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Escena 1- El llano
Narrador: Esta historia trata de un gallero, un vaquero que deseaba hallar a un hombre. Se
necesita querer tanto a alguien o odiarlo sin mesura para buscarlo de esa forma. Quince
años han pasado desde que salió del pueblo para encontrarlo, recorriendo páramos, llanos,
colinas y cerros; ganando dinero y ahorrando. El fruto de su trabajo preparado para el dia en
el que lo jugaría todo a su gallo, el día en el que se enfrentaría al desconocido.
(El joven sigue cabalgando; en un momento para y se baja de su caballo; saca el gallo y le
da maiz, guarda el gallo. El joven camina al lado de su caballo. Todo lo anterior mientras el
narrador continúa con la historia)
Narrador: La madre del joven vaquero había muerto y para el desconocido ella nunca había
existido. Víctima de su destino, él también se convirtió en gallero, creciendo entre espuelas,
crestas, picos y plumas. Ella creía qué así tenía que ser, pero él no vivía para ser semejante
al extraño que era su padre, vivía para el día donde lo desafiaría y le quitaría la vida. Asi, se
dirigió al infierno del Tambo, donde el humo del verano impedía el paso de la brisa y el calor
atontaba a los alacranes, las iguanas y las lagartijas; el pueblo junto al volcán donde las
charlas iban sobre la sequía, el terror y la muerte.
Escena 2- El Tambo
(El joven llega al Tambo, descansa en una sombra mientras bebe agua. Cerca, dos
ancianos sentados dándose el sol tienen una conversación)
Anciano 1: ¿Lloverá esta semana?
Anciano 2: (fastidiado) ¿Qué va a llover? ¿Ceniza de volcán?
Anciano 1: Tal vez candela (suspira)
Anciano 2: Ahí va el viejo Pablo con la pica al hombro, es la quinta tumba que lo veo cavar
en la semana! (grita) ¡Y hoy es miércoles!
Anciano 1: Y en tiempo de ferias…
Anciano 2: (enojado, grita) ¡Estás qué van a ser ferias! Antes la gente si venía, esto se
llenaba, ponían los puesticos en las plaza y la banda municipal hacia la marcha de honor.
(habla con tristeza) Los niños podían salir a jugar… (grita nuevamente) ¡Ahora esto se llena,
pero de de jugadores, apostadores y galleros! ¡¡Todo por el maldito cojo!!
Anciano 1: (habla con tristeza) Ya no se puede vivir en paz…
Anciano 2: (habla con tristeza) Uno ya no vive, ¿qué es vivir si hay miedo?
(El joven continua caminando, y llega una cantina con un letrero donde se lee: El gallo rojo)
(Dos hombres ebrios recargados el uno en el otro entran a la cantina. Uno de ellos tiene un
bigote largo. El joven escucha cuidadosamente su conversación)
Borracho 1: (grita) ¡Mañana el fervor de las apuestas, estoy que bebo lo que no tengo!
Bigotudo: JAJAJA (se carcajea y habla animado) Con el gallo del Jefe, ya aseguramos tres
semanas de buena paga. ¡No se preocupe compadre!
Borracho 1: Ese gallo si nos ha traído buena vida JAJAJA (ambos hombres se rien; el
borracho 1 grita) ¡VIVAN LAS FERIAS!
Bigotudo: (grita) ¡VIVAN LAS GRANDES RIÑAS!
(Ambos hombres notan al forastero y susurran)
Escena 4- La gallera
(El joven está sentado en una grada de la gallera, mientras el Bigotudo lo mira de lejos, con
desdén)
Narrador: Sabía que distinguiría al desconocido, entre mil pasos, los pasos suyos; el color
de sus botas, el sonar de sus espuelas. Sentado en una grada alta de la gallera, vio entrar
al jefe, era alto y cojo. Él era su padre.
(El cojo lanza un latigazo al joven; el joven agarra el látigo y atrae al cojo con fuerza, saca
un cuchillo y lo pone cerca del abdomen del cojo, el cojo mete el abdomen. El bigotudo
prepara la pistola)
Bigotudo: Igual a Buenavida, no era única cría del Cojo? ¿No eran únicas sus espuelas?
Joven: Cola roja, cuatro plumas negras; corto el pico, largas las espuelas… Hay que saber
de gallos y de hombres.
(El joven y el cojo alistan los gallos para la pelea, giran en círculo, frente a frente, como si se
tratara de un ring de boxeo. Cada uno suelta su gallo, siguen girando en un círculo mientras
el narrador continúa con la historia. El bigotudo se agarra la cabeza mientras observa la
pelea de gallos)
Narrador: La decisión quedaría en los gallos. El joven sentiría en su piel los picotazos de
Buenavida, el nuevo gallo de su padre. El cojo sentiría en la suya los espolones de Aguilán,
cría del que alguna vez fue su mejor animal de pelea. En un minuto el joven tomaría la
decisión de su vida.
(El joven y el cojo siguen girando en círculos mientra habla, en el centro los gallos. El
bigotudo aún se agarra la cabeza mientras observa la pelea, El joven toma su cuchillo con
cautela)
Joven: Todas las mañanas ella le echaba maíz…Ella esperaba, ella rezaba
El Cojo: ¿Rezaba?
Joven: Era su manera de no gritar... -Silencio- Me decía de niño: “algun dia volvera”, pero
nos torció el camino, el rancho estuvo sin hombre, hasta que jure vengarme…
(El cojo se muestra melancólico)
El Cojo: El odio nos vuelve hombres… -Silencio- (habla con frialdad y tristeza en su mirar)
Los caminos nos pierden, son torcidos los caminos que andamos…
Narrador: Ambos tenían miedo; el Cojo de que la tristeza le cayera encima; el joven de
manchar sus manos con la sangre de su padre. Entonces, cuando lo vio nuevamente, solo
vio a un hombre, un hombre desamparado sin más camino que la muerte; cuando muriera
le quebrarían la pierna para acomodarlo en el ataúd. Vio sus arrugas, sus canas, sus
angustias y le dolió su vejez, le dolió el tiempo. Lo sintió cercano. debía matarlo? Sintió
compasión y le repugno la crueldad; aflojo el agarre de su cuchillo.
Fin