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leyenda de miedo de Guatemala

LA LLORONA

Desde hace mucho tiempo atrás, a lo largo y ancho de montañas, valles, ríos y paisajes de nuestro
país, se dice que hay una mujer fantasma deambulando de aquí para allá, le llaman La Llorona.
Quienes la han visto, cuentan que viste con un vestido de muchos colores que le tapa todo su
cuerpo hasta los pies descalzos.

Esta mujer tiene el cabello muy largo en una mezcla de colores negro, plateado y dorado. En su
cabeza se paran grillos, luciérnagas y mariposas. Causa mucha impresión, miedo y espanto ver a La
Llorona, pues su cara es como la de una calavera.

La Llorona tiene las manos muy grandes, y en ellas carga un bebé muerto, su hijo, por quien llora
todo el tiempo desconsoladamente. La gente comenta que fue ella misma quien lo mató y por eso
su llanto interminable y el arrepentimiento que lleva. Esta mujer ataca sólo a las parteras, médicos
y enfermeras que ayudan a las mujeres embarazadas a acabar con la vida de sus bebés antes de
nacer.

También ataca a los hombres que dejan embarazadas a mujeres jóvenes solteras y que luego las
abandonan cuando nace su bebé. Cuando La Llorona habla, sólo pide que se respete la vida,
sobretodo la de los que están por nacer...
La leyenda de la Siguanaba
Su historia se remonta a la época colonial; aunque en ese entonces se le conocía con otro
nombre: “sihuehuet”, que significa mujer hermosa. Se dice que ella tuvo un romance con un dios
llamado Tlaloc, con quien tuvo un hijo.

Sihuehuet nunca expresó amor por su pequeño y siempre fue mala madre. Debido a esto, el dios
se enojó y la maldijo con el nombre de Siguanaba; que significa lo contrario a su nombre original:
mujer horrible. ¡Pero no solamente fue el nombre! También la condenó a tener un rostro
horrendo y vagar por las calles.

Desde ese día; las personas cuentan que se aparece en las colonias por la noche. La leyenda de la
Siguanaba dice que ella usa un vestido transparente de color blanco y acostumbra bañarse en
piletas, tanques de agua o ríos mientras peina su cabellera negra con un peine de oro.

Su fin es llamar la atención de los hombres; en especial de los infieles para perseguirlos y
atormentarnos. La Siguanaba muestra su hermosa figura y cubre su rostro con un velo blanco para
así despertar la curiosidad y atraerlos.

Cuando están suficientemente cerca; ella quita el velo y deja al descubierto su horrible rostro con
apariencia de caballo, con ojos rojos y piel sumamente arrugada y verde. Sus uñas crecen y
además suelta una carcajada tenebrosa. Al abrir su hocico, suelta un olor nauseabundo y es ahí
donde roba el alma de su víctima.

El consejo de los hombres que la han visto, es portar un crucifijo o una medalla y al sentir su
presencia, morder el objeto y encomendarse a Dios.

Eso si, ¡nada te salvará del susto que te lleves si la llegas a encontrar!

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