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La familia de Bachar el Asad airea sus trapos sucios

El mayor empresario sirio y primo del mandatario, Rami Makhlouf, se defiende en dos polémicos vídeos
en Facebook de las acusaciones de fraude fiscal

NATALIA SANCHA

Beirut - 17 MAY 2020 - 16:11 CEST

Un hombre ve un vídeo subido a Facebook del empresario sirio Rami Makhlouf, el 11 de mayo en
Damasco.

Un hombre ve un vídeo subido a Facebook del empresario sirio Rami Makhlouf, el 11 de mayo en
Damasco.- / AFP

Una inusual saga entre primos ha sacudido este mes Damasco rompiendo el tradicional hermetismo que
caracteriza a la familia de los El Asad, en el poder desde hace medio siglo. El detonante han sido dos
vídeos publicados en Facebook por Rami Makhlouf, la mayor fortuna del país y primo por parte de
madre del presidente Bachar el Asad. En las grabaciones, Makhlouf arremete contra las fuerzas de
seguridad por el arresto de parte de su personal. La orden la dio la justicia siria, que le acusa de evasión
fiscal y fraude. El mandatario sirio no se ha pronunciado sobre el terremoto mediático originado que, sin
embargo, alimenta las especulaciones sobre la estructura de poder que sostiene a El Asad.

“Señor presidente, no he evadido impuestos y puedo aportar públicamente los documentos”, así se
dirigió el pasado 30 de abril en un vídeo de 10 minutos Makhlouf desde un emplazamiento desconocido
que fuentes cercanas al magnate identifican como su villa de Yafour, en la periferia damascena. “No es
habitual que los Asad laven los trapos sucios en público y es algo que no ha ocurrido desde la fallida
asonada protagonizada por Rifaat el Asad [tío por parte de padre de Bachar el Asad] en 1984”, dice en
conversación telefónica Joshua Landis, director del Centro de Estudios de Oriente Próximo de la
Universidad de Oklahoma. Rifaat el Asad se exilió a España donde ha vivido hasta ser encausado por la
justicia europea el pasado año.

El recorrido de Makhlouf, de 51 años, es de ascenso y caída en la convulsa historia de Siria, país que
desde su independencia en 1947 hasta el ascenso en 1970 de Hafez el Asad, padre del actual presidente,
vivió una decena de golpes de Estado. Como el que protagonizó el propio Hafez el Asad, que una vez al
mando colocó a su primo Mohamed Makhlouf, padre de Rami, al cargo de la compañía semiestatal de
tabaco siria. Su posición le sirvió como plataforma para amasar una fortuna y más tarde saltar al sector
de los hidrocarburos. La muerte hace ahora 20 años de Hafez el Asad, tras tres décadas consecutivas en
el poder, abrió la puerta a dos nuevas generaciones: a su hijo Bachar el Asad en lo político-militar, y a
Rami Makhlouf como sucesor del imperio económico forjado por su padre.

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Makhlouf se hizo con más de la mitad de las acciones de la recién fundada compañía telefónica Syriatel,
que durante 20 años ha compartido el monopolio de las telecomunicaciones sirias con MTN. Las
Autoridades Regulatorias para la Comunicación y el Correo de Siria reclamaron el pasado mes de abril a
ambas empresas un pago de 166 millones de euros en materia de impuestos y fijó el 5 de mayo como
fecha máxima para el devengo. “Rami Makhlouf consideró la cantidad injusta y se creyó protegido por el
mismo sistema corrupto que le llevó al poder”, valora una fuente diplomática europea en Beirut. “El
mero hecho de que El Asad vaya detrás de su propio primo es sintomático del grado de bancarrota en la
que se encuentra el régimen”, apostilla.

Siria atraviesa una vertiginosa crisis económica con la libra y el crecimiento en caída libre. Las férreas
sanciones económicas impuestas por EE UU y Europa mantienen bloqueada toda opción de
reconstrucción o inversiones en el país. Con dos tercios de la fuerza laboral empleados por el Estado,
Damasco ha lanzado una campaña para recuperar fondos de los bolsillos de turbios hombres de negocio
sirios, hasta ahora amparados por el Gobierno, de los que Makhlouf es simplemente la cara más visible.
Con una fortuna estimada en 9.000 millones de euros, los reclamos de impagos de la justicia se
remontan al verano de 2019.

“Quien iba a esperar que las fuerzas de seguridad iban a ir a las empresas de Rami Makhlouf, que ha sido
el mayor contribuyente de esas fuerzas y en la guerra”, protesta él mismo en un segundo vídeo difundido
el pasado 3 de mayo, en el que emplea un discurso marcadamente religioso. Con el estallido de la guerra
en 2011, Makhlouf se vio obligado a compartir beneficios con los nuevos señores de la guerra, no pocos
de ellos suníes. Vilipendiado por las protestas populares como el míster 10% (en alusión al porcentaje
del PIB que representaba su fortuna) y sancionado por la comunidad internacional, el oligarca anunció su
retiraba de los negocios y el repliegue al ámbito caritativo.
Optó por crear la asociación Al Bustan, con la que camufló sus negocios, y hasta llegó a fundar su propia
milicia con 30.000 hombres bien pagados y armados cuya empresa fue, entre otras, la de proteger las
plantas eléctricas y yacimientos gasíferos que tuvieran financiación estatal. Una labor en la que fracasó al
perder en 2017 la importante central eléctrica Al Hayan, en la provincia de Homs, arrebatada por el
Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). La milicia fue desmantelada, pero el primo de El Asad tuvo
tiempo para tejer lazos con los aliados rusos y iraníes. En cuanto a Syriatel, Makhlouf facturó servicios
mediante falsas subcontratas y desvió esos fondos a sus cuentas privadas en el extranjero con lo que
contribuyó en parte al colapso del valor de la libra siria, según cuenta desde Damasco una fuente
cercana al Gobierno sirio.

Al terremoto mediático generado, se añaden las cuentas en Instagram de los dos hijos de Makhlouf
afincados en Dubái, Mohammad y Ali, en un ostentoso despliegue de lujo y arrogancia que ha provocado
la indignación de una población cuyo 80% vive bajo el umbral de la pobreza. “Ha reavivado [también] las
críticas entre la comunidad alauí, que considera haber sacrificado el número de hijos muertos en
defensa de El Asad durante la guerra”, puntualiza Landis. El mensaje sustancial y subyacente de la
polémica, coinciden la mayoría de expertos, es la grave crisis económica que ha llevado a El Asad a lanzar
un claro mensaje al resto de señores de la guerra y sentar así unos límites en lo que pueden robar y sacar
del país.

Makhlouf se ha servido de la asociación Al Bustan para ampliar su base social destinando ayudas a miles
de familias alauíes pobres y viudas de la guerra. “El escándalo de los vídeos ha abierto un frente entre
los líderes la comunidad alauí críticos e intentan moderar una salida negociada para Makhlouf”, sostiene
por su parte un funcionario europeo en Beirut.

“El Asad no se va a ir a ningún sitio y sigue estando a cargo del país y los vídeos de Makhlouf solo
demuestran el grado de desesperación e impotencia de un hombre que ha tenido que recurrir a las
redes sociales porque no dispone de acceso alguno al presidente”, valora por su parte el experto sirio
Ehsani. Si bien un reciente auge de las críticas al mandatario sirio en la prensa rusa hacía temer una
grieta en la alianza entre Damasco y Moscú, es en clave económica y no política donde Ehsani ubica la
trifulca del magnate al rehusar plegarse a las reglas del juego impuestas por El Asad.
“Rami no es un hombre político o militar por lo que no tiene ni el 1% de posibilidades en una
confrontación con El Asad”, prosigue este analista antes de precisar que “Rifaat desafió a [su hermano] El
Asad padre sacando los tanques a las calles de Damasco. Makhlouf sólo tiene dos vídeos en Facebook”.

LOS OTROS MAKHLOUF

Cerca de una década de guerra ha dado a luz en Siria a una clase económica de hombres de negocios y
señores de la guerra que los economistas califican de “predadora”. Otro de los hombres fuertes, añadido
el pasado verano a la lista de sanciones estadounidenses, es Samer Foz, cuyos negocios se nutren, entre
otros, de la importación de trigo y de materiales de construcción. Foz es también el dueño de la
franquicia del hotel Four Seasons de Damasco, convertido en vivienda de los trabajadores de la ONU. “La
factura mensual de la ONU por las habitaciones supera el millón de dólares”, afirma un funcionario
extranjero de la ONU desde Damasco. A Foz se suman los nuevos ricos como Muheidine al Manfush, con
un imperio levantado entre 2013 y 2017 gracias al cerco impuesto sobre Guta, en la periferia de
Damasco. Al Manfush cobró comisiones a todo camión que atravesó el paso de Al Wafidin, único abierto
a la entrada de alimentos y bautizado como “el paso del millón”. Según el diario económico sirio 'Enab
Baladi', Al Manfush firmó en noviembre de 2017 un contrato con el Gobierno de Damasco por valor de
20 millones de dólares -18, 5 millones de euros, en un país donde el salario medio es de 445 euros
anuales-, para introducir 5.000 toneladas de alimentos en las estanterías de una hambrienta Guta. En
coyuntura de crisis económica, todos han tenido que desembolsar fondos en las magras arcas estatales.
Ninguno ha osado protestar en público.

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