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CUARTA PARTE 35

ARQUEOASTRONOMÍA Y ASTRONOMÍA PREHISPANICAS


1) ARQUEOASTRONOMIA. LAS FAMILIAS DE ALINEACIONES

Se puede definir a la arqueoastronomía como la subrama de la astronomía y de la arqueología, cuya


función es estudiar las orientaciones de las diferentes construcciones de las antiguas civilizaciones; para
entender su conocimiento, su calendario y cosmogonía. El autor de estas líneas considera que no se puede
comenzar a entender el calendario prehispánico sin adquirir fundamentos de esta ciencia, si bien hay que
estar consciente de que la misma no puede abordarse a profundidad en un texto. No es esa la intención de
esta sección del temario, sino acaso sólo introducir al estudiante en algunos de los hallazgos que expertos
en la materia han hecho al respecto de la arquitectura anahuaca, que son de relevancia para entender la
forma en que los antiguos mesoamericanos calibraban sus calendarios. Esto servirá como complemento al
conocimiento adquirido en el círculo de estudio y quizá siembre la semilla del interés para que cada
estudiante pueda seguir profundizando por cuenta propia.
Tal como comenta Cesar Morlán en su Libro “Trecenas: los ladrillos del tiempo”:

“No podemos desligar el calendario de la arquitectura, ya que por toda su geografía se encuentran vestigios
arquitectónicos, templos, pirámides, estelas o basamentos que fueron construidos bajo ciertas
orientaciones dirigidas hacia la temporalidad calendárica pero sin desvincularla a la posición espacial y
movimientos aparentes , especialmente de del Sol, de Venus y la luna, astros que más interés generaron a
los astrónomos nativos para estos fines.”

En efecto, tener una idea de cómo los antiguos arquitectos, de la mano con los contadores del tiempo,
trazaron sus centros ceremoniales, nos permitirá no sólo comprender mejor la mecánica calendárica y su
numerología asociada, sino también asomarnos a la forma del ver el universo que tuvieron nuestros
ancestros.

Este breve vistazo a la arqueastronomía del México prehispánico se centrará en exponer las principales
“familias de alineaciones” que pueden observarse en la arquitectura anahuaca. Pretende servir sólo como
un complemento al conocimiento adquirido hasta el momento, y no hacer un análisis profundo de estos
temas.

Pero ¿qué es una “familia de


alineaciones”? Pues bien, al
estudiar la traza de los diversos
centros ceremoniales
prehispánicos, los expertos han
encontrado que una gran cantidad
de ellos fueron orientados de
modo que diversos astros,
principalmente el sol, sale o se
pone en determinadas fechas
marcando los ejes de los edificios.
Por ejemplo, en Xochicalco,
Morelos, tenemos una estela que
marca el punto desde donde se
observa el sol alineado en el día
del equinoccio temporal (23 de
Marzo), como se observa en la
imagen de la izquierda.
A este fenómeno es a lo que se le conoce como “alineación arqueoastronómica”, y encontramos muchos
otros casos en toda Mesoamérica. Uno muy impresionante sucede en Dzibilchaltun, Yucatán, en donde en 36
el así llamado “edificio de las siete muñecas”, puede observarse el sol iluminando a través de la entrada del
templo en fechas de equinoccios, como observamos bajo estas líneas.

(Nota: el “equinoccio temporal” se refiere a la fecha que marca la mitad del ciclo comprendido entre los
dos solsticios, lo cual difiere del “equinoccio espacial” o “equinoccio astronómico” que tiene que ver con el
cruce del punto donde el eje de la tierra queda en un ángulo perpendicular con el plano de su órbita
alrededor del sol, esta última fecha varía entre el 20 o 21 de Marzo)

Ahora bien, estas fechas de equinoccios no son en ningún modo las fechas más importantes observadas en
la arquitectura de Anahuac. De hecho, muchos estudiosos opinan que, en realidad, los equinoccios no
fueron tan importantes para los ancestros como se piensa. Hay otras fechas menos conocidas pero a la vez
mas importantes. Estas fechas se agrupan en relaciones que emergen de la orientación del edificio que las
marca, y eran las que verdaderamente pudieron servir para calibrar el calendario. Estos grupos de
alineaciones, comunes a un edificio, se denominan “familias de alineaciones”, ya que pueden observarse en
diversos centros ceremoniales, todos los cuales tendrán en común una determinada traza, que permita
observar al sol alineado con los ejes de los edificios. Hablaremos ahora de algunas de familias de
alineaciones conocidas, aunque con seguridad se podran encontrar más. También es probable que la
nomenclatura de las familias pueda no ser de lo mas exacta, pero esperamos nos ayude como recurso
didáctico, más allá de su validez documental

Familia “panmesoamericana”

Es llamada así porque puede encontrarse prácticamente en toda Mesoamérica. Marca las fechas 11-12 de
Febrero y 29-30 de Octubre, cuando el sol se alinea con el eje de la pirámide del sol al amanecer, así como
29-30 de Abril y 12-13 de Agosto, cuando lo hace al atardecer. La encontramos en sitios como Teotihuacan,
Palenque, Tula y Xochicalco. Estas fechas son sumamente relevantes porque demarcan momentos clave en
el ciclo agrícola de los antiguos pueblos de Anahuac, correspondiendo aproximadamente con el inicio de la
preparación de la tierra (11-12 de Febrero), la siembra y petición de lluvias (29-30 de Abril), la entrada 37
franca de la temporada de lluvias (12-13 de Agosto) y su final e inicio del ciclo de cosecha (29-30 de
Octubre). El esquema de abajo (extraído del libro “Trecenas, los ladrillos del tiempo”, por Cesar Morlán)
ilustra estas fechas, y además introduce el concepto de “cronodistancia”, que se refiere a la cantidad de
días que hay entre una fecha de alineación, y otra fecha dada, que puede ser la de un fenómeno solar (en
este caso los solsticios) o la
de otra alineación. Puede
verse, por ejemplo, que
entre las fechas de
alineación dadas y los
solsticios hay siempre una
cantidad de días que suma
104 (52+52 días) y 260 (130
+130 días).

Esta relación de días ha sido


llamada “relación 104-260” y
es un ejemplo perfecto de
cómo las fechas escogidas
por los mesoamericanos
para alinear sus edificios
obedecían a su numerología
cosmogónica, pues se puede
notar que 260 es el número
de días del calendario
sagrado. El 104, además de
ser el número de días que
hay que sumar a 260 para
llegar a 364, número al que
se le suma el día de la
alineación solar para tener
260 + 104 + 1 =3655 días
(duración del año solar) es
un número que surge de la
suma de dos periodos de 52
días, que son 4 trecenas (una
para cada rumbo del
cosmos) o bien el número de
años que componen a un “siglo” indígena, el periodo del xiuhnelpili del que se habló al inicio del temario.

De este modo, usando la observación como herramienta principal, los ancestros pudieron saber en todo
momento en que punto del año solar se encontraban, simplemente contando los días que habían pasado
entre un fenómeno y otro. Así nunca perdían las cuentas y a la vez reforzaban la ceremonialidad de sus
ritos.

Familias de alineaciones del templo mayor

El templo mayor de Tenochtitlan también fue orientado de tal modo en que el sol marcara ciertas fechas
precisas con significado simbólico importante. En el caso de este edificio, se han encontrado dos familias de
alineaciones que corresponden a sus diferentes etapas constructivas. Recordemos que los templos de los
anahuacas se renovaban constantemente, y así en ocasiones una traza era modificada a tal punto que las
fechas de alineación podrían variar. En este caso específico tenemos, como dijimos, dos familias de
alineaciones que emanan, la primera, de la traza de las etapas más tempranas del edificio, denominadas
etapas I y II (correspondientes al periodo comprendido entre 1325 y 1427), y de la traza de las etapas 38
posteriores, denominadas III a VI (correspondientes al periodo comprendido entre 1427 y 1521). Estas
familias toman como referencia los dos solsticios anuales, de invierno y de verano, con distintas
cronodistancias marcadas entre las respectivas fechas y los fenómenos solares.

a) Etapas tempranas. En este caso, las fechas en


las que el sol se alineaba con el eje del templo
mayor se daban alrededor del 4 de marzo y 9
octubre, al amanecer, y del 2 de septiembre y 9
de abril , al atardecer. Estas fechas están
cronodistanciadas en segmentos de 73 días
desde los dos solsticios anuales y se asocian
matemáticamente con el movimiento aparente
de Venus, cuyo ciclo visto desde la tierra dura
584 días, lo que son 73x8. Esto puede observarse
en el esquema de la derecha. Nuevamente,
notamos como la distribución de las fechas esta
diseñada para marcar un elemento muy
importante de su cosmogonía: el movimiento del
planeta Venus. Cabe hacer notar que esta
primera distribución no es exclusiva del templo
mayor de Tenochtitlan, sino que puede
encontrarse en otras ciudades, como Tajin y
Copán.

b) Etapas tardías. La remodelación del templo


mayor ocasionó un cambio en las fechas en que
el sol se alineaba con el edificio, con lo cual la numerología sagrada cambió. En este caso, las fechas de
alineación se daban alrededor del 9 de marzo y 5 octubre, al amanecer, y del 7 de septiembre y 4 de abril,
al atardecer. Estas fechas están cronodistanciadas en segmentos que guardan la relación 78/13, tal como
observamos en el esquema de la abajo a la izquierda. Los solsticios se separan de las fechas de alineación
por 78 días, mientras que hay 26 días, lo que
son dos trecenas, mediando entre ellas, a la
cual se puede agregar . Esto representó un
cambio entre un sistema que se basaba en el
movimiento de Venus, y otro que reflejaba
mejor los movimientos del sol. Esto es así
porque el numero 78 se vincula mas
directamente con el ciclo de 365 días.
Primeramente, se observa en la imagen que
produce ciclos de 104 días que, como
veíamos anteriormente, remiten de
inmediato a la relación 104/260. Pero
además, si a 260 se le restan 78 días, el
resultado es 182, que es prácticamente la
mitad de 365 (182+182+1=365), y si a tres
veintenas, que son 60 días, se le suman 18
días, (número de veintenas del xihuitl o año
solar) nos da como resultado precisamente el
ciclo marcado en el teocalli (20 x 3 = 60 + 18
=78).
Por si esto fuera poco, estas fechas tienen
además una relación con los momentos en que la tierra se encuentra mas alejada o mas cercana al sol,
puntos que son denominados en astronomía como afelio y perihelio, respectivamente, y que suceden 39
alrededor de los días 4 de Julio y 4 de Enero, también respectivamente. Veamos que :

9 de Marzo -65 días = 3 de Enero


4 de Abril- 91 días = 3 de enero
7 de Septiembre – 65 días = 4 de Julio
4 de Octubre – 91 días = 5 de Julio

El número 65 es una vinculación con el año sagrado de 260 días, pues corresponde a un cuarto de cuenta
sagrada (260 / 4 = 65). EL 91, por su parte, es aproximadamente la cuarta parte del año solar (91 x 4 = 364)
No sabemos a que se deba el cambio en la arquitectura del templo mayor, que generó el cambio en las
fechas de alineación, pero algunos estudiosos han hecho notar que el cambio de un patrón que recordaba
al planeta Venus, identificado con Quetzalcóatl, por otro que representaba al sol, identificado por
Huitzilopochtli, es bastante significativo como para ser una simple coincidencia.

Familia del “Cocijo”

Se documentó en Monte Alban y Mitla, y utiliza fragmentos de año sagrado para marcar sus fechas. Estas
últimas son 25 de Febrero, 17 de abril, 25 de Agosto y 17 de Octubre, las cuales están separadas por
cronodistancias de 65 días, periodo denominado en zapoteco como “cocijo” y que como se dijo
corresponde a un cuarto de cuenta sagrada (260 / 4 = 65). Las mismas fechas también se ha documentado
en Cañada de la Virgen, Guanajuato, así como en Tikal, Guatemala

Otras familias

Muchas urbes mayas poseen lo que se ha denominado “grupos e” de estructuras, que usan fechas como 11
de marzo, 31 de Marzo, 12 de Septiembre y 2 de octubre para marcar periodos de 160 y 200 días, o bien las
fechas 10 de octubre y 2 de marzo, u 11 de abril y 1 de septiembre, para marcar cronosegmentos de 143
días. Sin duda podrán existir otras familias de alineaciones, y la invitación al lector es a que, la próxima vez
que visite una zona arqueológica, pueda indagar cuales son las fechas de orientación de los edificios ahí
construidos.
2) ASTRONOMÍA PREHISPÁNICA 40

El tema de la astronomía prehispánica no es menos complejo que el de la arqueoastronomía, y


nuevamente se hace la advertencia al lector de que lo presentado a continuación es sólo una introducción
breve. Nos centraremos en los fenómenos solares más importantes, y en los astros de mayor relevancia
para nuestros ancestros, buscando en todo momento entrelazar el tema calendárico con la información
vertida.

A) FENOMENOS SOLARES

Los equinoccios

Los equinoccios son fechas importantes para prácticamente todas las culturas del mundo. En lo referente a
la cultura de Anáhuac, sin embargo, los investigadores no terminan de asegurar que fueran TAN
importantes. Ya líneas arriba se habló del caso del edificio de las siete muñecas en Dzibilchaltun y de la
alineación en la plaza de Xochicalco, pero lo cierto es que no se sabe con exactitud si estos ejemplos
reflejan el pensar mesoamericano acerca del equinoccio o son casos de excepción. Lo cierto es que hoy por
hoy son cada vez más los estudiosos que ponen en duda la importancia real de los equinoccios. El mismo
caso de la famosa hierofanía de la pirámide Kukulkan en Chichen Itza, en donde se puede observar la
silueta de una serpiente descendiendo por la escalinata en fechas de equinoccio, ha sido cuestionado ya, al
notar los investigadores que ese juego de luz y sombras no sucede precisamente en la fecha exacta del
equinoccio, sino en un periodo de tiempo variable que por supuesto incluye a la dicha fecha, pero no
necesariamente la demarca claramente. En cualquier caso, lo cierto es que los antiguos mexicanos
conocieron este fenómeno y lo tomaron en cuenta, así que vale la pena revisarlo brevemente.

Equinoccio quiere decir “noche igual” en relación con que en estas fechas el dia y la noche tienen una
duración aproximadamente igual. Esto es reflejo del movimiento aparente del sol en el horizonte, que
resulta de la inclinación del eje terrestre con respecto al plano de su orbita. En el equinoccio, el eje de la
tierra y la línea de su orbita respecto al sol (eclíptica) quedan perpendiculares, y el sol cae directamente
sobre el ecuador terrestre iluminando con igual intensidad la mitad completa del planeta. El esquema
presentado bajo estas líneas ilustra lo ya mencionado
Para la mentalidad anahuaca, que funcionaba tomando en cuenta siempre la ley de los opuestos
complementarios, esta fecha pudo haber tenido una especial significación simbólica. En efecto, tomando 41
como referencia el ciclo luz oscuridad que naturalmente tiene el mundo, los ciclos del mismo reflejan
perfectamente esta ley de opuestos: iniciando en el equinoccio de marzo (equinoccio de primavera para el
hemisferio norte), tenemos que en esa fecha el día y la noche están en equilibrio, y como resultado
tenemos aproximadamente las mismas las horas de la oscuridad que las de luz. Si atendemos a la relación
que se le da a este ciclo diario con la polaridad masculina y femenina, y recordamos que lo masculino se
considera solar, luminoso y caliente, y que lo femenino se concibe como lunar, oscuro y frio, se podría decir
sin mucho temor a equivocarse que también la polaridad masculino-femenina se encuentra en equilibrio en
el equinoccio. Todo esto, dirían los mas expertos, es simple especulación y ciertamente no contamos con
ningún registro histórico que confirme que así veían el equinoccio los antepasados. El hecho es que, en la
ceremonialidad contemporánea de muchos grupos indigenistas (como el de la así llamada mexicanidad), si
llega a verse de este modo, por lo cual lo mencionamos aquí pidiendo al lector que tome esta información
con la mesura necesaria.

Los solsticios

Para un observador situado al norte o al sur del ecuador, que mire la salida del sol todos los días por el
trascurso de un año, será evidente que dicha salida no se da en el mismo punto del horizonte todo el
tiempo. Por el contrario, va variando su posición al salir cada día, hasta alcanzar una posición máxima al sur
o al norte del horizonte. Como se observa en la imagen que acompaña a esta líneas, a los puntos en donde
el sol sale mas hacia el norte o el sur se les denomina solsticios, término que viene del latín “solstitium”, el
cual significa “sol quieto” en alusión a que en esas fechas el sol parece detener su recorrido a través del
horizonte, por dos o tres días.
A partir del equinoccio de marzo (primavera en el hemisferio norte), el sol varía su posición en el horizonte,
moviéndose mas hacia el norte, resultando así que los días comienzan a alargarse y las noches a acortarse. 42
Es la mentalidad anahuaca, esto podría haberse interpretado como un ciclo masculino en el que el calor del
sol fertiliza a la tierra, llegando a su punto máximo en el solsticio de junio (solsticio de verano para el
hemisferio norte), fecha en el que la duración de las horas de luz llega a su máximo. Este es el día mas largo
del año y a noche mas corta, y también una fecha alrededor de la cual comienzan a presentarse las
primeras lluvias.

A partir del solsticio de junio, el sol va moviéndose hacia el extremo sur del horizonte, haciéndose cada vez
mas corto el día y mas larga la noche. Un nuevo punto de equilibrio se da en el equinoccio de septiembre
(equinoccio de otoño para el hemisferio norte), cuando día y noche duran nuevamente aproximadamente
lo mismo. Desde el equinoccio de septiembre, el sol sigue moviéndose hacia el sur del horizonte, lo cual
hace que las noches comiencen a alargarse y los días a acortarse. Esto podría haberse interpretado como el
crecimiento de la energía femenina, que llega a su máximo en el solsticio de diciembre (solsticio de invierno
para el hemisferio norte) fecha en el que tenemos la noche mas larga del año, y el día mas corto. A partir de
esta fecha, el sol regresa hacia el norte, va creciendo en fuerza y calor y repite todo el ciclo nuevamente.

Para el hemisferio sur del mundo, el proceso es idéntico aunque en sentido contrario, siendo en el solsticio
de junio cuando se da la noche mas larga del año y en el de diciembre cuando se observa el día mas largo.

El paso cenital

Se puede definir al paso cenital del sol como el fenómeno que ocurre cuando la posición del astro es
completamente vertical, ocupando el lugar más alto en el cielo. Este punto mas alto del cielo es llamado
“cenit”. Ahora bien, la fecha del paso cenital varía dependiendo de la latitud en la que nos encontremos
observando, pero sucede en dos fechas del año, durante los cuales los objetos no proyectan sombra lateral
al mediodía. El paso cenital solo se presenta en la zona intertropical, que es la franja que se encuentra
comprendida entre los trópicos de cáncer y de Capricornio. Estos trópicos son, justamente, las latitudes
máximas norte y sur que el astro rey alcanza durante su recorrido anual, de tal modo que los solsticios de
invierno y verano son a su vez los pasos cenitales en los trópicos de Cáncer y Capricornio. De modo similar,
el paso cenital en el ecuador terrestre corresponde a las fechas de equinoccios.
Como se dijo, el paso cenital ocurre
en fechas diferentes dependiendo 43
de la latitud desde la que estemos
observando. Esto es resultado de la
inclinación del eje terrestre y puede
entenderse mejor si recordamos el
recorrido aparente que el astro
hace en el horizonte a lo largo del
año, variando sus puntos de salida y
puesta de norte a sur. El esquema
de la derecha puede ayudar a
ilustrar lo que ese intenta trasmitir.
Cuando la posición aparente del sol
coincide con la latitud geográfica en
la que nos encontramos, sucederá
el paso cenital en dicho sitio. Luego el sol seguirá su avance hasta llegar al punto máximo en el norte o sur
(solsticios) y regresará en sentido contrario, dándose entonces la segunda fecha cenital.

Aunque existe polémica acerca de los alcances de la importancia de este


fenómeno en Anáhuac, no cabe duda de que los ancestros lo midieron y
lo usaron para calibrar su calendario. Así lo atestiguan por ejemplo los
esfuerzos arquitectónicos que hicieron para dejar constancia del mismo,
siendo quizá el caso más famoso el de Xochicalco, en el que encontramos
una caverna artificial acondicionada para medir el fenómeno, creando un
boquete con un conducto que solo deja entrar de lleno la luz solar en las
fechas del fenómeno. A la izquierda se representa en forma esquemática
este ingenio. Podemos ver este famoso observatorio cenital en todo su
esplendor en la imagen que se encuentra debajo de estas líneas.
44
El tonalpouhque podía verificar el momento exacto en que se daba el paso cenital en su latitud geográfica,
y así determinar si hacía falta ajustar días para calibrar su cuenta solar. Esta era muy probablemente la
forma en que se usaban estos observatorios cenitales, de los cuales tenemos más ejemplos, como en
Monte Albán, Chichen Itza y Teotihuacan.

Algunos investigadores piensan que el paso cenital sirvió incluso para determinar donde se debía construir
los asentamientos. Frank Diaz propone el esquema que vemos debajo de estas líneas (imagen extraída del
libor “El calendario de Anahuac”), en donde ilustra cómo, en la latitud 15 grados Norte, que corresponde a
los lugares donde fueron construidas las ciudades de Izapa y Copán, y en donde existen algunos de los
registros mas antiguos de fechas de tonalpohuali, el paso cenital sucede el día 29 o 30 de abril. Si seguimos
el movimiento del sol por 13 dias (una trecena) veremos que después de esa cantidad de tiempo sucede el
paso cenital en La Venta, latitud 18 grados norte, el 12 o 13 de mayo. Hay que hacer notar que se atribuye a
los Olmecas la construcción de esta urbe tanto como la invención del calendario. Esto podría venir a
sostener que los sitios de construccion de estas ciudades no fueron azarosos y quizá establecieron, a
popósito, un periodo de tiempo bien delimitado de 13 días.

El paso cenital ha sido denominado a veces “tonalnepantla” que vendría a querer decir “energía central, en
alusión a que es en esta fecha (y no en los equinoccios) cuando la energía del sol cae con mayor fuerza
sobre la tierra, estando el astro rey al centro del cielo. Algunos investigadores han señalado que esta
denominación es inadecuada, ya que tonalnepantla es un término que no se encuentra en ninguna fuente
histórica, y proponen mejor el término “Nepantla Tonatiuh” para designar el fenómeno.

Sea como sea, el simbolismo anahuaca contemporáneo suele referirse también al fenómeno usando al
águila como una metáfora del sol cenital. Es bien sabido que las aves fueron en Anáhuac un símbolo
asociado al sol, y en este tenor resulta muy significativo recordar que al colibrí se le asocia con el solsticio
de invierno, cuando el sol no calienta tanto. Este sería el ave que representa al sol de invierno
Huitzilopochtli. Conforme el año pasa y el astro rey se va moviendo hacia el norte del horizonte, el ave
asociada muda a una guacamaya, que se puede relacionar con el equinoccio de primavera. El sol sigue
avanzando en su recorrido aparente, y comienza a calentar cada vez mas. Se dice entonces que se convierte
en un águila majestuosa que “se posa” por un momento en el lugar donde nos encontramos, en el día del 45
paso cenital. Luego sigue su camino hasta llegar al solsticio de verano, momento de su mayor apogeo y
cuando calienta y fertiliza la tierra con mas fuerza. A partir de ahí, hace el recorrido en sentido contrario,
volviéndose a posar en su viaje “de regreso” al sur, donde en el solsticio invernal volverá a renacer como un
colibrí, para repetir este ciclo eternamente, mientras haya alguien sobre la tierra que lo observe.

Es necesario anotar que el paso cenital es un fenómeno variable, que no siempre ocurre en las mismas
fechas del año, y que pretender anclarlo a fechas fijas no necesariamente es lo más adecuado, ya que
podemos ver variaciones de hasta varios días, dependiendo también del método de medición que usemos
para observarlo. Por ello, remitimos al lector con verdaderos conocedores del tema para ubicar con
exactitud las fechas de paso cenital en su localidad

El afelio y el perihelio

Tal como se dijo en el apartado referente a la arqueoastronomía, las alineaciones presentadas por las
etapas tardías del templo mayor de Tenochtitlan guardan relación con los momentos en que la tierra se
encuentra más alejada o mas cercana al sol, lo que se denomina afelio y perihelio y que suceden alrededor
de los días 4 de Julio y 4 de Enero. Esto podría ser una prueba de que los astrónomos anahuacas conocieron
la definición de estos puntos astronómicos, aunque no parece haber mas indicios que afirmen este
supuesto.

B) EL CALENDARIO DE HORIZONTE

SI bien probablemente el tema del calendario de horizonte corresponde mejor con el apartado de
“arqueoastronomía”, decidimos dejarlo para después de la exposición de los fenómenos de astronomía
solar, para un mejor entendimiento. Con “calendario de horizonte” nos referimos a un calendario
estrictamente observacional, que implica estar al pendiente de las salidas y/o puestas de sol en el
horizonte, que como sabemos no son las mismas durante el ciclo solar anual. Si buscamos elevaciones o
accidentes en el terreno que nos puedan servir como marcadores, podremos relacionar ciertas fechas con
sendas alineaciones del sol y los mencionados accidentes o elevaciones. Se sabe que los antiguos
pobladores de Mesoamérica se asentaron en lugares que les permitieran hacer uso de esta herramienta
para mantener en orden sus cuentas calendáricas
En la imagen que 46
vemos a la derecha,
como ejemplo,
observamos la
pirámide de Cuicuilco,
que está orientada de
tal modo que desde
ella es posible observar
la alineación del sol
con un cerro de la
región, llamado
Papayo, en los días de
equinoccio.

Este simple concepto


es ya un calendario de
horizonte, aunque por
supuesto existen
ejemplos mucho mas
complejos. Abajo
vemos un calendario
de horizonte descrito
por el
arqueoastrónomo Arturo Montero, para el sitio de “El Mirador”, en el Nevado de Toluca. Puede notarse
como los fenómenos solares mas importantes, como son solsticios, equinoccios y pasos cenitales, se
pueden marcar asociados a los accidentes geográficos en el horizonte, marcando incluso periodos de
tiempo significativos, como 73, 105 y 91 días
Según algunos investigadores, el uso de los calendarios de horizonte pudo haber sido suficiente para 47
mantener en armonía los ritos agrícolas anuales llevados a cabo por los antiguos mexicanos, haciendo
innecesarias las intercalaciones correctivas a las cuentas de Cecempohualapohuali, como la adición de
bisiesto y otros artilugios. La polémica sigue existiendo, sin embargo, y conocer y entender los calendarios
de horizonte es esencial para poder comprender los argumentos de los investigadores, tanto a favor como
en contra de las intercalaciones calendáricas

C) LOS CICLOS PLANETARIOS

La aplicación astronómica de la estructura calendárica es un punto crucial para entender esta. De hecho, es
la opinión de algunos, incluyendo el que escribe, que la estructura calendárica esta ideada explícitamente
para medir los ciclos cósmicos. Como se verá, la numerología del calendario es tal que, usando ciertas cifras
básicas, puede medir con una eficacia sumamente aceptable la mayoría de los ciclos importantes a nivel
astronómico. Podemos referirnos a este tema muy de pasada, para no hacer excesivamente complejo el
estudio. Veamos por ejemplo que:

-De la combinación de los números 9 y 13, emana que 9 x 13 son 116, lo que es un día menos del ciclo
sinódico del planeta Mercurio, que se puede redondear a 117 días. Así, cada vez que se repitiera 13 veces
la regencia de un cierto señor de la noche (que como hemos estudiado se presenta en tandas de 9), el
tonalpouhque sabría que solo debería agregar un tonal para encontrar a mercurio en aproximadamente la
misma posición del cielo.

- Si dividimos los 260 días en 4 partes iguales, resultan ciclos de 65 días. Contando 9 veces estos “rayos”
(como se ha descrito que se llamaba a este ciclo de 65 días), obtenemos 65 x 9 = 585 días, lo que es un día
más que el ciclo sinódico de Venus, que se redondea a 584 días. El tonalpouhque contará 5 trecenas (13 x 5
= 65) durante 9 ocasiones y sabrá que Venus estará también aproximadamente en la misma posición.

- Por extensión a lo anterior, la mitad del tonalpohualli son 130 días. Y contando 9 mitades llegamos a 1170
días, lo que son (584 x 2) + 2, o sea dos ciclos completos de Venus, más dos días de error.

- El ciclo de Marte dura aproximadamente 780 días, lo que son 3 años sagrados de 260 días (260 x 3 = 780)

- El ciclo del planeta Júpiter dura un aproximado de 399 días, lo que son 31 trecenas, si le restamos 4 días al
resultado (31 x 13 = 403– 4 = 399). El tonalpouhque sabía que 4 días antes de completar la cuenta de 31
trecenas, Júpiter estaría en la misma sección del cielo.

- Saturno hace ciclo cada 378 días aproximadamente, número que se obtiene contando 29 trecenas y
sumando un día (29 x 13 = 377 + 1 = 378). El tonalpouhque sabía que una vez completa la cuenta de 29
trecenas, Saturno estaría al día siguiente en la misma sección del cielo.

VENUS

El planeta Venus fue, quizá, el tercer cuerpo celeste de mayor importancia para los anahuacas, después del
sol y la luna. Se le identificó fuertemente con la deidad Quetzalcóatl, que siempre aparece vinculado al
astro de una u otra forma. Su estudio no puede abarcarse en un trabajo como este, pues es harto complejo.
Ya hemos mencionado arriba algunas de las resonancias astronómicas del astro, vinculadas con los
números del calendario. Las complementaremos con un breve comentario de su mecánica celeste.

El planeta venus presenta un ciclo observable desde la tierra (denominado “ciclo sinódico”) que se puede
redondear a 584 días. Estos ciclos presentan varias fases.
- En una primera fase, el planeta es visible por la mañana, justo antes de que salga el sol. Esto
corresponde a la así llamada “elongación oeste” del planeta, el punto donde el astro se halla “al 48
oeste del sol”, y por lo tanto le precede en su camino por el firmamento. A esta “estrella de la
mañana” los mesoamericanos le llamaron Tlahutzcalpantecuhtli, “señor de la aurora”.
- Una segunda fase consiste en la ocultación del planeta debido a que pasa a encontrarse detrás del
sol, en lo que se conoce como “conjunción superior”. Es un periodo en el que no se puede ver al
astro y dura unos 50 días
- La tercera fase ocurre hacia lo que se conoce como “elongación este”. Venus se encuentra “al este
del sol” y por lo tanto aparece después del sol, por lo que pasa a convertirse en una estrella
vespertina, visible solo por un tiempo después del ocaso. A este Venus vespertino los anahuacas le
llamaron “Xolotl”, “gemelo deforme” o incluso “gemelo animal”.
- La cuarta y última fase sucede cuando el astro pasa entre el sol y la tierra, en la denominada
“conjunción inferior”. Este es un periodo de 8 días en los que Venus no se ve en el firmamento

La Huehuetilistli

Un ciclo muy importante, que no mencionamos en las partes primeras del temario para no saturar al
estudiante, es el periodo de 104 años solares, denominado Huehuetilitstli, “ancianidad”. Sirve para
empatar los tres ciclos mas importantes de la calendárica anahuaca, que son la cecempohualapohuali (365
días), la tonalpohuali (260 días) y la cuenta del planeta Venus (584 días). Esto ocurre porque en 104 años
hay 37 960 días, que son exactamente 146 ciclos de tonalpohuali (146 x 260 = 37 960) y 65 ciclos
sinódicos del planeta Venus (584 x 65 = 37 960)

Existen otros ciclos mayores que vinculan al sol, a la tierra y a Venus, que implican cálculos cada vez mas
finos y que han sido descritos por diversos teóricos. No los abordaremos para no saturar más al estudiante
y porque, en realidad, ninguno de esos ciclos mayores puede afirmarse con exactitud histórica sin generar
controversia. 49

D) LAS PLÉYADES Y LA CEREMONIA DEL FUEGO NUEVO

Las Pléyades son un cúmulo de estrellas que puede observarse en la


constelación de Tauro. Han despertado el interés de los astrónomos
de muchas culturas alrededor del mundo. Los astrónomos de la
cultura mesoamericana no fueron la excepción, y se nombró a este
grupo estelar como “Tzab”, cascabel, en maya, y “Miac”, muchos, en
lengua náhuatl (también se ha referido el término Tianquistli”,
“mercadito”, aunque no han faltado voces que digan que esto
resulta error). Según emana de diversas investigaciones, estas
estrellas eran usadas como marcador de la ceremonia del fuego
nuevo, que se realizaba cada 52 años para conmemorar el “siglo”
indígena. No pocos estudiosos opinan que una versión menos
ostentosa de dicha ceremonia se pudo celebrar anualmente,
igualmente usando al Tianquistli como marcador.

Esta ceremonia anual ha sido denominada a veces como “ascenso de las Pléyades al cenit”, una
denominación un tanto engañosa, ya que en realidad las Pléyades nunca llegan al cenit exacto del cielo, y
están pasando durante todo el año (y no sólo en las fechas designadas como tales)por su punto mas alto en
el cielo. Simplemente, durante muchos meses lo hacen cuando el sol se encuentra aún presente en el
firmamento, lo cual obviamente impide su observación.

Un término más correcto podría ser “Pléyades en oposición al sol”, debido a que, justamente, las fechas
señaladas por los investigadores como “ascenso cenital” son aquellas en las que, en la media noche exacta
o casi exacta, Tianquistli se encuentra en su punto más alto, mientras que el sol se encuentra en el punto
opuesto al cenit, el así llamado “nadir”. Este punto, que se encuentra bajo los pies del observador, en el
“inframundo” mesoamericano representa el lugar donde el sol va a guerrear todos los días contra las
fuerzas de la
oscuridad,
antes de
emerger
victorioso por
el oriente, al
amanecer.
Durante una
fecha que
podemos
ubicar
alrededor del
18 o 19 de
Noviembre, la
pléyades se
pueden
observar en
oposición al sol
del nadir,
inframundo,
exactamente a
la media
noche. Este era el momento en que se realizaba la ceremonia de fuego nuevo. La imagen anexa a estas
líneas es una imagen del simulador astronómico “Stellarium”, en donde se puede observar la posición del 50
sol y las Pléyades durante lo que fue la última celebración de fuego nuevo antes de la llegada de los
españoles, en el año de 1507, un xihuitl Ome Acatl en la cuenta nativa de los años
E) LA LUNA

Resulta curioso que, a pesar de la importancia innegable del astro en


la cosmovisión de Anáhuac, los calendarios lunares parezcan no
haber gozado de una importancia tan crucial como en otras partes
del mundo. La información al respecto que tenemos proviene mas
que nada de la cultura maya, quienes usaban una fórmula lunar que
intercalaba periodos de 30 y 29 días para llegar a un promedio de
29.5 días, que es la duración aproximada de la lunación (medida con
métodos modernos en 29.53 días). A este respecto, antes de
profundizar en el tema nos centraremos en derribar algunos mitos al
respecto de los calendarios que han querido pasar como “lunares”
sin serlo verdaderamente.

Primeramente, hay que decir que el calendario de “13 lunas” de 28


días cada una, esgrimida por los partidarios del trabajo de José
Arguelles, no es un calendario prehispánico. En realidad, este calendario es una adaptación a los tiempos
modernos hecha por el mencionado autor, como él mismo externo en su oportunidad. No es la intención
de este texto oponerse a ninguna forma de uso de la calendárica que resulte útil, y es evidente que la
popularidad de este calendario se debe a que se le ha encontrado utilidad. Únicamente nos compete decir
que, si se va a usar este calendario, se ha de saber que no corresponde a las fórmulas lunares de los
antiguos mesoamericanos, y que su fórmula de 28 x 13 es, de hecho, inexacta, ya que como se dijo la
duración real medida por los ancestros fue de 29.5 días por luna, tal como atestiguan innumerables
inscripciones grabadas en piedra.

Además, hay que decir que un calendario que usase periodos de 28 días sería solar, más que lunar, ya que
el numero 28 es un promedio del periodo de rotación del sol visto desde la tierra, con lo cual estaríamos
hablando más bien de “13 soles” y no de 13 lunas.

Otra inexactitud que suele difundirse es que el tonalpohuali de 260 días es un calendario lunar. Esto no
puede entenderse, ya que 260 no es divisible exactamente ni entre 29.5, ni tampoco entre 28.

Pasemos ahora a intentar comprender la forma en que se contaban las lunaciones, según lo que sabemos
de cierto. Se dejó para casi el final este rubro, no porque la luna fuera un astro sin importancia, sino
porque, como se dijo, se sabe poco de la mecánica de su conteo y porque el cálculo de las lunaciones según
la verdadera fórmula lunar anahuaca, puede resultar compleja. Veremos pues, que esta fórmula,
documentada entre los mayas, consta de la agrupación de lunaciones de 29 o 30 días en periodos de 6
meses cada uno, en los que se iba agregando periódicamente un mes extra de 30 días para ajustar el ciclo.
Veamos:

SEMESTRE 1 SEMESTRE 2 SEMESTRE 3


30 días 30 días 30 días
29 días 29 días 29 días
30 días 30 días 30 días
29 días 29 días 29 días
30 días 30 días 30 días
29 días 29 días 29 días
TOTAL DE DÍAS 177 DÍAS 177 DÍAS 177 DÍAS
Si observamos el total de días en el número de lunaciones, tendremos 177 + 177 + 177 = 531 días para 18
lunaciones. El cálculo real tendría que contemplar 29.53 X 18 = 531.55, o sea que hay un residuo de 0.02 51
días que se debe ajustar.

Si agregamos un mes extra de 30 días a nuestra cuenta nos queda lo siguiente:

SEMESTRE 1 SEMESTRE 2 SEMESTRE 3


30 días 30 días 30 días
29 días 29 días 29 días
30 días 30 días 30 días
29 días 29 días 29 días
30 días 30 días 30 días
29 días 29 días 30 días
TOTAL DE DÍAS 177 DÍAS 177 DÍAS 178 DÍAS

Aquí el resultado son 532 días para 18 lunaciones, que sumados a los 531 días del grupo de la tabla anterior
son 532 + 531 = 1063, entre las 36 lunaciones totales son 1063 / 36 = 29.5277 días, muy cercano a la
duración real de la lunación, medida con métodos modernos en 29.53 días.

F) OTROS CUERPOS CELESTES

Existen referencias a denominaciones de otro tipo de cuerpos celestes. Como breviario que incremente el
acervo del lector, mencionamos algunas:

- La estrella Aldebarán, de la constelación de Tauro, era llamada “Yohualtecuhtli” por los nahuas,
según la propuesta del Dr. Galindo Trejo
- La constelación de escorpión era llamada “Colotl”, que quiere decir justamente “escorpion”. No
parece nada raro, ya que esta es una constelación que recuerda mucho a este arácnido.
- La constelación nahua del “Mamalhuaztli”, que representa los palo con los que se hace fuego, se ha
vinculado frecuentemente con el cinturón de la constelación de Orión. No obstante, algunos
estudiosos (incluyendo al que escribe) tienden a cuestionar esta propuesta. La constelación de
Orión se encuentra muy lejana a la Pléyades, que se piensa eran usadas para fijar el momento
exacto del encendido del fuego nuevo y por otro lado, las menciones que sobre la constelación
hace Fray Bernardino de Sahagún, cronista indispensable para la reconstrucción de lo que pudo ser
la cultura anahuaca, remiten a lo que en los textos él denomina “mastelejos”, vocablo usado para
referirse a la cornamenta de un animal. Así, es posible que la mencionada Mamalhuaztli no sea otra
que los cuernos de la constelación de Tauro, mas cercana a la Pléyades y por ello fácilmente
vinculables a la ceremonia de fuego nuevo.
- La constelación de Orión, por otro lado, bien podría ser la así denominada en las fuentes como
“Citlaltlachtli”, “el juego de pelota de estrellas”. O bien, como mencionan otros teóricos, esta
podría corresponder a la Osa Mayor.
- Sin embargo, la osa mayor ha sido vinculada asimismo con una hipotética “constelación del jaguar”,
de la cual sin embargo no parece haber mención en las fuentes.
- “Xonecuili”, según algunos estudiosos, sería el nombre dado a la constelación de la Osa Menor, y
representaría el pie de Tezcatlipoca, que perdió en la leyenda de la creación del mundo, al
ofrendarlo para someter al monstruo de la tierra

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