidad a nuestra
familia. —dijo Carla toda triste.

Loretta y Ralph hablaban afuera.

—Mierda. Se jodió todo. Jamás creí ver al padre de Marck golpearlo de esa manera, está
furioso.

—Mi amor, debemos entender que escuchar que ambos son pareja de la boca de su nieta
y que Marck aceptara todo, debió de haberle causado una explosión en las neuronas.

—Vamos a averiguar qué es lo que pasó con John. Voy a llamar a Richard. —Loretta le
dijo a su esposo y lo abrazó.

Tecleó los números y contestó el comandante Harrison.

—Hola.

—Hola, querido. Te habla Loretta.

—Ah Loretta, dime.

—¿Cómo está John?

—Está loco, amiga, pero ya encontré una solución para que no pise la cárcel.

—¿En verdad? ¿Cuál es esa solución? Sabes que te puedo ayudar con cualquier cosa.

—Ya está hecho mi cielo. Ahora tiene arresto domiciliario. El psiquiatra ya lo valoró y el
juez es amigo de John, va a ayudarlo —dijo con su voz confiada—. Yo me encargo, él
jamás irá a la cárcel.

—Donde sí va a ir es a una clínica psiquiátrica.


—Sí, está trastornado y debe hacerse tratamiento.

—Es mejor que la cárcel.

—Amaba a Judith y enterarse de que Luiggi la poseyó sin su consentimiento, debió


haberle dolido en el alma.

—Eso mismo pasó, pero ya se solucionó.

—Qué bueno, gracias por ser un buen amigo.

—De nada, adiós.

—Adiós Richard.

Miró a su esposo y soltó un largo suspiro sonriendo.

—John no irá a la cárcel. Richard lo ayudó y un juez amigo suyo lo va a mandar a una
clínica psiquiátrica, en verdad está perturbado. Amaba a Judith y le dolió lo que hizo
Luiggi con ella.

—Mi amor, eso me gusta, en cambio, a Luiggi lo van a condenar por todo lo malo que ha
hecho.

—Debe pagar, creí que era un buen amigo y resultó ser lo contrario, un maldito que se
aprovechó de nuestra amiga. Ojalá y en la cárcel lo hagan sufrir.

La puerta del ascensor se abrió dejando ver a su ocupante, que no era otra que la nana
Alice, quien llegó con ambos sobres, los cuales contenían las pruebas y las respuestas a
las preguntas de toda la familia Black.

Llegó la hora de la verdad. Llegó el tiempo de despejar tantas dudas y esclarecer


los hechos, pero las cartas solo explicarán una cosa. El hecho de haber compartido
el lecho y sus cuerpos es lo que quedaría en la expectativa hasta que despertaran
todos los integrantes de la familia Black y ver si seguían juntos o se desintegraría el
amor de todos.

Capítulo 48.

Alice llegó preocupada por llevar esos sobres, la incógnita, la carcomía. Al traspasar la
puerta de la habitación de hospital, vio a Carla junto a su nieta y a una chica limpiando
sangre derramada en el suelo.
—¡Buenas tardes…! ¿Qué pasó aquí? ¿Y esa sangre? ¿Estás bien mi niña?! —dijo
mientras pasaba a un lado.

—Estoy bien mi nana, esa sangre es de mi papá… mi abuelito lo golpeó cuando se enteró
de que… —Jenna contestó

—Por favor Jenna… no lo digas. —Carla la interrumpió. Pero su nieta no iba a quedarse
callada, amaba a su nana y ella merecía saberlo.

—Alice hem… Marck y yo… vamos a ser padres, estoy embarazada de él —soltó sin
tapujos.

Alice abrió sus ojos en forma desmesurada y con la boca abierta, hasta que reaccionó.

—¿Qué dijo mi niña? Que su padre y usted… no mi niña… eso es imposible, pero… las
cartas. Por eso es que usted estaba feliz… Ustedes no llevan la misma sangre, pero de
todas maneras mi niña, el señor Marck, la crio como su hija, la amaba como su hija, ¿qué
pasó? ¿Pero cómo? Ay, mi Dios, esto es algo que no entiendo —gritó asustada. Terminó
de decir agarrando sus cabellos, asombrada por la noticia.

—Jenna sabes que te amo, pero todavía no entiendo ¿cómo llegaron a hacer esto?—
Carla habló.

—Nana, ¿puedes darle mi carta a mi abuelita, quiero que lea la carta que mi mamá
escribió para mí, y ese examen de ADN, por favor? —Jenna comentó observando a Alice.

Alice se levantó y entregó en manos de Carla el sobre manila, donde estaban los dos
documentos que Judith había dejado. Cuando leyó todo su contenido y vio las pruebas de
ADN, se puso a sollozar con su mano puesta en su sien, moviendo en negación su
cabeza.

—Por Dios… esto no es cierto… ¿cómo es posible esto? ¿Ese hombre violó a Judith? Se
atrevió a engañarnos a todos… pero esto prueba que… —dijo atribulada. Miró fijo y
llorosa a su amada nieta—. No eres hija de Marck… no llevas su sangre ¡Oh mi Dios
bendito!

—Pero mi niña, el señor Marck, la crio con amor de padre, para él usted es su hija. —
Alice intervino angustiada

Jenna tenía sus ojos llenos de lágrimas al escucharlas, pero se llenó de valor para
comentar.

—Lo que pasó fue algo que ninguno siquiera imaginó… nosotros no sabíamos quiénes
éramos. Teníamos máscaras y no nos dijimos ni una sola palabra, nos enamoramos
desde que…

—¡Basta Jenna, basta! … no sigas por favor. —Carla le pedía con tristeza.

—Abuelita… debo explicarte para que entiendas cómo pasó todo, debo hacerlo… por
favor déjame hacerlo. —Jenna habló con desesperación. Carla asintió mientras Alice la
abrazaba, dispuesta a escuchar.
Jenna comenzó desde el principio cuando supo lo de “La Fraternidad.” Sobre la App,
CITAS A CIEGAS, hasta el momento donde se quitaron las máscaras frente al Lobo de
plata y sucedió la tragedia, donde Marck casi muere.

Carla lloró escuchando la confesión de su nieta amada, le dolía al enterarse e imaginarse


lo que sintió su hijo cuando descubrió lo de Jenna… Pero recordó el contenido de las
cartas y se calmó un poco. Divisó otro sobre manila que llevaba el nombre de Marck.

—¿Por qué ese sobre lleva el nombre de mi hijo? —preguntó.

—Ese sobre lo dejó mi mamá para Marck, creo que se lo dejó para explicarle lo que pasó
en esa fiesta, que él y yo no somos padre e hija. Que no tenemos la misma sangre. No lo
he abierto porque está dirigido para él. —Jenna contestó

—Dios mío… y todo esto que ha pasado es culpa de un mal hombre que nos dañó a
todos al engañarnos con su bajeza. Ese hombre debe pagar todo lo malo que ha hecho.

&

Lejos de allí volvía a despertar Luiggi Lombardi. Vio a dos policías que estaban sentados
frente a él, lo observaban muy serios, recordó las duras palabras de su esposa.

“Ya no te amo Luiggi”… Eso hizo que gruesas lágrimas recorrieran sus mejillas y se
arrepintiera de todo lo malo que hizo, porque esa fue la razón del desprecio que causó él
en ella.

Los gendarmes lo escucharon sollozar, se miraron entre sí y se alzaron de hombros. De


repente la puerta se abrió dejando entrar al comandante Harrison. El hombre caminó a la
cama donde estaba Luiggi y se sentó. Sacó una libreta y comenzó a hablar mientras lo
observaba. Se extrañó al ver lágrimas en sus ojos.

—Señor Luiggi Lombardi ¿sabe por qué está aquí, custodiado por la ley? —Lo siguió
mirando, esperando su respuesta.

—Creo que sí… yo… he cometido muchos errores… por eso perdí lo que más amo en mi
vida. —Luiggi balbuceó.

—-Usted está acusado de violación, trata de blancas, de homicidio premeditado, tortura,


esclavitud, narcotráfico, conexión con la mafia rusa y la lista sigue. Cuando salga de aquí
será trasladado a prisión hasta la fecha de su juicio. —Harrison continuó y lo observó muy
serio.

Luiggi solo escuchaba.

—¿Y si me mata primero comandante ah? ¿No es mejor que desaparezca de la faz de la
tierra a un maldito como yo? Adelante… hágalo, es lo mejor para todos. —Le pidió un
favor al comandante en medio de sollozos.

Harrison le pareció una locura el escucharlo decir eso.


—Señor Luiggi, a usted debe juzgarlo la ley. Darle la condena que se merece, yo no soy
nadie para hacer justicia por mi propia mano.

Entonces Luiggi recordó a John.

—Debió dejar que John me desapareciera… Debí morir en sus manos… yo… no quiero
vivir sin mi Amanda… La amo, pero ahora ella… me odia… ¡quiero morirme, mierda!…
¡quiero morirme! —gritó.

Quiso sacarse el suero y la mascarilla de oxígeno a pesar de estar muy débil, pero fue
sometido por el mismo Harrison y los policías. El médico que llegaba en ese momento
para su revisión matutina vio lo que estaba pasando y llamó a una enfermera, pidiéndole
que llevara un sedante para el paciente.

Ella llegó con el medicamento y lo sostuvieron para aplicarle el sedante en el brazo


mientras Luiggi gritaba como loco su deseo de morir. Esperaron algunos minutos hasta
que el sedante comenzó a hacer efecto y el paciente se fue calmando. Harrison le pidió al
médico que lo sujetara para que no volviera a intentar autolesionarse.

Luiggi fue sujetado con correas de cuero, dejándolo inmovilizado para que no volviera a
intentar matarse. Tenía cuentas qué saldar con la ley. Todos salieron de allí, a excepción
de los policías en turno, quienes cuidarían de él. Luiggi se agitaba, sufría de pesadillas y
gritaba dormido que su amada esposa no lo dejara.

&

Amanda se despertó intranquila como si presintiera algo, se quedó quieta en la cama,


hasta que ese sentimiento pasó y se levantó para acicalarse un poco e ir a asearse. Se
vistió y bajó a desayunar. Mientras conversaba con su empleada tocaron el timbre de la
casa y un guardia entró a avisarle que un hombre llamado Oliver había llegado a visitarla.

Ella recordó al atractivo amigo de su esposo y sonrió para sus adentros. Muy en el fondo
deseaba volver a verlo y para su sorpresa ahí estaba. Le ordenó al guardia que lo dejara
pasar.

Amanda vio entrar por el umbral de su puerta, a Oliver, le pareció ver a un príncipe por su
postura, su hombría, era muy atractivo. Amanda vio su perfecta dentadura, cuando Oliver
esbozó una amplia sonrisa al saludarla.

—Buenos días, Amanda, ¿cómo está de ánimo?

Amanda estaba desubicada de este mundo, admirándolo. Así que tardó en responder y
casi tartamudeó para contestar.

—Buenos días, Oliver… yo estoy mejor… gracias.

La actitud de Amanda no pasó desapercibida para Oliver, el cual era muy experimentado
en la vida. Le encantó su reacción, se dio cuenta de que no era lejano a los sentimientos
de esa bella mujer, de la cual se había interesado en secreto. Incluso se atrevió a pensar
que estaba enamorado, pero disimuló, siendo muy cortés y educado.
—Qué bueno que se sienta mejor Amanda, usted debe estar tranquila ante las
circunstancias que la atañen. Hablé con el comandante y me comunicó que dará su
versión de los hechos, tratando de que el juez la consideré una víctima más de… Luiggi.

Al escuchar el nombre de su esposo, a quién quizá todavía amaba su corazón, se dobló


de dolor. De sus bellos ojos comenzaron a salir lágrimas que bajaron por sus mejillas.
Oliver la abrazó de inmediato.

—Amanda, por favor… cálmese debe ser fuerte —dijo Oliver.

—Estoy temerosa, tengo que verlo en el juicio y no sé si pueda soportarlo, creo que aún lo
amo… pero no puedo perdonar las atrocidades que ha cometido. —Ella contestó un poco
triste y asustada a la vez.

Oliver deseaba que olvidara a Luiggi y se fijara en él, es lo que más deseaba en el
mundo, pero no podía presionarla, todavía debía darle tiempo para que asimilara todo lo
que se avecinaba.

—Amanda, solo quiero decirle estas palabras —habló y continuó.

—Bendito sea el hombre que llega sin malas intenciones y con sinceridad a la vida de una
mujer…

—Aquel que le brinda seguridad y la hace sentir hermosa, sexi, inteligente. Que la hace
su cómplice de locuras, pero sobre todo la hace sentir amada, respetada y deseada…

—Bendito sea ese hombre que le brinda más cariño que problemas. El que se gana a
pulso su confianza y es capaz de ayudarle a restaurar sus heridas…

—Aquel que no llega con mentiras ni traiciones, el que aún sabe ser un caballero y tiene
claro que el romanticismo no pasa de moda…

—El que no llega para hacerla llorar y ayuda a limpiar sus lágrimas, el que sabe que su
relación es una prioridad y por ende la resguarda como un tesoro…

—Ese varón maduro que no necesita andar conquistando cientos de mujeres para
disfrazar su baja autoestima, porque sabe que un verdadero hombre es capaz de
convertir a su pareja en su mujer, su amiga y amante…

—Aquel que puede ser tan perverso como tierno, tan apasionado como cursi, tan loco
como cuerdo…

—Bendito sea ese hombre y bendita sea la mujer que lo valore y le corresponda de la
misma manera.

Amanda quedó embelesada al escuchar esas bellas palabras, que parecían más una
confesión de amor, un pedido de un hombre enamorado. Eran las palabras del hombre
del que ella ya sentía atracción y se dejó llevar. Lo miró a los ojos y acercó sus labios
rojos a los de él, ambos se dejaron llevar por sus sentimientos mutuos y se besaron con
pasión.
La ama de llaves solo sonrió al ver esa escena de amor. Sonrió enternecida, ya sabía lo
que había pasado con su patrón y se decía para sus adentros que su señora, una mujer
tan buena, merecía amar de nuevo. Ese hombre se notaba enamorado de ella, además
de ser un caballero.

La vida da muchas vueltas, mientras unos secretos ya son narrados, un nuevo


amor está naciendo de un corazón destrozado. Quien fue dueño de ese corazón y
culpable de dañarlo, quiere desaparecer de este mundo al saber qué ella ya no lo
amará más y todo era por su propia culpa.

Capítulo 49.

Carla fue a la habitación de Dereck, observó que estaba sujeto a la cama, dormido pero
intranquilo. Acarició su cabello y se sentó a su lado.

—Mi amor, ojalá entiendas todo cuando leas las cartas que dejó Judith. Lo que pasó
después… Dios mío, hasta a mí se me hace difícil entender. Nuestra familia ha sufrido
tantos golpes —dijo muy bajito.

El ascensor abrió sus puertas dejando salir a dos siluetas conocidas que iban a visitar a
su nieta adorada. Eran los abuelos maternos de Jenna, Marcus y Juliet. Caminaron rumbo
a la habitación donde estaba.

Entraron y saludaron, encontraron a su nieta con la nana Alice, mientras estaban


abrazadas y sollozando, eso les extrañó.

—Hola, mi niña preciosa, ¿cómo estás? ¿Te duele algo? ¿Por qué lloras? —Se acercaron
a decir.

—Estoy bien y no me duele nada, pero abuelitos yo… —Jenna contestó y los observó
triste.

—Mi niña, por favor no. Espere que estén todos juntos. —Alice la interrumpió de
inmediato.

Jenna deseaba decir la verdad de una vez por todas. Observó a su nana querida. Tomó el
sobre con su nombre, sus manos temblaban por la enorme noticia que iba a darles.

—Abuelitos hem… deben enterarse de algo que ya saben mis otros abuelitos. Merecen
saberlo, así que desearía que… leyeran esto que mi mamá dejó con mi nombre. —Se
animó a hablar con prudencia.
Acto seguido, el sobre llegó a manos de Julieta, quien se sentó junto a Marcus.
Comenzaron a leer la carta y Jenna observó como el rostro de sus abuelos se mojaba por
las lágrimas que caían y sus manos tapando sus bocas por el asombro.

—No es posible, mi Dios… mi hija fue ¿violada? ¿No fue por amor? —Sus voces se
escucharon temblorosas.

—¿Qué es esto? ¿Cómo se atrevió ese desgraciado, infeliz? Pobres de ellos, fueron
engañados, mi hija estaba feliz cuando se enteró de su embarazo, creía que era de
Marck, por Dios ¿qué pasó? —habló Juliet, furiosa.

—Luiggi es mi padre biológico… Marck y yo no llevamos la misma sangre. —Jenna tomó


la palabra para comentarles.

Para ambos abuelos maternos, les pareció extraño como Jenna se dirigía a su padre
como Marck.

—Jenna, ¿por qué dijiste Marck y no mi papá? —Juliet exclamó.

Jenna miró a su nana, la cual mantenía su cabeza agachada y continuó muy decidida.
Lanzó un suspiro largo antes de hablar.

—Abuelitos deben saber algo yo… estoy embarazada.

—Ya sabemos Jenna, estamos felices, por eso, vamos a ser bisabuelos. —Él gritó de
alegría de ambos, interrumpió el coloquio.

Ella bajó su mirada por pena, ya que la noticia que iba a soltar a continuación los iba a
conmocionar, pero ella deseaba más que todo anunciarlo para liberarse de los secretos
que llevaba dentro de su corazón.

—Abuelitos, por favor escúchenme. —Ellos la miraron con atención—. El hijo que estoy
esperando… es de Marck.

En la habitación hubo un silencio espectral, ya que la noticia les cayó como una bomba
atómica.

—¡Dios mío!… no es cierto, Jenna no nos hagas estas bromas. —Juliet exclamó muy
nerviosa, había palidecido.

—Es cierto, abuelita, Marck es el padre de mi hijo. —Jenna volvió a hablar muy seria

Mientras Juliet estaba con la boca abierta, Marcus se levantó furioso y golpeó la mesa
gritando.

—¿Cómo es posible? Marck te crio y amó como su hija, es inaudito que él sea el padre de
tu hijo… no… no creo que fuera capaz de hacer eso… ¡maldita sea, es tu padre!…
¿Dónde está Marck? Quiero hablar con él… ¿Dónde mierda está? —El abuelo Marcus
estaba furioso.
—El señor Marck está herido… el señor Dereck lo golpeó cuando se enteró de lo que está
pasando. Casi lo mata, estaba furioso. —La nana Alice se levantó llorosa y habló tratando
de proteger a su niña.

—Pues yo quiero hacer lo mismo… ¿cómo se atrevió a tocar a su hija? ¿Acaso está loco?
—Marcus habló muy enojado y en voz alta

—¡Basta ya abuelo! Voy a revelarles todo lo que pasó y cómo pasó, por favor no me
interrumpan.

Los abuelos maternos se sentaron a regañadientes para escucharla. Jenna volvió a narrar
todos los hechos de su Cita a Ciegas, hasta el momento donde se disparó Marck, y ahora
del embarazo, fruto de su unión carnal.

Ambos estaban consternados, extrañados, incrédulos, el primero en hablar fue Marcus.

—Jenna, ¿cómo pudieron seguir esto? A pesar de haber descubierto lo que pasó entre
ustedes, yo creo que, aunque no lleven la misma sangre, esto no está bien… no está
bien, carajo.

Para su querida nieta, estas palabras eran dagas en su corazón, pero su amor por Marck
era mucho más fuerte que los prejuicios de todos.

—Por favor abuelito, deben comprender que fue algo que surgió entre nosotros, sin saber
que éramos nosotros, cuando leí la carta que me dejó mi mamá, decidí continuar, le conté
a Marck lo de la carta y allí fue que dejó de preocuparse de que había cometido algún
pecado. Por favor. Yo le hice ver que no somos nada, solo dos personas que se aman. —
Se empujó a decir.

—Y aquí está el fruto de nuestro amor… un amor profundo y verdadero. —Jenna inquirió
mientras se acarició el vientre.

Sus abuelos solo se acercaron para abrazarla.

—Te amamos Jenna, eres nuestro sol, eres nuestra nieta amada, pero quisiéramos
esperar para juntarnos todos como familia y hablar —dijeron.

Jenna asintió con su cabeza, sollozando de alegría al recibir ese abrazo de amor y no un
rechazo hacia ella.

Marck estaba despertando, sintió un gran dolor en su cuerpo. Observó que estaba solo en
la habitación y no podía moverse. Apretó un botón y una enfermera apareció.

—Por favor podría decirle a mi madre que venga —Pidió.

La enfermera asintió y salió para buscarla, ya la había visto entrar a la habitación


contigua, así que tocó la puerta y escuchó un “Adelante”.

Entró y habló con la mujer que estaba allí sentada junto al hombre atado.

—Señora Black, disculpe. Su hijo despertó y desea hablar con usted.


Carla se levantó en un santiamén y caminó hacia donde estaba su hijo, entró deprisa.

—Hijo mío, ya despertaste, ¿te sientes mejor? —Inquirió.

—Me duele mi cuerpo, pero… ¿mi papá dónde está? —preguntó ansioso por saberlo.

—Está al lado, lo sedaron y amarraron porque estaba violento. Ay, hijo, las cosas en esta
familia están muy pesadas. Jenna me dio a leer una carta que le dejó Judith. —Carla
recordó que Marck no había leído su carta, podía no saber toda la verdad—. Ya sé que no
llevan la misma sangre, pero de todas maneras la criaste como tu hija. —Carla contestó.

—Lo sé mamá, pero yo… La verdad no sé cómo decírtelo… fue algo que no planeamos
—comentó temeroso.

—Hijo… Jenna nos contó a Alice y a mí eso de La Cita a Ciegas, también lo de tu intento
de suicidio cuando te diste cuenta de lo que habías hecho con ella, pero no sabías nada
todavía. —Carla le habló.

Marck observó a su madre y se mostró sincero con ella.

—Mamá la amo… de verdad la amo, así como amé a… Judith… no puedo contra esto y
más, al saber que está embarazada de mí… ¡voy a ser papá!.

La puerta se abrió en ese momento dando paso a Juliet y a Marcus, caminaron hasta
llegar cerca de ellos.

—Carla, yo… carajo, esto es increíble. Todavía no puedo engullirlo. Marck, quiero
preguntarte, ¿amas como mujer a Jenna? ¿Estás seguro? —preguntó Marcus.

A Marck le dio pena decirlo, eran los padres de su más grande amor, pero tomó aire para
contestar.

—La amo. De verdad estoy enamorado de ella. Sé que es algo raro, quizás incorrecto,
pero… Ambos nos amamos y viene en camino nuestro hijo. El hijo de nuestro amor… Por
favor, entiéndanme.

En ese momento tocaron la puerta y entró Alice. Se situó frente a Marck y sutilmente le
dio el sobre, el cual llevaba su nombre.

—Esta carta se la dejó su esposa, debe leerla para que comprenda, como lo hizo mi niña
Jenna. —Alice comunicó. Marck la miró con dudas y tomó la carta.

—Gracias —contestó.

Abrió el sobre y sacó su contenido, mientras miraba a todos. Primero leyó la carta de
Judith que decía:

Marck, mi amor.
Te escribo esto para que te enteres de un secreto, el cual supe de parte de David Fisher.
Mi corazón y mi alma quedaron hechos pedazos, esa verdad que yo desconocía me dolió
muy dentro de mí.

En la fiesta de graduación, cuando subimos con nuestro grupo de amigos, ahí estaban
David Fisher, Luiggi Lombardi, John Carpenter. ¿Te acuerdas que probamos por primera
vez el whisky? David me confesó que habían puesto éxtasis en mi vaso y que había sido
idea de Luiggi.

David también me dijo que había sido un plan fraguado por Luiggi. Cuando nos metieron a
esa habitación, Luiggi también estaba ahí. Pero lo que en verdad sucedió y que me
confesó David, fue que Luiggi se aprovechó de mí, que fue él quien tomó mi virginidad y
que tú te quedaste dormido por el alcohol.

David también me confesó que al abrir la puerta y al verme desnuda se dejó llevar por el
deseo y también me violó, pero que él usó condón y que Luiggi le había hecho jurar que
jamás lo diría.

Parece que la culpa le llenó la conciencia y no soportó más. Al terminar de platicar


sucedió lo del asalto y antes de morir lo perdoné, entonces con miedo tomé muestras de
Jenna y de ti. Mandé a hacer análisis de ADN para saber si era todo cierto.

Cuando vi los resultados lloré de dolor, me sentí sucia y usada. Estaba feliz pensando que
tú me habías tocado con amor y no ese desgraciado de Luiggi. Ahora lo odio tanto por
haber destruido nuestras vidas, traicionó la amistad y la confianza que le teníamos.

Marck, sabes que te amo, que eres mi adoración y sé lo mucho que me amas, por eso
escribí esta carta, porque cuando la leas estaré de viaje para que medites y puedas
perdonarme, aunque no tenga culpa alguna.

A mi regreso quiero escuchar tus palabras y espero no sean de reproche o de reclamo.


Me drogaron, lo siento si te fallé mi amor, solo deseo con toda mi alma que no me odies
por lo que pasó.

Te dejo los resultados del análisis, ahí comprobarás que tú y Jenna no llevan la misma
sangre, pero estoy feliz de saber cómo la amas y proteges. Espero que cuando sepas la
verdad nunca dejes de amarla, como siempre lo has hecho.

Lo único que me da rabia, es saber que Jenna es hija de ese maldito de Luiggi, que deba
compartir la misma sangre de ese maldito aprovechado. Ojalá pague por lo que me hizo,
desearía que me apoyaras en denunciarlo por violación. Quiero decir algo más.

Te amo Marck, te amo hasta el último aliento de mi vida. Tú siempre serás mi amor de
cuento de hadas. Eres mi todo. Por ti y por tu amor daría hasta mi vida.

Tu esposa que te adora y que espera que no la odies.

Judith.
La carta cayó de las manos de Marck que sollozaba al terminar de leerla. En esa hoja de
papel estaban algunas lágrimas caídas, que habían mojado algunos trazos de las
palabras escritas.

—¡Jamás la hubiera odiado!, ella fue una víctima, una rosa que fue pisoteada por ese…
desgraciado y… Dios mío, la fecha de cuando la escribió es un día antes de que… tuviera
ese accidente, un día antes de que muriera, o sea que… —gritó adolorido. Miró a su
madre desconsolado—. Fue a la empresa ese maldito día para avisarme de su viaje.

Se soltó a llorar delante de todos. Sabían cómo amaba a su esposa.

—Ella llevaba semejante carga sin ser culpable y se fue… sin escuchar mi respuesta. La
hubiera besado, la hubiera abrazado, la hubiera apoyado. Jamás la culparía… todo fue
culpa de ese idiota malnacido, ojalá pague con creces toda la maldad que cometió —gritó.

Un sonido hizo que todos miraran hacia la puerta. Jenna entró en silla de ruedas
empujada por una enfermera.

—¿Por qué gritaste? ¿Qué pasó Marck? ¿Marck por qué lloras? ¡Contéstame!… dime
algo —habló preocupada.

La Carta de Judith hizo estragos en el corazón de Marck. Saber que estuvo allí y no
pudo protegerla. Los abuelos maternos aceptaron el hecho de que Jenna no llevara
la misma sangre que Marck. Pero en su amor de pareja estaban renuentes, ¿El
secreto revelado por Judith hará cambiar en algo de lo que siente Marck por
Jenna?.

También podría gustarte