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La realidad al cuadrado.

Representaciones sobre lo político en el humor


gráfico del diario Clarín (1973-1983). Reflexiones de investigación1
Florencia Levín

La elaboración de mi tesis tiene que ver con una vieja inquietud relativa a las modalidades
a partir de las cuales la sociedad de entonces elaboró, significó e interpretó el vertiginoso y
traumático proceso político que se inicia emblemáticamente con el Cordobazo y recorre los
años del terrorismo estatal ¿Qué significados sobre la política, sus instituciones y sus
prácticas, sus dirigentes y sus canales de participación elaboró la sociedad de entonces?
¿Qué valores, sentidos, expectativas circularon y debatieron? ¿Cómo se posicionó la
sociedad con respecto a la violencia insurgente? ¿Qué respuestas fueron elaboradas a los
crecientes niveles de censura y represión? ¿Qué grados de conocimiento/desconocimiento
había con respecto a los mecanismos de represión? Desde ya que estos interrogantes no
tienen ni podrían tener una respuesta única ni definitiva pero es posible bordearlos desde
diversos registros. Uno de ellos comprende el estudio de los medios de circulación masiva y
dentro de ellos, el que yo elegí, fue el análisis sistemático de las representaciones
construidas por el humor gráfico del diario Clarín, que por entonces ya era el matutino de
mayor tirada a nivel nacional, entre la nacionalización de la contratapa humorística en
marzo de 1973 hasta la asunción de Raúl Alfonsín.

Discurso subordinado a otros discursos, constituido como “registro y espacio de


transformación y transposición de signos y marcas discursivas circunscriptas en todos los
espacios del intercambio social” provenientes tanto de la oralidad y la gestualidad como de
la escritura y cualquier otro género y soporte mediático (Steimberg, 2001: 7), el humor
gráfico se constituye entonces en una vía de entrada para conocer, a través de una imagen
ciertamente peculiar y sometida a sus propias reglas de género, algo de esos imaginarios
sociales. Asimismo, en tanto actores sociales, analizar las modalidades de producción de los
humoristas en un proceso signado por la censura y la represión constituye, asimismo, un
aporte para el análisis de las respuestas de los distintos actores sociales a la represión y la
dictadura.

1 Texto presentado en las Primeras Jornadas de Difusión de Tesis sobre Memoria y Pasado Reciente
organizadas por el Núcleo de Estudios sobre Memoria del IDES, Buenos Aires, septiembre de 2011,
a propósito de "La realidad al cuadrado. Representaciones sobre lo político en el humor gráfico del
diario Clarín (1973-1983)", tesis doctoral para el Doctorado en historia de la Facultad de Filosofía y
Letras de la UBA defendida en mayo de 2010.

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En mi investigación intenté demostrar que existió un importante margen de autonomía
relativa del humor gráfico de Clarín con respecto a su línea editorial que permitió la
expresión de un variado y heterogéneo conjunto de puntos de vista que complejizaron y
enriquecieron la postura del matutino con respecto a los gobiernos y regímenes de turno y
que permitieron asimismo la emergencia de representaciones sobre aspectos de la realidad
ocluidos en otros espacios del diario.

Asimismo, se planteó que la nacionalización de la página humorística de Clarín en marzo


amplió el espacio de opinión del diario. En efecto, la incorporación de una generación más
joven de humoristas, relacionados con nuevas modalidades estéticas y temáticas de un
lenguaje en auge y con un universo de valores ampliamente asociados con la llamada
Nueva Izquierda, nutrió al diario Clarín de miradas y voces alternativas tanto a la de
Landrú, ya instalado en el cuerpo del diario de inicios de los ‘70 como de la línea
institucional del matutino y, sin necesariamente contradecirla ni confrontarla, le otorgaron
mayor riqueza interpretativa.

En tal sentido, se pretendió demostrar, por un lado, cómo diversos marcos estéticos,
políticos e ideológicos determinaron la obra de los humoristas del diario, trazando sus
similitudes y sus diferencias. Por otro, a través de la historización del discurso humorístico
en el contexto de la línea editorial del diario, se señalaron los momentos de sincronía y des-
sincronización entre ambos tipos de discursos para demostrar que el lenguaje del humor
pudo abordar cuestiones por mucho tiempo elididas del espacio institucional de Clarín.

Asimismo, se propuso que el humor gráfico fue un género desvalorizado no sólo por los
discursos y las prácticas “cultas” sino también por la mirada inquisitoria de las autoridades
e incluso por los propios editores del diario, que consideraron el espacio humorístico
como un elemento modernizante pero al mismo tiempo banal y retóricamente
intrascendente. Se propuso entonces que gracias a esa relativa desvalorización, el humor
gráfico de Clarín pudo resguardar ciertos grados de libertad y de autonomía. En efecto, se
plantea que existió un importante margen de invisibilidad (paradójico, dado por su gran
impacto visual en las páginas del diario) a partir del cual pudo constituirse en un potente
canal para comunicar y secundariamente para expresar sentidos y opiniones censuradas e
incluso perseguidas durante casi todo el período estudiado. Así, mientras una férrea y
creciente represión y una silenciosa autocensura regulaban la producción y circulación de
información, algunos espacios, menos obvios y en cierto modo menos visibles, se

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convirtieron en áreas en las cuales la expresión de las ideas y la circulación de la crítica
fueron en cierta medida posibles gracias a la utilización de recursos tales como metáforas,
alegorías, analogías, etc.

Finalmente, en la investigación se afirma que en el espacio humorístico del diario Clarín es


posible encontrar, junto con la rutinización, la neutralización, el vaciamiento de referencias
contextuales y la trivialización propias de la producción cultural en tiempos de represión,
la expresión de rebeldía, desencanto e incluso de denuncias que permitieron la expresión
de deseos y opiniones de ciertos sectores de la sociedad argentina.

Finalmente, dada la polisemia e indeterminación del discurso humorístico, la tesis propone


que es imposible atribuir a priori un único sentido (crítico, complaciente, resistente,
consensual) al humor gráfico y se propone que sus sentidos son diversos, y que los mismos
deben descubrirse mediante el análisis de los juegos intertextuales entre el humor gráfico y
otros discursos que cohabitan en un mismo medio.

Hasta acá he presentado un sucinto resumen de las principales hipótesis de mi trabajo con
el objetivo de brindar una rápida presentación del mismo. Yendo entonces ahora sí a
responder la pregunta que organiza estas jornadas, he escogido algunos aspectos
elaborados en las conclusiones de la investigación que creo que son los que aportan a una
respuesta que vincula la investigación con el campo problemático de la historia reciente y
la memoria (otros aspectos de las conclusiones, creo, con suerte representen un aporte a
los estudios de los medios de prensa y del género humorístico pero en todo caso no
alumbran resultados que sean específicos o privativos del campo que nos concierne).

Me gustaría entonces comenzar señalando que el análisis del humor gráfico de Clarín nos
permite complejizar y matizar algunas imágenes referidas al comportamiento de la
sociedad argentina durante la historia reciente ampliamente adoptadas por la
historiografía o por algunos discursos de la memoria social.

Así, por ejemplo, se ha intentado cuestionar la representación del extendido consenso


social que recibió el golpe militar de 1976 y del rol que le cupo a la prensa en dicho
consenso. Porque si bien la misma es incuestionable como tal, el análisis del humor gráfico
ha permitido matizar o complejizar las interpretaciones sobre el diario Clarín ante el golpe
militar (sin por ello, de ningún modo, desresponsabilizarlo por el apoyo brindado) al
mostrar que los humoristas de la contratapa mantuvieron una distancia prudente pero

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crítica de la campaña de deslegitimación del gobierno peronista y se mantuvieron
igualmente cautos pero críticos con respecto al golpe y el régimen militar.

Asimismo, el análisis realizado permite discutir la imagen ampliamente difundida por el


discurso de la memoria del “Nunca Más” y la Teoría de los dos demonios sobre la existencia
de un importante grado de desconocimiento de la sociedad argentina tenía con respecto a
los operativos represivos impulsados primero por grupos paramilitares y luego por el
estado terrorista, de los cuales se habría enterado una vez iniciado el proceso de transición
y sobre todo a partir del informe de la CONADEP. Esta imagen queda problematizada a
partir de la evidencia de una persistente y nutrida serie de cartoons protagonizados por
diverso tipo de verdugos que escenifican situaciones de tortura, decapitación y ejecuciones
y que incluso muestran la aparición de cuerpos y fragmentos de cuerpos. Aun cuando estas
imágenes no nos pueden dar una idea acabada del grado y tipo de conocimiento de la
sociedad con respecto al horror clandestino, al menos nos devuelven la certeza de que en el
diario Clarín existieron contundentes, claras y explícitas representaciones sobre el horror
de modo que la imagen de una sociedad inocente es difícil de sostener.

El análisis del humor gráfico también ha podido matizar otro conjunto de ideas que
habitualmente circulan en la historiografía y los discursos de las memorias mostrando por
ejemplo los límites y los márgenes del fervor patriótico desatado por la guerra de Malvinas
al encontrar un conjunto de obras que expresan un nacionalismo popular no oficialista y
una distancia crítica con respecto al gobierno y con respecto a esa sociedad en gran medida
movilizada por el patriotismo conservador.

Asimismo, se ha podido complejizar la imagen festiva que propone el encuentro feliz del
pueblo con su destino republicano en la última transición estudiada y la imagen de una “fe
boba” (expresión empleada por Luis Alberto Romero) con respecto a la democracia. En
efecto, se ha visto que a pesar de la liturgia institucionalista y de un lenguaje pedagógico,
los humoristas de la contratapa mostraron por un lado una mirada por completo crítica y
desencantada de los dirigentes políticos y, por otro, expusieron una serie de dudas y
recaudos con respecto a la democracia y la plantearon no como el mundo ideal sino tan
sólo como el mejor de los posibles.

El estudio del humor gráfico también ha permitido problematizar y complejizar las


interpretaciones sobre la férrea censura ejercida por el gobierno militar al corroborar, por
un lado, la génesis de sus efectos en el humor gráfico durante el gobierno peronista y, por

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otro, los márgenes por los cuales el discurso del humor, por diversos motivos, pudo
expresar imágenes, representaciones y valores problemáticos con respecto al régimen
militar cuando no francamente disidentes.

En otro orden, a través del análisis de las representaciones humorísticas sobre el terror
clandestino se han podido explorar los tiempos, las modalidades y la génesis de la
elaboración de un proceso como proceso traumático. Se ha sugerido que el humor gráfico
estuvo constreñido por -y al mismo tiempo fue vehículo para- la flexibilización de los
límites de lo decible. Al respecto, se planteó que el complejo juego de lo decible/indecible y
de lo representable/irrepresentable se define fuera del campo del humor gráfico y que en
el mismo intervienen, por un lado, los preceptos de la censura y la política represiva del
gobierno (isabelista primero más tarde dictatorial) y, por otro, los complejos procesos
sociales de construcción de criterios morales relativamente consensuados acerca de las
modalidades y los límites de la representación.

Así, se advirtió un arco que dibujan los desaparecidos de la representación a la


irrepresentabilidad: Primero la figura del desaparecido aparece (valga la aparente
contradicción) encarnada en los cuerpos de hombres que yacen en la mesa de aplicación de
picana eléctrica o en las diversas escenificaciones de tortura (en el caso de Landrú) o como
guerrilleros o prisioneros a punto de ser ejecutados (en el caso de Crist y Fontanarrosa). En
cambio, a partir de 1980-1981, van a tender a aparecer tan solo como significantes,
vaciados de cuerpo, de identidad, de historia mientras que en este segundo tiempo, y a
propósito de la serie vinculada a los derechos humanos, aparecen figuras responsabilizadas
por las desapariciones, como los presidentes militares.

Un similar juego de tijeras puede plantearse articulando las representaciones humorísticas


sobre la represión clandestina con la línea editorial del diario: mientras en una primera
etapa el diario prácticamente no se preocupó por la represión y consideró al fenómeno de
la violencia como el emergente de una estructura socioeconómica atrasada, algunas
producciones humorísticas tematizaron la violencia y la represión recreando incluso
escenas explícitas de tortura con picana eléctrica, en un segundo momento el humor
asumió la irrepresentabilidad estética del fenómeno mientras el diario, a la par que
difundía noticias sobre los desaparecidos, se pronuncia finalmente en su línea editorial
repudiando el fenómeno y exigiendo aclaraciones.

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A partir de este proceso mediante el cual la represión clandestina se torna irrepresentable
para el lenguaje humorístico al tiempo que se torna decible para el discurso serio del diario
se postula que la representabilidad/irrepresentabilidad del fenómeno, así como su
decibilidad/indecibilidad, tiene que ver en gran medida con el grado de conciencia
colectivo y las negociaciones sociales a partir de las cuales algo se va tornando moral y
éticamente sancionable y por lo tanto estéticamente irrepresentable al tiempo que
comienza a ser decible por parte del discurso serio. Hasta que tal cosa ocurrió en torno al
resquebrajamiento del régimen y el contexto transicional, existieron espacios para la
representación estética del horror en sus diversas dimensiones. En todo caso, se ha
planteado que el ámbito de actuación de la censura en este campo temático operó en las
modalidades de construcción de esas representaciones, que fueron perdiendo
paulatinamente sus grados de referencialidad con el contexto de argentino, pero no en la
posibilidad de construir representaciones sobre el horror.

En suma, como intenté exponer con estos sucintos ejemplos, este tipo de investigación
permite perforar algunos lugares comunes no sólo de los discursos maniqueos de las
memorias sino también de parte de la historiografía que ha traspuesto esos prejuicios
otorgándoles la legitimidad de lo científico. De este modo, y sin por ello dejar de
preocuparse por la responsabilidad de los responsables y la culpa de los culpables, el
cuadro que emerge del análisis sistemático de fuentes como la abordada en la investigación
permite cuestionar la idea de que nada era decible en el marco de la censura y de que todo
lo decible es relacionable con la resistencia activa y militante y permite, asimismo,
interrogar la supuesta ignorancia y ajenidad de la sociedad respecto al proceso represivo
vigente.

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